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Giannini Humberto Metafísica Del Lenguaje
Giannini Humberto Metafísica Del Lenguaje
Metafísica
del
Lenguaje
U NIVE RSIDADARCIS
Libros de La Invención y la Herencia
Universidad ARCIS /LO M Ediciones
Dirección Editorial
Federico Galende
Paulo Slachevsky
Dirige la Colección
Willy Thayer
Coordinador
Iván Trujillo
Comité Editorial
Mauricio Ahumada
Francisco Brugnoli
Nicolás Casullo
Humberto Giannini
Horacio González
Pablo Oyarzún
3 "...las partes de la oración son formas de los vocablos, pero al mismo tiempo
destinación ontológica. Así, la palabra designa tanto por su contenido como
por su forma. Otro tanto sucede con la proposición" (p. 43/46).
desde el comienzo, me atrevería a decir, pero de manera
expresa mucho más tarde- una cierta insuficiencia en la
aproximación a la verdad «desde las palabras». Para mues
tra, cito dos momentos en que Giannini esboza con rápi
dos trazos su biografía intelectual; el primero refiere la con
fianza que lo venía alentando desde los tiempos de la tesis:
6 C f.p. 30 s . / 19-22
Giannini protesta contra la voluntad de superación del
lenguaje natural que anima a una tradición dominante de
la filosofía, valiéndose de la idea estratégica —así al me
nos me parece— de que hay una especie de pervivencia
del mito en nuestro comportamiento, en la estructura mis
ma de nuestro ser: ese resabio que somos es el sentido co
mún. Por lo pronto, se explica a éste como «sentidos que
la experiencia humana va depositando en el lenguaje» (p.
30/20). Tales sentidos forman una trama compleja, que
es, en último término, esquiva a toda fijación, tal como no
podemos fijar el ámbito en que nos desplazamos, porque
cada nuevo movimiento (como, por ejemplo, el que ten
dríamos que ejecutar para llevar a cabo su definición exac
ta) altera los parámetros, los hitos, los posibles puntos de
referencia, sin que podamos decir que el movimiento ha
perdido, del todo, la orientación. Sobre esa trama se dice:
«Las palabras poseen un determinado núcleo semántico;
además, una capacidad indeterminada de conquista o
pérdida. Igualmente es lícito hablar del «núcleo semánti
co» que poseen las «puras formas» de la proposición. Este
ámbito comunitario de inteligibilidad es el sentido común»
(p. 47/57). La inteligibilidad es, pues, la atmósfera natural
de la existencia. «La existencia no puede ser extraña a sí
misma y todo cuanto da lo da por una especie de emana
ción existencial. —Que el lenguaje viva, en el trato habi
tual con las cosas del mundo, en un estado de transparen
cia no significa que sea instrumento o nexo históricamen
te accidental entre las almas. El alma misma es lenguaje,
«cuerpo y alma» (p. 42/46).
10 Cf. p. 52/67.
Cierto: poder dar crédito a esta pregunta aguda —poder
pensar que este darse la palabra su ley a sí misma es, no sólo
un ansia inverosímil, sino promesa que ya se enciende en las
crepitaciones más invisibles del mero estar y no estar allí—
traería consigo otra historia. Tal vez dependería ese poder
—que tendría que ser suavísimo— de prestar oídos a lo que
me gustaría llamar el poema de la conversación cotidiana, me-
siánico poema quizás. Esa, desde luego, es una difícil audi
ción, porque ese poema también se dice, y sobre todo, sin
palabras. Enmudece —pero éste es todavía un modo de
anunciarse— en eso que denominamos las «cosas», las me
ras cosas. ¿Me equivocaré mucho si conjeturo que esta in
quietud ha sido vivida en el itinerario de Giannini, y que
ella explica el cambio que apunté al comienzo?
23 de mayo de 1996.
Metafísica
del Lenguaje*
«Temo que no nos libraremos jamás de Dios, puesto que creemos todavía en la
gramática» (Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, pág. 17).
Como bien dice U. Marshall (Lenguaje y Realidad, pág. 159), toda teoría que
afirme la inadecuación del lenguaje a la realidad supone un conocimiento de
la realidad con prescindencia del lenguaje (por contacto).
de un feliz empleo de «metáforas»17. Las palabras, en el
uso y por el uso, se vuelven meras referencias, medios
transparentes; las palabras son, si no lo único, lo princi
pal al menos, lo tenido a la vista cuando nos volvemos en
actitud introspectiva sobre nuestros pensamientos; cuan
do, en cambio, disparamos con ellas sobre el mundo, ya
no se exhiben, nos transportan sin trámites al vértice mis
mo de sus referencias. Hay que tener esto presente cuan
do se quiere establecer una diferenciación entre signo y
metáfora, entre vocación (vocablo) y evocación. He aquí
la eterna actualidad de Platón: las cosas son, en cierta
medida, sombras; en cierta medida, símbolos (el hombre
es símbolo del hombre).
Por eso una Teoría del Conocimiento que pase por alto
el tema del lenguaje cae fuera del fenómeno. El encuentro,
el puro contacto no es todavía posesión; lo será si «cabe»
en el lenguaje, si este es capaz de configurarse para el ser
aprehendido. Y aquí entran nuevas intuiciones de adecua
ción, de fuerza, de «peso expresivo» que no significan otra
cosa que no sea nuevas y nuevas modalidades de aprehen
sión. No es lícito, pues, destacar en el hecho concreto de
una determinada conquista de saber, el puro momento de
la intuición, el contacto, porque justamente ese momento
es negativo y, fenomenológicamente, inconstante. El espí
ritu, imantizado, saliendo fuera de sí no puede reestructu
rarse, por decirlo así, en su mismidad, si no lo hace con el
rescate de la palabra. El puro contacto significaría el «que-
déme y olvidéme» de San Juan de la Cruz. El pensamiento
es una actividad que va precipitando sus noemas en pala
bras; la «idea» misma se individualiza, deviene acto, senti
do concreto en el concreto discurso por el que se le arranca
de su puro ser potencial. Pero el acto por el que surge la
individualización trae consigo diferenciaciones, escorzo e
intensidades veritativas diversas.
METAFÍSICA Y REDENCIÓN 5
Pablo Oyarzun R.
METAFÍSICA
DEL LENGUAJE 17
I 23
APUNTES HISTÓRICOS 28
EL NOMINALISMO 30
LA VÍA DIRECTA 38
EL RACIONALISMO 43
II 47
SENTIDO Y SIN SENTIDO 50
III 59
LENGUAJE Y VERDAD 60
■ K /\ I i A J A 1N E N ■. O IV I
Editorial Silvia Aguilera, Juan Aguilera, Mauricio Ahuma
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