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Para establecer esta realidad de la relación, basta notar que en los seres de la
naturaleza observamos tres cosas reales. Primeramente, un sujeto real que
establece o determina el orden; luego un término real capaz y digno de
responder o recibir el orden iniciado por el sujeto. En la paternidad tenemos el
sujeto real, el padre, y el término real, el hijo. De aquí se sigue una
reciprocidad tal, que afirmado o negado uno de los dos extremos, se afirma o
se niega el otro; no hay padre sin hijo, ni hay hijo sin padre. Por último,
además del sujeto y del término, hace falta un fundamento real para llegar a la
relación real. Así vemos que la generación es el fundamento eficaz de la
paternidad y de la filiación.