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2.Nociones fundamentales que componen los feminismos de Nuestra América y figuras principales
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Hablamos de “Nuestra América” tomando la definición de José Martí (Intelectual y poeta cubano) para confrotar con los
términos “Latinoamérica” y “América Latina”, cuyas génesis responden a una visión eurocéntrica que excluye las
denominaciones que los propios pueblos ya hacían de este territorio, desconociendo una gran cantidad de idiomas y
pertenencias étnicas, entre ellas, las de los pueblos originarios y afroamericanos (ABYA YALA), así como las formas
diversas de identificación regional que aún desconocemos.
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En ese sentido, atendiendo al área de las RRII, es importante resaltar que la apertura para el ingreso de los enfoques
feministas fue culminada la Guerra Fría, momento en que ingresan nuevos interrogantes y preocupaciones en las RRII,
especialmente en torno a los Derechos Humanos, los derechos de las mujeres, los conflictos medioambientales y la
relación entre lo nacional-internacional (Tickner, 2017). Empero, si bien los estudios de género emergen durante este
periodo cuestionando el androcentrismo en la creación del sistema internacional y los Estados nación, en la propia teoría
de las RRII no fueron escuchados como enfoques legítimos porque se concentraban en dos grandes preocupaciones: la
seguridad nacional y la cooperación económica entre países.
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Los feminismos de Nuestra América en las RRII señalan la necesidad de atender a las relaciones entre
lo local y lo internacional en su entramado colonial constitutivo; así como aborda el valor de otras
epistemologías, ontológicas, éticas y estéticas para pensar dicho vínculo y realizar aportes más allá de las
teorías legitimadas por la academia nor-eurocéntrica. Incluso, esta corriente debate con los propios
feminismos que han logrado ingresar con mayor legitimidad dentro de las RRII, ya que señalan que aportes
centrales de los estudios de género como puede ser la categoría de patriarcado, 3 deben ser complejizada con
las realidades de cada país o contexto en el que se analice y vinculadas a matrices de opresión como la raza
y la clase social; la discapacidad y la orientación sexual o la generación.
Para llegar a estos señalamientos, el feminismo de nuestra región se vio interpelado por los aportes de
los estudios descoloniales, los cuales efectúan una relectura de la historia de la región y de la universal,
situando la conquista de nuestros territorios de 1492 como el origen del desarrollo capitalista global. Así, se
cuestionó que la narrativa sobre la conquista haya sido formulada por los conquistadores y no desde la
experiencia de las/los colonizadas/os. Por eso, estos enfoques proponen dar cuenta de las memorias orales
de nuestros pueblos originarios, mapear las violencias y genocidios que acontecieron para instaurar los
Estados nación en Nuestra América, especialmente atendiendo al cuerpo de las mujeres y de las disidencias
sexo-genéricas, ya que ello explica nuestros actuales sistemas de relaciones y gobiernos. Al respecto, los
feminismos descoloiales de la región hablan de que la conquista fue el primer genocidio de la historia
cometido en Nuestra América (Abya Yala para nuestros pueblos oiginarios) y que este continúa hasta
nuestros días a través de procesos como la colonialidad del ser, del saber, del poder y del género en las
relaciones internacionales y al interior de nuestra países con diferentes expresiones de violencias y
desigualdades cotidianas.
En consecuencia, con el genocidio de la conquista y la continuación de la colonización vía los
procesos de colonialidad, las subjetividades globales que determinan quiénes son seres humanos/as y
quienes son cuerpos que no importan siguen reproduciendo la lógica racial, clasista y patriarcal de la
conquista, implicando desigualades regionales en el acceso a derechos y a la reproducción de la vida misma
(pensemos en las migraciones forzosas). Parte de este conflicto es ontológico y tiene que ver con la definición
de quién “merece” ser considerado humano/a y quien no, lo que implica para los feminismos de Nuestra
América abordar estrategias de descolonización que aportan otras ontologías pluridiversas en sus modos de
existir, incluyendo a otros seres vivientes como los animales, las plantas y el cuidado de la tierra en general.
De estas filosofías surgen movimientos como el zapatismo, conceptos como el buen vivir andino, las
sanadoras ancestrales de Guatemala que toman filosofía de tradición maya; los feminismos comunitarios y los
populares, entre otros.
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Esta categoría nombra la subalternidad histórica de las mujeres y cuerpos sexo-disientes en relación a la masculinidad
hegemónica y a quienes la encarnan: varones blancos, heterosexuales, de clase media-alta y potentes.
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Respecto a los aportes centrales de todas estas figuras, a pesar de la enorme diversidad de
posiciones, todas otorgan al género un poder explicativo sobre los procesos racistas, clasistas y capacitistas
que ocurren en el mundo. A su vez, estos se interseccionan para configurar procesos estructurales de
exclusión y dominación de poblaciones enteras. En efecto, Lugones (2008), propone efectuar una relectura de
la modernidad capitalista y de la imposición colonial que fueron las relaciones de género en nuestros
contextos, para dar cuenta de que estas matrices de opresión afectan sobre todo a las mujeres negras,
indígenas, campesinas y de sectores populares en su acceso a un bien vivir. Ana Cumes señala junto con
Yuderkys Espinosa, que dentro de los feminismos hegemónicos este aspecto se descuida porque se
considera a Europa como inicio de la historia y se niegan los saberes y modos de vidas de los pueblos de la
región, a quienes se animaliza y considera inferiores.
En ese sentido, los feminismos de Nuestra América sitúan sus análisis internacionales en sus
dimensiones geo-corpo-políticas y en clave interseccional, tanto en su nivel estructural, como en los vínculos
micropolíticos de la vida cotidiana. Para dar cuenta de estos análisis, seleccionamos algunas categorías
claves que son necesarias para complejizar al estudio de las RRII como son “conocimiento geo-corpo-situado”
(Bidaseca y Sierra, 2022, Bard Wigdor y Artazo, 2017); “cuerpo-territorio-tierra” (Lorena Cabnal, 2017;
Guzman Adriana); “Bien vivir” (Quijano, 2014; Segato, 2013) y “sostenibilidad de la vida” (García y
Urretabizkaia Gil, 2021), conceptos-herramientas claves para la descolonización, despatriarcalización y
desmercantilización de la vida que proponen los feminismos de Nuestra América (Galindo, 2022).
Finalmente, las categorías propuestas dan cuenta de nuestras sociedades violentogénicas debido a la
conquista (Segato, 2013) y del uso de la ocupación del cuerpos de las mujeres como estrategia de guerra.
Además, evidencian los procesos de despojo del territorio que viven los pueblos urbanos, originarios y
campesinos de Nuestra América en manos de las trasnacionales. En efecto, son categoría que evidencian
cómo los conflictos territoriales se vinculan con el cuerpo de las mujeres y las disidencias sexo-genéricas,
porque es donde los esquemas trasnacionales sujetan y reproducen su poder. Asimismo, los feminismos de
Nuestra América demandan que analicemos desde las RRII, el vínculo entre el neoliberalismo y las formas
globales de la masculinidad colonial que encarnan los hombres blancos y/o mestizos, burgueses y
heterosexuales que gobiernan las estructuras de poder. Son ellos como sector quienes gobiernan las
epistemes hegemónicas dentro de la academia, organizan las políticas internacionales; ocupan, explotan,
aniquilan y dominan las tierras, cuerpos y territorios de los sures globales en alianza con la corporación
eclesiásticas, estatal, académica, empresarial y de los medios de comunicación hegemónicos (Segato, 2013;
Sayak Valencia, 2021).
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de los 40 a los 70), los feminismos de la región incorporan la demanda de la descolonización de los territorios
académicos, sociales, culturales, económicos y políticos del siglo XX. Empero, estos debates afectaron
escasamente a las RRII como campo disciplinar, incluso cuando en dicha época se encontraban atravesadas
por debates ontológicos y epistemológicos introducidos por las escuelas críticas como las marxistas. En
efecto, desde sus orígenes, las RRII mostraron una hegemonía androcéntrica y euro-norcéntrica para abordar
los problemas de la disciplina, lo que se expresa en una lógica masculina y etnocéntrica de análisis sobre los
procesos políticos en otros contextos.
Por otro lado, los feminismos de Nuestra América son también herederos de feminismos
autonomistas de Nuestra región a partir de la década de los 80 y 90 (julieta Kirkwood, Margarita Pisano,
ambas chilenas), cuando se comienza a insistir en visibilizar las matrices de opresión como la clase, la raza,
etnia, sexualidad, la procedencia geográfica y el género en las relaciones y estructuras sociales. Para lo cual,
se critica el eurocentrismo de las categorías centrales del pensamiento social y político de occidente,
direccionando su mirada a las RRIII. Recordemos que los feminismos reconocidos en la época en que se
comienza a debatir la colonialidad y dirigen sus críticas a los feminismos relacionados con los partidos
políticos, las ONGs y organismos internacionales como ONU.
Con el correr de las décadas, los feminismos de la región se vuelven aún más críticos con los
estudios de género que son asimilados por parte del mainstream de las RRII, ya que se consideran que sus
agendas se preocupan principalmente del análisis de las mujeres cisgénero, en tanto problemas “de la mujer”
en singular y quedan excluidas por la misma matriz del pensamiento euro-norcentrico y patriarcal, los
intereses, necesidades, demandas y conocimientos de las mujeres y sexo-disidencias de los Sures Globales.4
Por ello, los estudios de género que se consultan provienen de contextos europeos, especialmente ingleses,
norteamericanos e incipientemente de países nórdicos y sostienen el estereotipo de mujer productora de
conocimiento en las RRII que es la que vivió procesos de blanquimiento 5, que pertenece a sectores burgueses
y/o ilustrados, occidentalizados y heterormativos, abordando principalmente temas como participación política
en procesos formales, maternidad, salud sexual y reproductiva; empleo, entre otros. Debido a lo cual, la
agenda de los feminismos que debiera ser diversa, conflictiva y situada a cada contexto, tiende a ser
procesada por la RRII como homogénea, armónica y globalizable sin mediaciones. Por eso, los estudios de
género en las RRII abordan temas como mujeres y desarrollo, seguridad y paz en contextos capitalistas que
no son cuestionados. En consecuencia, los feminismos de Nuestra América, que se piensan en clave
descolonial y de resistencia al colonialismo euro-norcéntrico, son escasamente conocidos, analizados,
promovidos o financiados en las RRII.
4. Reflexiones finales
Las RRII han incorporado la perspectiva de género a partir de una lectura afín a los organismos de
cooperación internacional, impactando sobre los problemas que se tratan y sobre quienes son interlocutoras
válidas para pensar estas problemáticas. Por tanto, en relación a los feminismos de Nuestra América en las
RRII, nos encontramos con al menos tres movimientos de subalternización. El primero, responde a que los
enfoques situados en Nuestra América cuentan con escasa legitimidad en las RRII, donde se reconocen
principalmente estudios de género producidos desde lecturas euro-norcentricas, incluso desde escuelas críticas
como el marxismo. En segundo lugar, los feminismos en general, ingresan con dificultades y continúan siendo
un enfoque poco visitado en la agenda de las RRII, aceptados principalmente cuando se abocan a analizar el
número de mujeres que ocupan lugares de poder; tematizan el papel de ellas en relación al empleo, las cupos
de género en el estado, los techos de cristal, etc. Lo que aparece como una estrategia de hacer asimilables a
las mujeres en las instituciones capitalistas. Finalmente, se combinan la invisibilización del pensamiento
contrahegemónico de Nuestra América al interior de las RRII, con el rechazo del carácter científico de los
aportes de los feminismos no academicistas, lo cual hace aún más complejo que se aborden los aportes
conceptuales de los feminismos descoloniales y Nuestroamericanos en y desde las RRII.
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El “sur global” denomina un conjunto de regiones y países que han sido sometidos a la sujeción imperialista y a un
conjunto de epistemologías que pretenden emerger por oposición a esa historia de colonialidad del saber, del poder y del
género.
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Mara Vivero Vigoya (2016) llama blanquiamiento a la imposición estructural y también a “la búsqueda de escapar de lo
“negro” para asegurarse una mejor forma de existencia social en una sociedad donde lo “blanco” es sinónimo de
progreso, civilización y belleza” (Pág.18).
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En consecuencia, consideramos clave que las RRII sitúen sus producciones desde los cuerpos-territorios-
tierra en que se las piensa/ejerce, contemplando la incidencia de las relaciones sexo/génericas, pero también
las de clase, raza y a nivel estructural, tanto como micropolítico y en la vida cotidiana, porque estos son
escenarios fundamentales de la conformación de las actuales estructuras globales de poder. Además, para dar
espacio a los feminismo de Nuestra América, es necesario recuperar otras formas de producción de
conocimiento y estrategias de comunicación diversas, donde el ensayo es un dispositivo central, al mismo
tiempo que la intervención política/discursiva, el arte, las tradiciones orales, entre otras. Estas formas de
producir conocimiento necesitan ser incorporadas en los análisis internacionales porque la apuesta es dejar de
representar y ser voceras/os de quienes se consideran objetos de las RRRI, para generar traducciones que
atraviesen fronteras e internacionalicen debates sin dejar de (re) situarlos geo-corpo-políticamente.
Bibliografía
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