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En los límites de Night City, por fuera de la muralla. Hay varios distritos no
reconocidos por el ayuntamiento. Les dicen After. En esta región, a
diferencia de las colonias internas, hay un paisaje menos urbano, con
secciones sin pavimentar, y pequeños grupos de casas dispersados por los
valles alrededor de los asentamientos principales.
Ahí, las personas viven lejos de todo, incluso de la ley.
—¡Ey! Muchas gracias —Eternal Letters sostiene un algodón de
azúcar con un ala—. Se ve delicioso.
—Son 10 créditos —dice una vieja terrestre del otro lado del
mostrador.
La tarjeta hace un pitido al pasar por la terminal. Antes de que el
ordenador marque la transferencia, el pegaso guinda ya ha devorado más de
la mitad de esa delicia azucarada.
—¡Cielos! —exclama la anciana—. Es la primera vez que alguien
come uno de mis algodones con tanta prisa.
—Es una antigua costumbre. Aunque, que esto esté delicioso
¡también ayuda!
—No eres de por aquí ¿verdad? Jamás te había visto antes.
Eternal lanza el palito ya sin nada de dulce hacia el bote de basura.
—Solo soy un poni que viene de pasada —dice mientras se limpia la
barba y guarda la tarjeta en su alforja.
—¿Qué te trae a After?
—Vengo a esperar a un amigo.
En cuanto sale del local emprende el vuelo. Tarda un poco en llegar a
la cima de una colina, donde aterriza en la copa de un árbol. La joven Smile
lo espera sobre una pequeña plataforma oculta por las frondosas ramas.
—¿Encontraste lo que te pedí?
—Sep, fue más fácil de lo que pensaba. Va.
La joven pegaso atrapa una bolsa de frutas secas. Una gran sonrisa
aparece entre sus pecas; muere de hambre. Ataca la bolsa sin piedad. Come
igual o más rápido que Eternal. El viejo pegaso, por su parte, baja las
alforjas y comienza a sacar latas y otros productos.
—También traje un par de jugos —dice.
—Comiste algodón de azúcar, ¿verdad? —comenta Simile antes de
lanzar el último pedazo de manzana deshidratada y atraparlo con la boca.
—¿Cómo te diste cuenta?
—Tu barba. Tiene una mota.
Letters baja la mirada para encontrar una bolita del preciado dulce
rosa que no alcanzó a limpiar. Sin pensarlo, la atrapa con la lengua.
—¡Iugh! Qué asqueroso —exclama la chica torciendo sus labios.
—Recuerda lo que te enseñé. Nunca hay que desperdiciar la comida.
Esta hermosa barrera bajo mi barbilla ayuda a minimizar la pérdida bastante
bien.
Eternal, con semblante orgulloso, da un gran trago a su lata de jugo.
—Yo sigo sosteniendo que deberías rasurarte ese pegajoso manojo de
pelos, y aparte. —Smile apunta al estómago—. Creo que no es lo único que
debes cortar. Ya se te comienza a notar más la barriga.
—Ja, ja, ja. No te preocupes por mí. Estar pachoncito a veces ayuda
al combate. Aparte, ya casi llega mi retiro, pronto podré comer tantos
caramelos como quiera.
—Bueno, si tú lo dices…
La joven pegaso toma su botella con ambos cascos, mas no alcanza a
beber nada de su dulce contenido. Su visor frente a uno de sus ojos
comienza a marcar alerta, al tiempo que el pegaso guinda despliega el suyo
del aparato sobre su oreja.
Ambos asoman la cabeza entre las ramas. Dos destructores surcan el
cielo a la distancia, dejando estelas de color azula tras sus motores.
—Identifica el de la derecha —ordena Eternal—. Yo me encargo del
otro.
Pasan de largo en un instante, sin embargo, es suficiente para obtener
lecturas de las dos máquinas. De regreso en la plataforma, Eternal teclea un
número en un ordenador colocado sobre la esquina del lugar. Comienza con
55 56, la extensión para un canal de seguridad.
Una pantalla es proyectada delante de los dos ponis.
—Aquí el equipo de reconocimiento —informa Smile—. Hemos
confirmado la entrada de los dos destructores a la ciudad por el lado norte.
—Bien, todo parece indicar que la información que recibí era
correcta —dice una voz desde la pantalla antes de dar un largo suspiro—.
Eso quiere decir que lo van a llevar a la Sede Central.
—Tiene sentido —opina la joven pegaso—. Podría ser la única pista
del AS para dar con el emperador. Si yo fuera ellos lo pondría en máxima
seguridad también.
—Eso hará muy arriesgado tratar de sacarlo, Anciano, incluso para
mí. —dice Eternal encogido de hombros—. Pero supongo que no hay de
otra, visitaré a mis viejos amigos. Solo espero que me dejen decir hola
antes de tratar de matarme.
—No solo ocupas extraer a ese soldado unicornio, Letters. —La voz
de la pantalla adquiere un tono misterioso y emocionado—. La princesa
Rainbow Star hace poco nos ha informado de un ser bastante peculiar. Un
aditamento que será de mucha ayuda para nuestras filas en el Ejército
Fantásma.
»El reporte del capitán Silver confirma que viene en su destructor y
que la llevarán a la Sede Central también.
Un cuadro de texto aparece en el holograma. Ambos pegasos, llenos
de intriga, comienzan a leer. Cosas como la palabra «alicornio»,
explicaciones de un viaje en el tiempo, o la mención a un inmenso poder,
les genera expresiones variopintas mientras recorren el reporte de extremo a
extremo.
—Esto es bastante inesperado —habla Eternal acariciando su barba
marrón—. Una pony muy peculiar y una que quisiera tener de aliada.
—No solo es peculiar, esta descripción parece sacada de un cuento
fantasioso —agrega Smile—. ¿Quién se supone que es esa tal Twilight
Sparkle exactamente?
—Eso es lo que vamos a averiguar —responde El Anciano—.
Repliegan todo el equipo y regresen a la base, tenemos mucho trabajo que
hacer si queremos salvar nuestro mundo.
—A la orden —dicen al tiempo los pegasos antes de terminar la
comunicación.