Está en la página 1de 52

Capítulo 13 - La amabilidad que restaura

U-23 y U-24 son el número de identificación de dos soldados unicornios del


rango más bajo. Son relativamente jóvenes. Entraron al ejército poco antes
del final de la guerra. Aunque completaron su entrenamiento, nunca
estuvieron en acción real. Tampoco han tenido su primera vez con el
afamado Hechizo Depredador.
Esta mañana, ambos están en un ancho túnel en el fondo de La
Ciudadela, custodiando uno de los misteriosos cristales amplificadores. El
lugar permanece callado, a excepción del ruido distante de maquinaria; un
mar de cables junto a diferentes dispositivos, descansan detrás de las rejas
metálicas en las paredes y suelo.
23, dentro de una versión ligera de la armadura de Orion, se
encuentra estoico en su posición, fresco como una lechuga. 24, en cambio,
tiene unas ojeras espantosas. Su expresión es la que pondría cualquiera al
oler algo podrido. Hoy iba a ser su día libre, así que la noche anterior le dio
duro al alcohol y la fiesta.
—Debería ser ilegal que te hablen a las cuatro de la mañana para una
«misión de emergencia» —comenta 24. En cuanto termina de hablar, lleva
su casco al hocico. Sus cachetes se inflan, solo para después tragar pesado.
Sea lo que sea que iba a salir, fue reprimido por su fuerza de voluntad.
—Es tu culpa por andar así de confiado —le replica 23–. Con la
activación del Sistema Arca siempre estamos en una situación
extraordinaria. Deberías estar preparado para que te llamen de emergencia
en cualquier momento. Te lo dije anoche, antes de advertirte que no
salieras.
—Agh, te morías por decir «te lo dije», ¿no es verd...?
—Ten —interrumpe el responsable soldado. Su telequinesis hace
flotar un envase plástico de suero frente a su demacrado compañero.
Los ojos de 24 se expanden con un brillo ilusionado.
—Gracias ¡gracias! —exclama conmovido—. Sabía que en el fondo
tenías un corazón tan blando como una papa horneada.
—No te lo doy porque me preocupes... solo no quiero estar
escuchando tus quejas todo el día.
Al ver el rubor en la mirada esquiva de 23, 24 esboza una sonrisa
traviesa, la cual dura solo unos segundos pues debe de volver a reprimir sus
ganas de vomitar. Pasada la desagradable sensación, toma el contenedor
con su propia magia y comienza a beber la amarga bebida, moviendo la
cola cual cachorro.
—Uff, me salvaste la vida, compañero —exclama el guardia,
sintiéndose revitalizado.
—Sí, sí, lo que digas. Ahora, no te distraigas. Vigilar esta sección de
la maquinaria no es un juego. Ayer un miembro de las fuerzas especiales
saboteó el sistema, nunca se sabe quién podría venir.
—¿Cómo la mismísima hija del emperador por ejemplo?
—Exacto, como la hija del emperador... espera, ¿qué?
La figura de la delgada yegua blanca los toma a ambos por sorpresa.
Camina desde el fondo del pasillo con largos pasos elegantes. Su brazalete
reluce en su pata derecha, sobre un pelaje impecable. Y sus ojos rosados, de
expresión seria, están enmarcados en unas largas pestañas.
Se ve elegante, se ve imponente, se ve...
—Se ve buenísima...
—¡24! Más respeto para la princesa —reclama 23.
—Es que tienes que admitirlo, amigo —continúa este, en voz baja—,
no está nada mal, un diez de diez sin duda. ¿Qué crees que diga si la invito
a salir?
—Lo más seguro es que ni siquiera te escuche, casanova. Una
integrante de La Guardia Imperial está fuera de tus posibilidades.
—Siempre te esfuerzas en arruinar mis sueños —comenta el soldado
en un puchero.
—Shh. Ahí viene.
Ambos guardias saludan al tiempo. Raimbow Star les devuelve la
muestra de respeto haciendo un gesto con su casco. Iba a seguir su camino,
pero 23 la detiene.
—Princesa, disculpe la molestia. El capitán Aldebaran nos ordenó
verificar a cualquier poni en los túneles del Sistema Arca. Solo por
protocolo, ¿qué hace esta mañana en este punto tan alejado de La
Ciudadela?
—Estoy en una misión… ejem, tengo un encargo directo del
emperador. «¿Me va a interrogar a pesar de ser la princesa? ¡Este soldado
respeta mucho el reglamento!»
—Muéstreme la holografía, por favor. Estoy autorizado para
firmarla, así no tendrá problemas si se encuentra con otras unidades en su
camino.
Si la princesa fuera de cristal, en ese mismo instante se hubiera
quebrado en cientos de pedazos.
Las holografías son proyecciones usadas como medio para informar
los detalles una misión, y también sirven como comprobantes. Todas las
misiones oficiales tienen una, pero si no hay misión oficial, no hay
holografía para firmar.
—Curioso, no me habían dicho que implementaron tantos niveles de
seguridad en esta zona —comenta Rainbow, sin quitar el semblante seguro
ni su voz ceremonial.
—Sí, debido al sabotaje del traidor aumentaron la seguridad en todo
el sistema.
—Entiendo… eso solo que… no revisé en qué parte del archivo
dejaron la holografía. Me despertaron bastante temprano, apenas iba a ver
las instrucciones. Denme un momento.
Afortunadamente, debido al sistema de privacidad, los guardias son
incapaces de ver la proyección de su pulsera, así que puede tomar unos
segundos para pensar en sus opciones: si dice que no puede mostrar el
comprobante por ser de una misión ultra secreta, Aldebarán se enterará por
el informe de esos soldados, ¡y por supuesto que ese anciano meticuloso
investigará el asunto!; no tiene una holografía falsa, ¿por qué no preparó
una?, se odia por su falta de prevención. Cuando salió de su habitación esa
mañana, solo pensaba en comunicarse con Orion lo antes posible; tampoco
hay ninguna excusa creíble para su presencia en ese lugar a tan tempranas
horas de la mañana. El clásico «oh, me he perdido», es inútil aquí.
Todo apunta a que es hora de una retirada estratégica.
Sube todo el brillo al holograma de su brazalete. Va a las opciones
para quitar el modo de privacidad. Cuando la proyección se hace visible
para todos, las pupilas de ambos guardias se hacen diminutas, abrumadas
por la repentina fuente de luz. Se ven obligados a cerrar los ojos por unos
instantes.
Eso es todo lo que la princesa necesita.
—Disculpen, no me percaté de la del la intensidad del brillo.
Un instante luego de las palabras de la princesa, 23 escucha un golpe
seco, como el de una caja de suministros que han votado sin mucho cuidado
en el hangar de una nave. Cuando recupera la visión descubre a 24 tendido
en el suelo, tan inerte como un costal; ha caído de bruces.
—¡Oye! ¿Qué te pasa compañero?
Lo revisa de inmediato. Sigue respirando con normalidad, no tiene
heridas tampoco. Aparte del obvio hecho de que está inconsciente, no
parece tener nada más.
—No creo que tu compañero vaya a despertar pronto —externa la
princesa, mientras deshace el holograma con un movimiento de su casco—.
Lo llevaré a un punto médico.
—¿Eh? Pero… —23 voltea a ver a su compañero tirado, luego a la
unicornio blanca y luego a su compañero otra vez—, pero ¿y su misión?
—No te preocupes por eso, puede esperar. Aparte, si tú lo llevas,
sería un gran inconveniente dejar este lugar sin vigilancia, ¿no lo crees?
—Supongo que tiene razón. —El guardia deja escapar un suspiro,
resignado—. Él estaba deshidratado, a lo mejor ha sido eso.
«¡Qué buena suerte!, así no sospechará nada», exclama Rainbow
dentro de sí.
Con su telequinesis levanta el cuerpo laxo de 23 y lo coloca
cuidadosamente sobre su lomo.
—Me aseguraré de que reciba atención médica. —Da media vuelta y
en segundos desaparece del pasillo con el soldado a cuestas.
23 quedó en silencio sin entender del todo lo ocurrido, en especial al
recordar a su amigo beber feliz la bolsa de suero hace apenas unos minutos.
Piensa que a lo mejor se sentía más mal de lo que dijo. Aunque, por otro
lado, no puede evitar sonreír al imaginar la cara que pondrá cuando se
entere de su paseo en el lomo de la lindisima princesa Rainbow Star.
—Los muchachos del cuartel no van a creer esto.
Media hora después, la princesa anda por una calle bordeada a ambos
lados con altas murallas. Detrás suyo está el acceso a los túneles
subterráneos y, varios metros delante, hay una avenida llena de edificios
que se pierden en el horizonte. Los vehículos voladores zumban a grandes
velocidades.
Aún en su lomo, 24 suelta un quejido e inclina la cabeza un poco.
Sigue con la mente en el reino de los sueños.
—Lamento haberte noqueado, pero necesitaba salir de ahí —le dice
la princesa, a pesar de saber que no puede oírla—. Traté de contenerme lo
más posible. Espero que cuando despiertes no te duela tanto la cabeza.
Mientras avanza por la carretera vacía, piensa en un método
alternativo para llegar a alguno de Los Cristales de Poder en El Sistema
Arca. Sin usar uno de esos potenciadores mágicos, le será imposible
canalizar el hechizo para comunicarse de nuevo con sus contactos en Night
City y confirmar una solución para el problema de Orion.
—Encontrar otra sala con un cristal dentro de ese laberinto me
tomará todo el día. —Deja escapar su aliento con pesadez—. Por favor,
amigo mio, aguanta hasta entonces.
Black Star respira a prisa. No tiene ninguna herida, sin embargo, siente un
gran daño, tan grande, que si pudiera transformarlo en sombras sería capaz
de ganarle a cualquier oponente de un solo golpe.
«¿Dónde estás? ¿Dónde?».
Lo busca corriendo en torno al camino de destrucción dejado por el
rayo oscuro. A pesar de la imagen agresiva que dan sus ojos escarlata de
pupila felina, sus colmillos y su cuerno angulado oscuro, la expresión de su
rostro es la de una criatura asustada.
Entonces la habilidad de Polaris estalla en el cielo a la distancia.
Reconoce el Punto Rojo al instante. ¡Es él, sigue vivo!.
En lugar de trotar por el bosque, literalmente lo atraviesa en línea
recta, sin importarle árbol o roca en el camino. Cuando sale a través de un
arbusto su vista por fin se cruza con Polaris, o al menos lo que queda de él.
—No...
Parte de su alma se va en el aliento que abandona sus pulmones.
Corre hacia el cuerpo del pegaso tirado en medio de la zona destruida por el
rayo. Sus cascos hacen ruidos acuosos. Hay demasiada sangre regada por el
suelo a su alrededor, incluso para la habilidad sobrenatural del pegaso de
generar más líquido vital.
—Llegaste —dice Polaris con voz ronca y tan baja como un susurro.
Black Star ha pasado por una guerra entera, no es la primera vez que
mira algo así. Las armas de destrucción antimaterial, granadas de plasma y
las balas potenciadas con magia encapsulada son capaces de hacer mucho
daño.
Miró compañeros en estados deplorables. Criaturas que en un
instante se habían quedado ​shock​, sin una o dos extremidades, o habían
perdido varios de sus sentidos en una sola explosión. Vio proyectiles llover
del cielo y reducir toda una trinchera con escudos de energía a solo una
masa deforme de escombros. Grifos, yaks, ponis, o cualquier otra criatura
de cualquier rincón del mundo, todos gritan de dolor, todos tienen la misma
sangre roja saliendo de sus cuerpos, todos quedan igual de inertes cuando
su último aliento sale de sus bocas, o pálidos y con expresión de horror al
ser totalmente consumidos por unicornios hambrientos.
Se encontró devolviendo el contenido de su estómago en más de una
ocasión, o despierta a media noche debido a las imágenes atroces que se
repetían en su mente. No obstante, conforme el pasar de los años y tras su
contrato espiritual, esas sensaciones fueron aminorando cada vez más hasta
que en un punto dejaron de quitarle el sueño; se había acostumbrado a la
masacre.
Desgraciadamente, todas sus experiencias parecen no existir en estos
momentos. La mirada de su compañero entre la sangre mezclada con los
mechones de su melena, su respiración cada vez más débil, las quemaduras
y cortadas en su piel y el horrible daño en sus extremidades. Todo eso la
hace sentir un mar de emociones desesperantes, como si fuera su primera
vez en un campo de batalla.
Desea llevárselo a un lugar donde puedan tratar sus heridas, a pesar
de saber que eso no es posible. Tal vez, solo tal vez si lo carga suavemente
entre su melena de sombras y corre con todas sus fuerzas, encontrará un
milagro en algún lugar del Subbosque. Después de todo eso es lo que puede
salvarlo, un milagro.
Sigue pensando en un millar de cosas, buscando una forma de
salvarlo sin importar qué, pero al final termina por bajar sus patas
delanteras, vencida. Sin importar por donde quiera sujetarlo, la verdad es
que le haría más mal que bien moverlo.
—Yo… lo siento —no supo qué más decir—, si no hubiera sido tan
descuidada… tú no…
—No es tu culpa. —El pegaso, ya acostumbrado al dolor, puede
comenzar a articular palabras de forma un tanto más fluida—. Sabes porque
te llamé…
—Sí, lo sé.
—Quiero que se lo entregues al general Master Cyclone en persona.
Los soldados de contrato espiritual siempre van en duplas. Las
parejas son elegidas basándose en la sinergia que sus poderes
sobrenaturales puedan tener, eso da muchas ventajas para hacer a estas
armas tan potentes aún más peligrosas. Pero también van en parejas porque
en caso de que uno de los el SCEs muera, el contrato no desaparecerá, en
lugar de eso se materializará a un lado del cuerpo sin vida del soldado en
forma de cristal. La orden suprema dicta que el SCE vivo debe tomar ese
cristal, y regresarlo al ejército para que el contrato pueda volver a ser usado
por algún otra unidad.
«¡No quiero que mueras! ¡Quedate conmigo!», piensa esas cosas mas
no dice nada. No quiere hacer más difícil esto a su compañero, se nota que
incluso hablar le sería doloroso, y ella sabe muy bien sobre el dolor. Así
que solo se queda ahí, a su lado, sentada, con su triste mirada fija en su
cuerpo demacrado. Tarde o temprano, el contrato se deshará.
De un momento a otro, levanta sus orejas. Escucha graves ruidos de
arrastre cada vez más cerca. Sabe que son los basiflejos.
—Esas cosas van a pagar... —dice para sí con los ojos desorbitados.
Aprieta la mandíbula con todas sus fuerzas. Lágrimas rojas y
brillantes comienzan a fluir de sus ojos cada vez más oscuros. Un flujo de
sombras se arremolina de forma violenta en torno a ella.
En un idioma extraño, el cual produce sonidos similares a los de una
grabación en reversa, comienza a recitar:
—​Nanada burakaba destero,​ ​arimosa yakarlin…
El instinto de los basiflejos les advierte de algo sumamente peligroso
en frente. Detienen su reptar para comenzar a hacer rugidos amenazantes,
ambos preparándose para cargar contra la amenaza al mismo tiempo.
—No lo hagas. —Polaris usa las pocas fuerzas que le quedan para
tocarle una de sus patas delanteras—. Usar eso solo complicará la misión.
Pero Black no escucha. En su mente solo resuenan las palabras de los
versos inentendibles, los cuales generan señales de dolor en todo su ser
similares a quemaduras o impactos de bala. Sin embargo, en medio de todas
esas sensaciones horribles y el grito de su propia voz, las palabras de
Twilight llegan para volver todo a la calma.
—¡ALTO!
«¿Qué? ¿Q-qué es esto?», su ira se aminora al instante. Un viento
cálido llega del norte y cubre su cuerpo. Su atención es robada por una
pequeña mariposa rosa revoloteando frente a ella. Es brillante, como hecha
enteramente de luz.
—No es necesario que pelees más —le susurran al oído. No pudo
captar cuándo fue que se le pusieron por la espalda. Impresionada, gira la
cabeza por mero reflejo y entonces la ve.
Twilight camina hacia los dos basiflejos, varias mariposas de energía
revolotean a su alrededor. Algunas de sus plumas han adquirido tonos color
crema y rosado. Su melena rizada cubre uno de sus ojos ahora de tono azul
claro.
Los basiflejos ponen toda su atención en la alicornio. Enfilan sus
rostros con ella y le rugen prácticamente en la cara con sonidos atronadores,
soltando incluso un poco de vapor del reciente disparo.
Twilight no parece asustarse en lo más mínimo. Vuela con delicadeza
por encima de uno de los monstruos y comienza a acariciar su cabeza, un
poco por encima de la nariz, justo entre ojo y ojo.
—Shh, está bien, tranquilo.
Al principio la bestia está algo confusa, pero pasados unos segundos
de mimos de la princesa, junto a las mariposas que comienzan a volar sobre
su lastimado cuerpo, cierra los ojos al tiempo que hace un pequeño
ronroneo de satisfacción. El otro monstruo se queda mirando, tuerce la
cabeza un poco para luego lanzar un pequeño bufido.
—Ya, ya —Twilight no duda en volar para acariciar la cabeza del
otro—, para ti también hay pequeño.
—¿Pequeño? —se pregunta Black con las cejas torcidas.
Tras unos segundos de más mimos y palabras dulces, la princesa por
fin pregunta:
—Disculpen, señores basiflejos, ¿por qué nos están atacando con
tanto enojo?
Varios bramidos salen en respuesta de uno de los animales. Este no
es como lo rugidos anteriores fuertes y agresivos, sino algo más lentos, más
graves.
—Oh, lamento eso, señora basiflejo —comenta Twilight con un
casco sobre el hocico—, nosotros no sabíamos lo importante que era este
lugar para ustedes. No era nuestra intención molestarlos.
La otra bestia continúa con unos intervalos de quejidos un tanto más
largos.
La teniente no tiene idea de lo que está haciendo exactamente esa
poni loca, es como si estuviera entablando una conversación con esos
monstruos.
Sin darle más vueltas al asunto, regresa su vista a Polaris. Ve a la
pequeña mariposa de antes revolotear encima de su compañero, dejando
caer una brillantina rosada sobre él. Intenta espantar al insecto mágico de
inmediato, sin embargo, Polaris la detiene.
—Espera, esa cosa… está tratando mis heridas.
Black Star queda atónita ante el tono de voz más firme de su
compañero. Nota como el brillo de sus ojos regresa poco a poco a ser lo que
era antes. Toca su pata lastimada con suavidad, el débil pulso de Polaris
cada vez está regresando con más fuerza.
Entonces la transformación de Black se desintegra como si fueran
cenizas llevadas por el viento, dejando solo a la bajita poni terrestre con su
melena alborotada. Una gran sonrisa titubeante adorna su rostro, y lágrimas
de felicidad comienzan a desbordarse por sus mejillas sonrojadas. No lo
puede creer, un milagro, está ocurriendo un verdadero milagro, ¿qué clase
de unicornio es capaz de una hazaña así de impresionante?
Twilight, trotando feliz entre los dos inmensos monstruos, se ve
adorable y fuera de lugar al mismo tiempo. Al llegar a donde Polaris y
Black, esta última se pone a la defensiva, aunque no está transformada
algunas sombras recorren su pelaje, y si lo ve necesario no dudara en volver
a convertirse en El Demonio Negro; desea proteger a su compañero a toda
costa.
—Te presento al señor y la señora basflejo —comenta Twilight para
bajar la tensión del ambiente—, viajaron tan lejos de su hábitat para poder
cuidar sus huevos. Es por eso que se alteraron tanto cuando comenzaron a
escuchar explosiones por todos lados y ver rocas lloviendo, creían que
dañarian a sus hijos.
»Pero no te preocupes, ya me disculpe con ellos por todos nosotros, y
luego de que una de mis mariposas tratara las heridas de la señora basiflejo,
están dispuestos a dejar este mal entendido, siempre y cuando no causemos
más destrozos cerca del río.
—¿Que hiciste qué? —Black Star está completamente anonadada.
Uno de los monstruos de apariencia más robusta y agresiva, gruñe un
poco en dirección a Twilight, la cual asiente con suavidad.
—Dice que solo te lo dejará pasar por esta ocasión, pero que no
vuelvas a tratar a su pareja así.
En cuanto la princesa dejó de hablar, la bestia estiró su cuello hacia la
yegua negra y le lanzó un potente rugido con un poco de baba azulada
incluida. La teniente fue empujada un poco hacia atrás, luego, mira atónita
cómo los dos animales gigantes dejan el lugar reptando uno al lado del otro.
Twilight pasa por un lado de ella, va en dirección a Polaris. No siente
la necesidad de detenerla, y de hecho no puede sentir ninguna amenaza. Es
sumamente extraño, nunca creyó volver a sentirse tranquila tan cerca de un
unicornio sin collar.
—Esas bestias eran muy agresivas y peligrosas —dice—, ¿cómo
demonios hiciste eso?
Twilight le dirige una sonrisa nostálgica. Con esa dulce voz que ha
mantenido desde la activación de su reliquia, le contesta:
—Una amiga me enseñó hace mucho tiempo, que a veces solo hay
que tener un poco de amabilidad.
—Puedes volar, usar poderosos hechizos, hacer esgrima mental al
nivel de mi compañero —enumera la terrestre con un aire de sarcasmo—,
¿y ahora resulta que puedes hablar con los animales también? ¿Hay algo
que no puedas hacer?
—Sí, no puedo revivir a los muertos. Así que me alegra tanto haber
llegado a tiempo.
La princesa camina hacia Polaris entre pequeñas llamas provenientes
de la sangre en el suelo. Sus cascos y la punta de su cola son impregnados
del líquido rojo. Se sienta frente a él, sin importarle la desagradable
sensación viscosa.
Más mariposas comienzan a ser guiadas por sus cascos
ensangrentados.
—Tienes mucho daño interno, y has perdido toda tu ala izquierda y
parte de la derecha… no me imagino cuanto debe dolerte.
Polaris puede ver los ojos brillantes de Twilight, sus orejas caídas,
por poco parece que va a romper en llanto. No la entiende, ¿por qué… por
qué siempre parece como si en verdad se preocupara por él?
—Esta magia por ahora te puede alejar de la muerte y sanar un poco
tus heridas —sus dos patas delanteras se mueven como si fueran las batutas
de una gran orquesta—, ¿La medicina de esta época podrá regresar tu
cuerpo a la normalidad?
Black Star, quien camina hasta sentarse al lado de la princesa le
contesta:
—Si no estuviéramos tan lejos de la ciudad, podríamos tratar sus
heridas para imprimir nuevo tejido en sus alas y operar sus huesos rotos.
Pero estando en medio de la nada, lo más seguro es que si llegamos a algún
hospital le coloquen prótesis para sus alas; en cuanto al resto de su cuerpo,
será un largo proceso de recuperación. No sé si pueda volver a ser el
mismo…
—Me recuperaré, eso es lo importante —comenta el pegaso al notar
la culpa en las palabras de su compañera.
—Si confían en mí, yo puedo sanar completamente tus heridas.
Ambos soldados tuercen su expresión en una mezcla de sorpresa y
extrañes. Polaris incluso piensa que escuchó mal debido a sus heridas, va a
pedir a Twilight que repita esa última frase cuando la teniente increpa:
—¿Qué ganas tú haciendo algo como eso?
—Ustedes me dijeron que no había nada que pudiera decir para
hacerlos confiar en mí, entonces, si las palabras no son suficientes, déjenme
demostrar con mis acciones que solo quiero ayudar. Tomen esto como un
regalo para empezar relaciones diplomáticas entre su época y la mía.
—¿Estás segura? —interviene el pegaso ya con su voz gruesa—, en
cuanto me cure iré a perseguir a tu compañero donde quiera que esté.
La princesa asiente, comprensiva.
—Me tardaré mucho tiempo en preparar el hechizo debido al daño de
tu cuerpo. Así que mi amigo tendrá tiempo de sobra para ponerse a salvo de
ustedes.
—Muy astuta cornuda, pero yo sigo entera. No dejaré a ese soldadito
escapar.
—¿En serio vas a dejar a tu compañero a solas en ese estado
conmigo? ¿Ya no soy un peligroso unicornio acaso?
La poni terrestre frunce el ceño. Twilight le dedica una sonrisa
mostrando sus blancos dientes, una clara alusión a los colmillos que pueden
aparecer ahí en cualquier momento. Black tiene ganas de darle un buen
golpe en toda la cara.
Esa maga morada es la única cosa que separa a su compañero de la
muerte, en cambio, el soldado prófugo, aunque es importante, no es 100%
seguro que sirva para su misión. La respuesta es tan clara como el agua.
—Tú ganas —termina diciendo, cabizbaja—, esperaré a que lo cures,
¡pero si veo que haces algo sospechoso te destruiré sin pensarlo!
—Claro, claro, no te preocupes, solo quiero demostrarles que no soy
una amenaza.
—Pues apoyando a ese unicornio en armadura no estás ganando
puntos conmigo.
Polaris no tiene ninguna objeción.
La caída del sol marca el pasar de las horas. El atardecer vuelve a
matizar de dorado el mar interminable de árboles plateados del Subbosque
de Metal. Desde un extremo, se pueden mirar dos naves volando a baja
velocidad.
—Capitán, no logro entablar comunicación ni con La Estela
Llameante ni con El Demonio Negro. —Deep Jar mantiene la vista atenta
hacia el extenso paisaje que puede ver desde su cabina—, cree que tal vez
ellos…
—Imposible —escucha desde su comunicador—. Esos dos
estuvieron en cientos de combates con unicornios sumamente peligrosos.
Sus comunicadores debieron destruirse durante la pelea. Mantén la mirada
atenta, si están luchando captaremos lecturas de picos de magia o veremos
alguna explosión.
—A la orden capi.
Twilight, aún bajo el efecto de La Amabilidad, voltea hacia Polaris.
La mayoría de las lesiones menores del pegaso están casi por completo
recuperadas, mas con el paso del tiempo el dolor del resto de sus heridas ha
ido en aumento.
—Terminé los preparativos para usar el hechizo —le dice—. ¿Estás
listo?
Polaris solo asiente. Respira irregular, con fuerza, le gustaría mucho
tener un anestésico en ese momento.
La princesa le pide un poco de espacio a Black Star, quien en un
punto de la tarde había tomado la pata delantera de su compañero. Cuando
se tuvo que alejar el pegaso protestó inconscientemente. Aferrarse a su
compañera le había ayudado bastante a sobrellevar todo ese tortuoso
proceso.
Twilight extiende sus grandes alas con plumas rosas y cremas. Las
mariposas a su alrededor comienzan a danzar sobre la tierra, dejando líneas.
Poco a poco forman un círculo mágico.
Hace mucho tiempo, Discord, espíritu del caos, se enamoró de una
poni. Su nombre, Fluttershy, era sinónimo de cariño, afecto y preocupación
por los demás. El Elemento de la Amabilidad y un villano reformado, para
muchos eran como el agua y el aceite, pero para sorpresa de todos, ambos
terminaron viviendo juntos.
A la vida de este dios de lo impredecible, llegó una existencia
delicada, con una mirada capaz de enternecer al ser más duro y domar a la
bestia más peligrosa. Debido a los años extra que el poder mágico de su
elemento le dió, ella pudo estar a su lado por dos siglos completos sin que
el paso del tiempo se sintiera. Todo era maravilloso para él.
Desgraciadamente, nada es para siempre.
Un día, un poderoso pegaso como no se había visto antes apareció,
entre sus cascos portaba una lanza llamada «La Destructora», un arma
capaz de matar a cualquier criatura, incluso a un dios. Su único propósito,
según él, era acabar con aquel peligroso monstruo que se creía por encima
de todo.
Y aunque en la batalla final el poder de la amistad prevaleció,
Discord terminó gravemente herido por La Destructora, sin duda alguna
moriría, sin embargo, Fluttershy no permitió eso.
De entre todos Los Elementos de la Armonía, La Amabilidad
desarrolló la habilidad más increíble de todas, pero también la más
costosa. Curar cualquier daño cuesta tiempo de vida del conjurador y
consume una inconmensurable cantidad de magia.
En esa época, sanar por completo a la persona más importante en su
vida, consumió todo el poder de la pegaso de melena rosada, y con ello,
luego de despedirse, su esencia terminó como una hermosa joya color
crema entre las manos dispares del dios del caos.
Todos los que vieron la última hazaña de esa gran heroína de
Equestria, describirían ese momento como divino, y cuando Twilight imita
la habilidad maestra de su amiga, es tan increíble como aquella vez.
—La amabilidad que restaura —conjura la princesa con una voz tan
apacible como el viento de primavera.
Un instante después, la magia hace su poderosa aparición, inundando
todo el lugar de un brillo cálido y reconfortante.

Dato curioso: La escena donde Twilight habla con la señora y el señor


basiflejo, es calcada de cuando Fluttershy calma a la manticora en el primer
capítulo de la serie, y el dialogo que dice al final hace referencia a lo que
Fluttershy le respondió en aquella ocasión: «A veces solo se necesita tener
un poco de amabilidad».
Capítulo 14 - Aquí no hay nada que temer
El primero en notarlo es el emperador. Lee con tranquilidad un grueso libro
cuando desvía la mirada de repente. Esboza una sonrisa, mostrando unos
relucientes colmillos hechos de magia pura.
—Parece que tienes una estancia ocupada en nuestra época, ser
misterioso.
Cierra los ojos, inhala y exhala. En cuestión de segundos, puede
percibir a detalle la enorme alteración de la atmósfera mágica del mundo.
Su cuerpo entero hormiguea de forma agradable al sentir tal poder, el cual
lo inspira a tararear una lenta melodía.
«Maravilloso. Tu conjuro es una tonada tan pacífica, como el cálido
arrullo de una madre a sus potrillos, pero también es inmensamente
poderoso… ¿Qué clase de hechizo estás usando?, me encantaría verlo».
Una desaliñada y cansada Rainbow Star detiene su trote de golpe. Se
encuentra en las zonas más profundas de los subterráneos de La Ciudadela,
en las entrañas del Sistema Arca.
Levanta las orejas junto con su mirada.
—Ese no es papá.
Aunque su percepción no es tan avispada como la de Wall, la magia
tiene tanto poder que simplemente es imposible de ignorar. Y de igual
manera, toda La Guardia imperial, los magos más poderosos del Tercer
Imperio Unicornio, se van dando cuenta uno a uno que, en algún lugar del
mundo, algo sorprendente está pasando.
Dentro de la cabina del capitán Silver, el detector de magia se dispara
de golpe. Las alarmas comienzan a chillar.
—¡Ahí! —Apunta con su casco—. Treinta grados al norte, ¿puedes
verlo?
—Sí, capitán —contesta Jar—. Lo sigo.
Los dos destructores arrancan motores hacia un gran resplandor
blanquirosado entre los árboles distantes.
Al llegar, ven a la teniente Black no muy lejos de un extraño
unicornio alado, frente al cual yace un Polaris herido de gravedad.
No necesitan ver más.
—¡Protocolo AT-23!
Cuando se necesita hacer un ataque de respuesta rápida, pero no se
puede esperar a que las naves desciendan, el protocolo AT-23 indica que
los pilotos activen el mando automático de sus vehículos, replieguen la
parte superior de las cabinas y salten a la acción. Esto está pensado
principalmente para soldados con alas, no obstante, caer desde grandes
alturas no representa ningún problema para los SCE.
«​El gran orgullo de las bestias, que ruge desde la cima del monte
metálico, dame tus habilidades​», recita el capitán Stardust. Cuando azota la
tierra con sus cuatro patas, tiene escamas de metal sobresaliendo de su
frente y parte del lomo. Sus ojos ahora son afilados, como los de un dragón,
y están dominados por una seriedad capaz de helar a cualquiera.
Corre al encuentro junto a Jar. Pero, para sorpresa de ambos, Black
Star interrumpe el paso.
—¡Esperen! —ruega la terrestre—. ¡Solo esperen a que termine el
hechizo!
El capitán resuelve que la teniente está bajo algún efecto de control
mental. Quiere pasar de ella, atacar a la amenaza detrás. Demasiado tarde.
Apenas lo intenta, el hechizo de La Gargantilla de la amabilidad por fin
termina su activación y con ello, la luz proveniente de la unicornio alada los
cubre a todos en un instante.
Silver ya no se siente en esa parte destruida del Subbosque de metal
donde antes corría, el ambiente ahora es más tranquilo, fresco. Expande sus
ojos de dragón. Las mariposas de energía mágica revolotean traviesas a su
alrededor. Puede ver el gran cielo azul perderse en la distancia y percibe un
suave césped debajo de sus cascos.
No sabe si es una ilusión o un poderoso hechizo de
teletransportación, aunque, por otro lado, tampoco recuerda la última vez
que estuvo así de relajado. Es como si en lugar de una importante misión,
estuviera en medio de un tranquilo paseo, y pudiera recostarse cuando
quisiera en ese verde campo.
—¿Qué clase de magia es esta? —Piensa en voz alta.
—Una que nunca hemos visto antes, capi —contesta Jar, está a su
lado, sentado en el césped mientras siente la brisa en su rostro—. Usted y
yo estamos curtidos en batalla, de tantos hechizos usados en nuestra contra
nos hemos convertido en catadores de magia por excelencia. Así que debo
suponer que ya se dio cuenta también, ¿verdad? Aquí no hay nada que
temer. —El viejo militar abre sus ojos y agrega—: Vaya, es hermosa.
El capitán no sabe si lo que ve a la distancia es en realidad un poni.
Pero concuerda con su subordinado en todo, en especial en lo último; se ve
hermosa.
Las alas de Twilight ahora son enormes, llamativas, formadas por
energía mágica, la cual fluye por su lomo con movimientos violentos pero
de alguna manera calmos al mismo tiempo. En su rostro, líneas brillantes de
esa energía blanquirosa entornan sus ojos, y crean una aureola encima de su
cabeza.
—No te preocupes, Polaris —dice la princesa mientras se agacha
hacia este—. Pronto todo pasará.
El pegaso, al ver las enormes alas de energía rodearlo, no puede
evitar sentirse pequeño. Termina cara a cara con Twilight, la ve directo a
los ojos, directo a esas lagunas violetas que solo reflejan ternura y
amabilidad. Entonces, un resplandor desde la punta del cuerno del alicornio
le obliga a cerrar los párpados con fuerza.
Siente como si fuera llevado por una lenta corriente en la inmensidad
del océano. Lo primero en restaurarse son los huesos, regresan a su lugar
igual a una película rebobinando y regeneran las grietas; es una sensación
cálida en todo su cuerpo, similar a cuando bebes un fuerte sidra. Lo
siguiente es su piel junto a su pelaje, percibe como presionan en cada
laceración, en cada quemadura, es un masaje capaz de desaparecer el dolor
caricia a caricia. En un punto debe reprimir un quejido, pues sentir sus
extremidades aladas resurgir en su espalda es una sensación algo dolorosa,
extraña, pero con un final acogedor.
Pasados apenas unos segundos, pero que parecieron eternos, la magia
comienza a abandonarlo. Él casi protesta inconscientemente por el final de
esas sensaciones tan agradables, y cuando abre los ojos, se encuentra a sí
mismo de pie con su cuerpo por completo recuperado.
Twilight ya ha deshecho el hechizo. Está con la barbilla alzada, los
ojos cerrados y las alas extendidas. A pesar de ya no tener la magia
rodeándola se mira elegante, como una artista después de una gran
actuación. La ilusión del agradable recinto natural también ha desaparecido,
junto con la sensación de tranquilidad que emanaba de su cuerpo.
Todos los soldados tardan un instante en salir de la conmoción y
recordar que enfrente tienen a un unicornio muy peligroso. Polaris genera
una fuerte ventisca cuando vuela hacia atrás, poniendo distancia entre él y
la princesa.
—¡Cuidado! —advierte Black. Sus extremidades levantan pequeñas
líneas de sombras—. ¡No solo tiene hechizos poderosos, también es
habilidosa tanto en combate cuerpo a cuerpo como en aéreo!
—¿Debilidades? —pregunta el capitán Silver, sin despegar la vista
del extraño ser.
—De momento no hemos encontrado ninguna —responde Polaris,
sus alas ya están generando un poco de fuego en sus puntas.
—Vaya, bonita y también perfecta —exclama Deep Jar—, será una
pelea difícil.
La princesa se sienta sobre las ancas y retrae sus alas. Esto pone aún
más alerta a todos los SCEs presentes. Luego de la asombrosa demostración
de magia que acaba de hacer, no quieren tomar a la ligera ninguno de sus
movimientos.
—Yo… —anuncia Twilight con voz fuerte. La tensión aumenta por
segundo—, yo… me rindo.
Más de uno levanta las cejas. Eso fue más que inesperado para todos
esos soldados.
—Estás menza si piensas que vamos a caer en eso —replica Black.
—Je, je. —El sudor cayendo por su pelaje comienza a ser visible
junto a lo desgastado de su mirada—. El hechizo que usé es el más cansado
de mi repertorio, estoy en mí límite. —Su pecho se expande y contrae
debido a sus profundas respiraciones.
La teniente afila la mirada. Corre a gran velocidad contra la princesa
y da un golpe con la pata delantera. El simple movimiento de su pezuña
agita la melena de Twilight, pero queda a milímetros de su nariz, sin
conectar realmente. No hubo ni la más mínima intención de esquivarlo.
—¿Es en serio?
—Ya te lo he dicho, no soy su enemigo…
Las patas de la princesa flaquean, siente como si su cuerpo pesara
una tonelada. Antes de darse cuenta está cayendo sobre la esponjosa melena
de la teniente.
—Gracias por atraparme, eres muy amable, Black —dice mientras
pone cómoda su cabeza. Se siente sobre una nube con olor a madera y
hierba fresca.
—Cállate. Te debo una, eso es todo, seguirás siendo nuestra
prisionera pero… emm… gracias por salvar a mi soldado —esas últimas
palabras de la terrestre suenan a un dulce susurro.
El sol de la tarde ya está comenzando a desaparecer. Orion camina
pesado por la ladera de una montaña, fue la más lejana a la que pudo llegar
después de dejar a Twilight.
Las corrientes de aire están ahí, un poco más arriba de esas nubes
distantes. Solo tiene que caminar un poco más, hasta la meseta, y hacerse
levitar para alcanzar alguna. Pero no puede más. El efecto del psyco acabó
hace mucho; si intenta un hechizo tan cansado como ese en su actual
condición, probablemente perderá el conocimiento a medio camino.
Decide arrastrar sus adoloridos cascos a los lados del camino, donde
hay varios árboles y arbustos, en busca de un lugar donde permanecer
oculto.
Termina acostado detrás de la maleza, debajo de una raíz en forma de
un arco pronunciado. Le duele respirar debido a sus costillas fracturadas, su
armadura ayuda un poco con eso, pero no hay nada que amortigüe el
punzante dolor de cabeza por efecto secundario del psyco.
Ya en una posición cómoda. Repasa su entrenamiento para ayudar a
lidiar con la extenuación. Normaliza tu respiración y aleja tus pensamientos
de todo aquello que te altere, le solía decir su padre, ve a un lugar pacifico,
un lugar donde tu mente descanse.
Sin quererlo realmente comienza a rememorar las tardes en la
academia, cuando platicaba con Rainbow Star. Luego recuerda que ella fue
el primer rostro que miró al despertar en el hospital, luego de necesitar las
prótesis. Esos días a su lado fueron sin duda un gran regalo en ese entonces.
No obstante, de forma inevitable otra vez, su mente lo lleva al recuerdo
anterior a eso. Una experiencia para nada relajante.
Hace demasiado frío. La nieve cae con fuerza, acumulándose sobre
el pelaje de tres colores de la princesa Rainbow. Sus cascos cubiertos de
una armadura grisácea se hunden en la nieve y avanzan con dificultad
cuesta arriba.
—Déjame atrás, ya te estás extenuando —masculla Orion, sobre su
lomo.
El soldado es protegido de la impetuosa nieve por un delgado campo
de energía. No trae el casco de la armadura puesto, dejando ver varias
vendas ensangrentadas que cubren la mitad de su cara. Una de sus patas
delanteras ya no existe, en su lugar solo hay un torniquete especial para
cortar el sangrado, fijado a los bordes desgarrados de su traje. El resto de
su armadura tiene machones negruzcos de fuego, algunas partes dañadas y
otras directamente destruidas.
—Sabes mejor que nadie que no haré eso —responde la princesa
entre respiros—. La base no está tan lejos, sé que puedo llevarte hasta allá.
—Eso es mentira... No estoy tan mal como para no darme cuenta en
donde nos encontramos. Todavía tienes que atravesar esta montaña, así
como estás te será imposible hacerlo conmigo a cuestas. Déjame aquí,
sálvate tú.
Las palabras del soldado en lugar de una petición parecen más una
súplica, y son sucedidas por una fuerte tos. La princesa aumenta la
potencia de los hechizos que evitan que su compañero pierda el
conocimiento.
—No quiero. —Replica. El tono de su voz es quebrado a ratos—. Sé
que puedo, sé que puedo llevarte hasta allá. Por favor, confía en mí, confía
en tu amiga.
De repente la voz de Twilight interrumpe el flujo de sus recuerdos:
«Confía en tu amiga».
Eran sus mismas palabras. No puede evitar volver a verla dentro de la
cueva, con su casco extendido hacia él y una sonrisa de esperanza en el
rostro.
Abre los ojos, está más calmado, aunque el dolor no ha bajado ni un
poco. Se pregunta si realmente hizo lo correcto al abandonarla para seguir
su misión. ¿Qué hubiera hecho su princesa en ese momento?…
«Ella seguramente se hubiera quedado. —Ahoga una risa—. Y si se
conocieran serían amigas instantáneas, ambas son tal para cual».
Mas Orion sabe que para la princesa Rainbow Star, no es una idea
descabellada enfrentarse a un SCE de igual a igual. Su magia es fuerte, muy
fuerte, al punto de que ninguno de sus conocidos cree que su puesto en la
Guardia Imperial es simplemente por ser hija del emperador.
—Hice lo correcto —dice para sí, mientras examina su prótesis—.
Yo no tengo la fuerza para ser tan idealista como ustedes dos.
Justo cuando termina esas palabras, un gran circulo mágico de color
blanco se forma a su alrededor. La luz pálida lo rodea; puede sentir magia
entrando en su cuerpo, yendo a su cerebro.
A pesar de lo repentino del momento, permanece tranquilo. Sabe de
antemano qué tipo de hechizo es.
Apenas la luz se disipa escucha en su mente:
«Orion, ¿puedes oírme? Tu comunicador no respondía... oh, por Los
Relojes, espero que no te haya delatado o algo por estilo el círculo de mi
hechizo».
«No princesa —se apresura a contestar el soldado—. No ha sido un
inconveniente para mí. Es un verdadero alivio escuchar su voz. —No
exagera, tener a otra conciencia hablando directamente a su mente lo distrae
del dolor de cabeza—. Las comunicaciones deben estar truncadas debido a
mi posición tan interna en El Subbosque».
«¿Te encuentras bien? ¿Tuviste contacto con los enemigos? ¿Te han
herido?».
A Orion lo toma por sorpresa la dulce manera de hablar de su
princesa. Luego recuerda que no hablan por un canal oficial, sino en un
punto más personal, de mente a mente. Ahí no hay ningún código entre
ellos dos.
«Estoy un poco herido, Rainbow, y también estoy algo extenuado,
pero nada del otro mundo. Tuve contacto con los enemigos en un par de
ocasiones, ambos son SCE, pero gracias a la ayuda de una fuente externa
logré tomar buena distancia entre ellos y yo».
«¡Guau! Si lograste escapar de dos soldados sobrenaturales debió ser
una muy buena ayuda».
«Sí, demasiado buena... te explicaré con detalle cuando haya llegado
a un punto más sencillo para poder comunicarme contigo. De momento, mi
plan es esperar a la mañana y usar una carga de pysco para llegar a las
corrientes de aire».
«Entonces creo que no necesitaremos el plan de contingencia, uff.
—Al soldado se le hace gracioso que ella suspirara con el pensamiento—.
Lamento por ponerte en este aprieto Orion».
«Princesa, no debe... no tienes porque pedirme perdón por eso. Si tu
hubieras tenido mi oportunidad de extraer los datos estoy seguro que no
dudarías en tomar mi lugar. Seguiré manteniéndote actualizada cuando
logre encontrar un punto para comunicarme contigo. Si no respondo luego
de tres días de esta transmisión considera que fallé...».
«¡Espera! —exclama Rainbow de repente—. No quiero cortar el
enlace mental aún».
«Pero este hechizo debe ser muy cansado».
«Sí, lo es, pero... tus pensamientos llegan a mí bastante débiles. No
estás solamente un poco extenuado y herido, ¿verdad? No quiero dejarte
solo tan rápido, este hechizo debería ayudar a evitar el dolor por
extenuación, así que si es lo único que puedo hacer por ti, quisiera
quedarme hablando contigo un poco más».
A diferencia de la princesa, él suspira de forma audible. Luego de
comprobar los alrededores, contesta:
«Gracias, Rainbow. Y ya que dispongo de más tiempo, aprovecharé
para contarte sobre esa «ayuda externa» que me hizo posible escapar».
«¿Es un poni?»
«Sí, algo así. Un unicornio para ser más preciso, uno que tiene alas
como de pegaso y una magia comparable con la de nuestro emperador».
«¿¡Qué!? ¿Tan fuerte como papá? ¿Pero cómo, d-e dónde?». Si Orion
no fuera de su máxima confianza pensaría que le están mintiendo.
«Su nombre es Twilight Sparkle, se autodenomina como la princesa
de la amistad, y su historia, bueno… a mí aún me cuesta creerla del todo,
pero hasta el momento no me ha dado razones para dudar de ella. —Orion
siente como si regresara mucho tiempo atrás, pero no, tan solo han pasado
dos días. Cuando piensa en eso, cae en cuenta del gran peso de los minutos
en su travesía—. Todo comenzó la mañana anterior, justo cuando terminó
nuestra primera llamada»…

Con las placas metálicas en el traje de piloto del capitán, imprimen un


nuevo collar de supresión y un par de limitadores para alas. Twilight no
pone resistencia cuando le colocan sus nuevas ataduras, tampoco cuando le
retiran sus cinco reliquias; agradece que esta vez no hay grilletes.
Mientras Black Star permanece a su lado para vigilarla, los otros tres
soldados tienen una pequeña reunión.
—Viendo lo que hizo hace poco, no se me hace difícil imaginar a esa
yegua tirando sus dos destructores —comenta Jar, luego de escuchar toda la
alocada historia de boca de su compañero.
—¿Cómo te sientes? —pregunta el capitán Silver—. ¿Crees que su
hechizo haya hecho algo aparte de curarte?
—A decir verdad... —Polaris estira su ala recién regenerada—. Curar
es decirlo de forma muy superficial. También me siento limpio y en
completo descanso. Es como si no hubiera hecho nada en todo el día que no
fuera dormir. Aparte de eso no percibo algo diferente.
—Tampoco puedo oler magia dentro de ti —agrega el terrestre de
melena plateada—. No ha puesto nada de activación tardía.
Los tres sementales quedan en silencio por unos segundos. Cuesta
admitirlo, pero al parecer un unicornio sumamente poderoso hizo una buena
acción desinteresada por un soldado de contrato espiritual. Esto no se los va
a creer absolutamente nadie, e incluso, si ellos mismos no lo hubieran visto
con sus propios ojos, tampoco lo creerían.
—Viajera del tiempo, eh —dice Jar en un suspiro, mirando de
soslayo en dirección a la alicornio—. No creí que eso fuera posible desde el
Tratado de Conservación.
—Si es falso o no, nos es imposible comprobar eso aquí —dice el
capitán—, y de momento tenemos algo más urgente de que ocuparnos.
Twilight permanece acostada, le gustaría dejar caer la cabeza entre
sus patas y entregarse a sus ganas de dormir, pero quiere dejar eso para
después. Black Star llamó capitán a ese poni cubierto de escamas metálicas,
parece ser un alguien importante. No desperdiciará la oportunidad de
conversar con él.
De repente, los tres soldados comienzan a galopar hacia ellas.
—Black Star —comenta la princesa Twilight—, ¿puedo preguntarte
algo?
—¿Y ahora qué quieres, princesita?
—¿Qué clase de poni es el capitán Silver?
A la terrestre oscura esa pregunta le parece cuanto menos curiosa. Se
sienta sobre sus ancas y lleva un casco al mentón—. El capitán... —Viaja
por sus pensamientos. Ese poni ha sido su líder por varios años, mas nunca
había tratado de definir su forma de ser—. Es directo, habla siempre muy
formal y sobre todo, está orgulloso de su honor.
—¿Orgulloso de su honor? —esa última frase le genera bastante
curiosidad.
—Twilight Sparkle, ¿verdad? —pregunta Silver ya frente a la
princesa.
—Es correcto, ese es mi nombre.
—Es un placer conocerte entonces, señorita Sparkle. Mi nombre es
Silver Stardust, soy el capitán de la división SCE poni. —Su tono de voz
grave y postura firme contrasta con su delgado cuerpo y sus ojos
inexpresivos—. Primero que nada, te estoy sumamente agradecido por
salvar la vida de mi compañero, lo considero algo invaluable. Pero ahora
necesito que me permitas uno de tus cascos.
El terrestre hace un ademán con la pata, como un caballero que invita
a bailar a una dama. Twilight, un poco confundida, obedece.
—Antes de comenzar, debo advertirte que si intentas hacer cualquier
cosa mis compañeros te neutralizarán de inmediato.
—No te preocupes. Como he dicho antes, estoy muy agotada como
para usar magia, y aunque pudiera realizar hechizos, no es mi deseo
hacerles daño.
El terrestre baja la cabeza hacia el pelaje de la princesa, para luego
comenzar a olfatear como quien huele el perfume de una flor.
—No soy alguna especie de pervertido —informa el capitán,
mientras baja lentamente por la pata de la princesa—. Si hubiera otra forma
menos incómoda de hacer esto, créeme, lo haría. No te muevas.
—Yo... emm, bueno, es un tanto vergonzoso, pero si no hay otra
manera de hacer lo que sea que quieras hacer... adelante.
Incomoda, esa palabra sin duda refleja de la manera más acertada
esta situación. El capitán, avanza por su largo cuello, captando de forma
exhaustiva la esencia de su pelaje. Pasa por debajo de sus pómulos
ruborizados, más que nada por la vergüenza de que con todos los combates,
la entrada en el combustible y el sudor, no considera a su olor como algo
muy agradable de captar en esos momentos.
Silver toma un poco de su crin de colores fríos de forma delicada y al
captar su esencia, dice:
—Lo encontré, aunque su magia no tiene un olor tan penetrante. Es
un macho, posee algunas prótesis de combate, ¿no es verdad, Black?
—Afirmativo, capitán.
—Eso será su perdición. No puedo seguir el rastro tan lejano de una
magia así de débil, pero el olor del metal usado en la tecnología horntec lo
conozco demasiado bien. No se me va a escapar.
Twilight siente un escalofrío en todo su lomo. Esas últimas palabras,
no las sintió como algo dicho a la ligera o de forma presumida. Las escuchó
igual a alguien hablando de que el sol está a punto de salir, o que la luna
llena resplandece una vez al mes; lo dijo como si el hecho fuera a ocurrir
sin importar nada.
—¿Cómo es posible que puedas oler magia? —pregunta la princesa,
extrañada.
—No eres de la confianza suficiente para responder esa pregunta. De
momento no puedo confirmar que tu historia sea cierta. —El capitán
comienza a tomar distancia—. Hasta no hacerte una prueba de ADN para
comprobar te tendremos bajo custodia.
»No quiero sonar como alguien mal agradecido, pero debes
comprender que ante un unicornio tan peculiarmente fuerte como tú,
debemos ser muy precavidos.
Twilight nota un filo de luz azulada rodear al poni terrestre y a su
larga melena plateada ondear como si una suave brisa la acariciara. Es
extraño, de un momento a otro, la sensación de un depredador al acecho le
invade todo el cuerpo.
—El capitán irá en serio —comenta Black en voz baja.
—​Rey del bosque platinado —comienza recita Silver—, ​en lo alto de
las montañas no puedes ser dañado, dame tu cuerpo, alas y corazón,
permíteme por un momento ser mitad dragón.​ ¡Estribillo!
Hay un intenso rugido. El círculo de luz alrededor del poni plateado
se transforma en una cúpula de destellos de energía.
Es la primera vez que Twilight mira algo como eso. No detecta
ningún tipo de magia en ese extraño conjuro, pero puede percibir un gran
poder creciendo a cada segundo; es la misma sensación abrumadora de
cuando vio a Black Star y a Polaris transformados por primera vez o,
pensándolo mejor, esta vez siente estar ante algo aún más peligroso.
La energía azul por fin se disipa en una explosión. Un más alto Silver
Stardust entra en escena. Su hocico ahora es más similar al de un dragón
que al de un poni. Las escamas metálicas pasaron a cubrir casi todo su
pelaje. Su crin plateada está poblada de mechones azules brillantes. Pero lo
que más llama la atención de la princesa son las alas. Esas dos nuevas
extremidades en su lomo aunque tienen vestigios de apariencia orgánica,
son más cercanas a las que tendría un jet: están hechas de un metal color
cromo, poseen articulaciones de energía brillante y se puede ver un par de
pequeñas turbinas en el centro de cada una.
—¡Oh!, hace mucho que no lo miraba transformarse capitán
—comenta Jar en tono jocoso—. Ya se me había olvidado lo intimidante
que se pone.
—Manténganla vigilada —comenta el general con una voz
claramente más gruesa—. Volveré pronto.
Aún con destellos de energía corriendo por su ser, extiende sus alas
y, en una explosión sónica, ¡despega!
Todos los presentes sienten el golpe de una poderosa ventisca,
mientras el capitán desaparece a la distancia como si fuera un cometa en el
cielo del atardecer.
«¿¡Es tan veloz como Rainbow!?», la princesa sabe que Orion está en
serios problemas. Tensa los músculos por mero reflejo, va a levantarse del
suelo, no obstante, comienza a sentir los párpados pesados. De un momento
a otro, el suelo parece cada vez más cercano. Su cuerpo deja de responder,
y lo último que siente antes de ceder ante el sueño es algo cálido debajo de
su barbilla.
Polaris sostiene con una de sus alas rojizas la cabeza de la princesa.
—Descansa, ya has hecho suficiente.
Saca las tres plumas que clavó en su lomo y termina de acurrucarla.
Da la sensación de ser una potrilla vencida por el cansancio de un día de
juegos.
—¿En serio eran necesarias tres? —pregunta el rechoncho
terrestre—. Ella apenas si podía mantenerse despierta.
—Esta unicornio es todo menos ordinaria —explica Black Star con la
vista fija en la princesa—. A pesar de traer puesto un collar de supresión y
tan extenuada como se encontraba, no dudo que pudiera hacer algo para
ayudar a ese prófugo. Será mejor así.
Jar tuerce las cejas, impresionado no por las cosas dichas acerca de
este extraño unicornio alado, sino porque ha escuchado al Demonio Negro
hablar de un poderoso unicornio sin asco o desprecio en su voz.
«Ella ha elogiado su fuerza. ¿La respeta? Imposible».
Capítulo 15 - Soy la noche, el otoño y el invierno

«¡Ella es la anomalía!». Exclama la princesa tras haber escuchado


atentamente todas las hazañas de Twilight Sparkle.
«¿La anomalía?».
«Anoche, la mayoría de la Guardia Imperial tuvo una reunión con
papá. Nos advirtieron del robo de información... ​—Rainbow da un
resoplido. Cree haber dicho algo imprudente—. Perdón, tu padre ya se
enteró de tu traición al imperio».
​Orion sabe exactamente cómo su viejo tomará esa noticia. Si se
vuelven a ver alguna vez, conversarán con sus armas.
«No te disculpes, no has hecho nada malo. Eventualmente lo sabría,
eso era inevitable. ¿Qué hablaron respecto a esa «anomalía»?»
«Papá dijo que ayer, a primera hora de la mañana, detectó un hechizo
de distorsión del espacio tiempo. Parece que a pesar del Tratado de
Conservación, alguien pudo hacer un túnel a través de las épocas usando
una cantidad inconmensurable de magia».
«Eso quiere decir que la historia de Twilight es verdad». El soldado
esboza una sonrisa victoriosa.
«Es lo más probable. Antes de contactar contigo, pude percibir un
hechizo de un unicornio desconocido capaz de sacudir la atmósfera mágica
del mundo. Ahora estoy segura de que fue ella. Cuando entregues la tarjeta,
veremos la forma de contactarla. Si quiere salvar nuestro mundo tanto como
nosotros, ¡sería una ayuda invaluable para El Ejército Fantasma!».
El unicornio es contagiado por el entusiasmo de su amiga, e incluso
ya casi no siente dolor de cabeza. Las cosas parecen ir de mejor a mejor,
pero ahí es cuando el fuerte estruendo lo regresa a la realidad.
Ocurre a unos metros de él, sobre el camino de la montaña.
«¿Pasa algo?», pregunta la princesa al notar la alteración en la mente
de Orion.
«No sé cómo, pero me encontraron. —El soldado mira a través de las
plantas la figura equina cubierta de escamas metálicas y con alas
brillantes—. Y es otro SCE —agrega cerrando los ojos con pesadez».
«Oh, no».
«Mi princesa, en mis condiciones, mis probabilidades de escapar o de
ganar el combate son ínfimas. Lo mejor será destruir la placa de
información y luego neutralizarme para evitar entregar información al
enemigo».
Luego de esnifar un poco, el capitán Silver voltea en dirección al
escondite del unicornio en armadura, este siente una presión en el
estómago. Comprende que es inútil esconderse.
«¡Espera!».
«Princesa… —Orion aprieta la mandíbula—. Para mí también es
difícil, pero cuando salí en esta misión sabíamos que algo como esto podría
pasar».
«No lo hagas, ¡es una Orden! ¡El Anciano dijo que te pueden
rescatar!».
«¿Qué?».
«Ese es el plan de contingencia. Sin importar el lugar a donde te
lleven, te sacaremos a ti y a la tarjeta de información».
La expresión del soldado es tanto de impresión como de
incredulidad.
«¿Pueden hacer algo como eso?».
«Sacrificaremos recursos valiosos y anonimato, pero a cambio de esa
tarjeta bien vale el precio. Así que Orion, ¡te ordeno seguir con la misión!...
Sigue con vida, por favor».
Esa orden con voz firme seguida en de un sauve por favor, le hace
ahogar una risa al soldado; es tan contradictorio. Ella siempre ha sido así,
una contradicción viviente, y él, por más que lo intenta, nunca ha podido
comprenderla. Pero se siente más tranquilo por estar ahí con ella, aunque
solo sea por contacto mental.
—Unicornio, sé qué estás ahí. —Silver camina lento pero seguro
bajo los últimos rayos del atardecer—. Ríndete. No hay a donde escapar.
«Rainbow —piensa Orion al tiempo que prepara el cristal
amplificador en su prótesis—. Si esa es tu orden la cumpliré, pero quiero
intentar escapar».
«¿Estás seguro? Dijiste que tus posibilidades son demasiado bajas».
«Él no me matará, me necesitan con vida. Veré si puedo aprovechar
eso».
«De acuerdo, solo trata de no hacerte más daño, ¿bien?».
«Haré lo que pueda».
La comunicación mental entre ambos por fin es cortada.
Tratar de rescatar a la unicornio desconocida y solicitar su apoyo, era
la mejor alternativa para la misión. Abandonar a Twilight y tratar de tomar
distancia por su cuenta, era la mejor alternativa para la misión. Destruir su
valiosísima carga y posteriormente acabar con su propia vida, era la mejor
alternativa para la misión.
Ahora, con la nueva información, rendirse, puede que sea la opción
más segura y por la cual optaría la mayoría de los soldados, pero él no es
como la mayoría de los soldados. Él es más débil. Por eso, si la mejor
opción es escapar para llegar por cuenta propia a Night City, lo va a intentar
aunque parezca imposible o aterrador; sin importar que esté herido o recién
recuperado de una extenuación; lo va intentar con toda sus fuerzas, y con
todos los recursos que le quedan, porque al ser débil, necesitó aprender a
nunca rendirse para sobrevivir.
—Unicornio —dice de nuevo el capitán con tono severo—, si no te
muestras en los próximos segundos, iré por ti.
La respuesta de Orion a esa advertencia, es lanzar un par de cuchillas
de entre las hojas de los árboles.
Silver se cubre con una de sus patas reforzadas. Mas cuando los
proyectiles están a punto de golpear, cambian su dirección de forma
abrupta.
«Si las cuchillas son lo suficientemente pequeñas, puedo
manipularlas en el aire», dice Orion en la mente mientras sale a todo trote
de su escondite. Pensó la idea mientras combatía contra ese pegaso de
plumas llameantes. ¡​ Plaz! Ambas cuchillas golpean en la parte trasera del
cuello del capitán. No hacen ningún daño, solo revienta en pedazos.
Silver frunce el ceño, da un fuerte impulso con sus alas y, en un
instante, logra interponerse en la huida del unicornio.
Pero Orion esperaba eso. En cuanto está a rango, blande la hoja en su
prótesis en un corte diagonal, directo al hombro del terrestre. ¡La espada
rebota! Las chispas vuelan. Siente como si hubiera tratado de cortar la
coraza blindada de una nave de combate.
—Es inútil, alguien como tú nunca podrá lastimarme —Silver da un
fuerte golpe de casco.
El soldado unicornio interpone su espada apoyada por su otra pata.
Es inútil. La pezuña del capitán rompe la hoja y le da de lleno en el refuerzo
de su armadura.
—¡Ah!
Orion es arrancado del suelo por la fuerza explosiva del impacto.
Azota contra la tierra unos metros al frente. Ahoga un grito al tiempo que se
retuerce de dolor. Debido a sus fracturas, su caída es especialmente
dolorosa.
—No quiero hacerte más daño del que mis compañeros te hicieron.
—Silver planea hasta colocarse frente a su oponente derribado—. Solo
déjate ponerte un collar de supresión y esto terminará. Tus ataques
desesperados no me harán ningún daño, no importa cuanto lo intentes.
El soldado unicornio le dedica una rápida mirada a su oponente. En
un solo movimiento deja ver un pequeño cañón en su prótesis y ¡dispara!
El capitán se conmociona, el disparo le dio en un ojo.
En ese instante de distracción, Orion aprovecha para rodar su última
granada debajo del terrestre. Agranda la distancia momentos antes de que la
explosión de plasma cubra al SCE con su brillo color neón junto a humo
blanquecino. Sin embargo, cuando la nube de residuos se disipa, el capitán
aún está de pie, en el mismo lugar. Mantiene una de sus patas contra su ojo
y el suelo debajo de sus cascos está destruido.
El unicornio lo mira atento. Tiene una cuchilla recién formada en su
prótesis, lista para atacar en cualquier momento. Mas respira con dificultad.
El sudor impregna su pelaje debajo del casco.
—Atacaste mis ojos, un punto blando, y la base de mi estómago,
donde tengo menos defensa de escamas —comenta Silver pensativo—. No
atacas de forma desesperada o al azar, realmente estás buscando la forma de
derrotarme.
—No he conocido a ninguna criatura… que sea imposible de dañar
en sus ojos o en la boca. —dice el soldado con voz forzada. Apenas si
puede ocultar el temblor en sus patas.
—Pues lamento decepcionarte. —El capitán baja su casco, mostrando
la bala prensada en su pezuña y su ojo intacto—. El rey de las criaturas
biorgánicas de este bosque, tiene blindaje aún en sus ojos.
En el ejército del Imperio Unicornio, existe la historia de un soldado
SCE contra el cual usaron el cañón solar de un megacrucero. El disparo
estalló la ladera de una montaña e hizo un boquete en la muralla de una
fortaleza. Pero ese monstruo emergió lleno de ira de entre los escombros de
roca y granito reforzado. Lo peor, en palabras de los sobrevivientes de esa
batalla, no es que siguiera vivo, sino que aún después de ese tremendo
ataque era capaz de seguir luchando con un inmenso poder.
Orion cree tener la mala suerte de estar delante del SCE de esa
historia. No esperaba que fuera un poni, pues lo describieron como un
dragón inmune al daño, de mirada fría y rugido aterrador.
«Todos tienen un punto débil. Solo debo hacer tiempo hasta
encontrarlo». Piensa mientras su ojo biónico analiza al monstruo plateado.
El capitán, por su parte, vuelve a levantar la voz:
—Tu espíritu guerrero se ha ganado mi respeto. —Agacha la cabeza
y extiende las alas. Es una clara posición antes de iniciar una carrera—. Así
que para honrar ese espíritu yo también lucharé dándolo todo.
Orion agudiza los sentidos.
«Punto cardinal», ordena Silver en la mente. Su cuerpo obedece la
orden enseguida.
Un mal presentimiento en la forma de presión en el pecho llega al
soldado unicornio de golpe. Piensa salir corriendo para poder hacer una
nueva estrategia, cuando, en un instante tan rápido como un parpadeo,
pierde de vista al capitán.
Arriba del pequeño cráter dejado por la granada, aparece un punto de
energía suspendido en el aire, el cual lanza un rayo a la siguiente partícula a
unos escasos metros, y esta a la siguiente, conectando una senda en cuyo
final se materializa Silver en el punto ciego del soldado.
A Orion, naturalmente, le fue imposible notar algo de esto.
Él solo logra darse cuenta de lo que acaba de suceder cuando escucha
a su lado:
—Se acabó, unicornio.
Un instante después siente un poderosísimo golpe en la parte trasera
de la cabeza. Cada centímetro de su cuerpo es sacudido igual a si recibiera
un potente choque eléctrico.
El peso de algo inmenso vence sus patas con facilidad. Es un
monstruo; Orion está seguro de que un monstruo aún más grande que los
basiflejos lo somete con su garra, haciéndolo sentir insignificante.
Cuando al fin comienza a perder el conocimiento. Puede ver las
señales de alerta de la interfaz en su ojo biónico, puede ver la llegada de la
noche con el otro. Pero él piensa en su princesa, en su sonrisa y en sus
brillantes ojos rosas. Eso le trae tranquilidad.
Lo primero que viene a la mente de Twilight es la idea de la noche. ¿Por
qué? No lo sabe. Es un sentimiento abstracto, pácifico, pero también muy
poderoso.
Su alrededor es un pasillo lleno de cables y tubos, iluminado por el
brillo neón de circuitos impresos en las paredes. No hace frío ni calor. Lo
único que llega a sus orejas es el ruido de engranajes girando.
Sus grandes ojos violetas captan una luz. Sale del fondo del pasillo.
Trota hacia ella, atraída por su enigmático resplandor blanquiazul danzante.
Y para su sorpresa, a cada paso que da, la luz se aleja.
El clip clop de sus cascos hacen un prolongado eco en ese extraño
lugar. Da vuelta varias veces por curvas cerradas, sube algunas pendientes y
baja en otras ocasiones. El ambiente a su alrededor sigue estando
conformado por tubos, engranes, cables gruesos que juraría palpitan igual a
las venas de un ser viviente. Todo siempre débilmente iluminado por esas
líneas brillantes cubriendo todo.
El resplandor sigue frente a ella. Cercano y a la vez distante. La guía
hacia algún lugar; no tiene idea de a dónde, pero siente el deber de llegar.
En el marco de la entrada a una gran habitación, su guía
resplandeciente por fin se disipa. La alicornio mira curiosa como ese cuarto
parece ser el lugar más iluminado de toda esa maquinaria sombría.
Cuando entra, encuentra que la luz de la sala viene de una esfera
gigante en medio de una plataforma escalonada. Tiene cientos de máquinas
encajadas detrás y los cables de las paredes y el suelo así como los circuitos
impresos convergen en ella.
Twilight llega a la base de la plataforma. Ahí nota que la esfera no es
de vidrio, sino de algún tipo de líquido; flota a poca distancia del suelo y
pequeñas ondas recorren lentamente su superficie.
—¿Dónde estoy? —susurra.
Sube por las escaleras hasta quedar frente al misterioso objeto. La
princesa se pregunta si todas las máquinas llegan hasta ahí, o salen, si este
punto es el comienzo, o en realidad es el final de este extraño lugar.
Entonces nota una sombra dentro del líquido. La cual danza igual a
un pez en su pecera, generando un oleaje en la superficie de la esfera.
Twilight da un paso atrás. Ve atónita como la negrura adopta la forma de un
unicornio para después desplegar un par de alas.
—Eres… ¿un alicornio? ¿Cómo?
La sombra desciende hasta la base de la esfera, al lado de Twilight.
La mira con sus grandes ojos enteramente blancos. Su larguísima melena
ondula dentro del líquido con la suavidad del océano.
Sin ninguna palabra, o sonido, la princesa siente que la invita a
acercarse. Con dar un par de pasos puede poner su pata contra la superficie
cristalina. Siente una frescura invadir su ser, como una briza del norte en
medio de la noche. La misma sensación que sentiría al estar cerca de una
princesa capaz de controlar la Luna.
Cierra los ojos. Lleva su concentración al máximo para tratar de
percibir la esencia del ser frente a ella. No es de Luna, Starlight, o Cristal o
ninguna de las princesa de la noche que ha conocido. Pero entonces:
—¿Quién eres?
La alicornio oscura también extiende su casco. Ambas patas solo
están separadas por la delgada superficie de la esfera.
—¿Quién eres?
—Soy la noche, el otoño y el invierno. —Escucha Twilight.
La voz resuena desde cada rincón del lugar. Es apacible, hermosa,
pero también triste.
—¿Qué puedo hacer por ti? —sin darse cuenta, las lágrimas caen por
sus mejillas.
Gotas blancas salen de los ojos de la sombra también.
—Te lo suplico —pide con voz quebrada—. Por favor, salva a mí
hermana.
—¿Tú hermana? ¿A qué te…?
Unas fuertes campanadas sacuden el cuarto. Twilight se ve obligada
a dar unos pasos hacia atrás. Pasado un poco de tiempo, la habitación
vuelve a temblar por otro grupo de estruendos metálicos, pero esta vez no
paran.
La princesa mira a su alrededor. «¿Qué está pasando?», piensa,
confundida.
Para su susto, la habitación comienza a caer a trozos, empezando por
el piso debajo de la gran esfera líquida. El ruido retumba dentro de su
cabeza. Trata de usar sus alas, mas no puede volar sin importar cuanto las
agite. Hay desesperación e impotencia mezcladas en cada uno de sus
aleteos, de forma inevitable debe retroceder con sus patas.
—¡Dime! ¿¡Dónde está tu hermana!? —grita entre todo el
escándalo—. ¿¡Cómo la puedo salvar!?
Sigue caminando hacia atrás, mientras los pedazos de suelo caen
hacia un vacío negro. Pronto, termina en una pequeña plataforma que se
hace más pequeña a cada segundo.
—¡Se la llevaron, se la llevaron y no sé donde está! —escucha entre
llantos—. ¡Ella tenía miedo, le dolía, le dolía mucho!
—¿¡Quién se la llevó!?
—¡Fue un poni, un poni con cuerno y alas resplandecientes!
«¿¡Cuerno y alas resplandecientes!?», la princesa queda perpleja.
¿Eso quería decir que hay otro alicornio en este futuro? ¿Hay otra princesa?
El suelo debajo de Twilight por fin cede. Cae a la penumbra. Vuelve
a tratar de volar con todas sus fuerzas. Quiere volver con ella. Ella está
triste, no quiere estar sola, tiene miedo, quiere a su hermana de regreso y
llora cada día su pérdida.
Sin poder anticiparlo cae al suelo en medio de la oscuridad. Voltea de
un lado a otro. Unicamente puede mirar su propio cuerpo, lo de más es
negro.
Entonces, unas últimas campanadas resuenan.
¡Clan! ¡Clan! ¡Can!...
Cada ruido metálico revela más y más a una gran criatura, de figura
equina, hecha por completo de magia. Tiene alas, tiene cuerno y una
expresión monstruosa en el rostro.
Agacha su cabeza hasta la princesa para enfilar sus ojos brillantes
con los de ella. Por un momento, en la mente de Twilight aparece el
recuerdo del Poni de Sombras, pero lo descarta de inmediato. Este, a
diferencia de aquel antiguo enemigo, es más grande y tiene dos colmillos
sobresaliendo de sus fauces.
—Emm, ¿hola? —dice, asustada y nerviosa a partes iguales—.
¿Puedes entenderme?
No sabe porqué le preguntó eso en específico, simplemente su
instinto le dijo que esa debía ser la pregunta.
La bestia frunce el ceño con odio. Abre sus fauces, son más cercanas
a las de un lobo que a las de un poni. En un rápido movimiento, pone a la
princesa entre sus afilados dientes y similar a una enorme trampa para osos
¡cierra!
Da un resoplido al tiempo que levanta la cabeza. Su corazón late a
mil por hora.
—¿Pesadilla? —pregunta Black Star, a su lado, sentada sobre sus
ancas.
Ambas se encuentran en un pequeño cuarto de cristal.
—Eso… creo.
—Oye. Tus ojos.
En un principio, Twilight no entiende porqué la poni oscura apunta a
su rostro, sin embargo, todo cambia cuando percibe la humedad cayendo de
su barbilla; no se había dado cuenta, llora a borbotones.
—¿Estás bien? —pregunta la teniente. Se impresiona de sí misma por
decir eso en tono tan amable. Salió natural, sin pensarlo. «Bueno, ya qué, lo
dicho, dicho está».
—Sí, sí. —Limpia su rostro—. Solo fue un extraño sueño.
Voltea a su alrededor. Paredes de vidrio polarizado lo cubren todo y
varios círculos en el techo dan su luz cálida.
—¿Dónde estamos?
—En la parte baja de la cabina del destructor del capitán.
—¡Ah!, entiendo. —Twilight choca ambos cascos delanteros, como
quien ha resuelto un misterio—. Es una de esas esferas, ¿no? Igual a la de
donde saliste luego de que derribe tu nave.
Black deja escapar un pesado relincho.
—Sí, princesita. Gracias por recordarme eso.
—Lo siento. —Twilight hace una sonrisa avergonzada—. Todo era
muy confuso, reaccioné por reflejo. Creo que debí ser menos agresiva con
tu nave. Je, je.
«Si lo explicas así, parece que dices que eres tan fuerte como para
haber acabado con mi nave sin querer. —Piensa la terrestre mientras
endurece la expresión—. Como si aplastaras un insecto o algo... Lo hace a
propósito, ¡estoy segura de que lo hace a propósito!».
—¿Lograron capturar a Orion?
La pregunta de la princesa saca a Black de sus pensamientos.
—¿Te refieres a ese soldado unicornio? —dice, altanera—. Ja,
¿dudas de nuestro capitán?
—No, no es eso —aclara Twilight—. Solo quiero saber si se
encuentra bien.
La poni oscura le da un vistazo despectivo. Mira sus orejas caídas,
los ojos aún rojizos y húmedos por las lágrimas y labios torcidos. En
contraste, la imagen del unicornio que más odia llega a su mente: tiene esas
pupilas escarlata mirándola con placer macabro desde la oscuridad, es un
monstruo al acecho de una pobre potrilla aterrada, y sus colmillos hechos
de magia iluminan los cuerpos incoloros de sus víctimas en el suelo.
No se parecen, ellos dos no se parecen en nada. ¿En serio esa
princesita es uno de esos despreciables depredadores? No le gusta
aceptarlo, mas todo hasta ese momento le dice que no lo es.
—Él está vivo si eso quieres saber —dice por fin—. Está en otro
deslizador, Polaris lo vigila, y conociendo a ese pegaso, seguro tratará el
dolor de sus heridas.
—Me alegra escuchar que se encuentra bien. —La princesa hace una
pequeña reverencia—. Gracias por ser tan considerados con él, a pesar de
que sea su enemigo.
—Serán nuestros enemigos, pero aún tienen derechos. Tendrán un
trato según las leyes de guerra y un juicio justo. A diferencia de ustedes,
nosotros seguimos con honestidad el reglamento, aunque a veces nos demos
ciertas libertades...
La princesa no puede evitar soltar una risita al escuchar eso último.
—¿Como cuando me usaron como un yoyo? —comenta.
Black Star se siente culpable de haber actuado así con la que después
sería la salvadora de su compañero, y no verla enojada por lo que le hizo
solo aumenta su incomodidad.
—¿Por qué eres así? —pregunta en un susurro.
—¿Perdón?
—Nosotros te atacamos, te atamos y te insultamos. ¿No se supone
que eres una princesa en tu época? ¿Cómo tomarían tus súbditos verte así?
Sin poder hacer magia, siendo una prisionera.
Twilight queda pensativa por unos momentos. Todos en su época la
consideran casi una diosa, a pesar de en innumerables ocasiones dejar en
claro que es un poni como cualquier otro a quien solo se le confirió un gran
poder.
Recuerda a su querida Thunder Blast, la líder de su guardia personal,
en la orgullosa princesa Sun Stone o la traviesa pero protectora princesa
Cristal. Todas ellas las considera hijas, y está segura que ellas la miran
igual a una madre.
—Sí —comenta con mirada perdida—. Muchos en mi reino se
enojarían, y algunos, por verme en estas circunstancias, no dudarían en
saltar a defenderme.
—¡Entonces enójate! —La terrestre se pone en sus cuatro patas y
encara a la princesa—. ¿Por qué siempre pareces tranquila, con esa odiosa
sonrisa amistosa en la cara? ¿No nos tomas en serio? ¡Por Los Relojes
Antiguos! —Da un pisotón—. ¡Demuestra ser una chica de clase alta que
no está acostumbrada a ser tratada así! ¡O una poderosa hechicera la cual
quiere a todos inclinados ante ella con respeto! O al menos, no sé, reclama
ser alguna embajadora demasiado importante y no desear hablar con un
simple soldado como yo. —Agacha la mirada por un instante—. Dame un
motivo para odiarte, aunque sea solo uno…
—¿Cuántos años tienes, Black?
—¿Eh? ¿Mi edad?... Tengo 26, ¿pero eso qué importa?
«Es más joven de lo que creía». Piensa Twilight. Si fuera una de sus
protegidas, se tomaría la libertad de acariciarle la cabeza.
—Yo tengo 3293. En mi época, cumpliría 3294 en unos meses. —Al
escuchar eso, la terrestre queda sin palabras—. Los alicornios vivimos
mucho tiempo. Y en mi caso he sido especialmente longeva aun entre los de
mi especie, todo gracias a la magia que me cedieron mis amigas.
Un denso silencio impregna la habitación. El tiempo parece dilatarse.
La princesa observa sus patas delanteras, como si en ellas pudiera ver su
pasado cual película.
—Cuando vives tanto como yo —comienza a explicar—, los años
pasan cada vez más rápido, pero cada vez son más pesados. Y con el tiempo
aprendes muchas cosas.
»Cosas como que, sin importar lo grande de tu poder, algún día
necesitarás de los demás, por eso no tiene caso ser arrogante. Luego
aprendes a que la mejor forma de no recibir daño es no haciéndolo, y dejas
de ser agresivo.
»Y ves a tus amigos crecer, a tus hijos también, y a los hijos de tus
hijos, pero todos se van poco a poco. —Esas últimas palabras fueron lentas,
llenas de sentimientos—. Entonces lo comprendes: el tiempo se los llevará
a todos tarde o temprano. De repente comienzas a valorar cada momento
con tus seres amados, y a preocuparte siempre de su bienestar, así cuando
por fin se van, no te sientes culpable por no haber pasado más tiempo con
ellos o no haberles dicho lo mucho que significaron en tu vida; te vuelves
atento de forma natural.
»Soy así, no por ser un poni mejor a comparación de los demás, o
porque los considere a ustedes como seres débiles e inferiores. Soy como
soy porque me gusta aprender de mis errores, y he vivido lo suficiente
como para cometer muchos.
—3293 años... —La terrestre trata por unos segundos de concebir ese
número en su imaginación—. Si yo viviera tanto, me volvería loca.
—Me tocó conocer a varios de esos —comenta Twilight en medio de
una risita incómoda—. Pero es mucho más fácil de sobrellevar si siempre
intentas hacer cosas nuevas y haces buenos amigos. Algún día me gustaría
que fueras mi amiga, Black Star.
En ese momento, la teniente se da cuenta de que está demasiado
cerca de la unicornio sospechosa. Toma distancia de inmediato, aunque
mantiene las apariencias, va lenta, segura; como si no hubiera violado
varios protocolos de seguridad.
—Ejem... todo depende de los resultados de tus estudios en la Sede
Central. Si tu magia es legítima, entonces no tendré problemas en respetarte
pero... —La expresión de la teniente se vuelve seria e intimidante—. Si
descubrimos que le has quitado la vida a miles de criaturas inocentes para
obtener ese poder, te haremos pagar por eso.
—No te preocupes, yo jamás haría algo así.
De repente, unas campanadas se escuchan en toda la cabina. Twilight
levanta las orejas por reflejo. Es imposible para ella no sentirse intrigada
por ese peculiar sonido metálico.
Es igual al de su sueño.
—¿Qué es eso?
—Son las campanadas del Gran Reloj de la Noche. Está anunciando
la elevación lunar. Si podemos escucharlo, es porque debemos estar
llegando a Night City.
—Oh, es verdad, me explicaron un poco de esas máquinas
—menciona Twilight—. Se escuchan fascinantes. Me encantaría verlos
alguna vez.
—¿Fue ese soldado?
—Sí, me dijo que había uno para la noche, el otoño y el invierno.
—Al repetir esa frase algo hace clic en su mente—. Y otro... para él día, la
primavera y el verano…
«Salva a mi hermana, te lo suplico».
La petición del alicornio oscura comienza a tener sentido. Pero, ¿qué
era ese monstruo equino del final de su sueño?, y ¿dónde está el segundo
reloj?
Quiere preguntar a Black al respecto. Cualquier información sin
importar lo mínima que sea, sería de gran ayuda. No obstante, de forma
sorpresiva, es la teniente quien habla primero.
—¿Quieres verlo? Bien, creo que puedo cumplir esa petición sin ir en
contra de las reglas. Tómalo como un gesto de agradecimiento por lo que
hiciste en El Subbosque de Metal. Interfaz, activa la transparencia del
cristal inferior.
Al son de un pequeño ruido electrónico, la oscuridad del cuarto
empieza a desaparecer como quien corre una cortina.
—Bienvenida a Night City.
La princesa expande la mirada. Frente a ella, anunciada por otra serie
de golpes de campana, una ciudad tan extensa que no alcanza a ver su final
en el horizonte, aparece poco a poco.
El cielo se encuentra dominado por cientos de máquinas voladoras,
dejando estelas de luz cuando pasan a toda velocidad. Los edificios rebosan
hasta formar montañas. Tienen formas variadas, incluso extrañas para la
Princesa. Algunos son cubos perfectos conectados por túneles, hay espirales
puntiagudas con diferentes plataformas flotando en su centro, otros incluso
carecen de estructura definida y parecen más piezas de un rompecabezas
urbano puesto para aprovechar cada hueco.
Twilight logra notar engranajes con lento girar sobresaliendo por
toda la metrópolis junto a tubos que, a esa distancia, puede deducir son tan
grandes como las murallas de su castillo.
No es como ninguna ciudad que haya conocido antes. Llega más alto
que la capital imperial yac, tiene muchísimas más construcciones a
comparación de su querida Harmony City, y es capaz de cubrir tanto como
el desierto de Arabia Equina.
—Entre la hora novena y la décima, El Gran Reloj de la Noche
levanta la luna y el atardecer desaparece. Por esos breves momentos, se
escuchan las campanadas que anuncian la caída de la oscuridad sobre el
mundo. —La teniente para de hablar, deja al último grupo de clans resonar
en el ambiente. Entonces continúa—: En esos momentos los habitantes de
Night City saben que deben encender las luces y prepararse para el
oscurecer, y a decir verdad, me gusta ver ese momento desde las alturas.
La princesa sonríe cuando ve las luces comenzar a inundarlo todo. Le
recuerda a la iluminación tradicional usada El Día de los Corazones
Cálidos; llegan desde los bordes de la ciudad, como si fuera un círculo
mágico, e igual a una poderosa marea, inundan la ciudad cada vez más
rápido hasta llegar a «esa» construcción.
El monumento que robó su atención en el instante en el cual la
ventana fue abierta por completo.
Se encuentra hasta el final, sobre la línea del horizonte. Son dos
edificaciones colosales, capaces de atravesar las nubes con sus puntas. Al
estar una al lado de la otra, dan la sensación de ser una montaña a la que
han dividido justo por la mitad y, como si de simples pilares se trataran,
sostienen el holograma de un reloj; la proyección es gigante, llena de
grupos de manecillas y grabados por dentro. De su circunferencia cae magia
líquida de un brillo azul en forma de cascadas, las cuales, al tener curvas
cerradas y entramados complejos hasta caer al suelo, dan más la sensación
de ser una placa de circuitos a cauces de fuerza mágica.
Cuando la luna por fin asciende, es eclipsada unos momentos por la
cara de ese reloj brillante, dando la sensación de que se encuentra
proyectada sobre el astro.
Delante de tal paisaje, Twilight no puede evitar sentirse diminuta,
como un grano de arena ante la inmensidad del mar.
—Sé que la vista es bonita y eso —comenta Black Star—, pero no
creí que fueras de las que llora con estas cosas.
La alicornio, extrañada, lleva un casco a sus mejillas solo para sentir
la humedad. Está llorando de nuevo, aunque esta vez comprende que las
lágrimas en realidad no son suyas.
—Ella está triste —dice para sí—. Ella quiere a su hermana de
regreso.
—¿Triste? ¿De qué hablas?
—Black Star, ¿sabes si le pasa algo raro al Gran Reloj del Día?
La teniente pasa de una expresión casual a una de completa seriedad
en un instante.
—¿Qué acaso no te lo contó ese unicornio?
—¿Contarme qué?
—Que El Gran Reloj del Día desapareció. Al escapar, el emperador
unicornio y su ejército se lo llevó.

Fin del volumen I


Epílogo - Nueva misión

En los límites de Night City, por fuera de la muralla. Hay varios distritos no
reconocidos por el ayuntamiento. Les dicen After. En esta región, a
diferencia de las colonias internas, hay un paisaje menos urbano, con
secciones sin pavimentar, y pequeños grupos de casas dispersados por los
valles alrededor de los asentamientos principales.
Ahí, las personas viven lejos de todo, incluso de la ley.
—¡Ey! Muchas gracias —Eternal Letters sostiene un algodón de
azúcar con un ala—. Se ve delicioso.
—Son 10 créditos —dice una vieja terrestre del otro lado del
mostrador.
La tarjeta hace un pitido al pasar por la terminal. Antes de que el
ordenador marque la transferencia, el pegaso guinda ya ha devorado más de
la mitad de esa delicia azucarada.
—¡Cielos! —exclama la anciana—. Es la primera vez que alguien
come uno de mis algodones con tanta prisa.
—Es una antigua costumbre. Aunque, que esto esté delicioso
¡también ayuda!
—No eres de por aquí ¿verdad? Jamás te había visto antes.
Eternal lanza el palito ya sin nada de dulce hacia el bote de basura.
—Solo soy un poni que viene de pasada —dice mientras se limpia la
barba y guarda la tarjeta en su alforja.
—¿Qué te trae a After?
—Vengo a esperar a un amigo.
En cuanto sale del local emprende el vuelo. Tarda un poco en llegar a
la cima de una colina, donde aterriza en la copa de un árbol. La joven Smile
lo espera sobre una pequeña plataforma oculta por las frondosas ramas.
—¿Encontraste lo que te pedí?
—​Sep​, fue más fácil de lo que pensaba. Va.
La joven pegaso atrapa una bolsa de frutas secas. Una gran sonrisa
aparece entre sus pecas; muere de hambre. Ataca la bolsa sin piedad. Come
igual o más rápido que Eternal. El viejo pegaso, por su parte, baja las
alforjas y comienza a sacar latas y otros productos.
—También traje un par de jugos —dice.
—Comiste algodón de azúcar, ¿verdad? —comenta Simile antes de
lanzar el último pedazo de manzana deshidratada y atraparlo con la boca.
—¿Cómo te diste cuenta?
—Tu barba. Tiene una mota.
Letters baja la mirada para encontrar una bolita del preciado dulce
rosa que no alcanzó a limpiar. Sin pensarlo, la atrapa con la lengua.
—¡Iugh! Qué asqueroso —exclama la chica torciendo sus labios.
—Recuerda lo que te enseñé. Nunca hay que desperdiciar la comida.
Esta hermosa barrera bajo mi barbilla ayuda a minimizar la pérdida bastante
bien.
Eternal, con semblante orgulloso, da un gran trago a su lata de jugo.
—Yo sigo sosteniendo que deberías rasurarte ese pegajoso manojo de
pelos, y aparte. —Smile apunta al estómago—. Creo que no es lo único que
debes cortar. Ya se te comienza a notar más la barriga.
—Ja, ja, ja. No te preocupes por mí. Estar pachoncito a veces ayuda
al combate. Aparte, ya casi llega mi retiro, pronto podré comer tantos
caramelos como quiera.
—Bueno, si tú lo dices…
La joven pegaso toma su botella con ambos cascos, mas no alcanza a
beber nada de su dulce contenido. Su visor frente a uno de sus ojos
comienza a marcar alerta, al tiempo que el pegaso guinda despliega el suyo
del aparato sobre su oreja.
Ambos asoman la cabeza entre las ramas. Dos destructores surcan el
cielo a la distancia, dejando estelas de color azula tras sus motores.
—Identifica el de la derecha —ordena Eternal—. Yo me encargo del
otro.
Pasan de largo en un instante, sin embargo, es suficiente para obtener
lecturas de las dos máquinas. De regreso en la plataforma, Eternal teclea un
número en un ordenador colocado sobre la esquina del lugar. Comienza con
55 56, la extensión para un canal de seguridad.
Una pantalla es proyectada delante de los dos ponis.
—Aquí el equipo de reconocimiento —informa Smile—. Hemos
confirmado la entrada de los dos destructores a la ciudad por el lado norte.
—Bien, todo parece indicar que la información que recibí era
correcta —dice una voz desde la pantalla antes de dar un largo suspiro—.
Eso quiere decir que lo van a llevar a la Sede Central.
—Tiene sentido —opina la joven pegaso—. Podría ser la única pista
del AS para dar con el emperador. Si yo fuera ellos lo pondría en máxima
seguridad también.
—Eso hará muy arriesgado tratar de sacarlo, Anciano, incluso para
mí. —dice Eternal encogido de hombros—. Pero supongo que no hay de
otra, visitaré a mis viejos amigos. Solo espero que me dejen decir hola
antes de tratar de matarme.
—No solo ocupas extraer a ese soldado unicornio, Letters. —La voz
de la pantalla adquiere un tono misterioso y emocionado—. La princesa
Rainbow Star hace poco nos ha informado de un ser bastante peculiar. Un
aditamento que será de mucha ayuda para nuestras filas en el Ejército
Fantásma.
»El reporte del capitán Silver confirma que viene en su destructor y
que la llevarán a la Sede Central también.
Un cuadro de texto aparece en el holograma. Ambos pegasos, llenos
de intriga, comienzan a leer. Cosas como la palabra «alicornio»,
explicaciones de un viaje en el tiempo, o la mención a un inmenso poder,
les genera expresiones variopintas mientras recorren el reporte de extremo a
extremo.
—Esto es bastante inesperado —habla Eternal acariciando su barba
marrón—. Una pony muy peculiar y una que quisiera tener de aliada.
—No solo es peculiar, esta descripción parece sacada de un cuento
fantasioso —agrega Smile—. ¿Quién se supone que es esa tal Twilight
Sparkle exactamente?
—Eso es lo que vamos a averiguar —responde El Anciano—.
Repliegan todo el equipo y regresen a la base, tenemos mucho trabajo que
hacer si queremos salvar nuestro mundo.
—A la orden —dicen al tiempo los pegasos antes de terminar la
comunicación.

También podría gustarte