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Aportes feministas Nuestro americanos desde y para las Relaciones Internacionales

Dra. Gabriela Bard Wigdor


Mgter. Maximiliano König
1. Introducción
El presente capítulo desarrolla los debates contemporáneos acerca de las principales perspectivas
feministas de Nuestra América1 para los Estudios y Relaciones Internacionales (RRII), las cuales tomaron
relevancia a fines del siglo XX y durante el siglo XXI. Al respecto, construir genealogías sobre los feminismos
de Nuestra América es complejo ya que son múltiples y no siempre comparten la misma lecturas sobre sus
procesos y sujetos/as involucrados/as. Por tanto, configurar una aproximación a este enfoque, precisa tomar
posición sobre cuáles voces vamos a recuperar, cuáles lecturas visibilizar y qué problemáticas desarrollar,
especialmente aquellas que suelen ser negadas, invisibilizadas y desconocidas en las RRII.
Por ello, es importante resaltar que los feminismos de Nuestra América surgen en primer lugar como
efectos de los activismos feministas en calle, que luego se introducen a través de los estudios de género en
las academias globales y que en el caso de nuestra región, fue debido a los aportes de los saberes de los
movimientos de mujeres afrodescendientes y de las mujeres negras, de los colectivos indigenistas, de las
lesbianas y autonomistas, de las mujeres de sectores populares que se no encontraban representadas en un
pensamiento feminista occidentalizado y hegemónico a fines del siglo XX2. Por tanto, el ejercicio de nombrar
esta diversidad de expresiones que constituyen los feminismos de Nuestra América, exige posicionamientos
epistémicos-políticos-teóricos personales, que aporten a rastrear una de las formas en que se ha
configurado hasta la actualidad el feminismo de la región, siendo el pensamiento descolonial, comunitario,
indigenista y popular, una trama relevante desde nuestra perspectiva situada en Argentina. A dichos fines,
las categorías que nos resultan necesarias de nombrar son las matrices de opresión o la interseccionalidad,
el colonialismo, el racismo y epistemicidios como aquellos procesos de aniquilamiento de idiomas y saberes,
formas de vida, cultura y territorios de nuestros pueblos. Además, los extractivismos de los recursos
naturales, sociales y de conocimiento desde los países centrales hacia nuestros pueblos por vía de sistemas
e instituciones democráticas coloniales.
En razón de los temas que ocupan a los enfoques feministas de la región, estos siguen siendo
marginales en las RRII, más si recuperamos junto a Tickner (2017), que es recién en la década de los 90
cuando es posible distinguir el cuestionamiento generalizado a la lógica occidentalista de la disciplina y una
apuesta porque las teorías no eurocéntricas sean válidas para mirar el mundo más allá de los contextos
nacionales o regionales. Los enfoques de género que se muestran hoy en las RRII, tienen relación con
aquellos que incorporan las agendas impuestas por organismos y tratados internacionales sobre derechos de
las mujeres (Bard Wigdor y König, 2019). Sin embargo, en el siglo XXI, los aportes feministas de Nuestra
América comienzan a cobrar relevancia por las enormes crisis globales y la escasa respuesta de los Estados
nación ante las desigualdades endémicas al sistema capitalista globalizado. Por ello, a continuación,
expondremos los principales aportes de los feminismos de Nuestra América, sus referentes y figuras
principales, un breve recorrido de su genealogía, así como las limitaciones para la expansión y
reconocimiento del mismo dentro de las RRII.

2.Nociones fundamentales que componen los feminismos de Nuestra América y figuras principales

1
Hablamos de “Nuestra América” tomando la definición de José Martí (Intelectual y poeta cubano) para confrotar con los
términos “Latinoamérica” y “América Latina”, cuyas génesis responden a una visión eurocéntrica que excluye las
denominaciones que los propios pueblos ya hacían de este territorio, desconociendo una gran cantidad de idiomas y
pertenencias étnicas, entre ellas, las de los pueblos originarios y afroamericanos (ABYA YALA), así como las formas
diversas de identificación regional que aún desconocemos.
2
En ese sentido, atendiendo al área de las RRII, es importante resaltar que la apertura para el ingreso de los enfoques
feministas fue culminada la Guerra Fría, momento en que ingresan nuevos interrogantes y preocupaciones en las RRII,
especialmente en torno a los Derechos Humanos, los derechos de las mujeres, los conflictos medioambientales y la
relación entre lo nacional-internacional (Tickner, 2017). Empero, si bien los estudios de género emergen durante este
periodo cuestionando el androcentrismo en la creación del sistema internacional y los Estados nación, en la propia teoría
de las RRII no fueron escuchados como enfoques legítimos porque se concentraban en dos grandes preocupaciones: la
seguridad nacional y la cooperación económica entre países.

1
Los feminismos de Nuestra América en las RRII señalan la necesidad de atender a las relaciones entre
lo local y lo internacional en su entramado colonial constitutivo; así como aborda el valor de otras
epistemologías, ontológicas, éticas y estéticas para pensar dicho vínculo y realizar aportes más allá de las
teorías legitimadas por la academia nor-eurocéntrica. Incluso, esta corriente debate con los propios
feminismos que han logrado ingresar con mayor legitimidad dentro de las RRII, ya que señalan que aportes
centrales de los estudios de género como puede ser la categoría de patriarcado, 3 deben ser complejizada con
las realidades de cada país o contexto en el que se analice y vinculadas a matrices de opresión como la raza
y la clase social; la discapacidad y la orientación sexual o la generación.
Para llegar a estos señalamientos, el feminismo de nuestra región se vio interpelado por los aportes de
los estudios descoloniales, los cuales efectúan una relectura de la historia de la región y de la universal,
situando la conquista de nuestros territorios de 1492 como el origen del desarrollo capitalista global. Así, se
cuestionó que la narrativa sobre la conquista haya sido formulada por los conquistadores y no desde la
experiencia de las/los colonizadas/os. Por eso, estos enfoques proponen dar cuenta de las memorias orales
de nuestros pueblos originarios, mapear las violencias y genocidios que acontecieron para instaurar los
Estados nación en Nuestra América, especialmente atendiendo al cuerpo de las mujeres y de las disidencias
sexo-genéricas, ya que ello explica nuestros actuales sistemas de relaciones y gobiernos. Al respecto, los
feminismos descoloiales de la región hablan de que la conquista fue el primer genocidio de la historia
cometido en Nuestra América (Abya Yala para nuestros pueblos oiginarios) y que este continúa hasta
nuestros días a través de procesos como la colonialidad del ser, del saber, del poder y del género en las
relaciones internacionales y al interior de nuestra países con diferentes expresiones de violencias y
desigualdades cotidianas.
En consecuencia, con el genocidio de la conquista y la continuación de la colonización vía los
procesos de colonialidad, las subjetividades globales que determinan quiénes son seres humanos/as y
quienes son cuerpos que no importan siguen reproduciendo la lógica racial, clasista y patriarcal de la
conquista, implicando desigualades regionales en el acceso a derechos y a la reproducción de la vida misma
(pensemos en las migraciones forzosas). Parte de este conflicto es ontológico y tiene que ver con la definición
de quién “merece” ser considerado humano/a y quien no, lo que implica para los feminismos de Nuestra
América abordar estrategias de descolonización que aportan otras ontologías pluridiversas en sus modos de
existir, incluyendo a otros seres vivientes como los animales, las plantas y el cuidado de la tierra en general.
De estas filosofías surgen movimientos como el zapatismo, conceptos como el buen vivir andino, las
sanadoras ancestrales de Guatemala que toman filosofía de tradición maya; los feminismos comunitarios y los
populares, entre otros.

2.1. Figuras/referentes que constituyen el enfoque feminista de Nuestra América


Los feminismos de Nuestra América se articulan tras una crítica radical al Nor-eurocentrismo de las
RRII y del propio feminismo a su interior, en especial a causa de cómo conciben a las mujeres y disidencias
sexo-genéricas de nuestra región, así como por la manera universal de pensar el patriarcado y los problemas
que de este se derivan y las alternativas para abordarlos por fuera del paradigma capitalista desarrollista y
occidental. Por eso, a lo largo del tiempo y con los cruces entre activismos, desarrollos teóricos, encuentros
internacionales, entre otras acciones, los feminismos de la región se solaparon con los feminismos
descoloniales (que abarcan también estudios africanos, hindúes y asiáticos) para resistir la occidentalización
de sus agendas y crear alternativas epistémicas, políticas y teóricas.
Entre las principales figuras actuales en el campo académico y activista de Nuestra América,
encontramos en Argentina a María Lugones, Karina Bidaseka, Claudia Korol, Diana Maffia, Rita Segato, Moira
Millán y desde las teorías travestis a Lohana Berkins, Susy Shock y Marlene Wayar (entre otras). En Bolivia
encontramos a Silvia Rivera cusicanqui, Maria Galindo, Adriana Guzmán; en México a Sayak Valencia,
Francesca Gargallo, Norma Graf, Karina Ochoa. También son referentes relevantes la dominicana Yuderkys
Espinosay y las colombianas Ochy Curiel y Mara Viveros Vigoya; las guatemaltecas Lorena Cabnal, Gladys
Tzul Tzul y Aura Cumes. Este listado es escueto y quedan numerosos nombres que componen la teoría
feminista de Nuestra América que debate en el campo de la filosofía, las ciencias políticas, las RRII y la socio-
antropología, pero que escapan a las posibilidades de este breve texto.

3
Esta categoría nombra la subalternidad histórica de las mujeres y cuerpos sexo-disientes en relación a la masculinidad
hegemónica y a quienes la encarnan: varones blancos, heterosexuales, de clase media-alta y potentes.
2
Respecto a los aportes centrales de todas estas figuras, a pesar de la enorme diversidad de
posiciones, todas otorgan al género un poder explicativo sobre los procesos racistas, clasistas y capacitistas
que ocurren en el mundo. A su vez, estos se interseccionan para configurar procesos estructurales de
exclusión y dominación de poblaciones enteras. En efecto, Lugones (2008), propone efectuar una relectura de
la modernidad capitalista y de la imposición colonial que fueron las relaciones de género en nuestros
contextos, para dar cuenta de que estas matrices de opresión afectan sobre todo a las mujeres negras,
indígenas, campesinas y de sectores populares en su acceso a un bien vivir. Ana Cumes señala junto con
Yuderkys Espinosa, que dentro de los feminismos hegemónicos este aspecto se descuida porque se
considera a Europa como inicio de la historia y se niegan los saberes y modos de vidas de los pueblos de la
región, a quienes se animaliza y considera inferiores.
En ese sentido, los feminismos de Nuestra América sitúan sus análisis internacionales en sus
dimensiones geo-corpo-políticas y en clave interseccional, tanto en su nivel estructural, como en los vínculos
micropolíticos de la vida cotidiana. Para dar cuenta de estos análisis, seleccionamos algunas categorías
claves que son necesarias para complejizar al estudio de las RRII como son “conocimiento geo-corpo-situado”
(Bidaseca y Sierra, 2022, Bard Wigdor y Artazo, 2017); “cuerpo-territorio-tierra” (Lorena Cabnal, 2017;
Guzman Adriana); “Bien vivir” (Quijano, 2014; Segato, 2013) y “sostenibilidad de la vida” (García y
Urretabizkaia Gil, 2021), conceptos-herramientas claves para la descolonización, despatriarcalización y
desmercantilización de la vida que proponen los feminismos de Nuestra América (Galindo, 2022).
Finalmente, las categorías propuestas dan cuenta de nuestras sociedades violentogénicas debido a la
conquista (Segato, 2013) y del uso de la ocupación del cuerpos de las mujeres como estrategia de guerra.
Además, evidencian los procesos de despojo del territorio que viven los pueblos urbanos, originarios y
campesinos de Nuestra América en manos de las trasnacionales. En efecto, son categoría que evidencian
cómo los conflictos territoriales se vinculan con el cuerpo de las mujeres y las disidencias sexo-genéricas,
porque es donde los esquemas trasnacionales sujetan y reproducen su poder. Asimismo, los feminismos de
Nuestra América demandan que analicemos desde las RRII, el vínculo entre el neoliberalismo y las formas
globales de la masculinidad colonial que encarnan los hombres blancos y/o mestizos, burgueses y
heterosexuales que gobiernan las estructuras de poder. Son ellos como sector quienes gobiernan las
epistemes hegemónicas dentro de la academia, organizan las políticas internacionales; ocupan, explotan,
aniquilan y dominan las tierras, cuerpos y territorios de los sures globales en alianza con la corporación
eclesiásticas, estatal, académica, empresarial y de los medios de comunicación hegemónicos (Segato, 2013;
Sayak Valencia, 2021).

3.Breve evolución histórica y subtendencias


El pensamiento latinoamericano descolonial tiene como antecedente lo que acontece durante la
guerra fría en 1953, cuando se produce a nivel internacional lo que se llamó el “Movimiento de los no
alineados”, a raíz de la Conferencia de Bandung, Indonesia, donde participaron países africanos y
asiáticos de reciente independencia. En Nuestra América, en las décadas de 1960 y 1970, emergen
aportes teóricos que son antecedentes fundamentales de los feminismos de Nuestra América descolonial
como son la teoría de la dependencia, la teoría de la liberación, la pedagogía del oprimido y la filosofía de la
liberación, las cuales denunciaban la condición de dependencia económica y cultural de los países periféricos
a los centrales y recuperaban los saberes de nuestros pueblos como experiencias y saberes necesarios para
la liberación. En un proceso de acumulación y debate entre autores y corrientes de estas teorías (Paulo Freire,
CEPAL, marxismos autóctonos como Mariátegui) a fines del siglo XX, el cuestionamiento al eurocentrismo,
el racismo y el epistemicidio propio de la modernidad capitalista impuesta en Nuestra América y llamada
colonialidad del ser y del poder, se produce el llamado giro decolonial en la academia que incorpora todo el
bagaje del saber crítico latinoamericano siendo sus referentes autores como Quijano, Dussel, Mignolo,
Sylvia Wynters, Lander, Catherine Walsh, Nelson Maldonado Torres, entre otros/as. A la colonialidad del saber
y del poder, la argentina María Lugones incorpora la colonialidad del género, como parte de su formación
feminista afroamericana.
Igualmente, a nivel regional y ya durante la década del 70, los feminismos de Nuestra América
denunciaban la violencia del terrorismo de estado a nivel internacional y enfatizaban en los crímenes de
guerra y dictatoriales como violencias que se ejercen sobre todo por medios sexuales y a través de la
colonización del cuerpo-territorio-tierra de las mujeres, aunque poco se conoce debido a la primacía de una
historia masculinista. Asimismo, debido a la influencia de los procesos de descolonización (entre las décadas

3
de los 40 a los 70), los feminismos de la región incorporan la demanda de la descolonización de los territorios
académicos, sociales, culturales, económicos y políticos del siglo XX. Empero, estos debates afectaron
escasamente a las RRII como campo disciplinar, incluso cuando en dicha época se encontraban atravesadas
por debates ontológicos y epistemológicos introducidos por las escuelas críticas como las marxistas. En
efecto, desde sus orígenes, las RRII mostraron una hegemonía androcéntrica y euro-norcéntrica para abordar
los problemas de la disciplina, lo que se expresa en una lógica masculina y etnocéntrica de análisis sobre los
procesos políticos en otros contextos.
Por otro lado, los feminismos de Nuestra América son también herederos de feminismos
autonomistas de Nuestra región a partir de la década de los 80 y 90 (julieta Kirkwood, Margarita Pisano,
ambas chilenas), cuando se comienza a insistir en visibilizar las matrices de opresión como la clase, la raza,
etnia, sexualidad, la procedencia geográfica y el género en las relaciones y estructuras sociales. Para lo cual,
se critica el eurocentrismo de las categorías centrales del pensamiento social y político de occidente,
direccionando su mirada a las RRIII. Recordemos que los feminismos reconocidos en la época en que se
comienza a debatir la colonialidad y dirigen sus críticas a los feminismos relacionados con los partidos
políticos, las ONGs y organismos internacionales como ONU.
Con el correr de las décadas, los feminismos de la región se vuelven aún más críticos con los
estudios de género que son asimilados por parte del mainstream de las RRII, ya que se consideran que sus
agendas se preocupan principalmente del análisis de las mujeres cisgénero, en tanto problemas “de la mujer”
en singular y quedan excluidas por la misma matriz del pensamiento euro-norcentrico y patriarcal, los
intereses, necesidades, demandas y conocimientos de las mujeres y sexo-disidencias de los Sures Globales.4
Por ello, los estudios de género que se consultan provienen de contextos europeos, especialmente ingleses,
norteamericanos e incipientemente de países nórdicos y sostienen el estereotipo de mujer productora de
conocimiento en las RRII que es la que vivió procesos de blanquimiento 5, que pertenece a sectores burgueses
y/o ilustrados, occidentalizados y heterormativos, abordando principalmente temas como participación política
en procesos formales, maternidad, salud sexual y reproductiva; empleo, entre otros. Debido a lo cual, la
agenda de los feminismos que debiera ser diversa, conflictiva y situada a cada contexto, tiende a ser
procesada por la RRII como homogénea, armónica y globalizable sin mediaciones. Por eso, los estudios de
género en las RRII abordan temas como mujeres y desarrollo, seguridad y paz en contextos capitalistas que
no son cuestionados. En consecuencia, los feminismos de Nuestra América, que se piensan en clave
descolonial y de resistencia al colonialismo euro-norcéntrico, son escasamente conocidos, analizados,
promovidos o financiados en las RRII.

4. Reflexiones finales
Las RRII han incorporado la perspectiva de género a partir de una lectura afín a los organismos de
cooperación internacional, impactando sobre los problemas que se tratan y sobre quienes son interlocutoras
válidas para pensar estas problemáticas. Por tanto, en relación a los feminismos de Nuestra América en las
RRII, nos encontramos con al menos tres movimientos de subalternización. El primero, responde a que los
enfoques situados en Nuestra América cuentan con escasa legitimidad en las RRII, donde se reconocen
principalmente estudios de género producidos desde lecturas euro-norcentricas, incluso desde escuelas críticas
como el marxismo. En segundo lugar, los feminismos en general, ingresan con dificultades y continúan siendo
un enfoque poco visitado en la agenda de las RRII, aceptados principalmente cuando se abocan a analizar el
número de mujeres que ocupan lugares de poder; tematizan el papel de ellas en relación al empleo, las cupos
de género en el estado, los techos de cristal, etc. Lo que aparece como una estrategia de hacer asimilables a
las mujeres en las instituciones capitalistas. Finalmente, se combinan la invisibilización del pensamiento
contrahegemónico de Nuestra América al interior de las RRII, con el rechazo del carácter científico de los
aportes de los feminismos no academicistas, lo cual hace aún más complejo que se aborden los aportes
conceptuales de los feminismos descoloniales y Nuestroamericanos en y desde las RRII.

4
El “sur global” denomina un conjunto de regiones y países que han sido sometidos a la sujeción imperialista y a un
conjunto de epistemologías que pretenden emerger por oposición a esa historia de colonialidad del saber, del poder y del
género.
5
Mara Vivero Vigoya (2016) llama blanquiamiento a la imposición estructural y también a “la búsqueda de escapar de lo
“negro” para asegurarse una mejor forma de existencia social en una sociedad donde lo “blanco” es sinónimo de
progreso, civilización y belleza” (Pág.18).
4
En consecuencia, consideramos clave que las RRII sitúen sus producciones desde los cuerpos-territorios-
tierra en que se las piensa/ejerce, contemplando la incidencia de las relaciones sexo/génericas, pero también
las de clase, raza y a nivel estructural, tanto como micropolítico y en la vida cotidiana, porque estos son
escenarios fundamentales de la conformación de las actuales estructuras globales de poder. Además, para dar
espacio a los feminismo de Nuestra América, es necesario recuperar otras formas de producción de
conocimiento y estrategias de comunicación diversas, donde el ensayo es un dispositivo central, al mismo
tiempo que la intervención política/discursiva, el arte, las tradiciones orales, entre otras. Estas formas de
producir conocimiento necesitan ser incorporadas en los análisis internacionales porque la apuesta es dejar de
representar y ser voceras/os de quienes se consideran objetos de las RRRI, para generar traducciones que
atraviesen fronteras e internacionalicen debates sin dejar de (re) situarlos geo-corpo-políticamente.

Bibliografía
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