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1.

Pedro y el lobo

Pedro era un pastor que siempre llevaba sus ovejas al campo. Un día, estaba
muy aburrido y decidió hacer una broma: empezó a gritar que venía un lobo
pero, en verdad, no había ninguno.

La gente de la aldea salió corriendo a ayudar a Pedro, pero cuando llegaron


solo vieron a Pedro riéndose a los gritos. Los aldeanos le dijeron que no podía
mentir con ese tipo de cosas y que no era bueno hacer ese tipo de bromas.

Al otro día, Pedro repitió la broma y los aldeanos volvieron a retarlo. Pasaron
los días y Pedro seguía llevando sus ovejas a pastar. Un día estaba en el
campo y vio que se acercaba un lobo, entonces, Pedro comenzó a gritar
pidiendo ayuda.

Esta vez, los aldeanos no le creyeron. Entonces, el lobo atacó a algunas de sus
ovejas y Pedro salió corriendo. Desde ese día, Pedro no volvió a decir
mentiras.

Esta fábula se le atribuye a Esopo, pero no se sabe con certeza si él es el


autor. Como todas las fábulas, busca transmitir una moraleja: no está bien
mentirle y burlar a la gente.

1. La gallina de los huevos de oro

En una granja vivía una pareja que tenía varias gallinas. Un día la mujer entró
al gallinero y vio que una gallina no había puesto un huevo común, sino que
había puesto un huevo de oro.

Los días pasaban y la gallina ponía un huevo de oro por día. El hombre decidió
que tenían que matar y abrir la gallina, porque creía que adentro tenía oro. La
mujer accedió.

Pero cuando la abrieron, se dieron cuenta de que era una gallina como
cualquier otra.

Esta fábula también contiene una moraleja: no hay que ser ambicioso.

1. El viejo, el niño y el burro

Un día un niño y su abuelo salieron de paseo por el monte y llevaron un burro.


El niño iba montando el burro y el abuelo iba caminando. Cuando llegaron a un
pueblo, los habitantes del lugar comenzaron a criticarlos, porque no podían
creer que el niño fuera encima del burro y el anciano tuviera que ir caminando.
Entonces, el niño y el abuelo decidieron que el anciano iría montando el burro.
Llegaron a otro pueblo y los habitantes de este lugar comenzaron a criticarlos,
porque no podían creer que el niño tuviera que caminar tanto. Entonces,
decidieron que los dos irían montando el burro.

Pero llegaron a otro pueblo y los habitantes de este lugar comenzaron a


criticarlos, porque creían que el animal estaba llevando demasiado peso.
Entonces, el niño y el abuelo decidieron que los dos irían caminando.

Finalmente, llegaron a otro pueblo, y los habitantes del lugar se rieron de ellos
porque ninguno iba montando el burro.

Este cuento tradicional tiene una moraleja: no hay que escuchar las críticas y
las burlas de los demás.

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