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Similitudes y diferencias entre los procesos de descentralización en Europa y

América Latina.

La Descentralización es un fenómeno global, que tiene como uno de sus objetivos


centrales, la reforma estructural del Estado, mediante la transferencia de
responsabilidades a los gobiernos subnacionales para mejorar la calidad y la eficiencia
de la prestación de servicios.

Este proceso de descentralización se da inicio en Europa, luego de la segunda guerra


mundial, bajo la influencia de los Estados Unidos, que contaba con un modelo de
Estado Federal altamente descentralizado.

En tal sentido, diversos gobiernos europeos iniciaron el proceso de reforma del


Estado, caracterizado por ser altamente centralista y burocratizada, transfiriendo
responsabilidades, recursos y autoridad a niveles inferiores de gobierno.

Cada país siguió su propia trayectoria, dependiendo de sus legados históricos,


características geográficas, factores políticos, condiciones socioeconómicas y la
cultura imperante. La descentralización se ha producido en sistemas unitarios, así
como en sistemas federales o cuasi federales.

Definitivamente, la descentralización iniciada en Europa respecto al proceso en


América Latina tiene marcadas diferencias en varios aspectos.

En principio, Europa empieza antes que América Latina en la década de los 40,
después de la segunda guerra mundial; en tanto, en América Latina el proceso de
descentralización se da inicio a fines de la década del setenta y principios del ochenta.

Asimismo, los factores que impulsaron las reformas de descentralización varían en


cada ámbito geográfico. En Europa oriental y la antigua Unión Soviética, la
descentralización ha sido parte del proceso de transformación política y económica de
un sistema socialista a una economía de mercado. En cambio, en América Latina la
tendencia hacia la descentralización se originó de la necesidad de transformar el
sistema político durante la transición de las dictaduras militares a la democracia,
debido a la ausencia del Estado en las zonas más alejadas, lo que ha generado la
exigencia de las élites económicas locales para una mayor apertura al mercado y la
reducción del poder estatal central.

Del mismo modo, la conformación de los niveles de gobierno para la transferencia de


competencias y funciones ha sido muy diversa en Europa, como en el caso de Rusia
se conformó las regiones en base a su identidad étnica; en España y Bélgica, se basó
en la identidad histórica, cultural y lingüística; en Italia se conformó en base a los
procesos sociales; y en Alemania se tomó en cuenta la división histórica. Mientras en
América Latina se basó en las divisiones territoriales administrativas existentes, como
en el caso peruano, se basó en la circunscripción municipal para el caso de los
gobiernos locales, y en base a los departamentos, para el caso de las actuales
regiones.

Otra diferencia identificada es que, en Europa desde la década del noventa se


promovió la conformación de la Unión Europea, una forma de integración de Estados
soberanos con objetivos comunes, siendo una forma de descentralización
supranacional, siendo el rol del Estado nacional en una doble dimensión, como poder
local y como nivel intermedio, redefiniendo así las relaciones entre lo local - nacional,
nacional - global. En cambio, en América Laina han fallado los intentos de constituir un
ente supranacional, como la UNASUR, y más al contrario en muchos países se ha
detenido el proceso de descentralización, como en el caso de Venezuela, Colombia,
Ecuador y Bolivia, fortaleciéndose más el centralismo del poder estatal.

Finalmente, otra diferencia más resaltante es que en Europa se ha promovido un


proceso de reducción del número de municipios, como en el caso de Inglaterra, de
2,000 a 500; en Francia se promovió la mancomunidad de sus 38,000 municipios. Lo
que sucede al contrario en América Latina, donde se fortalece más la fragmentación
municipal y provincial, como en el caso peruano que, desde el 2015 al 2021 el
Congreso de la República emitió leyes que declaran de necesidad pública la creación
de 35 nuevos distritos, a pesar que no cumplían con los requisitos mínimos que
justifiquen la necesidad de crear una nueva estructura de gobierno; y de la misma
forma, hasta marzo de 2022 el Congreso emitió leyes declarativas para crear 23
nuevos distritos.

Por otro lado, también se ha identificado similitudes respecto al proceso de


descentralización tanto en Europa como en América Latina.

La primera semejanza se refiere al objetivo principal del proceso de descentralización,


que consiste en transferir competencias y funciones a niveles de gobiernos, con el fin
de acercar la prestación de servicios a la ciudadanía.

Asimismo, tanto en el proceso de descentralización europeo y en América Latina se


han asignado mayor peso al nivel intermedio de gobierno, teniendo en cuenta las
particularidades en cada país, como la provincia, el departamento, el condado, o
regiones; esto con el fin de mejorar la articulación entre los niveles de gobierno y
fortalecer un modelo de estado y potenciar la unidad del Estado nacional.

Del mismo modo, la forma de organización estatal, ya sea unitaria o federal, es uno de
los mecanismos de descentralización que han adoptado tanto en Europa como en
América Latina.

En conclusión, podemos señalar que no existe un modelo homogéneo que sirva de


guía para el proceso de descentralización; por lo que, cada Estado ha seguido su
propio proceso en base a sus particularidades propias.

Asimismo, la descentralización es un proceso que aún no ha concluido, por lo que, aún


no se puede evaluar su real impacto.

Por último, señalamos que la fragmentación administrativa, es decir, la creación de


más municipios no implica necesariamente un mayor fortalecimiento de la democracia
territorial, puesto que en nuestro país existen municipios creados que no tienen
capacidad presupuestal y administrativa para prestar servicios, lo cual es
contraproducente para el proceso de descentralización.

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