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1 //Escenario
Escenario27
Lectura fundamental
Fundamental
Nuevasde
Etapas geografías
un plan de
decomunicación
los estudios
estratégicalos estudios postcoloniales
históricos:
Contenido
1 Introducción
4 Conclusión
Aunque la historiografía marxista ya había avanzado en el problema de situar a los sectores subalternos
en el eje central de la narrativa histórica, los estudios subalternos imprimen nuevos elementos. En primer
lugar, plantearon un desafío a las afirmaciones simplistas del marxismo según las cuales la economía
y el mundo de las sociedades asiáticas podían entenderse exclusivamente a partir de las divisiones en
clases sociales. Como una forma de superar estas perspectivas esquemáticas, esta tradición recupera
los postulados del pensador marxista italiano Antonio Gramsci y de manera más precisa su definición de
subalternos. Esta categoría permitía pensar la agencia de los sectores populares y la conflictividad en una
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dimensión más amplia que no se restringía a las diferencias de clase. En este caso, los historiadores indios
vieron la importancia que tenía la categoría subalterno para pensar la casta, la edad, el género o los cargos
públicos. En otras palabras, lo subalterno adquiría atributos de una entidad histórica y social y permitía
fundamentar un análisis en el que se articulaban principios diferentes y entrelazados como la división social
y la dominación cultural.
¿Sabía que...?
Antonio Gramsci fue uno de los pensadores marxistas italianos más importantes del
siglo XX. Realizó su producción escrita durante su larga estancia en las cárceles del
régimen fascista de Benito Mussolini. Desde su cautiverio reflexionó sobre la cultura,
la literatura y la política. En esta obra, variada y dispersa, se pueden identificar
categorías claves del vocabulario que utilizan las ciencias sociales contemporáneas
como hegemonía, subalterno, bloque hegemónico, intelectuales orgánicos, entre
otras.
El segundo problema central del proyecto de los Subaltern Studies está referido a la historización
del subalterno. Esto implicó un ejercicio de reconstrucción de las variadas trayectorias y modos de
conciencia de los grupos subordinados de la India. El desafío central conducía a destacar la autonomía y
condición de agente (agencia) de diversos sectores que habían sido representados como pasivos por la
historiografía colonial. Así, al resaltar la agencia de estos sectores, se interrogan las formas de dominación
del conocimiento como imperio, nación, Estado y modernidad (Dube, 1999, p. 229). Como lo veremos
más adelante, el rasgo común de estos trabajos es mostrar a los grupos subordinados como agentes
discrecionales (activos) de la historia, quienes delinean, viven y experimentaban el pasado.
En tercer lugar, a partir de los estudios sobre los movimientos anticolonialistas e iniciativas
contracolonialistas impulsadas por los historiadores indios, en los que se pone énfasis en las formas de
dominación discursivas y prácticas, se ha elaborado una importante crítica a las teorías del Estado, la nación
y la modernidad. Por un lado, se han cuestionado el Estado y la nación como un hecho natural dado de
antemano. Para estas perspectivas, es necesario pensar las formas plurales de imaginar los Estados o las
naciones, es decir, que existen diversas formas y prácticas que nos pueden hablar de su constitución y
permanencia. Por otro lado, estos estudios han cuestionado el eurocentrismo y la singularidad del proyecto
moderno de la historia europea. El proyecto de modernidad europea, cuyos principios fueron expuestos
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como un derrotero a seguir por distintas naciones, es puesto en cuestión para mostrar las distintas
articulaciones de la esfera cívico-política dentro la modernidad colonial, que supera las perspectivas
secularizantes, racionales y sin fisuras que intentó promover cierta historiografía. Las preguntas centrales
que intentaban responder los estudios subalternos se pueden formular de la siguiente manera: ¿qué rasgos
nos permiten definir la modernidad? ¿El problema es solo sugerir matices a una categoría o cuestionar su
capacidad de análisis? El historiador Dipesh Chakrabarty (2008) sugiere una posible respuesta a estos
problemas. Para el historiador indio es posible criticar la matriz de análisis historicista y a su vez recurrir a las
tradiciones del pensamiento europeo para realizar un desplazamiento crítico de la noción de modernidad.
La respuesta no solamente está en la búsqueda de una tradición de pensamiento vernáculo que advierta
las singularidades del desarrollo histórico de estos países, sino de lo que se trata es de pensar otros caminos
por los que se transita para recorrer un itinerario propio en el que la modernidad se hace presente. En este
caso, es una noción de una modernidad dislocada que encuentra distintos caminos no necesariamente
vinculados a la secularidad, la construcción individual de los sujetos o la división entre lo público y lo privado,
cuestiones explícitas en el pensamiento europeo.
Por otro lado, cada una de estas perspectivas ha puesto en evidencia nuevas formas de pensar e interrogar
los archivos. En otras palabras, la apuesta por pensar lo subalterno, la articulación de otras dimensiones
como la raza, la casta, el género y la descentralización del discurso eurocéntrico implica un reacomodo
de las prácticas del historiador y su relación con el archivo. Los Subaltern Studies han insistido en dos
elementos centrales. De un lado, una lectura de las formas coloniales con las cuales se han confeccionado
los archivos históricos. En la mayoría de los casos las voces de los subalternos son eliminadas o borradas
para privilegiar la postura de imperio o del Estado. Así, esta tradición ha insistido en ver el archivo como una
expresión performativa de los poderes dominantes. Por otro lado, reconocen la necesidad de construir una
lectura a contrapelo del archivo. Esto significa hacer una lectura de las fuentes que nos permita encontrar
algunos resquicios para escuchar la voz y las prácticas de los sujetos subordinados que son agentes de
cambio y de transformación de la historia.
En suma, se puede decir que los estudios subalternos giran alrededor de la necesidad del estudio de la
conciencia de las clases subalternas que se constituyen de manera independiente a la iniciativa de la élite.
Esta cuestión no constituye un análisis idealista o bipolar del estudio sobre los subalternos como afirman
algunos críticos marxistas que interpretan el estudio de la ideología y la política a partir de la metáfora base-
super estructura y en la que la conciencia del subalterno se encuentra determinada en un sentido definitivo.
En este mismo sentido, Veena Das sostiene que uno de los elementos centrales de los estudios subalternos
es restaurar su condición de seres humanos a las castas o tribus u otros grupos que han sido marginados.
Sin embargo, esta autora considera que, a pesar de restaurar la acción subjetiva, algunos estudios
subalternos siguen buscando en sus análisis la estructura racional de la acción de los sujetos. Por ejemplo,
cuando se hace la distinción entre las dimensiones positivas y negativas de la conciencia de los subalternos.
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Por su parte, Gyan Prakash afirma que los estudios subalternos están en una contienda historiográfica con
las interpretaciones colonialistas, nacionalistas y marxistas por expropiar a la gente común de su iniciativa
histórica (agency). El autor traza dos momentos centrales del recorrido de los estudios subalternos: en
un primer momento, sus análisis centrados en repensar la historia desde la perspectiva de los subalternos,
es decir, demostrar su agencia histórica; un segundo momento, en el que los estudios se centran en la
construcción discursiva del subalterno en el discurso dominante. Finalmente, un eje transversal de todos
estos estudios son los temas relativos a la transición histórica india que posibilitan una visión diferenciada de
los estudios occidentales.
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eran simultáneos a los hechos y quienes participaban estaban implicados directa o indirectamente en el
fenómeno. Por su parte, el discurso secundario, no tiene un carácter inmediato en tanto se inspira en
el discurso primario como fuente, pero lo transforma. Su diferencia está mediada por el tiempo y tiene
un doble carácter: por un lado, está vinculado a un sistema de poder y, por otro, está hecho para su
representación. Por estar construido en tercera persona y en pretérito, algunas de estas narraciones están
cubiertas por un aura de neutralidad. El discurso terciario, por su parte, se encuentra más distante en el
tiempo con respecto al hecho estudiado. En este tipo de discurso oscilan visiones liberales y de izquierda.
De esta última tendencia se encuentran los más importantes aportes al estudio de la insurgencia campesina
india y se distingue por su esfuerzo de apartarse del código de la contrainsurgencia. Sin embargo, hay
elementos comunes entre el segundo y el tercer tipo de discurso, por ejemplo, en el uso de la causalidad
como mecanismo de interpretación, en un marco que impide ver la agencia del sujeto subalterno.
Siguiendo esta perspectiva que cuestiona el discurso historiográfico colonial y que pone de relieve
la agencia subalterna, se inscriben los trabajos Gyan Pandey. En su artículo Rebelión campesina y
nacionalismo indio: el movimiento campesino en Awadh, 1919-22, el historiador retrata los aspectos
centrales de la rebelión Awadh a partir del examen de algunas de las interpretaciones que se dieron a la
rebelión. El movimiento Awadh tiene sus raíces en la lucha contra los taluqdars, que recibían privilegios
del poder colonial británico y mantenían a los campesinos pobres en una situación de explotación con las
alzas de precios, demandas permanentes a los arrendatarios e intereses, que se sumaban al crecimiento
demográfico y el estancamiento de la economía. Pandey analiza tres perspectivas sobre esta rebelión:
I. El Partido del Congreso, que se sintetiza en las 19 instrucciones de Gandhi y que no es un llamado
abstracto de la predica de la no violencia, sino que fundamentalmente es la respuesta de Gandhi para
atenuar los conflictos entre terratenientes y campesinos. Este llamado al abandono de la lucha por
parte de los campesinos era una forma de potenciar un gran frente unido en el que participaran los
bandos en contención contra el dominio británico.
II. La visión colonial retrataba la situación de los campesinos y hacía un llamado para que se tomaran
medidas que buscaran evitar tales conflictos, pero se mostraban como neutrales y sin ningún vínculo
con el poder del gobierno local.
III. En la perspectiva de los campesinos, se destaca la trasformación de sus posturas que inicialmente
tenían una marcada tendencia tradicionalista.
Las primeras etapas de movimiento Awadh tenía un fuerte componente religioso, la idea de que la lucha
era justa y moral fue un componente central para que los campesinos se decidieran a rebelarse, ya que
la explotación no era vista como injusta, era parte del ordenamiento “normal” del mundo. Esta situación
cambiaría entre 1920-1921 en el Congreso de Kisan Sabha, en el que los campesinos demandaron el
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fin de las atrocidades de los terratenientes; este congreso también marcó una ruptura con las posturas
tradicionalistas y un ascenso de la lucha y confrontación directa contra las autoridades locales y coloniales,
otorgándole un carácter antimperialista a su lucha.
En la misma línea de desconstrucción del discurso de la dominación, Shahid Amin busca entender cómo
se construye un testimonio que corrobore la visión de la clase dominante sobre el levantamiento de Chauri
Chaura. El eje central de esta construcción se halla en el papel que desempeñó Shikari, un actor del
levantamiento campesino. Shikari es el testigo de cargo, cuya labor consiste en narrar las microsecuencias
en las que se podía fundamentar el acto culposo de la rebelión, es decir, su papel era doble, al testificar
como acusador y cómplice. Aquí el discurso del rebelde se opaca y emerge el discurso del renegado, sin
embargo, este discurso es construido en virtud de la verdad jurídica o, en palabras de Amin, “el discurso del
testigo de cargo es fabricado por el poder del Estado”. El objetivo con dichas declaraciones era mostrar la
rebelión como un episodio más de la criminalidad popular, en la cual los campesinos fueron manipulados o
incitados a cometer actos criminales, sin ninguna motivación política, ideológica o cultural.
Estas tres perspectivas (Guha, Pandey y Amin) sugieren pensar los relatos de la dominación y las formas
historiográficas que encubren la acción de los campesinos. En términos más precisos, estas perspectivas
permiten identificar dos movimientos interpretativos centrales de esta corriente historiográfica:
I. La deconstrucción de los discursos con los cuales son representados o eliminados del relato histórico
los sujetos subalternos.
II. La búsqueda del sentido que le imprimen los sectores subordinados a sus acciones. Así, no solo se
trata de develar el discurso de la dominación, sino de pensar mecanismos interpretativos y empíricos
que permitan dilucidar la agency de estos sujetos.
Finalmente, veamos la manera en que estos estudios sugieren nuevas perspectivas para pensar el problema
de la acción política de los trabajadores y el problema del Estado y la modernidad. El artículo de Dipesh
Chakrabarty, Sindicalismo en una cultura jerárquica: los trabajadores del yute de Calcuta, 1920-1950, se
constituye en una forma de explorar la contradicción y paradoja en la ideología y cultura de los trabajadores
del yute. Dicha paradoja consiste en que el aumento en el número de huelgas, enmarcadas en una fuerte
militancia de los trabajadores, contrasta con su debilidad organizativa. Es decir, la importante acción
huelguística de los trabajadores no se veía expresada en una organización fuerte que lograra sobrevivir
más allá de las espasmódicas y sistemáticas huelgas. Para entender esta paradoja, el autor se distancia de
las lecturas clásicas del movimiento sindical, entendidas como la búsqueda de formas de organización de
los trabajadores que propenden a formas democráticas de acción para la conquista de los derechos de los
trabajadores. Para Chakrabarty (2008), el fenómeno en Calcuta es distinto, ya que los trabajadores no
consolidaban organizaciones fuertes de largo aliento porque para él las relaciones sociales precapitalistas
se constituían como el elemento cohesionador de dichas luchas. La autoridad y la congregación alrededor
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de un líder que consideraban el portavoz de las demandas de los trabajadores era la forma que sustituía la
organización sindical. En síntesis, la relación babu-coolie seguía siguiendo la pauta de las relaciones en el
campo del sindicalismo.
Por su parte, Partha Chatterjee, en La nación y sus campesinos y en El Estado nacional, aborda
problemáticas comunes relacionadas con la forma en que se ha interpretado el carácter y el proceso de
construcción de la nación india luego de la independencia. En el primer artículo se señalan algunas formas
en que el discurso nacionalista intentaba integrar a los campesinos a su proyecto de nación otorgándoles un
nuevo sentido de nacionalidad. Sin embargo, este proceso desconoció que estos grupos subalternos tenían
una propia subjetividad que no concordaba con la visión nacionalista. Aquí el autor rescata los elementos
centrales del estudio de Guha referidos a la forma en que se debe acceder a la conciencia insurgente
de los campesinos, es decir, en el momento de la rebelión campesina como foco en el que se pueden
identificar aquellas formas de lo “cotidiano y extraordinario” en la conciencia insurgente. A partir de esto, se
busca superar las formas universalizantes de la interpretación y reemplazarlas por el estudio de las formas
inmanentes del desarrollo social que atraviesa la historia india. En el segundo artículo, el autor explora la
racionalidad desarrollista en la que se inscribió el proyecto de nación india luego de la independencia. Las
tesis más relevantes están relacionadas con el proyecto desarrollista de industrialización que se inscribe
en la teoría de la revolución pasiva de Gramsci. Aquí la nueva clase dominante opta por “satisfacer las
demandas de la nueva sociedad en pequeñas dosis, legalmente de manera reformista” (264). Esto implicó
que el nuevo proyecto de nación no transforma radicalmente las estructuras del gobierno colonial, sino que
las incorpora. Por otro lado, no emprendió una lucha frontal contra las clases dominantes precapitalistas.
La paradoja central de este proceso es la puesta en práctica de un proyecto de acumulación capitalista y
formas limitadas que legitimen el nuevo proyecto de Estado.
4. Conclusión
En esta lectura nos aproximamos a algunos rasgos de la tradición historiográfica de los estudios subalternos.
El eje central de esta propuesta se ubica en la recuperación de la agencia de los sectores subalternos y la
deconstrucción de los discursos dominantes que oscurecen la acción de los grupos subordinados. Esta
perspectiva historiográfica, además, sugiere pensar desde nuevas coordenadas problemas centrales que ha
enfrentado la práctica histórica como el Estado, la nación y la modernidad. Asimismo, implica una nueva
forma de aproximarse a los archivos y a la práctica de recolección e interpretación de la información.
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Referencias
Chakrabarty, D. (2008). Al margen de Europa. Tusquets.
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INFORMACIÓN TÉCNICA
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