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Santiago. Una característica de esta carta como las otras más que
conforman el NT es el hecho de que no van dirigidas a una congregación
como tal sino a individuos particularmente. A excepción de segunda y
tercera de Juan. En la iglesia de Siria no logró ser tomada en cuenta entre
los manuscritos sagrados, hasta el aparecimiento de la Peshita. En el
occidente no fue incluida en el Canon de Muratori y fue ignorada hasta que
Jerónimo y Agustín le dieron su apoyo.
Las Cartas Juaninas. Siendo estas tres y ambas clasificadas como epístolas
e incluidas entre las universales o generales aún a sabiendas que las cartas
no son escritas para una iglesia en particular. Es Clemente de Alejandría
quien cita “la gran epístola de Juan” varias veces el Strogmateis y en el Quis
Dives Salvetur.
R. Bultmann dice que esta carta es gnóstica y que carece de unidad mientras
que Piper no encuentra ninguna dificultad respecto a su unidad literaria.
Los Padres de la iglesia se refieren menos a 2 y 3 Juan en comparación de
1 Juan, lo que es natural si se tiene en cuenta su brevedad, su carácter
personal y que casi tiene ausencia de énfasis doctrinal.
Justino, es uno de los que habla claramente sobre este libro mencionando
que: “Cierto hombre de entre nosotros, cuyo nombre era Juan, uno de los
apóstoles de Cristo, profetizó en una revelación que le fue hecha, que
aquellos que creyeran en nuestro Cristo pasarían mil años en Jerusalén”. Si
se tiene en cuenta que Justino enseñó en Éfeso poco después de su
conversión, allá por el año 130, este testimonio gana en importancia.
Comentario: La lectura para este día nos da a conocer que aunque muchas personas se quieran
oponer a la inspiración, datación, paternidad literaria de cada uno de los libros detallados en este
informe, se verán confrontados tarde o temprano por las evidencias circunstanciales que existen y
que muy acertadamente el autor de este libro de texto argumenta en base científica que los mismos
han vencido toda clase de oposición a ellos. Y como dice Isaías 40:8 Sécase la hiera, marchitase
la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. La Palabra del Señor siempre
cumplirá su propósito.