segura de su poder y no existían los rumores de una rebelión en el nivel 1. La Luz ha controlado este lugar desde que el planeta se calentó lo suficiente para que fuera imposible seguir habitándolo, al menos en su superficie, así que nos escondimos bajo tierra; han pasado más de 300 años desde eso. Al principio quedaron unos pocos que lograron escapar a las altas temperaturas, escondidos en cuevas subterráneas cercanas a los mares en donde el agua lograba regular el calor. Con el paso del tiempo, esos pocos tuvieron la necesidad de encontrar un refugio permanente, pero sin la tecnología necesaria para huir el planeta que ellos mismo habían destruido, dejaron de pensar en el cielo y se concentraron en la tierra. Así fue como terminamos en el subsuelo. Los Iluminados, fundadores de La Luz y de Vires, el intento de país en el que vivimos actualmente, se constituyeron como la máxima autoridad al fundar un asentamiento 200 metros bajo tierra, usando sus conocimientos como ingenieros y agricultores para crear un entorno artificial totalmente aislado del infierno de la superficie. Pero Los Iluminados no eran inmortales. La siguiente generación de Iluminados, los hijos de los originales, asumieron el poder uno por uno e instauraron el sistema de círculos, niveles de subsuelo, uno cada vez más enterrado que el otro, cada uno peor que el anterior. Nos clasificaron, como si se tratara de objetos, según nuestras habilidades, y nos dividieron en 9 grupos, uno en cada círculo. Para ser fácilmente identificables, se nos otorgaron máscaras inexpresivas con un color asociado a cada círculo. En el primer círculo, el más enterrado, se asentaron Los Iluminados y sus familias, rodeados de riqueza, tecnología y lujos; el círculo del poder, en pocas palabras. El segundo círculo pertenece a La Luz, los representantes de Los Iluminados y los encargados de “mantener el orden y velar por el bienestar de todos los ciudadanos de Vires”, aunque en realidad todos sabemos que son los guardaespaldas y lacayos de los del primer círculo. Al tercer círculo fueron a parar los ingenieros, aquellos con el conocimiento necesario para que Vires no quede enterrada de manera permanente para que la oscuridad no sea nuestra realidad diaria. El cuarto círculo se llenó con los creyentes, quienes aspiran a ser parte de La Luz y consideran a Los Iluminados como nuestros salvadores, las guías absolutas del comportamiento y la ética. El quinto círculo, justo en el medio, reunió a los oradores, o a quienes solíamos llamar políticos; personas capaces de inspirar con sus palabras y prometer el regreso a la superficie; estos constituyen la espada de doble filo de La Luz, así que cuando algún orador habla de más, es silenciado en las próximas 24 horas de alguna manera, aunque es norma no hablar de ello. Los agricultores, sanadores y obreros terminaron en los círculos 6,7 y 8, respectivamente, en el orden que Los Iluminados los consideraban más necesarios. Y finalmente está mi círculo, el noveno, en donde han enviado a todos aquellos que consideraron…desechables. Artistas, cantantes, escritores, poetas, actores, todos estamos aquí, como parias. No sabemos curar el cuerpo, no construimos grandes cámaras reguladas térmicamente ni sabes hacer crecer tomates con luz artificial, así que nos desecharon. Los Iluminados de cuarta generación nos consideraron como una atracción, algo para pasar el rato, unos payasos, y nos abandonaron en el último círculo, o debería decir el primero. El noveno círculo es el más cercano a la superficie, el calor es más intenso y el agua escasea, por lo que se nos denominó el nivel 1. Entre mayor sea tu nivel, más beneficios tienes, y subes de nivel de dos maneras: adquieres conocimiento que Los Iluminados consideren indispensable, o te unes a La Luz. El sistema de los círculos se ha convertido en una pirámide social casi literal, mi abuela solía quejarse de este al compararlo con los nueve círculos del infierno de Dante, diciendo que entre más bajabas, peores escorias te encontrabas. A decir verdad, Vires parece funcional y perfecta desde afuera, no muy literalmente hablando, porque está enterrada, pero está podrida desde la médula. Mi madre, hija de una familia que llevaba el baile en las venas, fue obligada a formar parte del entretenimiento personal de Los Iluminados solo para traer un poco de pan a la mesa a diario, y la situación no es diferente para muchos en este nivel. Llevamos años cansados, intentando defender el arte como parte de la humanidad, pintando las entradas de los círculos con nuestro mensaje en secreto, dejando cartas anónimas en los círculos bajos con el fin de que llegaran al círculo 5 con los oradores, pero no obtuvimos respuesta, al menos no hasta hace dos semanas. El 16 de noviembre del 3027, una carta sin ortografía y con letra torcida se deslizo por la ranura que nos separa del círculo de obreros, cuando un grupo de chicos iba pasando por allí. Al abrir la carta se encontraron con el mensaje: “Los Iluminados son falsos, lo han ocultado todo y se han creado máscaras de perfección con la miseria de todos nosotros. Es momento de que recordemos lo que nos hacía humanos. Es momento de tener una identidad y de volver a vernos las caras.” - AC, 5. El círculo 5. Alguien llamado AC nos ha escuchado y concuerda con nosotros, alguien a quien aún no han silenciado, por lo que ha sabido mantenerse escondido. Está pasando, finalmente. Corro a casa con la carta que me han entregado los chicos y que guarda nuestra esperanza, la única que nos queda, y al llegar escribo una respuesta. “Me llaman “La Humana”. Es mejor mantenerlo así, en caso de que alguien encuentre esta carta antes que tú. Queremos nuestra humanidad de vuelta, y haremos lo necesario para recuperarla, cuenta con el nivel 1 en tus planes. Vamos a quitarles las máscaras de oro que han creado con nuestra sangre y sufrimiento. Vamos a apagar a La Luz y a exponer a Los Iluminados.” - LH, 1. Escondo la carta en mis zapatos, es la manera más segura de esconderla mientras logro entregarla en el nivel 5 durante la siguiente entrega de papel y tinta para los oradores. Guardo las plumas en el hueco del colchón y me quito el sombrero. Justo cuando me voy a quitar la máscara que me convierte en un peón de esta sociedad, abren la puerta anunciando una inspección sorpresa.