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Economía moral.

Julio Boltvinik
Documento muy valioso: Prefacio (1862)a la Química agrícola de Von Liebig

La Alianza Global Jus Semper publicó en español, por primera vez, el Prefacio, de 1862, a la Química
agrícola de Justus von Liebig. Es un tesoro, censurado en su tiempo por el editor inglés, que todos
deberíamos conocer. Hoy reproduzco extractos de éste. (https://jussemper.org/Inicio/Recursos /Info.
%20econ/Resources/JustusVon LILebig-1862PrefacioQuimica Agricola.pdf.) Lo que sigue es la
traducción al español de la traducción al inglés de María Gilbert en 1863 [he seguido la traducción de
Jus Semper, pero he introducido cambios necesarios]. A mediados del siglo XIX la agricultura inglesa,
se volvía cada vez más intensiva, importando grandes cantidades de fertilizantes y haciendo hincapié
en el máximo rendimiento comercial. Este sistema agrícola era, en términos de Liebig, una
economía de robo avanzada. La preocupación por la agricultura comercial e industrial al estilo inglés
y su extracción de recursos fertilizantes (huesos, guano) del resto del mundo había llegado a dominar
cada vez más el pensamiento de Liebig. Le habían reprochado por muchos lados que describiera la
agricultura moderna como un sistema de saqueo/robo. Liebig insistió en el creciente problema del
saqueo del suelo y en la necesidad de reponerlo mediante el reciclaje de nutrientes, lo que se valora
ahora como desarrollo temprano de la ecología moderna, que condujo al desarrollo de las teorías
contemporáneas del metabolismo del suelo, dice John Bellamy Foster al presentar este texto en
Monthly Review (julio 2018) donde se publicó por primera vez en inglés. Cedo la palabra a Liebig:

“En los 16 años que han transcurrido desde la publicación de mi Química aplicada a la agricultura y a
la fisiología he tenido abundantes oportunidades de estimar los impedimentos que obstaculizan el paso
de las doctrinas científicas al dominio de la agricultura práctica. La razón de ello es que no se ha
establecido ninguna conexión entre la práctica y la ciencia. Los agricultores han tenido, al parecer, el
prejuicio común de que para su actividad puede ser suficiente menos cultivo intelectual que para
cualquier otra; lo que podían comprender era considerado como teoría, que como opuesto exacto a la
práctica, era poco estimado o no se tenía en cuenta… no sabían que su correcta aplicación tenía que ser
aprendida de la misma manera que el hábil manejo de un instrumento complejo. Nadie considerará
indiferente que las ideas que influyen en un hombre y determinan sus acciones sean verdaderas o
falsas. Por esta carencia de toda inteligencia, la práctica no vio ningún medio de mejora en todas las
ideas correctas que la ciencia puso en su mano, en la elucidación del crecimiento de las plantas y de la
parte que en ello pertenece al suelo y al aire, al labrado y al abono; puesto que los agricultores eran
incapaces de encontrar la conexión entre la enseñanza científica y los fenómenos que su actividad les
presentaba, llegaron a la conclusión de que, en general, no existía ninguna conexión entre los dos. El
agricultor práctico se deja guiar por ciertos hechos observados, durante un largo periodo, en sus
alrededores o, si aspira a puntos de vista más generales, por ciertas autoridades cuyo sistema de gestión
es considerado como patrón. No hay palabras que puedan demostrar este sistema, no existe ninguna
escala para medirlo. Lo que Thaer encontró bueno y útil en sus campos en Möglin, se considera
igualmente bueno y útil para todos los campos alemanes, y los hechos comprobados por Lawes en una
franja muy pequeña de campo en Rothamsted, se consideran como axiomas para todos los campos
ingleses. Bajo el dominio de la tradición y de la fe en la autoridad, el hombre práctico ha renunciado al
poder de comprender correctamente los hechos que llegan a su conocimiento, y es incapaz de
distinguirlos de las meras opiniones. Y así ha sucedido, que cuando la ciencia ha dudado de la verdad
de sus explicaciones han afirmado que la ciencia ha discutido la existencia de los hechos. Si la primera
dice que puede ser deseable proveer la deficiencia del estiércol de establo mediante sus componentes
operativos, o que el amoniaco no es un abono específico para los cereales, han supuesto que la ciencia
ha negado su eficacia. Sobre este tipo de malentendidos ha habido una larga guerra; el hombre práctico
no ha comprendido las conclusiones científicas y se ha creído obligado a defender sus nociones
tradicionales; su disputa no era con los principios científicos que no comprendía, sino con sus
concepciones erróneas de los mismos. Antes de que se resuelva esta disputa, y los propios agricultores
se conviertan en árbitros de ésta, poca ayuda real puede esperarse de la ciencia, y dudo mucho que ese
momento haya llegado ya. Sin embargo, fijo mis esperanzas en la joven generación, que se inicia en la
práctica con una preparación totalmente diferente a la de sus padres. Como todo experimento en
agricultura tarda un año o más antes de dar sus resultados completos, apenas queda la perspectiva de
que yo viva para ver los resultados de mi enseñanza. En estas circunstancias, lo mejor que puedo hacer
parece ser disponerlos de manera que en el futuro sea imposible que los malinterpreten quienes se
tomen la molestia de conocerlos a fondo. Desde este punto de vista deben juzgarse las partes polémicas
de mi libro. Durante mucho tiempo creí que en la agricultura, como es habitual en la ciencia, bastaba
con enseñar la verdad para difundirla y no preocuparse por el error. Sin embargo, al fin percibo que éste
ha sido un camino falso, y que los altares de la mentira deben ser destruidos antes de que la verdad
pueda obtener un terreno seguro. Todos me concederán el derecho de purificar mi enseñanza de las
impurezas que, durante tantos años, se han amontonado sobre ella sin discernimiento. Se me ha
reprochado por muchos lados que describa la agricultura moderna como sistema de saqueo/robo
(Raubwirthschaft), y después de las comunicaciones que muchos agricultores me han hecho respecto a
su gestión, mi acusación contra tales [agricultores individuales] no puede mantenerse. Me han
asegurado que en el norte de Alemania muchos agricultores dan con mucho cuidado mucho más a sus
campos de lo que toman de ellos, de modo que en su caso no podemos hablar de una cultura de robo.
Pero en conjunto, son relativamente pocos los que saben cómo son sus campos. No me he encontrado
todavía con un agricultor que se haya tomado la molestia, como es habitual en otros oficios para
satisfacción de uno mismo, de llevar una cuenta de crédito y débito para cada uno de sus campos con el
fin de registrar lo que da y quita de cada uno. Es una vieja enfermedad heredada de los granjeros que
cada uno juzgue la agricultura en su conjunto desde su propio y estrecho punto de vista, y si uno evita
hacer lo incorrecto, es prueba suficiente para él de que todos hacen lo correcto. La enorme exportación
de huesos desde Alemania es una prueba fehaciente de lo reducido que es, en general, el número de
agricultores que se preocupan por la necesaria compensación de fosfatos, despojando la tierra bávara.
Los grandes saquean a los pequeños, los sabios a los ignorantes, y así será siempre. En Inglaterra se ha
seguido una práctica similar (a la de remolacha en Alemania). En todos los campos de nabos de los que
se han extraído las raíces sin compensar (restaurar) la potasa, se ha producido un deterioro igual de su
calidad, y sólo en aquellos lugares en los que las raíces han sido alimentadas por las ovejas en el propio
campo, restaurando así los contenidos de potasa, las cosechas han permanecido inalteradas en cantidad
y calidad. Múnich, septiembre de 1862.”

www.julioboltvinik.org

julio.boltvinik@gmail.com
La Jornada: Economía moral
Viernes, 24 de diciembre de 2021

El doctor Fauci, sociópata al servicio de las farmacéuticas: Robert F. Kennedy Jr. Carlos Fazio

En un devastador libro documentado con rigor, valiente y políticamente significativo, el humanista


Robert Francis Kennedy Jr exhibe al encargado de manejar la pandemia de Covid-19 en Estados
Unidos, Anthony Fauci, como un charlatán interesado en millonarios negocios personales, que ha
servido de bisagra entre un espinoso entramado de militarización global planificada y la
monetarización de la medicina; un proceso de demolición controlada de la democracia constitucional
estadunidense, que conduce a un totalitarismo tecnocrático-digital y es llevado a cabo por la Big
Pharma, el sector financiero, los gigantes tecnológicos oligopólicos de Silicon Valley y el complejo
militar-industrial, incluyendo los servicios de inteligencia. En una alianza ideológica-intelectual con
grandes conglomerados mediáticos, considerados algunos independientes y/o progresistas.

Según Kennedy, el doctor Fauci −el médico más poderoso y despótico de la humanidad−, en lugar de
salvaguardar la salud pública de EU, convirtió los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas
en inglés) en una incubadora de productos médicos y es el principal arquitecto de la captura
institucional (institutional capture) de las agencias de gobierno, incluidas las de salud pública, por las
corporaciones oligárquicas de la industria farmacéutica.

Lo acusa, asimismo, de que asociado con el megamillonario Bill Gates participó en la creación de la
fiebre del oro de las vacunas con estrategias antiéticas, utilizando simulacros de pandemia en
colaboración estrecha con el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Foro Económico
Mundial de Davos y las principales corporaciones farmacéuticas y mediáticas.

El autor de El verdadero Anthony Fauci. Bill Gates, las grandes farmacéuticas y la guerra global contra
la democracia y la salud pública (Skyhorse Publishing y Children’s Health Defense) es sobrino del ex
presidente John F. Kennedy –asesinado en Dallas, Texas, en 1963– y pertenece al establishment más
privilegiado de EU. Abogado y miembro del Partido Demócrata, lleva cuatro décadas litigando en
defensa de las instituciones del viejo New Deal de Roosevelt y la Carta de Derechos ( Bill of Rights) de
la Constitución, que intentan ser capturadas por intereses oligárquicos-corporativos a través de lo que él
llama títeres de calcetín (“ sock puppets”).

Robert Kennedy Jr conoce a la perfección las entrañas del sistema. Como él mismo asevera y describe,
su padre, el ex fiscal general de EU y luego senador Robert F. Kennedy, también fue asesinado. Éste en
Los Ángeles, California, en 1968, por quien ese día le cuidaba la espalda: un hombre que trabajaba para
la CIA, Eugene Cesar, quien le disparó cuatro veces a quemarropa. La investigación quedó a cargo de
agentes de la CIA que operaban en América Latina, y antes del juicio fueron destruidas 2 mil 800 fotos
recolectadas por la policía.

Según Kennedy, durante más de cuatro décadas Fauci ha sido un agente de la Big Pharma, cuyo
entramado financiero involucra a grandes compañías fabricantes de fármacos y medicamentos con
organismos estatales como el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) −del
cual el propio Fauci es director desde 1984−, que se ha transformado en una subsidiaria sin fisuras de la
industria farmacéutica.

Sus señalamientos sobre el poder acumulado por Fauci están apoyados en datos duros: el director del
NIAID es el funcionario federal mejor pagado de EU, con un salario de 417 mil 608 dólares anuales (el
presidente gana 400 mil); maneja un presupuesto anual de 6 mil 100 millones y obtiene otros mil 600
millones del Ejército para realizar investigaciones sobre armas biológicas; controla 57 por ciento de la
financiación biomédica mundial directa e indirecta a través de los NIH, la Fundación Bill y Melinda
Gates y el Wellcome Trust, y por lo tanto controla a los científicos que buscan financiamiento para sus
investigaciones; posee 57 patentes de vacunas. Además, Fauci y otros funcionarios reciben hasta 150
mil dólares anuales en pagos de regalías por productos que ayudan a desarrollar y por la ejecución del
proyecto de aprobación.

En su documentada investigación, Kennedy acusa al principal propagandista y vendedor ambulante de


vacunas Covid-19 del Deep State, de haber seguido estrategias antiéticas desde el comienzo de la
llamada pandemia corona, desde la obstrucción de tratamientos tempranos hasta la promoción de dos
remedios mortales: los ventiladores y el remdesivir de los laboratorios Gilead, a medida que las
ganancias farmacéuticas y los poderes burocráticos crecían y la salud pública decaía. El remdesivir, con
un perfil de seguridad catastrófico, y donde la Fundación Bill y Melinda Gates tiene una gran
participación, cuesta 3 mil dólares por tratamiento.

De manera conjunta con su socio Bill Gates −y para acorralar a los estadunidenses hacia la inyección
para Covid como solución única−, Fauci no invirtió un dólar para estudiar o promover el tratamiento
temprano con combinaciones de medicamentos que podrían reducir drásticamente las muertes y
hospitalizaciones, suprimiendo, saboteando y haciendo la guerra a profilácticos más baratos y no
tóxicos de la competencia, como, entre otros, la hidroxicloroquina, la ivermectina, el zinc y las
vitaminas D y C intravenosa, disponibles en el mercado.

Simultáneamente, en un asalto a la garantía de la libertad de expresión de la Primera Enmienda de EU,


Fauci y las corporaciones mediáticas aliadas censuraron las críticas a sus políticas en las
principales redes sociales y colaboraron para silenciar cualquier información médica sobre
terapias y tratamientos que podrían poner fin a la pandemia y competir con inyecciones y
vacunas (Ver: Tratamiento Zelenko; Association of American Physicians and Surgeons; FLCCC
Alliance, etcétera).

Como refiere en su obra Kennedy, en 2000, Fauci se reunió con Gates, quien le pidió asociarse con los
Institutos Nacionales de Salud para inocular al mundo con una batería de nuevas vacunas. En 2009, ese
acuerdo se rebautizó como La Década de las Vacunas, cuyo objetivo era implantar la vacunación
obligatoria de todos los niños y adultos del planeta para el año 2020. Y desde 2016, eso iba de la mano
con la Alianza ID2020 para una identificación digital universal, patrocinada por la alianza global para
vacunación GAVI (Fundación Gates), Microsoft y Accenture, en asociación con la ONU.

En su libro, Kennedy afirma que el llamado capitalismo filantrópico de Bill Gates es utilizado por el
magnate para acumular dinero: tiene una fundación en la que escondió 50 mil millones de dólares libres
de impuestos, dinero que utiliza para controlar a las agencias de salud pública en EU y a la
Organización Mundial de la Salud, lo que le permite establecer las políticas médica, farmacéutica y de
salud pública mundial, maximizando los beneficios de su participación en grandes compañías del ramo.

Letales experimentos con niños

Sin embargo, Gates no atrajo a Fauci al lado oscuro de esta historia. Éste ya había pasado décadas
jugando con la vida de las personas y sacrificando la salud pública por el beneficio. En particular,
Kennedy expone el papel de Fauci en la epidemia de VIH en los años 80 del siglo pasado; construyó el
NIAID en torno a un medicamento contra el sida llamado azidotimidina (AZT), un fármaco de
quimioterapia tan tóxico que mataba a las ratas. El inventor consideró que no era seguro para uso
humano y no lo patentó. Pero Fauci se asoció con él y aceleró su regulación haciendo trampa en
los ensayos clínicos.

Según la revista SPIN, el AZT era peor que la enfermedad y mataba más rápido que la
progresión natural del sida si no se trata. El AZT había sido un medicamento contra el cáncer
descartado debido a su toxicidad fatal, resucitado con los pacientes con sida con el pretexto de que de
todos modos se iban a morir. Fauci saboteó tratamientos alternativos y el AZT fue el medicamento más
caro de la historia: 10 mil dólares por un suministro de un año (su fabricación costaba 5 dólares por
dosis); mató a unas 330 mil personas.
Kennedy también exhibe los experimentos del tecnócrata Fauci con medicamentos tóxicos contra el
sida en niños adoptivos negros e hispanos del Incarnation Children’s Center de Nueva York. Al menos
85 murieron, pero el número podría llegar a mil. Escribe Kennedy: “¿Qué oscura tendencia se
encuentra en el Dr. Fauci que permitió supervisar y luego encubrir las atrocidades en el Incarnation
Children’s Center? ¿Acaso supone que el sufrimiento y la muerte de niños son daños colaterales
aceptables en su ‘noble’ búsqueda de innovaciones en salud pública? En el peor de los casos, es un
sociópata que ha llevado a la ciencia a la escala del sadismo”.

Kennedy establece comparaciones con la recomendación de Fauci de usar remdesivir para tratar el
Covid-19. Dice que éste copió la estrategia para obtener la autorización del uso de emergencia que usó
en el caso del sida y que repitió a lo largo de su carrera para obtener aprobaciones de medicamentos
ineficaces y letales, y aunque ganó mucho dinero con el AZT, no se puede comparar con las ganancias
de Pfizer con su inyección anti-Covid: 35 mil millones de dólares en 2021. Y a diferencia del AZT,
Pfizer está absolutamente libre de riesgos y nunca podrá ser demandada por lesiones o muertes.

Fauci −asevera Kennedy−, ha sido una figura clave en la planificación de pandemias, y no


precisamente en cómo prevenir una sino en cómo crearla. Añade: “Las pandemias se han
dramatizado y resultaron ser un completo fraude (…), Fauci y Gates tomaron las lecciones de otras
pandemias falsas y la trasladaron al coronavirus. Quiero dejar claro que no estoy diciendo que el
coronavirus no sea una pandemia o que no mate a mucha gente. Lo hace. Pero todos hemos sido
manipulados por la exageración de los casos, las muertes y el oscurantismo de los datos”. En el
capítulo 12, Kennedy documenta casi dos docenas de simulacros pandémicos de bioseguirdad, siendo
la más reciente el Event 201 del 19 de octubre de 2019; todos con participación de las agencias de
inteligencia. Todos planteaban cómo instaurar estados de excepción como remedio para afrontar la
simulada amenaza.

Según Kennedy, la única métrica de Fauci es: ¿Cuántas vacunas hemos puesto? ¿Cuántos fármacos
hemos vendido? ¿Cuántas comisiones estamos recibiendo? Como explica en el libro, el NIAID se ha
convertido en una incubadora para la industria farmacéutica. Afirma, también, que “entre 70 y 90 por
ciento de las muertes y hospitalizaciones por Covid podrían haberse evitado y hay estudios que lo
avalan. Sin embargo, prohíbe que la gente lo haga. Es un sociópata…”
La Jornada: El doctor Fauci, sociópata al servicio de las farmacéuticas: Robert F. Kennedy Jr
Viernes, 24 de diciembre de 2021

Migrantes: el callejón sí tiene salida. Jorge Carrillo Olea


No hay agudeza ni espacio suficiente para examinar el fenómeno social de las migraciones ilegales que,
siendo milenario, es ardientemente actual. Ardió en los tiempos prehistóricos, en los medievales y arde
hoy en todo continente, se le reconozca o no. Esta es una de las caras negras de la historia del hombre.

Dolorosamente, la incomprensión de su profundidad y el egoísmo general han hecho difícil su gestión,


sea para los pueblos receptores como para los seres que caminan sufrientes. Sobre tantos prejuicios hay
una verdad demoledora: la historia de las migraciones ha hecho la historia de la humanidad.

Ante esta rotunda verdad, por milenios, pueblos y gobernantes se han topado con el conflicto. Cuesta
mucho tiempo y dolor, pero la aceptación acaba por imponerse. Ésta suele ser lenta, cruel y dolorosa,
acosada por actos de discriminación atroz hasta extremos de homofobia, mas por hoy el gran crimen
internacional sigue al mando. Él dicta el qué hacer y la autoridad reacciona.
Hay decenas de miles de migrantes sobre nuestra frontera norte. Son más extranjeros que mexicanos,
pero aun siendo así, son por doctrina y texto constitucional, derechohabientes de iguales garantías.
Nuestras leyes no hacen distinción, lo que no es siempre entendido por ciertos segmentos de la
población.

En este ambiente ya empieza a violentarse el discurso político, cuando se atribuyen actos de control de
migrantes a presiones de Estados Unidos (EU), lo que, dicho fríamente, tiene grandes visos de ser
verdad. Esta realidad entra en contradicción con la precipitada bienvenida de nuestro gobierno hace tres
años. La arcaica idea de plena soberanía no es imaginable en este siglo. Pocos lo reconocen.

En esta creciente vorágine debe pensarse sobre el impacto que para el presidente Joe Biden y su partido
tienen las migraciones de cara a los comicios en noviembre de 2022.

Agréguense sus intenciones de evitarlo primero suavecito, como es él, pero cuando el problema lo
acose liberará a los eternos halcones que saben muy bien de nuestras flaquezas. Por lo pronto ya revivió
el programa Quédate en México. Hoy la relación luce tersa, pero estemos listos para lo que viene.

Para ambos países es un impacto que llegará más vigoroso aún a las dos elecciones presidenciales de
julio y noviembre de 2024.

Las migraciones son bolas de fuego rodantes contra Morena y el Partido Demócrata estadunidense,
ambos hoy en el poder. La materia es ardiente y será usada en los procesos políticos que vivimos.

Yendo más allá del impacto en el presente, es de rigor valorar en qué, cómo y hasta dónde se verá
afectada nuestra forma de vida al largo futuro respecto de nuestras dificultades y objetivos nacionales.

Esto es, qué México distinto al de hoy veremos a mediano y largo plazos, siendo este el tiempo en que
reflexionan los estadistas. La ruta es poco clara, los medios escasos y el futuro, un enigma que hay que
resolver, pero así evolucionan los pueblos.

En la integración de inmigrantes vamos a ir imperceptiblemente de la incomprensión y el acoso a la


tolerancia y lenta aceptación. Hay que estudiar el manejo que aplican Turquía, Alemania, Francia o
Gran Bretaña. No hay alternativa, a menos que se crea que la solución es chocar con un muro pétreo.

A AMLO y Biden el rompecabezas pronto les hará sentir apremios mayores, sean legítimos o ilegítimos
sus intereses, de fuerzas internas y propias del país antagonista. Los dos presidentes, sus partidos y
gobiernos encaran enigmas terribles: ceder a las migraciones les sería lesivo; no ceder, también.

Ambos extremos tienen serios efectos políticos. El caso tiene un carácter general de situación de
emergencia sin paralelo. El hecho traumatizante, no previsto en las magnitudes de hoy, a la larga bien
podría alterar formas y expectativas del sistema de vida de los dos países y de la relación bilateral.

En los argumentos de política de ambos países destaca ya como valor sustantivo el de protección del
interés nacional, lo que es lo correcto. La incógnita es cómo luchar con un problema contradictorio en
su manejo. Si hago pierdo y si no, también.

Como argumento, el drama sólo expresa dolor y se nutre de la esperanza. Estamos embarcados en una
situación de emergencia al ser inducido por hechos incontrovertibles en decisiones trascendentes para
el país.
¿Tiene salida el callejón? Sí, pero exige consumar dos pasos: 1) someter a la criminalidad que hoy nos
agobia y así despresurizar el tema; 2) aceptar realidades que hemos disfrazado por décadas,
estableciendo una amplia política de Estado que adecúe los recursos legales, humanos y de estructura
física que haga frente a un conflicto que llegó para quedarse.

carrillooleajorge@gmail.com
La Jornada: Migrantes: el callejón sí tiene salida
Viernes, 24 de diciembre de 2021

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