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El Lugar

Gary M. Douglas
Título original de la obra: The Place
Copyright © 2013 Gary M. Douglas
Access Consciousness Publishing
www.accessconsciousnesspublishing.com
El Lugar
Copyright © 2021 Gary M. Douglas
ISBN: 978-1-63493-364-3
Access Consciousness Publishing
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Diseño de interiores: Anastasia Creatives
Traducción: José Otárola-Silesky
ÍNDICE

Agradecimientos
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidós
Capitulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis
Capítulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho
Capítulo Veintinueve
Capítulo Treinta
AGRADECIMIENTOS

A Doña Haber una editora extraordinaria que entiende lo que realmente estoy
haciendo.
Un agradecimiento especial a Dain Heer, Simone Milasas, Nancy O’Conner,
Wendy Hart and Vanitha Subramthian.
Gracias a Stephen Outram quien ha creado un sitio web asombroso, y una
cubierta de libro que habla, y ¡por ser un hombre que contribuye en formas
que él no sabe!
Un agradecimiento especial a todas las mujeres en mi pasado quienes me
educaron en lo que podría ser, lo que debería ser y en lo que no existe.
CAPÍTULO UNO

Mientras conducía a través de los pinos, el soplido del viento a mi alrededor,


el rugir del motor de mi Thunderbird 57 era un dulce recordatorio de los
tiempos pasados cuando la vida corría de forma más lenta y la tecnología no
era la fuente de vida.
Después de dos horas no había visto ningún automóvil en este camino alterno
para llegar a Idaho. ¿Por qué Idaho? Ya no lo sé, era solo el recuerdo de
muchos años en el pasado, la paz, la tranquilidad, los pinos, los arroyos
silenciosos y aquella única vez cuando me detuve en un cruce que conducía a
ninguna parte donde los únicos sonidos eran los suaves ritmos del viento
corriendo entre los pinos, un solitario pajarito y el sonido del motor de mi
auto. Era uno de esos momentos profundos cuando tu alma vuela, tu mente se
abre y la intensidad del espacio refleja una paz interior que se te escapa
cuando regresas al mundo de los aviones, trenes, autos y el incesante
estruendo.
Los años anteriores habían estado llenos con todo aquello que es consideraba
correcto en la vida. El matrimonio - la bella niña de pelo oscuro, graciosa y
sonriente que desapareció durante las largas noches de “normal”, esos
intentos insanos por ser como los demás, que sofocan el ser y nos amoldan a
lo humillantemente erróneo de nunca encajar verdaderamente, pero siempre
tratar fuertemente de ser normal.
El niño - la dulce promesa de que el mundo será mejor, porque él, como
Jesús, salvará al mundo, o al menos el nuestro. Vaya carga para ponerla en
esos pequeños suaves hombros. Las sonrisas sanan, la alegría de la vida
disminuye la agonía y la monotonía de la invariabilidad, conforme los
trabajos de la vida sofocan tus propias alegrías.
El divorcio - lo que amamos de nosotros muere cada día que pasa al
forzarnos a calzar en el trabajo indistinto, la matanza autodestructiva del
“verdadero mundo, el mundo real, la vida real” y los sueños, las
posibilidades, las alegrías se desvían a un pasado que otros llaman irreal,
estúpido, insano, desesperanzador, simplemente malo.
Ahora conduzco, el bosque, los arroyos y el viento bendiciéndome con su
energía y su ausencia de juicio, abrazándome con los regalos de la sombra, el
olor, la luz y el burbujeo de alegría con la vida.
Me detengo a un lado del camino, detrás de unos sauces donde evidentemente
otros se habían detenido antes que yo, sus restos de basura mostrando su falta
de cariño y su necio desinterés por la belleza y el silencio. Probablemente los
responsables son algunas de esas personas estupendas que acampan en el
bosque trayendo su cultura de música y cerveza a la frontera del silencio para
desvanecer el espacio y crear barreras a la conciencia y así hacer tolerables
las carencias de su vida.
Ya de regreso al auto - ¿les comenté que dejé la capota en casa? - así que será
el clima quien decida mi descanso. Mientras me siento, el silencio empieza a
aliviar mi alma abatida y mi cuerpo de una forma que no había
experimentado desde la última vez que conduje por este camino. Abro la
puerta y salgo del auto, frente a mí una corriente de aire débil y una playa
arenosa. Me deshago de mi ropa y camino lentamente hacia el agua. Está
fresca a pesar de estar avanzado el verano. Los escalofríos me recuerdan que
aún estoy vivo, camino hacia una piedra que está sumergida solo un par pies
bajo la superficie. Al sentarme, el agua fría en mi entrepierna me hace
tambalear y caigo al agua. Salgo con la misma alegría con que mi hijo juega
entre las olas o en la piscina. De repente, echo de menos su sonrisa, sus besos
y su “papi, te amo tanto” antes de los abrazos y los pedidos de juguetes. Me
siento en la piedra y mis lagrimas empiezan a correr.
Mientras el silencio y la paz me abrazan, mi cuerpo finalmente experimenta
un sentimiento de pertenencia a algún lugar, de alguna forma la tensión
empieza a desaparecer mientras que un pececillo comienza a mordisquear los
vellos de mi cuerpo como si eso fuera la próxima comida. Para mí, es una
sensación que tengo que apagar, que no tengo que sentir, el agobiante
conocimiento que debería encontrar en la perversidad sensorial innata que
cada cuerpo disfruta. Las lágrimas agregan sal a esta dulce corriente que,
como en la vida real, navega en la forma fácil y bendita que nadie vive en un
mundo ruidoso con un menú sin opciones, un menú que tiene muchas
opciones para que no podamos escoger en realidad y como la vida. De
repente, la estupidez de no tener opciones causa una ráfaga de risa que me
hace tomar consciencia sobre la unicidad donde yo también pertenezco a la
naturaleza y soy parte de la corriente de vida, donde ella y yo somos lo
mismo. Siempre me sentí aparte y solitario y ahora finalmente sé dónde
pertenezco y que el dolor que había vivido como superior a mí, es
verdaderamente la insana estupidez de hacer las cosas más grandes que yo,
para así poder creer que no tengo opciones.
¿Ahora qué? Estoy sentado en este maravilloso lugar y descanso, me permito
que el pasado se desvanezca en el agua. Silenciosamente, en el codo del
arroyo, una preciosa pata real navega corriente abajo, sus bellos patitos la
siguen, silenciosas balas de dulce vida que se sienten cercanas a mí. Me
siento, ocupando un espacio más grande de lo que jamás imaginé posible, y
estas dulces criaturas me miran como si yo no fuera una amenaza.
Aparentemente mi olor ya no es de temer, y ellos se acercan, los pequeños
me miran con curiosidad y se acercan aún más para averiguar qué cosa soy.
Mis manos flotando con la corriente de repente aparentan ser un buen lugar
para estar, y un pequeño pato, el más agresivo, se planta sobre mi mano, sus
pequeñas garras buscando seguridad. El pequeño dolor es casi nada
comparado al dolor que yo hice más grande que mi elección de vida. Brotan
risas de algún lugar que ni siquiera sabía que existía, un lugar donde no existe
la habilidad de separar o de juzgar donde empiezo yo y terminan los otros.
La pata vuela y los patitos sin alas la siguen, aletean y buscan escapar del ser
extraño quien hace mucho ruido en momentos de alegría.
Después de que se marchan, me levanto para salir del dulce frescor, que
permite poder ver de una mejor manera y me dirijo al auto.
El suculento sol y la brisa acariciándome secan mi cuerpo. Me pongo los
pantalones, los cuales de repente siento muy ajustados luego de experimentar
la sensación de libertar y regocijo, al fluir con la corriente; me pongo mi
camiseta, y de pronto experimento la sensación de músculos acariciados por
primera vez luego de 7 años.
Me subo y enciendo el automóvil, disfrutando de nuevo del rugido de esta
vieja belleza, que siempre ha sido un regalo de exuberancia y
entretenimiento, algo que solo el conducir me había dado hasta antes de hoy.
El verdadero regalo de hoy fue de alguna manera encontrarme el yo que
debía existir pero que no lo había hecho.
De regreso al camino, conduzco a través de la luz del atardecer, dándome
cuenta esta vez del cantar de los pajarillos, que había eliminado de mi mente
antes de estar en la corriente, además de reconocer la brisa, el viento y el olor
de los arboles acompañados por la intensa resequedad del verano, el abono de
las hojas caídas y el olor a tierra, diciéndome como yo pertenezco.
Conforme desciende el sol entre los altos y elegantes árboles y la temperatura
empieza a bajar, recuerdo la suave música de jazz que alguna vez fue la
fuente de tanta amabilidad para mi alma; y abro la guantera que esconde el
sistema de audio de último modelo, que yo hice instalar solamente para
molestar a mi esposa y extraigo los discos compactos que armonizan con mi
humor que, estoy seguro, es un nuevo comienzo en mi vida. Conduzco con la
suave capa de la oscuridad cayendo sobre mí, y los faros se convierten en el
espacio y tiempo total. Los minutos se convierten en horas y yo continúo
conduciendo.
Ocasionalmente me encuentro con otros autos que pasan a mi lado, un
destello momentáneo de imagen más grande, un resto del destello del día no
terminado sino experimentado.
El disco compacto termina con una de esas notas suaves y quejumbrosas,
como si yo, también, hubiera alcanzado algún punto de terminación. Busco
otro disco y se me cae en el piso -oh, mierda, odio cuando sucede- Luego
intento buscarlo en el piso del lado izquierdo del pasajero, buscando algo que
no puedo ver, lo encuentro y me siento correctamente. Ahí en frente mío, un
ciervo de cinco puntas justo frente a mis faros, inmóvil.
Trato de esquivarlo, pero no hay nada más que peñascos frente al auto, sin
lugar a donde ir; aprieto los frenos y el auto derrapa sobre las piedrecillas de
la orilla, pego en el borde y caigo en los peñascos, el chillido del metal al
romperse, el crujir de la puerta a mi lado transforma mi auto, mientras mi
cuerpo se rasga en la oscuridad y aterrizo de espaldas contra la dura y cruel
naturaleza, mi aliento es expulsado con fuerza y aleja mi mente de lo que no
puedo soportar sentir.
Con un grito de dolor, me doy cuenta de la poca luz que me llega. Es
solamente el resto de un faro de mi mutilada belleza, el auto que fue la última
esperanza y la promesa de algo mejor. Grito en búsqueda de ayuda. La única
respuesta es el silencio de los grillos y los insectos nocturnos además del
ulular de una lechuza a lo lejos. Es hora de hacer un balance. Bien, he estado
inconsciente. Mi auto se salió de la carretera. Solo hay una luz y es muy
tenue, probablemente he estado aquí por mucho tiempo. He caído a un lado
profundo de la carretera, entonces si alguien pasara, ¿me verán? Estoy de
espaldas, ¿qué puedo mover? Mi brazo izquierdo está libre y la mano se
mueve; la derecha parece estar atorada contra algo, está dormida y duele.
Trato de moverla, y conforme se resbala bajo mi cuerpo el dolor aumenta y
vuelvo a quedar inconsciente.
Abro mis ojos y la luz del faro aún no se ha apagado, ¿cuánto demora una
batería en descargarse, hace cuánto tiempo sucedió todo esto? Renuncié a
llevar reloj desde que mi vida se descarriló. Extiendo mi mano derecha y
justo después del codo hay un pequeño árbol de unos tres centímetros de
grosor. De poder alcanzar el árbol con mi mano izquierda, quizá me pueda
apoyar y levantar para salir de donde estoy. Extiendo mi mano izquierda, el
dolor es casi insoportable, pero decidí que no me desmayaría más y no lo
haré. Tomo el árbol y con toda la fuerza de mi cuerpo empiezo a girar, me
vuelvo a desmayar. Vaya decisión.
Me despierto nuevamente, la luz desde el auto es ahora solo un filamento
cálido y débil. Bueno, al menos estoy con mi cara viendo hacia abajo, incluso
con la boca llena de piedrecillas, y de repente me doy cuenta de que ha
pasado mucho tiempo desde que comí por última vez. Extiendo mis manos
buscando la forma de empujarme fuera de la ladera. Un pequeño arbusto
cerca de mi mano derecha. Lo agarro y halo, pero las ramas ceden debido al
terraplén. La mano izquierda revisa y nada. Todo bien, escarbo con las dos
manos y halo, se desprende la tierra y mi cuerpo sigue en el mismo lugar. Por
favor, que alguien me encuentre, por favor, Dios, permite que alguien venga.
Sorprendente cuan religioso puedo ser en el momento de necesitar ayuda.
Es hora de tratar de empujar con las piernas, yo halo la pierna derecha
lentamente hacia arriba, o al menos eso le indico al cerebro, pero nada pasó.
Por favor permite que alguien venga a ayudarme. Trato de nuevo y halo con
mis manos, apalancándome con los dedos de los pies y empujo, y la
oscuridad me vuelve a arropar en sus dulces brazos nuevamente.
Siento una dulce y pequeña mano, será una ilusión o será mi hijo tratando de
despertarme de algún mal sueño. “Señor, ¿necesita ayuda?”. Esa pequeña voz
se complementa a mi otro lado con la misma melodía… “Señor, ¿le gustaría
que le ayudáramos?
“¿De dónde salieron ustedes niños?”.
“De ‘El Lugar’, donde todo es posible”.
“Por favor, ¿podrían ir por ayuda?”.
“Claro, señor”. Ellos respondían al mismo tiempo con la misma entonación,
que pensaría uno que es una sola voz en estéreo de diferentes de partes de
cabeza.
“¿Quieres ir tú?”, dice el de la derecha. “¿Por qué no vas tú?”, dijo el de la
izquierda. “Sabes, es mejor que vayamos los dos”, dice el de la derecha. “Oh
sí, porque tú sabes lo que necesitarán”, dice el de la izquierda. “Oh, sí”, dice
el de la derecha. Una pequeña mano desciende sobre mi tercer ojo y la dulce
voz del niño dijo, “Tú duerme ahora, señor, nosotros regresaremos con
nuestra hermana y nuestro tío, solo duerme”. Y de repente como por arte de
magia, soy nuevamente víctima de la oscuridad.
Me despierto nuevamente, temprano en la mañana la niebla en el terreno
filtra la luz. Estoy sobre mi espalda. Miro hacia arriba a los ojos azules más
bellos en un rostro radiante besado por el sol y bendecido por los antiguos
dioses. Su sonrisa y su completa falta de preocupación son de alguna forma
reconfortantes. “¿Quién eres?” pregunto.
“Mi nombre es Ruth, como en la Biblia”. El acento es de alguna manera
extraño y familiar al mismo tiempo. Ella esta vestida en uno de esos estilos
hippie, que se veían en los años 60, largos y ajustados arriba, cayendo debajo
del pecho. Conforme ella se mueve a mi alrededor la tela se mueve de lado a
lado, la posibilidad de un buen cuerpo persigue alguna extraña memoria.
Escucho el sonido de pies moviéndose en el camino y un gran hombre como
un oso se inclina sobre mí, su aliento me recuerda el dulce alimento con el
que se alimentan los caballos.
“Bien, joven amigo, tú no estás en las mejores condiciones. ¿Cómo fue que
terminaste acá en este desastre en el medio de la nada?”.
Yo empiezo a recordar lo que había sucedido, la música, el CD y luego el
venado y el chillido del metal y el tratar de moverme, y ¿Qué digo? ¿Por
dónde empiezo? Y luego pienso en mi vida y el arroyo, y los patos y...
“Bueno, eso es haber hecho mucho en tan corto tiempo, pero vamos a tener
que moverte ahora, y eso podría ser un poco doloroso...”. Y su mano callosa
desciende sobre mi tercer ojo y la oscuridad me vuelve a abrazar.
CAPÍTULO DOS

La luz del sol se filtra a través de las cortinas, despojándome del anhelo por
dormir en favor de la necesidad por estar afuera con el aire acariciando mi
cuerpo. Chico, una carrera sería genial ahora…y luego con el resplandor, el
accidente completo regresa de prisa y las preguntas comienzan. Miro
alrededor de la habitación, está limpia y brilla, me recuerda la granja de mi
abuelo. Su casa había empezado como una cabaña de madera, un cuarto
grande al que habían hecho adiciones con el paso de los años, hasta que fue
más victoriana que granja. Este aún tiene el sentir del inicio con la gran
habitación, definitivamente una cabaña y no es nueva, a diferencia de las
cabañas prefabricadas, esta tiene troncos tallados a mano de diferentes
tamaños para hacerla asimétrica.
Los viejo muebles victorianos parecen ser como de 1860 y la cama bastante
pequeña, quizá como una cama individual. Las cortinas en la ventana tienen
un impreso de guingán que ya nadie utiliza, un cliché de los viejos tiempos.
Quizá este lugar es de algún tipo de rancho o campamento de antaño. Yo
había escuchado de esos, solo que nunca había estado cerca de uno. Miro
alrededor buscando el televisor que hay en cada buen lugar, pero no hay
ninguno. Quizá solo haya uno en la portería. Teléfono, puede que haya un
teléfono, pero a quién llamaría. Mi ex me preguntaría porque me molesto en
sobrevivir, y yo no quiero preocupar a mi hijo. Asumo que no es relevante.
Miro mis piernas, las cuales no habían funcionado muy bien algunas horas
antes. ¿O fue ya hace días o semanas? De repente me doy cuenta de que el
tiempo se detuvo cuando miré al venado y no tengo idea de cuándo, dónde o
cómo estoy.
La puerta se abre, las viejas bisagras solo chillan un poco cuando ella entra a
la habitación. La bandeja de algo humeante atrae mi atención, como un
rastreador para pajaritos bebé hambrientos, mi boca se hace agua de forma
inmediata.
“Hola, si recuerdo correctamente, su nombre Ruth”.
“Sí, Jacob Rayne, estás en lo correcto”. Extraño, yo no recuerdo haberle
mencionado mi nombre, pero seguramente ella lo habrá obtenido de mi
licencia de conducir.
“Creo estar un poco hambriento, cuánto tiempo he estado aquí”.
“Tú has estado acá por 7 días, la mayoría del tiempo sanando y no eligiendo
estar despierto y consciente. Eso pasa usualmente con heridas severas, no te
preocupes”. ¿Cómo diablos sabía ella que me estaba preocupando? Algo es
realmente extraño aquí.
Miro ese bello rostro rodeado por esa suave cabellera dorada, ella se acerca, y
me doy cuenta de esa presencia serena que había creado esta calma durante el
accidente.
“¿Dónde estoy? ¿Ha estado el doctor acá? ¿Qué tan herido estoy?”.
Ella me sonríe con la elegancia de una reina de las películas de los años 40 y
la dulzura de una virgen tímida del sur, y así se sienta en la cama junto a mí.
“Yo creo que tienes suficiente fuerza en tus brazos para levantarte un poco y
así podrás comer más fácilmente”. Una vez más, el obsesionante acento que
era familiar y extraño al mismo tiempo. Me pregunto de dónde es originaria.
“No uses tus piernas, no tienen la fuerza necesaria aún y podrías herirte más”.
Me empujo hasta quedar reclinado como un adolescente un tanto retrasado, y
ella se acerca por detrás y acomoda las almohadas de tal forma que ya no esté
totalmente acostado sobre mi espalda.
“Por favor, te puedo dar de comer, es solo avena con un poco de leche y
azúcar, pero el tío Jed dijo que esto sería todo lo que toleraría tu estómago
hoy. No ha venido ningún doctor, esta es solo una pequeña villa de montaña
y de cierta manera hemos perdido contacto con el mundo exterior hace
tiempo ya. Nosotros solo vivimos y permanecemos lejos del bullicio de la
vida moderna. Tío Jed dijo que las quebraduras en tus piernas deberían sanar
correctamente y el daño en tu espina tomara poco tiempo, pero él no ve
ninguna razón del porque tú no podrías estar recuperado al 100% para cuando
llegue la nieve”.
Yo tengo un sentimiento extraño de que debería estar haciendo preguntas o
demandando respuestas, pero ese rostro sereno y la falta de cualquier
preocupación, de nuevo, no necesita nada solo aceptación.
“¿Qué le sucedió a mi auto? ¿Está ella aún en el camino?”
“Oh, los gemelos trajeron tu auto aquí y ellos se están divirtiendo mucho al
tratar de sanarla. Nosotros no hemos tenido un auto así antes, por lo tanto,
ellos no están totalmente seguros de lo que deben hacer por ella. ¿Por qué la
llamas ella?”.
Mientras ella pone la dulce y arenosa avena en mi boca, yo trato de recordar y
no podía recordar haber hablado de mi auto. Yo solo la había llamado “ella”
un par de veces frente a mi esposa y ella se había burlado de mí por ser tan
estúpido y desde entonces solo había pensado en ella como “ella”. Quizá en
mi delirio, si es que tuve alguno, pude haber dicho algo.
“Tú nunca deliraste, solo estuviste inconsciente o dormido, así que no debes
preocuparte por fiebres o ese tipo de problemas”
Bueno, eso es, al menos, una respuesta, aunque solo Dios sabe, yo no puedo
traer esto a contexto de alguna forma que calce con lo que yo sé. Extraño, es
como estar en esa película de Kathy Bates y James Caan, donde ella mantiene
al hombre cautivo y nunca da una respuesta directa para que él permanezca
con ella. ¿Habré caído en algún extraño culto donde capturan y retienen a
extraños sin sospechas? Me estoy volviendo tan paranoico como cuando
estaba casado, esperando lo peor y después obteniéndolo.
Trato de nuevo. “Entonces el doctor vino cuando yo estaba inconsciente, así
es como sabes lo que pasó con mis piernas y mi espina, y ¿hay alguna razón
por la que tú no respondes mis preguntas?”.
“Jacob, hay algunas preguntas que no me corresponde responder, ellas deben
esperar a aquellos que sí pueden; reconozco lo frustrante que esto puede ser,
pero no te puedo dar lo que no puedo explicar”.
Luego de terminar su discurso, la puerta chilla anunciando la llegada de un
nuevo visitante y miro hacia arriba el rostro barbudo y canoso del hombre
que me puso a dormir en el camino.
“Hola Jacob, Yo soy Jedidiah Ramsey, la cabeza del clan, y soy quien tiene
que explicarte las cosas que no son normales respecto de nosotros aquí”.
Mientras él habla, Ruth sale silenciosamente de la habitación sin decir adiós,
deslizándose por el suelo como una sílfide de antaño, haciendo una pausa
para mirarme mientras cierra la puerta detrás de ella. Un anhelo por su dulce
rostro y por su grata presencia crece en mi pecho, y creo que no puedo
manejar la intensidad de los sentimientos que he reprimido y escondido
durante años para poder hacer frente a todo lo que no funciona en la vida. Yo
siento lo que solo puedo describir como un beso sobre mi ser que de alguna
manera sé que viene de ella. Esta es la fantasía romántica de un hombre
hecha realidad, una que toca tu alma aún cuando no está presente. ¿Puede ser
esto real, es ella real, habré encontrado eso que yo creía debía existir, pero
nunca supe si es verdad o real, aquí en este extraño lugar? Vaya, acabo de
pasar de la paranoia directo a creer en lo que es solo imaginación en menos
de una hora, bueno quizá no esté delirando, pero tengo un fuerte dominio de
la ilusión.
El tío Jed abre su boca y deja salir una profunda bocanada de aire y anticipo
algo estando extremadamente consciente de la confusión que camina a través
de las finas características de un hombre que es viejo, pero siempre joven al
mismo tiempo. Cada vez que lo he observado, he visto elementos que
cualquiera llamaría edad, pero ahora que lo veo de cerca, veo las patas de
gallo donde debería haber líneas, y una piel vibrante donde debería haber
hundimientos, e incluso aunque la barba podría ocultar algo de eso, miro a
esos dos ojos cafés que son claros y brillantes y a la vez, hablan de la
experiencia que trae conocimiento y dolor, que trae tolerancia y tiempo que
permite paz. Esos ojos son una ventana a la paz que solo viene de una larga
vida, una vida de saber de las elecciones que otros tienen que hacer y de los
problemas que algunos escogen y que no pueden ser cambiados, pero con
conocimiento que se abrirán al regalo de las posibilidades que existan. Mi
abuelo había sido uno de esos hombres quienes podían ver lo que alguna
gente elegía que no debía ser elegido, y decía lo que no se debía decir, y
luego de muchos años de decepciones acerca de lo que nunca había sido
elegido, del cuidado y lo bueno que la amabilidad regala a aquellos que se
quedan cuando otros se van, y la profundidad del cariño que te dan tan solo
los grandes tragos de vida, que dejan esa apariencia desconcertante de lo que
puede ser descrito como la personificación de la vida indefinida, viendo la
grandeza de lo que puede ser y nunca lamentándose por lo que nunca será.
Yo sé que puedo confiar en este hombre.
“Bien, entonces Jacob, gracias por la confianza, haré lo mejor para honrarla,
y responderé a todas tus preguntas con la mejor de mis habilidades. Lo único
que pido es que me des tiempo para encontrar la forma de explicarte algunas
cosas que yo mismo no entiendo”.
“Primero que todo, no somos un culto, pero sí tenemos algunas diferencias
que nos hacen estar lejos del resto del mundo. Nosotros hemos estado en este
lugar por mucho tiempo, aislados del resto del mundo, hemos tenido que
desarrollar ciertos, creo que lo llamarías talentos, para manejar las diferentes
cosas que aparecen en la vida. Yo he desarrollado lo que posiblemente
puedes llamar habilidades para sanar; soy como un doctor para el grupo. Yo
empecé hace años a ser capaz de sentir las diferencias en las partes de mi
cuerpo cuando alguien se quebraba un brazo o una pierna, y luego de un
tiempo empecé a ver exactamente como se veía, y luego pude hablar con el
cuerpo e invitarlo a ser sanado. Sabes, la mañana que los niños nos llevaron a
ti, cuando toqué tu brazo y te dormiste, bien, eso es lo que he aprendido a
hacer, eliminar el dolor. Son como pequeños circuitos de respuesta del
sistema del cerebro y proveen relajación. Yo nunca tuve un problema de
espina como el tuyo, pero creo que tu cuerpo quiere estar bien y se reparará
con un poco de tiempo. ¿Qué más te gustaría saber?
¿Está esto realmente sucediendo? No entiendo cómo podría confiar tan
fácilmente luego años de entrenarme a ser escéptico y más años viviendo en
una relación que empezó bien y lentamente se convirtió en un lavado de
cerebro para producir al hombre que no conocía y que no quería ser. ¿Qué es
lo que me pasa? Me estoy comportando como si todo esto fuera normal y ya
no tuviera que preocuparme. ¿Qué significa que ya no tengo que
preocuparme?
Estoy teniendo pensamientos que no debería tener, sobre gente que no
conozco y aceptando las cosas que están diciendo como si yo hubiera sido así
desde siempre.
¿Estaré bajo el efecto de alguna droga? ¿Dónde estoy realmente y qué es lo
que esta gente quiere de mí? Eso está mejor, sueno un poco molesto y
paranoico, como suelo ser. Y, por cierto, ¿quiénes son esos niños que me
encontraron, qué estaban haciendo lejos del camino en medio de la noche?
Las carcajadas que salen del tío Jed, como notas musicales de un amoroso
adolescente, me golpean como un salpicar de agua fría.
“No, chico, no te hemos drogado, sucede que estás a aproximadamente 40
millas del camino de donde te heriste, y es difícil mantener el escepticismo y
la paranoia cuando le importas a la gente. Nosotros permanecemos lejos del
resto del mundo por muchas razones, principalmente porque hay gente en tu
mundo que cree que la desconfianza los pone a salvo, nosotros estamos a
salvo porque creemos en lo que hacemos y en lo que somos. Asumo que dirás
que tenemos confianza en nosotros mismos. Cuando confías en ti mismo,
esos que no confían en sí mismos tienen un mal momento tratando de
mantenerse con su desconfianza. Yo creo que reconocerás esa diferencia con
nosotros. Los chicos son los sobrinos de Ruth. Su padre los dejó antes de
nacer y su madre murió al dar a luz.
“Pero yo pensé que tú eras el curandero, ¿por qué no la pudiste salvar?” Mi
pregunta desconsiderada, no era realmente una pregunta, era más un reproche
y una dedicatoria a mi propia falta de confianza, envía al hombre a décadas
de envejecimiento en segundos. Las líneas aparecieron, los surcos fueron más
obvios y de repente todas desaparecieron.
“Soy un curandero, Jacob, pero cuando alguien a quien amas pierde el deseo
de vivir, no importa cuánto lo desees, no lo puedes sanar. Ella era mi hija y
yo quería más para ella que lo que ella hizo. Ni la promesa de dos dulces
niños cambiarían su pensamiento. La elección es nuestra para usarla como
deseamos”.
¿Te puedo llamar tío Jed o sería irrespetuoso?
“Sí, Jacob, me puedes llamar tío Jed. Estaré honrado”.
“¿Te gustaría conocer oficialmente a los niños?”.
Sí, por favor, necesito agradecerles por haberme encontrado.
“Muy bien chicos, pueden entrar ahora”, y la puerta empieza a abrirse y ahí
de pie dos chicos similares de cerca de 12 años, sus ojos brillantes azules
paracen absorber toda mi mirada, es como un gusano bajo la lupa. El efecto
es inmediato y, de alguna manera desconcertante, usualmente los niños
pequeños no me dejan ese sentimiento de tener el alma desnuda, pero estos
dos si lo hicieron.
El tío Jed tose, y ese sentimiento extraño desaparece y los chicos sonríen con
dulzura y alegría, dejándome ese sentimiento que alguna extraña
conversación sucedió sin que yo me enterara de nada.
“Hola, mi nombre es Rob”, dice el número uno, y el número dos dice, “y yo
soy Roy”, y ambos dicen simultáneamente, “usted estaba muy afectado señor,
cuando lo encontramos, pero ya se ve mucho mejor, el tío Jed es genial, y
Ruth puede hacer buenas cosas también, ella arregló su cara, estaba un poco
torcida la primera noche. Nos podría hablar sobre “ella” nunca ha habido algo
similar a “ella” aquí y nosotros no estamos seguros de cuál es el siguiente
paso”.
Yo estoy totalmente confundido respecto a qué “ella” están hablando estos
niños. Y de repente recuerdo que Ruth había hablado de mi auto.
“Ese es mi auto, era de alguna forma mi orgullo y alegría. Estoy seguro de
que puede ser reparado y lucir bien nuevamente”.
Los chicos se miraron entre sí, con el parpadear de una sonrisa que se asoma
por las comisuras sus bocas, y una vez más ese sentimiento extraño de estar
desnudo vuelve a mí, y puedo sentir un torrente de recuerdos del auto y como
lucía, memorias del pasado que reaparecen con el sabor y el olor o música o
un toque, completo y lleno de texturas.
Tío Jed se limpia la garganta y la intensidad de la memoria desaparece.
“Bueno chicos, ya tienen la información que necesitaban, ahora es tiempo de
responder a las preguntas del hombre”.
Rob dice primero, “Señor Rayne, Roy y yo lo escuchamos hace muchos años,
nosotros tenemos la habilidad de escuchar a aquellos que desean el futuro que
creen que debería existir y podemos escuchar ese anhelo y esa necesidad.
También escuchamos cuando pidió ayuda. Esa noche usted estaba herido,
nosotros pudimos escuchar su llamado. Cuando alguien nos llama en gran
necesidad, nosotros llegamos en minutos, así como hicimos con usted”.
“¿A qué se refieren con llegar en minutos?” Esa extraña sensación de
deslizarme hacia un lado comienza, y estoy seguro de que lo que es real no
incluye lo que mi mente esta conjeturando como cierto… esto no puede ser
cierto. La mano de tío Jed me toca la frente y ya sé que la oscuridad que no
requiere de preguntas se acerca y sucede.
CAPÍTULO TRES

La mañana irrumpe en mi conciencia con un tambor que retumba como


trueno a la distancia y el bullicio de los insectos y el dulce néctar del cantar
de los pajarillos. ¿Por qué es que los pajarillos están tan contentos al
comenzar cada día y nosotros los humanos, nos lamentamos y protestamos
contra el amanecer e imploramos por más oscuridad? ¿Será que estamos
dedicados a la miseria y a alguna extraña creencia de que la cama es el único
lugar para estar a salvo unos de los otros y que nos dará la paz que
extrañamente evitamos, como si nos fuera a infectar como a los pájaros con la
estupidez extrema llamada felicidad?
El hambre que se asoma es respondida con el crujir de las bisagras, - ¿por qué
no engrasan esas cosas? - y aparece Ruth en la habitación con su serenidad y
su paz, una sonrisa y una bandeja, mi nariz grita, es tocino y huevos. Me
levanto un poco, consciente de la necesidad de dejar a mis piernas en paz y
ella se acerca para acomodar las almohadas y mi antes casi inerte cuerpo
empieza a dar señales de vida frente al aroma de aquel bello cabello y a la
amabilidad que nunca imaginé que podría existir en una mujer pero que
siempre había deseado. Mientras se aleja de mí, no puedo creer lo que ven
mis ojos, ella se está sonrojando.
“Nosotros no engrasamos las bisagras para que siempre sepas que venimos”.
Oh, Dios, ella puede leer mi mente, ahora estoy avergonzado, porque ahora
sé por qué se sonrojo y qué más he pensado que preferiría que ella no supiera
de mí, excepto si alguien puede leer tu mente. ¿Puedes realmente guardar
secretos? ¿Cómo diablos podría una relación funcionar en este caso? Ese es
un nivel de intimidad con el cual dudo que pueda vivir.
“Jacob, quizá ahora, ya te estés dando cuenta de que somos un poco
diferentes. Nosotros nos comunicamos telepáticamente, que así lo llamarías,
y así nos permitimos saber qué es lo que viene antes de que suceda la
mayoría de las veces. Nosotros no podíamos saber sobre tu accidente, pero
sabíamos que vendrías”.
Me siento como golpeado por una locomotora, mi respiración se acorta, y
cierro mis ojos y sacudo mi cabeza. Esto no puede ser verdad, habré
enloquecido. Abro mis ojos y mi boca para responder, y los gemelos están de
pie a lado de mi cama, uno de cada lado, esos sonrientes y brillantes ojos que
atestiguan la travesura de la que están disfrutando, y sospecho que es a mi
costa. ¿Me habré desmayado por un momento o ellos estaban escondidos
bajo la cama y aparecieron mientras yo contemplaba todo esto?
“No Jacob, nosotros no estábamos bajo la cama, nosotros solo hicimos lo que
hicimos la noche que terminaste herido”. ¿Quién es Rob o Roy? Como puedo
diferenciarlos son tan parecidos. “Yo soy Roy, toma mi mano y entonces
podrás sentir la diferencia entre nosotros de la forma en que te conocemos y
lo diferente que tú eres para nosotros, así es como sabemos quién está
pensando qué y dónde”. Tomo su dulce mano, caray extraño a mi hijo, esas
manos suaves me hacen recordarlo. “No es que estés pensando en tu hijo, tu
hijo y yo tenemos una vibra similar, nosotros seríamos buenos amigos”.
“Ahora toma mi mano”, dijo Rob. Mientras tomo su mano, el sentimiento es
como si el bebé pato estuviera sobre mi cuerpo. Juntos, “Bien, ahora señor
Rayne, cierre sus ojos y sienta la diferencia”.
Conforme cierro mis ojos, ellos sueltan mis manos y de repente siento los
patos en mi mano derecha y la energía del hijo en la mano izquierda. Abro
mis ojos y no puedo explicar la diferencia. “Cierra los ojos”. Los cierro, y ahí
está de nuevo la diferencia entre un lado y el otro de esa sensación extraña.
Abro mis ojos y miro, y los chicos ya no están. Parpadeo y sacudo mi cabeza
nuevamente y ahí están ellos al pie de la cama. Uno de los niños toma mi
mano y siento la energía de mi hijo y la intensa necesidad que no quiero saber
que tengo de él, “¿Eres Roy, correcto? “Sí, señor”. Luego, cierro mis ojos y
pongo atención a mi mano izquierda y siento la energía cambiar varias veces
y abro los ojos y mira al niño a mi derecha y siento a los patitos bebés… Oh
Dios, ya sé cuál es cuál ¡tú eres Rob!
El hecho de que ahora puedo cerrar mis ojos y sentir la diferencia entre los
dos parece asombrosa, pero recuerdo estar en la cama con más de dos
personas y siempre sabía a quién estaba tocando. Supongo que no es
realmente tan extraño. Solo quiero que sea así, que pueda creer todo lo que
estoy experimentando ya sea terriblemente correcto o terriblemente
incorrecto, el mundo operativo siendo terrible.
Las sonrisas en las caras de los niños irradian una alegría que extraño en los
amigos jóvenes de mi hijo, que siempre están agradecidos cuando nosotros
los viejos captamos aquella inteligencia que innatamente exhalan los cuerpos
pequeños. Me siento como si hubiese escalado el Monte Everest por ellos y
como si una pared se hubiese desintegrado y estoy totalmente consciente de
todo. Reconozco la vibra de Ruth, y al hacerlo, empiezan a correr lágrimas
por mi rostro. Esta es la mujer con la que he estado soñando por diez años, no
es de extrañar por qué su voz sea obsesionante, la había escuchado al menos
dos veces a la semana por años y el aroma de su cabello, y la luz en la
ventana y la alegría en mi corazón al finalmente saber que la persona que
realmente quería existe, y los recuerdos del sexo que tuve en sueños
empiezan a hacer mi sangre cantar, y mi corazón latir y mi cuerpo respira
profundamente la vida que siempre había buscado, hinchándose como un
globo que tiene mucho aire y filtrando la alegría de vivir por los poros de mi
cuerpo, de una forma que nadie nunca me había dicho o demostrado y que,
sin embargo, parece correcta y más grandiosa que cualquier cosa que haya
concebido posible. Mis sentidos se expanden alrededor de la habitación
sintiendo que hay vagamente una arruga en el universo como se habla en la
película Star Wars, y miro a Ruth, quien está llorando también. Ella sabe, o
sabía, o sospechaba o experimentaba lo mismo que yo, ¿cómo puede ser eso
posible?
Los niños hablan al mismo tiempo. “Señor Rayne, nosotros percibimos el
lugar donde usted y Ruth viven juntos. Aquí nosotros sabemos todo, y nada
es malo. A nosotros nos gusta que ustedes se hagan felices uno al otro. Usted
nos llamó hace muchos años cuando andaba por este camino y desde
entonces usted forma parte de nosotros”.
Quisiera estar avergonzado por el hecho que estos niños han entrado a mi
universo íntimo, pero en lugar de eso, estoy calmo. Mientras ellos continúan
hablando, me doy cuenta de que, a pesar de que los escucho, sus labios no se
mueven. ¿Me estaré volviendo loco, estaré alucinando o será un sueño del
que despertaré pronto?
“No Jacob, esto no es un sueño, esta es la forma de verdadera comunicación,
los niños y el tío Jed y el resto de nosotros tenemos una línea directa entre
nosotros. Tú siempre la has tenido y pensado que es serendipia, cuando
sabías lo que otros estaban pensando o cuando llamabas o cuando tenías un
vistazo al futuro. Para nosotros es normal, tú lo llamas psíquico”.
Al terminar Ruth su explicación, yo sabía que todo lo que había
experimentado con esta gente era tan normal que me sentí como en casa por
primera vez en mi vida. Yo realmente pertenezco a un lugar…aquí.
Los niños se desvanecen de la habitación mientras Ruth se me acerca. Mi
cuerpo enfermo de repente vuelve a la vida con una vitalidad que tenía
cuando tenía 19 años, esa primera vez.
Conforme se acerca, sin estar avergonzada en absoluto, se inclina y su
vestido desaparece, como en mis sueños, y me pregunto cómo será en vivo.
Oh, Dios, no me dejes morir de extrema felicidad. Ella toca mi mano y me
besa, la energía se siente cada célula de mi cuerpo y la oscuridad desciende,
gloriosamente, graciosamente, con un sentimiento de estar vivo que nunca
había sentido.
CAPÍTULO CUATRO

Despierto con la exuberancia de los pajarillos, la intensidad de la brisa de los


pinos y un sentimiento de que alguien se acerca. No era cualquiera, era Ruth.
Me estiro y arqueo mi espalda y empujo mis piernas hacia el final de la cama.
Oh, eso no dolió, ¿cómo puede ser?, ayer ni las podía mover. Las bisagras
chillan y entra ella con mi desayuno, mi nariz dice frutas y algo caliente que
no reconozco, y el festín para mis ojos, ella.
Ella sonríe. “Jake, el sexo es una forma de sanar, es una energía que invita al
cuerpo a regresar a las memorias de sí mismo, pero con esto, tu cuerpo
necesita dormir, no un logro físico.
“Entonces, ¿por qué estás hablando conmigo esta mañana, en lugar de
dármelo con solo con la mente?”.
“Aprender a escuchar solo con tu mente toma tiempo, a menos que los
gemelos estén aquí. Lo que ellos hacen es flexionar el espacio. Es lo que
haces cuando conduces a algún lugar y llegas antes que lo que deberías.
Cuando flexionas el espacio, puedes aparecer y desaparecer de la forma que
los niños lo hacen, pero tú también cambias el espacio entonces la persona
con quien estás experimenta la pérdida del tiempo y la materia como fuente
de vida y se mueve a un nivel de ser que expande y genera diferentes
posibilidades”.
“Vaya, muchas gracias”, pienso. Me siento como si hubiese recibido una
lección de física cuántica, en mi primer día en el jardín de niños. Existe
alguna forma de explicarlo para gente estúpida, porque aparentemente, hoy,
soy estúpido.
“Trataré. El tiempo no es real, es una construcción que el mundo usa para
justificar el no encarnar todas las tomas de conciencia y las comunicaciones
con una estructura molecular que permitiría que la destrucción sea una parte
innecesaria de la vida”.
“Bien, eso estuvo más claro ahora”.
Su sonrisa les hace cosquillas a los pequeños vellos en mis brazos, y el
comentario sarcástico obviamente creó el resultado que estaba esperando.
Entonces, si el sexo me sana de esta manera, que tal un poco más para
mejorar este viejo cuerpo.
De nuevo su sonrisa me hace cosquillas, que cosa tan fabulosa es sentir ese
extremo deseo y al mismo tiempo, no tener una necesidad de energía sexual
la cual siempre pensé tenía que llevar a lo oscuro y a la cama.
“Bien, señor Rayne, usted solo puede despertar el cuerpo poco a poco sin
cambiar su estructura en formas que pueden ser molestas, además si
guardásemos algo para más tarde, usted obtendría mucho más”.
Su mirada es aún más sexy y emocionante que cualquiera que haya visto
antes, y yo sé que esto no es una broma, sino una promesa con la que puedo
contar para llegar al orgasmo. La sonrisa en mi cara, resultado de mi propio
juego de palabras, genera otra sonrisa al momento en que chillan las bisagras,
como señal de que alguien se aproxima y mis sentidos me dicen que es el tío
Jed.
“Buenos días, Jacob, come tu desayuno, el festín para tus ojos se marcha ya”.
Con esa maravillosa elegancia, Ruth sonríe conforme sale de la habitación
dejándome sin respiración y excitado al mismo tiempo.
Miro mi desayuno, las bayas huelen a dulzura, y el aroma de la carne extraña
es suculento, con humo y una mezcla de sabores que nunca había probado.
“Se ve y huele bien”. Mientras mi tenedor corta la delicada carne, el aroma de
lo salvaje se atora en mi paladar y persiste como una frase inquietante en una
gran obra de teatro. ¿Qué es esto, tío Jed?
“Jacob, eso es una serpiente de cascabel que entró aquí la otra noche para ser
un regalo para nosotros y nuestros cuerpos. Recuerdas la forma que dije que
nosotros éramos diferentes, bien nosotros llamamos a los bichos que están
dispuestos a entregar su cuerpo para nuestro mantenimiento. Ruth, yo y los
niños y los otros quienes han estado aquí, no necesitamos mucho para comer,
pero como tú te tienes que recuperar, pues hay ciertas carnes, bayas y
vegetales, así como algunas hierbas que tu cuerpo nos dice que necesita para
poder recuperarse. Entonces nosotros hicimos el llamado y ella vino a
nosotros”.
La serpiente de cascabel sabe tan bien que no puedo parar de comerla, aún
cuando me encantaría ser repulsivo por la idea de que estoy comiendo
serpiente. El certero sentido que la serpiente había venido por su propia
cuenta le da de alguna forma un mejor sabor.
“Tío Jed, ¿cómo es que este lugar existe y cómo llegaron ustedes acá, y qué
significa que yo pedí por ustedes y por este lugar?”.
“Bien, hijo, esas son muchas preguntas, las cuales requieren una larga
explicación. Qué te parece si hago un poco de sanación en tu cuerpo y trato
de darte la mejor respuesta que pueda, porque yo no tengo todas las piezas de
este rompecabezas en mis manos, pero te prometo que haré lo mejor que
pueda. Solo cierra tus ojos y permíteme contarte una historia de cómo
encontramos ‘El Lugar’”.
CAPÍTULO CINCO

“En 1860, nuestras familias decidieron dejar los bosques de Georgia donde
habíamos vivido por casi cincuenta años. Por supuesto, nuestra familia había
sido un poco más adinerada que las de nuestros vecinos, así que fuimos un
poco pretenciosos e invertimos nuestro dinero en cosas de las que no
conocíamos. Cuando comenzó la Gran Depresión de 1830 nosotros perdimos
casi todo: la mayor parte de las tierras y todos los esclavos. Nosotros
logramos mantener 160 acres de tierra baja y la casa, pero no era suficiente
para mantener a los veinte parientes, hermanos, hermanas y primos. Cuando
se empezó a hablar de secesión en el sur, todos nosotros votamos por la
separación, ya no quedaba mucho, excepto más de lo no suficiente y los
rumores de guerra que ya se escuchaban en el horizonte. Así que toda la
maltratada familia empezó a rezar por un “lugar” donde pudiéramos
encontrar lo mejor que la vida pudiera ofrecer. Unos meses más tarde, luego
de nuestras plegarias, un vecino nos ofreció comprar la propiedad, así que la
vendimos y tomamos el dinero, compramos carruajes, caballos, vacas,
cerdos, cabras, patos y pollos, y así formamos una caravana con dirección al
oeste. Aún era invierno cuando nos marchamos, lo cual dificultó llegar a la
ciudad de Kansas que era hacia donde se enrumbaba un gran grupo de
carruajes hacia el oeste. La mayoría se dirigía rumbo a las Dakotas, pero
nosotros queríamos ir a Oregón. Solo Dios sabe porque llegamos a escoger
Oregón cuando el resto de la gente se dirigía a otros lugares.
Bien, nosotros tuvimos que esperar dos meses hasta que la primavera
empezara a calentar y nos facilitara el viaje, fue así como algunos miembros
de la familia encontraron trabajo y otros se buscaron esposas, con lo que se
redujo el grupo. Nosotros acordamos ser una agrupación religiosa que
necesitaba un líder que nos guiara a Oregón.
Aproximadamente un mes antes de salir un hombre se nos acercó, estaba
sucio, era viejo y le faltaban tres dedos en su mano derecha. Él dijo que era
un hombre temeroso de Dios quien se había casado con una india squaw y
que nos podría llevar a Oregón. Los quince que quedábamos votamos, y
como no habíamos conocido ninguna otra persona que nos quisiera llevar y
principalmente porque no teníamos mucho dinero para pagar, pues decidimos
irnos con él. Una semana más tarde preparamos nuestros cinco carruajes,
todos los animales y todos los muebles que nos quedaban y salimos rumbo a
Oregón”.
CAPÍTULO SEIS

“Los detalles del viaje se han desvanecido de la memoria con el paso del
tiempo. Basta con decir que tuvimos encuentros con indios, pero
aparentemente nunca fuimos un problema para ellos. Nuestro guía, John
MacDonald, a quien llamábamos Mac abreviado, siempre iba con su esposa a
hacer trueques y siempre regresaba con una cabra o vaca, o algo de sal o
azúcar, pero nada más. A su esposa, a quien todos llamábamos señora Mac
porque ninguno de nosotros podía pronunciar su nombre, era una mujer
callada quien tenía el raro hábito de aparecer con aquello que necesitaras al
momento y ella aparentemente no hablaba nada de inglés.
Luego de casi cuatro meses de viaje, todo empezó a complicarse. Ruedas que
supuestamente era nuevas, se pudrían. La carne de cerdo salada que era la
base de nuestra alimentación se echó a perder. Nosotros empezamos a cazar
más, pero no lográbamos ver o atrapar algo, ya que eran tiempos de sequía y
no había mucho que provechar en el camino. El señor Mac cayó preso de la
fiebre luego de cortar su mano con una de las herramientas herrumbradas que
habíamos comprado y que no habían tenido un mantenimiento adecuado y
nadie sabía qué se podía hacer por él. Su esposa se sentaba a su lado, tocaba
su frente frecuentemente y así él se dormía. Ella le cantaba canciones que
usualmente cantan los indios y la extraña paz que prevalecía nos hacía sentir
mejor, como si todo fuera a estar mejor.
Luego de veinte días de fiebre, el señor Mac murió. Nosotros lo enterramos
ahí mismo y, en medio de nuestra perturbación, nos dimos cuenta de que
nosotros no teníamos idea de lo que estábamos haciendo. Nosotros nos
reunimos y oramos por ayuda, tomamos la brújula y decidimos en qué
dirección estaba el Oeste. Reunimos los 4 carruajes restantes (ya habíamos
desmantelado un carruaje para poder remplazar piezas dañadas) y salimos.
La señora Mac permaneció con nosotros y, como ya no éramos novatos, al
menos en nuestras propias mentes, tratamos de tomar un camino a través de
los cañones y colinas. De vez en cuando ella apuntaba en alguna dirección
que nosotros pensábamos no era la correcta, pero resultaba ser la más sencilla
de todas.
Luego de otras tres semanas de viaje, el clima empezó a cambiar y el otoño
nos cayó con truenos, rayos y lluvia de esos que nunca habíamos visto. Los
arroyos que habíamos estado cruzando con facilidad comenzaron a
convertirse en ríos, y lo que había sido fácil se convirtió en algo muy difícil.
Matilda Ramsey, la madre de John y Jed, quedó embarazada al poco tiempo
que nosotros salimos y el bebé decidió que ese era el mejor momento para
venir al mundo. Nosotros detuvimos el avance de nuestros carruajes para
poder recibir a Tormenta, como le llamamos a la bebé. Pareciera un nombre
raro, pero cada vez que mencionamos lo tormentoso que estaba, ella dejaba
de reñir como que nos estuviera diciendo algo, por otra parte, cuando la
llamábamos Ellen, que era su verdadero nombre, ella lloraba hasta dejarnos
aturdidos.
Con un poco de nieve cayendo, salimos nuevamente, pensando que no
estaríamos lejos de la civilización, habíamos estado en el camino por tanto
tiempo, que esperábamos encontrar gente pronto. La señora Mac apuntó a
una dirección que no era exactamente Oeste, pero dado que ella había sido
mucho mejor escogiendo caminos, decidimos seguirla. Era un poco extraña la
forma en que ella, sin fuerza, voto o voz, logró convertirse en quien
confiábamos y seguiríamos”.
CAPÍTULO SIETE

“Aproximadamente cuatro días luego de haber iniciado nuevamente,


llegamos a un río caudaloso y salvaje que rugía como una bestia salvaje.
Nosotros buscamos la parte más calma para poder cruzar, la cual
encontramos a una milla río abajo, un lugar tranquilo, aparentemente calmo y
no tan profundo. La señora Mac insistió en apuntar río arriba, pero lo único
que vimos aparentaba ser más difícil y complicado, por eso escogimos
nuestro punto de entrada y no el de ella.
Al comenzar a cruzar el río, el primer vagón fue el de Matilda, los niños y su
esposo Joseph. A los dos tercios del recorrido, el vagón dejó de moverse, los
caballos empezaron a alterarse y a intentar devolverse, y la corriente empezó
a inclinarlos hacia un lado. Los caballos empezaron a ser arrastrados hacia
atrás a los rápidos que estaban más allá del área tranquila y la familia
comenzó a gritar también. La señora Mac y varios de los hombres metieron
sus caballos en el río, el cual, sin dar ninguna señal, había subido dos pies y,
con los animales luchando contra la crecida, ellos corrieron contra lo que
parecía inevitable.
El carruaje se tambaleó al golpearse contra una piedra en la orilla del río y
comenzó a desmantelarse. Aquellos en la orilla miraban con horror como la
familia caía uno a uno en las turbulentas aguas que los iban tragando. La
señora Mac llegó de alguna forma a lo que quedaba del vagón y agarró a
Tormenta y a Jed. Ella logró mantener a la bebé en sus brazos, colocar a Jed
detrás de ella y hacer que el caballo nadara de vuelta hacia donde estábamos
el resto de nosotros.
Ninguno de los hombres pudo salvar a los otros. Nuestro grupo se sentó al
borde del río, lamentando no solo la pérdida de la familia, sino también la de
la comida, las provisiones y los animales que viajaban en el carruaje, así
como esos maravillosos caballos que nos habían cuidado durante los últimos
meses de viajes y dificultades.
La señora Mac saltó desde su caballo con Tormenta en sus brazos, silenciosa
y dulce como nunca la habíamos visto antes. Jed se sentó ahí, mojado, gélido
y lloroso. La señora Mac empezó a recoger madera e hizo una fogata. De
repente, el resto del grupo comenzó a reaccionar. Ellos buscaron mantas para
Jed y Tormenta, Ulah May tomó a la bebé para que la señora Mac pudiera
moverse libremente y Lulah May, su hermana, arropó a la señora Mac, quien
ahora no solo era la salvadora, sino parte de la familia. Solo la familia o el
mejor de los amigos arriesga su vida por uno, como fuera, ella se había hecho
parte de la nuestra tanto como nosotros nos habíamos hecho parte de la suya.
Indígena silenciosa, que no hablaba inglés, ya nada de eso significaba algo
para nosotros. El agradecimiento por lo que ella había hecho disipaba incluso
la tristeza de perder a miembros de la familia. Agradecimiento por alguien
que se arriesgó y salvó - ella nunca podría ser olvidada”.
CAPÍTULO OCHO

“Días después, luego de encontrar y sepultar dos de los cuerpos, nosotros


continuamos hacia el norte rumbo a al lugar que la señora Mac había tratado
de mostrarnos antes. Aparentemente, antes de que llegáramos había habido
tormentas en las montañas las cuales incrementaron el caudal de los ríos.
Ahora todos nosotros estábamos aterrados con la idea de tener que cruzar el
río, pero no teníamos suficiente comida y estábamos muy lejos de la gente,
entonces nos sentamos a observar, esperando que el río bajara. La señora
Mac se sentó esperando y luego fue a buscar a su caballo, camino hacia Ulah
May, quien le entregó a la bebé y se dirigió al río. Al entrar al agua que corría
rápidamente, todo el mundo gritó ‘No’. Ella se detuvo, nos miró y continuó.
El pánico que cada uno sentía era palpable y la reciente perdida de tantos en
este río nos había dejado con la certeza que un desastre era inminente. En
medio del río, el caballo comenzó a salir del agua y en unos pocos pies el
agua solo llega a la rodilla, y así finalmente comprendimos lo que no
entendíamos antes de esa área. Aparentemente, el agua había disipado el
banco de la orilla y había hecho al río menos profundo aquí que en cualquier
otra parte. Todos nosotros sabíamos que nunca volveríamos a dudar de la
señora Mac de nuevo. En pocos minutos teníamos todo preparado y
estábamos siguiendo a la señora Mac, quien nos esperaba al otro lado del río.
Y así terminó la terrible experiencia del río, pero no era todo lo que íbamos a
experimentar.
Durante las siguientes semanas seguimos nuestro camino, siempre al oeste y
levemente al norte. Entonces un día la señora Mac se detuvo como si hubiese
sido golpeada por un rayo y nos dirigimos hacia el norte por un pequeño
camino. Nosotros viajamos de un pequeño cañón hacia uno más grande,
luego a uno pequeño, luego a uno grande de nuevo, hasta que llegamos a
detenernos en un acantilado gigante de la montaña rocosa.
Debajo de la piedra solo podíamos ver la silenciosa nieve que caía levemente
de las nubes, un techo y humo. La alegría de pensar que podría haber otras
personas nos dio un destello de esperanza y entusiasmo que no nos habíamos
percatado de haberlo perdido. Nosotros pusimos a los caballos en camino y
con el eco de los arneses en el aire vimos aparecer pequeñas siluetas de la
puerta de la cabaña quienes empezaron a gritar y saludar.
En quince minutos llegamos a la cabaña, al llegar nos percatamos del
deterioro causado por años de abandono, pero fuimos recibidos con
amabilidad y alegría por los dos ocupantes. El hombre estaba en sus veinte,
su barba larga evidenciaba la falta de un barbero. Su cabello se mantenía en
una trenza larga que bajaba por su espalda hasta su trasero. Él dio un paso
adelante y nos saludó formal, extraña y tímidamente, como alguien que había
olvidado lo que se requiere en sociedad. ‘Hola amigos, bienvenidos al Valle
de Hollow, esta es nuestra casa. Mi nombre es John Lancaster y ella es mi
hermana Norma Lea. Por favor, pasen adelante, tenemos muchos pollos y
podemos preparar una comida para ustedes, bienvenidos, bienvenidos’. La
joven mujer a su lado llevaba un vestido como no habíamos visto en años,
desde cuando teníamos dinero. Ella parecía estar lista para ir a una gran gala,
a pesar de que el satín azul estaba un poco sucio y el fino encaje sugería que
ella estaba loca o que se lo había colocado para impresionarnos. Ella habló:
‘mi hermano y yo hemos estado aquí durante ocho años, somos los últimos
de nuestro grupo. Nosotros llegamos acá buscando un camino a Oregón y
nuestro grupo se perdió. Así fue como terminamos acá cuando el invierno
llegó y decidimos quedarnos. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez
que vimos la cara de alguna persona, pero pasen adelante, la temperatura está
bajando y empieza a humedecerse todo aún más, por favor, pasen adelante.
¿Estarían todos dispuestos a ayudar en la cocina?’.
Durante la comida nos enteramos de que Norma Lea y John habían sido los
más jóvenes en el grupo de vagones. Su grupo se había perdido en una
tormenta de nueve y continuaron por los valles pensando que llegarían a
algún lado hasta que ellos se encontraron con las montañas. Conforme la
nieve fue incrementando, los hombres construyeron una gran cabaña para que
todos se resguardaran y otras construcciones para el ganado y los caballos.
Difícil de hacerlo mientras nevaba, pero era mejor que no hacer nada.
Afortunadamente, ellos tenían mucha comida y estaban seguros de que todo
saldría bien. Durante el invierno, decidieron que, al llegar la primavera, los
hombres regresarían al camino de dónde venían para buscar la ruta que los
sacara de las montañas. Las mujeres y los dos niños esperarían. John había
querido ir con los hombres, alegando con insistencia que tener 16 años lo
convertían en un hombre, pero su solicitud fue rechazada; además ellos
debían dejar a alguien quien pudiera proteger a las mujeres y además disparar
y cuidar de los animales. Al final, John comprendió la necesidad de quedarse.
Los primeros dos años todo había marchado bien. El ganado se mantenía del
pasto del valle y todos trabajaban juntos, certeros de que los hombres
regresarían en cualquier momento.
El tercer invierno fue más duro que los anteriores y parte del ganado se había
congelado y debió ser comido. Las mujeres comenzaron a deprimirse y a
perder la esperanza que sus hombres regresarían, ellas deseaban haber podido
mantener suficientes caballos para jalar los carruajes e irse, pero no era
posible. Ellas aguantaron el invierno y la primavera, los campos crecieron,
pero en otoño, luego de un verano seco, un rayo golpeó al este del valle y el
fuego consumió casi todo lo que se había construido. Todos tomaron palas,
mantas y baldes con agua para proteger la casa y los establos. Por fortuna,
ellos tenían el lago, que surgía en un manantial en la parte trasera de la casa y
con todo mundo ayudando se pudo salvar bastante. El ganado y los caballos
se quemaron durante el incendio, pero ellos aún mantenían muchos pollos.
Los pollos y las papas que sobrevivieron al fuego se convirtieron en el
sustento diario. Durante el siguiente invierno, una de las mujeres salió a
caminar en la nieve en la noche y nunca más la encontraron, aunque durante
la primavera se encontraron restos de ropa con sangre, a varias millas de la
cabaña, seguramente fueron los lobos”.
CAPÍTULO NUEVE

“Luego del fuego, la esperanza empezó a desaparecer y una a una las mujeres
fueron muriendo, como si la esperanza inspirara el deseo por vivir.
Norma Lea tenía ocho años cuando llegó al Valle de Hollow, y ahora tenía
dieciséis. Ella explicaba que conforme los años pasaban, ella había ido
modificando los diferentes vestidos restantes y ahora solo le quedaban dos
vestidos, uno de luto, de tafeta negra y el otro que llevaba puesto que era de
satín azul con encaje. Además, nos dijo que casi siempre llevaba gamuza,
pero se puso el vestido de fiesta porque no sabía si iba a ser aceptada como
blanca, al verla con su piel bronceada y su pelo negro azabache. Todos nos
reímos y dijimos que al ver sus ojos azules ya hubiésemos sabido, pero
también tuvimos que admitir que, en esta parte del mundo, mucho disparan
primero y luego miran.
En la mañana del segundo día, la señora Mac comenzó a recoger sus
pertenencias y nos percatamos de su intención porque nos fuéramos. Ella
tomó a Tormenta y la puso en el cabestrillo que ella había creado para cargar
a la bebé. Todos nos apresuramos en alistarnos, mientras los ojos de John and
Norma Lea nos miraban con tristeza. Nosotros los invitamos a unirse y en
cuestión de minutos estaban frente a la puerta cada uno con una bolsa y sus
gamuzas listas.
Nosotros tomamos algunos de sus arneses, que podían ser aún de utilidad y
enganchamos el viejo carruaje que había estado medio enterrado entre las
hierbas luego de años de abandono. Afortunadamente, John había mantenido
la esperanza que los hombres regresarían por ellos y cada año le dio
mantenimiento al arnés, así que estaba en bastante buen estado. Conforme
dejábamos el valle y casi llegando al punto donde habíamos comenzado, la
señora Mac se dirigió rumbo al norte y oeste siguiendo un río de aguas poco
profundas, el cual nadie imaginaba pudiera conducir a alguna parte. Luego de
dos horas río arriba, nosotros llegamos a una bifurcación y tomamos hacia la
izquierda, la cual era incluso menos profunda pero más empedrada de lo que
imaginábamos podían soportar nuestros carruajes. Nosotros continuamos
decididos montaña arriba, hasta el punto donde parecía que nos movíamos
entre las nubes de la montaña. El día empezó a tornarse nublado anunciando
lluvia o nieve y la temperatura empezó a descender. Llegamos a la cima de la
colina, y miramos hacia las montañas atemorizadoras que parecían
infranqueables y mortales. La señora Mac continuó directamente hacia el sur
a lo largo de la cresta. Viajamos por un par de horas hasta que la cresta se fue
haciendo más angosta mientras que caían piedras en los bordes del camino,
cayendo finalmente en un cañón profundo el cual podíamos escuchar, más no
ver. Nuestra confianza en la señora Mac empezó a sentirse como un error,
pero no existía la alternativa de regresar y la nieve empezaba a caer. Al
comienzo era lento y bello, luego el granizo empezó a caer y el viento a
soplar. En cuestión de minutos nos estábamos congelando. Nosotros sacamos
mantas y todo lo que teníamos y nos mantuvimos unidos para calentarnos. Al
llegar a lo que parecía el final de la cresta, la señora Mac descendió y
desapareció. Con una creciente trepidación llegamos al borde, y ahí, diez pies
abajo, había un altiplano lo suficientemente amplio para todos los vagones
además de la señora Mac, quien estaba recogiendo leña para el fuego. A pesar
de que aún era de día, parecía que ese sería el lugar donde pasaríamos la
noche.
A medida que cada vagón descendía rápidamente por el terraplén de tres
metros, los frenos los sostenían y los caballos trabajaban duro y pronto
teníamos un círculo de carruajes que parecían flotar en la nieve sin sensación
alguna de tiempo y sonido.
Durante los siguientes tres días, la tormenta de nieve asedió y nos encerró en
los carruajes. El fuego se extinguió entre el montón de nieve que cayó y
tuvimos que comer comida fría y tratar de dormir bastante.
El cuarto día amaneció soleado y hermoso, solo para mostrarnos que la caída
desde el altiplano era un paso insensato a una muerte segura. Nosotros no
sabíamos lo que íbamos a hacer y, en ese momento, la imposibilidad de
hablar con la señora Mac parecía ser la única cosa que nos condenaría a una
larga muerte congelados. La señora Mac había logrado, de alguna forma,
ordeñar a la vaca y así alimentar a Tormenta, ella comenzó a cantar al
escarbar entre la nieve, y cada vez que encontraba algo de leña para el fuego.
Nuestro pan se había casi terminado y la carne seca estaba congelada, nuestra
harina era poca y algunas papas que traíamos de John y Norma Lea no nos
mantendrían por mucho.
La señora Mac le dio la bebé a Ulah May y subió a la cresta. Poco tiempo
después, ella regresó con dos conejos. Nosotros la habíamos visto hacer eso
varias veces, pero nadie nunca la había visto con una honda o flecha, ni
tampoco los conejos cazados tenían algún tipo de marca. Nosotros les
removimos la piel y encendimos el fuego, encontramos una gran olla en uno
de los carruajes, y pusimos nieve, los conejos, papas y carne seca en la olla.
A eso de una hora, la olla hervía y los sabores ya saltaban en nuestras narices
despertando el hambre, pero cada vez que pensábamos que ya estaba lista, la
señora Mac lanzaba más nieve y el aroma se disipaba en proporción directa a
agua hirviendo. Era como si ella nos estuviera deliberadamente torturando, y
además no podíamos comunicarnos con ella para detenerla. Luego de tres
horas, ella tomó el cucharón y su cara decía algo como: ‘ok, ustedes bobos, es
hora de comer’, todos entonces corrimos a los tazones donde nos esperaba lo
mejor que habíamos probado en meses.
Por supuesto, nosotros habíamos comido pollo frito hacía menos de una
semana. Pero cuando te estás congelando en la nieve, el recuerdo del sabor a
pollo frito se desvanece y lo de ahora se convierte en algo mucho más real.
Luego de que todos obtuvieran su porción, la señora Mac añadió más nieve a
la olla, hasta el punto de estar llena nuevamente. Nosotros nos dimos cuenta
de que esa sería nuestra comida por varios días y teníamos que conservarla.
Algunas veces en la alegría del momento, olvidamos que el futuro tiene que
ser considerado tanto como el presente.
El segundo día nos encontrábamos aún en el altiplano y no teníamos idea de
que era lo próximo a hacer, pero, como siempre, la señora Mac empezó a
empacar y todos nos apresuramos y alistamos los caballos, las vacas y
agrupamos a la gente para partir.
Iniciamos la subida del terraplén de diez pies con el suelo resbaloso para los
caballos, y procedimos a lo largo de la cumbre por un par de millas y de ahí
en la parte baja y al lado oeste había un sendero que apenas se podía ver y
mucho menos virar en la otra dirección. El sendero estaba resbaloso por la
nieve congelada, pero cuando los vagones se abrieron paso y los cascos de
los caballos descendieron, estos lograron engancharse y no resbalarse.
Al final del día ya estábamos abajo. Al continuar rumbo al sur, nosotros nos
preguntábamos si existía la vaga posibilidad de encontrar la salida ahí.
Nosotros acampamos esa noche escuchando a los lobos aullando a la luna
llena, que a su vez descubría extrañas sombras y proyectaba luces en el
paisaje que eran tan desconocidas que nos sentimos como si hubiésemos
salido del planeta Tierra y aterrizado en algún lugar donde el negro había
remplazado al verde y solo la nieve y el frío abrazaban al hombre con una
delicada invitación de muerte”.
CAPÍTULO DIEZ

“Al día siguiente continuamos nuestro camino hacia el sur y la tierra que
transitábamos no era más hospitalaria que antes. Al tercer día llegamos a un
ancho río congelado y la señora Mac decidió girar al oeste y al sur sobre el
mismo. Al pasar de los carruajes escuchábamos el hielo crujir y así todos
empezamos a susurrar aquellas plegarias que utilizamos en tiempos de
necesidad, ‘Por favor, Dios, que haya un lugar para nosotros, un lugar al cual
pertenecer’.
Nosotros viajamos todo el día y toda la noche, bajo la intrigante luz de luna y
los aullidos de los lobos. Nosotros realmente queríamos detenernos, pero la
señora Mac nunca se bajó del caballo, ni tan siquiera para alimentar al bebé,
ni para ordeñar a las quejumbrosas vacas.
Al amanecer del segundo día de viaje, se abrió un espacio en la orilla
izquierda del río, separando momentáneamente los pronunciados acantilados,
la señora Mac trepó a la orilla y desmontó. Al momento de nosotros terminar
de desamarrar los exhaustos caballos, ya la olla con la sopa congelada ardía
sobre el fuego y la señora Mac había ordeñado a la vaca y alimentado a la
hambrienta Tormenta.
Pasamos el día ahí, durmiendo y los caballos escarbaban en la nieve en
búsqueda de césped seco, el cual sería su único alimento del día. Esta criatura
maravillosa, el caballo es el regalo y ayudante del hombre, y nosotros
siempre damos por sentado que siempre estará ahí y sobrevivirá de lo que no
le proveemos.
Al caer la noche, la señora Mac volvió a montar el caballo. Todos queríamos
protestar, estábamos exhaustos del viaje de la noche anterior y empezar de
nuevo parecía como una crueldad para nosotros y para los caballos. El frío de
la noche era tan deprimente que estábamos temerosos de salir de nuevo, pero
lo hicimos. Viajamos río arriba toda la noche, siguiendo a la mujer con el
bebé durmiendo, y sabiendo que ella tendría una verdadera razón, aunque
nosotros no entendiéramos cuál era. Otro amanecer escarchado y ella se
mantenía en movimiento, el calor del sol era un maravilloso regalo para
nuestros cuerpos congelados.
Nosotros viajamos hasta la mitad de la tarde, cuando nos dimos cuenta de que
el hielo se descongelaba por el sol, y las grietas en el hielo empezaban a crujir
cada vez más fuerte. Nosotros rodeamos una curva en el río y ahí a la derecha
había una gran entrada entre las montañas, por donde la señora Mac
continuaba su escalada. Los carruajes comenzaron a resbalarse al tratar de
sobrepasar el terraplén, y los collares de los caballos se tensaban, mientras
sus patas se aferraban al suelo tratando de empujar los carruajes. El crujir del
hielo al pasar el último vagón nos alarmó. Ulah May and Lulah May viajaban
en ese vagón y John Lancaster lo conducía. El miedo de que todos cayéramos
se veía a simple vista en nuestros rostros, pero John agarró el látigo y lo
golpeó con tal fuerza que los caballos empujaron con una energía que ni ellos
mismos sabían que tenían; inmediatamente las ruedas traseras se posaron
firmemente en el borde del río y los caballos tenían un brillo como de haber
recibido el segundo aire para una carrera de caballos.
Al detenernos sobre la hierba y la nieve, nos bajamos para abrazarnos y
agradecer a John por lo que había hecho, mientras Ulah y Lulah lo besaban
tanto que empezó a sonrojarse. Norma Lea bendecía y besaba a los caballos
mientras la estoica señora Mac, quien rara vez tenía algún tipo de expresión
hacia nosotros, nos miraba y sonreía como una madre gallina orgullosa de sus
pollitos”.
CAPÍTULO ONCE

“Nosotros descansamos ahí por dos días. Hasta que el hielo empezó a
derretirse pudimos comprender el regalo que la señora Mac nos había dado.
Si nosotros no hubiésemos viajado a través de la nieve y el frío, nosotros
hubiéramos caído al río y perecido. Todos agradecimos y bendijimos a la
señora Mac, aunque parecía que ella no entendía lo que le decíamos.
Nosotros sabíamos que la energía era palpable.
A la tercera mañana, nos preparamos a salir rumbo al destino desconocido, y
nosotros aún pedíamos por que ese lugar al que nosotros pertenecíamos se
mostrara pronto. Luego de otra semana de viaje, se nos acabó la comida. No
podíamos matar a la vaca porque necesitábamos la leche para Tormenta, el
toro se había ahogado con Matilda y los otros, así que la única opción era el
becerro. De él logramos comer y hacer carne seca para el resto del viaje. Era
obvio para todos nosotros que la poca comida que teníamos no duraría más
de 5 días para todos nosotros, entonces, los chicos Jed, John y Joshua salieron
para ver si podían cazar un venado, un jabalí o algunos conejos.
Nosotros viajamos por otras tres semanas y en el camino se veían arboles más
altos y amplios prados. Nosotros luchábamos por conseguir más comida. El
resto estaba bien para los caballos porque ellos empezaron a engordar
conforme el pasto se tornaba verde con la primavera. Nosotros empezamos a
vernos todos como espantapájaros, aún cuando los chicos lograban traer un
poco de carne; hubiese sido mejor tener algo de harina, sal, azúcar, ya que se
nos habían agotado.
Una mañana nos despertamos en compañía. Dos indios, uno era alto con un
tocado de plumas fascinante, el otro era más pequeño, y llevaba un casco y
una placa en el pecho que lo asemejaba más a un conquistador. Ellos
comenzaron a hablarnos, su inglés no tenía acento y eran bastante claros al
hablar.
‘Bienvenidos amigos, los hemos estado esperando. Su llegada nos fue
contada hace muchas lunas antes que cayera la nieve, les damos la
bienvenida. Este es el lugar que han estado buscando. Nosotros tenemos
comida para ustedes y agua caliente para descansen sus cuerpos. Por favor,
sígannos’.
Solo Norma Lea nos miró y nos dijo ‘Los han escuchado hablar’. Por
supuesto, todos nosotros lo escuchamos hablando y luego Norma Lea dijo,
‘No se dieron cuenta de que sus bocas no se movían’. Todo había sido tan
fascinante respecto a ellos con sus trajes que nadie lo notó”.
CAPÍTULO DOCE

“Conforme caminábamos detrás de los dos hombres, la señora Mac montaba


junto a ellos. Ellos no parecían estar hablando, quizá hablaban algún idioma
diferente. A eso del medio día, llegamos a un pequeño asentamiento de tipis.
Ahí no había niños, solamente adultos de mediana y avanzada edad. El lugar
tenía un aire de antigüedad y tristeza que no entendíamos, pero nosotros
estábamos muy felices al ver su felicidad a nuestra llegada. Conforme nos
fuimos bajando de los carruajes y comenzamos a desamarrar los caballos,
ellos se reunieron alrededor de Tormenta y se alegraron con la pequeña que
reía como si le hicieran cosquillas. Era un sonido que nosotros nunca
habíamos escuchado surgir antes de ella, y que definitivamente hacía honor a
su nombre.
La mujer de la tribu recibió a la señora Mac como si fuese una de ellos, y
luego un hombre del grupo, el más joven, se acercó a ella y la saludó con una
simpatía que usualmente se reserva a los familiares, ella por su parte sonreía
con la misma simpatía. Él se acercó a nosotros y con un ligero acento
comenzó a hablar. “Bienvenidos amigos, yo soy ‘Alce que Corre’; esta es mi
madre, a quien llaman señora Mac. Ella me ha contado de la muerte de mi
padre y de su gran viaje. Tenemos comida preparada, después de comer los
llevaremos a las piscinas para que las aguas pueden refrescarlos y nutrir sus
cuerpos. Los hombres llevarán los caballos justo donde está el mejor pasto,
no se preocupen, no se irán. Esta es su casa, así como la de ustedes.
Hasta que él dijo que esta era nuestra casa, nosotros ni siquiera lo habíamos
considerado; este lugar se sentía diferente a todo lo que habíamos sentido y
había una verdadera familiaridad muy pacifica como si nosotros siempre
hubiésemos estado aquí.
La comida que nos habían preparado era carne de venado y algo con sabor a
pollo, pero un poco más suave y sin huesos. Las verduras y las nueces eran
desconocidas, pero luego de semanas de no comer casi nada, la comida tenía
un sabor como si hubiésemos muerto e ido al cielo. Ellos comían un tipo de
pan que era plano y redondo, además había sal disponible y otra sustancia
dulce que luego supimos que era a base de miel y era algo especial para estas
personas”.
CAPÍTULO TRECE

“Luego de la cena, Alce que Corre se acercó y dijo: podrían venir ahora a las
piscinas, son fuentes naturales de agua caliente que nutrirán y sanarán sus
cuerpos y así dormirán tranquilamente después de disfrutarlas. Todos nos
levantamos al mismo tiempo y seguimos a Alce que Corre por una pequeña
pendiente y luego bajamos hacia el río que fluía curvado a través del valle y
que constituía una parte primordial de la vida ahí. Ulah May preguntó:
entonces, cómo llamas a este lugar. Nosotros lo llamamos simplemente ‘El
Lugar’, respondió Alce que Corre. Nosotros solamente asentimos y nos
dimos cuenta de que estábamos más exhaustos que lo que pensábamos. Al
llegar a las aguas termales, que corrían de una piscina rodeada por rocas, nos
dijeron que, si queríamos agua más caliente, solo teníamos que subir un par
de rocas y encontraríamos otra piscina con piedras más calientes. Ninguno de
nosotros había visto nunca un lugar de este tipo y no entendíamos realmente
cuál sería la mejor agua caliente, la mejor que habíamos experimentado era el
agua de la tina que llegaba a la casa, la cual nos turnábamos para hervir,
calentar y llevarla en cubetas para mezclarla con el agua que ya estaba fría
anteriormente, esta parecía ser más caliente que cualquier agua que pudiera
salir de una cubeta de la cocina, y era una piscina tan grande que tenía
capacidad para todos los carruajes con todo y los caballos y aun tendría
espacio para nosotros.
Todo el pueblo llegó a la piscina y se desnudaron como si fuera normal
quitarse la ropa frente a extraños. Para la mayoría de nosotros, quitarse la
ropa era algo que habíamos hecho solo cuando teníamos un nuevo atuendo.
Incluso cuando tomábamos un baño manteníamos la ropa interior puesta y
solo nos la sacábamos para envolvernos en una toalla. Aquí estaban todos
estos indios desnudándose y caminando hacia el agua, se veía tan natural que
la mayoría de los jóvenes los imitaron. El resto de nosotros dudamos y luego
empezamos a buscar la forma de evitar la situación sin ser groseros.
Los dos hombres que nos habían encontrado el camino aparecieron y se
pararon frente a nosotros y comenzaron a quitarse la ropa, al hacerlo
empezaron a hablar con voz muy baja y a cantar. Al empezar esto, nosotros
perdimos toda inhibición y comenzamos a quitarnos la ropa como sí lo
hubiésemos hecho siempre. Una vez más Norma Lea susurró: ‘Ellos
continúan sin mover sus labios, pero puedo escucharlos hablar’, esta vez si
logramos notarlo. Al recordar más tarde, nos dimos cuenta de que debimos
haber cuestionado la situación y tener un poco de decencia que nos hiciera
abstenernos de desnudarnos en frente de extraños, especialmente porque
muchos de nosotros nunca nos habíamos visto completamente desnudos, pero
no hicimos nada de esto. Nosotros nos sentíamos como niños cuya curiosidad
supera a su entendimiento y nos pusimos a observar sin muestra alguna de
vergüenza a la gente desnuda que entraba en la piscina.
Es extraño cuando miras atrás y te das cuenta de que nada de lo que debería
haber pasado por la mente como hijos temerosos de Dios, estuvo ahí. La
única cosa que más tarde todos encontramos asombrosa fue que los cuerpos
de la gente acá, sin importar la edad, no estaban arrugados, ni caídos. Quizá
era por ser indios, pero todas las personas blancas que habíamos conocido ya
al llegar a los cincuentas tenían arrugas y la piel caída. Ninguna de esas
personas parecía haber envejecido en lo absoluto, y en el ocaso del atardecer,
decir quién era quién, era una tarea de dificultad extrema.
A medida que caía la noche y la nueva luna comenzaba a asomarse dibujando
levemente a las personas que se sumergían en esta agua milagrosa,
comenzamos a sentarnos contra las rocas calientes y a relajarnos. Nadar en
pequeñas piscinas durante los calurosos y bochornosos veranos de Georgia
era todo un placer para refrescarse, pero estas piscinas con sus aguas calientes
y la calma que todos sentíamos comenzaron a aliviar la rigidez y el dolor a
los cuales nos habíamos acostumbrado y de los que no nos habíamos
percatado hasta que estas aguas suaves y acariciadoras los hicieron
desaparecer”.
CAPÍTULO CATORCE

“Ryan Boyle, quien estaba casado con Lulah May, se había convertido en el
líder de nuestro grupo y sentía la responsabilidad de averiguar las intenciones
de los líderes de este grupo, como saber si estábamos seguros, a quiénes
debíamos temer y qué esperaban ellos de nosotros. Él había observado a los
dos hombres que conocimos primero, pero se dio cuenta que no tenía idea de
sus nombres. Al acercarse a la piscina para sentarse junto a ellos, todos los
escuchamos decir, ‘Yo soy Plumas Altas y mi amigo se llama El Viejo’
(Nosotros no teníamos duda de quién era quién). ‘Ustedes deben saber que
los esperábamos. Jonathan MacDonald y la señora Mac fueron a buscarlos.
Nosotros escuchamos sus suplicas por un lugar hace mucho tiempo, y ellos
fueron en su búsqueda. Mac fue la última persona que nos buscó, eso fue
hace muchas estaciones atrás y Alce que Corre es su hijo. Alce que Corre fue
el último niño en nacer entre nosotros. ‘El Lugar’ es el sitio más seguro del
planeta Tierra. No puede ser encontrado por accidente, solo lo encuentras por
tus necesidades y por tu solicitud, lo que llamarías tus oraciones. Nosotros no
esperamos nada de ustedes, lo único que pedimos es que continúen con las
tradiciones de este lugar y que lo hagan suyo’.
Ryan habló de tal forma que todos lo pudieran escuchar, ‘¿Cuáles son las
tradiciones aquí y qué es lo que tenemos que dar por esta tierra?’.
Nuevamente, Plumas Altas habló con tono bajo, ‘No hay pago por esta tierra,
ya que no nos pertenece, nosotros le pertenecemos. Nosotros solamente
somos los custodios de esta tierra, ella nos alimenta y nos cuida, no al
contrario. Ella se nos entregó y ahora los invita a ustedes a ser alimentados
por ella.
‘Permítenos explicarte’, dijo El Viejo, ‘hace más tiempo del que puedo
recordar, mi gente fue atacada por aquellos que vestían la armadura que ahora
llevo. Esta gente era cruel y ambiciosa en su búsqueda del oro que mi gente
había encontrado y usaba como decoración. Luego, mi gente fue perseguida
por ellos, y conforme huíamos, pedimos por un lugar donde poder estar a
salvo, un lugar donde ellos no pudieran encontrarnos. Mis antepasados, luego
de una última batalla, donde mi abuelo obtuvo la armadura que ahora llevo
puesta, huyeron y encontraron ‘El Lugar’. Las familias vivieron aquí por
muchos años, pero lentamente, conforme la gente envejecía -pero ninguno se
veía viejo- descubrieron que no nacían niños. Para esta época, mi gente vivía
cientos de años y yo soy el último de mi tribu. Plumas Altas es mi hijo, él
tiene, de acuerdo con tu tiempo, algunos cientos de años. Solo cuando alguien
llega que podemos aumentar nuestros números. Solo aquellos que piden
encontrar ‘El Lugar’ pueden venir a él y ellos, al ser nuevos, pueden tener
niños. Han pasado más de 100 años desde la última vez que vino gente a ‘El
Lugar’ y esa fue Mac. Nosotros no habíamos tenido niños en 100 años, y la
gente estaba triste y habían pedido que vinieran los nuevos a remplazarlos.
Con su llegada, muchos ahora podrán ir al Gran Espíritu, ya que han
cumplido su promesa a la tierra. Partir será su decisión. Muchos han decidido
dejarnos, pero muchos otros tienen curiosidad por ver a los nuevos niños que
ustedes tendrán’.
‘Si ustedes deciden honrar a esta tierra, entonces accederán a quedarse y
vivirán cientos de años y tendrán niños solo con aquellos que son nuevos.
Será difícil, pero gratificante al mismo tiempo. Ustedes siempre tendrán la
posibilidad de irse y muchos lo harán. Muchos se irán por periodos de no más
de cuarenta años y luego regresarán para permanecer el resto de sus vidas.
Siempre es una elección, pero hay pocos lugares en el planeta Tierra que te
alimentarán y cuidarán de ustedes de la forma que ‘El Lugar’ lo hace.
Todos estábamos sentados asombrados, rehusándonos a creer, esperando
creer que todo lo que decía el anciano fuese mentira y al mismo tiempo, la
naturalidad de la historia desvaneció cualquier traza de escepticismo que
pudiéramos tener, la sencillez y verdad que nos contaba era mucho más
grande que la realidad misma.
No hubo más charla esa noche, todos fuimos a dormir, arrastrándonos desde
la piscina, relajados hasta el punto de no poder movernos y así gatear a
nuestras camas, literas, tapetes e incluso en las carpas con los indios sobre el
suave pelaje de los animales que aún no reconocíamos. Ninguno de nosotros
pensó en lo absoluto esa noche, y en la mañana no teníamos dudas, pero
teníamos curiosidad y necesidad de otras posibilidades. Es interesante, que
cuando alguien escucha la verdad, se crea un sentimiento de ligereza y
aprobación y cuando alguien escucha una mentira esta siempre se siente
pesada. La noche hizo a la verdad brillar más y la confianza en esta gente era
palpable. Nosotros habíamos hecho nuestro compromiso con la tierra sin
discusión alguna y todos de alguna manera lo sabíamos. Nunca hubo una
discusión desde ese momento en adelante que necesitara votación, nosotros
sabíamos lo que cada uno de nosotros pensaba acerca de todo”.
CAPÍTULO QUINCE

El tío Jed había contado su historia durante tres días. Cada día había
terminado conmigo rendido mientras él masajeaba mis pies. El último día, sin
embargo, me había cargado de escepticismo hasta el límite. Yo sabía que él
creía esta basura, pero yo no iría en esa dirección. ¿Cómo era posible que una
persona con un gramo de sentido común pueda creer que toda esta basura es
verdad? La puerta se abrió nuevamente y ahí estaba la bella Ruth con un
desayuno que olía bien; ella se veía bien también y yo aún quería creer que el
mundo era normal como lo era antes del accidente. “Buenos días, Ruth ¿qué
hay para desayunar?”.
“Buenos días, Jacob. Yo pienso que te ves muy bien también. El desayuno
hoy son huevos y filete de venado. ¿Te parece bien? Hoy, el resto de la
comunidad quisiera presentarse ante ti. ¿Estarías de acuerdo?”.
“Yo no sabía que había otras personas acá. ¿Cómo es posible que no las
puedo sentir de la forma en los siento a ustedes, al tío Jed y los niños?”.
“Jacob, ellos no desean confundir tu recuperación y desean que estés
cómodo, así que han escondido su presencia de ti antes de que los agregaras
como parte de las piezas de lo que significa estar en ‘El Lugar’”.
“¿Pueden entrar y presentarse ahora?”.
La puerta se abrió y una bella mujer en la mitad de sus treintas o inicios de
los cuarenta entró por la puerta. “Hola, yo soy Tormenta Lancaster y él es mi
esposo John”.
“Hola Jacob, mi nombre es Alce que Corre”, dijo éste al apretar mi mano. En
ese momento experimenté como si una extraña sacudida moviera la cama de
un lugar a otro. Y empecé a sentir a Alce que Corre de la misma forma que a
los chicos y al tío Jed y a Ruth y así mi mundo se expandía de una forma que
no puedo explicar.
“Y esta tiene que ser Norma Lea”, dije usando mi voz más sarcástica.
Ella se reía y yo sabía que se reía de mí, y por alguna razón me gustaba y me
empecé a reír con ella. Con la risa, la necesidad de ser escéptico se
desvanecía y me di cuenta de que había un vago reconocimiento de toda esta
gente que solo puedo considerar como el sentido de pertenencia y aún así, la
falta de sentido que todo esto sea real o normal atormenta mi mente, es así
como el dictador del pasado grita desde adentro, que esto no puede ser así y
no debo creerlo. “Jacob”, dijo Norma Lea, “Todo lo que has escuchado de
Jed es real. Yo entiendo lo difícil que es creer que la gente pueda vivir cientos
de años y no envejecer, eso no es así en eso que tú llamas ‘mundo real’, pero
quizá quieras considerar que incluso la Biblia habla de gente viviendo cientos
de años. Nosotros somos la expresión viva de esa posibilidad”.
No sé qué decir y mi cabeza da vueltas con la idea de que todo esto sea real.
Yo busco inconsistencias y la aparente falta de envejecimiento es ya
sorprendente. Yo quisiera creer que esto es una gran estafa, pero no tengo
tanto dinero y el saber lo que tengo y de lo que había tenido con Ruth hace
que parezca más que real. ¿Cómo hago para reconciliar lo que he conocido
como realidad y la realidad distinta que se presenta ahora?
Norma Lea sube a la cama y me da un beso en la frente. Y de nuevo la
extraña sacudida de cama y el mundo deslizándose, y ahora sé que la puedo
sentir y con esto empecé a reconocer a todas las personas en el pueblo y
también a los árboles, a las plantas y al cerrar los ojos, pude sentir el mundo a
mi alrededor, y el río y las aguas termales, y las cabañas y todas las miles de
otras cosas que tenían un sentido de ser y conocimiento de ser que pensé que
solo correspondía a la humanidad.
Alce que Corre se acerca a mi lado y se sienta en la cama y dice “¿son
amigables verdad?”. Yo ni siquiera los invité a sentarse y ahí están, todos
sentados en sus sillas alrededor de la habitación.
“Jacob, nosotros no queremos que aceptes nuestra realidad como si fuese
tuya también -el escepticismo y la confusión provienen de la falta de
información. Norma Lea te ha abierto a un nivel de conocimiento que es
solamente el inicio de lo que tú sabrás y que está a tu disposición. Nosotros
estamos acá para darte la información que necesitas, pero no podemos dártela
a menos que nos la pidas. La información dada sin petición previa se pudre
en la mente si no se limpia con la conciencia de lo que ya sabes o de lo que
puedes reconocer como verdad”.
El leve acento, que calza con la historia que el tío Jed ha venido contado, es
tan real que me confunde y me intriga. “Bien, entonces ¿cuántos de ustedes
hay aquí y cuántos de ustedes nacieron antes de 1860?”.
CAPÍTULO DIECISÉIS

“Hay veintiocho de nosotros que nacimos antes de 1860 y otros cincuenta


que son parte del grupo que nacieron después. Algunos de los cincuenta han
encontrado ‘El Lugar’ en el tiempo que lo solicitaron. No todos los del grupo
están ahora con nosotros, hay algunos que se van al mundo exterior a buscar
a aquellos que nos buscan, sin embargo, muchas veces no saben lo que están
buscando.
Tú dime cuántos hay en el poblado actualmente. Puedes usar tus sentidos
para contar o solamente puedes permitir al conocimiento que llene tu mente
con la respuesta”. Me adentro en ese lugar que estuve con los patitos junto al
arroyo, y de repente, como por arte de magia, sé que hay sesenta y siete
personas presentes.
“Si, Jacob, es correcto hay sesenta y siete de nosotros actualmente presentes
en el poblado”, dijo John.
Esta es la primera vez que escuchaba a John hablar, el acento que tiene es
como el de Ruth, siento que hay algo que debo saber, pero se me escapa.
“Bien, tengo una pregunta: ¿Cómo es posible, si se supone que todos son de
la misma edad que el tío Jed, que él se vea mucho más viejo que el resto de
ustedes?”.
John responde, “Bien, nosotros descubrimos que algunos lo que buscan es
una diferente oportunidad en la vida, tú eres uno de ellos. Esos siempre piden
el lugar al que pertenecen. Jed decidió en 1916 que quería ir a visitar el
mundo y se fue a buscar aventuras. Luego de vivir en el mismo lugar por
cincuenta años, el necesita salir ocasionalmente. Él ya había salido por
periodos pequeños, pero siempre había regresado con el sentimiento que el
mundo estaba bastante loco pero que, con el tiempo, estaría mejor. Una de las
partes más difíciles de vivir con la conciencia que tenemos acá es que con el
tiempo puedes sentir lo que sucede alrededor del mundo, y los lugares donde
hay guerra y hambre, pues duele tanto como si nos pasara a nosotros. A pesar
de eso, Jed se marchó en 1918, sabiendo que eso que llamaron Primera
Guerra Mundial pronto terminaría, y quería poder llevar su sanación al
mundo, y que estaría listo para ayudar a aquellos que estuvieran en necesidad
cuando la medicina moderna fallara. Él encontró un trabajo en un hospital
para aquellos que tenían un colapso mental durante la guerra. Con el tiempo,
las personas que estaba a su cuidado comenzaron a tener curaciones
milagrosas y salieron de sus estados de desconexión, comenzaron entonces a
correr los rumores de que él era un sanador por fe.
Un día una mujer vino al hospital, Jed aparentaba tener veinticinco años en
ese entonces y esta señora era de treinta. Jed la vio y supo que sería la madre
de sus hijos y que sería tan importante para él como su respiración. Su
hermano estaba en el hospital, en otra área y estaba tan mal que no se sabía si
recobraría el sentido alguna vez. Ellos estaban tratando de moverlo a un asilo
para personas con problemas mentales para no tener que lidiar con él del
todo. Lenora es era su nombre y venía de una familia que había tenido
negocios por muchos años. Los asistentes apreciaban la amabilidad de Lenora
en tiempos donde todos estaban molestos y eran groseros. Ellos le contaron
del hombre extraño que mejoraba a los pacientes cuando los doctores no
podían, y ella lo buscó.
Jed tenía ya algunos problemas con algunos doctores, pero las enfermeras
recibían tanta ayuda de él al ver tantos pacientes recuperarse que ellas hacían
lo que fuese necesario para protegerlo.
Lenora lo miró a la cara y notó que era cierto, que Dios había enviado un
ángel para ayudarla: ellos decidieron ir a caminar en los jardines y luego de
tres horas de conversación, ella convenció a Jed de ayudarla. El doctor en el
área de Leonard expulsó a Jed al llegar a visitar a Lenora, aparentemente su
reputación corrió más rápido de lo que esperaba.
Lenora invitó a Jed a venir a su casa y vivir con ellos y que ella le pagaría por
lo que hiciera por su hermano. El aceptó, en realidad el dinero y todo el resto
no significaban nada. Él hubiese pagado por estar con ella.
Lenora ordenó que trasladaran a Leonard a la casa y a Jed para que se
instalara. En dos días Leonard se había tranquilizado y en cuatro meses era
autónomo. Durante estos meses, el ángel se convirtió en un demonio en
algunas formas y de repente Lenora estaba cautiva en cuerpo y alma. Seis
meses más tarde ya estaban casados y Leonard cantó, bailó y río con y por
ellos.
Ocho meses más tarde nació la primera de sus hijos, Rebecca, el 1 de abril de
1920.
En los seis años siguientes, llegaron tres niños más y la nostalgia por ‘El
Lugar’ crecía cada vez más. Con el paso del tiempo Jed había hablado sobre
‘El Lugar’ pero nunca había mencionado su edad real y es que él la amaba
tanto que continuamente le consentía la necesidad de estar con su familia y el
estar en la casa que su bisabuelo había construido. Él se dio cuenta de que no
podría hacerle creer que sus dones no eran otra cosa que no fuera proveniente
del amor y de los regalos de Dios.
En 1926, Leonard se casó con una amorosa joven llamada Bárbara y un año
después su hija Ruth nacía.
Durante la crisis de la bolsa, la fortuna de la familia desapareció y lo único
que quedó fue la casa. Las dos parejas y los niños se mudaron juntos y
comenzaron a buscar la forma de crear un ingreso. La casa de la familia
estaba construida sobre veinte acres de tierra que los adultos comenzaron a
cultivar. Todo se veía muy bien, hasta que los conejos descubrieron los
deliciosos y jugosos vegetales plantados. La carne era difícil de conseguir,
además no había suficiente dinero para pagar al señor del almacén, entonces
Jed habló con el carnicero para intercambiar harina por conejos.
Afortunadamente, él había aprendido el truco de la señora Mac de convencer
a los conejos a sacrificarse para ayudar a la familia. Y fue así como el nivel
de confort aumentó para las parejas y los niños”.
CAPÍTULO DIECISIETE

Yo despierto con el sonido del fuego chisporroteando. Seguramente estaba


frío afuera si el fuego está encendido. Me pregunto cuando lo encendieron,
puedo ver por las cortinas cerradas que el día está frío y el cielo oscuro, es
seguramente un día para permanecer en cama y acurrucarse.
Mientras pienso en mi hijo la puerta se abre y entra Roy con una carga de
leña.
“Hola Roy, ¿qué tal todo? ¿Está frío afuera?”. Claro, cuando él abrió la
puerta sentí el aire frío entrar.
“Señor Rayne, usted es muy gracioso, usted ya conoce las respuestas y siente
el cambio en el clima, entonces ¿por qué hace esas preguntas?”.
Me doy cuenta de que él está en lo cierto, en mi otro mundo uno dice cosas
vanas para iniciar una conversación, pero ahora tengo que buscar una forma
para comunicarme de manera diferente para estar con gente que ya saben lo
que yo sé y así no tener que fingir que no es posible tener total conocimiento
de todo lo que está disponible para nosotros.
“Usted sabe señor Rayne... bien, lo voy a llamar Jake si eso es lo que
prefiere, nosotros sabemos y tampoco queremos perturbarlo, así que lo que
considere necesario decir será bien recibido y honraremos su necesidad... A
Rob y a mí nos gusta jugar un poco con la gente así que le diremos lo que
necesita saber de lo que ya sabe que nosotros ya sabemos, ¿me explico?
Su sonrisa lo dice todo. La dulzura y la gentileza con la que me acaban de
poner en mi lugar me sorprenden hasta el punto de que me hace reír de una
forma que pensé solo podría ser posible con mi hijo. Al terminar de reír, me
pregunto si fueron los chicos los que habrán encendido el fuego desde el
inicio, viniendo en esa extraña forma que no necesita la cooperación de las
puertas o paredes.
“Jake, tú te equivocas al pensar que las puertas y las paredes no cooperan.
Ellas son moléculas como nosotros que vibran para crear el mundo que
vemos y por eso nos debemos mover a su mismo ritmo, para que no nos
impidan movernos como el espacio que somos, colaborando con su
vibración, para que nos permitan movernos a través de ellas, como tú lo
llamas”.
“Gracias Roy, yo siempre siento que estoy años atrás tuyo en lo que sabes y
en cómo funcionas con un mundo que quiero creer que existe, pero es tan
difícil pensar que todo es lo contrario a lo que parece ser”.
“Jake, lo que tú crees es lo que detiene lo que puedes percibir y saber. Tus
creencias son lo que tú escoges para entender el mundo como todos lo ven y
te contaron que era. Aquí nosotros funcionamos sin creencias, pero con total
conocimiento, así que no tenemos que creer que dudamos para poder creer
que lo que no es realmente cierto, es cierto”.
“Roy, te escuchas como el profesor de filosofía que tenía en la universidad,
solo que él siempre me dijo que tenía que creer en lo que no veía. Es extraño
hablar con un chico de doce años, que sabe más que los precursores de la
sabiduría”.
“Quién dice que tengo doce años?”.
CAPÍTULO DIECIOCHO

Y con eso desaparece. Yo creo que él está en lo correcto, yo solo asumo que
él debe tener doce porque esa es la forma que aparenta su cuerpo, pero si
Tormenta aparenta entre veinticinco a treinta y nació en 1860, entonces los
chicos serían mucho mayores de lo que aparentan y así para todos.
La puerta se abre y entra “ella” con otra bandeja de tocino y huevos, y siento
un maravilloso aroma de una tostada rellena.
“Buenos días, Jacob. ¿Cómo te sientes hoy?”.
De repente, me doy cuenta de que ella sabe cómo me siento y que nunca se
requiere hacer estas preguntas aquí. Me pregunto acerca de esta hermosa
mujer que he conocido y de la que he sido parte por tanto tiempo, y acerca de
qué es lo que debería decir, qué debo decir y por dónde comienza uno.
“Jacob, yo ya sé lo que piensas y ya tengo todo el conocimiento sobre ti que
yo necesitaré por el tiempo que estemos juntos. Quizás sería bueno que tú me
hagas algunas preguntas para darte la claridad que deseas y la paz que viene
con la certeza de lo que solo tú sospechas”.
De repente, recuerdo la historia sobre Jed y su amor, Lenora, y cómo Leonard
y Bárbara habían tenido una hija llamada Ruth en 1928. No, no puede ser
cierto, a pesar de que ella aparenta ser de mi edad, ella debe tener casi tres
veces mi edad.
“Si, Jacob, Bárbara y Leonard fueron mis padres, y aunque he estado en la
tierra por más tiempo, no significa necesariamente que seamos más viejos”.
“Bien Ruth, ahora tendrás que contarme el resto de la historia que John y
Alce que Corre iniciaron el otro día”.
CAPÍTULO DIECINUEVE

Ella pone la bandeja sobre la cama, y conforme empiezo a comer,


experimento una sensación de que el tiempo y el espacio están cambiando, y
que luego de la comida y la conversación, todo en lo que había creído habrá
desaparecido.
“Jacob, cuando yo tenía 8 años, mis padres fueron asesinados en un accidente
automovilístico y yo ya estaba viviendo con el tío Jed y la tía Lenora.
Rebecca y yo nos sentíamos más como hermanas que como primas, todo lo
hacíamos juntas.
La tía Lenora detestaba la depresión y tuvo muchas dificultades para utilizar
la casa familiar como casa de huéspedes hasta que el tío Jed decidió que él
tenía que hacer algo al respecto. Una de las habilidades que él había
descubierto en su juventud era la capacidad para encontrar objetos metálicos
enterrados. La casa familiar está en la costa este y fue construida en el lugar
de un famoso campo de batalla durante la Guerra Civil. El tío Jed comenzó a
encontrar objetos metálicos antiguos para la tía Lenora, y que ella luego
vendería a algunas familias de coleccionistas que conocía de cuando tenían
dinero. En una de sus búsquedas, el tío Jed se adentró en los bosques que
bordeaban el camino principal y encontró una caja fuerte enterrada con cuatro
mil dólares en monedas de oro. Una fortuna en aquel entonces que, a pesar de
no poder descifrar si pertenecía a alguien específicamente o a algunos
mafiosos que fueron asesinados, lo cierto es que el hallazgo puso a la familia
nuevamente en el lugar de gente adinerada. Con ese dinero, la tía Lenora
salió al vecindario y a los pueblos cercanos y compró antigüedades que las
personas habían dejado en áticos o establos. Ella conocía de estos lugares por
el tiempo que pasó viajando luego de la Primera Guerra Mundial.
Ya que su familia había sido adinerada anteriormente, ella conocía de joyería
y así comenzó a encontrar gente que quería vender y a conectar con viejos
amigos que aún tenían dinero y así ella viajaba a Nueva York para vender lo
que había encontrado. Mi padre y mi madre también entraron en el negocio
hasta llegar a desarrollar una cartera de clientes por su propia cuenta. Los
viejos amigos de guerra de mi padre tenían dinero y trabajo, de esa forma mis
padres lograron comprar un auto que facilitara el transporte las antigüedades
y la joyería. Así fue como los mataron. Ellos conducían de regreso luego de
hacer una compra en Chicago cuando la policía empezó a perseguir a unos
contrabandistas. Uno de los policías le disparó a mi padre por accidente y el
auto se salió del camino matando a mi madre.
Luego de eso, mi vida cambió, la tía Lenora perdió su momentum y comenzó
a evitar salir de casa. El tío Jed se había vuelto bueno en la búsqueda de
objetos y en su posterior venta a un precio razonable. Mientras a la tía Lenora
se le conocía como una buena compradora y vendedora que siempre podía
obtener el mejor precio, el tío Jed era conocido como un hombre justo. Era
extraño para la tía Lenora que él pagara más y vendiera por menos y que
siguieran siendo cada vez más ricos.
In 1941, los japoneses atacaron Pearl Harbor. Los hijos del tío Jed se
enlistaron tan pronto pudieron. El mayor tenía 19 años el día del ataque y dos
días más tarde se enlistó. Ese era Harry. El hermano más joven tuvo que
esperar hasta que cumpliera 18 años, esto sucedió en mayo de 1942. Ellos se
fueron a la guerra a pesar de estar el tío Jed en desacuerdo, él podía sentir la
parodia que la guerra era mucho más que los demás.
En 1943 en alguna isla del Pacífico del Sur, Harry fue asesinado. Su cuerpo
fue entregado a la familia y enterrado en el nicho familiar. La tía Lenora
estaba devastada y empezó a rezar cada día para que Dios salvara a Henry del
desastre que afrontaba.
Jimmy, el novio de Rebecca, decidió que era tiempo para él de enlistarse ante
lo que ella insistió que debían casarse inmediatamente. La boda fue hermosa
durante la primavera en un jardín de la casa de la familia y cinco días más
tarde él se fue a la guerra. Nueve meses más tarde su primer hijo ya nacía,
Damon. La tía Lenora finalmente salió de su depresión, como el bebé era lo
que prometía esperanza y un futuro.
Henry fue asesinado el Día D y la tía Lenora permaneció en cama los
siguientes cuarenta años, nunca volvió realmente a la normalidad, parecía
desvanecerse mientras se movía dentro de la casa como un fantasma.
El esposo de Rebecca regreso a casa para el funeral durante sus vacaciones y
así ambos decidieron que el niño estaría mejor si tuvieran su propia casa para
cuando él regresara. Christine, la más joven del clan, había decidido que la
casa de la familia estaba maldita y que ella se iría a Nueva York y que nunca
nada, ni nadie la haría regresar. El tío Jed le rogó que se quedara mientras la
tía Leonora le sonreía serena y beatíficamente sin darse cuenta de lo que
sucedía. Christine se rehusó a escuchar y salió corriendo de casa gritándole al
tío Jed que era un ingenuo y su madre solo traía mala suerte y era una muerta
en vida. Ella nunca regresó a la casa de nuevo”.
CAPÍTULO VEINTE

Conforme Ruth contaba la historia, yo veía y sentía el sufrimiento que hacía


que mi vida, mis amores y mi divorcio perdieran relevancia. También
comprendí esa apariencia de edad y sabiduría que era parte del tío Jed. Yo
solo podría imaginar lo que sería perder a los hijos a tan temprana edad y que
no haya nada que hacer.
“¿Entonces qué pasó con Rebecca? El tío Jed dijo que se rindió antes que los
gemelos nacieran. ¿Cómo sucedió?”.
“Jacob, esa visita del esposo de Rebecca a casa fue la concepción de los
gemelos”.
Mi cabeza empieza a dar vueltas nuevamente, porque de ser así, entonces los
gemelos son productos de la guerra y no tienen para nada doce años.
“Estás en lo cierto, Jacob. Los gemelos son el producto del amor de Rebecca.
Ella lo quería tanto que cuando murió en un accidente de avión en
Groenlandia camino a Europa, ella decidió que la muerte era una sombra
bienvenida en la casa familiar.
Durante el embarazo de Rebecca, el tío Jed decidió que era importante que
ella y yo visitáramos a unos parientes en el oeste. Nosotros quedamos
perplejos e intrigados al no haber nunca escuchado de estos parientes en
nuestra historia familiar. Nosotros habíamos asumido de alguna manera que
el tío Jed era huérfano o algo parecido ya que nunca había hablado de su
familia.
Nos montamos en el carro y nos fuimos a la costa oeste; la tía Lenora no
estaba muy feliz de vernos partir, pero había una maravillosa mujer negra que
se había venido a vivir con nosotros luego de la muerte de Henry. Ella era la
madre de uno de los amigos de Henry que fue asesinado al mismo tiempo.
Ella no tenía más familia, así que vino a cuidar de nosotros. Su nombre era
Katie y ella de alguna manera comprendía mejor que nadie a la tía Leonora,
aun más que el tío Jed.
Nosotros llegamos al camino que lleva a ‘El Lugar’ al finalizar de una tarde y
nos detuvimos al pasar unos árboles casi al finalizar el camino. Ahí en medio
de la penumbra de la tarde había como treinta personas. Nosotros no
comprendíamos como ellos sabían que estaríamos ahí, y como tú, nosotros
teníamos mucho que aprender sobre ellos y sobre el resto del mundo.
La paz de ese lugar era un bálsamo para mi alma y, por primera vez desde
que mis padres murieron, tuve la sensación de que la vida podía ser buena y
alegre.
Al pasar el tiempo Rebecca estaba más ausente, todos trataron de convencerla
que la muerte de su marido no era el fin de su vida, al contrario, era el
comienzo para sus hijos. Todo el mundo sabía que ella tendría gemelos,
nunca nadie dudó, pero tampoco fue algo que se explicara tampoco. El tío Jed
tomó varios largos días para mostrarle el lugar, caminar entre el bosque y
llevarla a las piscinas, en un intento de reanimarla en lo bello que es la vida.
Yo los acompañaba la mayoría del tiempo y así vi y sentí la magnificencia de
lo que ese lugar es. Yo empecé a sanar.
Rebecca y yo vivíamos en esta misma cabaña donde compartíamos una cama.
Cada noche conversábamos y por ahí del octavo mes, me di cuenta de cómo
su espíritu por vivir la iba dejando. Ella hablaba de lo mucho que quería estar
con Harry, Henry y su “Jimmy”. Yo le comenté al tío Jed, quien me tomó en
sus brazos y me dijo que teníamos que honrar su elección. Él había tratado
tanto de convencerla y de sanarla y, como con la tía Leonora, al final él no
pudo cambiar lo que ellas no querían cambiar.
Al nacer los gemelos luego de un parto de tan solo dos horas, ella me entregó
a los bebés y me preguntó si los cuidaría y criaría como si fueran míos. Y así
mientras lloraba me senté junto a ella a verla partir.
Los niños Rob y Roy ha estado bajo mi responsabilidad desde ese día, 29 de
abril de 1947. Criarlos a ellos ha sido la alegría de todo el grupo, con todas
las diferentes energías y consciencia que compartimos, ellos han desarrollado
algunas habilidades especiales que ya has experimentado.
Bueno, seguramente esto es mucho que procesar de un solo golpe, yo me voy
y te veo en la mañana”. Ella se mueve en la habitación con aquella gracia y
fluidez intensas que me dejan sin aliento y extrañándola, y de nuevo siento
como si me besara y acariciara conforme la puerta se cierra lentamente.
CAPÍTULO VEINTIUNO

El tío Jed entra en mi habitación, gracioso que ahora esta es “mi habitación”
solamente por el hecho que lo he ocupado por tanto tiempo.
“Bueno, Jacob, tú has aprendido mucho de nosotros en las últimas semanas,
¿qué más necesitas saber para dejar atrás tu escepticismo”.
Al tocar el tío Jed mis pies empiezo a sentir como empieza ese choque de
moléculas y me doy cuenta de que aún no entiendo porque Jed es la única
persona vieja aquí.
“Jacob, una de las cosas que hemos aprendido a través del tiempo es que
mientras permanezcas en ‘El Lugar’ no envejecerás mucho y si te vas por no
más de cuarenta años, sucederá lo mismo. Cuando encontré a Lenora, le
prometí que pasaría el resto de su vida con ella. Luego de morir los niños,
ella perdió contacto con la realidad y no importó cuanto traté de traerla aquí,
ella quería permanecer en su hogar. Luego que Christine se mudara a Nueva
York, Lenora empezara a perderse y de que Rebecca tuviera a sus hijos aquí,
yo sabía que era el momento de regresar a Lenora. Yo viví con ella durante
los siguientes 40 años en una casa que yo mantenía. Al pasar del tiempo, ella
olvidó que yo era su esposo y decidió que yo era el mayordomo y el asistente.
Christine nunca regresó a ver a su madre, ocasionalmente me enviaba cartas
contándome de su vida. Nunca se casó y vivió como una actriz estrella en
Broadway. Yo la amaba. Ella cambió su nombre para que nadie supiera de
dónde venía y así poder crear historias de su procedencia. Yo disfrutaba de
sus cartas y siempre le pregunté si me permitiría visitarla alguna vez, pero
ella siempre se negó. Al final, perdí a todos mis hijos, pero aún tengo a los
niños, mis nietos”.
El tío Jed remueve sus manos de mis pies y el sentimiento de choque de las
moléculas crece y mi cuerpo comienza a sentirse cada vez más como espacio
y cada vez menos pesado que anteriormente.
“¿Jacob, te gustaría ir por un paseo corto hoy?
La alegría instantánea e intensa que exuda mi cuerpo, incluso sin mis
pensamientos o deseos, me da la extraña sensación que hay una fuerza dentro
de mí que ha hecho una elección sin considerar mis necesidades. Nunca había
sentido esta energía y vitalidad. “¡Sí, por supuesto!”.
El tío Jed se ríe de esa forma que limpia tu alma y envía ondas de choque por
tu cuerpo y entonces tomó mi mano.
“Ahora, Jacob, necesitas tomarlo con calma, tú te has sanado bastante, pero
hay algunas cosas que deben regresar a cómo estaban antes para tener un
flujo total de sangre y energía que realmente sane tu cuerpo”.
Él toma mis piernas y las hala gentilmente a través del borde de la cama y
empieza a deslizarlas por el borde mientras hala de mi brazo izquierdo, así mi
cuerpo se empieza a acomodar para sentarse. Esta posición no la había
experimentado por lo menos durante las últimas seis semanas. Cuando
finalmente alcanzo la posición erguida y pongo peso sobre mis nalgas, siento
que un punzón atraviesa mi espina perforando mi cerebro con los bordes
irregulares del deseo de inconsciencia que me recuerda a mí y a mi cuerpo de
la noche en el camino. Así empiezo a transportarme al santuario de la
oscuridad, mi refugio contra el dolor, pero es el tío Jed quien me devuelve a
la realidad con un movimiento de las moléculas mucho más intenso que antes
en mi espalda, mi columna vertebral y mi cerebro que solo puede ser descrito
como un espacio dentro del mismo espacio de mi cuerpo.
“Ahora es el momento de levantarse, pero no te muevas muy rápido y
permíteme manejar el peso y movimiento de tu cuerpo”.
Conforme intento levantarme dudo sobre la posibilidad de que mis músculos
reaccionen. Me doy cuenta de que yo ya había asimilado la idea de no volver
a caminar desde la primera mañana que desperté sin sentir mis piernas.
Extraño pensar eso en este momento, pero entiendo que esa era la forma que
todo pasaba en mi vida, antes de ‘El Lugar’ y cada vez que decidía que algo
iba a suceder de cierta manera, pues efectivamente era así como acontecía.
Así, desde que estoy aquí, todo lo que pensaba que era cierto se ha vuelto de
cabeza, y aquello que pensaba que era verdadero o real, no era más que una
prueba que lo que creía era real y era real. Yo empiezo a reírme conforme el
tío Jed sostiene mis brazos y me hala fuera de la cama para poder estar de pie.
El sentir del piso es como tocar musgo que crece en invierno - húmedo, y
hace parecer el terciopelo áspero y llano en los múltiples sabores de la vida y
esa humedad que te abraza, que habla y te emociona por el regalo que has
recibido en cada molécula de tu ser. El piso, que yo pensaría es un sujeto
inanimado, me seduce y abraza y comparte esas moléculas de energía que son
vida, no era vida; y en cada paso que doy el piso provee esa energía que sana
e inspira a mi cuerpo y a mi ser. El tío Jed vuelve a reír y mi cuerpo se
estremece aún más. Esta sensación es como ser un bebé, donde cada
momento es tan sorprendente, excitante y satisfactorio que la vida empieza a
llenar el alma y el cuerpo.
Al acercarnos a la puerta, Jed empieza a tararear. No me refiero a tararear una
canción, pero es como si saliera de su cuerpo cierto tipo de frecuencia
vibratoria que proviene de sus entrañas más que una percepción auditiva. La
puerta se abre por sí sola y encaramos la luz del día que es fría y revitalizante
con un poco de nieve posada sobre el piso. Y empiezo a pensar que “no llevo
zapatos” y empiezo a percibir que el frio es como una sábana de bienvenida y
la nieve bajo mis pies es el nutriente de la tierra para cada una de mis células.
Yo, no ‘siento la nieve’ pero sí la intensa sensación de cuidado que otorga la
nieve, no como lo errado del sentir calor, sino más bien la diferencia de
disfrutar nuevamente el zumbido de la vida que te golpea con la exuberancia
de un cachorro saltarín. Mi cuerpo se fortalece con cada paso que da y se
entusiasma con el sonar de la vida que , como lo que tarareaba el tío Jed, te
golpea, acaricia y nutre el cuerpo y el ser; todo esto orquestado con los
árboles, el viento, los pajaritos e incluso el silencio y el espacio que a su vez
incluye a toda la gente de ‘El Lugar’, quién, como yo, ahora es la catedral de
su propio ser, el susurro de las posibilidades y la alegría de la diferencia
despierta frente a los elementos de armonía molecular y coherencia vibratoria
de los que las herejías y la iluminación espiritual habían hablado, pero nunca
entregado o demostrado. Nunca había estado tan consciente, con tanto
espacio y tan cuidado en mi vida; ahora entiendo que ‘El Lugar’ y yo nos
pertenecemos mutuamente en una libertad y una paz incomparables que
siempre había soñado y deseado, pero nunca había encontrado. Estoy en casa,
soy yo y he pasado de lo ordinario a lo fenomenal sin una onza de energía
negativa disponible o real.
Los chicos aparecen y el tío Jed me suelta de la mano, ellos se hacen cargo e
inmediatamente estoy de nuevo en mi cama. Ellos me cobijan y desaparecen
en un abrir y cerrar de ojos. Estoy solo, pero no estoy solo. La paz que sé que
soy verdaderamente yo elimina la idea de que estar solo es real, como lo era
aquella loca rectitud que usualmente percibía como los límites de la vida.
¿Cómo se puede existir en el mundo cuando todo lo que no es real, sino que
solo tus ideas y creencias acarreadas de los padres, la familia, las escuelas y
relaciones lo hace aparentar ser real, es lo que define tu elección y tu ataúd la
realidad?
Ahora entiendo que el mundo que he dejado tiene tan poco sentido y es como
leer una comedia, donde los dibujos explican la historia y la motivación de
cada acción basada en la estupidez, en la falta de comunicación y
consciencia, en los fingimientos y en las pruebas de cariño, no en la paz, ni
en el espacio que ahora sé que es el cariño más real que cualquier cosa que
creía posible. Oh, bendita paz y gozoso espacio, gracias por incluirme en el
saber de lo que es más grande y por darme el regalo de reconocer que nunca
debo menospreciarme de nuevo.
CAPÍTULO VEINTIDÓS

Al despertar, percibo la nieve que ahora cubre el suelo, incluso sé que tiene
dos pies de profundidad. Igualmente, percibo los conejos y roedores
durmiendo y moviéndose y a los halcones y búhos que buscan en la nieve a
los desprevenidos que no van más allá de sus sentidos, sino que funcionan
por necesidad y hambre.
La puerta se abre lentamente y entra Ruth. Una chaqueta caliente cobija su
exquisito cuerpo que deseo tocar, y es así como su sonrojo demuestra una vez
más que ella sabe lo que pienso.
La bandeja es más grande hoy, con eso me doy cuenta de que comeremos
juntos. La pequeña mesa bajo la ventana es una invitación para mi cuerpo a
salir de la cama y me siente en una silla para variar. Me encantaría
levantarme a tientas, pero yo sé que sería una verdadera mentira que no pueda
hacerlo. Mis piernas se balancean en la cama como lo hacían cuando tenía
quince años y descubrí que correr eliminaba las telarañas y aliviaba el estrés
que las hormonas que irritaban mi cerebro y agobiaban mi cuerpo parecían
causar. La eterna batalla por el dominio de la mente sobre la materia.
“Es bueno tenerte despierto y en pie. Los muchachos te volvieron a acostar
en el momento en que tu cuerpo había alcanzado el máximo recibir que pudo
tolerar sin irse hacia el dolor. Existe un lugar donde la intensidad de lo que se
puede experimentar se ha malinterpretado como dolor para la mayoría de las
personas y ellos suponen que la intensidad no se puede incluir como parte de
la conciencia y la humanidad llama a eso dolor. Si lo deseas, hoy podemos ir
a las piscinas donde las aguas calientes te curarán y nutrirán a ti y a tu
cuerpo“.
“Yo puedo pensar en otra cosa que sea nutritiva y sanadora para mi cuerpo.
¿Quizá lo podamos considerar?”.
Su risa y sus ojos chispeantes lo dicen todo. Ella no esta en contra de ello,
pero no sucederá hoy. Vaya, me acabo de dar cuenta que eso lo tomé de sus
pensamientos y no por sus ojos o su comportamiento.
Al comer, ella se levanta y se pone unas botas que no había visto antes y me
ofrece ponerme unas también. Al ella ponérmelas noto que son suaves y
flexibles en mis pies, me pregunto cómo funcionarán en la nieve. Ella sonríe
y de nuevo sus pensamientos me dan la historia completa. Así me entero de
que las botas no absorberán la nieve o el frío, esto por la energía que les
proveeremos.
Salimos de la cabaña y comenzamos a caminar en la nieve. Mi nueva
conciencia de la vida y de la belleza que me rodea llena mis sentidos y el
silencio que la nueva nieve trae, asalta a cada una de mis moléculas con la
desmesurada gracia que nos regalan los elementos y que ignoramos
miserablemente.
Por primera vez en mi vida, siento una sensación de plenitud, una sensación
de que lo correcto es el caos del orden que el universo alcanza perversamente
con total facilidad. Nosotros, por otro lado, buscamos en vano la rectitud de
nuestro punto de vista para imponer nuestra propiedad del mundo y el estatus
de dios sobre todos y todo, como si eso diera crédito a nuestras vidas y
llevara el caos al orden de nuestro limitado ámbito conciencia, logrando así la
seguridad y la protección de lo que no podemos controlar.
No recuerdo en pensar ponerme una chaqueta antes de salir de la cabaña, pero
el toque de su brazo contra el mío me da la sensación de calor que tienes
cuando estás frente a un fuego más cálido que el resto y me quita el frío que
podría calar, pero no lo hace. ¿Cómo es que esto no se siente frío? Al
instante, la respuesta proviene de ella, no como palabras, sino como una
descarga total de información. Y ahora sé que su toque solicita que mi cuerpo
genere tanto calor como sea necesario para estar cómodo y que tengamos la
capacidad de controlar lo que nuestros cuerpos generan en calor o frío, solo
con solicitarlo. Creo que me están gustando estas cosas telepáticas. Entonces
pienso en una de esas noches en el pasado y en la sensación de que me estaba
masturbando en la nieve y ella me atrapa y me lleva a mí y a mi cuerpo al
calor de su ser y la prisa del orgasmo altera cada bocado de posibilidad
sensorial con la expansión y el crecimiento de la conexión con todo el
universo.
Su risa me aparta de mi memoria y me trae al presente y de pronto me siento
un poco abochornado por haber sido descubierto, pero la belleza de su risa
tintineando en el espacio se mezcla con la brisa de los árboles conforme la
nieve se desliza de las agujas de los pinos en pequeñas salpicaduras que son
como un delfín irrumpiendo la superficie del océano para luego sumergirse
de nuevo; no hay sonido, solo las ondas que atestiguan el movimiento. Aquí
también hay movimiento a medida que cae la nieve, pero me doy cuenta de
que el movimiento es de la energía que crea la nieve que se encuentra con la
nieve con volumen, y de repente sé que esa misma energía es lo que uno
siente con una avalancha, una inundación y con la caída de una roca. Ahora
sé lo que siempre he sido consciente, pero sin las palabras para describir.
Había sentido la energía de las cosas que se movían, como antes de un
terremoto en California, estaba muy inquieto y desperté antes de que
comenzara y estando parado afuera en la oscuridad me preguntaba qué hacía
yo allí. Y así comencé a comprender los movimientos de energía antes de la
reacción física, en realidad son ondas que brindan información si no nos
cerramos a nuestra conciencia. Es la conversación más extraña que he tenido
jamás con alguien y vaya que soy un vago sin educación.
Ella se ríe de nuevo y su puro placer acaricia mi cuerpo y alma; finalmente
entiendo lo que el afecto sin juicio significa para aceptar todas tus partes,
siempre pensé que eso era lo que el amor ofrecía, pero no era así. Y
nuevamente tengo esa extraña sensación de comunicación sin palabras, y me
percato de que es la misma energía de la nieve que cae sobre la nieve. Que
cuando algo que es, cae en la unidad que es, es solo para crear una energía
que se propaga en el universo con gran facilidad, es una silenciosa apertura a
una nueva posibilidad que se convierte en la elección de algo más de lo que
nuestro mundo limitado puede imaginar.
Nos movemos a través de la nieve silenciosa y percibo el agua adelante como
si respirara con la intensidad de la sangre que fluye con el ejercicio del
cuerpo que deja la euforia, el sudor y la conciencia palpitante de cada
molécula y vaso sanguíneo y la dulce alegría de músculos cansados y bien
usados.
Subimos una pequeña pendiente y el olor del vapor contra el frío y la nieve
asalta mi nariz, el oleaje aromático de la bruma volcánica y la nieve seca y el
regalo bendito que promete hace que mi ser llame a cada fibra de mi cuerpo
como una fuente de recuerdo de la grandeza de la encarnación. Esa increíble
sensación de que siempre ha habido más y que la promesa es real y será
cumplida.
Al llegar a la cima, la niebla de los manantiales que se encuentran con el aire
frío me recuerda a esas espesas nieblas de California, que dejan el sonido de
lo que no es importante para dar paso a el dulce grosor del silencio visceral
que nutre y al que solo le importa el momento, ni el pasado, ni el presente son
tan intencionalmente intensos como la silenciosa dulzura que envuelve y
limpia el cuerpo y la mente con la cercanía sensorial de la presencia con uno
mismo.
Ella toma mi mano y nos movemos al borde de la piscina. Nos quitamos la
ropa y la colocamos en una roca que, obviamente limpia de nieve y humedad,
promete entregar ropa abrigada para nuestros cuerpos al final de nuestro
baño. Entramos al agua, su calor y fragancia, la acumulación masiva de
milagros de años y de miles de plantas y hojas hervidas juntas como un breve
golpe de igualdad y unidad de todos nosotros, el regalo de la tierra para
nosotros y el regalo que nosotros somos para la tierra. Las lágrimas corren
por mi rostro al darme cuenta de las tonterías que el hombre hace sobre la
tierra y cómo ella solo da regalos y regalos, sin necesidad de pedir nada de
regreso. La tierra, que se expande y nos nutre con el soplo de aire, toma
nuestra basura y rara vez se rebela, la amorosa madre/padre para todos, la
fuente de alguna energía que puedo percibir como una llamada del futuro de
algo que sé, pero que no puede solidificarse a la simplicidad del pensamiento,
y algo que quiere de mí, pero que no exige, es un llamado a la posibilidad y
una cuestión de contribución que solo habla de la necesidad de elegir.
Por favor, Dios, dioses, poderes que existen, muéstrenme el camino, no para
la tierra, sino para la tristeza de la humanidad que tiene todo prometido y
rechaza el regalo dorado y la paz que es este lugar y que podría existir a
través de la faz de la tierra si eligiéramos una realidad que no requiere la
destrucción y que es más atractiva a medida que se da ese cambio. Oh,
bendita tierra, ¿puedo elegir ahora contigo la verdadera consciencia de que
somos custodios para ti y que elegir a tu favor sería elegir a nuestro favor?
Hemos estado aquí durante horas, semanas, minutos o para siempre, pero la
sensación es que finalmente sé lo que he estado buscando toda mi vida y
ahora lo he encontrado. El ‘eso’ que he encontrado soy yo, el lugar de paz,
gozo y unidad con todo el universo que soy.
Ella toma mi mano y me dirige hasta mi ropa, nos sentamos en las rocas y el
frío me envuelve en su amabilidad y no siento la necesidad de ropa, aun así,
Ruth comienza a envolverme en la toalla que ha estado allí o que
simplemente apareció, y toca mi cuerpo con sus dulces manos, y la vida y la
alegría de ser acariciado y nutrido parece tan correcta y real. Parece que mi
corazón saltará de mi pecho al de ella y nos convertiremos en un cuerpo con
múltiples partes entrelazadas, cuerpo y alma. En ese momento siento que los
sesenta y siete se unen a nosotros y explotan los límites de mi mente y de mi
cerebro para tener una mayor conciencia de que la Tierra también nutre y
regala a la unión de nuestros cuerpos y de nuestros seres para una posibilidad
de lo que podría ser real y verdadero y que nunca se ha experimentado.
CAPITULO VEINTITRÉS

Durante los últimos tres días he permanecido solo, sin comida, ni compañía,
sin Ruth, pero la bendición de la unidad con todas las cosas me ha dejado sin
sentido de necesidad o deseo de algo.
La paz que siento elimina el deseo o la necesidad de comida, el sentido de
que el mundo entero me nutre y mi cuerpo es más grandioso que todo lo que
conociera anteriormente.
Aún no amanece, el brillo luminoso de la luna permea el paisaje de mi
habitación y mi alma. Yo elijo la conexión a Ruth, que ya no es una
necesidad, sino un llamado al deseo que ya conocía en el pasado.
La siento en mi mente y sé que ella ha solicitado mi presencia en la piscina.
Salgo de la cama, solo necesito la luz de la luna para ver el mundo. Me visto
y dejo mi habitación y el calor del fuego que se ha mantenido vivo y
contenido en ella durante los últimos tres días, ya sin preguntarme cómo es
posible, solamente sabiendo que es de esa manera.
Llego a la piscina. La niebla que silencia todo me cobija y nutre las fibras de
mi cuerpo, mis fosas nasales se llenan de moléculas de agua que flotan en el
aire como polen en verano, fragrante seducción, relajante e intensa con la
plenitud de las estructuras que ahora conectan a cada partícula de mi cuerpo y
vibran con la alegría de ser.
Yo sé que ella está aquí, puedo sentir su presencia, y la niebla envolvente
sirve como catalizador de las memorias del pasado y de tiempos cuando
estuve aquí totalmente en mente y alma.
Al elevarse levemente la niebla con la brisa que se mueve a mi alrededor, el
frío del aire acaricia la parte superior de mi cuerpo expuesto al intenso calor
del agua y así la piel de gallina vigoriza e inspira a mi cuerpo a vivir una
sensación aún más intensa de lo que creía era posible. Ahí está ella frente a
mí al otro lado de la piscina. El agua apenas cubre sus senos y tapa aquello
que deseo intensamente. Siento el toque de su ser dentro de mi cuerpo y me
acerco con mi ser a tocar su cuerpo. Yo puedo sentir lo que su cuerpo siente y
la piel de gallina de mi pecho iguala la piel de gallina en sus pezones y siento
a mi cuerpo sintiendo su cuerpo y a ella sintiéndome a mí y a mi cuerpo y así
nos entrelazamos en la estructura molecular de cada uno. La intimidad que
esto crea, la fuente de vida que se entrelaza con el otro y las moléculas que se
juntan conforme el espacio que somos experimenta el movimiento de la
solidez de nuestros cuerpos son la expresión del deseo por vivir que
inútilmente llamamos lujuria. Huelo su cabello en el rocío de la niebla, y la
humedad y el aroma de su cabello estimulan la necesidad de tener su cuerpo
al lado del mío.
Cierro mis ojos y empiezo a recordar cómo era en mis sueños, y mientras lo
hago, el recuerdo roba el calor del momento y ella empieza a retirarse de mi
cuerpo. Yo me he retirado de su ser al momento de traer las fantasías del
pasado a la realidad sexual del ahora. Abro los ojos y nuevamente estoy
entrelazado con su ser y su cuerpo, y la excitación mutua nos lleva al borde
de aquello que llamamos orgasmo. Y así, ella expande mi conciencia y
estamos en una piscina más grande con una mayor distancia física entre
nosotros, la intensidad de su sensación comienza a traer de vuelta a mi cuerpo
y al de ella al punto de ebullición. Así como deseo explotar, escucho su deseo
por expansión. Y lo hago.
Nuevamente esa sensación de que su cuerpo se aleja es desmentida por el
olor de su cabello, por su movimiento hacia mí y por el surgimiento de esos
maravillosos senos sobre el agua con los pezones duros por el agua fría que
es mía. Me sumerjo en el agua y la necesidad de explotar se transforma en
algo que es más íntimo, en la consciencia de su afecto y eso alimenta esa
parte de mí que descubrí hace tres días.
La necesidad de tocarla y su disposición por tocarme se expanden
nuevamente, como la selva y los animales quienes acogen el don de la vida,
nos convertimos en el don de vida para el otro y para el mundo. Y
nuevamente, alcanzo su ser, que a la vez es mi ser y nuestros cuerpos
responden con un orgasmo desenfrenado y estridente dentro de su increíble
paz y expansión. Esto es lo que los budistas deben entender como el orgasmo
interno.
Nos expandimos nuevamente y al hacerlo nuestros cuerpos se mueven sin
ningún esfuerzo, somos simplemente llevados y requeridos a tocar. Y en el
momento que ella alcanza mi mano experimento de nuevo esa calidad
orgásmica de sensibilidad que envía ondas a través de mi cuerpo y del de ella.
Yo la toco y el más mínimo de los toques envía una demanda explosiva desde
adentro de mi cuerpo sin ella aún tocarme. Me inclino hacia adelante y
presiono mis labios suavemente contra los de ella. Siento como el rozar de mi
barba y el toque de nuestras lenguas electrifican su cuerpo. El toque
sorpresivo, como el de una mariposa, envía choques eléctricos hasta los
dedos de mis pies y aumenta el calor en nuestra entrepierna que ahora es una
sola y no dos, con cuatro brazos y piernas y un torso sugiriéndole al otro que
hacer a continuación. Nos sumergimos en el agua caliente sabiendo que el
calor de nuestros cuerpos expande el calor del agua y que el agua se une a
nuestros cuerpos y este gozo es también nuestro gozo.
Nosotros lentamente y con mucho cuidado llevamos nuestro cuerpo a sí
mismo y a su lugar. El vapor, la niebla y el frío sensibilizan cada parte y
pieza con el dinamismo sensorial de ondas que expanden la sensación, la
intensidad, la satisfacción perversa y las posibilidades aturdidoras en
constante expansión y las sombras del futuro abrazan el valor del momento
con la alteración del tiempo y el espacio en la caricia del movimiento juntos
como uno solo.
Al llegar el amanecer, lo hacemos nosotros también. Juntos en el terremoto
que surge de la eyaculación de mi cuerpo dentro del de ella, así como su
eyaculación en mi cuerpo estremece los cimientos de mi vida, esta
experiencia sexual junto a la belleza y alegría de la luz, el espacio y el cantar
de las aves, que comienzan en el momento exacto que somos un solo cuerpo
de vida. La sincronía de estos momentos y el espacio de vida que somos
juntos incluye todo y no excluye nada. Ella me besa rápidamente y esa
sensación produce otro orgasmo en nuestros cuerpos. Miro el rostro de la
mujer que he conocido siempre y por un momento la sostengo en mis brazos
esperando que este momento dure por siempre, y nuevamente nos
envolvemos en olas de orgasmos que son como réplicas del terremoto que
somos nosotros.
Salimos de la piscina y caminamos por la nieve, y es ahí cuando el frío nos
genera otro orgasmo en respuesta a su estimulo. Me pregunto si la vida es
verdaderamente un orgasmo continuo que usualmente rehusamos, pero ese
pensamiento es remplazado por la consciencia de las actividades del día que
Ruth pone en mi cabeza. Abro la puerta de la cabaña y nos saludan tanto el
rugir del fuego como la dulce cama que amo tanto como a ella.
“Gracias, Jacob, por todo lo que eres”.
CAPÍTULO VEINTICUATRO

Es casi Navidad. Ya hace tres meses que Ruth y yo estamos juntos, el tiempo
ha volado como si los días tuvieran una exuberancia alegre, radiante y viva
que, como nosotros, no tiene ni inicio ni final. Conversar es innecesario, las
posibilidades aumentan cada día y la vida que vivimos tiene tanto en cada
momento que la necesidad del mundo externo decrece.
Nuestras vidas se entrelazan en la orgásmica alegría de vivir que es como las
piscinas en donde hicimos el amor por primera vez de forma física. Esas
piscinas son como la unión sexual que ahora experimentamos.
La primera es la piscina grande donde nos sentimos sanados y donde el agua
se expande con las estaciones del año. La segunda piscina es más cálida y,
como nuestro apetito sexual, es más profunda y caliente y nos nutre como su
don. La tercera piscina es aún más cálida y conforme expandimos nuestra
propia capacidad por más intensidad; experimentamos un nivel de cuidado
que la tierra nos otorga y que nosotros obsequiamos a la tierra. La cuarta
piscina es mucho más caliente y estrecha y requiere que seamos más
creativos y nos movamos junto a las corrientes y la posibilidad de lo que
viene luego. La quinta piscina requiere un sentido de gozo, gozo en el calor y
la pasión de los extremos del cuerpo sintiendo lo que solo puede ser descrito
como una mayor disposición de experimentar la paz molecular de la
comunión que crea el gozo. La sexta piscina es aún más grande y lenta y aún
más caliente y describe la necesidad de expandir tanto el cuerpo como el ser,
con el fin de saber lo que es verdaderamente posible de experimentar. La
séptima piscina es la más intensa y es la fuente de ser de uno con el universo
que acepta lo que es posible y así, con esa inmensidad, el orgasmo de la vida
comienza, pero no termina.
Esta ha sido mi experiencia de vida con Ruth diariamente. Experimentar, sin
estar en las piscinas, todo lo que las piscinas representan con cada encuentro
de nuestros cuerpos.
Que grandiosa es la vida ahora que estos son los momentos y experiencias de
cada día. Quisiera poder darle todo, pero me doy cuenta de que cuando
puedes vivir por siempre, retener algo tiene muy poco valor comparado con
conocerlo.
La puerta comienza a abrirse y soy consciente de que es ‘ella’ quien viene a
verme.
“Hola, Ruth. Estaba pensando en Navidad y en dar regalos. ¿Hacen esto en
este lugar?”
De repente recibo la respuesta directamente, sin limitaciones del lenguaje, y
así entiendo todo lo que es la verdadera Navidad en ‘El Lugar’. Se trata más
sobre energías que damos a la tierra en ese día, no habrá árboles, ni
decoraciones, ni la comida que es parte del mundo de donde provengo y al
cual tengo tan poco deseo por regresar.
“Jacob, los niños tiene un regalo para ti, pero como nosotros no damos
regalos, lo puedes recibir ahora mismo, además los chicos estarían tan felices
si pudieran dártelo ya”.
Inmediatamente los niños aparecen en la habitación. La satisfacción en sus
rostros es contagiosa y comienzo a reírme y ello incita una gran alegría y risa
en sus mundos, así como en el de Ruth.
“¿Señor Rayne, nos acompañaría al establo ahora? Es tan raro cuando hablan
en unísono. Más porque como ellos piensan en ti, es más fácil de reconocer
quién es quién.
Al caminar hacia el establo presiento una alegría que no tiene sentido y de
repente, entiendo que es su alegría. Ahora entiendo que esto es algo más
especial que lo que ya me habían presentado en los últimos meses y parece
ser algo extraordinario, el hecho que sea único para ellos lo hace excitante.
Ellos abren la puerta y la débil luz del viejo establo ilumina la belleza y
alegría de mi vida, mi dulce T-bird, y está más brillante y limpio que cuando
lo manejaba meses atrás, antes del venado.
Las lágrimas empiezan a correr por mi rostro al ver lo cambiado que está, es
más luce mejor que nunca.
“Chicos, cómo hicieron esto. Está como si fuera un auto totalmente nuevo”.
“Bueno Sr Rayne, nosotros solo le pedimos a las moléculas que regresaran al
lugar donde estaban originalmente, nosotros teníamos las imágenes de lo que
significaba para usted, así que le pedimos que nos mostrara eso”.
“¿A qué se refieren con que ustedes pidieron? Tengo ese extraño sentimiento
de nuevo de que estoy siendo educado en física cuántica cuando apenas estoy
en el jardín de niños”.
“Bien, una de las cosas que hemos aprendido en ‘El Lugar’ es que incluso las
moléculas tienen saber propio y que, cuando solicitas algo de la forma
correcta… creo que lo llamarías así, la vibración correcta…pero no es
realmente todo lo que es, pero en cierto modo lo es, luego las moléculas
pueden cambiar o convertirse en lo que les pidas”.
“Gracias chicos, eso está tan claro para mí como el lodo, pero estoy
realmente agradecido de verlo tan lindo”.
“Señor Rayne, nosotros tenemos un problema. Sus luces no funcionan y ya
no va a rugir más. Nosotros no logramos que hiciera eso para nosotros”.
Recuerdo verlo volcado y entiendo que seguramente hay una buena razón
para esos problemas. Abro el capó y miro la batería, parece en buenas
condiciones hasta que la destapo y descubro que todo el ácido debe haberse
derramado y probablemente significa que el combustible también se ha
vaciado.
Al leer ellos mi mente, los chicos de repente lo entienden, todo el concepto
de cómo trabaja, “Chicos, ¿cómo lo trajeron acá? No he visto un solo camino
que dirija aquí, solo senderos”.
“Bueno, ya sabes cómo aparecemos y desaparecemos. Así es como lo
trajimos acá, no es difícil cuando hay dos de nosotros que lo hacen mejor que
cualquiera”.
“Gracias chicos, necesito conseguirle una batería y algo de gasolina. ¿Dónde
los podría encontrar?”.
“Hay un pueblo pequeño como a treinta millas de acá y tenemos a un amigo
ahí que nos ayudará, pero no tenemos nada de dinero y usted tampoco tiene
mucho, nosotros revisamos su billetera cuando lo encontramos. ¿Le gustaría
ir a verlo ahora?”.
Tan solo pienso mi respuesta y es recibida, ellos tocan mis manos y
aparecemos en las afueras de un pequeño pueblo que aparenta estar
totalmente vacío. Las anchas calles recuerdan a los años veinte, cuando todo
se trataba del espacio y no de la gente. Las fachadas de las tiendas a lo largo
de la calle están en silencio y vacías como vestigios del pasado que han sido
dejados ahí para recordarnos que alguien o algo ha estado ahí antes, y que
también han desaparecido.
Parece ser que hay algunos automóviles parados frente a una gran tienda que
cuenta con estación de servicio y restaurante todo en uno.
Los chicos y yo caminamos hacia la tienda. Se siente extraño estar de vuelta
en la civilización, si puedes llamar a esto civilización, luego de todos los
meses de calma y soledad en los que he estado, y reconozco que lo que llamé
soledad estaba extremadamente lleno de conciencia y presencia a cada
momento, y eso es algo que la civilización no tiene, parece algo vacío y
perdido. ¿Perdido qué?, no estoy seguro, pero definitivamente algo está
perdido. Quizá sea solo el hecho de que el pueblo está desierto. La nieve
apilada a los lados de las aceras no deja duda de que son pocos los que
caminan por estas calles y los conductores de los quitanieves solamente
remueven la nieve de las calles para permitir el paso de los vehículos. Es un
poco extraño que la nieve se vea tan limpia y organizada, no salpicada por la
suciedad del camino. Las calles aledañas con las casas clausuradas y los dos
pies de nieve dan fe que poca gente llega o incluso vive ahí.
Entramos a la tienda y un hombre buen mozo nos recibe sonriente en el
mostrador. “Hola chicos, ¿cómo están? Tú debes ser Jacob”. Yo sé que debo
estar acostumbrado a las cosas extrañas que suceden alrededor de los niños,
pero no me esperaba esto. “Mi nombre es Ryan Boyle y la hermosa dama que
viene saliendo de la parte de atrás es mi esposa Lulah May”. Él se ríe y yo sé
que él está leyendo mis pensamientos, “Oh mi Dios, ellos no pueden ser la
Lulah May y el Ryan de la historia del tío Jed”. Ella sonríe en los leves tonos
musicales que me recuerdan a Tormenta, y estoy totalmente seguro de que
son las mismas personas. Ellos parecen más viejos que el resto del grupo.
“Jacob, ¿quisieras una taza de café?”. Él nos guía al restaurante que forma
parte de la tienda y nos sentamos. Parece ser que nadie más está ahí.
“Sí, Jacob, nosotros nos vemos más viejos porque vivimos acá desde los años
veinte. Está fue una ciudad de gran crecimiento a inicios de los 1900, se
encontraron aquí oro y plata y así fue como el pueblo creció. Ya para los años
treinta se agotaron y todo el mundo empezó a marcharse. Como grupo, nos
dimos cuenta de que sería útil tener alguna conexión con el mundo exterior
para quienes nos buscan y te sorprenderías al ver la cantidad de personas que
vienen aquí en búsqueda de mapas, comida o alojamiento y nosotros nos
aseguramos de que ellos se den cuenta y encuentren realmente lo que están
buscando. “Asumo que necesitas una batería y algo de gasolina. Tu auto ha
escapado de las capacidades de los chicos y ahora necesitan un poco de la
ciencia antigua”.
“Intentemos con tus tarjetas de crédito y veamos qué sucede”.
Extrañamente, presiento que él ya sabe lo que va a pasar y creo que algo no
está bien en mi mundo financiero.
Mientras Ryan busca la batería, yo saco la billetera de mi pantalón, la primera
vez que la saco en meses, me pregunto si saldrán palomillas cuando la abra.
Saco mi tarjeta de crédito y él se la lee a un hombre en la tienda de baterías.
Él no se vislumbra ni levemente extrañado cuando la tarjeta es rechazada.
Saco y le entrego mi tarjeta de débito, sabiendo que tengo al menos cincuenta
mil disponibles, pero igualmente es rechazada. Él le agradece el hombre,
quien termina la llamada telefónica. “Quizá deberías llamar a tu esposa y
preguntar qué ha sucedido”.
Con la pesadez del sentimiento que tuve durante todos mis años de
matrimonio, y con la sensación de fatalidad inminente que floreció en el
horizonte a diario como una tormenta eléctrica que aún no ha apuñalado su
desastre, pero que gruñe constantemente antes de golpear, levanto el teléfono
y marco.
Ella contesta. “Patty, es Jacob”.
“Jacob, estás vivo, he estado tan preocupada y Stevie lloró días por ti y luego
él empezó a decir que lo visitabas cada noche y que pronto regresarías a
llevarlo a un lugar si él aceptaba. Y no puedo creer que estés vivo y por qué
no llamaste, eres muy desconsiderado por los demás”.
“Patty, tuve un accidente automovilístico y no tuve la oportunidad de llamar.
¿Y qué ha pasado con mi tarjeta de crédito y el dinero en mi tarjeta de débito?
¿Por qué no funcionan?”.
“Jacob, no me hables de esa manera, tú sabes cuánto lo detesto, más cuando
tú no llamas por seis semanas y no sabemos nada de ti, yo pensé que te
habían matado o secuestrado o finalmente los extraterrestres te llevaron, jajá.
Por eso, llamé al banco. Tú olvidaste removerme como beneficiaria, entonces
les dije que cancelaran tus tarjetas hasta nuevo aviso y como Stevie era tu
beneficiario y me debías la pensión alimenticia y apoyo para el niño, pues
logré que me entregaran todo. Ya nadie podrá robarte nada porque ya no
tienes nada a tu nombre. Pienso que fue una muy buena idea el cuidar de todo
lo que olvidaste. ¿No lo crees?”.
“Patty, necesito una batería nueva para mi auto, de otra manera no podré
regresar a casa”.
“Bueno, debiste haber pensado en ello antes de dejar de llamar. ¿No te diste
cuenta de cuanto me preocuparía? Pero las buenas noticias son que me di
cuenta cuánto te extraño. Creo que podemos arreglar nuestro matrimonio
porque ya no pienso que no me importa. ¿No es maravilloso?”.
“¿Puedo usar tu tarjeta de crédito para comprar la batería?”.
“Tú sabes, tendría que preguntarle a un abogado antes de dejar que eso
ocurra, si me llamas en algunos días, tendré tiempo de conversar con él y
tener sus recomendaciones ¿está bien?”.
“Bien Patty, hablaremos pronto. Adiós”.
Los rostros de Ryan y Lulah May y las risas desconcertadas y reprimidas,
alivian parte de la ira que siento con tanta fuerza.
Lulah se ríe levemente. “Es bueno saber que hay alguien que realmente se
preocupa por ti ahí afuera”.
Y con eso empiezo a reírme medio histérico, medio relajado y en total
diversión ante la insania a la que medio volví con solo una llamada
telefónica. Ahora entiendo a aquellas miradas antes del fiasco de la tarjeta de
crédito. “Ustedes sabían, bastardos, ustedes sabían”. Las lágrimas, la risa y la
alegría intensa de saber que tengo a Ruth y a los chicos y a todos en ‘El
Lugar’ limpia los años de extrañeza repetida que pensé eran parte de un
matrimonio normal. Ya sé que estoy libre de la ilusión en la que he vivido y
respirado y que era verdadera para mí. Ahora sé que el amor no conquistará
todo y que la belleza no siempre sale a la luz y que el dar 150 por ciento solo
te dará a alguien quien tomará el 200 por ciento y todo tu dinero. El gozo que
siento en cada poro de mi cuerpo y alma me genera un escalofrío de gratitud
por el don que esta pequeña conversación me da dado.
“Ahora, ¿qué hago Ryan?”.
“Jacob, ¿recuerdas la historia de cuando el tío Jed encontró oro de regreso del
este? ¿Te has puesto a pensar cómo lo logró?”.
“Para ser honesto, asumí que él tenía una maquina o herramientas que lo
llevaron donde estaba el oro”.
“Chicos, ¿Llevarían ustedes este frasco con pepitas de oro y a Jacob al arroyo
cerca del punto de Devlin? Muéstrenle cómo pedirle al oro que venga a él”.
Los chicos toman mis manos y de repente estamos junto a un pequeño
arroyo, y yo solo puedo asumir que hemos llegado al ver la gran piedra con
forma de punto. “Chicos, ¿ahora qué?”.
“Bien señor Rayne. Así es cómo se hace. ¿Usted puede sentir nuestras
diferencias cuando cierra sus ojos? Así bien, no hay mayor diferencia. El
grupo supo que usted tendría esta habilidad cuando pudo diferenciarnos con
tanta facilidad y el hecho de que pudiera sentir el número de personas en ‘El
Lugar’ inmediatamente. Entonces lo que queremos que haga es tomar el oro
en una mano y luego en la otra hasta que sienta la diferencia entre con oro y
sin oro. Para ello, tenemos una botella idéntica llena con solo arena. Cierre
sus ojos y nosotros moveremos las botellas de un lado al otro”.
Al moverse las botellas de un lado al otro, de una mano a la otra, de repente
puedo sentir la diferente energía que el oro tiene. “Chicos, ¡lo tengo! Puedo
sentir la diferencia”.
Los chicos caminan hacia la corriente, la nieve que protegía el suelo
desaparece en un círculo de doce pies con el toque de los niños, es como si
desapareciera de sus manos.
“Bien Sr. Rayne, ahora usted tiene que pedir al oro que venga a usted, así
como usted nos llamo la primera noche cuando estuvo herido”.
“Yo no recuerdo que fuera así chicos”. De repente sus pensamientos invaden
mi mente y puedo sentir la intensidad de cómo ellos tuvieron que haber
sentido mis pensamientos en esa noche. Es tan demandante y ordenante, con
una pasión de necesidad adicional, que detesto un poco el darme cuenta de
cómo se escuchó. Los chicos ríen y la vergüenza que sentí desaparece casi de
inmediato.
“Esa es exactamente la energía que usted debe usar para llamar el oro a usted,
señor Rayne, solo pídalo y lo recibirá”.
Me inclino en una forma como de sentadilla sobre la fría tierra que hace
escasos momentos estuvo cubierta por nieve. Al empezar a barrer el piso con
mis manos, siento como si hubiese desarrollado vida propia. Recuerdo la
noche del accidente y la energía de 'necesidad' que me trajo a los chicos y al
desaparecer ellos, siento un tirón en la palma de mi mano, me detengo e
incremento la sensación de ‘necesitar y traccionar’ y la arena bajo mi mano
comienza a tambalearse y a vibrar como si algo vivo estuviera buscando
salida. De repente, el tirón en la mano termina, al mirar abajo, ahí esta una
pequeña pepita de oro bajo mi mano. Empiezo a gritar de alegría justamente
cuando reaparecen los niños. Ellos tienen una caja con ellos, de madera, vieja
y dura para los estándares de cualquiera. Y ellos brincan y me felicitan.
Tengo la impresión de que soy el chico que acaba de aprender a montar en
dos ruedas y ellos son los orgullosos padres que están impactados de que lo
lograra tan fácilmente.
He pasado tres días totalmente fascinado con el ‘necesitar y traccionar’ y
tengo casi toda la caja llena con pequeños trozos y pepitas de oro. Yo me he
divertido más haciendo esto desde el amanecer hasta el anochecer que en
cualquier otro momento de mi vida. Interesante que no parezca serlo, pero es
dinero, pero es mejor jugar con la energía de la forma en que un niño hace un
castillo de arena, sin completar nada, pero solo por la satisfacción que genera
crear algo de la nada y enorgullecerse al alcanzarlo.
Gracias a Dios, los chicos han venido cada noche y Lulah May me ha
ofrecido sopa caliente y una cama confortable. Es un poco extraño que no
haya comido nada durante los últimos tres días más que la sopa, y que no me
sienta somnoliento en la noche, sino alegre. Es extraño que las necesidades
que antes siempre había tenido en mi vida parecen irrelevantes cuando lo que
tengo para ‘comer’ es la energía de la tierra, el frío, el viento y el sol, aunque
esté así de pálido. Y nada me cansa, simplemente estoy agradecido con la
bendición, un don que la tierra ofrece contra pedido.
Cada momento parece como una eternidad y el ‘necesitar y traccionar’
funciona mejor y más fácil cada vez que lo uso. Las pepitas de oro que llegan
a la superficie son fáciles de extraer una vez que identifico que ser la energía
del oro y pedirla crea una especie de campo de fuerza que lo hace adherirse a
mi piel hasta que revierto el flujo y así todo cae en la caja. He estado las
últimas dos horas usando la energía, pero no he sentido ninguna tracción en
ninguna parte, incluso cuando pruebo en la nieve más lejana, no hay ningún
‘llamado’ del oro a mi mano o de mis manos a él.
Los chicos aparecen, como lo hacen cada noche que estoy cansado o
frustrado. Es raro que siempre lo sepan, pero también es maravilloso. Los
teléfonos móviles no tendrían ningún valor aquí y las torres psíquicas no se
bloquean por montañas ni tienen zonas muertas. “Bien señor Rayne,
aparentemente usted ha limpiado esta área. Llevaremos la caja de vuelta al tío
Ryan y regresaremos por usted”.
Ellos desaparecen y me siento en una piedra que se ofrece a sí misma para
que descanse, y el frío entra en mi conciencia y el sol esconde su bello rostro
detrás de las nubles oscurecidas, lo que anuncia nieve, y de pronto me doy
cuenta de que son realmente nubes de nieve y logro sentir la cantidad y
duración de la tormenta, la profundidad de la nieve y todos los elementos
alrededor me hablan. Cada molécula del aire otorga su propia conciencia y
habla un lenguaje que yo ahora poseo como una nueva y mayor conciencia de
la contribución que el mundo es para nosotros, que siempre ha sido y que
solo ha sido entendida por los sabios, las sirenas o los chamanes en el resto
del mundo. Qué grandiosos se sienten el mundo y mi vida. Los chicos
aparecen, tocan mi mano y de nuevo estamos a las afueras del pueblo.
“Por qué tienen que caminar tan lejos chicos? A mí me gusta más cuando me
dejan frente a la estufa”.
“Hay algunos buscadores en la tienda hoy, entonces tenemos que actuar
normalmente y ser civilizados y dijo la tía Lulah May que no mencione lo
que ha estado haciendo. Ella abrió una de las casas en la calle aledaña y
mencionó que poca gente vive en el pueblo, la mayoría durante el verano,
para que no pregunten por el auto o por qué está caminando. Nosotros
estaremos con usted en la casa esta noche, nosotros somos sus sobrinos. ¿Lo
puede recordar?”.
La alegría notoria de los chicos con la farsa me hace reír y les hago saber
telepáticamente que lo entiendo.
“Nosotros no podemos hacer eso que hacemos con el pensamiento esta
noche, eso enloquecería a los nuevos, así que no lo haga, tío Jacob. Y de
ahora en adelante, usted es otro tío. ¿Está bien?”
“Si, chicos. Lo entiendo. Yo creo que lo puedo hacer y haré lo mejor”.
Al entrar a la tienda, Ryan se levanta y se acerca desde la estufa. “Jacob,
entra y caliéntate, el chico del pronóstico del clima dijo que habrá una
tormenta”. Y él guiña. Me imagino que eso significa que yo soy el chico del
pronóstico del clima.
“Ryan, ¿qué es ese olor que creo que huelo? ¿La famosa sopa de Lulah May?
¿Habrá suficiente para mí y para los chicos?
“Yo creo que ha preparado suficiente para un ejército desconocido que
llegará esta noche”. Él se ríe y me dice con su mente que vigile a los
buscadores.
Camino hacia la estufa y hay dos hombres y una mujer en sus treinta. Se ven
un poco cansados y cuidadosos. La mujer es quizá más joven, su pelo largo
rubio está un poco grasoso, como si no hubiese sido lavado por un tiempo.
Uno de los hombres es hippie de pelo largo marrón arenoso, el otro tiene el
cabello color negro con piel oscura como si fuera parcialmente de
descendencia negra con unos asombrosos ojos de un azul que nunca había
visto, y menos de alguien con su origen étnico. Ellos nos miran a los chicos y
a mí cautelosos y siento sus pensamientos. Ellos se sienten extremadamente
extraños, no entienden por qué están ahí y desean obtener algo de drogas y
alcohol para poder tener un mayor sentimiento de confort. Me aproximo y
extiendo la mano al de ojos azules. “Hola, soy Jacob Rayne, y ellos son mis
sobrinos Rob y Roy, ellos solo parecen gemelos”. La broma rompe la tensión
y los tres se relajan un poco. “¿Cómo encontraron este lugar y se detuvieron
aquí?”.
Ojos azules se inclina hacia adelante y sonríe. El alma bella que insinúan los
ojos azules muestra una de las más maravillosas sonrisas que yo haya visto
jamás. Este hombre tendría que haber sido un modelo o actor con tanta
belleza. “Señor Rayne, qué gracioso es usted, soy Alex, y él es Charlie y la
pequeña mujer rubia, es su amor secreto, Blossom”.
“Alex, yo también creo que tú eres gracioso, porque la energía que corre
entre esos dos es tan intensa que no creo que sea un secreto muy guardado”.
Blossom sonríe y la energía de afecto y cuidado entre ella y Charlie se
incrementa por tres, y evidentemente ella está agradecida por ya no ser
necesarios los secretos. Me pregunto qué será lo que está pasándoles a estos
tres.
“¿Les gustaría cenar conmigo y mis sobrinos esta noche? Es algo sencillo,
pero Lulah May es la mejor cocinera en cien millas alrededor, así que no creo
que se lo quieran perder”.
“Señor Rayne, no quisiéramos imponer o interferir con el tiempo de su
familia”, dice Alex, pero yo sé, por lo que está en su cabeza que ese no es el
caso, él no puede creer que un extraño los invite.
“Alex, Charlie, Blossom, los chicos y yo estaríamos honrados de tener su
compañía en la cena, eso sí tendrán que lidiar con Lulah May y Ryan
también, pero les prometemos comportarnos bien y no los vamos a asustar
con historias salvajes de fantasmas y espíritus acechando en el pueblo”.
Su risa fue la respuesta que necesitaba y Lulah May sacó los platos y la
cubertería para una buena comida. El olor del pan en el horno trajo brotes de
vida y así departimos como por una hora hasta que la cena fue servida.
“Ustedes no nos han dicho como terminaron en la zona desierta del
universo”, dijo Ryan.
El silencio prevaleció por demasiados segundos antes de que Alex hablara.
“Nosotros hemos estado discutiendo durante las últimas horas sobre nuestro
viaje. Blossom y Charlie quieren establecerse y tratar de vivir una vida
normal y piensan que todo lo que han hecho los últimos quince años no es
normal y el matrimonio y los hijos resolverían el sentimiento de no
pertenencia que nos ha perseguido a todos desde la adolescencia. Y yo estaba
discutiendo con ellos respecto a que eso no funciona y cómo nada cambia las
manchas de un leopardo, y entonces nosotros permanecimos callados como
por diez minutos antes de ver la señal que dice ‘Necesario, el pueblo que
buscas’, y giramos sin decir nada y nos encontramos acá. Entiendo que suena
extraño, pero se sentía bien, y Charlie, el señor Normal, era quien iba
conduciendo”.
Por la energía que veo alrededor de esta gente, que son todo lo que yo era
antes de llegar acá, mi corazón palpita con el deseo de mostrarles y la
necesidad de estar en silencio. Ryan piensa, “No ahora Jake” y ahora me doy
cuenta de que hace todos esos meses ellos me permitieron tomarme el tiempo
necesario y funcionó, así que evidentemente ellos saben cómo dar a la gente
las pistas que necesita para encontrar su propia conciencia.
Al levantarse Lulah May para limpiar la mesa, ella dice, “Jake, ¿podrías
alojar a Alex esta noche? Solo tenemos una habitación que será buena para
Charlie y Blossom, y tú tienes esa habitación extra en tu casa. Quizá los
chicos puedan ir a encender las chimeneas y así tener el lugar lo
suficientemente caliente para nuestros visitantes del sur”. Ella lo hizo, nadie
había mencionado nada de que ellos fueran del sur de California, ella
solamente lo dijo, de tal forma que ellos se cuestionarían si ellos o su número
de placa lo diría o si algo más había ocurrido. Estoy realmente sorprendido
con eso, me pregunto si podré ser tan astuto cuando sea mi turno. “Lulah
May sí, es una buena idea, Alex y nosotros chicos vamos al piso de solteros.
¿Podemos venir al desayuno en la mañana?”
“Por supuesto Jake, tendremos algo preparado a las ocho”.
“Jake” dijo Ryan, “¿puedo hablar contigo solo por un momento en el pórtico
acerca de lo de tu caja que estabas averiguando?”.
“Claro Ryan”. Nosotros salimos al porche de la entrada, el silencio rugía con
la paz y el espacio de blancura brillante. “Jake, hice un cálculo del valor del
oro que encontraste. Tú tienes un poco menos de doscientos mil en este
momento”.
Me río tan fuerte que juro que la nieve se detiene y escucha la interrupción de
la paz que supone esta risa. “Bueno, creo que es suficiente para poner en
marcha mi vehículo”.
“Yo creo que ahora estás mejor ahora que antes ¿qué piensas Jake? Por
cierto, qué tal si me dejas guardar un poco durante un tiempo para que el IRS
no se entere, ni tampoco tu exesposa. Nosotros lo arreglaremos de tal manera
que nadie más que tú pueda echarle el guante, ¿qué te parece?”.
Interesante, en el pasado me hubiera entrado en un punto de vista paranoide
de que debo tener total control de tanto dinero, pero cuando la Tierra te lo da
con tanta facilidad y abundancia, ya no se ve tan relevante o real de alguna
manera. “Me parece perfecto Ryan, muchas gracias”.
“Será mejor si regresamos ahora y vemos como están las tropas”.
Al regresar Ryan y yo al calor de la tienda, los chicos le cuentan a Alex que,
si se porta bien, ellos le pedirán al tío Jake que le cuente una historia
maravillosa para ir a la cama, algo que le guste y que lo haga feliz. La
conexión mental me dice que la historia que contaran es la mía. ¿Estaré listo
para esto?
CAPÍTULO VEINTICINCO

Media hora más tarde, Alex y yo salimos de la tienda, los chicos se han
adelantado para encender el fuego, como si ellos realmente necesitaran estar
ahí para hacerlo. Al caminar por los dóciles copos de nieve, el crujir de
nuestros zapatos es la única prueba de estar realmente en este planeta Tierra,
Alex respira hondo y suspira, el silencio confirma la falta de paz en la vida y
mente de este gentil hombre.
Al entrar a la casa, los chicos me envían el mensaje de cómo contar mi
historia, no como una biografía, sino posiblemente como la trama de una
novela.
“Alex, los chicos te prometieron una historia, si no te molesta sentarte en la
mecedora en su cuarto mientras cuento la historia, entonces eres bienvenido a
unirte a nosotros, o yo puedo solamente mostrarte tu cuarto y darte un buen
libro para que leas”.
“Jacob, creo que me gustaría escuchar tu historia, mi padre solía contarme
historias de los días luego de los nazis en Alemania y cuán duro fue. Los
cuentos para dormir fueron siempre sobre cosas que debieron haber sido
verdad y algunas veces eran ciertas. Mi padre era de origen alemán y mi
madre era una enfermera. Mi padre nació en EE.UU. en los cincuenta, pero
sus padres querían estar seguros de que nunca nadie olvidara lo que pasó con
los nazis y el sufrimiento de Alemania luego de perder la guerra. La familia
de mi madre era del sur y ellos se mudaron a California para alejarse del
prejuicio que creó el movimiento de los derechos civiles. Yo nací durante sus
días de amor hippie, mi primer nombre es Dylan, pero es tan de la generación
hippie que uso mi segundo nombre, así no tengo que lidiar con el estigma”.
Es curioso cómo este joven me dio todo lo que hubiera preguntado en una
conversación corta. Miro a los chicos y sus sonrisas indican que ellos han
estado jugando con su mente. Les indico mentalmente que es mejor que la
mantengan limpia. Las sonrisas se hacen aún más grandes. No tendré tanta
suerte.
“Bien, Alex la historia de hoy es ideal para una novela o un guion, pero no sé
cómo hacerlo. Los chicos ya conocen el inicio. Chicos, ¿debería continuar
donde quedamos o debería actualizar a Alex?”
“Tío Jake, nos encanta la parte que contaste anoche. Y si la cuentas de nuevo
con un poco más de detalle, así Alex no estará perdido y nosotros la
disfrutamos de nuevo”, dijo Rob.
Yo empecé a contar lo que me había sucedido al inicio. Lo cuento en tercera
persona, como si estuviera parado fuera de mi ser y no realmente involucrado
en las circunstancias. Cuento la historia por una hora aproximadamente y
luego los chicos parecen estar dormidos y sugiero salir del cuarto.
Telepáticamente los chicos me han dicho que es suficiente de la historia para
Alex por esta noche.
“Bien Alex, creo que has de estar un poco cansado, así que puedes ir a la
cama”.
“De hecho, Jake, ¿podríamos hablar por un momento? Tu historia como que
ha revuelto algunas cosas en mí”.
“Claro Alex, ¿sobre qué te gustaría hablar?”.
“Bien, toda mi vida he sentido que debe haber un lugar como el que tú
describes, y yo siempre he sentido que las cosas que llamas ‘poderes’ a falta
de mejor palabra, pueden ser reales. ¿Realmente crees en estas cosas, es así
como creaste esta historia?”.
“Yo definitivamente creo en lo que he descrito y aún más, yo he tenido
algunas experiencias como deja vu y conciencia telepática que sustentan mi
historia. ¿Espero que otros lo crean? No, yo solo he sabido siempre que debe
haber más en este mundo, de lo contrario no tendría sentido seguir viviendo”.
“Jake, así es como me siento. Yo he estado planeando mi muerte durante los
últimos seis meses porque no puedo encontrar algo que me dé un sentido de
gozo y felicidad, y la descripción del personaje principal y de su matrimonio
y la falta de esperanza son tan reales para mí, esa es mi vida. Una de las
razones por las que Charlie y yo discutimos en el camino hacia acá fue
porque él espera que Blossom sea la fuente de felicidad que él nunca ha
podido encontrar, y eso es una carga muy pesada para Blossom y los niños.
¿Cómo alguien que no seas tú puede hacerte feliz?”.
“Alex, te entiendo y concuerdo contigo. La realidad para mí es que he
encontrado todo lo que he buscado por toda mi vida y está aquí si tú
solamente lo pides así”.
“Jake, en ese sentido, creo que la idea de ir a la cama es una buena idea”.
CAPÍTULO VEINTISÉIS

El día siguiente la nieve deja a los buscadores atrapados en la ciudad, cosa


que parece no importarles. Desayunamos y almorzamos, y observo con
asombro como Ryan y Lulah May arrojaban bombas en su universo y
también recuerdo la forma en que los conceptos de ‘El Lugar’ fueron
depositados a mis pies para luego yo recoger las piezas y asimilarlas.
Al llegar la noche, la nieve nos envuelve con su amigable silencio, los chicos
toman a Alex de las manos y lo dirigen por la casa. Me pregunto qué harán
con él energéticamente, porque él comienza a tambalearse como si con una
sola copa de vino y toda el agua bebida se hubiera embriagado. Pobre chico,
él no tiene ni idea. Pero inmediatamente recuerdo ser ese pobre chico, o quizá
fue hace un par de cientos de años.
Al entrar a la casa, los fuegos rugen y la casa está caliente hasta el punto de
que es casi necesario desnudarse. Yo me río al ver a Alex tratando de razonar
lógicamente cómo es esto posible cuando él ha estado sentado con los chicos
y conmigo por las últimas dos horas, pero lo asumió como lógico o ya está
entendiendo lo que me tomó semanas entender. Por supuesto, yo era más
viejo y cínico por naturaleza que Alex.
Los chicos corren a la cama y Alex los sigue, mirando si yo los seguía. Casi
que puedo sentir su mente conectando con la mía, luego él rompe la conexión
y sube las escaleras a la habitación que sellará su destino.
Me encanta cuando todo lo veo de forma dramática y pienso que algo grande
está ocurriendo cuando quizá es solamente un poco de nieve cayendo.
Me siento en la silla y comienzo a describir los momentos cuando me di
cuenta de que he estado acá antes y de que conozco a esta persona que se
llama Ruth y hablo de ella, sobre conocernos el uno al otro y la presencia y el
don del deseo y la posibilidad de darse cuenta de que hay alguien en el
mundo que puede aceptar tu ser y recibirte en tu vida como si siempre
hubiéramos estado juntos. Al terminar esta historia los gemelos pretenden
estar totalmente dormidos, especialmente por las escenas sexuales de las
cuales querían saber al inicio. Miro a Alex para pedirle que salga de la
habitación y veo por varios minutos al hombre que llora en silencio, y sus
lágrimas caen desde su barbilla como cae la lluvia desde las hojas, sin rencor
o necesidad, sino desde algo que es tal vez superior, un sentido de que lo que
es puede llegar a ser.
Salimos de la habitación, una conciencia silenciosa de las necesidades de la
juventud, o eso nos quisimos decir, para justificar el nivel de percepción que
acaba de suceder y que continúa ocurriendo. Las lágrimas siguen cayendo y
Alex no parece avergonzarse, pero parece más aliviado.
“Entonces, ¿qué pasa Alex?”.
“Jake, acabas de describir lo que he estado buscando por los últimos seis años
de mi vida. Ese sueño del que hablaste, bueno por cada noche durante los
últimos seis años yo he estado buscando en mis sueños a esa chica llamada
Jessie, quien siempre me invita a su casa, como si no entendiera bien, dónde
está la casa; y yo busco ese cabello negro y esos ojos azules que hacen ver a
los míos sin vida y deslucidos al compararlos, y siento las piscinas y las
sensaciones, así me levanto cada mañana esperando estar en algún otro lugar
donde ella esté y siempre quiero regresar a dormir para volverlo a hacer de
nuevo. Seis años de sueños húmedos sin ninguna realidad. El solo saber que
alguien más tiene ese punto de vista es lo mejor que he escuchado en años, y
me siento validado de alguna forma que no tiene sentido para mí en lo
absoluto. Pero quiero que sepas que estas dos noches y la historia que has
creado es como escuchar sobre lo que sé que existe que ninguna otra persona
ha confirmado como algo posible o incluso vagamente verdadero como una
posibilidad. Yo espero que me permita darle mi infinita gratitud por la paz
que da el conocer a alguien que tiene la voluntad de creer en lo que para mí
es real que quizá pueda ser real. Gracias”.
Con eso, él se va a la cama y empiezo a pensar que algo muy importante ha
sucedido esta noche y que este hombre se estará uniendo a nuestro grupo en
un corto periodo. Me pregunto cómo se sentirán los otros, y de repente siento
como los sesenta y siete lo reciben, y me informan que mañana cambiará su
vida y la mía.
CAPÍTULO VEINTISIETE

En la mañana ya la nieve ha dejado de caer. El silencio y la calma son


profundamente confortables. Me visto para el frío del día que se aproxima. Es
un poco extraño que ahora me preparo para todo lo que va a suceder cada día
al caminar. Cuando funcionas desde la conciencia de todo lo que te rodea en
cada momento no hay accidentes y al mismo tiempo la misma plenitud de
cada momento y cada día es también la continuación de alegría expansiva de
exploración. Miro por la ventana y la calle principal parece arada, pero sin
escuchar ninguna máquina y conociendo de las capacidades del grupo, me
doy cuenta de que de alguna forma ellos invitaron a la nieve a apartarse, así
como yo invité al oro a visitar.
De repente los niños están a mi lado, me toman la mano y de pronto estamos
cerca de las afueras de la ciudad. Ahí está mi bello T-bird y una chica guapa
de cabello negro y ojos azules sentada en el asiento del pasajero del auto en
marcha. Al acercarme al lado del conductor el auto ruge como un tigre, su
tanque que tanto amo, el calor que emana del auto con un nivel de intensidad
que nunca había tenido antes. La chica extiende su mano y dice “Hola Jake,
soy Jessica”.
¡Mierda! Ahora entiendo lo que los sesenta y siete querían decir cuando ellos
decían que todo cambiaría hoy para Alex. Dios sabe, yo acabo de cambiar.
Me entero de que esta bella chica parece a Norma Lea, y ella al leer mi mente
se ríe, sonrisa que es exactamente como la de su madre. Me siento
inmensamente alegre, al sentir la vida que Alex está pronto a tener.
Los chicos desaparecen y siento que van a despertar a Alex y lo dirigen hacia
las ventanas para revisar el exterior. Yo he mencionado el auto en mi
‘historia’ así al conducir rumbo a la casa, la nieve desaparece a lo largo de la
calle donde ‘yo vivo’. Conducimos al frente de la casa, la puerta se abre y
Alex se apresura a salir de la casa, con sus pies desnudos y en ropa interior, el
frío no era impedimento en su mundo al correr hacia el auto, y Jessie se
levanta y lo abraza con un cuidado tan íntimo y alegre que quiero voltear y no
mirar pero no puedo, y sé que no hay forma para no saber cómo se sienten y
sus pensamientos son compartidos con un nivel de presencia que me toma
meses de alcanzar. Él la saca del auto, y, junto a ellos, los chicos y yo
entramos a la casa que será su refugio por los próximos meses.
“Bueno chicos, ¿ustedes creen que todo estará bien con ellos por ahora y que
los volveremos a ver?”.
Las risillas que hicieron y el brillo en sus ojos son una afirmación que ellos
están viendo y escuchando cosas que yo no puedo.
Volvemos al auto y conduzco a los chicos a la tienda, el placer en su mundo
me da la misma euforia que sentí el día que me entregaron mi auto. Ryan and
Lulah May están ahí con Blossom y Charlie, de pie en el recibidor, viendo
parte del intercambio. Sus pensamientos son como leer un libro con letras
gigantes y ellos ambos han visto a la chica, Jessie, y aparentemente Alex se
las ha mencionado mucho y con gran detalle, así que ya ellos saben lo que ha
sucedido. Ryan me dice que ellos han dado los detalles de sus necesidades y
han hablado toda la noche sobre ‘El Lugar’ y ellos, también, saben que lo que
es realmente verdadero y posible y dejaran las necesidades de lo normal por
el don que ellos pueden ser ahora. Mi mundo se siente como que se
expandiera un 300 por ciento como resultado de la adhesión de estos tres a
esta banda de gente que habita ‘El Lugar’.
Mi consciencia ha crecido de una forma extraña que no puedo describir y, de
pronto, puedo escuchar a mi hijo llorando y la ira que su madre le dirige, que
no tiene nada que ver con él, y me doy cuenta de que debo partir ahora y
volver a él para que pueda vivir y sobrevivir.
Los pensamientos de Ruth me llenan con la invitación de volver a ella. Deseo
tan poco irme y, sin embargo, sé que debo hacerlo. No hay sensación de
rechazo, culpa o equivocación al respecto, es lo que es lo que es para mí. Ella
es su increíble amabilidad y regalo para mí, para ella y para el grupo, así
como para ‘El Lugar’.
Odio el hecho de saber que me tengo que ir, pero sé que debo, para mí al
menos, la obligación cuando tienes hijos requiere una constancia de
contribución sin fin y sin rencor. Yo empiezo a rezar por que su madre de
alguna manera me dejara tenerlo y el horror de lo que tengo que hacer o decir
que podría hacerla cambiar es como fuego que muere desde el fondo cuando
la inundación llega a la casa desde abajo. Simplemente comienza a
desvanecerse y morir sin la esperanza de que el viento, la madera o el papel
lo mantengan vivo. De repente de cada miembro de ‘El Lugar’ incluyendo los
recién llegados, siento el apoyo de las posibilidades que destrozan la
disposición a fallar en favor del saber que todas las cosas pueden ser
cambiadas si estás dispuesto a vivir de la alegría que la tierra y el universo te
entregan y sin importar lo que pase, habrá algo que te guiará hacia algo que
es más grande de lo que nuestra experiencia puede reclamar como verdad a
favor del universo, que nos otorga lo que le pedimos si tenemos el coraje de
hacerlo.
Parqueo el auto en el cobertizo a lado de la tienda que solía ser un garaje para
mecánicos y entro con los chicos a la tienda.
Ryan and Lulah May sonríen, con esas mismas molestas sonrisas que dicen
que lo tienen todo, y me envían la información que tengo que despedirme de
Ruth ahora. Los chicos toman mi mano y aparecemos en ‘El Lugar’. Todo el
clan está ahí, todos enviando la paz del cuidado y la conciencia que ellos,
también, siempre saben lo que hay que hacer cuando lo tienen que hacer.
Ruth toma mi mano y empezamos a caminar hacia las piscinas, y los
pensamientos que pasan entre nosotros son más rápidos, completos y
generosos en sus posibilidades de lo que alguna vez supe que fuese posible.
Yo sé que debo extrañar este tipo de momentos y al mismo tiempo, me entero
de que no es realmente posible. La verdad es que este tipo de conexión
trasciende todo el tiempo y el espacio, y los dones a aquellos que reciben con
total facilidad cuando sea que ellos han necesitado. Es como una ‘necesidad y
tracción’ psíquica para el alma.
CAPÍTULO VEINTIOCHO

Nosotros pasamos el día caminando en el bosque, disfrutando del sol y del


aire fresco de invierno, y ahora hemos regresado a mi pequeña cabaña. El
fuego ruge y la cama está preparada para nosotros. Yo sé y ella sabe que esta
será nuestra última noche que posiblemente pasaremos junto, ¡oh, Dios!,
¿Podría durar por siempre?
Ella se acuesta en la cama, se retira la ropa de su cuerpo con las manos
invisibles de mi solicitud. Mis ropas caen al piso y salgo de ellas ante su
solicitud. Me siento en la cama a su lado y deseando llenarme con cada una
de las fibras de su ser, yo comienzo a poner mis manos sobre su cuerpo y
toco la energía que es ella. El intenso deseo de tenerla en mí, no solo en
cuerpo, deja un dolor que no puedo explicar. Cerca de una pulgada sobre su
cuerpo, empiezo a tocar y acariciar su energía y la oscuridad de la habitación
cambia a medida que el arco eléctrico de pequeños rayos se lanza de su
cuerpo a mi mano y la electricidad excita la electricidad de mi cuerpo con el
anhelo de poseer esa dulce chispa de vida de mí y mi cuerpo.
Las chispas eléctricas que se proyectan en la oscuridad dejan un matiz azul de
aire a nuestro alrededor, ambos sentimos el deseo de unir nuestros cuerpos y
tener nuevamente esa comunión de orgasmo total que es mayor que el cuerpo
y que la tierra. Yo continúo acariciando todo su cuerpo y el relámpago se
vuelve cada vez mayor y nuestros cuerpos empiezan a vibrar con un ritmo
propio. La demanda y la necesidad de juntar nuestros cuerpos crece y elimina
los momentos que permanecen y se expanden. Pequeños orgasmos mueven
su cuerpo conforme ‘la necesidad y tracción’ hace surgir ondas más fuertes
de electricidad de su cuerpo al mío. Nosotros hemos estado así por cerca de
una hora y la electricidad nos da cada vez más y más conexión entre los dos
como si no fuéramos nada aparte de la acumulación de miles de fusiones
atómicas que se juntan para expandir nuestras energías y nuestro cuerpo.
Finalmente, ninguno de nosotros puede esperar más, me levanto sobre su
cuerpo y, conforme empiezo a bajar sobre su suculento espaciamiento que
aún no he tocado, un rayo brota de todo mi cuerpo y acaricia su cuerpo como
una tormenta de fuego que se desata de un extremo al otro y yo entro en ella
y exploto con un orgasmo que nos lleva a ambos al otro extremo del universo
y de nuevo gritamos en sincronía con los lobos y los coyotes, las aves de la
noche y con todos los seres vivos, rocas, árboles y copos de nieve del mundo.
CAPÍTULO VEINTINUEVE

Al amanecer los niños llegan y me llevan junto a Ruth a la tienda donde está
mi auto. Subimos las escaleras, mi corazón tanto lleno como devastado con la
nostalgia por lo que tengo que dejar, y el cariño que ella se lleva el anhelo
para que se multiplique por diez.
Ryan se aproxima con un paquete. “Aquí hay veinte mil del dinero que
tienes, no te preocupes, no puedes ser robado cuando eres consciente y
puedes escuchar los pensamientos de todos. Nos veremos más pronto de lo
que crees y ‘El Lugar’ te llamará cuando sea el momento de regresar. Hay un
poco de comida aquí también, la cual Lulah May piensa que te hará feliz. No
te preocupes mi amigo, tú sabes sobre ‘necesitar y traccionar’ y eso siempre
vendrá a rescatarte”. Las sonrisas lascivas en las caras del grupo hacen que
mi alma sonría. Es tan extraño saber que no hay secretos o momentos
secretos de esta gente maravillosa.
Alex y Jessie entran a la tienda. Veo que ellos también disfrutaron mis
momentos de la noche anterior.
“Jake, gracias por las enseñanzas de anoche. Tu cuento de cama, sí, entiendo
que fue un montaje, fue de ayuda para moverse a la diversión de anoche.
Aparentemente, no somos los únicos que fuimos lo suficientemente
afortunados para disfrutar de la noche de anoche”.
La risa del grupo tranquiliza, como cuando tienes amigos que disfrutan un
chiste obsceno, pero esto es aún mejor.
Yo sé que es hora de irme. Me voy sin decir adiós, ya que no hay final
cuando tienes este tipo de conexión y camino al auto. Enciende con la belleza
de ser nuevo y la puerta cierra suavemente. Salgo del garaje y me dirijo
camino abajo rumbo a donde no pertenezco, lejos de todo lo que me ha dado
a mí.
Conforme paso por la tienda y todo el grupo mueve sus manos, no como una
despedida ni como un adiós, sino como con el sentido que todo será aún
mejor. Ruth no llora, solamente esa dulce y serena alegría que nutre mi alma
desde la primera vez que la conocí.
Al conducir a través de la suavidad de la nieve fresca, miro como las agujas
de los pinos tamizan los fragmentos de belleza helada sobre las corrientes,
siento el regalo de Ruth y de los demás de ‘El Lugar’ que me conecta con
todo en lo que he convertido y todo lo que soy que siempre había extrañado
antes de venir aquí. Sé que nunca lo olvidaré y lo veré como el momento que
me encontré a mí y a las posibilidades de todo en el mundo que es parte de mi
vida de ahora en adelante. “Adiós, dulce gente, gracias por todos los regalos
que me han dado. El regalo de ustedes y de lo que es realmente posible en la
vida y más que eso el regalo de mí”.
CAPÍTULO TREINTA

Ruth, está parada en la entrada cuando Jacob se marcha, dibuja una sonrisa
sobre su rostro al sentir su adiós. Su mano descansa sobre su vientre el cual
acaricia. “Gracias Jacob, por el don de tu ser que me has otorgado. Espero
que conozcas a tu nuevo hijo algún día, por ahora él es mío y lo llamaré
Trueno”.
Ella ríe y los demás, al oírla, ríen con ella. El secreto, solo para ellos, solo por
diversión y no le contaremos a nadie.
El fin, por ahora…

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