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Analisis de Petrarca
Analisis de Petrarca
CANTO XX
En el canto XX tenemos un soneto compuesta por 14 versos de arte
mayor, endecasílabos en su forma clásica. Los versos se organizan en
cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos.
Puede decirse que el primer cuarteto presenta el tema del soneto,
así, Petrarca comienza este soneto poniendo en vista la vergüenza del
amor humano que siente por Laura, y contando que desde que la vio a
ella no pudo amar a nadie más. Como sabemos la mirada de Laura es uno
de los elementos con el que Petrarca construye su mundo simbólico. La
mirada crea el mundo, lo ilumina y lo hace latente. El amante permanece
en la encrucijada de la huida y el encuentro, sabiendo que a fin de
cuantas está perdido, pues no se puede vivir ni con la mirada ni sin ella.
Sintiendo muchas veces la vergüenza
de silenciar vuestra belleza en rima,
recurro a cundo os vi por vez primera,
que logró que no amara más a otra.
CANTO XXV
El canto XXV se caracteriza por ser un soneto.
Gracias a un fortuito pie de página, sabemos que el soneto XXV y
XXVI están dirigidos a un amigo de Petrarca que, tras un largo abandono
volvió a la vida amorosa.
En este soneto podemos ver que aparece “Amor” personificado y
que por “efectos rigurosos” el alma del amigo del Poeta “de sus nudos
esta desatada”.
En el segundo cuarteto aparece “Dios”, un Dios cristiano, que vive
en el cielo y además guía las almas hacia el bien, esto se puede ver en el
primer verso, donde el Poeta dice: “al buen camino Dios la (al alma) ha
vuelto”. Ha vuelto esa alma el Amor verdadero, ha vuelto a atar los nudos
de la relación Alma-Amor.
En los dos tercetos aparece la imagen de “Homo Viator”, ya que se
describe un duro camino, con fosos y lomas, espinoso, áspero y de dura
subida que el hombre debe recorrer para llegar al “Bien verdadero”, al
verdadero “Amor”. También aparece en el último terceto la idea de
ascenso para llegar al “bien”.
Como características propias del humanismo en este soneto
podemos destacar:
- Amor, personificado.
- Dios, benigno y celestial.
- Homo viator, el hombre peregrino, que recorre un camino duro
para llegar al bien.
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CANTO XXVI
En el canto XXVI, volvemos a encontrar otro soneto.
Como dijimos anteriormente este soneto junto con el XXV, fueron
dedicados por el Poeta a un amigo que volvió al amor.
En los dos primeros cuartetos, a través de metáforas el Poeta nos
demuestra el optimismo y la alegría que siente aquel quien en amores
perdido estuvo y con Amor se vuelve a encontrar.
En el primer terceto el Poeta nos dice que a quienes alaban a
“Amor”, tejedor de dichos amorosos, hay que honrarlos, ya que sin estos
se está perdido.
Como características propias del humanismo en este soneto
podemos destacar:
- El optimismo del hombre frente a la vida.
- Amor personificado.
- Relación del hombre con Amor.
CANTO XXX
En el canto XXX podemos identificar una sextina integrada por 39
versos de arte mayor, endecasílabos, estructurados en seis estrofas de
seis versos y una contera final, de tres versos.
En el mismo, en su comienzo encontramos a Petrarca hablando de
Laura donde la compara con la nieve, por ser muy blanca, indiferente y
fría con él. Tiene una apariencia lozana, le gusta su aspecto y su voz y la
lleva siempre en la mente, a cualquier lugar que valla.
A la sombra yo vi de un laurel verde
a una joven más blanca que la nieve
por el sol no manchada en muchos años;
y su hablar, y su rostro, y sus cabellos
de modo se grabaron en mis ojos
que presentes los tengo en llano o cumbre.
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y quieto el corazón, secos los ojos,
helarse vean el fuego, arder la nieve:
el número es menor de mis cabellos
que cuantos aguardara el día años.
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la ha convertido en un ídolo, por lo tanto ha pecado, pues se ha olvidado
de Dios.
fuego por dentro, y por fuera nieve,
solo con mi pensar, y otros cabellos,
siempre llorando iré por toda cumbre,
para ver si piedad llevo a los ojos
de quien ha de nacer de aquí a mil años,
si tanto vivir puede el laurel verde.
CANTO XXXII
Nuevamente identificamos un soneto.
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Aquí, notamos que hay personificación del amor, por ende al hablar
del amor utiliza otros términos. Sentimientos, actitudes humanas,
resistencia moral.
CANTO XXXIII
Aquí, en el soneto XXXIII, en la primer estrofa, vemos que
nuevamente está presente el tema del amor, un amor personificado,
cuando dice “bella y luminosa” hace referencia a la mujer y a la belleza.
También la razón, el sentimiento, el amor perfecto después de la muerte,
tristeza, soledad. Habla también de Juno, Septentrión, que son
conocimientos de astrología, que era una característica de los hombres del
humanismo.
CANTO XXIV
En este soneto el Poeta utiliza el Mito de Dafne y Apolo, para hacer
referencia al “amor eterno”. Además resalta la virtud de la “Esperanza”
para salir de momentos difíciles y hace una invitación a despejar las
brumas, todo aquello que no nos permite ver el verdadero Amor.
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Después lo invita a defender la “sagrada fronda” donde Apolo y él
fueron cogidos (se identifica con Apolo)
Por último el Poeta le pide a Apolo que despeje de las brumas ese
aire, que quite lo que no permite la transparencia, para que así vean (el
Poeta y Apolo) a su dama sobre la hierba hacerse sombra con sus propios
brazos.
CANTO XXXV
En dicho soneto en la primer estrofa, rige el tema del movimiento
hacia adelante en el viaje de la vida, menciona la naturaleza cuando dice
“los campos más desiertos”.
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no hallo en que amor no sea mi acompañante:
yo con él razonando, y él conmigo”
CANTO XXXVI
En el canto XXXVI, encontramos nuevamente un soneto.
En el primer cuarteto el poeta presenta el tema del soneto diciendo
que si él supiera que sin vida se va a librar de ese pensamiento amoroso
que lo aterra, ya hubiera acabado con ella con sus propias manos, pero en
el fondo él sabe que ese amor lo seguirá incluso más allá de la muerte.
Si me creyera por la muerte libre
del pensar amoroso que me aterra,
con mis manos ya hubiera sepultado
estos miembros odiosos y esa carga;
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ANEXO
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CANTO XX
Sintiendo muchas veces la vergüenza
de silenciar vuestra belleza en rima,
recurro a cundo os vi por vez primera,
que logró que no amara más a otra.
CANTO XXV
Amor lloraba, y yo con él a veces,
del cual mis pasos nunca se alejaron,
viendo por los efectos rigurosos
vuestra alma de sus nudos desatada.
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CANTO XXVI
Más alegre que yo no llegaba a tierra
una nave vencida por las olas,
cuando la gente que piedad suscita
en la orilla se postra agradecida;
CANTO XXX
A la sombra yo vi de un laurel verde
a una joven más blanca que la nieve
por el sol no manchada en muchos años;
y su hablar, y su rostro, y sus cabellos
de modo se grabaron en mis ojos
que presentes los tengo en llano o cumbre.
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ni en nuestra edad ni en los primeros años,
que me derritan como el sol la nieve;
naciendo un rio de llanto de esa cumbre
que amor conduce al pie de un laurel verde:
cristal sus ramas, y oro los cabellos.
CANTO XXXII
Cuanto más me avecino al postrer día,
que a la humana miseria hace más breve,
más veo al tiempo andar veloz y leve,
y a mi esperanza en él falsa y vacía.
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y que, a menudo, en vano se suspira.
CANTO XXXIII
Ya la amorosa estrella llameaba
por Oriente, y la otra, que celosa
a Juno pone, bella y luminosa,
por Septentrión sus rayos carreteaba;
CANTO XXXIV
Apolo, si aún vive aquel deseo
que te inflamo en las hondas de Tesalia,
y si a la amada y rubia cabellera
no has puesto con los años en olvido;
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CANTO XXXV
Voy midiendo -abstraído, el paso tardo-,
los campos más desiertos, lentamente;
por si he de huir, mi vista es diligente:
que ante una huella humana me acobardo.
CANTO XXXVI
Si me creyera por la muerte libre
del pensar amoroso que me aterra,
con mis manos ya hubiera sepultado
estos miembros odiosos y esa carga;
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