Está en la página 1de 2

Novena a Santo Domingo de Guzmán

Alabar, bendecir y predicar

Día 4: Inspiradores de la caridad


Señal de la Cruz

Oración inicial: Santo Domingo, fiel y valiente hermano, abnegado y


ferviente predicador, que a luz de Cristo supiste hacer del don de la predicación, que por gracia se
te fue dado, una verdadera entrega y poderoso testimonio de liberación, recordándonos que en
Cristo somos sanos, salvos y libres, queremos encomendarte la intercesión de esta novena para que
una vez más podamos decir como María, a la cual tanto amaste: "¡El todopoderoso ha hecho en mí
grandes cosas!"

Conociendo a Santo Domingo: A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en
cuya casa trabajaba y estudiaba. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los
pobres.
En el tiempo de gran hambruna, Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el
mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo
que más amaba y apreciaba, sus libros y con eso ayudó a los necesitados. A quienes lo criticaban
por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres,
mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos".
Cuando estuvo por Francia observó que los misioneros, con su actuar, no iban de acuerdo con lo
que predicaban. Ya que llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se
hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y
así de esa manera las conversiones que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo
de misionar totalmente diferente.
A las personas le llegaba cuando veían que el misionero fuera pobre como el pueblo. Sus armas
para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a
todos para que no ignoren las enseñanzas de la iglesia y las pusieran en práctica.

Evangelio: 1° de San Juan 3, 16


“En esto hemos conocido el amor: en qué él entregó su vida por nosotros. Por eso, también
nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos”

Reflexión:
¿Venderías tu computadora con todos tus trabajos de años, si eso sirviera para que otros pudieran comer?
Ayer te compartimos sobre la decisión de Santo Domingo de vender todos sus libros con notas de su puño,
para ayudar a apalear la plaga del hambre que desolaba a España. También sus vestidos y muebles.
Qué importante poderle dar el verdadero valor a las cosas. ¿Cuáles son nuestras verdaderas riquezas? La
compasión, ese don inmenso que desbordaba Santo Domingo, perfume de santidad emanado del gozo de
encontrarse con Jesús en el hermano; eso si es una verdadera riqueza. Su ejemplo Inspiró a que maestros y
alumnos de la Universidad quisieran dar de lo suyo para ayudar también. En otra oportunidad Domingo
viendo que una mujer, cuyo hijo estaba cautivo entre los moros, lloraba amargamente por no poder pagar
su rescate, ofreció venderse él mismo para poder restituirle su hijo. Ya no eran sus libros, su silla, su mesa,
su ropa …era el mismo que se ofrecía como esclavo.
Éste era su modo radical de vivir la caridad, al modo de Jesucristo, bebiendo de la Palabra encarnada en
sus acciones. El Santo Padre Pío nos deja esta reflexión …el hilo que ata todas las demás virtudes es la
caridad, sin ellas las demás quedan vacías. Qué enorme enseñanza nos deja entonces Santo Domingo hoy
con su testimonio de vida.

Propósito del día: Hoy quiero entregarte Señor, el desprenderme de algo valioso para mí, que
pueda ser de ayuda para otro hermano. No necesariamente tiene que ser algo material. Puede ser
ir a visitar a alguien y alegrarlo con mí compañía dejando mis tareas de lado.

La Virgen María, en persona, le enseñó a Santo Domingo a rezar el rosario, pidiéndole que
propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe. El
Santo dedicó su vida a hacer popular la devoción del rosario. Por está razón, nos pareció propicio
terminar cada día la novena rezándolo. Podés empezar con una decena, pero recordá la
importancia de meditar ese misterio y de guardarlo en tu corazón.
Misterios de dolor <dolorosos>

Primer misterio
La oración en Getsemaní: “Jesús se apartó de los discípulos como un tiro de piedra, y, puesto de
rodillas, oraba diciendo Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino
la tuya. En medio de su angustia oraba con mayor insistencia” (Lc 22, 39-42).
Reflexión: La escena de Getsemaní nos conforta y anima a realizar un esfuerzo voluntario de
aceptación.
2 La aceptación incondicional en obediencia a la voluntad de Dios.
“No se haga mi voluntad, sino la tuya”, dice el Señor. La voluntad de Dios es buena, perfecta y
agradable ... si aceptamos su voluntad, grande será la recompensa.

Lee el misterio, reza un Padre Nuestro, 10 Ave Marías, un Gloria. Jaculatoria.


Jaculatoria:
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en
nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

(si necesitas ayuda consultá con los administradores del grupo)

Canción: https://youtu.be/bJGx0_UhdLE

También podría gustarte