Está en la página 1de 4

ACTIVIDAD Nº11 POLITICO Y CIUDADANIA

TRABAJO QUE FORMA PARTE DEL PLAN DE CONTINUIDAD PEDAGOGICO

EEST Nº 2

MATERIA: POLITICA Y CIUDADANIA

CURSO: 5º 1 era

TURNO: VESPERTINO

HORA: 20:05 HS A 21:55 HS

PROFESOR: BALDERRAMA MARTIN

EMAIL. martinbalderrama84@gmail.com los trabajos deberán ser enviados a este email

CLASSROOM: CODIGO 2ux5inl

En el libro “Modernidad y Holocausto” el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman


señala que en la clásica visión evolucionista lineal de la historia, hay un camino
ascendente desde la barbarie primitiva hacia el progreso tecnológico y social.
Y en esa línea, el Holocausto se interpretaría como una reminiscencia de la
antigua barbarie, como una disrupción en la modernidad, herencia del
antisemitismo ancestral europeo y específicamente alemán. Sin embargo, dice
el autor, el Holocausto fue minuciosamente planificado y organizado, utilizando
todos los elementos de la técnica. En fin: fue el producto de la sociedad
moderna.

¿Cómo fue posible? He aquí algunas de las explicaciones que construye


Bauman:

Desde esta perspectiva, el nazismo no habría representado una ruptura radical


con el sistema, sino más bien una continuidad posible, la más perversa y
descarnada de las posibilidades de la civilización occidental. El nazismo no
habría sido el resultado de la acción de un grupo de sádicos o de locos
desquiciados, como resultaría tranquilizador, sino que su organización y
ejecución requirieron el máximo despliegue de las técnicas modernas.

Estas reflexiones nos permiten comprender y problematizar la relevancia del


abordaje de estas experiencias en el aula. Primo Levi, uno de los
sobrevivientes de Auschwitz, decía que si la humanidad ya estuvo allí es una
prueba de que puede volver a estarlo.
En estas clases vimos cómo fue el concepto de genocidio y el renunciamiento a
pensar posibilito el Nazismo y desde allí implementó una política que concluyó
con el exterminio sistemático de judíos, gitanos, comunistas, disidentes, locos,
enfermos, homosexuales.

Persecución, marginalidad y castigo a las


disidencias sexuales
El nazismo, por otro lado, sostuvo una narrativa que destacaba los valores
positivos de la pertenencia identitaria según criterios de racialidad y nación: ser
ario y alemán no sólo eran una misma cosa, y lo que garantizaba el acceso a
la noción de ciudadanía, sino que condicionaba el modo de ser y
desenvolverse en la vida cotidiana. Para ser un buen alemán, según el
nazismo, no sólo bastaba con serlo sino que, también, había que parecerlo. Ser
y parecer conformaban un universo de prácticas sociales, políticas, culturales y
estéticas que hombres y mujeres, de modo diferenciado, debían observar bajo
la amenaza de un eventual pero radical castigo.

Si la masculinidad glorificaba la hombría, el honor, la laboriosidad y la valentía,


lo femenino quedaba confinado al hogar, la “buena” maternidad -la que diera
muchos hijos e hijas a Alemania- y el acompañamiento a los hombres en el
desarrollo de sus tareas de engrandecimiento de la Nación, básicamente
trabajar e ir a la guerra. Ser y parecer pero, sobre todo, obedecer los mandatos
del Estado nacional-socialista alemán. Aquello que presentaba alguna
disidencia, como con los judíos en la concepción de la superioridad racial del
nazismo, era objeto de persecución y castigo.

Entre el universo de sujetos a ser reprimidos estaban, como ya se ha señalado,


las disidencias sexuales. El discurso y las prácticas del nazismo identificaban
las relaciones entre personas del mismo sexo como un “desvió” alentado por
las ideologías modernas liberales, democráticas o socialistas, que habían
provocado, según los nazis, la decadencia de la cultura alemana. Ser
homosexual era todo lo contrario de lo que el nazismo concebía en torno al
sujeto alemán: en el caso de los hombres, era una muestra de debilidad y
feminización de su corporeidad y estética; en el caso de las mujeres constituía
una amenaza para el potencial reproductivo de la raza aria.

Algunos hechos resultan ilustrativos del impacto que esta concepción tuvo en la
esfera pública. Alemania contaba, hasta 1933, con un Instituto para la Ciencia
Sexual, una institución pionera en el estudio de la sexualidad humana, que
había sido fundado y dirigido por Magnus Hirschfeld. El de 6 de mayo de aquel
año, jóvenes identificados con el nazional-socialismo y miembros de las
policías del Partido entraron al edificio donde funcionaba el Instituto y realizaron
destrozos y quemaron libros e imágenes que había en el lugar por
considerarlas “material degenerado”.

Se trató del primer paso en el intento del régimen por “erradicar” la cultura gay-
lesbiana que prosiguió con la confección de “listas rosas” para identificar y
perseguir disidentes sexuales; marcación pública con un triángulo rosa que
debían portar en sus ropas y, finalmente, el confinamiento en campos de
concentración.

Desde 1935 el régimen contó con una legislación específica que vehiculizó esta
represión y permitió desarrollar una serie de intervenciones sobre esos cuerpos
con el objeto de “curarlos”, la mutilación, la castración y la muerte.

“El hombre en busca de sentido”, de Victor Frankl

"En el momento de la ansiada liberación, me sorprendió ver que miles de


presos se negaban a abandonar el campo, los signos de institucionalización
eran evidentes cuando un preso es condenado a cadena perpetua, si se le
libera el miedo a salir y abrirse a la sociedad es terrorífico [...] Yo mismo en el
momento de ser liberado me plantee si merecía la pena salir de allí [...] Tras las
liberaciones en masa muchos ex presos del holocausto nazi se suicidaron al no
verse capaces de afrontar la nueva realidad, resulta, pues, bastante irónico que
tras una experiencia tan horrorosa seas incapaz de superar algo que
consideramos tan vano; la sociedad".

Ante este fragmento escogido del libro de Víktor Frankl, neurólogo y psiquiatra
sobreviviente de Auschwitz, surgen varios interrogantes potentes para el intercambio:
1) ¿Por qué algunos sobrevivientes no podrían afrontar la libertad?
2) ¿Qué barreras se habrían interpuesto entre la lógica interna de los campos y la
sociedad externa?
3) ¿Cómo relacionar estas situaciones con otras más cercanas nuestro propio tiempo
y espacio?

Las formas de la resistencia


Durante un largo período, la historiografía dedicada al estudio del Holocausto
puso el acento en el exterminio de judíos/as y otros grupos considerados
subalternos, en detrimento de la acción que diversos actores desplegaron
contra el nazismo. No obstante, en los últimos años hubo una reinterpretación
respecto de las formas que adquirió la resistencia contra ese régimen.

Si bien en las condiciones de vida implementadas al interior de los guetos y


campos de exterminio resultaba prácticamente imposible oponerse a las
fuerzas nazis nacionalsocialistas, los historiadores señalan que la resistencia
se hacía presente en diversas formas.

Uno de los emblemas de la resistencia judía contra el nazismo fue el


“Levantamiento del Gueto de Varsovia”, que comenzó el 19 de abril de 1943 y
encontró entre sus motivaciones el rechazo a la deportación masiva de judíos y
judías hacia los campos de exterminio. Los miembros de los diversos
movimientos juveniles judíos se enfrentaron y pusieron en jaque a las fuerzas
alemanas. El enfrentamiento duró aproximadamente un mes y concluyó con la
ejecución de la mayor parte de los rebeldes. No se trató de la única acción
armada desplegada por los prisioneros: se registran más levantamientos en
guetos y campos de exterminio. En 1944, por ejemplo, uno de los crematorios
de Auschwitz-Birkenau, fue parcialmente destruido por un grupo de prisioneros
judíos.

Asimismo, las formas de resistencia pasiva también son reivindicadas como


una toma de conciencia en condiciones de extrema supervivencia. Estas
formas –pasivas y/o simbólicas– incluyen los rezos y las ceremonias religiosas
a escondidas, las clases dadas a niños y niñas y las manifestaciones artísticas.

Finalmente, la resistencia al nazismo no sólo provino de las poblaciones


afectadas, sino también de ciudadanos y ciudadanas alemanes/as o de los
territorios ocupados, quienes aún a riesgo de perder su propia vida, llevaron
adelante diferentes acciones, desde combatir hasta ayudar a las víctimas a
esconderse o escapar.

ACTIVIDAD FINAL

Les proponemos que busquen un ejemplo de experiencia de resistencia


durante el nazismo, puede ser a partir de una fuente directa (por ejemplo la
última carta de Mordejai Anielewicz, el comandante de la rebelión del Gueto de
Varsovia), puede ser a partir de algún testimonio (por ejemplo, un fragmento
del libro de Primo Levi “Si esto es un hombre”), o también a partir de alguna
ficción -literaria o audiovisual- que recree alguna situación de resistencia, hay
cantidad de películas y de libros al respecto.

Compartan los ejemplos que encontraron y justifiquen la elección a partir de


estas preguntas:

 ¿Por qué se trata de un ejemplo de resistencia?

 ¿Qué preocupaciones, contradicciones, debates nos generan estos


ejemplos?

También podría gustarte