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Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús
que estaba a la diestra de Dios, He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la
diestra de Dios.
Introducción: al venir en forma humana nuestro Señor Jesús, cumple una tarea muy importante,
ofrecerse como sacrificio por nuestros pecados. Gracias a eso, nuestros pecados son perdonados y
somos justificados. Hay una frase que pareciera señalar el fin de la obra redentora de Cristo
“Consumado es”. Entonces, ¿esto es indicación de que el Señor ya no hace nada y que ya lo hice
todo? No, el sigue con su plan, sigue cumpliendo su obra. Cumplió una tarea en forma humana,
ahora sigue cumpliendo una tarea en forma divina.
A cristo se lo conoce como profeta, sacerdote, y como rey. Porque cumple con estas tres tareas.
Esta vez solo nos concentraremos en la parte de Jesús como sacerdote. El sacerdote en el antiguo
testamento cumplía con ciertas funciones:
EL SACERDOTE EN EL A.T.
Primeramente:
- Satisfacer mediante los sacrificios la ira de Dios y la reconciliación del pueblo con Dios.
- Interceder por el pueblo, se ocupación era en beneficio de los hombres.
Estas funciones las cumple Cristo y es por eso que se lo conoce como el sumo sacerdote.
Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino
en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Hebreos 9.24
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros. Romanos 8.34.
Entonces, vemos que Jesús cumple con esta tarea de sacerdote, y solo nos
concentraremos en la segunda. Donde vivos que está sentado a la diestra del Padre, pero
no está descansando, no está ahí sin hacer nada. Sigue cumpliendo con su obra en
nosotros. Intercede por cada uno de nosotros.
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el
cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Hebreos 8.1
La tarea de que se ocupa como Sumo Sacerdotes es presentarse ante su Padre en nombre de sus
escogidos, intercediendo por ellos.
2. Intercede para que un día podamos estar con él. Intercede para que podamos ser salvos.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén
conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de
la fundación del mundo. Juan 17.24
Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos. Hebreos 7.25
¿Que nos está diciendo esto? Que si solo tomamos el sacrificio que hizo en la tierra, no
sería suficiente para nuestra salvación.
Era necesario también que por medio de su intercesión aplicara Jesucristo la salvación y
los hiciera de hecho partícipes de ella.
esto se ve en el Antiguo Testamento, es el Sumo Sacerdote, quien, habiendo terminado la
ofrenda de sacrificio, tenía que entrar en el Lugar Santísimo con sangre a fin de rociarla
sobre el propiciatorio y quemar incienso. En Hebreos 9.12, Jesús hace esto.
Si no hubiera sido sacerdote, no habría salvación para los escogidos, porque tienen que
venir a Dios y ser salvos por medio de un sacerdote. (Rom. 8:34).
Por lo tanto, aunque el sacrificio de Cristo es perfecto y que su expiación es eternamente
eficaz, tiene que ser aplicado por medio de una intercesión.
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios…
acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:14, 16)…
Por lo tanto el Señor Jesús tiene que continuar con su intercesión hasta que todos sus
escogidos sean reunidos en el cielo.
Conclusión
Como nuestro perfecto sumo sacerdote, nos lleva continuamente a la presencia de Dios de forma
que ya no tenemos necesidad de un templo como el de Jerusalén, ni de un sacerdocio especial que
esté entre Dios y nosotros.
Esto quiere decir que tenemos un privilegio mucho más grande que el que tuvieron los creyentes
que vivieron en los tiempos del templo del Antiguo Testamento. Ellos ni siquiera podían entrar al
primer cuarto en el templo, el lugar santo, porque solo los sacerdotes podían entrar allí.
Y solo el sumo sacerdote podía entrar al cuarto más interior del templo, es decir, al lugar
santísimo, y solo podía hacerlo una vez al año (He 9:1-7).
Cuando Jesús ofreció un sacrificio perfecto por los pecados, la cortina o velo del templo que
cerraba el lugar santísimo se rasgó de arriba abajo (Lc 23:45), Y el sol se oscureció, y el velo del
templo se rasgó por la mitad. indicando de esa forma simbólica en la tierra que el camino de
acceso a Dios en el cielo había quedado abierto mediante la muerte de Jesús el Cristo.