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Iglesia Bautista Ciudad de Dios

28 de noviembre del 2021

MENSAJE

I N T R O D U C C I Ó N

La semana pasada, para comenzar el servició, leímos el texto de Ap. 7:9.12, y en el

versículo 12, leímos: “La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder

y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”.

Y en este texto vemos como van unidas la acción de gracias y la adoración; de hecho, en

el libro de los salmos vemos como en muchos casos van unidas también la acción de gracias y la

adoración. Y eso me llevó a meditar en si el pastor Félix había predicado la semana pasada de la

“Acción de gracias”, sería bueno hacerlo hoy de la “Adoración”, dos acciones que deben estar

unidas en nuestra relación con Dios.

Por ese motivo, vamos a estar meditando hoy en…

TEXTO: Isaías 6:1-8


TÍTULO: “UNA ADORACIÓN DIGNA”
Así que como dije hace un momento, en este día quiero compartir con la Iglesia acerca

de la adoración, y mi propósito es que podamos definir lo que es una adoración digna, y que es

lo que dicha adoración produce en los hijos de Dios.

¿Por qué adoración digna? Bueno, porque creo que en ocasiones nuestra adoración

puede ser indigna. De hecho, en el mismo libro del profeta Isaías podemos ver lo que es una
adoración indigna: “Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con sus

palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón, y su veneración hacia mí es

solo una tradición aprendida de memoria” (Isaías 29:13).

Y la verdad es que no es fácil dar una definición de lo que es una adoración bíblica. De

hecho, abarca muchos elementos, ya que se aplica en todo nivel humano que reconoce el valor

absoluto de Dios.

El verdadero adorador o adoradora afirma por medio de hechos y palabras que el Señor

es soberano en la vida. A continuación, quisiera compartir algunas definiciones de adoración

que he leído o escuchado:

. “La adoración es responder a la revelación divina, es la reverencia elevada a su nivel

más alto, y es servicio”.

. “la adoración es un encuentro dinámico con el Dios viviente, que produce gozo, paz y

dirección para la vida”.

. “La adoración es en espíritu y en verdad” (Juan 4:23).

. “Es dar gracias al Señor Omnipotente a solas o en comunidad con otros”.

. “Es aceptar Su autoridad suprema y obedecerle reverentemente”.

. “La adoración del hombre es una vida recta de comunión y se expresa también al

reunirse en la presencia de Dios, con una comunidad de fe (en este caso la Iglesia Bautista

Ciudad de Dios).
A profeta Isaías le debemos muchas cosas, y una de ellas es este relato en el que nos

instruye en cuanto a los elementos que debe tener una adoración digna.

Así que después de ver algunas definiciones de adoración, vamos a meditar en tres

aspectos que tiene que haber en la verdadera adoración:

I.- LA ADORACIÓN DIGNA MAGNIFICA Y EXALTA A DIOS

Esta afirmación parece, en un principio, demasiado obvia, pero en los tiempos que corren

hemos visto, lamentablemente, una adoración que exalta al hombre, llevando a muchos

creyentes a una idolatría donde el adorador ha ocupado el lugar del Único que es digno de

recibir la adoración: Dios.

Para Isaías, el centro de su experiencia era un encuentro con Dios. Un día, mientras adoraba

al Señor en el Templo, tuvo una visión de Dios, “sentado sobre un trono alto y sublime” (vs. 1).

Y es curioso también el momento en que se produjo esa visión. Dice el vs. 1 que fue “en el

año que murió el rey Uzías”. (EXPLICAR).

El rey Uzías también fue llamado Azarías, y reinó desde el año 783 a. C. hasta el 742 a. C.; es

decir, un total de 41 años. Isaías no había conocido otro rey. Estaba el dolor por la muerte del

monarca y la preocupación por la debilidad moral del que le iba a suceder.

Así que el trono de Judá había quedado vacante, el rey Uzías había muerto, pero…
EL VERDADERO REY DEL PUEBLO (EL SEÑOR) SEGUÍA VIVO Y OCUPABA SU TRONO EN LOS

CIELOS. ÉL ERA Y ES EL VERDADERO REY; Y SU TRONO ERA EXALTADO SOBRE TODOS LOS

TRONOS DE LA TIERRA.

Isaías no se turbó por las vicisitudes políticas. ¿Nos suena esto de algo?

Isaías pudo elevarse y echar una mirada al trono celestial. Y dice el vs. 2 que “por encima de

Él (El Señor) había serafines” Etimológicamente, la palabra serafines significa “ardientes” y

podemos verlos como criaturas celestiales con alas y parcialmente humanos en forma.

Y el simbolismo del relato de los serafines es muy significativo y representa lo que es la

verdadera adoración. Y dice Isaías que cada serafín “tenía seis alas”:

A) “Con dos cubrían sus rostros”, como símbolo de REVERENCIA.

B) “Con dos cubrían sus pies”, como símbolo de MODESTIA O PUREZA.

C) “Con dos volaban”, como símbolo de SERVICIO.

Y cantaban de forma antifonal alabando a Dios por su gloria, y reconocían a Dios de dos

maneras:

1.- SANTO, SANTO, SANTO (tres veces santo)

NOTA: Santo es el único atributo de Dios que se repite tres veces seguidas en las

Escrituras.

La triple repetición de la palabra santo (QADHOSH en hebreo) expresa en grado

superlativo la calidad esencial de Dios. Dios es completamente diferente o distinto del ser

humano, y está totalmente separado de lo que es finito o pecaminoso.


PERO…

Aunque Dios es totalmente diferente del hombre (YA QUE TIENE ABSOLUTA

PERFECCIÓN MORAL), eso no quiere decir que esté lejos de él. El profeta Oseas dijo: “Porque Yo

soy Dios y no hombre, el Santo en medio de ti,… (Oseas 11:9).

Y la segunda manera en que los serafines reconocían a Dios era con el título de:

2.- SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS

Este título se emplea por primera vez en 1 Samuel 1:3 y fue usado extensamente por los

profetas Isaías, Jeremías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

El término “Señor de los ejércitos” designaba a Dios como el Creador de los ejércitos de

Israel, así como también como el de los ejércitos de los cielos que les acompañaba en la batalla.

Era un título que les hacía recordar momentos de triunfo, y que les llamaba a volver a

Dios en arrepentimiento y fe.

NOTA: Vemos aquí el paralelismo con las victorias que Dios nos ha dado.

Y dice el versículo 4 que “se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del

que clamaba, y la casa se llenó de humo”. El humo era símbolo de la presencia divina tal como

era la nube de gloria que llenó el tabernáculo durante la morada del pueblo de Israel en el

desierto.
I.- LA ADORACIÓN DIGNA HUMILLA Y EXALTA AL HOMBRE

Al ver el trono y la gloria de Dios desaparecer tras el humo, se dio cuenta de su

humanidad y de su perversidad; y dijo en el versículo 4: “¡Ay de mí! Porque perdido estoy”. La

versión de la Reina Valera del 60 dice: “¡Ay de mí! Que soy muerto”.

Seguramente pensó: ¿Quién podrá ver a Dios y vivir? Seguramente tenía en mente las

palabras que Dios le había dicho a Moisés, en Éxodo 33:18-20, cuando éste le pidió que le

mostrara Su gloria. Y el Señor le dijo: “No puedes ver Mi rostro; porque nadie me puede ver, y

vivir”.

Además, Isaías reconoció en el versículo cinco: “Pues soy hombre de labios inmundos y

en medio de un pueblo de labios inmundos habito”.

Es decir, el abismo y la distancia entre el Dios Santo, Señor de los ejércitos y el hombre

inmundo era impresionante, y al ver la gloria de Dios, vio que el pecado no solamente le

afectaba a él, sino también a la sociedad en la que vivía.

Al terminar de confesar su pecado, voló hacia Isaías uno de los serafines, no para

matarlo, sino para purificarlo y limpiarlo de su inmundicia: “Entonces voló hacia mí uno de los

serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas”

(vs. 6).
El carbón era demasiado caliente para que el serafín lo tocara directamente, y tuvo que

usar unas tenazas. Y aunque era una visión, no estaba siendo una experiencia fácil y agradable

para el profeta Isaías.

La limpieza de su pecado vino con dolor, y así es también muchas veces en nuestras

vidas. La brasa era un símbolo de purificación, que destruyó y purificó el pecado del profeta.

NO HABÍA EN AQUEL ENTONCES, NI HAY HOY EN DÍA, UN REMEDIO SIN DOLOR PARA EL

PECADO.

Recordemos que el precio de nuestro perdón fue el dolor, el sufrimiento y la muerte. El

Hijo de Dios tuvo que sufrir y morir en una cruz para el perdón de nuestros pecados. Y

recordemos que ese perdón es única y exclusivamente por la gracia y la misericordia de Dios.

NO HABÍA MÉRITO EN ISAÍAS Y NO LO HAY EN NINGUNO DE NOSOTROS.

Y, acto seguido, el serafín de dijo al profeta Isaías después de haber tocado sus labios

con el carbón encendido: “He aquí, esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y

perdonado tu pecado” (Vs. 7).

Es como si la pizarra de la vida, con todos los hechos malos haya sido borrada y limpiada

por la gracia divina. En 1 Juan 1: 9, leemos: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo

para perdonar nuestros pecados y para limpiarnos de toda maldad”.

Y por último…

III.- LA ADORACIÓN DIGNA RESULTA EN FIDELIDAD Y SERVICIO


Ahora Isaías estaba en condición de escuchar la voz de Dios. Isaías podía haberse ido

para su casa pensando: “Wuau, menudo culto de adoración que hemos tenido”. Sin embargo,

faltaba algo muy importante: esperar las instrucciones de Dios.

Versículo 8: “Y oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré, y quién ira por

nosotros?”

NOTA: Notemos que Isaías escuchó la voz de Dios después de haber sido perdonado; no antes.

Una vez purificado de su pecado pudo escuchar la voz divina. Alguien dijo en una ocasión que

“cuando hay pecado sin confesar en nuestras vidas, las únicas voces que podemos escuchar son

la nuestra y la del diablo, pero no la de Dios.

Lo que el Señor necesitaba era un mensajero, alguien que fuera el vocero de Dios. Y la

respuesta fue inmediata y sin condiciones. Una respuesta que contrasta con otras que dieron,

por ejemplo, Moisés o Jeremías, quienes se resistieron al llamado divino, antes de dar un si por

respuesta.

Vs. 8b: “Aquí estoy; envíame a mí, le respondí”.

Isaías podía haber mirado para otro lado, podía ponerle excusas al Señor, pero él

entendió que había un mensaje que proclamar y estuvo dispuesto a asumir su responsabilidad y

ser obediente al Señor.

De la misma manera, cada uno de nosotros tenemos un mensaje que proclamar. La

pregunta es: ¿Qué haremos?


R E S U M I E N D O

Hemos hablado en esta mañana de que características debe tener una adoración digna,

que honre y glorifique al nuestro Dios. Y vemos como en el caso de Isaías, la adoración, le llevó

a tres cosas:

1) La adoración le llevó a exaltar y glorificar el nombre de Dios. Pudo contemplar la

santidad y la gloria de Dios.

2) La adoración le llevó a darse cuenta de su inmundicia, en contraste con la perfección de

Dios y lo movió a confesar su pecado. Y Dios lo perdonó.

3) La adoración le lleva a aceptar el reto que Dios le puso en su vida y participar en la obra

divina.

C O N C L U S I Ó N

Lamentablemente, en el mundo evangélico, hemos hecho de la adoración una campo de

batalla, donde algunos se han atribuido el título al mejor adorador, por el estilo de música que

hacen y el ritmo, independientemente de la letra, una letra que tiene que ser centrada en las

Escrituras y cristo-céntrica.

Pero adoración es mucho más que cantar; adoración es vivir. Vivir vidas que exalten a

Dios, que se humillen delante de Él en arrepentimiento y confesión de pecado, y que se pongan

al Servició del Señor.


Adorar a Dios es:

. Exaltar Su nombre.

. Humillarse delante de Él.

. Y servirle a Él.

A P L I C A C I Ó N

CREYENTE

Sería Bueno que pudiéramos responder en esta mañana a cuatro preguntas:

¿Es nuestra adoración para exaltar a Dios, o para encontrarnos bien nosotros?

¿En nuestra adoración a Dios, somo conscientes de nuestro pecado al contemplar la

majestad y santidad de Dios?

¿En nuestra adoración a Dios, le ofrecemos a Él nuestra disposición a servirle en todo

aquel que Él nos mande? ¿Nos está llevando nuestra adoración al sacrificio?

Después de escuchar este mensaje: ¿Consideramos digna nuestra adoración?

Recordemos, por último, la exhortación que nos hacer el autor de la carta a los hebreos,

en el capítulo 13 y versos 15 y 16: “Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante Él, sacrificio

de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesen Su nombre. Y no se olviden de

hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios”.

NO CREYENTE
No podemos adorar a Dios si no lo conocemos. No podemos llegar a Dios por nuestros

méritos, capacidades o esfuerzos humanos. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida;

nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

¿Por qué Jesús? Porque el fue el que pagó el precio de nuestros pecados en la cruz del

calvario. Consumado es. Arrepentimiento y fe.

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