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Profesora María José Cardozo.

5to Bachillerato. Turno Nocturno. Liceo 1 José Enrique Rodó. Montevideo.

“Los fantasmas de Francesca y de Paolo aparecen ante Dante y Virgilio”,


Autor: Ary Scheffer (1795-1858) pintor francés.

INFERNO, V, 129

Dejan caer el libro, porque ya saben


que son las personas del libro.
(Lo serán de otro, el máximo,
pero eso qué puede importarles.)
Ahora son Paolo y Francesca,
no dos amigos que comparten
el sabor de una fábula.
Se miran con incrédula maravilla.
Las manos no se tocan.
Han descubierto el único tesoro;
han encontrado al otro.
No traicionan a Malatesta,
porque la traición requiere un tercero
y sólo existen ellos dos en el mundo.
Son Paolo y Francesca
y también la reina y su amante
y todos los amantes que han sido
desde aquel Adán y su Eva
en el pasto del Paraíso.
Un libro, un sueño les revela
que son formas de un sueño que fue soñado
en tierras de Bretaña.
Otro libro hará que los hombres,
sueños también, los sueñen.
Jorge Luis Borges. 1981. Libro “La Cifra”, Obra Poética.
Análisis del Canto V del Infierno, Divina Comedia, Dante.

El Canto V del Infierno pertenece a la obra “Divina Comedia” de Dante Alighieri. Esta obra se escribió durante
quince años y casi toda en su destierro, a fines de la Edad Media, donde en la religión influía mucho el
cristianismo, había una concepción teocéntrica del mundo, es decir, se centraba en Dios.

“Así bajé del círculo primero


al segundo que menos lugar ciñe,
y tanto más dolor, que al llanto mueve.”

El canto V se caracteriza por el predominio de lo auditivo sobre lo visual.

El primer verso de este canto enlaza con el anterior, nos describe al personaje de un círculo a otro, en
descenso. Este nos indica el movimiento del viajero, también sugiere el descenso moral. Cuanto más se baja
en los círculos del infierno, se es más pecador y mayor el castigo. A la vez se establece, una relación de
oposición, a mayor dolor, menor espacio.

La recreación que encontramos es la palabra “dolor”, porque es el mundo del sufrimiento. Recordemos las
palabras de Virgilio en el Canto I, el infierno es el lugar “de las desesperadas lamentaciones” y la inscripción
de la puerta del Infierno “por mí se entra a la ciudad del llanto/ por mí se entra al eterno dolor”.

Estructuralmente este canto podría dividirse en tres partes:

1. Ubicación de Dante dentro del Infierno. Presentación de la figura de Minos y las almas que se
presentan a su juicio.

2. La descripción del círculo. Enumeración generalizada, visión general de los pecadores y su


castigo. La visualización de las almas que juntas vuelan.

3. La historia de amor de Paolo y Francesca. Diálogo con Dante.

La primera visión es la de Minos y lo define como “horrible”, le produce horror el ver al hombre con cola,
porque es la representación del pecado. Este personaje está presentado más por el sonido que emite que
por sus formas, el gruñir, y el rechinar de sus dientes muestra la bestialidad.

Minos forma parte de este reino infernal, define y condena a las almas, por los movimientos de su cola
alrededor de su cuerpo. Cuantas veces enrolle su cola, será el círculo al que será trasladado. Esta rapidez en
juicio no da lugar a réplicas, no permite la apelación, porque no se equivoca. Su actitud es de ira permanente
y contenida. Actúa de forma automática, sin voluntad propia. La furia de Minos con Dante es motivada por el
hecho de que su presencia supone una interrupción a su eterna tarea, pero al mismo tiempo sus palabras
representan un episodio bíblico (En este terceto se hace referencia al pasaje de Mateo, cap.7:13: “Entrad por
la puerta estrecha: porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son
los que entran por ella”). Minos ignora que para Dante el paso por el Infierno es parte de su camino hacia la
salvación. La idea del viaje, el camino de la vida, es un tema religioso, ideas predominantes del medioevo. La
presencia de personajes mitológicos, con los religiosos, son elementos renacentistas.

Minos es un rey mitológico de Creta, hijo de Europa, princesa fenicia que fue raptada por Zeus, convertido en
toro blanco, logra llevársela a Creta. La imagen del toro no sólo viene de su madre, sino de su propia historia,
ya que a causa de una ofrenda no cumplida para el dios Poseidón, éste hace que se mujer Pasifae se
enamore de su mejor toro, de esta unión surgirá el Minotauro. Encuentra a Minos en el segundo círculo
porque está condenado como lujurioso por haber mantenido con vida al Minotauro, fruto de los amores ilícitos
de su mujer Pasifae con el toro. Dante lo elige como juez infernal porque en la mitología griega era el juez del
Hades. Es un condenado más con la función de examinar las culpas ajenas y juzgar. Este rey en la
Antigüedad fue famoso por su sabiduría y por su recta administración de justicia, en “La Eneida” creada por
Virgilio, aparece juzgando rectamente a las almas.

Cuando ve a Dante, Minos reacciona violentamente, primero le grita, luego le advierte que la puerta del mal
es ancha y espaciosa para entrar, pero muy angosta para salir.

Virgilio, símbolo de la razón y guía sereno, le responde con sinceridad y seguridad advirtiéndole que se
encuentran ahí porque el destino “así se quiso allí donde se puede lo que se quiere” y que resume el
sentido más profundo de la omnipotencia divina: querer y poder son la misma cosa. Una fuerza superior a
ellos que ha permitido que Dante realice este viaje, y ninguno de ellos puede impedirlo. Es la única respuesta
que le dará al demonio. El diálogo termina de forma terminante, porque nada más se puede decir en este
reino del mundo celestial al que son ajenos: “no preguntes más”. Entonces, sólo resta, acatar.

El segundo momento está determinado por la estructura del segundo círculo, destacando las presencias
sonoras de los condenados. Este es un reino sin luz, donde la vista no juega un papel tan importante como el
sonido. La vista da tranquilidad porque una vez que vemos, clasificamos dentro de lo conocido. Pero el oído
trasmite inseguridad, incertidumbre y sensación de peligro. Dante expresa “allí donde un gran llanto me
golpea”, nadie puede ser indiferente ante el caos del ruido. Antes de poder determinar qué ve Dante,
escucha los ruidos de dolor, de llanto. Se produce una gradación descendiente de lo auditivo porque el
torbellino que los arrastra va dando lugar paulatinamente al silencio que el poeta quiere lograr cuando al final
dialogue con Paolo y Francesca, que es el tema central del canto.

Las almas de este círculo son los lujuriosos. La lujuria es uno de los siete pecados capitales señalados por la
Iglesia Católica. Se les llama capitales, porque dan lugar a otra innumerable cantidad de pecados. La
definición de lujuria “es el apetito desordenado e ilimitado de los placeres carnales”, no sólo en los hechos
sino también en el pensamiento. Estamos hablando de la pasión y el placer irrefrenable, del deseo
incontrolable, que podría incluso escaparse de la órbita de lo puramente sexual. Constituye un pecado
porque dentro del cristianismo, la fuente de amor es Dios, y al amar a Dios, se ama a todos los seres
humanos. El amor cortés, tema de este canto, no es un amor dentro de órbita divina, sino un amor humano,
erótico, carnal y por lo tanto un amor fuera de Dios. El amor es la razón de la salvación pero en este caso lo
será de la perdición por haberse apartado de Dios.

La relación con la culpa y castigo (“el contrapasso”) es evidente: estos pecadores que en vida sometieron la
razón a la pasión, sin pensar en las consecuencias de sus actos, ahora son condenados por la eternidad a
ser arrastrados por un viento permanente que no pueden impedir. El amor es la semilla de toda virtud, pero
también puede ser el camino a la perdición, y es el hombre que con el uso de su libre capacidad para elegir
decidirá que el amor no es lo que lleva al castigo, sino el hecho de haberse dejado seducir por la pantera. La
violencia de la tempestad serena para permitir la individualización de algunas almas extraídas de la historia,
de la mitología y de la Literatura.

Tres comparaciones utilizará el poeta para identificarlas, están ordenadas de forma decreciente: 1) con los
estorninos, por su pequeñez, tamaño que impediría toda posible resistencia del castigo, estos vuelan de
forma caótica. 2) con las grullas, elegidas por su debilidad para que tampoco sean ellas las que ofrezcan
resistencia aunque la diferencia está en que aquellas vuelan grandes bandadas compactas y las grullas
vuelan en largas filas logrando ampliar la imagen del horizonte. Viven en bandadas pero forman pareja para
toda la vida. Se caracterizan por su danza nupcial y por su canto potente se escucha a kilómetros de
distancia.

Mientras los estorninos iban de forma desordenada, las grullas lo hacen en largas hileras. El caos se ordena,
y los lamentos se dulcifican. Sin embargo, Dante no deja de llamarlas “sombras”. Estas almas no dejan de
ser pecadoras, por eso son “sombras”. El poeta del Dolce Stil, no puede presentarlas con un aspecto
despreciable, siente piedad por ellas, son pecadoras por amor, y por eso elige aves como las grullas,
caracterizadas por su belleza, haciendo que el lector también sienta piedad por ellas.

Estas dos comparaciones y el progresivo silencio que se logra a través de ellos es lo que permite la
posibilidad de la comparación con las palomas. Se pasa de lo general a lo particular, pero también Dante
logra de una lista de amores lujuriosos citados por individualidades pasar al ejemplo dual. La comparación
con las palomas surge una vez que Virgilio le indique de qué forma deberá llamarla y es allí que surge algo
fundamental dentro de lo infernal. Aparece la belleza de lo infernal. La paloma es un ave que se caracteriza
por su sensualidad, en la mitología romana es el ave de Venus, la diosa del amor, y en las representaciones
cristianas es el Espíritu Santo, el amor divino. En Dante lo que los anima es el movimiento por el deseo que
llevan, se dan en ellas el castigo y el consuelo al mismo tiempo. Paolo y Francesca van juntos, pero esa
unidad no impide el castigo, en realidad nunca llegan a su nido.

¿Quiénes han sido juzgados por Dante como lujuriosos? En esta individualización de las sombras, Dante
podrá descubrir en este círculo numerosas figuras famosas de la literatura y la historia, algunas reales, otras
ficticias, todas condenadas por su conducta amorosa.
Semiramis, reina de Babilonia (personaje bíblico), famosa por su vida libertina y violenta, encarna la lujuria.
Doblegó las leyes para hacer legal sus desviaciones sexuales. Representa el amor vicioso. Dido, reina de
Cartago. Presentada en la Eneida como una mujer que, por amor a Eneas, rompe el voto de fidelidad que
había hecho sobre la tumba de antiguo marido Siqueo. Se suicida una vez que Eneas la abandona. A pesar
que debería estar en un círculo más profundo por haberse quitado la vida, Dante autor, parece tener piedad
con ella al ponerla en el segundo círculo y no en el séptimo. Representa el amor apasionado. Cleopatra,
reina de Egipto, representaría el amor interesado, dadas sus relaciones con César y Marco Antonio. La
siguiente imagen es la de Helena, hija de Júpiter y Leda, causante de la guerra de Troya, representaría el
amor ambicioso, ella abandona a su marido para unirse a Paris que también se encuentra en este círculo.
Los últimos tres personajes son: Aquiles, Paris y Tristán. El primero es el conocido héroe de la guerra de
Troya. La razón estar ubicado en este círculo se debe a su muerte por Polixena, que aparece en los mitos
posteriores a Homero, o por sus amores con Patroclo. El segundo es Paris, príncipe troyano, hijo de Príamo,
“raptor” de Helena, causante junto con ella de la guerra de Troya. Se dejó llevar por la pasión de una mujer. Y
por último, se menciona a Tristán, sobrino del rey Marcos de Cornualles, y amante de Iseo, la esposa. Su
historia, famosa en la Edad Media, fue emblemática del amor cortés.

Dante no se detiene a hablar con ellos porque son personajes de los que ya se ha escrito, y él como creador
buscó su propio mito. Pasa del terror a la piedad, identificándose con el dolor que sienten los lujuriosos.

“Después de que oí a mi maestro nombrar a las mujeres antiguas y a sus caballeros, casi desfallecí
de compasión”. Estas palabras pronunciadas por el personaje, cierran el segundo momento.

Episodio de Paolo y Francesca

Aconsejado por Virgilio llama a las almas, para dialogar con ellos, pero no en nombre del amor sino en
nombre del dolor que los une.

Francesca es la que toma la palabra y la forma de su saludo deja entrever dos constantes: la dulzura y la
gentileza. Ella estaría dispuesta a orar por el bienestar de Dante, nadie imaginaría que el dolor aún permite
tal posibilidad, su generosidad no tiene límites. Probablemente, la piedad de Dante, despertó su piedad.
Francesa es consciente que este momento de tranquilidad se lo debe al visitante y por su presencia quiere
devolverle, gentileza con gentileza. En su discurso lo más importante para ella, no son ellos, sino quien se
acercó. Sus emociones se detienen en lo que la naturaleza le dio y le brindó. Empieza su identificación
ubicando en su biografía su geografía “Ravena”, es opuesta a la presentación que hizo Virgilio, porque sus
intereses son diferentes. Está tan agradecida, que agradecería al “Rey del Mundo” si en el infierno se pudiera
rezar por alguien. También está agradecida porque mientras hablan el castigo se ha detenido.

Las palabras de Francesca no declaran detalles de cómo fue su historia, sino que dejan en evidencia sus
sentimientos, el motivo esencial de su existencia es el AMOR. El tiempo que emplea en hablar lo utiliza para
explicar de una forma breve el hecho de que ambos estén allí. Esta forma breve de explicar reivindica la
literatura de Dante del Dolce Stil Nuovo (filosofía del amor, filosofía de la vida). El sentimiento no está
considerado como una forma de entender la vida a través del amor, esto es explicado por Francesca.

Cada terceto comienza con la palabra “AMOR” estableciendo una anáfora que identifica el contenido y
destaca la pasión del personaje. En el primer terceto inserta las dos formas de amor, delimita a quien llega el
amor, con misterio y subjetividad. El sentimiento mismo espiritual y físico.

En el segundo terceto plantea el tema de la reciprocidad, ama porque la aman, y la aman porque ella ama.
Ella está segura que es imposible no amarlo y la consecuencia es la entrega del amor pasional. El amor es el
placer que la embriagó y arrastró lejos del corazón. La que habla es ella, habla por ambos, su experiencia se
ve identificada con la de él, no necesita independizarse, es por eso que habla en plural. Desafía al Infierno y
a toda la eternidad con un grito de posesión del amor, porque para ella el amor es Paolo. Aquí es aplicable lo
que dice Tristán “aceptaría las penas del infierno por mi amor”.

Al terceto del amor viene el terceto del odio, “Amor nos condujo a la misma muerte”, podemos deducir
que murieron juntos, su amor los condujo a ese trágico desenlace, a ese doloroso final, su destino absurdo,
agrega “y a aquel que nos mató, Caína espera”, demuestra la furia que siente Francesca y que fue un
familiar. A los traidores a su propia sangre, Dante los condena a Caína, Canto XXXII del Infierno.

Cuando Francesca relata la historia aclara que su emoción está latente y no la puede evitar, por eso mientras
cuenta, llora, ya que no hay mayor dolor que recordar: “Ningún dolor más grande que acordarse del
tiempo dichoso en la desgracia”. Lo que sigue es su relato con detalles, con precisión en sus recuerdos,
plantea las características y aclara que la literatura decidió su destino. “Leíamos un día por deleite, las
aventuras de Lanzarote”. Así Paolo la besó como Lancelot a Ginebra. Se presenta un paralelismo entre su
situación y la de la historia del libro, en ambas estaban separados por compromisos matrimoniales. Una vez
que él la besa, la ficción pasa a ser realidad. En sus palabras surge la misma emoción que sintió cuando la
besó esa primera vez, el instante quedó eternizado.

Dante realiza una intertextualidad (referencia a otro texto literario) para adentrarnos en la historia. La
Literatura dentro de la Literatura, la obra dentro de la obra, y la historia elegida, la de Lancelot es
emblemática del amor cortés. Lancelot, caballero del Rey Arturo, quien le da un lugar privilegiado entre sus
caballeros y lo trata como un hijo, se enamora sin poder evitarlo de su esposa, la reina de Ginebra, quien
también se siente en deuda con el buen Arturo; pero como el Amor toma el corazón y el cuerpo de los
amantes y los obliga a amarse, sin poder evitarlo, Lancelot y la reina tampoco pueden hacerlo. Una de las
excusas que se utilizaba para explicar esta conducta irracional de la pasión amorosa era la idea del “filtro de
amor”, que en el caso de Tristán e Isolda, por ejemplo, era un vino con una poción mágica. En el caso de
Paolo y Francesca este filtro de amor es la Literatura, capaz de despertar por identificación sentimientos
irrefrenables e irracionales. El clima es perfecto. Paolo y Francesca “beben” de los amores de Lancelot y se
ven obligados a reproducirlos. Los personajes están solos, leyendo, y aunque ya dentro de ellos hay una
complicidad, no parecerían saberlo, es la historia de Lancelot quien saca a la luz lo que hay en ellos. Es un
juego de espejos donde la ficción ingresa en la ficción para duplicar el efecto.

La lectura se suspende hasta que el paralelismo entre la “ficción” de la historia parece ser absoluto con la
“realidad” de los personajes dantescos, y el beso de Lancelot y la reina provoca el estallido de lo que estos
están sintiendo.

Termina el episodio con otro verso reticente “aquel día ya no leímos más”. Puede sugerir que se
entregaron al amor que le dio sentido a sus vidas, o que fueron descubiertos y asesinados en ese momento.
Dante transforma esta trágica historia de amor, en un episodio cargado de poesía y los inmortalizó. Llega un
punto en el que Dante no puede distinguir entre qué alma habla y cuál llora. El autor los castiga en el infierno,
porque desde su concepción católica el amor debía reprimirse y lo más importante era la fidelidad de la
pareja, aunque no lo amara, de modo que Francesca es castigada porque su vivencia del amor no estaba en
los planes de Dios. Francesca habla de forma personal del amor que gozó, sensual y apasionado manifiesta
por el cuerpo que ya no tiene. Su mayor tormento es haber perdido el goce amoroso.

El canto termina con el desmayo de Dante emocionado por la triste historia Francesca y por el llanto varonil
Paolo, mucho más conmovedor si tenemos en cuenta, debido a que transgrede las barreras de una
educación que enseñaba a los hombres a no llorar. Las palabras de Francesca provocan la reflexión de
Dante, pero el llanto de Paolo lo llevan a la extrema piedad, haciéndole imposible el acto de juzgar. El final es
trunco y continuará en el canto siguiente.

Bibliografía de consulta:
“La alegoría del amor” de Lewis.
“El canon occidental”, Harol Bloom.
“Dante”, Carriquiry, Margarita; Torres, Alicia
“Dante”, Hyamar Blixen.
“El canon Occidental”, Harold Bloom.
- Dante – “La divina Comedia”. Comentada por Ángel Crespo.
Blog de Literatura de Paola di Nigris.

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