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referencian no solo con la página, sino además con el capítulo, o la sección, o la página más el epígrafe
en el caso de Consejos sobre alimentación.
CONTENIDO
Introducción: Preparando el escenario
1.El preámbulo de Deuteronomio
2.Moisés enseña historia
3.El pacto eterno
4.«Amarás a Jehová, tu Dios»
5.«El extranjero dentro de tus puertas»
6.¿Qué otra nación hay tan grande?
7.La Ley y la gracia
8.Escoge la vida
9.«Aplicad vuestro corazón»
10.Acuérdate
11.Deuteronomio en el resto del Antiguo Testamento
12.Deuteronomio en el Nuevo Testamento
13.La resurrección de Moisés
14.Apéndice: La estructura literaria de Deuteronomio
Introducción:
Preparando el escenario
(Deut. 1: 1-5). Moisés pudo haber escrito el libro él mismo (Deut. 31: 9, 22,
3
24) o haber recurrido a un escriba para escribir sus discursos, su cántico y sus
bendiciones. En este caso, el mejor candidato potencial para esta tarea habría
sido Josué, ya que fue el ayudante de Moisés (Éxo. 24: 13; Núm. 11: 28;
Deut. 1: 38; Jos. 1: 1) y su sucesor (Núm. 27: 18-23; Deut. 31: 7, 8, 23; 34:
9). Paul Lawrence completa su destacado estudio de los tratados del segundo
y primer milenio a. C. en comparación con la estructura del pacto reflejada en
el libro del Deuteronomio con la contundente afirmación de que «no hay
ninguna razón de peso para rechazar la opinión tradicional de que Moisés fue
el “autor” del Pentateuco o, al menos, de una parte muy sustancial del mismo,
siendo Deuteronomio 34, el relato de la propia muerte de Moisés, una clara
excepción». 4
Moisés tiene 120 años (Deut. 31: 2) cuando predica sus tres últimos
sermones a Israel, encarga a Josué que conduzca a Israel a la Tierra
Prometida, compone un último cántico y pronuncia una bendición para cada
una de las tribus de Israel. De la generación de los que vivieron el Éxodo de
Egipto solo quedan con vida Moisés, Josué y Caleb (más los que eran niños
en el momento del éxodo; ver Núm. 14: 28-35). Por lo tanto, el libro de
Deuteronomio identifica a la segunda generación de los que experimentaron
el éxodo de Egipto (alrededor del 1450 a. C.) como la audiencia original de
los discursos y acciones de Moisés. Según esta cronología, Moisés pronunció
5
sus tres discursos cuarenta años después del éxodo, es decir, en 1410 a. C.
Estos temas proporcionan el marco para nuestro estudio del libro de
Deuteronomio, de donde obtendremos la sabiduría para vivir para la gloria de
Dios y aprender a ser una bendición para los que nos rodean. Que nuestro
estudio de la Palabra de Dios llene nuestros corazones de devoción y ponga
en nuestras mentes el anhelo de servirlo con fidelidad y gozo. Recordemos
que Dios es fiel. Nos ama más de lo que podemos imaginar, y quiere que
pasemos la eternidad a su lado. El libro de Deuteronomio nos ayudará a amar,
temer y servir a Dios más profundamente, lo cual redundará en satisfacción,
felicidad y paz.
__________
1. El concepto de enseñanza aparece en Deuteronomio 1: 5; 4: 1, 5, 9, 10, 14; 5: 31; 6: 1, 7; 8: 3; 11:
19; 17: 11; 20: 18; 24: 8; 31: 19, 22; 33: 10, donde se utilizan principalmente las palabras hebreas
lamad, yadá y yarah.
2. Para estas posibles adiciones editoriales, ver Daniel I. Block, The Gospel According to Moses:
Theological and Ethical Reflections on the Book of Deuteronomy [El Evangelio según Moisés:
Reflexiones teológicas y éticas sobre el libro de Deuteronomio] (Eugene, OR: Cascade Books,
2012), pp. 30, 31. Block sostiene que «escuchamos la voz del narrador solo en sesenta y cuatro
versículos» (p. 72). Algunas notas editoriales están sin resolver. Para conocer el punto de vista de
Block sobre cómo se elaboró el libro del Deuteronomio, ver Daniel I. Block, «Recovering the
Voice of Moses: The Genesis of Deuteronomy» [Recuperando la voz de Moisés: El génesis de
Deuteronomio], en Journal of the Evangelical Theological Society 44, no. 3 (septiembre de 2001):
pp. 385-408.
3. Llama la atención que el preámbulo del tratado de paz entre el rey egipcio Ramsés II y el rey hitita
Hattusili III (1259 a. C.) tenga básicamente la misma estructura que Deuteronomio 1: 1. Ver Paul
Lawrence, The Books of Moses Revisited [Una revisión a los libros de Moisés] (Eugene, OR: Wipf
& Stock, 2011), pp. 67, 68. Además, es importante señalar que el Código de Hammurabi (1792-
1750 a. C.) y el Código de Lipit-Ishtar (aprox. 1930 a. C.) tienen prólogos históricos, como es el
caso del Deuteronomio, donde el prólogo histórico desempeña un papel crucial en todo el
documento. Además, el uso de la tercera persona en una narración no excluye al escritor de ser el
autor del texto. Para ejemplos de esta característica, ver la Anábasis de Jenofonte y Comentarios
sobre las guerras galas de Julio César.
4. Lawrence, Books of Moses Revisited, p. 123. Lawrence también declara categóricamente: «Si
nuestras conclusiones son ciertas, ha llegado el momento de dejar atrás las limitaciones que la
hipótesis JEDP (yahvista, elohista, deuteronómica y autor sacerdotal) impone a nuestra
comprensión del Pentateuco. Las pruebas que hemos considerado apuntan claramente a finales del
segundo milenio a. C. como el período en que se escribieron los cinco primeros libros de la Biblia.
Por lo tanto, sostengo que también ha llegado el momento de restituir a Moisés como su ‘autor’»
(p. 128).
5. Para más detalles sobre la fecha del Éxodo de Israel de Egipto, ver William H. Shea, «Exodus,
Date of the» [Fecha del éxodo], en The International Standard Bible Encyclopedia, vol. 2, rev. ed.,
Geoffrey W. Bromiley et al. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1982), pp. 230-238.
1. El preámbulo de Deuteronomio
Antecedentes históricos
Las primeras palabras del libro de Deuteronomio presentan los antecedentes
históricos de los acontecimientos que siguen. Cabe señalar que el libro del
Deuteronomio no es una repetición de la ley de Dios previamente
3
este conflicto cósmico revela como nunca antes el carácter de Dios, la piedra
angular y la verdad que abarca todo nuestro sistema teológico es que Dios es
amor (Deut. 7: 8; 1 Juan 4: 16). La verdadera batalla consiste en comprender
quién es Dios. La pregunta es: ¿En quién vamos a confiar? ¿Aceptaremos
con amor las palabras de Dios, o creeremos la propaganda del diablo, sus
mentiras y verdades a medias?
Esta guerra espiritual inició en el cielo con Lucifer, un querubín protector,
la criatura más bella, sabia y perfecta de todos los seres que Dios había
creado (Isa. 14: 12; Eze. 28: 12-15). Después de algún tiempo (no sabemos
5
año (Éxo. 19: 1; Núm. 10: 11-13). Sin embargo, este año ocupa la parte más
larga del Pentateuco, lo que revela que Moisés se centró en este período (Éxo.
19–Núm. 10: 10). El siguiente período, los años en el desierto, describe la
peregrinación de Israel en el desierto durante treinta y ocho años. La última
parte histórica del Pentateuco relata la estancia de Israel en las llanuras de
Moab y describe el último año de la vida de Moisés como líder de Israel.
La biografía de Moisés
El libro de Deuteronomio es la biografía de despedida de Moisés, que fue el
líder y profeta por antonomasia de Israel. Es la culminación de lo descrito
anteriormente en los libros de Éxodo, Levítico y Números, y presenta los
acontecimientos de los dos últimos meses de la vida de Moisés. Sus últimas
palabras son significativas y, a través de sus discursos en Deuteronomio,
pretende renovar el pacto entre Dios y su pueblo. De este modo, prepara a
Israel para vivir en la Tierra Prometida.
El libro de Deuteronomio es la historia de cómo Dios trabaja pacientemente
con su pueblo, utilizando a Moisés para ayudarles a andar por el camino
correcto. Esta historia comienza con los israelitas acampando en las llanuras
de Moab, listos para entrar en Canaán. Durante cuarenta años Moisés los ha
guiado, pero no los conducirá a su nuevo hogar. En su lugar, pronuncia tres
apasionados discursos a Israel. En estos discursos, aborda los aspectos más
relevantes que el pueblo de Dios necesita conocer y observar cuando entren
al nuevo territorio. La narración del libro continúa con la explicación de la
legislación necesaria en la Tierra Prometida. Presenta la renovación del pacto,
el cambio de liderazgo, el cántico de Moisés y las bendiciones sobre las
tribus israelitas. Concluye con la muerte de Moisés. Aunque la historia cubre
una parte de la vida de Moisés y la experiencia del pueblo de Dios, la
narración trata principalmente de Dios y de cómo él cuida de su pueblo. En
sus sermones, Moisés repasa la dirección de Dios en la historia de Israel,
exponiendo sus leyes, su amor y su fidelidad. Tras la muerte de Moisés, el
libro de Josué retoma la historia y narra la conquista y distribución de la
Tierra Prometida.
La gloriosa historia de la conducción de Dios es impresionante. Israel es
testigo de su providencia durante las diez plagas, el éxodo de Egipto, la
derrota del poderoso Faraón y su ejército, el cruce del mar Rojo y la entrega
del Decálogo en el Sinaí. Dios es claramente el Señor que interviene en
nuestra historia, mezclando su misericordia con el juicio. Demuestra que es el
Dios del amor, de verdad y de justicia, y nos da confianza para afrontar un
mañana incierto.
__________
1. Elena G. de White, Notas biográficas de Elena G. de White (Miami, FL: IADPA, 1994), p. 216.
2. Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Doral, FL: IADPA, 2007), p. 202.
3. El nombre del libro de Deuteronomio viene de la palabra griega deuteronomion (una composición
de dos palabras: deuteros y nomos), que significa «segunda ley» o «repetición de la ley», tal como
aparece en la Septuaginta. Sin embargo, esta es una traducción inexacta de la frase hebrea mishneh
hatorah, que significa «copia del libro» o «copia de la ley» (Deut. 17: 18). Este título engañoso da
la impresión de que el libro trata de la ley y que Moisés es un legislador. Por lo tanto, estas
afirmaciones resultan confusas. En el canon hebreo, el libro lleva el título elleh hadevarim, en
español: «Estas son las palabras» (Deut. 1: 1).
4. Ver especialmente los cinco volúmenes de la Serie El Gran Conflicto de Elena G. de White:
Patriarcas y profetas (Doral, FL: IADPA, 2008); Profetas y reyes (Doral, FL: IADPA, 1957); El
Deseado de todas las gentes (Doral, FL: IADPA, 2007); Hechos de los apóstoles (Doral, FL:
IADPA, 2008); y El conflicto de los siglos (Doral, FL: IADPA, 2011). Ver también John C.
Peckham, The Love of God: A Canonical Model [El amor de Dios: Un modelo canónico]
(Downers Grove, IL: InterVarsity, 2015).
5. José M. Bertoluci, «The Son of the Morning and the Guardian Cherub in the Context of the
Controversy Between Good and Evil» [El lucero de la mañana y el querubín protector en el
contexto del conflicto entre el bien y el mal] (Tesis doctoral, Universidad Andrews, 1985).
6. White, Patriarcas y profetas, pp. 11-21; White, Introducción de El conflicto de los siglos, pp. 9-
15; Jiří Moskala, «Origin of Sin and Salvation According to Genesis 3: A Theology of Sin» [El
origen del pecado y la salvación según Génesis 3: una teología del pecado], en Salvation: Contours
of Adventist Soteriology, Martin F. Hanna, Darius W. Jankiewicz y John W. Reeve, editores
(Berrien Springs, MI: Universidad Andrews, 2018), pp. 119-143; Richard M. Davidson, «Satan’s
Celestial Slander» [La calumnia celestial de Satanás], Perspective Digest 1, n.º 1 (1996): 31-34;
Jiří Moskala, «The God of Job and Our Adversary» [El Dios de Job y nuestro adversario], Journal
of the Adventist Theological Society 15, n.º 2 (otoño de 2004): pp. 104-117.
7. Gregory A. Boyd, God at War: The Bible and Spiritual Conflict [Dios en guerra: La Biblia y el
conflicto espiritual] (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1997); Michael S. Heiser, The Unseen
Realm: Recovering the Supernatural Worldview of the Bible [El reino invisible: Recuperando la
cosmovisión sobrenatural de la Biblia] (Bellingham, WA: Lexham Press, 2015).
8. Ver Jiří Moskala, «The Significance, Meaning, and Role of Christ’s Atonement» [La importancia,
el significado y la función de la expiación de Cristo] en God’s Character and the Last Generation,
Jiří Moskala y John C. Peckham, editores (Nampa, ID: Pacific Press, 2018), pp. 190-218.
9. Para más detalles, ver la explicación de los capítulos 12 al 18 de Éxodo en el Comentario bíblico
adventista del séptimo día, t. 1 (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1992); William H. Shea, «Date
of the Exodus» [La fecha del Éxodo], en The International Standard Bible Encyclopedia, vol. 2,
edición revisada, Geoffrey W. Bromiley et al. Geoffrey W. Bromiley et al. (Grand Rapids, MI:
Eerdmans, 1982), pp. 230-238.
2. Moisés enseña historia
D ios ama a la humanidad con «un amor eterno» (Jer. 31: 3) e hizo un
pacto eterno con su pueblo (Jer. 32: 40; Eze. 37: 26; Heb. 13: 20). En
Deuteronomio, Dios reconfirmó el pacto que inició y renovó con Israel (Éxo.
19: 4-6; 24: 3-7). Dios actúa de esta manera porque quiere profundizar,
renovar y ratificar el pacto entre él y su pueblo, animándolos a serle fieles en
medio de todas las circunstancias que enfrentarán en la Tierra Prometida.
El libro del Deuteronomio está escrito con una compleja estructura literaria
(para más detalles, ver el apéndice al final de este libro). Me sorprendió
gratamente descubrir que todo el documento se presenta en forma de pacto.
Me sorprendió mucho más saber que en el libro se mezclan tres estructuras.
Esto es extremadamente significativo, porque no conozco ningún otro libro
de las Escrituras en el que tres estructuras literarias desempeñen papeles
clave dentro del mismo volumen.
En primer lugar, una estructura retórica une los tres discursos de Moisés
(Deut. 1: 6–4: 43; 4: 44–28: 68; 29: 1–30: 20). En segundo lugar, la
1
estructura del pacto une todo el libro en seis partes: el preámbulo (Deut. 1: 1-
6a), el prólogo histórico (Deut. 1: 6b–4: 43), las estipulaciones (Deut. 4: 44–
26: 19), las bendiciones y maldiciones (Deut. 27: 1–30: 20), los testigos
(Deut. 30: 19; 31: 19) y las disposiciones especiales del pacto (Deut. 31: 9-
13). Finalmente, la exposición de cada uno de los mandamientos del
2
__________
1. «Los resultados preliminares de un estudio del vocabulario de Deuteronomio muestran que 699 de
las 1,285 palabras individuales identificables en el libro pueden encontrarse en textos no hebreos
del tercer y segundo milenio (54.4 % del total), mientras que solo 97 palabras pueden encontrarse
exclusivamente en textos no hebreos del primer milenio (7.5 %). 454 palabras (35.4 %) del
vocabulario de Deuteronomio no tienen paralelos fuera de los documentos hebreos, y 35 (2.7 %)
requieren más investigación». Ver Paul Lawrence, The Books of Moses Revisited [Una revisión a
los libros de Moisés] (Eugene, OR: Wipf & Stock, 2011), 12n47.
2. Las publicaciones siguientes representan algunos de los estudios más destacados sobre el pacto:
William W. Hallo y K. Lawson Younger Jr., eds., The Context of Scripture [El contexto de las
Escrituras], 4 vols. (Leiden: Brill, 2003); Kenneth A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament
[antiguo Oriente y Antiguo Testamento] (Chicago, IL: InterVarsity, 1966), pp. 90-102; Kenneth A.
Kitchen y Paul J. N. Lawrence, Treaty Law and Covenant in the Ancient Near East [La ley de
tratados y pactos en el Antiguo Oriente Próximo], 3 vols. (Wiesbaden: Harrassowitz Verlag,
2012); Meredith G. Kline, Treaty of the Great King: The Covenant Structure of Deuteronomy:
Studies and Commentary [El tratado del gran Rey: La estructura del pacto en Deuteronomio:
Estudios y comentarios] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1963); Lawrence, Books of Moses
Revisited; Skip MacCarty, In Granite or Ingrained? What the Old and New Covenants Reveal
About the Gospel, the Law, and the Sabbath [¿En tablas o en el corazón? Lo que el antiguo y el
nuevo pacto revelan sobre el evangelio, la ley y el sábado] (Berrien Springs, MI: Universidad
Andrews, 2007); Dennis J. McCarthy, Old Testament Covenant: A Survey of Current Opinions [El
pacto del Antiguo Testamento: Un estudio de las opiniones actuales] (Atlanta, GA: John Knox,
1972); Dennis J. McCarthy, Treaty and Covenant [Los tratados y el pacto], Analecta Biblica 21a
(Roma: Pontificio Instituto Bíblico, 1981); Steven L. McKenzie, Covenant, Understanding
Biblical Themes [El pacto, cómo entender los temas bíblicos] (St. Louis, MO: Chalice Press,
2000); George E. Mendenhall, «Covenant Forms in Israelite Tradition» [Formas de pacto en la
tradición israelita], Biblical Archaeologist 17, no. 3 (septiembre de 1954): pp. 50-76; O. Palmer
Robertson, The Christ of the Covenants [El Cristo de los pactos] (Phillipsburg, NJ: P&R
publishing, 1980); John H. Walton, Covenant: God’s Purpose, God’s Plan [El pacto: El propósito
de Dios, el plan de Dios] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994); y Gordon J. Wenham, Exploring
the Old Testament, vol. 1, The Pentateuch [Explorando el Antiguo Testamento, vol. 1, El
Pentateuco] (Londres: SPCK, 2003), pp. 123-143.
3. W. Schultz fue quien introdujo por primera vez la elaborada estructura del Decálogo en el libro de
Deuteronomio. Ver W. Schultz, Das Deuteronomium [El libro de Deuteronomio] (Berlín: Gustav
Schlawitz, 1859). Esta estructura luego fue mejorada por Stephen A. Kaufman, «The Structure of
the Deuteronomic Law» [La estructura de la ley deuteronómica], MAARAV 1, no. 2 (primavera de
1979): pp. 105-158. En la actualidad, muchos eruditos han adoptado este modelo. Entre ellos:
Mark E. Biddle, Deuteronomy, Smyth & Helwys Bible Commentary [Comentario bíblico Smyth &
Helwys: Deuteronomio] (Macon, GA: Smyth & Helwys, 2003), pp. 197-203; Andrew E. Hill y
John H. Walton, A Survey of the Old Testament [Un estudio del Antiguo Testamento], 2da ed.
(Grand Rapids, MI: Zondervan, 2000), pp. 131-143; Walter C. Kaiser Jr., Toward Old Testament
Ethics [Hacia una ética del Antiguo Testamento] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1983), pp. 127-
137; Eugene H. Merrill, Deuteronomy: An Exegetical and Theological Exposition of the Holy
Scripture, New American Commentary [Deuteronomio: Una exposición exegética y teológica de
las Sagradas Escrituras, Nuevo comentario americano] (Nashville, TN: B&H Publishing, 1994), p.
218; Dennis T. Olson, Deuteronomy and the Death of Moses: A Theological Reading
[Deuteronomio y la muerte de Moisés: Una lectura teológica] (Minneapolis, MN: Fortress, 1994);
Edward J. Woods, Deuteronomy, Tyndale Old Testament Commentaries [Deuteronomio:
Comentario Tyndale del Antiguo Testamento] (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2011), pp. 49-
55.
4. Para más detalles, ver Gerhard F. Hasel, «The Meaning of the Animal Rite in Genesis 15» [El
significado del rito de los animales en Génesis 15], en Journal for the Study of the Old Testament
6, nº 19 (febrero de 1981): pp. 61-78; Jacques B. Doukhan, Genesis, Seventh-day Adventist
International Bible Commentary [Génesis, Comentario Bíblico Internacional Adventista del
Séptimo Día] (Nampa, ID: Pacific Press, 2016), pp. 222-228.
5. J. Nicholas Reid, «Ancient Near Eastern Backgrounds to Covenants» [Antecedentes de los pactos
en el Antiguo Oriente Próximo], en Covenant Theology: Biblical, Theological, and Historical
Perspectives, ed. Guy Prentiss Waters, J. Nicholas Reid y John R. Muether (Wheaton, IL:
Crossway, 2020), p. 465.
6. Ver MacCarty, In Granite or Ingrained?; Gerhard F. Hasel, Covenant in Blood [Pacto de sangre]
(Mountain View, CA: Pacific Press, 1982).
7. Para más detalles, ver Lawrence, Books of Moses Revisited, pp. 47-64; McCarthy, Old Testament
Covenant [El pacto del Antiguo Testamento], pp. 10-22; y Woods, Deuteronomy, pp. 37-47.
8. Sobre las influencias egipcias e hititas en el concepto y la estructura del pacto, ver James K.
Hoffmeier, Ancient Israel in Sinai (Nueva York: Universidad de Oxford, 2011), esp. 181-192.
Lawrence subraya correctamente: «Los pactos del Pentateuco, aunque seguían esencialmente la
forma de tratado de finales del segundo milenio, no eran sus imitadores serviles» (Books of Moses
Revisited, p. 62).
9. Viktor Korošec, Hethitische Staatsverträge: ein Beitrag zu ihrer juristischen Wertung [Los
tratados estatales hititas: una contribución a su evaluación jurídica] (Leipzig: T. Weicher, 1931).
10. George E. Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East [La ley y el pacto
en Israel y el Cercano Oriente Próximo] (Pittsburgh, PA: Presbyterian Board of Colportage of
Western Pennsylvania, 1955).
11. Lawrence, Books of Moses Revisited, p. 64.
12. Books of Moses Revisited, p. 69.
13. Books of Moses Revisited, p. 76.
4. «Amarás a Jehová, tu Dios»
__________
1. Jiří Moskala, «The Meaning of the Fear of God: The Crucial Notion of the Everlasting Gospel–a
Biblical Study» [El significado del temor de Dios: La noción crucial del evangelio eterno: un
estudio bíblico], en Journal of the Adventist Theological Society 30, nos. 1, 2 (2019): pp. 1-20.
2. El sustantivo «temor» aparece una vez (Deut. 2: 25), y el adjetivo «temeroso/medroso» se emplea
una vez (Deut. 20: 8).
3. Jiří Moskala, «The Indispensable God’s Presence: Toward the Theology of God’s Face» [La
indispensable presencia de Dios: Hacia la teología del rostro de Dios], Current 8 (otoño 2020): pp.
36-43.
5. «El extranjero dentro de tus
puertas»
__________
1. Abraham J. Heschel, The Sabbath: Its Meaning for Modern Man [El sábado: Su significado para el
hombre moderno] (Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 2005), p. 15.
6. ¿Qué otra nación hay tan grande?
L a frase «qué otra nación hay tan grande» es una cita de Deuteronomio 4:
7 (NVI). En Deuteronomio 4, Dios explica a su pueblo qué lo hace ser
diferente y cuáles son las condiciones para conservar su grandeza. La razón
de su singularidad radica en Dios, su Líder. Esto se debe a que su Señor es un
Dios vivo, grande, santo, bondadoso, sabio, justo y entendido. Por eso su
pueblo también puede mostrar grandeza, sabiduría y entendimiento. Su
carácter distintivo se fundamenta en que (1) su Dios está con ellos, (2)
responde sus oraciones, y (3) les ha dado leyes sabias y justas (Deut. 4: 6-8).
Después de que Moisés les recuerda a los hijos de Israel cómo Dios los ha
guiado con su poder y misericordia durante casi cuarenta años (desde Egipto
hasta las llanuras de Moab y ahora hasta los límites de la Tierra Prometida),
los exhorta a ser fieles al Señor. Señala siete acontecimientos clave durante
su viaje desde el monte Sinaí (Deut. 1-3) y amonesta al pueblo a que escuche
y siga a su poderoso Dios y no a los «dioses hechos por manos de hombres,
de madera y piedra, que no ven ni oyen ni comen ni huelen» (Deut. 4: 28).
Estos ídolos no son nada, pero el Dios de Israel ha demostrado ser un Dios
amante.
Después de la lección de historia, en Deuteronomio 4, Moisés explica el
propósito de su primer sermón. La prosperidad futura de Israel depende del
respeto a su Dios, a su Ley y a sus instrucciones. Este principio se expresa
con claridad en los dos últimos versículos del discurso de Moisés: «Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y
abajo en la tierra; no hay otro. Guarda sus estatutos y sus mandamientos, los
cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti,
y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová, tu Dios, te da para siempre»
(vers. 39, 40).
En su discurso, Moisés expone ante el pueblo importantes principios de
vida a fin de preservar su condición piadosa y singular. De este modo,
Deuteronomio 4 puede dividirse en las cinco secciones siguientes:
1. Dios es santo, imparte la ley y juzga a su pueblo (Deut. 4: 1-8). Moisés
comienza su argumentación con la palabra clave «oír» (hebreo shamá), que
significa escuchar u obedecer. Necesitamos escuchar las instrucciones de
Dios y luego obedecerlas. Este es un tema frecuente en Deuteronomio
(Deut. 4: 1; 5: 1; 6: 4; 9: 1; 20: 3), porque sus bendiciones fluyen de una
relación estrecha con el Señor y de la obediencia a su ley. Cuando alguien
está dispuesto a escuchar la ley de Dios, significa que entiende los asuntos
de la vida y hace lo correcto, siguiendo así las instrucciones y la voz de
Dios (Deut. 4: 30; 6: 3; 12: 28; 27: 10; 30: 2, 8). Los que escuchan y
entienden la Palabra de Dios la amarán, la guardarán y la obedecerán. Este
es un resultado natural de conocer la bondad de Dios. Tales personas lo
seguirán por gratitud; no porque tengan que hacerlo, sino porque quieren
hacerlo. La bondad del Señor lleva a las personas a arrepentirse y ser
agradecidas, y la apreciación de su fidelidad las induce a ser fieles, creando
en ellas las mejores motivaciones.
El Señor les había entregado la ley y ahora los introducirá en la tierra.
Conservarán su hogar y su país de forma permanente siempre y cuando vivan
en armonía con su voluntad revelada. Los principios de su ley son inmutables
y normativos, por lo que no pueden ser alterados (Deut. 4: 2). Tienen que
cumplirlos y vivir de acuerdo con su propósito.
El pueblo de Dios necesita tomar en serio al Dios de Moisés, porque
seguirlo y a sus enseñanzas es cuestión de vida o muerte. Moisés explica este
punto con dos ejemplos: (1) los trágicos sucesos de Baal-peor (vers. 3),
descritos en Números 25, en los que el pueblo hizo caso omiso a las
indicaciones de Dios y murió; y (2) su propio fracaso en el cumplimiento de
las indicaciones de Dios, revelado en Números 20 (Deut. 4: 21). Nadie está
exento de la obediencia y del juicio de Dios. Los que se aferran al Señor
(raíz hebrea dabaq; ver Gén. 2: 24; Rut 1: 14) como un marido a su amada
esposa, pasan satisfactoriamente por su juicio y preservan la vida (Deut. 4: 4;
comparar con Deut. 10: 20). Para disfrutar de la plenitud de la vida y de la
felicidad, Dios les ha dado leyes sabias y justas; si las obedecen, las demás
naciones reconocerán que Israel es una gran nación.
2. El Dios soberano se revela y establece el pacto (Deut. 4: 9-14). El
episodio de la autorrevelación de Dios desde el fuego en Horeb se
menciona varias veces, siempre en relación con la teofanía (vers. 12, 15, 33,
36). Dios es «fuego consumidor» (vers. 24), él es juez. Él ha establecido el
pacto con Israel, hecho que se menciona tres veces en este capítulo (vers.
13, 23, 31), lo cual indica que este es un tema dominante. Al establecer el
pacto, Dios toma la iniciativa, demuestra su fidelidad y permanente
comunión con su pueblo. La palabra de Dios, expresada en los Diez
Mandamientos, es el núcleo de este pacto (vers. 13).
3. Resumen del pacto de Dios: advertencia contra la idolatría (Deut. 4: 15-
24). En el centro de su llamado, Moisés advierte a Israel contra la idolatría.
Cuando Dios les habló en Horeb, no vieron su forma; por tanto, no debían
representar al Dios eterno con nada material, como imágenes de talla y de
fundición, estatuas o figuras. En su lugar, necesitan cultivar una relación
espiritual con el Dios vivo. Según el versículo 20, Dios los salvó y los
rescató para hacerlos el pueblo de su heredad, y ahora les ordena que
guarden sus leyes y se abstengan de hacer ídolos.
4. El Dios misericordioso llama testigos (Deut. 4: 25-31). Podemos resumir
la conclusión del primer sermón de Moisés con la siguiente frase de la carta
a los Hebreos: «Viendo al invisible» (Heb. 11: 27). Dios nunca se reveló a
Israel en ninguna forma específica, sino que les habló solo de viva voz:
«Oísteis la voz de sus palabras, pero a excepción de oír la voz, ninguna
figura visteis» (Deut. 4: 12; ver también Deut. 4: 15, 33, 36; 5: 5, 22-26).
Por eso, no se le puede limitar a ninguna imagen o escultura, convirtiéndolo
así en un ídolo. Él trasciende la más fecunda imaginación humana. Es un
Dios vivo, por lo que ninguna representación puede captar quién es. La
tarea de Israel es seguir con gratitud su dirección y obedecer sus
enseñanzas.
5. El Dios de amor y el llamado final a la obediencia (Deut. 4:32-40). El
Dios de Israel es extraordinario, imponente y magnífico. En Deuteronomio
4, se presenta como «Jehová» (vers. 1, 3, 12, 14, 15, 20, 21, 27, 35, 39), el
«Dios de tus padres» (vers. 1), «Jehová, tu/vuestro Dios» (versículos 2, 3, 4,
10, 19, 21, 23 [dos veces], 24, 25, 29, 30, 31, 34, 40), «Jehová, mi Dios»
(vers. 5), «Jehová, nuestro Dios» (vers. 7), un «fuego consumidor» (vers.
24), un «Dios celoso» (vers. 24), «Dios» (vers. 32, 33, 35), «su presencia»
(vers. 37), y «Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra» (vers. 39). El
Señor se revela a su pueblo como un Dios que se interesa e interviene en los
asuntos del ser humano «con señales, con milagros y con guerra, y mano
poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores» (vers. 34). Él ama a los
israelitas (vers. 37), por eso los escogió, los sacó de Egipto con gran poder
y les dio sus leyes. Moisés les ruega que obedezcan las instrucciones y
enseñanzas de Dios porque la obediencia es crucial para un futuro exitoso.
La Ley: un regalo de Dios
¿Cómo es posible que Israel llegara a ser tan grande como nación? Como se
explicó anteriormente, la respuesta de Moisés es triple (vers. 6-8), pero la
razón principal fue el hecho de que Dios les dio leyes justas y sabias. El
Decálogo era la Carta Magna de todo, ya que todas las demás leyes surgían
de los Diez Mandamientos. Este es el tema principal de Moisés en su
segundo sermón (Deut. 4: 44-28: 68), donde cada ley, precepto, decreto,
mandato, testimonio y estatuto (diferentes términos sinónimos que señalan el
corpus específico de las distintas leyes; ver Deut. 4: 1, 5, 14, 40, 44; 5: 1; 6:
1, 2, 20, 24; 7: 9, 11; 8: 11; 11: 1; etc.) se explica cuidadosamente como una
extensión del Decálogo.
Algunas de las otras colecciones de leyes antiguas de Oriente Medio que
preceden a la época de Moisés son similares, pero la mayor parte de la
legislación israelí es exclusiva de Israel. El Código de Hammurabi, escrito
hacia el 1750 a. C. (trescientos años antes del Éxodo), con sus 282 leyes, no
es el primer código legal que se conserva. Le preceden el Código de Ur-
Nammu (de aproximadamente 2100 a. C.), el Código de Lipit-Ishtar (hacia
1930 a. C.) y las Leyes de Eshnunna (de alrededor de 1770 a. C.). Estas 1
__________
1. Martha T. Roth, Law Collections From Mesopotamia and Asia Minor [Colecciones de leyes de
Mesopotamia y Asia Menor], 2da edición, Piotr Michalowski, editor (Atlanta, GA: Sociedad de
Literatura Bíblica, 1997).
2. Stephen A. Kaufman, «The Structure of the Deuteronomic Law» [La estructura de la ley
deuteronómica], MAARAV 1, no. 2 (primavera de 1979): p. 147.
7. La Ley y la gracia
prohibiciones, encierra más bien una promesa y como resultado una vida
plena.
En el nuevo pacto la Ley se implanta en el corazón. Los que guardan el
Decálogo correctamente no lo considerarán una carga, sino que seguirán sus
promesas con los motivos correctos, obedeciendo por gratitud por lo que
Dios hizo y está haciendo por ellos. La gracia no cambia la Ley, sino nuestra
actitud hacia ella.
En el Nuevo Testamento, Pablo está en contra del legalismo, no de la Ley
de Dios (Rom. 7: 9-12; comparar con Sal. 19: 8-12). Está en contra del mal
uso de la Ley, así como de la transgresión de la Ley de Dios. Cristo tomó
sobre sí la maldición y el castigo de la Ley (Gál. 3: 13, 14), por lo que ya no
estamos bajo la condenación de la Ley, sino bajo la gracia de Dios (Rom. 6:
14, 15). Jesucristo es la finalidad y el propósito de la Ley (Rom. 10: 4), no el
fin en el sentido de la terminación o cese de su validez. Él da sentido a la
Ley, y de ello se desprende que los creyentes que le aman adoptarán la Ley
como normativa para sus vidas.
__________
1. Ver Jo Ann Davidson, «The Decalogue Predates Mount Sinai: Indicators From the Book of
Genesis» [El Decálogo precede al monte Sinaí: Indicadores del libro de Génesis], Journal of the
Adventist Theological Society 19, nos. 1, 2 (2008): pp. 61-81.
2. Los eruditos y los traductores están desconcertados sobre cómo deben traducir el Salmo 119: 29.
La mejor interpretación es tratar «tu ley/enseñanza/instrucción» como una aposición, es decir, la
explicación de la gracia de Dios: «Concédeme la gracia, tu ley». La Biblia de Jerusalén y La
Palabra traducen este texto de la siguiente manera: «Dame la gracia de tu ley». De este modo, la
Ley contiene la gracia; se trata de la gracia de Dios, no de nuestras obras. La obediencia es siempre
el resultado del poder de Dios a través de su Palabra en nuestras vidas.
3. La palabra preventiva deriva del latín praevenire, que significa «venir antes, preceder, anticipar,
esperar».
4. John R. W. Stott, Christian Counter-Culture: The Message of the Sermon on the Mount [La
contracultura cristiana: el mensaje del Sermón del Monte] (Leicester, Reino Unido: InterVarsity,
1978), pp. 78, 79. John Stott plantea una pregunta importante: «Pero ¿con quién se está
enfrentando Jesús?». Su respuesta es profunda: «Muchos comentaristas han sostenido que en estos
párrafos Jesús se opone a Moisés [. . .]. Por muy popular que sea esta interpretación, no dudo en
decir que es errónea. Más que errónea, es insostenible. Lo que Jesús contradice no es la Ley en sí,
sino ciertas perversiones de la Ley de las que eran culpables los escribas y los fariseos. Lejos de
contradecir la Ley, Jesús la respalda, insiste en su autoridad y proporciona su verdadera
interpretación» (p. 76). «Son estas distorsiones de la Ley las que Jesús rechazó, no la Ley misma»
(p. 77). Stott aporta cuatro argumentos convincentes para demostrarlo (pp. 76-78).
5. Para un debate sobre este tema, ver G. K. Beale, ed., The Right Doctrine From the Wrong Texts?
Essays on the Use of the Old Testament in the New [¿La doctrina correcta de los textos
equivocados? Ensayos sobre el uso del Antiguo Testamento en el Nuevo] (Grand Rapids, MI:
Baker, 1994).
6. Ver Jiří Moskala, «The Decalogue in Luther and Adventism» [El Decálogo en Lutero y el
adventismo], en Here We Stand: Luther, the Reformation, and Seventh-day Adventism, Michael W.
Campbell y Nikolaus Satelmajer, editores (Nampa, ID: Pacific Press, 2017), pp. 109-111.
7. Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro (Doral, FL: IADPA, 2019), p. 272.
8. Escoge la vida
fácil seguir a un Dios tan bondadoso, que siempre está a favor de su pueblo.
Las últimas palabras de Moisés a Israel antes de su muerte dan testimonio de
esta verdad:
«¡Bienaventurado tú, Israel!
¿Quién como tú, pueblo salvado por Jehová?
Él es tu escudo protector,
la espada de tu triunfo.
Así que tus enemigos serán humillados,
y tú pisotearás sus lugares altos» (Deut. 33: 29).
Moisés declara: «¡Alaben la grandeza de nuestro Dios!» (Deut. 32: 3, NVI).
Además, afirma de Dios que «sus obras son perfectas, y todos sus caminos
son justos», y que él es «es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo»
(vers. 4, NVI). El Dios del Antiguo Testamento es el Creador, el Señor
soberano, el Salvador, el Rey, el Juez, el Profeta y el Sacerdote.
Los verbos que se usan para describir sus acciones son poderosos. El Dios
de Israel es el que «te hizo y te estableció» (32: 6), «hizo heredar a las
naciones [...], estableció los límites de los pueblos» (vers. 8), «te engendró
[...], te dio vida» como tu madre (vers. 18, NVI), hace morir y hace vivir
(vers. 39), y hace «expiación por la tierra de su pueblo» (vers. 43). El Dios
eterno también es celoso y se enoja con la idolatría. Él dispersa, hiere,
destruye, paga y esconde su rostro cuando el ser humano sigue
obstinadamente sus malos caminos. Él protege, cuida, guarda, crea, alimenta,
nutre, juzga, castiga, cura, da vida, libera, perdona y hace expiación. Pero,
sobre todo, es un Dios bondadoso que ama a su pueblo (Deut. 33: 3), y por
eso lo disciplina (Deut. 4: 36; compárese con Éxodo 20: 20).
Todos estos epítetos y descripciones resultan significativos porque señalan
diferentes aspectos de las funciones de Dios. Pero ningún lenguaje humano
puede describir completamente a Dios, porque él es más grande de lo que
podemos expresar con palabras. Él trasciende todo lo que podemos decir,
porque siempre es más hermoso, compasivo, grandioso y bueno de lo que
podemos imaginar. Durante toda la eternidad, estudiaremos la ciencia del
carácter de Dios, lo que él logró en su encarnación, su muerte en la cruz y la
obra que continúa. Nos maravillaremos continuamente de su carácter de
amor, verdad, santidad, justicia y belleza.
Deuteronomio 32 da un claro ejemplo de Dios en acción al representarlo
como un águila. Otra imagen poderosa de Dios lo describe como un padre. Es
un padre que cuida de sus hijos, como un águila «revoloteando» sobre sus
aguiluchos para protegerlos y enseñarles a volar y cazar (vers. 11). El verbo
«revolotear» se utiliza también en el relato bíblico de la Creación, en el que
«el espíritu de Dios se movía (revoloteaba) sobre la faz de las aguas» para
sostener la creación de Dios y cuidar del recién nacido planeta Tierra (Gén. 1:
2). El Señor también utiliza la imagen del águila en Éxodo 19: 4, donde
recuerda a Israel su cuidado paternal: «Vosotros visteis [...] cómo os tomé
sobre alas de águila y os he traído a mí». Es posible que Jesús tuviera en
mente este símil cuando expresó lo mucho que quería juntar a los hijos de
Israel como la gallina junta a sus polluelos (Mat. 23: 37). Pero cambió la
imagen del águila por la de la gallina porque la imagen del águila habría sido
malinterpretada. Los romanos utilizaban el símbolo del águila para expresar
su dominio, poder y autoridad. Jesús cambió sabiamente la imagen del águila,
de gran carga política, por la de una gallina para transmitir su hermoso
mensaje de amor, cuidado y protección. Trágicamente, Cristo concluye
diciendo que Israel no estaba dispuesto a someterse a su liderazgo amoroso y
misericordioso.
Las bendiciones de Moisés
Dios nos llama porque quiere bendecirnos. Los sacerdotes estaban
encargados de pronunciaban las bendiciones sobre Israel (Núm. 6: 23-27),
pero era Dios mismo quien otorgaba la bendición. De este modo, Moisés
invocó las bendiciones de Dios sobre las tribus israelitas. Las bendiciones de
Deuteronomio 33 son semejantes a las bendiciones de Jacob antes de su
muerte (Gén. 49). Pero el orden de los nombres de las tribus en
Deuteronomio difiere de la lista de Jacob, que sigue el orden de nacimiento.
Para enumerar las tribus, Moisés se guía un poco por la geografía (desde
Rubén en Transjordania, extendiéndose a las tribus occidentales, y
terminando con las tribus de Neftalí y Aser en la región de Galilea, al norte).
También toma en cuenta a sus madres (las tres primeras tribus son de los
hijos de Lea, las dos siguientes son hijos de Raquel, luego vienen los dos
últimos hijos de Lea, y finalmente, los hijos de Bilha y Zilpa en orden mixto).
Es interesante que José recibe la bendición (la más larga de todas) junto con
sus dos hijos, Efraín y Manasés, pero se omite la tribu de Simeón,
probablemente porque estaba situada en el territorio de Judá.
Moisés comienza sus bendiciones aludiendo a la autorrevelación de Dios en
el Sinaí (vers. 2), puesto que el bienestar de los israelitas dependería de su
obediencia a Dios y a su Palabra. El Señor ama a su pueblo (vers. 3) y es su
rey (vers. 5). De este modo, Moisés destaca la unidad de todas las tribus de
Israel antes de hablar de cada tribu de los hijos de Jacob en particular. La
bendición principal de Moisés es para Judá, Leví y José, donde se encuentran
dos profecías relativas al Mesías.
El último poema de Deuteronomio también recoge la esperanza mesiánica.
En el contexto inmediato de estas bendiciones, se explica que a causa de la
desobediencia del pueblo los alcanzará la desgracia «en los días venideros»
(Deut. 31: 29) o «en los postreros días» (LBLA), aludiendo al futuro y al fin
de los días. Moisés predice que vendrá el khasid (el «fiel», «piadoso», «leal»
o «Santo»), al que pertenecen legítimamente el Urim y el Tumim, aquel que
fue probado «en Masah» y contendió «en las aguas de Meriba» (Deut. 33: 8).
El versículo 16 tiene otra alusión mesiánica, donde habla del nazir (el
«separado», «consagrado» o «príncipe») como el consagrado entre (el
separado de) sus hermanos. Estos textos señalan que el Mesías procedería del
linaje sacerdotal y real. De este modo, el Pentateuco termina con la
perspectiva de la esperanza mesiánica.
Solo Dios nos capacita para obedecer
En repetidas ocasiones, Moisés exhorta a Israel a obedecer al Señor, su
Dios. La buena noticia es que cuando Dios ordena algo, también nos capacita
para hacerlo. El profeta Ezequiel desarrolla este punto en el centro de su
resumen teológico: «Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo
dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un
corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en
mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra» (Ezequiel
36: 26, 27).
Solo Dios puede cambiar el corazón del ser humano, solo él puede
transformarnos extirpando nuestro corazón de piedra y sustituyéndolo por un
corazón de carne, sensible. En palabras de Josué al pueblo de Israel: «Ustedes
son incapaces de servir al Señor» (Jos. 24: 19, NVI). Solo podemos decidir
por él y por lo que es correcto, esa es nuestra decisión más importante. Pero
no tenemos el poder de llevar a cabo nuestra decisión. En nuestra fragilidad y
debilidad, necesitamos ayuda externa. Pero Dios no nos deja sucumbir en la
desesperación, ya que, cuando le entregamos nuestras debilidades, él
proporciona la voluntad (que es la respuesta a su llamamiento amoroso) y el
poder para obedecer (Fil. 2: 13). Él es capaz de hacernos fuertes, y el Espíritu
Santo nos capacitará para obedecerle. Pablo dice: «Cuando soy débil,
entonces soy fuerte» (2 Cor. 12: 10; compare con 1 Cor. 10: 13; 1 Tes. 5: 23,
24; 2 Tes. 3: 3; Jud. 24).
Dios recoge, limpia, quita el pecado, da, pone, y nos mueve a guardar
fielmente su ley (Eze. 36: 24-30). Él nos capacitará para hacer sus obras
cuando le dejemos ser el Señor de nuestras vidas. Él se identifica con
nosotros, y si nos asociamos estrechamente con él, seguiremos su ejemplo.
La unidad entre Dios y nosotros será dinámica, poderosa y viva. ¡Los buenos
resultados se logran solo a través del poder del Espíritu Santo!
El énfasis en Ezequiel 36: 27 está en la obra de Dios. La traducción literal
afirma: «Te daré mi Espíritu, y haré que andes en mis estatutos y guardes mis
leyes, y harás». Por lo tanto, Dios promete: «¡Yo haré que tú hagas! Haré lo
necesario para que obedezcas». En otras palabras, Dios nos manda a
obedecer, pero también nos ayuda a hacerlo. Él nos dará su Espíritu para
cumplir su voluntad porque la obediencia solo es posible a través de la obra
del Espíritu Santo. De este modo, en última instancia, Dios produce la
obediencia. Él provee para sus requerimientos, y nos ayuda a cumplir lo que
nos pide.
La obediencia es un don de Dios (no un logro nuestro), al igual que la
justificación y la salvación. La gracia de Dios produce todo esto por medio de
la fe. Cuando se acepta la palabra de Dios y su Espíritu, se produce una
auténtica vida espiritual (Eze. 37: 11-14). Entonces Cristo y su gracia pueden
reinar en nuestros corazones, trayendo paz y alegría a todas nuestras
relaciones. ¡Este es el evangelio por excelencia!
__________
1. «Las bendiciones se utilizan normalmente menos que las maldiciones. Por ejemplo, el Código de
Hammurabi (1792-1750 a. C.) solo incluye dos bendiciones, pero tiene cincuenta maldiciones. En
el material bíblico, los libros de Éxodo y Levítico tienen diez maldiciones y cinco bendiciones.
Deuteronomio tiene cuarenta maldiciones y ocho bendiciones». Ver Paul Lawrence, The Books of
Moses Revisited (Eugene, OR: Wipf & Stock, 2011), p. 76.
2. Resulta irónico que el término específico que designa a Israel en este poema sea Jesurún, que
significa «recto» (mencionado solo cuatro veces en la Biblia: Deut. 32: 15; 33: 5, 26; Isa. 44: 2).
En el contexto de este cántico, el que debería ser recto delante de Dios resulta estar lleno de
infidelidad y apostasía.
10. Acuérdate
__________
1. Gran enciclopedia Espasa, vol. 13 (Madrid, España: Espasa, 2005), p. 7683; Diccionario de la
lengua española, edición del tricentenario (Madrid, España: Real Academia Española, 2010):
«Facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado».
2 Robert S. Feldman, Psicología con aplicaciones en países de habla hispana (México: McGraw
Hill, 2005).
3. The Alzheimer’s Project, episodio 1, «The Memory Loss Tapes» dirigido por Shari Cookson y
Nick Doob, transmitido el 10 de mayo de 2009 en HBO.
4. Ver el significado de memory en The New Encyclopaedia Britannica [Nueva enciclopedia
británica], 15ta edición (2010).
5. The Alzheimer’s Project, episodio 2, «Grandpa, Do You Know Who I Am?», dirigido por Eamon
Harrington y John Watkin, escrito por Maria Shriver, transmitido el 11 de mayo de 2009 en HBO.
6 Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Doral, FL: IADPA, 2007), p. 629.
11. Deuteronomio en el resto del
Antiguo Testamento
porque
• Dios se comunicaba con él muy estrechamente, como un amigo, para
revelar su Palabra (Éxo. 33: 11; Deut. 34: 10);
• era el siervo fiel de Dios, se le llama «siervo de Jehová» (Deut. 34: 5; Jos.
1: 1, 2; comparar con Éxo. 14: 31; Núm. 12: 7, 8; Heb. 3: 2, 5);
• realizó milagros, «señales y prodigios» por el poder de Dios (Deut. 34:
11, 12);
• fue mediador del pacto en el Sinaí (Éxo. 19: 3-8; 20: 18-20; 24: 3-8);
• organizó la iglesia del Antiguo Testamento de forma más completa:
después del Éxodo, Israel se convirtió en una sola nación;
• tenía varias funciones importantes asignadas por Dios: liderazgo, ser
vocero de Dios y poner las enseñanzas por escrito y
• siguió siendo humilde a pesar de su elevada posición. Aunque su talento
superaba al de otros, «Moisés era muy humilde, más humilde que
cualquier otro sobre la tierra» (Núm. 12: 3, NVI).
De este modo, su ministerio era normativo, y otros profetas se comparaban
con él y sus enseñanzas.
Moisés llevaba la presencia de Dios con él dondequiera que iba. Abraham
Heschel afirma: «El profeta pretende ser mucho más que un mensajero. Es
una persona que está en la presencia de Dios (Jeremías 15: 19), que está “en
el consejo del Señor” (Jeremías 23:18, NVI), que es un participante, por así
decirlo, del consejo de Dios, no un portador de despachos cuya función se
limita a ser enviado a hacer recados. Es un consejero, además de mensajero». 2
A través de los profetas, el Dios invisible se hace audible. Los profetas hacen
más real la presencia de Dios; declaran que estuvieron en su presencia.
Samuel Meier afirma que «solo el profeta podía afirmar que estuvo en la
presencia de Dios». Abraham Heschel observa que la tarea de un profeta era
3
profeta porque sea capaz de anunciar con acierto una señal o un prodigio. Si
su mensaje llama a las personas a la obediencia fiel al Dios de las Escrituras,
solo entonces la señal o prodigio debe ser reconocida como legítima». 7
__________
1. Willem A. VanGemeren, Interpreting the Prophetic Word: An Introduction to the Prophetic
Literature of the Old Testament [Interpretar de la Palabra Profética: Una introducción a la literatura
profética del Antiguo Testamento] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1990), p. 38.
2. Abraham J. Heschel, The Prophets [Los profetas], vol. 1 (Nueva York: Harper & Row, 1962), p.
21.
3. Samuel A. Meier, Themes and Transformations in Old Testament Prophecy [Temas y
transformaciones en la profecía del Antiguo Testamento] (Downers Grove, IL: IVP Academic,
2009), p. 19.
4. Abraham J. Heschel, The Prophets [Los profetas], vol. 2 (Nueva York: Harper & Row, 1962), p.
55; la cursiva está en el original.
5. Michael J. Williams, The Prophet and His Message: Reading Old Testament Prophecy Today [El
profeta y su mensaje: Cómo leer la profecía del Antiguo Testamento en la actualidad]
(Phillipsburg, NJ: P & R, 2003), p. 16.
6. Ibid., p. 17.
7. Ibid., p. 18.
12. Deuteronomio en el Nuevo
Testamento
fracaso del ser humano. Él pasó su prueba de obediencia (Gén. 22: 1, 12, 16-
18), aunque había fracasado en ocasiones anteriores.
Jesús venció las tres tentaciones de Satanás citando textos del libro de
Deuteronomio. Estudia detenidamente la narración bíblica de Mateo 4: 3-11:
Se le acercó el tentador y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
Él respondió y dijo:
—Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios.”
Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del
Templo y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: “A sus ángeles
mandará acerca de ti”, y “En sus manos te sostendrán, para que no tropieces
con tu pie en piedra.”
Jesús le dijo:
—Escrito está también: “No tentarás al Señor tu Dios.”
Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos
del mundo y la gloria de ellos, y le dijo:
—Todo esto te daré, si postrado me adoras.
Entonces Jesús le dijo:
—Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a él
servirás.”
El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo servían.
La primera tentación. Con esta tentación, Satanás estaba desafiando a
Jesús a utilizar los medios equivocados para demostrar que era el Hijo de
Dios. Según el plan de redención, Jesucristo debía vivir en la tierra como un
frágil ser humano, obedeciendo plenamente los mandatos de Dios y viviendo
en completa dependencia de su Padre. El enemigo quería que Jesús
transgrediera este principio y utilizara su poder divino para ayudarse a
cumplir su misión. De este modo, esperaba demostrar que no era posible que
el ser humano obedeciera a Dios y superara sus tentaciones. Así lograría
demostrar su acusación de que las leyes de Dios eran demasiado severas e
injustas, por lo que resultaban imposibles de obedecer. Por tanto, la verdadera
cuestión era ver si Jesús podía salir victorioso del pecado y de la tentación
dejando de lado los privilegios que le concedía su naturaleza divina (Fil. 2: 5-
11). Una de las grandes tentaciones de Jesús fue utilizar su divinidad para
ayudarse a sí mismo (por ejemplo, convertir las piedras en pan, lo que no es
una tentación para nosotros) y realizar milagros en su propio nombre,
escapando así de las circunstancias difíciles en lugar de someterse a una vida
de privaciones y sacrificio.
Satanás se acercó a Cristo buscando desviarlo y refutar que era el Mesías,
haciendo que fracasara en su misión de vivir una vida de total dependencia de
Dios y de su Palabra. «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan
en pan» (Mat. 4: 3). Jesús respondió con un claro «escrito está». Salió
victorioso de este encuentro con Satanás gracias a la Palabra de Dios. Citando
Deuteronomio 8: 3, Jesús venció la tentación: «No solo de pan vivirá el
hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová» (comparar con Mat. 4:
4).
La segunda tentación. Fue una gran tentación para Jesús demostrar
públicamente que era realmente el Hijo de Dios. Probar a Dios desde lo alto
del Templo era un aliciente para evitar una vida de servicio humilde y
abnegación y también para revelar su verdadera identidad. En la segunda
tentación del desierto, Jesús respondió con otra cita del Deuteronomio: «No
pongas a prueba al Señor tu Dios» (Deut. 6: 16, NVI). Esta tentación fue
también una contienda sobre la correcta interpretación de las Escrituras.
Satanás las utilizó de forma incorrecta (citando el Sal. 91: 11-12), pero Jesús
las aplicó correctamente, utilizando una interpretación sólida al considerar el
contexto y el propósito de los textos bíblicos. De este modo, el Salvador salió
victorioso por segunda vez.
La tercera tentación. Finalmente, Satanás afirmó que era el príncipe de este
mundo y que tenía la autoridad para entregar los reinos terrenales a Jesús sin
la necesidad de luchar. Solo había una condición: Jesús debía inclinarse en
señal de adoración ante él y aceptarlo como el gobernante legítimo de la
tierra. Cristo rechazó la oferta y tomó la firme determinación de enfrentar las
más feroces batallas contra el mal para abatir por completo todas las
pretensiones de Satanás y demostrar que es un mentiroso. En otras palabras,
Jesús podría haberlo conseguido todo sin sacrificio, dolor y muerte. Solo
necesitaba reconocer a Satanás como el legítimo gobernante de la tierra.
En su respuesta a la tercera tentación, Jesús reconoció claramente quién
estaba detrás de estos intentos de desviarlo de su misión: «Vete, Satanás,
porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás”» (Mat. 4:
10). Esta es una cita de Deuteronomio 6: 13: «A Jehová, tu Dios, temerás, a
él solo servirás» (temer y adorar al Señor son términos sinónimos).
Una lectura atenta de las tres tentaciones del desierto muestra que Jesús
derrotó a Satanás citando y aplicando tres pasajes del libro de Deuteronomio.
Cristo conocía bien su mensaje y, en el momento oportuno, resistió las
tentaciones que buscaban «facilitar» su difícil misión en la Tierra: (1) Jesús
no utilizaría su poder divino para ayudarse a sí mismo en el sufrimiento y la
conquista del mal; (2) no utilizaría su popularidad y sus milagros para
desviarse de su misión de salvar a la humanidad con su muerte; y (3) no se
inclinaría ante Satanás para validar su rebelión contra Dios y su voluntad.
Cristo vino a derrotar a Satanás como representante de la raza humana, a
través de su total dedicación y su completa obediencia a su Padre.
Las tres tentaciones abarcaban los deseos de la carne (la primera tentación),
la arrogancia o la vanagloria de la vida (la segunda tentación), y los deseos de
los ojos (la tercera tentación). Juan escribió: «Porque nada de lo que hay en el
mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la
vida— proviene del Padre, sino del mundo» (1 Juan 2: 16). Estas tres
tentaciones del desierto también negaban el gran mandamiento del amor:
«Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas
tus fuerzas» (Deut. 6: 5).
¿Y nosotros? ¿Vivimos cada día según la Palabra de Dios? ¿Vivimos una
vida de dependencia de su bondad, disfrutando de su presencia y dirección?
Atesoremos en nuestros corazones las palabras alentadoras del apóstol Pedro
y oremos para que sean nuestra experiencia diaria: «Antes bien, creced en la
gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad» (2 Ped. 3: 18).
__________
1. Considera las siguientes referencias (1) Deut. 1: 16, 17; 16: 19; Juan 7: 24; Sant. 2: 1; (2) Deut. 4:
2; 12: 32; Mat. 5: 18; Apoc. 22: 18, 19; (3) Deut. 4:7; Sant. 4: 8; (4) Deut. 4: 29-31; 31: 6; Heb. 8:
8; 11: 6; 13: 5 (5) Deut. 5:5; Gál. 3: 19; (6) Deut. 7: 8; 1 Juan 4: 10; (7) Deut. 9: 7, 24; 10: 16;
Hech. 7: 51; (8) Deut. 9: 15, 19; Heb. 12: 18; (9) Deut. 10: 17; Hech. 10: 34; 1 Tim. 6: 15; (10)
Deut. 13: 13; 2 Cor. 6: 15; (11) Deut. 4: 2; 26: 19; 28: 9; 1 Ped. 2: 9; (12) Deut. 15: 11; Mat. 26:
11; Juan 12: 8; (13) Deut. 16: 20; 1 Tim. 6: 11; (14) Deut. 17: 6; 19: 15; Mat. 18: 16; Juan 8: 17;
2 Cor. 13:1; Heb. 10: 28; (15) Deut. 18: 15; Hech. 3: 22; 7: 37; Juan 1: 21; 6: 14; Mat. 21: 11; (16)
Deut. 18: 16; Heb. 12: 19; (17) Deut. 18: 19; Luc. 10:16; Juan 12: 48; Hech. 3: 23; (18) Deut. 18:
18; Juan 12: 49; (19) Deut. 19: 19; 17: 7; 1 Cor. 5: 13; (20) Deut. 19: 21; Mat. 5: 38; (21) Deut. 21:
6; Mat. 27: 24; (22) Deut. 21: 23; Gál. 3: 13; (23) Deut. 22: 22; Juan 8: 4; (24) Deut. 23: 25; Mat.
12: 1; (25) Deut. 24: 1; Mat. 5: 31; 19: 3; (26) Deut. 24: 14; Sant. 5: 4; (27) Deut. 25: 3; 2 Cor. 11:
24; (28) Deut. 25: 4; 1 Cor. 9: 9; 1 Tim. 5: 18; (29) Deut. 25: 5; Mat. 22: 24; (30) Deut. 27: 26;
Gál. 3: 10; (31) Deut. 29: 4; Rom. 11: 8; (32) Deut. 29: 18; Heb. 12: 15; (33) Deut. 30: 6; Rom. 2:
29; (34) Deut. 30: 12-14; Rom. 10: 6-8; (35) Deut. 31:26; Rom. 3: 19; (36) Deut. 32: 21; Rom. 10:
19; (37) Deut. 32: 35; Rom. 12: 19; Heb. 10: 30; y (38) Deut. 32: 43; Rom. 15: 10.
2. Martin Abegg Jr., Peter Flint, y Eugene Ulrich, trans., The Dead Sea Scrolls Bible: The Oldest
Known Bible Translated for the First Time Into English [La Biblia de los rollos del mar Muerto:
La Biblia más antigua conocida traducida por primera vez al inglés] (Nueva York:
HarperSanFrancisco, 1999), xvii, 3.
3. En comparación con Mateo, Lucas invierte el orden de la segunda y la tercera tentación.
4. Jiří Moskala, «Origin of Sin and Salvation According to Genesis 3: A Theology of Sin» [El origen
del pecado y la salvación según Génesis 3: Una teología del pecado] en Salvation: Contours of
Adventist Soteriology, Martin F. Hanna, Darius W. Jankiewicz, y John W. Reeve, editores (Berrien
Springs, MI: Andrews University Press, 2018), pp. 119-143.
13. La resurrección de Moisés
El legado de Moisés está vivo hoy porque hizo de Dios el centro de su vida
y del servicio a su pueblo una prioridad. Dios lo utilizó de manera poderosa
porque dejó de lado todas las distracciones y permitió que Dios dirigiera su
vida. Su recuerdo permanece con nosotros por esta razón, y podemos
aprender de él. Por eso seguimos el consejo y la advertencia que se
encuentran en el libro de los Hebreos: «Acordaos de vuestros pastores, que os
hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su
conducta e imitad su fe» (Heb. 13:7). El recuerdo de los fieles nunca se
perderá porque las obras de los que temen al Señor están escritas en el libro
de las memorias (Mal. 3: 16).
La resurrección de Moisés
La muerte de Moisés no fue una tragedia porque murió en la bendita
esperanza y con una firme fe en Dios. Además, no permaneció mucho tiempo
en la tumba porque Dios, que es la Vida y es el Dador de la vida, lo resucitó.
¡Increíble! Mientras que los versículos finales de Deuteronomio informan de
la muerte de Moisés, el Nuevo Testamento da testimonio de su resurrección.
Judas menciona cómo Satanás argumentó que Moisés le perteneciera a causa
de su pecado, esperando mantenerlo en la tumba como su trofeo (Jud. 9).
Pero Dios perdonó la impaciencia y la falta de confianza de Moisés, al igual
que perdona nuestros pecados y ofensas cuando nos arrepentimos y los
confesamos con sinceridad (1 Juan 1: 7, 9). No hay fuerzas malignas que
puedan detener a nuestro Dios. Cuando Dios está a favor nuestro, ¿quién
puede estar en contra? La resurrección de Moisés demuestra que los
pecadores pueden experimentar la resurrección cuando piden perdón y
renuevan su confianza en Dios.
La historia es sencilla, pero cambia el mundo. El propio Jesucristo resucitó
a Moisés de su lugar de descanso en el monte Nebo. El relato bíblico dice:
«Pero cuando el arcángel Miguel luchaba con el diablo disputándole el
cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino
que dijo: “El Señor te reprenda”» (Jud. 9). Históricamente, la resurrección de
Moisés fue la primera que Jesús realizó. Por eso no es de extrañar que
Satanás se escandalizara al darse cuenta de que su causa estaba
completamente perdida.
El Dios de Moisés es la fuente de la vida. Porque Dios está vivo, Moisés
pudo vivir. El Evangelio de Mateo atestigua que Moisés y Elías (que no
murió, ni siquiera probó la amargura de la muerte [2 Reyes 2]) estuvieron con
Jesús en el momento de su transfiguración, animándole en el camino hacia su
muerte (Mat. 17: 3, 4). Por eso, cuando hablamos de la muerte de Moisés,
debemos centrarnos en su legado y en la buena noticia de su resurrección.
Esto nos da esperanza al esperar el día de la resurrección en la segunda
venida de Cristo.
La esperanza de la resurrección en el Antiguo Testamento
Podemos encontrar la esperanza de la resurrección en el Antiguo
Testamento, empezando por Job y culminando con Daniel. En medio, varios
autores también dan testimonio de ella. Repasemos brevemente los
principales textos relacionados con la esperanza de la resurrección:
1. Job 19: 25-27. No conozco un texto más poderoso y extraordinario sobre
la certeza personal de la resurrección que el de Job 19: 25-27. Este
versículo es una confesión de fe impresionante, elocuentemente expresada.
Este pasaje contiene una de las descripciones más hermosas sobre la
esperanza en una resurrección corporal. Es una declaración que se puede
encontrar grabada en muchas tumbas cristianas. La poderosa declaración de
Job de que verá a Dios en su carne después de la muerte es la más antigua
de la Biblia, y sienta las pautas de nuestra maravillosa esperanza en lo que
Dios hará al final de la historia de la Tierra. Job afirma: «Yo sé que mi
Redentor vive». Conoce a su Dios y sabe que está vivo, y lo llama
«Redentor» (hebreo goel, que significa pariente-redentor, defensor,
vindicador, protector), como Booz lo fue para Rut (Rut 4: 14). Job continúa
con la seguridad de que su Redentor «al final se levantará sobre el polvo»
(Job 19: 25) para resucitarlo a una vida nueva. Lamentablemente, la gente
solo conoce y cita el versículo 25, pero lo que sigue es igualmente crucial:
«Y, cuando mi piel haya sido destruida,
todavía veré a Dios con mis propios ojos.
Yo mismo espero verlo;
Espero ser yo quien lo vea, y no otro.
¡Este anhelo me consume las entrañas!» (vers. 26, 27, NVI).
Notemos el tono personal de la solemne declaración de Job: yo, mis, yo
mismo, propio. Cree firmemente en su corazón que, en su carne, con sus
propios ojos, verá a Dios, aunque muera y su piel se destruya. Esta seguridad
personal de un día futuro de resurrección no puede expresarse de manera más
enfática.
2. Salmos 16: 9, 10. Estos versículos afirman lo siguiente:
«Por eso mi corazón se alegra,
y se regocijan mis entrañas;
todo mi ser se llena de confianza.
No dejarás que mi vida termine en el sepulcro [es decir, en la muerte];
no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel» (Sal. 16: 9, 10, NVI).
El término hebreo sheol debe traducirse aquí como «sepulcro», tal como se
hace en muchos otros pasajes. Este término se encuentra sesenta y seis veces
en la Biblia hebrea, y en la mayoría de los casos su significado es sinónimo
de sepulcro. Tanto los malvados como los justos descienden al sheol (Gén.
37: 35; 42: 38; 44: 29, 31; Núm. 16: 30, 33; 1 Rey. 2: 6, 9; Job 21: 13; Sal.
49: 15; 89: 48; Ecl. 9: 10; Isa. 14: 9, 11, 15; 38: 10; Eze. 31: 15-17). Además,
el Señor redime a los fieles del sheol (Ose. 13: 14), nadie puede esconderse
de Dios en el sheol (Sal. 139: 8; Amós 9: 2), y en el sheol no hay trabajo ni
otra actividad (Ecl. 9: 10). En ninguna parte de la Biblia se describe el sheol
como el inframundo sombrío donde viven los muertos o donde las almas o
espíritus humanos continúan su existencia. La palabra sheol es una
designación para la tumba, el lugar de los muertos (ver, por ejemplo, la
frecuencia de la traducción de esta palabra en la Nueva Versión Internacional
de 1984, donde sheol se traduce como «tumba» cincuenta y siete veces, como
«muerte» seis veces, «reino de los muertos» una vez, «lo más profundo» una
vez; y «profundidad» una vez). David se alegra de que descansará en paz
después de la muerte y no será olvidado por el Señor, sino que resucitará a
una vida nueva y no sufrirá corrupción duradera (hebreo shakhat, que
significa destrucción, corrupción, decadencia, fosa).
Este texto trasciende la experiencia de David y tiene un significado
mesiánico más profundo. El «fiel» (hebreo khasid, que significa devoto, fiel,
santo), es decir, el Mesías Jesucristo, no se pudrirá en su tumba, y su cuerpo
no se descompondrá porque resucitará después de descansar tres días
(siguiendo el cómputo inclusivo) en la tumba (sheol). El Nuevo Testamento
cita este texto como un anuncio profético de la resurrección de Cristo (Hech.
2: 25-28; 13: 35).
3. Salmos 49: 9-15. El salmista presenta un contraste entre el destino
general de los que mueren y la recompensa de los justos. Por un lado, las
personas morirán e irán a sus tumbas (sheol) porque «nadie vive para siempre
sin llegar a ver la fosa» [shakhat] (Sal. 49: 9, NVI; comparar con Sal. 16: 10;
17: 15). En cambio, los que aman y obedecen al Señor tendrán un destino
diferente. El salmista declara: «Dios redimirá [hebreo padah, que significa
rescatar] mi vida del poder del seol [sheol, tumba], porque él me tomará
consigo [hebreo laqakh, que significa recibir, tomar]» (Sal. 49: 15). Los
traductores de la Nueva Traducción Viviente interpretan el texto hebreo de
forma contundente: «[Dios] me arrebatará del poder de la tumba».
4. Salmos 71: 20. Este versículo afirma lo siguiente:
«Me has hecho pasar por muchos infortunios,
pero volverás a darme vida;
de las profundidades de la tierra
volverás a levantarme» (Sal. 71: 20, NVI).
Este salmo es una oración para pedir la ayuda de Dios en la vejez. El Señor
ha estado con él desde su nacimiento y ha hecho grandes cosas por él, por lo
que pide la protección de Dios contra sus enemigos. Dios no solo le devuelve
la fuerza física y la salud, sino que tiene el poder de resucitar. El salmista
cree y espera que Dios lo hará subir (en hebreo alah, que significa subir,
ascender) de «las profundidades [en hebreo tehom, que significa literalmente
abismo, profundo] de la tierra», lo que puede ser una descripción figurada de
la tumba. Por lo tanto, esta imagen poética sugiere una resurrección física.
Los traductores de la Nueva Traducción Viviente convierten esta frase en la
siguiente esperanza: «Volverás a darme vida y me levantarás de las
profundidades de la tierra».
5. Salmos 73: 23-24. Este salmo describe la búsqueda existencial de Asaf
por comprender los enigmas de la vida, el cual se pregunta por qué sufren los
justos y prosperan los malvados. No obstante, al llegar a este pasaje, el
salmista concluye que es Dios quien lo sostiene y lo guía. Dios asegura su
futuro y lo resucitará para vida eterna: «Me tomaste de la mano derecha. Me
has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria» (Sal. 73: 23,
24). Dios da sentido a esta vida; además, asegura nuestro futuro incluso
después de la muerte. El verbo para «recibir» es laqakh, y este verbo se
utiliza en la historia de Enoc cuando Dios se lo llevó (Gén. 5: 24), así como
en la narración de Elías, que también fue llevado al cielo (2 Rey. 2: 3, 9; en 2
Rey. 2: 1, 11 también se utiliza otro verbo: alah, subir).
6. Isaías 26: 19. En su pequeño apocalipsis, el profeta Isaías presenta la
esperanza de la resurrección, proclamando con entusiasmo:
«Tus muertos vivirán;
sus cadáveres resucitarán.
¡Despertad y cantad,
moradores del polvo!
porque tu rocío es cual rocío de hortalizas,
y la tierra entregará sus muertos» (Isa. 26: 19)
Hay una esperanza gloriosa y un futuro brillante para los que son fieles al
Señor. Este es un pasaje muy explícito sobre una resurrección corporal. Años
más tarde, Daniel basa su declaración sobre la resurrección en la
proclamación de Isaías.
7. Daniel 12: 2, 13. El profeta Daniel señala un día de resurrección:
«Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos
para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua» (Dan. 12: 2). La
revelación de Dios en el Antiguo Testamento culmina con esta declaración.
La muerte se compara con un sueño, y los muertos resucitarán: los que
sirvieron al Señor recibirán la vida eterna, pero los impíos serán condenados
a la muerte eterna.
Dios también le asegura a Daniel que será resucitado al final de los
tiempos: «En cuanto a ti, tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para
recibir tu heredad al fin de los días» (vers. 13). La muerte es como un
descanso del trabajo fiel. Pero luego vendrá la dulce herencia: la vida eterna
con el Señor.
8. Jonás 2: 2. La estancia de Jonás durante tres días en el vientre de un gran
pez es una alusión a la resurrección. Jonás define esta experiencia como estar
en el seol, es decir, en el sepulcro (Jon. 2: 2). Después de tres días y tres
noches, fue devuelto a la vida cuando fue vomitado de este seol. En una
oración, afirma:
«Descendí a los cimientos de los montes.
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
mas tú sacaste mi vida de la sepultura,
Jehová, Dios mío» (vers. 6).
Jesús comparó su estancia en la tumba y su resurrección con la experiencia
de Jonás (Mat. 12: 40).
9. Oseas 6: 2. El profeta Oseas habla del reavivamiento espiritual de Israel
y de su retorno al Señor en términos de resucitar al pueblo de la muerte a la
vida. La imagen de la resurrección se utiliza para explicar esta nueva vida
para el pueblo de Dios.
La esperanza de la resurrección en el Nuevo Testamento
Muchos autores del Nuevo Testamento afirman su creencia en la
resurrección con convicción. Debido a la falta de espacio, solo señalaré los
principales pasajes que sustentan esta doctrina: Mat. 22: 32, 33; Juan 5: 25-
29; 11: 25; 1 Cor. 15: 12-20, 51-57; 1 Tes. 4: 13-17; Apoc. 20: 4-6, 11-15.
Concluyo nuestra reflexión sobre la resurrección con la poderosa
declaración de Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11: 25). Juan añade las siguientes palabras
del Maestro: «No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno
saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección
de condenación» (Juan 5: 28, 29). En la presencia del Príncipe de la vida, no
hay lugar para la muerte (Juan 3:16; Apoc. 21: 4).
__________
1. Para aprender más al respecto, ver Elena G. White, Patriarcas y profetas (Doral, FL: IADPA,
2008), pp. 447-456, capítulo 43: «La muerte de Moisés».
2. Ver Arno C. Gaebelein, en su introducción al libro de Deuteronomio en Arno Gaebelein’s
Annotated Bible, consultado el 21 de febrero de 2021,
https://www.studylight.org/commentaries/eng/gab/deuteronomy.html.
3. Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 392.
4. Ibid., p. 391.
5. Ibid., p. 454.
Apéndice
La estructura literaria
de Deuteronomio