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Dinámica: Mi Actitud
El Catequista debe tener una muy positiva
actitud para realizar esta dinámica, en lo posible
sereno, tener paciencia y una sonrisa —ojala
contagiosa—.
1. El o los catequistas saludan y destacan algo
positivo del día, de la semana o alguna noticia de relevancia para los catequizandos —siempre
mostrando lo agradable de la situación—
2. Invitamos a los catequizandos a ponerse de pie detrás de cada silla, estas deben de estar en
forma circular, dejar todo en la silla «celular, cuadernos, biblia, esferos o lápices». Cualquier cosa
con la que puedan hacerse daño. Los catequizandos deben poderse mover sin dificultad.
3. Cada catequizando debe observar y retener al catequista que tiene enfrente «porque durante la
dinámica este será su pareja»
4. Cuando el catequista haga sonar el silbato, o diga la palabra Jesús o de cualquier otra indicación,
todos los catequizandos, al mismo tiempo, deben cambiar de lugar con el que esta al frente «el
catequista debe recordar siempre que los catequizandos deben de quedar uno al frente del otro,
siempre la misma pareja»
5. El catequista dará varias acciones diferentes, las cuales los catequizandos deben realizar,
siempre de un lado al otro del círculo, quedando frente a frente con la pareja.
Debemos realizar otros movimientos, por ejemplo: hacer como micos, bailando, Cantando el
himno nacional o una canción conocida, saltando en un pie, mirando al piso, aplaudiendo y
silbando, etc… cualquier otra acción que puedan realizar, siempre debe realizarse por dentro del
círculo de sillas y de un extremo al otro. Si el catequista quiere, después de cada actividad ordena
que el circulo gire un puesto a la derecha o dos puesto a la izquierda, la intención es generar que
los chicos no se acostumbren al trayecto.
Al finalizar las diferentes acciones o movimientos que el catequista crea convenientes, debemos
invitarlos a darse un abrazo con los compañeros y pedir perdón si durante el desarrollo de la
actividad la lastimo o de pronto fueron bruscos. Violentos o se sintieron agredidos.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo se sintieron?
2. En que parte de la dinámica te divertiste más, te causo más gracia
3. ¿Qué pudiste descubrir durante el desarrollo de la dinámica?
4. ¿En que parte de la dinámica no te sentiste bien?
Desarrollo de la catequesis
Debemos recordar que Dios, después de la caída del hombre en el pecado, no lo abandona a su
suerte, por el contrario permanece pendiente de su máxima creación —podemos hacer un recuento
rápido de la catequesis anterior—.
«Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4, 4). Se cumple
así la promesa de un Salvador que Dios hizo a Adán y Eva al ser expulsados del Paraíso: «Pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje; él te pisará la cabeza mientras acechas tu
su calcañar» (Gn 3, 15). Este versículo del Génesis se conoce con el nombre de protoevangelio,
porque constituye el primer anuncio de la buena nueva de la salvación. Tradicionalmente se ha
interpretado que la mujer de que se habla es tanto Eva, en sentido directo, como María, en sentido
pleno; y que el linaje de la mujer se refiere tanto a la humanidad como a Cristo.
Desde entonces hasta el momento en que «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,
14), Dios fue preparando a la humanidad para que pudiera acoger fructuosamente a su Hijo
Unigénito. Dios escogió para sí al pueblo israelita, estableció con él una Alianza y lo formó
progresivamente, interviniendo en su historia, manifestándole sus designios a través de los
patriarcas y profetas y santificándolo para sí. Y todo esto, como preparación y figura de aquella nueva
y perfecta Alianza que había de concluirse en Cristo y de aquella plena y definitiva revelación que
debía ser efectuada por el mismo Verbo encarnado. Aunque Dios preparó la venida del Salvador
sobre todo mediante la elección del pueblo de Israel, esto no significa que abandonase a los demás
pueblos, a “los gentiles”, pues nunca dejó de dar testimonio de sí mismo (cfr. Hch 14, 16-17). La
Providencia divina hizo que los gentiles tuvieran una conciencia más o menos explícita de la
necesidad de la salvación, y hasta en los últimos rincones de la tierra se conservaba el deseo de ser
redimidos.
¿Quién es Jesús?
Hace ya casi 2000 años un carpintero sencillo sembró una gran inquietud religiosa en toda la
región de Palestina con sus palabras y con una vida llena de amor. "¿Quién es éste?" se
preguntaban unos a otros, se olvidaban de sus campos y de la pesca y lo seguían. Pero las
autoridades del país, unidas a la fuerza de los ocupantes romanos, lo clavaron en la cruz como un
criminal común.
Sin embargo, no terminó ahí la cosa. Los discípulos empezaron a decir que estaba vivo y en medio
de ellos. Que era el centro de la historia. Miles y miles le siguen hasta hoy y afirman que Él sigue
vivo, y hasta dan su vida por Él. Tampoco nosotros podemos eludir una clara posición frente a Él,
en favor o en contra. No podemos esquivar -sin hacernos culpables por indiferencia- la pregunta
decisiva: «¿Quién es ese Jesucristo, el que se mete en todo... y exige siempre de nuevo ser el
primero en nuestra vida?»
Sufre
Mientras los discípulos no querían saber del dolor, lo ignoraron, fueron disuasivos a la natural repulsa
de asumir la cruz, que proviene de la limitación humana, hoy se agrega un rechazo total a toda
insatisfacción. Para nosotros, la actual cultura consumista y hedonista (buscando el placer ante
todo), todo dolor, por más leve que sea, es algo negativo. Una especie de luz roja que indicaría que
algo estaría andando mal, y que habría que apagar el motor y no seguir adelante. "Si duele, no
sirve." El hombre siempre a rehuido el dolor.