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El mundo de

entreguerras
Francesc Veiga Rodríguez
P09/74529/00362
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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 7

1. El mundo después de la Primera Guerra Mundial: los


tratados de paz................................................................................... 9
1.1. Consecuencias sobre el territorio y las nacionalidades ............... 10
1.1.1. La reorganización territorial .......................................... 10
1.1.2. Graves cuestiones pendientes ........................................ 12
1.2. La Sociedad de Naciones ............................................................. 13

2. Los años veinte................................................................................... 16


2.1. La oleada revolucionaria (1918-1920) ........................................ 17
2.2. La aparición de la sociedad de masas ......................................... 18
2.3. Mujeres y jóvenes ....................................................................... 20

3. EE.UU.: del boom económico al Crack y el New Deal


(1919-1941)........................................................................................... 23
3.1. Periodo álgido norteamericano ................................................... 23
3.1.1. El aislacionismo ............................................................. 23
3.1.2. La era republicana (1920-1932) ..................................... 24
3.1.3. El impacto de la prosperidad ......................................... 25
3.1.4. El patriotismo conservador ............................................ 26
3.2. La Gran Depresión ...................................................................... 28
3.2.1. El camino hacia el Crack................................................ 28
3.2.2. El hundimiento de Wall Street ...................................... 30
3.2.3. Las consecuencias del Crack........................................... 31
3.2.4. El paro de los intercambios ........................................... 33
3.3. El New Deal................................................................................... 34
3.3.1. La aplicación del New Deal............................................. 34
3.3.2. Consecuencias del New Deal........................................... 36

4. Nuevos y viejos nacionalismos........................................................ 38


4.1. Italia y la aparición del fascismo ................................................ 39
4.1.1. La crisis de la posguerra (1919-1921) ............................ 39
4.1.2. El fascismo a la conquista del poder (1922-1925) ......... 40
4.1.3. El Estado fascista (1926-1939) ....................................... 41
4.2. Alemania: la República de Weimar y el nacionalsocialismo
(1919-1939) ................................................................................. 42
4.2.1. Las insurrecciones de los años veinte ............................ 43
4.2.2. La espectacular inflación de 1923 ................................. 44
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4.2.3. El Partido Nacionalsocialista (1919-1931) ..................... 46


4.2.4. El triunfo de Hitler (1932-1933) .................................... 48

5. El Estado soviético............................................................................. 50
5.1. La construcción de la URSS ........................................................ 50
5.2. La industrialización acelerada ..................................................... 51

6. Viejo y nuevo orden colonial.......................................................... 54


6.1. Factores de cambio ...................................................................... 57
6.2. Influencia soviética y de los estados totalitarios en los
imperios coloniales ..................................................................... 58
6.3. Desconcierto en el mundo islámico ........................................... 61

Resumen....................................................................................................... 63

Actividades.................................................................................................. 65

Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 65

Solucionario................................................................................................ 66

Glosario........................................................................................................ 67

Bibliografía................................................................................................. 69
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Introducción

El periodo de entreguerras es uno de los más densos en acontecimientos y


consecuencias trascendentales de todo el siglo XX, y por este motivo en este
módulo se ha hecho un esfuerzo especial para sintetizar la enorme disparidad
y complejidad de los fenómenos que transcurrieron en sólo veinte años.

Este periodo puede contemplarse de distintas maneras. Una de éstas, particu-


larmente atractiva, es la que lo presenta como puerta de entrada propiamente
dicha al siglo XX, considerando que el tramo que va de 1900 a 1914 es una
continuidad del ochocientos. En efecto, dentro de esta enorme puerta de acce-
so al siglo se encuentran las raíces directas de muchas problemáticas del mun-
do actual que, a su vez, tuvieron su origen en el enorme trauma que supuso
la Primera Guerra Mundial.

La reconstrucción política de la Europa central y oriental surgida de la Primera


Guerra Mundial estuvo vigente hasta 1991. El primer gran modelo de estado
socialista ha proyectado su protagonismo a lo largo de todo el siglo. El fascis-
mo, que apareció como un fenómeno político totalmente nuevo en los años
veinte, hoy vuelve a renacer con fuerza.

El modelo de estado liberal y el capitalismo en su conjunto fueron cuestiona-


dos seriamente por primera vez en aquellos años a causa de la fuerza de la peor
catástrofe económica ocurrida hasta entonces; su impacto emocional fue tan
grande que hoy día se vuelve a mencionar el "martes negro" cada vez que las
bolsas financieras caen más de la cuenta.

Sin embargo, sobre todo, se debe reconocer el efecto revolucionario que tu-
vieron las transformaciones sociales que supuso la posguerra de 1918 en este
periodo:

1) Se abrió la era de la pequeña burguesía.

2) Desapareció la tendencia a la fusión de las viejas aristocracias y las nuevas


clases medias altas.

3) La mujer adquirió un protagonismo nuevo e irreversible.

Sin embargo, además, y junto con el tradicional enfoque eurocéntrico, en este


módulo se ha concedido una cierta atención al denominado Tercer Mundo,
que entonces empezaba a convulsionarse y daba muestras de la importancia
que adquiriría después de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegara la des-
colonización. El impacto que tuvo en el mundo musulmán la desaparición
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del Imperio Otomano –el último imperio islámico de la historia– no debe ser
menospreciado a la hora de entender, aunque sólo sea en parte, la evolución
de los actuales fundamentalismos.
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Objetivos

Vista la importancia del periodo de entreguerras para la comprensión del mun-


do actual, es necesario que el alumno alcance los objetivos siguientes:

1. Saber cuáles son los temas propuestos como fundamentales para este pe-
riodo.

2. Saberlos estructurar a partir de los ejes fundamentales siguientes:


• Años veinte y treinta.
• Consecuencias de la Gran Guerra y de la Gran Depresión.

3. Analizar los cambios políticos y sociales derivados de la Primera Guerra


Mundial en toda Europa y en las posesiones coloniales de los imperios
europeos.

4. Comprender las causas de la gran crisis económica de los años treinta, así
como sus consecuencias.

5. Describir las alternativas politicoeconómicas al Estado liberal que cuajan


en los años treinta, y cómo se construyen en las potencias de referencia.
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1. El mundo después de la Primera Guerra Mundial:


los tratados de paz

El gran intento de arbitraje internacional de las nuevas problemáticas nacio-


nalistas surgido a partir de la Gran Guerra se inauguró en París el 18 de enero
de 1919. La Conferencia�de�Paz�de�París�constituyó la mayor reunión diplo-
mática internacional reunida desde 1815. Más de mil delegados representaban
a 27 naciones. En cambio, los vencidos no podían discutir ni modificar las
modalidades de la paz, sino tan sólo aceptar las exigencias impuestas por los
vencedores. De hecho, las condiciones eran aún más restrictivas.

Las negociaciones fundamentales se reservaron a diez representantes –jefes


de gobierno y ministros de asuntos exteriores– de cinco grandes potencias:
EE.UU., Francia, Reino Unido, Italia y Japón. A partir del mes de marzo, que-
daron reducidos a cuatro: Wilson por EE.UU., Lloyd George por Gran Bretaña,
Clemenceau por Francia, y Orlando por Italia, aunque este último sólo podía
intervenir en los asuntos que afectaran directamente a su país.

En la práctica, las responsabilidades de los tratados de paz recayeron en los


gobiernos norteamericano,� inglés� y� francés.�Sin embargo, los intereses de
los tres grandes eran diferentes y, en algunas ocasiones, contrapuestos. Francia
intentó garantizar su seguridad frente a Alemania, a la cual imponía unas re-
paraciones de guerra desorbitadas. Inglaterra, una vez asegurados sus intereses
coloniales, defendía la continuidad de una Alemania lo bastante fuerte para
contrarrestar la influencia de Francia en el continente y evitar la tentación de
una alianza con la Rusia soviética. EE.UU., que durante la guerra había visto
consolidada su situación como primera potencia económica mundial, defen-
dió "el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos", recogido en los catorce
puntos del ideario wilsoniano.
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El programa de Wilson

1) Discusión y conclusión pública de los tratados de paz, con exclusión de las cláusulas
secretas y de los acuerdos particulares entre dos países.

2) Libertad absoluta de navegación por todos los mares.

3) Desaparición de las barreras aduaneras internacionales.

4) Reducción de armamentos.

5) Solución imparcial a los problemas coloniales, teniendo en cuenta los intereses de los
nativos.

6) Evacuación de todo el territorio ruso con el fin de garantizar con plena independencia,
y con la cooperación de todas las naciones del mundo, el desarrollo político y la organi-
zación nacional de todos los rusos.

7) Independencia de Bélgica.
Thomas Woodrow Wilson (1858-1924)
8) Alsacia y Lorena, francesas.

9) Determinación de las fronteras de Italia según el principio de nacionalidad (según la


lengua hablada).

10) Autonomía de los pueblos de Austria-Hungría.

11) Rumanía, Serbia y Montenegro, libres. Libre acceso al mar para Serbia.

12) Libertad para los pueblos dominados por Turquía. Libertad de navegación por los
estrechos.

13) Polonia, independiente y con salida al mar.

14) Creación de una Sociedad de Naciones que garantice la soberanía territorial y política
a todos los estados, grandes o pequeños.

1.1. Consecuencias sobre el territorio y las nacionalidades

El mapa de Europa quedó modificado sustancialmente después de la Primera


Guerra Mundial.

Los acuerdos a los que se llegó en Versalles supusieron la reorganización de


una buena parte de la Europa central.

1.1.1. La reorganización territorial

Los resultados de la contraposición de intereses entre las potencias quedaron


reflejados en la aparición de nuevos�países y en la modificación�de�los�im-
perios�coloniales.
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Estados surgidos después de la Primera Guerra Mundial

Polonia recuperó su independencia, perdida en el siglo XVIII, y se construyó


con territorios que anteriormente pertenecían al Imperio austrohúngaro, al
ruso y a Alemania. La salida al mar, que unía a Polonia a la ciudad de Dantzig,
de población alemana pero bajo la soberanía de la Sociedad de Naciones, di-
vidía en dos partes separadas el Estado alemán.

Checoslovaquia reunió a una mayoría checa –Bohemia y Moravia–, eslova-


cos, alemanes, polacos, húngaros y ucranianos, y mostró así la imposibilidad
de hacer coincidir las fronteras políticas con las unidades lingüísticas y nacio-
nales.

Yugoslavia, formada por la unión de serbios y croatas, se articuló en torno a


unbloque territorial que coincidía con la antigua Serbia.

Los cuatro países bálticos –Estonia,�Letonia,�Lituania�y�Finlandia– confir-


maron su independencia con respecto al Tratado de Versalles, aun ratificando
de esta manera la Paz de Brest-Litovsk de 1918 entre Alemania y la Unión So-
viética.
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Con respecto a los sucesores del Imperio�Otomano, Turquía quedó reducida


a la Anatolia interior, con la exclusión de Esmirna y las provincias armenias,
que recuperó en 1924. También aparecieron seis estados nuevos en Oriente
Medio, antiguo hinterland de los turcos: Siria y el Líbano –bajo tutela france-
sa–, y Arabia, Iraq, Palestina y Transjordania –bajo tutela británica. De esta
manera, se frustraba una doble y contradictoria esperanza: la de la patria judía
y la del gran reino árabe, que deberían haber nacido en los años veinte de
los compromisos que los británicos habían adquirido secretamente durante la
guerra con unos y otros.

El�Imperio�Austrohúngaro perdió sus provincias eslavas, italianas y rumanas,


y Austria y Hungría quedaron reducidas a potencias de tercer orden.

Además de Alsacia y Lorena, incorporadas a Francia, Alemania tuvo que ceder


otros territorios a Bélgica, Dinamarca y Polonia. En conjunto, perdió un 15%
de su territorio y a un 10% de la población.

1.1.2. Graves cuestiones pendientes

El resultado de estas remodelaciones territoriales tenía que haber resuelto el


problema de las nacionalidades. Sin embargo, en la práctica sólo se llegó a
una solución parcial de la cuestión.

Antes de 1914, en Europa, en torno a 60 millones de personas se encontraban


bajo dominio extranjero. Esta cifra fue reducida a menos de la mitad por los
tratados de paz. Los plebiscitos eran el instrumento previsto para decidir el
destino de las minorías que las nuevas fronteras habían situado en estados
ajenos a su cultura, a su lengua, a su historia. En esta situación quedaban 3
millones de alemanes en Checoslovaquia, y casi 2 millones y medio de hún-
garos estaban bajo dominio rumano, yugoslavo y checo.

Ahora bien, las mayores extorsiones del principio de los derechos nacionales
radicaban en la prohibición del Anschluss –la unificación de Austria y Alema-
nia, deseada por la mayoría de los austriacos–, y en el mantenimiento de los
imperios coloniales inglés y francés, aumentados con el reparto de los despojos
del Imperio alemán extraeuropeo, de los cuales Japón recibió algunas migajas.

El Tratado de Versalles

El 29 de junio de 1919, las potencias vencedoras y Alemania se reunieron en Versalles


para firmar las cláusulas concedidas en la Conferencia de Paz de París. La firma del tra-
tado supuso la reestructuración del mapa de Europa y una dura carga económica para
Alemania, que tuvo que afrontar las reparaciones de guerra.

Por otra parte, el artículo 231 del Tratado de Versalles proclamaba la respon-
sabilidad exclusiva de Alemania y sus aliados en el estallido de la guerra.
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Por lo tanto, éstos tenían que afrontar una doble exigencia: sanciones militares
y reparaciones económicas en concepto de los perjuicios causados durante la
guerra.

Las primeras reducían el ejército alemán a un contingente de 100.000 volun-


tarios –se excluía el servicio militar obligatorio–, encuadrados por poco más
de 4.000 oficiales.

El carácter defensivo de este pequeño ejército comportaba la prohibición de


poseer material pesado, tanques y aviones. La flota, que había sido requisa-
da por los aliados, no podía fletar naves de gran tonelaje, y los submarinos
estaban especialmente prohibidos. La orilla izquierda del Rin y una franja de
50 km en la banda este del río, la región de Renania, eran declaradas zonas
desmilitarizadas.

Las sanciones económicas y financieras se añadieron, para Alemania, a la pér-


dida de 90.000 km2 y de bienes que radicaban allí. Comportaron la pérdida
inmediata de todos los capitales alemanes en el extranjero, de las patentes in-
dustriales, de una parte significativa de la flota mercante y de otros medios
de transporte. Sin embargo, el bocado más sustancioso de las reparaciones de
guerra quedó aplazado hasta más adelante. En 1921 se fijó en 132.000 millo-
nes de marcos de oro, cantidad que correspondía al 65% de las exportaciones
alemanas durante treinta años, tomando como base las exportaciones de 1913.

Winston Churchill mismo reconocería que "las cláusulas económicas


del tratado eran malignas y absurdas hasta un punto que las convertía
en inútiles", lo cual era producto del resentimiento de los vencedores,
y no tenía nada que ver con realidades prácticas. Ni Alemania ni nin-
gún otro país derrotado podían pagar los destrozos causados por una
guerra moderna y, en caso de que hubiera sido posible, habría afectado
negativamente incluso a las economías de los países vencedores. En es-
tos países, la presión de las masas que habían intervenido en la guerra,
añadida a la demagogia de los dirigentes políticos, pusieron, ya desde
1919, la primera piedra del camino hacia la Segunda Guerra Mundial.

1.2. La Sociedad de Naciones

La pieza maestra que tenía que organizar las relaciones internacionales a partir
de 1919 fue la Sociedad de Naciones (SDN).

Ideada como un pacto, la Sociedad de Naciones proponía los siguientes ins-


trumentos para conseguir sus objetivos:
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La Asamblea de la SDN

Estaba formada por los representantes de todos los países integrados en la organización.
Tenía la sede en Ginebra; se reunía con una periodicidad anual y tomaba acuerdos que,
con carácter de resolución o recomendación, votaban todos sus miembros.

1) La diplomacia�abierta, bajo control parlamentario y, por lo tanto, sometida


a la opinión pública, tenía que sustituir los acuerdos secretos entre gobiernos,
a los cuales se hacía responsables de la Gran Guerra.

2) La concertación, el arbitraje y el pacto debían ser los únicos recursos pa-


raresolver los conflictos internacionales; se excluía el uso de la fuerza.

3) Un programa de reducción�de�armamentos –del cual las sanciones milita-


res a lospaíses vencidos era sólo el primer capítulo– tenía que poner fin a la
capacidad agresiva de todos los ejércitos.

4) La seguridad�colectiva debía quedar protegida por la solidaridad interna-


cional contra cualquier agresión cometida por cualquier país.

El Consejo de la SDN

Se componía de cuatro miembros permanentes, los representantes de Francia, Gran Bre-


taña, Italia y Japón, y de cuatro representantes no permanentes, que más adelante fueron
elevados a nueve, elegidos por la Asamblea. Tenía poder ejecutivo y debía decidir, en ca-
sos de conflicto, las responsabilidades y sanciones pertinentes contra los países agresores.

Los primeros miembros de la SDN fueron los países vencedores de la guerra,


más trece estados neutrales que se añadieron al pacto funcional. Las naciones
vencidas quedaron excluidas. No obstante, poco después de ser creada, la SDN
recibió un buen revés al negarse el Congreso norteamericano a ratificar el Tra-
tado de Versalles, lo cual impidió la adhesión de EE.UU. Más adelante, con la
admisión de nuevos países y la aceptación de los vencidos y de la URSS, cer-
ca de cincuenta estados llegaron a ser miembros. Sus organismos principales
fueron la Asamblea, el Consejo y el Secretariado.

El secretariado de la SDN
A pesar de algunos éxitos parciales, las esperanzas puestas en la SDN se
vieron frustradas. Su incapacidad para solucionar los grandes conflictos Estaba constituido por los fun-
cionarios de origen multinacio-
internacionales y el catastrófico desenlace que supuso el estallido de la nal, que preparaban la infor-
mación y documentación para
Segunda Guerra Mundial cuestionaron seriamente su razón de ser. el Consejo y la Asamblea.

El fracaso de la Sociedad de Naciones puede explicarse por la coincidencia de


distintos factores:

1) La ausencia inicial de algunos de los países más importantes y el hecho de


que EE.UU., Alemania y la URSS nunca llegaron a ser miembros de la Sociedad
de manera simultánea.
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2) El intento de organizar las relaciones internacionales de acuerdo con un sis-


tema democrático coincidió con la crisis interna de las democracias occiden-
tales, el apogeo de los totalitarismos y la exacerbación de los nacionalismos.

3)�La�escasa�operatividad�del Consejo, que tenía que tomar las decisiones por


unanimidad, lo cual suponía un derecho de veto para las grandes potencias.

4) La eficacia� muy� limitada de los medios que podía utilizar la SDN para
hacer valer sus decisiones. Recomendaciones, condenas morales y sanciones
económicas se revelaron como recursos insuficientes para evitar o poner re-
medio a las agresiones de las naciones con plena capacidad soberana.
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2. Los años veinte

La derrota de los imperios centrales y la revolución soviética comportaron la


apertura de un periodo de esperanza para los destinos de la humanidad. La
Gran Guerra tenía que ser la última guerra, y el sacrificio de Europa, que había
perdido la hegemonía mundial, debía garantizar una era de paz.

En el futuro, los estados democráticos tenían que superar las diferencias en el Lectura recomendada
marco de instituciones internacionales sin abandonar nunca más los límites
Podéis obtener una buena vi-
de la diplomacia. El derecho de los pueblos a establecer estados nacionales te- sión del periodo de entregue-
nía que cumplirse en una doble dirección: en Europa, los pueblos sometidos rras en: M.�Kitchen (1992).
El período de entreguerras en
a las monarquías vencidas obtendrían de manera inmediata la liberación na- Europa. Madrid: Alianza.
cional, que cristalizaría en la aparición de nuevos regímenes democráticos; el
continente se convertiría así en un "panteón de la democracia". En el mundo
colonial, la independencia debía producirse a lo largo de un periodo más ex-
tenso bajo la tutela de la Sociedad de Naciones.

En la práctica, sin embargo, todo el periodo de entreguerras fue tempes-


tuoso y nunca más pudo desvincularse de las consecuencias profunda-
mente traumáticas de una Gran Guerra que no sólo no resolvió ningún
problema preexistente, sino que generó otros nuevos y trascendentales.

Se puede hacer la periodización en tres fases:

1) De 1919 a 1924, las dificultades para superar las consecuencias de la gue-


rra crearon una situación inestable, salpicada de tensiones internacionales y
conflictos sociales.

2) De 1924 a 1929, la distensión internacional, que fue acompañada de un


crecimiento económico generalizado, aún no exento de amenazas y desequi-
librios, permite calificar esta etapa como la más positiva del periodo.

3) La crisis de 1929 abre la última fase, que desemboca en la Segunda Guerra


Mundial. La futura contienda se entreveía desde la subida de los nazis al poder
en Alemania en 1933, y se hizo claramente previsible a partir de 1936. Los
años treinta fueron tan difíciles que, por comparación, permitirán calificar de
"feliz" el decenio anterior. Agitaciones sociales, éxitos sonados del totalitaris-
mo, enfrentamientos internacionales y carrera de armamentos, con la crisis
económica como telón de fondo, constituyeron el prólogo inmediato a la Se-
gunda Guerra Mundial.
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2.1. La oleada revolucionaria (1918-1920)

La Primera Guerra Mundial desencadenó fuerzas difíciles de controlar. Los ad-


versarios habían explotado a fondo el recurso de la guerra subversiva como
nunca se había intentado hasta entonces. Contraviniendo los acuerdos diplo-
máticos de principios de siglo, se intentó fomentar revoluciones y alzamientos
en los estados adversarios.

Los alemanes alimentaron la hoguera de la Revolución Rusa y el nacionalis-


mo irlandés antibritánico, que desembocó en la rebelión de Pascua de 1916.
Por su parte, los americanos fomentaron la desintegración del Imperio Aus-
trohúngaro acogiendo a los nacionalistas checos.

La rebelión de Pascua

Con este nombre se conocen los disturbios que en el año 1916 enfrentaron a los nacio-
nalistas irlandeses y el ejército británico en el marco de la lucha para la independencia de
Irlanda. Aunque la revuelta fue reprimida duramente desde Londres, facilitó la división
de la isla y la creación de dos parlamentos, uno en Belfast y otro en Dublín.

El espionaje, la guerra psicológica, la guerra económica, en definitiva, la gue-


rra�total, había implicado a la población del continente, sin diferenciar entre
elfrente y la retaguardia.

Las privaciones eran generales, con el consiguiente aumento de las enferme-


dades y epidemias; el aumento de la productividad en las fábricas llegaba a
toda la masa laboral; la gran mayoría de las familias estaban fraccionadas a
causa del conflicto; el control estatal sobre los ciudadanos se había doblado;
los militares tendían a dominar la vida política, y la hemorragia de los recursos
humanos y económicos de las naciones era imparable.

Un descontento agudo sustituyó el entusiasmo de las masas durante las pri-


meras semanas de la guerra, de manera que acabó entre convulsiones sociales
y políticas de envergadura, incitadas por el impacto de las noticias sobre la
revolución en Rusia.

La revuelta�social alcanzó sus manifestaciones más álgidas en Alemania, la


gran perdedora de la guerra. El bloqueo económico impuesto por las flotas
aliadas a Alemania –con la consiguiente serie de privaciones para la pobla-
ción–, las duras exigencias del esfuerzo bélico, las noticias desastrosas llega-
das directamente del frente ruso y la desmoralización ante la derrota militar
provocaron, en los últimos momentos de la guerra, un vacío de poder, al no
conseguir constituirse un gobierno fuerte. A principios de noviembre, el káiser
abdicó, la flota se sublevó y por todo el país se formaron soviets, siguiendo
el modelo de Rusia.
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No obstante, el movimiento socialdemócrata alemán había ido crecien-


do en los años anteriores a la guerra con una cierta libertad, hasta que
se convirtió en uno de los más fuertes de toda Europa. Esto implicaba
una moderación ideológica que impidió el desarrollo de la revolución.

La misma socialdemocracia, aliada coyunturalmente con los mandos milita- Lectura recomendada
res y los representantes de las elites económicas del país, afilió a los líderes
J.A.�Gallego (1979). Los mo-
y seguidores de la Liga�Espartaquista, de filiación comunista, que intentaba vimientos revolucionarios euro-
impulsar la revolución. El brazo militar encargado de reducir los focos violen- peos de 1917-1921. Universi-
dad de Sevilla.
tos –en ausencia de un ejército regular en peligro de descomposición– fueron
los Freikorps o Cuerpos Francos, unidades de voluntarios sólo parcialmente de-
pendientes del alto mando militar, en los cuales se gestó la semilla del nazis-
mo. Con la disolución de la efímera República Soviética Bávara, en abril de
1919, se apagó el último fuego de la revolución.

Sin embargo, no se produjeron acontecimientos revolucionarios sólo en este


país. En Hungría, en plena Europa central, se proclamó una República sovié-
tica de corte limpiamente comunista, presidida por Béla Kun, que duró desde
marzo hasta julio de 1919. El experimento fue breve y se colapsó por su propio
peso, pero también hizo temer a los estados circundantes. En Polonia, al final
de una breve guerra con la vecina Rusia bolchevique, las tropas rojas llegaron
a pocos kilómetros de Varsovia, en agosto de 1920, y serían rechazadas en el
último momento con la ayuda de las potencias occidentales. De esta manera,
durante un tiempo no fue nada insensato el pensamiento de que la Revolu-
ción bolchevique se podía extender por toda la Europa central, y que incluso
podía llegar más allá.

2.2. La aparición de la sociedad de masas

Esta serie de fenómenos revolucionarios no deben ser contemplados como los


espasmos finales de un cataclismo como la Gran Guerra. Al contrario, son la
manifestación de problemas estructurales profundos; los dolores de parto de
una nueva situación social que ya luchaba por hacer su aparición antes del
conflicto: la sociedad de masas.

La guerra había sido una crítica gigantesca a la sociedad occidental burguesa y


liberal tal y como se había ido estructurando a lo largo del siglo XIX. Se puso en
evidencia que, incluso en organizaciones sociales complejas, la línea divisoria
entre la racionalidad y la irracionalidad era débil, lo cual cuestionaba seria-
mente la razón, sobre la cual, se afirmaba, estaba basada la sociedad europea.

La democracia como sistema de gobierno tampoco parecía entonces una ga-


rantía lo bastante válida para la aplicación de la razón desde el gobierno, dado
que, en mayor o menor grado, la mayoría de los estados implicados en el con-
flicto eran democráticos. Repentinamente, recobraron sentido muchas de las
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críticas hechas a la democracia tanto desde la izquierda como desde la derecha


a lo largo del siglo XIX. Y sobre todo, se modificó decisivamente la estructura
de la sociedad prebélica en Europa.

Las fuerzas del Antiguo Régimen, que hasta 1914 habían opuesto una fuerte
resistencia a la pérdida de sus parcelas de poder e influencia, cedieron. Es decir,
se rompió la tendencia de la alta burguesía a buscar un apoyo institucional en
la nobleza –y pasó a integrarse en sus filas– en un continente en el cual las mo-
narquías, apoyo institucional de las aristocracias todavía potentes, presidían
la cúpula de poder de la mayoría de los estados. Al revés, la nobleza tendió a
"aburguesarse", a basar su poder en el dinero o los negocios, y no tanto en la
sanción de las monarquías o en la posesión de las tierras.

Las reformas agrarias, la desaparición de los imperios y las coronas en toda el Palabras de Winston
área centroeuropea, la institución del sufragio�universal –con lo que compor- Churchill

ta de pérdida de poder para las cámaras altas– y la apertura de ciertos "feudos" "Ésta ha sido una guerra de
de la administración pública –cuerpo diplomático u oficialidad del ejército, los pueblos y no de los gobier-
nos."
por ejemplo– trastocaron los equilibrios sociales. Sin embargo, fue sobre todo
decisiva la actitud de las masas, ya que la guerra se había manifestado como
una empresa colectiva. Además, las trincheras habían sido, de hecho, un ám-
bito de intensa convivencia interclasista para centenares de miles de hombres
durante cuatro años.

Winston Churchill (1874-1965)

Las tensiones revolucionarias que produjo el conflicto acabaron por perfilar


la nueva situación: las masas pasaban una factura social por su participación
en la guerra. Finalmente, las reclamaciones fueron atendidas no a partir de la
victoria revolucionaria, sino mediante la presión�reformista. La instauración
del sufragio�universal en algunos países europeos ayudó a que la socialdemo-
cracia viera decisivamente reforzada su presencia en el ámbito parlamentario,
y que llegara a formar parte de gobiernos, o los constituyera íntegramente (es
el caso de Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Gran Bretaña, Noruega y
Suecia).
© FUOC • P09/74529/00362 20 El mundo de entreguerras

Por otra parte, crecieron los sindicatos y aumentaron las bases de mili-
tantes y de votantes de los partidos políticos, a los cuales los ex comba-
tientes trasladaban los hábitos de disciplina y solidaridad adquiridos en
las trincheras. Desde esta postura de fuerza, las masas se beneficiaron
de la legislación de ciertos avances sociales, como la jornada de ocho
horas o la seguridad social.

No siempre la presión de las masas se manifestó por medio del parlamento:


las huelgas de estibadores en los puertos ingleses durante el año 1920 contra
el envío de armas al ejército polaco que luchaba contra los bolcheviques, o los
130.000 miembros del Partido Comunista Francés en aquellos mismos años –
mientras que el Partido Socialista sólo tenía 30. 000–, no expresan la voluntad
de un cambio de régimen político en profundidad, sino el afán de un prota-
gonismo más directo y contundente en la vida social y política por parte de
las clases populares. Todo lo cual es la "rebelión de las masas" a la que se refiere
Ortega y Gasset; los actores secundarios han pasado a ser a los protagonistas,
y su presencia es habitual en los espectáculos, los deportes, los transportes,
las universidades y en general en los lugares preferentes de la sociedad reser-
vados anteriormente a las minorías, y así es como se empiezan a producir las
aglomeraciones.

El caso británico

En Gran Bretaña se observa un ejemplo de la influencia de las masas en la política: por


primera vez, en 1924 un gobierno laborista llegó al poder. El primer ministro fue Ram-
say McDonald, un antiguo empleado administrativo. A su lado, dentro del equipo de
gobierno, había tres obreros. Dos años más tarde, el país vivió la primera huelga general
de su historia.

2.3. Mujeres y jóvenes

La sangría de la guerra había rejuvenecido extraordinariamente las filas de


los ejércitos, desde la oficialidad hasta la tropa (en Alemania se llegaban a
reclutar a soldados de dieciséis años). En la retaguardia, los adolescentes y los
niños colaboraban de las maneras más variadas en el esfuerzo de guerra o se
responsabilizaban de familias en las cuales el padre había ido al frente. Después
de la guerra, las pirámides de población acusaron la desaparición masiva de la
población masculina en edad de combatir.
© FUOC • P09/74529/00362 21 El mundo de entreguerras

Por lo tanto, el peso de los más jóvenes, que habían sobrevivido porque
no tenían edad de servir con las armas, se revaloró todavía más en la
sociedad: sobre ellos recayeron prematuramente muchas de las respon-
sabilidades que pertenecían a sus hermanos mayores y a sus padres. Y
fueron más instrumentalizados: los partidos de todo el espectro político
se dieron prisa en crear las secciones juveniles, mientras que la extrema
derecha y la extrema izquierda intentaban aparecer como movimientos
de jóvenes y para los jóvenes.

Las mujeres también mejoraron su estatus social a partir de la contribución


femenina al esfuerzo de guerra atendiendo hospitales y transportes públicos,
y también trabajando en las fábricas, lo cual, en este último caso, llegó a re-
percutir en la aplicación de nuevos sistemas de producción y técnicas de pro-
ducción en masa. También se instituyeron, por primera vez, cuerpos auxiliares
femeninos para la policía y el ejército, sobre todo en los países anglosajones.
Todo esto comportó cambios profundos en la situación socioprofesional de la
mujer.

Mujeres trabajando en un taller.


Efectivamente, al acabar la guerra, las mejoras salariales eran muy evidentes
y la actividad sindical femenina aumentaba masivamente. Los hijos estaban
mejor vestidos y alimentados y, al mismo tiempo, la crianza dejaba más tiem-
po libre gracias a la proliferación de las guarderías. La actitud misma de las
mujeres había cambiado ostensiblemente, tanto la de las trabajadoras como
la de las que no lo eran. Su lenguaje y sus costumbres eran mucho más desen-
vueltos: se extendió la costumbre de fumar, y nadie se escandalizaba de que
las mujeres intervinieran en las conversaciones de los hombres. Su posición
ante el sexo se volvió más espontánea y libre de tabúes, producto de la incer-
tidumbre de la guerra. La contienda había hecho aumentar la proporción de
hijos ilegítimos en Europa en un 30%.

La moda reflejó estas tendencias en la masculinización de la línea, plana y


recta, en las faldas y el pelo corto y en las formas ágiles. La mujer deportiva
se convirtió en un arquetipo al cual la publicidad y los medios de comunica-
ción de masas recurrían repetidamente. En EE.UU. el nuevo prototipo de mu-
jer –hasta cierto punto caricaturizado– es la flapper, adolescente liberada hasta
la procacidad, de comportamiento agresivo y reivindicadora de la libertad se-
xual. La "habitación de soltera", compartida con amigas o compañeras de tra-
bajo, también apareció durante los años veinte. En las ciudades, la�estructura
familiar tradicional en los países socialmente más avanzados también resultó
afectada, e instituciones como la dote o la primacía del marido sobre la mujer
perdieron importancia. La proliferación de los electrodomésticos proporcionó
más tiempo libre para dedicarse a trabajar�fuera�del�hogar�o�al�estudio.
© FUOC • P09/74529/00362 22 El mundo de entreguerras

Paralelamente, en distintos países europeos se concedió el voto�a�la�mujer,


lo cual estableció un precedente valioso. Si bien esto tenía relación con el re-
conocimiento del próximo esfuerzo de guerra, y con la intención de los ven-
cedores de que la legitimidad de la democracia parlamentaria se viera acepta-
da cuanto antes mejor en el continente, también es verdad que las clases do-
minantes esperaban poder instrumentalizar el voto femenino, supuestamente
conservador, para oponerlo a las tendencias de izquierdas. En cualquier caso,
todo esto incidió en la decadencia coyuntural de los movimientos feministas,
que habían centrado las reivindicaciones en el sufragio. Los partidos asumie-
ron la actividad política de muchas mujeres, y hasta los años sesenta no vol-
vió a surgir un movimiento feminista potente y autónomo ni en Europa ni
en América.
© FUOC • P09/74529/00362 23 El mundo de entreguerras

3. EE.UU.: del boom económico al Crack y el New Deal


(1919-1941)

El desenlace de la Gran Guerra situó a Estados Unidos en la recta final hacia


la consecución de la hegemonía mundial, lo cual se hizo plena realidad un
cuarto de siglo más tarde. Su posición económica favorecía, de entrada, el rá-
pido desarrollo de la prosperidad americana, que tomó la forma de "sociedad
del consumo" cuarenta años antes que en los países industriales europeos. La
transición de la economía de guerra en la nueva situación creada por la paz se
realizó por medio de una crisis breve pero muy acentuada.

En este contexto, la opinión publica se vio influida por toda una serie de acon-
tecimientos tratados a menudo de manera exagerada. Por una parte, la agita-
ción social y las huelgas eran interpretadas como el resultado de una conspi-
ración extranjera al servicio de los bolcheviques. Por otra, la ingratitud de los
aliados europeos, que no pagaban las deudas de guerra, se añadió al descon-
tento de las minorías de origen alemán e italiano, contraria la primera a la par-
ticipación americana en el conflicto, y frustradas las dos por las consecuencias
de la paz, hecho que reforzó el sentimiento generalizado de que sólo podían
surgir problemas para América de la política europea.

Tendencias como las que hemos expresado más arriba cristalizaron en dos re-
sultados:

1) la implantación del aislacionismo en política exterior,


2) el triunfo del Partido�Republicano, que gobernó el país hasta 1932.

3.1. Periodo álgido norteamericano

El fin de la Primera Guerra Mundial supuso un cambio en las relaciones in-


ternacionales. Estados Unidos pasó a ser protagonista de primer orden, sobre
todo con respecto a la economía mundial.

3.1.1. El aislacionismo

La política exterior de EE.UU. se caracterizó durante esta época por la nega- Ved también
tiva a asumir compromisos derivados de la participación norteamericana en
Recordad que en el apartado
cualquier organismo internacional. La fuerza de esta corriente se puso de ma- 1.2 se ha hablado de la no ali-
nifiesto en la oposición del Senado, en dos ocasiones, a aceptar la ratificación neación americana en la SDN
y sus consecuencias.
del Tratado de Versalles y del pacto fundacional de la SDN, inspirados, para-
dójicamente, en los principios del presidente Wilson, que entonces todavía
ocupaba la Casa Blanca.
© FUOC • P09/74529/00362 24 El mundo de entreguerras

Sin embargo, más que de un repliegue sobre los mismos EE.UU. y de la renun-
cia a desarrollar una política activa, se trataba de separar los problemas euro-
peos y de sustituir parcialmente la fuerza de las armas por la supremacía�eco-
nómica como instrumento principal del expansionismo americano. América
Latina y el Pacífico sustituyeron a Europa como escenarios principales de los
intereses norteamericanos.

En el sur de la frontera de Estados Unidos, sólo algunos movimientos revolu-


cionarios como los de México y Nicaragua dificultaban la transformación de
la antigua política del Big Stick por la del Big Brother,o la diplomacia del dólar
como herramienta principal para garantizar la supremacía de Estados Unidos
en el continente. En el Pacífico, la rivalidad con Japón quedó resuelta tempo-
ralmente, en 1922, por la Conferencia de Washington, a favor de los intereses
norteamericanos. La limitación de la flota nipona a un tonelaje claramente
inferior al de la armada americana parecía que garantizaba un expansionismo
fácil en esta zona.

La industria del automóvil

La industria del automóvil hizo progresos espectaculares. La construcción de un coche


que necesitaba 14 horas por unidad a principios de siglo se redujo a 1,5 en los años veinte,
gracias a las técnicas del montaje en cadena. En esta década, el número de unidades
producidas pasó de 1,5 a 5 millones, y en 1929 en EE.UU. había 23 millones de vehículos.

Big Stick (el Gran Palo)

Nombre dado a la política intervencionista de Theodor Roosevelt, que rompió el aislacio-


nismo propugnado por sus antecesores. Por el Corolario de 1904 (año de su reelección),
Estados Unidos se reservó el derecho a intervenir y mantener el orden en el hemisferio
occidental. En virtud de aquella línea política, Washington intervino en la República
Dominicana y en Cuba en los años 1905 y 1906, respectivamente. También manifestó su
presencia, diplomáticamente, en los asuntos europeos de la época.

3.1.2. La era republicana (1920-1932)

La derrota de los demócratas en las elecciones de 1920 no sólo comportó la re-


visión de la política exterior del presidente Wilson. Los republicanos también
fueron contra el reforzamiento del poder del ejecutivo delante de las cámaras
y del poder federal frente a los estados, justificados en la etapa anterior por las
necesidades de la guerra. Harding, elegido presidente en noviembre de 1920,
y también sus sucesores, cumplieron fielmente la parte tradicionalista de su
programa, el retorno a la normalidad (Back to Normalcy),y el�aislacionismo
Ford T
(America First).

La vertiente económica del aislacionismo, el proteccionismo, permitió a los


gobiernos republicanospracticar una política de reducción de impuestos y
compensó la caída de ingresos para el tesoro público con los aranceles de las
aduanas. El tesoro, además, estaba engrosado por la acumulación de oro y di-
visas, los resultados favorables del comercio exterior y la devolución parcial de
las deudas de guerra. La disminución de la presión fiscal benefició sobre todo
a las grandes empresas, favorecidas también por la no aplicación de las leyes
antitrust y por la influencia creciente de la oligarquía financiera en el aparato
© FUOC • P09/74529/00362 25 El mundo de entreguerras

político del Partido Republicano y en la administración federal. La difusión


y mejora de las técnicas de producción masiva se desarrollaron acompañadas
de una abundancia de capitales que permitió un incremento simultáneo de la
masa de inversores y la productividad.

El sector de la construcción, las industrias del cine, de la radio y la aviación


comercial también formaron parte de esta fabulosa expansión desde finales
de la década de los años veinte. La demanda interior de los precios permitió,
al mismo tiempo, el crecimiento industrial y el aumento masivo del nivel de
vida.

El�asociacionismo�obrero reflejaba doblemente esta situación. No sólo se de- Escena de Gold Rush (La quimera del oro, 1925)
de Charles Chaplin
tuvo el crecimiento del número de afiliados a los sindicatos, en contraste con
la incorporación anual de 500.000 obreros al mercado de trabajo, sino que el
sindicalismo cambió de carácter.

El activismo de los años 1919-1920 se transformó en una progresiva in-


tegración de los obreros en la sociedad capitalista, que acabaría generan-
do un sindicalismo de derechas, a menudo abiertamente reaccionario.

3.1.3. El impacto de la prosperidad

La mejora de las condiciones de vida en sectores relativamente amplios de la


población permitió el desarrollo de nuevos�hábitos�sociales.

Cine, radio y deporte espectáculo tenían cada vez más importancia como fe-
nómenos económicos. Eran negocios prósperos, constituían una parte impor-
tante de los gastos habituales y eran un campo excelente para la difusión de
la publicidad. También eran creadores de ideología: el "héroe americano" era
un arquetipo muy relacionado con las estrellas de cine, los triunfadores del
deporte y los protagonistas de los seriales radiofónicos. Ponían de manifiesto
que la sociedad de la abundancia permitía el desarrollo de una cierta civili-
zación del ocio perfectamente compatible con la exaltación del trabajo y del
éxito individual como valores sociales fundamentales.

La liberalización�de�las�costumbres afectó principalmente a las mujeres y los Ved también


jóvenes. Las nuevas responsabilidades y posibilidades, derivadas de la incor-
Recordad que en el apartado
poración al trabajo no doméstico, comportaron cambios decisivos en distintos 2.3 hemos hablado del cambio
aspectos de la vida de la mujer; la moda femenina: pelo y faldas cortas, desa- en la situación de las mujeres y
los jóvenes.
parición del corsé; el comportamiento: consumo público de alcohol y tabacos;
las diversiones: jazz, deportes y flirts.
© FUOC • P09/74529/00362 26 El mundo de entreguerras

Ahora bien, los nuevos cambios en la vida social de la mujer permitieron sobre
todo el abandono del hogar familiar sin integrarse inmediatamente en una
nueva dependencia de tipo matrimonial.

3.1.4. El patriotismo conservador

Los cambios en la sociedad, en la cultura y en la mentalidad no fueron acep-


tados por buena parte de los americanos que, por convencidos o frustrados,
habían quedado al margen de las nuevas realidades.

Los defensores de la América tradicional, amenazada por la modernidad, se


levantaron contra las innovaciones de los locos�años�veinte. El fundamenta-
lismo religioso, el renacimiento del Ku Klux Klan, la prohibición de fabricar,
vender y consumir bebidas alcohólicas y la limitación selectiva de la inmigra-
ción constituyen las manifestaciones más importantes de la reacción conser-
vadora.

El fundamentalismo, basado en una interpretación literal del conteni-


do de la Biblia, y destinado a ser fundamento de toda organización so-
cial, constituye el núcleo doctrinario de la reacción puritana contra la
influencia de judíos, católicos y extranjeros que desde el norte y el este
de EE.UU. rompían la tradición "auténticamente americana" conserva-
da en los territorios del sur y del oeste.

El apogeo del fundamentalismo tuvo lugar entre los años 1920 y 1925, con Lectura complementaria
las campañas contra la enseñanza de la teoría de la evolución de las especies,
D.�Lecourt (1998).
considerada totalmente incompatible con la ortodoxia bíblica. A pesar de la L'Amérique entre la Bible et
decadencia progresiva de esta corriente en la segunda mitad de los años veinte, Darwin. París: Presse Univer-
sitaires de France. Co. Qua-
todavía en la década siguiente los conflictos esporádicos que surgieron en las drillages, 256.
escuelas del oeste medio ante las teorías de Darwin dan fe de la perdurabilidad
de esta tendencia.

La reaparición del Ku�Klux�Klan data de 1915, pero fue después de la guerra


cuando alcanzó proporciones significativas. En 1925, cinco millones de ame-
ricanos formaban parte del Klan. Este crecimiento se fundamentaba en la adi-
ción de nuevas tácticas y objetivos a la antigua liturgia racista –capuchas, to-
gas, cruces ardientes, raptos, palizas y asesinatos. Las enormes manifestaciones
en la capital federal de miles de encapuchados con la consigna Native, White,
Protestant (nativo, blanco, protestante) demostraban que la población negra
ya no constituía el único y principal enemigo. Judíos, católicos y emigrantes
recientes eran también, a sus ojos, los adversarios que corrompían la patria
americana. El Klan encontró aliados no sólo en las pequeñas ciudades del sur y
© FUOC • P09/74529/00362 27 El mundo de entreguerras

el oeste, sino también dentro de las nuevas aglomeraciones urbanas del centro
y del norte y allí donde existían núcleos de población blanca, "cien por cien
americana", marginada por la nueva prosperidad.

Ku Klux Klan

Sociedad secreta que surgió en el sur de Estados Unidos en el año 1866, durante la época
de la Reconstrucción subsiguiente al final de la Guerra de Secesión. El nombre proviene
del griego Kuklos ('círculo'), y la palabra Klan se añadió por eufonía. Estaba dirigida contra
los esclavos negros liberados. En el año 1867 se constituyó como organización interes-
tatal. Aunque se disolvió en el año 1869, reapareció en 1915 y creció durante los años
veinte a raíz de la emigración de trabajadores negros del sur hacia el norte, a causa de
la movilización generada por la Gran Guerra, el aumento de las tendencias fundamenta-
listas, el aislacionismo, el incremento del antisemitismo y, más tarde, por la depresión
económica. En el año 1924 el Klan tenía 4.500.000 miembros.

La prohibición de las bebidas alcohólicas, conocida con el nombre de Ley La Ley Seca
Seca, fue el resultado de la aplicación de la 18ª enmienda de la Constitución
Durante la Ley Seca, sólo en
americana aprobada en el año 1919 y no derogada hasta 1932. En sus orígenes, Nueva York llegaron a contar-
coincidía con la tradición puritana más estricta. Los partidarios de la ley seca se más de 32.000 locales dedi-
cados a la venta clandestina de
provenían mayoritariamente de las zonas dominadas por los fundamentalistas alcohol a millones de consumi-
dores.
y el Klan, excepto en las áreas más urbanizadas del oeste, pero también era
posible encontrar prohibicionistas entre los miembros más eminentes de la
América de la prosperidad, que veían en los abstemios a unos obreros más
rentables que los bebedores.

Las consecuencias que se derivaron de la implantación de la prohibición fue-


ron muy importantes. Por primera vez, un sector muy numeroso de la sociedad
americana, de manera generalizada y habitual, transgredía sistemáticamente
el marco legal, y vivía públicamente con una doble moral social. La enorme di-
mensión que alcanzó el gangsterismo, dedicado a la fabricación, contraban-
do y distribución de bebidas alcohólicas, comportó la existencia de asociacio-
nes ciertamente ilegales, clandestinas y criminales, pero aceptadas socialmen-
te por la mayoría de la población.

Al Capone
Las limitaciones a la inmigración se articularon mediante las leyes de 1921 y
1924. En este último año se fijó la cuota anual de emigrantes en un 2% para Durante los años veinte, Alp-
honso Capone (1895-1947)
cada país de procedencia con relación a los habitantes del mismo origen según fue el gángster más poderoso
de Chicago. A pesar de sus ac-
el censo de 1890. Dado que en esta fecha la mayoría de la población ameri- tividades facinerosas, disfruta-
cana estaba compuesta sobre todo por personas de origen nórdico europeo, ba abiertamente de todos los
lujos que le permitían los más
es decir, por WASP (Whites, Anglosaxons & Protestants, blancos, anglosajones de 20 millones de dólares que
sus negocios producían anual-
y protestantes), el carácter selectivo de esta medida coincidía con la defensa mente. Nunca se pudo demos-
de la América tradicional. trar su relación con el comer-
cio de bebidas alcohólicas, y
los jueces se tuvieron que con-
formar con una acusación de
Sin embargo, las limitaciones a la inmigración también eran apoyadas por los fraude fiscal para su detención
en 1931.
sectores mejor pagados de la clase obrera, que veían en la entrada masiva de
emigrantes miserables una amenaza para su nivel de vida; y para los patrones,
que desconfiaban del carácter revolucionario atribuido a los emigrantes llega-
dos del Mediterráneo o de la Europa oriental.
© FUOC • P09/74529/00362 28 El mundo de entreguerras

3.2. La Gran Depresión

El impacto de la crisis de 1929 puso fin a las ilusiones de la prosperity, que


precisamente había sido el tema central del programa del último presidente
republicano, H. Hoover, elegido en 1928. La crisis, que al principio fue subes-
timada y considerada como una dificultad de poca importancia y de duración
corta, no tuvo una respuesta adecuada por parte de la administración federal.

3.2.1. El camino hacia el Crack

Para entender la génesis del proceso que condujo al Crack, se debe tener en
cuenta la particular dinámica financiera norteamericana, con una gran vita-
lidad propia, relacionada al mismo tiempo también con la estructura econó-
mica del país.

Farmers y artesanos estaban habituados a tratar de manera cotidiana con fi- Herbert Hoover (1874-1964)

nancieros, bancos, compañías de seguros o cooperativas, de manera que, a lo


largo de los siglos XIX y XX, el número de bancos creció desmesuradamente
por todo el territorio del país, lo cual era favorecido por las leyes�antitrust
que limitaban el número de sucursales por cada central. Estas instituciones
ofrecían créditos a corto plazo, seguros o hipotecas a millones de ciudadanos.
A partir de 1880, se consolidaron los grandes bancos centrados en la inversión
especialmente para canalizar el dinero europeo destinado a las grandes com-
pañías ferroviarias e industriales.

Las explotaciones agrarias

Por la extensión de las explotaciones agrarias y las modalidades de explotación a gran


escala que se aplican, resulta impropio, al hablar de los propietarios agrícolas norteame-
ricanos, denominarlos campesinos, como en Europa, y se les denomina farmers. En algu-
nas zonas de EE.UU. también hay campesinado, pero no es característico de la economía
agraria norteamericana.

El mercado donde operaban sus valores era la Bolsa de Nueva York, conocida
como Wall�Street, que creció hasta convertirse en el corazón financiero de Es-
tados Unidos. No obstante, esta red financiera gigantesca no era una estructu-
ra estable. A lo largo del siglo XIX, entre 1819 y 1896, se habían producido una
serie de crisis cíclicas –entre ocho y diez, según cómo se mire– en la economía
norteamericana. Eran grandes colapsos que afectaban a todo el país o a una
buena parte, y que en 1893 llegaron a detener Wall Street. Las razones moto-
ras de estas situaciones eran variadas, aunque se acostumbran a relacionar de
manera muy genérica con crisis agrarias que se reproducían de manera cíclica.

Leyes antitrust

Mecanismo legal norteamericano por el cual el gobierno federal puede actuar para resta-
blecer y conservar la libre competencia en todos los campos de la economía, evitando
el acaparamiento del mercado por trusts o monopolios. El precedente es la Ley Antimo-
nopolios Sherman de 1890.
© FUOC • P09/74529/00362 29 El mundo de entreguerras

No obstante, hay que destacar que el Crack de 1929 no fue un fenómeno


fortuito o aislado, sino que era la expresión de la dinámica particular
de una red financiera tan extensa como dinámica. La novedad en los
años veinte consistía en el hecho de que la economía europea estaba
conectada con la norteamericana, y hasta cierto punto dependía de la
misma.

La formidable superproducción industrial de los años veinte también contri-


buyó a la amplificación de la crisis, ya que los comercios recurrían ampliamen-
te y a menudo a la venta a plazos –en la cual Estados Unidos fue pionero–, con
todo lo que implicaba de extensión de las operaciones crediticias.

También contribuyeron al derrumbe de 1929 las grandes exportaciones


de productos agrícolas y de consumo que se hacían hacia Europa, y so-
bre todo las masivas operaciones de préstamo concertadas con algunos
países europeos.

Efectivamente, en el año 1919 EE.UU. no tenía competidor como prestamista:


hasta aquel año había prestado a Europa 6.000 millones de dólares; sólo entre
en 1921 y 1928 la cantidad subió a 8.500, y Norteamérica pasó de ser deudora
a ser acreedora del Viejo Continente. Sobre esta base, los estados europeos
negociaron entre sí préstamos a corto plazo, en muchos casos utilizando parte
de los capitales percibidos como préstamos de EE.UU.

De esta manera, el resurgimiento de la economía europea se establecía, a me-


diados de los años veinte, sobre bases muy débiles.

Uno de los primeros síntomas de que algo iba mal en el panorama de la pros-
peridad fue el endeudamiento progresivo de muchos farmers que habían con-
tratado préstamos para comprar más tierra y aumentar de esta manera su capa-
cidad productiva de cara a la exportación. Sin embargo, los agricultores ame-
ricanos se encontraron, con toda la adversidad que esto comportaba, con que
hacia la mitad de los años veinte la agricultura europea se había recuperado
más de lo que era previsible gracias, en cierta medida, a la mecanización.

Algo parecido ocurrió con la industria, que también por aquellas fechas empe-
zó a encontrar los mercados saturados. La capacidad de consumo de los nor-
teamericanos todavía no llegaba a las cuotas de veinte años después, y Euro-
pa pronto empezó a sustituir las importaciones con productos propios. Con-
siguientemente, las inversiones fueron desviándose poco a poco de los valores
industriales o productivos hacia la especulación.
© FUOC • P09/74529/00362 30 El mundo de entreguerras

El boom especulativo de Florida

Es el primer indicador de la locura en la que entró la economía americana en los años


1925-1926. En Florida, la existencia de terrenos que permitían fuertes plusvalías disparó
de manera espectacular las transacciones inmobiliarias. La mayor parte de las operaciones
se hacían mediante créditos bancarios.

3.2.2. El hundimiento de Wall Street

Aunque los primeros síntomas de una especulación creciente de la Bolsa de


Nueva York ya podían detectarse en 1925, sólo dos años más tarde empezó un
alza sostenida que no se detuvo hasta 1929. Distintos factores interrelaciona-
dos intervinieron en este proceso:

1) Durante un cierto tiempo, los historiadores norteamericanos han optado


por delegar buena parte de la responsabilidad del desastre a los bancos euro-
peos. Todos éstos especularon a fondo con los préstamos americanos; reinvir-
tieron fuertes sumas en la Bolsa de Nueva York y de esta manera hincharon
el globo especulativo.

2) En 1927, los bancos europeos negociaron con el Banco de la Reserva Federal


norteamericano un descenso del tipo de redescuento que todavía contribuyó
más a avivar el proceso.

3) El hundimiento de Wall Street vino precedido por un corte�en�el�flujo�de


capitales desde Europa, concretamente desde Londres, donde se produjo la
bancarrotade una importante empresa.

Los mejores expertos, como J.K. Galbraith, quitan importancia a este tipo de Lectura recomendada
explicaciones y remarcan el argumento psicologista, la mentalidad de opti-
J.K.�Galbraith (1976). El
mismo que llenaba a los norteamericanos, acompañada de las facilidades para Crack del 29. Barcelona: Ariel.
invertir en Bolsa.

Las inversiones bursátiles

El sistema más utilizado para las inversiones bursátiles se basaba en las acciones a crédito
o títulos a plazo con fianza. El particular podía comprar acciones pagando sólo del 30
al 50% del valor de los títulos con unos intereses del 10 al 12%. El agente o corredor
conseguía el resto del valor mediante el préstamo de un banco, y cobraba un interés
variable; éste, a su vez, recurría a préstamos del Banco de la Reserva Federal, que cargaba
un 5% de interés.

Si las acciones subían, todos los implicados ganaban, pero sólo unos escasos intereses.
En cambio, si las acciones iban a la baja, el corredor se veía obligado a vender enseguida
para proteger su margen de beneficios. Dicho de otra manera, el alza provocaba el alza,
pero la baja también se provocaba a sí misma.

Sobre este sistema de créditos se organizó un montaje especulativo en el cual


los medios de comunicación jugaron un papel importante incitando el entu-
siasmo del público. Surgieron, asimismo, trusts de inversión sin muchos escrú-
pulos e incluso préstamos de 24 horas, mientras las predicciones optimistas
de los hombres de negocios, financieros, banqueros e incluso del mismo pre-
sidente –su reelección en otoño de 1928 dio nuevas alas al proceso– creaban
© FUOC • P09/74529/00362 31 El mundo de entreguerras

un estado de entusiasmo febril. 1928 fue el año en el que las alzas empeza-
ron a superar todas las previsiones hechas hasta entonces. En unos cuantos
meses, las cotizaciones alcanzaron cuotas que anteriormente costaba todo un
año conseguir.

El alza especulativa
Media de todas las acciones cotizadas en Wall Street

Periodo Variación�del�índice

Mayo 1924-diciembre 1924 25 enteros

Diciembre 1924-diciembre 1925 46 enteros

Diciembre 1926-diciembre 1927 69 enteros

Diciembre 1927-diciembre 1928 86 enteros

Enero 1929-agosto 1929 118 enteros

En 1929 ya se manifestaron los primeros síntomas serios de que en cualquier


momento se podría hundir la Bolsa. De hecho, en marzo se produjo una gran
caída que fue salvada en el último segundo por un banco.

A partir de entonces, presintiendo que el fin podía llegar en cualquier


momento, se multiplicaron los intercambios hasta que el 24 de octubre
empezó el pánico, que acabó con el derrumbe incontrolado de la Bolsa
cinco días más tarde, el "martes negro".

Hundimiento de Wall Street

Día Variación�del�índice

Jueves 24 de octubre −12 enteros

Martes 29 de octubre (martes negro) −49 enteros

Miércoles 30 de octubre −43 enteros

El globo especulativo estaba ya excesivamente inflado y reventó por sí mismo,


víctima de su propia dinámica y de la inexistencia de unos mecanismos de
reajuste y prevención apropiados al volumen de negocios que entonces se lle-
vaba a cabo en Wall Street. En los momentos más dramáticos de la bancarrota
nadie sabía cuánto valían realmente sus acciones, dado que no existían siste-
mas informáticos capaces de contabilizar la caída.

3.2.3. Las consecuencias del Crack

En pocas semanas, el Crack descoyuntó de una manera encadenada y sistemá-


tica el sistema financiero más extenso y complejo del mundo. Miles de inver-
sores y corredores no pudieron pagar sus deudas o bien retiraron todos sus
© FUOC • P09/74529/00362 32 El mundo de entreguerras

bienes de los bancos para poder liquidarlos. El resultado fue la falta de liquidez
de numerosos bancos, con las bancarrotas consiguientes. Esto llevó al colapso
creciente del crédito e, inmediatamente, a la paralización de la inversión y de
las ventas, y a la bancarrota de numerosas empresas –que ya tenían problemas
de superproducción.

El desempleo derivado de la bancarrota de empresas como consecuen-


cia del Crack llevó a la caída del poder adquisitivo de los miles de traba-
jadores y empleados que se quedaban en la calle, con lo cual el círculo
volvía a empezar al decrecer de manera generalizada la demanda. De
esta manera, sólo en los tres últimos meses de 1929 la industria nortea-
mericana del automóvil redujo la producción a la mitad. En el campo,
con el descenso del consumo, todavía se agravó más el problema de la
sobreproducción y el endeudamiento de los granjeros. Enormes exten-
siones de trigo quedaron sin segar, la fruta se pudría en los almacenes
y no tardaron en producirse emigraciones masivas hacia estados teóri-
camente más prósperos.

En la hasta hacía poco próspera Norteamérica no tardó en ser habitual el es-


pectáculo de gente removiendo entre las basuras, plantando hortalizas en los
parques, haciendo cola ante los establecimientos de caridad y estableciendo
campamentos ambulantes de arruinados a lo largo de las carreteras. El proble-
ma se agravaba por la inexistencia, en el país más liberal del mundo, de un
sistema de Seguridad Social o de desempleo estatal. Las parroquias y las ins-
tituciones privadas de caridad no daban abasto frente al alud de gente con
hambre o sin techo que había generado la crisis.

Gradualmente, a un ritmo más pausado pero inexorable, la crisis fue


saltando al continente europeo a la vez que los bancos norteamericanos
retiraban capitales prestados a los indigentes y se extinguían las inver-
siones y compras hechas en el Viejo Continente. Alemania fue uno de
los primeros países afectados a fondo, ya que su mercado interior era
débil y pronto perdió a muchos clientes extranjeros. En consecuencia,
su producción industrial cayó en un 40% sólo a lo largo de la primavera
y el verano de 1931. En mayo de aquel mismo año hizo bancarrota el
Creditanstalt, corazón de la banca vienesa, que arrastró a los bancos y
economías de la Europa central y oriental. Al año siguiente, la crisis ya
se había extendido a todo el continente.

Francia y Gran Bretaña se vieron afectadas de manera menos seria, porque sus Lectura recomendada
respectivos imperios sustituyeron en parte la parálisis del mercado interior y
J.�Heffer�(1982). La Gran De-
exterior. presión. Madrid: Narcea.
© FUOC • P09/74529/00362 33 El mundo de entreguerras

En líneas generales, sin embargo, el ciclo� deflacionario se repetía a escala


mundial:

1) Las bancarrotas de bancos y la caída en el consumo generaba el cierre de


empresas y el desempleo, cosa que a su vez agravaba la caída del consumo,
hacía caer los precios y provocaba nuevas bancarrotas.

2) En las economías�agrícolas dependientes de la exportación masiva dema-


terias primas a los países industriales, como las de la América Latina y las zo-
nas tropicales, el impacto de la depresión fue muy rápido y traumático al ver
cómo caían los pedidos.

3) Entre 1928 y 1932 la producción mundial cayó en un 38% y el comercio,


en dos tercios.

3.2.4. El paro de los intercambios

Las soluciones que se arbitraron en la depresión fueron tan simples como ine-
fectivas en la mayoría de los casos.

Básicamente, se redujeron a las que cualquier economía familiar utiliza en una


situación de crisis:

1) Comprar menos y vender más.

2) El retorno al "egoísmo nacional" –el aislacionismo y el proteccionismo– fue- Lectura recomendada


ron los rasgos más característicos de las economías de la época. Se ensayaron
Ch.P.�Kindleberger
dos tipos de medidas: (1985). La crisis económica,
1929-1939. Barcelona: Críti-
ca.
a) El control y la restricción de los intercambios con el exterior, la reducción
de las importaciones al mínimo y la bajada de los precios de la producción
propia con el objetivo de hacerla competitiva en el extranjero.

b) La devaluación de la moneda, cosa que implicaba la renuncia a mejorar


el nivel de vida de la propia población, a cambio de abaratar todavía más las
exportaciones.

Desgraciadamente estas medidas no fueron puestas en práctica de manera con-


junta y coordinada por parte de los países afectados, sino desordenadamen-
te, de manera que unas naciones anulaban económicamente a las otras y a sí
mismas, mientras recurrían a medidas cada vez más drásticas.

Finalmente, una cierta salida a la situación vino dada por los acuerdos� de
clearing, o intercambios bilaterales en la misma moneda. Esto implicaba la
compra de un producto a un determinado país sin tener en cuenta precios o
calidades o, más sencillamente, recurriendo al intercambio.
© FUOC • P09/74529/00362 34 El mundo de entreguerras

En cualquier caso, a lo largo de los años treinta se fue afianzando una


solución que ya se veía venir desde finales del siglo XIX: el recorte del
liberalismo económico mediante el intervencionismo estatal.

3.3. El New Deal

En Estados Unidos, el doctrinarismo liberal, respetuoso de manera extrema


con la iniciativa privada, impidió la intervención del Estado si no era para
reprimir las manifestaciones derivadas del malestar social.

Las medidas de emergencia tomadas al final del mandato de Hoover –compras


estatales de los excedentes agrícolas y subvenciones para las empresas en si-
tuación difícil–, no consiguieron en absoluto frenar la crisis. La impopularidad
de la administración republicana cristalizó en 1932 en el triunfo del candidato
demócrata Franklin�D.�Roosevelt, elegido con el mayor número de votos que
haya conseguido nunca ningún presidente de EE.UU.

El programa de Roosevelt no era revolucionario, y en principio ni si-


quiera era original. El presidente demócrata, como los republicanos, de-
fendía una concepción liberal de la economía, el equilibrio presupues-
tario y la estabilidad de la moneda. Sin embargo, consideraba que el
gobierno debía tener un papel más activo, apoyando y sustituyendo a
veces la iniciativa privada, y prometía un "nuevo trato" o "nuevo pacto",
el New Deal, para distribuir mejor la riqueza de la nación.

3.3.1. La aplicación del New Deal

Sin atenerse a ninguna ortodoxia rígida, Roosevelt tomó medidas atrevidas Brain trust
para enfrentarse a la crisis, muchas veces de manera contradictoria con sus
El brain trust era el grupo de
planteamientos iniciales, y promulgó, ya en los tres primeros meses, un alud origen intelectual y universita-
de leyes. Desde una perspectiva amplia, se puede definir un primer periodo que rio que, en contraste con los
empresarios que habían copa-
llega hasta 1934, y que se caracteriza por la atención prestada a los aspectos do la administración republica-
na, estuvo detrás de la política
más significativos de la gran depresión: la crisis bancaria y la generalización de Roosevelt.
del desempleo obrero.

Roosevelt recurrió en primer lugar a reactivar la confianza del público en los


bancos, y lo hizo dirigiéndose regularmente a la nación mediante un progra-
ma radiofónico de gran audiencia: Conversaciones junto al fuego. Poco después,
en 1933, se promulgó la Banking Act, que colocaba la banca bajo control fede-
ral y al establecer distinciones entre los bancos de negocios y los bancos de
depósito, garantizaba las sumas depositadas contra los riesgos de bancarrota.
También se aprobó la investigación federal del sistema bancario y se sometió
a control el mercado de valores.
© FUOC • P09/74529/00362 35 El mundo de entreguerras

El gobierno federal no se había encargado nunca de los subsidios de desem-


pleo, que eran competencia local. Ahora, y por primera vez, se creó un segu-
ro de desempleo y uno de jubilación, que han llegado hasta nuestros días. Se
crearon también planes y organismos de ocupación, como la CWA (Civil Works
Administration) y la WPA (Works Progress Administration), que ofrecían salarios
dignos por realizar obras públicas de infraestructura.

La creación de estos organismos tuvo un impacto más sociológico que econó-


mico: ni redujeron mucho el desempleo, ni llegaron a representar una cober-
tura económica real para la mayor parte de la población afectada. No obstante,
el obrero y el empleado sabían que a partir de entonces nunca más volverían
a quedar con la espalda completamente descubierta.

A partir de 1934, el New Deal cambió su carácter pasivo de defensa ante la crisis
por una actitud más agresiva: relanzar la economía. La devaluación del dólar
en un 41% obedecía a una opción claramente inflacionista.

De esta iniciativa se esperaba obtener una doble ventaja social con vistas a
estimular la demanda de manera indirecta. Esta doble ventaja consistía en:

1) la disminución�de�la�carga que pesaba sobre los agricultores que se habían


visto obligados a hipotecar sus tierras,

2) la caída�del�valor�real de las deudas contraídas por la excesiva difusión de


las ventas a crédito.

Dos disposiciones del año anterior, la NRA y la AAA, constituían el mar-


co que tenía que proteger la producción industrial y agraria. La NRA (Na-
tional Recovery Administration) estimulaba la concentración de las em-
presas, limitaba la competencia al fijar unos precios y salarios mínimos
y reducía las horas de trabajo, con vistas a conseguir un triple objetivo:
garantizar los beneficios empresariales, evitar la sobreproducción y au-
mentar la oferta de trabajo. La AAA (Agricultural Adjustment Administra-
tion) reflejaba también este proteccionismo y subvencionaba a los agri-
cultores que aceptaran reducir la superficie de cultivo o la cabaña gana-
dera.

La aplicación de la NRA y la AAA comportó que las grandes explotaciones, que


también recibían los subsidios mayores, salieran ganando. También implicó
que los subsidios a determinados agricultores ocasionaran gastos a otros no
subvencionados y que, al ser financiada las primas con impuestos variables so-
bre la primera fase de elaboración del producto, parte del coste fuera soporta-
do por el consumidor. Paradójicamente, no se consiguió en absoluto restringir
© FUOC • P09/74529/00362 36 El mundo de entreguerras

la producción, que aumentó un 10% en los años treinta, porque los subsidios
del Estado se dedicaron a fertilizantes. Si finalmente los precios subieron un
75% en dos años, fue por la gran sequía que sufrió el oeste en 1935 y en 1936.

La Tennessee Valley Authority (TVA) fue el proyecto más espectacular del New
Deal; básicamente consistió en la transformación de una región agrícola aban-
donada y yerma del sur, el estado de Tennessee, mediante un plan coordinado
de desarrollo, que consistía en:

1) El control de las inundaciones y de la erosión.

2) La producción de energía eléctrica mediante la construcción de una gran


cantidad de embalses.

3) La producción y la aportación masiva de fertilizantes.

4) La erradicación de la malaria.

El gobierno era propietario de los medios de producción, y entraba en com-


petencia con los productores privados de electricidad, socialización que en el
ámbito de la economía americana constituía una gran novedad.

3.3.2. Consecuencias del New Deal

Para hacer una valoración del New Deal deben tenerse en cuenta distintos pun-
tos de vista.

Desde el punto de vista puramente económico, los resultados fueron limita-


dos: en 1941 el PNB estaba todavía por debajo de 1929, mientras que la renta
per capita de 1940 igualaba también la del año del Crack.

De hecho, la�economía�americana se regularizó más por el esfuerzo produc-


tivo de la Segunda Guerra Mundial que como consecuencia del New Deal. Hay
que reconocer, sin embargo, que sin el New Deal los efectos de la Depresión
habrían sido peores.
© FUOC • P09/74529/00362 37 El mundo de entreguerras

Ejemplo
Superar los efectos de la crisis económica era complejo, ya que coexis-
tían diferentes problemas difíciles de resolver al mismo tiempo. El New Con la dificultad de aplicar
equitativamente las medidas
Deal tenía que auxiliar a un país con una gran diversidad social y eco- del New Deal, se observa cómo
iniciativas que apoyaban a la
nómica. En realidad, el New Deal no siguió una estrategia socioeconó- población que trabajaba en la
mica global. Faltaban fuentes de información estadística, y muchas me- agricultura estaban en contra-
dicción con las medidas de so-
didas se aplicaron sin pensar en las consecuencias. El valor del New Deal corro a la población urbana.

consistió en instaurar la intervención�estatal en la economía, y en el


hecho de que reunió al pueblo americano en la reconstrucción�social.
No obstante, no fue nunca un programa socialista; sólo sustituyó tem-
poralmente al hombre de negocios. Su objetivo último era salvaguardar
el capitalismo.

Con respecto a la política y los problemas sociales, hubo resultados bien pal-
pables. El éxito político de Roosevelt fue indudable. Reelegido en 1936, volvió
a ganar las elecciones en 1940. La virulencia de una oposición extremista, po-
larizada entre los que lo acusaban de destruir las libertades de la sociedad libe-
ral americana y los que señalaban el carácter simplemente reformista, y a veces
reaccionario y monopolista, de sus reformas, no le impidió ser el presidente
más popular y carismático de EE.UU. en el siglo XX. A pesar de los enfrenta-
mientos con el poder judicial –el Tribunal Supremo declaró inconstitucionales
la NRA y la AAA–, el poder presidencial se afirmó como poder superior del
sistema político americano.

Franklin Delano Roosevelt (1882-1945)

F. D. Roosevelt nació en una familia de origen holandés de la alta sociedad americana.


En 1910 fue elegido senador del Estado de Nueva York por el Partido Demócrata. En
1929 hizo frente a la crisis económica desde el cargo de gobernador de Nueva York, desde
donde saltó a la presidencia del país en 1932, cargo que no abandonó hasta su muerte.

Con Roosevelt, el Partido�Demócrata alcanzó un lugar predominante en la


política norteamericana. El New Deal se convirtió en la bandera de los demó-
cratas durante muchos años, así como los republicanos habían reivindicado
durante la segunda mitad del siglo XIX el liderazgo de la Unión en la Guerra de
Secesión. De esta manera, aunque de vez en cuando los republicanos lleguen a
la Casa Blanca, como el general Eisenhower, a partir del mandato de F.D. Roo-
sevelt el Partido Republicano tendrá dificultades para conseguir el dominio en
el Congreso, incluso después de la drástica victoria de Ronald Reagan.

En cuanto a los sindicatos, su poder aumentó ostensiblemente porque se be-


neficiaron del apoyo del Estado, que comprendió la necesidad de la organiza-
ción obrera para ayudar a superar la crisis. A pesar de ser un país de tan poca
tradición sindical, el número de afiliados pasó de tan sólo 3 millones en 1929
a 8 millones en 1940. La Segunda Guerra Mundial aumentó todavía más la
fuerza de las organizaciones sindicales.
© FUOC • P09/74529/00362 38 El mundo de entreguerras

4. Nuevos y viejos nacionalismos

La posguerra acabó de matar definitivamente la idea de Imperio en Europa, y


la sustituyó por la de Estado-nación. Este cambio en la visión del Estado favo-
reció que la estructura social en Europa se basara más que nunca en el nacio-
nalismo. Los nuevos estados, surgidos de los grandes colapsos políticos y con
las fronteras apuntaladas de manera muy precaria por la fuerza de las armas o
del hecho consumado, establecieron las bases para un giro generalizado hacia
la derecha ya desde la mitad de los años veinte.

El� hundimiento de los imperios� dinásticos, especialmente del aus-


trohúngaro, considerado el gran poder estabilizador de la Europa cen-
tral, fue la clave de la modificación del mapa europeo. En pocas semanas
su desaparición dio lugar a la creación de tres nuevos estados, Austria,
Hungría y Checoslovaquia, y sus restos ayudaron a constituir o apunta-
lar tres más, Polonia, Rumania y Yugoslavia, el reino de los serbios; los
croatas y los eslovenos.

El ajuste de fronteras, aunque rápido, no se produjo sin tensiones ni derrama-


mientos de sangre entre los nuevos vecinos, y generalmente iba a cargo de
tropas más o menos irregulares o milicias nacionalistas. El caso más caracte-
rístico fue el de las fronteras occidentales de Polonia, disputadas por tropas
de la nueva república y Freikorps o voluntarios alemanes.

En Irlanda, que en 1920 había conseguido la independencia, estalló la guerra


civil entre los partidarios de un Estado vinculado a la Commonwealth y los
republicanos de De Valera, el Sinn Fein y el IRA.

El IRA

En 1857 la Hermandad Irlandesa Republicana de Nueva York creó el Ejército Republica-


no Irlandés, el IRA, en el marco de la lucha para la independencia de Irlanda. Activo
hasta 1921 bajo el liderazgo de Michael Collins, después de la división de la isla pasó
una época de poca actividad, que reemprendió en 1967 con los hechos de Londonderry.
Recientemente ha abandonado la lucha armada y ha optado por seguir la lucha desde
la vía democrática.

En estados ya constituidos, como la Italia insatisfecha por el incumplimiento


de las promesas aliadas, el irredentismo también despertó, además, las pasio-
nes nacionalistas.

Fuera de Europa, el nacionalismo también empezó a extenderse de manera


virulenta. Aparecieron los movimientos arabistas y Kemal�Ataturk despertó
la conciencia nacional de los turcos.
© FUOC • P09/74529/00362 39 El mundo de entreguerras

4.1. Italia y la aparición del fascismo

En el año 1919, Italia vivía una crisis profunda. La guerra no había resuelto
graves problemas estructurales como las profundas desigualdades entre el nor-
te y el sur, la escisión entre la sociedad y el Estado o la frustrante política exte-
rior que cuestionaba su peso en el continente europeo. La situación económi-
ca era precaria, con una acusada inflación en la cual la lira había perdido hasta
el 80% de su valor, el campo se había empobrecido y la pequeña y mediana
empresa estaba arruinada a causa de la concentración industrial.

4.1.1. La crisis de la posguerra (1919-1921)

La Gran Guerra, en la cual Italia participó a partir del año 1915, resultó par-
ticularmente dura para el país. Al inmenso esfuerzo bélico de librar la bata-
lla en un frente alpino, con trincheras en las montañas, fortificaciones muy
Benito Mussolini
costosas y desplazamientos difíciles, se añadían los generales incompetentes
y también las miles de víctimas, que en noviembre de 1918 ya llegaban a la Hijo de un herrero y una maes-
tra, había sido un conocido
cifra de 600.000. militante socialista antes de la
guerra. Ferviente antibelicista
en 1914, cambió de postura
al año siguiente; se enfrenta a
su partido y crea, con fondos
Además, la declaración de guerra a los imperios centrales había sido to- provenientes del Partido Socia-
mada por el gobierno conservador al margen de la sociedad italiana en lista Francés, un diario que de-
fendía la entrada de Italia en la
su conjunto, e incluso de buena parte de las fuerzas políticas. Las pro- guerra.

mesas de grandes compensaciones hechas por los Aliados en 1915 sólo


fueron satisfechas en parte, y este hecho creó entre muchos italianos la
conciencia de haber conseguido una "victoria mutilada".

Los gobiernos liberales tuvieron que enfrentarse, con poco éxito, a una agita-
ción social alimentada por el desempleo, que se tradujo en huelgas, ocupacio-
nes de grandes propiedades y creación de consejos obreros a la manera sovié-
tica (1919-1920). Como reacción, Benito Mussolini creó en 1919 los Fasci di
Combattimento, escuadras de activistas que dos años más tarde se transforma-
rán en el Partido�Nacional�Fascista.

A lo largo de 1920, los fascistas se enfrentaron a los socialistas y a las


organizaciones obreras, especialmente en el campo y en las ciudades
de provincias. Aplicaban una violencia sin medida y sistemática que se
manifestaba en expediciones de castigo contra sindicatos, cooperativas
y ayuntamientos de izquierdas, en vejaciones, asesinatos, contramani-
festaciones y rompehuelgas, venganzas y palizas. A su favor tenían la
tolerancia o la complicidad esporádica de las fuerzas del orden público;
les plantaba cara la izquierda desunida y desconcertada ante la nueva
escalada de enfrentamientos.
© FUOC • P09/74529/00362 40 El mundo de entreguerras

4.1.2. El fascismo a la conquista del poder (1922-1925)

Después de haber conseguido una cierta base para su movimiento –fracciones


de la pequeña y media burguesía que temían la proletarización como resulta-
do de la crisis, jornaleros en desempleo, estudiantes–, y cada vez más apoyado
por industriales y grandes propietarios agrícolas, Mussolini empezó a jugar a
la alta política. El hecho de que la mayoría de los italianos hubieran perdido
la confianza en un régimen liberal inoperante, y que el fascismo fuera un fe-
nómeno político nuevo cuyo alcance real no se conocía – y que ni siquiera
era percibido por los liberales al poder–, favoreció la aceptación de Mussolini
entre los círculos gobernantes. Su habilidad para aparentar que era un hombre
de orden hacía que pareciera la única persona capaz de controlar la situación.

El fascismo: una caracterización


Lectura recomendada
1) El fascismo es un fenómeno político eminentemente proteico y camaleónico. Es falso
representarlo únicamente con un programa cerrado, con una imagen plástica determi- E.�Nolte (1967). El fascismo
nada. Su discurso político se adapta a los diferentes ámbitos sociales, su imagen exterior en su época. Barcelona: Penín-
puede cambiar radicalmente según los medios en los cuales opera. sula.

2) Aunque existen partidos que nacen, se desarrollan y mueren como fascistas no siem-
pre es así. El fascismo puede ser una alternativa temporal, una manifestación pasajera
susceptible de afectar a cualquier partido del abanico político.

3) A partir de estas dos consideraciones iniciales, tres puntos caracterizan a los movi-
mientos fascistas.

a) Un nacionalismo exaltado, entendido de manera eminentemente restrictiva: la autoa-


firmación del sentimiento patriótico excluye por principio el resto de las formaciones
políticas nacionalistas o incluso sectores completos de la población. Este nacionalismo
exaltado posee un componente combativo que incide preferentemente en el símbolo y
los rituales como vehículos de autoafirmación.

b) Una clara tendencia al militarismo, tanto en la organización como en la táctica, y la


propensión a arbitrar soluciones de corte militar para afrontar problemas de la sociedad
civil. La finalidad última de la lucha es la imposición de un régimen totalitario.

c) La preocupación básica es la destrucción de un hipotético "enemigo interior" que se


presenta como una amenaza para la supervivencia nacional, que puede venir acompaña-
da de propuestas de expansión exterior de tipo imperialista.

El inspirador de esta caracterización, en su tiempo, fue Enric V. Da Cal.

Formando parte de un bloque electoral con los liberales, los fascistas


obtuvieron 35 escaños en el parlamento en los comicios de 1921. Toda-
vía era una pequeña minoría parlamentaria, pero existía el sentimiento
generalizado de que los fascistas eran los amos de la calle. Por lo tanto,
cuando en octubre de 1922 organizaron una demostración de fuerza, la
Marcha�sobre�Roma, Mussolini obtuvo la dimisión del gobierno y su
propia designación como primer ministro y ministro del Interior en un
gabinete de coalición en el cual también entraban liberales, dos milita-
res e integrantes de otras fuerzas políticas. Los fascistas estaban al poder,
pero dentro del contexto de un régimen parlamentario. El camino hacia
la dictadura todavía tardó dos años en llegar.
© FUOC • P09/74529/00362 41 El mundo de entreguerras

Con una política de respeto formal al parlamentarismo, simultaneada con


la depuración de la administración pública de los antifascistas más notorios,
Mussolini consiguió hacer crecer los efectivos de su partido, tanto en número
(los sindicatos fascistas tenían más de 300.000 miembros a finales de 1922)
como en calidad (oficiales del ejército, como el general Cadorna o intelectua-
les como Benedetto Croce, que simpatizó con los fascistas hasta 1924), y se
llegaron a legalizar las bandas armadas con el nombre de Milicia Voluntaria
para la Seguridad Nacional.

Utilizando los recursos caciquistas instaurados durante varias décadas de go-


biernos liberales, recogiendo muchos votos de un sur que confiaba en las re-
formas sociales prometidas, pero también recurriendo a la violencia, los fas-
cistas obtuvieron el 66,3% de los votos en las elecciones de 1924, y así sobre-
pasaron ampliamente a los otros partidos. Apoyado por un parlamento dócil,
más todavía cuando después del asesinato del diputado socialista Matteotti la
oposición abandonó la cámara, Mussolini pudo completar la "conquista legal"
del poder.

En enero de 1925 Mussolini instauró el régimen dictatorial; la Consti-


tución fue modificada, y a partir de aquel momento el jefe de gobier-
no quedó libre de responsabilidad parlamentaria, manteniendo la ini-
ciativa de la presentación de leyes y su aplicación. A lo largo de todo
aquel año y del siguiente, llegó una nueva oleada de violencia contra
la oposición, la censura de prensa y la disolución de los partidos polí-
ticos. Finalmente, en 1928 se suprimió el sufragio universal, y se creó
una legislación electoral favorable al partido�único. De esta manera, el
fascismo tenía en Italia las manos libres para construir su propio Estado.

4.1.3. El Estado fascista (1926-1939)

Establecido plenamente en el poder, el movimiento fascista tuvo el apoyo más Los Pactos de Letrán
o menos implícito de tres instituciones fundamentales en Italia: la monar-
La firma, en 1929, de los Pac-
quía, el�ejército y la�Iglesia. El conservadurismo de estos estamentos dio es- tos�de�Letrán, acuerdo entre
tabilidad alrégimen y, al mismo tiempo, dificultó la posibilidad de una evolu- el Estado italiano y el Vaticano,
cicatrizó las diferencias que el
ción política tan radical como la de la Alemania nazi. proceso de unificación de Italia
había abierto entre los dos es-
tados.
Paralelamente, el régimen depuró los elementos más radicales del Partido, por-
que eran una amenaza a la estabilidad y a la respetabilidad de un régimen al
cual daban apoyo las clases medias. Por otra parte, el PNF fue abandonando
progresivamente toda pretensión de reforma social y renunciando al elitismo,
para acabar abriendo sus puertas a todos aquellos que lo desearan; esta aper-
tura llegó al punto de hacer obligatoria la adscripción de los funcionarios al
Partido.
© FUOC • P09/74529/00362 42 El mundo de entreguerras

El proyecto de construir un Estado que por medio de las corporaciones supe-


rara la estructura de clases recayó en el puro teoricismo a mediados de los años
treinta.

La gradual desvirtuación del Partido no se debió, a pesar de todo, a la deca-


dencia del régimen, sino más bien al realce de Mussolini como el político más
poderoso en la historia de la Italia unida.

Una política económica de grandes obras públicas contribuyó a aumentar el


prestigio del régimen, tanto en Italia como en el extranjero. Las primeras au-
topistas construidas en Europa, el desarrollo de la energía hidroeléctrica y de
la industria del automóvil, la desecación de tierras insalubres o la Batalla�del
Trigo caracterizaron esta época durante la cual el Estado, incluso antes de la
crisis de 1929, se constituyó en el primer motor de la economía nacional.

La Batalla del Trigo

La Batalla del Trigo fue una campaña de signo autárquico emprendida por el Estado fas-
cista italiano entre 1925 y 1933, destinada a reducir al máximo las importaciones de este
cereal. Este objetivo se consiguió en parte mediante el cultivo de tierras marginales, y
también persuadiendo a los agricultores para que abandonaran otros cultivos.

Paradójicamente, cuando en los años treinta la depresión afectó a Italia,


Mussolini llegó al cenit de su popularidad. Aunque el desempleo creció
nuevamente hasta contabilizarse más de 1.200.000 parados, y el déficit
público se disparó, el recurso al nacionalismo imperialista consiguió ca-
nalizar el descontento hacia la aventura exterior. Fue en aquel momen-
to (1934) cuando el Estado fascista obtuvo los éxitos más sonados y su
alianza fue simultáneamente deseada por las democracias occidentales
y la Alemania nazi.

La conquista de un Imperio que proporcionara a Italia las materias de las cua-


les carecía y un destino para los excedentes de población se convirtió en la
panacea universal y se concretó en la fácil agresión a Etiopía en 1935. La con-
dena de la Sociedad�de�Naciones reagrupó a la mayoría de los italianos en
torno a Mussolini, con la Iglesia al frente.

La debilidad de toda esta situación sólo se manifestó abiertamente cuando,


arrastrada por la necesidad de continuar una expansión que escondiera sus
desequilibrios interiores, Italia entró en la Segunda Guerra Mundial.

4.2. Alemania: la República de Weimar y el nacionalsocialismo


(1919-1939)

Después del colapso de la derrota en la Gran Guerra, con la consiguiente caída


del Imperio, Alemania se organizó como república, regida por una ley funda-
mental, la denominada Constitución� de� Weimar, que en su momento fue
la más avanzada de Europa. La estructura de la nueva república era federal, y
© FUOC • P09/74529/00362 43 El mundo de entreguerras

la formaban veinticinco estados. Se gobernaba por un sistema bicameral: el


Reichstag, elegido por sufragio universal, que incluía el voto femenino, y el
Reichsrat, asamblea de representantes de los estados. El poder ejecutivo que-
daba en manos de un presidente, elegido directamente por el pueblo, que te-
nía que compartirlo con un primer ministro, responsable ante el Parlamento.

4.2.1. Las insurrecciones de los años veinte

La República de Weimar, aparentemente modélica en sus estructuras institu-


cionales, estuvo sometida, a lo largo de la primera década de su existencia, a
violentos asaltos desestabilizadores, tanto de la derecha como de la izquierda.

Para los nacionalistas alemanes, el armisticio que puso fin a la Guerra y los
tratados de paz siguientes constituyeron una "puñalada por la espalda", una
traición al ejército cuando éste defendía las fronteras de la patria, que todavía
no habían sido traspasadas por el enemigo. Desde la izquierda, por el contrario,
se veía en la república un freno definitivo a la revolución socialista empezada
en el año 1918. Una serie de alzamientos de carácter contrapuesto estallaron
como resultado de esta doble oposición:

• En el año 1919, el gobierno, de mayoría socialista, tuvo que hacer frente Los Freikorps
al alzamiento�espartaquista (comunista), aplastado por los Freikorps. Los
Los Freikorps eran unidades vo-
duros combates registrados en enero por las calles de Berlín tuvieron como luntarias constituidas por ofi-
colofón el asesinato de los dirigentes espartaquistas Rosa Luxemburg y Karl ciales de derechas, ex comba-
tientes veteranos y jóvenes re-
Liebknetch. clutas.

• En abril, se proclamó en Baviera una República Soviética, que también fue


destruida por la fuerza militar.

• En 1920, el denominado putsch o golpe�de�Kapp (un líder ultraderechis-


ta), apoyado por los Freikorps, sólo pudo ser vencido con la ayuda de una
huelga general convocada por los sindicatos a causa de la actitud del ejér-
cito, reticente a enfrentar se a sus camaradas de armas.

• En 1923 se volvió a producir una doble oleada de alzamientos. En octu-


bre, en Sajonia y Turingia se constituyeron gobiernos de izquierdas con
mayoría comunista, apoyados por una huelga revolucionaria en Hambur-
go. En noviembre, Ludendorff, aliado con los nacionalsocialistas de Hitler,
intentó controlar Baviera (Putsch�de�Munich), para realizar, desde allí, una
marcha sobre Berlín a la manera de los fascistas italianos, aprovechando la
reacción nacionalista suscitada por la ocupación francesa del Ruhr. El Go-
bierno respondió declarando el estado de sitio y utilizando enérgicamente
al ejército contra los rebelados, hasta restablecer el orden.
© FUOC • P09/74529/00362 44 El mundo de entreguerras

4.2.2. La espectacular inflación de 1923

La Primera Guerra Mundial había representado una carga durísima para la


economía alemana. A las pérdidas humanas –unos 2.000.000 de hombres en
edad laboral– había que añadir las pérdidas de territorios de gran importancia
económica, el desgaste del utillaje industrial sobreutilizado y las reparaciones
en especies confiscadas por los aliados.

Donde más se reflejaron estas dificultades fue en el sector financiero. Los gas-
tos de guerra alemanes se habían elevado a 140.000 millones de marcos-oro.
Un 60% de aquella cifra colosal había sido financiada recurriendo a fomentar
la inflación. Acabada la guerra, este recurso continuó siendo utilizado para cu-
brir nuevos gastos: reparaciones a los vencedores, pensiones a las víctimas de
guerra y subvenciones destinadas a facilitar la reconversión de la industria a
la situación de paz. De 1919 hasta 1923 la moneda alemana sufrió un proceso
de devaluación de una magnitud sin precedentes, y cayó, en este último año,
en una auténtica bancarrota�financiera.

La causa inmediata de esta bancarrota financiera fue la ocupación fran-


cesa de la región minero industrial del Ruhr, como garantía de las deu-
das de guerra que Alemania no podía pagar. La indignación de los ale-
manes se manifestó en una huelga generalizada en la región, sostenida
económicamente por el Gobierno alemán, que se vio obligado a impri-
mir grandes cantidades de papel moneda. La crisis inflacionaria fue, por
lo tanto, producto de una maniobra política y de la ignorancia que en
el campo de la teoría económica existía en la Europa de la época.

Valor�de�un�dólar�en�marcos

1914 4,2

1919 8,9

1920 64,8

1921 66,7

1922 493,2

  Enero 17.792
 
  Julio 353.410
 
 
Agosto 4.600.000
 
1923
Septiembre 98.800.000

Octubre 25.200.000.000

Noviembre 4,2 trillones


© FUOC • P09/74529/00362 45 El mundo de entreguerras

No obstante, las consecuencias de esta situación tuvieron significados diferen-


tes para los distintos sectores de la sociedad:

• Para la clase obrera, el valor real de los salarios cayó, al menos en una
cuarta parte, por debajo del nivel de 1914.

La devaluación de la moneda

Durante la crisis, los sueldos se cobraban con carretillas, el pan costaba millones de mar-
cos, los sellos valían menos que el papel de cartas y ahorros de toda una vida ni siquiera
daban para comprar un billete de metro.

• Para la pequeña y mediana burguesía significó la práctica desaparición de


las rentas, las pensiones y los ingresos fijos, y aniquiló la base financiera
de las clases intermedias entre el proletariado y las grandes fortunas.

• Por el contrario, para los grandes complejos industriales, la inflación apor-


tó unas ventajas considerables: facilidades para la exportación, el pago de
impuestos, la concentración de empresas y la renovación de maquinaria.

• De manera paralela, los propietarios agrícolas vieron cómo desaparecían


sus deudas y pudieron modernizar sus explotaciones a bajo coste recu-
rriendo al crédito.

En el año 1928 se puso en marcha una decidida política estabilizadora, basa-


da en la sustitución del marco por una moneda más fuerte: primero el Ren-
tenmark, y después el Reichsmark, apoyados por la industria y la agricultura
alemanas por su relación con el patrón oro, respectivamente. El éxito de esta
operación atrajo rápidamente capitales extranjeros, que aportaron la liquidez
monetaria necesaria para continuar la modernización y concentración indus-
trial de los años precedentes.

La recuperación de la industria alemana, apoyada por la mejora de la produc-


tividad y por la introducción de nuevas tecnologías, fue espectacular. Sin em-
bargo, este crecimiento sufría una doble dependencia exterior. Por una parte,
la producción sólo podía encontrar mercados recurriendo a la exportación, y
por otra, el recurso a los capitales extranjeros resultaba imprescindible.

Ahora bien, Alemania era el país más endeudado de Europa, especialmente


con Estados Unidos. En 1929, sobre un total de 1.546 millones de dólares en
préstamos negociados con el extranjero, 1.039 provenían de Norteamérica. El
resto, básicamente, eran capitales procedentes de Gran Bretaña que, a su vez,
los había pedido a EE.UU.
© FUOC • P09/74529/00362 46 El mundo de entreguerras

Lectura recomendada
La primera medida ante la crisis, que consistió en restringir las impor-
taciones y bajar los precios en un 15%, quedó parcialmente anulada por A.�Ferguson�(1984). Cuando
muere el dinero. EI derrumba-
la devaluación de la libra esterlina en un 30%, lo cual daba una limpia miento de la República de Wei-
mar. Madrid: Alianza.
superioridad a las exportaciones británicas.

A pesar de todo, la reforma financiera no se detuvo en absoluto aquí: los


salarios se rebajaron un 6% (10% los de los funcionarios), e incluso el
subsidio del desempleo fue reducido. Esta política deflacionista llevó a la
bancarrota de numerosas industrias, incapaces de mantener los precios,
y el número de desempleados se disparó considerablemente.

Año Total�de�desempleados

1930 3.000.000

1931 4.700.000

1932 6.000.000

La caída de la producción industrial fue tan rápida como lo había sido su ex-
pansión. La fundición, por ejemplo, pasó de 13 millones de Tm a tan sólo 3.

El reflejo político de esta situación se tradujo en un crecimiento de los partidos


extremistas que situaron a Alemania en un clima de guerra civil. El Frente
Rojo, promovido por los comunistas, alcanzó 5 millones de votantes. Quien
más se benefició de la situación de caos provocada por la crisis económica fue
el Partido�Nacionalsocialista, que creció de manera significativa.

4.2.3. El Partido Nacionalsocialista (1919-1931)

El nacionalsocialismo se define como un movimiento nacionalista, racista,


antidemocrático y anticapitalista.

• Nacionalista, de acuerdo con las ideas pangermanistas anteriores a la uni-


ficación alemana: reunir a todos los hombres de cultura alemana en un
mismo Estado que tendría que ser el centro político y económico de una
nueva Europa.

• Racista, para cumplir un doble programa: colocar la "raza" alemana en el-


primer lugar que supuestamente le corresponde por su superioridad sobre
el resto de los pueblos de la Tierra, y velar por su pureza, limpiándola de
elementos extraños, judíos principalmente, que la han corrompido y son
la causa de su decadencia.

Adolf Hitler

Nacido en Austria en 1889. En 1914 se alistó al ejército alemán y tomó parte en la gue-
rra. Desde 1920, actuando en ámbitos próximos a las organizaciones de ex combatientes,
aglutinó a su alrededor a una serie de seguidores, que formaron el núcleo del Partido
© FUOC • P09/74529/00362 47 El mundo de entreguerras

Nazi. Cómplice de Ludendorff en el Putsch de Munich, fue condenado a un año de reclu-


sión durante el cual redactó Mein Kampf, autobiografía política que recoge en síntesis los
principios fundamentales de su credo.

• Antidemocrático, al considerar el sistema liberal pluripartidista ajeno a


las esencias del pueblo alemán, que tiene que gobernarse por un sistema
de jerarquías, culminando en el Führer, el jefe natural.

• Anticapitalista, ya que en la medida en que el capitalismo tiene un ca-


rácter internacional –así como el socialismo y el comunismo–, está domi-
nado por los anglosajones y mediatizado por los judíos, y se opone, por
lo tanto, al desarrollo de un sistema económico genuinamente alemán, el
nacionalsocialismo, instrumento al servicio de la grandeza de la patria.

El análisis de las claves del éxito nazi resulta especialmente complejo y no


se relaciona de manera directa con el contenido del multiforme programa.
Ninguno de sus principios resultaba nuevo.

Al contrario, todos son comunes a la tradición autoritaria nacionalista y


pangermanista del ala conservadora del pensamiento alemán del siglo
XIX. Sin embargo, los nazis supieron utilizar estos principios con un ex-
traordinario despliegue de medios de propaganda, propios del siglo XX,
y con una coordinación y eficacia desconocidas hasta aquel momento.

La radio, la megafonía, los medios de locomoción modernos –automóviles


y aviones–, las concentraciones multitudinarias apoyadas por una escenogra-
fía impresionante, e incluso métodos propagandísticos muy avanzados para
la época –envío de un disco con discursos de Hitler a votantes potenciales–,
transformaron una ideología mediocre y escasamente original en una opción
política atractiva para una audiencia masiva.

Tampoco se pueden despreciar los factores culturales: los alemanes habían pa-
sado repentinamente de vivir en un Imperio en el cual las libertades políticas
estaban limitadas, a una República en la cual éstas eran la norma, pero en la
que no acababan de creer. Las frecuentes convocatorias electorales los descon-
certaban, principalmente teniendo en cuenta que sólo salían gobiernos ines-
tables. Todo esto pasaba en un tiempo de catastróficas crisis�económicas que
enardecían las izquierdas más radicales y acobardaban a las clases medias, cada
vez más arruinadas.

Desde su radicalismo, los nazis prometían orden dentro de un marco que re-
cordaba el tradicional, anterior a la guerra, pero modernizado, adaptado a los
nuevos tiempos de la era de las masas. A todo esto se añadió la fragmentación
y la indecisión de la derecha y del centro liberal que, como en Italia, acabaron
confiando en que se podría "amansar" a Hitler dándole una parcela de poder,
situación que sólo debería ser transitoria.
© FUOC • P09/74529/00362 48 El mundo de entreguerras

La clientela del Partido Nazi la componían, ya en los primeros años


treinta, el norte protestante y agrario, y las pequeñas y medianas ciuda-
des de provincias, mientras que en las grandes ciudades y en las zonas
católicas del sur y el oeste tenía menos resonancia. En general se trata-
ba de obreros en desempleo, miembros de las clases medias arruinados
por la crisis y jóvenes desengañados y sin futuro, para los cuales la me-
diocridad y la miseria de la República de Weimar eran un síntoma de
todos los daños que sufría Alemania, consecuencia, a su vez, del Diktat
de Versalles.

4.2.4. El triunfo de Hitler (1932-1933)

En las elecciones de 1932 a la presidencia de la República, el mariscal Hinden- Lectura recomendada


burg, apoyado por todos los partidos del sistema de Weimar, fue elegido con
J.�Toland�(1977). Adolf Hitler.
19 millones de votos. Sin embargo, Hitler, que también había presentado su Madrid: Cosmos (2 vol.).
candidatura, obtuvo 13 millones de sufragios, muy por delante de los 4 millo-
nes a favor del tercer candidato, el comunista Thälmann. En noviembre del
mismo año, las elecciones para constituir el Reichstag hicieron de los nazis la
primera fuerza política del Parlamento.

A pesar de todo, la camarilla conservadora estaba en plena descomposición,


víctima de las propias luchas internas. Después de dos gabinetes, que no fueron
capaces de gobernar en minoría, y en el contexto de un panorama político muy
fragmentado en el cual casi ningún partido tenía ya poder efectivo, Hitler fue
nombrado primer ministro por iniciativa del presidente Hindenburg, influido
a su vez por los jefes de las camarillas conservadoras rivales, que esperaban
poder controlar al líder nazi en el último minuto.

Escaños obtenidos en las elecciones al Reichstag

1928 1930 1932 1933

Comunistas 54 77 100 81

Socialistas 153 143 124 125

Zentrum 62 68 79 74

Demócratas�y�otros�partidos�republicanos 137 141 45 27

Nacionalalemanes 73 41 52 52

Nacionalsocialistas 12 107 196 288

Total 491 597 584 647

Hitler se había convertido en jefe de un gobierno de coalición con los nacio-


nalistas, pero su objetivo era gobernar a solas. Convocó nuevas elecciones,
que se llevaron a cabo en un clima de terror causado por la represión desen-
cadenada a consecuencia del incendio, en el mes de febrero, del palacio del
© FUOC • P09/74529/00362 49 El mundo de entreguerras

Reichstag, suceso atribuido a los comunistas pero realizado, de hecho, por los
nazis. Hitler obtuvo el 44% de los escaños para su partido. Apoyado por los
nacionalistas, consiguió la mayoría necesaria para liquidar el sistema republi-
cano desde arriba, al ganar la concesión de poderes dictatoriales por la Ley de
Plenos Poderes del 23 de marzo de 1933.

Todas las formaciones políticas, salvo el Partido Nacionalsocialista, fue-


ron disueltas. La supresión de toda resistencia parlamentaria fue segui-
da, en 1934, por la eliminación de la oposición conservadora y por la
liquidación de los disidentes que desde el Partido Nazi mismo acusaron
a Hitler de haber renunciado a la revolución nacionalsocialista, de ha-
berse aburguesado a cambio de obtener el poder. La Noche�de�los�Cu-
chillos� Largos, el 30 de junio, significó la sangrienta represión de la
doble oposición al nuevo régimen.

Unos meses después, con la muerte de Hindenburg, Hitler reunió en su per-


sona las funciones de presidente y canciller del Reich, decisión ratificada me-
diante un plebiscito que le fue masivamente favorable. Desde este momento,
su poder fue absoluto.

La Gestapo

La Gestapo era la policía política y principal órgano represor del régimen hitleriano; fue
creada por Göring y Himmler entre 1933 y 1934. Se dividía en dos cuerpos: policía de
orden y policía de seguridad. Su actuación estaba al margen de la ley, por lo cual actuó
impunemente contra la disidencia política.

A partir de entonces, el nuevo Estado nazi empezó a articularse. Primero, aca-


parando los centros de la intelectualidad y la ciencia: Goebbels fue nombrado
ministro de Cultura y de Propaganda. De esta manera, artes, literatura, cine y
prensa pasaron a ser controlados desde el poder. Las escuelas y universidades
se vieron obligadas a impartir enseñanzas basadas en el ultranacionalismo y
el racismo.

Durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, las autoridades organiza-


ron un enorme pogromo contra las sinagogas y los comercios judíos conocido
como la Noche�de�los�Cristales�Rotos, que acabó con la incautación de nego-
cios judíos, desalojos, detenciones masivas y condenas. El poder de la policía
secreta, la famosa Gestapo –cuya actuación no siempre se ajustaba a la ley– y
los tribunales especiales consolidaron el nuevo estado totalitario.
© FUOC • P09/74529/00362 50 El mundo de entreguerras

5. El Estado soviético

En buena medida, el discurso ideológico de nazis y fascistas insistía en la vo-


luntad de erigirse como una alternativa a la crisis del sistema liberal, pero tam-
bién al sistema soviético. En aquel tiempo, el triunfo de la revolución bolche-
vique había llegado a la construcción de un Estado soviético que para una
parte del proletariado mundial parecía que encarnaba el modelo de sociedad
ideal. En cualquier caso, el intento a gran escala de superar el liberalismo y
el capitalismo hizo de la Unión Soviética uno de los experimentos sociales y
políticos más singulares del siglo XX.

5.1. La construcción de la URSS

Después de la revolución de noviembre de 1917, enfrentados los bolcheviques El ejército blanco


y los "blancos" en una durísima guerra civil en la cual las potencias occiden-
El ejército blanco reunía a to-
tales daban apoyo activamente a los contrarrevolucionarios, Lenin optó por dos aquellos que luchaban
aplicar una política tendente al pragmatismo que sacrificó muchos de los an- contra la revolución comunis-
ta, desde los monárquicos, en-
tiguos presupuestos teóricos del socialismo histórico. La primera medida fue carnizados defensores del An-
tiguo Régimen, hasta los repu-
imponer el denominado comunismo�de�guerra, que esencialmente se centró blicanos.
en el requisamiento de alimentos y la nacionalización de las empresas más
importantes.

Una vez conseguida la victoria contra las desunidas fuerzas antibolche-


viques en el año 1920 (en algunos lugares alejados se prolongó dos años
más), se estableció formalmente la denominada Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas bajo el principio federal que unía a las cincuenta
nacionalidades que componían el Estado, y se excluyó oficialmente el
papel que había desarrollado el nacionalismo ruso como aglutinador
del Imperio.

La esperanza de la revolución mundial, que mediante la Internacional�Co-


munista o Komintern, fundada en 1919, se había fomentado en Europa cen-
tral y oriental (Alemania, Hungría, Bulgaria), incluso durante el periodo de la
guerra civil, seguía plenamente viva.

Luchando contra los partidos socialistas, estigmatizados por el fracaso Lenin reunido con una comisión del Segundo
congreso del Komintern.
de la II Internacional, que no consiguió evitar la Gran Guerra, el Komin-
tern contribuyó a crear por todo el mundo unos partidos comunistas
nacionales fuertemente jerarquizados y dependientes del centro revo-
lucionario que era el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
© FUOC • P09/74529/00362 51 El mundo de entreguerras

De esta manera, el poder soviético se desdobló en un estado estructurado a


partir de consejos obreros (los soviets) y un partido que, al mismo tiempo, era
el coordinador de toda una serie de organismos internacionales políticamente
afines, y que quedó estipulado en la Constitución de 1924. Este esquema dual
permitía resolver ideológicamente la aparente contradicción que representaba
buscar la revolución mundial a la vez que se construía un Estado con las pro-
pias instituciones, dentro de unas fronteras.

5.2. La industrialización acelerada

A pesar de todo, en los primeros años de la URSS se mostró una tendencia


alarmante hacia la improvisación. Dado que la socialización había avanzado
demasiado deprisa con el "comunismo de guerra" y había generado un profun-
do descontento social, se diseñó la Nueva Política Económica (NEP), aplicada
entre 1921 y 1927.

Bajo la NEP, la planificación y las principales empresas estratégicas con-


tinuaban en manos del Estado socialista, pero, en cambio, se toleró un
gran volumen de comercio y beneficios privados, que buscaba especial-
mente el restablecimiento de los intercambios campo-ciudad.

Este retorno a un cierto grado de capitalismo tolerado y vigilado desde


el poder favoreció sobre todo a los campesinos adinerados (kulaks) y a
una nueva clase media que apareció en las ciudades.

La muerte de Lenin en 1924 dio un nuevo giro a la situación soviética al abrir


la lucha por el poder entre los líderes bolcheviques. Los fracasos en política
exterior y el freno a la expansión revolucionaria favorecieron a los partidarios
de establecer el�Estado�soviético, de entre los cuales destacaba el georgiano
Josef Stalin.

León Trostski, brazo derecho de Lenin durante la guerra civil en su condición


de comisario de la guerra, y teórico de la revolución� permanente a escala
mundial, cayó pronto en desgracia. En 1927 Stalin, con el apoyo de la mayoría
del PCUS, consiguió desplazar a su adversario y obtuvo el poder. Trotski acabó
siendo condenado y expulsado de la URSS en 1929; vivió exiliado hasta su
asesinato en México, en 1940.

El mismo año de su victoria, Stalin lanzó el denominado Primer Plan


Quinquenal (1927-1932), destinado a impulsar decisivamente la indus-
trialización de la Unión Soviética. El nuevo afán significó el final repen-
tino de la NEP, pero sobre todo comportó la aniquilación de la agricul-
tura privada.
© FUOC • P09/74529/00362 52 El mundo de entreguerras

El proceso de industrialización requería una revolución agrícola previa que


asegurase el suministro a las ciudades y las fábricas, y esto sólo se podía con-
seguir si se estatalizaba totalmente la agricultura. Por este motivo, a partir del
año 1929 se hizo la colectivización del campo, pero a un precio humano ate-
rrador, tanto por los castigos contra los reticentes como por las hambres pro-
vocadas por las distorsiones en la producción.

El koljós

Era la granja colectiva. La tierra y los medios de producción eran del Estado y el campe-
sino quedaba convertido en un "obrero del campo". A cada granja o grupo de granjas
le era asignada una cuota de producción que se tenía que comprometer a cumplir. Para
cada grupo de koljós existía una estación de tractores y maquinaria que les enviaban para
trabajar, así como técnicos y peritos agrícolas, según las necesidades locales. El sistema
permitía a las autoridades controlar férreamente la producción agrícola. Los campesinos
sólo retuvieron pequeñas parcelas para el consumo propio.

Las críticas internas en el seno del Partido y entre los técnicos encargados de
aplicar los planes quinquenales fueron apaciguadas por medio de purgas su-
KoIjós de Turkmenistán dedicado al cultivo del
cesivas que a lo largo de los años treinta fueron abrazando peldaños cada vez algodón.

más bajos del PCUS, y acabaron por tocar al ejército y amplios sectores de
la sociedad. Los millones de condenas generaron un enorme terror, principal-
mente porque al final golpeaban aleatoriamente a supuestos integrantes de
conspiraciones antiestalinistas imaginarias.

Estimación de víctimas entre el pueblo soviético derivadas de de-


cisiones políticas, económicas y militares, o de las carestías ma-
teriales desde la Revolución de 1917 hasta la muerte de Stalin

Causa Número�de�víctimas�estimadas

Guerra Civil de 1917-1920 20 millones de muertes

Epidemia de tifus de 1920 3 millones de muertes.

Hambre de 1921 10 millones de muertes.

Colectivización de la agricultura:1930-1937 11 millones, más muertos en campos de con-


centración.

Purgas del Estado, el Partido y el ejército: En 1938, la población establecida en campos


1936-1938 de concentración subía a 2 millones de perso-
nas. El total de víctimas no ha sido calculado,
pero se estima que se sitúa entre 8 y 20 millo-
nes, y son las cifras más bajas las más creíbles.

Segunda Guerra Mundial 20 millones.

Deportación de nacionalidades Entre 1941 y 1945, Stalin mandó deportar a


Siberia y al Asia central a los tártaros de Cri-
mea, los meskets, los calmucos, los alemanes
del Volga y los chechenos, bajo la acusación
de haber colaborado con el ejército alemán
durante la guerra. También fueron deportados
centenares de miles de bálticos, alemanes, ju-
díos y población del Este de Europa.
© FUOC • P09/74529/00362 53 El mundo de entreguerras

Sin embargo, no todo funcionó a base de terror. Los planes quinque-


nales consiguieron hacer de la Unión Soviética una potencia industrial
en un tiempo récord y sin préstamos del capital exterior. Se alzaron gi-
gantescos complejos industriales, se construyeron enormes presas para
obtener energía, se abrieron minas en lugares remotos, se extendieron
miles de kilómetros de vías férreas y oleoductos, e incluso se crearon
nuevas ciudades de colonización siguiendo planes urbanísticos nuevos
y audaces (como Stalingrado o Magnitogorsk).

El crecimiento urbano de la URSS en los años 30

Entre 1926 y 1939 la población urbana creció de 26 a 55 millones de personas, lo cual


equivale a pasar del 18 al 33% del total. El número de emigrantes del campo a la ciudad,
especialmente en Moscú y Leningrado, es de 20 millones. Ciudades pioneras, surgidas
de la nada, como Stalinsk, en el Kuzbass, pasan de tener tan sólo 3.800 habitantes en
1926 a 170.000 en 1939.

La industrialización saltó desde Ucrania y Rusia a las repúblicas asiáticas y Si-


beria. En la década que va de 1928 a 1938, la producción de hierro y acero se
cuadruplicó y la URSS se convirtió en el mayor productor mundial de locomo-
toras y tractores. Entre los años 1928 y 1940, el incremento de la renta bruta
nacional soviética (4,5%) superaba la de Estados Unidos entre en 1869 y 1909
(4,3%), la de Japón entre 1885 y 1914 (3,8%), la de Alemania entre 1851 y
1910 (2,7%) y la de Gran Bretaña entre 1851 y 1904 (2,2%). El frenético entu-
siasmo se traducía en ocasionales competiciones entre productores y obreros,
que incluso dieron lugar a la figura del "stajanovista"o trabajador de elite que
conseguía superar todas las marcas de producción.

El stajanovismo

El minero AlexeI G. Stajanov (1906-1977) consiguió, en los años treinta, batir marcas
absolutas de extracción de carbón, al conseguir superar en distintas ocasiones el listón de
las 12 toneladas por día. Stalin lo convirtió en modelo de trabajadores e incluso se llegó a
organizar un movimiento "stajanovista". Las competiciones "stajanovistas" entre equipos
de trabajadores para batir marcas de velocidad, puntualidad o producción se convirtieron
en características del periodo estalinista en la URSS y en los estados satélites. Del término
stajanovista deriva la palabra castellana "destajo" (trabajar a destajo).

Sin embargo, estos esfuerzos se realizaron a costa del nivel de vida de la po-
blación, que no tenía los recursos mínimos y que, muchas veces, durante los
duros años treinta, se alimentó por el sistema de racionamiento.
© FUOC • P09/74529/00362 54 El mundo de entreguerras

6. Viejo y nuevo orden colonial

Las transformaciones políticas europeas que resultaron del nuevo orden inter-
nacional surgido de la Gran Guerra tuvieron sus repercusiones en los imperios
coloniales. Desaparecieron las posesiones alemanas en África, Asia y Oceanía.
El Imperio Otomano se volatilizó.

El reparto de las colonias de unos y otros se hizo en virtud de lo que entonces


se denominaba el sistema�de�mandatos. Puesto que la simple y pura anexión
de los territorios coloniales abandonados por el enemigo entraba en contra-
dicción con el objetivo de librar la guerra en nombre de la libertad de los pue-
blos y los principios democráticos, las fuerzas políticas más progresistas de los
países aliados propusieron que las antiguas colonias pasaran a ser administra-
das por la Sociedad de Naciones.

Sin embargo, era evidente que este organismo no tenía capacidad para ejercer
por sí mismo la tutela de las colonias, y el artículo 22 del Tratado de Versalles
acabó por establecer que Gran Bretaña y Francia, porque tenían experiencia,
asumirían aquella tarea en nombre de la Sociedad de Naciones mediante un
"mandato", y con el objetivo final de preparar para la independencia a las más
idóneas.

El sistema de mandatos escondía a duras penas una nueva forma de do-


minación colonial basada en áreas de influencia o estados�satélites, y
no en la administración directa desde la metrópolis. El procedimiento
había sido experimentado con éxito en Cuba, Panamá y Filipinas por
los norteamericanos a lo largo de los primeros años del siglo. En cierta
medida, los intereses imperialistas habían actuado así sobre Latinoamé-
rica, durante una buena parte del siglo XIX.

Por lo tanto, el sistema de mandatos no fue sino una perpetuación del dominio
colonial francobritánico en Oriente Medio, que de hecho las dos potencias se
habían repartido por adelantado en 1916 en virtud de los acuerdos secretos El presidente de Estados Unidos Mr. Roosevelt
y el panameño A. Amador frente a las tropas
Sykes-Picot. Londres creó un sistema de estados títeres (Iraq y Transjordania), norteamericanas destacadas en Panamá en el
año 1906.
y Francia intentó hacer esto mismo en Siria y el Líbano, con menos éxito que
los británicos.

La guerra había legado otros problemas que tenían que solucionarse de ma-
nera inmediata. Durante la Primera Guerra Mundial, los árabes habían sido
instrumentalizados por los aliados y por los turcos, y todavía persistían focos
de rebeldía contra las autoridades coloniales francesas, italianas y británicas
entre los tuareg, los árabes de Adén y los senusis libios, que habían derrotado
© FUOC • P09/74529/00362 55 El mundo de entreguerras

a los italianos durante la guerra apoyando a los turcos con eficacia. La rebe-
lión de Abd�el-Krim en el Rif contra los españoles tiene que entenderse, en
parte, en este macrocontexto. Los británicos continuaron enfrentándose con
problemas en la indócil frontera noroeste de la India, y en Egipto el naciona-
lismo tomó cuerpo en el partido denominado Wafd.

Sin embargo, todos los conflictos que surgían en los territorios coloniales eran
controlados de manera rápida y contundente por los ejércitos occidentales.
Los arsenales y las tácticas de la Gran Guerra se trasladaron a las colonias, de
manera que la aviación, los vehículos blindados o incluso los gases tóxicos
disuadían rápidamente a los insurrectos. Las dificultades del ejército español
en el Rif fueron la excepción que confirma la regla.

Con respecto a los nuevos y todavía muy escasos brotes nacionalistas, fue-
ron tratados con dureza o controlados otorgando concesiones y fomentando
divisiones. La India, especialmente a partir de la aparición de Mohandas Ka-
ramchand Gandhi, el gran líder de masas que llevó la idea nacional al pueblo,
constituyó el caso más complejo, sobre todo teniendo en cuenta que durante
la Primera Guerra Mundial Londres había asumido el discurso democrático
americano, y por este motivo se había presentado a la India como socio cola-
borador en la construcción de un mundo nuevo.

Años cuarenta

Hasta los años cuarenta en el mundo occidental imperaba la idea de que las colonias eran
una reserva humana que confería una parte sustancial de la supremacía militar de las
grandes potencias. No en vano, durante la Gran Guerra las unidades coloniales utilizadas
por británicos y franceses habían combatido en los frentes de guerra europeos con buenos
resultados.

El caso de la India

Sin embargo, incluso en la agitada India los administradores británicos demostraban una
notable habilidad para conducir la situación: hay que tener en cuenta que el mismo
Gandhi admitió el fracaso de las campañas de desobediencia civil de 1934, después de ser
enfrentado por los británicos al problema de las castas. La Government of lndia Act de 1935
remató la jugada apoyando todavía más el dominio británico en los príncipes indios, y
al permitir al Partido del Congreso el ejercicio de un gobierno autonómico eficaz. Los
británicos aplicaron con éxito una vez más, pues, su estrategia de dividir para gobernar.

Excepto Egipto y la India, además de Indochina, Argelia, y en menor grado


Marruecos, las colonias del África negra, Asia y Oceanía no planteaban gran-
des problemas de administración en los años de entreguerras. Desde el punto
de vista de las autoridades y las sociedades blancas coloniales, no parecía que
hubiera obstáculos serios para que se prolongara su dominio durante un largo
periodo de tiempo. Es más, el discurso asumido corrientemente seguía plan-
teando la imperiosa necesidad de que el hombre blanco impusiera�orden�y
eficacia en las zonas colonizadas, de lo que parecían incapaces las poblaciones
indígenas. El panorama era prometedor.

Dentro de las colonias, el progreso material era palpable. A lo largo de los años
veinte acabaron de apuntalarse las estructuras administrativas esbozadas en la
primera década del siglo. En la mayoría de los territorios ya existían sistemas
© FUOC • P09/74529/00362 56 El mundo de entreguerras

burocráticos eficaces, redes de carreteras y ferrocarriles, tráfico fluvial organi-


zado, puentes, aeródromos, infraestructuras judiciales, policiales, escolares y
sanitarias, prensa e incluso, en algunos casos, rudimentarios canales de repre-
sentación política para la población local.

Algunas capitales

En algunas capitales la imagen era esplendorosa, como es el caso de Bombay, centro in-
dustrial y financiero de la India. En la paradisíaca Kenia, la aristocracia inglesa conseguía
revivir formas de vida propias de un pasado idealizado. En Argelia, el tráfico automovi-
lístico igualaba el de las ciudades francesas más agitadas.

Con respecto al aspecto económico, por primera vez las colonias en su con-
junto empezaban a ser rentables. La India, Argelia y Malasia ya no eran las
excepciones de finales del siglo XIX.

La Malasia británica proporcionaba hacia los años 1930 la mitad de la produc-


ción mundial de caucho, y la tercera parte de la de estaño; el Congo belga, que
en el año 1913 aportaba menos del 1% de la producción mundial de cobre,
había pasado a suministrar el 10% en el año 1930.

El petróleo se había convertido en un producto vital para la economía occi-


dental, y por este motivo Oriente Medio, que había duplicado su producción
entre 1920 y 1940, se transformó en una zona estratégica.

Las inversiones francobritánicas en el continente negro, alternativa económi-


ca a otras regiones más inestables políticamente, crecieron espectacularmente.
El cultivo del café en Uganda se multiplicó por 20 entre 1910 y 1930, y el del
algodón por 10. En líneas generales, los mercados de abastecimiento occiden-
tales se estaban desplazando de Asia oriental hacia Oriente Medio y África.

La Primera Guerra Mundial había comportado un notable desarrollo tanto de Plantación de café en África
las vías de comunicación como de la infraestructura comercial. La presencia de
colonos blancos empezaba a ser una realidad en aquellas colonias de adquisi-
ción reciente, por ejemplo en las modélicas Kenia y Rodesia, donde afluyeron
militares británicos desmovilizados reconvertidos en granjeros.

Años de entreguerras

Durante los años de entreguerras muchas de las colonias eran todavía parajes salvajes en
los que la vida no resultaba fácil para los granjeros o administradores blancos. Predomi-
naba todavía la impresión de que aquél era otro mundo, muy diferente del europeo. Sin
embargo, en las explotaciones ya vivían familias enteras que no sufrían por su seguridad.

Los estados europeos que no tenían colonias envidiaban las grandes potencias
imperialistas, y la actuación de Gran Bretaña durante la Gran Depresión de los
años treinta acabó por ratificar la idea de que estas posesiones eran un seguro
para los malos tiempos. La aventura fascista en África y los proyectos nazis para
colonizar Rusia con población alemana no eran extraños a aquel sentimiento.
© FUOC • P09/74529/00362 57 El mundo de entreguerras

En definitiva, los años de entreguerras fueron la época dorada del imperialis-


mo. Aparentemente, 700 millones de afroasiáticos estaban dominados por un
puñado de europeos.

6.1. Factores de cambio

La gran paradoja era que casi todos los elementos que los administradores
y sociedades blancas recibían como desarrolladores eran, al mismo tiempo,
factores de desintegración del orden establecido. Los enormes contingentes
de hombres movilizados para ir a combatir a Europa durante la Gran Guerra
fueron testigos privilegiados y cómplices de los profundos odios existentes
entre blancos. Esto, por sí solo, ya contribuyó a socavar el respeto y el miedo
hacia la raza dominante.

Además, los reclutas coloniales aprendieron a utilizar armas modernas a gran Ejemplo
escala, se imbuyeron de los sistemas de organización militares occidentales,
Durante la Primera Guerra
se familiarizaron con formas de vida europeas y, sobre todo, asimilaron con- Mundial la India movilizó en
ceptos políticos nuevos para ellos, especialmente aquéllos por los cuales los total a 1.400.000 nativos,
Argelia acabó la guerra con
aliados decían que luchaban: democracia, libertad e igualdad. La resonancia 176.000 combatientes en el
ejército francés, y Senegal con
de la propaganda americana y de la Revolución Rusa les llegaba perfectamente 136.000.
clara.

Sin embargo, las alteraciones todavía podían llegar a más profundidad en la


estructura social de las colonias. El suboficial�indígena licenciado que retor-
naba a su medio social adquiría un peso en su sociedad que invalidaba las es-
calas de promoción tradicionales, y a la vez invitaba, con su ejemplo, a otros
jóvenes a seguir el mismo camino.

Esto justamente pasó con los cuadros administrativos�indígenas formados


por los colonizadores, con el añadido de que sus posibilidades de ascender
profesionalmente estaban totalmente reducidas por el hecho de no ser blan-
cos, lo cual hacía unos perpetuos descontentos y un plantel de nacionalistas
antiimperialistas.

Algo parecido pasaba con la burguesía�comercial autóctona, notablemente


desarrollada en algunas colonias, como la India o Indochina, y enriquecida
con negocios derivados de la Gran Guerra. De formación y gustos occidenta-
lizados en muchos casos, se sentía marginada y excluida por la sociedad colo-
nial blanca, muy sensible a las diferencias raciales. Estas clases medias indíge-
nas reaccionaron con más virulencia al ser perjudicadas por los efectos de la
Gran Depresión.
© FUOC • P09/74529/00362 58 El mundo de entreguerras

Ejemplo
En definitiva, los colonizadores estaban creando un mundo de urbani-
zación y servicios y de economía monetarizada que rompía las formas En la India los 280.000.000 de
habitantes de 1900 se habían
sociales y de poder basadas en la tradición. Con esta ruptura, toda la transformado en 305.000.000
en el año 1921, 340.000.000
delicada red de equilibrios que controlaba el crecimiento demográfico en 1931, y 390.000.000 en
se fue al traste. Las mejoras en la alimentación y, sobre todo, la exten- 1941.

sión de las atenciones medicosanitarias a la población indígena acaba-


ron por generar serios desajustes en las economías de subsistencia, que
los administradores coloniales no entendieron ni supieron solucionar.

Esto mismo sucedía con la imposición de nuevas plantaciones o monoculti-


vos que alteraban toda la estructura de la vieja propiedad, las formas de inter-
cambio vigente, las redes de caminos y el movimiento de ganado, las ferias
tradicionales o las modalidades contractuales. Todo un mundo�ancestral es-
taba siendo rápidamente alterado por los colonizadores sin que se creara una
nueva racionalidad duradera.

Esto, al mismo tiempo, significaba debilitar las bases mismas del poder colo-
nial que, por debajo de sus macroestructuras, se fundamentaba en la colabo-
ración de las formas de poder tradicionales.

6.2. Influencia soviética y de los estados totalitarios en los


imperios coloniales

Hay que insistir en que, a los ojos de los dominadores, los cambios que estaban
experimentando las colonias, y que con el tiempo contribuyeron a desintegrar
el poder colonial, no fueron percibidos durante los años de entreguerras como
una amenaza global consistente. Si había algún peligro real parecía que ven-
dría de fuera, más que del interior de las colonias.

El bolchevismo era el más explícito. Ni Marx ni la Primera Internacional ha-


bían prestado atención a la cuestión colonial. Sin embargo, la derrota rusa
frente a Japón, seguida de la revolución de 1905, había contribuido a encender
la llama de distintos movimientos nacionales en Asia.

La revolución de los Jóvenes�Turcos en 1908 tampoco fue ajena al impulso de


1905, y lo mismo se puede decir de la Revolución�China de 1911, que derro-
có al emperador y proclamó la república. Los bolcheviques rusos empezaron
a considerar la potencia revolucionaria latente del mundo colonial asiático,
aunque en 1912 fue la alemana Rosa Luxemburg la que, de manera teórica,
profundizó por primera vez en la cuestión.

Los Jóvenes Turcos

Los Jóvenes Turcos fue un movimiento político nacido en Turquía en 1868. Su lucha iba
dirigida hacia la occidentalización del país. Mustafá Kemal, líder de la formación, dirigió
la revuelta del 27 de Julio de 1908 y posteriormente, en 1913, asumió el gobierno de la
nación.
© FUOC • P09/74529/00362 59 El mundo de entreguerras

Sin embargo, fue la Revolución�de�Octubre la que puso a los bolcheviques


frente al problema. A partir de entonces, fueron quedando amos de un Estado
imperial a caballo entre Europa y Asia, una parte del cual –Uzbekistán, Turk-
menistán, Kirguizistán, por ejemplo– tenía menos de cincuenta años de anti-
güedad.

La habilidad de los bolcheviques consistió en asimilar la cuestión colo-


nial con la nacional asumiendo la lógica del imperio, pero reconocien-
do el derecho de secesión de los pueblos dependientes y proclamándolo
para los del resto del mundo. Tal y como el tiempo demostró, el mensaje
bolchevique comportaba la transformación de los colonizados liberados
en un sentido urbano, industrial y, al fin y al cabo, bolchevique, con
todo lo que implicaba de destrucción de las estructuras sociales, econó-
micas y culturales tradicionales.

La postergación de Sultangaliev

La postergación de Sultangaliev, colaborador de Stalin de 1917 a 1918, en aquel tiempo


Comisario del Pueblo para las nacionalidades, fue la imagen viva de las contradicciones
bolcheviques. Sultangaliev había elaborado un lúcido análisis sobre la manera en la que
se debía compaginar la revolución bolchevique con el islam para evitar que la actuación
de la URSS se redujera al restablecimiento de la tutela colonial sobre las regiones de Asia
central. Sin embargo, sus ideas, publicadas en 1922, nunca fueron tenidas en cuenta.

A pesar de todo, la dinámica de la guerra civil rusa y la lucha contra las po-
tencias intervencionistas llevó a los bolcheviques a un sordo enfrentamiento
con el Imperio Británico en Afganistán y Persia a lo largo de 1919 y 1920.
También se forjó una alianza tácita de intereses entre la Rusia bolchevique y
la Turquía kemalista, las dos internacionalmente aisladas al principio de los
años veinte. En marzo de 1920 se inauguró en Moscú el Primer�Congreso�de
la� Internacional� Comunista�o Komintern, y en septiembre se celebró en la
ciudad de Bakú (Azerbaiyán) el primer Congreso de los Pueblos de Oriente.
Entonces se creía en la inminencia de la revolución mundial, y el Congreso
de Bakú fue una reunión de entusiasmos desordenados más que una sesión
de planificación.

Cuando a partir de 1925 quedó claro que la esperada revolución con epicen-
tro en Alemania nunca llegaría a concretarse, la URSS se alejó del escenario
europeo, al menos hasta el año 1933. Como compensación, la cuestión de la
revolución en Asia pasó a asumir características de teoría geoestratégica. China
fue el puntal de la gran revolución antiimperialista que llevó al hundimiento
del Imperio británico, el mayor del mundo. Esto significó el fin del resto de
los imperios y, a partir de entonces, la revolución llegó a Europa por la puerta
trasera.
© FUOC • P09/74529/00362 60 El mundo de entreguerras

El abanderado de este enfoque era Stalin, el cual, ya en el año 1918, du-


rante su periodo de Comisario del Pueblo para las Nacionalidades, fue el
primero en publicar un par de artículos sobre la importancia de la lucha
antiimperialista en Oriente. De esta manera, el debate Trotsky-Stalin no
sólo se centró en las vías de desarrollo económico para la Unión Sovié-
tica, sino también en la estrategia internacional que había que desarro-
llar. Las dos cuestiones eran, en realidad, inseparables. Desde este mo- Stalin, Trostski y Kámenov en la Plaza Roja de
Moscú en el año 1917.
mento, para Stalin el interés por los acontecimientos europeos estuvo
compensado por la preocupación ante el empuje del militarismo japo-
nés y su presión sobre Mongolia y Siberia, hasta llegar a la guerra no
declarada en el año 1937.

La presión soviética en Asia acabó topando, especialmente a finales de los años


treinta, con el expansionismo japonés, dentro del cual China era el objetivo
clave para el control del Extremo Oriente. Y al menos frente a las naciones
asiáticas, a Tokio le gustaba presentarse como el impulsor de un panasianismo
anticolonialista. Existía, pues, una cierta semejanza estructural entre el pro-
yecto soviético y el japonés.

A lo largo de los años de entreguerras fue quedando claro que los soviéticos
pretendían un proceso colonialista modernizador. Sin embargo, el proyecto
japonés también tenía, a su manera, parámetros modernizadores e integrado-
res. La administración de Corea, Formosa y Manchuria fue llevada por los ja-
poneses con el mismo desprecio racial hacia sus habitantes que el que demos-
traban los dominadores blancos hacia los indígenas de sus colonias. A pesar
de todo, los coreanos fueron asimilados como japoneses de segunda categoría
e integrados en el juego imperial a partir de 1910. En el protectorado de Man-
churia, convertido por los japoneses en el Estado independiente de Manchu-
kuo en 1932, y en Imperio dos años más tarde, se llevó a cabo un proceso de
creación de infraestructuras económicas sin comparación en las colonias de
los blancos.

Así pues, entre 1919 y 1939 al statu quo colonial francobritánico parecían ha-
berle salido nuevos y agresivos competidores. Desde esta perspectiva, el peligro
mayor era Asia. Más tarde, en los años treinta, la conquista italiana de Etiopía
atrajo la atención sobre el peligro fascista en África.

Los agitadores

La Primera Guerra Mundial ya había introducido un factor nuevo e inquietante: la apa-


rente capacidad de acción de�agitadores como el coronel británico T.E. Lawrence entre
los árabes del Hedjaz o el alemán Wielhelm Wassmus en Persia. En el periodo de entre-
guerras no dejó de considerarse la posibilidad de situaciones similares presumiblemente
protagonizadas ahora por agentes bolcheviques, o por revanchistas nazis.

El resultado final fue más bien pobre. Los efectos de la presencia soviética a
duras penas llegaron más allá de Asia Central, China del Norte y Mongolia,
y las actividades nazis en Oriente Medio sólo fueron importantes una vez em-
© FUOC • P09/74529/00362 61 El mundo de entreguerras

pezada la Segunda Guerra Mundial. Quizá la máxima preocupación de los bri-


tánicos era la actividad de la flota japonesa en Extremo Oriente, que hacia la
mitad de los años treinta dejó temporalmente en segundo término la amenaza
alemana en Europa.

No obstante, al margen de la acción directa, las nuevas potencias fascis-


tas cumplieron a veces el papel de modelo. Determinadas elites milita-
res o nacionalistas radicales de los países colonizados soñaban con un
camino hacia la independencia a partir de la construcción de un estado
totalitario y movilizador de la población, pero sin llegar a la revolución
social. Esta tentación estuvo presente entre los nacionalistas egipcios
iraquíes, pero también llegó a Subhas Chandra Bose en la India o a Pi-
bun Songgram en Tailandia. En los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial y en algunos países árabes de Oriente Medio se implantarán
regímenes socialistas-nacionales derivados de este patrón.

6.3. Desconcierto en el mundo islámico

La Primera Guerra Mundial llevó al mundo islámico unas conmociones de


tal magnitud, que sus consecuencias se extendieron de manera directa hasta
finales del siglo XX.

Las raíces de todo se encontraban en la violenta desaparición del Imperio


Otomano, consecuencia indirecta de la derrota en la guerra. Las exigencias
presentadas por los aliados a Estambul por el Tratado de Sèvres (1920) des-
cuartizaron los restos del Imperio, que fue repartido entre griegos e italianos
(incluso lo fue parte de Anatolia, territorio turco propiamente dicho). Los es-
trechos del Bósforo fueron internacionalizados y se permitió la formación de
una República Armenia independiente.

El catalizador de la resistencia organizada en medio de aquella situación fue el


general Mustafá�Kemal, que con una guerra de tres años expulsó a los griegos
y obligó a los aliados a reconsiderar las condiciones del Tratado de Sèvres en
uno nuevo, firmado en Lausana el año 1923. Aquel mismo año Kemal abolió el
sultanado, y unos meses más tarde también el califato, y proclamó la República
turca.

El nuevo dirigente, que recibió el renombre de Atatürk (padre de los turcos),


impulsó la�occidentalización del país y promulgó un código civil en el que
se emancipaba a la mujer, se obligaba alos turcos a vestir a la europea y se
adoptaba el alfabeto latino, que relegaba la escritura árabe, cuyos caracteres
no se adaptaban a la fonética turca. A principios de los años treinta, Turquía
Mustafá Kemal (1881-1938)
era un país en pleno proceso de integración en el mundo occidental.
© FUOC • P09/74529/00362 62 El mundo de entreguerras

Atrás quedaba un imperio con cinco siglos de antigüedad, que en su


momento había amenazado el corazón de Europa. Sin embargo, sobre
todo, se hundía el último imperio musulmán de los trece siglos de exis-
tencia del islam. El hecho de que, desde finales del siglo XVII, los sulta-
nes otomanos se presentaran como titulares del califato (la única insti-
tución que simbolizaba, hasta cierto punto, la unidad politicorreligiosa
de la comunidad musulmana) subrayaba todavía más las implicaciones
trascendentes de lo sucedido.

Ciertamente, el califato otomano atravesaba un periodo de desprestigio, rela-


cionado principalmente con la instrumentalización que había hecho Estam-
bul del panislamismo en su política exterior o para legitimar el poder otoma-
no. Sin embargo, la amenaza de su desaparición y su consumación no dejaron
de provocar movimientos de reivindicación en el mundo islámico.

La situación era más complicada porque los árabes habían tenido un papel
importante en la destrucción del califato otomano. Durante la Gran Guerra, la
revuelta árabe encabezada por el jerife�Husayn�I�de�Al-Higaz (1916), y apoya-
da por los británicos, se hizo con la esperanza de restaurar un gran Estado ára-
be que sustituiría el imperio regido por los turcos. El resultado fue muy frus-
trante: ingleses y franceses incumplieron flagrantemente las promesas hechas
durante la guerra, y con la aplicación del tratado secreto Sykes-Picot (1916) se
repartieron Oriente Medio en zonas de influencia que más adelante fueron en-
marcadas en el sistema de mandatos propugnado por la Sociedad de Naciones.

Los intentos de reacción árabe fueron confusos y descoordinados. No hubo


manera de recrear el califato. Sin una autoridad política fuerte, los antagonis-
mos doctrinales o los intereses políticos o dinásticos en juego impedían el con-
senso. En Arabia, el jerife Husayn y emir de la Meca (protagonista inicial de los
contactos con los británicos durante la Gran Guerra) se proclamó a sí mismo
rey de los árabes. Sin embargo, los aliados sólo lo reconocieron rey de Hedjaz.
Por otra parte, Husayn estaba seriamente cuestionado por su rival, Abd al-Aziz
al-Saud, señor de Neyd y líder de la secta wahhab, que en el año 1924 acabó
venciéndolo; de esta manera se dio lugar a la dinastía saudita, pero se acabó
al mismo tiempo con la posibilidad de reavivar el califato.
© FUOC • P09/74529/00362 63 El mundo de entreguerras

Resumen

Los años veinte y treinta son, por definición, los años de entreguerras. Están
profundamente marcados por la imperfecta reordenación política de Europa
que siguió a la Primera Guerra Mundial, lo cual generó un cúmulo de contra-
dicciones que llevaron a un segundo conflicto mundial en el año 1939. Por
este motivo, este periodo se puede presentar como una especie de pausa entre
dos grandes guerras que marcaron y transformaron profundamente los años
centrales del siglo XX.

Los fenómenos que relacionan directamente los dos conflictos son la defec-
tuosa arquitectura de los acuerdos de paz después de la Gran Guerra, y la res-
puesta que dio Alemania, destinada a anularlos de una u otra manera. Como
consecuencia directa aparecieron el nazismo y el fascismo, aunque este fenó-
meno se relaciona, también, con la profunda impresión que causó en Occi-
dente el triunfo de la Revolución Rusa y su consolidación en el Estado sovié-
tico, un fenómeno tan nuevo como desconcertante.

Otro fenómeno directamente relacionado con el vasto replanteamiento de las


relaciones internacionales en el periodo de entreguerras fue el desplazamiento
del centro del poder económico mundial desde Londres hacia Nueva York,
siempre como consecuencia de la relativa decadencia de Europa después del
primer conflicto mundial. Esta transformación tuvo mucho que ver con las
devastadoras consecuencias de la gran crisis de los años treinta, después del
hundimiento de la Bolsa de Nueva York. De todos modos, consagró a Estados
Unidos como nueva gran potencia mundial, aunque su voluntad de asumir
obligaciones internacionales a gran escala tuvo que esperar hasta 1941.

En torno a estos hechos troncales se estructuran otros fenómenos importan-


tes. Primero, los relativos a la sociedad occidental que experimentaba destaca-
dos cambios en su estructura, a partir de los cuales se instauró definitivamente
la denominada era de las masas. Además, el nuevo papel que la mujer y las
generaciones más jóvenes jugaban en la sociedad tuvo una influencia nota-
ble. Por otra parte, en los grandes imperios coloniales europeos empezaban
a aflorar los primeros factores de desintegración, aunque en aquel momento
todavía eran muy poco perceptibles. Bajo una apariencia de prosperidad, en
las colonias, los factores desarrollistas eran el germen de la desintegración del
orden establecido, junto con las ideas políticas más modernas procedentes de
Norteamérica y la Unión Soviética.
© FUOC • P09/74529/00362 65 El mundo de entreguerras

Actividades

1. Observad mapas políticos de Europa en 1914 y en 1921. ¿Cuál es el estado o estados


europeos más perjudicados por los cambios territoriales de la paz de Versalles?

2. Haced una lista con la fecha de introducción del sufragio universal en los países de Europa
y la Commonwealth, y en Estados Unidos.

3. Haced un trabajo sobre la empresa o empresas norteamericanas pioneras del montaje en


cadena.

4. Haced una reseña del libro siguiente: Amo J. Mayer (1995). La persistencia del Antiguo Ré-
gimen. Madrid: Alianza Universidad.

Ejercicios de autoevaluación
1. ¿Qué proclamaba el artículo 231 del Tratado de Versalles?

2. ¿Cuáles fueron las causas principales del fracaso de la SDN?

3. ¿De qué manera quedó afectada la estructura social europea por el impacto de la Gran
Guerra?

4. ¿Cuál fue la cadena de consecuencias del Crack, que inmediatamente descoyuntó la eco-
nomía norteamericana?

5. ¿Cómo se produce el paso de la Gran Depresión de EE.UU. al continente europeo y cuándo


se puede decir que llega?

6. ¿Qué tipo de crisis económica fue la Gran Depresión?

7. ¿Qué tipo de medidas básicas se arbitraron en los años treinta y a escala nacional para
contener las consecuencias de la Gran Depresión?

8. ¿Qué instituciones accedieron a la instauración del régimen fascista en Italia e impidieron


una evolución tan radical como la del nazismo en Alemania?

9. ¿Qué dos crisis económicas intervinieron en el origen del malestar social que se extendió
en Alemania durante los años de entreguerras, y del cual se aprovechó el nazismo para subir
al poder?

10. ¿En qué consistían los planes quinquenales y cuándo se lanzó el primero?

11. ¿Hasta qué punto el denominado sistema de mandatos instituido después de la Primera
Guerra Mundial era un mecanismo totalmente nuevo?

12. ¿Qué consecuencias tuvo para el mundo musulmán el hundimiento del Imperio Otoma-
no en el año 1918?
© FUOC • P09/74529/00362 66 El mundo de entreguerras

Solucionario
Ejercicios de autoevaluación

1. La responsabilidad exclusiva de Alemania y sus aliados en el estallido de la Primera Guerra


Mundial.

2. Las causas principales fueron:


• La ausencia inicial de grandes potencias como EE.UU., la URSS o Alemania.
• El apogeo de los totalitarismos durante el periodo de entreguerras.
• La escasa operatividad del Consejo, que debía tomar las decisiones por unanimidad.
• La eficacia muy limitada de los medios que podía utilizar la SDN para hacer valer sus
decisiones.

3. Se produce una mayor fluidez en el ascenso y descenso por la escala social. Particularmente,
el poder político y económico de la nobleza como clase quedará definitivamente roto.

4. La bancarrota de la Bolsa provocó el cierre de miles de bancos, hecho que, a su vez, paralizó
la inversión y las ventas, y provocó la bancarrota de numerosas empresas.

5. Los norteamericanos retiraron sus créditos e inversiones; el año de llegada de la crisis se


sitúa en 1932.

6. Deflacionaria.

7. Por una parte, control y restricción de los intercambios con el exterior, reduciendo las
importaciones al mínimo y bajando los precios de la producción propia con el objetivo de
hacerla competitiva en el extranjero. Por otra parte, devaluación de la moneda, lo cual im-
plicaba la renuncia a mejorar el nivel de vida de la propia población, a cambio, sin embargo,
de abaratar todavía más las exportaciones.

8. La Iglesia, el ejército y la monarquía.

9. La crisis inflacionista de 1923 y la Gran Depresión de los años treinta.

10. Planes para industrializar de manera acelerada y masiva la Unión Soviética replanteados
cada cinco años. Empezaron en la época de la dictadura de Stalin, en el año 1927.

11. No lo era: lo habían experimentado los norteamericanos con anterioridad.

12. Con el mismo desapareció el último imperio musulmán en los trece siglos de existencia
del islam. También desapareció la autoridad religiosa centralizada en el califato.
© FUOC • P09/74529/00362 67 El mundo de entreguerras

Glosario
Banco de la Reserva Federal  m  Banco estatal de Estados Unidos.

boom especulativo o globo especulativo  m  Proceso de alza, generalmente descontro-


lada, de la inversión bursátil.

califato  m  Vocablo de origen árabe que originalmente significa lugartenencia, sucesión.


Los primeros califas fueron los sucesores de Mahoma con funciones políticas y militares,
pero con el tiempo la función del califa se fue reduciendo hasta circunscribirse a regir a la
comunidad vigilando la correcta aplicación de la ley islámica y los principios religiosos. El
califato supremo cambió de funciones y formas según cada uno de los imperios musulmanes.
En el año 1924 la institución califal fue abolida por la Asamblea Nacional turca.

casta  f  Conjunto de individuos diferenciados por la religión, la comunidad o el territorio,


el matrimonio, el nacimiento o la ocupación. Referido a la India, el término alude a las
clases hereditarias o cerradas en las cuales se dividía la sociedad antes de su abolición parcial
después de la independencia. Las castas eran muy numerosas, pero las originales eran la de
los brahmans o sacerdotes, la de los guerreros, la de los labradores, la de los trabajadores e
incluso la más inferior, la de los intocables o parias, dedicados a profesiones despreciadas por
toda la comunidad.

Commonwealth o Comunidad Británica de Naciones  f  Comunidad internacional


de naciones libres asociadas de diferentes maneras con Gran Bretaña. Fue creada en la Novena
Conferencia Imperial del año 1926.

comunismo libertario  m  Régimen en el cual cada uno tiene que trabajar sin imposición,
vivir a su conveniencia y tomar lo que le guste según sus necesidades. Las rentas, el provecho
y los intereses se suprimen y los instrumentos de producción se ponen a disposición general.
Por contra, el comunismo marxista es autoritario, se apoya en la clase obrera y enfatiza la
fórmula de "cada uno recibirá en función de su trabajo".

crack  m  Bancarrota; es un término utilizado habitualmente para designar la bancarrota


financiera de Wall Street en el año 1929.

deflación  f  Reducción del volumen de circulación monetaria y fiduciaria; concepto opues-


to a inflación.

Diktat  m  Dictado; es un término alemán que se utiliza para designar aquellos acuerdos
internacionales impuestos por una parte fuerte sobre otra débil.

emir  m  En el mundo islámico, persona investida de autoridad. En nuestros días el vocablo


equivale a príncipe.

enmienda de la constitución  f  Modificación o rectificación de las normas constitucio-


nales por el poder legislativo ordinario, de la misma manera que las otras leyes. Es propia
de las constituciones denominadas flexibles, por oposición a las rígidas, cuyas normas están
colocadas fuera del alcance del poder legislativo.

espartaquistas  m pl  Seguidores de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg dentro del USPD o
Partido Socialdemócrata Independiente (escisión de izquierdas del SPD o Partido Socialista
Alemán de antes de la guerra). El 30 de diciembre del año 1918 fundaron el Partido Comu-
nista Alemán o KPD.

estrechos  m pl  Por extensión, los estrechos del Bósforo.

huelga revolucionaria  f  Huelga que va más allá de la reclamación sindical y pretende


conseguir el colapso del régimen capitalista y el desencadenamiento de la revolución.

ideología corporativa  f  El corporativismo es una doctrina económica y social de reacción


contra el liberalismo, para la cual la organización profesional debe estar instituida, controlada
y dirigida por los poderes públicos, y tiene derecho a una representación dentro de estos
poderes que sustituye la de los partidos políticos.

inflación  f  Exceso de la oferta del dinero sobre el volumen de mercancías que se pueden
ofrecer.

jerife  m  Del árabe sarif. En el mundo islámico, persona de linaje noble porque desciende
de la familia del profeta Mahoma, especialmente a partir de Fátima y Alí. La condición de
jerife no lleva asociada en sí misma honores ni riquezas; de hecho, la mayoría de los jerifes
han vivido en la pobreza.
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káiser  m  Título dado a algunos emperadores alemanes, derivado del latín Caesar.

Native, White, Protestant  m  En inglés, 'autóctono', 'americano', 'protestante'.

pangermanismo  m  Origen etimológico derivado del vocablo griego pan ('todo'). Doctrina
que proclama la unión y predominio de todos los pueblos de origen germánico.

panislamismo  m  Origen etimológico derivado del vocablo griego pan ('todo'). Doctrina
que proclama la unión y predominio de todos los pueblos de religión musulmana.

plebiscito  m  Consulta a todo un pueblo o nación por voto directo para que apruebe o
desapruebe una determinación de gran trascendencia. Vocablo derivado del término plebs.

PNB  m  Producto nacional bruto.

pogromo  m  Campaña o episodio de persecución antijudía.

Putsch  m  Vocablo alemán muy utilizado para designar golpes de Estado con intervención
de fuerzas militares o paramilitares.

Reich  m  Palabra alemana que se utiliza para designar el Imperio Germánico.

República Soviética  f  República basada en el poder soviético.

socialcatolicismo  m  Derivación del catolicismo social, originariamente más preocupado


por reconciliar revolución y catolicismo que por intentar crear un movimiento específica-
mente obrero de inspiración cristiana. Su primer teórico, en la segunda mitad del siglo XIX,
fue Philippe Buchez. En la Austria de los años veinte y treinta existió el Partido Socialcristia-
no, originariamente dirigido por monseñor Ignaz Seipel, canciller entre 1922-24 y 1926-29.
Sin embargo, la dictadura impuesta por Dollfuss en 1934, aunque formalmente estaba basada
en el corporativismo católico de La Tour du Pin (1883), era una muestra de cómo el social-
cristianismo podía adquirir características fascistas.

soviets  m pl  Palabra rusa. Consejos de obreros, soldados y campesinos durante la revolución
rusa, que después del establecimiento del nuevo Estado se convertirían en órganos de poder
local.

tipo de redescuento  m  Porcentaje que el Banco de la Reserva Federal aplicaba a los bancos
comerciales sobre los préstamos que éstos le solicitaron, cantidades que en buena medida se
transformaban a su vez en préstamos a particulares. Por este motivo, la subida o bajada del
tipo de redescuento restringía o favorecía el crédito y, por lo tanto, las operaciones a plazo
con fianza en la Bolsa.

teoría de la evolución de las especies  f  Teoría biológica que se aplica a todas las formas
de vida, según la cual éstas provienen de otras anteriores y los grupos vegetales y animales
conocidos no son sino fruto de la evolución de grupos ancestrales a través de largos perio-
dos biológicos y de numerosos cambios individuales relativamente pequeños. El concepto
de evolución adquirió en el siglo XIX sanción y significación científica gracias al sabio fran-
cés Jean Baptiste de Lamarck (1744-1829) y, sobre todo, al naturalista inglés Charles Darwin
(1809-1882). Durante el siglo pasado y principios del presente, fue habitual el abuso y forza-
miento de la teoría de la evolución de las especies para argumentar en política y sociología,
hecho que se conoce como darwinismo social.

tradición puritana  f  Tiene el origen en el puritanismo inglés del siglo XVI, que abogaba
por la depuración de la religión oficial, rechazaba la autoridad de los obispos y arzobispos, y
pretendía la estricta adaptación de la vida cristiana a las normas bíblicas. La persecución de
los puritanos en la Inglaterra del siglo XVII llevó a muchos al Nuevo Mundo, pero también
estuvo en el origen de la guerra civil de 1639. Las colonias de Nueva Inglaterra, particular-
mente Boston, sirvieron de refugio a los hermanos perseguidos, que antes de 1640 llegaban a
30.000. Allí, clérigos y magistrados improvisaron pequeñas teocracias bíblicas, aunque hacia
finales de siglo perdieron el control político. El ataque puritano al principio tradicional de
poder absoluto indujo a la formulación de las doctrinas de la libertad humana, los derechos
humanos y la responsabilidad del gobierno frente al pueblo gobernado, doctrinas que cons-
tituyen la base de la democracia moderna.

Turquía kemalista  f  República turca fundada por Mustafá Kemal (Ved el apartado 6.3).

zona desmilitarizada  f  Territorio libre de efectivos militares.


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