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La crisis social iniciada el 18 de octubre en Chile puede considerarse una crisis "moderna" debido a que despertó en la gente el anhelo de autonomía y libertad frente al control del gobierno y el capitalismo. Al igual que Fausto en la obra de Goethe, las personas habían estado adormecidas por los vicios ilusorios del capitalismo, pero despertaron a una necesidad de libertad verdadera que llevó al caos social. La crisis marcó un cambio en la actitud de las personas de cuestionar el sistema, lo que caracteriza la modernidad.
La crisis social iniciada el 18 de octubre en Chile puede considerarse una crisis "moderna" debido a que despertó en la gente el anhelo de autonomía y libertad frente al control del gobierno y el capitalismo. Al igual que Fausto en la obra de Goethe, las personas habían estado adormecidas por los vicios ilusorios del capitalismo, pero despertaron a una necesidad de libertad verdadera que llevó al caos social. La crisis marcó un cambio en la actitud de las personas de cuestionar el sistema, lo que caracteriza la modernidad.
La crisis social iniciada el 18 de octubre en Chile puede considerarse una crisis "moderna" debido a que despertó en la gente el anhelo de autonomía y libertad frente al control del gobierno y el capitalismo. Al igual que Fausto en la obra de Goethe, las personas habían estado adormecidas por los vicios ilusorios del capitalismo, pero despertaron a una necesidad de libertad verdadera que llevó al caos social. La crisis marcó un cambio en la actitud de las personas de cuestionar el sistema, lo que caracteriza la modernidad.
A propósito del concepto de modernidad, reflexione sobre la crisis social iniciada el
pasado 18 de octubre. ¿Podemos afirmar que es una crisis “moderna”? ¿Por qué?
Debemos considerar que lo que sintetiza el concepto de modernidad es la palabra “actitud”,
esta característica pasa a ser moderna cuando el ser se ve estimulado por la necesidad de autonomía y/o de desarrollo. Exactamente esta fue la chispa que inició la revolución del pasado octubre, el querer ser autónomos, libres de las ataduras del gobierno, del capitalismo que han apresado nuestra existencia reduciéndola a una vida monótona, con aspiraciones comunes y deseos reprimidos. ¿Es este modelo lo que realmente queremos? ¿somos realmente libres o es solo una construcción ilusoria de la que somos víctimas?.
Berman, al referirse al Fausto de Goethe, representa al capitalismo con la figura de un
diablo llamado Mefistófeles. Dicho personaje es relevante ya que salva a Fausto del suicidio, “...Luego, gracias a la mediación de Mefisto y su dinero, fue capaz (Fausto) de llegar a ser física y espiritualmente libre” (2006: 44). Tras ser salvado Fausto del suicidio, “Junto a Mefisto, emprende un vuelo nocturno a los montes Harz a celebrar la noche de Walpurgis, un orgiástico aquelarre. En ella Fausto disfruta de mujeres mucho más experimentadas y desvergonzadas…” (2006: 47). Aquí podemos ver cómo Fausto conoce los vicios que lo embriagan, siendo esta la parte buena e ilusoria, del capitalismo. Este es un caso homólogo al nuestro porque nosotros mantuvimos una quietud dentro de la ilusión capitalista, anestesiados de los vicios que nos cegaron, haciendo que nos conformáramos con reformas parche de los gobiernos al sistema, gatilladas por su anhelo malicioso de poder. Hace unos meses, se hablaba de un “despertar social” y dicha afirmación no está lejos de la realidad, ya que, como propone el modernismo, debemos mirarnos a nosotros mismos, cuestionarnos. Tras esto, miramos lo que sucedía realmente en nuestra sociedad y lo que el sistema nunca quiso que viéramos: despertamos de la ilusión que tejía el capitalismo, misma ilusión que construyó Mefistófeles con Fausto para controlarlo, porque “...en el curso de su trabajo con el diablo y a través de él, Fausto se convierte en un hombre automáticamente mejor(...)Como muchos hombres y mujeres de mediana edad que representan una especie de renacimiento” (2006: 43). Desde ese momento que la crisis del 18 de octubre es moderna, desde que despertamos por nuestra necesidad de libertad, pero una libertad verdadera. Hemos cambiado nuestra actitud, nuestro desadormecimiento nos llevó a desatar el caos. Entonces sí, el estallido social es moderno.
Berman, Marshall (2006). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la