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LA BUSQUEDA DE SENTIDO HACIA LA VIDA Y LA EXISTENCIA

LUIS GABRIEL MATEO MEJÍA


2021
Introducción
En la búsqueda de incorporar el concepto de sentido hacia la vida o hacia la existencia, se
han encontrado una gran gama de pensadores. Mismos que van desde la psicología, hasta la
filosofía, pasando por la sociología, la antropología y un largo etc. Sin embargo, en pleno
siglo XXI, este aspecto tan importante para la vida humana, sigue siendo un planteamiento
no tan fácil de explicar, menos aún, de asimilar, por un amplio sector de la sociedad
contemporánea.
Lo anterior es debido a diversas razones, de hecho, es un problema complejo y
multifactorial. Pero podemos señalar que una de estas razones es la vida global y
postmoderna que vivimos. Es decir, en un mundo lleno de problemas, sociedades
complejas, valores y antivalores, diversidad religiosa y sexual, contribuyen a relativizar el
verdadero sentido a la vida y hacia la existencia. Como podemos observar de igual manera,
el amplio sector económico que rige nuestra sociedad global, aunado a la diversidad de
medios de comunicación que el internet ha potencializado, no es difícil concebir la paradoja
de la misma existencia. Esta es: teniendo un mundo evolucionado y con amplias
oportunidades de solucionar la realidad, caemos en la franca contradicción de perder el
sentido.
Ahora bien, falta concretizar la pregunta: es decir, en realidad, ¿qué es el sentido de la
existencia? ¿es equiparable el sentido de la existencia con el de la vida? ¿Cómo podemos
encontrar el sentido de la existencia y consiguientemente, el sentido de la vida? De igual
manera, pensaríamos que basta una sola disciplina científica para dar respuesta a esta
pregunta, lo cierto es que todas las disciplinas científicas dan respuesta desde su haber
habitual, es decir, dese su campo y metodología de estudio particular. Pero el problema es
la realidad humana, la cual, es mucho más amplia, abarca todo el potencial humano, el
mundo e inclusive, el mismo universo. Es una realidad innegable el hecho de que, a nivel
biológico y químico, estamos constituidos del mismo material que está configurado nuestra
vía láctea y, por consiguiente, nuestro universo visible.
Así también desde las ciencias sociales, las ciencias humanas y/o ciencias del espíritu. Es
claro que hablar de una psicología profunda de la psique, por ejemplo, implica comprender
los fenómenos más importantes de la antropología y de la filosofía. Temas como el amor, la
fe y la libertad, van ligados directamente con lo más profundo del espíritu humano.
Por otra parte, el sentido de la existencia y hacia la existencia, nunca se desvincula de la
misma existencia humana, como tampoco desaparece de toda vivencia humana. Aun en las
situaciones más trágicas e inverosímiles de la vida, existen el sentido de la existencia. De
hecho, como lo expresa bien la historia del holocausto de la segunda guerra mundial, aún
en la maleficencia de las barracas de los campos de concentración y exterminio nazi, las
pobres almas de los judíos y semitas, encontraban con mayor vigor dicho sentido hacia la
existencia.

El sentido y su búsqueda a través de la realidad


Para intentar dar respuesta a las preguntas señaladas, debemos considerar primero el hecho
de poder comprender qué es aquello que denominamos sentido. Es de suma importancia
considerar qué es el sentido y cómo se vincula directamente con la realidad humana. De
entrada, todas las actividades humanas tienen sentido, solamente el ser humano, desde una
visión antropológica profunda, es el único que lo tiene, por ser una costura compuesta de
una diversidad de hilos que implican las pulsiones, los sentimientos, sus respuestas
psicobiológicas, y un largo etc.
Solamente el ser humano es sujeto de sentido y es quien da sentido a las cosas, por ejemplo,
una silla tiene sentido, solo para el ser humano, pues en su inteligencia sabe que en ella
podrá descansar. Un animal no contiene en su realidad objetos de sentido, pues su
inteligencia no es sensorial y sensitiva como la humana. Pero más aún, solo el ser humano
es capaz de dar sentido a cosas, ideas, conceptos, que no solamente se circunscriben al ciclo
de la vida. Por ejemplo, el término ‘amor eterno’, o, por ejemplo, el concepto, ‘infinito’.
Solamente caben en el sentido de la propia existencia humana.
Vemos pues que las cosas sentido, ósea, el sentido propio de lo externo a la vida misma e
incluso la vida misma, con su ciclo temporal, conciernen a la inteligencia humana. Que es
la única capaz de entenderlo. El ‘sentido’ es propio e inherente a la realidad humana, es la
particularidad que le da a la vida humana ser un animal de realidades. Capaz de construirlas
y crearlas, incluso aceptarlas bajo las fuerzas de lo que pueda ir más allá de la propia
libertad y determinación, como aquello que se denomina con el concepto destino.
Entonces, cabría preguntarnos también por las herramientas y habilidades que se requieren
para encontrar el sentido de nuestras vidas, por ejemplo, psicológicamente, pero incluso
hay una pregunta más profunda: cuáles serian las potencialidades que debemos desarrollar
en nuestra inteligencia para transformar el transcurrir de nuestras propias vidas y nuestros
propios destinos. Es un hecho que, como seres libres, tenemos un amplio margen de
determinación y decisión. Sabemos que nuestros actos y nuestras decisiones, nos traen
repercusión y consecuencia.
En concordancia, podemos pensar en el umbral de toda acción y realidad humana, en donde
podemos encontrar un sentido sobre lo que constituye la realidad. Incluyendo la forma en
que nos afecta o la forma en al considerar dicho sentido, podemos afectar a otras personas.
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Por otra parte, he señalado que podemos encontrar el sentido de las cosas, pero cómo
podemos dárselo, esa sería la otra parte de la misma pregunta. Es claro que, además de ser
posible encontrarlo, es posible crearlo.

La formación del sentido hacia la existencia y hacia la vida


Mas arriba señalé que había una diferencia entre encontrar el sentido hacia la vida y hacer
que coincidieran los dos, es decir, el que se encuentra, se descubre o se enfrenta, y el que se
quiere hacer bajo la determinación y la libertad con la existencia. De hecho, no
necesariamente coinciden, puesto que podemos encontrar un sinfín de personas cuyas vidas
que viven día a día, no coincide con la forma en que quisieran que se desarrollará su
destino. Hacer que puedan encausarse ambos sentidos a la par, requiere el desarrollo y el
trabajo de todas las facultades humanas, con el objetivo de buscar los valores más elevados
de la vida, como son la autotrascendencia, la autoconciencia y la misma felicidad.
Por ejemplo, desde la psicología, una forma de encausar este encuadre podría bien ser la
logoterapia, misma que el neurólogo Viktor Frankl ha desarrollado a lo largo de su
humanismo. De hecho, la misma palabra logos se puede traducir como ‘sentido y
significado’, puesto que implica una denominación lógica conceptual y una denominación
interpretativa.
Es claro que el ser humano es también lo que hace, es lo que da y es su ‘ser mismo’, su
orientación y cuidado con su ‘sí mismo’, lo orientan con una brújula apropiada hacia la
construcción de su propio destino. El ser humano es capaz de encontrar cosas que le gusta
hacer, así como también, se decide y se determina hacer cosas que necesita hacer. No en
vano se observa en sesiones de terapia psicológica que la construcción y desarrollo de las
potencialidades humanas, requieren tiempo y esfuerzo de trabajo. Pero esto, no solo es
posible, sino además factible y necesario.
Un adecuado contacto con el niño interior de cada persona, una autoestima apropiada y un
reconocimiento de la propia dignidad, además de un crecimiento y cuidado del sí mismo,
contribuyen sobremanera al contacto con el ser más interno de cada persona. Lo cual
posibilita el hecho de encuadrar el sentido que se quiere hacia la existencia, con el que se
encuentra en la propia realidad humana. Por ejemplo, podemos observar que las personas
que tienen una vocación profesional y enfrentan el reto de hacerla crecer, son personas que
mantienen un adecuado enfoque hacia la búsqueda y realización de un sentido hacia la vida
y la propia existencia.

El sentido hacia la existencia en la homeostasis filosófica


Existen diversas posturas filosóficas sobre lo que es el ser humano. Por ejemplo, desde la
antigüedad se considera apropiada la postura de considerar al ser humano como un
compendio del universo, es decir, el ser humano como microcosmos es un compendio del
macrocosmos que lo circunscribe, en todos los sentidos y en todos los significados. Pero

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esta postura es compleja de manejar, puesto que implicará el uso de las ciencias racionales,
-es decir el uso de la razón-, más el uso de las ciencias espirituales, -como por ejemplo la
teología o la cosmogonía, etc.-. En otras palabras, se requiere una metodología, además de
científica-causal-experimental, una metodología científica analógica, que permita
interpretar adecuadamente el fenómeno humano. Este camino es hasta cierto punto
riesgoso, también peligroso, puesto que la interpretación analógica o hermenéutica
analógica, tienden a lo equivoco, más que al único significado y/o sentido significativo de
las cosas. En otras palabras, busca equilibrar la univocidad y la equivocidad, en un diálogo
constante con todas las disciplinas científicas, de ahí su enorme reto, complicación y
trabajo.
Esta búsqueda de equilibrio en el pensamiento, es lo que en la antigüedad se consideraba
propiamente como sabiduría, era aquello que había que buscar y desarrollar, con la
finalidad de encontrar y hacer un sentido propio hacia la vida y la misma existencia. La
integración y la armonía, vuelven a ser elementos esenciales en la vida humana, así como
también lo son en los mismos ciclos de la naturaleza.
Lograra saber y conocer las formas apropiadas de interpretar la realidad, no es un trabajo
sencillo, requiere una interacción con todos los fenómenos de la vida humana. Así como
también, un crecimiento y maduración en el diálogo multifactorial con todas las ciencias o
saberes que tiene la vida misma. Esto implica, desde los saberes tácitos y explícitos, hasta
los conocimientos ‘seudocientíficos’. Esto refleja una clara concordancia con el desarrollo
psicológico de la personalidad, la cual, debe integrar en sus ‘mascaras’, es decir sus
distintos roles de personalidad, tanto aspectos que salen a la luz y son visibles, como sus
partes más oscuras del lama. Aspectos que solamente se guardan en lo más profundo del
corazón de todas las personas.
Por otra parte, dejando a un lado el equilibrio y el balance desde la orientación del pensar
filosófico, podemos encausar las respuestas a las preguntas de inicio desde otros ángulos
del discurso y de la retórica. Por ejemplo, el análisis de la psicología de las emociones, los
sentimientos.

El ejemplo de la búsqueda de sentido hacia la existencia en la sexualidad


humana
Es claro que hoy en día vivimos una libertad mayor que la se tenía hace cincuenta años,
para decidir como vivir una sexualidad abierta y que permita continuar con el apoyo o
desarrollo de cada persona. Pero es un hecho también que nuestro mercado económico,
bastaste sugestivo para satisfacer las ‘necesidades humanas’, han hecho un lucrativo
negocio de la sexualidad humana a través de la pornografía y el ataque hacia los valores
éticos en aras de levantar la bandera de las libertades humanas.
En este claro ejemplo, podemos encontrar la búsqueda de sentido y el posible encuadre con
la vocación como construcción del sentido existencial. Veamos porqué. De entrada, desde
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la biología, la sexualidad tiene un fin, una función, procreativa o reproductiva. Pero desde
la psicología humana, también tenemos otro sentido, pues las necesidades de placer y auto
afectación, son propias de las pulsiones humanas. Ahora bien, es claro que la explotación
de la sexualidad como mero objeto de satisfacción, dejando a un lado la parte psicológica
profunda que conlleva la espiritualidad humana, hace del sexo un objeto y, por ende,
convierte al sujeto en un medio u objeto para lograrlo. Pero claramente sabemos que los
seres humanos no solamente somos medios para lograr las cosas, somos un fin en sí
mismos. Es decir, implica en nosotros la vivencia de todas las partes que componen nuestro
ser, tanto biológicamente como espiritualmente. Finalmente, una sexualidad sana considera
la parte profunda de esta personalidad espiritual humana, pues ahí habita el amor, la
dignidad y otros valores trascendentales.
Queda claro con este ejemplo que, para integrar al sujeto en pleno potencial, se requiere
introyectar con diversos discursos científicos, no solamente con uno o con un cierto único
sentido. El ser humano, como icono de la realidad, permanece abierto y se compone de
todos sus posibles sentidos integrados en su realidad en una sola conjunción. De ahí sus
valores de madurez, plenitud, felicidad, etc.
De manera análoga, la construcción de la existencia como destino, abrirá un horizonte de
diálogos que implican lo espiritual, lo científico, lo cultural, lo social, etc. Pero es claro
que, en todos estos ámbitos, encontraremos campos de sentido, mismos que nos moverán
hacia la introspección, con la finalidad de proponer un horizonte hacia el desarrollo de la
misma existencia. Es claro que las mismas determinaciones sociales juegan un papel
importante en el reto de desarrollar una vida de sentido. Por ejemplo, factores como la
pobreza, el estudio, la posición social, el trabajo, la familia, etc., afectan sin duda a la
formulación de un horizonte de sentido hacia la vida. Podemos incluso concluir que el
horizonte de sentido hacia la existencia, lo hace el ser humano, lo define a su manera. A la
par que interactúa con las fuerzas del universo que le rodean. Vemos que la vida no solo
tiene un sentido, sino muchos sentidos, queda a cada sujeto también, contribuir con la
construcción del propio. De igual manera podemos dar respuesta a la pregunta por el
sentido de la existencia, pues el mismo universo contiene una complejidad de sentidos,
queda a cada sujeto insertarse y construirse en sintonía con su universo existente y
conocido.

Bibliografía
Frankl, Viktor. Psicoterapia y humanismo, ¿Tiene sentido la vida? Colección Breviarios.
Fondo de Cultura Económica. México. 1984.

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