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MI FAMILIA

La desvaloración social del matrimonio.

Espero en nuestro Señor Jesucristo que el primer tema de esta serie de estudios haya sido de gran
bendición para sus vidas, que juntos hayamos podido recuperar algunas buenas costumbres y retomar
esos buenos hábitos que teníamos guardados con el paso de los años. Recordemos que la tarea
anterior no tiene vigencia y que debe de seguir cumpliéndose día a día.
Amado hermano de la fe, con la finalidad de seguir creciendo y fortalecer nuestro primer ministerio
(nuestro matrimonio) seguimos con este tema que es de suma importancia.
Iniciamos nuestro estudio con la siguiente narración de los hermanos Juan J. Valera y María del Mar
Molina, autores del libro Tu Matrimonio si Importa.
Como familia, en ocasiones nos gusta ver una película juntos y cenar pizza. A nuestro hijo Noel le
gusta acompañarla de un buen refresco. Recordamos un viernes cuando habíamos decidido tener una
sesión familiar de cine-pizza, pero nos faltaba el refresco para nuestro hijo, así que decidí bajar al bar
de la esquina y comprar un par de latas. Al entrar al establecimiento me dirigí a la maquina
expendedora de bebidas y retiré dos envases. Cuando llegué a casa, y nada mas entrar mi esposa
María me dice: “hueles a tabaco”, a lo que sorprendido respondí: “bueno, lo único que hice fue
entrar al bar, sacar las bebidas y salir” y desde luego era cierto, pero de lo que yo no era consiente
era de que, al entrar al bar, e independientemente de que estuviera o no de acuerdo con lo que ahí
había (viernes de noche, mucho alcohol, mucho humo . . .) yo no pude evitar el ser contaminado con
parte del ambiente que allí se respiraba.
Podemos imaginar y darnos cuenta de que en verdad no siempre es necesario participar de lo malo
que hay en el mundo para contaminarnos de ello, y que sin darnos cuenta de ello podemos traer a
nuestro hogar. Al salir de casa cada lunes y pasar en el mundo por mucho tiempo en él, es muy fácil
el contaminarnos de lo que ahí afuera encontramos y que sin querer nos contamina también sin darnos
cuenta y sin ser partícipes de ello, traemos a casa.
Veamos lo que se nos comparte en 2 de Corintios 10:3-6.
Vivimos en la época de la ultra modernidad que se caracteriza por la desaparición de todos los ideales
que mantuvieron en pie a la sociedad moderna hasta finales de este siglo XX. Muchos jóvenes que no
tienen claras sus reglas de vida, o no los han recibido de sus padres, creen en un contexto donde
aprenden a vivir bajo la ley del mínimo esfuerzo y a no respetar las reglas del juego, entre otras cosas
porque sencillamente hemos roto la regla de una ética normativa, y pocas cosas a nivel ético, tienen
carácter de ley en la que por todos sean aceptadas.
Es muy triste ver como principalmente la juventud dice hoy día “quién eres tú para imponer o
pretender estar en posesión de la verdad absoluta”
Los jóvenes no tienen lugar en sus corazones para lo que en la Biblia menciona para esta etapa de la
vida tan importante y bella como lo dice en Eclesiastés 11:9-10 y 12:1
Hasta hace unas décadas, el enfoque de la sociedad era familiar, pero desde que el concepto de
posmodernidad o ultra modernidad se adoptó, el enfoque social es laboral y de promoción personal.
Hombres y mujeres inmersos en la rueda de sus responsabilidades profesionales, que sacrifican el
90% de su tiempo y energía en el altar laboral, no quedándoles nada mas que las migajas para sus
otras y más básicas responsabilidades de esposos y padres.
Hombres y mujeres que cuando llegan a casa han consumido no solo la mayor parte de su tiempo,
sino que llegan cansados y estresados, siendo candidatos mas bien a cenar algo rápido y quedarse
dormidos en el sofá de puro agotamiento. . . ¿Dónde quedo el tiempo para las buenas
conversaciones, la cena juntos en pareja o en familia, el ocio compartido y el acercamiento
afectivo? Ante los cambios en las prioridades de la sociedad, no nos ha de extrañar el índice de
divorcios y la violencia familiar, pues como dice la palabra de Dios “Todo lo que el hombre sembrare,
eso también segara” Gálatas 6:7.

Ante esta situación de peligro eminente para nuestra familia. Debemos de redoblar esfuerzo para
fomentar en ellos el valor tan importante que tiene el matrimonio ante los ojos de Dios. Hebreos 13:4.
Por tal motivo agregado a la terea anterior que debemos seguir cumpliendo y mejorando. El trabajo
que tenemos a partir de esta semana y en lo sucesivo es la siguiente:
Todos tenemos difíciles tareas durante el día, esposo y esposa cumplen un papel muy
importante y difícil. pero no por ello debemos descuidar la convivencia familiar. Busquemos
juntos un tiempo para una linda conversación, de preferencia a nivel de pareja. ¿es posible
encontrar el momento indicado? ¿Tiene alguna otra idea para compartir un tiempo con su
esposo o esposa? Comparta su experiencia al retomar esta práctica.

Una vez definido o practicado la conversación con nuestro esposo y esposa, ahora dediquemos
un tiempo para nuestra familia, nuestros hijos también necesitan un tiempo, pero especialmente
para ellos. ¿Qué quiere decir? Que este tiempo sea en algo que ellos disfruten, tomemos en
cuenta que es importante ser participes de sus actividades y compartir sus gustos que claro
está, no siempre serán los mismos que los nuestros. Tomemos por lo menos un día a la semana
para juntos disfrutar en familia. (una película, juegos, anécdotas, una caminata, una visita al
parque, etc.) Podemos compartir y escuchar la opinión de nuestros hijos para saber su opinión
de lo realizado, ¿Creen que les gustaría repetir ese tiempo juntos la siguiente semana?
Comparte su experiencia:

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