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RÉGIMEN
CAMBIARIO
EN COSTA RICA
Eduardo Lizano y Grettel López
E D I T O R E S
332.456
R334r Régimen cambiario en Costa Rica/ Eduardo Lizano,
Grettel López. -- San José, C. R. : Academia de Centroa-
mérica, 2006.
xx, 296 p. : tbs. ; 23 cm. ( Serie estudio anual / Acade-
mia de Centroamérica ; 2006)
ISBN 9977-21-071-3
1. CAMBIO EXTERIOR - COSTA RICA. 2. ECONO-
MÍA - COSTA RICA. 3. POLÍTICA MONETARIA -
COSTA RICA. 4. CAMBIO EXTERIOR - AMÉRICA
LATINA. I. Lizano Fait, Eduardo. II. López Castro,
Grettel. III. Serie.
Primera edición:
© Academia de Centroamérica
San José, Costa Rica, 2006
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento por escrito de la Academia de Centroamérica.
V
CONTENIDO
ÍNDICE DE CUADROS,
FIGURAS Y GRÁFICOS
Cuadro 1.1 Costa Rica: crecimiento económico, 2004-2005 . . . . . . . . . . . . . . . 58
Cuadro 4.1 Criterios de Eichengreen-Mason-Savastano-Sharmal
sobre regímenes cambiarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Cuadro 5.1 Clasificación de regímenes cambiarios en el mundo,
al 31 de julio del 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Cuadro 5.2 Evolución de los regímenes cambiarios en el mundo . . . . . . . . . . 180
Cuadro 5.3 Ventajas y desventajas de regímenes cambiarios alternativos . . . 210
Cuadro 6.1a Esquemas cambiarios y monetarios de jure en el mundo, 1999 . . 232
Cuadro 6.1b Esquemas cambiarios y monetarios de jure en el mundo, 2004 . . . 232
Cuadro 6.2a Esquemas cambiarios
y monetarios de facto en América Latina, 1999 . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Cuadro 6.2b Esquemas cambiarios
y monetarios de facto en América Latina, 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Cuadro 6.3 Promedio de transacciones cambiarias diarias por tipo
de derivado en Chile, 1998-2001 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
Cuadro 7.1 BCCR: pago neto de intereses y emisión
por compra neta de divisas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
IX
Figura 3.1 Clasificación de los sistemas cambiarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Figura 4.1 Definición del tipo de cambio real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Figura 6.1 Relación entre regímenes cambiarios y bienestar . . . . . . . . . . . . . 235
Figura 7.1 La “trinidad imposible” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270
Gráfico A1.1 Costa Rica: variación real anual del crédito bancario (Porcentaje) 35
Gráfico A1.2 Costa Rica: variación real anual del crédito bancario
(Porcentaje por moneda) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Gráfico A1.3 Costa Rica: variación real anual del crédito del sistema bancario
(Porcentaje por sector) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Gráfico A1.4 Costa Rica: variación real anual del crédito del sistema bancario
(Porcentaje según destino) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Gráfico A1.5 Costa Rica: variación real anual de los depósitos
en colones del sistema bancario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Gráfico A1.6 Costa Rica: variación real anual de la deuda interna bonificada
del Banco Central de Costa Rica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Gráfico A1.7 Costa Rica: tasa de interés de bonos
de estabilización monetaria a doce meses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Gráfico A1.8 Costa Rica: tasa pasiva de interés de ventanilla
promedio bancaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Gráfico A1.9 Costa Rica: encaje mínimo legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Gráfico A1.10 Costa Rica: reservas monetarias internacionales netas del BCCR . 39
Gráfico A1.11 Costa Rica: índice de precios al consumidor
versus índice subyacente de inflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Gráfico A1.12 Costa Rica: índice de precios al productor industrial . . . . . . . . . . . 40
Gráfico A1.13 Costa Rica: índice mensual de actividad económica . . . . . . . . . . . 41
Gráfico A1.14 Costa Rica: promedio del IMAE de los sectores financiero
y de construcción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Gráfico A1.15 Costa Rica: exportación de mercancías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Gráfico A1.16 Costa Rica: gastos e ingresos del Gobierno Central . . . . . . . . . . . . 42
Gráfico 1.1 Costa Rica: saldos monetarios internacionales,
enero 2004-marzo 2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
Gráfico 1.2 Costa Rica: déficit del Banco Central y del gobierno . . . . . . . . . . . 60
Gráfico 3.1 Costa Rica: endeudamiento externo de mediano y largo plazo . . 90
Gráfico 3.2 Costa Rica: patrimonio del BCCR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Gráfico 3.3 Costa Rica: devaluación e inflación mensuales . . . . . . . . . . . . . . . 95
Gráfico 3.4 Costa Rica: tipo efectivo real de cambio multilateral (1997=100) . 98
Gráfico 3.5 Costa Rica: índice de tipo de cambio efectivo real multilateral
(1997=100) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
X
Gráfico 3.6 Costa Rica: tasa de devaluación y reservas internacionales netas . 99
Gráfico 3.7 Costa Rica: evolución del tipo de cambio diario en el año 1992 . 103
Gráfico 5.1 Evolución de los regímenes cambiarios en el mundo, 1990-2005
(Como porcentaje del total de países miembros del FMI) . . . . . . . 180
Gráfico 5.2 Evolución de los regímenes cambiarios en el mundo, 1990-2005
(Flotación dura, regímenes intermedios y flotación) . . . . . . . . . . . 181
Gráfico 5.3 Evolución de los regímenes cambiarios en países en desarrollo
y transición, 1990-2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
Gráfico 5.4 Evolución de los regímenes cambiarios en mercados
emergentes, 1990-2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Gráfico 6.1 Evolución de los regímenes cambiarios en el mundo . . . . . . . . . . 229
Gráfico 6.2 Evolución de los regímenes cambiarios en países en desarrollo . . 231
Gráfico 6.3 Independencia fiscal de la autoridad monetaria
en países con metas de inflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
Gráfico 6.4 Desarrollo de modelos de predicción
en países con metas de inflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241
Gráfico 6.5 Regulación del sistema financiero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242
Gráfico 6.6 Comparación de prerrequisitos para la adopción
de un esquema de metas de inflación (MI) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242
Gráfico 6.7a Evolución de la tasa de inflación en países industriales
con metas de inflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Gráfico 6.7b Evolución de la tasa de inflación en países emergentes
con metas de inflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Gráfico 6.7c Evolución de la tasa de inflación en países de América Latina
con metas de inflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
Gráfico 6.8 Tipo de cambio nominal y parámetros de la banda cambiaria
en Chile, 1986-1999 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
Gráfico 6.9 Acumulación de reservas internacionales y posición
del tipo de cambio en la banda cambiaria de Chile, 1984-1997 . . . 250
Gráfico 6.10 Evolución del tipo de cambio 1990-2005 y la banda cambiaria
en Chile, 1990-1999 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Gráfico 6.11 Volatilidad del tipo de cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Gráfico 6.12 Meta de inflación e inflación efectiva, 1990-2005 . . . . . . . . . . . . . . 257
Gráfico 6.13 Coeficiente de traspaso a un año . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258
Gráfico 6.14 Intervenciones en el mercado cambiario en Chile, 2001-2003 . . . . 259
Gráfico 7.1 BCCR: reservas monetarias menos pasivos
en moneda extranjera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Gráfico 7.2 BCCR: índice del tipo de cambio efectivo real (1997=100) . . . . . . 273
XI
PRESENTACIÓ N
AUTORES
INTRODUCCIÓN
Si hubiese que bautizar al año 2005, según el acontecer económico en
Costa Rica, propondría llamarlo el “año de la inercia inflacionaria”. La
inflación ha cobrado relevancia no solo por haber alcanzado niveles su-
periores al de años recientes (aunque recurrentes en los últimos cinco
lustros), sino también por una mayor vehemencia en la proposición de
soluciones definitivas al problema por parte de las autoridades del Ban-
co Central de Costa Rica (BCCR). Así, no es de extrañar que el tema mo-
netario sea el principal en este volumen de la serie Estudio Anual de la
Academia de Centroamérica.
Como es costumbre, esta primera parte contiene el análisis de la econo-
mía costarricense durante el año anterior. Éste se ha estructurado en
torno al fenómeno monetario por dos razones. La primera, como se di-
jo, el tema fue muy relevante en el año 2005, lo que obliga a prestarle es-
pecial atención en cualquier diagnóstico general de la economía. Se-
gundo, la influencia de la Escuela Austriaca de Economía me parece
una manera obvia de “contar la historia”.
5. Sin embargo, puede pensarse en fenómenos que afecten la generalidad de los pre-
cios reales de las mercancías sin que ello signifique un cambio en el valor interno
de la economía. Por ejemplo, si el Gobierno decide subir el tipo impositivo de un
impuesto de ventas de base amplia, es esperable una caída en el valor externo de
todas las mercancías aunque no se afectaría el valor interno de la moneda. Al res-
pecto, véase Wieser (1909), particularmente páginas 515 et seq.
8. “[E]l desvío de la inflación con respecto al objetivo planteado en el Programa Monetario tu-
vo origen, en buena medida, en choques de oferta de origen externo [...] Básicamente estos
choques se manifestaron en incrementos fuertes en el precio del petróleo...” Banco Central
(2006a, páginas 2-4), énfasis añadido.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 9
car y eventualmente solucionar las auténticas causas de la inflación, si-
no que funciona como caldo de cultivo para supuestas soluciones pro-
fundamente destructivas del orden de mercado (y en última instancia
del desarrollo económico) como son los controles de precios.9 En este
sentido, llama poderosamente la atención que en el Programa monetario
2006-2007 se presente como un requisito para controlar la inflación el si-
guiente argumento:
Los aumentos de precios y tarifas de bienes y servicios admi-
nistrados por el sector público deben ser congruentes con el
objetivo de inflación. Igual situación se requiere en materia
de fijación salarial.10
El error de fondo en esta afirmación está en creer que las expectativas
de inflación crean inflación. Según esta tesis, al aumentar los precios a
cierto ritmo, la gente inmersa en negociaciones a futuro asumiendo que
tal ritmo continuará, hacen efectivo que tal ritmo de inflación se man-
tenga en el futuro. El error surge por no prestar atención al valor inter-
no del dinero y enfocarse en una consecuencia de la caída de tal valor:
el aumento generalizado de los precios. En realidad, si los precios es-
perados son más altos que los congruentes con el valor interno del di-
nero que efectivamente se dará en el futuro, se provocarán excesos de
oferta. Por ejemplo, si un oferente sube mucho el precio a futuro de su
mercancía porque cree que va a haber mucha inflación pero al final no
se da tanta, su precio tan alto provocará que se quede con inventarios
no vendidos.
13. En el Anexo, ubicado al final de este capítulo, se ilustra en gráficos las cifras que se
mencionan a lo largo de éste.
14. La experiencia parece indicar que, tras la aparición del déficit crónico del Banco
Central, niveles cercanos al 9 por ciento son, de hecho, el piso de la inflación anual.
Sin embargo, la afirmación sobre la existencia de un piso (y aun más, sobre su ni-
vel aproximado) no pasa de ser una observación empírica no respaldada (aunque
tampoco negada) por la teoría.
15. No obstante, es de destacar que ya en enero de 2003, con una variación anual del
IPC de 9,2 por ciento, se inició un frenético incremento del encaje mínimo legal,
que llevó a duplicarlo en apenas un par de meses, antes del advenimiento del bro-
te inflacionario. Esto, junto con el uso (que se revisará más adelante) de operacio-
nes de mercado abierto para controlar el precio de bonos públicos, obliga a pregun-
tar si fue la escalada inflacionaria desatada el año siguiente únicamente lo que
agotó las herramientas de política monetaria o si también un excesivo uso de esas
herramientas coadyuvó a su agotamiento para seguir controlando la inflación.
16. Diario La Nación, 20 de noviembre de 2003.
12 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Aunque no hubo cambios en la tasa de interés de fondos federales, los
analistas de valores percibieron que pronto subiría.
En el Estudio Anual de la Academia de Centroamérica del año 2004 se
abunda en detalles sobre lo ocurrido:17 la mayor tasa de interés generó
expectativas de que otras tasas subirían en un futuro cercano, esto mo-
tivó la venta de títulos con tasas bajas para ganar liquidez en espera de
títulos con tasas más altas. En el caso de los bonos costarricenses, el sú-
bito incremento de la oferta redujo su precio. Siendo la primera reduc-
ción de este tipo desde que se había comenzado a usar la valoración a
precios de mercado (y no faciales) de los títulos poseídos, entre otros,
por los fondos mutuos, los participantes de los fondos en dólares expe-
rimentaron una caída muy sensible en sus rendimientos. Esto llevó a
muchos participantes de los fondos a liquidar sus posiciones, obligan-
do así a los administradores a vender efectivamente a precios bajos y
realizar pérdidas. El pánico por los fondos en dólares rápidamente hi-
zo perder la confianza en los denominados en colones, que llevaron a
ventas masivas, consecuente caída del precio de mercado de los títulos
en los portafolios y sucesiva caída de rendimientos. Así, las ventas au-
mentaron y retroalimentaron un proceso que generó una huida estrepi-
tosa. Grosso modo, así terminó el episodio de volatilidad de precio de los
fondos mutuos; no obstante, los acontecimientos posteriores represen-
tan la parte más importante del análisis.
¿Qué sucedió con los recursos retirados de los fondos mutuos? La ma-
yoría fue depositada en los bancos comerciales, proveyendo así abun-
dante combustible para creación secundaria de colones.18 Debe señalar-
17. Véase J. R. Brenes (2005, pp. 87 a 129).
18. La existencia de un colón emitido secundariamente dura mientras, en un contexto
en el que un colón ha sido previamente prestado, el colón recibido en préstamo
puede ser usado para hacer compras, pero el colón dado en préstamo también pue-
de ser usado (para hacer otras compras). El caso típico es el de un colón deposita-
do (prestado a un banco) en una cuenta corriente. El depositante usa el colón de-
positado para comprar mediante un cheque y el banco también usa el colón para,
a su vez, prestarlo a un tercero. Mientras el cheque no sea cobrado, existe una emi-
sión de un colón secundario. Un ejemplo menos común (y rechazado por muchos)
se da al usar una tarjeta de crédito. En el lapso en el que la tarjeta ya fue usada,
pero quien la aceptó no haya recibido el efectivo del banco, existe la emisión de un
colón secundario. La diferencia entre el ejemplo anterior y este es que en el último
el lapso es generalmente mucho más reducido.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 13
se, eso sí, que probablemente el canal haya sido más indirecto de lo que
a primera vista se podría pensar. Una parte importante de los depósi-
tos en los bancos estaba denominado en dólares y fue prestado a su vez
por ellos en esa moneda.19 Ello no afecta el valor del colón salvo, posi-
blemente, por una leve disminución de la demanda por colones. La
pérdida de valor se dio cuando la gente, al vender sus dólares a cambio
de colones, obligó a que estos últimos salieran del Banco Central. Asi-
mismo, para contrarrestar la caída del precio de sus bonos en colones el
17 de mayo el Banco Central compró 25.000 millones de colones de sus
propios bonos, un 11 por ciento de la emisión monetaria.20
La creación secundaria de dinero provocada por el traslado de colones
a los bancos reforzada desde el Banco Central por la compra de dólares
(desde abril) y bonos en colones (en mayo), echaron a andar un proceso
de retroalimentación por medio del cual la inflación comenzó a aumen-
tar a partir de abril.21
19. La tasa de crecimiento real anual de la cartera de crédito en dólares de los bancos
comerciales pasó de 3 por ciento en marzo del año 2004 a 14 por ciento en apenas
seis meses. En el mismo plazo, el crecimiento de la cartera en colones pasó de 8 al
10 por ciento.
20. Posiblemente, más allá del aparente objetivo de estabilizar el mercado, la oportuni-
dad para comprar su propia deuda con descuento no fue desdeñable en el Central.
21. Un examen a la ligera de la variación anual del IPC podría llevar a pensar que la
inflación comenzó a aumentar antes de la volatilidad del precio de los fondos. En
efecto, la variación anual del IPC pasó de 8,4 por ciento en septiembre del año 2003
a 11,5 por ciento en febrero del año 2004. No obstante, ello se debió al aumento de
precios controlados (tarifas de autobús, taxi, combustibles, algunos servicios médi-
cos, arroz). Si bien algunas de estas mercancías dependen del precio del petróleo,
hay que recalcar que su aumento, mientras no incida en el valor interno del colón,
no debe preocupar al Central. Si, por ejemplo, de un momento a otro los consumi-
dores creyeran que comer mucho tomate alarga la vida y comenzaran a demandar-
lo en consecuencia, posiblemente su precio en los siguientes meses llegaría a los
millones de colones. Tal incremento se reflejaría en un aumento sensible del IPC,
pero no por esto en el Banco Central tendrían que preocuparse. De la misma ma-
nera, tampoco había razones para preocuparse por una aceleración de la inflación
antes de la volatilidad de los fondos mutuos. Inicialmente esta actitud fue capta-
da por la prensa en afirmaciones como ésta: “El Banco Central prevé que la infla-
ción tenderá a desacelerarse en el 2004 [...] Para el final de este año la proyección
es 9%, mientras que el año pasado cerró en 9,87%” (La Nación, 15 de enero de 2004)
14 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
La mayor parte de la inflación por arriba del 9 por ciento, si no toda,
experimentada en el año 2005 corrió por cuenta de este proceso iner-
cial. Sin embargo, antes de analizarlo, es necesario recordar, como se
afirmó arriba, que las expectativas de inflación no generan inflación y
no forman parte, por lo tanto, de ningún mecanismo inercial que pro-
duzca inflación.
En contradicción con su táctica inicial de comprar bonos (para mante-
ner su precio), en el Banco Central se vieron forzados a hacer ventas en
el mercado primario para recoger liquidez ante la amenaza inflaciona-
ria que se cernía. Ello fue el paso hacia una trampa descubierta a prin-
cipios de los sesenta por Robert Mundell y Marcus Fleming: la “trini-
dad imposible”.22 En el entorno actual del Banco Central, la trinidad
imposible es un condicionamiento latente que, una vez activado por un
disparador inflacionario (quiebra del Banco Anglo, volatilidad de los
fondos mutuos), dificulta tremendamente, a corto plazo, mantener si-
multáneamente la apertura de la cuenta de capitales, el control del tipo
de cambio y el uso efectivo de operaciones de mercado abierto para dis-
minuir la inflación. Si no se renuncia a cerrar la cuenta de capitales y/o
a liberar el tipo de cambio, la reducción de la inflación puede resultar
angustiosamente lenta.23
o como ésta: “Gutiérrez agregó que, de existir presiones al alza en el nivel de pre-
cios, se deberían a los ajustes que se realizan a inicios de año...” (
La Nación, 10 de
febrero de 2004).
Sin embargo, la evolución de los precios del petróleo hizo titubear a los jerarcas del
Central, sobre cuyas impresiones la prensa también dio cuenta: “El cumplimiento
de las metas fijadas por el Banco Central, en su programa monetario del 2004 po-
drían no cumplirse de mantenerse el actual nivel del precio internacional del pe-
tróleo” (La Nación , 5 de marzo de 2004).
Si se revisa la variación anual del Índice Subyacente de Inflación, se observará que
tal temor era infundado: en el mismo periodo se mantuvo constante en 9 por cien-
to. Asimismo, para marzo ya la variación anual del IPC comenzaba a desacelerar-
se, lo que incluso se repitió en abril, cuando la aceleración de la oferta monetaria
ya estaba afectando el valor interno del colón, tal y como da fe el ISI.
22. Fleming (1962, pp. 369 a 380) y varios artículos de Mundell, principalmente Mun-
dell (1963, pp. 475 a 485).
23. En tiempos modernos, antes del año 1992 no podía haber trinidad imposible por-
que la cuenta de capitales estaba cerrada. Desde entonces, ha estado latente y se
ha manifestado en dos episodios inflacionarios (inflación que crece sensiblemente
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 15
Inicialmente, en el Banco Central se buscó atacar la inflación mediante
operaciones de mercado abierto: los incrementos de la tasa de interés
ofrecida en la Subasta Conjunta de Bonos se prolongaron por poco más
de un año. Así, mientras la tasa de interés para Bonos de Estabilización
Monetaria a un año fue de 14,08 por ciento (aproximadamente 2,50 por
ciento de tasa real esperada) en la subasta del 23 de marzo del año 2004,
para el 12 de abril del año 2005 ya alcanzaba 17,96 por ciento (hacia 4,00
por ciento de tasa real esperada).24 En contraste, para esas fechas la Fe-
deral Funds Rate efectiva estuvo en 0,99 por ciento (más o menos –0,70
por ciento de tasa real esperada) y 2,77 por ciento (manteniendo la tasa
real esperada en 0,70 por ciento negativo), respectivamente. Así, el pre-
mio por ahorrar en colones pasó de 3,20 por ciento a 4,70 por ciento).
Premios crecientes por ahorrar en colones atrajeron “capitales golondri-
na”.25 Los ahorrantes extranjeros traían sus dólares, los cambiaban por
colones y compraban bonos locales en moneda nacional.26 De esta ma-
nera, la venta de bonos de estabilización monetaria absorbía la liquidez
por encima del piso de 9 por ciento). El primero se dio cuando en el Banco Cen-
tral le hizo frente a la quiebra del Banco Anglo-Costarricense en 1994. En esa oca-
sión, la variación anual del IPC pasó de 9 al 24 por ciento en catorce meses. Para
reducirla, no quedó más que armarse de paciencia: la inflación se quedó arriba por
nueve meses más, luego comenzó a ceder durante los siguientes dos años. En to-
tal el episodio duró cuatro años desde su brote hasta su desaparición, sobre la ba-
se del 9 por ciento. Al final, la inflación acumulada extra (por encima del 9 por
ciento) durante el episodio fue de más de 40 por ciento. El segundo episodio infla-
cionario se explica en el cuerpo principal del texto.
24. La tasa de interés de política monetaria que oficialmente rigió en el año 2005 fue la
de depósitos a treinta días en el Sistema de Inversiones a Corto Plazo pero como
las señales de mercado no se fijan por decreto me parece más atinente usar la tasa
de interés a 12 meses en la subasta conjunta de bonos.
25. Aunque en el Programa Monetario del año 2005 se pronosticaba que el nivel de re-
servas en poder del Banco Central no iba a variar, sólo en el primer semestre la ins-
titución acumuló reservas por poco más de US$ 270 millones y realizó compras ne-
tas de divisas en MONED por más de US$ 1.100 millones.
26. Posiblemente una parte no despreciable de los dólares haya consistido en repatria-
ción de capitales costarricenses. En relación con esto, sumas importantes de dóla-
res siguieron la siguiente ruta: de los fondos mutuos a sus clientes, de ahí a los
bancos comerciales, de estos a los receptores de crédito y finalmente al Banco Cen-
tral como ventas de divisas.
16 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
recién creada por la compra de dólares y no la que previamente se ha-
bía planificado. En suma, las operaciones de mercado abierto no esta-
ban frenando el crecimiento de la oferta monetaria.
Para septiembre, la lucha contra la inflación se reforzó con el aumento
del encaje mínimo legal. Entre ese mes y el siguiente, el encaje pasó de
10 al 12 por ciento. Posteriormente, en reconocimiento de que las ope-
raciones de mercado abierto estaban resultando en una política mone-
taria costosa y estéril, el Banco Central decidió enfocarse aun más en el
encaje mínimo legal. Así, entre julio y agosto del año 2005 se aumentó
de 12 al 15 por ciento y la tasa de interés de subasta cayó hasta alrede-
dor de 14,50 por ciento al comenzar el segundo semestre y así se man-
tuvo por el resto de año. Por ello, la entrada de capitales golondrina
perdió fuerza.27 Así, se buscaba frenar la inercia provocada por la tri-
nidad imposible; sin embargo, como el encaje se llevó al tope, este ins-
trumento también se agotó. Aun así, para noviembre la inflación co-
menzó a ceder.28
27. La compra neta de divisas que se realizó a nombre del Banco Central en MONED
durante el segundo semestre de 2005 fue de US$ 55 millones (un 5 por ciento del
monto durante el primer semestre). Las reservas monetarias internacionales en
poder de la institución crecieron en casi US$ 120 millones (alrededor de 40 por
ciento del aumento durante la primera mitad del año). Con todo, no se piense que
los influjos de capital-golondrina se secaron durante el periodo.
28. Aunque el valor del dinero reacciona de inmediato a cambios en la oferta moneta-
ria, lo cierto es que el cambio de esta oferta tiene incidencia en una ubicación muy
concreta y relativamente estrecha de la economía: aquella en la que se encuentran
los agentes que primero reciben el cambio en la oferta (bancos comerciales en el ca-
so de cambios en el encaje y compradores y/o tenedores de bonos en el caso de
operaciones de mercado abierto). Así, el proceso de comunicación del cambio del
valor del dinero a toda la economía tarda tiempo. Por eso, indicadores del valor
del dinero dan muestras de cambios de la oferta monetaria con cierto retardo. Aun
así, es interesante observar que el Índice de Precios al Productor Industrial, cono-
cido por ser un indicador adelantado del “nivel de precios”, comenzó a perder di-
namismo ya en diciembre del año 2004.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 17
1.4 DEL VALOR DEL COLÓN
A LA CANTIDAD DE COLONES
Si el valor interno del dinero no es estable pero la gente sabe cuánto va
a variar a futuro, entonces provoca los llamados “costos de menú”29 pe-
ro no afecta los resultados de las decisiones que las personas toman con
respecto al futuro. La inflación no esperada, por el contrario, genera re-
distribuciones no acordadas. Uno de los ejemplos más sobresalientes es
el de los ahorros a tasas de interés no indexadas. Cuando un ahorrante
y un intermediario financiero acceden a que el primero deposite fondos
a plazo a una tasa de interés nominal fija en el segundo, ambas partes
se basan en determinados niveles de inflación esperada. Si la inflación
efectiva es más alta de lo que las partes esperaban, el intermediario ter-
mina pagando intereses por un valor menor de lo que había supuesto y
el ahorrante recibe intereses que valen menos de lo que esperaba: hay
una redistribución del ahorrante hacia el intermediario. En general, la
inflación no esperada provocará una redistribución de acreedores hacia
deudores, en contratos que no estén de alguna manera indexados.30
Hasta aquí, nos hemos dedicado fundamentalmente a analizar el valor
del colón. A partir de esta sección, prestaremos más atención a la canti-
dad de dinero. Cuando la inflación efectiva corresponde con la espera-
da, la manera como la cantidad adicional de dinero entra a la economía
no distorsiona el ritmo de actividad económica. Sin embargo, la causa
usual de inflación no esperada, una aceleración de la oferta monetaria
con respecto a la demanda monetaria, provoca además un boom artifi-
cial (no provocado por el orden espontáneo del mercado) en la activi-
dad económica. A continuación, se explicará cómo ocurrió esto en el
marco del episodio inflacionario entre los años 2004 y 2005.
29. Los costos de menú consisten en actividades más bien logísticas para lidiar con la
inflación, tales como la necesidad de cambiar periódicamente los menús en los res-
taurantes para mantener precios actualizados, de ahí su nombre.
30. Además, el riesgo de que la inflación efectiva sea diferente de la esperada aumen-
ta el premio exigido en la tasa de interés real. Por otra parte, tal riesgo junto con
los costos de menú desincentivan el uso de la moneda afectada.
18 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Cuando en el Banco Central se acelera el crecimiento de dinero prima-
rio u ocurre alguna situación que acelere el crecimiento del dinero se-
cundario, no toda la gente siente a la vez y en la misma proporción ese
aumento de liquidez. Los intermediarios financieros, por su posición
como tenedores y compradores de bonos del Banco Central; por estar
encajados, y por la posibilidad de ofrecer productos que crean dinero
secundario, son los primeros en sentir la mayor abundancia de liquidez.
Por su naturaleza, buscan deshacerse de la liquidez mediante el finan-
ciamiento a otros agentes económicos. Este financiamiento puede to-
mar la forma del típico crédito al sector privado local pero también de
compra de bonos del Gobierno.
En el caso que nos ocupa, cuando los bancos se inundaron de recursos,
inicialmente tendieron a acelerar fuertemente el crecimiento del crédito
bancario en dólares al sector privado, pero no tanto el brindado en co-
lones.31 Como se dijo, el crédito en dólares se convirtió en inflacionario
en la medida en la que terminó implicando una compra de dólares (ven-
ta de colones) para el Banco Central. Por otra parte, tanto la venta (emi-
sión primaria) de colones del Central como el crédito de los bancos co-
merciales en colones facilitaron la creación secundaria de dinero. A
partir de octubre del año 2004, la política monetaria pudo contener el
crecimiento del crédito en colones pero no el del otorgado en dólares.32
La entrada de divisas mantuvo una abundancia tal que evitó una desa-
celeración del crédito en moneda extranjera a pesar del aumento del en-
caje. Esta entrada se debió en parte a las tasas de interés pero también
a una importante inversión extranjera directa y a la construcción de re-
sidencias de lujo en Guanacaste. En la medida en la que estos recursos
eran cambiados en los bancos comerciales por colones, reducían la liqui-
dez en colones y la aumentaban en dólares, incentivando los préstamos
bancarios en esa moneda. Como un todo, el crédito bancario al sector
privado (colones más dólares), se aceleró hasta septiembre. Entre ese
31. Según datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (SUGEF), el
crecimiento anual real del crédito en dólares pasó de 4 al 14 por ciento entre abril
y septiembre del año 2004 mientras que el del crédito en colones pasó de 6 al 10
por ciento en el mismo periodo.
32. El crédito en colones se desaceleró a partir de octubre del año 2004 hasta llegar a
crecer apenas un 2 por ciento para enero del año 2005. Entre tanto, el crecimiento
del crédito en dólares se mantuvo estacionado en 14 por ciento.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 19
mes y enero del año 2005 perdió dinamismo.33 A pesar de ello, la infla-
ción no cedió; la compra de dólares del Banco Central mantuvo una vi-
gorosa oferta de colones.
El año 2005 trajo una fuente adicional de dinamismo crediticio: la sus-
titución de crédito al sector público por crédito al sector privado. En
efecto, la situación de las finanzas públicas, permitió en el Gobierno
Central disminuir considerablemente la necesidad de financiarse a tra-
vés de los bancos. Así, el crédito bancario al sector público no financie-
ro, que en diciembre del año 2004 significaba más de la cuarta parte del
total del crédito bancario, mantuvo una fuerte desaceleración durante
casi todo el año 2005,34 lo cual dejó libres colones que los bancos presta-
ron al sector privado. Por eso, a pesar de la política monetaria contrac-
tiva emprendida durante el año, el crédito en colones volvió a sufrir una
aceleración, esta vez más sensible.35 Es notorio que la política moneta-
ria realizada, especialmente en el segundo semestre, sí logró frenar lige-
ramente al crédito en dólares.36 La reducción de la tasa de interés de
captación de colones del Banco Central (tasa de subasta conjunta) evitó
la entrada de capital golondrina y el aumento del encaje legal de 12 al
15 por ciento obligó a aumentar la liquidez ociosa. En el agregado, el
crecimiento del crédito bancario al sector privado se estuvo acelerando
durante todo el año 2005, pasando de un incremento del 4 por ciento
anual en diciembre del año 2004 a un 13 por ciento un año después.
33. El total de crédito bancario al sector privado se aceleró desde 5 por ciento hasta 12
por ciento entre abril y septiembre del año 2004; posteriormente se desaceleró has-
ta 7 por ciento en enero del año 2005, según datos de SUGEF. Este comportamien-
to está menos marcado en los datos proporcionados por el Banco Central.
34. La variación anual real del crédito al sector público no financiero pasó de 70 por
ciento positivo en febrero del año 2005 a casi 30 por ciento negativo un año des-
pués.
35. La variación anual pasó de 2 por ciento en enero del año 2005 a 18 por ciento un
año después.
36. El crecimiento real anual del crédito en dólares pasó de 17 al 13 por ciento en los
cuatro meses posteriores a mayo del año 2005. Reducciones adicionales, no obs-
tante, resultaron más difíciles.
20 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
1.5 “ANTI-DOPING”
A LA ECONOMÍA COSTARRICENSE
Como acabamos de ver, el aumento de liquidez experimentado por los in-
termediarios financieros, particularmente en los bancos a partir de abril
del año 2004, fue canalizado hasta principios del año 2005 para financiar
tanto al Gobierno Central como al sector privado. No obstante, los es-
fuerzos hechos en el Ministerio de Hacienda para aumentar la recauda-
ción tributaria y contener el gasto disminuyeron los requerimientos de fi-
nanciamiento bancario. Ello contribuyó a que los bancos se enfocaran en
el crédito al sector privado. La abundancia de liquidez presionó a que las
tasas de interés de mercado cayeran con respecto a lo que Wicksell llama
“tasa natural de interés”,37 lo cual aunado a campañas publicitarias agre-
sivas, indujo a muchas personas a tomar créditos nuevos.38
Para analizar el efecto del crédito sobre la actividad económica es útil
desglosarlo entre el dirigido a consumo y el que se dirige a inversión.39
Inicialmente, el boom de crédito sirvió para financiar inversión.40 Lue-
37. Wicksell (1936, p. 102). La tasa natural de interés es un concepto meramente teóri-
co que, en oposición a la “tasa monetaria”, no está influida por la artificialidad de
las políticas monetarias. En otras palabras, la tasa natural es la que prevalecería si
el Banco Central no interviniera en la economía. Por supuesto, la tasa natural po-
dría variar en el tiempo, pero lo haría únicamente ante cambios es las condiciones
naturales del mercado. Por su parte, la tasa monetaria de interés puede variar tan-
to ante cambios en la tasa natural como ante política monetaria.
38. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que, en la medida en que el nuevo crédito se
usó para refinanciar préstamos originalmente tomados en dólares a prestamistas
extranjeros y que los dólares con los que se cancelaron esos préstamos fueron, en
última instancia, vendidos por el Banco Central, se des-emitieron colones, abortán-
dose así el proceso inflacionario y artificialmente expansivo de la economía.
39. Los datos que utilizo para este análisis los calculé con base en información del Ban-
co Central sobre crédito bancario al sector privado por actividades. Las activida-
des de Consumo y Vivienda, según nomenclatura usada en el Banco Central, las
uní en un grupo que llamé en general “crédito para consumo” y el resto (Comer-
cio, Servicio, Agricultura, Turismo, Manufacturas, etc.) en la categoría general “cré-
dito para inversión”.
40. La variación real anual del crédito para inversión pasó de caer 1 por ciento en fe-
brero del año 2004 a crecer más de 9 por ciento en agosto del mismo año. Es des-
tacable que en este periodo el crecimiento del crédito para consumo pasó de 8 al 5
por ciento. La dinamización de actividades de inversión por substitución de acti-
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 21
go, cuando la contracción monetaria se comenzó a aplicar en septiem-
bre del año 2004, el freno al crédito fue sensible pero únicamente en
préstamos para inversión.41
En el año 2005 la situación cambió dramáticamente. Como se dijo en la
sección anterior, no solo se dinamizó el crédito en general sino que el
Gobierno requirió menos financiamiento. Todo ello contribuyó a un im-
portante incremento en el crédito para inversión.42
De mayor importancia que el mero aumento de la inversión (sobre-in-
versión) es lo que Mises llama “mal-inversión”.43 Al caer la tasa de in-
terés (con respecto a la tasa natural), más planes de inversión se vuel-
ven rentables. Se trata de proyectos marginales que solo se vuelven
rentables a estas tasas de interés artificialmente bajas.44 Estos nuevos
proyectos aumentan la demanda total por bienes de capital45 y al au-
mentar la demanda por bienes de capital aumenta su precio. Los em-
vidades de consumo durante el boom crediticio tiene que ver con el “efecto Ricar-
do”, que consiste según Garrison (2001, p. 249), en “the reallocation of resources du-
ring the course of the business cycle”. Para el tratamiento original del tema, véase Ha-
yek (1946, pp. 390 et seq).
41. Sólo en septiembre del año 2004, tras un aumento en el encaje de 10 al 11 por cien-
to, el crédito para inversión se desaceleró de 9,4 al 3,5 por ciento; sin embargo, el
crédito para consumo aumentó de 5 al 9,8 por ciento. La caída en el crédito para
inversión liberó recursos para canalizarlos a préstamos de consumo; o sea, pudo
más la substitución (que aceleró consumo ante des-aceración de inversión) que la
política contractiva (que se suponía frenaría consumo –al igual que inversión–). En
esta ocasión también apareció el Efecto Ricardo.
42. La tasa de variación anual del crédito bancario para inversión privada pasó de 3
por ciento negativo en diciembre del año 2004 a nada menos que 18 por ciento (re-
cuérdese, real) un año después.
43. Mises (1981, p. 481).
44. Nótese que, con respecto a las inversiones previas, los nuevos proyectos son más
“malos”: menos rentables y/o más riesgosos.
45. Sería más ilustrativo seguir la terminología de Menger: en vez de decir “bienes de
capital” referirse a “bienes de órdenes más altos”. Menger (1985, capítulo 1, sec-
ción 2) clasifica los bienes en órdenes. Los bienes listos para consumir son los de
primer orden. Los que están para vender a una empresa que los convertirá en bie-
nes de primer orden son los de segundo, y así sucesivamente. Esta nomenclatura
tiene la ventaja de que facilita pensar en un continuum desde bienes de consumo fi-
nal hasta los bienes más alejados en la cadena de producción. Ello no es posible si
se habla simplemente de la dualidad “bienes de consumo-bienes de capital”.
22 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
prendedores de los proyectos originales (los existentes antes del cambio
en la tasa de interés) súbitamente se enfrentan a precios de bienes de ca-
pital más altos de lo que originalmente habían planeado. Ello lleva a
que las viejas inversiones (las inversiones sanas) tengan que disminuir.
En suma, el aumento de la tasa de interés provoca que se emprendan
proyectos más malos y que se reduzcan proyectos más buenos, provoca
un traslado de recursos desde buena inversión a mala inversión, provo-
ca mal-inversión.
La reducción de tasas de interés también disminuyó incentivos para que
los ahorrantes mantuvieran o aumentaran sus ahorros.46 Los fondos
dejados de ahorrar por la baja de intereses junto con el crédito otorgado
entraron a la corriente de gasto presionando al alza los precios y las ven-
tas (es decir, dinamizando la actividad económica).47 Eso sí, al buscar
46. Esta afirmación analiza exclusivamente el efecto de la abundancia de liquidez (re-
ducción de la tasa de interés monetaria con respecto a la natural). Las estadísticas,
sin embargo, no son tan claras a primera vista. Los depósitos en colones, según da-
tos del Banco Central, mostraron una fuerte aceleración inicial en mayo de 2004 de-
bido al traslado de recursos de fondos mutuos en colones (que no se contagiaron
de la volatilidad sino hasta ese mes). El resto del año 2004 mostraron una desace-
leración irregular. El titubeo es consistente con una mezcla de señales contradicto-
rias para los bancos con respecto a la tasa de interés pasiva. Por un lado, la com-
petencia del Banco Central (la tasa de subasta estaba aumentando) obligaba a los
bancos comerciales a subir sus tasas pasivas. Por otra parte, la abundancia de li-
quidez les permitía bajarlas. El resultado neto fue una desaceleración del ahorro
desde 16 por ciento de variación real anual en mayo del año 2004 hasta 7 por cien-
to en diciembre de ese año. En el año 2005, sin embargo ocurrió algo extraño. Si
bien el aumento del encaje redujo las tasas pasivas en colones, no hubo competen-
cia con la tasa de subasta (que se usó parsimoniosamente) y las tasas internaciona-
les estuvieron creciendo, el ahorro presentó una aceleración. Evidentemente, al-
gún elemento adicional (es decir; ajeno al proceso de shock monetario) provocó tal
dinamismo. Se pueden suponer varias causas: aceleración de la producción-ingre-
so, repatriación de capitales, tasas efectivas más altas de las observadas en venta-
nilla, etc. En ninguna siento la fuerza suficiente como para provocar por sí sola la
aceleración del ahorro. Quizá entre todas (y algunas más) lo provocaron.
47. Hay que recalcar que en este punto se está evaluando el efecto en el ahorro exclu-
sivamente de la reducción en la tasa de interés. Los ahorros en términos netos cre-
cieron debido a otras causas; sin embargo, posiblemente crecieron menos de lo que
habrían aumentado si no hubiera caído la tasa de interés. En la medida en la que
el efecto exclusivo de la caída de la tasa de interés fue una ralentización del aho-
rro, hubo fondos que pasaron de ahorrarse a gastarse.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 23
los síntomas del boom monetario sobre la actividad económica deben te-
nerse en cuenta dos complicaciones. Por una parte, distintas industrias
reaccionan en diferentes momentos y a diferente grado, dependiendo
de su cercanía del punto de inyección monetaria. Por otra parte, el shock
monetario es sólo uno de los elementos que inciden en la actividad eco-
nómica. Al examinar las industrias incluidas en el Índice Mensual de
Actividad Económica (IMAE), las primeras en resultar afectadas fueron
“Servicios Financieros y Seguros”, “Servicios de Intermediación Finan-
ciera Medidos Indirectamente” y “Construcción”. Era de esperar que
las tres reaccionaran de esta manera porque están relativamente cerca
de los puntos de inyección monetaria (compra de dólares y bonos de es-
tabilización monetaria por parte del Banco Central, por ejemplo).48 La
influencia de la expansión crediticia fue más indirecta y, por lo tanto,
difícil de observar en los datos, en otras actividades. Algunas además
estuvieron fuertemente influidas por otros fenómenos. Por ejemplo,
“Manufacturas” y “Ocupación hotelera” recibieron shocks externos (au-
mentos de demanda) importantes.
La expansión monetaria dinamizó inicialmente las actividades financie-
ras y de construcción entre marzo y agosto del año 2004.49 Aunque es
difícil extraerlo de los datos, es de esperar que esto a su vez haya inyec-
tado dinamismo a otras actividades económicas. Lo importante es no-
tar que el mayor dinamismo de la economía a raíz de inyecciones mo-
netarias ha sido artificial. Para decirlo de otra manera, la economía fue
“drogada”.
Claro, el efecto pudo haber sido mucho más grave. No obstante, con un
cuarto de siglo de inflación persistente, una suerte de orden espontáneo
ha ido construyendo mecanismos que brindan a la economía costarri-
48. Es notable lo ocurrido con “Comercio”, una actividad de la que se podría esperar
una reacción temprana pues es una actividad muy importante en la recepción de
crédito (el 16 por ciento del crédito bancario al sector privado es préstamos para
comercio). Presentó una evolución pausada, posiblemente debido a que otros de
sus determinantes que tienen mucho peso evitaron que el crédito demandado en
este sector se acelerara tanto como las circunstancias de liquidez lo permitían.
49. Con base en un promedio simple de los índices de tendencia-ciclo de actividades
financieras y de construcción, se nota que entre marzo y agosto del año 2004 hubo
una aceleración importante que llevó el crecimiento anual de la tendencia-ciclo de
4,6 por ciento en febrero a 12,4 por ciento en agosto.
24 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
cense algo de inmunización contra los estímulos monetarios y la infla-
ción. Así, se institucionalizan mecanismos para evitar que cambios
inesperados del valor del colón generen efectos redistributivos no con-
templados en los contratos. Por ejemplo, gran parte de los contratos es-
tá explícita o implícitamente indexada. A más desarrollo de la indexa-
ción, más separación entre la unidad de cuenta y el medio de pago. De
hecho, en Costa Rica es relativamente difícil encontrar contratos a más
de un año que no incorporen ajustes anuales o semestrales, para tomar
en cuenta los efectos de la inflación. Con todo, el periodo de los contra-
tos tiende a ser corto y los montos de las transacciones en colones rela-
tivamente pequeños. Las transacciones a más largo plazo o por montos
más elevados se hacen en otras monedas, particularmente el dólar esta-
dounidense. Con el tiempo, en transacciones de valor cada vez menor
(computadoras y ya no solo fincas) y a menor plazo (incluyendo tran-
sacciones al contado) se utiliza el dólar como unidad de cuenta e inclu-
so medio de cambio.50 Todo esto a su vez erosiona el efecto de las in-
yecciones no esperadas de colones sobre la actividad económica.
1.6 LA RESACA
Así como la aceleración monetaria no esperada dinamiza la actividad
económica, la contracción monetaria para curar la inflación frena la eco-
nomía. Al ir desapareciendo la abundancia de liquidez, se frena el fi-
nanciamiento para nuevos proyectos de inversión y consumo. Adicio-
nalmente, al subir la tasa de interés, hay un traslado de recursos desde
consumo hacia ahorro. El juego concluye como uno de suma negativa
porque el proceso desde una situación natural y normal a una bonanza
artificial y luego a una nueva situación natural implica reasignaciones
de recursos que son en sí costosas. No es de extrañar, por tanto, que al
50. Así, lejos de ser un problema, la dolarización de facto ha sido una solución al pro-
blema de la inflación del colón. Los descalces por moneda pueden verse como una
cuestión de usar dólares sólo en operaciones pasivas, pero también como una cues-
tión de no usar dólares también en operaciones activas. Asimismo, el argumento
de que los agentes de menores ingresos no tienen acceso a las transacciones en dó-
lares tiene por corolario que hay que facilitarles el acceso a la solución, no que ha-
ya que quitársela a quienes sí han podido accesarla.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 25
final la economía termine menos dinámica de lo que hubiera estado sin
la inyección monetaria inesperada.
Las políticas monetarias contractivas adoptadas comenzaron a sentirse
en la actividad económica a partir de agosto del año 2004.51 Posible-
mente, al principio la efectividad de la contracción monetaria se apoyó
en operaciones de mercado abierto (la tasa de interés de subasta había
empezado a aumentar desde abril), aunque luego el peso recayó en el
encaje mínimo legal. La pérdida de dinamismo de las actividades fi-
nancieras y de construcción se prolongó por un año y luego ese efecto
se derramó a otras actividades aunque, reitero, separar la influencia mo-
netaria de otras es muy difícil. A partir de junio del año 2005, el mayor
otorgamiento de crédito al sector privado con recursos liberados por el
menor crédito al sector público y la aceleración exógena del ahorro ace-
leraron las actividades financieras y de construcción lo suficiente como
para contrarrestar el efecto de la contracción monetaria.
Para el año 2006, los técnicos del Banco Central tuvieron que rebuscar en
su arsenal para controlar la inflación soluciones no utilizadas el año an-
terior, dado el agotamiento de otros instrumentos. La principal consis-
tió en calcular la devaluación con base en la inflación esperada. Como
se dijo, ello desarma el mecanismo de inflación inercial vía régimen cam-
biario. Así, al calcular la devaluación con base en una inflación espera-
da menor que la pasada, se resta vigor a la compra de dólares (el precio
de los dólares se frena permitiendo más abundancia de ellos en el mer-
cado), disminuyendo la presión a la emisión de colones desde el merca-
do cambiario. A corto plazo podría propiciar la dolarización de présta-
mos pero una menor inflación debería mejorar paulatinamente la
confianza en el colón, así reducir el premio exigido por prestar en colo-
nes y a mediano plazo desacelerar el ritmo de dolarización. Con todo,
en un contexto de altas reservas monetarias internacionales y pocas op-
ciones para controlar la inflación, la medida de calcular la devaluación
con base en la inflación esperada promete efectividad (en tanto las auto-
ridades del Banco Central se asusten por la pérdida de algunas reservas).
aplicación, que por las mismas restricciones del Banco Central, no debe-
ría ser mucha. Sin embargo, definitivamente no es buena estrategia de
52. Tanto el aumento del encaje como la restricción del crédito ciertamente contribu-
yeron a frenar la inflación del colón, pero a costa de provocar distorsiones en los
mercados financieros. Tomando en cuenta además la carga que de por sí significa
tener un banco central, todo esto obliga a pensar críticamente en torno al proble-
ma de la moneda local: ¿vale la pena sostener una moneda suministrada estatal-
mente que de por sí es de pésima calidad (Costa Rica será el décimo país más in-
flacionario del mundo en el año 2007 según datos del Fondo Monetario Internacio-
nal)? ¿No será mejor a la larga dejar que la institucionalidad evolucione consoli-
dando procesos tales como la dolarización de facto, la indexación e incluso otros
que escapan a nuestra observación? Hayek (1976-1990) recomienda darle oportu-
nidad al mercado de mostrar su superioridad con respecto al intervencionismo de
la banca central. Después de todo, pensar que el mercado es incapaz de darnos
mejor dinero que un banco central va en contra de la experiencia. A este respecto,
véase Schuler (1996).
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 27
parte del Banco Central atrasar la aplicación de las medidas porque ello
tan sólo aumentaría los costos totales del ajuste.
53. Para una explicación del “efecto Intel” véase A. Brenes (2001, pp. 54 a 59). Tam-
bién es interesante el análisis de Delgado (2000, pp. 5 a 11).
28 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
cididos a quedarse a disfrutar de Costa Rica de forma más permanente)
podría ser mucho mayor.54 El crecimiento excepcionalmente alto de los
ingresos por turismo en el año 2005 (compárese con el promedio anual
de los ingresos entre los años 2000 y 2005, de 5 por ciento) aparentemen-
te estuvo relacionado con el tsunami ocurrido a finales del año 2004 en
el Océano Índico y con los huracanes en el Mar Caribe, que perjudicaron
destinos directamente competidores del costarricense. Para separar el
grano de la paja, debe destacarse que del crédito bancario otorgado du-
rante el año 2005, el dirigido a turismo fue el más dinámico.55 Este dina-
mismo (al igual que el del crédito para agricultura)56 se explica mucho
más por el vigor de la demanda extranjera que por el impulso moneta-
rio. En tanto eso sea así, el impulso monetario evitó el incremento de la
tasa de interés más que aumentar la cantidad de crédito otorgado.
Los precios internacionales del café y la carne de res mostraron incre-
mentos de 78 por ciento y 22 por ciento respectivamente, según da
cuenta el Programa Monetario.57 Ello impulsó las exportaciones pero sig-
nificó una reducción de la oferta local.
En suma, al analizar la balanza de pagos, se nota que, a grandes rasgos,
las exportaciones de mercancías, entradas por turismo, inversión ex-
tranjera directa (al parecer, principalmente residencial), créditos del ex-
terior (que siguieron siendo importantes a pesar de la competencia de
la banca local) y capital golondrina sumaron casi US$ 10.000 millones.
Este monto permitió financiar importaciones, pago de deuda pública
externa y un aumento por casi US$ 400 millones de las reservas mone-
tarias internacionales del Banco Central. La economía costarricense se
caracteriza por un recurrente déficit de la cuenta corriente financiado
mediante un superávit de la cuenta de capital. Lo excepcional en el año
2005 fue la entrada de capital golondrina, que en mucho permitió au-
mentar las reservas del Banco Central. Es difícil saber en qué magnitud
54. Una parte importante de los dólares traídos al país en el 2005 podría relacionarse
con este tipo de inversión, más allá de la influencia de las tasas de interés locales.
55. En septiembre del año 2004, su crecimiento real anual no llegaba a 9 por ciento. Pa-
ra enero del año 2006 llegó a un máximo de 61 por ciento.
56. Que pasó de disminuir más de 12 por ciento en julio del año 2004 a crecer 36 por
ciento en noviembre del año 2005.
57. Banco Central (2006a, p. 7).
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 29
estas entradas de capital golondrina, ocurridas en un contexto de trini-
dad imposible, permitieron el financiamiento de importaciones. Es po-
sible que algo del dinamismo de las compras de derivados del petróleo,
cuyos precios tuvieron un comportamiento que sugeriría menos dina-
mismo en cantidades, se deba a la relativa abundancia de dólares. En
ese sentido, también por esta vía la política monetaria estaría promo-
viendo un boom en la actividad económica. En todo caso, con respecto
a cualquier posible problema que se pudiera presentar en la balanza de
pagos, vale la pena recordar la cita de Hayek, según la cual un proble-
ma de balanza de pagos “Is a pseudo-problem about which nobody need
worry but a monopolist of the issue of money for a given territory”.58
La campaña electoral probablemente aportó algo de incertidumbre a los
agentes económicos. Si bien las encuestas no dejaban mucha duda so-
bre la elección para presidente, la elección de diputados era mucho más
difícil de adivinar, en un contexto en que parecía quedar para la siguien-
te Asamblea Legislativa la votación de dos proyectos vistos como tras-
cendentales: el “Plan Fiscal” y el Tratado de Libre Comercio con Esta-
dos Unidos. En todo caso, dado el distanciamiento entre la
Administración Pacheco y los partidos políticos, incluyendo el que lo
llevó al poder, no hubo ni el más leve síntoma de ciclo económico de ori-
gen político.59
En cuanto a las finanzas públicas, con una recaudación dinámica y un
gasto público contenido, el Gobierno Central restó dinamismo a la eco-
nomía. Sin embargo, más allá de su influencia directa como comprador
y recaudador, las quejas debido al deterioro de la infraestructura, parti-
cularmente carreteras, se exacerbaron. Así, las transferencias al resto
del sector público (una quinta parte del gasto del Gobierno Central) pa-
saron de crecer un 2,2 por ciento60 en noviembre del año 2004 a un 15,5
por ciento negativo en octubre del año 2005. Pasando revista a los com-
ponentes del gasto, llama la atención que aquel en salarios y pensiones
a cargo del Gobierno Central (que juntos conforman prácticamente la
mitad de sus gastos), se estancó por segundo año consecutivo a pesar de
58. Hayek (1976-1990), p. 104.
59. Para un análisis del ciclo económico de origen político, véase el capítulo 9 de Whi-
te (1999).
60. Crecimiento real anual de lo acumulado doce meses.
30 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
que en el bienio 2004-2005 la cantidad de ocupados en la administración
pública aumentó en 7 por ciento, lo cual sugiere una reducción real de
salarios y pensiones en el Gobierno. Mientras tanto, los recursos desti-
nados al Fondo de Educación Superior permanecieron creciendo en tér-
minos reales alrededor de 2 por ciento durante todo el año 2005. El gas-
to por intereses, que para marzo del año 2005 estaba disminuyendo a
tasas reales anuales del 12 por ciento, fue decreciendo cada vez menos
hasta que en diciembre ya presentaba un modesto crecimiento de 3 por
ciento, básicamente debido al aumento de la tasa de interés pagada por
los bonos de deuda interna. Finalmente, como se dijo, el resto de gas-
tos (una quinta parte del total) entre los que se incluyen la construcción
y mantenimiento de infraestructura así como programas de redistribu-
ción, sufrió una disminución acelerada.
Para diciembre del año 2005, la variación anual era de 12 por ciento ne-
gativo real. La recaudación de impuestos mostró una importante acele-
ración a partir de junio debido al efecto de varias medidas, entre las que
se destacan el principio de caja única (lo cual mejoró el manejo de la li-
quidez), mejoras recaudatorias, más atención a la evasión fiscal e inclu-
so el efecto psicológico de acusaciones a altos exfuncionarios públicos
sobre la motivación para pagar principalmente el impuesto sobre la ren-
ta. Ello sostuvo tasas de crecimiento real en los principales impuestos
(renta, ventas, aduanas) que promediaron alrededor del 6 por ciento du-
rante el año. En suma, el déficit del Gobierno Central pasó de 2,8 por
ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el año 2004 a 2 por ciento en
el año 2005.61 Es destacable que, si bien la disminución de gastos de in-
fraestructura y redistribución es la parte más insostenible de la conten-
ción del gasto, ellos constituyen apenas la quinta parte del total. Cabe
preguntarse si la mejora fiscal, que ya llevaba tres años consecutivos, era
lo suficientemente importante y duradera para provocar un cambio es-
tructural en las finanzas públicas que hubiese podido reducir el peso de
61. Si bien es cierto que para el año 2006, según el Programa monetario, se espera un au-
mento del déficit del Gobierno Central a 2,5 por ciento del PIB, no deja de llamar
la atención lo lejos que estará este dato del casi 12 por ciento vaticinado hace cua-
tro años por la Comisión de Exministros de Hacienda. No es de extrañar que los
nuevos argumentos gubernamentales para cargar más impuestos ya no se basen en
la “insostenible deuda pública” sino en la necesidad de más gasto para infraestruc-
tura y redistribución.
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 31
los intereses sobre la deuda y permitir un ciclo virtuoso por medio del
cual, al mejorar la situación fiscal, se atendiera mejor la deuda pública,
lo cual hubiera retroalimentado la mejora fiscal. Ciertamente, la Admi-
nistración Pacheco desatendió rubros importantes de gasto, sin embar-
go, ello pudo haber creado la base para unas finanzas públicas más sa-
nas, si se hubiese dado el debido seguimiento a este proceso (algo que el
“activismo” de la Administración Arias parece que no continuará).
¿Cuál ha sido el efecto neto de todos estos shocks sobre la actividad eco-
nómica? Prácticamente todos los indicadores coinciden en mostrar una
leve aceleración de la economía.62 Indudablemente, algo de ese dina-
mismo ha sido alimentado por la expansión monetaria. Para el año
2006, el fortalecimiento de las políticas monetarias contractivas podría
cobrar la factura en términos de actividad económica.
62. La tendencia mensual del IMAE pasó de crecer anualmente un 2,6 por ciento en
marzo de 2005 a un 6,4 por ciento en diciembre, tras una aceleración persistente. El
promedio de su tendencia-ciclo (proxy usual del crecimiento del PIB) comenzó a
acelerarse en julio del año 2005 después de diecinueve meses de perder dinamismo.
El PIB acumulado cuatro trimestres creció en términos anuales en el tercer trimes-
tre más rápido que en el trimestre anterior por primera vez en seis trimestres. Es
cierto que las tasas de desempleo abierto, subempleo visible y subempleo visible
crecieron ligeramente, pero ello se debió a un fuerte incremento de la fuerza de tra-
bajo, que creció 7,4 por ciento en el año 2005 luego de crecer 2,2 por ciento, 3,4 por
ciento y 0,8 por ciento en los tres años anteriores. La porción de hogares pobres dis-
minuyó medio punto porcentual para ubicarse en 21,2 por ciento. Las importacio-
nes de bienes de consumo, tanto duradero como no duradero, continuaron ganan-
do dinamismo (comportamiento manifestado desde enero del año 2004): la tasas de
crecimiento real anual de lo acumulado doce meses fueron de –3,1 por ciento, 5,6
por ciento y 7,7 por ciento en diciembre de los años 2003, 2004 y 2005, respectiva-
mente. Según el Índice Empresarial de Percepción, calculado en la Unión Costarri-
cense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP), los empresa-
rios han venido mejorando su opinión de los trimestres concluidos desde el cuarto
trimestre del año 2003. Asimismo, el Índice Empresarial de Confianza, preparado
en la misma institución para valorar las perspectivas sobre el futuro, muestra una
mejora de la opinión sobre el futuro incluso más clara. Este resultado es similar al
del Índice de Confianza para la Inversión según los Analistas Económicos, calcula-
do en el Banco Central. Aunque cayó ligeramente en el tercer trimestre del año
2005, tuvo una recuperación importante en el cuarto. En general, la tendencia des-
de el cuarto trimestre del año 2004 es de optimismo creciente.
32 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
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El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 35
ANEXO
GRÁFICO A1.1
COSTA RICA: VARIACIÓN REAL ANUAL DEL CRÉDITO BANCARIO
(Porcentaje)
GRÁFICO A1.2
COSTA RICA: VARIACIÓN REAL ANUAL DEL CRÉDITO BANCARIO
(Porcentaje por moneda)
36 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
GRÁFICO A1.3
COSTA RICA: VARIACIÓN REAL ANUAL DEL CRÉDITO DEL SISTEMA BANCARIO
(Porcentaje por sector)
GRÁFICO A1.4
COSTA RICA: VARIACIÓN REAL ANUAL DEL CRÉDITO DEL SISTEMA BANCARIO
(Porcentaje según destino)
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 37
GRÁFICO A1.5
COSTA RICA: VARIACIÓN REAL ANUAL DE LOS DEPÓSITOS
EN COLONES DEL SISTEMA BANCARIO
(Porcentaje)
GRÁFICO A1.6
COSTA RICA: VARIACIÓN REAL ANUAL DE LA DEUDA INTERNA BONIFICADA
DEL BANCO CENTRAL DE COSTA RICA
(Porcentaje)
38 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
GRÁFICO A1.7
COSTA RICA: TASA DE INTERÉS DE BONOS
DE ESTABILIZACIÓN MONETARIA A DOCE MESES
(Porcentaje)
GRÁFICO A1.8
COSTA RICA: TASA PASIVA DE INTERÉS DE VENTANILLA PROMEDIO BANCARIA
(Porcentaje)
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 39
GRÁFICO A1.9
COSTA RICA: ENCAJE MÍNIMO LEGAL
(Porcentaje)
GRÁFICO A1.10
COSTA RICA: RESERVAS MONETARIAS INTERNACIONALES NETAS DEL BCCR
(Millones de dólares)
40 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
GRÁFICO A1.11
COSTA RICA: ÍNDICE DE PRECIOS AL CONSUMIDOR
VERSUS ÍNDICE SUBYACENTE DE INFLACIÓN
(Porcentual)
GRÁFICO A1.12
COSTA RICA: ÍNDICE DE PRECIOS AL PRODUCTOR INDUSTRIAL
(Porcentual)
El ciclo monetario y la evolución económica de Costa Rica durante el 2005 41
GRÁFICO A1.13
COSTA RICA: ÍNDICE MENSUAL DE ACTIVIDAD ECONÓMICA
(Porcentual)
GRÁFICO A1.14
COSTA RICA: PROMEDIO DEL IMAE DE LOS SECTORES FINANCIERO
Y DE CONSTRUCCIÓN
(Variación porcentual anual de la tendencia-ciclo)
42 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
GRÁFICO A1.15
COSTA RICA: EXPORTACIÓN DE MERCANCÍAS
(Variación real porcentual de lo acumulado doce meses)
GRÁFICO A1.16
COSTA RICA: GASTOS E INGRESOS DEL GOBIERNO CENTRAL
(Variación real porcentual de lo acumulado doce meses)
7,0%
5,0%
3,0%
1,0%
May-04
May-05
Sep-04
Nov-04
Sep-05
Nov-05
Mar-04
Mar-05
Jan-04
Jan-05
Jan-06
-1,0%
Jul-04
Jul-05
-3,0%
-5,0%
-7,0%
1. Los comentarios que se presentan en este escrito hacen referencia a la primera ver-
sión del documento elaborado por Adrián Brenes.
43
44 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
te la lectura del informe, y porque en muchas cosas de la vida conviene
estimular el cambio, pero no creo que éste sea el caso.
Es un hecho que alrededor de un mismo fenómeno económico suelen
operar muchas variables (unas más importantes que otras, claro está) y
para comprenderlo es necesario hacer un esfuerzo sintetizador pues, de
otra forma, muy fácilmente se pierde el hilo conductor de un escrito y
se arriesga confundir al lector. Hay que tener presente que ningún lec-
tor está obligado a leer nuestras publicaciones, sino que de alguna ma-
nera hemos de interesarlo (enamorarlo o enamorarla) para que lo haga.
Lograr esto es todo un arte.
En mi caso me costó un tanto entender el mensaje de fondo, normativo,
que se propuso dar Adrián en su escrito y trataré de explicar por qué:
1. Centra su análisis de la economía costarricense durante el año 2005
en el tema inflacionario (al que le dedica más de un 80 por ciento
del escrito). La presentación de los resultados en el campo fiscal, en
el comercio exterior, empleo, desempleo etc., es, para mi gusto, de-
masiado comprimida (mucha de la cual la presenta en una nota al
pie de página) y da la sensación de que no los considera temas im-
portantes.
2. Para abordar el tema inflacionario Adrián introduce dos conceptos,
en principio interesantes, tomados de la Escuela Austriaca:
a) El valor interno del dinero, que se define como su valor en tér-
minos de oferta y demanda.
b) El valor externo, que hace referencia a la relación entre el valor
interno del dinero y el precio de otras mercancías.
Considero que ambos conceptos son lo mismo, pues el valor del dinero
es el inverso del índice de precios, y él es función de la oferta y deman-
da (que, entre otras cosas, capturan el precio de las mercaderías). Pero,
en lo que interesa, no vi en el escrito muchas conclusiones derivadas de
esta separación de conceptos que no se pudieran establecer sin ella.
Quizá la razón es la misma que expone el autor cuando dice que la men-
surabilidad exacta del valor interno del dinero es “imposible”.
Comentario 45
Sin embargo, y tal vez por ser también seguidor de la escuela austriaca,
encontré interesante que Adrián nos recordara que la técnica usual de
cómputo de la inflación. Por ejemplo, la que usa el índice de Laspeyres
sobrestima el efecto inflacionario, pues es un hecho que cuando el pre-
cio de un bien sube, la gente tiende a sustituirlo por otros que hayan su-
bido menos o que del todo no hubieran subido, con lo que el golpe del
aumento de precios en el bolsillo del consumidor resulta menor en la
realidad que lo que indica el índice de Laspeyres.
Encontré interesante (y valiente) que mencionara que la elevación en el
precio de algo tan importante como es el petróleo y sus derivados no
tiene por qué ser inflacionario, si ella no se valida con una expansión en
los medios de pago. El Salvador, Panamá y otros países de Centroamé-
rica experimentaron, como Costa Rica, elevaciones en el precio del pe-
tróleo y, sin embargo, en el año 2005 mostraron niveles de inflación in-
feriores. La inflación es un fenómeno enteramente monetario; por eso
quizá Adrián utilizó como primera cita que “El Banco Central tiende a
ser el creador, y no el disipador, de las fluctuaciones económicas”.
Explica Adrián la importancia que puede haber tenido el fenómeno de
principios del año 2004, cuando una elevación en la tasa de interés in-
ternacional bajó el precio de títulos valores que conformaban muchos
fondos de inversión en Costa Rica y cómo la actuación del Banco Cen-
tral de Costa Rica (BCCR) se tradujo en una inyección de medios de pa-
go en nuestra economía, que luego puso presión en los precios.
Adrián hace una cita anecdótica de hechos importantes, que él llama
“shocks”, los cuales afectaron a la economía costarricense en el año 2005,
entre ellos: el incremento en el precio del petróleo, las (ineficaces) me-
didas que tomó la Administración Pacheco para reducir el consumo de
sus derivados, el 80 por ciento del crecimiento de las exportaciones de
mercancías debido a ventas de Intel; asimismo, explica en su escrito có-
mo creció el turismo, la inversión extranjera directa en casas lujosas en
Guanacaste; el crecimiento del crédito, el desempeño de los precios in-
ternacionales del café, el resultado fiscal, la balanza de pagos (aunque
esta última, citando a Hayek, constituye un seudo-problema que a na-
die debe preocupar). Encontré que, en general, dichas citas no tienen un
hilo conductor.
46 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Indica por último que se ve una aceleración de la economía durante el
año 2005 y que parte de ese dinamismo ha sido alimentado por la ex-
pansión monetaria. Argumenta también que para el año 2006 medidas
contractivas llevarán a un menor crecimiento económico, en este senti-
do para contener la inflación.
Mis conclusiones y recomendaciones sobre el documento son las si-
guientes:
1. El escrito mezcla conceptos interesantes (como la separación entre
el valor interno y externo del dinero) pero, desafortunadamente, el
autor no los utiliza a plenitud en su análisis. Hubiese esperado que
Adrián concluyera que con la visión restringida del valor del dine-
ro uno llega a la conclusión A, mientras que con una más refinada,
que distinga entre el valor interno y el externo, la conclusión es B.
2. Noté un deseo muy grande de polemizar sin preocuparse mucho
por utilizar evidencia para apoyar sus posiciones. Buena parte de
la información que presenta es anecdótica y no permite llegar a con-
clusiones tajantes. A pesar de eso no vi que el autor criticara (por
distorsionante), como lo habría hecho Hayek, la medida adoptada
por el Banco Central de elevar al 15 por ciento el encaje legal no re-
munerado. Más bien Adrián presentó este aumento como una bue-
na medida, o al menos como una medida neutra, de administración
monetaria.
3. Indica Adrián, con razón, que una baja en la tasa de interés hace que
nuevos proyectos de baja rentabilidad se tornen viables cuando con
tasas altas no lo habrían sido. A estos les llama “mal-inversión”.
No creo que merezcan ese nombre.
4. Encontré en el documento demasiadas notas al pie de página que
trataban temas que por facilidad de lectura mejor habría sido in-
cluirlos en el cuerpo del documento.
5. Me parece que lo más indicado hubiese sido utilizar recuadros y
anexos para presentar conceptos novedosos y controversiales y ha-
bría tratado de mostrar con datos que ellos son mejores explicado-
res de los fenómenos observados que los tradicionales.
Comentario 47
6. También habría hecho un gran esfuerzo por destacar otras cosas
que caracterizaron el 2005, además de la inflación alta, como lo son,
el alto nivel de reservas monetarias internacionales, elevación del
encaje, razonable esfuerzo fiscal y, sobre todo, la notable indecisión
oficial durante el año analizado respecto a algo tan importante pa-
ra el futuro del país como es el Tratado de Libre Comercio de Cen-
troamérica y República Dominicana con los Estados Unidos (RD-
CAFTA).
7. No obstante lo dicho, quisiera felicitar a Adrián por insistir en utili-
zar conceptos como los relativos al valor del dinero, a la tasa natu-
ral de interés y hasta por la irreverencia respecto al actuar de la ban-
ca central. Su insistencia en que la inflación es un fenómeno
enteramente monetario es muy valiosa.
Comentario
EDGAR ROBLES
49
50 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
que ocurre es que hay una confusión entre el instrumento para medir la
inflación y lo que explica la inflación; realmente lo que tenemos es un
instrumento imperfecto para medir un fenómeno que es complejo de
cuantificar, como la inflación.
Al respecto, el estudio me parece muy valioso ya que nos recuerda pre-
cisamente los principios de la Escuela Austriaca, según la cual existen
dos formas en las cuales se puede visualizar el valor del dinero: su va-
lor interno y su valor externo. El primero de ellos hace referencia a la
función del dinero como unidad de cuenta, es decir, es el precio del di-
nero determinado por la oferta y demanda la que explica el fenómeno
monetario y por tanto, el crecimiento en el medio circulante es un cau-
sal directo de la inflación. Por su parte, el valor externo hace referencia
a la función del dinero como medida de valor, en este sentido usamos el
dinero para expresar el precio relativo de los diferentes bienes.
Adrián nos recuerda en su escrito que existe una confusión entre el ins-
trumento para medir la inflación, que es el índice de precios al consu-
midor (IPC), y la “verdadera” tasa de inflación, por lo que al mezclar
erróneamente ambos conceptos y argumentar que en este mes la infla-
ción subió porque se incrementó el precio de los tomates y las papas o
que la inflación bajó porque se redujo el precio de la gasolina, es real-
mente confundir el instrumento con la medición. Creo que el asunto
medular del artículo es entender qué es la inflación y cómo ésta es cau-
sada por la creación de dinero.
La trinidad imposible
El artículo de Adrián tiene razón en explicar que hay creación moneta-
ria y que esa es la causa de la inflación, pero realmente lo que está ge-
nerando el incremento en la inflación es el aumento en reservas que se
traduce en una emisión de colones. Cuando el Banco Central trata de
esterilizar esa emisión con la impresión de bonos de estabilización mo-
netaria, se crea el círculo vicioso donde las pérdidas del Banco Central
impiden reducir la inflación en el corto plazo. Es aquí en donde el es-
tudio de Adrián señala que se está tratando de hacer algo imposible; un
Banco Central que quiere controlarlo todo: el tipo de cambio por medio
de las minidevaluaciones, las tasas de interés por medio de la oferta mo-
netaria y la inflación. Pero no puede lograrlo todo a la vez, tiene que li-
berar las tasas de interés o el tipo de cambio. Y, como bien sabemos los
economistas, con un tipo de cambio fijo, como el de Costa Rica, no es
posible controlar la oferta de dinero y el resultado de esta imposibili-
dad, como lo menciona Adrián, ha sido un incremento en las pérdidas
del Banco Central por la excesiva emisión de bonos de estabilización
monetaria, lo cual puede conducir a medidas dramáticas.
En una conversación reciente con economistas del Departamento de In-
vestigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ante la men-
ción de que en Costa Rica se estaba aumentando el encaje mínimo legal
como política de control monetario, ellos se mostraron asombrados,
pues el encaje ya no es política monetaria casi en ningún país y es algo
que se dejó de utilizar hace mucho tiempo porque tiene distorsiones im-
portantes en el sistema financiero, por el aumento en el margen de in-
termediación. Sin embargo, el aumento del encaje es parte de esas me-
didas desesperadas en Costa Rica por controlar ineficazmente la oferta
de dinero. De hecho, en los últimos semestres, se ha incrementado el
encaje al límite superior, pasando del 5 por ciento al 15 por ciento. Con
Comentario 57
todo lo que había costado reducirlo al 5 por ciento, incrementarlo del 5
por ciento al 15 por ciento no tomó gran trabajo.
65
66 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Nos parece muy importante que una materia de esta naturaleza se tra-
te con la debida amplitud, con visibilidad y sin sorpresas. No estamos
ante un cambio súbito en las reglas del juego de la economía sino ante
un proceso de transición normal, de un esquema que ha sido muy exi-
toso durante los últimos veintidós años, hacia un esquema que creemos
nos va a dar mucho más espacio de acción para el futuro. Por ello, más
que de un cambio, hablamos de una migración hacia un sistema cam-
biario más flexible.
La búsqueda del esquema cambiario apropiado para la economía costa-
rricense no es un tema nuevo. El Banco Central lo ha venido analizan-
do y discutiendo en diversas ocasiones desde hace varios años. Recuer-
do varias invitaciones de don Eduardo Lizano para compartir opiniones
sobre el particular. Sin embargo, creemos, llegó la hora de pasar de la
discusión y el análisis a la acción, pues los eventos recientes han acen-
tuado la necesidad de movernos hacia un esquema cambiario distinto al
que hemos seguido en los últimos veintidós años.
En estos últimos años hemos experimentado dificultades en cuanto al
manejo de la política económica y a su efectividad para controlar la in-
flación. Los choques externos a los que hemos estado expuestos en años
recientes, consecuencia del aumento en los precios del petróleo y otras
materias primas, conjuntamente con los elementos inerciales asociados
al esquema cambiario vigente, han puesto mayor presión sobre la tasa
de inflación de la economía.
La apertura de la cuenta de capitales es otro de los elementos que pre-
siona sobre el manejo de la política económica. Si bien esta apertura da-
ta desde el año 1992, su intensidad, a raíz del desarrollo tecnológico y
de la importancia creciente de los mercados emergentes en las decisio-
nes de cartera financiera de inversionistas institucionales, nos ha hecho
todavía más complicado el manejo de la política monetaria. Nos enfren-
tamos claramente a la llamada “trinidad imposible”, esto es, la dificul-
tad de hacer una política monetaria independiente, cuando se tiene una
cuenta de capitales abierta y un esquema cambiario con compromiso de
compra o venta por parte del Banco Central a una determinada tasa.
El proceso de dolarización de la economía costarricense es otro de los
elementos que nos plantea retos en cuanto al manejo de la política mo-
netaria pues, con un nivel de dolarización del orden del 50 por ciento de
Introducción 67
los activos financieros, el campo de acción del Banco Central se reduce
de manera marcada. Los factores que provocan la dolarización son de
naturaleza diversa; pero la confianza de los agentes económicos sobre la
capacidad del Banco Central de cumplir con la pauta anunciada para las
minidevaluaciones es un elemento importante en el proceso, pues tien-
de a reducir el riesgo cambiario asociado a las decisiones de asignación
de cartera, tanto activa como pasiva.
La combinación de estos elementos nos lleva a concluir que es convenien-
te valorar el sistema cambiario vigente, no con el propósito de emitir un
juicio histórico, es decir, si fue bueno o malo para la economía, sino para
reflexionar si es el adecuado para el futuro, dadas las circunstancias por
las que transitamos. La pregunta relevante no es si hace veintidós años
debimos haber adoptado el esquema de minidevaluaciones; el tema que
nos reúne es si con él podremos enfrentar los retos de los próximos años
y, caso negativo, cuál sería el que nos permita hacerlo.
Creo que estamos en condiciones interesantes para moveros hacia un
esquema cambiario distinto. Tenemos una posición muy cómoda de re-
servas monetarias internacionales. El Banco Central muestra un saldo
elevado en su nivel de reservas, el cual es aún mayor cuando se consi-
dera el sistema bancario nacional como un todo. Tenemos, además, ac-
ceso a líneas de crédito que nos permiten efectuar desembolsos muy rá-
pidos para enfrentar situaciones de emergencia, tanto con el Fondo
Latinoamericano de Reservas (FLAR) como con el Banco Centroameri-
cano de Integración Económica (BCIE). El tipo de cambio nominal no
se ha sostenido artificialmente bajo y los indicadores del tipo de cambio
real no muestran un colón sobrevaluado.
Estos elementos nos permiten visualizar la salida del esquema cambia-
rio actual como un proceso de transición ordenado hacia una mayor fle-
xibilidad y no como una acción brusca o forzada por las circunstancias
económicas, como aconteció en muchos países, incluyendo a Costa Rica,
en el periodo 1980-1981. Sentimos que la economía tiene las condiciones
propicias para iniciar el proceso de migración al que hacía referencia, al
estar presentes muchos factores que permiten llevarla a cabo de manera
ordenada y no abrupta. Por ello vemos esta salida como un proceso de
cambio paulatino, que permita ir introduciendo mayores grados de fle-
xibilidad conforme los agentes económicos vayan adaptándose. Eso se
68 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
reflejará en un esquema de bandas cambiarias relativamente estrechas al
inicio, pero de amplitud creciente con el paso del tiempo.
Es importante tener claro que la migración hacia un esquema cambia-
rio más flexible no va a solucionar todos los problemas que tiene el
país. Estamos buscando un instrumento que nos dé un mayor espacio
de acción en el campo de la política monetaria; un instrumento que nos
dé una mayor capacidad de hacer ajustes en el campo externo. Una so-
lución sostenible de nuestros problemas económicos pasa, necesaria-
mente, por la adopción de políticas que permitan resolver problemas
estructurales de la economía, incluyendo el desequilibrio fiscal y las
pérdidas del Banco Central. Si no las adoptamos, los logros serán me-
nos favorables y deberemos esperar más tiempo para alcanzar niveles
de inflación similares a los observados en la gran mayoría de los países
latinoamericanos.
Por otra parte, tampoco podemos esperar a que se solucionen todos los
problemas estructurales para modificar el esquema cambiario. Debe-
mos actuar dentro de los espacios de acción que tenemos. Por eso he-
mos venido preparándonos adecuadamente para esa migración hacia
un esquema cambiario más flexible. El Banco Central se ha beneficiado,
en los últimos años, de la asesoría del Fondo Monetario Internacional
(FMI) y del apoyo y la cooperación, entre otros, de los bancos centrales
de Chile, México, Colombia y Perú. Son países que han transitado ya
por el camino que deseamos seguir y que han sido muy generosos al
compartir sus experiencias, sus logros y sus dificultades, lo que nos ha
permitido avanzar a buen paso.
Los próximos meses serán de mucha actividad previa al inicio del pro-
ceso de migración. Debemos modificar reglamentos para adecuar la
normativa a la nueva realidad. Necesitamos desarrollar herramientas
tecnológicas que faciliten la operación del mercado cambiario, incluyen-
do la difusión de la información relevante. Debemos fortalecer la admi-
nistración del Banco para operar de mejor forma en el mercado mone-
tario, dado que con el nuevo esquema tendremos un mayor espacio
para la acción. De todos estos pasos informaremos adecuadamente,
porque, como decía al principio, estamos convencidos que cuanto ma-
yor sea el conocimiento que se tenga de lo que queremos hacer, mayor
será la posibilidad de éxito y menores los costos asociados con el proce-
so de cambio.
3
EXPERIENCIA DE COSTA RICA
CON EL SISTEMA
DE MINIDEVALUACIONES.
EL RÉGIMEN CAMBIARIO
DE 1984 AL 2006*
FÉLIX DELGADO
INTRODUCCIÓN
La elección del régimen cambiario adecuado para un país es un tema que
ha merecido un tratamiento profuso en la literatura económica desde ha-
ce más de cincuenta años. La discusión se acentuó después del derrum-
be de las paridades fijas bajo el sistema de Bretton Woods (también co-
nocido como patrón oro-dólar), en el año 1973, y ha tomado un nuevo
auge desde inicios de los años noventa, ante la mayor movilidad inter-
nacional de capitales y los episodios de crisis financieras en varios paí-
ses, algunas de ellas con efectos generalizados en el resto del mundo.
Costa Rica adoptó el régimen cambiario actual, consistente en un esque-
ma de minidevaluaciones o tipo de cambio reptante ( ),1 des-
crawling peg
2. Es posible que, además, la integración financiera sea tanto inevitable como crecien-
te a través del tiempo, pues está muy relacionada con el avance tecnológico en las
comunicaciones y en la informática, que cada vez ofrece mayor flexibilidad para
realizar transacciones financieras desde posiciones remotas. Esto se observa en los
retos mayores que actualmente tienen los supervisores del sistema financiero fren-
te a los conglomerados financieros, en cuanto a la supervisión transfronteriza y a
la supervisión consolidada.
74 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
no resultar viable, tanto porque políticamente los costos en el corto pla-
zo se perciban superiores a los beneficios, como por el daño que pueda
provocarse al sistema bancario. La percepción de que las autoridades
tienen limitaciones para actuar en tiempo o en la magnitud requerida,
de acuerdo con los enfoques sobre ataques especulativos contra la mo-
neda doméstica, puede terminar en una crisis de salida de capitales, con
impacto en todo el sistema económico interno.3 Este tipo de desenlace
puede también provenir de otras causas, como el contagio observado
durante el desarrollo de la crisis asiática de los años 1997-1998.
Lizano (2004, pp. 110-113) hace un buen resumen de las diferentes posi-
ciones de autores que han liderado la discusión de este tema. El enfo-
que bipolar, con mucha influencia en la década anterior, ha ganado
adeptos pero ha perdido radicalismo. Esto es particularmente válido en
relación con el consejo original de sus proponentes, en el sentido de evi-
tar los sistemas de tipo de cambio intermedios entre los vínculos fuer-
tes en un extremo (caja de conversión, dolarización) y la flotación en el
otro. Ciertamente más países en el mundo se han trasladado en la di-
rección hacia alguno de los dos extremos, lo cual implica que sus auto-
ridades políticas y económicas han encontrado méritos en las proposi-
ciones del enfoque bipolar. Pero hoy es menos fuerte que hace diez
años la creencia de que, en la selección del régimen cambiario, la esco-
gencia está entre blanco y negro, sin tonos grises. El propio Fischer
(2001, p. 2) reconoce que los proponentes del enfoque bipolar, incluido
él mismo, posiblemente han exagerado sus argumentos para dar mayor
dramatismo a su punto de vista.
En su resumen, Lizano destaca cómo las recomendaciones que se hacían
diez años atrás en cuanto al régimen cambiario eran de aceptación prác-
ticamente general, con muy pocos disidentes –entre ellos John William-
son, quien se ha mantenido partidario de mecanismos administrados
para la determinación del tipo de cambio–. Jeffrey Frankel también ha-
cía referencia desde el año 1999 a la inexistencia de algún régimen cam-
biario en particular que sea el único correcto para todos los países y en
todo tiempo. Más tarde, Corden (2002) ha puesto énfasis en la impor-
3. No es éste el lugar para abundar en el tema, ampliamente tratado en la literatura
económica, en buena medida bajo la inspiración de los escritos de Guillermo Cal-
vo y otros. En Delgado (2004) hay amplia referencia a la bibliografía al respecto.
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 75
tancia de contar con políticas económicas adecuadas para mantener los
equilibrios macroeconómicos básicos, por lo que dar excesiva importan-
cia a la escogencia del régimen cambiario adquiere características de
sensacionalismo. Guillermo Calvo mantiene su tesis de que los países
en desarrollo deberían evolucionar hacia vinculaciones fuertes (hard
pegs), en parte debido a su temor a la flotación. No obstante, en un re-
ciente estudio conjunto con Frederic Mishkin, ambos autores conside-
ran el tema de la selección del régimen cambiario como uno de segun-
do orden, en tanto tiene importancia primaria la puesta en práctica
buenas instituciones fiscales, monetarias y financieras para alcanzar los
equilibrios macroeconómicos básicos (Calvo y Mishkin, 2003, p. 28).
La discusión sobre este tema posiblemente continúe sin lograr una con-
fluencia de opiniones en alguna dirección determinada.4 Pero al menos
sugiere que las soluciones estrictas de esquina de un enfoque bipolar ra-
dical quizá no fueron fieles, como posiciones extremas, con el verdade-
ro pensamiento de los principales exponentes de esta orientación en po-
lítica cambiaria. En tal caso, el tema se convertiría más bien en uno de
naturaleza empírica, en donde habrían de afinarse los argumentos en
cuanto a qué tan cerca de los extremos o qué tan lejos del centro empie-
zan a ser opciones viables para los sistemas cambiarios. Y, sobre todo,
cuáles son las condiciones en cuanto a los determinantes fundamenta-
les de los equilibrios macroeconómicos que son congruentes con el es-
quema prevaleciente en cada país.
Así las cosas, parece necesario volver a la discusión de los temas ante-
riores en vez de dar por sentada la validez del enfoque bipolar, lo cual
implica también analizar si las mismas políticas e instituciones requeri-
das para el buen funcionamiento de la economía en alguno de los siste-
mas cambiarios extremos o en sus cercanías, serían capaces de asegurar
también buenos resultados en regímenes alternativos cada vez menos
cerca de los polos. Hay insistencia en la literatura sobre la posición
opuesta, esto es, que con políticas inadecuadas los regímenes extremos
4. El lector interesado en profundizar en estos aspectos sobre la selección del esque-
ma para la determinación del tipo de cambio tiene en la literatura citada aquí, su-
ficientes referencias bibliográficas para hacerlo. Este breve resumen cumple con el
propósito del autor, de poner una base teórica mínima para analizar la evolución
del sistema de minidevaluaciones en Costa Rica.
76 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
no darían buenos resultados. Falta dilucidar si hay simetría en el argu-
mento en la dirección contraria. La discusión podría resultar menos
económica y más de naturaleza política, relacionada con el grado de
confianza en los ministros de hacienda y en los presidentes de los ban-
cos centrales, no sólo en cuanto a su voluntad para promover buenas
políticas sino –de tener tal voluntad– en su capacidad o influencia para
convencer a los políticos de las bondades de ese curso de acción.
5. En este punto, Rodrigo Cubero comenta con razón que el argumento aquí desarro-
llado sólo es cierto si, a la vez, no se modifica el tipo de cambio real de equilibrio.
Como este último depende de más factores que las inflaciones relativas, la neutra-
lidad mencionada en este argumento más bien podría ser la excepción, en especial
en el mediano y largo plazos.
80 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
(en ausencia de políticas genuinas para combatirla) o con propósi-
tos políticos para alcanzar objetivos electorales transitorios, a través
del manejo de un ritmo de ajuste inferior al requerido por el crite-
rio de mantener estable el tipo de cambio real. En tal caso, se trata-
ría de una política populista de corto plazo con beneficio temporal
sobre los consumidores, al evitar aumentos en los costos y en los
precios de los bienes de consumo (especialmente los transables), y
con perjuicio para los exportadores por afectar en el corto plazo su
capacidad competitiva en el exterior y exponerlos inclusive a la pér-
dida de mercados externos.
El Gráfico 3.2 ilustra cómo, ante tal situación, el patrimonio del Banco
Central se volvió fuertemente negativo durante el período de la crisis fi-
nanciera. La recuperación gradual fue particularmente fuerte a partir
del año 1988, pero se ha estancado y aún ronda el 10 por ciento del PIB.
GRÁFICO 3.2
COSTA RICA: PATRIMONIO DEL BCCR
(Porcentaje del PIB)
12. Hay también un recuento de esta etapa en Delgado (2000, pp. 436-439).
94 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
permitiera su determinación a la oferta y demanda de divisas, en
buena medida (sic). La frase consignada en cursiva hace pensar que,
en la concepción de Lizano, al final de la tercera etapa se llegaría a
un sistema de flotación administrada, hacia lo cual se intentó avan-
zar en el año 1992 pero, luego de algunos meses, se volvió al esque-
ma de minidevaluaciones (lo cual se comentará con mayor detalle
adelante).
• En la cuarta etapa, “… el Banco Central se transformaría en un ofe-
rente y en un demandante más de divisas. Entraría en el mercado
a vender las divisas que obtenga y a comprar aquellas que necesite.
[…] Mantendría, empero, un poder decisivo al influir de manera
determinante en la demanda de divisas al emitir colones, y en la
oferta de divisas al endeudarse en el exterior” (Lizano, 1987, p. 22).
Aunque, comparada con el final de la tercera etapa, esta última podría
conducir a pensar en un sistema de flotación puro, la idea mencionada
por Lizano de que el BCCR ofrezca divisas en el mercado no sugiere su
retiro total. En consecuencia, habría de pensarse en las dos últimas eta-
pas diferenciadas por la mayor o menor intervención del Banco en el
mercado.
Es claro entonces, a partir de la descripción del promotor del crawling
peg en Costa Rica desde la presidencia del Banco Central, que Lizano te-
nía una clara percepción de las minidevaluaciones como un régimen
temporal: una transición para avanzar hacia mecanismos para la deter-
minación del tipo de cambio con mayor intervención de las fuerzas de
oferta y demanda.
La transición, sin embargo, ha durado ya veintidós años, más de lo que
podría entonces haberse entendido por transitoriedad. Más adelante se
intentarán algunas reflexiones especulativas sobre los posibles motivos
de mantener las minidevaluaciones aún hasta el año 2006.
Además los tipos de cambio contemplados en este gráfico para esa épo-
ca no contemplan los efectos de largos períodos de tipos de cambio múl-
tiples, cuando la cotización promedio del dólar en el mercado local es-
taba influida por valores más altos en el entonces llamado “mercado
libre”, en el cual los demandantes debían obtener las divisas no autori-
zadas por el BCCR en el “mercado oficial”, cuyas transacciones se rea-
lizaban al tipo de cambio determinado por la Asamblea Legislativa a
través de la antigua .
Ley de la Moneda
13. Se refiere al traspaso de las variaciones del tipo de cambio a los precios. El análi-
sis calcula un coeficiente de pass through para reflejar la proporción de tal traspaso
y estudia también el plazo aproximado de tiempo en el cual el proceso se materia-
liza. Los estudios de León y otros, del año 2001 y el año 2002, estiman estos indi-
cadores para Costa Rica tanto en relación con el índice global de precios al consu-
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 97
el grado de proporcionalidad de dicha relación como el lapso de tiem-
po promedio en que el ajuste del tipo de cambio se refleja en la inflación
(véase al efecto León, Morera y Ramos [2001], así como León, Laverde
y Durán [2002]). Tales estudios sugieren, para el caso de Costa Rica, la
inexistencia de una relación proporcional (1 a 1), inmediata o en el muy
corto plazo, en el efecto de las variaciones del tipo de cambio sobre los
precios al consumidor.
FUENTE: Banco Central de Costa Rica. Gráfico elaborado por el autor para CEFSA.
Una visión más detallada del período desde 1990, para el cual el Banco
Central ha publicado datos mensuales del índice de tipo de cambio efec-
tivo real multilateral, se muestra en el Gráfico 3.5.
FUENTE: Banco Central de Costa Rica. Gráfico elaborado por el autor para CEFSA.
FUENTE: Banco Central de Costa Rica. Gráfico elaborado por el autor para CEFSA.
100 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
No obstante, del Gráfico 3.6 no se obtiene evidencia de un manejo cam-
biario sistemáticamente orientado hacia el fortalecimiento de tales re-
servas. Aquí se compara la tasa nominal de devaluación con la relación
entre las reservas internacionales y el PIB, con el propósito de obtener
una magnitud relativa de este último indicador.
Así, la reacción de la política cambiaria del Banco Central en los años
1990 y 1991 no se relaciona tanto con la inflación del año 1989, que fue
relativamente baja, sino con la disminución relativa de las reservas in-
ternacionales en ese año y la tendencia descendente que mostró su sal-
do en dólares durante parte del año 1990. Además, se aprecia una so-
bre reacción de la política monetaria que podría entenderse motivada
por dos factores no excluyentes:
i. La percepción de un desequilibrio macroeconómico al concluir la
Administración Arias Sánchez (1986-1990) superior al real, por lo
que el nivel relativo de reservas internacionales del Gráfico 3.6
(RIN /PIB) subió a un porcentaje nunca antes alcanzado, excepto en
el año 2005.
ii. El deseo de reforzar la posición de reservas internacionales del país
antes de adoptar las decisiones de reforma estructural del año 1992,
consistentes en la apertura de la cuenta de capital de la balanza de
pagos y en la flotación del colón.
En relación con el punto i anterior, el análisis de Edwards (1990) conclu-
yó a inicios del año 1990 que es necesario un ajuste cambiario más ace-
lerado para enfrentar algunos factores de desequilibrio.
Hay de nuevo una tendencia creciente del ajuste cambiario entre los
años 1994 y 1996, motivada al parecer por el acelerado déficit fiscal en
el primero de esos años, por la intervención y posterior declaratoria de
quiebra del Banco Anglo Costarricense entre junio y setiembre del año
1994 y por los riesgos de contagio de la crisis mexicana conocida como
el “efecto tequila”, en diciembre de ese mismo año, cuyos efectos se pro-
pagaron internacionalmente en el año 1995.
El ritmo creciente de las reservas internacionales en el año 2005, por el
contrario, no responde a estímulos por el ritmo de devaluación ni por
tasas de interés altas que aumenten el premio por invertir en moneda
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 101
nacional, excepto en el curso del primer trimestre de ese año. En efec-
to, en ese primer trimestre el Banco Central aplicó restricción monetaria
para enfrentar el aumento en el ritmo de inflación del año 2004, pero se
topó con la “trinidad imposible”: provocó ingresos importantes de ca-
pitales especulativos a principios del año 2005, que se supone salieron
nuevamente en el curso de ese año. De haber sido éste el caso, no es cla-
ro el motivo por el cual las reservas internacionales continuaron subien-
do a lo largo del año. Por ser el período previo a las elecciones de ini-
cios del año 2006, la incertidumbre usual en esas etapas habría limitado
el ingreso de capital privado y de nuevas inversiones generadoras de
ingresos en moneda extranjera. Los reportes de inversión extranjera di-
recta señalan un monto significativo, pero con frecuencia se trata de
reinversión de empresas ya establecidas, que se manifiesta en buena
medida a través de la importación de equipo.
De ese modo, hay diferentes explicaciones para entender el motivo de
las desviaciones del tipo de cambio real observadas a lo largo del perío-
do desde su puesta en práctica, en particular las que salen del rango de
3 por ciento hacia arriba y hacia abajo citado por Lizano (2004). Esos
elementos se resumen en:
i. Las crisis financieras internacionales y los recientes shocks externos
en los mercados de materias primas, han provocado una reacción
restrictiva de la política monetaria, con influencia en el crecimiento
de las reservas internacionales.
ii. La necesidad de reconstituir el saldo de reservas internacionales,
que durante los años ochenta fue muy precario.
17. Entre los aspectos que resaltan de la situación actual, con base en las estadísticas
trimestrales de balanza de pagos del Banco Central, está el cambio en la composi-
ción de la cuenta corriente de la balanza de pagos. El ajuste ante los crecientes pre-
cios del petróleo en el mercado internacional no se refleja en el comercio de mer-
cancías, excepto en esa importante materia prima. Por el contrario, el déficit de la
cuenta comercial ha crecido sustancialmente. Parte de ese más alto desequilibrio
ha sido compensado con mayores exportaciones de servicios. Pero es el renglón de
rentas de la cuenta corriente de la balanza de pagos el que presenta el cambio más
significativo, cuya relación con procesos de ajuste amerita estudio más profundo.
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 107
cambiario más activo en un ambiente de aumento sostenido de las re-
servas monetarias internacionales del BCCR.
19. En realidad, es válida la pregunta respecto a qué magnitud de shock podría mate-
rializar el riesgo de una crisis de balanza de pagos, luego de que el país ha podido
sortear exitosamente crisis financieras externas tan devastadoras como la de Méxi-
co en 1994-1995 y la crisis asiática de 1997-1998.
110 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
• Los agentes económicos entienden el funcionamiento del
régimen cambiario, es predecible y, por tanto, pueden co-
rroborar con facilidad su cumplimiento.
• Las desviaciones reales, en un sentido o en otro, han sido
relativamente poco significativas. De hecho, tal como se
observó en el Gráfico 4.3, tales variaciones se han manteni-
do dentro de una banda de +3 por ciento y –3 por ciento.
• Los agentes económicos han percibido que las desviacio-
nes no han sido deliberadas, con el propósito de generar
rezagos (apreciación real) para ayudar a los importadores
y perjudicar a los exportadores, o, al contrario, de propi-
ciar adelantos (depreciación real) para favorecer a los ex-
portadores y desfavorecer a los importadores. En reali-
dad, las desviaciones han sido pequeñas y transitorias.
Por otro lado, el éxito del régimen ha creado sus propios pro-
blemas:
• Se genera una cierta inflación “inercial”, en el sentido de
que los agentes económicos pueden predecir, con bastan-
te certeza, la evolución del tipo de cambio nominal.
• El BCCR asume la responsabilidad de mantener un nivel
de reservas monetarias internacionales de rápida disponi-
bilidad, para hacer frente a la demanda de divisas al tipo
de cambio nominal. Ello implica un costo para la Institu-
ción y la obliga a seguir muy cuidadosamente el compor-
tamiento de esas reservas.
• El BCCR ha debido esterilizar buena parte de los colones
emitidos cuando compra divisas a los agentes económi-
cos. Esta esterilización también acarrea costos al BCCR,
pues se lleva a cabo mediante operaciones de mercado
abierto (OMA), a tasas de interés de mercado.
• Se crea la falsa idea de una estabilidad cambiaria práctica-
mente permanente, e incluso, hasta se llega a creer que el
BCCR no procederá a ajustes “considerables” del tipo de
cambio nominal. Esta expectativa equivocada lleva a los
agentes económicos a asumir riesgos cambiarios más allá
de lo que puede indicar la prudencia.
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 111
En suma, podría mencionarse que el sistema de crawling peg se ha man-
tenido por tantos años en Costa Rica porque:
i. Ha funcionado bien.
ii. No se han resuelto los problemas que justificaron su adopción.
iii. El tema es muy sensible.
iv. Las principales limitaciones para la política monetaria provienen de
problemas estructurales y no necesariamente del sistema cambiario.
v. No hay clara percepción sobre las implicaciones de la creciente do-
larización de la economía.
20. Este enfoque sobre la viabilidad del continuar con un sistema de minidevaluacio-
nes en Costa Rica se ha enriquecido a partir de una exposición reciente del doctor
Alberto Trejos sobre el tema.
116 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Una parte del problema del sistema de minidevaluaciones, tal como ha
funcionado en Costa Rica, es que, al basarse en un esquema de tipo pa-
sivo por el cual se realiza el ajuste del tipo de cambio con base en la pér-
dida relativa de poder adquisitivo de la moneda nacional respecto a la
extranjera, esto es, la paridad del poder adquisitivo, deja de lado otros
aspectos importantes.
La paridad del poder adquisitivo considera fundamentalmente los pre-
cios de los bienes y un componente más limitado de servicios y de otras
transacciones en la economía, porque así se construyen usualmente los
índices de precios que utiliza el índice de tipo de cambio efectivo real
(ITCER) calculado para dar seguimiento a la política. La estructura de
gasto va cambiando con el tiempo, frecuentemente a una velocidad ma-
yor de la que se ajusta la canasta de los índices de precios. Además, en
ningún caso ésta contempla los precios de las transacciones de bienes
intermedios ni las de activos, tanto reales como financieros. Por ese mo-
tivo, el indicador es apenas parcial y lo resulta aún más cuanto más so-
fisticadas se vuelven las relaciones económicas, con la inclusión crecien-
te de diferentes tipos de transacciones distintas de la compra y venta de
bienes y servicios.21 Además, aun en ausencia de este tipo de limitacio-
nes, el crawling peg pasivo para mantener el ITCER relativamente esta-
ble, no necesariamente toma en consideración los demás aspectos que
influyen en el tipo de cambio real de equilibrio.
Otra fuente de dificultades hacia el futuro se refiere al creciente grado
de dolarización de la economía, que empezó en el sector financiero (au-
mento de la proporción de depósitos en moneda extranjera y, más ade-
lante, también de los créditos), se ha extendido a la función del dinero
como unidad de cuenta y avanza también en el uso de moneda extran-
jera como medio de cambio. Las limitaciones descritas en este trabajo
para el funcionamiento de la política monetaria ameritan evaluar con
prontitud este tema, para que el país decida si avanza hacia la dolariza-
ción plena y formal, en vez de la dolarización , o si corrige los de-
de facto
21. Guardia puso énfasis en este tema cuando planteó modificaciones en el mecanis-
mo de determinación del tipo de cambio, en los dos primeros años de su gestión al
frente del Banco Central (1990-1992). Mencionó entonces las limitaciones de la pa-
ridad del poder adquisitivo en un ambiente de apertura de la cuenta de capital de
la balanza de pagos (Guardia, 1993, p. 192 y p. 133, también mencionado en Del-
gado, 2000, pp. 440-441).
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 117
terminantes fundamentales y modifica el sistema cambiario para tratar
de revertir el proceso.
Junto con el punto anterior, es de particular importancia la meta que se
establezca en materia de estabilización para los próximos años. La idea
de plantear un aumento de la carga tributaria para, entre otras cosas,
disminuir el déficit fiscal y trasladar al fisco las pérdidas del BCCR, abre
expectativas interesantes en cuanto a la posibilidad de controlar la infla-
ción y reducirla a niveles internacionales en el corto o mediano plazo.
Un conjunto de acciones en este sentido implicaría también reformular
los mecanismos para la conducción de la política monetaria, en un nue-
vo ambiente donde se esperaría que ella tenga mayor independencia
para perseguir la meta de bajar la inflación. Para todo ello, el sistema
de minidevaluaciones tiene inconvenientes que harían recomendable su
sustitución, a fin de facilitar el quiebre de las expectativas inflacionarias
que provoca y que se requiere para alcanzar niveles bajos de inflación
con un costo moderado para la economía.
22. Agradezco a Eduardo Lizano llamar la atención sobre líneas de pensamiento re-
cientes que ponen en duda la suficiencia de que la política monetaria del banco
central se concentre exclusivamente en el control de la inflación. Otros aspectos
adquieren importancia cuando el objetivo de estabilidad se evalúa en períodos lar-
gos de tiempo. Uno de ellos, de tipo metodológico, es la forma como se mide
usualmente la inflación, al dejar por fuera elementos importantes como los precios
de los activos (financieros y reales). La referencia bibliográfica sugerida por el Dr.
Lizano, no incluida en la bibliografía inserta al final de este documento por sepa-
rarse del tema central de este trabajo, es William R. White (2006, Abril), “Is price
stability enough?”, Bank of Internacional Settlements, Working Paper No. 205.
120 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
nanciero y al cambiario, hasta un buen régimen de minidevaluaciones
podría funcionar aceptablemente por los próximos veintidós años.
La evidencia de que ningún régimen cambiario ha resistido los embates
de deficientes políticas económicas internas es amplia. La ausencia de
disciplina fiscal terminó con la caja de conversión en Costa Rica en la
década de los años veinte (Delgado 2000, pp. 92-94), así como con la ca-
ja de conversión en Argentina, a inicios de la presente década. El siste-
ma de tipos de cambio fijos prevaleciente en Costa Rica durante la épo-
ca del patrón oro-dólar tuvo constantes tropiezos, en buena medida por
esas mismas razones, lo cual fue evidente en la crisis financiera de los
años 1980-1982. El voluminoso análisis de las crisis cambiarias en la li-
teratura económica de la última década y media apunta en la misma di-
rección. En suma, permítasenos insistir una vez más que el frío no está
en las cobijas (¡al menos no todo!). Hay buenas y malas políticas econó-
micas. Es quizá por ello que la literatura económica no termina por to-
mar partido con algún tipo de régimen cambiario en particular.
No se trata, en todo caso, de aferrarse a lo que tenemos por temor al
cambio. Menos aún de asumir una posición ideológica en relación con
las minidevaluaciones, como sería creer que los siete miembros de la
Junta Directiva del Banco Central siempre harían mejor la tarea que el
mercado, en especial uno con condiciones para funcionar bien. Hay ra-
zones para pensar en la conveniencia de sustituir el sistema actual por
uno más flexible. El énfasis que desean dejar planteado estas reflexio-
nes finales es que la discusión sobre si existe un “mejor” régimen cam-
biario no debe nublar los temas de fondo, relacionados con las decisio-
nes requeridas para restaurar la disciplina fiscal, las buenas prácticas
monetarias y las estrategias de largo plazo que mejoren y faciliten el au-
mento de la competitividad del país en relación con los mercados exter-
nos. Esto lo resume en forma breve y precisa el título del libro de Cor-
den (2002): Too sensational: on the choice of exchange rate regimes.
Experiencia de Costa Rica con el sistema de minidevaluaciones 121
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4
LAS CONDICIONES ACTUALES:
¿ES EL MOMENTO PARA
UN CAMBIO DE RÉGIMEN
CAMBIARIO EN COSTA RICA?1
RODRIGO BOLAÑOS
“But in the contemporary world there are many small and relative
narrowly specialized countries, whose national currencies … deri-
ve their usefulness from their rigid convertibility at a fixed price in-
to the currency of some major country with which the small coun-
try trades extensively or in which it depends for capital investment.
For such countries, the advantages of rigid convertibility in giving
the currency usefulness and facilitating international trade and in-
vestment outweigh the relative advantages that may be derived
from exchange rate flexibility… [and they] would, therefore, pro-
bably choose, if given a free choice, to keep the value of their cu-
rrency pegged to that of some major country or currency bloc. In
other words, the case for flexible exchange rate is a case for flexibi-
lity of rates among the currencies of countries that are large enough
to have a currency whose usefulness derives primarily from its do-
mestic purchasing power, and for which significant autonomy of
domestic policy is both possible and desirable.” Harry. G. Johnson.
“The Case for Flexible Exchange Rates, 1969”.2
por ciento vía precio, pero no 100 por ciento en ambas. Por ello, en las
discusiones sobre regímenes cambiarios es casi imposible separar la es-
cogencia del sistema cambiario del régimen monetario. Son como la
otra cara de la moneda uno del otro.4
Si se desea un tipo de cambio fijo o uno que varíe en montos preestable-
cidos (es decir, fijo no es su nivel pero si en su primera derivada, como
ocurre en las minidevaluaciones o o tablitas) se pierden
crawling pegs
18. La reducción ha sido en buena parte obra del impuesto inflacionario que durante
los años ochenta y hasta mediados de los noventa le dio al BCCR un ingreso real
superior a sus pérdidas reales netas del efecto del crecimiento de la economía.
Además, en la renegociación de la deuda del sector público con la banca comercial
internacional en 1990, la condonación efectiva de la deuda de varias empresas pú-
blicas se traslado al BCCR y no a las entidades deudoras. Recientemente se han
realizado algunos traslados de fondos del Gobierno al BCCR. Véase BCCR (2003).
138 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
ló fuertes pasivos externos contra activos internos (en moneda nacional
y a tasas de interés nominales fijas a niveles prevalecientes previamen-
te a la crisis). Cuando se vino la severa caída en las entradas de capita-
les, el tipo de cambio nominal se disparó y, entre otros efectos, el BCCR
vio licuarse sus activos internos. En términos de flujos, el BCCR entró
en un proceso de fuerte déficit financiero, dado que sus gastos por inte-
reses de la deuda externa eran muy superiores a los muy reducidos o
impagados intereses sobre sus activos internos y los de sus reservas in-
ternacionales netas, que eran casi nulas o negativas.
En ese contexto, la decisión política fue la de dejar el déficit del BCCR en
el BCCR, es decir, no trasladarlo donde más correspondía, a las cuentas
del Gobierno de la República para que ahí se financiara de forma no in-
flacionaria. O sea, se tomó ventaja del activo que no aparece en el balan-
ce contable del BCCR pero que lamentablemente es una realidad econó-
mica: la máquina de imprimir dinero en poder del BCCR. Ese “activo”
no solo impidió que el BCCR quebrara sino que le llevó, dado que no le
dejaron otra opción, a establecer un impuesto inflacionario mediante la
emisión de dinero para cubrir su déficit financiero.19 Como complemen-
to de este régimen monetario/fiscal, el BCCR decidió iniciar el régimen
de “ crawling peg”para evitar que la monetización de su déficit implicara
un desalineamiento de los tipos de cambio nominales y reales. Es decir,
el BCCR inició un sistema de devaluaciones pequeñas y periódicas (“mi-
nis”), que buscaba mantener el tipo de cambio real cercano a su nivel de
equilibrio en presencia de fuertes emisiones monetarias por encima de la
demanda de la economía a niveles de precios estables.20
19. Durante el periodo 1983-1995 la tasa promedio de inflación anual fue del 17 por
ciento aproximadamente y la relación base monetaria a PIB fue superior al 12 por
ciento, por lo que la recaudación del impuesto representaba cerca de dos puntos
del PIB. Después del año 1995, tanto la tasa promedio de inflación como la rela-
ción deuda a PIB han caído, esta última en buena parte por la dolarización de he-
cho de los pasivos monetarios, y la recaudación se ubica hoy en día en cerca de _
de un punto del PIB.
20. Hasta inicios de los años noventa del siglo pasado, cuando se terminaron de elimi-
nar las restricciones cambiarias y a los movimientos de capitales, ese sistema con-
vivió con restricciones cambiarias y a los movimientos de capitales, aunque éstos
se venían desmantelando paulatinamente. Véase Delgado (2001).
Las condiciones actuales: ¿es el momento para un cambio de régimen cambiario en Costa Rica? 139
Se puede decir, por lo tanto, que el país escogió un régimen cambiario
de crawling peg o minidevaluaciones para acomodar el impuesto infla-
cionario requerido por el financiamiento del déficit financiero del BCCR
y, a lo largo del tiempo, a medida que la economía se acostumbraba a
ese régimen monetario/cambiario/fiscal, muy probablemente el tipo
de cambio nominal se convirtió en el “ancla” del sistema monetario-
/cambiario, en el sentido de que los niveles esperados de la tasa de mi-
nidevaluación se convirtieron, junto con la inflación internacional, en el
principal determinante de la tasa de inflación esperada y observada, lo
que a su vez determinaba la tasa de emisión monetaria.
El balance intertemporal
Simultáneamente, el BCCR realizó un balance intertemporal, dado que
escogió no monetizar todo su déficit financiero por el alto impacto in-
flacionario que hubiera tenido y más bien empezó a posponer al futuro
parte de la inflación al financiar proporciones de su déficit con acumu-
lación de deuda doméstica.21 Esta deuda inicialmente fue en moneda
21. El BCCR tuvo otras dos presiones para monetizar o endeudarse y estas fueron la
amortización de su deuda externa después de las renegociaciones y condonaciones
en el periodo 1983-1990, y la acumulación de reservas monetarias internacionales.
Por ello, a la hora de hacer una análisis de la evolución de las cuentas del BCCR
desde 1982 debe tenerse presente que se sustituyó deuda doméstica por deuda ex-
terna y reservas internacionales. Muy probablemente, estas dos fuentes han aña-
dido al déficit financiero, dado que las tasas de interés reales sobre las nuevas deu-
das domésticas han estado generalmente por encima de las de la deuda externa y
de la que se gana en las reservas internacionales. Sin embargo, a pesar de la acu-
mulación de deuda interna, es importante destacar que el tamaño del desbalance
patrimonial como porcentaje del PIB ha disminuido considerablemente, principal-
mente por el efecto del impuesto inflacionario. Por eso, teniendo en cuenta el efec-
to neto sobre el balance, no tienen razón aquellos críticos que alegan que la políti-
ca de minidevaluaciones ha llevado a un endeudamiento del BCCR y a mayores
pérdidas por las intervenciones esterilizadas. Si bien ese costo ha existido, la nue-
va deuda tiene contrapartes en el balance del BCCR: menos deuda externa o más
reservas internacionales. Un beneficio del pago de la deuda externa ha sido la me-
jora en la percepción de la capacidad de pago externa del BCCR y del país, mien-
tras que un beneficio de las mayores reservas internacionales ha sido la mayor ca-
pacidad potencial para enfrentar shocks internos y externos. Cualquier análisis
serio de los costos y beneficios de las minis debe tomar en cuenta esos beneficios
140 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
local, pero más recientemente ha sido deuda en moneda externa, dada
la dolarización de las preferencias de los demandantes de deuda en
Costa Rica. En este balance intertemporal, el BCCR prefirió convivir
con una inflación más baja por un periodo más largo de tiempo, que con
una inflación más alta por un periodo de tiempo más corto.22
A lo largo del tiempo, la tasa de minidevaluaciones se ajustaba para re-
flejar cambios en los equilibrios de la economía. Cuando hubo periodos
de mayor presión en las finanzas del Gobierno Central o de otras enti-
dades públicas o caídas en las entradas de divisas, el BCCR aceleraba la
tasa de minidevaluaciones, o viceversa. Esa flexibilidad fue probable-
mente una de las virtudes en el manejo del régimen monetario/cambia-
rio/ fiscal, a pesar de los costos que tuvo en términos de inflación y fal-
ta de uso contracíclico de la política fiscal. Como bien lo ha dicho
Eduardo Lizano, Costa Rica ha sido una economía sin crisis en los últi-
mos veinte años aproximadamente.23
26. El autor ha tenido la impresión de que en varios de los departamentos técnicos del
BCCR se mantiene la posición de que el BCCR determina todas las variables: cre-
cimiento monetario, inflación y devaluación. Creo que esa tesis es teóricamente in-
sostenible.
27. Véase Frenkel y Johnson (1973). Creo que las intervenciones esterilizadas no han si-
do efectivas en reestablecer el control de los agregados monetarios que algunos ale-
gan, porque rápidamente han llevado a costos altos en términos de acumular reser-
vas excedentes y temporales (arbitrajes) que las han hecho abortar. Es obvio que
han habido episodios de esterilizaciones y aumentos de activos externos netos (re-
servas) pero probablemente lo que estaba detrás de la política del BCCR era aumen-
tar sus reservas internacionales o la imposibilidad de disminuirlas en el corto plazo
por el efecto negativo que podría tener en la confianza de los agentes económicos.
Las condiciones actuales: ¿es el momento para un cambio de régimen cambiario en Costa Rica? 143
La predecibilidad cambiaria
y los riesgos de la dolarización
En ese régimen cambiario que ha tenido el país, la tasa de devaluación
ha sido fácilmente predecible. En los primeros años, el BCCR se negó a
comprometerse públicamente con tasas anuales de devaluación en sus
programas monetarios anuales, aunque obviamente la programación
necesariamente incluía una definición de esa variable. Sin embargo, la
tasa de devaluación implícita o esperada en el programa monetario no
era difícil de adivinar y en los últimos años el BCCR ha sido más explí-
cito sobre las tasas esperadas de devaluación para los años calendarios
del programa monetario. Esa predecibilidad cambiaria ha dado pie a
que la economía haya funcionado con un riesgo moral, sin cobrar el
riesgo cambiario que existe en una economía que opera sujeta a los vai-
venes de cuentas fiscales todavía frágiles, y a las fuentes de shocks exter-
nos (cambios en los términos de intercambio, fluctuaciones en las tasas
de interés y precios de los activos financieros, suspensiones repentinas
de entradas de capitales o, a la inversa, fuertes entradas) o internos
(quiebras financieras, caídas en la demanda de moneda nacional o de
deuda pública interna, caídas en la oferta de exportables. etc.). Esto ha
promovido, junto con la desconfianza en la moneda nacional por la fra-
gilidad financiera del Estado, y el riesgo moral antes mencionado, una
dolarización de la economía, con riesgos latentes que de materializarse
pueden complicarle la vida a la economía, especialmente al altamente
dolarizado sistema bancario.28
Es evidente que cualquiera que sea el régimen cambiario que se siga en
el futuro, el déficit financiero del BCCR seguirá pesando en la política
cambiaria/monetaria. Si se sigue con la política fiscal de usar la emi-
sión para financiar el déficit financiero del BCCR, la economía deberá
mantener una tendencia secular de alza en el tipo de cambio nominal
que permita acomodar la recaudación inflacionaria que requiera el
BCCR. Si bien un régimen cambiario que no requiere un nivel de reser-
vas internacionales creciente como el logrado con el de las minidevalua-
28. Véanse los diferentes artículos en al segunda parte del libro de López y Herrera
(2003) para un análisis de las vulnerabilidades y volatilidades económicas en Cos-
ta Rica.
144 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
ciones puede llevar a un déficit financiero menor como proporción del
PIB, ningún régimen cambiario/monetario hará desaparecer el desba-
lance patrimonial del BCCR. Es más, la fuerte caída en la base del im-
puesto, hace suponer que de no asumir el Gobierno la totalidad o una
buena parte de ese desbalance del BCCR o sus déficit, la tasa de infla-
ción deberá aumentar en el futuro so pena de entrar en una trayectoria
insostenible de deuda doméstica del BCCR.29 Por ello, este tema del ac-
tual desbalance patrimonial del BCCR será tema de fondo en la discu-
sión que sigue sobre si cambiar y si se debe hacer el cambio ahora en el
régimen cambiario/monetario.
146
CRITERIOS DE EICHENGREEN-MASON-SAVASTANO-SHARMAL SOBRE REGÍMENES CAMBIARIOS
Flotación Bandas Fijado “Peg” Caja de Unión
Criterio y Nivel Pura Administrada Amplia Estrecha Deslizamiento Fijo Conversión Monetaria
INTERNOS
Inflación
Alta
Baja
Nivel de las Reservas
Monetarias
Alta
Baja
Movilidad del Trabajo
y Flexibilidad Nominal
Alta
147
148 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
mantienen muy parecidos a los actuales, es decir, no se solucione el pro-
blema fiscal general ni el del BCCR en particular, se mantiene un nivel
de deuda pública a PIB de alrededor del 55 por ciento del PIB, consis-
tente con un superávit primario en las cuentas fiscales de cerca del 1,5
por ciento del PIB y con un uso procíclico de los instrumentos fiscales.
Se mantienen los grados actuales de apertura comercial y de la cuenta
de capitales y el sistema financiero mantiene su alta dolarización de he-
cho y los riesgos de exposición a crisis. En este escenario base, los mer-
cados internacionales mantienen la percepción actual sobre el riesgo
país en Costa Rica.
Por otro lado, en el escenario optimista se produce una reforma fiscal
,
autores señalan:
“It is unlikely; however, that many emerging-market economies moving towards
greater exchange-rate flexibility would accept benign neglect of the exchange rate.
The exchange rate is the single most important asset price for a small open eco-
Las condiciones actuales: ¿es el momento para un cambio de régimen cambiario en Costa Rica? 155
der parte de las ventajas del sistema de metas de inflación38 o, en un ex-
tremo, volver a un sistema de tipo de cambio fijo o ajustable. Por ello,
la pregunta relevante en esas condiciones sería si la economía costarri-
cense no clasificaría para una unión monetaria con otros países de la re-
gión con el dólar como moneda o para una dolarización de derecho. Es-
te es un tema que quedaría abierto para dentro de unos diez años,
cuando se haya consolidado la rebaja en la inflación y la eliminación de
los riesgos macroeconómicos mencionados antes y se haya profundiza-
do la apertura comercial. Sin embargo, hay razones para pensar que
puede convenir ese tipo de régimen. Por un lado, está el pequeño tama-
ño de la economía y su baja, aunque creciente, diversificación. Si se rea-
lizan reformas como las planteadas en el escenario optimista, Costa Ri-
ca podría reunir los criterios planteados por Eichengreen et al., (ver el
Cuadro 4.1) para una dolarización de derecho o unión aduanera.
4.4 CONCLUSIONES
INTRODUCCIÓN
El tipo de cambio es uno de los precios más importantes en una econo-
mía abierta. Puesto que afecta tanto los precios de los bienes como los
rendimientos de los activos domésticos en relación con los extranjeros,
el tipo de cambio puede influir significativamente en la determinación
de los flujos comerciales y financieros internacionales, de las tasas de in-
terés y de la inflación. Por su parte, el nivel y la volatilidad del tipo de
cambio nominal y de esas otras variables dependen en alguna medida,
al menos en el corto plazo, del régimen cambiario que el país en cues-
tión mantenga.2 La naturaleza del régimen cambiario incide también
1. Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no deberán atri-
buirse al Fondo Monetario Internacional, al Directorio Ejecutivo ni a la Gerencia de
la institución. El autor agradece los comentarios de Christian Mulder, Iva Petrova,
Klaus Schmidt-Hebbel y Carolina Villegas.
2. En cambio, podría argumentarse que, independientemente del régimen cambiario,
en el largo plazo el tipo de cambio nominal tenderá a comportarse de forma tal que
el tipo de cambio real externo –esto es, los precios de un país en relación con los de
otros países, expresados todos en la misma moneda– se acerque a su nivel de equi-
librio. En otras palabras, un tipo de cambio que comporte una desviación conside-
rable entre el tipo de cambio real y su nivel de equilibrio será insostenible en el lar-
go plazo. Sobre los determinantes del tipo de cambio nominal, véase Isard (1995),
171
172 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
sobre la autonomía y efectividad de las políticas económicas, y la evo-
lución del sistema financiero. No sorprende por tanto que, como sostie-
ne Cooper (ver epígrafe), la elección del régimen cambiario sea una de
las principales decisiones macroeconómicas que un país deba tomar.
Tampoco resulta extraño que el tema de las virtudes y defectos de los
diferentes regímenes haya suscitado uno de los más apasionados deba-
tes en la disciplina económica.3
En esencia, la elección de régimen cambiario se reduce a una pondera-
ción entre menor volatilidad cambiaria (fijación) o mayor autonomía en
la conducción de la política monetaria (flexibilidad). El balance de cos-
tos y beneficios de una u otra, o de combinaciones de estas opciones, de-
pende por supuesto de las características, las instituciones, la historia y
las preferencias públicas del país en cuestión. Ningún régimen es apro-
piado para todos los países, ni lo es permanentemente para un país da-
do. La decisión depende también del contexto económico internacional:
mientras hace un siglo la elección para los países se circunscribía a optar
por el patrón oro (o alguna de sus variantes) o la flotación (dinero fidu-
ciario), la gama de posibilidades es hoy mucho mayor.4 Por otra parte,
la alta movilidad internacional del capital y la mayor magnitud y volati-
lidad de los flujos resultantes han hecho que algunos regímenes cambia-
rios intermedios hayan devenido insostenibles o difíciles de mantener en
países con acceso a los mercados financieros internacionales.
El propósito de este artículo no es argumentar en favor de un tipo de ré-
gimen en particular, sino ofrecer un análisis sumario de las ventajas y
desventajas de los diferentes regímenes cambiarios a la luz de la litera-
tura teórica y empírica, y de extraer algunas lecciones relevantes de la
experiencia internacional reciente. El artículo se divide en cinco seccio-
nes, además de esta introducción. La primera sección ofrece una taxo-
nomía de regímenes cambiarios, discute las dificultades inherentes a la
o Sarno y Taylor (2002). Los determinantes del tipo de cambio real son discutidos
en Williamson (1994) y Hinkle y Montiel (1999). Cubero (2005) ofrece una revisión
de la literatura teórica y empírica.
3. Cooper (1999) ofrece un bosquejo de la historia del pensamiento económico en el
siglo XX sobre las virtudes y defectos de los diferentes regímenes cambiarios.
4. Para una revisión de la historia de los regímenes cambiarios y el sistema moneta-
rio internacional, véase Eichengreen (1996), Bordo y Schwartz (1996), Cooper
(1999), Corden (2002), o Ghosh (2003).
et al.,
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 173
clasificación de regímenes en la práctica, y presenta la evolución recien-
te de los regímenes en el mundo. La sección dos se dedica al análisis de
las ventajas y desventajas de la fijación y de la flotación. También dis-
cute la conveniencia y viabilidad de los regímenes intermedios, y eva-
lúa la llamada “hipótesis de las dos esquinas”, según la cual los países
deben optar por alguno de los dos regímenes extremos. La tercera sec-
ción presenta los criterios que deben informar la elección de régimen
cambiario, que se organizan en dos grupos: características económicas
del país, y objetivos y preferencias de las políticas públicas. La cuarta
sección ofrece un breve bosquejo de la evidencia empírica en torno al
desempeño económico de regímenes cambiarios alternativos, y se enfo-
ca en cuatro aspectos: crecimiento, volatilidad del producto, inflación,
y probabilidad de conducir a crisis cambiarias. La última sección pre-
senta algunas reflexiones finales a modo de conclusión.
7. Por ejemplo, un superávit externo llevará a: (a) un aumento en los precios inter-
nos y una apreciación del tipo de cambio real, lo que tendrá un impacto negativo
sobre el balance comercial, y (b) una caída en las tasas de interés, que estimulará
salidas de capital. Ambos efectos conducirán a restablecer el equilibrio externo.
8. Las cajas de conversión fueron utilizadas por varios países en el siglo XIX y prin-
cipios del XX, y resurgieron mundialmente en Hong Kong en 1983. Otros países le
siguieron, como Argentina (1991), Estonia (1992), Lituania (1994), Bulgaria (1997) y
Bosnia (1998). Para una revisión de la literatura sobre las cajas de conversión, véa-
se Williamson (1995) o Perry (1997).
9. Nótese que la fijación respecto a una canasta de monedas admite fluctuaciones, in-
cluso considerables, en las tasas de cambio bilaterales entre la moneda del país en
cuestión y las que constituyen la canasta. Cuando Frankel (2003) lista la fijación a
una canasta como un régimen más flexible que los tipos de cambio deslizantes o
las bandas cambiarias posiblemente tenga ese aspecto en mente. Aun así, el régi-
men aquí descrito implica un tipo de cambio fijo respecto a su parámetro de refe-
rencia, y es por tanto relativamente inflexible en su mecánica de operación.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 175
tuar dentro de una banda estrecha de no más de ±1 por ciento alre-
dedor de la tasa central (o en forma tal que la diferencia entre el va-
lor máximo y mínimo se mantenga dentro de 2 por ciento), por pe-
ríodos de al menos tres meses. Para mantener la paridad, las
autoridades intervienen continuamente en el mercado cambiario,
sea en forma directa (compra y venta de divisas en el mecado) o in-
directa (mediante el uso de tasas de interés, regulaciones o contro-
les cambiarios, persuasión, o bien por medio de la intervención de
otras entidades públicas). Este régimen es menos rígido que los dos
anteriores, pues aunque los ajustes sean poco frecuentes, la tasa de
cambio puede ser variada en cualquier momento (no existe obliga-
ción alguna de mantenerla irrevocablemente), y la autoridad mone-
taria mantiene las funciones tradicionales de un banco central.
• Tipo de cambio deslizante o reptante (conocido como “crawling
peg” en inglés). La paridad se ajusta periódicamente y en magni-
tudes pequeñas (de allí que en español también se le llame régimen
de “mini-devaluaciones”). El ritmo de ajuste puede ser pasivo, es
decir, determinado en función de variables específicas: típicamen-
te, los diferenciales inflacionarios pasados (deslizamiento retros-
pectivo) o esperados (deslizamiento prospectivo) en relación con
los principales socios comerciales.10 Alternativamente, el ritmo de
ajuste puede ser activo, esto es preanunciado (y establecerse inclu-
so por debajo de los diferenciales inflacionarios), con el objetivo ex-
preso de reducir progresivamente las expectativas de inflación (co-
mo en el caso de la llamada “tablita”, utilizada en el Cono Sur a
fines de los años setenta).11 Como en el caso de la fijación conven-
cional, la autoridad monetaria deberá intervenir continua o fre-
cuentemente en el mercado cambiario para mantener la tasa de de-
valuación.
10. Por ejemplo, Costa Rica fue desde 1984 (con una breve interrupción en 1992) un
claro ejemplo de régimen de mini-devaluaciones retrospectivas, que intentaban
mantener el tipo de cambio efectivo real (TERC) constante. A inicios del 2006 se
adoptó un régimen de mini-devaluaciones prospectivas.
11. Para una explicación clara de las diferencias entre tipos de cambio deslizantes ac-
tivos y pasivos, véase Corden (2002).
176 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
• Tipo de cambio fijo con bandas horizontales. El tipo de cambio
fluctúa por lo menos ±1 por ciento alrededor de la paridad central
(o el margen entre los valores máximo y mínimo del tipo de cambio
excede 2 por ciento). Un ejemplo eran los regímenes de los países
que pertenecían al Mecanismo Cambiario (ERM),12 del Sistema Mo-
netario Europeo.13
• Bandas deslizantes. Se deja flotar a la moneda dentro de márgenes
predeterminados de al menos ±1 por ciento alrededor de la tasa
central (o bien la diferencia entre los valores máximos y mínimos
del tipo de cambio excede 2 por ciento), y la paridad central o los
extremos de las bandas se ajustan periódicamente, en forma fija o
preanunciada o en respuesta a cambios en variables específicas.
Las bandas pueden ser simétricas alrededor de la paridad central
deslizante. Alternativamente, los extremos superior e inferior po-
drían ajustarse a ritmos diferentes. El grado de flexibilidad cambia-
ria (y por tanto de independencia monetaria) dependerá del ancho
de la banda.
• Flotación administrada. El tipo de cambio se determina principal-
mente en el mercado, pero la autoridad monetaria interviene de vez
en cuando, directa o indirectamente, para influir sobre el nivel del
tipo de cambio, sin que ello implique que existe una ruta predeter-
minada o un nivel meta para la tasa cambiaria.14
• Flotación independiente. La tasa cambiaria se determina en el
mercado; las intervenciones oficiales deben ser esporádicas y tener
como objetivo únicamente moderar o evitar las fluctuaciones exce-
sivas en el tipo de cambio.
12. Con la adopción del euro el 1° de enero de 1999, el ERM fue sustituido por el ERM
II para los países en transición hacia la moneda única.
13. El FMI lista al régimen de bandas horizontales como más rígido que el de crawling
peg. Sin embargo, aunque en aquel régimen la paridad central es fija, la tasa de
cambio es determinada, dentro de la banda, por el mercado. Y cuanto más amplia
la banda, más flexible el régimen. Por ello, consideramos que las bandas horizon-
tales representan un nivel de rigidez menor que el del tipo de cambio deslizante.
14. Aunque conceptualmente clara, la frontera entre la flotación administrada y los re-
gímenes intermedios más flexibles (por ejemplo, bandas amplias) es muy difícil de
determinar en la práctica.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 177
Para efectos analíticos, este artículo recurre también a una categoriza-
ción con mayor nivel de agregación, que agrupa a los regímenes cam-
biarios en tres categorías:
i. Regímenes de fijación dura o rígida: son aquéllos en que la fija-
ción se funda en un compromiso firme, arraigado en un entramado
institucional que hace sumamente difícil y políticamente costoso el
efectuar un cambio en la paridad o una salida del régimen. Este
grupo incluye a las uniones monetarias y la dolarización oficial.
Las cajas de conversión se ubican en un punto limítrofe entre este
grupo y el siguiente. Por ello, su ubicación analítica en este artícu-
lo varía entre esos dos grupos, según el contexto específico en que
se discuta.
ii. Regímenes intermedios: aquéllos en que el tipo de cambio se limi-
ta a una tasa (que puede ser única o deslizante) o banda expresa-
mente anunciada y defendida por las autoridades. Los ajustes o el
abandono del régimen son menos costosos que en el caso de la fija-
ción rígida. Este grupo comprende la fijación convencional, los ti-
pos de cambios deslizantes, y las bandas (horizontales y deslizan-
tes). Como se dijo arriba, las cajas de conversión son en ocasiones
incluidas dentro de esta categoría.
iii. Regímenes de flotación (administrada o libre): el tipo de cambio
fluctúa más o menos libremente en el mercado; a diferencia de los
regímenes intermedios, la intervención oficial no tiene en los regí-
menes de flotación el propósito de defender una meta específica pa-
ra el tipo de cambio.
La clasificación del régimen cambiario perseguido por un país dentro
de las categorías arriba listadas, sobre todo en el caso de la categoriza-
ción más desagregada, es mucho más difícil de lo que puede parecer a
simple vista. En primer lugar, las diferencias entre las categorías inter-
medias se tornan borrosas en la práctica. En segundo lugar, la denomi-
nación oficial o de jure de los regímenes a menudo difiere de la forma co-
mo dichos regímenes operan en realidad. Así, muchos de los países que
oficialmente declaran tener un régimen de flotación intervienen fre-
cuentemente en el mercado cambiario y persiguen una meta implícita
178 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
para el tipo de cambio,15 mientras que muchos de los que declaran te-
ner un tipo de cambio fijo hacen frecuentes ajustes. Por lo tanto, la cla-
sificación de regímenes basada en su denominación oficial exagera con-
siderablemente el número de países que persiguen regímenes de
flotación y de fijación, y tiende a subestimar el número real de regíme-
nes intermedios (Rogoff , 2003).16 La clasificación debería por eso
et al.,
menes coincide con la clasificación oficial solamente la mitad de las veces. Rein-
hart y Rogoff (2002) proponen una clasificación de facto que toma en cuenta tam-
bién la existencia de mercados cambiarios paralelos e incluyen una categoría
adicional: regímenes en caída libre. Pero tanto los mercados paralelos como regí-
menes en caída libre son cada vez menos frecuentes en el mundo.
17. Pero Frankel (2003) muestra que, desafortunadamente, los intentos de clasificación
basados en criterios de facto (por ejemplo, Calvo y Reinhart, 2000a; Levy-Yeyati y
Sturzenegger, 2001; Reinhart y Rogoff, 2002) no solo difieren de las clasificaciones
de regímenes de jure, sino que además difieren entre ellas. Para una discusión de-
tallada de la clasificación de regímenes cambiarios en la práctica, véase Bubula y
Ötker-Rube (2002) y Rogoff (2003).
et al.,
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 179
de los regímenes de ciento ochenta y siete países en esas categorías, de
acuerdo a la información publicada más reciente.
CUADRO 5.1
CLASIFICACIÓN DE REGÍMENES CAMBIARIOS EN EL MUNDO,
AL 31 DE JULIO DEL 2005
(Países miembros del FMI)
SISTEMA CAMBIARIO NÚMERO DE PAÍSES PORCENTAJE
FUENTE: Elaborada por el autor, con base en información del Fondo Monetario Internacional
(2005).
18. Como veremos más abajo, existe también una versión normativa de la tesis bipolar.
180 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
CUADRO 5.2
EVOLUCIÓN DE LOS REGÍMENES CAMBIARIOS EN EL MUNDO
(Número de países como porcentaje del total de países miembros del FMI)
RÉGIMEN CAMBIARIO TODOS LOS PAÍSES PAÍSES EN DESARROLLO
Y TRANSICIÓN
1990 2005 1990 2005
(I trim) (II trim) (I trim) (II trim)
GRÁFICO 5.1
EVOLUCIÓN DE LOS REGÍMENES CAMBIARIOS EN EL MUNDO, 1990-2005
(Como porcentaje del total de países miembros del FMI)
FUENTE: Elaborado por el autor con base en información del Fondo Monetario Internacional
(2005).
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 181
GRÁFICO 5.2
EVOLUCIÓN DE LOS REGÍMENES CAMBIARIOS EN EL MUNDO, 1990-2005
(Flotación dura, regímenes intermedios y flotación)
FUENTE: Elaborado por el autor con base en información del Fondo Monetario Internacional
(2005).
Sin embargo, muchos de los países que han adoptado la fijación firme
pertenecen a la Unión Monetaria Europea o son economías en transición
que se han independizado recientemente, y por tanto no tuvieron que sa-
crificar su propia moneda (es el caso típico de las antiguas repúblicas so-
viéticas y de los países de Europa Oriental que se han desintegrado). En
cambio, de los países que tenían moneda propia hace quince años, solo
dos se han dolarizado oficialmente (Ecuador y El Salvador) y uno ha
adoptado una caja de conversión (Bulgaria). En países en desarrollo la
evolución, donde se ha dado, ha sido claramente hacia mayor flexibili-
dad, sobre todo hacia regímenes de flotación administrada (ver Cuadro
5.2 y Gráfico 5.3). Esto ha sido particularmente claro en los llamados
mercados emergentes19 (es decir, aquéllos países en desarrollo que están
19. Para los efectos de este artículo, se clasifican como mercados emergentes los vein-
ticinco países incluidos en el índice Morgan Stanley Capital International: África
182 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
altamente integrados a los mercados financieros internacionales), mu-
chos de los cuales adoptaron en la última década regímenes de flotación
tras haber sido forzados a abandonar tipos de cambio fijos o deslizantes
en medio de crisis financieras. En este grupo, el porcentaje de regímenes
de flotación prácticamente se triplicó entre 1990 y el 2005, pasando de 26
por ciento del total a un 72 por ciento. En cambio, ningún mercado
emergente exhibe hoy día un régimen de fijación firme (Gráfico 5.4).
GRÁFICO 5.3
EVOLUCIÓN DE LOS REGÍMENES CAMBIARIOS
EN PAÍSES EN DESARROLLO Y TRANSICIÓN, 1990-2005
(Porcentaje del total)
FUENTE: Elaborado por el autor con base en información del Fondo Monetario Internacional
(2005).
del Sur, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, China, Egipto, Filipinas, Hungría, In-
dia, Indonesia, Israel, Jordania, Corea del Sur, Malasia, México, Marruecos, Pakis-
tán, Perú, Polonia, República Checa, Rusia, Tailandia, Turquía y Venezuela.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 183
GRÁFICO 5.4
EVOLUCIÓN DE LOS REGÍMENES CAMBIARIOS
EN MERCADOS EMERGENTES, 1990-2005
(Porcentaje del total)
FUENTE: Elaborado por el autor con base en información del Fondo Monetario Internacional (2005).
20. La experiencia internacional sugiere que muchos países adoptan estos regímenes
en forma temporal, como una etapa de transición hacia los extremos cambiarios.
21. Aunque el grupo de flotación aumentó ligeramente, no ha habido cambios netos
en el número de países con regímenes de fijación dura: Timor Oriental se unió al
grupo en el 2002, pero Argentina abandonó su caja de conversión a inicios de ese
año. Antes del 2001, sin embargo, la polarización fue casi completa en los países
ricos: para entonces, prácticamente todos habían ya adoptado regímenes de fija-
ción dura o flotación.
184 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
mayor hoy que hace cincuenta años en los países ricos (si se excluye la
adopción del euro en 1999) y en los países de bajos ingresos, aunque sí
los es desde 1975 en los mercados emergentes (Rogoff et al., 2003).
29. Sobre la presencia y los efectos del “ruido” y la especulación en las negociaciones
cambiarias, ver por ejemplo, De Long et al., (1989, 1990), Krugman y Miller (1993),
o Jeanne y Rose (1999). Nótese, sin embargo, que la especulación podría en algu-
nos casos ser estabilizadora (Corden, 2002).
30. Si bien podría aducirse contra esta línea de razonamiento que el riesgo cambiario
puede ser reducido en el mercado mediante instrumentos de cobertura financiera,
esos mecanismos son costosos, y no están disponibles en la mayoría de los países
en desarrollo.
31. Flood y Rose (1995) y Rogoff et al., (2003) presentan evidencia empírica de que, en
efecto, la volatilidad del tipo de cambio real aumenta con la flexibilidad cambiaria.
32. Devereux y Engel (2006) desarrollan un modelo que muestra que la atenuación de
la volatilidad cambiaria, y en particular de la respuesta del tipo de cambio a noti-
cias repentinas, es una ruta óptima de política monetaria. Estudios empíricos re-
cientes confirman que la volatilidad cambiaria tiene un efecto negativo sobre los
flujos de comercio, mientras que la fijación cambiaria aumenta el comercio. Ver,
por ejemplo, Rose (2000), Parsley y Wei (2001), Frankel y Rose (2002). Calvo y
Reinhart (2000b) ofrecen un resumen de la literatura para mercados emergentes.
Estos estudios sugieren, sin embargo, que la ganancia en términos de generación
de comercio tiende a aflorar solamente cuando los países adoptan una moneda co-
mún: no basta con estabilizar el tipo de cambio efectivo nominal y real.
188 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
canismo eficiente de coordinación hacia la solución cooperativa.33
Sin embargo, para funcionar, requiere un firme compromiso institu-
cional a escala regional.
• La fijación rígida (dolarización y unión monetaria) elimina el ries-
go de ataques especulativos contra el tipo de cambio. Por su par-
te las cajas de conversión, en tanto refuerzan el compromiso de las
autoridades de que el ajuste a una salida de capitales se dé por vía
de contracción monetaria y no de devaluación, reducen el riesgo de
ataques especulativos. Pero ciertamente no lo eliminan, como lo
evidencia la crisis argentina en el 2001. La fijación convencional y
otros regímenes intermedios, en cambio, son altamente propensos a
este tipo de ataques, como veremos más abajo.
33. Tal fue, claramente, el espíritu de los acuerdos de Bretton Woods en 1948.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 189
• Si existe rigidez en los precios, la flotación cambiaria permite un
ajuste más rápido y menos costoso en respuesta a choques reales
negativos. Ante este tipo de choques, sean internos o externos (de-
terioro en los términos de intercambio, caída en la demanda mun-
dial, aumento en tasas de interés internacionales, reversión en los
flujos de capitales, desastres naturales), que reduzcan la demanda
de bienes domésticos, el mecanismo de ajuste necesario será una de-
preciación real y una caída en los salarios reales (que estimulen la
demanda de bienes domésticos y el empleo). Un régimen de tipo de
cambio fijo implica que dichos ajustes deben darse vía deflación. Y
si los precios y salarios son rígidos a la baja –un supuesto realista
en el corto plazo–, ello requerirá de recesión y desempleo, por perío-
dos más o menos extensos. Es decir, ante choques reales negativos
la fijación cambiaria puede llevar a distorsiones en los precios relati-
vos (sobrevaluación del tipo de cambio real) y a una mala asignación
de recursos (alto desempleo). En cambio, la flotación permite que el
ajuste se dé más rápidamente y con mucho menor costo mediante
una expansión monetaria y una depreciación nominal, que facilita-
rán la reasignación de los recursos y el gasto (Friedman, 1953).34
• Permite que desequilibrios comerciales y desalineamientos en el
tipo de cambio real sean corregidos mediante ajustes automáticos
en el tipo de cambio nominal. Este argumento es complementario
a los dos anteriores: aun si la política monetaria carece de credibi-
lidad, y es por tanto ineficaz para perseguir el equilibrio interno, la
flotación permite un ajuste automático, mediante depreciación no-
minal, a desequilibrios en la balanza comercial y, en general, a cho-
ques externos negativos (por ejemplo, un deterioro en los términos
de intercambio internacional o devaluaciones en los países que son
socios comerciales). Este mecanismo se pierde en los regímenes de
fijación: en ellos, el déficit en el flujo de divisas (o la necesidad de
defender la paridad en el caso de la fijación convencional) compor-
tará una contracción monetaria y un aumento en las tasas reales de
interés, con el consecuente impacto negativo sobre la inversión.35
34. Mundell (1963) muestra que la flotación es particularmente ventajosa en el caso de
países sujetos a frecuentes choques reales externos.
35. En los regímenes intermedios o de fijación convencional, la inversión se verá ade-
más perjudicada por la incertidumbre asociada con la sostenibilidad misma del ré-
gimen (Calvo, 1999).
190 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Además, otra desventaja de los tipos de cambio fijos o semifijos (ex-
cepto los que usan canastas de monedas como meta), es que las
fluctuaciones en el valor de la moneda de referencia producen de-
salineamientos de corto y mediano plazos en el tipo de cambio real.
Los desequilibrios comerciales y desalineamientos en el tipo de
cambio real perdurarán hasta que los precios internos se ajusten.
Así, por ejemplo, la caja de conversión en Argentina a fines de los
noventa hizo que, como consecuencia de la devaluación de las mo-
nedas de sus vecinos y socios comerciales frente al dólar de los Es-
tados Unidos, el peso argentino se apreciara en términos reales, lo
que condujo a una sobrevaluación.36 La rigidez cambiaria obligó a
que el ajuste eventualmente se diera mediante deflación. Alternati-
vamente, en regímenes de fijación convencional, el ajuste se deberá
dar mediante devaluaciones esporádicas, que tienden a ser extem-
poráneas y traumáticas.37 En un régimen más flexible, en cambio,
una depreciación nominal hubiera evitado o reducido la sobreva-
luación y la consiguiente recesión. Conviene notar aquí la asimetría
de los efectos asociados con la sobrevaluación y la subvaluación
cambiarias en un régimen de tipo de cambio fijo (Williamson, 2004).
La defensa de un tipo de cambio subvaluado implica costos relati-
vamente limitados (presiones inflacionarias y posibles costos cuasi-
fiscales relacionados con la necesidad de esterilizar la acumulación
de reservas). Defender un tipo de cambio sobrevaluado, por el con-
trario, exige una política monetaria restrictiva, con altas tasas de in-
terés y consecuencias negativas sobre la producción y el empleo. ¿Y
por qué, cabe preguntarse, un gobierno se rehusaría a devaluar en
esas circunstancias? La respuesta es que, si bien la devaluación
puede tener efectos expansivos (especialmente si las elasticidades-
precio de la oferta y la demanda de bienes transables son altas),
puede también conllevar un aumento en la inflación38 y generar se-
veros efectos recesivos, sobre todo si existen descalces cambiarios.
Y, como se argumenta más abajo, los regímenes intermedios estimu-
39. La evidencia empírica confirma que los regímenes cambiarios rígidos amplifican
los efectos de los choques en los términos de intercambio (Broda, 2001). Ver tam-
bién Bayoumi y Eichengreen (1994) y Ghosh et al., (1997). Edwards y Levy-Yeyati
(2003) encuentran que la incapacidad de los regímenes de fijación para absorber
choques reales se refleja en menores tasas de crecimiento.
40. Una pregunta clave en el caso de la flotación es, por tanto, si las variaciones en el
tipo de cambio nominal responden a fundamentos (por ejemplo, a choques exter-
nos) o a ruido. En el primer caso, su movimiento es parte esencial del proceso de
ajuste de la economía, y una ventaja de los regímenes flexibles. En el segundo ca-
so, la volatilidad cambiaria distorsionará los precios relativos y puede tener efec-
tos adversos sobre el comercio, la inversión y el crecimiento.
41. Ver McKinnon y Pill (1996), o Krugman (1999). El último autor señala que existen
externalidades inherentes al endeudamiento externo que conducen a efectos perver-
sos: cada dólar adicional de deuda externa genera presiones hacia una apreciación
real y un aumento de los precios de los activos usados como garantías bancarias, lo
cual estimula un endeudamiento externo aún mayor. (Krugman no considera explí-
citamente el efecto marginal compensatorio del endeudamiento externo sobre la pri-
192 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
les descalces con una repentina y aguda devaluación podría ocasio-
nar bancarrotas, caídas en los precios de las bienes usados como ga-
rantías bancarias, atrasos en pagos de deudas y crisis financieras.43
El temor al desencadenamiento de estos mecanismos podría gene-
rar una pérdida de confianza que resultaría en una reversión masi-
va de la cuenta de capitales, y la consecuente devaluación, cuyos
efectos negativos validarían los temores iniciales (crisis autocumpli-
das). Fueron precisamente estos efectos de balance general los que
estuvieron en la raíz de las crisis económicas en los países asiáticos
en los años 1997-1998, y en la Argentina en el período 2001-2002.
Larraín y Velasco (2001) muestran que cuanto mayor sea el compro-
miso oficial de mantener la paridad, mayor será el incentivo para
los agentes de contraer riesgo (descalce) cambiario.44 Los regíme-
nes de flotación, al conducir a mayor volatilidad e incertidumbre en
el tipo de cambio, aumentan los incentivos de los agentes económi-
cos para adquirir instrumentos de cobertura cambiaria, o en su de-
fecto (si esos mecanismos no estuvieran disponibles o fueran muy
costosos) para reducir su nivel de exposición.45
46. Conviene aquí hacer una precisión terminológica: por “ataque especulativo” en-
tendemos operaciones de mercado orientadas a forzar una devaluación masiva del
tipo de cambio. La diferencia entre la flotación y la fijación (fijación convencional
y regímenes intermedios) es que en la última la devaluación lleva consigo el colap-
so mismo del régimen cambiario.
47. Una primera generación de modelos de crisis cambiarias se enfocó en la inconsisten-
cia entre políticas expansivas (en particular, la dominancia fiscal) y un tipo de cam-
bio fijo como causa principal de dichas crisis. En esos casos, la defensa del tipo de
cambio llevaría al agotamiento eventual de las reservas monetarias internacionales
y el colapso del régimen. Krugman (1979) mostró formalmente que la expectativa
del colapso del tipo de cambio provocaría que éste ocurriera antes del agotamien-
to de las reservas. Por otra parte, los modelos de crisis cambiarias de segunda ge-
neración mostraron que los regímenes intermedios pueden colapsar aún si las polí-
ticas macroeconómicas son consistentes. Así, si las autoridades económicas se
preocupan por minimizar tanto el costo político de una devaluación como el aso-
ciado con el desempleo, esas autoridades preferirían devaluar antes que defender
el tipo de cambio mediante políticas excesivamente restrictivas. Esto podría con-
ducir a equilibrios múltiples y a expectativas autocumplidas de crisis cambiarias:
la percepción de una futura devaluación podría llevar a un ataque especulativo
que, dadas las preferencias políticas, haría insostenible el tipo de cambio. Un mo-
delo típico de esta clase es el ofrecido por Obstfeld (1996).
48. Estos efectos de balance general, descritos en el punto anterior, constituyen la ba-
se de una tercera generación de modelos de crisis cambiarias (por ejemplo, las arri-
ba citadas contribuciones de McKinnon y Pill, 1996, y Krugman, 1999).
194 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
interés, pérdida de reservas internacionales)49 defender la paridad
cambiaria, y pueden por tanto provocar crisis cambiarias y financie-
ras autocumplidas. Como los especuladores saben que las reservas
con que se puede defender la paridad son finitas, y que por tanto
ante suficiente presión el tipo de cambio deberá eventualmente de-
preciarse, un ataque masivo contra la paridad se convierte en una
“apuesta de una sola vía”, que desencadenará el resultado deseado.
Los regímenes de flotación (incluso la flotación administrada), al
eliminar el compromiso explícito o implícito de mantener un tipo
de cambio o una banda determinada, reducen la probabilidad de
este tipo de crisis (aunque no la eliminan, en especial cuando el país
tiene una alta proporción de pasivos en moneda extranjera). Ade-
más, en el tanto el régimen sea realmente de flotación, la especula-
ción será una apuesta entre agentes privados, y no contra el banco
central, y no implicará por tanto una transferencia eventual de re-
cursos de los contribuyentes a los especuladores. Es importante no-
tar que, como se sostuvo más arriba, la reducción o eliminación del
riesgo de ataques especulativos es también una ventaja de la fija-
ción dura (dolarización o unión monetaria). Por tanto, este atribu-
to de la flotación se predica específicamente en relación con los re-
gímenes intermedios y las cajas de conversión.
• El país retiene el señoraje (lo pierde en caso de adoptar una mone-
da extranjera o comunitaria, a menos que exista un acuerdo de trans-
ferencia de señoraje desde el centro monetario a los demás países).50
• El banco central conserva la función de prestamista de última ins-
tancia. En el caso de la fijación dura (incluyendo las cajas de con-
versión) esta función se debilita, pues el banco central pierde la fa-
cultad de crear moneda doméstica ilimitadamente. Esto, como
Chang y Velasco (1998) muestran formalmente, conduce a un ma-
yor riesgo de corridas bancarias.
49. Las pérdidas para el banco central se reflejan en la necesidad de vender reservas a un
precio bajo. Si, después de un exitoso ataque contra la paridad, el banco central qui-
siera recuperar las reservas, tendrá que comprarlas a un precio mayor en términos de
moneda local (tipo de cambio depreciado). Estas pérdidas cuasifiscales implican una
transferencia de recursos de los contribuyentes a los especuladores exitosos.
50. Un acuerdo de esta naturaleza existe por ejemplo en la zona del rand, en África del Sur.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 195
Requisitos para la adopción de un régimen de flotación
Un régimen de tipo de cambio libre o administrado, sin embargo, re-
quiere ciertas condiciones para ser viable.
En primer lugar, se requiere establecer un ancla nominal, equivalente a
la función de coordinación de expectativas inflacionarias que el tipo de
cambio cumple en los regímenes de fijación o intermedios. Reciente-
mente se ha puesto de moda el sistema de metas inflacionarias (MI), que
utiliza como ancla nominal el nivel de variación a mediano plazo de al-
gún índice general de precios (normalmente el índice de precios al con-
sumidor, IPC). Es importante notar que, en rigor, un esquema de MI no
es compatible con ningún régimen cambiario fijo o intermedio, pues la
política monetaria debe estar determinada exclusivamente por el objeti-
vo inflacionario de mediano plazo. Por otro lado, un esquema de MI
tampoco excluye cierto nivel de intervención cambiaria, pues el tipo de
cambio afecta la inflación directamente (precios de los bienes importa-
dos) e indirectamente (mediante su efecto sobre el tipo de cambio real y,
consecuentemente, la demanda agregada).51 Otras variables que alter-
nativamente pueden servir como ancla nominal en un régimen de flota-
ción son algún agregado monetario (por ejemplo el dinero, M1, o la su-
ma de dinero y cuasidinero, M2),52 o el nivel de ingreso nominal.53
51. Por ello, los criterios de intervención monetaria podrían considerar variaciones en
el tipo de cambio nominal e incluso desviaciones de corto plazo en el tipo de cam-
bio real o el nivel de empleo. Un sistema de MI estricto comporta el problema po-
tencial de que, ante choques negativos de oferta o en los términos de intercambio,
el cumplimiento de la meta inflacionaria podría exigir contracciones monetarias
que agravarían la recesión. Es precisamente por ello que el objetivo inflacionario
debe fijarse a mediano plazo. Una alternativa, propuesta por Frankel y Saiki
(2002), es usar –en lugar del IPC– el índice de precios de un bien de exportación o
de una canasta de bienes producidos domésticamente. Esto permitiría que, en ca-
so de un choque negativo a los precios de los bienes importados, la política mone-
taria responda con una expansión, en lugar de una restricción.
52. El problema con la utilización de agregados monetarios como anclas nominales es
que la velocidad de circulación del dinero tiende a ser inestable, y por tanto lo es
también la relación entre dinero, demanda agregada e inflación.
53. La principal debilidad de utilizar el ingreso nominal como meta para la política
monetaria es que la generación de datos sobre cuentas nacionales siempre tiene re-
zagos considerables, especialmente en países en desarrollo.
196 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Además, un régimen de flotación requiere un sistema financiero sólido,
con bajo nivel de riesgo originado en descalces cambiarios y un merca-
do monetario que permita el desarrollo de operaciones de mercado
abierto. Finalmente, la flotación supone un mercado cambiario relativa-
mente sofisticado. Afortunadamente, existe aquí una relación de endo-
geneidad: la flotación misma –al aumentar el riesgo cambiario– estimu-
la la profundización gradual del mercado cambiario, la reducción de los
descalces cambiarios descubiertos, y el desarrollo de instrumentos de co-
bertura del riesgo. Y, conforme los fijadores de precios adquieren con-
fianza en la política monetaria, sus expectativas inflacionarias responde-
rán menos al tipo de cambio, lo cual reducirá el efecto traspaso (de
variaciones cambiarias a los precios internos) y aumentará la efectividad
de la flotación en aislar los efectos de los choques. Así lo muestra la ex-
periencia de los países que han aprendido exitosamente a flotar.54
encuentran Brasil, Chile, Colombia, Israel y México. Ver, por ejemplo, Schmidt-
Hebbel y Werner (2002) o Fraga (2003).
et al.,
55. Indonesia, sin embargo, abandonó su régimen de bandas antes de que la crisis
asiática la golpeara en toda su magnitud.
56. En Corea, el régimen cambiario de jure era de flotación administrada (pues no exis-
tía una meta cambiaria explícita), pero la intervención era tan frecuente y activa
que el tipo de cambio se mantenía relativamente fijo en la práctica. Eso lo conver-
tía, en realidad, en un régimen intermedio. Así lo clasifican, por ejemplo, Bubula
y Ötker-Robe (2002).
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 197
cidieron hacer flotar su tipo de cambio no porque atravesaran una cri-
sis, sino más bien como medida preventiva para hacer viable su políti-
ca monetaria en presencia de fuertes flujos de capital, y evitar ataques
especulativos contra sus monedas. Otros países optaron por introducir
regímenes cambiarios más rígidos (Bulgaria, Ecuador, El Salvador), y
los países del Sistema Cambiario Europeo abandonaron un régimen de
bandas cambiarias horizontales y abrazaron la unión monetaria (el eu-
ro) en 1999. Por otra parte, las cajas de conversión en mercados emer-
gentes (Argentina, Hong Kong) sobrevivieron las crisis en los noventa,
pero la de Argentina dio lugar a una crisis cambiaria y financiera de
profunda magnitud en el 2001.
No sorprende, por tanto, que hacia el final de ese decenio surgiera la hi-
pótesis de que los países estaban optando por regímenes cambiarios en
cualquiera de los dos extremos alternativos (fijación dura o flotación).
Esta es la llamada hipótesis bipolar o de las dos esquinas, en su versión
descriptiva. A esta hipótesis meramente positiva algunos analistas ante-
ponen un componente normativo, según el cual los países no solo están op-
tando, sino que deben optar, por uno de esos dos extremos cambiarios.
La tesis se sustenta en el teorema de la “trinidad imposible” o “trilema
de la política monetaria”, que establece que no se pueden alcanzar si-
multáneamente y en forma plena la estabilidad cambiaria, la integración
financiera internacional, y una política monetaria independiente. Sólo
dos de los tres fines podrán ser perseguidos plenamente con éxito. En
un mundo cada vez más integrado financieramente –continúa el argu-
mento–, en que el capital fluye libre y rápidamente a través de las fron-
teras, los regímenes de tipo de cambio fijo pero ajustable se han tornado
insostenibles y susceptibles de provocar ataques especulativos (este ar-
gumento fue desarrollado más arriba).57 Por lo tanto, concluyen los de-
fensores de esta tesis, en la actualidad los países que quieran tener acce-
so a los mercados financieros internacionales se ven forzados a escoger
entre la estabilidad cambiaria (fijación dura) o la autonomía monetaria
(flotación). Los regímenes intermedios, en que se busca mantener la es-
57. Claros ejemplos de la tesis bipolar normativa son las influyentes contribuciones de
Eichengreen (1994) u Obstfeld y Rogoff (1995). Puede verse también Summers
(1999) o Eichengreen (1999). El G-7 y la Comisión Meltzer, convocada por el con-
greso de los Estados Unidos para recomendar reformas a la arquitectura financie-
ra internacional, acogieron también esta tesis. Para su historia intelectual, véase
Fischer (2001) o Frankel (2003).
198 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
tabilidad cambiaria y a la vez utilizar la política monetaria para influir
sobre el equilibrio interno, resultarían inviables, excepto para aquellos
países en que no exista alta movilidad en la cuenta de capitales.
Sin embargo, como sostiene Frankel (2003), la imposibilidad de perse-
guir los tres objetivos en forma completa no excluye que al menos dos
de ellos se puedan perseguir parcialmente. Por lo tanto, podría uno
agregar, el trilema monetario no implica en sentido estricto que los re-
gímenes intermedios sean imposibles, y no provee en consecuencia ple-
na validación lógica para la hipótesis bipolar. Es posible combinar cier-
to nivel de discrecionalidad monetaria con el uso del tipo de cambio
como ancla nominal. Además, la movilidad del capital rara vez es tan
perfecta como en el caso límite que ilustran los modelos teóricos. Ni es
tampoco un hecho inexorable: muchos países carecen de ella, sea por-
que han optado por restringirla o modularla mediante controles de ca-
pital,58 sea porque sus mercados financieros no están lo suficientemen-
te desarrollados como para permitirles el acceso a los mercados
internacionales de capital. En todos estos casos, se puede hacer compa-
tible un régimen de fijación con algún grado de autonomía monetaria.
Y, en efecto, como se mostró en los Gráficos 5.1 y 5.2, los regímenes in-
termedios (sobre todo la fijación convencional) aún siguen siendo utili-
zados por muchos países, en particular los de bajo ingreso, y en algunos
casos parecen haber tenido un desempeño relativamente favorable y
mayor durabilidad.59 Más aún, algunos economistas –notablemente
58. Surgen en el tema de los controles de capital dos preguntas obvias: sobre su efec-
tividad y su conveniencia. Las restricciones a la movilidad internacional del capi-
tal pueden resultar efectivas en aumentar la autonomía monetaria si son tempora-
les y basadas en mecanismos de mercado, como los requerimientos de reservas no
remuneradas que Chile imponía a los flujos de capital externo en los años noven-
ta. Por el contrario, los controles o prohibiciones de naturaleza permanente se tor-
nan eventualmente inefectivos. En cuanto a su conveniencia, los controles de ca-
pital generalmente son perjudiciales, pues distorsionan la asignación de recursos,
pero podrían justificarse cuando un país enfrenta entradas masivas de capital es-
peculativo o de corto plazo, que puedan dificultar el manejo macroeconómico. La
crisis asiática y la experiencia chilena con controles de capital motivaron una cre-
ciente literatura sobre estos temas. Para un tratamiento comprensivo de este tema,
incluyendo la experiencia internacional, véase Ariyoshi (2000). Sobre el caso
et al.,
más abajo.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 199
Williamson (2000)– defienden la conveniencia, para mercados emergen-
tes, de regímenes intermedios con cierto grado de flexibilidad, pues po-
drían capturar algunos de los beneficios de los extremos y evitar a la vez
algunos de sus costos.
Nada de esto pretende minimizar la importancia del trilema monetario,
que ilustra claramente que, en un contexto de alta movilidad del capi-
tal, existe una tensión inevitable entre la estabilidad cambiaria y la au-
tonomía monetaria. Ni pretende mucho menos negar los riesgos y las
serias desventajas, ya descritas arriba, de algunos regímenes interme-
dios (en particular las cajas de conversión, la fijación convencional y los
tipos de cambio deslizantes, especialmente los de tipo activo): pueden
conducir a defender tipos de cambio desalineados, estimulan la dolari-
zación de pasivos y la proliferación de descalces cambiarios, y son sus-
ceptibles de provocar ataques especulativos.60 Pero los regímenes inter-
medios que presentan mayor grado de flexibilidad, y en particular las
bandas cambiarias (horizontales o deslizantes) amplias, podrían reducir
algunos de esos riesgos. El aparte siguiente resume las principales ven-
tajas y desventajas de las bandas cambiarias.
61. Dornbusch y Park (1999) y Williamson (2000) proponen que el nivel de las bandas
se determine por referencia a una canasta de monedas –el llamado sistema “BBC”,
por sus siglas en inglés (band, basket, and crawl)–. El argumento es que eso ayuda-
ría a estabilizar el tipo de cambio efectivoreal (esto es, el promedio ponderado del
tipo de cambio real en relación con los principales socios comerciales y competido-
res). Sin embargo, la recomendación parece inconveniente, por al menos tres razo-
nes. En primer lugar, el mismo objetivo puede ser alcanzado si las bandas se defi-
nen con base en un tipo de cambio bilateral cuya pauta de devaluación sea
determinada en función del tipo de cambio efectivo real. Además, el tipo de cam-
bio bilateral es más simple de entender que una canasta, y es por lo tanto más efec-
tivo como ancla nominal. Finalmente, la fijación a una canasta podría aumentar la
volatilidad de los tipos de cambio bilaterales, con lo que las transacciones se tor-
nan más riesgosas para agentes individuales (importadores, exportadores, inver-
sionistas), cuyo universo de monedas es menos amplio que la canasta misma.
62. Es importante notar, sin embargo, que mantener el tipo de cambio efectivo real en
línea con su nivel de equilibrio no es simple. En principio, no basta con cubrir los
diferenciales inflacionarios del país en relación con sus socios comerciales. Los
otros determinantes fundamentales del tipo de cambio real de equilibrio en el lar-
go plazo, y en particular los diferenciales de productividad entre los sectores tran-
sables y no transables comparados con los de sus socios comerciales (efecto Balas-
sa-Samuelson), deberían también ser tomados en cuenta de alguna manera. Chile,
por ejemplo, lo hacía en la década de los noventa, cuando mantenía un régimen de
bandas cambiarias deslizantes.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 201
• Reducen (en comparación con la fijación convencional y las cajas de
conversión), aunque no eliminan, la probabilidad de ataques espe-
culativos, sobre todo si la banda es lo suficientemente ancha (alre-
dedor de 10 por ciento a cada lado de la paridad) y permite así al ti-
po de cambio fluctuar considerablemente en ambas direcciones. El
ajuste pequeño pero continuo en la paridad central evita hacer cam-
bios repentinos y abruptos, y permite que los especuladores que
aciertan la dirección del cambio no siempre sean remunerados por
el mercado, pues no necesariamente encuentran quién esté dispues-
to a apostar contra ellos.63 Alguna corriente de opinión sostiene
que, en el tanto la paridad central sea consistente con los fundamen-
tos económicos, la expectativa de intervención de las autoridades
alrededor de la banda podría estimular especulación estabilizadora
–es decir, que ayuda al tipo de cambio a mantenerse cerca de la pa-
ridad central– (Krugman, 1991).64 Sin embargo, los modelos de cri-
sis cambiarias de segunda generación, referidos arriba, muestran
que la obligación misma de defender un tipo de cambio o una ban-
da podría generar ataques especulativos autocumplidos. Para re-
ducir aún más esa posibilidad, Williamson (2000) sugiere adoptar
una “banda de monitoreo”, fuera de la cual las autoridades ten-
drían simplemente la facultad, pero no la obligación, de intervenir
en el mercado cambiario. El hecho de que las autoridades no se
comprometan a defender la banda reduce la posibilidad de apues-
tas en una sola vía contra la paridad. Y, si se desarrollare una crisis
cambiaria, la autoridad monetaria podría dejar flotar el tipo de
63. El argumento no es que en los regímenes de bandas no exista especulación. Como
en el caso de la flotación, sí existe especulación, pero no en la forma de las apues-
tas de una sola vía que afloran en el caso de la defensa de un tipo de cambio fijo
desalineado.
64. Williamson (2000) provee algunas referencias sobre la evidencia empírica en esta
materia. Svensson (1992) muestra que, mientras en regímenes de flotación una va-
riación en la tasa de cambio de mercado (spot) se refleja casi plenamente en las ta-
sas de forwards, en regímenes de bandas la tasa forward responde mucho menos a
variaciones en la spot. Esto sugiere que, en el caso de las bandas, los agentes eco-
nómicos esperan que la tasa spot revierta hacia la paridad central. Rose (1996), por
otra parte, provee evidencia empírica en favor de la tesis de que las bandas cam-
biarias reducen considerablemente la volatilidad cambiaria en comparación con la
flotación.
202 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
cambio, sin que ello conlleve la destrucción de confianza que nor-
malmente va aparejada al abandono de un compromiso cambiario.
Varios mercados emergentes –entre ellos Chile, Israel, Polonia y Hun-
gría– han tenido experiencias exitosas con regímenes de bandas cambia-
rias. En todos esos casos, las bandas se han utilizado como etapas inter-
medias en la transición desde regímenes de fijación o de crawling peg
65. Sobre estas experiencias, ver Williamson (1996), Duttagupta et al., (2004) o Agénor
(2004).
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 203
Las características económicas del país
El marco teórico tradicional para decidir entre la fijación y la flotación
es la teoría de las áreas monetarias óptimas (AMO), tal y como las defi-
nieron Mundell (1961), McKinnon (1963) y Kenen (1969). Un área mo-
netaria es una circunscripción territorial donde prevalece una sola mo-
neda, y puede ser constituida por un país, por varios países (unión
monetaria), o –incluso, al menos en teoría– por partes de un país. La
teoría de las AMO disecta analíticamente los costos y beneficios de los
regímenes cambiarios fijos o super-fijos.66 Según la teoría tradicional de
las AMO, la fijación cambiaria (incluyendo la dolarización y la unión
monetaria) resulta óptima en los siguientes casos:
• Economía pequeña y abierta. Si el sector de bienes comercializables
representa una fracción importante del producto interno bruto, la
economía se torna más vulnerable a la incertidumbre cambiaria, y
los beneficios comerciales resultantes de reducir los costos de tran-
sacción cambiaria aumentan. Además, el impacto recesivo de un
choque adverso sobre la demanda sería menor, pues la caída en la
demanda interna afectaría sobre todo al (relativamente pequeño)
sector de bienes no comercializables.67
• Integración comercial: si una fracción importante –según William-
son (2004), más del 50 por ciento– del comercio exterior de un país
es con el socio cuya moneda se adopta como referencia para la fija-
ción, la estabilidad en el tipo de cambio bilateral se traduce en esta-
bilidad en el tipo de cambio efectivo (es decir, multilateral) real.
• Prevalencia de choques simétricos entre las economías correspon-
dientes, de modo que exista una alta correlación en sus ciclos eco-
66. Para una exposición detallada y crítica de la teoría de las AMO, y un análisis teó-
rico y empírico de los costos y beneficios de la unión monetaria, véase De Grauwe
(2000).
67. Sin embargo, si la apertura comercial condujera a la especialización en la produc-
ción y el comercio, eso aumentaría la posibilidad de choques reales asimétricos, es
decir, específicos al país (Corden, 2002). Este último argumento favorecería más
bien la flexibilidad cambiaria. Pero, en contraste con lo que pronostican los mode-
los tradicionales de comercio internacional, no es del todo claro que, empíricamen-
te, una mayor apertura comercial resulte en una mayor especialización.
204 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
nómicos. En este caso, la política macroeconómica del país centro
resulta óptima, y las tasas de inflación tenderán a ser consistentes.
• Flexibilidad en el mercado de trabajo, y movilidad laboral. Un mer-
cado laboral flexible, que admita ajustes salariales a la baja, la re-
ducción de jornadas de trabajo y la contratación para jornadas re-
ducidas, y que exhiba bajos costos de despido y contratación,
ayudará a que el ajuste ante choques asimétricos adversos conlleve
menores tasas de desempleo y recesión. En forma similar, el movi-
miento fluido del factor trabajo entre un país y sus vecinos podría
funcionar como mecanismo de ajuste, que haría menos necesaria
una política monetaria autónoma. Por el contrario, si los salarios
nominales son rígidos y la movilidad laboral a través de las fronte-
ras es limitada, las fluctuaciones en el tipo de cambio ofrecen un
mecanismo simple y automático de ajuste a choques adversos,68
mientras que en un régimen de fijación el choque se traduciría en
desempleo.
• Existencia de mecanismos de transferencia fiscal dentro del área
monetaria. En caso de que se dieran choques asimétricos, éstos po-
drían ser mitigados por transferencias fiscales desde el centro de la
unión, en especial si los choques son temporales.
• Las preferencias públicas en caso de potenciales conflictos de corto
68. En estos casos, el tipo de cambio presta efectivamente al mercado laboral la flexi-
bilidad nominal de que carece.
69. En el análisis tradicional de las AMO (por ejemplo, Mundell, 1961 o McKinnon,
1963), se establecía que países que tuvieran diferentes preferencias sobre su posi-
ción en la curva de Phillips no serían candidatos para una AMO. Hoy es amplia-
mente aceptada la crítica monetarista a la curva de Phillips, según la cual un país
no puede escoger permanentemente entre inflación y desempleo, pues si optara
por una tasa de inflación alta los agentes adaptarían sus expectativas inflacionarias
al alza y la curva de Phillips se desplazaría hacia arriba. (En el largo plazo, por tan-
to, la curva es vertical). Esta crítica, sin embargo, admite la posibilidad de diferen-
tes niveles de tolerancia pública a una inflación inesperada de corto plazo como
respuesta a choques adversos.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 205
A los criterios tradicionales de la teoría de AMO, centrados en la inte-
gración comercial y la simetría de los ciclos, se añadieron en los años
ochenta y noventa nuevos criterios que hacen viable y atractivo a un ré-
gimen de fijación dura:70
• Credibilidad y rigidez. Las crisis financieras y cambiarias de los
años noventa hicieron evidente que, para que la fijación fuera me-
nos vulnerable a ataques especulativos, la sostenibilidad del régi-
men debía resultar creíble. Es por tanto aconsejable que el país en
cuestión adopte un marco institucional que otorgue rigidez al siste-
ma cambiario. Los regímenes de fijación dura (caja de conversión,
dolarización, unión monetaria) confieren credibilidad a la política
monetaria al eliminar la posibilidad de que las autoridades impri-
man dinero discrecionalmente. Esto es especialmente útil cuando la
credibilidad ha sido destruida después de una historia de inestabi-
lidad y alta inflación, como en la Argentina de 1991. En esos casos,
la fijación rígida implica importar la credibilidad y estabilidad del
centro monetario (sin embargo, la crisis argentina del período 2001-
2002 hizo evidente que una caja de conversión no es suficiente para
impedir una crisis cambiaria si las políticas macroeconómicas –en el
caso argentino la política fiscal– no son consistentes con el régimen
cambiario).
• Adecuado nivel de reservas en la moneda extranjera.
• Un sistema financiero fuerte, con un sólido régimen de supervisión
y regulación. Puesto que en un régimen de fijación dura el banco
central pierde su capacidad de actuar como prestamista de última
instancia, el sistema financiero es más vulnerable a pánicos y corri-
das bancarias. Estos regímenes requieren por tanto un mayor nivel
de solidez financiera que en regímenes más flexibles.
• Disciplina fiscal, que permita seguir una política fiscal contracíclica
y mitigar de esa forma el impacto de choques adversos.
• Estado de derecho, de modo que las provisiones legales se respe-
ten. Esto es especialmente relevante en el caso de una caja de con-
versión.
70. Ver Williamson (1996), Larraín y Velasco (2001), o Frankel (2003).
206 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Existen, por otra parte, ciertas características económicas que podrían
hacer preferible un régimen de flotación. En particular, para que las va-
riaciones en el tipo de cambio nominal (sea que resulten de fluctuacio-
nes de mercado o de reacciones de política monetaria) sean efectivas co-
mo mecanismo de ajuste interno y externo ante choques reales, se
requiere:
• Que los salarios nominales sean rígidos a la baja en el corto plazo
(caso en el cual un régimen de fijación obligaría a recesiones seve-
ras para poder devaluar el tipo de cambio real ante choques adver-
sos), pero los salarios reales no (ausencia de indexación), de forma
que una expansión monetaria y una devaluación conduzcan a una
caída del salario real, al menos en el corto plazo.71 El problema, cla-
ro está, es que el grado de indexación no es necesariamente un ele-
mento estructural, sino un fenómeno endógeno determinado por el
nivel y persistencia de la inflación (Choudri y Hakura, 2001).72
• Un alto efecto de traspaso (“pass-through”) de las variaciones cam-
biarias a los precios internos de los bienes importados, y un bajo
efecto de traspaso, al menos en el corto plazo, de variaciones en el
tipo de cambio nominal a los precios generales internos (y, en parti-
cular, a los índices de precios al productor y al consumidor). De esa
manera, una devaluación (apreciación) nominal se traducirá en una
devaluación (apreciación) real.73 La teoría económica sugiere que
ambos efectos de traspaso son mayores (y más rápidos) en: (a) paí-
ses pequeños, porque en ellos la disponibilidad de sustitutos loca-
les es menor, y por tanto es menor también la presión de la compe-
tencia para adaptar los precios al mercado local (“pricing to market”);
(b) en países de menor ingreso, porque en ellos los precios de los
bienes no comercializables son más bajos (menores costos salariales
71. Para un análisis claro y muy didáctico sobre estos supuestos implícitos, véase Cor-
den (2002).
72. Hausmann et al., (1999), por ejemplo, argumentan que el historial de alta inflación
en América Latina hace que en la región exista un alto grado de indexación de los
salarios, y ello disminuye la utilidad de la flexibilidad cambiaria.
73. Desafortunadamente, la literatura no siempre distingue claramente entre estos dos
tipos de efecto traspaso. Para un análisis teórico de estos temas, ver Duarte y Obst-
feld (2004).
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 207
y de bienes raíces), y consecuentemente serán menores tanto el pe-
so de estos bienes en los índices generales de precios como el com-
ponente de insumos no comercializables (por ejemplo, costos de
distribución) en los precios de los bienes importados.74 El efecto de
traspaso a los índices generales también aumenta en contextos de
alta inflación, en que, como se argumentó en el punto anterior, exis-
te un alto grado de indexación de los precios y salarios al tipo de
cambio.75 En un estudio econométrico reciente, Frankel et al.,
(2005) encuentran que el efecto de traspaso de fluctuaciones cam-
biarias a los precios de los bienes importados es considerablemente
mayor que el correspondiente a los precios generales, especialmen-
te en países en desarrollo. Además, como indica la teoría, ambos
efectos son mayores en países más pobres y con mayores tasas de
inflación, pero el coeficiente y velocidad de traspaso en los países
en desarrollo ha disminuido recientemente en forma drástica y a
una tasa mucho mayor en el caso del IPC que en el de los precios de
los bienes importados.76 Esto sugiere que la capacidad de ajustes
cambiarios nominales para afectar el tipo de cambio real ha aumen-
tado, especialmente en países en desarrollo. Esta evidencia favore-
ce por lo tanto una mayor flexibilidad cambiaria. Más aún, la lite-
ratura sugiere que la volatilidad cambiaria nominal reduce el efecto
de traspaso para una variación dada en el tipo de cambio, pues los
fijadores de precios reaccionan solamente a movimientos que perci-
ben como permanentes.77 Por lo tanto, un régimen de flotación ten-
derá a tener menor efecto traspaso a los precios generales que uno
de mini-devaluaciones, pues en el último la ruta del tipo de cambio
se torna predecible, y consecuentemente el nivel de indexación es
74. Los países en desarrollo pequeños se ajustan por lo tanto más claramente al para-
digma teórico de las economías pequeñas y abiertas. Para una excelente revisión
de la literatura teórica y empírica sobre el efecto de traspaso cambiario, véase Fran-
kel et al., (2005).
75. Calvo y Reinhart (2000b) encuentran que el efecto de traspaso a precios generales
es mayor en mercados emergentes.
76. Los autores atribuyen ese hallazgo a un ambiente menos inflacionario y al enrique-
cimiento de esos países, que conlleva un aumento de los salarios y los precios de
los bienes no comercializables (el llamado efecto Baumol-Owen).
77. Ver, por ejemplo. Krugman (1989), Froot y Klemperer (1989), o Taylor (2000).
208 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
mayor. La experiencia reciente de Chile confirma que la flotación
ha ayudado a que el efecto traspaso vaya cayendo gradualmente.78
• Una elasticidad alta de la oferta y demanda de bienes comercializa-
bles y no comercializables con respecto al tipo de cambio real. Un
sector influyente de la literatura desarrollista en los años cincuenta
y sesenta (inspirada en las obras de Prebisch, Singer y Myrdal) po-
nía en duda la capacidad de movimientos en el tipo de cambio real
de afectar la balanza comercial en países en desarrollo. Este escep-
ticismo se fundaba, a su vez, en un pesimismo respecto a la elasti-
cidad precio de la demanda de importaciones y la demanda y la
oferta de exportaciones. Sin embargo, la evidencia empírica confir-
ma que estas elasticidades son altas, y que la respuesta de los flujos
comerciales a movimientos en el tipo de cambio real es sustancial
(Ghei y Pritchett, 1999).
Todas estas características potencian la efectividad de una política mo-
netaria independiente, y por tanto favorecen la elección de regímenes
cambiarios flexibles.
nómicas asignarán mayor valor a las opciones que minimicen los costos
políticos de corto plazo (Yagci, 2001). La elección, por tanto, depende-
rá en parte del valor asignado a los siguientes objetivos:
• Estabilidad cambiaria/credibilidad (fijación) versus autonomía de la
política monetaria/discrecionalidad (flotación). La elección de régi-
men cambiario implica escoger, para un nivel dado de integración fi-
nanciera internacional, entre la estabilidad cambiaria (mayor rigi-
dez) y la autonomía de la política monetaria (mayor flexibilidad).
Esta elección refleja entonces la tensión inherente entre discreciona-
lidad y credibilidad en la política monetaria y, potencialmente, la
ponderación relativa que se dé a los objetivos de mantener una baja
inflación y evitar o mitigar el efecto de los choques adversos sobre el
empleo y la producción (política anticíclica). Los regímenes de flo-
78. Ver el artículo de Schmidt-Hebbel en este mismo volumen.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 209
tación ofrecen el máximo grado de autonomía monetaria, y por tan-
to también de discrecionalidad. Pero la discrecionalidad conlleva
los conocidos riesgos de inconsistencia temporal y sesgo inflaciona-
rio. Para poder adquirir credibilidad, las autoridades monetarias en
un régimen de flotación deberán construir una buena reputación,
mostrar disciplina, y adoptar un ancla nominal efectiva. Alternati-
vamente, pueden adoptar reglas firmes para la conducción de la po-
lítica monetaria. Los regímenes de fijación dura constituyen un ca-
so extremo de regla monetaria rígida, pues atan las manos de las
autoridades monetarias; esto es, eliminan su capacidad de afectar
discrecionalmente la oferta de dinero. Ello ofrece entonces no solo
un ancla firme para las expectativas inflacionarias, sino además un
respaldo de credibilidad, que viene dada por la solidez del compro-
miso institucional de mantener la paridad. En regímenes interme-
dios, el tipo de cambio sigue sirviendo como ancla nominal, pero la
credibilidad debe obtenerse por medio de reputación y políticas ma-
croeconómicas consistentes. La apertura financiera internacional
obliga a los regímenes intermedios a un nivel de disciplina macroe-
conómica aún mayor. De lo contrario, su credibilidad se erosionará,
y la paridad, como hemos visto, se tornará insostenible.
• La competitividad del tipo de cambio real. Existe clara evidencia
empírica de que un desequilibrio sustancial en el tipo de cambio
real, y en particular una sobrevaluación prolongada, genera déficit
comerciales insostenibles, conduce a menores tasas de crecimiento
económico, y aumenta el riesgo de una crisis cambiaria.79 Mante-
ner un tipo de cambio real competitivo es por tanto un ingrediente
fundamental para una estrategia de crecimiento, en especial para
economías pequeñas. Los regímenes de fijación rígida son más pro-
pensos a desalineamientos considerables, incluso en el mediano
plazo, que los de flotación, pues en los últimos el ajuste en el tipo
de cambio nominal puede gradualmente corregir el desequilibrio.
Y, como hemos visto, algunos regímenes intermedios, como el de
79. Sobre el impacto negativo de los desequilibrios en el tipo de cambio real y el crecimien-
to económico, ver Razin y Collins (1997), Hausmann et al., (2004), Aguirre y Calderón
(2005). Un vehemente defensor de la importancia de mantener un TCR competitivo
como requisito para el crecimiento en países en desarrollo ha sido Williamson (2000).
La relación entre sobrevaluación cambiaria y crisis externas ha sido ampliamente ex-
plorada en la literatura. Ver, por ejemplo, Kaminsky y Reinhart (1998).
210 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
bandas cambiarias anchas, podrían ayudar a reducir los desalinea-
mientos reales incluso en el corto plazo.
• La estabilidad del tipo de cambio real. En los dos tipos de regímenes
extremos (fijación dura y flotación), el tipo de cambio real puede fluc-
tuar considerablemente (en regímenes de flotación, por la volatilidad
nominal misma; en regímenes de fijación, por los movimientos de la
moneda de referencia respecto a las de otros socios comerciales, a me-
nos que se trate de una canasta). Los regímenes intermedios o de flo-
tación administrada, por el contrario, admiten intervenciones orien-
tadas a influir sobre el tipo de cambio nominal, como instrumento
para limitar la volatilidad en el tipo de cambio real.80
CUADRO 5.3
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE REGÍMENES CAMBIARIOS ALTERNATIVOS
FIJACIÓN FIJACIÓN CONV TC FLOTACIÓN
DURA CAJAS (Y BANDAS DESLIZANTE (ADMIN.
(UNIÓN MON. DE HOR. Y BANDAS E INDEP.)
DOLARIZ) CONVERSIÓN ESTRECHAS) AMPLIAS
Imposición automática
de disciplina y credibilidad ++ +– –+ –– ––
Estabilidad del tipo de
cambio nominal ++ ++ +– –+ ––
Evita desalineamientos
sostenidos del TCR –+ –+ +– ++ +–
Reduce vulnerabilidad
a crisis cambiarias ++ –+ –– +– +–
Capacidad de respuesta
a choques adversos –– –– –+ ++ ++
Señoraje y facultad de
prestamista de última instancia –– +– ++ ++ ++
Autonomía de política
monetaria (con alta movilidad
del capital) –– –– –+ +– ++
2003).
• Probabilidad de crisis cambiarias. Finalmente, un sector de la lite-
ratura empírica ha analizado la probabilidad de crisis cambiarias
asociada con diferentes regímenes de tipo de cambio. Rogoff et al.,
81. Reinhart y Rogoff (2002) llaman regímenes en “caída libre” a aquellos en que la ta-
sa de inflación anual supera el 40 por ciento. En ellos, los desequilibrios macroe-
conómicos son de tal magnitud que enturbian el posible efecto del régimen cam-
biario sobre el desempeño económico.
82. Podría argumentarse sin embargo que, en algunos casos extremos, la relación de
causalidad podría ser a la inversa: si los déficit externos son de tal magnitud que
la imposición de controles cambiarios resulta casi inevitable, la unificación cambia-
ria solo sería sostenible una vez que mejoren los fundamentos macroeconómicos.
83. Ver también Husain et al., (2004), artículo derivado de Rogoff et al,. (2003).
214 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
más que por una mayor disciplina monetaria (un menor crecimien-
to monetario).84 Los autores reportan además que los beneficios en
inflación solo se materializan en países que fijan el tipo de cambio
tanto de jure como de facto, y no solo de facto. Esto es, para los paí-
ses en desarrollo (no emergentes), es conveniente anunciar oficial-
mente la fijación, para aprovechar así plenamente la ganancia en
credibilidad.85
• Para los mercados emergentes, en cambio, que tienen acceso al ca-
pital internacional pero aún exhiben importantes debilidades finan-
cieras e institucionales, los regímenes intermedios (incluyendo las
cajas de conversión, la fijación convencional, el tipo de cambio des-
lizante y las bandas horizontales) se asocian con una mayor inci-
dencia de crisis cambiarias y financieras, sin que en cambio parez-
can conducir a mayor crecimiento.86 La evidencia sobre el impacto
inflacionario es ambigua; si acaso, la fijación podría entrañar una
ganancia apenas marginal. Y, a pesar de que los mercados emer-
gentes se sienten con frecuencia inhibidos de adoptar voluntaria-
mente la flotación por el temor a las consecuencias de la volatilidad
cambiaria (“temor a la flotación”), pueden –como se indicó arriba–
aprender exitosamente a flotar, y beneficiarse con ello.
• Finalmente, en los países industrializados, los regímenes de flota-
ción son claramente superiores, pues reflejan mayores tasas de cre-
cimiento pero no mayores tasas de inflación. En ellos, los riesgos
posibles de la flotación se ven mitigados por el bajo nivel de “dola-
rización” de pasivos y por la disponibilidad de instrumentos de co-
bertura cambiaria.
84. Para distinguir econométricamente entre ambos efectos, los autores corren un gru-
po de regresiones en que controlan por el crecimiento monetario, y otro grupo en
que no. En las primeras, cualquier diferencia en inflación entre regímenes cambia-
rios se atribuye al efecto credibilidad; en las segundas, los dos efectos (credibilidad
y disciplina) se acumulan. Rogoff et al., (2003) encuentran que el cambio entre el
primer grupo y el segundo grupo de regresiones es muy pequeño.
85. En cambio, el efecto “anuncio” parece tener un efecto perverso sobre la inflación
para los regímenes intermedios más flexibles.
86. En efecto, las crisis gemelas (es decir, el simultáneo desencadenamiento de crisis fi-
nancieras y cambiarias) son monopolio de los llamados mercados emergentes.
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 215
5.5 REFLEXIONES FINALES
Estas reflexiones inician con el peligroso expediente de repetir tres luga-
res comunes, asertos trillados pero no por ello menos importantes. En
primer lugar, no existen recetas simples para la elección de régimen
cambiario, porque ningún régimen es apropiado para todos los países o
durante todo el tiempo (Frankel, 1999). En segundo lugar, independien-
temente del régimen escogido, es de crucial importancia que los objeti-
vos de las políticas macroeconómicas y las políticas mismas sean con-
sistentes y que los fundamentos económicos sean sólidos. Los
conflictos en las políticas y los desequilibrios macroeconómicos afectan
el desempeño económico en cualquier régimen. Por el contrario, la con-
sistencia y solidez de las políticas macroeconómicas mejoran el desem-
peño de cualquier régimen cambiario. Y, en tercer lugar, y como coro-
lario de lo anterior, ningún régimen cambiario es sostenible sin
disciplina fiscal.
La experiencia internacional enseña que la sobrevaluación cambiaria y
las crisis financieras son posibles en cualquier régimen cambiario. Sin
embargo, algunos regímenes son más vulnerables que otros, y el desem-
peño de cada uno depende del nivel de desarrollo financiero del país en
cuestión. En general, la evidencia sugiere que, conforme las economías
maduran, el valor de la flexibilidad cambiaria tiende a aumentar. Sin
embargo, los países en desarrollo con bajos niveles de ingreso y de inte-
gración a los mercados financieros internacionales han mostrado que
pueden mantener exitosamente regímenes cambiarios intermedios, y
que éstos pueden ser de utilidad en el control de la inflación. Por otro
lado, la experiencia internacional muestra también que las variantes
menos flexibles de esos regímenes intermedios se tornan insostenibles
en los mercados emergentes. Estos países deberán entonces escoger en-
tre regímenes intermedios flexibles (bandas deslizantes amplias) o algu-
no de los dos extremos cambiarios. Entre éstos, la flotación podría ser
aconsejable si el país aprende gradualmente a flotar y reduce los riesgos
asociados con descalces cambiarios.
Conviene quizás concluir con unas breves consideraciones para el caso
de economías pequeñas, muy abiertas y de mediano ingreso, como la de
Costa Rica. En estos casos, un objetivo central de la política cambiaria
deberá ser mantener un tipo de cambio real competitivo y estable. Pa-
216 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
ra lograrlo, cualquiera que sea el régimen cambiario que el país adopte,
se deberá contar con una política macroeconómica adecuada y un siste-
ma financiero sólido. De optarse por un régimen de dolarización ofi-
cial, es imprescindible que los prerrequisitos y los criterios de conver-
gencia se cumplan.87 En particular, es fundamental que exista un
balance fiscal de largo plazo que permita una política fiscal contracícli-
ca, y una alta flexibilidad en los mercados de factores. Por otra parte, la
combinación de relativa estabilidad cambiaria (nominal y real) y de
cierto nivel de autonomía monetaria que ofrecen los regímenes interme-
dios más flexibles (bandas cambiarias deslizantes) podría resultar atrac-
tiva para este tipo de economías, al menos como fase de transición y
aprendizaje hacia una mayor flexibilidad cambiaria. Si se llegara a
adoptar la flotación, ésta podría ser complementada con un régimen de
metas inflacionarias como ancla nominal. Pero el banco central debería
conservar la suficiente flexibilidad en la operación de su política mone-
taria para poder intervenir en el mercado cambiario, en circunstancias
excepcionales, con el fin de evitar desequilibrios sostenidos (especial-
mente sobrevaluaciones prolongadas) en el tipo de cambio real.88 Nin-
gún régimen cambiario puede generar por sí mismo un aumento en la
tasa de crecimiento potencial de largo plazo de una economía. Pero in-
consistencias entre la política cambiaria y las demás políticas macroeco-
nómicas podrían condenar a un país a extensos períodos de rezago o es-
tancamiento económico.
87. Kim y Papi (2005) encuentran que, aun considerando los posibles efectos del Tra-
tado de Libre Comercio entre la República Dominicana, Centroamérica y los Esta-
dos Unidos (DR-CAFTA), el nivel de satisfacción por parte de los países centroa-
mericanos de los criterios para un área monetaria óptima con los Estados Unidos
es menor al de los países miembros de la Unión Monetaria Europea en relación con
Alemania.
88. Aunque en un marco de metas inflacionarias el objetivo prioritario de la política
monetaria debe ser la estabilidad de precios, se pueden autorizar intervenciones
que propendan a objetivos secundarios siempre y cuando no se ponga en peligro
la meta inflacionaria, se trate de circunstancias extraordinarias, y exista absoluta
transparencia en los motivos de la intervención. Ese es, por ejemplo, el enfoque
que sigue la política monetaria en Chile: desde la adopción explícita de la flota-
ción y el esquema de metas inflacionarias en 1999, se han dado en ese país varios
episodios de intervención del banco central en el mercado cambiario con el fin de
reducir desalineamientos en el tipo de cambio real (Tapia y Tokman, 2004).
Fijar o no fijar: ventajas o desventajas de los diferentes regímenes cambiarios 217
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6
LA GRAN TRANSICIÓN
DE REGÍMENES
CAMBIARIOS Y MONETARIOS
EN AMÉRICA LATINA1
KLAUS SCHMIDT-HEBBEL
INTRODUCCIÓN
Durante la última década, muchos países en desarrollo han modificado
sus regímenes de tipo de cambio, con una gran mayoría de ellos optan-
do por esquemas más flexibles. La evolución de los sistemas cambiarios
también ha estado acompañada por modificaciones en los regímenes
monetarios, desde sistemas basados en agregados monetarios hacia es-
quemas basados en metas de inflación. La combinación de un régimen
de metas de inflación con un sistema de tipo de cambio flexible ha for-
talecido la credibilidad de la política monetaria, al tiempo que ha per-
mitido flexibilidad en el manejo y el comportamiento del tipo de cam-
bio. Este reconocimiento hace cada vez más probable que los países que
adopten un esquema de tipo de cambio flotante también implementen
un régimen monetario basado en metas de inflación. Este trabajo tiene
por objetivo documentar la evidencia sobre esta doble transición sisté-
mica, con un énfasis en América Latina, así como analizar los requisitos
y beneficios que dicha transición trae consigo.
Esquema cambiario
sin moneda propia 26 11 37
Caja de convertibilidad 8 8
Otros esquemas
convencionales
de tipo de cambio fijo 45 45
Tipo de cambio fijo
con banda horizontal 6 6
Tipo de cambio reptante 5 5
TC con banda reptante 7 7
Flotación sucia 4 1 9 13 27
Flotación independiente 13 7 16 14 50
TOTAL 97 17 8 25 38 185
FUENTE: FMI (2004a).
CUADRO 6.1B
ESQUEMAS CAMBIARIOS Y MONETARIOS DE JURE EN EL MUNDO, 2004
ESQUEMA DE POLÍTICA MONETARIA
Metas de Metas Esquemas
Régimen cambiario Meta agregados de apoyados Otros TOTAL
cambiaria monetarios inflación por el FMI
Esquema cambiario
sin moneda propia 29 12 41
Caja de convertibilidad 7 7
Otros esquemas
convencionales
de tipo de cambio fijo 41 41
Tipo de cambio fijo
con banda horizontal 5 5
Tipo de cambio reptante 6 6
TC con banda reptante 1 1
Flotación sucia 13 4 15 19 51
Flotación independiente 5 17 6 7 35
TOTAL 89 18 21 21 38 187
FUENTE: FMI (2004a).
La gran transición de regímenes cambiarios y monetarios en América Latina 233
CUADRO 6.2A
ESQUEMAS CAMBIARIOS Y MONETARIOS DE FACTO EN AMÉRICA LATINA, 1999
MONEDA NO CAJA DE TIPO DE BANDA CAMBIARIA FLOTACIÓN
INDEPENDIENTE CONVERTIBILIDAD CAMBIO FIJO
Sin meta
explícita/
otra meta
Moneda no
independiente Panamá
FUENTE: datos del autor, basados en documentos de los respectivos bancos centrales.
CUADRO 6.2B
ESQUEMAS CAMBIARIOS Y MONETARIOS DE FACTO EN AMÉRICA LATINA, 2004
MONEDA NO CAJA DE TIPO DE BANDA FLOTACIÓN
INDEPENDIENTE CONVERTIBILIDAD CAMBIO FIJO CAMBIARIA
Moneda no Ecuador
independiente El Salvador
Panamá
FUENTE: datos del autor, basados en documentos de los respectivos bancos centrales.
234 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Criterios de selección de regímenes cambiarios
El fundamento para la selección de regímenes cambiarios se basa en sus
efectos sobre la efectividad de las políticas económicas y, en última ins-
tancia, sobre el bienestar de la población. De acuerdo con la literatura
sobre áreas monetarias óptimas, iniciada por Mundell (1961) y McKin-
non (1963), la relación entre regímenes cambiarios y bienestar depende
del grado de flexibilidad de precios y salarios, el peso relativo de los
shocks nominales y reales; el grado de integración internacional –comer-
cial y financiera–; la correlación de los shocks domésticos y externos; la
concentración de la producción, de las exportaciones y del portafolio de
inversión; el marco regulatorio; la coordinación fiscal entre el gobierno
doméstico y el socio monetario; y la existencia de mercados de cobertu-
ra de riesgo cambiario.
En una economía clásica de libro de texto, con precios y salarios flexi-
bles, en la cual el dinero es solamente un velo y el producto está conti-
nuamente en su nivel de pleno empleo, la selección de régimen cam-
biario no hace ninguna diferencia para el bienestar de la población. En
la Figura 6.1, que refleja las relaciones entre regímenes cambiarios (des-
de el más rígido al más flexible) y alguna medida de bienestar de la po-
blación, el caso clásico se presenta como una relación horizontal (línea
CT = libro de texto clásico). En cambio, en una economía representati-
va con rigideces de corto plazo de precios y salarios; imperfecta movi-
lidad de factores; baja integración comercial; alta concentración de ex-
portaciones, actividad económica, y portafolio; baja regulación; mala
coordinación fiscal con socios monetarios; política monetaria efectiva-
mente contracíclica; y alta cobertura cambiaria, se observará una rela-
ción positiva entre flexibilidad cambiaria y bienestar (línea BC = ban-
cos centrales). En el caso contrario al anterior, la mayor rigidez
cambiaria provee mayores beneficios, que culminan con el abandono de
la moneda nacional a favor de la dolarización unilateral o el estableci-
miento de un área monetaria óptima (la relación AMO en la Figura 6.1)
En los años ochenta la posición dominante entre economistas interna-
cionales era favorable a los regímenes intermedios de flexibilidad limi-
tada, bajo el argumento que estos reflejan un compromiso óptimo entre
flexibilidad cambiaria y credibilidad monetaria. Actualmente son po-
cos los que sostienen esta posición; entre ellos está Williamson (2000),
La gran transición de regímenes cambiarios y monetarios en América Latina 235
quien propone que muchos países pueden alcanzar los mayores niveles
de bienestar bajo regímenes intermedios, en contraposición a cualquie-
ra de las dos esquinas. Esta visión está reflejada en una relación no mo-
notónica, de U invertida, entre flexibilidad cambiaria y bienestar –la lí-
nea I(W) = régimen intermedio (Williamson) en la Figura 6.1–. Contrasta
con la posición anterior la visión actualmente dominante entre los eco-
nomistas internacionales, que asocia los mayores costos en bienestar a
los sistemas intermedios. Ésta es la mencionada “hipótesis de las dos es-
quinas”, propuesta por Eichengreen (1994) y Fischer (2001), que también
queda reflejada en una relación no monotónica entre flexibilidad cam-
biaria y bienestar, pero esta vez en forma de U –línea 2E(F) = dos esqui-
nas (Fischer) en la Figura 6.1.
FIGURA 6.1
RELACIÓN ENTRE REGÍMENES CAMBIARIOS Y BIENESTAR
GRÁFICO 6.6
COMPARACIÓN DE PRERREQUISITOS PARA LA ADOPCIÓN
DE UN ESQUEMA DE METAS DE INFLACIÓN (MI)
GRÁFICO 6.7B
EVOLUCIÓN DE LA TASA DE INFLACIÓN EN PAÍSES EMERGENTES
CON METAS DE INFLACIÓN
(Porcentaje)
6. Se refiere a la diferencia entre los valores observados y sus valores esperados se-
gún encuestas.
La gran transición de regímenes cambiarios y monetarios en América Latina 247
ño macroeconómico o de la política monetaria. En cambio, en los paí-
ses con metas la reacción se reduce de manera significativa, sugiriendo
el beneficio de este esquema en anclar las expectativas.
Intervenciones cambiarias
El Banco Central de Chile ha tomado el compromiso de no intervenir
excepto en situaciones excepcionales, cuando se percibe una sobrerreac-
ción del tipo de cambio, que pudiera ser dañina para la economía. Pa-
ra no hacerse “adicto a la intervención”, el Banco Central ha decidido
ser transparente y, si interviene, justifica plenamente las razones de su
intervención. Ello también se ha plasmado en la definición de un cro-
La gran transición de regímenes cambiarios y monetarios en América Latina 259
nograma preciso de intervención y del monto máximo que contempla-
rá la intervención. Aunque es muy difícil detectar desalineamientos im-
portantes del TCR, el Banco Central evalúa el nivel del TCR a través de
varios métodos y modelos (Calderón 2004, Caputo y Dominichetti 2005,
Calderón y Duncan 2003) y además observa el funcionamiento y las
percepciones del mercado, con tal de discernir un posible desalinea-
miento en el TCR.
GRÁFICO 6.14
INTERVENCIONES EN EL MERCADO CAMBIARIO EN CHILE, 2001-2003
(En pesos por dólar estadounidense)
267
268 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
La primera pregunta que surge es ¿por qué cambiar si con el actual sis-
tema de minidevaluaciones no hemos tenido una mala experiencia?
Entre otras cosas, hemos gozado de una estabilidad relativa por más de
veinte años, lo que ha permitido el desarrollo de una economía diversi-
ficada en sus exportaciones y ha contribuido a mantener una estabili-
dad importante del tipo de cambio real, así como a eliminar la incerti-
dumbre cambiaria. Sin embargo, esta política ha tenido algunos efectos
colaterales poco deseables, entre otros:
i. Ha generado presiones inerciales en la inflación. Si aceptamos
que los precios están formados por canastas de bienes transables y
no transables, al devaluar todos los días el precio de los bienes tran-
sables cambia y eventualmente eso va a tener también un efecto en
el precio de los bienes no transables. En una economía con inflexi-
bilidad de precios a la baja y ajustes salariales y de tarifas basados
en la inflación pasada, este esquema contribuye a extender el perío-
do necesario para reducir la inflación o nos impide reducirla por de-
bajo de ciertos niveles; es decir, pone un piso a la tasa de inflación.
ii. Ha mostrado un alto coeficiente de transmisión inflacionaria
( pass through ). Como mencionamos anteriormente, el régimen de
mini devaluaciones incide en la inflación mediante su efecto en los
precios domésticos de los bienes transables. En este sentido, no es
raro que comúnmente se considere a los aumentos en el ritmo de la
devaluación como causa de aumentos en la inflación. En otras pa-
labras, una reducción en el ritmo de devaluación podría reducir la
inflación mediante su efecto sobre los precios de los bienes transa-
bles.1 Los estudios realizados en el Banco Central nos indican que
cada punto porcentual en la devaluación nominal, se traduce en al-
rededor de un 0,55 por ciento de incremento en los precios del mer-
cado en un período de alrededor de un año.
Intereses netos 34 27 34 39 34 43
Compra neta de divisas1/ n.d. n.d. n.d. 43 19 143
Por otro lado, se considera que ese momento oportuno debe ser aquél
donde existen presiones hacia una apreciación de la moneda. El Gráfi-
co 7.2 nos muestra el índice del tipo de cambio efectivo real, bilateral y
multilateral. Durante los últimos años este indicador ha sido estable; no
obstante, en los últimos meses hemos notado alguna presión hacia la
apreciación del tipo de cambio real, asociada al comportamiento de los
flujos de capital y de las reservas.
GRÁFICO 7.2
BCCR: ÍNDICE DEL TIPO DE CAMBIO EFECTIVO REAL
(1997=100)
274 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Adicionalmente, para migrar hacia un nuevo sistema de tipo de cambio
se requiere de ciertas condiciones.
Una muy importante es que el Banco Central debe ser muy transparen-
te; es decir, debe ser muy claro en explicarle a la sociedad cuál es el con-
texto en el que actuamos, si podrían existir cláusulas de salida y cómo
serán las reglas de intervención. En esta línea, el BCCR ha realizado es-
fuerzos importantes para mejorar sus herramientas de comunicación
con el público; la publicación, por ejemplo, del Informe de inflación, de las
encuestas de expectativas económicas y una mayor difusión de la infor-
mación estadística son ejemplos de ello.
Se debe procurar el desarrollo de un mercado cambiario eficiente y lí-
quido, esto mediante un adecuado marco regulatorio (está prácticamen-
te lista una nueva versión del Reglamento de Operaciones Cambiarias) y
promoviendo la participación del mayor número posible de intermedia-
rios. Junto a esta condición es necesario aumentar la capacidad de los
agentes económicos para administrar el riesgo cambiario mediante el
desarrollo de instrumentos de cobertura, opciones, futuros, etcétera.
En términos de supervisión, es importante mejorar la capacidad para
medir el impacto del riesgo cambiario en el sistema financiero, debido
a que no es lo mismo actuar en un esquema con completa certidumbre
cambiaria, a uno que provee más volatilidad; este es un elemento que
deben internalizar apropiadamente las superintendencias.
En relación a la forma en que el Banco Central haría política monetaria,
ésta cambiaría sustancialmente; se tiene que pensar más en la política
monetaria orientada hacia los mercados de dinero, operando directa-
mente en el mercado interbancario; todo ello con miras a buscar una
nueva ancla nominal y un nuevo marco de política monetaria. Un es-
quema de metas de inflación podría ser la alternativa a elegir.
Claramente no todos los elementos están dados para dar el paso a una
mayor flexibilidad; pero, ¿tenemos que esperar a tenerlos todos juntos
o podemos avanzar con relativa rapidez?, ¿pueden generarse con el ac-
tual esquema? En el Banco Central consideramos que se puede avanzar
con una serie de pequeños cambios; sin embargo, es conveniente hacer-
lo en forma gradual.
Reflexiones sobre el régimen cambiario en Costa Rica 275
Para el Banco Central el primer paso en esta gradualidad debe ser la im-
plementación de un sistema de bandas cambiarias de manera transito-
ria. El Banco Central está en el debate sobre cuál debe ser el tamaño
ideal para esa banda. Una banda muy estrecha prácticamente nos ubi-
ca en el mismo esquema en el que estamos; por otro lado, una banda
muy amplia podría introducir innecesariamente mucha volatilidad al
implementarla, lo que podría hacer que el esquema no tenga toda la cre-
dibilidad deseada, limitando así las posibilidades de éxito. Respecto a
la modalidad del esquema de bandas, en el Banco se consideran bandas
“deslizantes”4 como primera opción; lo que quiere decir que si el tipo
de cambio se “adhiere” a la banda superior o inferior se volvería al es-
quema de minidevaluaciones para todos los efectos prácticos.
Hay tres premisas básicas que se deben tomar en cuenta a la hora de
pensar en migrar hacia un régimen cambiario distinto, éstas son flexibi-
lidad, gradualidad y transparencia. El Banco está consciente de que no
es fácil abandonar un régimen al que los agentes económicos han esta-
do acostumbrados por más de veinte años, a pesar de los beneficios es-
perados, y de ahí la importancia de proceder de acuerdo con estas pre-
misas. En ese sentido, el Banco ha procurado avanzar en el proceso de
forma tal que permita a la sociedad asimilar los cambios paulatinamen-
te y con la mayor información posible, para que los diferentes sectores
de la economía puedan administrar adecuadamente los riesgos que
pueden enfrentar eventualmente. Es fundamental la comunicación
oportuna y transparente de las decisiones en el proceso.
Por otro lado está el plazo en el que se espera implementar estas refor-
mas, y surge la pregunta, ¿cuándo hacerlo? Al respecto el Banco Cen-
tral avanza en este proceso a paso firme, sin prisa pero sin pausa; no po-
demos decir con exactitud cuál puede ser una fecha en la que se esbocen
los primeros avances en este tema, pero sí esperamos que antes de que
termine el año tengamos algunos avances en dirección hacia el régimen
de bandas.
4. Una banda deslizante implica que el “piso” y el “techo” son variables en el tiem-
po. Para mayor detalle se puede consultar el recuadro 2 del Informe de inflación,
enero 2006, en el portal del BCCR:
<http://www.bccr.fi.cr/ndie/Documentos/Informe%20enero%202006.pdf>.
276 RÉGIMEN CAMBIARIO EN COSTA RICA
Naturalmente, el incorporar mayor flexibilidad el régimen cambiario
–y, consecuentemente, mayor volatilidad en algunas variables a la hora
de tomar decisiones– puede no ser la mejor noticia para algunos agen-
tes económicos. Sin embargo, será mucho más fácil administrar tales
riesgos en la actualidad de lo que lo habría sido hace diez o quince años.
Sin duda, algunos participantes en el mercado financiero doméstico,
con los cambios que se aproximan, serán muy activos en la oferta de ins-
trumentos de cobertura para administrar los riesgos asociados a una
mayor volatilidad del tipo de cambio. De todas maneras, los beneficios
esperados de contar con una política monetaria más efectiva para con-
trolar la inflación, más que compensan los costos asociados a una ma-
yor volatilidad (en todo caso, acotada al principio) del tipo de cambio.
Comentario
ALBERTO TREJOS
291
Seminario
“LA ECONOMÍA DE COSTA RICA EN EL AÑO 2005:
EVOLUCIÓN Y DESAFÍOS EN EL MEDIANO Y LARGO PLAZOS”
Programa
Miércoles 5 de Abril del 2006
8:15 a 8:30 Registro de participantes
8:30 a 8:45 Presentación
Eduardo Lizano, Presidente de la Academia de Centroamérica
8:45 a 9:30 Evolución Macroeconómica de Costa Rica en el año 2005
y Desafíos de Costa Rica en el Mediano y Largo Plazo
Adrián Brenes, Asociado de la Academia de Centroamérica
9:30 a 10:00 Comentario
Thelmo Vargas, Asociado de la Academia de Centroamérica
10:00 a 10:30 Café
10:30 a 11:00 Comentario
Edgar Robles, Asociado de la Academia de Centroamérica
11:00 a 11:45 Preguntas y Respuestas
11:45 a 12:00 Reflexiones finales
Con el apoyo de:
293
Seminario
RÉGIMEN CAMBIARIO: PRESENTE Y FUTURO
Programa
San José, 25 de mayo de 2006
7:30 a 8:15 a.m. Inscripción de participantes
8:15 a 8:30 a.m. Presentación
Eduardo Lizano,
Presidente de la Academia de Centroamérica
Francisco de Paula Gutiérrez,
Presidente del Banco Central de Costa Rica
8:30 a 9:15 a.m. Régimen cambiario en Costa Rica:
experiencia con el “crawling peg”
Félix Delgado, Director de Programas de Consejeros
Económicos y Financieros (CEFSA)
y Asociado de la Academia de Centroamérica
9:15 a 10:00 a.m. Las condiciones actuales: ¿es momento para un cambio
de régimen cambiario en Costa Rica?
Rodrigo Bolaños,
ExPresidente del Banco Central de Costa Rica
10:00 a 10:30 a.m. Café
10:30 a 11:15 a.m. Regímenes cambiarios alternativos:
ventajas y desventajas
Rodrigo Cubero,
Economista del Fondo Monetario Internacional
11:15 a 12:00 p m. Preguntas y Comentarios
295
12:00 a 1:30 p.m. Almuerzo
1:30 a 2:30p.m. Experiencias recientes en América Latina sobre
regímenes cambiarios alternativos
Klaus Schmidt-Hebbelt, Director de Investigaciones
Económicas del Banco Central de Chile
2:30 a 3:00 p.m. Café
3:00 a 3:45 p.m. Reflexiones sobre el régimen cambiario en Costa Rica
Jorge Madrigal, Director del Departamento
de Investigaciones Económicas del Banco Central
de Costa Rica
3:45 a 4:45 p.m. Panel de discusión
Alberto Trejos, Profesor del INCAE
Thelmo Vargas, Asociado de la Academia
de Centroamérica
4:45 a 5:30 p.m. Discusión general
5:30 p.m. Cierre de la actividad
Con el apoyo de:
296