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INTRODUCCIÓN
Este domingo Jesús nos sorprende con su palabra ardiente como el fuego. Dice San Ambrosio
acerca de este Evangelio: La misericordia del Señor es tan grande, que dice que lo obliga el deseo de
infundirnos la devoción y consumar nuestra perfección, como también de apresurar su pasión por
nosotros.
LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor intervino para salvar a su profeta. Por eso el salmo exalta la acción de Dios.
San Pablo nos invita a “correr resueltamente al combate” por el Reino de Dios.
Jesús nos dice que es necesario seguirle y trabajar por el Reino a pesar de las incomprensiones y
dificultades. Nos ponemos de pie y cantamos el Aleluya.
Por los cristianos perseguidos y martirizados en muchas partes del mundo, para que perseveren en
la fe. Oremos.
Por los que luchan por un mundo más justo, para que continúen esforzándose a pesar de las
pruebas. Oremos.
Por nuestra Patria, para que el Espíritu Santo ilumine los corazones de todos los que la formamos
y nos ayude a hacer el bien en nuestros espacios cotidianos. Oremos.
Por esta nueva sesión del Sínodo Diocesano, para que el Espíritu Santo ayude a los sinodales a
discernir los caminos de nuestra Iglesia Particular. Oremos.
Por todos nosotros, para que nuestra fe no retroceda ante los ataques y la incomprensión del
mundo moderno. Oremos.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Después de alimentarnos con la Palabra de Dios, preparamos la mesa de la Eucaristía. Junto al pan
y el vino presentamos al Señor nuestro esfuerzo por vivir una fe valiente y comprometida.
Lo hacemos cantando:
PREFACIO
El celebrante nos invita a elevar el corazón hacia Dios, en oración y acción de gracias. Alegres,
nos asociamos al himno de alabanza que dirige al Padre.
COMUNIÓN
Los seguidores de Cristo estamos llamados por Dios a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad; para alcanzarlas, necesitamos la fuerza que nos da Él mismo, presente en la
Eucaristía.
Vayamos a comulgar cantando:
DESPEDIDA