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1- Destrucción de la corteza terrestre.

La extracción de minerales exige de grandes excavaciones, lo que significa que no solo requiere
que se elimine el suelo, sino también la vegetación que esta sobre él. Por eso grandes extensiones
de tierras son víctimas de la deforestación a causa de las actividades mineras.

Un efecto inmediato: LA EROCION. El suelo queda a la intemperie, expuesto al desplazamiento de


partículas muchas veces compuestas de materiales tóxicos, como el arsénico, el cadmio y el
plomo.

En las zonas agrícolas, la minería puede destruir o alterar las tierras cultivables o de pastoreo; y en
las áreas silvestres. Puede destruir ecosistemas y alterar muchos procesos biológicos.

La creación de pozos y pilas de roca estéril contribuyen al deterioro de la tierra circundante.


Además, los movimientos de terreno superficial pueden luego generar hundimientos y, por ende,
afectar carreteras y otras infraestructuras.

2- Contaminación del aire

En muchos de los procesos de extracción y de tratamiento de los minerales, ( o mejor dicho,, en


todos) se liberan al medio ambiente particular de polvo y otros gases tóxicos que suben a la
atmosfera y contribuyen con el efecto invernadero , gran responsable del cambio climático que en
los últimos años han acentuado sus consecuencias.

3- Cambios visuales

luego de terminada la explotación quedan inmensos cráteres en el área, disminuyendo el atractivo


de la zona, afectando negativamente el turismo.

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