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Patografia

FELIPE II, UN HOMBRE IRRESOLUTO, MÁGICO, COLECClONlSTA Y


DEPRESIVO*
FELIPE II, AN IRRESOLUTE, MAGIC, COLLECTOR AND DEPRESSIVE MAN

Francisco Alonso-Fernández** Inglaterra, el conde de Feria, que en lo relativo al posible matri-


monio con él hiciera lo posible por entrerener a la reina Isabel sin
Resumen darle ni quitarle esperanzas “hasta que yo me determine, como
vos lo sabreis muy bien hazer con vuestra mucha prudencia”.
El conjunto de rasgos estructurales de la personalidad de Esta prolongada vacilación acerca de la unión con Isabel de
Felipe II está sujeto al gobierno de estos tres mecanismos dinámi- Inglaterra tuvo que haber molestado mucho a la reina británica.
cos obsesivos: el principio de la duda, el de la magia y el de la En otras ocasiones recurría a repetidas consultas a sus consejos o
repetición. Los tres eran primordiales: el mecanismo de la duda, al sortilegio de los amuletos y las reliquias, sin renunciar para salir
por su intervención básica en el gobierno o desgobierno de la de su mar de dudas al oráculo de las profecías, la
mentalidad interior; el de la magia, por su aportación de un orá- astrología y el ocultismo.
culo para reforzar la limitada capacidad de decisión del rey, y el Durante vários años atrás había ido obteniendo Felipe una
de la repetición, porque era el que se imponía en los hábitos y serie de reliquias con el máximo sigilo, unas veces por procedi-
costumbres regios. La personalidad obsesiva o anancástica viene mientos legales, autorizados por la licencia de algunos papas para
siendo descrita a la vez como personalidad predepressiva y como sacar piezas mortuorias de las capillas, iglesias y monasterios
typus melancholicus, porque entre los rasgos de esta personalidad europeos que quisieran facilitárselos. Para el logro de otros restos
y las características propias de la melancolía o de la depressión de santos tuvo que abonar sumas de dinero relevantes. Las cua-
existe una profunda similitud hasta el punto de poder solaparse o tro arcas llenas de reliquias fueron depositadas después por
esconderse el cuadro depressivo tras una organización mental de Felipe en el Monasterio de El Escorial cual si se tratase de un
esta modalidad sin que sea percibido al exterior, y además porque tesoro del cielo.
existe una intensa proclividad en la personalidad obsesiva al El arquitecto Fernando Chuec (1999)1 atribuye al arcaico
padecimiento de estados depresivos. sentimiento animista el otorgamiento de un poder extraordinário
sobrenatural por parte de Felipe a las reliquias. Y es que el senti-
miento animista, una función prepotente del pensamiento mági-
Palabras-clave: Obsesión; Personalidad Obsesiva; Typus co-primitivo, consiste en creer en la presencia de los espíritus o
Melancholicus; Depresión; Psicohistoria; Psicopatología. del alma en las cosas inanimadas, en ciertos seres animados, y
sobre todo en el animal tótem y en algunos restos vivientes tan
El rey era, por encima de cualquier outra cosa, una persona representativos como son las reliquias sacras.
vacilante, dubitativa e irresoluta. El acoso de la duda, tanto en lo El principio de la magia prevalente en Felipe no se limitaba a
importante como en lo irrelevante, mantenía con frecuencia su dejarse representar en el exterior por los sortilegios y los orácu-
estado mental oscilando entre el vacío producido por el bloqueo los, y tal vez por la piedra sacra de El Monasterio de San Lorenzo,
y el cortocircuito de ruminación en torno a la misma idea. En sino que impregnaba su mentalidad, de suerte que elementos
ambos casos el pensamiento propio estaba sujeto a tales limitacio- mágico-arcaicos estaban casi siempre involucrados en su indeci-
nes, que permanecía como paralizado, sin disposición posible sión, la mayor parte de las veces, al principio, para alimentar la
para elaborar conceptos y mucho menos para reflexionar. Esta duda y respaldarla, y en menos ocasiones al final al servirse de
ausencia de actividad racional suele ser encubierta por el sujeto ellos como apoyatura hacia la búsqueda de una salida para supe-
obsesivo con el automatismo de acariciarse el mentón o la barba, rar la incertidumbre tomando la vía indicada por la carta astral o
hábito al que nuestro rey era muy dado, y que daba al exterior la cualquier otro recurso sobrenaturalista.
impresión de estar reflexionando, algo parecido a la impresión Lo cierto es que la duda obsesiva, en su papel engañoso de
causada por el fumador de pipa cuando caricia su instrumento. enmascararse por dentro y por fuera para hacerse pasar por una
Sus dudas podían conducirle a un indefinido aplazamiento imagen de prudencia y de reflexión, se acompañaba del principio al
de la cuestión o a tratar de resolver el problema tras una serie de fin de una sombra mágica. Y esto era así porque la propria duda
consultas más o menos racionales o mágicas para llegar a una tenía como una esencia mágica. Felipe II como todas las personas
decisión implacable e inflexible como si hubiera sido dictada por de estructura obsesiva percibía el carácter ilógico de sus dudas pero
la cólera de Dios. Lo primero aconteció, por ejemplo, al ordenar acuciado por un aura mágica amenazadora no era capaz de resolver-
por escrito el 28 de diciembre de 1558 a su embajador en las como temiendo que si así hiciera podría acontecer un infortu-

*Capítulo do livro Historia Personal de los Austrias Españoles, Fondo Endereço para correspondência:
de Cultura Económica, 2001: 151-165. Publicado com a autorização do Blasco de Garay, 75 1º
autor e da editora. Resumo e notas são adaptações do editor de CCP. 28003 Madrid
** Catedrático Emérito da Universidade Complutense de Madrid, España
Acadêmico da Real Academia Nacional de Medicina (Espanha), E-mail: alonso-fernandez@biopsicologia.net
Diretor do Instituto de Psiquiatras de Língua Espanhola e Presidente
da Associação Européia de Psiquiatria Social.

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Le asiste toda la razón al arquitecto y académico Checa
(1999)1 al afirmar que la mentalidad arcaica presente en la perso-
nalidad de Felipe debió de influir poderosamente en la fundación
y planificación del Monasterio de El Escorial.
Se enlaza además este punto con la sectorización del espacio
monasrerial oculto, al estilo de Felipe II y de Kafka, en forma de
un laberinto de pasillos, corredores y pasadizos. Fue el rey una de
las pocas personas capaces de moverse con soltura en esta tortuo-
sa red. Tanto es así que hasta la entrada a su próprio aposento era
semilaberíntica, disposición tomada por el rey para salvaguardar
su intimidad espacial de la contemplación ajena.
Con todo, fue el principio de la repetición automática el
regulador básico de la conducta de Felipe II. Por esto, sus pautas
cotidianas eran en extremo monótonas limitándose a hacer siem-
pre casi lo mismo, con un horario distribuido con toda rigidez
entre el trabajo, la oración y las comidas. El programa diario de
Felipe II, para desesperación de los filipólogos no pudo haber
sido más uniforme, rígido y estrecho en la segunda mitad de su
vida. Solía dedicar todas las mañanas a los ejercicios religiosos y
distribuir el resto del día con una regularidad pasmosa entre las
audiencias y los despachos con los secretarios y los consejeros.
El historiador Parker refiere con precisión el horario de
Felipe: “Se despertaba, por lo general, a las ocho de la mañana y
Retrato de Felipe II por Tiziano. pasaba casi una hora en la cama leyendo papeles. Hacia las nueve
y media se levantaba, le afeitaban sus barberos y sus ayudas de
cámara le vestían. Oía luego misa, recibía audiencias hasta medio-
nio personal o familiar. Esta amenaza terriblemente angustiosa
día y almorzaba. Tras la siesta se recluía a trabajar en su despacho
extrarracioanal o francamente irracional de carácter mágico era
(un pequeño gabinete instalado en El Escorial) hasta las nueve,
uno de los mayores apoyos utilizados por la duda obsesiva para
hora de la cena. Y aún después seguía trabajando”.2
mantenerse, lo cual no es incompatible con acertar a salir de la
En sus escritos incurría Felipe en múltiples repeticiones de
duda también por la vía mágica. De modo que la magia era
detalle y tema como ya quedó consignado en el capítulo anterior.
muchas veces una sombra acompañante del principio al fin de la
Hasta los procesos en los tribunales y las ceremonias religiosas
duda obsesiva, desde su planteamiento y su desarrollo hasta faci-
tenían que repetirse siempre del mismo modo.
litar por la misma vía su desenlace. Algunas de las más importan-
Su forma de trabajar en el despacho-oficina estaba goberna-
tes decisiones políticas y personales del rey fueron tomadas con la
da del princípio al fin por unas rígidas pautas perseverantes que
guía de la predicción, del horóscopo o de la Carta Astrológica, un
nunca le abandonaban: la dedicación de su atención preferente a
pequeño libro conservado en la biblioteca escurialense y conoci-
la inspección de las menudencias; la anotación estampada de
do como el Prognosticón.
observaciones personales con puño y letra en los copiosos docu-
Felipe II fue poseído desde el nacimiento hasta la muerte por
mentos y memoriales que por sus manos pasaban; el amor al
el pensamiento mágico-primitivo, tan magníficamente estudiado
orden y al formalismo plasmado en suplir una decisión con el
por el antropólogo Lévy-Bruhl. Por ello vivía su fecha de nacimien-
recurso de dictar al secretario la orden de instruir un expediente,
to en primavera (21 de mayo de 1527) no con el signo de festividad
fórmula tal vez inventada por Felipe y hoy tan amada en todos los
abierta a la creatividad como ocurre con la numerosa cohorte de
departamentos administrativos como aborrecida por el ciudada-
talentos creadores alumbrados en esta época del año, sino con la
no; la exigencia de una esmerada limpieza en la presentación de
marca dorada propia de la predestinación o del designio divino.
los escritos; la conservación y la ordenación de todos los
Por ello celebraba sus cumpleaños con particular devoción y habia
documentos históricos administrativos, para cuya salvaguardia
obtenido del papa la concesión de una indulgencia plenaria para
todos los que le acompañasen a misa esse día. creó el Archivo de Simancas y aportó como no hiciera nungún
No fueron ajenas tampoco sus creencias mágicas a la instala- soberano una exhaustiva documentación oficial (corresponden-
ción confortable de los sepulcros regios con dos solemnes ceno- cia administrativa, solicitudes, memoriales, expedientes), lo que
tafios a los costados del presbiterio, el del emperador-rey y el de le valió el título de “Rey Archivero” y la consideración como el
Felipe II. En el monumental panteón situado por debajo del pres- iniciador de la moderna organización burocrática.
biterio de la basílica dispondrían los reyes Austrias españoles de La sobrevaloración del detalhe condujo al rey no sólo a una
una espaciosa casa propia, adecuada a la existencia ultraterrena inmensa pérdida de tiempo sino a la desviación en contra suya de
de los muertos al estilo imaginado por el pensamiento algunos logros positivos. El hispanista francés Albert Mousset
mágico-primitivo. (1917)3 refiere haber leído en un folleto escrito por Íñigo Ibáñez
de Santa Cruz durante el reinado de Felipe III el relato siguiente:

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Felipe II, un hombre irresoluto, mágico, coleccionista y depresivo

Quentan que llebaron á firmar al Rey nuestro señor, que sea quias de santos como calaveras, mechones, huesos, dientes y pie-
en gloria, una libranza de quinientos mil ducados, y que puso zas anatómicas momificadas (manos, brazos y piernas). Había
á la margen estas palabras: “Buélbase á hazer esta libranza, puesto mucho esfuerzo y abonado bastante dinero para conseguir
porque está herrada en veite y zinco maravedises”, reacción estas piezas sacras cuyo destino final fue la instalación en El
que lleva al próprio Ibáñez a comparar al Rey con un relojero Escorial con el cuidado que exige un tesoro.
flamenco, que mira en ruedezillas y en las menudencias, que Su contrastado amor al arte lo convirtió en un fabuloso
pareze que admira, y si llegan á preguntar materias ondas y coleccionador de estatuas, mapas, astrolabios, pinturas y libros,
graves, no tiene talento ni substanzia para ellas; de donde le de los que había 14.000 en la biblioteca del monasterio. A Felipe
nazió al Rey nuestro señor hallar aquella menudenzia, y no II no se le puede regatear el mérito de haber atesorado la biblio-
alcanzar los lejos substanziales de que totalmente toda aquel- teca privada más importante del mundo. Si bien en la raíz de este
la partida de los qunientos mil ducados se iba á sumir en el comportamiento puede haber influido más la avidez coleccionis-
pozo airón y se irá á los pantanos de Flandes. ta que el amor al libro. Lo cierto es que por una vía o por otra ha
sido un idiscutible mecenas del arte y el creador de una gran
En la disciplina doméstica la máxima preocupación de Felipe biblioteca aunque su posesión de libros no se acompañase de la
era que los empleados no jugasen ni se emborrachasen ni riñesen, correspondiente curiosidad por hojearlos y leerlos. Seguramente
lo cual lo muestra como un personaje liberal, sobre todo si lo ello le ocurría porque después de revisar los incontables oficios y
paragonamos con la reina Isabel de Inglaterra que exigía mante- despachos en su mesa de trabajo no le quedaban energías ni ganas
nerse de rodillas ante ella tanto a los ministros como a los servi- para didicarse a los libros.
dores domésticos. Para que no quede como una cuestión pendiente si la dedi-
Felipe repetía también ropa. Su vestuario estereotipado, cación de Felipe a la adquisición de pinturas nacía más del amor
siempre de negro de la cabeza a los pies desde que cumplió los 40 al arte o de su espíritu coleccionista, es conveniente precisar que
años, o sea a partir de su tercera viudez, há dado ocasión a que se
con toda probabilidad influían en su gestión artística ambas ten-
le obsequiara con el apodo de “el demonio negro del Mediodía”,
dencias.
sin reparar que la inclinación a usar siempre el mismo atuendo,
El conjunto de los rasgos estructurales visto en el capítulo
incluso hasta las mismas prendas, era un rasgo patognomónico de
anteriorª y la trilogía de principios dinámicos aquí enunciados
la conducta obsesiva. Al humorista este planteamiento se lo há
denota la presencia de un profundo desequilibrio del tipo obsesi-
puesto fácil: “Si Felipe volviera a estar entre nosotros podría
vo-compulsivo en la personalidad de Felipe. Es evidente, pues,
echar la culpa de la leyenda negra a su sastre por el color elegi-
que nuestro rey tenía lo que tradicionalmente se llama en psiquia-
do”. El citado sobrenombre no puede haber sido de lo más infor-
tría una personalidad obsesiva o anacástica, lo que le hacía, en
tunado: Felipe era un hombre tan lleno de dudas y de contradi-
gran parte, ser víctima de sí mismo. A pesar de ello Felipe nos dio
ciones y tan acosado por problemas personales y de Estado que
el ejemplo de una dedicación sin límites al trabajo de gobernan-
en su interior no cabía el demonio; además no era un meridional
puro en su estirpe ni mucho menos por sus ritos y aficiones, y su te, siempre en el cauce limitado por supuesto de sus disponibili-
negrura, como ya hemos visto, era sólo virtual. dades, limitación más impuesta por los rasgos de su personalidad
El principio de la repetición, el regulador básico común de la que por el alcance de su inteligencia. No hay que olvidar a este
conducta del sujeto anancástico, o sea con una personallidad último respecto que la incidencia de los cuadros obsesivos alcan-
obsesiva, no sólo estaba presente en los hábitos cotidianos y en la za una cierta correlación positiva con la altura del nivel intelec-
forma de vestir de Felipe, sino también en sus inclinaciones ali- tual, de manera que la frecuencia de este trastorno tiende a acu-
mentarias. Acostumbraba Felipe a ingerir carne roja como único mularse en los grados de inteligencia altos.
plato al mediodía y a la tarde, incluso todos los viernes y demás El clima familiar gélido y severo en que se crió y creció el
días de vigilia, para lo cual había recibido la oportuna dispensa príncipe, constituye el entorno más propicio para que los niños
papal. Esta entrega a la ingestión de “carne poco hecha” en las desarrollados en este ambiente sean afectados más tarde por algu-
principales comidas del dia constituyó una circunstancia que tuvo na especie de trastorno obsesivo o incluso por sintomatología
que haber favorecido la instauración del reumatismo gotoso en la neurótica de otra estirpe. Recordemos que la rigurosa y fría edu-
edad involutiva, así como el curso progresivo tomado por esta cación que recibió Felipe se potenció en este sentido con la
enfermedad. ausencia del padre, el fallecimiento de la madre cuando todavía
La tendencia a la repetición adquiría su mayor énfasis en el no había cumplido los 12 años y su iniciación como gobernante
afán de coleccionar objetos. Felipe era un coleccionista apasiona- con la regencia de España a la temprana edad de 15 años.
do. Hacía colecciones de los objetos más diversos desde reliquias La cuestión de si Felipe fue afectado o no por episodios
y amuletos hasta mapas, instrumentos científicos y objetos de arte depresivos es uno de los enigmas que le acompañaron a la tumba.
como pinturas sin prescindir de acumular, siempre con orden Aquí vamos a estabelecer una discusión en torno a este problema,
naturalmente, plantas exóticas y animales selvajes. Disponía el rey cuya orientación nos resulta más accesible de lo que el lego en
de cuatro grandes cajas repletas de espinas de Cristo y de reli- ciencias psíquicas pudiera prever.

a) Mundo propio o intimidad (Eingenwelt), mundo compartido o interacción con los demás (Mitwelt) y mundo de las cosas o manejo de los utensilios (Umwelt),
trascendidos por las dimensiones existenciales básicas de la distribución del espacio y la organización del tiempo.

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La personalidad obsesiva o anancástica viene siendo descrita El historiador hispanista Kamen (1977)4 se refiere también a
a la vez como peersonalidad predepresiva y como typus melancho- este aspecto de la personalidad del rey: “Algunos observadores
licus, por dos poderozas razones: porque entre los rasgos de esta tildaban su índole discreta de “melancolía”, pero el Rey no pare-
personalidad y las características propias de la melancolía o de la ce haber padecido accesos serios de melancolía, o depresión. Los
depresión existe una profunda similitud hasta el punto de poder mitos sobre su melancolía se extienden incluso a su forma de ves-
solaparse o esconderse el cuadro depresivo tras una organización tir”. Es cierto, como antes dejamos ver, que diversos rasgos anan-
mental de esta modalidad sin que sea percibido al exterior, y ade- cásticos de su personalidad pueden pasar como si fueran sínto-
más porque existe una intensa proclividad en la personalidad mas depresivos, pero también es cierto que la depresión en este
obsesiva al padecimiento de estados depresivos. tipo de hombre puede quedar enmascarada por tales rasgos.
La personalidad obsesiva de Felipe II marcada con un aire Sobre ambas interpretaciones se alza con una evidencia sorpreen-
serio, formalista, convencional y hasta triste y amargado, sin per- dente el cambio de conducta experimentado por el rey a partir
mitirle esbozar una sonrisa, se reflejaba al exterior como si se tra- del fallecimiento de su esposa Ana en 1580, recogido por el pró-
tara de un carácter depresivo. Con arreglo al modelo tetradimen- prio Kamen, y advertido por los frailes de San Lorenzo como un
sional de la depresión, sistematizado por mí en el humor depresi- “incremento de su religiosidad y de su dependencia de Dios”. Tal
vo, la anergia o vaciamiento de impulsos, la distorción de comu- descripción, aunque le pese a Kamen, hace pensar en la inciden-
nicación y la disregulación de los ritmos, encontramos en la figu- cia de un episodio depresivo provocado por el duelo por su espo-
ra de Felipe II una presencia de rasgos correspondientes a las sa Ana y estructurado en torno al sentimiento de culpa.
cuatro dimensiones: la rígida e imperturbable seriedad acompa- El dramaturgo y crítico Juan Eugenio Hartzenbusch tuvo la
ñada de una irreductible tristeza, puede tomarse como una repre- humorada de sugerir en pleno siglo XIX que la famosa obra de
sentación del humor depresivo; la bradipsiquia o lentitud mental teatro El melancólico, de Tirso de Molina, publicada en 1611,
y la avalancha de dudas como manifestación de la anergia o debi- había tomado como modelo del principal protagonista a Felipe
litación de los impulsos; la taciturnidad, con el cortejo de la pala- II. El héroe de la obra, conocido como Rogerio, era hijo bastardo
bra lenta y suave, apenas perceptible, letra a veces ilegible y mími- del gran duque, y cae en la melancolía cuando en contra de su
ca seca, coincide con la semiología de la discomunicaión; y la voluntad se ve obligado a gobernar y por esta causa debe casarse
remanencia o estacionamiento en el pasado y la fijación en un por interés político con su prima, con lo que tiene que renunciar
proyecto de escasa vitalidad y apenas sujeto a cambios constitu- a su amada Leonisa. Al tener Rogerio, por ser un hombre miste-
yen dos rasgos ritmopáticos importantes. Esta estimación denota rioso y enigmático, una remota semejanza con el melancólico
también que los episodios depresivos leves que pudieran haber Felipe II, piensa Hartzenbusch que “tal vez por esto sería prohi-
afectado a Felipe II habrían quedado enmascarados por los bida la representación del drama”. Una razón mejor fundamenta-
comentados rasgos de su personalidad básica. da les asiste a los que ven en Rogerio la imagen autobiográfica de
Felipe era muy dado a negar la verdadera identidad de sus Tirso de Molina que había sido también bastardo y atribuyen la
padecimientos. Cuando se inició el reumatismo gotoso en 1563, prohibición de la obra a los satíricos dardos disparados en ella
mantenía la idea de que su fuerte dolor del pie que llegó a inca- contra la nobleza hereditaria.
pacitarlo para mantenerse erguido, se debía a la introducción de Com independencia de que realmente el rey hubiera servido
una uña en la carne. Como coincidiera esta crisis gotosa con una de motivo de inspiración o no, en mi opinión vale el no, lo cierto
fuerte contrariedad política, muchos cortesanos atribuyeron tal es que el ambiente de esta comedia de carácter recordaba por su
dolencia al enfado del rey. abundancia de penas y aflicción al ambiente de la Corte españo-
El cambio de conducta experimentado por Felipe a partir del la, tristemente famosa en aquel tiempo por su tonalidad melancó-
fallecimiento de su cuarta esposa Ana de Austria en 1580, adver- lica y aburrida. A diferencia de otras cortes europeas, animadas
tido por los frailes jerónimos de San Lorenzo como una inflación con espléndidas fiestas y liberdad sensual, la de Madrid se satis-
de su religiosidad y de su dependencia de Dios, bien pudo haber facía con dar el espetáculo de la virtud y servir de ejemplo para el
sido el reflejo de un episodio depresivo estructurado en torno a cumplimiento de los deberes religiosos, lo que implicaba una
un sentimiento de culpa, que, por un afán de compensación, renuncia a los placeres que no era bien aceptada por la mayoría
motivaba una mayor entrega a la devoción sacra. La aparición de de los embajadores y diplomáticos europeos.
autorreproches depresivos, además de ser un dato congruente A la luz de la fuerte carga de endogeneidad depresiva presen-
con su modo de ser, era un elemento facilitado por dos factores te en la constitución vital de su padre Carlos, podemos encontrar
presentes en la personalidad de Felipe, a saber: el alto nivel espi- base para pensar que el mencionado episodio depresivo de Felipe
ritual previo y la constelación obsesiva o anancástica de su perso- II, recidivante con probabilidad en los últimos años de su vida,
nalidad. Además, se acumulan los indicios para sospechar que fue el resultado de la interacción de tres factores: la herencia
Felipe estuvo afectado por un cuadro depresivo al final de su familiar, la personalidad obsesiva previa – el terreno individual
vida. más propicio para la irrupción de la depresión situativa – y la
Por de pronto, se sabe que en los meses postreros Felipe se
situación de duelo ocasionado por la pérdida de su esposa, una
lamentaba de que sus pecados le torturasen más que sus dolores
conjunción de tres factores potenciados por la avanzada edad de
físicos. Tal queja nos plantea estas dos graves incógnitas: la iden-
Felipe. Y una depresión montada sobre estos tres influjos causa-
tidad de los hechos contenidos en estos remordimientos y la con-
les habría que catalogarla como una depresión de determinación
firmación o no de que tales lamentaciones provenían de un senti-
miento de culpa depresivo. mixta, adscrita a la categoría nosológica de la enfermedad depre-

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Felipe II, un hombre irresoluto, mágico, coleccionista y depresivo

siva designada depresión endosituativa, etiqueta diagnóstica coin- se mostrado en el pasado suficientemente duro y cruel con sus
cidente con la abjudicada a los episodios de dacaimiento vital adversarios religiosos.
sufridos por su padre. Los sentimientos de culpa depresivos suelen ser más desatina-
Si bien Felipe II y Carlos V coincidieron en su afán de defen- dos que proporcionales a los hechos, puesto que surgen de una
der a la Cristiandad frente al turco y frente a los protestantes, conciencia moral distorsionada que sobrevalora el pequeño detal-
Carlos más desde un ámbito europeo y Felipe ya desde el solar his- le y que tiende a autorresponsabilizarse de desgracias e infortunios
pano, en los otros aspectos muestran dos formas de gobernar com-
acaecidos sin responsabilidad propia. En esta linea figuraba el
pletamente distintas. Carlos V, el rey guerrero, presente en todas
delirio de culpa de Carlos como un desatino ético que le hacía sen-
las batallas, contrapuesto a Felipe II, cuya presencia sólo se apro-
ximó a la batalla de San Quintín, pero sin personarse en la prime- tirse responsable / culpable de los avances territoriales de los lute-
ra línea ni siquiera en sus aledaños. Carlos V viajero, en tanto que ranos. Se asemeja bastante este sentimiento de culpa carolino al de
Felipe dirige desde la Corte los asuntos de sus vastos dominios. un famoso padrino mafioso depresivo que embargado por la
Carlos amigo de la entrevista con los aliados y con los rivales; depresión en Sicilia se acusaba de haber sido incapaz de matar a
Felipe, en cambio, más dado a conversar con los papeles que con sus hijos cuando años atrás se habían negado a seguir sus pasos
las personas. Carlos, autor de grandes discursos en varias lenguas, ingresando en la Cosa Nostra. Frente a estas formas de autoculpa-
y en contraste Felipe retraído y silencioso, denotando más debili- bilidad depresiva donde la realidad queda invertida o caricaturiza-
dad e inseguridad que prudencia, y capaz de expresarse sólo en da en forma de una extraña convicción delirante, potenciada en
lengua castellana. Carlos con aire de magnate europeo, en tanto los casos mencionados por una supuesta fidelidad a Dios o a la
que Felipe permanecía anegado por la humildad y el recatamien- Mafia, surge la reacción de culpa adecuada y ajustada a los hechos
to e instalado en el secreto de las sombras, por cuya doble motiva- protagonizados por uno mismo, como le ocurrió al sanguinario rey
ción, la conjunción de la humildad y el secretismo, no permitió Macbeth en la magistral pieza teatral de Shakespeare.
que se escribiera una biografía suya. Carlos V siempre consumi-
dor, muere consumiendo alimentos, incluso cuando se retira a
Yuste para encarar la muerte bebiendo cerveza y vino, en tanto Summary
que el apartamiento de la bebida de Felipe II motivó que alguno The group of structural features of Felipe Second personality is
de sus cortesanos le comentara que si apredía beber lo suficiente subject to the command of three obsessive dynamic mechanisms:
podía llegar a ser un gran príncipe.
the principle of doubt, magic and repetition. The three were
La lista de contrastes en las tareas de gobierno y en el compor-
essential: the doubt mechanism, by its basic intervention in the
tamiento personal entre Carlos V y Felipe II podría hacerse inter-
minable. Eran en realidad personas antagónicas, que coincidieron regulation or deregulation of the interior mentality, the magic by
casi exclusivamente en la consagración de la pasión fanática reli- its oracle movement to reinforce the limited decision capacity of
giosa. Incluso en el corto espacio en que gobernaron juntos, o sea the king and the repetition because it was what counted for the
en el período de transición sucesório, hubo alguna discrepancia royal habits and practice. The obsessive personality or anancastic
entre ambos. A despecho de todo ello Felipe II no dejó nunca de has been described as pre-depressive personality and as typus
esforzarse en seguir las inclinaciones de su padre, sobre todo melancholicus, because between the features of this personality
aquellas dictadas con un énfasis tremendamente fanático desde el and the characteristics of melancholy or of depression there is pro-
sentimiento de culpa depresivo que le dominó durante los últimos found similarity to the point that it is possible to hide the depres-
años. sive status behind of a mental organization with no exteriorization,
Aquí se nos antoja trascender el contraste del sentimiento de in addition there is intense proclivity in the obsessive personality
culpa entre Carlos, que se reprochaba con carácter retroactivo to suffer from depressive estate.
haber actuado con un comportamiento demasiado débil frente a
los luteranos alemanes, y Felipe anegado en un fondo de culpa que
Key-words: Obsession; Obsessive-compulsive Personality
le hacía debatirse en dudas ilógicas y poco razonables a las que
Disorder; Typus melancholicus; Psychohistory; Psychopathology.
tenía que prestar atención presionado por el acoso de los temores
y las amenazas mágicas. Si trascendemos este contraste sin aban-
donar la vía de la realeza topamos con el rey Macbeth, famoso per- Bibliografía
sonaje dramático de Shakespeare – de la obra del mismo título
1. Chueca F. El Escorial, piedra profética. Madrid: Instituto de
publicada en 1623 – que nos ofrece un espeluznante sentimiento
España, 1999:30-41.
de culpa, más encajado en la lógica y la racionalidad puesto que se
refiere a los crueles y sanguinarios actos realizados por él mismo 2. Parker G. Felipe II, retrato inédito. Historia 16 1982; 7(69):39-
en forma de un regicidio y varios asesinatos para colmar su perver- 47.
sa ambición. La culpa transporta a Macbeth a que algunas de sus 3. Mousset A. Felipe II. Conferencia leída en el Ateneo de Madrid
víctimas se le aparezcan en forma alucinatoria, todo ello con un el 28 de marzo de 1917. Madrid: Librería General de Victoriano
sufrimiento terrible para aproximarse al grado de crueldad impli- Suárez, 1917.
cado en los asesinatos de su autoría. Los autorreproches de Carlos 4. Kamen H. Felipe de España. Madrid: Siglo XXI, 1997.
toman precisamente el sentido de lo más opuesto: el de no haber-

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