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“El Amor Intelectual en la Filosofía de Spinoza como Referente de Diálogo con el

Pensamiento Postmoderno”

Luis Gabriel Mateo Mejía1

Silvia Andreli Díaz Navarro2

Resumen: Nuestro siglo actual, tan marcado de un pensamiento posmoderno, nos ha


demostrado lo cambiante y vertiginoso que puede resultar la realidad, así como lo asombroso
de la misma3. Imbuidos en su liquidez, nos vemos empujados a considerar algunos valores
humanos, como objetos de fácil uso, manejo o modificación. Sin embargo, el aspecto
axiológico de nuestra conducta no ha dejado de proponer un dialogo con la razón y con los
fundamentos del criterio ético que pretende la búsqueda de la felicidad humana. Es desde ese
horizonte, en el que “el amor intelectual”, explicado en la filosofía de Baruch Spinoza, siglo
XVII, sigue confrontando el debate con nuestro tiempo, mesurado por el desarrollo
tecnológico y la vorágine de la producción. En dicho debate se encuentra la posibilidad de
considerar el verdadero sentido del racionalismo posmoderno, a la par que nos reubica en esa
búsqueda del verdadero sentido de la felicidad y la existencia autentica. Elementos que no
pasan de moda, aún con el transcurrir de los siglos.

Palabras Clave: Amor Intelectual, Racionalismo, Realismo, Posmodernidad, Axiología, Humnismo.

“Ningún amor es eterno, salvo el amor intelectual. El amor intelectual del alma hacia
Dios es el mismo amor con que Dios se ama a sí mismo. En virtud de esto,
comprendemos claramente en qué consiste nuestra salvación o felicidad, o sea, nuestra
libertad”4.

Contexto Histórico.

Este es uno de los párrafos de la obra sobre ética que escribió el filósofo holandés en el siglo
XVII, esta obra, es sin duda, el reflejo de un pensamiento desarrollado en función del
intelectualismo de una época que habla por si sola de grandes cambios. Cambios coyunturales
a nivel mundial, si consideramos el siglo XVII como el preámbulo del siglo que siguió a las
grandes revoluciones y creación de las más importantes constituciones políticas, gestando los
países que hoy en día configuran el orbe de nuestra civilización tanto occidental como oriental.
El siglo XVII representa la consumación de una idea modernista que se originó desde el
renacimiento, pero que requirió de la ilustración y de los grandes intelectuales del 1600 al
1700, para dar paso a la formación de una sociedad completamente modernista, cientificista,
capitalista e industrializada. Es natural que en el siglo XVII, el paradigma intelectual tomo giros
improcedentes, razón por la cual, hoy en día, hemos devenido en un momento histórico
1 M.T.A. Luis Gabriel Mato Mejía. Docente del IF y del I.T.S.Purhépecha. <mateo.gabriel0007@gmail.com>
2 M.T.E. Silvia Andreli Díaz Navarro. Docente de asignatura en la Universidad Vizcaya Uruapan.
3 BAUMAN, Zigmunt. Ética posmoderna. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp. XXIV-XXV.
4 SPINOZA, B. Ética demostrada según el orden geométrico, V, Proposición XXXII, XXXIII, XXXVI, en Edición de:

DOMINGUEZ, Atilano. Editorial Trotta. Madrid. 2000. p.262-263.

1
singular. Nuestro momento histórico parece haber consumado los ideales premodernistas, a la
par que contiene una fuerte crítica sobre el fracaso de algunos de sus principales ideales.

Hoy en día podemos hablar de modernidad y posmodernidad, como hechos que resultan
naturales, sin embargo, si nos acercamos al interior de dichos conceptos, nos encontramos que
la misma modernidad, como la época de la ilustración, ha tenido grandes retos y enemistades,
tanto de intelectuales, como de ciudadanos de todas partes del mundo, para lograr el éxito de
una sociedad racional. Hoy en día, podríamos enfatizar en las numerosas irracionalidades de
nuestra sociedad occidental5, debido al fracaso de un proyecto de modernidad inconcluso,
debido a la fragilidad de la condición humana, pero sobre todo, debido a la falta de una
convicción ética que requiere, urgentemente, ser tomada en cuenta por parte de todos los
hombres y mujeres de este nuevo siglo.

Problemática Axiológica.

Al hablar de ética, se debe de acotar con precisión que parte de la misma se quiere resaltar,
resulta que la ética y la moral, como ciencias humanas y sociales, disfrutan de una riqueza
inmejorable hoy en día, en relación con la interdisciplinariedad de las ciencias, en relación con
su impacto en numerosas áreas de la vida social, política, tecnológica, cultural y económica. De
forma particular, los valores, los cuales pueden ser definidos como el conjunto de cualidades
humanas, que permiten valorizar los actos futuros y pasados, desde la perspectiva de un
aspecto apreciativo, que se valora como un bien a ser tomado y/o adquirido por parte de los
seres humanos. Sin embargo la axiología, encuentra algunos problemas para desarrollar la
teoría de los valores; debido a que los valores se aprenden, se descubren, se transfieren de los
grupos sociales a los individuos y viceversa, lo que hace complejo el desarrollo de un sistema
racional que permita al sujeto, jerarquizar de forma unánime y convincente, lo que para otros
sujetos podría ser percibido como no-jerarquizable de forma unánime y convincente. Es decir,
los valores en cuanto a aspectos materiales y no tangibles, son polarizables por la conducta
humana.

El amor es un valor que se encuentra en este plano. El amor desde la antigüedad griega gusta
de un plano complicado en la comunicación con la racionalidad objetiva del conocimiento. Sin
embargo en la actualidad existen numerosos estudios sobre la relación que tiene la neurología y
la bilogía en la constitución humana6. De hecho, la psicología desde Freud y Jung, también
enfatizan en la relación directa que guarda la conducta con la clara o incorrecta apreciación que
se hace de los sentimientos, para definir la conducta humana. La Intelectualidad no es entonces
un simple actitud de valor hacía el conocimiento ciego y sin aplicación. La intelectualidad es
una construcción que hace el sujeto para desarrollar las capacidades humanas de su intelecto y
de su razón, sin dejar de estar conectado con las potencialidades humanas que contienen las
emociones y los sentimientos. Hoy podemos afirmar que la inteligencia y la capacidad sensitiva

5 Idem. BAUMAN, Zigmunt. Ética posmoderna. pp.27-29.


6 DAMASIO, Antonio. En busca de Spinoza. Editorial Destino. 1a. Edición., España. 2011. p.38.

2
se relacionan de una forma tan robusta que entender dichas relaciones contribuye de forma
unánime para el crecimiento y desarrollo humano de toda persona.

Problemática Epistemológica.

Los problemas que estudia la teoría del conocimiento para demostrar la posibilidad del
conocimiento, caracterizan el significado del realismo, del empirismo, del racionalismo, así
como los fundamentos antropológicos que hacen posible el acto y hecho de conocer en el ser
humano. Sin embargo, en el caso de la filosofía propuesta y desarrollada por Baruch Spinoza,
agrega un nuevo problema, es decir, ¿podríamos establecer las ideas claras y distintas7, como
una caracterización de las señaladas teorías del conocimiento? Durante muchos años se
construyeron fuertes debates al respecto, unos a favor y otros en contra. Sin embargo, el
discurso filosófico se acerca a la exactitud de los conceptos a través del análisis y la reflexión
racional, por lo que ahora se considera plausible determinar una epistemología racionalista8 y
realista en el filósofo sefardí-holandés, a la par de una postura monista sobre la realidad.

Ahora bien, el conocimiento y la percepción humana, tienen una aplicación tacita en la vida de
cualquier sujeto, siendo su felicidad su más preciado tesoro, así como la practicidad de una
conducta cuya moral sea aceptada y adecuada a la época. De aquí que la propuesta de la
factibilidad del conocimiento, desde un aterrizaje previo en la posibilidad del mismo, y desde
una certeza, de lo que puede ser bueno para un individuo, sea sin duda, la propuesta que se
infiere del pensamiento racional de Spinoza. Por otra parte, en la actualidad, nuestro mundo
modernizado por la tecnología y la revolución del conocimiento, nos aguarda un esquema de
conocimientos que pueden ser modificados con cierta velocidad9. Los conocimientos de
nuestro siglo son prácticamente desechables en el momento que pasan a ser inoperantes o
inservibles; sin embargo, el valor de la apreciación por intelectualidad y la riqueza del saber no
se pierde, sino que se ha transformado en formas más sutiles y quizá, menos prácticas, para
enfrentar la formación educativa del sujeto. Menos prácticas porque se requiere de un mayor
grado de especialización y una mayor formación en la particularidad de las ciencias, para poder
llegar a una integración global de las mismas, aspecto que no se tenía tan delineado en el siglo
XVII.

En lo que concierne a las formas de entender la ética, es claro que el racionalismo de Spinoza
puede distanciarse del racionalismo de Descartes, de donde se tienen posturas diferentes para
acercarse al ‘noúmeno’, ‘la cosa en sí’ es un aspecto que ha inquietado a todos los pensadores.
El principal aspecto de este distanciamiento se basa en la metodología para acercarse al
fenómeno de estudio, es claro que en Spinoza se da por hecho el acercamiento a la totalidad en

7 SPINOZA, Baruch. “Tratado de la reforma del entendimiento, Principios de filosofía de Descartes, y Pensamientos Metafísicos”.
En edición de Atilano Domínguez. Alianza Editorial. Madrid. 1988. pp.75-77.
8 BENNET, Jonathan. “Un estudio de la ética de Spinoza”. Editorial Fondo de Cultura Económica. 1a. Edición.,

México. 1990. pp.34-35.


9 BAUMAN, Zigmunt. “Ética posmoderna”. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp.29-30.

3
la integración cuerpo-mente, no obstante, las corrientes de la filosofía moderna, como es el
caso de la fenomenología, reconocer el problema que guarda dicha aseveración, en donde la
posibilidad de la vinculación entre la materia y el espíritu, sigue siendo un hecho o factum por
demostrar10.

La Ética de Spinoza y su relación con la Neurobiología.

Los conocimientos de la biología y la neurología en la naturaleza humana, así como el


conocimiento de los sentimientos desde la perspectiva de Spinoza, se vinculan en la tesis
Antonio Damasio11. En dicha tesis, el anidamiento de las emociones, vinculadas a las
respuestas sensomotrices del cuerpo humano, forman los sentimientos que acrecientan el
grado de tristeza o el grado de alegría en el individuo. La neurobiología acrecienta su caudal de
conocimientos y atestigua la vigencia de la postura de Spinoza en cuanto a la búsqueda de la
felicidad, como obtención de la adecuación de las emociones con el intelecto. En ese sentido la
sensibilidad de la inteligencia se muestra y se expresa en la conducta12, al preceder en las
emociones a los sentimientos, siendo el amor y la felicidad una proyección de la alegría o la
ausencia de un estado depresivo o melancólico en el cualquier individuo.

El estudio de la neurobiología implica una revisión de otros organismos más sencillos, para
comprender la maquinaria de nuestro cerebro humano, sin embargo, las tesis que corroboran
la homeostasis de la conducta, por el adecuado funcionamiento de la corteza cerebral, se
encuentran a pocos pasos de la puesta en marcha del funcionamiento del cuerpo humano. Ya
sea por la risa o por el llanto, se proyectan las emociones que culminan en una postura de la
conducta, haciendo una fuerte relación con la ética, la moral y la inteligencia. En el texto de
Damasio, se encuentran distintos matices de la personalidad de Spinoza, por lo que las
dimensiones la filosofía del pensador sefardí, implicaran el monismo, el racionalismo, el
cognitivismo, la bilogía, la ética y la moral, así como la visión política de la naturaleza humana.

Al considerar Spinoza que ‘Deus sive natura’13, se formula un panteísmo que explica una tacita
relación entre la naturaleza, las cosas y la vida humana. La potencia de un dios omnipotente, se
percibe en la naturaleza, los animales, las plantas y por supuesto, en la vida de los seres
humanos. Pero dicha potencialidad se explica desde un horizonte racional que obedece a las
leyes de la física, de la química, de la biología y de las matemáticas. Debido a esta razón, la
inmanencia de la vida humana, concatenada en el eslabón de la naturaleza y de la evolución, no
conflictúa con la trascendentalidad de un dios creador. En este sentido, el racionalismo de
Spinoza parecería carecer de un aspecto crítico, elemento demasiadamente apreciable en la
lógica formal y en la objetividad de las ciencias exactas. Sin embargo, el hecho de suponer la

10 INFANTE, Fernando. “Formas de identificación en la ética de Spinoza”. Thémata, Revista de Filosofía, Núm., 47,
2013. pp.152. Universidad de Sevilla. Recuperado el 18 de marzo de 2016 en:
http://institucional.us.es/revistas/themata/47/art_9.pdf
11 DAMASIO, Antonio. “En busca de Spinoza”. Editorial Destino. 1a. Edición., España. 2011. pp.37-38.
12 Idem. DAMASIO, Antonio. pp.39-42.
13 Idem. SPINOZA, B. “Ética demostrada según el orden geométrico”. Prefacio parte IV.pp.184-185.

4
existencia de una substancia absoluta y total con respecto a la realidad14, no demerita para la
reflexión moral. Por el contrario, hoy en día la neurobiología y otras ciencias estudiadas desde
la bioética, como es la teoría de las emociones, consolidan una postura metaética que permite ir
hacia el rumbo de la aplicación directa del pensamiento en la conducta. De aquí que la felicidad
a la que se quiere llegar no solamente se presupone, sino que además es una orientación de la
vida en función de su ciclo biológico, lo que contribuye a establecer una formulación de la
construcción de la personalidad en su cuadro axiológico. Es decir, la afección es real, puesto
que el sujeto experimenta la presencia de un objeto que le ocasiona un afecto en la
transformación de la potencia de su obrar, movimiento que genera en la conciencia una primar
aproximación al conocimiento: del ‘affectio’ al ‘affectus’. Por otra parte, los conocimientos y las
ideas, van depurándose en el intelecto para pasar de las ideas confusas a las claras, de los
pensamientos erróneos a los pensamientos correctos y acertados, en otras palabras, de las ideas
(inadecuadas), a los pensamientos, (comunes), para llegar a la razón.

El amor intelectual como valor y referente de diálogo.

Si los sentimientos son orientados positivamente para incrementar las potencialidades de la


vida humana, entonces también el amor y la intelectualidad se vinculan en un grado
importante. Si bien el amor como ‘eros’, se refleja en esa fuerza de la vida que busca su
autoafirmación, el intelecto a su vez confirma dicho esfuerzo, como lo explica el ‘conatus’ de la
filosofía en la ‘Ética de Spinoza’15. Esta moción y habilidad humana, no puede ser una
capacidad que desatienda las pautas de comunicación con todo aquello que denominamos
realidad, puesto que dentro de esa categoría fundamental se sitúa el bien y la bondad, como
categorías de las valoraciones humanas.

En la tradición griega, el dialogo relaciona la dialéctica, puesto que sobrepone los argumentos
que el intelecto racionaliza para inferir y/o deducir aspectos concluyentes. En el pensamiento
crítico actual, la conversación y la discusión giran en torno a un sentido, (dialektiké tekhne),
puesto que se va develando el conocimiento ausente. Desde este sencillo aspecto de la
conversación humana, el trabajo del pensamiento se nos muestra de forma verdadera en su
relación correcta con los conceptos o significados objetivos. Más aún, nuestro trabajo
intelectual busca la verdad como un esquema de encuadre que atestigua, ‘veristas’, lo
confrontado y percibido en la realidad. De aquí que el dialogo que incluye valores como la
búsqueda de la objetividad y el recto pensar resulta ser una base sólida en la construcción del
destino humano.

Por su parte, las pasiones y las ideas, se encuentran entonces en una correlación. Si bien,
Spinoza, adelantado en su método a través de sus supuestos, coincide con la formulación
racional que hoy en día hace Henry en su fenomenología de la vida y Damasio en su
neurobiología. Se pretende entonces considerar de forma precisa, la funcionalidad de nuestro

14HENRY, Michel. “La felicidad de Spinoza”. Editorial La Cebra. 2008. p. 12.


15 Idem. INFANTE, Fernando. pp.144. Universidad de Sevilla. Recuperado el 18 de marzo de 2016 en:
http://institucional.us.es/revistas/themata/47/art_9.pdf

5
intelecto, sin caer en un monismo panteísta, o clasificando dicha correlación como la
consecuencia de una inevitable estructura dualista entre el materialismo y la mente. El estudio
del “monos”, sin entender la estructura de la condición humana y su antropología racional, nos
forzaría a estar en el plano de un panteísmo que no puede dejar al hombre su ‘estatus quo’ de
libertad. De igual manera, el dualismo determinista, que no considera la visión de un
humanismo que puede decidir en materia de conducta y moral, nos arrebata en la
inconsistencia de una vida demarcada por la conducta errática y la predestinación social. En
definitiva, la intelectualidad y el amor que incluya, (pasión-pathos en cuanto se padezca o
sentimiento-afecto en cuanto se tenga como una fuerte moción), son elementos que requieren ser
precisados para la obtención y concreción de la vida feliz.

La felicidad como anhelo humano.

Es quizá la tesis de Michel Henry la que más se distingue del distanciamiento que puede tener
el ‘Amor Dei Intellectualis’ de Spinoza, del racionalismo moderno16. Desde el pensamiento
fenomenológico de Henry, en el caso de Spinoza no hay nada que demostrar, la Sustancia
Total de la Realidad Absoluta, no se demuestra, se presupone, razón por la que la felicidad es
posible en todo ser humano que concierta su conducta en una congruencia y adecuación con
su forma de pensar. El racionalismo de Spinoza deviene para Henry en monismo, diferente a la
postura cartesiana y diferente al ‘aparecer de la vida’, que se hace presente así misma y no
presupone demostración o contradicción, sino por el contrario, es una autoafectación continua
hacía todo ser que participa de la vida17. Sin embargo, este racionalismo moderno no es el
mismo aspecto de la crítica racional que se hace en la posmodernidad18.

La felicidad en la Ética de Spinoza no es la ausencia de dolor, sino la presencia de una


adecuación entre la razón y las afecciones del cuerpo humano, inclinado al error y al
conocimiento erróneo de las cosas. Se identifica el estado intelectual de la felicidad como una
tautología de la moral vivenciada en los hechos. La ‘verdad’, en este sentido, es lo que se hace.
Esto rechaza una estructura antinómica del ser19, puesto que hace posible la oportunidad de
dejar a un lado las paradojas de la conducta errónea, a la vez que inclina una subjetividad que
pareciera posicionarse de forma absoluta en la existencia del sujeto. Pero esto no hace sino
confirmar el carácter abierto de la realidad humana. Es decir, en Spinoza la esencia del ‘ser’ no
se limita a su marco ontológico o epistemológico, sino que atraviesa la existencia total de la
vida humana. En este caso, Henry nos ayuda a superar la posibilidad de una confusión entre el
‘Ser’ y sus posibles manifestaciones, (modos explica Spinoza), puesto que la fenomenología de la
vida contribuye a esclarecer el esfuerzo racional que necesita todo individuo ante el continuum
acto de la conciencia humana. El ímpetu y el tiempo que transcurre la vida ligada a la
conciencia es de suyo un momentum complejo y correlacionado.

16 Idem. HENRY, Michel. p. 16.


17 Idem. HENRY, Michel. pp. 19-20.
18 HABERMAS, Jurgen. “El discurso filosófico de la modernidad”. Editorial Taurus Humanidades. Madrid. 1989.p.19.
19
Idem. HENRY, Michel. pp. 167-168.

6
La Ética postmoderna y sociología.

La escuela de Fráncfort, después de 1934, mantuvo una aplicación de la ‘teoría crítica’, como
análisis de la sociedad y la cultura de Europa y Norteamérica. Para 1955, la teoría crítica fue
una base racional que permitió la apertura de un discurso moderno y a la altura de los
problemas de la posguerra20. La caracterización de esta teoría fue sin lugar a dudas, la
apreciación del estado del arte en cuanto a la vivencia de los principales acontecimiento
sociales y políticos, desenmascarando la realidad operante que se suscitaba de fondo: ‘la crisis
del pensamiento moderno’. Por ello la necesidad de autocercioramiento en Habermas21 y la
formulación de la posmodernidad, como presencia de ideas equivocas ya presentes en el siglo
XVIII y XIX. Una de las principales ideas equivocas que se transfirieron al nuevo siglo es la
idea del tiempo, cuya materialidad se consideraba como el reflejo de la concretización de los
valores modernos, tanto en el campo de la política como en el de la economía, sin embargo,
después de las grandes guerras y en el preámbulo de los movimientos radicales y sociales de
1960 y 1970, el concepto tiempo no podía ser pensado de forma lineal y en función del
progreso, por el contrario, las estructuras temporales y atemporales de la vivencia subjetiva de
los individuos es cambiante. Por ello Habermas22 insistirá en una modernidad inacabada,
inconclusa, “la ilustración se torna mitología”, que sin embargo contiene un mundo altamente
dinamizado. Los patrones de tiempo, movimiento, comunicación, avances tecnológicos,
científicos y de salud, fueron lo suficientemente consistentes para gestar una diversidad de
mundos y submundos en la nueva era de globalización.

Tres son las categorías que resultan modificadas en el pensamiento actual y que repercuten de
forma directa en la ética social de nuestro siglo: el pragmatismo, el idealismo y el realismo. Para
Lyottard, el pragmatismo del saber, entre el discurso o saber narrativo y el saber científico23,
permite al individuo legitimar aspectos racionales, que no necesariamente contienen elementos
lógicos de veracidad. Es decir, la paralogía24 es una de las herramientas que como sociedad
hemos integrado a nuestra vida contemporánea. La sociedad necesita de una forma pragmática
insertar aspectos ideológicos que le permitan dar sentido a las actividades modernas, como es
el caso de la economía global y la aplicación de políticas gubernamentales. En Lyottard
encontramos una visión de la realidad en donde prácticamente todo es criticable. Por otra
parte, el idealismo es otra de las esferas del pensamiento posmodernista. El idealismo

20 ENCICLOPEDIA HERDER. “Teoría crítica”. En línea. Visto el día 28 de enero de 2016 en:
https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Hillmann:Teor%C3%ADa_cr%C3%ADtica
21
Idem. HABERMAS, Jurgen. “El discurso filosófico de la modernidad”. p.23-24.
22
Idem. HABERMAS, Jurgen. “El discurso filosófico de la modernidad”. p.138-139.
23 LYOTARD, J. Francois. “La condición posmoderna. Informe sobre el saber”. Editorial Catedra. Madrid. 2000. pp.58-

59.
24 Persuasión con discursos falaces y razones aparentes. RAE. En línea. Visto el día 20 de marzo de 2016 en:

http://dle.rae.es/?id=RrKJUg1

7
presupone las categorías racionales que pueden ser ideales en la conducta y en la subjetividad
del individuo. En este sentido, el idealismo que se tiene en el pensamiento posmoderno,
contiene a su vez una fuerte tendencia al humanismo y la lucha contra su crisis de valores,
ocasionada por la vida técnica y productiva que se desarrolló después de 195025. El ser humano
como centro de la vida humana y sin conflictos con la metafísica occidental, es una de las
cuestiones que Lyottard analiza de cerca. Si bien, no es menos importante la interpretación que
se hace respecto al carácter práctico del discurso y de las ciencias experimentales, Lyottard
enfatiza la crisis de valores debido a la racionalidad que se tiene en la construcción del tejido
social y cultural. En este sentido, el idealismo es una de las cuestiones que más afectan a
nuestro siglo, hoy en día existen grupos de individuos con cierto ideario, que en ocasiones, se
contrapone con el ideario político, científico o religioso, de otros grupos sociales. Por tanto, el
valor de la intelectualidad, debe de inclinar la aplicación de la inteligencia en la construcción de
ideales interculturales, que pueden ser compartidos desde la ‘praxis’ de un horizonte de sentido
y hechos. No solamente desde el horizonte de la intelectualidad académica que puede
desmenuzar los discursos y las ciencias con su aspecto crítico o analítico.

El realismo como categoría sociológica es analizado por Bauman. Para quien el aspecto de la
responsabilidad moral no necesita fundamento26, puesto que éste se complejiza en cada
actividad humana. Es decir, la antropología racional de los hechos morales tienen de suyo una
cierta complejidad, ambigüedad y plasticidad, que hacen de la condición humana un continuo
movimiento por acertar y perfeccionar la convivencia y la esencia humana. El ser humano
como ‘homo perfectum’ representa un ideal y una realidad. En cuanto a realidad, el progreso
moral se sitúa en las afueras de la vivencia vagabunda o de turistas que los individuos tenemos
hoy en día con nuestra sociedad. Se requiere compromiso con la integración del tejido social y
con la re-estructuración de una civilización que no se autodestruya así misma. El realismo de
Bauman hace hincapié en la fragilidad de las normas universales que rigen la posmodernidad.
Por tanto, una ética posmoderna es una radiografía de la realidad que vivimos los pueblos
occidentales y es también un acercamiento a las soluciones que se pueden inferir, para
configurar los ideales de inclusión individual, tanto en derechos como en obligaciones morales.
La ética posmoderna de Bauman, dentro de sus estudios sociológicos, enfoca los descontentos
de las reglas universales que han generado la racionalidad cientificista y mecanicista, que en
definitiva27, ha mantenido la legitimación de la explotación racional del hombre por el hombre.

Dialéctica del amor intelectual y la vida postmoderna.

La vida posmoderna guarda una estrecha relación con el concepto y valor de ‘amor intelectual’,
por una parte en cuanto a valor que repercute en el progreso moral del individuo, y en cuanto a
la aplicación de la reflexión ética que se tiene de las categorías racionales que se viven hoy en
día. La apreciación y desarrollo de la intelectualidad, implica una clara visión del pragmatismo,

25 VATTIMO, Giani. “El fin de la modernidad. Nihilismo y Hermenéutica en la cultura posmoderna”. Editorial Gedisa.
Barcelona. 1987.p.35.
26 BAUMAN, Zigmunt. “Ética posmoderna”. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp.74-75.
27 Idem. BAUMAN, Zigmunt. “Ética posmoderna”. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp.29-30.

8
del idealismo y del realismo. Es de suma importancia la contextualización racional que se tiene
de la realidad en aras de mantener un contacto pleno con la naturaleza de los hechos y los
fenómenos. La practicidad y carácter ‘práctico’ de los conocimientos aplicables, es el análisis
racional que se tiene de los alcances universales de los conceptos. El individuo de la vida
posmoderna considera y estudia amplios sectores de información, sin embargo, el impacto de
los conocimientos informativos en el desarrollo humano, radica en una correlación adecuada
de la función de la conciencia con la conducta28. De igual manera, el ideal de felicidad o de
autorrealización considera la vivencia del paso del tiempo como algo disfrutable, pero más aún,
la razón humana requiere de puntos de convergencia existentes o inexistentes en el tiempo, que
sin embargo, direccionan la conducta y la reflexión en un plano de bien y bondad que supera y
complementa la subjetividad.

En la filosofía de Spinoza, el amor intelectual resulta un valor apreciable hoy en día, pero
requiere de precisión, puesto que la función intelectual del ser humano no es únicamente una
actividad de contemplación, mueve a la conducta que moralmente es calificable. Razón por la
cual, el movimiento de dialogo que desarrolla plausibles tesis morales, como por ejemplo, las
prescripciones de la moral deontológica en el cuidado de la salud de hace cien años, son
confrontadas por las antítesis de los conocimientos y descubrimientos novedosos que las
ciencias van incorporando día a día, ocasionando una síntesis con un mayor grado de exactitud
racional y por consiguiente, aplicable a la conducta. El amor intelectual es uno de los valores
rescatables del pensamiento premodernista del siglo XVII en el pensamiento de Spinoza. En la
actualidad, la visión posmoderna de una vida cuya solidez se pierde por el desarrollo
vertiginoso de la economía, una inclinación natural a la corroboración de los conceptos e ideas
que se informan en la sociedad, contribuiría a la cohesión del tejido social, considerando
valores y derechos humanos necesarios para la vida civilizada.

Conclusiones.

La dialéctica del pensamiento29, (alteridad-unidad), implicará pasar los puntos antagónicos que
encuentra el pensamiento al momento de inferir conocimientos. En la relación que guarda el
amor intelectual como estructura axiológica, se desencadena el mismo efecto que mueve a los
estados de ánimo comprendidos por la tristeza y la felicidad. La felicidad es consecuencia de
uno de los grados de la intelectualidad que más se autoafecta. Los términos ‘amor’ e
‘intelectualidad’, pueden partir de un antagonismo vivencial o existencial, el primero haciendo
alusión al estado de ánimo y el segundo haciendo alusión a pensamientos lógico-concretos de
los conocimientos que se tiene de la realidad, por lo que el grado de aversión o rechazo a un
objeto cognoscible, puede generar gusto o tristeza, representando un esquema dialéctico en la
conciencia.

28
Idem. DAMASIO, Antonio. pp.288-289.
29TEJEDOR, C. Cesar. “Una antropología del conocimiento, estudio sobre Spinoza”. Publicaciones de la Universidad
Pontificia Comillas. Madrid. 1981.pp.268-269.

9
Los estudios en materia de neurobiología no contradicen el hecho del carácter ‘Totalista’ que
tiene el amor intelectual en el pensamiento de Spinoza. Por el contrario, contribuyen el
acercamiento a las ciencias exactas y a la autoafirmación que guardan estas disciplinas con la
anatomía y biología humana. El aspecto ‘inmanentista’ de la vida, de manera particular en la
configuración racional de la felicidad humana, no contradice los ideales de perfección y
trascendencia humana. Es claro que la comprensión real de la materia y la naturaleza de las
cosas, favorecen la aplicación de la conciencia desde un cuadro ético, moral social y cultural.

El ‘yo’ como sujeto y agente de pasión, (‘eros’), se orienta con la complementación de la


conciencia, que además de su moción primaria para despertar las emociones, da cabida a la
racionalidad por la capacidad de apertura que guarda el ‘ser consciente’ con la realidad,
(‘homeostasis entre sentimientos y razón’). En la actualidad la posmodernidad apunta a la superación
de la crisis del humanismo, crisis generada por la pérdida de un idealismo robusto, que pueda
dar continuidad del progreso moral en el transcurrir del tiempo. Igualmente, el análisis de la
teoría crítica señala una diversidad de estructuras ideológicas pragmáticas a los intereses
colectivos o culturales, pero que pueden confundir el desarrollo de la totalidad de las
potencialidades humanas, por lo que el desarrollo intelectual, implica la integración del valor de
búsqueda, investigación y amor al verdadero conocimiento.

Bibliografía:

BAUMAN, Zigmunt. “Ética posmoderna”. Editorial Siglo XXI. México. 2005. pp.XXIV-XXV.
BENNET, Jonathan. “Un estudio de la ética de Spinoza”. Editorial Fondo de Cultura Económica.
1a. Edición., México. 1990. pp.397.
DAMASIO, Antonio. “En busca de Spinoza”. Editorial Destino. 1a. Edición., España. 2011.
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ENCICLOPEDIA HERDER. “Teoría crítica”. En línea. Visto el día 28 de enero de 2016 en:
https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Hillmann:Teor%C3%ADa_cr%C3%ADtica
HABERMAS, Jurgen. “El discurso filosófico de la modernidad”. Editorial Taurus Humanidades.
Madrid. 1989.pp.462.
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