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La primera en ser dictada, fue la Política de Transversalidad (2001), en la cual se plantea que la
educación debe estimular, mediante medidas transversales, el desarrollo pleno de todas las
personas. Por ello, se proponen y se señala la relevancia de alcanzar los Objetivos de Formación
Transversal (OFT; Decreto Supremo de Educación Nº220/98 para EM y Decreto Oficial Nº 240/99
para EB), los que se organizan en cuatro ámbitos o áreas generales: crecimiento y autoafirmación
personal, desarrollo del pensamiento, formación ética, y, la persona y su entorno.
Estas cuatro maneras de organizar la participación indican que la escuela entera puede acoger a las
familias. Experiencias de distintas instituciones y en distintos países muestran que los apoderados
pueden aportar, a distintos niveles, en todos los ámbitos de la vida escolar.
Desde dicho objetivo general la Política define 4 áreas de impulso estratégico y varias líneas de
acción:
Los OFT se han estructurado en cuatro ámbitos que están estrechamente vinculados entre sí
(Assael y otros, 2003, págs. 52-54):
Desarrollo del pensamiento: En este ámbito se ubican objetivos transversales que intentan
desarrollar las capacidades de conocer y procesar intelectualmente aquello que se conoce,
aprehendiendo la realidad de manera comprensiva y crítica; la resolución de problemas,
métodos de análisis, manejo de enfoques y metodologías de investigación que hagan de
ésta un quehacer fundado y sistemático. Las habilidades transversales están relacionadas
con la capacidad de observar, reflexionar, analizar, elaborar hipótesis y resolver dilemas
teóricos. Por otra parte, en este campo, resulta relevante lo referido a las habilidades
comunicativas y argumentativas, que permitan a alumnos y alumnas exponer y discutir
aquellas ideas que han forjado como resultado de sus procesos intelectuales.
“Los OFT deben ser asumidos por el currículum en su conjunto, es decir son de responsabilidad,
por un lado, de todos los sectores y subsectores de aprendizaje estando incorporados a los
Programas de Estudio y, por el otro, se les considera parte central del currículum oculto, que hace
referencia a todos aquellos mensajes valóricos, sociales e intelectuales que alumnos y alumnas
reciben y que no se encuentran prescritos en el currículum oficial. Es decir, se busca incidir en la
cultura de la escuela, en los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como en las diversas
interacciones que se suceden día a día en las aulas y en las diversas manifestaciones de la vida
escolar” (Assael y otros, 2003, págs. 52-54, págs. 52).
Respecto a la didáctica de los OFT, el decreto final del Marco Curricular, plantea que "pueden ser
llevados a cabo mediante acciones de muy diferente índole, tanto a través del currículum
manifiesto de las diferentes disciplinas como también a través de otras actividades propuestas por
el establecimiento educacional” (Assael y otros, 2003, págs. 52). Más específicamente algunos
autores (Donoso, P. y otros) sugieren como estrategias para implementar los OFT: el modelaje, el
aprendizaje experiencial, la discusión de dilemas morales, la clarificación de valores, los juegos
colectivos, y las dramatizaciones. Estas propuestas pedagógicas para promover los OFT se derivan
de distintos aportes de diversas teorías e investigaciones sobre el desarrollo moral y la educación
en valores.
Los Objetivos Fundamentales Transversales establecidos en el Marco Curricular, son uno de los
fundamentos de la Política de Convivencia Escolar, de modo que se encuentran en una relación
directa. Así, el logro de estos objetivos implica el logro de los de la Política de Convivencia y
viceversa. Es importante tener en cuenta esta relación, pues la apropiación curricular por parte de
los docentes y su efectiva implementación en el aula, contribuye significativamente al aprendizaje
y desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes para una convivencia democrática. Esto
significa que uno de los principales aportes de los docentes a la convivencia escolar se encuentra
en su contribución al logro de los objetivos de la reforma a través de los contextos y actividades de
aprendizaje que organiza cada sector y subsector, en función del logro de los aprendizajes
esperados de cada una de sus unidades.
La convivencia escolar es una construcción colectiva y dinámica entre los diferentes miembros de
un establecimiento educacional, que tiene incidencia significativa en el desarrollo ético,
socioafectivo e intelectual de alumnos y alumnas. Esta concepción no se limita a la relación entre
las personas, sino que incluye las formas de interacción de los diferentes estamentos que
conforman una comunidad educativa, por lo que constituye una construcción colectiva y es
responsabilidad de todos los miembros y actores educativos sin excepción”. Así mismo, varía de
una comunidad escolar a otra de acuerdo a las características particulares de sus miembros y de las
interrelaciones que entre ellos establecen. Por tanto, no admite un modelo único. No obstante, es
necesario explicitar un mínimo común para todas las comunidades educativas del país. Este
mínimo es el que se quiere reflejar en los principios rectores de la Política de Convivencia Escolar.
Los principios rectores, en su conjunto, sintetizan aspectos relevantes que se debieran cautelar en
la cotidianeidad de todo establecimiento educacional:
Si bien la Política de Convivencia es de corta data, han existido y coexisten diversas iniciativas
diseñadas para promover las relaciones pacíficas basadas en el respeto por la dignidad humana.
Estos programas comparten muchos objetivos educacionales específicos, tales como la aplicación
práctica de destrezas cognitivas e inter-personales; desarrollo de las condiciones personales para
una comunicación efectiva; estimular el la conciencia de uno mismo y el análisis de las
consecuencias del comportamiento propio; promover la resolución cooperativa de problemas, la
negociación, mediación, empatía y responsabilidad cívica; promover el valor paz, el respeto de los
derechos humanos y la preocupación por el bienestar de las personas.
Hay pues un alto grado de traslape en términos de temas, destrezas, valores, actitudes y
comportamientos que se persiguen con las intervenciones educativas. Las normas y valores de paz,
tolerancia, respeto por la diversidad, trato no abusivo y sensibilidad de género. Destrezas tales
como la escucha activa, la comunicación de dos vías, percepción no sesgada, asertividad apropiada,
análisis, resolución cooperativa de problemas, negociación y mediación son recurrentes como
objetivos educativos de distintas iniciativas.
2. Pedagogía de la convivencia
Para que los alumnos aprendan a convivir, hay que trabajar en ellos tres niveles o dimensiones de
la persona:
Convivencia escolar es una categoría conceptual que abarca una serie de otros conceptos muy
relacionados entre sí: educación en valores, educación del carácter, educación cívica, educación para
la paz, destrezas para la vida, destrezas cognitivas, derechos humanos, inteligencia emocional,
prosocialidad, resolución de conflictos, educación cívica. Muchas veces el contexto social presenta
una determinada necesidad o problemática que lo empuja hacia uno u otro enfoque. En este sentido
cada institución puede definir su entrada particular y contextual al abordaje de la convivencia. Son
útiles campañas comunicacionales y proyectos basados en temas de interés de la comunidad.
La razón y el intelecto son aspectos del ser humanos que se encuentran recíprocamente relacionados
con los afectos y las destrezas sociales. Mediante distintos medios y en distintos momentos a lo
largo del último siglo se ha redescubierto que se sirve de mejor manera al desarrollo humano y a la
sociedad si el polo racional y el socio-efectivo de las personas son valorados y cuidados en los
procesos educativos.
Los Liceos deberían contar con una normativa de convivencia actualizada y que haya resultado de la
participación de todos los sectores escolares.
Es conveniente apoyar la reflexión pedagógica de los profesores y equipo técnico para revisar
distintas prácticas, paradigmas teóricos e información. Es útil comenzar un proyecto pro-
convivencia con una mirada diagnóstica, lo más completa y participativa posible, a la situación en
el Liceo.
Dos propuestas pro-convivencia escolar que parece pertinente destacar brevemente se presentan a
continuación.
1. Propuesta MINEDUC ( 2005 ).
(MINEDUC, 2005,
pág.40)
El grupo Valoras ha elaborado una propuesta pro-convivencia que implique los siguientes
elementos:
Assael, J.; Egaña, L.; Magendzo, A.; Santa Cruz, E.; Varas, R. (2003). Reforma Educativa y
Objetivos Fundamentales Transversales: Los Dilemas de la Innovación. PIIE, Chile.
Donoso, Patricio; Magendzo, Abraham y Rodas, María Teresa. (2000). Los objetivos transversales
de la educación. Editorial Universitaria. Santiago, Chile.
Guido Flamey, Verónica Gubbins y Francisca Morales. (1999) Los Centros de Padres y
Apoderados: Nuevos Actores en el Control de la Gestión Escolar. CIDE, Santiago de Chile.
Reca, Inés y Avila, Pabla. (1998). Escuela y Familia. Una revisión del Estado del Arte. Impresos
Toledo. MINEDUC, Chile.
Valoras (M. Isidora Mena, Neva Milicic, Claudia Romagnoli, Ana María Valdés). (2006). Propuesta
Valoras UC Potenciación de la política pública de Convivencia Social Escolar.
Zurbano, José L. (s/f.) Educación para la Convivencia y para la Paz. Educación Primaria. Goibierno
de Navarra. Dpto. de Educación y Cultura.
Tuvilla Ramos, J. (1989). Derechos Humanos, propuesta de Educación para la paz basada en los
derechos del niño. Edita Consejería de Educación y Ciencia Junta de Andalucía, España.