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PICOLOGÍA COMUNITARIA

M. Montero.

CAPÍTULO 4: Influencias y desarrollos teóricos en la psicología comunitaria

Influencias teóricas tempranas en la psicología comunitaria

El origen de la Psicología Comunitaria está unido al descontento con las prácticas habituales a
principios de la segunda mitad del siglo XX por parte de ciertas ramas de la psicología ligadas a la
transformación de las personas y de la sociedad: la psicología de la educación, la psicología social, la
psicología clínica.

Aspectos teóricos provenientes de conceptos psicosociales atributivos relacionados con procesos


psicosociales comunitarios

En sus inicios, la psicología comunitaria analizó los procesos psicosociales que conducen a las
transformaciones sociales, ambientales y personales requeridas para satisfacer las necesidades
comunitarias y fomentar el desarrollo de la comunidad. Comienza a construirse, desde muy diversos
ámbitos, una praxis para la cual no había una teoría preexistente y que, por lo tanto, apela muchos
campos y tendencias para la interpretación de su acción, no para hacer un mosaico explicativo, sino para
intentar comprender lo que tiene ante sí. Y esa comprensión-interpretación-teorización propia no surge
completa de una vez, sino que se va construyendo en la praxis. A esa circunstancia se la ha considerado
como un "vuelco interpretativo".

La influencia de la fenomenología

La fenomenología aporta a la naciente psicología comunitaria la búsqueda de la totalidad, la visión


holista y la necesidad de abandonar la idea de separación entre investigador e investigado fundamentada
en la supuesta "neutralidad" del primero y "no contaminación" del segundo.

La etnometodología, en particular, insistía en la importancia del estudio de la vida cotidiana como


ámbito de adjudicación de sentido al quehacer humano y a su entorno, como un modo de producir
respuestas más eficientes, expeditas y económicas a los problemas que surgen en ese ámbito. Desde una
corriente socio-construccionista Gergen propone asumir la comunidad como una totalidad en la cual se da
una transformación social a partir de la vida diaria y la concepción del ser humano como actor y
constructor de realidad.

El aporte de Marx y de las corrientes de influencia marxiana

Las ideas de Marx son la base de gran parte de la psicología comunitaria latínoamericana ya que
permitió comprender los problemas comunitarios en el plano de la totalidad económica, social, política en
la cual se producen, superando la tendencia psicologista a hacer del sujeto el universo de estudio,
descontextualizándolo. A estas influencias se unió la de sociólogos latinoamericanos igualmente influidos
por las ideas marxianas, entre las cuales encontramos la teoría de la dependencia y el movimiento de la
llamada sociología militante o ciencia social crítica. Asimismo la educación popular postulada por Paulo
Freiré aportó nuevas formas de intervención social, mediadas y efectuadas por y con la comunidad, es
decir, realizadas con un sujeto activo, en relación, actor de su propia transformación, en control de sus
circunstancias de vida y del rumbo de su acción. Esta corriente constituyó una importante contribución al
crear los conceptos, y muchas técnicas unidas a ellos, de problematización, desideologización,
concientización y liberación.

Por otro lado la concepción de intelectual orgánico de Gramsci sugiere la figura de intermediarios
conocedores de una forma de verdad que debía ser transmitida al pueblo engañado, alienado y mantenido
en la ignorancia, a fin de que pudiera liberarse y desarrollar sus capacidades para producir
transformaciones sociales. Esto inspiró a la “Psicología del iluminismo” que buscaba "abrir" o "desarrollar"
(es decir iluminar) la conciencia oscurecida por ciertas circunstancias de vida y por las carencias de ellas
derivadas. Simultáneamente Escovar hablaba de una "psicología para el desarrollo", en la cual factores
psicológicos y sociales, más la incorporación de las personas necesitadas del cambio, producirían
intervenciones transformadoras en su ambiente y en sí mismas.

Hacer de necesidad, virtud

Las teorías filosóficas y sociales mencionadas permitían vislumbrar un horizonte más amplio donde
lo colectivo tenía cabida; de esta manera se podían trabajar los fenómenos psicológicos que se producen
por el hecho de vivir en comunidad. Y lo que la psicología social comunitaria comenzó a hacer, aún sin
tenerlo muy claro, fue construir el puente psicosocial comunitario entre unas y otras. Se trataba de
encontrar explicaciones e hipótesis que nos permitiesen comprender mejor lo que observábamos, y
realizar un trabajo que nos condujera, junto con las personas involucradas en él, a las transformaciones
buscadas. Había que explicar cómo lo individual se hace comunitario y cómo lo comunitario afecta a lo
individual, construyéndose a sí mismo. Esas concepciones, unidas a la experiencia en el campo,
permitieron a la naciente rama comunitaria crear su propia plataforma de lanzamiento.

Primeras respuestas teóricas dentro de la psicología comunitaria

El enfoque ecológico cultural

Este enfoque ha dominado la escena psicosocial comunitaria en los Estados Unidos, a partir de
fines de los setenta, durante toda la década de 1980, y aún subsiste en construcción activa. En él se
destacaron:

Newbrough: (1970) comenzó a generar una concepción de la psicología comunitaria que denominó
psicología ecológica transaccional, la cual parte de la idea de que se debe reajustar el ámbito social
antes de intentar "curar" a los individuos que presentan desajustes en la comunidad. Esta idea parte de la
concepción lewiniana de que la personalidad es función del espacio vital y, por tanto, se debe actuar sobre
el medio ambiente para lograr así transformaciones en los individuos y a la vez generar relaciones de
equilibrio entre unos y otro.

Rappaport: (1977) desarrolló una línea ecológico-cultural, en lo que se puede considerar como
una forma de romper las barreras de clase que dominaban el ámbito científico de su país en ese momento
y que determinaban los modos de aproximación a los fenómenos comunitarios.

Dohrenwend: (1978) usa la noción de tensión social para crear un modelo conceptual según el
cual la psicología comunitaria debe plantearse como tarea disminuir la tasa de psicopatología en la
comunidad, reduciendo las condiciones que producen tensión en el ambiente o en los individuos.

Kelly: (1986, 1992) plantea un enfoque ecológico contextualista de acuerdo con el cual se hace
énfasis en la responsabilidad del sujeto, en su flexibilidad y su carácter activo y constructor de la realidad;
así como en el carácter multifacético de los ambientes sociales. Buscaba unir la teoría y la praxis;
considerar a los psicólogos comunitarios como agentes de cambio social comprometidos con ese cambio;
creer necesario el establecimiento de una relación igualitaria, dialógica y de enriquecimiento psicológico
con las personas de las comunidades; considerar a esas personas como seres históricos, activos y
creadores; y fomentar su desarrollo y fortalecimiento, así como su conciencia.

Una teorización temprana en América latina: la psicología para el desarrollo

La primera propuesta integradora de una psicología comunitaria hecha en América latina fue
presentada por Escovar entre 1977 y 1980. Para él, la psicología comunitaria sería una psicología para el
desarrollo que debería estimular las potencialidades de la comunidad a través de sus integrantes, para así
transformar el sistema social. La idea básica de su modelo establecía la relación entre factores
estructurales (situaciones de carácter socioeconómico, político y cultural generadoras de desigualdad) y la
alienación (producida por la concepción de que los objetos producidos, los bienes, son superiores a las
personas, a sus productores). Y esa combinación produce consecuencias conductuales y actitudinales:
apatía, pasividad, indiferencia, desinterés político, las cuales han caracterizado las descripciones que
durante más de un siglo se han hecho de los pueblos latinoamericanos. Es así que surge la necesidad de
actuar a nivel de esta conjunción.

Relaciones e influencias teóricas actuales

Existen 3 tendencias cuya expresión es claramente distintiva en la psicología comunitaria


latinoamericana actual:

1. La perspectiva de la psicología de la liberación

Fue planteada en 1986, por Ignacio Martín-Baró la Psicología de la liberación. Es un movimiento


inspirado en la teología de la liberación y en las mismas fuentes de la psicología social comunitaria que
apunta a la facilitación de procesos de desideologización y al desarrollo de las capacidades de las personas
para reaccionar críticamente a circunstancias de opresión, generando formas de conocimiento y de acción
que transformen sus condiciones de vida.

La liberación es entendida como la emancipación de aquellos grupos sociales que sufren opresión y
carencia, de aquellas mayorías populares marginadas, de los medios y los modos de satisfacer
dignamente las necesidades tanto básicas como complementarias, y de desarrollar sus potencialidades
para autodeterminarse. Y esa liberación también abarca "la emancipación de los grupos opresores
respecto de su propia alienación y dependencia de ideas socialmente negativas". De esta manera se inicia
un acto de reconocimiento de la libertad del otro, que deja de ser un sujeto 'sujetado' para ocupar un sitio
de igualdad, como actor social fundamental, propietario de habilidades y conocimientos específicos, de
una índole diferente.

2. El enfoque crítico

Critica: posición que denuncia, demuestra y rechaza el mantenimiento y la justificación de


condiciones injustas de vida y de modos de conocer insatisfactorios. La psicología comunitaria puede
decirse que es hija de la crítica, pues surge como una respuesta a la insatisfacción con los modos de hacer
predominantes hace treinta o cuarenta años. Si bien desde sus inicios la psicología social comunitaria
asumió el carácter activo y constructor de lo social de las personas, perspectiva que provenía de la
reflexión en contacto con las circunstancias en las cuales se trabajaba, al mismo tiempo generó una
perspectiva crítica y dialógica para la reflexión. Esta combinación llevó a la psicología comunitaria a
centrarse no sólo en el aspecto constructor de la acción, sino también en su aspecto deconstructor, en
cuanto exige un análisis de causas y de consecuencias, de sentidos, contrasentidos y resentidos, de
direcciones y oposiciones. La base está en la praxis. Es allí donde se construye la realidad y por cuanto
eso ocurre cada día, esa realidad, para bien o para mal, existe y está allí, puesto que cada día es
construida por las personas que la habitan.

3. La tendencia sistémica

Esta tendencia parte de la concepción de que las sociedades constituyen sistemas abiertos en
constante transformación; por lo tanto, la labor de la psicología comunitaria será generar fuentes que
faciliten armoniosamente esa; transformaciones en beneficio de los diferentes niveles societales, yendo de
lo microsocial a lo macrosocial, pasando por lo mesosocial. Fuks (1998) señala que este enfoque parte de
la idea de comunicación como un sistema, lo cual permite profundizar en la complejidad de las
comunidades y de la psicoterapia, ya que se pueden emplear perspectiva; transdisciplinarias y a la vez
coordinar acciones, cogniciones y emociones al examinar las similitudes y diferencias de las personas de
esas comunidades. Esto supone una visión amplia, holista.

La perspectiva conductual

El énfasis de esta corriente coloca el foco de la praxis comunitaria sobre conductas específicas de
las personas en las comunidades con las cuales se trabaja, usando sistemas confiables de medición y
prefiriendo diseños experimentales (pero sin limitarse a ellos), cuyas evaluaciones mejoren la práctica al
producir resultados aplicables y replicables. Sin embargo, quizás sería necesario que los partidarios de
esta corriente teórica se liberasen un poco más de su propio lenguaje teórico y revisasen su propia praxis
para liberarla del lastre de significados que no responden a lo que ocurre en ella.

El modelo iterativo-reflexivo-generativo

Este modelo, desarrollado en las dos últimas décadas en Australia por Bishop, Sonn, Drew y
Contos, parte de una práctica en la cual se comparan reiteradamente los desarrollos y las experiencias
provenientes de otros ámbitos, con las diferencias producidas en los distintos contextos locales. Se basa
en los siguientes principios:

 La consideración del peso que tienen las perspectivas mundiales dominantes sobre el desarrollo de
la subdisciplina y cómo ellas pueden restringir la capacidad de ver las grandes fuerzas que operan
en cada contexto.
 La necesidad de reconsiderar el rol profesional de los psicólogos comunitarios en función del
contexto en que trabajan, incorporando la incertidumbre, la ambigüedad y la inestabilidad en su
labor, así como tomando en cuenta las relaciones de poder que pueden darse entre ellos y las
personas de las comunidades.
 La reflexión es fundamental para el modelo ya permite entender que el conocimiento va más allá
de los fundamentos de una disciplina científica. El conocimiento de la comunidad debe unirse al
conocimiento propio de la disciplina.
 Unión de reflexión y acción para la producción de teoría.
 La importancia de lo obvio, necesario no sólo percibir lo obvio sino tomarlo en cuenta seriamente a
fin de poder reconocer las tendencias en desarrollo o en recesión para planificar la acción. Además
aquello que se sabe y se asume sin discusión debe ser objeto de reflexión y análisis, puesto que
incluye la memoria afectiva transmitida de generación en generación.
 Reapreciación del contexto al evaluar lo que proviene de fuera en el ámbito específico en el cual se
lo aplica, elaborando así una epistemología idiosincrásica y también un pluralismo metodológico
que permite una mejor adecuación al complejo dominio sobre el cual se trabaja.
 Incorporación de aspectos provenientes del construccionismo social y del movimiento posmoderno,
a la vez que toman prestados conceptos y términos de desarrollos externos, sobre todo
provenientes de la psicología comunitaria desarrollada en los Estados Unidos.

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