Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Analisis Divina Comedia Canto III
Analisis Divina Comedia Canto III
Este canto se abre con la inscripción de la puerta del Infierno. Con ella nos
introduce el autor en el ambiente de la desesperación y de dolor que caracteriza el
mundo de los condenados. Luego se describe el tormento de los indiferentes y por
último el pasaje por el río Aqueronte.
La atmósfera de este canto estará determinada por las sensaciones psicológicas del
personaje. Dirá Mornigliano: “…la del tercer canto está dada por el primer contacto
con la eterna oscuridad del infierno y la desolación que ésta produce en el alma”.
Dante no sabrá dónde está, Virgilio debe explicarle, y el lector, al igual que el
personaje parece asombrarse, estremecerse con tales palabras que no tienen
ninguna explicación hasta que Virgilio la dé. Es la búsqueda del impacto. La
inscripción golpea al lector y al personaje a la vez, porque son palabras duras e
implacables, por su sobriedad y solemnidad sobrecogedora. Ese Dios amoroso,
también es justo y quien llega allí lo ha hecho por los actos de su vida y su falta de
arrepentimiento.
La puerta es el único acceso al mundo signado por el dolor eterno, es la ciudad del
dolor, es donde habita la raza perdida, es la decir la “desgraciada”, la que ha
quedado fuera de la gracia de Dios, pero no porque Dios lo haya querido así, sino
por sus obras y por su falta de fe. Los perdidos son aquellos que han elegido darle la
espalda a Dios. En estos tres versos se muestra implícitamente la metáfora bíblica
de la vida del justo como el camino recto y la del pecador cuyo camino se pierde.
En Mateo 7:13 , Jesús dice: “Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la
puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran
por ella.” Esta es la referencia que inspira a la visión de esta puerta. Es ancha,
grande porque muchos entran por ella, porque es mucho más fácil perderse que
salvarse, pero además, a través de esa inscripción la puerta parece hablar, por lo
tanto se transforma en una inmensa boca que traga “víctimas”.
Primero “la ciudad doliente”, el lugar en el que habitan sólo es esperable el dolor.
Esto recuerda aquellos castillos amurallados de la Edad Media, en que sólo cabía el
dolor y la desesperación de la amenaza de una invasión bárbara. Esta característica
del dolor se repetirá en los otros dos versos, de una u otra forma. Una vez que el
alma llega al infierno pierde toda su libertad, sólo le resta obedecer y sufrir. El dolor
y el odio son los únicos sentimientos posibles en este mundo. El primero es porque
el pecado cometido trae como consecuencia el castigo eterno. Ellos saben que están
allí por justicia divina. El odio es hacia Dios, tal como lo tuvieron en vida al
despreciar su palabra.
La segunda característica es el “eterno dolor”. Aquí hay una nueva idea: la
eternidad de ese dolor. No existe el principio ni el fin de ese dolor. Es constante,
permanente y eterno. No se detendrá jamás, sólo habrá una excepción, cuando
Dante quiera conversar con algún alma para enterarse de la historia del personaje
que entrevistará. Ese es el único momento de descanso de estas almas y son un
instante ante la eternidad. Este momento que detiene a la eternidad por un instante
es un acto amoroso de Dios, porque le permite algo que ellos no merecen, en
primera instancia, y en segunda instancia porque le da a Dante la oportunidad de
escribir lo que ve para aleccionar a la humanidad del peligro que corre si no se
arrepiente. Dante es un privilegiado, un elegido para esta actividad, por la sola
gracia de Dios y la insistencia de Beatriz que fue quien pidió a la Virgen para que
intercediera por Dante y le diera esta oportunidad. Dante coloca a Beatriz en el
lugar más alto, en el paraíso, al lado de la Virgen, lo que nos recuerda a la “donna
angellicata” tan mentada en el Dolce Stil Novo.
“El autor juzga con severidad y condena fácilmente al hacer concordar siempre la
voluntad con la justicia divina de la que actúa como portavoz. El personaje en
cambio sufre y se rebela, compadece, llora, no comprende. A medida que vaya
recorriendo el mundo infernal, su espíritu irá acompasándose a la voluntad divina,
a medida que se va desarrollando en él la catarsis. Toda La Divina Comedia es el
proceso de purificación de las pasiones vivido por Dante.” Dirá Carriquiry.
El Infierno es obra del amor, porque Dios le dio al hombre la posibilidad de elegir a
través del libre albedrío. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene, al
igual que Él, la posibilidad de elegir. Pero esa elección también tiene sus
consecuencias. Es precisamente el libre albedrío (la opción de elegir entre nuestra
propia voluntad o la voluntad de Dios) la ley que rige el universo. Quien pervierte
esa ley queda esclavo del mismo vicio, tanto en la vida como después de muerta. La
ley es eterna, y quien ingresa en el mundo del mal o del vicio debe perder toda
esperanza, a no ser que haga un verdadero arrepentimiento, única posibilidad de
salvación. Esta es la razón por la que se escribe este texto, para que la humanidad se
arrepienta. Quien no lo haga pasará a ser parte de “la perdida gente”, cada acto del
hombre tendrá sus consecuencias, si sigue su propia voluntad, asumirá solo esas
consecuencias, sino quien responderá será el mismo Dios. Estos son los principios
de amor del mundo cristiano.
.Este mundo ha sido creado antes del hombre para castigar a los ángeles rebeldes, y
no tendrá fin. La dureza del verso resume el sentimiento que domina a todos los
condenados, la desesperación de saberse culpables, sin poder arrepentirse, y tal vez,
sin querer hacerlo aún sufriendo los castigos, y por supuesto, sin aspirar al perdón.
La atmósfera asfixiante proviene de la continua rebeldía, de la permanencia del
odio y la blasfemia contra Dios. En varios pasajes bíblicos se define a este lugar
como aquel en que se escucha el crujir de dientes, lo que puede llevarnos a pensar
en esa falta de arrepentimiento, en esa blasfemia constante, en esa elección que en
vida hicieron de darle la espalda al amor de Dios.
Dante muestra el temor por estas palabras “oscuras”, por su sentido tan severo e
implacable, que parece contradecirse con el amor de Dios. Es Virgilio quien asume
la actitud paternal de dureza y calidez a la vez. Le dice que debe perder el miedo, y
abandone su rebeldía, confiando plenamente en él. Esto va acompañado de un
gesto: toma su mano, como forma de consuelo.
Estas almas que verán no son dignas de compasión, son aquellas que han perdido el
bien del intelecto, máxima aspiración renacentista (recordemos que el
Renacimiento es un período que valora la razón y el equilibrio). La máxima
aspiración de la inteligencia humana es la visión de Dios, y estas almas han perdido
esa oportunidad, estarán condenadas a la oscuridad absoluta, al dolor, y la
condenación. La oscuridad, obviamente es símbolo de la falta de Dios.
Una vez consolado Dante personaje, el Dante narrador afirma que Virgilio lo
introdujo en “las secretas cosas”. La voluntad de Dios es inescrutable, escuchamos
decir muchas veces. Incluso en la Biblia, en el Deuteronomio 29:29 leemos: “Las
cosas secretas pertenecen á Jehová nuestro Dios: mas las reveladas son para
nosotros y para nuestros hijos por siempre, para que cumplamos todas las palabras
de esta ley”. La Divina Comedia es una revelación paulatina de las secretas cosas,
sin embargo hay aspectos de ésta que quedarán en la oscuridad. ¿Por qué un
pagano de la dimensión moral de Virgilio permanece en el Infierno, mientras un
pagano como Rifeo está en el Paraíso? Dante autor, quien determinó ese juicio,
parece jugar a Dios manteniendo en secreto tales decisiones.
Al entrar al vestíbulo, lo primero que Dante reconoce es que éste es un “cielo sin
estrellas”. Esta expresión es simbólica en toda la obra. La luz de las estrellas
representan la presencia de Dios. El paraíso será la luz de las almas formando una
rosa mística cuyo centro es Dios mismo. Las almas en el paraíso son luz, y es lo que
vemos desde la tierra. Las estrellas son esas almas. Por lo tanto decir que el cielo no
tiene estrellas es decir que allí no llega la bondad de Dios. Estas almas no pueden
verlo, ni siquiera nombrarlo. La oscuridad absoluta es característica del infierno.
Vale decir que cada vez que Dante sale de un reino, hay una referencia a las
estrellas, porque ellas son el propósito de la obra: la redención de la humanidad a
través del arrepentimiento. Es entonces necesario recordar la presencia divina en
todo.
Una vez constatada que el sentido de la vista está disminuido en este reino a falta de
luz, es el sentido auditivo el que adquiere mayor preponderancia. El oído crea en el
hombre, cuando este es caótico y apabullante, una sensación de impotencia y
fragilidad. La indefensión es lo que asalta a Dante quien escucha los ruidos que
provienen de todas partes y que no puede identificar, por lo tanto lo atraviesan, y lo
confunden. La vista tranquiliza, por más difícil que sea lo que veamos, el ruido
desespera, no por casualidad Dante autor utiliza el sonido para mostrar el clima del
Infierno (“resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos”). Esto confusión se
manifiesta con el llanto del personaje. Dante irá evolucionando como personaje a
medida que recorra los reinos. En este canto llora, se desmaya. En el segundo
círculo, también se desmayará, pero ya en el noveno círculo su discurso será más
duro y despreciativo hacia los condenados. A medida que vaya acercándose a la
posibilidad de redención su alma va expiando sus culpas.
“Diverse lingue, orribili favelle,
Parole di dolore, accenti d’ira” (v.22-23)
Estas almas producían “un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio
eternalmente oscuro, como la arena impelida por un torbellino”. Las almas del
infierno no tienen cuerpo, pero el recuerdo del dolor existe, así como el recuerdo
permanente de su pecado cuando estaban vivos. No existe el arrepentimiento, sino
más bien la blasfemia permanente a Dios, tal como la Biblia lo afirma “el llorar y el
crujir de dientes”. Estas almas sienten dolor, incluso son despedazadas, como pasa
con el tercer círculo, el de la gula, por Cerbero. Pero el mayor castigo no es el dolor
físico, sino el recuerdo de lo perdido, como sucede con Paolo y Francesca (Canto V)
cuando ambos amantes, tienen “un cuerpo” que fue tomado por el amor en vida, y
que hoy están condenados a no poder tocarse jamás, aunque permanecen juntos,
como parte del castigo.
Hay una comparación que apela tanto a lo auditivo, lo táctil y lo visual cuando se
habla del tumulto de las almas como “la arena impelida por un torbellino”. Estas
almas son muchas, tantas que asombran a Dante que no puede creer que el Infierno
sobrecoja a tantos. Por eso se las asocia a un tumulto. No están organizadas, son
muchas y no se reconocen individualmente. Esta es la primera visión que Dante
tiene al entrar al reino. Y la mantendrá en toda la obra. Cada vez que llegue a un
lugar, verá una especie de tumulto castigo, y luego se concentrará en una historia
que inmortalizará con su relato. Las palabras “eterno” y “oscuro” definen su
condición infernal, como hemos explicado anteriormente. Tanta es la cantidad de
estas almas que se las compara con la arena, algo que resulta incontable y no
identificable en su individualidad. Estas almas, de forma desordenadas están en un
constante movimiento inexplicable. El vestíbulo es un lugar de pasaje. Por allí
entran las almas que van a ser transportadas a los círculos del infierno, por eso la
visión que Dante tiene del vestíbulo es, de alguna forma, la visión de la cantidad de
almas que pueden pasar por el Infierno en un momento dado. Lo que hace que la
visión sea más terrible por su inmediatez. Si en un solo momento están esa cantidad
de almas: ¿Cuántas habrán pasado ya y cuántas pasarán aún?
Frecuentemente los cantos del Infierno tienen una estructura similar: primero se
describe el paisaje, luego el castigo, y por último algún condenado llama la atención
del protagonista que antes de dialogar con él, recurrirá a Virgilio para que le
explique quiénes son los que allí penan y cuál es su pecado. Una vez que obtiene la
respuesta, Dante mantendrá una conversación que le permitirá conocer la historia
personal del alma condenada. Esto inmortalizará al alma, ya que su historia
quedará grabada en la obra. Esto es una forma de continuar viviendo en la tierra,
una forma de no morir realmente. La fama mundana es la tercera forma de vida
según la concepción medieval, ya que la primera es la terrenal, y la segunda la del
alma. Incluso dentro de la concepción antigua, ser tema para el canto, es una forma
de trascender al tiempo. Así mismo lo dice Helena en el Canto VI de La Ilíada que
sus desgracias sólo tienen el fin de la inmortalidad a través del canto: “a quienes
Zeus nos dio mala suerte a fin de que a los venideros les sirvamos de asunto para
sus cantos.”
Además del silencio, estas almas están condenadas a ser odiosas tanto para el Cielo
como para el Infierno, por eso quedan en el vestíbulo. No merecen mezclarse con
las almas buenas: “el Cielo los lanzó de su seno por no ser menos hermoso; pero el
profundo Infierno no quiere recibirlos por la gloria que podrían reportar los demás
culpable”. Esto que en apariencia parece ser que el Infierno no los quiere para que
no le den gloria a las otras almas, es en realidad un nuevo desprecio. Pero esto
también es parte del castigo.
¿Por qué tanto? ¿Qué significa en realidad ser indiferente? En el italiano, la palabra
que se usa es “cobarde”, lo que explica todo una visión y un comportamiento con
respecto a la vida misma. Son almas insignificantes moralmente porque “vieron sin
infamia y sin gloria” (v.36). No fueron “ni rebeldes ni fieles a Dios”(v.39).
“Expúlsalos el cielo y tampoco lo profundo del infierno los recibe” (v.41).
“Misericordia y justicia los desdeña” (v.50). “Desagradables a Dios y a sus
enemigos” (v.63). Esta insistencia se debe a que el autor, que tiene un carácter
apasionado, que supo de las amarguras y los peligros de una vida políticamente
comprometida, considera uno de los mayores pecados la Indiferencia y la Cobardía.
Dante los castiga duramente, pero los ubica en el vestíbulo como demostrando que
existe un criterio de justicia superior a él, no afectado por su subjetividad. Estas
almas no se comprometieron, no tomaron partido, vivieron para sí misma, para su
comodidad. No tuvieron la valentía de hacer el mal, ni tampoco el bien, por eso no
existen ni para Dios ni para el Diablo, ni tampoco para el mundo. Son almas que no
supieron jugarse por nada, más que por ellos mismos. Toda la humanidad actual
podría encontrarse en este vestíbulo, dado que la Indiferencia y el egoísmo es parte
de nuestra época de manera alarmante.
La indiferencia con que Dante y Virgilio los mira es un castigo tan desesperante
para los condenados que prefieren el castigo del infierno mismo a esta vida en la
que permanecerán anónimos (“ciegos”). (“Estos no esperan morir; y su ceguera es
tanta, que se muestran envidiosos de cualquier suerte. El mundo no conserva
ningún recuerdo suyo”).
El castigo físico de estas almas consiste, en primer lugar, en correr tras una bandera
sin insignia, sin poder detenerse jamás, y sin poder alcanzarla nunca. Las banderas,
que normalmente representan un ideal, acá no representa nada, y esto es lo que
importa del castigo. En su vida no fueron capaces de perseguir ningún ideal, como
castigo ahora deberán seguir algo que no simboliza ningún ideal, lo que hace que su
carrera eterna sea inútil. Vivir es tomar partido. Estas almas vivieron físicamente,
pero nada más.
La tercera parte del castigo son los tábanos y las avispas que los persiguen
picándolos. Esto podría verse como símbolo de aquellos incentivos que se
presentaron en la vida y que ellos prefirieron ignorar.
La última parte del castigo tiene que ver con sus lágrimas y la sangre que se
desprende de sus heridas. Las dos se mezclan y parecen caer al suelo, pero ni
siquiera son merecedoras de regar la tierra. Las lágrimas y la sangre – símbolos del
dolor- forman parte del castigo que Dios le dio al hombre a la salida del Edén. El
hombre peca, y Dios condena “maldita será la tierra por amor de ti; con dolor
comerás de ella todos los días de tu vida; Espinos y cardos te producirá, y comerás
hierba del campo; En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la
tierra; (Génesis, 3:17-19). De la tierra recibirá el fruto con dolor y trabajo. En este
caso, su sangre y sus lágrimas no reciben nada de la tierra, y ni siquiera volverán a
la tierra, porque han sido indiferentes a todo, han desperdiciado la vida que Dios les
ha ofrecido, y por lo tanto, a Dios mismo. Recordemos que entre estas almas
cobardes también están aquellos ángeles que cuando se produjo la rebelión contra
Dios no tomaron partido, ni por él ni por el diablo.
“Las correspondencias simétricas no son más que un reflejo del hábito contraído en
el estudio de la ecolástica. El contrapasso es uno de los motivos por los cuales La
Divina Comedia se destaca entre todas las visiones medievales, uno de los temas de
más rica poesía de todo el poema. Uno de los motivos religiosos más constantes,
vinculados a esta simetría, es que en el cuerpo del pecador se lee como en un libro
abierto su pecado y la sabiduría de la justicia divina” (Momigliano Ob. Cit. Pag 24).
Bibliografía:
- Biblia. Revisión Reina Valera. 1909
- Carriquiry, Margarita; Torres, Alicia: “Dante”. Editorial Técnica.
- Dante, Alighieri: Commedia. (Edición comentada). Ed. Biblioteca universal
Rizzoli.
- Dante, Alighieri: Divina Comedia. Edición y notas de Ángel Crespo.
- Momigliano, Atilio: “La divina comedia Comentata da A. Momigliano”. Firenze,
C.Sansoni.
- http://servisur.com/cultural/dante/comediainf/notdci0304.htm
- http://enciclopedia.us.es/index.php/La_Divina_Comedia