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Taller de Cartografías Corporales

Violeta Espinosa

En un primer momento, el taller de cartografías empezó con una danza al ritmo de música
folclórica, no recuerdo el nombre de la cantante, en este primer momento, liberamos tensión
y empezamos a expresarnos por medio de los movimientos. En el momento en el que nos
taparon los ojos, yo sentí mucha más libertad, pues el ejercicio de bailar dejando liberar mi
cuerpo es muy reconfortante para mí, cosa que suelo hacer en mi habitación. Sin embargo,
algunas personas manifestaron su incomodidad con este ejercicio, pues igualmente se sentían
expuestas en este ejercicio. Desde mi perspectiva, el movimiento del cuerpo y la sexualidad,
específicamente en la danza, están muy estrechamente ligados, por lo que genera cierto temor
en expresarlo en ambientes tan diferentes como lo puede ser el del salón de clases.
Por otro lado, cuando se hizo el círculo de palabras, muchas personas nos fijamos en dos
cosas importante, en el régimen heterosexual que imperaba en la gran mayoría de las
representaciones artísticas que nos fueron mostradas, lo cual me recuerda al texto de Butler
(2002) que aún no se ha trabajado en clase, en la cual, las normas sociales condicionan la
perfomatividad generando una heterosexualización de la que es imposible escapar, de manera
que las representaciones que tenemos en nuestro imaginario, siempre remitan (o citen) a las
representaciones heterosexuales.
Siguiendo con la parte gráfica del taller, en el cual pintamos nuestra silueta y después con
colores cristalizamos nuestros sentires de forma más gráfica y artística sobre el papel, me
generó muchísimos sentires, por un lado, reconocí como en el cuerpo se cristalizan sentires
que anteceden al ejercicio de encuentros sexuales y que marcan fuertemente las formas,
prácticas y expectativas con respecto a las vivencias de la sexualidad. Estas concepciones
van bastante más allá de lo correcto o incorrecto dentro de la matriz sexual, pero siempre está
en relación con lo que se espera de una sexualidad y un cuerpo normado, volviendo al texto
de Butler (2002), es imposible escapar al discurso heterosexualizante. Como mujer trans,
siempre tuve mucho conflicto con lo que se esperaba de mi cuerpo, de mis roles sexuales y
de mis prácticas, por lo cual siempre encontré conflicto con la forma esperada de mantener
relaciones sexuales. En dialogo con las imágenes expuestas por les demás compañeres, me
percato de que mucha gente, disidente sexual o género, expresó sentires muy parecidos.
Estos sentires, que tienen una base fundamental e inescapable en el régimen Cisheterosexual
(Butler, 2002), junto con las experiencias vividas, tanto en ámbitos sexuales, como en
dimensiones corporales más allá del sexo, condiciona y conduce las formas en la que cada
persona entiende su sexualidad y su cuerpo, además, genera nuevas herramientas
hermenéuticas para poder descifrar el sistema sexo-género desde otras perspectivas.
Esto reafirmas tesis constructivistas de la sexualidad, como la de Weeks (1998), quien nos
plantea que las formas en las que las personas viven su sexualidad se ven atravesadas por los
contextos culturales en los cuales se ve inmersa la persona, además de sus vivencias, que
muchas veces son sistemáticas dentro de población con las mismas características
(homosexuales, bisexuales, trans, asexuales, etc.).
Muchas veces estos roles sexogenéricos que se nos ven impuestos a manera de normas
sociales, resultan altamente violentos con corporalidades disidentes, pues van en contra vía
de lo que se espera de ellas y se ven atacadas, desde el discurso y desde los actos concretos
(leyes, violencia física, negación de oportunidades, etc.). Eso despertó en mi un mar de
emociones que no me había tomado el tiempo de tramitar, pues la resistencia desde estas
posiciones en muchas ocasiones te obliga a estar siempre fuerte y no dejar “agachar la
cabeza” para mostrar debilidad.
Por último, conectar con nuestras experiencias y hacernos conscientes de lo que nos ha
llevado a configurar nuestra visión sobre nuestro propio cuerpo y nuestra sexualidad, es un
ejercicio fundamental, tanto para la reflexión práctica y el bienestar psico-corporal, y,
además, fundamental para la reflexión teórica.

Bibliografía
Butler, J. (2002). Críticamente subversiva. Sexualidades transgresoras: Una antología de
estudios queer, 2002, ISBN 84-7426-562-2, págs. 55-80, 55-80.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=609291
Weeks, J (1998) La construcción cultural de las sexualidades. ¿qué queremos decir cuando
hablamos de cuerpo y sexualidad? En: Szasz, I & Lerner S (Eds.) Sexualidades en
México: algunas aproximaciones desde la perspectiva de las ciencias sociales.
México: Colegio de México. Pp. 175- 197.

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