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Introducción
La humanidad ha buscado rendir culto a la muerte a través de una serie de ritos
que gozan de un gran simbolismo cultural, espiritual y religioso.
Al tener plena conciencia de ella como un hecho natural e inapelable, se trató de
buscar alivio al vacío interno y doloroso que causaba este suceso mediante una
etapa de duelo que buscaba la resignación ante la pérdida inevitable de un ser
querido.
El duelo llevado a cabo, formaba parte de un proceso gradual en el que la
aceptación de este lamentable evento se obtenía a partir de exteriorizar la aflicción
a través de una ideología promovida por la sociedad decimonónica en donde se
exigía seguir un régimen estricto de reglas donde el individuo se vería involucrado
en una práctica funeraria que poseía gran valor simbólico. Cada acto implicado en
el desarrollo de esta rutina fúnebre se centraba en evocar el respeto por la muerte
misma.
Esta serie de actividades comprendían desde la labor que brindaba el hacedor de
féretros, hasta la del sepulturero y el cura que efectuaba la ceremonia, así como
también cumplía vital importancia el tiempo que se destinaría a guardar el luto.
De manera alternativa se sugirió que este duelo podía manejarse y resultar más
llevadero a través de la apropiación de un momento post mortem generado por
una imagen, la cual serviría para conmemorar al difunto por un tiempo prolongado.
El arte fue sin duda el método más recomendado para hacer posible una
aceptación más rápida de lo acontecido en dónde los medios más recurrentes
eran los retratos pictóricos del difunto, los cuales más tarde serían utilizados en
menor medida gracias a la practicidad de la producción de imágenes que trajo
consigo la fotografía.
Con el surgimiento de la fotografía en el S XIX se dió un cambio innovador en la
manera de generar una imagen que resultara aún más fiel a las ya representadas
a través de la plástica por los artistas.
El daguerrotipo, fue el primer procedimiento fotográfico anunciado y difundido
oficialmente en el año de 1839, que fue perfeccionado más tarde por Louis
Daguerre a partir de las experiencias generadas por Niepce.
Rápidamente este invento se popularizó entre la elite, dejando un poco de lado los
retratos realizados por pintores, cobrando cada vez más un número considerable
de seguidores, lo cual tuvo como consecuencia un creciente número de
daguerrotipistas que prestaban sus servicios para retratar personas.
Gracias a la fotografía se logró generar un recuerdo tangible, que en el caso de la
muerte se utilizó como medio de consuelo para los vivos y un vigente recuerdo de
los difuntos.
Por los motivos antes mencionados y con la intención de rememorar la fugacidad
de la vida, nace el retrato post mortem.
La Muerte
La palabra muerte procede del vocablo latino mors, mortis que daría lugar con el
paso del tiempo al verbo morir.1
El concepto de muerte suele referirse a un fenómeno inherente a la vida de
cualquier ser vivo; significa el fin natural de un ciclo, un proceso que en
determinado momento se vuelve irreversible.
Para el ser humano la muerte suele ser un acontecimiento que sucede a la vida y
en un constante recordatorio de que la existencia terrena tiene caducidad, el
hombre lo ha buscado representar trasladándolo a la estética del arte.
Antecedentes del retrato post mortem en la plástica.
Durante mucho tiempo, el recuerdo del ser querido se limitó a sus objetos
personales, los rituales en su honor, la disposición de su sepultura y, en el caso de
que lo hubiere, la contemplación de su retrato. 2 Con el fin de rendir homenaje a los
muertos, se buscó la manera de representar a los difuntos generando una
iconografía importante en torno a la muerte.
La pintura, antes incluso que la fotografía, se convirtió en uno de los elementos
artísticos más habituales para realizar retrato post mortem. La idea de inmortalizar
a un difunto no surgió exactamente en el periodo romántico con el surgimiento de
1
Díaz Dulce Laura (2015). “Vida después de la muerte”
2
Rivas Fernández Ana González. (2010). “La estética de lo sublime y la amada moribunda:
cine y fotografía como expresión visual de un motivo Literario” Universidad Complutense de Madrid
la fotografía, existen representaciones simbolicas de defunciones producidas en
las civilizaciones antiguas.
Tal es el caso de los egipcios y sus representaciones mortuorias en dónde de
manera específica se hará mención del conjunto pictórico de la tumba de
Sennedjem , un funcionario de segundo nivel que trabajó para dos de los faraones
de la XIX Dinastía: Seti I y Ramsés II en Deir el-Medina 3 un poblado egipcio
fundado por el faraón Tutmosis I.
En esta imagen se puede apreciar claramente una representación del Dios Anubis
momificando el cadáver de Sennedjem.
Más tarde la práctica de elaborar un retrato post mortem fue habitual entre las
órdenes religiosas y el ambiente nobiliario durante la edad media perdiendo auge
en el periodo romántico después del surgimiento de la fotografía; estas
representaciones fueron conocidas como “Memento Mori” que significa “Recuerda
que Morirás”.
Esta frase surge de un lema dicho en la antigua Roma el cual hacía referencia a una frase dicha
por los siervos como consejo a los generales que llegaban victoriosos de batalla; el lema completo
era el siguiente:
“Memento mori
Respice post te
Que se traduciría en lo siguiente: “Recuerda que morirás, mira tras de ti, recuerda que eres un
hombre y no un Dios”; la finalidad de esta frase era eliminar en el héroe el sentido de superioridad,
recordándole su calidad de ser terrestre y mortal.4
3
Sanz Elena (2017) “Pinturas de ultratumba.” Muy Historia Recuperado desde :
https://www.muyhistoria.es/h-antigua/fotos/fotos-pinturas-ultratumba/fotos-tumba-sennedjem___1381
4
Leonor TAIANO C. (2008 – 2013) “Persistencia y desacralización del concepto del Memento Mori en la
cultura occidental” Universitetet i Tromsø, Noruega.
doctrina católica. Esta obra causó censura y polémica ya que Caravaggio utilizó el
cadáver de una prostituta para representar a la virgen.
En el caso de las órdenes religiosas se solía retratar a los miembros más
destacados en el momento de su muerte; en la imagen aparecían sobre el lecho
mortuorio o el ataúd vestidos con sus hábitos, a veces acompañados de una más
o menos extensa leyenda acerca de su vida; sostenían con sus manos un crucifijo
y en el caso de las monjas eran habituales las flores rodeando su cuerpo.
Los ejemplos de estos retratos van desde niños difuntos hasta monjes y monarcas
inmortalizados, estos datan aproximadamente desde comienzos del siglo XVI, fue
entrando el S XIX con el nacimiento de la fotografía que el retrato post mortem en
la plástica perdió popularidad.
6
Baeza, A. (2015, Julio 28). “Fotografía post mortem: la moda que se impuso en el siglo XIX.”
[Página Web]. La Tercera. Disponible en:
http://www.latercera.com/noticia/cultura/2015/07/1453-640543-9-fotografia-post-mortemla-moda-que-
se-impuso-en-el-siglo-xix.shtml [Consultado el 09 de septiembre del 2017]
En México varios fotógrafos se dedicaron al negocio mortuorio. Juan de Dios
Machain, fotógrafo jalisciense, tomó cientos de fotografías; Romualdo García,
fotógrafo de Guanajuato, se convirtió en un especialista.
La comercialización de la fotografía hizo que en los periódicos de la época se
publicaran anuncios de artistas que retrataban “cadáveres a domicilio” 7
Los artistas pintaron el tema de la Virgen y los angelitos. Pero es en México donde
se popularizó esta temática. Se mencionan artistas como Juan
Correa, José de Ibarra, Miguel Cabrera y Miguel Gerónimo Zendejas. La constante
en sus pinturas es la tranquilidad con que la virgen recibe su muerte
10 que constituye La Dormición. Los símbolos están presentes como la palma y la
corona. Cuando pintan a los niños muertos 10 hacen como si fueran adultos
empequeñecidos, con dignidad, reflejando su condición aristocrática. En
ocasiones los pintan vivos, de pie, con los ojos abiertos. Se sabe que están
muertos por la leyenda de su deceso, la rosa en la mano y la mirada sin brillo. A
veces no hay coherencia entre la edad real y aquella con la que 10 representan.
En ocasiones la imagen se reduce a 10 esencial, al rostro. Modernamente se ha
seguido esta tradición cultural con artistas como Frida Kahlo, Siqueiros, Ledesma,
OIga Costa y Reyes Ferreira.
En Colombia, artistas como Fernando Botero, quien plasmó en la pintura y en la
escultura a su hijo muerto, y Alfonso Quijano, Carlos Granada y Augusto
Rendón, entre otros, cuyo arte es testimonio de la muerte violenta de los niños
colombianos.
LA FOTOGRAFÍA DE LOS ANGELITOS
Antes de la invención de la fotografía era frecuente, entre las clases pudientes,
hacer el retrato del niño muerto. Después de 1839, con la llegada de la fotografía,
el retrato fue común y dio oportunidad a las clases pobres de tener el recuerdo
tangible del niño desaparecido, que quedará en la memoria hasta el reencuentro
final en la otra vida. En Colombia, la fotografía de difuntos, especialmente de
niños, es tradicional desde 1848. Se recuerdan los fotógrafos
Demetrio Paredes, en Bogotá, Melitón Rodríguez y Benjamín de la Calle, en
Medellin, éste último .un exponente inspirado y capaz de sacarle partido poé-
tico»13. Los fotógrafos pueblerino s eran quienes más trabajo funerario tenían con
los niños muertos.
7
Recuerdo a mi padre, maestro de escuela en una pequeña población del norte de
Antioquia, Colombia, quien a la vez con su pequeña cámara de fuelle, comprada a
un alemán que se aventuró por esos parajes durante la segunda guerra mundial,
se convirtió en el fotógrafo del pueblo y retrató a muchos niños muertos. Aún hubo
médicos, como el Dr. Justiniano Turizo, quien después de luchar para que el niño
no muriera lo fotografiaba una vez se convertía en ángel. Fue médico y fotógrafo
rural en los pueblos del oriente de Antioquia. En México son conocidas las de Juan
de Dios Machain a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
La fotografía, como parte del ritual, expresa la aspiración a la vida trascendente. El
.angelito» se convierte en modelo para los vivos y mediador en el cielo. .Tengo un
angelito en el cielo» se oye decir con frecuencia. De mis recuerdos de amanecer
en casas de pueblos son los insomnios causados por contemplar desde la cama
las fotografías en tamaño gigante de niños muertos colgados en la pared. Esa
imagen conservada con piedad y respeto es la constancia de la entrada de un
nuevo ángel al cielo. La fotografía es catarsis ante la pérdida del hijo. Fija la
memoria en el recuerdo, constate el ascenso al cielo y proporciona el consuelo
necesario para seguir en la vida. El niño muere pero la vida continúa. Las
fotografías muestran al niño con los atributos que lo distinguían, solos o
acompañados por los padres o los padrinos con la familia. No son fotografías
artísticas, solo excepciones. No tienen alardes técnicos. Sólo el aplomo y
solemnidad con que los acompañantes ven el objetivo de la cámara, la ternura con
que miran al pequeño y el lazo afectivo que los une. .Se establece un juego de
miradas que delata el pathos de estos hombres... esos retratos se constituyen en
verdaderas imágenes escatológicas pues su motivación principal no es
individualizar a los retratados sino captarlos en un gesto que retiene la tesitura
ante la muerte como un acto que renueva la vida.
Romualdo García – Juan de Dios Machain: “Fotógrafos de la muerte”
Conclusiones