Por mí, Señor, inclinas me está el deber clamando, el cuello aJa sentencia; tan generoso cuando qué a tanto la clemencia delante va el Señor. pudo llegar de Dios. Voy a seguir constante, Oye ei pregón, oh Madre, las huellas de mi Dueño; llevado por el viento, manténgame el empeño, y al doloroso acento Señora, tu favor. ven del Amado en pos. VI. II. Tu imagen, Padre mío, Esconde, justo Padre, ensangrentada y viva la espada de tu ira, mi corazón reciba, y al monte, humilde mira sellado con la fe. subir el dulce Bien. Oh Reina, de tu mano Y tú, Señora, gime imprímela en mi alma, cual tórtola inocente; y a la gloriosa palma, que tu gemir clemente contigo subiré. le amansará también. VII. III. Yace el divino Dueño Oh pecador ingrato, segunda vez postrado; ves a tu Dios caído, deteste yo el pecado, ven a llorar, herido deshecho en contrición. de contrición aquí. Oh Virgen, pide amante, Levántame a tus brazos, que borre tanta ofensa; Oh bondadoso Padre, misericordia inmensa Ve de la tierra Madre, pródiga de perdón. llanto correr por mí. VIII. IV. Matronas doloridas, Cercadla, Serafines, que al justo lamentáis, no acabe en desaliento, ¿Por qué si os lastimáis, no muera en el tormento, la causa no llorar? la Rosa virginal. Y pues la cruz le dimos Oh acero riguroso, todos los delincuentes, deja su pecho amante, broten los ojos fuentes vuélvete a mí cortante, de angustia y de pesar. que soy el criminal. IX. V. Al suelo derribado, tercera vez el Fuerte, la víctima sangrienta nos alza de la muerte viene a tus brazos ya. a la inmortal salud. Con su preciosa sangre Mortales ¿qué otro exceso juntas materno llanto; pedimos de clemencia? ¿Quién, Madre, tu quebranto No más indiferencia, sin lágrimas verá? no más ingratitud. XIV. X. Al Rey de las Virtudes, Tu bañas, Rey de gloria, pesada losa encierra, los cielos en dulzura; pero feliz la tierra, ¿Quién te afligió, Hermosura, ya canta salvación. dándote amarga hiel? Sufre un momento, Madre, Retorno a tal fineza la ausencia del amado; la gratitud pedía; presto de ti abrazado, cese ya, Madre mía tendrasle al corazón. de ser mi pecho infiel. XI. El manantial divino de sangre está corriendo, ven, pecador gimiendo, ven a lavarte aquí. Misericordia imploro, al pie del leño santo; Virgen, mi ruego y llanto, acepte Dios por ti. XII. Muere la Vida nuestra pendiente del madero, ¿Y yo cómo no muero de amor o de dolor? Ay, casi no respira la triste Madre yerta; del cielo abrir la puerta bien puedes ya, Señor. XIII. Dispón, Señora, el pecho para mayor tormenta: