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El conflicto

¿Qué es lo que define a la obra de teatro como tal? Esta pregunta considera en rigor el
teatro occidental, que es el que vamos a tener en cuenta en esta materia. Una obra
teatral nos muestra, a través de la una acción, a dos fuerzas que están en franca
oposición. En otras palabras, lo que constituye la materia del teatro es el conflicto
entre dos fuerzas encarnadas por uno o varios personajes. Este conflicto, en general,
estará en franca progresión hasta resolverse a favor de una u otra de las fuerzas que se
oponen. En cada una de las obras se puede comprobar la existencia de un
enfrentamiento. Ahora bien, este enfrentamiento, de acuerdo a como las obras están
construidas, siempre tiene una historia, la mayoría de las veces mucho más extensa
que lo que la obra nos muestra. De esta manera, la obra teatral sólo abarca un
fragmento de esa historia. Y el fragmento de la historia que elige mostrar es aquel en
el que el conflicto entre las partes adquiere su mayor virulencia. La obra teatral está
construida de manera tal que puede convocar la atención más intensa en el menor
tiempo posible. Cada una de las fuerzas en conflicto, que están encarnadas por uno o
varios personajes, están guiadas por el intento de conseguir un determinado objetivo.
Y la consecución de ese objetivo, para cada una de las fuerzas que se oponen, no es ni
fortuita ni arbitraria. Siempre el intento de conseguir determinado objetivo, está
movilizado o motorizado por una determinada circunstancia. En rigor, son las
circunstancias las que dan origen a la acción que la obra teatral nos muestra. Sin
circunstancia, no habría acción dramática o, si la hubiera, se nos aparecería como
arbitraria o forzada. Pero gracias a la circunstancia como motor dramático, la acción se
nos manifiesta como una consecuencia lógica de lo que la antecede y al mismo tiempo
como algo que espera su resolución. La gran circunstancia en Hamlet es la aparición
del fantasma del padre que le impone a Hamlet el mandato de la venganza. La gran
circunstancia en Edipo Rey será la peste de Tebas, la gran circunstancia en Macbeth,
será el encuentro de Macbeth con las brujas, la gran circunstancia en Antígona será el
edicto promulgado por Creonte, según el cual los cuerpos de quienes lucharon contra
Tebas no podrán ser enterrados en Tebas.
Ahora bien, las circunstancias no solamente obligan a tomar decisiones al
protagonista. En general le imponen también una urgencia, con lo cual no hay ningún
motivo para postergar la consecución del objetivo, no hay ninguna justificación para
demorarse. Y dado que en general diferentes urgencias afectan a los dos personajes
que se enfrentan, resulta que el conflicto se vuelve mucho más intenso: no admite
ningún tipo de detención o retroceso. El enfrentamiento debe definirse al ritmo de las
necesidades de los personajes en pugna y por lo tanto la definición a favor de uno u
otra fuerza se vuelve imperiosa. Esto explica por qué el teatro es el arte de la
intensidad: el público asiste para presenciar no cualquier segmento de la vida de los
personajes, sino aquel que es decisivo. En el curso de la línea de acción elegida, los
personajes cambiarán sustancialmente el curso de sus vidas, o simplemente la
perderán.
Circunstancia/Urgencia/Objetivos (en oposición): son aquellos elementos a partir de
los cuales se plantean los conflictos que son la materia del teatro.

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