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SAN JOSÉ, Silencio y palabra

Carlos Saravia Máynez

Recensión de Luis Gabriel Mateo Mejía

Biografía: Saravia Máynez, Carlos. San José. Silencio y palabra. Obra editorial de la Buena
Prensa. México. 2021.

Introducción: En esta obra se propone un estudio teológico y psicológico de una de las


principales figuras de la cristiandad, San José. El esposo de María, que además de santo es
uno de los principales patriarcas en la historia de la Iglesia, como institución religiosa. A lo
largo del texto se encuentran enmarcadas algunas claves de referencia de suma importancia
para dialogar con este escrito. Dentro de estás, se tiene, la paradoja o contrariedad, que
superpone a la fe sobre la razón. En está clave se sitúa la dialéctica y la analogía,
especialmente la oposición de lo imposible del hacer humano frente a la realidad, con la
omnipotencia divina que lo puede todo. Otro código es el silencio, especialmente de los
textos bíblicos de Nuevo Testamento hacia José. Otro más, es la palabra, que contiene un
conjunto de interpretaciones que vinculan a las sagradas escrituras desde el Antiguo
Testamento, hasta los últimos textos evangélicos.

Palabras clave: Apologética, interpretación, gracia, santidad, paradoja, pecado, salvación,


dios-trino y uno, espíritu santo.

Desarrollo: Dentro de los principales temas que trata este texto, tenemos: a) la virgen de
José; b) la ciencia y la fe ante el sueño de José; c) la historia de amor que cambió el destino
de la humanidad; d) José, el artesano de la profecía; e) la palabra del silencio de José: Jesús;
f) el espíritu y la esposa en la interioridad del hombre; g) la verdadera obra de José-obrero; h)
el hijo de José que tuvo por padre a Dios; y finalmente, j) el hombre que restituyó la
paternidad a Dios.
Como podemos observar, los temas de este ensayo se encuentran encaminados en una
dirección. Esta dirección es el desarrollo del plan de Dios en la historia de la humanidad. Para
explicar este hecho, se requiere comprender el eje de la historia de la salvación que se
profetiza en el Antiguo Testamente y que culmina con José -obrero, quien da paso a la nueva
alianza entre Dios y los hombres. Para explicar esto acudimos al contexto de las sagradas
escrituras, las cuales, nos muestran la vida de la humanidad dentro del pecado, -alejados del
amor de Dios, los hombres vivimos en pecado-, lo cual gira totalmente al reconocer que Jesús
ha muerto por nuestros pecados, restituyendo y religando así, la comunión entre el hombre y
Dios, quien es el verdadero padre de la humanidad. Pero para lograr esta hazaña, es el mismo
Dios, quien, a través de los profetas, viene preparando a su pueblo elegido para ello: Israel.
Como se sabe, en la antigüedad se ofrecían sacrificios para integrar al ser humano a la vida de
la gracia divina mediante terneros y machos cabríos, pero su imagen y simbolismo, no eran
definitivos, sino una proyección de lo imposible. Solamente Dios haría esto posible al llegar
Jesús, puesto que su vida se predestina y se consagra como hostia propicia para religar al
hombre de manera definitiva.

Es aquí donde entra San José-obrero y patriarca de la nueva iglesia y por consiguiente, de la
nueva generación de la humanidad. En el tema, la virgen de José, se explica el giro
ontológico y el giro de la nueva realidad que da comienzo a la salvación. En definitiva, si
alguien se enfrenta a lo imposible es José, pero no lo hará de forma solitaria y aislada, sino a
la luz de la fe y de las sagradas escrituras, las cuales conocía muy bien. Solamente a la luz de
un poder sobrenatural se puede hablar de una nueva creatura, de una nueva creación,
realizada en el hombre a través de la salvación de Jesús, la cual, se gesta en la base
fundamental de la aceptación que tiene José para con María.

Como podremos observar, la ciencia queda exenta de una explicación racional ante un hecho
tan singular, pues la procreación del Cristo viene dada a través de una intervención directa de
la divinidad en la materia natural del cuerpo humano y la vida misma. Es el espíritu el que
puede explicar de forma apologética, este hecho. En suma, su realidad, sobrepasa la luz
natural de la razón. Puesto que la concepción se realiza sin modificar la integridad y la
entrega que tiene María para con Dios, con quien había consagrado su vida en servicio al
tempo de Jerusalén.
Mismo José, sabedor de estas realidades tiene como obra el trabajar para su propios Dios,
siendo el primero en comprender un poco el misterio de la trinidad. La intervención del ángel
Gabriel y del sueño de José, son señales directas de la modificación del orden natural ante un
hecho singular de sentido trascendente.

Para José, esta intervención directa del creador no hace otra cosa que inflamar su espíritu de
amor hacia María y el mismo Yave, padre y creador del universo. Es José el hombre que
lleno del espíritu santo, alcanzará la santidad al lado de María con un proyecto especial, ser
los padres de la salvación de los hombres. Así, se instaura un nuevo testamento, mismo que
no viene a abolir la ley mosaica, sino a complementarla. El nuevo parámetro del amor y la
misericordia se centra en la revocación del pecado original de los primeros padres, Adán y
Eva, para dar paso al hombre y la mujer de la nueva creación. La nueva creación que religa al
hombre con su Dios y con su único dios en santidad y pureza. Recordemos que, en la nueva
creación, la muerte ya no ora, sino por el contrario, da paso a la creatura celestial para la cual
estamos llamados a ser todos los seres humanos.

José da paso al cambio de la humanidad, pues conoce perfectamente las profecías. José
comprende de manera perfecta gracias a la gracia del espíritu que se le ha dado, para generar
una nueva visión sobre la humanidad redimida. Cambia así la historia de muerte de la
humanidad por el sentido a la existencia de vida y plenitud que tenemos los hombres.

El silencio de José viene a convertirse en la palabra de Jesús, puesto que no podría ser de otra
forma. José no requiere hablar, su palabra ya ha sido encarnada desde una voluntad divina
que sobrepasa toda naturaleza y toda realidad humana. José no requerirá hablar, pues el verbo
encarnado es la palabra completa del crador. José requiere ser el obrero, que silenciosamente
hace su trabajo para llevar a término el proyecto de la salvación.

José restituye la paternidad al creador, para ello, toma a María y da nombre a su hijo,
precisamente el nombre de salvador, pues entiende que la profecía del Cristo tiene la causa
bien definida. José logra el objetivo del creador, para que Dios pueda lograr el objetivo de dar
a los hombres el sentido regio de la vida humana.
Estos conceptos no podrían estar más cercanos al pensamiento concreto y objetivo de los
hombres, por ello son ideas universales o teológicamente elementos absolutos. De aquí que el
amor de José por su esposa representa una clara imagen de una iglesia que es amada por su
creador de forma fidedigna.

En suma, para la sagrada familia no caben las medias tintas, la mediocridad o la hipocresía no
tiene lugar, su fidelidad es un absoluto reflejo del amor de Dios y del amor que entre ellos
mismos se tienen para reflejar la intervención directa del padre de todos los hombres.

Conclusiones:

Es por San José y por su patriarcado por el cual hemos sido restituidos hacia la eficacia del
sacrificio del hijo de dios. El cual, siendo hijo del hombre, predestinado desde el reinado de
David a cumplir las promesas de Dios, logra vencer el destino caduco de la vida, para dar
paso a una vida eterna y trascendente. San José, hombre justo y varón perfecto, simboliza el
significado esencial de la salvación sobre el pecado que oprime al destino de los hombres,
este es la esperanza plena en la restitución de la verdad, la vida eterna y, sobre todo, la vida
en plenitud dentro de la gracia, en resumen, es la vida y el sentido del mismo creador del
universo.

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