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BIBLIOTECA CISTERCIENSE

atilde de Hackeborn nace el año 1241

I
I M en el seno de una familia noble. A los
7, años visita con su madre a las mon­
jas de Rodersdorf, donde está ya su hermana
mayor, Gertrudis. No había cumplido 20 años y
su hermana Gertrudis, elegida abadesa en 1251,
la pone al frente de la escuela del monasterio. Su
carácter suave y dulce se gana a las jóvenes,
p novicias. Quien se acercaba a ella salía consola­
do y enriquecido.
Alma sensible y dócil, se abre generosa a la
La morada del . ) experiencia de Dios que se le comunica con gran
familiaridad y la transmite con sencillez a sus
discípulas, que acogen las confidencias de su
maestra y las ponen por escrito sin que ella lo
sepa. Del conjunto de estos escritos se f ormará el
Libro de la gracia especial.
Matilde no pretende tanto enseñar como comu­
nicar una experiencia, una vivencia. Se nos pre­
senta más como testigo que como maestra. Su
enseñanza de vida, comunicada sin pretensio­
nes, calaba en su auditorio y nos impacta a no­
sotros. Esto es precisamente lo que hoy revalori­
za sus escritos y les hace de plena actualidad.
Vivía lo que comunicaba. Si esto es común en las
místicas medievales, y puede decirse de todos los
tiempos, en Matilde'es su mensaje central perci­
bido conscientemente por las jóvenes de aquella
escuela monástica.
Los escritos del "Círculo de teólogas de Helfta",
DE HACKEBORN

"Son una literatura teológica a partir de la expe­


riencia vivida, es decir, palabras sobre Dios que
corresponden a la relación viva con ese Dios...
Con la denominación literatura teológica femeni­
na, se quiere diferenciar este tipo de teología de
la experiencia como aporte de la cultura femeni­
ISBN: 978-84-8353-086-3
na, al casi conterq¡áór¿ineó desarrollo teológico
9788483530863
MATILDE de las Un¡vers¡dadt%-i'^'os monjes y órdenes
mendicantes".

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Monte Carmelo
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23
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1261 a Gertrudis, niña de 5 años, a la
que formó en la vida monástica y será
conocida como Gertrudis la Magna.
También recibió a Matilde de Magde­
burgo. Se le atribuye el Libro de la gracia
especial, que se publica en esta obra.
Fue la gran maestra espiritual y formado-
ra de la corriente mística del monasterio,
noviembre de 1298 a los

Gertrudis la Magna. Nace el 6 d enero


de 1256, entra en Helfta a los 5 años, en
1261. A los 26 años tiene una fuerte
experiencia de conversión, el 27 de
enero de 1281. Es la escritora más impor­
tante de Helfta. Tiene o se le atribuyen las
obras: Heraldo del amor divino, Ejerci­
cios Espirituales y otros tratados que se
han perdido. Colaboró con las otras
escritoras. Murió el 17 de noviembre de
1301 ó 1302 a los 45 años.
Matilde de Magdeburgo. Nace entre
1207- 1210. Bien dotada naturalmente,
adquirió una vasta cultura. Perteneció al
movimiento de las beguinas Comienza
a escribir hacia el año 1250. Su obra. La
luz divina que ilumina los corazones ¡a
terminó los últimos años de su vida, reti­
rada en el monasterio de Helfta. Murió
entre 1282 y 1294. Convivió unos 10 ó
12 años con las dos anteriores en el
mismo monasterio.
MATILDE DE HACKEBORN

lo morado del corazón


formar desde la experiencia

Introducción, traducción y notas


P. Daniel Gutiérrez Vesga
Monasterio de La Oliva

MONTE CARMELO
Portada: A los monjes y monjas formadores
Santa Matilde de Hackebom de la Región Española O. C. S. O.
“E7 Ruiseñor de Cristo ”
Retablo de la Purísima o de la Asunción, s. XVII
Parroquia de Sta. Ma. La Real de Fitero (Navarra)

© 2007 by Editorial Monte Carmelo


P. Silverio, 2; Apdo. 19 - 09080 - Burgos
Tfno.: 947 25 60 61; Fax: 947 25 60 62
http://www.montecarmelo.com
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ISBN: 978 - 84 - 8353 - 086 - 3
Depósito Legal: BU-365-2007
Impresión y Encuadernación:
"Monte Carmelo” - Burgos
hi tro clucció n

En la introducción a los escritos de Matilde de


Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones',
una de las tres místicas y escritoras del Monasterio de
Helfta en Alemania, presentaba brevemente la situa­
ción de la vida femenina en general y de los monaste­
rios femeninos en particular, a finales del siglo XII y
durante el siglo XIII. También expuse allí las líneas
generales de la trayectoria histórica de este monasterio.
En la presente introducción quiero centrarme en la
persona que protagoniza la presente obra, Matilde de
Hackeborn, ya que no fríe ella quien la escribió como se
verá enseguida. Fue durante unas décadas corazón, alma
y lira de la vibración humana, cultural, artística y espiri­
tual de buen puñado de almas femeninas jóvenes, sensi­
bles al soplo de nobleza, pureza y libertad que caracteri­
za la corriente monástica femenina de todo el siglo XIII,

1 Biblioteca Cisterciense, vol. 17. Edt. Monte Carmelo,


Burgos 2004.
8 Libro de i.a Gracia Especial INTRODUCCIÓN 9

como fruto de la experiencia de encuentro con el Amado peridad en todos los órdenes: material, cultural, y espi­
en el retiro de los claustros de esta centuria. ritual. La joven abadesa proyectaba hacia las demás lo
que vivía ella misma:
Leía la Sagrada Escritura cuanto le era posible con
Datos biográficos
gran atención y admirable gozo, exigía a sus súb­
El capítulo previo del libro primero presenta los ditas amar las lecturas sagradas y recitarlas de
rasgos más sobresalientes de la trayectoria de Matilde. memoria. Compraba para la comunidad cuantos
Nace el año 1241 en el seno de la noble familia de los libros buenos podía o los hacía trascribir por las
Hackebom, poseedora de grandes extensiones en la hermanas (en el escritorio de Helfta). Promovía
Turingia alemana. En 1248, a los 7 años visita con su con gran empeño el progreso de las jovencitas por
madre a las monjas de Rodersdorf, donde está ya de el estudio de las artes liberales, pues decía: “Si se
monja su hermana mayor Gertrudis. Tenía además descuida el interés por la ciencia no comprenderán
otros dos hermanos, Alberto y Luis, que más tarde ayu­ la divina Escritura y caería por tierra la misma vida
darían a sus hermanas monjas en el traslado del monas­ religiosa”. Por ello obligaba insistentemente a las
terio a un lugar más adecuado para la vida de la comu­ jóvenes menos instruidas a dedicarse con más
empeño al aprendizaje y les proveía de maestras2.
nidad. El calor humano y religioso que encontró en la
comunidad la cautivó, e inventó una estratagema para Conocedora la dinámica abadesa de las dotes natu­
quedarse en el monasterio y no volver con su madre al rales de Matilde, la preparó convenientemente para la
castillo familiar, a pesar de las presiones que se le tarea que más tarde le iba a confiar: maestra en la
hicieron. Ambas hermanas heredan de su familia no escuela de niñas del monasterio y formadora del alma
solo el linaje, sino también una serie de cualidades humana, espiritual y monástica de las jóvenes novicias
naturales y espirituales que pondrían al servicio de la y profesas de Helfta. Bien sabía la abadesa Gertrudis a
comunidad y de los valores monásticos. quien confiaba tan delicada tarea, aunque no había
En 1251, tres años después de entrar Matilde en el cumplido todavía los 20 años.
monasterio, es elegida abadesa su hermana Gertrudis Tenía -se nos dice de Matilde- admirable manse­
con solo 19 años de edad y 9 años mayor que ella. dumbre, gran humildad y paciencia, verdadero
Gobernará la comunidad durante unos cuarenta años amor a la pobreza, extraordinario amor y devoción.
(1251-1291). En 1258 debido a la escasez de agua en Crecía más y más en el amor a Dios y a los hom­
Rodersdorf, traslada la comunidad a Helfta, cerca de bres. Amable y disponible con todos, se conmovía
Eisleben, ciudad en la que siglos más tarde nacería
Lutero, y abre para el monasterio un período de pros­ 2 Cf. Parte sexta cap. 1.
10 Libro de la Gracia Especial Introducción 11

de los atribulados y tentados. Como verdadera Magna, alma de todos los escritos que nos han llegado
madre les ofrecía en todo momento consuelo y salidos del escritorio de Helfta. Ambas, Matilde y
ayuda, de manera que quien se acercaba a ella salía Gertrudis, llegarán a una profunda intimidad hasta no
consolado y enriquecido. Amada inmensamente formar mas que un solo corazón y un solo espíritu
por todos, todos se sentían atraídos hacia ella. Esto como gustan repetir a través de sus escritos.
le causaba muchas molestias.
La historia ha confundido a veces a Gertrudis la
Dios derramó copiosamente en ella la gracia no Magna, escritora de Helfta con Gertrudis de
solo espiritual y gratuita, sino también natural y actual, Hackeborn, abadesa del monasterio. Hoy se da ya por
a saber, ciencia y conocimiento, literatura y hermosa dilucidada tal cuestión. Gertrudis la Magna no fue nun­
voz. Era mañosa para todo en el monasterio, como si ca abadesa ni parece que tuvo cargos de relevancia en
Dios no hubiera olvidado derramar en ella ninguno de la comunidad.
sus dones3.
Se ha querido considerar el monasterio de Helfta
Su carácter suave y dulce tenía gran atractivo en como una pequeña universidad monástico-femenina don­
las jóvenes, novicias y profesas de Helfta. Alma sensi­ de, bajo la dirección de Gertrudis, se llevaba una intensa
ble y dócil, se abre generosa a la experiencia de Dios actividad científica y una profunda vida espiritual.
que se le comunica con gran familiaridad. Ella trans­
Nombrada Matilde Maestra cantora de Helfta,
mite con sencillez su vida interior a sus discípulas, que
tomará a Gertrudis como colaboradora en promover el
captan y acogen con docilidad las confidencias de su
canto coral con verdadera ilusión de esposas enamora­
maestra. Los superlativos se repiten a lo largo de toda
das del Amado. Éste no disimuló el amor que recibía de
la obra. Puede ser un género literario, pero es también
tan encendidos cantos en el coro del monasterio:
expresión del amor y del aprecio que le tenían. Ponían
la máxima diligencia para que no se les escapase nin­ Entonces, el Señor de la majestad, lleno de dulzu­
gún detalle de su maestra. Sabedoras del deseo de des­ ra, única saciedad del alma enamorada, envuelve
aparecer de escena de Matilde, toman notas de sus en luz divina a su esposa, la colma de resplandor, y
enseñanzas sin que ella lo advierta. él, cantor de todos los cantores, con voz suave y
melodía armoniosa que supera toda capacidad
Como maestra de las jóvenes, recibe Matilde en humana, cantaba a su amada Filomena4, que tantas
1261 a Gertrudis, niña de 5 años, que bajo su dirección veces le había cautivado su Corazón divino con sus
llegará a ser la que conocemos como Gertrudis la

4 Filomena: ruiseñor. Término aplicado en la poesía y en la


3
Lib. I, cap. previo. mística para describir el canto espiritual del alma enamorada.
12 Libro de la Gracia Especial Introducción 13

dulces cantinelas, más por la fervorosa devoción Su relato, muchas veces interrumpido, o comuni­
que por la sonoridad de su voz5. cado a medias no podía transmitir lo más impor­
tante, como ella misma confesaba. Decía, en efec­
Pero Matilde vino al monasterio para buscar a Dios to: “Todo lo que os digo es como un soplo en rela­
no para ser cantante. Esa pudo ser la respuesta a su her­ ción con lo que no me es posible expresar con pala­
mana abadesa al nombrarla maestra de coro. Aguda la bras”. A veces hablaba con voz tan tenue, que nos
abadesa, encontró inmediatamente la respuesta oportu­ era difícil entender bien lo que decía. Por ello no
pudimos copiar nada de esas cosas, excepto lo que
na: “busca a Dios cantando”6.
prestando gran atención escuchábamos y hemos
Desde muy joven tiene experiencias de gran inti­ podido conservar para gloria de Dios y utilidad de
midad con Jesucristo. Pero su humildad y sencillez le los prójimos7.
llevan a ocultarlo y no dar importancia. Trata de pasar Nos imaginamos a aquellas jóvenes, entre ellas
lo más desapercibida posible, aunque algo irradia su Gertrudis la Magna, inclinadas junto al lecho de la enfer­
persona que no escapa a sus avispadas discípulas, ma, con el oído cercano a su boca para percibir lo que
deseosas de no perder una sola de sus palabras: decía con un tenue hilo de voz su amada maestra y for-
madora, por la que sentían gran aprecio y admiración.
“Siempre resulta divertido -escribe el P. Raymond-
Aquí se pone en boca de Cristo esposo que canta a su amada, descubrir lo viejo que es lo nuevo. En nuestro siglo
Matilde. Este texto ha desarrollado la tradición que ha llama­
do a Matilde “Ruiseñor de Dios”, “Ruiseñor de Cristo”, cf. XX todo el mundo religioso ha sido removido por
M. Raymond, Estas mujeres anduvieron con Dios. Edc. doctrinas que parecían y sonaban como nuevas.
Studium, Madrid, 1958, pp. 351-388. En el retablo del s. Teresa de Lisieux nos proporcionó “la infancia
XVII de la Purísima y Asunción de la parroquia de Santa espiritual” y Elisabeth de la Trinidad el lattdem
María la Real de Filero, en Navarra, antigua iglesia cister-
ciense, hay una tabla que el escritor M. García Sesma descri­ gloriae o “alabanza de gloria”. Benigna Consolata
be: “En las tablas de la calleja izquierda, la primera represen­ nos ha asombrado con la “divina intimidad” y Dom
ta a una hermosa monja cisterciense, rubia y sonriente. Lehodey nos ha confortado y consolado con la
Empuña con la mano derecha un atril vuelto hacia abajo, y
doctrina del “santo abandono”. Todas estas doctri­
con la izquierda, un libro cerrado. Se trata con toda probabi­
lidad, de la Beata Matilde de Hackehorn (1241 -1299), canto­ nas, aparentemente nuevas, se encuentran, no en
ra y maestra de novicias del célebre monasterio de Helfta, lla­ semilla, fíjaos bien; no en un tierno brote, sino en
mada “el Ruiseñor de Cristo”. M. García SESMA, La iglesia una llor completamente abierta, en las cistercien-
cisterciense de Fitero. Edición de 1989, p. 168, & 3o.
5
Cf. séptima parte, cap. 1 ]. Se alude vcladamentc al oficio de ses del siglo XIII, Matilde y Gertrudis la Grande. Y
6 cantora que desempeñó Matilde en su monasterio.
Cf. Raymond, M, Estas mujeres anduvieron con Dios.
Studium. Madrid, 1858, p.360-361. 7 11,31.
14 Libro de la Gracia Especial Introducción 15

estos brotes se ve que son flores típicamente bene­ vida fraterna y en las tareas encomendadas como fruto
dictinas, pues brotan de la vida litúrgica y están maduro de la experiencia de los encuentros con el
profundamente arraigadas en los sacrificios geme­ Amado en las celebraciones de la liturgia monástica,
los del Oficio y de la Misa”8. preparada y ejecutada con verdadero esmero, y en los
Sus confidentes nos dicen: “Cuando aún era joven ratos, muy frecuentes, de oración personal. Veían en
comenzó Dios a comunicársele con gran familiaridad y todo ello a su maestra como modelo incomparable.
a revelarle muchos misterios ocultos. Pero todo lo que La nueva abadesa ordena recoger todos los datos o
Dios le manifestó a esa edad lo pasamos por alto hasta apuntes de la enseñanza de Matilde más o menos dis­
sus cincuenta años”9. No es aventurado suponer que persos entre la comunidad y encarga a algunas herma­
durante los largos años que Matilde fue formadora de nas de mayor confianza con ella, entre ellas de modo
las jóvenes aspirantes de Helfta, éstas fueran tomando especial Gertrudis, calificada por la tradición posterior
notas de carácter más o menos personal sobre las ense­
“la Grande”, que tomen nota de todo lo que en público
ñanzas de su maestra, posiblemente sin intención de
o en privado comunique la gran formadora del alma
que pudieran coleccionarse y publicarse algún día.
espiritual y humana de Helfta, para no perder tan valio­
Muerta la abadesa Gertrudis en 1291,1a nueva aba­ sa herencia. Tomaron muy a pecho tan valiosa enco­
desa Sofía de Querfúrt, que había bebido el espíritu mienda. Les agradecemos su esfuerzo, sin duda grande,
monástico, en la escuela de Matilde, advierte que los pero ilusionado, “por no tener costumbre de escribir al
achaques y enfermedades, que le habían acompañado dictado”10. A ellas debemos la obra que hoy tenemos en
durante toda su vida con más o menos intensidad, se nuestras manos.
iban multiplicando y aceleraban el declive de su exis­
Finalmente muere Matilde el 19 de noviembre de
tencia. Valoraba muchísimo la inapreciable enseñanza
1299, a los 58 años de edad. Su última enfermedad se
de Matilde y la tradición viva que había creado en las
nos describe con todo detalle en el libro séptimo de la
jóvenes generaciones del monasterio. El prelado del
monasterio había prohibido manifestar las experiencias presente obra. Aquí me limito a recoger el momento
final:
interiores que tenía para evitar los peligros que conlle­
va una supuesta fama de santidad. En todos los ámbi­ Urge la hora tan deseada, desprendida de todo
tos del ambiente claustral se respiraba la irradiación de lo humano y perfectamente preparada según el
dinamismo, generosidad, compromiso y entrega en la deseo de su Amado, tan delicada esposa iba a
partir de la cárcel de la carne hacia el tálamo

9 Raimond, M. Estas mujeres anduvieron con Dios, p. 368.


Lib. I, cap. previo 10 Prólogo.
Libro de la Gracia Especial Introducción 17

de su imperial Esposo... El le canta en corres­ Señor, como era su costumbre, y le expone confia­
pondencia: Venid, benditos de mi Padre, reci­ damente su pena. Inmediatamente se le presenta el
bid el reino, etc, para recordarle a ella aquel Señor. Con su derecha sostiene el libro sobre su
don dignísimo por el que durante ocho años le corazón, la besa y le dice: “Todo lo escrito en este
había entregado su Corazón divino con esas libro ha brotado de mi corazón y fluye hacia él”.
mismas palabras, como prenda de amor y Toma el Señor el libro y lo cuelga al cuello del
seguridad. alma sobre su hombro. Con ello comprende que no
debe preocuparse del libro corno si no fuera suyo,
Ahora la saluda con inmensa ternura y dice: pues había sido escrito por providencia de Dios, no
“¿Dónde está mi regalo?” Abre ella su corazón por sus conocimientos previos...”13.
con las dos manos frente al corazón de su
Amado, abierto igualmente frente a ella . El Partiendo de estos datos internos de la obra y las fre­
Señor acopla su Corazón santísimo al corazón cuentes referencias que Gertrudis la Magna hace de
de ella, arrobada totalmente por la fuerza de su Matilde de Hackebom en su obra El Heraldo del amor
divinidad, y la asocia a su gloria. divino, los autores se inclinan a pensar con bastante pro­
Que allí se acuerde de los suyos que la recuer­ babilidad, que pudo ser ella la principal autora de la obra
dan, y nos obtenga con sus santos ruegos, al o al menos la que hizo la redacción final con los materia­
menos una chispa de la sobreabundancia de les recogidos por ella y otras monjas del monasterio14.
sus delicias, junto al que, hecha un espíritu En la lectura detenida de los escritos de las místi­
con él, goza ya para siempre. Amén11.
cas de Helfta advertimos también un elemento que hoy
se valora mucho en las comunidades: el proyecto
El libro de la gracia especial común. Bajo la dinámica dirección de la abadesa
Gertrudis de Hackeborn la comunidad vive el proyecto
A lo largo de la obra encontramos bastantes refe­
común orientado hacia lo esencial: “la búsqueda de
rencias al libro ya desde el prólogo12. Al final de la
Dios”. Para la realización del mismo en la vida de cada
segunda parte leemos:
hermana y del conjunto de la comunidad se ponen en
Como se ha dicho, este libro se escribió casi por juego todos los medios necesarios: preparación cultu­
completo ignorándolo esta sierva de Dios. Cuando
alguien se lo notificó fue tal su tristeza, que no
encontraba manera de consolarse. Se refugia en el 13 11,43. En parte V,31 le dice el Señor: “No temas, fui yo el que
lo hizo todo. Por lo tanto, ese libro es mío. Y en la parte VII,
17 se pone el título que llevará el libro que Matilde acepta con
" VII, 11. plena conformidad que se haya escrito.
12 14 Cf. G. Colombás, La Tradición benedictina, T. V p. 222.
VII, 17; V,. 24. 31.
19
Libro de la Gracia Especial Introducción
18
examinaban con lupa. Hubo algunas que conscientes
ral, lo que en la tradición se llamará illuminatio mentís;
del peligro asumieron los riesgos que corrían y pagaron
instrumentos adecuados, libros, estudio, copia de las
un alto precio en procesos y denuncias, hasta terminar
fuentes de la tradición y la espiritualidad, intensa vida incluso en la hoguera con sus obras17 18. Conscientes
espiritual comunitaria y personal manifestada en la muchas de ellas de estas dificultades se refugiaban en el
celebración cuidadosa de la liturgia y honda vida de campo de la espiritualidad donde se les dejaba en paz.
piedad, que por ser fuerte en cada hermana adquiere
No pretenden tanto enseñar como comunicar una
una dimensión comunitaria, la tradición lo denominará
experiencia, una vivencia. De aquí que se nos presen­
adhaesio cordis’, y una vivencia vibrante de la vocación
ten más como testigos que como maestras. Por ello, su
monástica que llenaba los claustros helftianos con una enseñanza de vida, comunicada sin pretensiones, cala­
frescura siempre joven por el amor, actuatio caritatisxs. ba en su auditorio y nos impacta a nosotros. Podían
Por tratarse de escritos femeninos se hace necesa­ hacer suyas las palabras de san Juan: Lo que hemos
rio tener en cuenta algunas puntualizacioncs. oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo
que contemplaron y palparon nuestras manos: la
No se veía con buenos ojos por parte de los profe­
Palabra de la vida, os damos testimonio y os lo anun­
sionales de la teología, que las mujeres escribieran
15 16
ciamos™. Esto es precisamente lo que hoy revaloriza
sobre temas teológicos . Debido a ello sus escritos se
sus escritos y les hace de plena actualidad. Vivían lo
que comunicaban. Si esto es común en las místicas
15 "Illuminatio mentís, adhaesio cordis, actuasio caritatis . medievales, y puede decirse de todos los tiempos, en
Ideas claras, que se clavan en el corazón y movilizan toda la Matilde es su mensaje central percibido consciente­
vida. Dicho en palabras más cercanas: cabeza, corazón y
manos. Es sencillamente la dinámica sicológica de los actos mente por las jóvenes de aquella escuela monástica.
humanos: pensamientos que despiertan ios sentimientos y Creo que Sabine Spitzlei ha captado bien el men­
mueven a la acción. Cuando esta unificación se da en la per­
sona, en los grupos, en las comunidades, son posibles los saje del “círculo de mujeres que ha denominado
ideales del proyecto comunitario. Esto advertimos en el Círculo de teólogas de Helfta", cuando escribe: “Se
monasterio medieval de Helfta. Los escritos están bajo nom­
bres concretos, pero hay suficientes indicios que revelan un
trata de literatura teológica a partir de la experiencia
trabajo en el que está embarcada toda la comunidad. Matilde vivida, es decir, palabras sobre Dios que corresponden
se nos presenta como la gran artífice callada de ese corazón
común que moviliza a todos los miembros del cuerpo
monástico. 17 Cf. GutiéreZ Vesga, D., La luz divina que ilumina los cora­
16 Cf. Mirones Diez, E., Géneros literarios permitidos a la zones. En Biblioteca Cisterciense, vol. 17. Monte Carmelo.
mujer. En “Los Ejercicios (de Gertrudis de Helfta)
Burgos, 2004, p. 16 nota 22.
Biblioteca Cistercien.se, vol.12. Monte Carlelo. Burgos, 18 Un 1, 1.2
2003 p. xvi-xix.
20 Libro de la Gracia Especial Introducción 21

a la relación viva con ese Dios ... Con la denominac habrá que distinguir entre forma y contenido, no caer
literatura teológica femenina, se quiete difeienciar en valoraciones superficiales y buscar bajo ese ropaje
tipo de teología de la experiencia como aporte e literario, que advertimos también en la literatura de los
cultura femenina, al casi contemporáneo desario trovadores, conocida y frecuentada en ambientes
teológico de las Universidades de los monjes y ói en monásticos más de lo que pudiera parecer, el verdade­
mendicantes”19. ro mensaje que subyace a las imágenes y descripciones
que pueden parecemos hoy extrañas. Estaban familia­
Es frecuente atribuir sus escritos al mismo Dios,
rizadas con el lenguaje del libro bíblico del Cantar de
Jesucristo, mediante visiones o apariciones de carácter
los Cantares que era, podría afirmarse, como el “libro
más o menos sensible, para darles autoridad. f° ° °
de cabecera” de la experiencia monástica medieval. En
escrito en este libro ha brotado de mi corazón y re uye
este sentido nuestra protagonista es de una representa-
a él”20. A nosotros, lectores modernos de sus escritos,
tividad excepcional.
se nos exige un delicado trabajo de discernimiento y
una atención especial a los géneros o modos de re ac No se conserva el texto original, escrito al parecer
tar los temas espirituales de la época. Excesiva credu i en alemán, sino solo una versión latina reconstruida por
dad o racionalismo a ultranza son extremos igualmente los monjes de Solesmes y publicada en 187721. De esta
peligrosos. Se podría aplicar el criterio de Jesús en e edición latina se ha hecho la presente traducción. Sin
Evangelio; Por los frutos los conoceréis. Desde a i embargo, su obra fue más leída y copiada en la Edad
advertimos en estas obras las grandes líneas o funda Media que las obras de las otras dos escritoras de
mentos teológicos de la espiritualidad cristiana y Helfta, Matilde de Magdeburgo y Gertrudis la Magna.
monástica, más alia de un ropaje a primera vista des­ La irradiación que ya había tenido en vida despertó el
concertante. deseo de conocer su obra después de muerta22
Encontramos también en estos escritos la vibración
del alma femenina, que manifiesta con hondura, vive 21 Revelationes Gertrndianae ac mechtildianae. II Sanctae
za, gran expresividad plástica y recursos sicológicos Mechtidis virginis ordinis Sancti Benedicti. Líber Specialis
adecuados, la explosión viva de su afectividad, sus sen Gratiae . Poitiers-Paris 1877. En el largo prefacio a esta edi­
ción se expone el paciente trabajo de investigación realizado
timientos más íntimos. Para entenderlos debidamente para fijar el texto, pp. I-XV1. Cf. También M. Schmidt, DS.
T. X col. 874-877. En castellano existe la traducción del mis­
mo texto latino de Solemes por el P. Timoteo Ortega, Libro de
19 Spitzlei, S., La literatura teológica£n CuaMon 107 /<? lo Edad la gracia especial ó Revelaciones de santa Mectildis. Buenos
Media y sus paralelos en Latinoameric ■ Aires, 1942.
(1993) 563-577. 22 Cf. Hourlier, J. y Schmitt, A., Gertrude d'Helfta. Oeuvres
20 11,43.
Spirituelles T. 1. Les Exercices. En SC n. 127. París 1967, p!4.
22 Libro de la Gracia Especial Introducción 23

Las mismas redactoras señalan en el prólogo la formado por una carta dirigida por Matilde a una ami­
división del libro en cinco partes, para facilitar el cono­ ga suya de alta alcurnia. No es sistemática, su estilo es
cimiento de los contenidos. Consultando los manuscri­ libre, corriente en escritos monásticos medievales.
tos se han podido añadir las partes sexta y séptima.
a) La liturgia
- La primera parte contiene la descripción de la
Es como la atmósfera, el hábitat en el que se des­
experiencia espiritual de Matilde en las fiestas
arrolla todo el discurso de la obra. El Oficio Divino y
del año litúrgico sobre Jesucristo, la Santísima
la Eucaristía son los lugares y momentos más habitua­
Virgen y los santos.
les de la experiencia espiritual de Matilde. Como ya se
- La segunda, describe algunos hechos de esa ha dicho, la primera parte está toda ella impregnada del
experiencia de la protagonista. espíritu de la liturgia. Es fácilmente comprensible, si
- La tercera y cuarta, ofrecen enseñanzas sobre la pensamos que desde los siete años vivió en un monas­
gloria y el culto de Dios, las virtudes y la salva­ terio de espiritualidad benedictina donde nada debe
ción de los hombres anteponerse a la obra de Dios que, según la Regla de
san Benito23, se refiere a la celebración del Oficio
- La quinta, se refiere a las almas de los fieles
Divino distribuido a través de las horas del día para
difuntos, y su salvación. Se ponen algunos ejem­
imprégnalas de la presencia de Dios, que debe envolver
plos particulares.
las demás actividades de la monja y del monje, a través
- La sexta, que aparece solo en un manuscrito, de la jornada:
refiere la vida y muerte de la abadesa Gertrudis Al comenzar las Horas -dice el Señor a Matilde-
de Hackebom. dirás con el corazón y con los labios: Señor te
La séptima, obra de las redactoras, describe los ofrezco esta Hora unida a aquella intención con la
postreros días de Matilde, su muerte y mereci­ cual celebraste las Horas canónicas en la tierra para
mientos. gloria del Padre. De este modo te unirás a Dios
cuanto es posible. Cuando esta práctica se convier­
te en costumbre por el constante ejercicio, se enno-
Contenido doctrinal de la obra
Como se ha visto en lo que antecede, no es Matilde y Paquelin, L., Revelationes Gertrudianae et Mechtildianae...
a escritora material del Libro de la gracia especial, Sanctae Mechtildis. Poitiers-Paris, 1877, p.VIII ss., donde
pero sí de sus ideas y doctrina. Hay quienes creen que pone la tradición manuscrita de la obra de Matilde de
es e su mano el largo capítulo 59 de la cuarta parte. Hackeborn durante la Edad Media.
23 RB43.
24 Libro de la Gracia Especial Introducción 25

blece y se eleva ante Dios Padre como si la reali­ Mientras se proclamaba el evangelio; “Fue envia­
zaras corno yo lo hacía... No las celebré como do ” -el día de la anunciación del Señor- vio venir
acostumbráis vosotras, pero sí alabé a Dios Padre al arcángel Gabriel, pedagogo de la bienaventura­
da Virgen... Cuando la Virgen dichosa se sumergió
durante las mismas24.
en el abismo de su humildad y exclamó: Aquí está
El capítulo anterior enseña cómo cantar las Horas, la esclava de! Señor... ,el Espíritu Santo, en forma
“ensalzando la insondable sabiduría de Dios, que con de paloma, extendidas las alas de su dulzura, pene­
tanta condescendencia conversó con los hombres y se tró en el alma de la Virgen cubriéndola felizmente
digno instruirlos por sí mismo con benévolas palabras con su sombra, y fecundándola con el Hijo de
y exhortaciones”25. El misterio de Dios y la obra de la Dios, para hacerla madre grávida de tan noble peso
redención humana que celebra la liturgia impregna y permanecer virgen incontaminada. De este modo
también la vida interior de Matilde. la presencia del Espíritu Santo la hizo Madre de
Dios y de los hombres26.
b) La lectio divina y la Sagrada Escritura
c) De la palabra escuchada a la Palabra encarna­
El texto sagrado del que está impregnada la litur­
da. Misterio de la encarnación.
gia es otra de las fuentes insustituibles de la espiritua­
lidad monástica ya desde su nacimiento. Se ha visto Educada en una buena pedagogía litúrgica su expe­
más arriba la solicitud de la abadesa Gertrudis por una riencia del misterio cristiano se desarrolla en la cele­
cuidosa preparación de las jóvenes para fundamentar bración de este misterio en la liturgia. Después del
en la Biblia la experiencia de Dios. “Exigía a sus súb­ anuncio de Gabriel conocerá las etapas del nacimiento
ditas amar las lecturas sagradas y recitarlas de memo­ del Verbo en la carne y su vida entre los hombres:
ria”, porque “si se descuida el interés por la ciencia no Durante el canto de la Misa -de media noche de
comprenderán la divina Escritura y caería por tierra la Navidad-: El Señor me ha dicho, como memorial y
misma vida religiosa”.
La obra de Matilde nos pone la experiencia “bíbli­ 26 1, 1. El Domingo de Ramos tiene también un encuentro con el
ca” de la lectio divina, no tanto en la lectura privada, Señor “mientras se leía en la epístola; Se le dio un Nombre
sobre todo nombre (I, 16). “Mientras se leía el lunes de
solitaria, en el claustro, en el jardín, cuanto en la escu­ Pascua el evangelio: Quédate con nosotros, dijo al Señor
cha del texto sagrado dentro de las celebraciones: “Quédate conmigo, mi única dulzura, porque mi vida ya
declina hacia el atardecer” (I, 19/). Sería útil el ejercicio de
anotar las veces que a través del libro De la gracia especial,
24
aparece Matilde teniendo una experiencia religiosa mientras
111,32. escucha la proclamación de la Sagrada Escritura en las cele­
25 111,30. braciones litúrgicas.
26 Libro de la Gracia Especial Introducción 27

veneración de aquel oculto, inefable y eterno naci­ Dios, mi Padre, la mía, Jesucristo su Hijo, y la del
miento de Cristo del seno del Padre, le pareció ver Espíritu Santo, santificador de todas vuestras bue­
a Dios Padre como rey poderoso... Decía al alma: nas obras, esté con vosotras”... Y añadió: “Quien
“Ven, recibe al unigénito y coeterno Hijo de mi desea renovar su vida compórtese como la esposa
corazón y hazle presente en todos los que con que vivamente desea recibir afectuosos regalos de
devota gratitud celebran su santísima y eterna su esposo con motivo del año nuevo. Así el alma
generación realizada en mí”27. fiel deseará que la revistan con vestiduras nuevas
Por divina inspiración comprendió cómo el Hijo es el para presentarse durante el año como esposa enga­
epicentro del Corazón del Padre, centro confortable, lanada ante quienes la contemplan29.
sanador dulcísimo. Por ello Dios Padre nos entregó a Mientras se leía en la epístola -el Jueves Santo- Se
su Hijo, que es su fuerza y su ternura suavísima, le dio un nombre sobre todo nombre, dijo al Señor:
como defensor, sanador y tierno consolador28.
“Señor mío, ¿cual es ese Nombre tan digno que te
d) La persona de Jesucristo y el misterio de la dio el Padre?”
redención Le responde el Señor:
Se puede decir que envuelve todas las etapas y “Este nombre es Salvador de todos los siglos.
situaciones de Matilde, tanto en la convivencia comu­
Soy el Salvador y Redentor de todos los que han
nitaria, como en la soledad; en la salud como en la
existido, existen y existirán.
enfermedad; en el diálogo íntimo como en el encuentro
con quienes se acercan a ella pidiendo luz y consejo. Soy el Salvador de lo que existió antes de que crea­
Los testimonios son numerosos. Vayan solo algunas ra al hombre.
muestras: Soy el Salvador de los hombres que existieron
Mientras Ja noche santa de Ja circuncisión del cuando me hice hombre y conviví con los hombres.
Señor presentaba a Dios las oraciones y el fervor Soy el Salvador de todos los que han seguido mi
de las hermanas y le pedía se dignara derramar doctrina y de todos los que quieren imitar mis hue­
sobre ellas la bendición del año nuevo, le dijo el llas hasta el fin del mundo”30.
Señor: “La salvación y la bendición de parte de
El Viernes Santo tiene un largo y encendido diálo­
go con su Dios y Redentor. En él se describe la efíca-
27 I, 5¿.Todo este largo capítulo quinto de la primera parte, es
una meditación del misterio del nacimiento del Hijo de Dios
y sus beneficios para el hombre. 29 1,7.
28 I,5a. 30 l, 16.
28 Libro de la Gracia Especial Introducción 29

blanco: “Mira, me he vestido con tus padecimien­


cia de los sufrimientos de Cristo mediante su obra
tos. El ceñidor significa que te verás envuelta en
redentora:
sufrimientos hasta las rodillas. Pero yo asumiré
... Piensa en primer lugar con qué delicadeza y íntimamente tus dolores y los sufriré dentro de ti
amor salí al encuentro de mis enemigos cuando me misma. Así ofreceré todas tus penas unidas a mi
buscaban con espadas y palos como a un ladrón y Pasión, para íntima complacencia de Dios Padre.
malhechor para matarme. Yo fui a su encuentro Estaré unido a ti hasta tu último suspiro, que lo rea­
como una madre busca a su hijo, para arrancarlos lizarás descansando para siempre en mi Corazón.
de las fauces de los lobos. Segundo, cuando me Recibiré tu alma en mí con amor tan entrañable,
daban brutales bofetadas, yo besaba tiernamente que será la admiración y el gozo de toda la corte
sus almas tantas veces cuantas bofetadas recibía, a celestial”33.
fin de que pudieran salvarse por mi Pasión hasta el
último día. Tercero, mientras me azotaban con la e) Snpletio. Suplencia
mayor crueldad, yo oraba al Padre con tal eficacia El último párrafo anterior nos lleva a considerar un
que muchos de ellos se convirtieron. Cuarto, al cla­
punto doctrinal común a las escritoras de Helfta,
var en mi cabeza la corona de espinas, yo colocaba
Jesucristo suple lo que falta de virtud, de mérito en el
otras tantas perlas preciosas en su corona. Quinto,
cuando me clavaban en la cruz y estiraban todos alma, suple las carencias del hombre.
mis miembros, hasta el punto de poder contarse Ofreceré toda mi vida santísima y perfectísima con
mis huesos y mis entrañas, atraje hacia mí con mi los frutos de mi amorosísima pasión por todos tus
poder, las almas de todos los que estaban predesti­ pecados y defectos, para que por mí mismo y en mí
nados a la vida eterna, como ya había anunciado: encuentren suplencia todas tus cosas34.
Cuando sea elevado a lo alto, todo lo atraeré hacia
mí3'. Sexto, al abrir mi costado con la lanza brotó f) Eucaristía, comunión, amor, esponsalidad
de mi Corazón la bebida de la vida, para los que La experiencia de Matilde gira en torno a la
por Adán habían apurado el brebaje de la muerte, a
Eucaristía. Hay en su obra lo que se podría llamar
fin de que todos fueran en mí, que soy la Vida
“pequeño tratado sobre la eucaristía y la comunión”35.
hijos de la vida eterna”32.
“Al acercarse el momento nobilísimo del banquete, en
Aquejada por fuertes dolores de una enfermedad, que recibiría al Amado de su alma en la comunión del
se le presenta nuestro Señor Jesucristo vestido de

33 H,39.
31 Jn 12,32. 34 1,31.
32 I, 18. 35 III, 19-29
30 Libro de la Gracia Especial Introducción 31

ñas de la obra. Dicho en otras palabras, estaría aquí la


sacramento del Cuerpo y de la Sangre, oyó que le
doctrina de la “humanidad del Verbo” por la que Dios
decía: “Tú en mí y yo en ti, no te abandonaré jamás”36 37.
quiso hacerse cercano, íntimo al ser humano, para
Esta expresión con la de san Pablo: El que se une al
experimentar y compartir en el propio terreno la condi­
Señor se hace un espíritu con él31, aparece con fre­
cuencia en la obra. “Después de recibir el Cuerpo del ción de la naturaleza caída y elevarla hasta el mismo
Señor... íntimamente unida al Amado, gozaba en él y misterio de la Trinidad. Cristo es la llave que abre el
con él”38. Habla de los requisitos para acercarse a la acceso a la Trinidad y fortalece su unión cuasi natural
comunión39. Cómo participar en la Misa40. Comulgar con el alma.
con grandes deseos41. Comulgar con frecuencia: “cuan­ “Te entrego mi Corazón como morada de refugio”
to más a menudo comulga el hombre, más pura se hace Este regalo fue uno de los primeros dones de Dios,
su alma”, “más actúo en él y él en mí”42. “El Señor desde entonces comenzó a sentir un afecto especial
encuentra especial gozo en que la comunidad participe de devoción hacia el Corazón de Jesucristo. Casi
lo más frecuente posible en la mesa de su Cuerpo y de siempre que se le presentaba el Señor recibía algu­
su sangre”43. na gracia especial de su Corazón, como se ve en
Las citas se harían interminables. En esos momen­ muchos lugares de este libro. Ella misma solía
tos “eucarísticos” tiene las confidencias más íntimas decir: “Si se escribieran todos los bienes que me ha
con el Corazón divino, y las expresiones de un amor concedido el benignísimo Corazón de Dios resulta­
verdaderamente “esponsal”, otro de los temas frecuen­ ría un libro más voluminoso que el de maitines”44.
tes. Detenerme en ellos desborda los límites de esta Este Corazón quiere incendiar en el amor los cora­
introducción. zones de todos los hombres:

f) El Corazón de Jesucristo Contempla el Corazón (de Cristo) abierto y dilata­


do como unos dos palmos, en llamas, pero sin tener
Es como el centro en torno al cual giran los temas
figura de brasas. Su maravilloso color y su figura
del apartado anterior y aparece casi en todas las pági- eran indescriptibles. Le dice el Señor: “Quiero que
sean de este modo incendiados los corazones de
36I, 1. todos los hombres con el fuego del amor”45.
37¡Co6,17.
38 1,13.
39 1,19b.
40 III, 19.
41 111,24.
42 III, 26. Cf. 1, 18. 31; 11,21. 44 II, 19.
43 IV,1. 45 III, 10
Libro de la Gracia Especial Introducción 33

g) La Virgen María amor y ternura sobre su Corazón y llevada hasta el tro­


Matilde sostiene ya al menos tres dogmas impor­ no de la Trinidad excelsa49.
tantes sobre la Santísima Virgen María: María fue llevada por su Hijo al cielo de un modo
- Inmaculada concepción: especialísimo. No se entra en la distinción teológica si
la asunción fue también corporal. En la obra están
Desde el momento de la infusión del alma en el
igualmente bien representados otros aspectos del mis­
cuerpo me llenó el Espíritu Santo, me libró total­
terio de María: cooperadora con su Hijo en el misterio
mente del pecado original y me escogió como
de la Redención, inclinada con solicitud maternal en el
sagrario para sí por una singular santificación,
para que naciera en el mundo como rosa sin espi­ camino salvífico de la humanidad, cercana a quienes la
nas y como aurora46. invocan desde sus sufrimientos, “mediadora del
Mediador”, como la llama san Bernardo, etc. Desde el
- Maternidad divima:
capítulo 36 hasta el final de la primera parte, se ofrece
La presencia del Espíritu Santo la hizo Madre de un “Tratado sobre la Bienaventurada Virgen María”.
Dios y de los hombres47.
- Concepción Virginal: h) Buscar a Dios
El Espíritu Santo en forma de paloma, extendi­ Se le ha de buscar poniendo enjuego todo el ser, el
das las alas de su dulzura , penetró en el alma de alma e incluso los sentidos corporales, “como el hos­
la Virgen cubriéndola felizmente con su sombra pedero que espera la llegada de su queridísimo amigo,
y fecundándola con el Hijo de Dios, para hacerla oteando por puertas y ventanas para llegar a percibir al
madre grávida de tan noble peso y permanecer que tanto desea encontrar”50.
virgen incontaminada4*.
Matilde tiene viva conciencia de la comunión de
Respecto a la Asunción se escribe: “Absorta su los santos y el misterio de la cooperación en la reden­
alma dichosísima se transfundió en Dios. Así salió del ción de todos los hombres. Con su oración, apostolado
cuerpo el alma dichosísima de María, inundada de gozo
indescriptible, libre de todo dolor, transportada en feliz
49 También Gertrudis la Magna trata de la asunción de la Virgen
vuelo en los brazos de su Hijo, inclinada con inefable
María en el libro 4 cap. 48 del Heraldo del amor divino. El
dogma de la asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al
46
cielo fue definido por el papa Pío XII el 1 de noviembre de
J, 39. 1950. Parece que en ambas obras no se entra en la cuestión
47 I, 1.
48
doctrinal de la glorificación del cuerpo de la Virgen.
I, 1 50 111,44.
34 Libro de la Gracia Especial

y sufrimientos quiere tomar parte activa en la vida de la


Iglesia militante, purgante y gloriosa51.
Aunque ella buscó siempre desaparecer, todos
valoraban su cercanía y calor humano, de este modo
ejerció una gran irradiación en el interior de la comu­
nidad y en el círculo de numerosas personas que bus­
caban en ella consuelo y orientación. El índice de mate­
rias, que no es exhaustivo, ofrece un muestreo de la
riqueza interior de Matilde. Pero lo mejor es entrar en Bib liografía
contacto con ella a través de etas páginas. Se llegará a
sentir aquella admiración y aquel deseo de buscar y
encontrar al Redentor que primero nos ha buscado, que
sintieron aquellas jóvenes que se formaron en su escue­ A A. VV. Mística Cisterciense. I Congreso Interna­
la de vida. cional sobre Mística Cisterciense. Actas (Avila
Quiero terminar esta introducción agradeciendo a 9-12 octubre 1998). Edt. Conferencia Regional
D. Javier Goitia, párroco de Santa Ma la Real de Fitero, Española Cisterciense - CIEM - de Ávila - Rev.
la autorización para poner una fotografía del retablo de Cistercium. Viaceli. Cantabria 1999.
la Purísima en el interior de la obra y de Matilde AA. VV. Instituto del Patrimonio Cisterciense 2000.
“Ruiseñor de Cristo”, en la portada y en el interior, que
(1PC 2000). Tercer curso bajo la dirección de
se encuentra en ese retablo. También quiero agradecer
Casey, M,. Abadía de Viaceli, Cantabria (enero-
a la M. Abadesa y a las hermanas del monasterio de
febrero 2000). Sus trabajos no se han publicado.
Tulebras, la autorización para publicar las fotos de las
místicas cistercienses, que recogen bien el amor de AA. VV Místicas y escritoras. Rev. Cistercium, nn.
nuestras hermanas medievales y de todos los tiempos, 219 y 220 (2000) 385-944.
a la Eucaristía. Acklin-Zimmermann, E.,Helfta: centre d’activité lite-
Monasterio de La Oliva raire au X11F siécle. En Les moniales cistercien-
Mayo 2007 nes, t. IV, pp. 131-138.
Fr. Daniel Gutiérrez Vesga Carrasquer PedráS, S., Mariología I: Madres
Orientales (S.S. I-VII). Mariología II: las Madres
Occidentales (S.s. I-VII). Mariología III: Madres
51 111,12 Mozárabes. Ed. Mote Carmelo. Burgos, 2003.
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los siglos XII y XIII. Rev. Cistercium n. 220 ces. II Le Héraut (livres I-II). Du Cerf. Col. SC
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(2000) pp. 757- 775.
Gertrudis de Helfta, Santa, Mensaje de la miseri­
Casey, M., Císter, orígenes, ideales, historia. Monas­
cordia divina (El Heraldo del amor divino). Edt.
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Cirlot, V. Garí, B, La mirada interior. Escritoras mís­ 1999.
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Paquelin, L., Revelationes Gertrudianae et Mechtil-
dianae... Sanctae Mechtildis. Poitiers-Paris,
1877, p. 1-XVIy 1-421.
Prólogo
Pelletier, A-M., El cristianismo y las mujeres. Veinte
siglos de historia. Edt. BAC Madrid, 2002.
PiQUER Pomes, R. M., Santa Matilde de Hackeborn,
mujer y mística. Actualidad de su mensaje. En Le benignidad y humanidad de nuestro Dios y
StuMon 40 (1998) 93-119. Salvador que se presentó al género humano con tanta
Raymond, M., Estas mujeres anduvieron con Dios. misericordia en su Encarnación, acrecienta más y más
Studium. Madrid, 1958. cada día el resplandor de su luz, hasta revelarse abun­
dantemente a nosotros y en nosotros que vivimos en la
Salangana, J-L, La discusión medieval sobre la con­
etapa final. No hay palabras humanas para expresar
dición femenina (Siglos VIII al XIII). Publica­
las maravillas que obra Dios en sus elegidos, ni lengua
ciones Universidad Pontificia de Salamanca.
alguna podrá revelar los dones que derrama en el alma
Salamanca, 1997.
que le ama con fidelidad. Sólo ella puede felizmente
Saratxaga, C., Místicas Cistercienses. En Rcv. experimentar la benignidad y la dulzura con la que se
Cistercium 50 (1998) 1051-1081. comunica al alma.
Scmidt, M., Mechtilde de Hackeborn (sainte) En Queremos sin embargo describir con la ayuda de
Dictionnaire de Spiritualité. T. X, cois. 873- 877. Dios, y en cuanto lo permite nuestra pobreza, los dones
París 1980. que derramó en un alma que le amó de todo corazón.
Spitzlei, S., La literatura teológica femenina de la Ella contempló con los ojos del alma innumerables mis­
Edad Media y sus paralelos en Latinoamérica. terios celestes. Pero no quería comunicarlos porque en
En CuaMon 107(1993) 563-577. su pequenez se consideraba despreciable. Sus más ínti­
mas confidentes se lo exigían. Incluso en lo que comu­
Roisin, S., L 7iagiographie cistercienne dans le diocé-
nicaba, callaba algunas cosa que sólo refería obligada
se Liége au XIIIe siécle. Lovaina, 1967.
por la obediencia, para mayor gloria de Dios.
40 Libro de la Gracia Especial
Prólogo 41

Sus hermanas escribieron este libro La segunda, contiene algunos hechos referentes a
con las revelaciones que Matilde les había contado la persona a quien se le han comunicado estas cosas.
En nombre de nuestro Señor Jesucristo, para glo­ En ella puede también encontrarse no pequeño prove­
ria de la suma y siempre adorable Trinidad y en la cho y excitar o acrecentar la devoción y amor de quie­
medida de nuestras posibilidades contaremos lo que nes las escuchen o lean.
aprendimos por su misma narración. Por ello, carísi­ En la tercera, se ponen enseñanzas relativas a la
mos, en nombre de Cristo os pedimos a cuantos leáis gloria de Dios y a la salvación de los hombres.
este libro, deis gracias a Dios por todos los favores y La cuarta, sobre lo mismo, en relación con el pro­
dones que, brotando de la fuente misma de todos los vecho y consuelo de los hombres; trata en primer lugar
bienes, se derramaron en esta alma de modo casi de la comunidad en general y luego de personas parti­
incomparable como en criatura alguna. culares en especial.
Si se hallare algo no redactado con la debida pro­ Finalmente, sobre las almas de los fieles, cómo las
piedad o en estilo menos literario, se nos perdonará vio y ayudó Matilde.
caritativamente por no tener costumbre de escribir al
Aquellos a quienes Dios ha infundido el espíritu de
dictado. Como dice san Agustín'. “Es índole propia de
su amor, el amor que todo lo cree, todo lo espera, y
los buenos ingenios amar la verdad, no las palabras por
todo lo hace suyo53, y aspiran a alcanzar la gracia de
sí mismas”52.
Dios, reciban con devoción este Libro de la Gracia
Aunque todo el libro puede considerarse ele Especial54, a fin de que alcancen todos los bienes en él
Revelaciones y Visiones, y casi en cada enseñanza pue­ escritos y prometidos por Dios. Si en él se encuentra
de encontrarse utilidad e instrucción, afin de que resul­ algo que no se puede probar por la Escritura como, en
te más fácil encontrar lo que buscan quienes deseen todo caso, no va contra el Evangelio y la divina
leerlo, se ha distribuido en cinco partes.
La primera parte contiene revelaciones relativas a 53 Cf. ICo 13,7.
54 Así lo titula el manuscrito de Viena, al parecer el más antiguo.
las fiestas del Año Litúrgico, de algunos santos, y de
Otros manuscritos ponen con menos propiedad gracia “espi­
modo especial de la Santísima Virgen. ritual”. Aunque puede decirse que toda gracia es espiritual,
al tratarse aquí de la gracia de las Revelaciones, que se
encuentra entre las gracias [que los teólogos] llaman “gratis
52 San Agustín, Sobre la doctrina cristiana, lib. IV, c. 1 1. Cf. datas”, le conviene mejor el nombre de especial, como acos­
Obras de san Agustín T. XV, BAC n. 168, p. 295 Madrid tumbran los autores de ese siglo, y aparece también con fre­
1957. cuencia en los libros de Gertrudis y Matilde (de
Magdeburgo). Nota de la edición de Solesmes de 1877, p. 3.
Libro de la Gracia Especial

Escritura, lo encomendarán a Dios que, según su bene­


plácito, manifiesta ahora a los que lo aman, como ha
hecho en otras ocasiones, los designios ocultos y secre­
tos de su sabiduría y bondad.
Pedimos también a quienes lean o escuchen este
libro, alaben a Cristo por tan dichosa persona, o al
menos se muestren agradecidos, al ver que mientras el Primera Parte
mundo envejece y los hombres permanecen entumeci­
dos en la indolencia de toda bondad, Dios se digna
renovarlo todo con estos estímulos. Capítulo Previo
Nacimiento, vocación y cualidades
excepcionales de la virgen Matilde

Hubo una virgen colmada por Dios de bendiciones


divinas55 ya desde su infancia56. Fue presentada con
urgencia al sacerdote, varón justo y santo, para que la
bautizara, cuando apenas nacida se la creía ya muerta.
Mientras la bautizaba preguntó, al parecer con espíritu
profético: “¿Por qué teméis? Este niño no morirá, será
un hombre piadoso y santo. Dios hará en él grandes
obras y colmará felizmente los días de su anciani­
dad”57.

55 Sal 20, 4.
56 Es fácil advertir en este encabezamiento un paralelismo con
el comienzo del Libro II de los Diálogos del papa san
Gregorio, en el que narra la vida de san Benito, fundador de
la Orden Benedictina. Uno de los códices pone expresamente
el nombre: “Matilde”.
57 El texto latino está en masculino, lleno de reminiscencias
bíblicas.
Libro df. la Gracia Especial
Primera Parte 45
44
rios ocultos. Pero todo lo que Dios le manifestó a esa
Celebrado así el bautismo de forma precipitada.
edad lo pasamos por alto hasta sus cincuenta años,
Cristo le reveló más tarde que su alma quedó transfor­
siguiendo el ejemplo del Evangelio, que no revela los
mada inmediatamente en templo de Dios, sería poseída
hechos del Señor hasta los treinta años60.
por su gracia, morando en ella desde el seno matei no
Finalmente, Dios derramó copiosamente en ella la
Cierto día, a la edad de siete años, su madre fue gracia no solo espiritual y gratuita, sino también natu­
con ella al monasterio cercano al castillo donde vivían ral y actual, a saber: ciencia y conocimiento, literatura
sus padres, al momento se quedó gozosa en él conti a la y hermosa voz61. Era mañosa para todo en el monaste­
voluntad de su madre, pidió sigilosamente a las hei ma­ rio, como si Dios no hubiera olvidado derramar en ella
nas la recibieran en su compañía. Ni amenazas ni hala­ ninguno de sus dones.
gos de sus padres pudieron ya sacarla de allí.
Pero el Señor benigno, la probaba también con
Su alma comenzó a encenderse pronto en el amor
sufrimientos: padecía casi de continuo dolores de cabe­
y veneración de Dios de un modo admirable, se ale­
za o mal de la piedra62 63, frecuentes molestias de estó­
graba frecuentemente en Dios* 59 con dulce suavidad.
mago. Sobrellevaba todo con generosidad y gozo, con­
Progresaba de día en día hasta alcanzar la cumbre de
sideraba como castigo del infiemo no poder gozar la
todas las virtudes. Tenía admirable mansedumbre, gran
dulzura meliflua de la gracia de Dios, según el deseo de
humildad y paciencia, verdadero amor a la pobreza,
su corazón, ni alcanzar aquella feliz y permanente
extraordinario fervor y devoción, crecía más y más en
unión con su Amado en la que el alma se hace un espí­
el amor a Dios y a los hombres. Amable y disponible
ritu con Dios53. [La grandeza de las demás virtudes de
con todos, se conmovía con ternura de los atribulados
y tentados. Como verdadera madre Jes ofrecía en todo esta virgen las encontrarás descritas al final de este
momento consuelo y ayuda, de manera que quien se libro64].
acercaba a ella salía consolado y enriquecido. Amada
inmensamente por todos, todos se sentían atraídos
hacia ella, esto le causaba muchas molestias.
Cuando era aún joven comenzó Dios a comunicár­ 60 Alusión a los 30 años de la vida de Jesús.
sele con gran familiaridad y a revelarle muchos miste­ 61 Era la cantora del monasterio. En el Heraldo del amor divino
de santa Gertrudis se la distingue por esta cualidad.
62 Puede referirse a dolores de cabeza con pulsiones, como si le
En el relato se percibe el trasfondo bíblico del nacimiento del golpearan a uno.
profeta Isaías y Juan Bautista. 63 ICo 6, 17.
59 Cf. Le 1, 47. 64 El códice de Viena remite a la parte V cp. 32.
Libro de la Gracia Especial Primera Parte 47
46

Capítulo I recibir de Dios un don tan excelente, a saber, la remi­


sión de todos los pecados y la suplencia^ de todos los
Anunciación de la bienaventurada I irgen méritos, adquirió seguridad y audacia para reclinarse
María. El Corazón del Señor r su alabanza en el regazo de su Amante Jesús, e intercambiar con el
Señor palabras de inefable dulzura con múltiples mues­
Mientras estaba en oración la virgen de Cristo el tras de su gran amor.
día de la Anunciación del Señor y pensaba en sus peca­
Vio salir del Corazón de Dios una flauta de oro con
dos con dolor de corazón, se vio revestida con un man­
la que alababa al Señor. Le pedía se dignara convertir­
to de ceniza. Acudieron también a su mente aquellas
la en alabanza65 66 67 68 *. Inmediatamente oyó la voz dulcísima
palabras: La justicia será el ceñidor de su cintura ■
de Cristo, sumo cantor, que entonaba: Alabad a nuestro
Comenzó a pensar qué haría cuando el Señor de la
Dios todos sus santos^. Como se maravillara que el
majestad, ceñido de la justicia, viniera con la potestad
mismo Dios cantase esto, recibió una inspiración divi­
de su divino poder, ya que había sido tan descuidada;
na sobre la palabra alabanza: cómo Dios se alaba a sí
porque cuanto más santo es el hombre ante Dios, se
mismo ininterrumpidamente con alabanza perpetua. En
considera inferior y más despreciable ante los demás;
la palabra bendecir comprendió que Dios con su divi­
cuanto más limpia de pecado se siente la conciencia,
mayor temor y precaución toma para no ofender a no poder autoriza al alma para invitar a todas las cria­
Dios. Mientras permanecía en este arrepentimiento turas del cielo y de la tierra a alabar a su Creador. En la
contempló al Señor Jesús sentado en sublime trono. expresión a nuestro Dios, entendió cómo el Hijo honra
Ante su dulce rostro fue reducido a la nada el vestido a Dios Padre en cuanto hombre, según afirmó él mis­
de ceniza, y resplandecía en su presencia brillante
como el oro. 66 “supplectionem ", suplencia. Frecuente también en el Heraldo
Entonces comprendió cómo todos los bienes que del amor divino de santa Gertrudis. Consiste en confiarse al
Señor ante la conciencia de la propia indignidad porque él
había descuidado quedaban colmados por la vida santí­ suple, o colma con la propia riqueza esa pobreza humana,
sima de Cristo y sus obras perfectísimas, y toda su despertando en el alma gran confianza en Dios. Ver por ejem­
imperfección fue santificada por la altísima santidad plo: Heraldo, lili. IV, cc 17; 28; 35; 39; 40. Ejercicios, Vil.
Esta doctrina es común y frecuente en las tres escritoras mís­
del Hijo de Dios. Cuando Dios mira al alma con el ojo ticas del monasterio de Helfta: Matilde de Magdeburgo,
de la misericordia y se inclina a compadecerse de ella, Matilde de Hackeborn y Gertrudis la Magna.
67 Podríamos ver aquí la doctrina de san Pablo: Para alabanza
todos sus delitos son arrojados a olvido perpetuo. /XI de su gloria (Ef 1, 6.12.14), que recogería más tarde sor
Isabel de la Trinidad.
68 Ap 19, 5. Antífona de la solemnidad de Todos los Santos.
65 ls 11,5. Posiblemente se recuerda la antífona de la celebración litúrgica.
48 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 49

de todos los bienes. Incorporada de este modo el alma


mo: Mi Dios y vuestro Dios69. En las palabras: todos
a Cristo, derretida en el amor divino como la cera ante
sus santos reconoció que todos los santificados, en el
cielo y en la tierra, lo son por el mismo Cristo sumo el fuego10, absorta toda en Dios como sello impreso en
cera, expresaba la semejanza con él. De este modo
santificador.
aquella dichosa alma se hizo una sola cosa con su
Contempló también a la bienaventurada Virgen a la
Amado.
derecha de su Hijo que llevaba un cinturón del que pen­
dían címbalos de oro, representaban a todos los órdenes
de los ángeles y los coros de los santos. Cada uno toca­ El texto evangélico “Missus est” -Fue enviado-
ba los címbalos, producía maravillosos sonidos y ala­ y la bienaventurada Virgen
baba a Dios por aquella alma que con tanta generosidad Mientras se proclamaba el evangelio: “Fue envia-
había enriquecido con toda clase de dones y gracias. El do”lx, vio venir al arcángel Gabriel, pedagogo de la
alma alababa también a Dios por sí misma en unión con bienaventurada Virgen. Traía un estandarte regio escri­
todos ellos. to con letras de oro. Le seguía una multitud innumera­
Llamó el Señor al alma, puso sus manos en las ble de ángeles. Formaron como un muro en torno a la
manos de ella y le concedió todos los trabajos y obras casa donde moraba la Virgen gloriosa que llegaba des­
que había realizado en su santísima Humanidad. de la tierra hasta cielo, de tal manera que debajo de los
Aproximaba sus ojos benignísimos a los ojos del Ángeles estaban los Arcángeles, luego las Virtudes y
alma y le otorgaba la mirada de los suyos santísimos así el resto de los órdenes angélicos; Cada uno de los
con abundante derramamiento de lágrimas. Aplicaba órdenes rodeaba la casa en forma de muro. A estos
sus oídos a los oídos del alma y le concedía el ejercicio seguía el Señor como esposo que sale de su tálamo, el
de los mismos. más hermoso de los hijos de los hombres12, acompaña­
Unía su boca sonrosada con la del alma y la movía do del coro ardiente de los Serafines que están cerca de
a la alabanza, acción de gracias, oración y confesión Dios. Estos rodearon al Señor Jesús y a la bienaventu­
supliendo su indigencia. rada Virgen como un círculo que se elevaba de la tierra
al ciclo en forma de muro y de techo. El Señor estaba
Finalmente, unió su melifluo Corazón al corazón
junto al estandarte del arcángel como esposo, con un
del alma, le concedió la práctica de la meditación, de la
devoción y del amor, y le enriqueció con la abundancia
70 Sal 67, 3.
71 Le 1,26, En la fiesta de la Anunciación del Señor.
69 Jn20, 17. 72 Sal 44, 3.
50 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 51

ramo de flores, joven73 lleno de delicadeza, esperando “Me alabarás siempre con mi Corazón divino. Vete y
mientras el Ángel Gabriel saludaba con toda reverencia ofrece a todos los santos la bebida vivificante de mi
a la preclara Virgen. Corazón para que queden dichosamente embriagados
por ella”. Entonces se acercó a los ángeles y les ofreció
Cuando la Virgen dichosa se sumergió en el abis­
esa bebida saludable. Ellos no bebieron, pero fueron
mo de la humildad y exclamó: Aquí está la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra74, el Espíritu confortados por ella.
Santo en forma de paloma, extendidas las alas de su Luego se la ofreció a los Patriarcas y Profetas
dulzura, penetró el alma de la Virgen cubriéndola feliz­ mientras decía: “Recibid al que deseasteis y acogisteis
mente con su sombra, y fecundándola con el Hijo de hace tanto tiempo, concededme desearle con todas mis
Dios, para hacerla madre grávida de tan noble peso y fuerzas y suspirar tras él día y noche”.
permanecer virgen incontaminada. De este modo la
presencia del Espíritu Santo la hizo Madre de Dios y de Seguidamente se dirigió a los Apóstoles: “Recibid
los hombres. al que amasteis con todo el corazón y de forma tan
ardiente, alcanzadme la gracia de amarle ardientemen­
Al acercarse el momento nobilísimo del banquete
en el que recibiría al Amado de su alma en la comunión te por encima de todo y desde las raíces más profundas
del sacramento del Cuerpo y de la Sangre oyó que le de mi corazón”.
decía: Después a los Mártires: “Aquí está aquel por cuyo
“Tú en mí y yo en ti, no te abandonaré jamás”. amor derramasteis vuestra sangre y entregasteis vues­
Ella no anhelaba otra cosa que alabar a Dios con tros cuerpos a la muerte, alcanzadme la gracia de entre­
todo su ser. garme a su servicio con todas mis fuerzas”.

El Señor la entregó su Corazón divino semejante a Acercándome a los Confesores les dije: “Recibid a
una copa de oro75 maravillosamente decorada y le dijo* aquel por quien lo dejasteis todo y despreciasteis los
placeres del mundo, concededme despreciar todo lo
73 terreno por su amor y elevarme a la cumbre de la ver­
Cf. I, 4; 9; 30; II, 6; y 13; III, I; IV, 44; y 59a; V, 17; vi 3. y
9, dos veces. Es significativo cómo insisten las tres místicas dadera santidad”.
y escritoras de Helfta en la experiencia del Señor, de Jesús
como un joven hermoso: Matilde de Magdeburgo, IV 6 Tres’ Corre hacia las Vírgenes y exclama: “Recibid al
veces en este capítulo: IV, 7. 7a; Vil, 37. Gertrudis la Matma que consagrasteis la virginidad, alcanzadme la gracia
Heraldo II, 1,2; 3,1, etc. S’
74 Le 1, 38. de perseverar en la castidad de corazón y de cuerpo y
75 Cf. Santa Gertrudis, Heraldo..., lib. III, cp. 46. dominar plenamente todas las cosas”.
52 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 53

Vio a una virgen recientemente fallecida y la reco­ - Sexto, pacientísimo en mi Pasión, que atravesó
noció con toda claridad, ya que habían sido amigas en de modo especial su corazón con el recuerdo
este mundo. Comentaba con ella que las cosas eian continuo.
como le habían dicho cuando vivía. La virgen le res­ - Séptimo, fidelísimo, porque quiso inmolarme a
pondió: “Ciertamente he encontrado el ciento por uno . mí, su único bien, por la redención del mundo.
Luego volvió al Señor recorriendo el palacio celestial.
- Octavo, el más diligente en la oración, interce­
El Señor tomó aquella copa y la colocó en el cora­
diendo sin cesar por la naciente Iglesia.
zón del alma, quedó de este modo dichosamente unida
con Dios. - Noveno, incansable en la contemplación, para
impetrar con su oración gracia para todos los
hombres”.
Capítulo II
Saluda a la bienaventurada Virgen María
Capítulo III
Deseaba saludar a la gloriosa Virgen María en el Cuádruple voz de Dios
Adviento del Señor. Él la instruyó: “Saluda al Corazón
virginal de mi Madre por el servicio que hizo a los El domingo Pueblo de Sión16, mientras se cantaba:
hombres con la afluencia de todos los bienes: El Señor hará oír su voz gloriosa, deseaba saber cual
- En primer Jugar fue purísimo, la primera en era la voz de la gloria del Señor.
hacer el voto de virginidad.
El Señor le dijo: “La voz de mi gloria es ésta: El
- Segundo, fue el más humilde, así mereció conce­ alma que se arrepiente por amor más que por temor y
bir por obra del Espíritu Santo. se duele de sus pecados merece oír de mí: Se te perdo­
- Tercero, devotísimo y de grandes deseos, con su nan tus pecados, vete en paz ”76 77. Cuando el hombre se
gran anhelo me atrajo a mí. arrepiente y hace penitencia de todo lo que ha cometi­
- Cuarto, ferventísimo en su amor a Dios y al pró­ do, le perdono al momento y totalmente todos sus peca­
jimo. dos y le admito en mi gracia como si nunca hubiera
pecado.
Quinto, celosísimo en guardarlo todo, poniendo
gran diligencia en conservar lo que hice en la
76 Canto de entrada del II domingo de Adviento.
infancia, la adolescencia y la juventud.
77 Le 7, 48. 50.
54 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 55

En segundo lugar, el alma escucha la voz de mi “El sol tiene tres propiedades por las que se com­
gloria cuando se une a mí en oración y contemplación para a mí: calienta, hace producir frutos e ilumina.
íntima y oye: Ven, amiga mía, muéstrame tu rostro '. Calienta, de este modo enciende en el amor a los
En tercer lugar, cuando el alma va a salir del cuer­ que se acercan a mí y sus corazones se derriten en mi
po le invito tiernamente a venir a mí diciéndole: Ven, presencia como la cera ante el fuego.
mi escogida, voy a poner en ti mi trono19.
El sol además hace que todo produzca frutos’, del
Finalmente, el día del juicio ésta será voz de mi mismo modo afecta mi presencia al alma virtuosa y le
gloria, cuando convoque a todos los elegidos desde la hace producir frutos de buenas obras.
eternidad, llamados al reino de honor y de gloria
Finalmente, el sol ilumina, de igual modo ilumino
diciendo: Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino
yo con la luz del conocimiento divino a todo el que vie­
preparado para vosotros desde la creación del mun­
do*9. ne a mí”.
Más tarde recordaba el verso: Contento como un
héroe para recorrer el camino*2 y dijo al Señor:
Capítulo IV
Contemplar el rostro del Señor “¡Señor, Dios mío! ¿Qué inspiraste al profeta con
estas palabras?”
Cuando oraba durante la misa: Ven, Señor, y mues­ El Señor se le aparece al instante desde el cielo en
trarios tu rostro*', por los que desean con todo el cora­ forma de un joven alto, diligente, de gran hermosura,
zón contemplar el rostro de Dios, vio al Señor de pie en
ceñido de un cinturón tejido en seda roja, verde y blan­
medio del coro. Su rostro brillaba más que mil soles c
ca y le dice:
iluminaba a cada una con un rayo de sol.
“Quien ha de recorrer un camino largo y difícil debe
Se preguntaba por qué la imagen del sol se centra­
ba de modo especial en ella. ceñirse con fuerza y a más altura el cinturón, para que
sus vestidos no le entorpezcan la marcha. La seda roja,
Le responde el Señor:
si es buena, es más consistente que otras; por eso mi
Pasión fue más fírme que ningún otro martirio. Ella dará
78 Ct2, 13. 14. fortaleza a todos los mártires hasta el fin del mundo y
79 Antífona del Oficio de Vírgenes.
80 Mt 25, 34.
otorgará las virtudes de la constancia y la perseverancia.
81 Canto de entrada de la misa del Sábado de Témporas
Adviento. de
82 Sal 18, 6.
Libro de i.a Gracia Especiai.
Primera Parte 57
56

Capítulo V
La seda verde y blanca es también más fuerte que
las demás; por eso la inocencia de mi humanidad y mi En la Vigilia del Nacimiento del Señor
vida ejemplar superó la inocencia y los méritos de
Mientras la comunidad iba al capítulo la vigilia del
todos. Me ceñí con firmeza y a más altura el cinturón
dulcísimo Nacimiento de Jesucristo, Hijo de Dios, con­
de mi humanidad y mi capacidad de sufrir, reduje la
templé una multitud de ángeles con lámparas que, de dos
longitud de la eternidad a la vida breve y temporal de
en dos, asistían a cada una de las hermanas. El Señor
la humanidad, salí gozoso como héroe valiente83 para
ocupaba el puesto de la abadesa sentado en un trono de
recorrer el camino difícil y trabajoso en el que realiza­
marfil84 85. De él fluía con ímpetu un río transparente que,
ría la redención del género humano.
a la primera entonación del salmo: Misericordia, Dios
Quien transporta un gran tesoro y de mucho valor, mío, por tu bondad*5, lavó el rostro de cada una. A la
lo sostiene con mayor firmeza para no perderlo. De segunda entonación: Misericordia, se acercaron todas al
igual modo, cuando llevo conmigo el noble tesoro del Señor y le presentaron las oraciones que en ese tiempo
alma humana, me ciño con más fuerza, porque llevo ofrecían por la Iglesia. A la tercera invocación, el Señor,
constantemente en mi Corazón, con inefable amor j que tenía un cáliz de oro, lo ofreció a las almas que las
deseo, las almas de todos los que se han de salvar”. hermanas nombraban en su oración.
Al acercarse la comunidad a comulgar contemplé El Señor les dijo:
al Señor como un rey magnífico que ocupa el lugar del
sacerdote: todas llevaban lámparas encendidas cuando “Tendré este capítulo cada año”.
se acercaban a él, la luz de Jas lámparas iluminaba sus
rostros. Comprendí, iluminada por el Espíritu Santo a) El dulce Nacimiento de Cristo
que aquellas lámparas significaban Jos corazones de las
En la santísima noche del dulce Nacimiento de
que se aproximaban. Derramó en ellas un licor que les
Cristo le pareció encontrarse en aquel monte rocoso en
comunicaba la ternura del Corazón divino, y con su lla­
el que estaba la bienaventurada Virgen, próxima a dar
ma, el ardor de la caridad; porque cuando reciben con
a luz. Al aproximarse el momento del parto la benigní­
el debido fervor ese sacrosanto Sacramento se les
sima Virgen se llenaba de alegría y júbilo inefables, la
infunde una piedad que lo supera todo y las enciende en
rodeó una luz divina de manera que, sobrecogida de
el amor de Dios.
estupor y recogida en una humildad infinita, se proster-

84 Cf. Santa Gertrudis la Magna, El Heraldo..., lib. IV, c. 2.


83 Cf. Sal 18, 6. 85 Sal 50, 3.
58 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 59

nó en tierra dando gracias. Estaba tan atónita que no permite sentir solo a Dios por la infusión del amor. Con
advertía lo que sucedía hasta que estrechó en su regazo ella todo lo terreno se le hace despreciable y no pueden
al más hermoso de los hijos de los hombres*6. Al reci­ comparársele todas las alegrías del mundo, aunque se
bir al Niño con gozo inefable y ferventísimo amor, le derramaran juntas en un solo hombre.
dio tres besos llenos de ternura. De este modo se unió Del rostro del Niño salían cuatro rayos que llena­
tan íntimamente a la Santísima Trinidad que nunca fue ban las cuatro partes del mundo; significaban la vida y
posible a hombre alguno unirse a Dios en una unión tan doctrina santísimas de Cristo que iluminaban todo el
personal. universo.
Este monte significa la vida espiritual, que parece
dura y áspera en esta vida. Cristo con su Madre fueron b) Natividad y amor del Señor
los primeros en vivirla, y dieron a los hombres ejemplo Durante el canto de la Misa: El Señor me ha
de verdadera religión. dicho*1 como memorial y veneración de aquel oculto,
Creía el alma encontrarse junto a la dichosa Virgen inefable y eterno Nacimiento de Cristo del seno de
con inmenso deseo de besar al tierno Niño. La Madre Dios Padre, le pareció ver a Dios Padre como rey pode­
virginal, después de abrazar y hablar tiernamente a su roso en una maravillosa tienda de campaña que, senta­
Hijo, se lo entregó al alma para que lo abrazara. Ella do en trono de marfil decía al alma:
recibió al Niño con inefable amor, lo estrechó contra su “Ven, recibe al unigénito y coeterno Hijo de mi
corazón y lo saludó con improvisadas palabras: “Salve, Corazón y hazle presente en todos los que con devota
sustancia dulcísima del Corazón del Padre, médula y gratitud celebran su santísima y eterna generación rea­
alimento bendito de mi alma lánguida. Te ofrezco el lizada en mí”.
núcleo de mi corazón y mi alma para tu alabanza y glo­
Vi entonces salir del Corazón de Dios un resplan­
ria eternas”.
dor que se adhirió al corazón de aquella alma en seme­
Por divina inspiración comprendió cómo el Hijo es janza de un niño lleno de luz.
el epicentro del Corazón del Padre, centro confortable,
Ella le saludó:
sanador dulcísimo; por ello Dios Padre nos entregó a su
Hijo, que es su fuerza y su ternura suavísima, como “Salve, esplendor de la gloria eterna”87 88, etc. Luego
defensor, sanador y tierno consolador. Ahora bien, el pasaba delante de la comunidad y les ofrecía el Niño, él
hondón del alma consiste en ese suavísimo gozo que le se quedaba con cada una, ellas le retenían en su corazón.

87 Canto de entrada de la misa de media noche de Navidad.


86 Sal 44, 3. 88 Cf. Hb 1, 3.
60 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 61

El Niño se inclinaba en el pecho de cada una y De igual modo, cuando salí del mundo y fui clava­
besaba sus corazones como amamantado tres veces. En do en la cruz, no podía hacer ningún movimiento como
el primer beso sorbió todos sus deseos; en el segundo, señal de haber entregado a los hombres todo el bien que
su buena voluntad; en el tercero, toda la diligencia que hice con mi humanidad. En efecto, entregué al hombre
ponían en el canto, las inclinaciones, las vigilias y los mi vida y todos mis bienes divinos y humanos. Por eso
demás ejercicios espirituales. el hombre puede tomar confiadamente todas mis cosas;
éste es mi deseo, a fin de que disfrute con el mayor pro­
Conoció cómo Dios aceptaba con sumo agrado que vecho de todos mis bienes.
los hombres, al no poder alcanzar con su entendimien­
También le pareció contemplar al Amor en forma
to la divina e inefable generación del Hijo de Dios por
de una virgen, sentado junto a la bienaventurada Virgen
el Padre, la aceptaran con fe piadosa y la ensalzaran
María
con alabanzas según sus posibilidades.
Le dice:
Mientras se leía el evangelio: Salió un decretó™, le
“Vamos, Amor dulcísimo, enséñame a ofrecer a
parecía oír al Padre que le decía: “Acércate a la Virgen
este nobilísimo Niño las atenciones que se merece”.
Madre de mi Hijo y pídele te dé su Hijo con todo el
Le responde el Amor:
gozo que experimentó al darlo a luz, con los bienes que
derramó en ella para salvación de todo el mundo”. “Yo fui la primera en acogerle en mis manos puras
y envolverle en pañales; le amamanté a mis pechos vir­
Al acercarse encontró al Niño recostado en el pese­
ginales junto a su madre, le acogí en el calor de mi
bre y envuelto en pañales. regazo, juntamente con su madre le atendía en todo lo
Le dijo el recién nacido: que era menester y le servía sin cesar. Quien desee
atenderle de una manera digna me escogerá como ami­
“Apenas nací en el mundo se me envolvió con
ga, esto es, lo hará todo con aquel amor que Dios aco­
pañales y fajas de modo que no podía moverme, como
gió en sí la naturaleza humana. De este modo, todo lo
señal de haberme entregado incondicionalmentc al
que haga será muy grato a Dios”.
poder y para bien de los hombres con todos los bienes
que traje del cielo. El que está fajado no tiene ningún Q Cuatro latidos del Corazón de Cristo
poder, no puede defenderse, se le puede arrebatar todo
Durante el canto de la Misa: Hoy brillará una luz* 90
lo que posee.
[Matilde] fue iluminada con un conocimiento inefable.
90 Antífona del canto de entrada de la Misa de la Aurora el día
89
Le 2, 1. Evangelio de la misa de media noche de Navidad. de Navidad.
Libro de la Gracia Especial Primera Parte 63

Comprendió que esa luz era el Hijo de Dios que ilumi­ El segundo proviene de mi amor sapientísimo, por
na a todo el mundo y a todos los hombres con el res­ el que me regía a mí mismo y todas mis cosas con pru­
plandor de su Nacimiento. En el tierno Niño residía dencia. Con él ordenaba sabiamente cuanto existe en el
toda la plenitud de la divinidad^'. El pequeño cuerpo cielo y en la tierra.
contenía todo el poder de Dios, para no ser aniquilado. El tercero nace de la ternura que me penetró pro­
En él residía la inescrutable sabiduría de Dios; el que fundamente y me hizo dulces todas las amarguras de
yacía en el pesebre poseía tanta sabiduría como el que este mundo, hasta la amargísima muerte se hizo dulce y
reinaba en el cielo. La dulzura y el amor del Espíritu agradable al aceptarla por la salvación de los hombres.
Santo estaban tan plenamente derramados en el Niño, El cuarto latido, más tenue, significa la bondad de
que era inenarrable lo que experimentaba el alma, por mi Humanidad: amable, acogedora, asequible a la imi­
encima de todo sentido. tación de todos.
El alma toma al Niño y lo estrecha contra su cora­ Durante las oraciones en secreto, el Señor instruía
zón con tan estrechos abrazos que llega a escuchar y a Matilde: Cuando se canta el Sanctus cada uno dirá un
sentir sus mismos latidos. En una sola pulsación con­ Padre nuestro y pedirá que le prepare con todo el poder,
centraba tres fuertes latidos91 92 a los que seguía otro más sabiduría, ternura y dulce amor de mi Corazón, para
tenue. merecer recibirme espiritualmente en el suyo, y así rea­
Sorprendida el alma le dice el Niño: lice y perfeccione en él lo que establecí desde toda la
eternidad en el beneplácito de mi divina voluntad.
“Los latidos de mi Corazón no eran como los de
los demás hombres. Mi Corazón latió con tal fuerza Durante la oración después de la comunión y la
oración sobre el pueblo, el alma recitaba el verso: Te
desde la niñez hasta la muerte, que eso le hizo expirar
alabo, amor fortísimo; te bendigo, amor sapientísimo;
tan pronto en la cruz.
te glorifico, amor dulcísimo; canto tus alabanzas con
El primer latido brota del amor todopoderoso de amor benignísimo en todas las cosas y por todos los
mi Corazón, tan impetuoso que superé con paciencia y bienes que tu gloriosísima divinidad y tu bienaventura­
r mansedumbre todas las contrariedades del mundo y la da humanidad han realizado en nosotros mediante el
crueldad de los judíos. nobilísimo instrumento de tu Corazón, y seguirán rea­
lizando por los siglos de los siglos. Amén.
91 Col 2, 9. Cuando el sacerdote dé la bendición bendeciré yo
92 Cf. parte 5a, cap. 2; Sta. Gertrudis El Heraldo... lib. III, c.
51 y 52; c. 4.
también diciendo: “Que te bendiga mi omnipotencia, te
64 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 65

instruya mi sabiduría, te inunde mi ternura, mi benig­ Responde [la Virgen]:


nidad te atraiga y te una a mí para siempre. Amén”.
“No lo necesitaba, porque di a luz a mi Hijo ino­
cente, sin dolor”.
d) Más sobre el Nacimiento de Cristo Pregunta el alma:
En la solemnidad del Nacimiento de Cristo le pare­ “Cuando acudían tus parientes y amigos para visi­
ció ver a la Virgen sentada en la cumbre de un monte. tarte, ¿qué les ofrecías tú, tan pobre, aunque eras la
Tenía en su regazo tan hermoso Niño y le dijo: Reina del cielo?”
“Señora mía, ¿dónde nos encontramos?” Responde:
Le responde: “No era preciso que yo les atendiera, ellos mismos
“En la montaña de Belén. Esta ciudad estaba sobre traían lo que necesitaban”.
un monte. Por eso se dice en el Evangelio: Subió También le preguntaba qué alimento ofrecía a su
José*3, etc. La posada en la que di a luz a Cristo estaba
Hijo después de destetarle.
en la parte baja de la ciudad, cerca de una de las puer­
tas. Por eso se dice que el Señor nació en Belén”. Le responde:

Replica [el alma]: “Un manjar compuesto de vino y pan blanco”.

“Entonces, ¿cómo pudieron venir los pastores de Mientras le preguntaba si al volver de Egipto y
noche para ver al Niño?” establecerse en Nazaret tuvo el Señor alguna relación
con sus parientes, le respondió el Niño:
Le responde:
“¿Por qué dice el Evangelio que le buscaban entre
“Por sentirse seguros, debido a la gran paz que en
los parientes y conocidos94, sino porque de vez en
aquel tiempo disfrutaban los hombres. Además, como
cuando compartía con ellos?
era grande la afluencia de forasteros, no se cerraban las
puertas”. ¿Por qué crees también que el evangelista Juan,
llamado por mí en unas bodas me siguió tan presto,
Replica:
sino porque le agradaba mi vida y mis costumbres, tan­
“Oh Señora, ¿por qué no tenías un lecho o algo tas veces experimentadas, y estaba convencido que era
más confortable?” 93
fácil seguir mi ejemplo?”

93 Le 2,4. 94 Le 4, 44
66 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 67

Capítulo VI recoger en él la devoción y atención de las que salmo­


diaban y presentarlo con gozo a Jesucristo.
San Juan apóstol y evangelista
[Matilde] recapacitaba en su interior y quería saber
[Matilde] creía contemplar al niño Jesús de unos el premio que recibió san Juan por escribir un evangelio
12 años, que despertaba alegre a las monjas durante el que supera a los otros en profundidad sobre la divinidad
primer toque para maitines en la fiesta de san Juan de Jesucristo. Recibió la siguiente respuesta de Dios:
apóstol y evangelista. También le pareció ver al mismo “Supera a los demás santos bajo todos los aspectos,
san Juan en el dormitorio junto al lecho de una monja porque sus ojos contemplan con mayor claridad la luz
que él amaba mucho95. inaccesible de la divinidad, sus oídos perciben más ínti­
Un ángel glorioso y de gran majestad, del coro de mamente el suave susurro de Dios, su boca y su lengua
los serafines, honraba a san Juan e iba delante de él con reciben una inefable dulzura divina y es tan intenso el
una antorcha, acompañado de innumerable multitud de perfume que brota de sus labios que inunda todo el cie­
ángeles que habían acudido para honrarle provistos de lo. Todos los santos perciben la fragancia de san Juan.
antorchas, y dirigían a las monjas hacia el coro. Más aún, su corazón está tan inflamado en un especial
gozo de amor divino que se eleva en raudo vuelo hacia
Las que se levantaban alegres, movidas por un
las cumbres de los arcanos secretos de Dios”.
amor generoso, recibían mayor gloria que las que lo
hacían por temor. Le pareció contemplar también la gloria de san
Juan, sobre el que irradiaba en una luz como de estre­
Aquel ángel excelso tributaba a san Juan mayor
llas, todo lo que escribió sobre Jesucristo y su divini­
honor porque amó ardientemente al Señor mientras
dad, todo lo que otros santos y doctores de la Iglesia
vivía en la tierra. Advirtió también cómo ese ángel
habían escrito y predicado sobre sus escritos, como el
encendía el corazón de todos los que amaban a san
sol radiante derrama su luz a través de un cristal sobre
Juan, e n a tención al amor especi al que Cristo tuvo con
perlas de gran valor.
él. El mismo Espíritu de Dios mueve a los hombres
para que amen a este santo. También le pareció entender que se aplicaba a san
Juan lo que se canta en su fiesta: Lavó en vino su ves­
San Juan recorría el coro durante maitines y apli­
tidura*'. Porque amó con gran intensidad a Cristo col­
caba un cáliz de oro a la boca de cada hermana para
gado de la cruz, su dolor equivalía a un martirio inte-

95
En este relato se ha querido ver a Gertrudis la Magna que con 96
delicadeza se refiere a sí misma Gn 49, 11.
68 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 69

rior que le envolvía con gloria especial. En las pala­ a) Doce privilegios de san Juan Evangelista
bras: Bañó su manto en sangre de oliva", entendía que,
[Matilde] contempló también a san Juan Evan­
así como el aceite ilumina, arde y suaviza, de igual
gelista apoyado en el pecho de Jesús y una multitud de
modo brillaba en san Juan el fuego del amor y le hizo santos que danzaba en tomo al Señor y alababa a Cristo
de modo especial manso y humilde de corazón. en honor de san Juan. Pedía al Señor le instruyera para
A ruegos de una persona devota del santo97 98, le alabarle en nombre de tan querido discípulo.
ofrece sus oraciones como se lo había pedido. Él las El Señor le dice:
acoge complacido y le dice:
“Me alabarás en primer lugar por su noble estirpe, es
“Con todo lo que me ha ofrecido prepararé un ban­ de mi parentela, no existe otra tan digna bajo del cielo.
quete para todos los santos”.
En segundo lugar, porque le llamé a mi apostolado
Replica ella: en unas bodas.
“¿Qué le digo a ella?” Tercero, porque con preferencia a los demás mere­
ció contemplar la claridad de mi rostro transfigurado en
Responde [san Juan]:
el monte.
“Seré el guardián de su virginidad, encontrará en
Cuarto, por haber merecido descansar en mi pecho
mí refugio seguro frente a todos los que le atormentan
durante la última cena.
y le hacen sufrir, estaré presente en el momento de su
Quinto, porque tuvo una iluminación de la inteli­
muerte y presentaré su alma a Jesucristo, su Amado,
gencia superior a los demás, así pudo transmitir a los
libre de toda asechanza”.
hombres la plegaria que elevé en el monte de los
Olivos.
Sexto, porque en la cruz le encomendé con espe­
97 El texto está tomado del siguiente responsorio que se cantaba cial predilección el cuidado de mi madre.
en Halberstadt en aquel tiempo en las II Vísperas de la festa de
san Juan Bautista: Rodaba, oh Dios, el estruendo de tu trueno Séptimo, porque después de la resurrección le con­
(Sal 76, 19). Es Juan Evangelista que anuncia al mundo la luz cedí una iluminación particular, así me reconoció antes
celestial; triunfa sobre Roma, lava en vino su túnica y su man­
que los demás discípulos mientras faenaban en el mar
to en la sangre de oliva. 'Jl. Vence al Senado y al César y el
cuerpo del discípulo virgen salta de gozo en el fuego. y exclamó: Es el Señor".
98 ¿Fue santa Gertrudis la Magna, amiga íntima de santa
Matilde, esa persona devota a la que san Juan asistió en la
hora de su muerte? 99 Jn21,7.
Primera Parte 71
70 Libro de la Gracia Especial

Contesta ella:
Octavo, porque por especialísima familiaridad le
revelé mis misterios cuando escribía el Apocalipsis, y “¿Con qué nombre te dirigías a ella?”
mereció afirmar por particular inspiración divina: En el Responde:
principio existía la Palabra™0, afirmación que no cono­
“Señora mía”.
ció anterionnente ningún profeta ni persona alguna.
Noveno, por haber tomado veneno por defenderme.
Capítulo VII
Diez, por haber hecho muchos signos en mi nom­
bre, e incluso resucitar muertos. fíeza por la comunidad.
Circuncisión espiritual
Once, porque le visité con ternura al invitarle con
mis hermanos a mi cena.
Mientras la noche santa de la Circuncisión del
Doce, por no haber experimentado dolor alguno Señor presentaba a Dios las oraciones y el fervor de las
cuando le llevé gloriosamente de este destierro al gozo hermanas y le pedía se dignara derramar sobre ellas la
eterno”. bendición del Año Nuevo, le dijo el Señor:
“La salvación y la bendición de parte de Dios, mi
b) Más sobre san Juan Padre, la mía, Jesucristo su Hijo, y la del Espíritu
Santo, santificador de todas vuestras buenas obras, esté
En otra ocasión contempló [Matilde] al mismo dis­
con vosotras. Yo soy aquel de quien está escrito: Tus
cípulo junto al altar, sostenía el libro al sacerdote mien­
años no se acabarán™'. Venid a mí todos los que me
tras proclamaba el Evangelio. Las palabras del
deseáis™2. Y, Aprended de mí que soy manso y humilde
Evangelio salían de su boca en forma de rayos lumino­
sos. Contempló también a la bienaventurada Virgen de corazón™2. Todo el que busca el descanso del cora­
María de pie en el lado opuesto al altar y cómo salía de zón y del cuerpo debe ser manso y humilde”.
los ojos de Juan un rayo de maravilloso resplandor que Añadió: “Quien desea renovar su vida, compórtese
se proyectaba hacia el rostro de la Virgen. Se admira y como la esposa que vivamente desea recibir afectuosos
desea saber qué significa. Le dice san Juan: “Mientras regalos del esposo con motivo del Año Nuevo. Así el
viví en la tierra me inspiraba tanta reverencia y venera­ alma fiel deseará que la revistan con vestiduras nuevas,
ción la Madre del Señor, que nunca me atreví a mirar­
la al rostro”.
101 Sal 101,28.
102 Eclo (Si) 24, 26.
100 103
Jn 1, 1. Mt 11, 28.
i íBRO de la Gracia Especial

72 Primera Parte 73

para presentarse durante el año como reina engalanada


juzga injustamente se hace reo de un pecado tan grave
a„te quienes la contemplan. como ejecutar el mal que se juzga. Aunque uno realice
Deseará recibir amorosamente de mi un manto de aquello que juzga, si el que juzga desconoce la intención
púrpura, a saber, la humildad, para aceptar todo lo que del que ha obrado mal, hace un juicio según su corazón
le suceda, por humillante que sea, con aquella humtl- y el modo propio de ver las cosas, por lo mismo es tan
dad que descendí del cielo a la tierra. Después me pedi­ responsable de su juicio como el que perpetró el mal. Si
rá un vestido de escarlata, esto es, la paciencia, por ella no borra su pecado con el arrepentimiento, será someti­
me revestí de la naturaleza humana, a fin de sufrir tra­ do al mismo castigo que el que obró el mal.
bajos e injurias. Ella abrazará con paciencia todo lo
duro y penoso que le venga. Sobre estos vestidos se Capítulo VIII
cubrirá con manto de oro, es decir, con la caridad, para
Cinco puertas y el Bautismo del Señor
que así como yo, llevado del amor, me mostré cariñoso
y afable con todos, ella se comporte con sus hermanas La Vigilia de Epifanía dialogaba amorosamente
y con todos los hombres tierna y cariñosa. con el Señor según costumbre y contempla una puerta
Al término del año pida otra vez todo esto y prac­ de admirable magnitud. En ella hay otras cinco, mara­
tique con frecuencia estas virtudes, con el deseo de villosamente incrustadas. La puerta grande significa la
ejercitarse en ellas como si comenzara de nuevo”. humanidad de Cristo. Las dos inferiores, sus pies; entre
ambas había una columna que tenía escrito el siguiente
no le gustaban.35'011 HbrC de ,aS COsas que verso: Venid a mí todos los que estáis cansados y ago­
biados, etc.104 105 *. Contempló también ante las puertas una
El Señor le respondió:
virgen hermosísima, a saber, la Misericordia, que la
tu * condujo al interior donde se encontraba el justo Juez,
soberbio, impaciente de todo Pensamiento aplacado por la Misericordia. Por su intercesión la otor­
CircunciLr CVan,dadmU^ gó el perdón de todos los pecados y la vistió con la
ladora y juzgadora. tOda ^a'a^ra detractara, adu-
túnica de la inocencia. Dignamente adornada cruzó las
puertas superiores, que significaban las manos de
Cristo. En la columna que había entre ambas estaba
Xdia Para el b^Me"latUtra°braS de actos ociosos, de
escrito: Recibid el gozo de vuestra gloria'05.
E™eT'°S D¡° ’ 8reS¡Ón Y des°bediencia

,04 Mt 11, 28.


" ^^b^omprendjó come_ 105 Canto de Entrada del martes de Pentecostés, antes de la reno­
quelU2ga a su prójimo. Si vación litúrgica del Concilio Vaticano II.
i ibro de la Gracia Especial

Primera Parte 75
Contempló también allí una virgen senctlla, era a
Bondad la Udujo ante el Rey generoso y este la Pensaba y quería saber también si Juan recibió el
embelleció con la túnica multicolor de todas las v.rtu- bautismo de manos de Jesús, puesto que dijo: Soy yo el
que deber ser bautizado por ti"°.
des Así engalanada se acercó confiada a la puerta
El Señor respondió:
superior que significaba el dulcísimo Corazón de Jesús
“Al tocarme Juan y sumergirme en el agua ya reci­
traspasado, a modo de un escudo de oro que simboliza-
bió mi bautismo por haber deseado ser bautizado por
ba la victoria obtenida con su Pasión. En la columna
mí y reconocer su necesidad . Con mi inocencia le otor­
adjunta estaba escrito: Acercaos a él y seréis ilumina­ gué el bautismo de los cristianos”.
dos, y vuestro rostro no se avergonzará"*.
Luego añadió:
Vio también una virgen de indescriptible hermosu­
“A todos los que ahora son bautizados en mi nom­
ra, que no se podía comparar con las demás, era la bre los hago partícipes de mi inocencia, que los hace
Caridad. Introdujo [a Matilde] ante su dulce Esposo, el hijos del Padre celestial. Mi Padre dice de todo bauti­
más hermoso entre los hijos de los hombres^02, la acari­ zado: Este es mi hijo amado111 * *, y se complace en él
ciaba con abrazos y besos como un esposo a su esposa. como en su Hijo muy querido.

Mientras en la noche santa* 108 * * se cantaba el res­ Si el hombre pierde esta inocencia por el pecado,
ponsorio: En figura det>aiomaKn¡ podrá recuperarla mediante la verdadera penitencia.
contemp|ó a| Scflor
Cuando se cantaba: Escuchadle^2, dijo al Señor:
Comn C°n tÚnica blanca como de nieve.
“Señor mío, ¿qué debemos escuchar de tu amado
voX d°,Ueal baull“ “ Cristo, escuchar la
Hijo?”
Le responde el Señor:
conlemPlaranl ™e|VCSt'dOy '3 figUra qUC lc
0stresdl “Escuchad a mi Hijo que os llama: Venid a mí
transfiguración. 'PU °S Cn C' rnontc durante la
todos los que estáis cansados, etcxx\
106
Sal 33,6. 110
107
Sal 44t 3 Mt 3, 14.
108 Mt 3, 17.
109 1,2 Esta palabra se cantaba en Helfta y otros lugares con el mis­
?aeréc?Pífanía-
mo Responsorio: En figura de paloma, pero no se encontraba
era el 2» de Vigilias. en el texto del Responsorio. Por lo demás, corresponde al
de Epifanía. ‘exto en el Responsorio 12 evangelio de la transfiguración del Señor, no al del bautismo.
113 Mt 11, 28.
i ibro de la Gracia Especial

Primera Parte 75
Contempló también allí una virgen senctlla, era a
Bondad la Udujo ante el Rey generoso y este la Pensaba y quería saber también si Juan recibió el
embelleció con la túnica multicolor de todas las v.rtu- bautismo de manos de Jesús, puesto que dijo: Soy yo el
que deber ser bautizado por ti"°.
des Así engalanada se acercó confiada a la puerta
El Señor respondió:
superior que significaba el dulcísimo Corazón de Jesús
“Al tocarme Juan y sumergirme en el agua ya reci­
traspasado, a modo de un escudo de oro que simboliza-
bió mi bautismo por haber deseado ser bautizado por
ba la victoria obtenida con su Pasión. En la columna
mí y reconocer su necesidad . Con mi inocencia le otor­
adjunta estaba escrito: Acercaos a él y seréis ilumina­ gué el bautismo de los cristianos”.
dos, y vuestro rostro no se avergonzará"*.
Luego añadió:
Vio también una virgen de indescriptible hermosu­
“A todos los que ahora son bautizados en mi nom­
ra, que no se podía comparar con las demás, era la bre los hago partícipes de mi inocencia, que los hace
Caridad. Introdujo [a Matilde] ante su dulce Esposo, el hijos del Padre celestial. Mi Padre dice de todo bauti­
más hermoso entre los hijos de los hombres^02, la acari­ zado: Este es mi hijo amado111 * *, y se complace en él
ciaba con abrazos y besos como un esposo a su esposa. como en su Hijo muy querido.

Mientras en la noche santa* 108 * * se cantaba el res­ Si el hombre pierde esta inocencia por el pecado,
ponsorio: En figura det>aiomaKn¡ podrá recuperarla mediante la verdadera penitencia.
contemp|ó a| Scflor
Cuando se cantaba: Escuchadle^2, dijo al Señor:
Comn C°n tÚnica blanca como de nieve.
“Señor mío, ¿qué debemos escuchar de tu amado
voX d°,Ueal baull“ “ Cristo, escuchar la
Hijo?”
Le responde el Señor:
conlemPlaranl ™e|VCSt'dOy '3 figUra qUC lc
0stresdl “Escuchad a mi Hijo que os llama: Venid a mí
transfiguración. 'PU °S Cn C' rnontc durante la
todos los que estáis cansados, etcxx\
106
Sal 33,6. 110
107
Sal 44t 3 Mt 3, 14.
108 Mt 3, 17.
109 1,2 Esta palabra se cantaba en Helfta y otros lugares con el mis­
?aeréc?Pífanía-
mo Responsorio: En figura de paloma, pero no se encontraba
era el 2» de Vigilias. en el texto del Responsorio. Por lo demás, corresponde al
de Epifanía. ‘exto en el Responsorio 12 evangelio de la transfiguración del Señor, no al del bautismo.
113 Mt 11, 28.
Primera Parte 77
76 Libro de la Gracia Especial

Todos los años podría el hombre ofrecer en este día


Escuchadle cuando os enseña: Dichosos los lim­
las tres cosas: su amor divino, su santidad y el fruto de
pios de corazón, etc"*. su pasión”.
Escuchadle cuando os invita: El que come mi car­
ne, etc"5. El que me sigue no camina en tinieblas1'6.
Capítulo IX
Escuchadle cuando manda: Este es mi mandamien­
Cómo suple Cristo la debilidad del alma
to, que os améis unos a otros"2.
Escuchadle también cuando amenaza: Con el jui­ Durante la misa contempló [Matilde] a Jesucristo
cio que juzguéis seréis juzgados"^. El que no carga con en un trono elevado'2', en forma de hermosísimo joven
de unos doce años, parecía un rey sentado junto al altar.
su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo"9. Y, ¡Ay
del mundo por los escándalos ”120. Le dijo:

Después de recibir el Cuerpo del Señor le dijo él: “Aquí me tienes con todo mi divino poder, para
“Te regalo oro, es decir, mi amor divino; te concedo curar todas tus heridas”.
incienso, esto es, toda mi santidad y devoción; te ofrez­ Pero ella pensaba para sí:
co mirra, a saber, toda la amargura de mi pasión. ¡Cuánto mas me gustaría poder ofrecer al Padre
Te las entrego como propiedad tuya, de tal manera todas mis alabanzas por tu medio!
que las puedes ofrecer como si fueran algo tuyo. Le responde el Señor:
Cuando tu alma me haga esta ofrenda, se la devol­ “¿Qué más alabanza divina que el sufrimiento del
veré a ella duplicada. Cuantas veces lo hicieres, otras alma por no poder alabar a Dios según su deseo? De
tantas te lo devolveré duplicado. Éste es el céntuplo igual modo, el deseo, la devoción y toda buena volun­
que recibe el hombre en este mundo y después la vida tad que el alma siente para hacer el bien, son como que­
eterna en el futuro. brantos del espíritu que yo mismo suplo sanando todas
sus ansias”.

1.4 Mt 5, 8.
1.5 Jn 6, 55. 121 Is 6, 1. Texto comentado por san Bernardo en cinco sermones
1.6 Jn 8, 12.
el domingo primero de noviembre. Era también el Canto de
1.7 Jn 15, 12.
entrada en la misa del domingo dentro de la Octava de
1.8 Mt 7, 2.
Epifanía antes de la renovación litúrgica del Concilio
1.9 Le 14, 27
Vaticano II.
120 Mt 18,7.
i inRO de la Gracia Especial

Primera Parte 79
• n íns iras del Padre
El extiende las manos y ora al Padre diciendo:
Sobre mí ha caído tu ira y tus espantos me han contur­
bado^.

Le dice ella: Al oírlo el alma creyó que eran ardides del diablo.
“Porqué Señor, te quisiste mostrar por primera Le dice el Señor:
vez a bs doce años, sentado en el templo entre los doc­ “Yo mitigué la ira del Padre celestial y reconcilié al
tores oyéndoles y haciéndoles preguntas1--, cuando me
hombre con Dios por medio de mi sangre. Cayó sobre
consta que habías venido muchas veces al templo mí su ira al no perdonarme a mí, su Hijo único, sino
según tu costumbre?" que me entregó en manos de los impíos. Le aplaqué de
Le responde el Señor: tal modo, que si el hombre lo quiere, ya no se encen­
derá nunca contra él la ira de mi Padre”.
“Porque comencé entonces según el modo de
actuar de los hombres, a ejercitarme en toda obra de
b) Un árbol prodigioso
sabiduría, progresaba cada día, aunque era igual a Dios
Padre en la sabiduría eterna. Si vosotros instruyeseis en En otra ocasión le pareció ver durante la misa
el bien a los adolescentes y les corrigieseis con firme­ cómo había crecido en el altar un árbol muy alto. Su
za en las malas acciones, no se perderían tantos en la altura se elevaba hasta el cielo, su extensión cubría toda
vida religiosa y en la práctica espiritual”. la tierra, estaba repleto de frutos e infinitas hojas.
Pregunta ella: La altura del árbol significaba la divinidad de
“Qué significa esevestid0dedob|ecoior9 Jesucristo; la extensión, su vida santísima; los frutos,
todos los bienes merecidos por la vida y obras del
Responde el Señor: Señor. Las hojas tenían escrito con letras de oro:
El blanco designa l¡> “Cristo encarnado, Cristo hecho hombre. Cristo circun­
santísima; el verde P reza Vlrglnal de mi vida cidado, Cristo adorado por los Magos, Cristo presenta­
E • ’ Perenne Iozar>ía” do en el templo. Cristo bautizado”. De este modo esta­
Exclama ella:
ba descrita en el árbol toda su vida.
¡Ay, Señor amantk'
mi a tu Padre celestial. Y hermano mío!, ruega por Después de la proclamación del Evangelio con­
templó una escalinata de oro cuya altura tocaba el cie-
122

123 Sal 87, 17.


80 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 81

lo, la Reina del cielo descendía por ella y traía en sus El monte significaba la vida de Jesucristo; los
brazos al tierno Niño que depositó en el altar. Su vesti­ árboles, sus virtudes: caridad, misericordia y todas las
do era de plata brillantísima, esmaltado artísticamente demás. Cada uno descansaba bajo los árboles en la
con rosas de oro. El Niño vestía una túnica verde salpi­ medida que había imitado al Señor en sus virtudes.
cada con tonalidades rojas. Al elevar el sacerdote la hos­ Quien le había imitado en la caridad, comía del
tia levantaba también al Niño, el cual realizaba todos los árbol del amor.
ritos que debían cumplirse con la sagrada forma.
El que había sobresalido en las obras de misericor­
dia, era alimentado con el árbol de la misericordia. Y
Capítulo X así todos los demás, según los méritos adquiridos en la
práctica de las virtudes.
Veneración de la Imagen de Jesucristo.
La Cena del Señor Los que se habían preparado con oraciones espe­
ciales para venerar la Imagen del Señor, se acercaban a
El domingo que se entona el canto de entrada: Que él con sus pecados a cuestas, los depositaban a los pies
toda la tierra...'24, en el que se hacía en Roma la fies­ del Señor y se transformaban en dádivas de oro.
ta de la presentación de su Imagen para promover la
Quienes se dolían de haber ofendido a Dios, más
devoción de los fieles a la veneración de dicha Imagen
por amor que por el castigo merecido, veían sus peca­
de nuestro Señor Jesucristo, [Matilde] tuvo esta visión:
dos transformados en perlas incrustadas en oro.
contempló al Señor sobre un monte florido sentado en
un trono de jaspe decorado con oro y rubíes. El jaspe Los que redimían sus culpas rezando salterios y
otras oraciones, las transformaban en bolitas de oro
simbolizaba la eterna lozanía de la divinidad; el oro, el
amor; los rubíes, la pasión que padeció por nuestro como se acostumbra en las bodas.
amor. Aquellos que resistían a las tentaciones pecamino­
Había además una fuente rodeada de árboles her­ sas con gran fatiga, eran como escudos de oro.
mosísimos cargados de frutos. Bajo ellos descansaban Quienes habían expiado sus pecados con el castigo
en tiendas las almas de los santos , y comían de sus fru­ de su cuerpo, parecían frascos de oro llenos de perfu­
tos con gran gozo y delectación. mes, porque la penitencia corporal es como bálsamo
aromático en la presencia de Dios.
1-4 Domingo segundo después de Epifanía antes de la reforma Después de contemplar estas cosas dijo el Señor:
litúrgica del Concilio Vaticano II y actual domingo segundo
del tiempo ordinario. “¿Qué haremos con estos?
Primera Parte
82 Libro de la Gracia Especial

la veneración de los fieles la imagen de la Faz del


Sean consumidos en el fuego del amor”.
Señor, recitando tantos Padrenuestros cuantas millas
Y añadió: hay entre Roma y el monasterio126 127. Al llegar confesarán
“Que se prepare la mesa”. en oración todos sus pecados al Sumo Pontífice, esto
es, a Dios. Él les concederá el perdón de todos ellos, y
Al instante apareció ante el Señor una mesa llena
el domingo recibirán el Cuerpo del Señor. A la hora
de platos y copas de oro. El Rostro del Señor, como sol
más conveniente se dedicarán a la oración, y venerarán
radiante, envolvía cada cubierto destinado a la comida
la Imagen de Cristo con las preces preparadas para ello.
y bebida. Todos los presentes se arrodillaron ante la
mesa envueltos como por una túnica, en el resplandor Tuvo la visión descrita mientras las hermanas hací­
del Rostro del Señor. Comían y bebían el alimento que an el ejercicio predicho.
deleitaba a los ángeles y a todos los bienaventurados. A
las que ese día no se acercaron a tomar el Sacramento b) Cuatro rayos de luz que salían del rostro del
de vida, aunque asistían devotamente a la celebración, Señor
les envió el Señor por medio de san Juan Bautista, una En otro momento del mismo día vio cómo salían
fuente con manjares de su mesa regia. cuatro rayos del rostro del Señor Jesús, en el que dese­
¡Corramos todos con gran deseo y veneremos ese an contemplarse los ángeles'21. El rayo superior ilumi­
Rostro dulcísimo que en el cielo nos saciará de todo naba a los que están tan unidos a Dios que solo quieren
aquello a lo que aspira el alma piadosa'25.
126 Helfta distaba de Roma unas 150 millas. Allí se celebraba el
a) Enseñanza segundo domingo después de Epifanía una fiesta en honor de
la Faz de Cristo llamada “Verónica”, instituida por el papa
Esta sierva de Dios había enseñado a las monjas Inocencio III en el año 1223. En la Edad Media era muy vivo
cómo podían peregrinar a Roma el día que se expone a el sentido de peregrinación a lugares importantes de la cris­
tiandad, recordemos los Santos Lugares de Palestina,
Santiago de Compostela, Roma, etc. También entre los mon­
'■5 Alude en este texto a la Secuencia en honor del Doctor san jes y monjas se sentía esa aspiración. Al no poder realizar la
Agustín que se cantaba en Helfta en tiempos de nuestra auto­ peregrinación geográfica a causa de la clausura, los maestros
ra. Esta secuencia se cita en el Heraldo del amor divino de espirituales desarrollaron la doctrina de una peregrinación
santa Gertrudis, lib. 4, c. 50. El texto de la misma puede ver­ espiritual del alma dentro del recinto del monasterio. En este
se en Embajador del amor divino. Revelaciones de Santa sentido escribe nuestra autora. Cf. También J. Leclercq,
Gertrudis. Edt. Benedictina, buenos Aires 1947, Apéndice E, Devoción al cielo. En Cultura y vida Cristiana. Edt. Sígueme.
pp. 838-841. Revelaciones de Santa Gertrudis la Magna. Salamanca, 1965, pp. 71 -89. L ’atnour des lettres et le désir de
Monasterio de Santo Domingo de Silos 1932, pp. 957-960. El Dieu. 3“ edición. Edt. Du Cerf. París, 1990, pp. 55-69.
Heraldo del amor divino. Edt. Balmes. Barcelona, 1945, nota 127 lPc 1,12.
141, pp. 927-928.
84 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 85

y desean la voluntad divina en la prosperidad y en la


engastado con piedras preciosas que llenaba el coro
adversidad. El rayo inferior iluminaba a todos los peca­
con aroma de suave olor. Le pareció entender que el
dores para moverlos a penitencia. El rayo derecho pene­
incensario significaba el corazón de santa Inés; las per­
tró con su luz a los predicadores que anuncian la Palabra
las, sus tiernas palabras; el fuego, el amor del Espíritu
de Dios a los hombres. El izquierdo iluminaba a todos
Santo que purificaba sus pensamientos y deseos, delei­
los que sirven a Dios en fidelidad íntegra y perfecta.
taba y alegraba a Dios con delicado aroma, y a los
[Matilde] rogaba al Señor por todos los que se hombres que meditaban sus palabras con devoción.
encomendaban a sus oraciones y celebraban la memo­
Mientras se cantaba en Maitines el Responsorio:
ria del Rostro dulcísimo del Señor, para que no se vie­
Amo a Cristo, contempló al Señor Jesús que abrazaba a
ran privados de la unión con él.
santa Inés con su brazo derecho. El Señor y santa Inés
Le respondió el Señor: vestían de rojo, en sus túnicas estaba escrito con letras
“Ninguno de ellos se verá separado de mí”. de oro todo lo que había dicho santa Inés. Lo escrito en
la túnica del Señor proyectaba rayos de luz sobre lo
Vio también un cordón que salía del Corazón de
Dios y llegaba hasta su alma. Ella dirigía hasta Dios a escrito en la túnica de santa Inés. Así irradiaban res­
plandor hacia el Señor, iluminaban el coro y a todas las
todos los presentes a través del cordón. El cordón sig­
nificaba el amor que Dios derramaba generosamente en presentes.
aquella dichosa alma. Con él atraía a todos hacia Dios Del corazón tierno y atento de cuantas salmodia­
mediante su enseñanza y buen ejemplo. ban salía un rayo hacia el Corazón de Dios y, como
El Rey de la gloria extendía su mano omnipotente licor dulcísimo se derramaba en el corazón de santa
y las bendecía a todas diciendo: Que el resplandor de Inés. Por ello comprendió que toda devoción y todo
mi rostro sea para todas gozo eterno. Amén. fruto de amor que brota de sus palabras y de las de los
santos, vuelve a su origen como un sol que derrite lo
que está helado. De este modo todas las cosas vuelven
Capítulo XI a Dios, y los santos gozan en ellas con gran suavidad.
Cómo pueden los santos hacer partícipes de sus Cuando las dulces palabras de santa Inés se multi­
bienes a sus devotos como si les fueran propios plicaban en el coro, [Matilde] que lo observaba,
comenzó a entristecerse y quejarse a Dios porque, des­
La sierva de Cristo contempló a Inés, virgen dicho­
posada desde la infancia con Cristo en la vida religio­
sa, el día de su fiesta, como si viniera desde el altar e
sa, no lo amaba como lo hizo esta virgen con todo su
incensara a cada hermana con un incensario de oro
corazón desde la niñez.
Primera Parte 87
86 Libro de la Gracia Especial

La misma Virgen le concedió todo lo que ella mis­


Dice el Señor a sana Inés:
ma posee, hasta su maternidad virginal, para que llega­
“Dale todo lo que tienes”. ra a ser madre espiritual de Dios por gracia, como lo
[Matilde] comprendió que Dios concede esta dig­ fue ella por naturaleza. De este modo comprendió
nidad a todos sus santos, para que todo lo que obró en cómo todos los que se comportan según la voluntad de
ellos y todo lo que padecieron por Cristo puedan com­ Dios, la aman del todo y la ponen en práctica, se con­
partirlo con sus amadores y devotos que alaban a Dios vierten en madres de Cristo como está escrito: Todo el
en su nombre, le dan gracias y aman los dones que Dios que cumple la voluntad de mi Padre es mi hermano, mi
les concedió. hermana y mi madrenz.

Cumplido el encargo por santa Inés, [Matilde], Mientras contemplaba y experimentaba ese afecto
rebosante de gozo, rogaba a la Reina de las vírgenes de Dios tan cariñoso y tierno con las vírgenes, quedaba
que alabara a su Hijo por la concesión de esta gracia. sobrecogida de admiración y gratitud por tanta condes­
cendencia del amor divino.
Le responde la Virgen:
Le dijo el Señor:
“Rézame el Ave María
“Por tres cosas he honrado a las vírgenes sobre los
Divinamente inspirada comienza esta alabanza:
demás santos:
"Dios te salve por la omnipotencia del Padre; Dios te
salve por la sabiduría del Hijo; Dios te salve dulcísima Las amo con preferencia a todos los demás.
María, por la bondad del Espíritu Santo que ilumina Cuando la primera Virgen me consagró su castidad, fue
cielo y tierra. tal mi ardor amoroso por ella que no pude contenerme
y me lancé desde el cielo hasta fundirme con ella.
Llena de gracia que derramas y llenas de ella a
todos los que te aman. Además las enriquecí más que al resto de las cria­
turas, porque les hice donación de todos mis bienes y
El Señor está contigo, Hijo único del Padre, Hijo
mis sufrimientos como propiedad particular suya.
único de tu corazón virginal, tu tierno amigo y Esposo.
Finalmente, les he concedido una gloria más exce­
Bendita entre las mujeres, tú que ahuyentaste la
lente, porque cuando se acercan a mí, me levanto ante
maldición de Eva y alcanzaste para todos la bendición
ellas, les susurro delicadamente y siempre que lo dese­
eterna.
an, gozan de mis abrazos con especial libertad”.
Bendito el fruto de tu vientre que es el Creador y
Señor de todas las cosas, el que todo lo bendice y san­
28 Mt 12, 50.
tifica, el que todo lo unifica y enriquece”.
88 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 89

Le replica ella: “Quien me ofrece un corazón humilde, paciente y


caritativo me presenta un obsequio muy grato”.
“¡Bien, dulcísimo Señor! ¿Y quienes son esas vír­
genes tan dichosas para que merecieran la prerrogativa Ella: “¿Qué humildad debe tener el corazón para
de tan sublime elección?” serte grato?”
Le responde el Señor: El Señor:
“Son nobles, herniosas, ricas. “Es en verdad humilde y sufrido de corazón quien
goza al ser despreciado, se alegra en todo sufrimiento, y
La virgen verdadera que me escojo como esposa
salta de alegría en las penalidades, porque así comparte
debe brillar por la nobleza de su humildad, se tendrá por
mi pasión y mi humildad, y puede ofrecer algo por mi
nada, inferior a toda otra criatura, solo deseará desde el
amor. El que comparte con el prójimo las alegrías y las
fondo de su corazón ser vil y despreciada. Cuanto más
adversidades me ofrece un corazón caritativo”.
se humille, más ensalzada será en la gloria del cielo.
Yo mismo uniré mi humildad a la suya, así alcan­
zará la máxima nobleza. Capítulo XII
Deberá ser también hermosa, es decir, sufrida. Purificación de la bienaventurada Virgen
Cuanto más paciencia tenga, con mayor elegancia brilla­ María Santa Ana
rá por mi pasión y por su capacidad de aguante. Más aún,
para su plena belleza añadiré aquella divina claridad que La noche santa de la Purificación de María con­
recibí del Padre antes de la creación del mundo. templó a la gloriosa Virgen Madre que llevaba en sus
brazos al Niño Jesús, verdadero Rey, vestido de azul y
Debe ser también rica en virtudes. Reunirá en sí el
lleno de flores de oro. Tenía escrito en su pecho cerca
valor de todas ellas y yo le añadiré las riquezas incom­
del cuello en los hombros este dulcísimo nombre:
parables de las mías, así abundará y desbordará en los
Jesucristo.
gozos eternos”.
Matilde dice a la Virgen:
En otra ocasión se cantaba el ofertorio: Las vírge­
nes serán presentadas ante el Rey'29. Ella pensaba qué “¡Oh Virgen dulcísima! ¿Así embelleciste a tu Hijo
podría presentar a Dios que mereciera su agrado. cuando fuiste a presentarlo en Templo?”

Le dice el Señor: Le responde la Virgen:


“De verdad que no, pero lo preparé con mucho pri­
129 mor. Desde que nació mi Hijo esperaba con gozo
Antífona de la misa de santa Inés. Cf. Sal 44, 15.
90 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 91

inmenso ese día en el que lo ofrecería como hostia muy Los distintos Órdenes de los bienaventurados
grata al Padre, que haría agradables a Dios todas las ángeles cantaban por los aires alternando jubilosos
ofrendas presentadas desde la creación del mundo. Lo dicha antífona, a saber: los Ángeles, Arcángeles,
ofrecí con tal devoción y gratitud, que si se comunica­ Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades y
ra a un hombre la devoción de todos los santos, no se Virtudes. Cuando llegó a los ángeles de fuego, a saber,
podría comparar con la mía a los querubines y serafines, su canto era tan armonio­
Todo mi fervor se trocó en angustia cuando escu­ so que no podía compararse con ningún canto de esta
ché las palabras de Simeón: Una espada traspasará tu tierra.
alma130 131 132. Muchas veces al estrechar en el regazo a mi La Santísima Virgen estaba de pie en medio del
Hijo era tal la ternura de mi devoción, que con mi cabe­ coro con el Niño en sus brazos. A tres codos del suelo
za inclinada hacia la suya derramaba abundantes lágri­ apareció un resplandor cuya irradiación superaba el
mas, era tan grande mi llanto que empapaba su cabeza brillo de miles de soles. La Virgen Madre depositó
y mi rostro con lágrimas de amor, y le repetía muchas sobre él a su dulcísimo Niño. El resplandor significaba
veces: ¡Oh salvación y gozo de mi alma!” la divinidad, porque Dios era portador de sí mismo
mientras vivió en la tierra, y la divinidad gobernaba la
Mientras [Matilde] contemplaba al Niño con
humanidad.
ansias de amor, la regia Madre lo puso en su regazo
para corresponder a su anhelo, y al querer abrazarlo La Virgen gloriosa tenía la diadema del Reino en la
cabeza sostenida por los ángeles. Engastados en ella
desbordante de alegría, se abrazó a sí misma, pues el
con oro y piedras preciosas, estaban los méritos y
Niño ya no estaba allí.
recompensas de todos los santos que le habían servido
Cuando entonaba la antífona: Esta es la que no en esta vida con amoroso corazón. Destilaban también
conoció lecho nupcial'3', escuchó a los coros angélicos de la corona como unas gotitas que significaban la gra­
que entonaban por los aires con dulce armonía: Esta es cia que Dios había derramado en todos los que con pia­
la que no conoció, etc. y todo el salmo: Señor, has sido doso obsequio servían a su Madre virginal.
bueno con tu tierra'32.
Iba delante de ella san Miguel Arcángel, llevaba en
la mano un cetro de oro en el que con letras de oro esta­
130 Le 2, 35. ba escrito: Salve, llena de gracia, el Señor está conti­
131 Era la séptima antífona del Oficio nocturno de la fiesta de la go'33. Con ello comprendió [Matilde] que era precisá­
Presentación como se celebraba en Helfta. Puede verse en los
antiguos Breviarios germánicos.
132 Sal 84, 2. is
Le 1,28.
92 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 93

mente honrado en el cielo quien mereció con preferen­ AI terminar maitines tenía que entonar con otras
cantoras el Bendigamos al Señor. Pide de nuevo a la
cia a todos los demás saludar a la Madre de Dios de
Virgen que alabe a su Hijo en nombre de la comunidad.
manera tan maravillosa.
La gloriosa Virgen María entona con voz sonora y dul­
La Virgen bienaventurada estaba a la derecha de su císima la estrofa siguiente:
Hijo con un copón de oro en la mano. Matilde quería
Jesús, corona de las vírgenes
saber qué contenía, y la Virgen le dice: “Contiene el su dulzura, su ternura y su beso.
licor del divino Corazón que deseo ofrecer a mi Hijo,
A lo que respondieron todos los ángeles y santos
con el trabajo que realizó en su servicio y el mío”.
que llenaban los aires, cantando:
Santa Ana estaba a la izquierda del Señor.
Te alabamos por todos los siglos a ti,
Preguntó a la bienaventurada Virgen: ¿Cuánto que el amor te hizo hijo de la Virgen.
tiempo vivió santa Ana en este mundo?
Luego apareció un resplandor que cubría todo el
Contesta la Virgen: coro. [Matilde] comprendió que era la bendita Virgen
“Hasta la vuelta de mi Hijo de Egipto”. que alababa a su Hijo por las hermanas y con las her­
manas:
Contempló también al santo Simeón de pie junto al
Cantad himnos los que estáis en las alturas
altar. De su corazón salía un rayo triforme como un
resuenen también los cantos desde el abismo.
arco iris, comprendió que Simeón sentía un deseo
humilde, firme y ardoroso hacia el Señor.
Capítulo XIII
Le rogó: “Alcánzame un verdadero deseo de morir
para estar con Cristo ”134. El monte. Siete gradas y siete fuentes™5
El trono de Dios
Le responde Simeón: “Es mejor y más perfecto
y el de la bienaventurada Virgen
que entregues tu voluntad a Dios y quieras lo que él
quiere”. El domingo que se canta: Sé para mí™6, escuchó a
r Jesús, amor de su alma, que en dulce susurro de amor
[Matilde] pide a la Santísima Virgen que rueguc a le decía: 135
su Hijo por ella y por la comunidad. Ella lo hizo al pun­
to puesta de rodillas. 135 Algunos autores se apoyan en los relatos de este capítulo y
otros pasajes del libro para sostener que, al parecer, Dante se
inspiró en el texto de Matilde para algunos cantos de la
134 Flp 1, 23. Divina Comedia.
94 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 95

“¿Quieres vivir conmigo en el monte estos cuaren­ Dios y en Dios. Era tan deleitable su canto que no hay
ta días con sus noches?” lengua humana capaz de describirlo.
Responde el alma: Ascienden la cuarta grada, llamada de la obedien­
“¡Qué dicha, mi Señor! Esto es lo que quiero. Éste cia. En ella estaba la fuente de la santidad que purifica
es mi gran deseo”. el alma de todas las faltas de desobediencia.
Se le muestra entonces una montaña altísima e Llegan a la quinta grada, la de la continencia. Allí
imponente, que se extendía de Oriente a Occidente. En está la fuente de la generosidad que limpia el alma de
ella había siete gradas por las que se ascendía y siete los pecados cometidos por avaricia, al no usar como
fuentes. debiera las criaturas para utilidad propia y gloria de
Dios.
Toma al alma y subió la primera grada. Es la grada
de la humildad. En ella había una fuente que purifica­ Suben la sexta grada, llamada de la castidad en la
ba al alma de todos los pecados de soberbia que se encuentra la fuente de la pureza divina, que puri­
fica al alma de cuanto se manchó con los deseos carna­
A continuación subieron la segunda grada, la de la
les. En esta grada contempla el alma a Dios y a sí mis­
mansedumbre. En ella estaba la fuente de la paciencia
ma vestidos con túnica blanca.
que limpia las almas de las manchas de la ira.
Finalmente llegan a la séptima grada, llamada
Suben la tercera grada, la del amor. En ella está la
gozo espiritual; y a su fuente, alegría del cielo, que lava
fuente de la caridad. El alma se lava en ella de todos los
al alma de todos los pecados de la acedía o flojedad.
pecados perpetrados por odio. Dios se detuvo bastante
Esta fuente no brotaba impetuosa como las otras, antes
tiempo con el alma en esta grada y ella se arrojó a los
bien fluía despacio y como gota a gota, porque nadie
pies de Jesús. Jesucristo se dirige a ella con ternura:
puede gozar plenamente de las alegrías del cielo en la
Levántate, amiga mía, muéstrame tu rostro'31. Todos
vida presente, sino gota a gota, o mejor nada, en com­
los coros de los ángeles y de los santos que estaban en
paración de lo que es la verdadera felicidad.
la cumbre de la montaña prorrumpieron en un epitala­
mio lleno de delicadeza y amor, que resonaba con Luego Amado y amada subieron a la cumbre de la
inefable dulzura, como si formasen una sola voz con 136 137 montaña donde estaba una gran multitud de ángeles
que, a modo de aves, tenían campanillas de oro con las
que producían maravillosas melodías.
136 Canto de entrada del domingo de Quincuagésima antes de la
reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Había también en el monte dos tronos que brilla­
137 Ct. 2, 13b. 14c. ban con especial resplandor.
96 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 97

El primero era la sede de la Trinidad suma e indi­ El segundo trono correspondía a la Virgen Madre
visa. que, como Reina, con razón se sentaba junto al Rey.
Este trono tenía también muchas moradas. Corres­
De él manaban cuatro arroyuelos de agua viva.
pondían a las santas vírgenes, doncellas de la Virgen,
El primero le pareció simbolizar la divina que acompañan con gran honor a la Virgen Madre.
Sabiduría que gobierna a los santos; por ella reconocen
Mientras [Matilde] contemplaba a Jesús, Rey de la
en todo la voluntad divina y la cumplen gozosamente.
gloria sentado en el trono de su imperial magnificencia,
El segundo, la divina Providencia que previene a y a la derecha a su Madre, se arroja a los pies de Jesús
los santos y los enriquece con todos los bienes para llena de admiración ante aquel rostro radiante, en el
saciarlos con su flujo en la liberación eterna. que desean mirarse los ángeles139, y desfallece de emo­
El tercer arroyuelo simbolizaba el fluir divino que ción ante el trono de la Santísima Trinidad. El mismo
embriaga a los santos con la fecundidad de todo bien, Señor la levanta y la reclina tiernamente en su regazo.
de manera que desborda todos sus deseos. La orla de su túnica estaba un poco polvorienta debido
a cierta preocupación que había tenido el día anterior,
El cuarto significa las divinas delicias con las que se acerca a la Virgen bienaventurada y se la limpia.
viven tan absortos en Dios, saciados con la plenitud de
Después de estas cosas ve delante del trono una
todas las alegrías y rebosantes de un gozo que no ten­
mesa regia, y todos los invitados a recibir el Cuerpo del
drá fin, porque Dios enjugará toda lágrima de sus
Señor se acercaban a ella. El mismo Hijo de la Virgen
O/O5’38. ofrecía a cada uno un manjar exquisito, a saber, su
El trono tenía un baldaquino de oro que simboliza venerable Cuerpo, que es el Pan vivo y verdadero. De
la divinidad y cubría con su amplitud toda la tierra. ese modo descansaban en el mismo lecho el Amado y
Estaba esmaltado con piedras preciosas, brillaba de sus amantes.
modo maravilloso cual oro purísimo, como conviene a También se les ofreció el cáliz con vino sabroso,
la regia magnificencia del Rey de los cielos. esto es, la Sangre del Cordero inmaculado, que purifi­
Había muchas moradas que formaban las tiendas ca sus corazones de todas las manchas. Así dulcemen­
de los santos Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Mártires, te embriagados se unen a Dios de modo inefable.
Confesores y de todos los elegidos. Entonces dijo Dios al alma:

138 139 1P 1,12.


Ap 7, 17.
98 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 99

Me entrego yo mismo a tu alma con todo el Bien “Con los ángeles cantarás tú”. Al instante comien­
que soy y puedo comunicar. Tú en mí, yo en ti. Nunca zan a cantar con aquella bienaventurada alma diciendo:
te separarás de mí. Todos los ángeles te proclaman santo, etc.'43.

Rogaba [Matilde] a la Virgen que intercediera ante Rogaba al Señor: “¡Mi único Amor! ¿Qué es lo que
su Hijo en favor suyo. Ella se levanta al instante de su más te agrada que los hombres conozcan de ti?”
trono y en unión con el coro de las Vírgenes ofrece Responde el Señor:
inefables abrazos a su Hijo. También los patriarcas y “Mi bondad y mi justicia. Mi bondad, porque con
profetas alaban al Señor entonando con júbilo el res- ella espero misericordioso que el hombre se convierta
ponsorio: A la soberana Trinidad'40. El coro de los y haga penitencia; aún más, le atraigo incansablemente
Apóstoles canta entre danzas la antífona: Del que todo hacia mí con mi gracia. Mi justicia, que me obliga a
toma su origen, etc.'4'. Habían conocido en la tierra a castigarlo, si se obstina en no querer convertirse”.
aquel de quien proceden todos los bienes, por quien
Dice el alma al Señor:
todo se hizo en el cielo y en la tierra, en quien se encie­
rra todo bien. A continuación el glorioso coro de los “¿Qué dices de tu amor?”
Mártires entona: A ti el honor, etc. Finalmente canta Contesta él:
himnos el coro de los Confesores diciendo: Bendición “El amigo fiel hace partícipe al amigo de todos sus
y gloria, etc.'42. bienes y le revela sus secretos. Eso hago también yo”.
[Matilde] reconoce en lugar distinguido entre ellos Pedía al Señor la instruyera cómo podía satisfacer
al glorioso Padre san Benito con túnica blanca, entrete­ por la santa Iglesia que tantas afrentas infería en este
jida con tonalidades rojas. La blancura significa su cas­ tiempo a su tierno Amado.
tidad virginal; en el color rojo se le reconoce como Le dice el Señor:
mártir, pues salió victorioso al soportar tantos trabajos
“Recitarás trescientas cincuenta veces la antífona:
para mantener la disciplina de la Orden.
A ti alabanza, a ti gloria, a ti acción de gracias, oh
Admirada porque no cantaban los ángeles, le dice Trinidad bienaventurada'44, en reparación de tantas
el Señor: ofensas que me hacen injustamente mis propios miem­
bros”.
140 Responsorio VII de la Solemnidad de la SS. Trinidad en el
Breviario Cisterciense. 141
141 Antífona sexta del II nocturno de la misma Solemnidad. Texto de un responsorio el Oficio de ese día.
142 144 Antífona de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Textos tomados todos del Oficio de la misma Solemnidad.
100 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 101

Monte de las virtudes. Santos allí contemplados que me dio a luz'45. La caridad es mi madre, soy hijo de
Otro día se le manifestó el mismo monte mediante la caridad145 146 147. [Matilde] comprende en estas palabras,
una luz divina. Ascendía sola, y al llegar a la tercera por divina inspiración , cómo María, inflamada en el
fuego del Espíritu Santo, y abrasada en amor divino,
grada, la grada del amor, se purifica de todas sus man­
concibió al Hijo de Dios por el calor del fuego del
chas en la fuente que allí había.
Espíritu Santo. De este modo Jesucristo es hijo del
Llega después a la sexta grada y se la viste con amor y el amor es su madre.
túnica blanca.
Al entrar en la morada el alma se arroja a los pies
Al llegar a la grada séptima contempla a Jesús en de Jesús, él la levanta enseguida y la estrecha entre sus
la cumbre del monte, que tiende la mano hacia ella y la brazos. Todos los que se habían encomendado a sus
atrae diciendo: Ven, salgamos a pasear. Camina sola oraciones estaban fuera. Salía un cordón del Corazón
con el solo, no ve otra cosa que a Jesús solo. Llegan a del Señor y todos se asían a él. Con ello se significaba
una casita construida con plata refulgente. Junto a ella que todos aquellos por los que había orado, eran partí­
encuentra a unos hermosos niños vestidos con túnicas cipes de la gracia divina.
blancas, que saltaban y bendecían al Señor.
Los santos que rodeaban la casa cantaban, después
Comprendió que se trataba de niños fallecidos antes de de recibir el Cuerpo del Señor: El hombre comió pan de
los cinco años y se regocijaban allí para siempre. ángeles. Aleluya. Y los ángeles cantaban también: Le
Se acercan a una casa construida con piedras rojas. diste pan del cielo'41. íntimamente unida al Amado,
En tomo a ella cantaba una multitud de almas vestidas gozaba en él y con él. Sólo en él se encuentra total
de púrpura. Eran viudas, casadas, y el pueblo sencillo satisfacción y la plenitud de los gozos eternos.
de los bienaventurados.
Luego llegan a una mansión de zafiro rojo, en tor­
no a ella había una multitud innumerable de santos ves­
tidos de escarlata. Son las almas de los bienaventurados
que combatieron en esta vida por amor a Cristo, ven­
cieron al diablo y gozan ya con Dios eternamente.
145 Ct 3, 4.
Caminan más lejos y encuentran una casa de oro 146 Cf. Carta de Hildegarda de Bingen a Adán, abad de Ebra.
purísimo que el Señor presenta a las almas y les dice: Carta 30. En la edición del CCCM n. 91, 1991, la carta de
Esta es la morada de la caridad, de ella está escrito: Te Hildegarda a la que se alude aquí es la 85 r/a. Responde a una
carta de Adán, abad de Ebra, la carta 84 (N. del T.).
introduciré en la casa de mi madre, en la alcoba de !a 147 Cf. Jn 6, 31.32.
102 Libro de la Gracia Especial
103
Primera Parte

Capítulo XIV A continuación le presenta un plato de cordero,


El Señor sirve al alma esto es, el Cordero inmaculado que quitó el pecado del
mundo.
El santo día de Ramos meditaba Matilde lo que Le ofrece después un cabrito cebado, alimentado
hizo Jesucristo ese día en este mundo y le vino el deseo con el sabor de la gracia espiritual.
de conocer qué ofrecieron al Señor Marta y María para En quinto lugar le presenta un cervatillo, que sig­
que se sintiera tan a gusto en su casa cuando fue a hos­ nifica aquel inestimable deseo con el que Cristo reco­
pedarse allí. Le pareció encontrarse en la casa de las rrió toda su vida hasta la muerte.
dos hermanas en Betania. Cerca de ella una casita con También le ofrece un pez asado, que designa al
una mesa preparada y al Señor sentado junto a ella. mismo Señor inmolado por nosotros.
Pregunta al Señor qué hizo aquella noche. En séptimo lugar le presenta el mismo Corazón de
Cristo confeccionado con variadas especias del más
Le responde:
puro aroma, es decir, alimentado y saturado con todas
“Pasé toda la noche en oración, al amanecer me las virtudes.
recosté y dormí un poco”. Y añadió: “Constrúycme una Finalmente, le sirve una triple bebida: primero,
casita como ésa en tu alma para que me sirvas en ella”. vino generoso, signo de la vida laboriosa de Cristo en
Al instante le pareció que el Señor se sentaba a la mesa todos los elegidos. Después vino tinto, que era figura
y ella le servía. de la pasión y muerte del Señor. En tercer lugar una
bebida agradable y exquisita, infusión íntima y espiri­
Primero le ofreció miel en una escudilla de plata, a
tual de la ternura divina.
saber, aquel melifluo amor que le hizo descender desde
el seno del Padre para reclinarse en el pesebre, y los Cada alma piadosa sirve espiritualmente todas estas
cosas cuando las rumia devotamente con gratitud y ben­
cielos destilaron miel por todo el mundo148.
dice por ellas al Señor Jesús cantando sus alabanzas.
Luego le ofrece un preparado de violetas, que sig­
nificaban la vida humildísima de Cristo al someterse a
Capítulo XV
toda criatura.
('¡rico maneras de alabar a Dios

148 Cf. Jl 3, 18; Am 9, 13; Dom. I Adv. antífona primera de Cierta noche que no podía conciliar el sueño debi­
Laudes. do a la tristeza, oyó al coro de los Angeles que canta­
104 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 105

ba: Descarga en el Señor tus preocupaciones, él te sos­ En quinto lugar su dulce ternura, avinagrada con
tendrá'49. Vio también al Señor junto a sí con túnica muerte amarguísima, aceptada por amor al hombre.
verde y le dice:
“Amantisimo Señor, ¿cómo vistes de verde cuando Capítulo XVI
es tiempo de pasión?”
El nombre del Señor y sus sagradas llagas
Responde el Señor: “Está escrito: Si al leño verde
lo tratan asi, ¿qué harán con el seco?”'50. En esto Durante la Misa: Nosotros hemos de gloriarnos'5',
comprendió que si a Jesús, que da lozanía a todas las le dijo el Señor: “Atiende a estas palabras: En él está
virtudes, le aplicaron tan distintos tormentos, ¿qué cas­ nuestra salvación, vida y resurrección, etc., porque la
tigos se aplicarán a los que están secos de todo bien, verdadera salvación está en la Cruz, y fuera de ella no
sino los suplicios eternos? hay salvación, según el verso:

Suplicó al Señor la enseñara cómo debía alabarle No hay salvación en la casa


si el hombre no encuentra en ella
en tiempo de pasión.
la cruz en su dintel clavada'52
El Señor le mostró los dedos de su mano para ins­
Sea el alma que sea, si en ella no está la Cruz, es
truirla que debía alabarle de cinco maneras:
decir la tribulación, no posee la paciencia. Donde no
Primero debía alabar su inabarcable poder por el hay paciencia, no hay salvación. Al hombre se le otor­
que siendo Señor todopoderoso de los ángeles y de los gó la vida verdadera en la Cruz cuando yo, que soy la
hombres, se hizo débil por amor al hombre. vida del alma, acepté morir de amor en ella, di la vida
En segundo lugar su insondable sabiduría, que le al alma, muerta en sus pecados, y le concedí vivir eter­
llevó a ser considerado como necio. namente en mí. También se le ha concedido al hombre
poder levantarse por la Cruz, mediante la penitencia
Tercero, su inestimable amor por el que aceptó cuantas veces caiga por el pecado. Incluso la resurrec­
voluntariamente ser odiado para salvar a los hombres. ción de la carne y la vida eterna son fruto de la Cruz”.
Cuarto, su misericordia mansísima, por la que fue
condenado a una muerte tan cruel. 51 Canto de entrada en la Misa del Jueves Santo In Cena
Domini.
52 Alusión a Ex 12, 7.13, cuando los hebreos pintaron con san­
149 Sal 54, 23. gre las jambas de las puertas de sus casas para protegerlas del
150 Le 23, 31. ángel exterminador de los primogénitos de Egipto.
106 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 107

Mientras se leía en la Epístola: Se le dio un primaveral. Entonces se clava en su alma el dardo de


mi amor y la deja saludablemente herida”.
Nombre sobre todo nombre'55, dijo al Señor:
Señor mío, ¿cual es ese Nombre tan digno que te
dio el Padre? El deseo del alma

Le responde el Señor: El Miércoles Santo, mientras se cantaba la Misa:


Al nombre del Señor toda rodilla se doble, etc'55, dijo
“Ese Nombre es Salvador de todos los siglos. al Señor: “¡A Señor, si tuviera el poder de inclinar con
Soy el Salvador y Redentor de todo lo que ha exis­ toda reverencia el cielo, la tierra y el infierno con todas
tido, existe y existirá. las criaturas ante ti, dulcísimo y fidelísimo amante!”
Soy el Salvador de lo que existió antes de que cre­ Responde amablemente el Señor:
ara al hombre. “Pídeme que realice esto en mí mismo, porque en
Soy el Salvador de los hombres que existieron mí se encierran todas las criaturas. Cuando me presen­
cuando me hice hombre y conviví con los hombres. to al Padre para alabarle y darle gracias, conviene que
supla'56 en mí y por mí de la manera más perfecta, las
Soy el Salvador de todos los que han seguido mi
imperfecciones de todas las criaturas. Mi bondad no
doctrina y de todos los que quieren imitar mis huellas
puede soportar que lo que un alma desea y por sí mis­
hasta el fin del mundo. ma no puede alcanzar, quede sin realizarse”.
Este es mi Nombre dignísimo que el Padre preco­
nizó únicamente para mí desde el comienzo del mundo.
Capítulo XVII
Es un Nombre que está sobre todo nombre”'54.
El árbol de la Cruz
Daba gracias a Dios por sus sacratísimas llagas, y
le rogaba que grabase en su alma las heridas de ese Durante la misa: Nosotros hemos de gloriarnos'51
amor tan grande que él había recibido en su cuerpo. [Matilde] vio en medio de la iglesia un árbol hermosí-
r Le responde el Señor: “Cuantas veces gime el
hombre por amor al recordar mi Pasión, otras tantas 155 Flp 2, 10.Es el canto de entrada de la misa del día. Hoy se dice
toca suavemente mis heridas como el roce de una flor a! nombre de Jesús. En aquel tiempo se decía al nombre del
Señor.
156 Aparece una vez más en este capítulo la doctrina de la suple-
153 tío común a las tres místicas de I-Ielfta.
Flp 2, 9. 157
154 Entrada en la misa del Jueves Santo En la Cena del Señor.
Flp 2, 9.
108 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 109

simo. Su altura y extensión cubrían toda la tierra. Había De las ramas del árbol pendían todos los corazones
crecido de tres retoños que brotaban del suelo a la vez. de los fíeles como lámparas encendidas; el aceite que las
Sus ramas parecían encorvadas e inclinadas hacia el alimentaba fluía también del árbol. Nadie puede amar la
suelo. Debajo de uno de los retoños había animales del Pasión del Señor si Dios no le concede esta gracia.
campo que se alimentaban de los frutos que caían del El hecho de estar encendidas las lámparas signifi­
árbol; designan a los pecadores y a los hombres que caba que quien desea amar a Dios debe unirse a su
viven como animales. Disfrutan desagradecidos como Pasión por la meditación y veneración frecuente. Ella
bestias de los dones de Dios. No se vuelven nunca le proporcionará materia suficiente para amar, porque
hacia él, origen de todos los bienes, para darle gracias. no hay nada que tanto mueva y enardezca el corazón
Bajo otro retoño había hombres que comían de los como el recuerdo del la Pasión de Cristo.
frutos del árbol; eran los justos y los buenos que viven
en la Iglesia.
Capítulo XVIII
En el tercer retoño había pájaros que cantaban
Pasión de nuestro Señor Jesucristo
maravillosamente; significaban a las almas de los san­
tos que alaban a Dios sin cesar. El Viernes Santo Dios la concedió innumerables
Las almas del purgatorio eran también aliviadas gracias.
con los aromas del árbol. Ella dice al Señor:
Había además aves negras que revoloteaban alrede­ “¡Dulcísimo Dios mío! ¿Qué puede pagarte el
dor del árbol, pero un humo denso que salía del mismo hombre por haberte dejado prender y maniatar por su
las espantaba. Comprendió que en las aves se significa­ salvación este día?”
ban los demonios y ciertas insidias de los hombres. El Responde el Señor:
mejor remedio para dominarlos es el recuerdo de la
“Que se deje atar voluntaria y gustosamente por mi
Pasión del Señor significada en el humo desagradable.
amor con las ataduras de verdadera obediencia”.
El sacerdote que celebraba estaba revestido con
Contesta el alma:
adornos de hojas del mismo árbol, en su entorno pen­
dían ramitas cargadas de frutos. Se significaba con ello “¿Qué alabanza puede proporcionarte haber sido
que los que aman y meditan la Pasión de Cristo adquie­ escupido con inmundos salivazos de los judíos y heri­
ren virtudes más elevadas y acrecientan el mérito de do con crueles bofetadas?”
sus buenas obras. El Señor:
110 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 111

“Te digo con toda verdad, los que desprecian a sus “¿Qué se te puede ofrecer a ti, el más sabio de
superiores me escupen a la cara158 159. El que desee alejar todos los maestros, en reparación de haber sido tratado
de mí tal afrenta, honre a sus superiores”. como loco con un manto blanco?”
El alma: El Señor:

“¿Qué gesto de gratitud aceptarías tú, el más man­ “Que el hombre no busque en el vestir ornato ni
so de todos, en reparación de las bofetadas?” lujo, sino cubrir su desnudez”.
El alma:
El Señor:
“¿Cómo agradecerte, único amor de mi corazón,
“Que el religioso observe fiel y cuidadosamente
que fueras azotado de manera tan inhumana y cruel?”
las costumbres establecidas y los mandatos de su
El Señor:
Orden”.
“Perseverando unida a mí en perfecta fidelidad en
De nuevo el alma:
la prosperidad y en la adversidad”.
“¿Cómo te alabaré, amigo fidelísimo, por el dolor Insiste el alma:
que soportaste cuando clavaban en tu imperial cabeza
“¿Qué te dignarías aceptar, amadísimo, por haber
la corona de espinas, hasta que la purpúrea sangre vela­
sido clavados tus pies en la cruz?”
ra tu hermoso rostro en el que desean contemplarse los
El Señor:
ángeles?"'59.
“Que el hombre fundamente en mí todos sus
Responde:
deseos. Si no puede tenerlos, que al menos los desee,
“Cuando el hombre es tentado y resiste valiente­ yo me conformaré con su buena voluntad”.
mente con todas sus fuerzas, cuantas tentaciones vence De nuevo el alma:
en mi nombre otras tantas perlas preciosas engasta en
“¿Qué te ofreceré por haber sido clavadas tus
mi diadema”. manos en la cruz?”
7
El alma: El Señor:
“Practica las buenas obras y evita todo mal por mi
158 Cf. Santa Gertrudis El Heraldo del amor divi­
la Magna, amor”.
no, lib. III, c. 75.
159 1P 1, 12. El alma:
112 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 113

“¿Cómo agradecerá, mi única y verdadera dulzura, Segundo, cuando me daban brutales bofetadas, yo
aquella herida de amor que recibiste en la cruz por el besaba tiernamente sus almas tantas veces cuantas
hombre, cuando el amor invencible atravesó tu meli­ bofetadas recibía, a fin de que pudieran salvarse por mi
fluo Corazón con un dardo de amor, haciendo brotar Pasión hasta el último día.
agua y sangre160 para nuestro remedio, y así, vencido Tercero, mientras me azotaban con la mayor cruel­
por la grandeza del amor de tu esposa, aceptaste morir dad, yo oraba al Padre con tal eficacia que muchos de
de amor?” ellos se convirtieron.
El Señor: Cuarto, al clavar en mi cabeza la corona de espi­
nas, yo colocaba otras tantas perlas preciosas en su
“Lo hice para que el hombre conforme todas sus
corona.
voluntades con la mía, mi voluntad sea aceptada por él
siempre, en todo y sobre todas las cosas”. Quinto, cuando me clavaban en la cruz y estiraban
todos mis miembros, hasta el punto de poder contarse
El Señor dijo también a [Matilde]:
mis huesos y mis entrañas, atraje hacia mí con mi
“Te confieso con toda sinceridad, que si alguien poder, las almas de todos los que estaban predestinados
derrama lágrimas de verdadera devoción por mi a la vida eterna, como ya había anunciado: Cuando sea
Pasión, le aceptaré como si él mismo hubiera sufrido elevado a lo alto, todo lo atraeré hacia md61.
por mí”. Sexto, al abrir mi costado con la lanza brotó de mi
Entonces el alma: Corazón la bebida de la vida, para los que por Adán
habían apurado el brebaje de la muerte, a fin de que
“¡Ay Señor mío! ¿Cómo alcanzar esas lágrimas?”
todos fueran en mí, que soy la Vida, hijos de la vida
Le dice él: eterna”.
“Te lo enseñaré yo mismo”.
Piensa, en primer lugar, con que delicadeza y amor a) Más sobre lo mismo
salí al encuentro de mis enemigos cuando me buscaban Después de recibir el Cuerpo de Cristo162 le dijo el
con espadas y palos como a un ladrón y malhechor para Señor:
matarme. Yo fui a su encuentro como una madre busca “¿Quieres ver cómo estoy yo en ti y tú en mí?”
a su hijo, para arrancarlos de las fauces de los lobos.

161 Jn 12, 32.


160 Cf. Jn 19, 34. 162 El Viernes Santo.
114 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 115

Ella guardaba silencio, pues se creía indigna; pero “¡Dulcísimo Señor mío!, ¿cómo podré correspon­
al instante contempla al Señor como a través de un cris­ derte por haberte dejado prender y ser maniatado por
tal brillante, y a su alma derramarse como agua traspa­ mi amor esta noche?”
rente y pura por todo el cuerpo de Cristo. Quedaba Responde el Señor:
asombrada ante don tan inestimable y gracia tan “Con tu deseo y tu voluntad. Estas dos cosas son
extraordinaria de Dios para con ella. como ataduras de seda con las que me atarás dulce­
Le dice el Señor: mente a tu alma. El corazón bueno y dispuesto para
todo bien no se separa fácilmente de mí. Los pensa­
“Recuerda lo que escribió san Pablo: Soy el último
mientos inútiles que le asaltan de modo imprevisto, no
de los Apóstoles, no merezco llamarme apóstol, pero implican maldad, si una vez advertidos no se entretie­
por la gracia de Dios soy lo que soyw. No eres nada ne en ellos voluntaria y deliberadamente”.
por ti misma; lo que eres lo eres en mí por mi gracia”.
Añadió el Señor:
Mientras se celebraba el entierro de la Cruz, como
“Cuando me entregaron en manos de los impíos, me
se acostumbra163 164, dijo al Señor:
ataron las manos e hicieron conmigo lo que quisieron,
“Sepúltate en mí, ¡único tesoro de mi corazón! Y pero no pudieron atar mi lengua. La trabé yo mismo para
estréchame inseparablemente a ti”. que no pronunciara mas que palabras útiles. Así, aunque
Le responde el Señor: el hombre tenga poder de hablar bien o mal, debe refre­
nar de tal modo su lengua que no pronuncie palabra
“Quiero sepultarme en ti y ser en tu mente la frui­ alguna que pueda herir o turbar a su prójimo”.
ción de tus sentidos, la acción de tus manos y el ejerci­
Mientras recordaba hacia la hora de Prima que
cio de todos tus miembros y de todos tus movimientos”.
Cristo había sido presentado al Procurador para que lo
juzgara, le dijo el Señor: “Ven al juicio conmigo”. La
b) Sobre la Pasión del Señor tomó y se presentó ante el Padre celestial teniéndola
junto a sí. Todos los santos y todas las criaturas protes­
La noche santa del Viernes Santo dijo al Señor en
taban contra ella.
la oración:
Los Serafines la acusaban porque, abrasada en el
amor divino por el Corazón de Dios, lo había apagado
163 ICo 15,9.
164 muchas veces por tibieza.
Era un rito que se hacía el Viernes Santo.
116 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 117

Los Querubines la denunciaban porque, iluminada Los Mártires decían que había soportado contra su
con preferencia a los demás con la luz del conocimien­ voluntad los dolores y enfermedades. Los Confesores
to divino, no se comportaba según las luces recibidas. la acusaban de haber vivido sin interés en la vida reli­
Los Tronos se lamentaban porque había perturba­ giosa y los ejercicios de la misma.
do muchas veces a su amantísimo Rey, que puso su tro­ Las Vírgenes lamentaban que no amase a su aman­
no en ella, y lo había inquietado con pensamientos tísimo Esposo con todas sus entrañas.
inútiles. Todas las criaturas gritaban a una voz que se había
Las Dominaciones decían que no se había someti­ aprovechado de ellas de una manera indigna.
do con la debida reverencia al Rey, Dios y Señor suyo. Entonces dice el benignísimo Jesús al Padre: “Yo
Los Principados lamentaban que no había honrado responderé una por una a todas las quejas que han ale­
en sí ni en los demás la nobleza divina por la que fue gado contra ella, porque me siento cautivo de su amor”.
creada a imagen de Dios. Le responde el Padre:
Las Potestades la acusaban de no haberse inclina­ “¿Qué te ha obligado a ello?”
do ante la divina Majestad con la reverencia y el temor
que se merece. Contesta Jesús:
“Mi elección: La tenía preelegida para mí desde
Las Virtudes la echaban en cara que no se ejercita­
ba en las santas virtudes de manera debida. toda la eternidad”.
Segura el alma de tal fiador, le estrecha atrevida
Los Arcángeles decían que no atendía con la deli­
entre sus brazos y dice a Dios Padre:
cadeza que se merecían los tiernos coloquios de Dios,
ni transmitía a su Amado a través de ellos, como era su “Te presento. Padre, digno de toda veneración, a tu
misión, sus tiernos y amorosos suspiros. humildísimo Hijo, que ha expiado por mí cuanto pequé
Los Angeles lamentaban que usara su ministerio por soberbia.
de manera indigna. Te presento tu amantísimo Hijo, que te ha resarci­
La bienaventurada Virgen María se quejaba que do de cuanto pequé por ira.
había sido infiel al dulcísimo Hijo de Dios, que había Te presento tu amantísimo Hijo, amor de tu
dado a luz para que fuera su hermano. Corazón, que suplió totalmente cuando pequé por odio
Los Apóstoles declaraban que no había seguido sus Su inconmensurable largueza satisfizo cuanto
enseñanzas con renovado interés. pequé por avaricia.
118 Libro de L/\ Gracia Especial
Primera Parte 119

Su celo santísimo corrigió mi pereza dad y lo llevaba con la cruz con mucha paciencia y
Su abstinencia extrema suplió todas mis intempe­ mansedumbre. Todas las hermanas ayudaban al Señor
rancias. a llevar la cruz.
La pureza de su vida inocentísima expió todo lo Al aproximarse Nona se le apareció el Señor en
que pequé con malos pensamientos, palabras y obras. admirable gloria y majestad con collar de oro del que
pendía un escudo que contenía toda clase de tormentos
Su total obediencia, por la que se hizo obediente
que había soportado. Cubría todo el pecho del Señor.
hasta la muerte165, y borró todas mis desobediencias.
En la parte superior había un lirio blanquísimo y en la
Finalmente, su perfección excusó todos mis defec­ inferior una rosa hermosísima. El escudo simbolizaba
tos”. la Pasión victoriosa de Cristo; el lirio, la inocencia; y la
Durante Tercia contempló al Señor envuelto en una rosa, su gran paciencia.
claridad y belleza incomparables, de manera que todo Cuando las hermanas se acercaban a la sagrada
él resplandecía con especial ornato desde la planta de Comunión, el Señor ofrecía a cada una su Corazón
los pies hasta la coronilla de la cabeza'66. Todo ello divino colmado de los mejores aromas que exhalaban
porque aceptó ser inhumanamente flagelado por nos­ agradable perfume. Los aromas brotaban por todas par­
otros. tes del Corazón como flores tiernas y frescas, de mane­
Llevaba en la cabeza una guirnalda de variadas y ra que parecía que todo él estaba florido. Al acercarse
hermosísimas flores maravillosamente entrelazadas. cada una recibía del Señor el citado escudo que relucía
Nunca había contemplado su alma cosa igual. El mis­ con maravilloso resplandor en el pecho de cada herma­
mo Cristo se había preparado esta guirnalda con los na. [Matilde] comprendió que significaba, cómo Cristo
dolores de cabeza que [Matilde] había sufrido en aquel concedió la victoria de su Pasión a sus fieles como pro­
tiempo, durante más de cuarenta días167. tección y fortaleza contra todos los enemigos.
En Sexta vio de nuevo al Señor con la cruz a cues­ En el momento de besar la Cruz exclamó divina­
tas. Se presentó toda la comunidad. Cada monja depo­ mente inspirada, ante la herida de los pies: “Mira,
sitaba sus trabajos y molestias sobre la cruz en forma Señor mío, clavo en ti todos mis deseos y los acoplo a
de ramas verdes. El Señor lo recibía todo con benigni­ los tuyos para que, plenamente purificada y santificada
del modo más perfecto, en adelante no pueda ya impli­
carme en los deseos terrenos”.
165 Flp 2,8.
166 Is 1,6. Cuando besaba la heridas de la mano derecha le
167 Ver parte II, c. 26. dijo el Señor: “Mete aquí tu vida espiritual para que
120 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 121

todo lo que hiciste con negligencia sea reparado total­ También debes besar agradecida la herida del pie
mente por mí”. derecho, por el ardiente anhelo con que te siguió duran­
te toda su vida mortal.
Mientras besaba la herida de la izquierda le dijo:
“Pon aquí todos tus sufrimientos y contrariedades para Besarás con gratitud la herida del pie izquierdo,
porque siempre encontrarás en él el perdón de los peca­
que se endulcen al unirse con los míos y asciendan has­
dos.
ta Dios con gran complacencia, como un vestido empa­
pado de jacinto y otras especias, exhala el mismo aro­ Dispondrás de un triple ungüento para ungir cons­
ma que ellas, o como un pedazo de pan empapado en tantemente al Amado de tu alma:
miel recibe su misma suavidad”. - Aceite de oliva que significa la misericordia; así
te ejercitarás con más frecuencia en obras de
Al tocar la herida del Corazón le dijo: “Pon todo tu
misericordia y compasión.
amor en mi divino amor. Es tan grande que abarca el
cielo, la tierra y todo cuanto contienen, para que el tuyo - Aceite de mirra para que aceptes con gozo, cons­
se purifique y se funda en uno como se funde el hierro tancia y fidelidad las tribulaciones y enfermeda­
candente con el fuego”. des por amor de Dios
- Ungüento balsámico para recibir con gratitud y
Durante las Vísperas contempló al Señor bajado
alabar a Dios por todos sus dones, sin esperar ni
de la cruz y a la Virgen bienaventurada que le tenía en
querer nada para ti, refiriéndolo todo a él, fuente
su regazo y le decía: “Acércate, besa las saludables
y origen de todos los bienes”.
heridas de mi amantísimo Hijo que sufrió por tu amor.
Estampa tres besos en su benignísimo Corazón y dale Hacia la hora de Completas le dice la bienaventu­
rada Virgen: “Recibe a mi Hijo y sepúltalo en tu cora­
gracias por ese flujo que, desde toda la eternidad derra­
zón”. Al instante ve su corazón como un sarcófago de
mó, derrama y derramará sin interrupción en ti y en
plata cubierto con tapa de oro. La plata significa la
todos los elegidos.
pureza de corazón; el oro, el amor que Dios mantiene y
Cuando beses la herida de Ja mano derecha darás conserva en el alma.
gracias porque ella te ayuda y colabora en todas tus
Cuando le parecía que Cristo entraba [en su cora­
obras buenas. zón] le dijo: “Siempre me encontrarás aquí, en tu cora­
Lo mismo harás al besar la izquierda porque siem­ zón; te concedo a ti y a todos por los que has rezado
pre encontrarás en ella refugio seguro. hoy, la seguridad de la vida eterna”.
122 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 123

d) Lo que más agrada a Dios en el hombre


c) Cómo vivir el recuerdo de la Pasión todos los
viernes del año [Matilde] pregunta a Dios qué es lo que más le
Quien desea recordar con frecuencia la Pasión del complace en el hombre.
Señor, recite siete veces el viernes, a modo de Oficio El Señor responde:
divino, el salmo: Te ensalzaré, Señor, porque me has
“Que cada uno examine con gratitud y mantenga
librado^. Al cabo de un año habrá rezado tantos ver­
frecuentemente el recuerdo de todas las obras virtuosas
sículos como heridas recibió Jesucristo* 169. Leerá, si
que realicé en este mundo; todos los sufrimientos e
puede, un relato de la Pasión del Señor y dará gracias,
injurias que padecí durante treinta y tres años, la pobre­
entre otras cosas, porque de la herida de su pie izquier­
za tan grande que viví, cuántos desprecios recibidos de
do brotó, para nuestro bien, un bautismo de salvación,
mis criaturas, para sufrir finalmente una muerte tan
y del derecho, un río de paz. Con su mano izquierda
derramó sobre nosotros ríos de gracia, y con su dere­ amarga en cruz, por amor al alma humana, que compré
cha, la medicina de las almas. Finalmente, de la herida como esposa con mi sangre preciosa.
de su Corazón dulcísimo saltó para nosotros agua vivi­ Que cada uno acoja y agradezca todas estas cosas,
ficante y vino embriagador; a saber, la sangre de como si yo las hubiera sufrido sólo por su salvación”.
Jesucristo, e infinita abundancia de todo bien.

Capítulo XIX
,6S Sal 29. 2.
169 A otras almas piadosas les fue revelado también el número de Resurrección y glorificación de Jesucristo
llagas o heridas recibidas por Jesucristo en su pasión, como
por ejemplo a santa Brígida, etc. Difieren poco unas de otras. En la Noche santa de la gloriosa Resurrección de
Así unas dicen que recibió 5.460 ó 5475, o incluso 5490. Se
puede consultar a Comelio a Lapide In Mi 27, 26; a Gonzalo nuestro Señor Jesucristo esta sierva le vio como que
Durando en el comentario a las Revelaciones de santa Brígida yacía en el sepulcro. Divinamente iluminada conoció
(lib. 1, c.l); a Lodulfo el Cartujo en su Vita Christi, parte II, cómo Dios Padre otorgó todo su divino poder a la
c. 48, que entre otras alabanzas propone los siguientes versos:
Del alto cielo tenue voz murmura, humanidad de Cristo en su resurrección. A la persona
que alegra el corazón del viejo triste: del Hijo de Dios se le concedió toda la claridad que
once veces quinientas, la escritura
numera, menos diez, y ya supiste, tuvo junto al Padre desde la eternidad. Y el Espíritu
para salvarte, a Cristo, ¡oh sin ventura! Santo derramó toda su bondad, dulzura y amor en su
El cúmulo de heridas que le hiciste. humanidad glorificada.
(Traducción de los versos tomada del Libro de la tirada
Especial o Revelacione s de Santa Mectildis, traducidas por el El Señor le dice:
P. T. Ortega . Buenos Aires, 1942, p. 64.
124 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 125

“Todo el cielo y la tierra estaban a mi servicio en a) Ungüento espiritual


mi resurrección”. Mientras hacía una visita al sepulcro esta virgen
Pregunta ella: “¿Cómo te sirvió el cielo?” amada de Dios, dijo al Señor con el corazón ardiente:
Le responde: “Todos los espíritus angélicos vinie­ “¡Vamos, Amado mío, escogido entre mil, enséñame
ron a rendirme homenaje”. con qué perfume puedo ungirte, amador de mi alma!”

Al instante le parece contemplar una inmensa mul­ Le responde el Señor:” Toma la suavidad inefable
titud de ángeles que formaban en torno al sepulcro que desde toda la eternidad fluye de mi divino Corazón
como un muro desde la tierra hasta el cielo. hacia el Padre y el Espíritu Santo y elabora con ella un
vino; luego toma aquella dulzura con la que fue edul­
Dice al Señor:
corado el Corazón virginal de mi Madre por encima de
“Los ángeles que en tu nacimiento cantaron: todos los demás corazones, y elabora con ella una miel
Gloria a Dios en el cielo'10, ¿qué te cantaron cuando dulcísima; recibe, finalmente aquel fervor que sentía
resucitaste?”
antes de mi pasión, que me inflamaba en un deseo
Responde el Señor: "'Santo, Santo, Santo, etc.'7' y ardentísimo, en una devoción y amor incontenibles, y
seguían: ¡Vamos, vamos! ¡Cantemosjubilosos al Señor, confecciona el bálsamo más precioso. Al instante le
cantemos al que mora en un trono elevado. Aunque no pareció tener un frasco lleno de ungüentos aromáticos
empleaban estas mismas palabras, sí tenían sus cantos que exhalaban gran perfume, con él ungió al Señor
el mismo sentido”. según el deseo de su corazón, y besó sus llagas sonro­
Contempla también a toda la comunidad en torno sadas, verdadera medicina del alma.
al Señor. De su Corazón salían muchos rayos que se
dirigían a cada una de las hermanas. El Señor tendía
b) La morada del Corazón divino
la mano a cada una y le comunicaba su glorificación
mientras decía: “Os hago partícipes de la claridad de Más tarde le mostró el Señor una casa hermosísi­
mi humanidad glorificada, debéis conservarla con ma, alta y espaciosa. Dentro de ella contempló una
corazón puro, en tierno amor fraterno y con verdade­ morada más pequeña construida con madera de cedro.
ra paciencia. El día del Juicio me la presentaréis Su interior estaba decorado con láminas de plata bri­
radiantes”. * * llante, en el centro estaba el Señor. Entendió que esa
casa era el Corazón de Dios, porque le había contem­
170
plado muchas veces de esa forma. La morada interior
Le 2, 14.
171 Is 6, 3. más pequeña era figura del alma, que es pequeña e
126 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 127

inmortal, como madera incorruptible de cedro. La en las cosas del servicio divino: alabanza, acción de
puerta de esa casita estaba hacia el Oriente, tenía un gracias, oración, guarda de los mandamientos. En el
pestillo de oro al que estaba unida una cadenilla tam­ lado del mediodía piensa si has sido devota con mi
bién de oro, enganchada al Corazón de Dios, de mane­ Madre y todos los Santos, qué aventajada estás en la
ra que al abrirse la puerta parecía conmover el Corazón imitación de sus ejemplos y enseñanzas. Hacia la pared
de Dios172. occidental mira y examina con diligencia si has pro­
Le pareció que la puerta significaba el deseo del gresado o retrocedido en la práctica de las virtudes; si
alma; el pestillo, su voluntad; la cadenilla, el deseo has sido obediente, humilde, paciente en las injurias; si
divino, que siempre previene, excita y atrae hacia Dios observas bien la Regla y los Estatutos; si has desarrai­
el deseo y la voluntad del alma. gado y vencido en ti los vicios. De cara al norte mira
cómo es tu fidelidad a la Iglesia, cómo te comportas
El Señor dijo a [Matilde]: “De igual manera está tu
con el prójimo; si le amas con caridad profunda, si
alma siempre dentro de mi Corazón, y yo en el corazón
haces tuyas sus adversidades, si oras con fervor por los
de tu alma. Me contienes en lo más profundo de tu inti­
pecadores, por las almas de los difuntos y por todos los
midad, de manera que estoy más íntimo a ti que lo más
necesitados.
hondo de ti misma1'3. Sin embargo mi divino Corazón
excede y sobrepasa tanto tu alma que parece totalmen­ Si en todo esto encuentras fallos y deficiencias,
te inalcanzable. Esto se quiere señalar por la altura y procura repararlos con una humilde confesión y satis­
amplitud de esa casa”. facción”.

El alma pedía al Señor que se dignara prepararla Luego entró el alma en esta morada y se arrojó a
para recibir su preciosísimo Cuerpo. los pies del Señor, él la levantó tiernamente, la recostó
en su regazo y la besó tres veces mientras decía: “Te
Le responde el Señor: “Cuando quieras comulgar
concedo el beso de paz de mi omnipotencia, de mi sabi­
examinarás diligentemente la morada de tu alma para
duría y de mi inconmovible bondad”.
ver si sus paredes están agrietadas o manchadas. Piensa
en el muro oriental, si has sido diligente o descuidada Mientras se cantaba la Misa: Ha resucitado el
Señor174, le acariciaba tiernamente y le decía: “Mira, he
resucitado y aún estoy contigo, permaneceré siempre a
172 Ver parte IV, c. 20.
173 San Agustín: Tú estabas dentro de mí, más interior que lo tu lado. Has puesto sobre mí tu mano, es decir, la inten-
más íntimo mío, y más elevado que lo más sumo mío. Tu
autem eras interior intimo meo et superior summo meo
(Confesiones, 111, 6, 11. Cf. BAC n. 11 p. 406. 407). 174 Canto de entrada del Domingo de Resurrección.
128 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 129

ción de todas tus obras”. Le dijo también otras muchas c) El Señor sirve a la comunidad
palabras maravillosas e inefables . Mientras se cantaba en Vísperas la antífona Regina
Sobrecogida el alma por tanta condescendencia del coeli™, contempla a la Santísima Virgen de pie en el
Señor, deseaba alejarse de Dios con humilde reveren­ coro que sostenía con la mano derecha a su Hijo virgi­
cia, pero el Señor estrechándola aún más tiernamente le nal. La túnica de la Virgen estaba esmaltada de tréboles
dice: “Quédate conmigo para estar yo contigo y disfru­ y escudos brillantísimos. En los tréboles veía significa­
tar de mis delicias”. da la excelencia de la adorable Trinidad, que habita
corporalmente en Cristo con toda sabiduría'16. Por los
Mientras se cantaba el Gloria in excelsis deseaba
escudos, que tenían su parte puntiaguda hacia la tierra
alabar a Dios por todos estos beneficios.
y su anchura alzada a lo alto, entendía cómo la sobrie­
El Señor le dijo: “Sabes que está escrito: dad de la vida y la pasión de Cristo habían terminado
A gestas terrenales se da alabanza llegando a buen fin. El gozo y la gloria conseguidos a
sólo las celestiales gloria alcanzan. través de ellas obtuvieron el triunfo eterno de una glo­
Si deseas alabarme, glorifícame unida a aquella ria refulgente e inconmensurable en el reino celestial.
dignísima gloria con la que me glorifica Dios Padre con El Señor ceñía también una espléndida corona. De
su omnipotencia, unido al Espíritu Santo, en comunión ella pendían escudos con cruces brillantes, cada una
con la altísima gloria que con inescrutable sabiduría emitía cinco rayos de luz.
glorifico al Padre y al Espíritu Santo. El mismo Espíritu
Entonces dijo el Señor a las hermanas: “Vengo pre­
ensalza al Padre y a mí con su inmensa bondad”.
parado para ofreceros esta tarde un banquete. Quiero
Participaba en la procesión que se hacía después de serviros cinco platos en esta cena.
Tercia, aunque se sentía muy débil. Al final de la Misa se
Primero, el gozo que experimenta la divinidad en
hacía llevar por las hermanas con ayuda de un bastón.
mi humanidad y la humanidad en mi divinidad.
Contempla a nuestro Señor Jesucristo revestido de
Segundo, el gozo que experimenté cuando me
dalmática como el diácono, que llevaba un estandarte
inundó el amor por los sufrimientos de mi Pasión, has­
rojo y caminaba como los demás. Admirada al ver al
ta embargar, con el flujo de su dulzura, todos los miem­
Señor como un diácono entre todos, le dice el mismo
Señor: “Como el diácono sirve en el altar, asisto tam­ bros de mi cuerpo con una alegría indescriptible.
bién yo a Dios, mi Padre, dispuesto siempre a lo que
mande. Jamás ha habido un diácono tan diligente en su 175 Reina del cielo.
176
ministerio como lo soy yo sirviendo a toda alma fiel”. Col 2, 9.
130 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 131

Tercero, el gozo que experimenté al presentar a mi resurrección, cuando tu beatísima Humanidad recibió
Padre en una danza indescriptible la prenda preciosísi­ la glorificación del Padre de la divina glorificación, y
ma de mi alma y todas las almas que redimí. en ella concedió a todos los elegidos la glorificación
Cuarto, el gozo que me inundó al concederme mi eterna en su divinidad.
Padre pleno poder para agasajar, enriquecer y premiar Por ese inefable gozo te pido, oh amantísimo
a tantos amigos míos, comprados con tanto trabajo y a Mediador entre Dios y los hombres™ conserves incon­
tan alto precio17'. Quinto, el gozo que sentí cuando mi taminada esta misma caridad que ahora me concedes,
Padre asoció para siempre a mi trono a los redimidos para que la reciba con alegría el día del juicio. Amén.
por mí, para que sean ya para siempre coherederos y
Te alabo, adoro, ensalzo, glorifico y bendigo buen
comensales en mi mesa.
Jesús, por aquel gozo inefable que experimentaste
Los reyes comparten la mesa con sus amigos, pero cuando una caridad inestimable te trajo desde el seno
terminado el banquete se separan de nuevo. Mis ami­ del Padre a este mundo, y te sometió a todos los traba­
gos tendrán su morada perpetua conmigo allí donde jos y miserias, colmó en la resurrección todos tus
estoy yo178. miembros de honor y alegría incomparables, como los
Al que traiga a mi memoria el recuerdo de estos había cubierto en la cruz de dolores insoportables.
gozos, le concederé, por el primer gozo, gustar mi divi­ Te pido por este gozo inefable, oh amantísimo
nidad antes de morir; por el segundo, el don del cono­ Mediador entre Dios y los hombres, me concedas la luz
cimiento; por el tercero, presentaré su alma a mi Padre del entendimiento y la ciencia del alma, para saber en
en el último instante de su vida; por el cuarto, le con­ todo momento lo que te agrada. Amén.
cederé el fruto de la participación en mi pasión y en
todos mis trabajos; por el quinto, le concederé la alegre Te alabo, adoro, ensalzo glorifico y bendigo buen
comunión de los santos”. Jesús, por aquel gozo inefable que experimentó tu alma
santísima, al presentarse a Dios Padre como precio y
Alabanza y oración por los cinco gozos que garantía de eterna redención, en unión con la innume­
nuestro Señor Jesucristo experimentó en su gloriosa rable multitud de las almas de todos los bienaventura­
resurrección dos que te seguían en danza indescriptible, sacadas de
Te alabo, adoro, ensalzo, glorifico y bendigo buen las mazmorras del infierno.
Jesús, por aquel inefable gozo que experimentaste en la
179 lTm 2, 5. Con esta misma expresión comienza la encíclica de
177 Cf. IC06,20. Pío XII, Mediator Dei, sobre la liturgia, del 20 de noviembre
178 Cf. Jn 14,3. de 1947.
132 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 133

Te pido por este gozo inefable, oh amantísimo poseerte a ti en comunión con ellos, como mi único
Mediador entre Dios y los hombres; seas a la hora de gozo y todo mi bien, ahora y en la eternidad. Amén.
mi muerte, garantía y precio que pague todas mis deu­
das. Juez santísimo, haz que Dios Padre se me muestre
e) La Humanidad de Cristo glorificada en la
propicio, llévame gozosa a tu presencia.
resurrección
Te alabo, adoro, ensalzo glorifico y bendigo buen
A continuación de estas alabanzas [Matilde] pide
Jesús, por aquel gozo inefable que experimentaste,
al Señor alabar también al Padre en nombre suyo con
cuando el Padre te otorgó plena potestad para premiar,
aquel dulcísimo gozo que ofreció alabanzas y acciones
enriquecer y honrar según la magnificencia de tu gene­
de gracias a Dios por haberle concedido la inmortali­
rosidad. a todos los seguidores y amigos de tu milicia,
a los que libraste del poder tiránico con tu glorioso dad en la resurrección, y conceda también a ella la dote
triunfo. de la inmortalidad en la futura resurrección.

Te pido, por este gozo inefable, oh amantísimo El Señor le respondió:


Mediador entre Dios y los hombres, me hagas partícipe “Te lo concedo ya ahora a ti y a todos mis amigos
de todas tus obras y trabajos, de tu bienaventurada tan a gusto como si me lo concediera a mí mismo; pues
pasión y gloriosa muerte. no otorgo a mis miembros otra gloria distinta de la mía.
Te alabo, adoro, ensalzo glorifico y bendigo buen Así, todo el honor que se tributa a mis miembros, lo
Jesús, por aquel gozo inefable que experimentaste, disfruto como si se me concediera a mí. El alma por la
cuando Dios Padre te entregó todos tus amigos para que ofrezco alabanzas y acciones de gracias mientras
poseerlos como herencia eterna, cumpliéndose así tu vive en este mundo, alcanzará gran gloria y alegría en
benignísima petición y tu voluntad, cuando dijiste: el cielo”.
Quiero, Padre, que donde esté yo, esté también mi ser­ Meditaba [Matilde] en qué consistía la glorifica­
vidor^0, para que el gozo y el bien que eres tú mismo, ción de la humanidad de Cristo que Dios Padre otorgó
esté también en ellos sin fin. a su Hijo en la resurrección.
Te pido, por este gozo inefable, oh amantísimo El Señor le responde amablemente:
Mediador entre Dios y los hombres, me concedas la “La glorificación de mi Corazón consistió en que
compañía de todos tus bienaventurados elegidos, para
Dios Padre me concedió todo poder en el cielo y en la
tierra, para ser todopoderoso en la humanidad como lo
180
Jn 17, 24. soy en la divinidad, y poder premiar, honrar, enaltecer
134 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 135

y manifestar todo el amor a mis amigos con total liber­ de a él en todas sus necesidades y se mantiene siempre
tad de mi voluntad. unido a él, de la misma manera te unirás a mí, que soy
La glorificación de mis ojos y oídos consiste en el amigo más fiel de todos. Siempre encontrarás en mí
que puedo conocer hasta lo más recóndito la pobreza y refugio seguro. Cuando experimentes tu debilidad ven
sufrimientos de mis fieles, y oír con diligencia todos a mí, te ayudaré fielmente en todo.
sus gemidos, deseos y súplicas. En tercer lugar, me uniré a ti como esposo con la
Esta misma gloria se otorgó a mi cuerpo, para que esposa entre los que no puede haber la más mínima
así como estoy en todas partes por mi divinidad, pueda separación, a no ser que los separe la enfermedad. Si
estar también con todos y cada uno de mis amigos don­ enfermas, soy sapientísimo médico que puede curarte
de lo desee con mi humanidad. Ningún otro, por muy de todo mal. Así no habrá separación alguna entre los
poderoso que sea, lo ha podido ni lo podrá nunca”. dos, sino cópula eterna y unión inseparable.
En cuarto lugar, estaré contigo como compañero
con su compañero. Si a uno le sobreviene una carga
f) Cómo vive Dios en el alma. El banquete del
Señor pesada, al instante toma el otro la carga y la comparte
con él. De igual modo compartiré contigo tus cargas con
Mientras se leía el lunes de Pascua el evangelio:
toda fidelidad, y todo te será suavemente llevadero”.
Quédate con nosotros™1, dijo al Señor: “¡Quédate con­
migo, mi única dulzura, porque mi vida ya declina Vino a su mente lo que en alguna ocasión le dijo
hacia el atardecer!” Dios: “Te entrego mi alma como compañera y guía,
confíale todas tus cosas; cuando te inunde la tristeza,
El Señor le responde:
ella te consolará y te ayudará fielmente en todo”.
“Me quedaré contigo como un padre con su hijo,
Dijo al Señor:
compartiendo contigo la herencia celestial que adquirí
para ti con mi preciosa sangre. Te concederé esto con “¡Ay, Señor mío, vida de mi alma! Perdóname,
todo el bien que hice por ti los treinta y tres años que dulce guía, no haber invitado a tan nobilísima compa­
viví en la tierra. ñera182 en mis trabajos, ni haya solicitado su ayuda en
todo, como debía haber hecho”.
En segundo lugar, seré para ti como un amigo con
su amigo. Como el hombre que tiene un amigo fiel acu­ El Señor le dijo:

181 Le 24, 29. 182 El alma que Dios había entregado a Matilde como compañera.
136 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 137

“Te lo perdono todo. Mi alma estará contigo hasta Mientras tanto, el alma estrechaba a Cristo, su
el final de tu vida, entonces te acogeré en aquella unión amante, con abrazos de íntima caridad y le conducía al
con la que entregué mi espíritu en manos del Padre183 festín de los convidados. Del rostro del Señor salía cla­
cuando moría en la cruz, y te presentaré a mi Padre ridad inefable y magnífico resplandor que iluminaban
celestial”. toda la sala celeste, y reverberaba en las copas de la
[Matilde] pedía al Señor por una persona amiga y mesa real. De este modo la claridad de su rostro atra­
confidente suya, que le concediera como propio todo lo yente se convirtió en hartura y gozo confortable que
que le había dado a ella. Inmediatamente la contempló llena a todos sin hastío, alegra sin término, y hace sal­
en presencia de Jesucristo. El Señor la tomó de la mano tar de gozo en el Señor.
y la concedió todos aquellos dones como propios Sea alabanza y honor por tal festín al cariñoso Hijo
suyos. de la Virgen.
Animada por todo esto, alababa con entusiasmo al
Señor y le rogaba preparase un festín espléndido a su
g) Octava de Pascua
familia celestial para gloria y alabanza suya. Al punto
contempla preparado un extraordinario banquete, y al En la Octava de Pascua de la Resurrección de
Señor vestido de túnica nupcial verde, cuajada de rosas Jesucristo contempla nuevamente la casa de la que se
de oro. ha tratado más arriba. Quiere entrar y se encuentra con
dos ángeles que estaban fuera, de pie, con las alas
El Señor le dijo: “Yo, que broté como r osa si n espi­
extendidas a lo alto, se tocaban mutuamente en la
nas, ¡cuántas punzadas recibí!”
extremidad superior. Hacían un sonido suavísimo
Toda la familia del cielo vestía túnicas como la del como de cítara, por el gozo que experimentaban en la
Señor. espera del alma.
Ya preparado el banquete de bodas, dice el Señor: Una vez dentro, el alma se arroja a los pies del
“¿Quién está dispuesto a danzar?” Apenas termina de Señor para venerar y besar las rosadas llagas de Cristo.
hablar toma al alma [de Matilde] y la saca a la danza. Al llegar a la herida del Corazón la encontró abierta a
Todos los comensales prorrumpen en cantos de acción manera de una llama ardiente que emitía mucho vapor.
de gracias a Dios con regocijo y alegría renovados, por
El Señor acoge al alma con ternura y le dice: Entra
haberse mostrado tan alegre con ella.
y recorre la largura y anchura de mi divino Corazón: la
largura es mi eterna bondad; la anchura, el amor y el
183
Cf. Le 23,46. deseo que desde toda la eternidad sentí por tu salva-
138 Libro de i.a Gracia Especial Primera Parte 139

ción. Recorre esta longitud y anchura; apropíatelas, mayores”185 186 187. AI instante se transforman sus vestidos en
porque todo el bien que encuentres en mi Corazón te una belleza indescriptible, llenos de celosías de oro y
pertenece. en cada celosía había una imagen del Rey. Sobre ellas
Sopló sobre ella diciendo: Recibe el Espíritu estaba escrito: El que descendió es el mismo que ascen­
Santo'84. Aquella dichosa alma, llena del Espíritu dió sobre todos los cielos'8*5.
Santo, vio cómo salían de todos sus miembros rayos de Además contempla toda la obra de nuestra reden­
fuego. Todos por los que había rogado recibían un rayo ción esculpida en esas imágenes con gran artesanía. El
que salía de ella y se adentraba en ellos. Señor Jesús aparecía vestido con parecida indumenta­
Al fundir su corazón con el Corazón de Dios con­ ria, a diferencia de que en sus celosías se sentaba el
templa como una masa de oro líquido, y escucha al Amor como una reina. De igual forma vestía el mismo
Señor que le dice: “Así se adherirá para siempre tu Dios, porque Dios es amor'81 . El Amor acogió a Dios
corazón [al mío] conforme a tu deseo y gusto”. entre sus brazos y lo elevó mientras decía : “Tú eres el
único en quien he realizado todo mi poder”.
El alma pregunta a la virgen qué eran los brazos en
Capítulo XX
los que llevaba al Señor
Dios Padre recibe a su Hijo
La virgen le responde:
el día de la Ascensión
“Mis brazos no son otra cosa que mi poder y mi
El glorioso día de la Ascensión de Cristo le parecía voluntad. Lo puedo todo, pero a veces no conviene
encontrarse en cierto monte. Se le aparece el Amor en hacer todo lo que se puede. Todo lo ordeno y dispongo
forma de una virgen hermosísima vestida con manto con mi inescrutable sabiduría”.
verde y dice al alma: “Soy aquella que contemplaste
Contempla también una multitud de santos entre
con resplandor admirable en la noche santa del naci­
los que sobresalían san Juan Bautista, José, padre nutri­
miento de Jesucristo. Yo traje al Hijo desde el seno del
cio del Señor, y Simeón, que recibió a Cristo niño en el
Padre a la tierra, y ahora lo elevo por encima de todos
templo. Todos ascendían con el Señor. Igualmente con­
los cielos de los cielos”.
templa en dicho monte a la bienaventurada Virgen,
Como el alma quedase asombrada ante tales pala­
bras, le dice el Amor: “No temas, verás aún cosas
185 Jn 1, 50.
186 Ef 4, 10.
184 187 Un 4, 9.
Jn 20, 22.
140 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 141

destierro de este mundo, con plena potestad para que


Madre del Señor, vestida como había contemplado al
Amor. Debajo llevaba una túnica roja. las comuniques a raudales a todas las almas que me has
presentado unidas a ti”.
[La Virgen] dijo al alma: “Soporté con paciencia y
en silencio todos los sufrimientos que padecí con mi El Señor Jesús presentó al Padre toda la pobreza,
Hijo y por mi Hijo. Siempre sentí un deseo inconteni­ oprobios, desprecios y sufrimientos, todos los trabajos
ble por llevar al Señor a la naciente Iglesia. Muchas y obras de su Humanidad, como nuevo y original obse­
veces le inclinaba a una misericordia especialísima. quio, nunca contemplado hasta entonces en el cielo,
Tampoco puede resistirse a los deseos del alma enamo­ aunque sí era previamente conocido y previsto en los
rada, por ello el alma se pega más al Señor en la tierra arcanos de la divinidad. El Padre se compenetró con
que en el cielo”188 todo esto de tal manera, que parecía haberlo experi­
El alma cuenta a la Virgen el gozo que experimen­ mentado en su propia persona.
tó en la ascensión de su Hijo. A lo que respondió: “En Ofrece también al Espíritu Santo la fragancia del
ese gozo comprendí toda la alegría y felicidad que me amor que ardía en su santísimo Corazón, por encima de
acompañarán en mi asunción”. todo lo que se puede pensar, y los siete dones del
Al ascender Jesús con tan inefable felicidad, llega Espíritu Santo, como fruto sazonado. Sólo en Cristo
ante el Padre y presenta en su persona las almas de todos realizó el Espíritu Santo todos estos dones de un modo
los elegidos: las presentes que ascendían con él y todas total, según el profeta Isaías: Descansará sobre él el
las que vendrían después, con sus obras, sufrimientos y espíritu del Señor, espíritu de sabiduría, etc.}™.
méritos. Las que están ahora en pecado aparecían ante el
A los espíritus angélicos les regala la leche de su
Padre como serán cuando lleguen al cielo.
humanidad, no experimentada hasta entonces, a saber,
Las almas amantes y las que soportaron por Cristo una nueva dulzura que brotaba abundante de su atra­
muchas tribulaciones resplandecían en su Corazón con
yente humanidad, y se convertía para ellos en aumento
especial hermosura, las demás brillaban en el resto de
de gozo y de gloria.
sus miembros.
A los patriarcas y profetas les ofrece un manjar
El Padre celestial acoge a su Hijo con cspccialísi-
delicioso que sacia todos sus deseos, desde entonces
mo amor y le dice: “Te concedo el torrente de todas las
delicias que habías como abandonado al descender al descansan en el.

189 ls 11,2.3.
188 En algunos códices falta este texto, otros presentan variantes.
142 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 143

Reviste como de oro el martirio de los Inocentes y Él le habla con ternura: “¡Levántate, reina mía!
de aquellos que murieron por la verdad, como Juan Todas las almas unidas a mi amor serán reinas”.
Bautista, Jeremías y otros muchos, a los que iluminaba El alma dijo al Señor entre otras muchas cosas:
y ennoblecía con su gloriosa pasión y muerte.
“¿Por qué. Dios amantísimo, al pensar que he de
Derrama copiosos dones en los moradores de la morir casi no siento la más mínima alegría, cuando hay
tierra, apóstoles y otros fieles: consolación interna, muchos que esperan esa hora con trasportes de gozo y
conocimiento de espíritus, e inflamación en el amor
de deseo?”
divino190.
Responde el Señor:
Vuelto el Señor a [Matilde] le dice:
“Es un don especial que te he concedido, porque si
“Mira, he subido como triunfador glorioso y he traí­
desearas morir producirías tal dulzura y atracción en mi
do conmigo todas tus cargas”.
Corazón divino, que ya no podría negártelo”.
Comprendió por estas palabras, que él tiene pre­
Ella:
sentes todas las necesidades y tribulaciones de los
hombres, y triunfa gloriosamente luchando en nosotros “¿Por qué tienen los hombres tanto miedo a morir,
y a favor nuestro. incluso aunque sean muy santos? Yo misma, aunque
Añade el Señor como había dicho a sus discípulos: miserable, me espanto cuando pienso que he de morir”.

Dios Padre ha concedido poder a mi Humanidad El Señor:


para hacer en el cielo y en la tierra todo lo que quie­ “Que los hombres teman, se debe a la carne; el
ra191: perdonar los pecados a los hombres, hacer frente alma ama su cuerpo y le repugna tener que someterse a
a los que les ponen insidias, inclinar mi divinidad hacia la amargura de la muerte.
ellos según todas sus indigencias.
¿Qué temes tú, que vas a recibir mi Corazón como
El alma se arroja a los pies del Señor en adoración prenda192 de eterna alianza, morada de refrigerio y
y acción de gracias. mansión eterna?”
190 Sorprende que ya en esc tiempo, antes de 1300, trate nuestra
mística de consolación interior, conocimiento de espíritus e
inflamación en el amor divino. Anuncia ya temas propios de
la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis. ¿No puede con­
siderarse también como puente entre los Padres del Monacato
192 Cf. parte II, 21 y parte V, 25; Santa Gertrudis, Heraldo... lib.
y la espiritualidad de los siglos XV, XVI e incluso posterior?
191 Cf. Mt28, 18. V,4.
144 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 145

a) Sigue reflexionando sobre la Ascensión del Le responde el Señor:


Señor “Estas palabras me hacen presente como si fueran
Cuando el día de la Ascensión se cantaba el una persona, los trabajos de la redención humana.
Responsorio: Toda la hermosura del Señor'92, dijo al La palabra encarnación me recuerda la caridad que
Señor encendida en amor: “¡Ay, Señor mío, nos ha sido me hizo ser, como está escrito: Hermano de leones y
arrebatada toda tu belleza y hermosura!” compañero de avestruces'96. Los leones significan los
Le responde tiernamente: corazones soberbios; las avestruces los corazones
De ninguna manera. Estoy contigo y permaneceré endurecidos de los judíos, con los que conviví tan fami­
para siempre con toda mi belleza y fortaleza, gloria y liarmente en fraterna caridad.
honor”. Las palabras pasión gloriosa, me recuerdan la
Al cantarse en la procesión: Y los bendijo'94, con­ fidelidad que mostré a mis enemigos, por los que oré
templa en el aire, sobre el convento, una mano de admi­ con insistencia al Padre celestial, cuando me aplicaban
rable hermosura que bendecía a la comunidad, y escu­ una muerte tan amarga.
chó al Señor que decía: “La bendición que impartí a Y las palabras muerte preciosa, me traen el recuer­
mis discípulos es eterna, nunca se os retirará”. do del gran precio que pagué por el hombre al ofrecer­
me al Padre celestial en el ara de la Cruz como víctima
b) Cómo recordara Dios la obra de la Redención plenamente aceptada, así saldé totalmente su deuda.
humana La palabra resurrección me recuerda el gran amor
En una misa escuchaba [Matilde] la colecta que que otorgué al hombre al resucitar la carne humana del
dice: “Dios omnipotente, te rogamos mires nuestra sepulcro; más aún, la gran dignidad que concedí a
debilidad..y'95. Le daba vueltas para saber que fruto todos los hombres al unirlos a mí, como miembros a su
producían las palabras “encarnación... cabeza, en alianza eterna.
La palabra ascensión me hace presente que he sido
193 Resp. II de Vigilias en el Breviario Cisterciense.
194 constituido abogado de todos los hombres y su media­
Le 24, 50.
195 Infirmitatem nostram réspice, omnipotens Deus, etc. Esta ora­ dor ante el Padre. El abogado fiel reúne con diligencia
ción se encontraba en la misa de los santos Fabián y la renta de su amo, si observa que falta algo, pone de lo
Sebastián, mártires, el 20 de enero, y en el Común de Mártires
suyo.
Pontífices, antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano
II. La oración que da origen a los comentarios que hace
Matilde, recibidos por divina iluminación, era más larga. Se
196 Jb 30, 29.
encuentra en Sacramentarios alemanes.
146 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 147

De igual modo presento al Padre centuplicado todo “Ocupaban un lugar muy especial en mi Corazón,
el bien que hacen los hombres, si falta algo suplo con como quien tiene un tesoro muy apreciado y lo guarda
lo mío, para presentar su alma ante mi Padre en pre­ en un lugar sumamente secreto”.
sencia de todos los santos, colmada de inestimables Añade ella:
riquezas”. “¿No me dijiste alguna vez que mis lágrimas de
amor las absorbiste en tu Corazón como llamarada de
fuego?”
Capítulo XXI
“Efectivamente, responde el Señor, son absorbidas
Llanto y lágrimas del amor del Señor
en el fervor de mi Corazón como agua derramada en el
fuego, pero no se consumen; las guardo con máxima
Al escuchar en la lectura del Evangelio que el
solicitud en lo más profundo de mi Corazón”.
Señor había llorado197, se conmovió.
Contempló también cómo el Señor le abría la heri­
El Señor le dijo:
da de su dulcísimo Corazón mientras le decía:
“Cuando vivía en la tierra pensaba en la inefable “Contempla la grandeza de mi ternura. Si deseas cono­
unión que tengo con el Padre al ser uno con él, mi cerla, sólo en las palabras del Evangelio la encontrarás
humanidad no podía contener las lágrimas. con toda trasparencia. Nunca se han escuchado pala­
bras tan sublimes y de tanta ternura como estas: Como
De igual modo, cuantas veces recordaba el incon­
me amó el Padre, así os he amado yo a vosotros'99, y
mensurable amor por el que salí del Padre'™ y me uní
otras parecidas que dirigí tanto a mi Padre como a los
a la naturaleza humana, mi humanidad no podía conte­
discípulos para colmarlos de beneficios”.
ner el llanto”.
Dice ella al Señor:
“¿Dónde contenías las lágrimas derramadas por
amor?”
Le responde:

199 Jn 15, 9. La “lectio divina” es el camino para conocer y amar


197 Cf. Jn 11, 35; Le 19,41. el Corazón de Dios, pues desconocer la Escritura es descono­
198 Jn 16, 28. cer a Cristo.
148 Libro de la Gracia Especial Primera Parte
149

Capítulo XXII Que el Espíritu Santo le fortalezca con su amor


contra los peligros, le haga fuerte para todo bien, apar­
¡ripie acción del Espíritu Santo en ¡os apósto­
te de él todo respeto humano, a fin de aceptar con gozo
les y en el alma que lo desea
las contrariedades por amor a Dios.
Esta humilde siervecilla de Dios deseaba presen­ Que por el Espíritu Santo se le perdonen todos los
tarse como receptáculo del Espíritu Santo en la santa
pecados.
Vigilia de la atrayente fiesta de Pentecostés.
Que fundido totalmente en el fuego del amor divi­
Le dice el Señor: no se funda en Dios, y fielmente unido a él, merezca ser
El Espíritu Santo realizó tres cosas en los transformado.
Apóstoles:
Con su venida los transformó tan plenamente, los
inflamó tanto en el amor divino que, los que antes eran a) Sobre lo mismo
tímidos, débiles, egoístas, se tornaron tan valientes que El Espíritu Santo dio a beber a los Apóstoles tres
ya no temían morir. Más aún, estimaban gozo y gloria copas con las que les embriagó de tal manera, que con
sufrir ultrajes por amor de Dios. razón creía el pueblo que estaban ebrios.
Como el fuego purifica el hierro y lo hace seme­ Los llenó con tal plenitud del vino del amor que se
jante a sí, el Espíritu Santo santificó por sí mismo y de olvidaban de sí mismos como si estuvieran ebrios; ya
manera perfecta a los Apóstoles, y los purificó de todo no deseaban honor alguno o comodidades materiales,
pecado. sólo buscaban la gloria de Dios.
Como el oro hecho líquido por el fuego, toma la
Los embriagó con tal abundancia de divina conso­
forma del recipiente en que se vierte, el Espíritu Santo
lación y dulzura, que ya no podía darles gusto alegría o
hizo fluir hacia Dios a los Apóstoles derretidos por el
fuego de su amor, y los conformó a su divina imagen. consuelo terreno.
Parecía haberse realizado en ellos lo del salmista: Yo Los sació en el amor de las cosas celestiales como
dije, sois dioses ”200. bebida de tan sabroso néctar que, encendidos en inefa­
Quien desee la venida del Espíritu Santo, pida se ble deseo de Dios, anhelaban partir para estar con él,
realícen en él estas tres cosas: aunque hubieran de pasar mil muertes.
Que el alma fiel pida de la misma manera al
200 Sal 81, 6.
Espíritu Santo le dé a beber ese vino del amor divino,
151
Libro de la Gracia Especial Primera Parte
150
Al instante se contempla a sí misma caminando
para que aprenda a olvidarse de sí misma, y no busque
dentro del Corazón del Señor como viña hermosísima,
otro honor o comodidad que la gloria de Dios. a la que protegían como muro una multitud de ángeles.
Ruegue también que el Espíritu Santo la llene de Al oriente había un vino exquisito y muy dulce,
su ternura íntima, para que nunca se complazca ya en significa el fruto de las buenas obras que el hombre
alegrías o placeres terrenos. ofrece a Dios durante la niñez.
Pida ser tan inflamada en el amor de los espíritus Al norte un vino tinto de mucho cuerpo. Significa
celestiales que, deseando con todo el corazón unirse a los esfuerzos con que el hombre resiste a los vicios y
Dios, tenga por nada la muerte y todos los sufrimientos. tentaciones en la adolescencia, contra todo el poder del
enemigo.
Al mediodía, un vino chispeante, muy bueno.
b) La viña del Señor es el alma el justo Significa las virtudes que el hombre practica en la
El mismo día vio durante la celebración del Oficio juventud por amor a Dios.
al Rey de la gloria, nuestro Señor Jesucristo, que esta­ Al occidente un vino de gran calidad y almibarado.
ba en la iglesia con gran multitud de ángeles y santos. Revela los distintos deseos del hombre que aspira con
En su Corazón brillaban tantos rayos cuantos santos todas sus fuerzas por llegar a Dios y a las cosas del cie­
había allí, la punta de los rayos se dirigía a cada uno de lo, los múltiples trabajos y sufrimientos que frecuente­
ellos. mente afligen al hombre en la ancianidad.
Mientras se cantaba: Mi amado adquirió una Comprendió por inspiración que esa viña es el
viña...201, esta virgen de Cristo se dirige al Señor en un hombre de Dios bueno. El Señor encuentra en él gran
arrebato de amor: alegría, porque toda su vida desde la infancia hasta la
muerte vive virtuosamente para el Señor.
“¡Ojalá pudiera ofrecerte siempre mi corazón
En medio de la viña había una fuente. El Señor se
como viña escogida conforme a tu Corazón!”
sentaba en su trono junto a ella, de su Corazón brotaba
El Señor le dice: con ímpetu un chorro que llegaba hasta la fuente. Con
‘Puedo realizar todo lo que deseas”. él asperjaba a todos los que alcanzaban la regeneración
espiritual.
201
Is 5, 1. Se cantaba en la Vigilia de Pentecostés en el rae o En círculo sobre la fuente sobresalían siete escudos
que seguía a la tercera profecía, antes de la renovación c a protectores artísticamente tallados. Significaban los
liturgia del Concilio Vaticano 11.
152 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 153

siete dones del Espíritu Santo. Tenían forma de escudo En el primer beso experimenta haber sido purifica­
porque nadie puede poseer sin esfuerzo los dones del da de todas las manchas.
Espíritu Santo. En el segundo se le concede la verdadera paz de
Dios.
c) Cinco besos En el tercero se le concede una especial ternura
corno amiga carísima.
Durante el canto: Rey de los santos ángeles107-, le
pareció ver al Señor que descendía procesionalmente En el cuarto es arrebatada a lo íntimo del Corazón
con gloria a la fuente bautismal. Juan Evangelista esta­ de Dios, donde contempla y reconoce a todos los elegi­
ba a su izquierda y Bartolomé a su derecha. Esta gloria dos y la creación entera.
les envolvió por la especial pureza de corazón y de El Señor le dice:
cuerpo que habían recibido. Pedro y Santiago el menor
“¿Qué más puedes querer o desear? Todo el bien203
iban delante del Señor hacia la fuente por la singular
que el cielo y el cielo de los cielos disfrutan es tuyo.
dignidad del Episcopado que poseyeron, con preferen­
cia a los demás Apóstoles. Comunícalo a tu gusto a todos los santos”.

Contempló a la gloriosa Virgen María a la derecha Arrobada en un gozo inefable por el Señor, lo
de su Hijo con túnica de oro recamada con esferillas entrega primero a la Virgen bienaventurada, después a
que constantemente se rozaban. Significaban el deseo todos los santos.
incesante que sintió por la salvación de la Iglesia En el quinto beso le parecía estar con el Señor en
naciente. un banquete espléndido y banquetear con él.
Del corazón de Dios brotaba una fuente viva y Le dice el Señor: “Debes besar todos los días mi
cristalina. Corazón de estas cinco maneras. Para que comprendas
El alma se acercó a la Madre de Dios y rogaba le lo que te digo, mira lo que hace una madre con su hija
alcanzase ser lavada en esa fuente de todos los pecados. a la que ama tiernamente:
Ella, misericordiosa, toma en sus brazos al alma, la
acerca y da cinco besos al Corazón de Dios. 203 Ex 33,19. Omne bonum: El Bien absoluto, en que se cifran
todos los bienes. Expresión típica y exacta que explica admi­
rablemente la visión de santa Matilde. Acertó la santa a encon­
202
Letanía que se cantaba en la bendición de la pila bautismal el trarla en las divinas Escrituras. (Nota de la traducción del P.
sábado de la Vigilia de Pentecostés. Timoteo Ortega, en la edición de buenos Aires, 1942, p. 86).
154 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 155

Primero contempla su rostro. Si advierte la más Espíritu del Señor llena toda la tierra205, tú no queda­
mínima mancha enseguida la limpia. rás excluida”.
Luego adorna su cabeza con una corona. Comenzó a pensar: Estas palabras no son de Dios,
sino de tu alma que busca consuelo.
Después la besa con inmensa ternura.
Le dice el Señor:
Enseguida le introduce en su alcoba y le muestra la
abundancia de sus riquezas. “Son mías. Tu alma es mía y la mía tuya. Como se
lee de Jonatán y David: sus almas estaban fundidas200,
Finalmente, le prepara la mejor comida que sabe
así tu alma se une mucho más a la mía por la fuerza del
hacer.
amor, como te lo demostraré hoy mismo”.
Así trato yo al alma que se acerca a mí por la peni­
Dicho esto se dan al alma dos alas blancas. Con
tencia: la acojo con mi gracia y la lavo de todas sus
ellas se eleva a lo alto, llega a un lugar maravilloso y
impurezas; la pongo una corona y la adorno con varie­
allí descansa. Se acerca a ella el Ángel del Señor, la
dad de virtudes; me complazco en ella y la beso con
saluda reverente y le dice: “Noble virgen, prepárate, va
amor incontenible de especial ternura; admitida a mi
a venir tu Esposo”.
íntima familiaridad, le muestro en gozosa experiencia,
las riquezas de mis delicias; finalmente, la alimento Responde ella:
con el majar más precioso, el Sacramento de mi Cuerpo “No sé cómo prepararme. Si mi Amado ha de
y Sangre”. encontrarme dignamente preparada, deberá preparar él
mismo mi alma para sí”.

Capítnlo XXIII Acude el mismo Rey de la gloria engalanado con


belleza y esplendor de Esposo y la reviste de blanca
Más sobre el amor.
vestidura mientras le dice: “Recibe la túnica de mi ino­
El hombre debe ofrecer su corazón a Dios
cencia, te la entrego como mérito eterno”.
Mientras el día santo de Pentecostés entonaba en la La adorna con manto de rosa y le dice: “Te prepa­
misa: El Espíritu del Señor204, oyó una voz que le ro esta túnica con mis distintos sufrimientos y tus dolo­
decía: “Escucha, alma mía, y salta de gozo, porque si el res”.

Canto de entrada de la fiesta. Recuérdese que Matilde era la 205 Sb 1,7.


Cantora del monasterio. 206 ISm 18, 1.
156 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 157

El Amor estaba también en presencia del Señor Los laicos te dan sus bienes; los religiosos se te
como preciosa doncella. Le mira tiernamente y le dice: entregan ellos mismos y su fervor”.
Tú eres lo que yo soy. El alma advierte que le falta el Le responde el Señor:
manto. El Amor tiende el suyo y envuelve en él a Dios
“Me entregarás tu corazón de cinco maneras, así
y al ama. Ésta se siente como cubierta por el mismo
me habrás hecho donación del don más apetecible.
Amor.
En primer lugar, me lo ofrecerás como arras espon­
El manto tenía por dentro distintos colores. Era de
sales, con toda la fidelidad de tu corazón. Pedirás que
tal amplitud que podía cobijar a todos los hombres.
por el amor de mi Corazón se purifique en ti todo lo
“Cuantos hilos, dice el Señor, forman este mi man­ que se vició con tus infidelidades.
to, otros tantos consuelos concedo a los que vienen a
mi M Segundo, me entregarás el corazón con el mayor
gozo posible, como collar de perlas preciosas. Y estarí­
El alma se derretía tanto en el amor de su Amado, as dispuesta a renunciar a él por mí, si ello te propor­
que creía formar un solo espíritu con éP01. cionase el mayor placer.
Le dice el Señor: Tercero, me lo ofrecerás como una corona, con todo
“Manda ahora lo que quieras”. el honor que podría proporcionarte en este mundo y en
Ella: el otro, para que sea yo tu única gloria y tu corona.
Cuarto, sírvemelo como copa de oro, donde beba
“Señor mío, no me convienen las palabras de man­
las delicias de mi propio amor.
do, pero si tuviera algún poder desearía incitar a todas
las criaturas a que te alabaran con todas sus fuerzas, Quinto, me lo presentarás como plato de manjar
con toda su sabiduría, con toda su belleza”. exquisito, en el que me coma a mí mismo”.

Mientras cantaba en el ofertorio: Los reyes te ofre­ Cuando en Tercia se entonaba el Ven, Espíritu
cerán regalos™, dijo al Señor: Creador™, contempló al Espíritu Santo que volaba en
el coro en forma de águila. De su corazón salían tantos
“¿Qué puedo ofrecerte, mi muy Amado, pues no
rayos cuantas hermanas estaban presentes. Mil ángeles
tengo nada digno de ti?
servían a cada una el rayo correspondiente. Una palo-

208 209 El día e Pentecostés se cantaba en el oficio monástico de


Sal 71’ 10; Ofertorio de la misa de Epifanía antes de la refor­
ma litúrgica del Concilio Vaticano II. Tercia el himno Veni Creator Spirítus.
158 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 159

ma blanca como la nieve, rozaba con su rostro el cora­ cia. En esta unión escucha que se le dice entre otras
zón de cada hermana al acercarse la comunidad a cosas: “Mira, eres todopoderosa, participas de mi
comulgar, y encendía en él llamaradas de fuego. En omnipotencia. Si quieres todo lo que yo quiero, estarás
algunas el fuego se apagaba, en otras permanecía y se siempre unida a todo mi poder. Te he atraído también
convertía en un gran incendio. con mi inescrutable sabiduría. Si aceptas agradecida
todas mis obras y mis juicios, permanecerás siempre
[2I° Ese mismo día, pero en otra ocasión, se le apa­
unida a mi sabiduría. Mi amor te ha penetrado y llega­
reció nuestro Señor Jesucristo revestido con manto de do a tu fondo de tal manera, que tendrás la impresión
oro, que es el amor mismo. Se acercaba tiernamente a de amarme, no con tu amor sino con el mío, y estarás
cada una en el coro. Desde su Corazón destilaba miel, adherida a mí con esta unión para siempre”.
y derramaba en cada hermana el Espíritu Santo, seme­
Al ir a comulgar estaba tan llena del gozo del
jante a un viento suavísimo e imperceptible].
Espíritu que se quedaba profundamente admirada.
Le dice el Señor:
Capítulo XXIV
“Comunica tu gozo a todos los santos”.
Dios fuente viva y gozo del alma
Se acerca en primer lugar a la Bienaventurada
Mientras oraba en la fiesta de la siempre adorable Virgen María, le comunica su gozo y le dice: “¡Oh
Trinidad, le viene el deseo de que todos los santos y Virgen graciosa!, te comunico este desbordante gozo
de mi corazón para aumento de tu gloria”.
todas las criaturas bendigan y alaben a la Trinidad, dig­
na de toda reverencia y alabanza, por los bienes que ha La Virgen le responde:
derramado sobre ellos. Súbitamente es arrebatado su “Yo te concedo la plenitud de mi alegría, que des­
espíritu y llevado ante el trono de la gloria. Contempla borda el conjunto de las delicias disfrutadas por todas
a la misma beatísima Trinidad como una fuente viva, las criaturas de la tierra o del cielo”.
que existe por sí misma sin principio, contiene todo en Comunica su gozo a los Apóstoles. Ellos le dicen:
sí misma, mana con admirable suavidad, es inagotable, “Nosotros te damos también todas las alegrías que tuvi­
riega y produce frutos en todo, de modo permanente. mos con nuestro encantador Señor y Maestro. Sobre
Derretida de amor, el alma se vacía en la Divinidad todo cuando nos llamó a pasar de la muerte a la vida
y la Divinidad refluía hacia el alma con inefable dcli- perpetua”.
Hace lo mismo con los Mártires, y le dicen:
210
Este párrafo falta en algunos códices. “Nosotros te entregamos toda la alegría que experi-
160 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 161

mentamos por su amor en el fuego, la espada y mil trono de Dios cantando: Es más hermosa epte el sol y
muertes”. más esbelta que los cedros.
Se acerca a los Confesores y le dicen:
“Compartimos contigo todo el gozo que experimenta­ Capítulo XXV
mos en los trabajos y en el rigor de la Orden, por amor
Heridas de santa María Magdalena
a Cristo”.
Mientras comunica su gozo a las Vírgenes éstas le En la fiesta de santa María Magdalena le pareció
dicen: “También nosotras te hacemos donación de todo ver al Señor que pasaba por el coro con María
el placer que poseemos, como especial prerrogativa de Magdalena tiernamente estrechada entre sus brazos. Al
Dios nuestro Esposo”. contemplarla le llamó la atención aquel texto: La pure­
za une con Dios213.
Pensaba que las Vírgenes disfrutaban de Dios con
una fruición especialísima sobre los demás santos, que Le dice el Señor:
fluía hacia ellas con un sabor de singular dulzura. “Ahora está unida a mí en el cielo con aquella gran­
Comprendió era verdad lo que había leído: deza de amor que la arrebataba hacia mí en la tierra”.

Canta al maná virginal, Ella:


maná nuevo y real, “Enséñame, Dios amantísimo, cómo alabarte en
ningún hombre puede gustar, esta tu amante”.
sólo el paladar virginal211. El Señor:
[Matilde] contempló entre los coros de las “A través de las cinco llagas que el amor le impri­
Vírgenes a su hermana, de feliz recuerdo, la amada mió en mi pasión, cuando colgado de la cruz, próximo
Abadesa212, ataviada y adornada con variedad de virtu­ a expirar, contemplaba mis ojos que se cerraban por la
des como una reina, y a la hermana Lutgarda, que muerte, ojos con los que muchas veces la había mirado
murió joven, virgen muy querida de Dios y de los hom­ misericordiosamente, su corazón quedó traspasado
bres durante su vida, vestida de nivea túnica bordada en como por una saeta.
oro. Esta hermana la toma de la mano y la lleva ante el
Cuando veía cómo mis oídos, tantas veces inclina­
dos para escuchar sus súplicas, se aproximaban a la
211 Lauda manna virginale / marina novum et reale, / quod mtlli
sapit hominum, / nisi patato Virginum.
213
212 Gertrudis de Hackebom. Sb 6, 20.
162 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 163

muerte; al escuchar y contemplar la desdicha de mi impetuoso, que todo lo que en adelante hiciera o pen­
Madre, a la que tanto amaba por mí, su corazón fue sara quedaba transformado en fuego. De este modo
herido por el afecto de una gran compasión. cayó en la cuenta de que quien es inflamado en el amor
Cuando veía palidecer mi boca por la muerte, de la divino, todo lo que hace, piensa, habla o padece, se
que había recibido palabras tan dulces, tan consoladoras, convierte en leño arrojado al fuego, y transformado en
tan instructivas, especialmente aquellas: Tu fe te ha sal­ fuego de amor.
vado, vete en paz2}4, que en adelante ya no la podría Si recibe algo capaz de arder, como son pecados
hablar, fue nuevamente traspasada como por una espada. veniales, todo es consumido por el fuego y reducido a la
Cuando veía mi Corazón traspasado por la lanza. nada. El alma es toda fuego. Al salir del cuerpo no pue­
Corazón del que había recibido el afecto de un amor tan den en absoluto acercarse a ella los espíritus malignos.
tierno que, cada vez que me contemplaba, su corazón se Los que no están incendiados por el fuego del
enardecía de nuevo por mí, y le abría una nueva herida. amor divino, hagan lo que hagan no arden, las obras
Finalmente, al verme muerto a mí, su vida, su gozo malas que hacen los oprimen como pesadas cargas a la
y todo su bien, y puesto en el sepulcro, su alma, que hora de la muerte.
parecía iba a morir por la violencia del afecto del amor, A [Matilde] le pareció ver también cómo salían de
callaba, herida por un dolor incontenible, imposible de los pies del Señor dos árboles frondosos y cuajados de
describir. frutos exquisitos que significan los frutos de la peni­
tencia. María Magdalena los tomaba y los ofrecía gozo­
La bienaventurada María Magdalena puede sa a todos los que venían a ella. Era señal de que había
pedir la penitencia a cuantos la invocan conseguido a los pies del Señor la prerrogativa de
En la misma fiesta contempló a María Magdalena poder alcanzar una verdadera conversión a todos los
de pie ante el Señor. Su Corazón ardiente irradiaba la que la invocan.
claridad del sol. Todos sus miembros se transformaban Dice María Magdalena: “Todo el que da gracias a
en esa luz. Comprendió, por iluminación divina, que Dios por las lágrimas que derramé a los pies del Señor,
ese fuego se encendió por primera vez en su corazón por haber lavado sus santísimos pies con mis manos y
cuando escuchó la palabra de Cristo: Se te han perdo­ enjugado con mis cabellos, por el amor que infundió en
nado tus pecados, vete en paz2}5. Se hizo en ella tan mi alma e inflamó mi corazón, hasta no poder amar
nada más que a él, y ruega se le permita alcanzar lágri­
214 Le 7, 50. mas de verdadera penitencia, el Señor le concederá con
215 Le 7.48.50. toda certeza lo que pide en atención a mis méritos, le
164 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 165

perdonará sus pecados antes de la muerte, y hará que el espíritu de las tinieblas, para que su presencia no
salga de este mundo con amor divino”. ofusque esa luz celestial!
Los Tronos custodiaban en mí el inconmovible
Capítulo XXVI reposo que me permitía la fruición de Dios.
Gloriosa Asunción de la bienaventurada Las Dominaciones me servían firmes, con la reve­
Virgen María rencia que los príncipes veneran a la reina y madre de
su rey.
Mientras la sierva de Dios oraba en la Vigilia de la
gloriosa Asunción de la dulcísima Virgen María, le Los Principados cuidaban con su presencia que
parecía encontrarse en la alcoba donde la Virgen yacía nadie de los que venían a mí se atreviera a decir o hacer
en el lecho, cubierta de blanquísimos lienzos. algo que pudiera turbar la paz de mi espíritu.
Le dice [Matilde]: “Madre virginal, ¿cómo pudo Las Potestades reprimían el tropel de demonios
entrar en ti la enfermedad, cuando creemos que eras para que ni se atrevieran a acercarse donde yo estaba.
ajena a toda angustia de muerte?”
Las Virtudes me rodeaban ataviadas con túnicas
Le responde la Virgen: bellamente decoradas, para exaltación de mi honor.
“Mientras estaba en oración y recordaba todos los Los Ángeles y Arcángeles mostraban con su deli­
beneficios que Dios me hizo, se encendía en mí un vivo cado obsequio, que todos los que se acercan a mí deben
deseo de alabarle y darle gracias. A él se añadía un nue­
servirme con reverencia y devoción”.
vo ardor de amor divino que suscitaba en mí el deseo
incontenible de verle y estar con él. Ese seráfico ardor Matilde contempló en espíritu cómo los ángeles
creció tanto que desfallecieron mis fuerzas y caí en formaban un cerco alrededor de la Virgen y los espíri­
cama. Todos los órdenes angélicos se pusieron a mi tus seráficos caminaban en torno, bajo el hálito de la
servicio. Virgen bienaventurada.
Los Serafines me ofrecían más amor y encendían Al contemplar a san Juan Bautista ante la Virgen
aún más en mí el fuego divino. Santa María, [Matilde] le dice: “Por la ofrenda que
Los Querubines me suministraban la luz del cono­ hiciste a Dios de verte privado de la presencia de la
cimiento, así veía en espíritu todas las obras grandes Virgen por amor a él, concédeme renunciar a lo que
que el Señor, mi Hijo y Esposo, iba a realizar en mí. más quiero por amor a Cristo, así lo amaré a él solo con
Entonces grité en la oración: ¡Que no se acerque a mí todo mi corazón”.
166 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 167

Le responde Juan: “Recibí tanta consolación por Los espíritus seráficos que ya desde su creación
las palabras de la Madre de mi Señor, que siempre que habían sido encendidos en el horno de la divinidad,
la escuchaba experimentaba especial gozo espiritual”. fueron inflamados aún más en caridad por el ardor de
la caridad de la bienaventurada Virgen.
a) Cómo fue llevada al cielo la Virgen bienaven­ Los querubines, llenos de la ciencia de Dios, fue­
turada ron de algún modo iluminados con una nueva luz divi­
na. Todos los Órdenes angélicos y todos los santos reci­
Mientras se encontraba en el coro la noche santa de
bieron de la gloria de tan gran Reina más caridad, nue­
la Asunción, le parecía estar de nuevo junto a la bien­
va alegría, aumento de sus méritos. Finalmente, toda la
aventurada Virgen María que yacía en el lecho. Se le
Santísima Trinidad la penetró, inundándola con la ple­
muestra la sublimidad de la majestad infinita que se
nitud de su divinidad para que, llena de Dios, el mismo
abaja a lo más hondo del abismo: el corazón humildísi­
Dios realizara en ella y por ella lo que parecía ser obra
mo de la Virgen. Lo llenó tan plenamente con el torren­
de María: ver con sus mismos ojos, oír con sus oídos,
te de sus divinas delicias que, absorta su alma dichosí­
rendir con sus labios las más dulces y perfectas alaban­
sima, se transfundió en Dios.
zas. Se regocijaba y gozaba en el corazón de la Virgen
Así salió del cuerpo el alma santísima de María, como en el suyo propio.
inundada de gozo indescriptible, libre de todo dolor,
trasportada en feliz vuelo en los brazos de su Hijo, La Reina de la gloria estaba a la derecha de su Hijo
inclinada con inefable amor y ternura sobre su Corazón vestida de espejos resplandecientes en los que brillaban
y llevada hasta el trono de la Trinidad excelsa en medio de modo admirable los méritos de todos los santos, que
de festiva danza de los santos. acudían gozosos ante su trono. Cada uno contemplaba
sus propios méritos, prorrumpía en nuevas alabanzas y
Ninguna criatura será capaz de describir cómo
cantaba armoniosamente ante Dios.
recibió Dios Padre su alma dentro de su Corazón pater­
nal en el tiemísimo afecto de toda su paternidad. Al contemplar los patriarcas y profetas sus deseos,
Impenetrable sabiduría de Dios que le mostró con gran la familiaridad que tuvieron con Dios mientras vivían
honor una veneración maternal. Supera todo pensa­ en este mundo, advirtieron que la Santísima Virgen les
miento cómo la colocó a su derecha en el altísimo tro­ superó en todo. Había sido más virtuosa que ellos,
no de su gloria. deseaba la unión con Dios con más intensidad, y llegó
a mayor intimidad con él.
El Espíritu Santo la llenó tan efusivamente con su
amor, bondad, suavidad y todos los dones, que los Cada categoría de santos se acercaba y contem­
moradores del cielo quedaron colmados de su plenitud. plaba sus propios méritos en los de la Virgen Santa y
168 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 169

veían con admiración que superaba ampliamente a Responde la Virgen:


todos ellos.
“Reclínate sobre el Corazón de mi dulcísimo Hijo
Se unió a Cristo fidelísimamente más que los após­ que contiene en sí a toda criatura incontaminada. A tra­
toles y guardó diligentísima sus palabras. Fue más vés de él me saludarás de la manera más digna”.
paciente y perseverante que los mártires. Recibió más A continuación pide a la Virgen que salga al
luz que los confesores e iluminó a los demás con la encuentro de una persona a la hora de su muerte.
palabra y el ejemplo. Castísima y santísima entre la vír­
genes, fue la primera en guardar la virginidad y vivir la Le responde amablemente la Virgen: “Esa persona
perfecta vida religiosa. me rogará con el mismo fervor que mi alma voló a Dios
a modo de llamarada de fuego y se adhirió a su divino
Mansísima entre los mansos, misericordiosísima Corazón como pequeña pluma arrebatada por una fuer­
entre los misericordiosos, humildísima entre los humil­ za irresistible. Que esa alma sea inflamada con un
des, perfectísima entre los perfectos. Su razón superó
deseo tan grande que, libre de todo impedimento a la
en elevación a todos los santos. hora de la muerte, pueda volar felizmente como pluma
La Santísima Virgen exclama: “El que desee ele­ ligera hacia Dios. Quiero asistirla con mi protección en
varse en honor sobre los demás, póngase debajo de el momento final a ella y a cuantas me sirven en este
todos. Quien aspire a enriquecerse sobre los demás, monasterio”.
despójese totalmente de su propia voluntad. Quien ape­ En otra ocasión oraba por otra persona devota de
tece la dignidad del honor supremo, cuide ejercitarse en Nuestra Señora que solía recordarle con frecuencia sus
todas las virtudes”. Gozos. Matilde la contempla ante la Santísima Virgen,
Mientras se cantaba el responsorio: Salve Maria2U>, le ofrecía un collar con cinco puntas a modo de cuernos
dijo Matilde a la bienaventurada Virgen: “¡Ojalá tuvie­ y le decía: “Cuando recuerdes mis Gozos añade estas
ra ahora poder sobre los corazones de todos los seres, cinco alabanzas:
te saludaría, dulcísima Virgen, con el amor y el poder Primera, me saludarás por aquel gozo inefable que
de todos ellos!” experimenté al contemplar por primera vez la inaccesi­
ble luz de la Santísima Trinidad. En ella admiré como
216 RÁ VIII. Salve María, perla de pureza, por ti iluminó al mun­ en espejo brillante, el amor eterno con el que me amó
do el Sol de Justicia. Salve, Madre amantlsima de los cristia­ y me distinguió con preferencia a todas las criaturas;
nos. *Ruega por tus hijos ante tu Hijo, el Rey de los ángeles. aquel gran amor que me escogió entre todas para que
Oh Virgen, consuelo de los afligidos, Madre amable y
esperanza de los huérfanos. *Ruega. fuera su Madre y Esposa; aquella complacencia que él
170 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 171

tuvo en mí por la que acogió con sumo agrado todo el ardor se recalentó en cierta manera la multitud de los
servicio que le ofrecí durante mi vida terrestre. santos en el fervor del amor.
Segunda, me ensalzarás por la plenitud del gozo Quinta, prorrumpirás en alabanzas por el entusias­
que experimentaron mis oídos al recibir el dulcísimo mo que sentí cuando el esplendor de la Divinidad inun­
saludo de mi Hijo amantísimo, Padre y Esposo mío, que dó todos mis miembros con una luz resplandeciente,
me recibió tiernamente según la magnitud de su omni­ hasta brillar el mismo cielo con nueva luz por mi gloria
potencia, los insondables recursos de su sabiduría y la y acrecentarse el gozo de los santos por mi presencia.
inmensidad de su delicado amor; me entonó un cántico
de amor sublime y suavísimo con la finura de su voz.
b) El que recibe la comunión deberá practicar
Tercera, me alabarás por la plenitud de gozo que cinco ejercicios
inundó mi alma el beso de inefable ternura que estam­
Ese mismo día tuvo Matilde como una visión
pó en mí la Divinidad, comunicándome con efusión la
durante la comunión de la comunidad. Le parecía con­
complacencia de su divina dulzura; al desbordarme, los
templar al Señor que se sentaba en una gran mesa, jun­
cielos se inundaron de miel. Más aún, no habrá nadie
to a él la Virgen Madre. Todas las hermanas que habían
en la tierra tan ruin y miserable sobre el que no pueda
comulgado en la Misa primera se sentaban en tomo a
derramar esta mi plenitud si él lo desea”.
esa mesa, a las que se acercaban en esos momentos, los
Pregunta Matilde a la Santísima Virgen: ángeles las llevaban con respeto hacia la mesa. El Señor
“Señora mía: ¿Qué es la boca del alma?” daba a cada una un panecillo217 dividido en cinco tro­
zos. En esto comprendió Matilde que quien recibe la
Le responde la Señora:
comunión debe ejercitarse ese día de modo especial en
“Cierto deseo ardiente que Dios infunde de mane­ cinco ejercicios para preparar un banquete al Señor.
ra permanente en el alma y la llena de Sí mismo en la
En primer lugar alabará al Señor cuanto le sea
medida que ésta lo desea.
posible, uniendo su alabanza a la de Cristo que lo hacía
Cuarta, Me rendirás alabanzas por la alegría que
experimenté cuando mi alma quedó totalmente infla­
217 Buccellam pañis, dice el texto latino. Era un panecillo en for­
mada en el fuego del amor divino y mi corazón se ma de corazón que los emperadores romanos repartían algu­
derretía por la dulzura de su Corazón, pues derramó nas veces al pueblo. Esta expresión se encuentra también en
sobre mí la plenitud de su divino amor, como criatura Matilde de Magdeburgo, La luz divina que ilumina los
corazones. Lib IV, cap. III, a). Biblioteca Cisterciense, n.
alguna pudo jamás recibir o gozar. Con ese mi nuevo 17 p. 189, nota 6.
Primera Parte 173
172 Libro de la Gracia Especial

Capítulo XXVII
todo para gloria del Padre, también él hará todo por
amor y gloria de Dios. Misa y procesión celebradas
Segundo, agradecido rendirá cada día infinitas gra­
por nuestro Señor Jesucristo2™
cias, unido a la complacencia de Cristo por haber asu­ En un tiempo en que los canónigos hacían las
mido gozoso la naturaleza humana y la misma muerte, veces del obispo afligieron gravemente a la comunidad
y por el inefable amor con que agradecía al Padre por lanzando contra ella el entredicho por cuestión de una
el inestimable Don y el precioso Sacramento que nos importante suma de dinero218 219. Esta sierva de Dios esta­
confiaba. ba muy afligida en la fiesta de la Asunción gloriosa de
Tercero, multiplicará los santos deseos para no pre­ la Santísima Virgen por carecer del Cuerpo del Señor
sentarse vacío ante tan gran huésped. que deseaba desde lo más profundo de su corazón.
Entonces le pareció ver al Señor que enjugaba sus
Cuarto, todo lo que en ese día realice lo aplicará
lágrimas y cogía sus manos mientras le decía: “Hoy
para el bien y progreso de todo el mundo.
verás cosas grandes”.
Quinto, igualmente todo lo que haga y sufra ese día
lo ofrecerá en sufragio de las almas de los fieles, para Mientras entonaba el sacerdote el Responsorio: La
que alcancen la salvación. vi hermosa, al comienzo de la procesión según costum­
bre, creía ver cómo toda la comunidad se ordenaba para
Comprendió también, por divina inspiración, cua­
hacer el recorrido. El Señor y su Madre iban delante
tro cosas que agradan mucho a Dios en los religiosos:
llevando un estandarte de color blanco y rojo. El rojo
que tengan pensamientos limpios, susciten santos
estaba engastado en rosas de oro; el blanco, de plata. La
deseos, se comuniquen entre sí con amabilidad y reali­
procesión recorrió el claustro hasta el coro y después la
cen obras de caridad.
iglesia.

218 Este mismo acontecimiento se encuentra en Santa Gertrudis


la Magna, Heraldo del amor divino, lib. IV, cap. 50.
219 De la grave situación que padeció la comunidad por este
entredicho lanzado contra el monasterio por los canónigos de
Halberstadt, en tiempos de sede vacante, se hacen eco los
escritos de las tres místicas de Helfta: Matilde de
Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, Lib.
IV, c. 53; Gertrudis la Magna, Heraldo del amor divino,
lib. III, a. 17, y el presente texto de Matilde de Hackebom.
174 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 175

El Señor se preparó para celebrar la misa con casu­ tras voces, dijo a los santos: Cantad todos, cantad y sal­
lla roja y ornamentos pontificales. San Juan Bautista modiad220. Todos prorrumpen en la aclamación: Santo,
leería la epístola por haber sido el primero en saltar en Santo, Santo. La voz de la Bienaventurada Virgen se ele­
el seno materno por la alegría de la Santísima Virgen. vaba dulcísima entre todos y sobre todos, se la reconocía
San Juan Evangelista leería el evangelio por haber cui­ de manera muy clara entre las voces de los santos.
dado a la gloriosa Virgen. San Juan Bautista y san Al llegar la hora santísima de la elevación de la
Lucas servían al Señor en el altar y san Juan hostia, parecía que el Señor, sacerdote y hostia a la vez,
Evangelista a la Bienaventurada Virgen, que estaba elevaba la hostia encerrada en un copón de oro cubier­
colocada a la derecha del altar con túnica brillante to con un velo, para significar que el Sacramento está
como el sol, y una corona en la cabeza esmaltada artís­ escondido a toda inteligencia humana y angélica.
ticamente con toda clase de piedras preciosas.
Dichas las palabras: La paz del Señor, se coloca
Todos los santos presentes en la Misa solemne una mesa, el Señor se acerca a ella y junto a él se sien­
entonaban el canto de entrada: Alegrémonos todos... La
ta su Madre. Toda la comunidad se acerca a la mesa,
Virgen Bienaventurada avanzó hasta el altar y ofreció a
cada una de rodillas bajo el brazo de la Santísima
su Hijo una faja de oro brillante como el cristal y pro­
Virgen, recibe el Cuerpo del Señor de manos del mis­
fusamente adornada de perlas. Cada una tenía la tras­
mo Cristo. La Bienaventurada Virgen sostenía junto al
parencia de los espejos. En ellas admiraba la Virgen
Señor un cáliz de oro con una cánula también de oro.
santa todas sus virtudes. La faja cubría todo el pecho
Todas las hermanas sorbían con ella el licor dulcísimo
del Señor a modo de escudo y la Santísima Virgen se
que brotaba del pecho del Señor.
contemplaba en ella como en un espejo.
Terminada la Misa, el Señor imparte la bendición
Prosiguió la Misa hasta el último Señor ten piedad.
El Señor entona sonoro el Gloria a Dios en el cielo y con su mano. En cada uno de los dedos llevaba anillos
añade: “Desde el gozo más profundo de mi Corazón os de oro, para significar con ello el desposorio con cada
concedo a todos la gloria”. una de aquellas vírgenes que se habían desposado con
él. Esos anillos llevaban engastadas perlas rojas, para
Durante el ofertorio las hermanas que habían pres­
mostrar que su sangre pertenece de modo especial al
tado servicios especiales a la Santísima Virgen se acer­
ornato de las vírgenes.
caron al altar y recibieron unos anillos de oro, los toma
el Señor y los coloca en sus dedos.
Cuando el Sumo Sacerdote y Pontífice cantaba el
Prefacio, al llegar a las palabras a los que unimos rtues- 220 Cf. Sal 46, 7-8.
176 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 177

Capítulo XXVIII tes22'1, porque se derramó sobre él el Espíritu Santo y le


San Bernardo, abad colmó de elocuencia, como abre las puertas un viento
impetuoso. Lo que se le inspiraba divinamente bajo el
Cuando se cantaba en la fiesta del eximio Doctor influjo del mismo Espíritu, lo derramaba hacia todos
san Bernardo la Misa: En la asamblea le da la pala­ encendido en caridad, e iluminaba a la Iglesia con su
bra... en honor del santo, esta amante de Dios escucha­ doctrina. El Señor le llenó de espíritu de sabiduría e
ba con tierna devoción el canto, y meditaba qué signi­ inteligencia227’. Todo lo que conoció por comunicación
fica: En la asamblea. El Señor, que tiene los ojos fijos del Espíritu Santo, lo que experimentó en fruición tier-
en sus elegidos, ilumina al alma con la luz de su cono­ nísima, en sabor sapiencial, en experiencia íntima e ilu­
cimiento y le dice: “Está en medio de la asamblea la minación de su entendimiento superó a lo que puede
Orden de san Benito221 222 223 para sostener la Iglesia como la expresarse. Aunque fue mucho lo que comunicó, era
columna sobre la que descansa toda la casa, porque más lo que guardaba en su espíritu.
interviene en la Iglesia universal y en las demás órde­
Matilde se dirige al Señor y le dice:
nes religiosas. Asiste a los superiores, al Papa y a los
Prelados, mostrándoles reverencia y obediencia; a los “¡Amor de mi corazón! ¿En qué consiste el manto
religiosos, mediante la instrucción y la educación en el de gloria con el que, según recuerda con frecuencia la
buen comportamiento. Todas las demás órdenes la imi­ Escritura, revistes a los santos? Ya me has revelado el
tan en algo. Atiende a los buenos y a los justos con la nombre de tu gloria224, muéstrame ahora, si te place, en
protección y el consejo, a los pecadores con la compa­ qué consiste esta vestidura de gloria’’225. Se le aparece
sión, la corrección y la atención en la confesión, a las san Bernardo con un manto maravillosamente tejido de
almas del purgatorio con los sufragios de la oración. blanco, verde, rojo y dorado. El resplandor del sol
reverberaba entre los colores con indescriptible brillo.
Finalmente , en la Orden de san Benito encuentran
hospitalidad los peregrinos, sustento los pobres, alivio Le dice el Señor: “Este es el manto de gloria con­
los enfermos, comida y bebida los hambrientos y feccionado con la blancura de mi inocencia y el vigor del
sedientos, consuelo los tristes, liberación las almas de conjunto de todas mis virtudes, decorado con el rojo de
los fieles difuntos”. mi sangre, dorado con mi amor ardentísimo. El brillo
Dios abrió la boca de san Bernardo en medio de la
Iglesia de manera especial con bendiciones incesan­ 222 Sal 20, 4.
223 Si 15, 5.
224 Cf. Cap. 16 de esta 1 parte.
221 225 Si 6, 32.
Ver parte IV c. 8;
178 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 179

solar que reverbera tan radiante es la divinidad que cola­ Como el artista que ha resuelto realizar una obra
bora y perfecciona todas las obras de mi Humanidad. maestra estudia cuidadosamente el proyecto y se la
Visto con este manto a todos mis santos, porque con mi imagina con íntimo deleite, así se recreaba la dignísima
inocencia, el omato de mis virtudes y mi amorosa pasión Trinidad y experimentaba gran alegría al querer hacer
elevé a la máxima perfección su gloria”. en mí una imagen tan maravillosa que manifestara de
modo espléndido toda la maestría de su sabiduría y
A la derecha de san Bernardo se encontraba tam­
bondad. Conocía además, que su obra nunca se degra­
bién el Amor como una virgen herniosísima, le acom­
daría en mí. Se dignó prevenir mi nacimiento y niñez
pañaba a donde quiera que fuera, como expresión de
con tanto gozo y exultación, que todo acto de mi infan­
sus especiales méritos: amor tierno y haber acercado
cia sería para ella un juego jubiloso, como está escrito:
muchos a Dios con sus palabras y escritos. Todo el cie­
En todo tiempo jugaba en su presencia226.
lo parecía estar engalanado con sus palabras como de
brillantes margaritas. Recuérdame el gozo que experimenté al pensar
que Dios me amó por encima de las demás criaturas,
hasta perdonar muchas veces al mundo por mi amor,
Capítulo XXIX incluso antes de que yo naciera. Por el excesivo amor
que me tenía adelantó mi nacimiento y me previno con
Nacimiento de la gloriosa Virgen María
su gracia ya en el seno materno.
Al aproximarse la fiesta en que la Virgen gloriosa Hazme presente la alegría que sentí al verme ele­
entró en el mundo al nacer como aurora brillante, esta vada con gran honor por encima de todos los ángeles y
siervecilla, amante de Cristo, preguntó en la oración a la creación entera.
la Reina de la gloria qué ofrenda le agradaría recibir de Desde el momento de la infusión del alma en el
ella en esta fiesta. Se le aparece la Virgen cariñosa y le cuerpo me llenó del Espíritu Santo227, me libró total­
dice: “Recítame tantas Avemarias como días estuve en mente del pecado original y me escogió como sagrario
el seno de mi madre, a saber, doscientos sesenta y sie­ para sí por una singular santificación, para que naciera
te, y recuérdame la alegría que ahora experimento, por­ en el mundo como rosa sin espinas y como aurora”.
que veo y siento el gozo que la Santísima Trinidad tuvo
al poner en mí sus complacencias desde toda la eterni­ 220 Pr8,30.
dad. Fue tal la alegría que sintió por mi nacimiento, que 227 En este párrafo advertimos que Matilde creía ya en la inma­
con la abundancia de la misma se alegraron el ciclo, la culada concepción de la Virgen, es decir, se vio libre del peca­
do original, dogma que definió el papa Pío IX el 8 de diciem­
tierra y toda la creación, aunque desconocían la causa. bre de 1854.
180 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 181

La Virgen María tenía hermosa cabellera. En una Había en su copa una flor hermosísima que cubría toda
ocasión que [Matilde] la acariciaba con gran delicade­ la tierra y despedía aroma maravilloso.
za, le dijo la Virgen gloriosa: “Acaricia mis cabellos,
La Virgen exclamó: “Mi Dios se alaba en mí y es
cuanto más los acaricies más preciosa aparecerás. Los
su misma alabanza, y se alimenta a sí mismo en mí de
cabellos designan mis innumerables virtudes, cuanto
modo admirable”.
más las tocas con la imitación, tanto más acrecientan en
ti la belleza y la elegancia”. Cuando se cantaba en la Misa la estrofa: Aquí se
ofrece el verdadero maná, de la Secuencia Salve pre­
Le contesta [Matilde]: “¡Oh Reina de las virtudes!
Dime, ¿cual fue la primera virtud que ejercitaste en la clara229, le pareció contemplar a la Santísima Virgen
infancia?” que se ponía en medio de la comunidad con el precio­
so Niño en los brazos, adornados de oro y piedras pre­
Responde la Virgen: “La humildad, la obediencia y ciosas. Significaba que nuestro Señor Jesucristo pade­
el amor. Tuve tal humildad desde niña que nunca me
ció inmensos dolores en los brazos, después de llevar la
antepuse a criatura alguna. Estuve tan sumisa y obe­
Cruz, ser extendido y colgado en ella.
diente a mis padres que nunca les contristé en nada. Al
llenarme el Espíritu Santo desde el seno materno tenía Cuando se entonaba la estrofa: Que la Virgen nos
inclinación a todo lo bueno, amaba todo lo bueno y lo haga dignos de ese Pan del cielo, la virginal Madre
que era virtud lo abrazaba al momento con sumo gozo levanta al Niño lo más alto que puede, el Niño derrama
para llevarlo a la práctica”. un licor balsámico e inunda con él gozosamente a las
hermanas.
Mientras se cantaba esta noche el responsorio: La
raíz de Jesé22* *, contempló a la Santísima Virgen como Al cantarse la estrofa: Haz que saboreemos... la
un árbol hermosísimo cuya altura y extensión cubría fuente de agua viva, le pareció contemplar [a la Virgen]
toda la tierra. El árbol brillaba como espejo radiante, que acogía a cada hermana bajo su manto y la estre­
sus hojas eran de oro y producían un ruido armonioso. chaba al Corazón divino de su Hijo mientras decía:
“Endulzad en esa fuente toda vuestra amargura y ven­
ced todas las tentaciones”.
228 R/. La Raíz de Jesé ha germinado un vastago, y el vastago
una flor;
* Sobre esta flor se posó el Santo Espíritu. 229 De esta secuencia se recogen aquí las siguientes estrofas:
V/. El vastago es la Virgen, Madre de Dios : la flor, su Hijo. Aquí se da el verdadero maná a los verdaderos israelitas,
*Sobre esta...
hijos de Abrahán que en otro tiempo lo contemplaban admirados,
(Responsorio que se cantaba en el Oficio Monástico en la ahora ya podemos contemplar sin velo la figura de Moisés.
fiesta de la Natividad de la Virgen) Que la Virgen nos haga dignos de ese pan del cielo.
182 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 183

En cierta ocasión pedía que la comunidad fuera En el primer peldaño estaban los Angeles, en el
fortalecida y confirmada en su santo propósito. segundo los Arcángeles, de este modo cada coro angé­
Le responde el Señor: lico ocupaba un peldaño.

“Si quieren vivir unidas en mí, nunca las abando­ Por iluminación del cielo comprendió que en aque­
naré”. lla subida se significaba la vida de los hombres.
Quien en la Iglesia sirve a Dios fiel, humilde, pia­
Capítulo XXX dosamente; atiende con su amor a los enfermos, pere­
grinos y pobres; está disponible por caridad para aten­
Los ángeles.
der a todos, ése está en el primer peldaño y es seme­
Cómo se asocian los hombres a ellos
jante a los Ángeles.
Próxima la fiesta de san Miguel, esta sierva de Los que se unen más estrechamente a Dios por la
Dios le preguntó en un momento de intimidad con él, oración y la devoción, sirven a sus prójimos con la
qué debía ofrecer como homenaje a los ángeles. enseñanza, el consejo y la ayuda, se colocan en el
Se le respondió: segundo peldaño con los Arcángeles.
“Recita nueve Padrenuestros por los nueve Coros Los que se ejercitan en la paciencia, la obediencia,
de los Ángeles”. la pobreza voluntaria, la humildad, y practican genero­
Así lo hizo, y el día de la Fiesta quiso ofrecérselos samente todas las virtudes, ascienden al tercer peldaño
a su ángel de la guarda para que los presentara a los con las Virtudes.
demás. Los que luchan contra los vicios y las pasiones y
El Señor Jesús le respondió indignado: rechazan al diablo con todas sus sugestiones, obtendrán
“Debes encomendármelo a mí para que lo realice el premio de la gloria en el cuarto peldaño con las
yo, esto me da gran alegría, porque toda ofrenda que se Potestades.
me encomienda adquiere más dignidad y perfección Los que son en la Iglesia prelados y desempeñan
por mi mediación, cuando la presento en el ciclo, como bien el ministerio que se les ha confiado, vigilan día y
moneda arrojada en oro derretido se funde con él, y ya noche para ganar almas y multiplican los talentos que
no es lo que era antes”. se les han dado con la máxima diligencia, poseerán la
Luego vio como una escalera de oro con nueve pel­ gloria del Reino en el quinto peldaño con los
daños y una muchedumbre de ángeles que la ocupaban. Principados.
184 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 185

Los que se inclinan con toda reverencia ante la amados, no por su amor sino por el amor divino. Aman
divina Majestad y por su gloria veneran y aman a todos todo en Dios y por Dios, consideran a los enemigos
los hombres, se hacen ellos mismos semejantes a Dios como amigos, nada puede separarlos ni impedir en ellos
en cuanto es posible, ya que fueron creados a su ima­ el amor divino, cuantos más enemigos se levantan con­
gen; dominan su voluntad para someter la carne al espí­ tra ellos más se robustecen en el amor, felices de enar­
ritu y elevar éste a las cosas celestiales, gozarán con las decerse ellos e incendiar a los demás, de manera que si
Dominaciones en el sexto peldaño. les fuera posible, harían que todos los hombres amaran
Los que se entregan a la meditación y contempla­ a Dios de la forma más perfecta. Lloran los vicios y
ción asidua, guardan la pureza de corazón y la paz inte­ pecados ajenos y propios, sólo aman y buscan la gloria
rior, se convierten en quietísima morada de Dios, y de Dios, no la propia. Éstos están en el noveno peldaño
pueden llamarse con toda propiedad “paraíso de Dios” inmediatamente junto a Dios con los Serafines. Entre
según aquellas palabras: Tengo mis delicias en convivir ellos y Dios no hay ningún otro espíritu.
con los hijos de los hombres230. De ellos dice el Señor: [Matilde] contempló durante la misa una multitud
Andaré en medio de ellos y moraré en ellos23'. Estos de ángeles presentes. Cada uno estaba de pie ante la
serán compañeros de los Tronos en el séptimo peldaño. virgen234 que se le había confiado, en fonna de hermo­
Los que sobresalen entre los demás por su ciencia sísimo joven.
y conocimiento, y por una gracia singular contemplan Unos tenían cetros floridos; otros, flores de oro.
a Dios cara a cara232 con la mente iluminada, y comu­ Cuando la comunidad se inclinaba besaban las flores
nican a los demás por la enseñanza, lo que han bebido en señal de paz eterna; así los ángeles las servían con
de la fuente misma de toda sabiduría, y así revierten a gran reverencia durante toda la Misa.
la misma fuente, serán colocados en el octavo peldaño
Al acercarse al banquete del Rey de los cielos,
con los Querubines.
cada ángel conducía a la hermana que se le había con­
Los que, finalmente, aman a Dios con todo el cora­ fiado. El Rey de la gloria ocupaba el lugar del sacerdo­
zón y con toda el alma233, se sumergen totalmente en el te rodeado de gran gloria. Llevaba en el pecho un ador­
fuego eterno que es el mismo Dios, se hacen lo más no en forma de árbol hermosísimo abierto en dos par­
posible semejantes a él. Éstos aman a Dios como son tes. De su melifluo Corazón, en el que estaban escon­
didos todos los tesoros de la sabiduría y de la cien­
230 cia235, brotaba una vena purísima en la que todas las
Pr8,31.
231 2Co 6, 16.
232 234 Se refiere a las hermanas de la comunidad.
Cf. Ap 22, 4.
233 235 Col 2, 3.
Dt 6, 5; Mt 22, 37; Me 12, 30; Le 10, 27.
186 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 187

que se acercaban a Dios se embriagaban en el torrente - a los Apóstoles, la fidelidad que tuvieron conmi­
de las delicias236 237 divinas. go en todas mis tribulaciones, recorriendo el
mundo con su predicación para formar un pueblo
Capítulo XXXI que me fuera fiel;

Festividad de Todos los Santos. - a los Mártires, la paciencia con la que derrama­
Jesucristo suple todos los defectos del alma ron su sangre por mi amor;
- a los Confesores, la extraordinaria santidad con
Ocupada la Vigilia de Todos los Santos en un tra­ la que mostraron a los demás, de palabra y con el
bajo que le había encomendado la obediencia, se des­ ejemplo, el camino de la vida;
cuida para la Misa. Llega poco antes de la elevación de
la sagrada Hostia y presenta entristecida su descuido al - a las Vírgenes santas, la castidad y la incontami­
señor. nación por las que merecieron estar junto a mí”.

El señor le dice: Durante laudes contempló al Rey de la gloria sen­


tado en un trono trasparente como un cristal artística­
“¿Crees que no tengo precio suficiente para pagar
mente decorado con corales rojos. A su derecha estaba
todas tus deudas?”
sentada la Reina del cielo en trono de zafiro parecido al
Ella: “Sin duda, Señor, estoy segura que puedes”. del Rey, adornado con margaritas blancas.
El Señor: En el trono cristalino de Dios entendió se signifi­
“¿No soy de un valor incalculable, capaz de suplir caba la pureza inconmensurable de la Divinidad; en los
y perdonar todas tus deudas?” corales, la rosácea pasión de su Humanidad; en el zafi­
Ella: ro el Corazón celestial de la Madre de Dios; en las mar­
garitas, su pureza virginal.
“Así es. Señor. Sé que nada te es imposible”.
Mientras se cantaba el verso del segundo respon-
Por lo tanto, añade el Señor, responderé de todo y
sorio: Ruega por el pueblo232, contempló a la Madre
totalmente de ti ante mi Padre. Tú pide a los escuadrones
gloriosa levantarse de su solio y, puesta de rodillas, ora­
de los Santos que ofrezcan también por ti sus méritos:
ba fervorosamente por la comunidad. Lo mismo hacía
- a los Patriarcas y Profetas, el deseo que tuvieron
de mi encamación;
237 Verso del Responsorio: Dichosa eres, de las Fiestas de la
Virgen. El segundo de Vigilias. Se cantaba también en el
236 Sal 35, 9. monasterio de Helfta en la Fiesta de Todos los Santos.
188 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 189

cada uno de los coros de los santos cuando se les nom­ En el triple cordón que salía del Corazón de Dios
braba. Durante la octava lectura de Vigilias, la Madre comprendió se significaba el amor perenne de la santí­
se levantó de nuevo y se presentó ante su Hijo con una sima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que por
multitud innumerable de vírgenes. De pronto, salió del mediación de la dignísima Madre María, entra en los
Corazón dulcísmo [del Hijo], que contenía la riqueza corazones de las vírgenes incontaminadas y los une a
de toda felicidad, un triple cordón áureo, cruzó el amo­ sí, como dice la Escritura: La pureza tiene a Dios cer­
rosísimo Corazón de la Virgen Madre y se dirigió hacia cano238 239 240.
el corazón de cada una de las vírgenes; atravesó uno Cuando se leía el evangelio en la misa mayor
por uno todos los corazones y, desde el corazón de la [Matilde] meditaba sus palabras según costumbre y
última virgen volvió y se introdujo de nuevo en el exclamó: “Amor mío, ¿qué quieres que haga?”
Corazón del Señor formando un maravilloso círculo a
Le responde el Señor: “¿Qué te advertí ayer?”
manera de danza.
Entonces recuerda que el Señor le advirtió el día ante­
Fuera de las vírgenes y en tomo a ellas se veía una rior que pidiera a los santos hicieran la ofrenda por ella.
gran multitud de ambos sexos que no habían sido ele­ Mientras intentaba conseguir esto comprendió que le
vados al don sublime de la virginidad. Los acompaña­ decía el Señor: “Mira, iré delante de todos los santos y
ban los coros de los santos Ángeles. Del corazón de haré la ofrenda a Dios Padre por ti: primeramente, los
cada uno de los santos, de las vírgenes, y del resto de la nueve meses que reposé en el seno virginal de mi
multitud salía un sonido armonioso como la música del Madre como el esposo en su tálamo los ofreceré por el
órgano. Con ello se daba a entender que las más míni­ tiempo que estuviste en el seno de tu madre, cuando no
mas alabanzas, acciones de gracias, oraciones, obras, carecías de pecado original, ni eras capaz de la gracia.
palabras y pensamientos resonaban en sus corazones Seguidamente ofreceré mi infancia y niñez santísimas
como armoniosa melodía de alabanza divina y se con­ por la ignorancia de tu infancia y tu niñez. Ofreceré
vertían para ellos en aumento de gozo y de gloria. Esto también la devotísima ilusión de mi adolescencia y
le recordaba lo que de ellos está escrito: Allí resuenan juventud por las ligerezas de tu juventud. Finalmente
sin cesar los instrumentos de los santos23*. Y también: ofreceré toda mi vida santísima y perfectísima con los
Alabad al Señor con tambores y danzas229, etc. frutos de mi amorosísima pasión por todos tus pecados
y tus defectos para que por mí mismo y en mí encuen­
238 Antífona: En la ciudad del Señor resuenan sin cesar los ins­ tren suplencia todas tus cosas”.
trumentos de los Santos; allí sus cantos son como perfume
suavísimo de cinamomo y bálsamo; allí los ángeles y arcán­
geles cantan himnos a Dios. Aleluya, aleluya. 240 Sb 6, 20.
239 Sal 150,4.
190 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 191

Dicho esto, comenzó a avanzar el Señor de los hermanas de la comunidad por ministerio de los
Ejércitos seguido de toda la milicia celestial y se acer­ Príncipes del cielo.
có para presentar la ofrenda en un altar cuidadosamen­ Estos regalos, según testimonio de una persona
te preparado y decorado con variedad de maravillosas que lo contempló, y como se lo había garantizado el
y atractivas esculturas, artísticamente labradas. Matilde Señor a una alma muy querida suya en la misma fiesta,
comprendió que en todo esto estaba oculto el tesoro significaban que, como expresión de especial intimi­
inestimable e infinito de toda la suprema c incompren­ dad, el Señor había prometido a cada hermana de la
sible divinidad. comunidad darle mil almas, las cuales, libres del reato
En las esculturas del altar veía representada la de sus pecados por sus oraciones, las llevaría al cielo.
inmensa variedad de los beneficios de Dios que supera
todo conocimiento humano.
La aureola de las vírgenes.
Al altar se ascendía por tres gradas. La primera era
Cómo debe ser alabado Dios por los Santos
de oro, para significar que nadie puede acercarse a Dios
sino asciende mediante la caridad. La segunda era de En la solemnidad de Todos los Santos Matilde
azul celeste para significar la contemplación de las meditaba cómo alabar a Dios para honrar a sus santos.
cosas divinas y celestiales, porque el que desea acer­ El Señor le dice: “Alábame porque soy la corona de
carse a Dios debe desentenderse de las cosas terrenas todos ellos”. Al instante comenzó a alabar y bendecir a
para intentar elevarse con frecuencia por la meditación la beatísima Trinidad, que merece siempre de toda
a las cosas celestiales. La tercera grada era verde para veneración por ser corona y dignidad admirable de
significar la frescura del deseo por las alabanzas divi­ todos los santos, de modo especial por la singular pre­
nas. Es decir, que nuestra intención sea tal, que bus­ rrogativa de la aureola de todas las santas vírgenes.
quemos más la alabanza y gloria de Dios que nuestro Contempla una corona de tan incomparable belleza en
propio provecho y salvación.
la cabeza de la gloriosa Virgen y de todos los santos,
Al llegar el momento de la comunión contempló, que no hay palabras para describirla.
en medio de los coros descritos, una mesa redonda cui­
También contempló cómo es Dios la aureola de la
dadosamente preparada. El Señor administraba desde
Virgen bienaventurada y de todas las vírgenes, a mane­
ella su Cuerpo y Sangre divinos bajo la forma sacra­
mental de la hostia, a la comunidad que estaba sentada ra de guirnalda llena de nudos redondos enlazados
con él en tomo a la misma mesa. A continuación, como entre sí de tres en tres. Uno era rojo, el otro blanco y el
Rey glorioso concedió dones regios a cada una de las tercero dorado.
192 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 193

Comprendió que por el rojo se significaba la que brotaba y se abastecía a sí misma. De ella salía un
pasión de Cristo y los sufrimientos y penalidades de aire confortable y suavísimo. Su base era sólida y cons­
todas las vírgenes, porque quien desea mantener una truida artísticamente. En su interior tenía una pila de la
virginidad incontaminada, no lo conseguirá sin trabajos que se abrevaba sin intervención humana y se ofrecía
y tribulaciones. generosamente a todos.
El nudo dorado significaba el amor de Cristo y de La base de la fuente significaba la omnipotencia
las vírgenes, porque las que son verdaderamente vírge­ del Padre. La pila designaba la sabiduría increada del
nes aman a aquel a quien consagraron su integridad. Hijo que con generosidad se ofrecía voluntariamente a
La margarita blanca era signo de la inocencia y vir­ todos, se derramaba y comunicaba a cada uno como él
ginidad inmaculadas de Cristo. quería. La dulzura del agua significaba la inefable sua­
vidad y bondad del Espíritu Santo.
Que los tres nudos estuvieran entrelazados entre sí
significaba que las vírgenes, según las tres cosas des­ El aire confortable significaba que Dios es la vida
critas, encuentran en Dios especial intimidad, placer y de todos. Y como el hombre no puede vivir sin el aire,
gusto, superior al de los demás santos. Aunque es ver­ ninguna criatura puede vivir sin Dios.
dad que toda la hermosura y gloria de los santos pro­ En torno a la base de la fuente había siete colum­
viene de la sangre e inocencia de Cristo, y toda alma nas con capiteles de zafiro. De ellas brotaban siete arro-
puede encontrar en Dios familiaridad y gozo; sin yuelos que inundaban a todos los santos. Uno se derra­
embargo, las vírgenes, por especial prerrogativa, gozan maba en los Ángeles, otro en los Profetas, el tercero en
de Dios de una familiaridad más intim a, un placer y ter­ los Apóstoles, el cuarto en los Mártires, el quinto en los
nura más sabrosos, como si se tratara de su propio Confesores, el sexto en las Vírgenes y el séptimo en
esposo. todos los demás Santos. Saciados así de todos los bien­
es, exhalaban hacia los demás un perfume suavísimo,
En la redondez de los nudos entendió se ocultaba
con él cada uno atraía a los demás en piadosa emula­
un bien de tal valor y tan difícil explicación que ni los
ción. Con ello se quería significar que los santos se
santos del cielo son capaces de conocerlo y penetrarlo,
de modo que puede afirmarse: solo lo conoce quien lo
comunican mutuamente con generosa benevolencia su
gozo y todo lo que poseen en Dios.
1
ha experimentado.
Alabando de nuevo aquella noche santa a la santí­
sima Trinidad en cuanto le era posible, contempló en
éxtasis una fuente viva, más resplandeciente que el sol,
194 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 195

Capítulo XXXII Rogó a santa Catalina por una persona devota suya
Santa Catalina y su gloria y le respondió: “Dile que me rece el salmo: Alabad al
Señor todos los pueblos242 y la antífona: Se oyó una voz
En la fiesta de la excelsa virgen Catalina se le apa­ en el cielo: Ven amada mía, ven244; entra en la alcoba
reció la misma virgen con una túnica cuajada de ruede- de tu Esposo. Has obtenido lo que pedías, se salvarán
aquellos por quienes rogabas. Esto me recuerda el
citas de oro. En la parte superior tenía dos broches de
gozó que experimenté cuando Cristo mi Rey y mi
oro que unían la túnica. Los broches significaban la
Esposo, me llamó con esas palabras. Apenas llegó a mí
dichosísima e inseparable unión de Dios con el alma. esa voz, fue tal el amor que embargó mi corazón, y era
La sierva de Cristo saluda devotamente a Catalina tan grande el gozo que me inundaba, que se desvaneció
con la antífona: Salve virgen hermosa24' y le pregunta: todo temor a la muerte”.
¿Qué significa eso que te cantamos: Prendado está el
Señor de tu rostro y tu hermosura?241 242 243. ¿Cual es ese ros­ Capítulo XXXIII
tro del que está prendado el Señor?
El más pequeño de los santos. Bondad de Dios
Le responde: “Mi rostro es la imagen de la
Trinidad digna de toda veneración, que el Señor ha Un sábado que se cantaba la Secuencia: Al amane­
deseado encontrar en mí, porque nunca la manché con cer el primer día de la semana245, cuando se entonaba
la estrofa: Que la fuente de toda piedad...246, pensaba
pecados graves. Mi hermosura es aquella incomparable
en sus adentros cuantos y cuales eran los dones innu­
belleza con la que Cristo hermoseó a los fíeles con el
merables que brotaban de la Fuente de todo bien,
inestimable color de la hermosura de su sangre.
manando ininterrumpidamente.
Cuantas veces recibe el hombre la comunión, otras tan­
Le dice el Señor:
tas se renueva y acrecienta esa hermosura. Así, quien,
por ejemplo, comulga una sola vez, duplica esa belleza “Ve, fíjate en el más pequeño de los moradores del
en su alma. Pero quien comulga cien o mil veces, otras ciclo, y conocerás la Fuente de la misericordia”.
tantas la multiplica”. 243 Sal 116, 1.
244 Cf. Ct. 2, 10.
245 Jn 20, 1.
241 Antífona: Salve Virgen hermosa, más brillante que los astros. 246 Secuencia del día de Pascua. En su última estrofa se cantaba
Prendado está el Señor de tu rostro y tu hermosura. Ruega al en tiempo de Matilde: La fuente de la bondad suma / que te
Creador por los que imploran tu protección. lavó de los pecados / limpie a sus siervos y a los tuyos / otor­
242 Cf. Sal 44, 12. gándoles el perdón.
196 Libro de la Gracia Especial Primera Parte___________________________________ 197

Se puso a pensar dónde podría encontrarlo y cómo Capítulo XXXIV


reconocerlo. Se le acerca un hombre con túnica verde, San Bartolomé
de cabellos rizados y brillantes, mediana estatura, ros­
tro hermoso y buen tipo. Cierto día contempló a san Bartolomé apóstol
Le pregunta: radiante de gloria. Tenía delante una cruz de oro. Se pre­
guntaba sorprendida qué podría significar aquella Cruz.
“¿Quien eres?”
Entonces le dijo el Señor: “Es la cruz que señalo en
Responde: el evangelio: El que quiera seguirme14,1, etc. Forman la
“En la tierra fui ladrón y malhechor, nunca hice parte superior de esa cruz la esperanza y la confianza.
algo bueno”. Todos los que renuncian a si mismos y a sus cosas por
Ella: “¿Cómo entraste en este gozo?” mí, se elevan hacia mí a través de ellas. Constituye su
derecha el amor al prójimo, y la izquierda, la paciencia
Él: “El mal que hice no fue por maldad, sino por
en las adversidades. La parte inferior está formada por
costumbre, más aún, por ignorancia; así me educaron
la vigilancia frente a todo lo que aleja el alma de Dios.
mis padres. Me arrepentí en el trance de la muerte y
alcancé la misericordia de Dios. Estuve cien años en el Este mi amado discípulo llevó la cruz en mi segui­
purgatorio, sufrí muchos tormentos, ahora me han miento e imitación perfectos. Ahora brilla su gloria con
introducido en este descanso por pura y gratuita mise­ dignidad eminente.
ricordia del Señor”.
Todo el bien que Dios había realizado misericor­ a) Gloria de Dios en sus santos
diosamente en él, se lo comunicó a ella, que lo estaba Al contemplar tanta gloria en el apóstol, Matilde
contemplando. Fue para él una inmensa alegría haber deseaba alabar a Dios en sus santos, por haber glorifica­
podido compartir esto. Así comprendió [Matilde] cómo do de ese modo a los que le aman. El Señor se inclinó
se había derramado la Fuente de la misericordia en el benignamente hacia su amante discípula y la instruyó:
más insignificante.
“Ensalza mi bondad en los santos. Les he concedi­
Si Dios obró tales maravillas en quien no había do tanta felicidad, que no solo poseen todo bien en sí
hecho ningún bien, ¿qué no hará en los santos, colma­ mismos, cualquier gozo que reciben de los demás
dos de virtudes? aumenta el suyo. Cada uno siente mayor felicidad por

247 Mt 16,24.
198 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 199

el bien de los demás, que la que experimenta una madre profundidades de mi Corazón y experimentan con ale­
por la gloria de su hijo único, o la de un padre por el gría inefable, mi afecto y mi amor hacia ellos.
éxito y la gloria de su hijo. Cada santo tiene como pro­ El gusto suavísimo que sienten al alabarme, ben­
pios los méritos de los demás, uniéndose todos en decirme y experimentar mi amor hacia ellos les produ­
dichosísima caridad”. ce un sabor dulcísimo.
Me alabarán también por su libre voluntad. Todo lo
b) Los santos que quieren pueden obtenerlo en abundancia”.
Puedes alabarme en la fiesta de cada uno de los Ellos tienen presente también la gloriosísima,
santos por haberlos elegido desde la eternidad. Ha sido grandiosa y cuidadosísima preparación con la que Dios
tan firme mi elección que, aunque caigan en grandes los preparó desde toda la eternidad: morar donde él
pecados, están destinados a la felicidad eterna. mora, ser coherederos con su Hijo, aún más: les ha con­
Contemplaré siempre en ellos el amor que alcanzarán, cedido la gracia de vivir en lo íntimo de Dios, en lo más
como si nunca hubieran pecado. profundo de su corazón de Padre.
Alábame también por el amoroso llamamiento que En segundo lugar, viven los efluvios dulcísimos
les hice al convocarlos a un reino glorioso. ¿.Quién se que Dios derrama en ellos con todo el caudal de su
atrevería a acercarse a mi divina majestad si yo no lo gozo divino. Y ellos refluyen hacia Él con todo el agra­
llamo y lo atraigo? decimiento que son capaces. Tercero, les concedió gran
En tercer lugar me alabarás por compartir con ellos honor al hacerles sus comensales, saciarlos y embria­
mi reino para siempre; los he hecho a todos reyes y rei­ garlos sin el menor hastío con el resplandor de la con­
nas juntamente conmigo. Reinan con tal gloria y felici­ templación de su amantísimo rostro, e inundarlos en el
dad que no han recibido solo la mitad de mi reino sino torrente de sus delicias1™, colmados de bienes todos
todo él entero. sus deseos.

Los santos son conscientes del gozo que disfrutan. Cuarto, los santos tienen viva y presente la fidelí­
Lo conocen ya con toda perfección y contemplan con sima recompensa que Dios les concedió, al considerar
gozosa exultación, cómo los he amado desde toda la que nada de lo que hicieron, omitieron o sufrieron por
eternidad, eligiéndolos gratuitamente para esa felicidad. su amor era insignificante ni debía relegarse al olvido,
Nadie puede ver el corazón de su amigo y conocer
cuánto es amado por él, como mis elegidos sondean las 24s Cf. Sal 35, 9.
200 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 201

Dios se lo guardaba todo con gran solicitud, para pre­ con inmensa ternura la conducen hasta los Arcángeles,
miarlos dignísimamente por encima de todo mérito. los Arcángeles hasta las Virtudes. De este modo cruza
todas las jerarquías angélicas, llega hasta el trono de su
Finalmente están seguros de la eterna bienaventu­
Amado y se arroja a sus pies diciendo: “Saludo tus pies
ranza, pues les garantiza que su gloria y felicidad no
santísimos con los que saltaste como gigante250 con
terminará, irá siempre en aumento por acumulación de
amor y deseo inmensos y recorriste el camino de nues­
los méritos y alegrías.
tra redención y de nuestra salvación”. Le da las gracias
por cada uno de los dones recibidos a sus pies.
Capítulo XXX\ Luego dice al Señor:
Dedicación de la iglesia “¿Qué pediré ahora, cuando tantas veces se nos
invita hoy a pedir y se nos da la certeza de alcanzar lo
Mientras se cantaba en la misa el verso: Oh Dios,
que pidamos?”
ante quien están presentes los coros de los ángeles
en la fiesta de la Dedicación de la Iglesia, contempló la Responde el Señor:
Jerusalén celestial y en ella el trono de Dios. Tenía tal “Pide en primer lugar la remisión de todos los
magnitud que alcanzaba desde lo más alto del cielo a lo pecados, es lo mejor para el hombre, fuente de la ver­
más profundo del infierno. Tenía al fondo un gran cla­ dadera alegría. El que arrepentido confiesa sus peca­
vo que oprimía a todos los que estaban en el infierno. dos, o con deseo sincero de confesarse se arroja a mis
Entendió que en él se significaba la justicia de Dios que pies, pide perdón y tiene tal humildad de corazón que
justísimamente separó de sí a los malvados. está dispuesto a someterse a todos, tenga por cierto que
La ciudad estaba construida con piedras vivas y su súplica ha sido sincera.
preciosas, esto es, los santos. Cada santo aparecía en la Quien desea conseguir esto y está dispuesto a
muralla de la ciudad bien diferenciado, con todos sus aceptar por mi amor todas las adversidades, tenga por
méritos, como aparece la imagen en un espejo brillan­ seguro que ha experimentado mis abrazos.
tísimo.
Quien ansia mis besos251 y está seguro de amar en
Los ángeles estaban ante el trono, ordenados todos todo mi voluntad y aceptarla gustosamente, tenga por
según sus órdenes y dignidades. El alma ansiaba lle­ cierto que ya ha recibido mis besos.
garse a su Amado. La toman entre ellos los Ángeles y
250 cr. Sal 18, 6.
249 251 Cf. Ctl,2.
Versículo del Gradual.
202 Libro di-: la Gracia Especial Primera Parte 203

Quien desea que sus plegarias lleguen hasta mí y Contemplaba estas cosas y pedía por una persona
sean atendidas, esté dispuesto a obedecer en todo. Me agobiada por su cargo. La ve entre las vírgenes, pre­
es imposible no acoger las súplicas del obediente”. senta la ofrenda al Señor y escucha a Dios que le dice:
Cuando se cantaba el responsorio: Bendice, con­ “¿Por qué me cantas de mala gana cuando yo quiero
templó el coro de las Virtudes mencionadas en él como cantarte jubiloso por toda la eternidad? El canto de un
vírgenes que estaban ante Dios. Había entre ellas una solo día con obediencia, me agrada más que todos los
que sobresalía entre las demás. Tenía una copa de oro. cantos hechos por gusto propio”.
Cada una de las vírgenes vertían en ella perfumes que
la virgen ofrecía de rodillas a Dios. [Matilde] lo con­
templaba con deseo de conocer qué significaba. Le dice
el Señor: “Esa virgen es la obediencia. Me hace la TRATADO SOBRE
ofrenda sola porque tiene en sí los bienes de las demas LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
virtudes. El verdadero obediente debe poseerlas todas,
tener el alma sana e inmune a todo pecado grave.
Capítulo XXXVI
Poseerá igualmente la humildad para someterse en
La bienaventurada Virgen y sus siete doncellas
todo a los superiores. La santidad y la castidad consis­
ten en mantener limpios el cuerpo y el corazón. Le son Saludaba [Matilde] a la Virgen Bienaventurada
necesarias las virtudes para ser valiente, hacer el bien y
durante la misa Salve, Madre Santa253 y le suplicaba
salir victorioso en el combate contra los vicios.
que le alcanzara del Señor el perdón de los pecados. Le
El obediente poseerá también las demás virtudes: pareció que la Virgen bienaventurada estaba en la pre­
la fe, sin la cual es imposible agradar a Dios252; la espe­ sencia de Dios. Cae a sus plantas y toca la orla de sus
ranza, para aspirar siempre hacia Dios; el amor a Dios vestidos que llegaban hasta el suelo. Limpia con ellos
y al prójimo; la bondad, que inclina a ser delicado y su rostro. Se levanta y contempla gran número de vír­
afable con todos; la templanza, que cercena todo lo genes que la rodean. Desea saber quiénes son y la
superfluo; la paciencia, que supera las contrariedades y Virgen bendita le dice: “Todas estas vírgenes me ser­
todo lo vuelve útil y provechoso; la disciplina monásti­ vían cuando vivía en la tierra”.
ca, por la que cumple fielmente su regla”.

255 El texto es el comienzo de uno de los Cantos de entrada en las


252 Cf. Hb 11,6 Misas de la Virgen María.
204 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 205

Le responde la Virgen:
La primera es la Santidad, que me sirvió en el seno
de mi madre llenándome del Espíritu Santo. “Acércate a mi Flijo y pídeselas a Él”.
Segunda, la Prudencia, que me asistió en mi infan­ El Señor estaba sentado en un trono de oro soste­
cia para que no realizara nada pueril contra la voluntad nido con dos columnas decoradas a modo de zafiros de
de Dios. oro. El alma se postra a sus pies y le pide estas virtudes
Tercera, la Castidad. Me atendió en la salutación para sí y para todos los que son tentados. El Señor
angélica, rendida a su amor respondí a un ángel de tan­ accede y le concede las vírgenes presentes como sir­
vientas. Ella las contempla y advierte que cada una lle­
ta dignidad.
va en la mano una lanceta afilada. Su aspecto puntia­
Cuarta, la Humildad. Me hizo Madre de Dios
gudo significaba la constancia para resistir a los vicios.
cuando yo me sentía su esclava. Las lancetas llevaban esquilitas de oro. Con el movi­
Quinta, la Caridad que trajo al Hijo de Dios desde miento producían un sonido armonioso muy agradable
el regazo del Padre al regazo de mis entrañas. Los cora­ a los oídos de Dios. Las esquilas significaban los pen­
zones de las madres embarazadas suelen sufrir moles­ samientos con los que resiste el hombre y convierte los
tias en la gestación, mi corazón desfallecía muchas vicios en victoria que ofrece a Dios un sonido armo­
veces por la magnitud del amor. Como busca la cierva nioso. Contempló alrededor muchedumbres de ángeles
las fuentes de aguas vivas254, yo sentía ansias de con­ y santos.
templar al Hijo de mis entrañas.
El Señor le dijo:
Sexta, la Diligencia, que me servía en todo lo que
“Todos los presentes forman millones de millones,
era necesario cuado naciera mi Hijo, cumpliendo asi
serán defensores de los que combaten por mí contra
toda la voluntad del Padre sobre él.
todas las asechanzas del enemigo”.
Séptima, la Paciencia, que me atendió desde el
nacimiento de mi Hijo hasta su pasión.
Capítulo XXXVII
r Fue mi camarero el Temor de Dios, que nunca per­
mitió resbalaran mis pies”. Manera de alcanzar el hombre
la verdadera santidad
Exclama Matilde: “Alcánzame, Señora, estas vir­
tudes”. Un sábado en que se cantaba Salve, Madre Santa,
saludó a la santa Virgen y pidió le alcanzara la verda­
254
dera santidad.
Sal 41, 2.
206 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 207

La Virgen gloriosa le responde: por ellos al Amado, para que le alaben juntamente con­
tigo. Entonces serás santa de verdad como está escrito:
“Si deseas la santidad acércate a mi Hijo, él es la
Serás santo con los santos255, como la reina es reina
Santidad misma que lo santifica todo”.
por su matrimonio con el rey”.
Pensaba en sus adentros cómo realizarlo.
Mientras en la Secuencia Ave María se cantaba:
Le responde la benignísima Virgen: Fuiste templo de Cristo el Salvador, recordó a la
“Recuerda su santísima infancia con el deseo de Santísima Virgen que fue templo gloriosísimo, radian­
que todos los pecados y omisiones de tu niñez sean te y gozosísimo de Dios.
suplidos por su niñez inocentísima La toma de la mano la Virgen santa y la conduce a
Trae a tu memoria su fervorosa adolescencia, que una casa hermosísima, muy alta y construida con pie­
tenía como única razón de vivir el fuego del amor divi­ dras cuadradas. No tenía ventanas pero era radiante por
no, para reparar por ella la flojedad y desidia de tu dentro. Tenía una pequeña puerta construida de unjas-
juventud. pe rojo y grueso; la cerraba una cadenita de oro.
Acoge sus divinas virtudes para que ellas enno­ La casa simbolizaba la gloriosa Virgen María. Las
blezcan y dignifiquen las tuyas. piedras cuadradas significaban que la Virgen estaba
perfectamente estructurada en los cuatro elementos que
En segundo lugar, te acercarás a mi Hijo y orienta­
componen al hombre. Por la altura y la luminosidad se
rás hacia Él todos tus pensamientos, palabras y accio­
señalaba que tuvo contemplación altísima y esclareci­
nes para que todo lo que hay de imperfecto en tus pen­
do conocimiento. La puerta significaba su misericor­
samientos palabras y obras sea borrado por aquel que
dia, abierta a todos los que se acogen a ella. El jaspe
nunca cometió delito alguno.
rojo simboliza su admirable paciencia; la cadena de
En tercer lugar, únete a él como la esposa al espo­ oro, el amor.
so; de sus bienes recibe alimento y vestido; ama a sus
La Virgen dice a [Matilde]: “Si quieres ser casa de
amigos y familiares con el mismo amor de su esposo.
Dios como ésta, debes ejercitarte con diligencia en las
Así se alimentará tu alma con la Palabra de Dios como
virtudes”.
el mejor de los alimentos. Con sus delicias, es decir,
con el ejemplo de sus virtudes que debe imitar, se La bienaventurada Virgen tenía además cuatro ani­
cubrirá honestamente a modo de vestido y ornato. llos en su mano derecha con piedras preciosas artísti-
Acércate también a su familia, esto es, a los santos,
los amarás y ensalzarás por amor a Dios, te dirigirás 255 Sal 17, 26.
208 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 209

camente engastadas. Puso su mano derecha sobre el La sexta: Refugio de todos los pecadores.
pecho del alma y le dijo: “Con estas perlas vencerás La inclinación de las coronas hacia la tierra signi­
todas las tentaciones. Toda tentación tiene su origen en ficaba que todos los dones y alegrías que recibe del
cuatro vicios: soberbia, ira, lujuria y pereza. Señor los derrama sobre los hombres.
Si te infla la soberbia, opónle la pequeñez de mi Oró Matilde por algunas personas que le habían
humildad. Si te molesta la ira, recuerda mi mansedum­ encomendado de manera especial.
bre, yo era la más mansa de todos. Si intenta inficionar­
Le dice la Virgen: “Si el que se pone alegre con el
te la lujuria, refugíate en mi castidad santísima. Si eres
vino de la tierra suele ser más generoso que el que es
tentada por la flojedad, acógete a mi ardentísimo amor.
sobrio, cuanto más lo seré yo que bebo en todo momen­
De este modo dominarás todo el poder del enemigo”.
to en la desbordante dulzura del Corazón divino el dul­
císimo manjar de la Divinidad santísima”.
Capítulo XXXVIII
Coronas de la Santísima Virgen Capítulo XXXIX
Durante la misa: Salve, Madre Santa contempló a Rayos que salen del Corazón
la Santísima Virgen con una corona en la cabeza, sus de la Santísima Virgen María
flores se inclinaban hacia la tierra. Su manto rojo, esta­
ba todo él esmaltado de coronas de oro igualmente Un sábado que se cantaba en el coro el Respon-
inclinadas hacia la tierra, cada una tenía dentro escrito sorio: Salve, Virgen sin igual, contempló a la Virgen
su nombre. bienaventurada ante el altar y a san Gabriel delante
ella. Se arroja a los pies de la Virgen para pedir que le
La corona de la cabeza significaba la unión con
Dios que ella tiene por encima de las demás criaturas. alcance perdón por un pecado de maledicencia, que
había cometido, no por malicia sino para apaciguar el
Otra corona cubría sus hombros y tenía escrito:
enojo de una persona.
Madre de Dios y de los hombres
La Virgen María la toma de la mano y le dice:
La tercera cubría su pecho y llevaba escrito: Reina
de los ángeles. “Promete a mi Hijo que no lo volverás a cometerlo”.

La cuarta: Alegría de todos los santos. Responde:


La quinta: Consuelo de todos los afligidos. “Alcánzamelo tú de tu Hijo, Madre bondadosa”.
210 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 211

Cuando en otro momento se cantaba: Tu vestido Virgen sobre todas las demás criaturas, debía reconocer
interior es de oro, apareció el Corazón de la bendita con mayor gratitud que los demás, los dones recibidos
Virgen. Salían de él dos rayos que envolvían a los dos de Dios.
coros de la comunidad. Saluda al Corazón de la Virgen Se cantaba: Salve noble Reina, y contemplaba a la
gloriosa por siete momentos de su vida en los que, des­ bienaventurada Virgen María con el tierno Niño en bra­
pués de Jesucristo, ayudó a los hombres más que todos zos, envuelto en fajas, y lo amamantaba. Estaba junto a
los demás corazones: la que entonaba: El que da de comer a todas las cria­
1. Por su deseo del nacimiento de Cristo, superior turas, etc.
al de todos los patriarcas y profetas. Mientras se entonaba el responsorio siguiente:
2. Por el ardentísimo y humildí simo amor que la Reconoce al que sostienes en tus brazos, la Virgen
hizo Madre de Dios. extendió sus manos y levantó al Niño por encima de su
cabeza, como si quisiera mostrar a todos al que es Dios
3. Por la ternura y cariño c on los que amorosa­
y hombre.
mente alimentó al niño Jesús.
4. Por la diligente solicitud con la que guardaba
las palabras de Jesús256. Capítulo XL

5. Por el ejemplo de paciencia que mostró en la Los ángeles presentan a Santa ¡María el alma
pasión de Cristo. (de Matilde)
6. Por su oración asidua y su anhelo en favor de la Cierto sábado que deseaba la presencia de la
Iglesia. Santísima Virgen, le pareció que, mientras se cantaba el
7. Porque cada día crece su celo de acrecentar Responsorio: De estirpe Real, todas las jerarquías de
nuestras aspiraciones ante el Padre, el Hijo y el los ángeles se acercaban a la Virgen santa, le presenta­
Espíritu Santo. ban el deseo del alma amante, y le rogaban se dignase
venir a su encuentro. Así, al canto de las notas musica­
Mientras se inclinaba Matilde al Gloria a! Padre...,
les que acompañaban a la palabra, muéstrate... los
hacía lo mismo la Virgen gloriosa junto a ella, incli­ Ángeles se acercan a la Virgen y le dicen: “¡Vamos,
nándose hasta las rodillas. Admirada por ello, com­ Señora!, ven”. Seguidamente, a cada una de las notas
prendió por divina inspiración que elevada la Santísima musicales se van acercando los Arcángeles, Virtudes,
Potestades, Principados, Dominaciones, Tronos, y
256 Cf. Le 2, 19. 51. Querubines. A las palabras:... Muéstrate, María, los
212 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 213

serafines toman con energía a la Virgen y acompañados en fuente de pureza y santidad. Las demás madres se
de todos los ángeles la colocan con gran reverencia en purificaban con la ofrenda, como yo no necesitaba
medio del coro. Matilde tuvo muchas veces esta visión. purificación, el rito acrecentó mi santidad.
Quinto, en la pasión, fue para mí, Hijo de tristeza,
Capítulo XLI dolor y redención.

Gozos de la bienaventurada f irgen Mar ict Sexto, en la Resurrección, Hijo de alegría y exul­
tación.
Una vez se le apareció la gloriosa Virgen María.
Séptimo, en la Ascensión se convirtió en Hijo de
Matilde le pide que la enseñe cómo honrarla ese día.
majestad divina y dignidad regia”.
Le responde la Virgen:
“Trae a mi recuero el gozo que experimenté cuan­
Capítulo XLIl
do el Hijo de Dios salía como esposo del Corazón del
Padre y vino a mi seno, contento como un héroe a reco­ /i’Z mejor modo de saludar a María
rrer su camino251. es rezar el Ave María
Luego me recordarás la alegría que experimente
Un sábado que se cantaba: Salve, Madre Santa259,
cuando al nacer de mi seno virginal fue como hijo mío,
dijo Matilde a la Santísima Virgen María:
fuente de ternura y de júbilo. Los demás hijos causan a
sus madres dolor y tristeza; el Hijo de Dios, que es la “Si pudiera saludarte , ¡oh Reina del cielo!, con
misma dulzura, me concedió a mí, su madre, ternura y aquel ducísimo saludo que jamás pudo concebir cora­
cariño. zón de hombre alguno, lo haría con sumo gusto”.
En tercer lugar, hazme presente la alegría que Se le aparece al instante la Virgen gloriosa, lleva en
experimenté con los dones de los Magos. En aquella el pecho escrito con letras de oro el saludo del Ángel y
ocasión el hijo fue honra de su madre. Nunca fue una le dice:
madre tan honrada en el nacimiento de su hijo. “Nunca pudo ocurrirse al hombre saludo como
Cuarto, renueva en mí el gozo que sentí cuando éste, ni podrá saludarme de modo tan dulce como el
presenté a mi Hijo en el Templo, se convirtió para mí que me saludó Dios Padre con la palabra Salve, para

257 Sal 18, 6. 258 Canto de entrada en la Memoria de la Virgen en Sábado.


214 Libro de la Gracia Especial
Primera Parte 215

confirmarme con su omnipotencia, que estaría libre de to de mi vientre, que dio nueva vida, santificó y colmó
toda mancha de pecado. de bendiciones para siempre a todos los seres”.

El Hijo de Dios me iluminó con su sabiduría para


que fuera estrella radiante que ilumina el cielo y la tie­ Capítulo XLII1
rra, como lo demuestra el nombre de María, que signi­ Rezar cinco Aventarías antes de la comunión
fica estrella del mar159.
Cierto día mientras oraba [Matilde] después de
El Espíritu Santo me inundó con toda su divina
Maitines, dudaba si el día anterior había rezado las
dulzura y me llenó de su gracia, para que quien busca
Completas de Nuestra Señora. Confesaba a Dios su
la gracia la encuentre por mí. Esto quiere decir llena de
descuido entristecida y rezó las Completas. A continua­
gracia.
ción recitó las cinco Avemarias que acostumbraba
Con las palabras. El Señor está contigo, se me antes de recibir el Cuerpo de Cristo. Decimos esto para
recuerda la unión y acción inefables que toda la instrucción de los demás.
Trinidad realizó en mí cuando unió mi carne con la
En la primera Avemaria recordaba el momento en
naturaleza divina en una sola persona, para que Dios se
que, por el anuncio del ángel, la Virgen María concibió
hiciera hombre y el hombre Dios. Nadie podrá experi­
a su Hijo en pureza virginal y le trajo desde el trono
mentar el gozo y la tierna conmoción que sentí en aque­
real del ciclo al abismo de su humildad. Pedía a la
llos momentos.
Virgen le alcanzara una conciencia limpia y la verda­
En las palabras. Bendita entre las mujeres, todas dera humildad.
las criaturas reconocen y proclaman con admiración
En la segunda, recordaba el instante conmovedor
que soy bendecida y elevada sobre toda la creación tan­
en que la Virgen acogió a Jesús, lo contempló por pri­
to celeste como terrenal.
mera vez hecho hombre y lo reconoció como Dios.
Con la expresión, Bendito el fruto de tu vientre, se Pedía a María verdadero conocimiento.
bendice y proclama el excelentísimo y eficacísimo fru- En la tercera, recordaba a la Virgen que en todo
momento estuvo disponible para recibir la gracia sin
*59 San Bernardo da esta interpretación al nombre de María en la poner nunca obstáculo. Rogaba le concediera siempre
segunda homilía, n. \1, En Alabanza de la Yi/gen Madre. Cf. un corazón bien dispuesto para acoger la gracia.
Obras completas, T. II, p. 637.639. BAC n. 452. Madrid.
1984. Sobre su sentido original cf, A. Lour, Maríe dans la En la cuarta, traía a la memoria a la Señora con
parole de Dieu selon S. Amédée de Lausanne. En Col lee tanca cuánta devoción y agradecimiento recibía el Cuerpo de
OCR 21 (1959) pp. 43-44.
216 Libro de la Gracia Especial Primer/X Parte 217

su amado Hijo mientras vivió en la tierra, por ser la que mente mostró en todas mis necesidades, hasta sufrir en
mejor conocía la fuente de la gracia salvífica que de ahí su corazón todo lo que yo padecí en mi cuerpo.
fluía para los hombres. Pedía le alcanzara la gracia de Seguidamente proclamarás la fidelidad que me
ser siempre agradecida. profesa aún en el cielo, cuando atrae a los pecadores
En la quinta le recordaba aquella amantísima aco­ para que se conviertan, y a las almas para que se vean
gida en el cielo, cuando el Hijo la llevó junto a sí. Le libres de las penas del purgatorio.
pedía poder llegar hasta él llena de gozo. Por sus méritos se han convertido innumerables
Si conociera el hombre qué caudal de salvación pecadores, y las almas destinadas a penas eternas por
mi justo juicio, han sido absueltas por su misericordia
brota del Cuerpo de Cristo, desfallecería de alegría.
y liberadas del fuego del purgatorio”
Contempla a la Virgen gloriosa junto a ella y la
abraza estrechándola contra su corazón. Matilde
lamenta su negligencia, y le pregunta si rezó o no las Capítulo XLV
Completas el día anterior. Saludo a la Santísima Virgen
Le contesta la Virgen: con toda la creación
“Al no recordar si rezaste, mi Hijo las considera Quería saludar a la Santísima Virgen en una misa
como no rezadas”. que se cantaba: Salve, Madre Santa.
Le dice el Señor: “Saluda a mi Madre con toda la
Capítulo XIJV creación”.

Fidelidad de la gloriosa Virgen María Recapacitaba cómo realizarlo, y ve acercarse por el


sur a los serafines. Cada uno llevaba cirios encendidos.
En otra ocasión se sentía culpable ante Dios por no Comprende por inspiración que vienen para ayu­
haber amado a su Madre como debiera, ni haberla tri­ darla y servirla, y así saludar a la Virgen Santa en unión
butado la veneración y el respeto que merecía. con ellos.
Le dice el Señor: Abrasada en seráfico amor alaba a la Virgen Santa
“En reparación de esta negligencia honrarás a mi por el amor con que amó a Dios más que todas las cria­
Madre por la fidelidad que en todo me guardó durante turas. Esc amor fue tan fuerte en la Pasión de su
su vida, prefería mi voluntad a la suya en todas sus Unigénito, que superó y extinguió todos los afectos
obras. Además, alabarás la dedicación que fidelísima- humanos. Mientras los demás sentían la muerte del
218 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 219

Hijo de Dios, sólo ella, inmóvil y gozosa, unida a la modo especial sobre los demonios, que la temen hasta
Divinidad, quiso inmolar a su Hijo por la salvación del no atreverse a pronunciar su nombre.
mundo. Se presentan las Virtudes con copas de oro en las
Se acercaban después los Querubines con espejos. que bebía el mismo Señor. Entiende con ello que el
Comprende que va a ensalzar a la Santísma Virgen en hombre se dispone mediante las virtudes para que el
unión con ellos por el lúcido y trasparente conocimien­ Señor entre en él y actúe por la gracia. Matilde debía
to que tuvo en la tierra, superior a los demás seres. Con alabar a la gloriosa Virgen en unión también con estos
ese conocimiento contempla ahora la luz inaccesible de espíritus, por estar llena de gracia y de virtudes más
que todas las criaturas.
la Divinidad con una claridad superior a todos los
demás. Los Arcángeles traían un velo hermosísimo con el
que cubrieron a la vez al Señor y a su Madre, para sig­
Los Tronos traen un trono de marfil. Significaba la
nificar la especialísima intimidad entre Dios y el alma
pacífica y serenísima quietud que Dios tuvo al morar
que tuvo la Virgen en la tierra.
en ella, sin perderla nunca en su actividad humana. No
se turbó en ningún momento ni al huir ni al regresar de Los Ángeles estaban ante el Rey y le servían.
Comprendió Matilde que debía bendecir y alabar a la
Egipto.
Madre de Dios en comunión con ellos por todas las
Vienen las Dominaciones con una hermosa corona, atenciones que tuvo con el Hijo de Dios en la tierra, le
decorada con cabezas humanas de extraordinaria blan­ servía como fidelísima y devotísima esclava.
cura y belleza, para significar que la redención del
Seguían los Patriarcas y Profetas con cofres de oro
género humano aconteció de modo especial por media­
cerrados, para significar que sus profecías eran oscuras
ción de la Virgen. y cerradas. Fueron cumplidas por la Virgen y Jesucristo
Los Principados traían cetros floridos. Matilde y nos las reveló el Espíritu Santo.
entendió por ello que debía enaltecer a la Virgen glo­ Los Apóstoles tenían libros maravillosamente
riosa en unión con ellos, porque revelaba en sí la incon­ decorados. Significaban su verdadera doctrina que
taminada imagen de Dios, de manera mucho más dig­ resonó hasta los confines de la tierra. La serenísima
na que todos los demás seres. Virgen los supera con la enseñanza de sus virtudes y
Vienen las Potestades armadas de espadas, para ejemplos.
significar que Dios otorgó a la Virgen el máximo poder Los Mártires llevaban escudos de oro en su dere­
sobre todas las criaturas en el cielo y en la tierra; de cha y rosas en su izquierda como signos de su victoria
220 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 221

en los tormentos y la constancia de su paciencia, con “Levántate de junto a mí y deja lugar a ésta”. El alma
las que derramaron su sangre por el nombre y amor a que oye esto se espanta y se pone a pensar si no sería
Jesucristo. La Virgen santa los supera con su constan­ un fantasma.
cia y paciencia. Le habla el Señor: “En verdad en verdad te digo
Los Confesores ofrecían incensarios y copas que que no eres engañada ni lo serás nunca en estas cosas”.
exhalaban agradable perfume, signo de su devoción y Toma la Virgen Santa al alma en sus brazos y la levan­
oración. Se encontraba entre ellos la Virgen devotísima ta hasta los estrechos abrazos de su Amado. Dios la aco­
como la primera y la más fervorosa. ge con ternura y aplica su boca a su Corazón divino
mientras le dice: “Saca de aquí todo lo que deseas ofre­
Las Vírgenes llevaban lirios de oro en honor de la
cer a mi Madre”. Oye entonces como gotas que destilan
Madre virginal, porque debido a ella brotó en la tierra
hacia ella estos versículos que nunca antes había oído:
la excelente belleza de la virginidad.
Salve, excelentísima Virgen, por el rocío dulcísimo
A continuación de éstos acudieron todos los santos
que desde la eternidad fluye hacia ti del Corazón de la
del cielo y de la tierra y todas las criaturas que habían
Santísima Trinidad, por tu especial predestinación.
sido convocadas. Se ponen gozosas a disposición de
aquella alma feliz y se ofrecen a servirla y ayudarla, Salve, Virgen Santísima, por el rocío dulcísimo
para saludar con la mayor reverencia a la dulcísima y que fluye hacia ti del Corazón de la Santísima Trinidad,
dignísima Madre virginal de Dios. por tu vida dichosa.
Salve, Virgen nobilísima, por el rocío dulcísimo
que fluye hacia ti desde la Santísima Trinidad, por la
Capítulo XLVI
predicación y enseñanza de tu amantísimo Hijo.
Saludo a la Virgen
Salve, Virgen amantísima, por el rocío dulcísimo
En una ocasión se reprochaba con delicadeza haber que fluye hacia ti de la santa Trinidad, por la pasión y
servido a Nuestra Señora durante la vida con menos amargísima muerte de tu Hijo único.
fervor del que se merecía. Rogaba al Señor le conce­ Salve, Virgen dignísima, por el rocío dulcísimo
diera la gracia de servir en adelante a su Madre con que desciende hacia ti de la beatísima Trinidad, por
generosidad y solícita diligencia, para no experimentar toda la gloria y el gozo que ahora disfrutas y gozarás
ya obstáculo alguno en su unión amorosa. para siempre, por encima de toda criatura en el cielo y
Al instante contempla al Señor Jesús sentado en un en la tierra, por que fuiste preelegida antes de la crea­
excelso trono. Junto a él a su regia Madre que le dice: ción del mundo. Amén.
222 Libro de la Gracia Especial Primera Parte 223

En otra ocasión exponía a la gloriosa Virgen María sente en la hora de tu muerte para animarte y alejar de
una negligencia parecida de otra persona y se lamenta­ ti todo poder maligno.
ba de ello. La Virgen le ofrece el Corazón de Jesuci i sto En la segunda pedirás al Hijo de Dios, que me
semejante a una lámpara encendida y le dice: adornó y me enriqueció de sabiduría y conocimiento
según su inescrutable sabiduría, para que gozara de la
“Mira, te entrego el Corazón dignísimo y nobilísi­ Santísima Trinidad con un conocimiento superior al de
mo de mi amado Hijo para que me lo ofrezca con la todos los santos; me iluminó con una claridad reful­
fidelidad y amor que siempre me mostró y me mostra­ gente como el sol para que lo iluminara todo en el cie­
rá sin fin, en reparación de los que fueron negligentes lo, derrame en tu alma a la hora de tu muerte la luz de
en mi servicio. Él suplirá todo con creces”260. la fe y del conocimiento, para que no sea tentada tu fe
por ignorancia u otro error.
En la tercera rogarás que el Espíritu Santo que
Capítulo NIA'II derramó en mí la plenitud de la dulzura de su amor, y
/?<?5o de (res A rema rías para obtener me hizo tan tierna y delicada que fuera después de Dios
lo presencia de Ingloriosa Virgen María la más mansa y amable, te asista en la hora de la muer­
al fina! de la vida2M te, infunda en tu alma la suavidad del amor divino y sea
tan fuerte que el dolor y amargura de la muerte se trans­
Pedía Matilde a la gloriosa Virgen María que se formen en suavidad por su amor.
gnara estar presente en la hora de su muerte.
Le responde de la Virgen:
Lo haré, pero me rezarás cada día tres Avemarias.
En la primera pedirás a Dios Padre, que exaltó mi
alma como en trono de gran honor según la magnitud
de su poder, para que fuera la más poderosa después de
él en el cielo y en la tierra, que te conceda estar yo pre­

Cf. Gertrudis la Magna, El Embajador del amor divino, lib.


III, c. 25.
Cf. Gertrudis la Magna, El Embajador del amor divino, lib.
1
III, c. 19.
Retablo de la Asunción o de la na (s. XVII), Parroquia de Sto. /W° lo Real de Filero (Novaría),
En la tabla supen. la callejo izquierdo la Beato Matilde de Hackeborn
empuña con la mano dereí i atril vuelto hado abajo, y con la izquierda un libro cerrado.
—.

Beato Matilde de Hockeborn (1241-1299), Sonto Gertrudis lo Magno,


contoro y moestra de novicios del célebre monasterio de Helfto, llamado "el 'señor de Cristo" discípulo de Mm de Hockeborn. Monasterio de Culebras (Navarro).
Segunda Parte

Capítulo I
Dios invita al alma
Un sábado que se hacía memoria de la Santísima
Virgen María, Madre de Dios, esta sierva de Cristo
deseaba cantar sus alabanzas, pero no sabía cómo ala­
barla dignamente. Se postra, según su costumbre, a los
pies de Jesús y contempla al Señor que tiene en el pie
derecho un zafiro y en el izquierdo una granada. Como
se admiraba de ello, le dice el Señor: “El zafiro tiene la
propiedad de expulsar los malos humores, mis heridas
expulsan la ponzoña del alma y la purifican de las man­
chas. La granada alegra el corazón del hombre, mis
heridas hacen que el alma se regocije en mí tras enmen­
darse de sus pecados”.
Arrebatada a lo alto, contempla Matilde al Rey de
la gloria, está a su derecha su imperial Madre y
[Matilde] a su izquierda. Se reclina hacia el regazo del
Rey y aplica cuidadosamente el oído del corazón para
percibir la suavidad del flujo del Corazón de Cristo en
Stos. Lutgonda, Jul¡ano frQ fuertes y acompasadas pulsaciones.
Monasterio de Tu^ ^phorn, místicas dsterdenses.
lulet>ros (Navarra).
226 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 227

Siente que las pulsaciones del Corazón divino invi­ acciones de gracias y alabanzas la gracia que Dios
tan al alma: “Ven y te arrepentirás, ven y serás reconci­ infunde en tu alma?”
liada, ven y serás consolada, ven y serás bendecida. Contempla cómo salía del Corazón de Dios una
Ven, amiga mía,x y recibirás todo lo que un amigo pue­ trompeta que llegaba al corazón de su alma y desde el
de dar a su amigo. Ven, hermana mía,- a poseer la alma volvía al Corazón de Dios, para significar la ala­
herencia eterna que adquirí para ti con mi sangre. Ven, banza divina.
esposa mía,3 a gozar de mi divinidad”. Decoraban la trompeta pequeños nudos de oro.
La Virgen María vestía un manto de color azafrán, Eran las almas que ya alaban y glorifican a Dios en el
cielo por siglos sin fin.
esmaltado con rosas rojas artísticamente engarzadas en
rosas de oro. El color azafrán designa su humildad, por
la que se sometía a toda criatura; las rosas rojas, la Capítulo II
constancia de la paciencia por la que se comportaba en La Iglesia. Viña del Señor. Cuádruple oración
todo con mansedumbre y aguante; las rosas de oro, su
amor, con él lo hacía todo por amor de Dios. Llevaba Un domingo que se cantaba el Asperges me4 (Ro­
un fajín verde con rosas de oro purísimo y brillantísi­ cíame Señor...), dijo [Matilde] al Señor: “¡Señor mío!
mo. El oro significaba el amor. Como la túnica se ciñe ¿De qué quieres lavar y purificar ahora mi corazón?”
al cuerpo, así el amor al corazón. El Señor se inclina hacia ella con inefable ternura,
Matilde saluda a la preclara Virgen por medio del como una madre al hijo que corre hacia ella, la envuel­
Corazón de su amado Hijo. Por él le tributa una ala­ ve totalmente y le dice:
banza mayor que criatura alguna pueda ofrecerle. “Te lavaré en el amor de mi divino Corazón”. Le
Luego alaba al Señor, que sólo él sea objeto de su can­ abre la puerta de su Corazón, sagrario de la dulzura
to, sólo él glorificado. divina y entra en él como en una viña. Dentro contem­
Le dice el Señor: pla un río de agua viva que corre de Oriente a
Occidente5. Junto al río, doce árboles que producen
“¿Qué piensas cuando al entonar las antífonas
haces inclinación? ¿No es porque debes recibir con
4 Se refiere a la aspersión con agua bendita que sigue haciéndo­
se actualmente en muchos monasterios los domingos al
comienzo de la eucaristía dominical en recuerdo del bautismo.
5 El poeta Dante acomodó toda esta visión del agua viva y de

la viña del Señor en la Divina Comedia, canto 18 Purgatorio


228 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 229

doce frutos* 6: las virtudes que enumera san Pablo en su Añade el Señor: “Esta viña es la Iglesia Católica en
Carta7 8, esto es paz, alegría, etc. A este agua se le lla­ la que me fatigué con muchos trabajos durante treinta y
maba río de la caridad. Entra, pues, el alma en él y es tres años. Trabaja conmigo en ella”.
lavada de todas las manchas. Responde ella: “¿cómo?”
Había en este río innumerables peces que tenían El Señor: “Regándola”.
escamas de oro, para significar las almas amantes que, Esta alma corre apresurada al río, carga en sus
separadas de todos los placeres terrenos, se sumergen hombros un recipiente lleno de agua, se siente abruma­
en Jesús, fuente de todos los bienes. da por el peso y el Señor acude a llevarlo con ella.
La viña tenía unos sarmientos erguidos y otros Entonces la carga se hizo más llevadera.
inclinados hacia el suelo. Los sarmientos erguidos son Le dice el Señor: “De igual modo, cuando doy mi
los que desprecian el mundo con todas sus flores y ele­ gracia a los hombres todo les parece suave y llevadero
van su mente a las cosas celestiales. Los sarmientos porque lo hacen o sufren por mí, cuando les retiro la
inclinados son aquellos desgraciados que yacen en el gracia todo les parece pesado”.
polvo de la tierra de sus pecados.
Contempló en torno a los sarmientos una multitud
El Señor cavaba la tierra como un hortelano. de ángeles que formaban como un muro, porque están
Le dice Matilde: siempre con nosotros y entre nosotros para proteger a
“Señor, ¿cuál es tu azada?” la Iglesia de Dios
El Señor: “Mi temor”. Después, el mejor de los maestros le enseñó a rezar
el salmo Miserere mei Deus3. Tiene veinte versos que
La tierra estaba dura en algunos sitios, en otros
debe dividir en cuatro partes de cinco versos cada una por
blanda. La tierra dura significa los corazones de quie­
medio de la antífona: ¡Oh, dichosa, bendita y gloriosa
nes endurecidos en los pecados no se corrigen ni con
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!9, añadiendo el
avisos ni con amenazas. La tierra blanda son los cora­
verso: Ten piedad, ten piedad, ten piedad de nosotros.
zones de aquellos que se han ablandado por las lágri­
mas y la contrición sincera. Rezará los cinco primeros versos por todos los

7 y siguientes. Parece se refiere a nuestra Matilde cuando dice


pecadores que, endurecidos en el pecado, no quieren
convertirse a Dios, para que el Señor se digne conver-
que fue conducido a lo largo del río por una Domna Matelcla
que cantaba el Asperges me. 8
6 Cf. Ap 22, 1.2. Sal. 50. Misericordia, Dios mío, por tu bondad...
7 9 Antífona que corresponde al antiguo Oficio de la SS. Trinidad.
Cf. G1 5,22.
230 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 231

tirios con su muerte amorosa mediante una verdadera Jesús, el más excelso cantor de los cantores, pulsa la
penitencia. cítara y resuenan en armonía dulcísima todos los ánge­
Los cinco segundos, por los penitentes, para que les diciendo: “Sean eternamente alabadas las tres divi­
alcancen el perdón que desean y en adelante no vuel­ nas Personas por haberte elegido el Señor como esposa
van a pecar más. e hija”. Todos los santos cantaban a Dios al unísono
diciendo: “Te rendimos acciones de gracias, Dios
Los cinco terceros, por los justos que progresan ya Padre, por esta alma que enriqueciste con tu gracia.
en buenas obras y en las virtudes, para que perseveren ¡Bendito sea Dios!”
en las mismas.
Los cinco cuartos, por todas las almas del purgato­
rio, que tienen la seguridad de llegar a beber pronto de Capítulo III
la fuente viva en el reino celestial y reinar eternamente Cómo viene Dios al alma
con Cristo, para que, liberadas cuanto antes, gocen del
banquete del Señor. Una noche que no podía conciliar el sueño, adora­
ba a Dios en lo más profundo de su corazón y contem­
Cuando se elevaba la Hostia durante el canon, le
pla cómo venía desde el palacio celestial hacia ella.
dijo el Señor: “Me entrego totalmente con todo el bien
Unió su Corazón divino a su propio corazón y le dijo:
que hay en mí a disposición de tu alma, para que esté
Jamás se arrojó con tanta avidez la abeja a los verdes
en tu poder lo que quieras hacer de mí”.
prados para libar el néctar de las flores, como yo me
Ella se niega a aceptar, y escoge en todo momento apresuro a venir a tu alma cuando me llamas.
la voluntad divina.
Añade el Señor: “Tienes poder para hacer no lo
Cómo fue inflamada en el amor divino
que yo quiero sino lo que tú quieres”.
Le sucedió con frecuencia que al sentirse perezosa
Ella, que conoce bien la voluntad del Señor, le
y poco ferviente, experimentaba que el Corazón de
dice: “Nada apetezco en provecho propio, nada busco,
Dios se unía a su propio corazón como oro en llamas.
no quiero otra cosa sino que seas alabado hoy por ti
Era tal la dulzura que experimentaba con el hálito de
mismo, en ti mismo y para ti mismo, como nunca se te
aquel calor, que inmediatamente se inflamaba en el
pueda alabar de manera más sublime y perfecta”.
habitual amor ardentísimo.
Ve salir entonces una cítara del Corazón de Dios.
La cítara era nuestro Señor Jesucristo; las cuerdas,
todos los elegidos que son uno en Dios por el amor.
232 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 233

Capítulo IV Capítulo VI
El abrazo del Señor El Señor le despierta suavemente una mañana

Un sábado contempló a Jesús, esposo de la Iglesia, Al leerse una vez en Maitines el evangelio: Se
inclinarse desde el cielo con los brazos abiertos y lan­ levantó MaríaX}, el Señor derramó tanta gracia y dulzu­
zarse a abrazarla y adentraría tan íntimamente dentro ra en Matilde que se desmayo e interrumpió la lectura.
de sí que, totalmente absorta en Dios perdió el sentido, La sacaron del coro como muerta. Al reclinarla en el
hasta el punto de ser sacada del coro como muerta. Es lecho para que descansara pedía al Señor que la des­
que su espíritu se trasportó totalmente en aquel a quien pertara a la hora conveniente.
amaba y deseaba con todo el corazón más que a ningún En Prima contempla ante sí a un hermosísimo
otro. Fue tanta la dulzura, que la experimentó durante joven. Su presencia provocó en ella tal dulzura que des­
una semana. pertó.
Otra vez mientras se inclinaba sobre el atril para
proclamar una lectura se le apareció el niño Jesús, el
más hermoso de los hombres™. La abrazaba y la atraía Capítulo VII
hacia sí. Fue tal la dificultad para levantarse que apenas Corridas y trabajos del Señor
pudo proclamar la lectura.
En otra ocasión se dirigía al dormitorio después de
Maitines como le habían mandado. Contempla al Señor
Capítulo V en un trono elevado con una peana a sus pies. Se diri­
El Señor le ayuda a leer ge a ella y le dice: “Duerme aquí reclinada sobre mis
pies”. Obedece al punto, pone la cabaza sobre sus pies
Le sucedió muchas veces que, al encontrarse
de manera que acopla el oído a la herida del pie y per­
durante Maitines llena de Dios con gran fruición y dul­
cibe que la herida bullía como olla hirviendo.
zura, desfallecían sus fuerzas y no podía hacer su lec­
tura. El Señor le dijo: Sal y lee, yo te ayudaré. Le pregunta el Señor: “¿Qué dice la olla cuando
Comienza y termina la lectura con gran vigor. hierve?”
Se queda perpleja sin saber qué contestar.

10 11 Le 1, 39. Texto de la visita de María a santa Isabel.


Sal 44, 3.
234 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte_______________ ______________ 235

Le dice el Señor: “Cuando la olla está en ebullición Capítulo IX


ronronea como diciendo: Corre, corre. Se le aparece el Señor
El amor de mi Corazón hierve, está en ebullición y
me espolea constantemente diciendo: corre, corre de un En otra ocasión se le apareció el Señor Jesús como
trabajo a otro, de una ciudad a otra, de sermón en ser­ un niño de cinco años.
món. No me deja descansar hasta que lleve a buen tér­ Le pregunta ella: “¡Señor mío!, ¿Por qué te me
mino todo lo necesario para tu salvación”. muestras a esta edad?”
El Niño: “Tú tienes ahora cincuenta años, yo cin­
Capítulo \ 111 co. Mi primer año corresponde a los diez primeros de
tu vida; mi segundo año, al vigésimo tuyo; el tercero, al
Beso del Señor
trigésimo tuyo; el cuarto, al cuadragésimo y el quinto,
En una ocasión [Matilde] se encontraba triste. al quicuagésimo tuyo. De este modo serán borrados
Como acostumbraba en estos casos, se refugia en el todos tus pecados, serán santificados tus años y toda tu
Señor con el recurso a la oración. Le ofrece su corazón vida será santa por la mía”.
y su voluntad dispuesta a sufrir gustosamente por su El Niño estaba de pie. Se miraba muchas veces las
amor no sólo esta angustia sino cualquier tribulación. manos. Le sorprende a ella y el Niño le dice: “Como el
El Señor se inclina cariñosamente hacia ella y le hombre se mira muchas veces las manos, yo volvía a
ofrece sus labios purpúreos para que los bese. El alma diario a pensar en mi Corazón sobre mi muerte desde
experimenta que no tiene barba y piensa si no habrá mi infancia hasta el día de mi pasión, conocía de ante­
recibido de Dios Padre algún premio especial por los mano todo lo que vendría sobre mí”.
arrancones de barba que sufrió en la pasión. Con esto le enseñaba que es bueno al hombre traer
Le responde el Señor: “Como Creador de todos los con frecuencia el recuerdo de la muerte y todo lo que
mundos no necesito ningún premio, tú eres mi premio. puede sobrevenirle.
Mi Padre celestial te me ha entregado como esposa e
hija”.
Le dice el alma: “¿Por qué realizas esto, amantísi-
1
mo Señor, puesto que nada bueno hay en mí?”
Le responde el Señor: “Lo hago sólo por mi bon­
dad. He puesto en ti las delicias de mi Corazón”.
Segunda Parte______________________________________237
236 Libro de la Gracia Especial

Capítulo XI
Capítulo X
El azote del Señor
Contempla al Señor a semejanza de un diácono
Una vez contempló al Señor de pie con un látigo
Contempla también al Señor Jesús de pie ante el
en la mano en actitud amenazadora. Se arroja por tierra
altar revestido de dalmática. Tenía en el pecho una cruz
y abraza el látigo del Señor. Con ello se quería signifi­
brillante.
car que el hombre debe recibir del Señor con gratitud
Le dice Matilde: “¡Amado Señor mío!, ¿cómo te tanto la prosperidad como la adversidad.
presentas de esta manera?”
El Señor la levanta y la cubre con una túnica roja
Le responde: llena de agujeros mientras le dice: Así fue perforado y
“Como el diácono sirve en el altar, yo realizo con torturado todo mi cuerpo en la pasión, desde la planta
el sacerdote y en el sacerdote todo lo que él hace”. del pie a la cabeza no había en mí parte sana'3. Con
Ella: ello se presagiaba que ella sufriría en breve las moles­
tias de la enfermedad.
“¿Qué significa esa cruz que llevas en el pecho?”
También contempló al Señor con un cáliz oculto en
Él:
sí. Comprendió que de momento no vería ni pregusta­
“La parte superior de la cruz significa mi amor, al ría la dulzura que el Señor iba a derramar en el alma;
que nada debe anteponer el hombre12. estaría oculta en Dios de quien proceden todos los
La parte inferior, la humildad por la que el hombre bienes.
debe someterse a toda criatura por mí.
La derecha, no posponer el temor de Dios en la
Capítulo XII
prosperidad.
Cómo fue consolada en la tentación
La izquierda, sufrir con paciencia las adversidades
por mi amor El diablo atonnentaba intensa y frecuentemente a
Quien lleve esta cruz en el corazón como recuerdo esta sierva de Dios con tentaciones, como Dios suele
permanente, tendrá la recompensa de su trabajo al probar a sus devotos.
morir, su alma descansará en mi Corazón”.

13
12
Is 1,6.
Cf. Regla de san Benito 4,21; 72,11.
238 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 239

Sucedió que cierto día Dios le comunicaba su gra­ Le dio también como apoyo un bastón sin asidero
cia. Mientras estaba en su presencia acudió el Tentador en el que poder apoyarse. El bastón significaba la
metiendo en su corazón el temor y la tristeza de que Humanidad de Cristo. Sorprendida esta sierva de
aquel regalo no era de Dios. En un momento que sen­ Cristo porque el bastón no tenía dónde poder apoyarse,
tía gran ansiedad se arroja a los pies de Jesucristo, le dice el Señor: “Quiero poner sobre él mi mano para
lamenta la infidelidad de su corazón y le dice: que te apoyes en ella. Cuando te conceda consuelo en
“Mira, Señor mío, te ofrezco esta gracia que me la tristeza, sabrás que descansas en mi mano; cuando
das para tu alabanza y gloria eternas. Te ruego que si no no experimentes consuelo comprenderás que la he reti­
viene de ti, nunca jamás se me conceda; careceré gus­ rado. Así te unirás a mí con corazón fiel”.
tosísima de todo deleite y consuelo por tu amor”.
Le llama el Señor por su propio nombre y le dice: Capítulo XIV
“No temas, mi amada Matilde, te juro por el poder de Deseo de confesarse
mi divinidad que no te harán daño este temor y triste­
za, te santificarán más y más y te prepararán para reci­ Cierto día deseaba confesarse. Al no encontrar con­
bir mi gracia. Si estas cosas no temperaran el gozo de fesor se entristeció mucho, pues no se atrevía a recibir
tu corazón, éste moriría por exceso de dulzura. No el Cuerpo del Señor sin confesarse. Se lamentaba con
debes admirarte que te asalten estos pensamientos, amargura a Dios Sumo Sacerdote, en la oración por sus
estás en mi presencia, también me tentaba a mí el dia­ culpas y negligencias. Él le garantiza la certeza del per­
blo cuando estaba colgado de la cruz por tu amor”. dón de todos sus pecados. Da gracias al Señor y le dice:
“¡Dulcísimo Dios mío! ¿qué queda de mis pecados?”
Le responde: “Cuando un rey poderoso va a llegar
Capítulo XIII
a una posada se limpia rápidamente la casa para que no
El Señor alíenla al alma angustiada vea nada que pueda ofenderle. Si su llegada es inmi­
nente y no hay tiempo para arrojar fuera la suciedad, se
Estaba muy turbada en otra ocasión y se refugia en
recoge en un rincón para tirarla más tarde. Como tienes
el Señor que es fidelísimo protector. Se le aparece voluntad sincera, deseo de confesar tus pecados y no
Jesucristo en figura de un hermosísimo joven y la lleva repetirlos en lo sucesivo, son borrados todos en mi pre­
al altar. En esto reconoció que el Señor quiso hacer de sencia de manera que no se recordarán más, aunque
intercesor ante su Padre por las negligencias y faltas luego se detesten por la confesión. La voluntad y el
cometidas. deseo que tienes de evitar todo pecado según tus posi­
Libro de la Gracia Espeta,
240 Segunda Parte __________________________________ 241

bilidades, es como vínculo insepaiable que te estrecha Capítulo XV


y forma conmigo una alianza de unión indisoluble”.
El amor .suple todas las negligencias
Como seguían importunándole pensamientos
varios hasta creerse indigna de acercarse al imperial Otra vez reflexionaba con amargura de corazón
banquete del Rey de los Ángeles, pensaba que no los haber perdido inútilmente el tiempo que Dios le conce­
había confesado, ni se había preparado debidamente día, y recordaba haber gastado los dones de Dios de
para recibir don tan extraordinario. El Señor le infunde manera ingrata y sin fruto.
consuelo y confianza y le dice: “Piensa que todo deseo Le dice el Amor: “No te turbes. Mira, voy a recu­
que reciben los hombres es inspirado por mí, toda la perar todo lo que debes y supliré por ti todas tus negli­
Sagrada Escritura y escritos de los santos brotaron y gencias”. Comprendió que esto era una gracia inmensa,
brotarán de mi Santo Espíritu hasta el fin del mundo”. pero no podía consolarse por el excesivo dolor que sen­
Así reconoció que el deseo que tenía de recibir el tía de haber perdido dones tan grandes y no haber ama­
Cuerpo del Señor se lo había inspirado el Espíritu do con suficiente amor a Dios, su Amante, que tantos
Santo. Con esta seguridad su corazón quedó tan con­ bienes había derramado sobre ella y tan infiel había
fortado que nada pudo quitarle ya ese deseo. sido a quien era fidelísimo con ella y con todos.
Recibida esta seguridad, oyó a los coros de los Le dice el Señor: “Si me eres totalmente fiel, pre­
ángeles cantar alegres desde el cielo: Ha sido fortaleci­ ferirás que mi amor supla todas tus negligencias en vez
do el corazón de la virgen'4. Sin más, se acerca al ban­ de hacerlo tú misma, así brotará de él mayor honra y
quete sublime del Cuerpo y la Sangre de Cristo y oye alabanza”.
que él mismo le dice: “¿Quieres saber cómo estoy en tu
alma? Ella se considera indigna, pero nada quiere tan­
to como la voluntad de Dios. Ve salir de sus propios Capítulo XVI
miembros un maravilloso resplandor como rayo de sol. El Señor le concede el Amor como una madre
En ello reconoce la acción de la gracia y signo patente
de la bondad de Dios con ella. * En otra ocasión le envolvió el Amor con un manto
radiante como la luz del sol. Se presentan el Amor y el
alma ante Jesucristo como dos vírgenes hermosísimas.
El alma anhela acercarse más. Al contemplar aquel
14
imperial rostro no le parecía suficiente.
Responsorlo de la Circuncisión del Señor.
242 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 243

Sorprendida por ello y ardiendo en gran deseo, le madres, tú recibirás de sus pechos consuelo y ternura
toma el Señor de la mano. El Amor arrebata al alma y inenarrables. Ella te alimentará, te dará de beber, te
la lleva hasta Dios. Ella se inclina ante el rostro dulcí­ vestirá y atenderá todas tus necesidades como una
simo del Corazón de su único Redentor y saca una madre cuida de su hija única”.
bebida empapada de dulzura y suavidad.
Toda su amargura se transforma en ternura y su Capítulo XVII
amor en seguridad. Extrae un fruto sabroso del tierno
Corazón de Jesucristo que, recibido del Corazón de Hacerse una sola cosa con el Amado. El amor
Dios, lo lleva a sus labios. Simbolizaba la alabanza
eterna que brota del Corazón de Dios. Toda alabanza Mientras estaba en oración sentía ansias del
que se tributa a sí mismo, brota de él, que es la fuente Amado de su alma con todo el ardor de su corazón. De
límpida de todo bien. repente una fuerza divina atrae el alma hacia sí con tal
vehemencia, que le pareció encontrarse junto a Dios. El
Toma otro fruto fonxiado por la acción de gracias.
Señor estrecha al alma contra su Corazón con tierno
Porque el alma no puede nada por sí misma, sino que
es prevenida por la acción de Dios. abrazo; se derrama en ella y la llena de tal abundancia
de su gracia, que sentía como fluir de todos sus miem­
Le dice el Señor: “Deseo de ti otro fruto preferible
bros arroyuclos hacia todos los Santos. Colmados de
a todos los demás”.
esta manera con nuevo y maravilloso gozo, parecía que
Responde el alma: “¡Dios mío dulcísimo! ¿Cuál es sus corazones portaban lámparas brillantes, llenas de
ese fruto?”
aquella efusión que Dios había derramado en el alma.
El Señor: “Derrama en mí todo el gozo de tu corazón” Con inmensa gratitud y alegría daban gracias a Dios
Ella: “¡Mi único Amor! ¿cómo podre realizar esto?” por esa alma.
El Señor: “Lo realizará en ti mi amor”. Contempla en el corazón de Dios una virgen her­
Arrobada en un exceso de afecto agradecido exclama: mosísima que llevaba un anillo en la mano. En él había
un diamante con el que tocaba constantemente el
“¡Ay, ay! ¡Amor, amor, amor!”
Corazón de Dios.
El Señor: “A tu madre la llamabas Mine'5. Mi amor
será para ti una madre. Como los hijos maman de sus El alma pregunta a la virgen por qué tocaba de esa
manera el Corazón de Dios.
15 Le responde:
Término alemán antiguo equivalente a “mamá” de los niños.
244 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 245

“Soy el Amor divino, esta piedra significa el peca­ Quien se muestre agradecido por la sed que sintió
do de Adán. Como el diamante no puede romperse sin en la cruz para la salvación de los hombres, lo acepta­
sangre, el pecado de Adán no podía borrarse sin la rá como si él mismo refrescara la sed.
humanidad y la sangre de Cristo. En el momento que
Quien le dé gracias por haber estado colgado en la
Adán pecó me interpuse y detuve el curso de todo ese
cruz cosido con clavos, le será tan grato como si le
pecado. Por eso tocaba constantemente el Corazón de
librara de la cruz y de todos los sufrimientos”.
Dios, le movía a compasión, y no le dejé descansar has­
ta que, al salir del Corazón del Padre, el Hijo de Dios Dijo también el Amor al alma:
reposó en el seno de la Virgen Madre. Ella subió a la Entra en el gozo de tu Señor16 17. Con estas palabras
montaña para saludar a Isabel. San Juan se llenó de tan­ quedó totalmente arrobada en Dios. Como la gota de
to gozo en el seno de su madre por la presencia de agua vertida en el vino se convierte toda en vino, así
Cristo, que en adelante no pudo darle alegría ningún esta alma bienaventurada sumergida en Dios, queda
gozo terreno. hecha un espíritu con élxl. El alma se anonada en esta
unión, pero Dios la reanima diciéndole: “Te infundiré
Más tarde recliné al Hijo de Dios en un pesebre
todo aquello de que es capaz el hombre. Multiplicaré
envuelto en pañales. Luego lo llevé a Egipto. Después en ti mis dones en la medida que es capaz la criatura”.
le moví a realizar todo lo que hizo y soportó por el
Le dice el Amor:
hombre, hasta que lo clavé en el patíbulo de la cruz,
donde aplaqué toda la ira del Padre y uní al hombre con “Descansa recostada en el Corazón de tu Amado;
Dios en indisoluble alianza de amor”. No te preocupes por la prosperidad. Descansa ahí, trae
a la memoria los beneficios de tu Amado para que nun­
El alma:
ca te turbes por las contrariedades”.
“Dime, te ruego, ¿qué fue lo que más hizo sufrir a
Cristo en todo lo que sufrió por nosotros?”
Capítulo XVIII
Responde el Amor:
Dios adorna al alma con sus virtudes
“El haberle tensado tanto en la cruz que todos sus
Cierto día que se cantaba el salmo Alabad al Señor
huesos pudieran dislocarse.
en el cielo, cuando se entonaba el verso: que las aguas
Quien le da gracias por tal tormento, le ofrece un
testimonio gratificante como si ungiera todas sus heri­
16 Mt 25, 21. 23.
das con el bálsamo más delicado. 17 1 Co 6, 17.
246 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 247

que cuelgan en el cielo alaben el nombre del Señor™, ve en sus desnudos brazos. Sorprendida por que se le
dijo al Señor: “Señor, ¿Qué aguas son esas a las que se trataba de esa manera, le dice el Señor: “Te trato así
refiere este canto? Sé que todas las gotas de agua exis­ porque no hay la más mínima oscuridad entre tí y mí.
tentes te alaban admirablemente” No te ocultaré nada de mis misterios”.
El Señor: Contempló también millones de ángeles reverentes
ante su Rey. El Señor dice al alma: “Pongo todos a tu
“Son las lágrimas que derramaron todos los santos
disposición para que te sirvan”. Ella quería que todos
por amor, devoción, compasión o arrepentimiento”. Al
los servicios que le ofrecían redundaran en gloria y ala­
momento contempla un agua transparente que signifi­
banza de su único Amante. Al punto contempló cómo
caba las lágrimas de los bienaventurados. Su fondo era
salían trompetas de los corazones de los ángeles y se
de oro purísimo. Tenía como arena margaritas y perlas dirigían hacia Dios entonando un cántico tan melodio­
preciosas. Designaban las múltiples virtudes que los so que nadie podría describir.
santos habían practicado en la tierra: oraciones, vigi­
lias, ayunos y otras obras buenas. Después de esto, se le abre de par en par el
Corazón de Dios, la introduce en él y cerrándose, la
En las aguas había gran cantidad de peces que se cobija dentro de sí mientras le dice: “La parte superior
agitaban y jugueteaban. Con ello se significaban los de mí Corazón será para ti ternura del Espíritu divino,
deseos que excitan el alma hacia Dios, los suspiros y el que se destilará en tu alma. Hacia él levantarás tus ojos,
llanto con los que el alma atrae a Dios hacia sí. Los abrirás tu boca con ardiente deseo y atraerás la dulzura
santos en el cielo contemplan en Dios sus virtudes y de la gracia divina como se dice en el salmo: Abro la
todas sus buenas obras con aumento de gozo y deleites boca y aspiro el espíritu™.
en su corazón. Además, cada uno es ennoblecido con
En la parte inferior [de mi Corazón] encontrarás el
sus propias virtudes.
tesoro de todos mis bienes, y la superabundancia de
Se lamentaba al Señor no haber celebrado el día de todo lo que es posible desear. Al oriente tendrás la luz
su desposorio con más devoción, ni haberse unido a él del verdadero conocimiento para comprender y cum­
con aquella felicidad que convenía a la esposa para con plir toda mi voluntad. Al mediodía, el paraíso de eter­
su esposo. El Señor la viste con la túnica de sus per- nas delicias donde estarás siempre a la mesa conmigo.
fectísimas virtudes y pone en su cabeza una corona de Contempla al punto una mesa preparada y sobre ella un
oro. La estrecha con la más íntima caridad y la cnvucl- mantel blanquísimo. La mesa significaba la liberalidad.

18 Sal 148, 4. 19 Sal 118, 131.


248 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 249

el mantel la piedad. El Señor estaba sentado a esta De nuevo el alma: “¡Oh amadísimo, con qué vehe­
mesa, servía gozoso al alma y le ofrecía platos varia­ mente deseo suspiro ya por entregarte desde ahora mi
dos; esto es, múltiples dones divinos. Siempre que ren­ corazón!” Al instante le toma él su corazón y le aspira
día acciones de gracias a la divina largueza por cada como si se tratara de percibir el suave aroma de una rosa.
uno de los dones recibidos y por beneficios sin cuento,
El alma: “¿Qué aroma aspiras en él, que no tiene
le correspondía el Señor con nuevos platos. nada bueno?”
“¿Qué te ofrezco. Amado mío, cuando ruego por
El Señor: “Cuando reposo en tu alma aspiro en ti
tus amigos?” mi propia fragancia”.
Responde el Señor:
Finalmente dice el Señor al alma: “En la parte
“Un vino generoso que alegra mi Corazón como occidental [de mi Corazón] encontrarás longitud de
dice el salmo: El vino alegra el corazón del hombre ”20 21. días, paz eterna y gozo sin fin. Al norte recibirás segu­
Ella: ridad eterna contra todos tus enemigos, nadie en ade­
lante combatirá contra ti”.
“¿Cual es mi ofrenda cuando ruego por los peca­
dores?”
El Señor: Capít ulo XIX
“Una bebida sabrosísima, más dulce que la miel y El Señor la sepultó el Viernes Santo
el panal que destila1', cuando pides que mis enemigos, dentro de sí mismo
en estado de condenación, se conviertan a mí”.
Un Viernes Santo mientras el sacerdote celebraba
El alma:
según costumbre el entierro del Señor, le dice esta pia­
“¿Qué bien te reporto cuando ruego por las dosa virgen: “¡Amado entrañable de mi alma! ¡Ojalá
almas?” fuera mi alma de marfil para darte sepultura en ella lo
El Señor: más dignamente posible!”
“Cuando pides que los que mantienen mi benevo­ Le responde el Señor: “Te sepultaré también en mí,
lencia se vean cuanto antes libres de los tormentos, me serc tu gozo y esperanza; te elevaré, seré dentro de ti
ofreces un vino que alegra mi Corazón”. vida que te alienta y alimento que alegra y engorda tu
alma. Seré detrás de ti deseo que te espolea; delante de
20
ti, amor que estimula, encanto de tu alma; a tu derecha,
Sal 103,15.
21 Sal 18, 11. alabanza que da plenitud a todas tus obras; a tu izquier­
250 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 251

da, reclinatorio de oro que te sostiene en las pruebas; a benignísimo Corazón de Dios resultaría un libro más
tus pies, fundamento que da firmeza a tu alma”. voluminoso que el de Maitines”.

El Señor le entrega su Corazón como prenda de Capítulo XX


la vida eterna Jesucristo alaba al Padre por ella
Al entonar el miércoles de Pascua la Misa: Venid
benditos de mi Padre22, fue colmada de alegría inefable Cierto día daba gracias a Dios después de recibir el
y desacostumbrada. Dice entonces al Señor: “¡Oh si sacratísimo Cuerpo de Cristo, y rogaba al mismo Jesús,
fuera uno de esos benditos humildes que escucharán tu Hijo de Dios, amante y florido Esposo de su alma ena­
voz dulcísima!” morada, que él mismo se dignara rendir al Padre amo­
rosas alabanzas por el don tan grande e inestimable que
Le responde el Señor:
le había concedido. Contempla a Jesús junto al Padre
“Lo serás ciertamente23. En prenda de ello te daré celestial en actitud reverente, a quien ensalza digna­
mi corazón y lo guardarás siempre contigo. Cuando mente con estas palabras:
aquel día colme tu deseo, descansarás en él como testi­
Te alaba en las alturas - la corte celestial
monio de todo esto. Te entrego también mi Corazón
Y con las criaturas - el hombre, ser mortal24
como morada de refugio; así, el día de tu muerte esco­
gerás solo el camino de mi Corazón donde descansar En las palabras La corte celestial... entiende
para siempre”. [Matilde] que el Señor atraía hacia sí el canto armóni­
co de todos los coros celestes. En el conjunto: El hom­
Este regalo fue uno de los primeros dones de Dios.
bre mortal, hacía suyas todas las aspiraciones humanas.
Desde entonces comenzó a sentir un afecto de especial
Finalmente, en la expresión: con las criaturas, unía a sí
devoción hacia el Corazón divino de Jesucristo. Casi
el ser más íntimo de todo lo creado para lanzarlo en una
siempre que se le presentaba el Señor, recibía alguna
explosión de alabanza a Dios Padre. De este modo
gracia especial de su Corazón, como se ve en muchos
[Jesucristo] cantaba himnos de alabanza ante Dios
lugares de este libro. Ella misma solía decir: “Si se
escribieran todos los bienes que me ha concedido el
24 Del himno Gloria alabanza y honor que se canta en la proce­
sión del Domingo de Ramos. Autor Teodulfo de Orleans,
22 Mt 25,34; Canto de entrada de la Misa del miércoles de Pascua. obispo español (f 821). Cf. Ortega T., Libro de la gracia
23 Ver en Santa Gertrudis, El Heraldo del amor divino, lib V Especial. Revelaciones de Sania Mectildis Buenos Aires,
c. 4. 1942, p. 161.
252 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 253

Padre por ella, en unión con todas las criaturas del cie­ Le responde el Señor:
lo, de la tierra y de los abismos. “Mi única voz es: hágase, que significa el poder
Recostada en el pecho de su Amado percibe en lo [creador] de mi divina voluntad26 Con sólo mi palabra
hondo de su ser como tres sonoras pulsaciones25. creé el cielo, la tierra, los mares y todo lo que hay en
Sobrecogida de admiración deseaba saber qué querían ellos, como lo atestigua la Escritura: Hágase la luz,
significar aquellas tres pulsaciones. hágase el firmamento, ...27 Todo lo que existe en cielo
Le contesta el Señor: y tierra es regido sólo por mi voluntad divina, y toda
alabanza, alegría y bienaventuranza de los Santos bro­
“Las tres pulsaciones significan tres palabras con tan de mi divino querer”.
las que me dirijo al alma amante:
La primera es ven, separándote de todas las criaturas.
Capítulo XXI
La segunda es entra con la confianza de una esposa.
Contempla el Corazón del Señor bajo la forma
La tercera es lecho nupcial, a saber: el Corazón de una lámpara
divino”.
En eso comprendió que Dios comienza por invitar Distraída por múltiples pensamientos durante una
a cada elegido a separarse de las criaturas, de manera misa, que le impedían gozar de Dios, rogaba a la
que renuncie con libre y total voluntad a cualquier delei­ Virgen María, mediadora entre Dios y los hombres, que
te que pudiera encontrar en alguna de ellas para entre­ le alcanzara experimentar la presencia de su amado
garse con todo fervor sólo a su Dios y Señor. Seguida­ Hijo. Creemos que por su intercesión contempló al Rey
mente le invita a la intimidad, así el elegido, como espo­ de la gloria, nuestro Señor Jesucristo, sentado en ele­
sa que no teme el rechazo, acude siempre con total con­ vado trono de cristal purísimo. Delante del trono brota­
fianza, y entra en el lecho nupcial de su divino Corazón, ban dos riachuelos de agua cristalina. Contemplarlos
donde abunda y desborda tal dicha y felicidad que era un placer28. Entendió que se trataba de la gracia del
jamás puede desear corazón humano alguno. perdón de los pecados y de la consolación espiritual

Se despierta en ella un vehemente deseo de perci­


26 Subyace en esta expresión el poder creador de la palabra
bir por algún sonido la dulce melodía de la voz del Hijo
"hagase" a cuya voz brotaron las criaturas en el relato crea­
de Dios, con la que alaba a Dios su Padre. dor del Génesis.
27 Gn 1, 3 ss.
28 Parece ser que Dante alude a estos riachuelos el Lethe y el
25 Cf. Parte Ia cp. 10; parte 5“ cp. 32. Eunoe en el Purgatorio cap. 33 de la Divina comedia.
254 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 255

que de forma más especial y más fácilmente se conce­ realizar esto, y escucha al Señor que le dice: “¿No
den en toda misa por virtud de la divina Providencia. recuerdas lo que dice el salmo: Caminaba con rectitud
Al hacer la ofrenda de la Hostia santa se levanta el de corazón dentro de mi casa?29. ¿Quién puede hacer
Señor del trono y parecía elevar con sus propias manos esto fuera de mí? Nadie fuera de mí es inocente”.
su Corazón dulcísimo, corno lámpara resplandeciente, Contempla en la casa cuatro vírgenes hermosísi­
colmada y desbordante. La lámpara se derramaba con mas, parecen las virtudes de la humildad, paciencia,
tal fuerza en tomo a sí que saltaban de ella grandes
mansedumbre y caridad. Esta última sobresalía de las
gotas sin disminuir lo más mínimo su plenitud. Con
demás brillando con una túnica verde. Al verla recor­
ello se daba a entender que aunque se reparta a todos la
daba que la caridad se había mostrado a otra persona de
gracia capaz de llenar a cada uno de la plenitud del
feliz memoria, vestida también con túnica verde. Llena
Corazón de Cristo, su plenitud vuelve al mismo colma­
de admiración pregunta al Señor por qué la caridad
da de dicha, sin experimentar disminución alguna.
aparece con frecuencia vestida de verde.
Contempló los corazones de los presentes unidos
Responde el Señor: “Aparece con propiedad vesti­
al Corazón del Señor por ciertos lazos a modo de lám­
paras. Unas parecían derechas, llenas de aceite y da de verde porque con su poder hace reverdecer
encendidas; otras pendían vacías e invertidas bocabajo. muchos troncos secos, esto es, a los pecadores, y pro­
Las lámparas derechas y encendidas significaban los ducir de nuevo en ellos los frutos de las buenas obras”.
corazones de quienes participan en la Misa con devo­ Añade el Señor: “Procura ganarte la simpatía y
ción e interés; las invertidas, los corazones de quienes amistad de estas virtudes si deseas morar conmigo en
descuidan elevarse a Dios mediante piadosa devoción. esta casa y tener la fruición de mi presencia. Por ejem­
Matilde ansiaba vivamente fundir todo su corazón plo: si la vanidad pretende debilitar el temple de tu
con el Corazón divino. Al instante siente que su cora­ corazón, recuerda el poder de aquella caridad que me
zón se eleva entre los demás y se sumerge como un pez sacó del regazo del Padre para reclinarme en el seno
en el Corazón divino. Pide con humilde oración al virginal. Envuelto en pobres pañales me reclinó en el
Señor, que le enseñe cómo disponer su corazón, ya aco­ pesebre. Me obligó a soportar muchos trabajos en la
gido en el divino, para permanecer siempre en esa predicación. Finalmente, me hizo sufrir una muerte
dichosa unión. Contempla el divino Corazón transfor­ amarga y cruelísima. El recuerdo de todo esto arranca­
mado en una gran mansión de oro y a Dios paseando rá de tu corazón todo resquicio de vanidad.
por su interior como por una casa espaciosa y agrada­
ble. Llena de admiración, piensa en sus adentros cómo 29 Sal 100,2.
256 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 257

Del mismo modo, si te contagia la soberbia, Capítulo XXII


recuerda mi humildad por la que nunca me dejé llevar La zarza, la vara de la justicia
lo más mínimo de grandezas en pensamiento, palabra, y los nueve coros de los ángeles
gestos u obras; antes bien, di en todo ejemplo de la más
perfecta humildad. De esta manera vencerás la soberbia Cuando murió el joven conde Bucardo32, de feliz
con la humildad. memoria, la comunidad salió en procesión a recibir su
Cuando te asalte la impaciencia recuerda la pacien­ féretro. Esta sierva de Dios contempló la amplia llanu­
cia que tuve en pobreza, hambre, sed, correrías, inju­ ra de la campiña y experimentó un gran gozo.
rias, escarnio, sobre todo en la muerte Cierta noche no podía conciliar el sueño ni levan­
En los accesos de ira recuerda mi mansedumbre. tarse para la oración debido a la enfermedad. Se le apa­
Fui pacífico y delicado con los que odian la paz®, bas­ rece el Señor con túnica blanca, se sienta junto a su
ta el punto de alcanzar el perdón de mi Padre para los lecho y la consuela dulcemente de sus tribulaciones y
dolencias.
que me crucificaban, rogándole con gran dulzura,
como si nunca me hubieran ofendido. Ensañados con­ Ella le dice:
tra mí me atormentaban con tantos géneros de tortura, “¡Ay, Señor mío! ¡Si me fuera permitido pasear
que no podían encontrar más, mientras rechinaban los contigo por la extensa campiña que he contemplado
dientes de rabia contra mí31. hace poco!”
De este modo podrás vencer todos los vicios con El Señor:
las virtudes”.
¿No conoces el dicho popular: “oídos tiene el bos­
que y ojos la campiña”?
Y añade:
“El bosque tiene oídos” significa que si dos perso­
nas se sientan junto a un matojo para un diálogo íntimo,
pueden percibirlo los que por allí pasan”. Matilde ve al
punto una zarza lozana, que había crecido con retoños

Í2
Parece tratarse de Bucardo XII de Mansfeld, que falleció pre­
30 Sal 119,6. maturamente en 1294 después de legar al monasterio 29 yuga­
31 Cf. Hch 7,54. das de bosque. Ver el capítulo 11 de la 5" parte de esta obra.
258 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 259

tiernos y erguidos, de gran altura y belleza. Bajo ella se ción divina cómo todos los angeles están al servicio del
sientan Dios y el alma33. Los renuevos de la zarza eran hombre que obra el bien.
las virtudes de Dios: sabiduría, benignidad, justicia, Así pues, cuando el hombre canta Salmos, lee la
misericordia, caridad y las demás que son connaturales divina Escritura, o realiza cualquiera otra obra buena,
a Dios. Éstas, como el olivo, están siempre verdes, le sirven los Ángeles.
siempre lozanas, siempre con renuevos tiernos.
Si en la oración habla con Dios, escucha la Palabra
Abrazada el alma por la vara de la justicia, dice al divina o habla sobre Dios, le atienden los Arcángeles.
Señor. “Me viene muy bien esta vara que me ciñe, con
Si medita en las virtudes de Dios y proclama su
ella me ejercitas colmándome de tribulaciones y aflic­
potencia, sabiduría, bondad, justicia, misericordia, lon­
ción”. En esto se da cuenta que la vara era el mismo
ganimidad y caridad y, según sus fuerzas trata de con­
Dios a quien el alma con sus abrazos tenía estrechado
formar su vida a esas virtudes, le acompaña el coro de
a sí. Y comienza a alabarle: “Te alabo, piedra de justi­
las Virtudes.
cia, sol de justicia, decoro de justicia”, etc.
Cuando el hombre teme a Dios, recuerda su inefa­
Del Corazón de Dios brotaba un río que inundaba
ble y sublime divinidad, y se somete a él con toda
el alma, empapaba todos sus miembros y ahuyentaba
humildad, le siiven las Potestades.
de ellos la tristeza que la embargaba.
Pero cuando exalta en su corazón la nobleza y
El Señor le dice: “Mira la zarza de la que la
sublimidad divinas, medita cómo se dignó la Majestad
Escritura comenta: Tus brotes son un paraíso ”34 En
infinita crear al hombre a su imagen y semejanza, cuán­
tomo a la zarza estaban todos los ángeles, cada coro
to hizo y sufrió por el hombre y en atención al amor
giraba a su derredor a modo de nueve círculos
que Dios le tiene ella también ama a todos los hombres,
Dice el Señor al alma: Se cumple lo que dice la le prestan sus servicios los Principados.
Escritura: ¡Oh, tú que moras en los huertos, mis amigos
Si el hombre adora a Dios con inclinaciones, genu­
prestan oído a tu voz35.EI alma comprende por inspira-
flexiones y reverencias, le asisten las Dominaciones.
Cuando medita en Dios con serenidad de corazón,
33 La intimidad de Matilde junto a la zarza recuerda la añoranza le acompañan complacientes los Tronos.
de la ternura de un amigo delicado que una mañana, antes de
Prima sintió su discípula Gertrudis la Manga junto al estan­ Cuando recibe luz para el conocimiento de Dios y
que. Cf. El Heraldo del Amor divino, lib. II, cp. 3.
34 Ct. 4,13.
se eleva por la contemplación a escrutar los misterios
35 Ct. 8,13. divinos, le asisten los Querubines.
260 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 261

Cuando el alma enciende el fuego de su corazón en “Obraste contra la obediencia y no me prestaste


el amor de Dios, ama a Dios con su mismo amor y a atención, además descuidaste rezar por el alma del
difunto”.
todos los hombre en Dios y por Dios, le acompañan los
Serafines. Ella:
Luego le dice el Señor: “Enséñame amadísimo, qué debo hacer, si en ade­
lante tengo que salir de nuevo”.
“¿Quieres saber lo que significa que el campo tie­
ne ojos? Cuando dos pasean por una llanura pueden Responde:
verse desde lejos. De igual modo, si dos que se aman se “Antes de salir del coro rezad el verso: Enséñame,
divisan a distancia en la campiña, corren al encuentro Señor, tu camino , para cpie siga en tu verdad; que se
más rápidamente. Cuando el ciervo y la cierva se per­ goce mi corazón para que respete tu nombre36 Así sal­
ciben a lo lejos en el campo, se apresuran al encuentro. dréis en mi temor, me tomaréis como compañero de
Así el alma que ama y me desea, se lanza a mi intimi­ camino, como bastón en que os apoyéis. Puestas en
marcha bendeciréis con mi diestra las casas, el camino
dad con más rapidez que lo que cuesta decirlo. Los
y todo lo que encontréis. Todo quedará bendito.
caminantes y peregrinos suelen reparar sus fuerzas en
el campo deteniéndose para comer. También yo ali­ Cuando el hombre se deja llevar de vana alegría
mento frecuentemente al alma que se considera pere­ siente después pesadumbre de corazón; el que perseve­
grina en este mundo, guarda su corazón dilatado, libre ra en mi temor no sentirá tristeza, antes bien, experi­
mentará la verdadera alegría.
de todo lo terreno y de todo impedimento.
Al acercaros al féretro podéis traer a vuestra men­
Los hombres cogen flores en el campo. Yo recojo
te la procesión en la que todos al resucitar con sus cuer­
con gozo los múltiples deseos del alma santa, que la
pos, acudirán a mi encuentro el día del Juicio. Yo iré
adornan como las flores embellecen el campo. Con hacia ellos con inefable gloria y majestad escoltado por
ellas entrelazo una guirnalda, me la ciño a la cabeza, y la multitud de todos los ángeles y santos”.
cuando el alma viene a mí por propia voluntad se la
Rogaréis por el alma del difunto, para que si está
paso a la suya”.
en las penas del purgatorio, se vea pronto libre de ellas;
Dice el alma al Señor: si algún impedimento le aparta de mí, se vea libre de él;
“Señor mío, en qué falté al mirar en torno mío y se una a mí y a mis santos lo antes posible y sea digno
deleitarme contemplando la dilatada campiña?”
Le responde: 36 Sal «5,11.
262 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 263
de la glorificación futura; y así sea presentado a mí ale­
Mis escudillas son los corazones de todos los san­
gre y glorioso, aquel día tremendo.
tos y elegidos que constantemente reciben la desbor­
dante dulzura de mi divino Corazón.
Capítulo XXIII Entonces contempla a la Santísima Virgen de pie
cerca de Dios con toda la multitud de los ángeles y san­
La cocina del Señor
tos. Parecía como si los ángeles sacaran sus corazones
En cierta ocasión recibe un don magnífico de la del pecho a modo de platos de oro y los presentaran a
generosidad divina. Reconoce su propia pequeñez y su Rey y Señor para que los llenase. Cada uno parecía
exclama con humilde sumisión: “¡Oh Rey generoso!, llenarse del torrente de divinos placeres que fluían a
borbotones de la desbordante plenitud del Corazón
un don de tu alta dignidad no me corresponde en mane­
divino. Ese flujo saltaba de nuevo del hontanar del
ra alguna, yo que me considero incluso indigna de
corazón de los santos y volvía lleno de gratitud al
entrar en tu cocina a fregar tus escudillas”.
Corazón del Señor.
Le responde benignamente el Señor:
Le dice el Señor: “Vete en primer lugar al purísimo
“¿Cual es mi cocina y mis escudillas que tú quie­ Corazón de mi virginal Madre, purifícate en él, alaba
res fregar?” con acciones de gracias aquella fidelidad con la que se
Confusa, se estremece al no saber qué responder. mantuvo firmísimamente unida, más aún, fundida a mí,
por encima de las demás criaturas en todas sus obras.
El Señor que suele a veces proponer cuestiones, Bebe además, el agua misma en que te lavaste con los
más para iluminamos que para que le demos respuesta, deseos y ansias de imitarla.
le llenó de alegría con una visión que fue a la vez res­
Lo mismo harás respecto a los corazones de cada
puesta.
uno de los santos: ensalza siempre sus virtudes e imíta­
Le dice, en efecto: “Mi cocina es mi divino Cora­ las en cuanto te sea posible. Así podrás gozar feliz­
zón, como la cocina es la estancia común a la que todos mente de su compañía en la gloria.
tienen acceso, hijos y criados, así está mi Corazón,
siempre abierto a todos y dispuesto a ofrecer a cada uno
lo que le apetezca. El cocinero de esta cocina es el
Espíritu Santo, que derrama su inestimable dulzura y la
llena constantemente con inconmensurable generosi­
dad. Una vez colmada, hace que fluya.
264 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 265

Capítulo XXIV Recapacita el alma cómo podría hacer esto con los
El alma pone su nido en el Corazón de Cristo patriarcas y profetas ya que no habían recibido el
Cuerpo de Cristo en la tierra.
En otra ocasión le dice el Señor después de comul­ Le dice el Señor;
gar: “Yo en ti y tú en mí, inmersa en mi omnipotencia,
como se sumerge el pez en el agua”. “Lo que tuvieron los apóstoles realmente, lo obtu­
vieron los patriarcas y profetas por la fe y la esperanza.
Ella:
Su fruto; por tanto; es tan verdadero como el de los
“¡Ay, Señor mío!, muchas veces sacan los peces apóstoles”.
del agua con redes, ¿qué sería de mí si tal me aconte­
ciera?”
El Señor: Capítulo XXV

“No te podrán sacar de mí. Harás tu nido en mi La Cruz y el vestido de seda del Señor
divino Corazón”.
Arrobada en espíritu se encuentra en una mansión
Ella:
extraordinariamente hermosa. Reconoce que es el mis­
“¿Cual será mi nido?” mo Corazón de Cristo, porque había entrado varias
El Señor: veces en él como se ha dicho más arriba. Se arroja a tie­
“La humildad por todos los dones y gracias que te rra, encuentra una gran cruz sobre el pavimento, y el
he concedido. Te sumergirás siempre en el abismo de la alma se tiende sobre ella. De la cruz sale un agudo dar­
verdadera humildad”. do de oro que le traspasa el alma37. Matilde oye que le
El alma: dice el Señor: “Todo lo terreno no puede dar alegría a
una sola alma; su mayor salvación y gloria se funda en
“Los peces se multiplican en el agua, ¿cuales serán
mis frutos?” las tribulaciones y sufrimientos”.

El Señor:
37 Lo que se dice de santa Teresa de Jesús, que fue traspasada
“Cuando me ofreces a mi Padre celestial para gozo por un Ángel, que era el mismo Cristo, con un dado de amor,
y alabanza de todos los santos, sus alegrías y méritos se había sucedido antes en santa Gertrudis (cf. El Heraldo del
multiplican como si ellos mismos me los ofrecieran amor divino, Lib. 11, c. 5 y lib. V, c.25, y acontece ahora en
Matilde. Esto nos enseña que las tres tenían un nivel de per­
desde la tierra. Esos son tus frutos”. fección parecido.
266 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte_________________________ 267

El alma se llena de tristeza y congoja porque su Capítulo XXVI


Amado solo permite escucharle, no contemplarle. Múltip les sufrim i en los
Mientras le busca con gran deseo, se presenta de pie
ante ella con túnica de seda y escarlata, la toma de la Dios que den-ama abundancia de consuelo y dul­
mano y le habla tiernamente. Al sentir el alma la suavi­ zura en el alma que le ama, multiplica también sus
dad y finura de su túnica comienza a discurrir qué dolores y enfermedades, como comprobamos muchas
podría significar aquello. veces en esta fidelísima alma.

Le dice el Señor: “Como la túnica de seda es sua­ En una ocasión sufrió durante más de un mes fuer­
ve y fina, es también fina y suave toda tribulación y tes dolores de cabeza que no le dejaban conciliar el sue­
sufrimiento del alma que verdaderamente ama a Dios”. ño ni descansar. Perdió también la gracia, la dulzura
acostumbrada y las visitas de Dios. Con frecuencia se
El alma:
lamentaba entre sollozos que no era capaz de tener un
“Esto es verdad al comienzo de las pruebas, cuan­ pensamiento consolador sobre Dios, por ello caía en tal
do el alma está con todos sus fervores, pero cuando los tristeza que a veces llamaba a Dios su amante con
sufrimientos persisten se le hacen muy pesados”. gemidos tan angustiosos que se oían por todo el monas­
Le responde el Señor: “efectivamente. Cuando el terio. Permaneció en esta desolación más de siete días,
vestido de seda se adorna con oro y piedras preciosas, hasta que el benignísimo Señor, siempre cercano a los
no alivia o quita por ello su peso, lo hace más noble y que tienen el corazón atribulado, la inundó de gran con­
valioso. De igual modo el alma fiel no debe rehusar el suelo y dulzura. Frecuentemente yacía postrada como
dolor por más acervo que sea: ennoblece todas sus vir­ muerta con los ojos cerrados desde Maitines a Prima y
tudes, y sus méritos se aumentan hasta el infinito”. desde Prima hasta Nona.
Esta visión fue presagio de la enfermedad que Durante esc tiempo el benignísimo Señor le comu­
presto le sobrevendría durante el Adviento, que siem­ nicaba sus inefables secretos, la llenaba con el gozo y
pre celebraba con la máxima devoción y ardor de san­ la dulzura de su presencia, como ebria; no podía conte­
tos deseos. ner dentro de sí su gracia interna, que había cuidadosa­
mente celado muchos años, se derramaba incluso en los
huéspedes y demás visitantes. Muchos le pedían su
intercesión ante Dios, y ella le exponía los anhelos de
sus corazones como Dios le daba a entender. Muchos
daban gracias a Dios consolados por su intercesión.
268 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 269

Durante esta enfermedad el Señor le arrebató, por Le dice ella: “¿Y yo dónde me quedo?”
la muerte, a su queridísima hermana, la señora Aba­ El Señor: “¿No sabes volar a mi regazo y descan­
desa, de venerable memoria38. Como confesaba ella sar en él como suelen hacer las aves con sus crías?”. Al
misma, el Señor le recompensó infinitamente esta gran punto se siente como avecilla que vuela al regazo del
desolación. Llegó a ver su alma y conocer sus méritos Señor y reposa en él con gran quietud.
cuantas veces lo deseaba39 *.
Dice al Señor:
Seguía quejándose de no poder conciliar el sueño
“Señor clementísimo, pon tu mano sobre mi cabe­
por los dolores de cabeza, mientras algunos pensaban
que deliraba, porque, según ellos, lo que hacía era dor­ za para que pueda dormir”.
mir. Una confidente suya le preguntó qué hacía inmó­ El Señor:
vil con los ojos cerrados. “¿No sabes que las avecillas meten la cabeza bajo
Respondió: sus alas mientras duermen?”
“Mi alma goza de las delicias de la divina fruición Ella:
nadando en la divinidad como el pez en el agua o el ave
“¿Cuales son. Señor mis alas?”
en el aire, sin otra diferencia entre la unión de mi alma
con Dios y la que gozan ya los santos, que ellos disfru­ Responde:
tan con alegría, yo con dolores”. “Tu deseo siempre ardiente es como un ala roja. Tu
Durante su enfermedad sobrevino la Cuaresma y amor siempre vigoroso y en crecimiento, como un ala
decidió permanecer espiritualmente en el desierto con verde. Tu esperanza, como ala dorada, que tiende ince­
el Señor. Una noche cree sentirse con él en el desierto santemente hacia mí”.
y le pregunta dónde quería pasar aquella primera Contempla entonces cómo fluían del Corazón del
noche. El Señor le muestra un árbol de excepcional Señor unas gotas finas que recibía con avidez y le pro­
hennosura pero hueco; se le denominaba árbol de la ducían una dulzura desconocida e inefable. Le parece
humildad. Le dice: “Aquí pasaré la noche. Dicho lo que se acerca san Pedro muy sorprendido al ver que el
cual, el Señor entra en el hueco del árbol”. Señor de la majestad se inclinara con tanta ternura
hacia esa alma.
38 Se refiere a Gertrudis de Hackeborn, abadesa de J lelfta que
había recibido en la vida monástica a nuestra Matilde, a Le dice el Señor: “¿Pedro, de qué te maravillas?
Gertrudis la Magna y a Matilde de Magdeburgo. ¿No sabes que los hijos primogénitos y los benjamines
39 Ver toda la parte sexta. VI. Esta grave enfermedad sobrevino son los más queridos? Vosotros los discípulos, fuisteis
a Matilde el año 1291.
270 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte_____________________________ 271

mis primogénitos con quienes derramé toda mi benig­ De igual modo oraba al Espíritu Santo:
41
“Santifícalas en la verdad , dígnate ser su consolador”.
nidad y encontrasteis en mí todo lo que deseabais”.
En ese momento es arrebatada en espíritu al cielo, Le responde el Espíritu Santo:
contempla al Señor sentado hacia el oriente, a su her­ “Tu gozo es el mío, quiero ser su consolador y
mana la señora Abadesa de feliz memoria, escoltada guardián”.
por todas las hermanas vivas y difuntas de su comuni­
Percibe a continuación una armoniosa melodía que
dad. Cuando la abadesa hacía el más leve movimiento,
de todas las personas a las que había atendido solícita resonaba en lo alto del cielo. Era el ruido de las disci­
en la tierra, brotaba una melodía tan delicada que lle­ plinas42 43 que en ese momento estaban tomando las mon­
naba de alegría a todo el ejército celestial y todas las jas por la salvación de los hombres. Al ruido de los gol­
hermanas de la comunidad volaban hacia ella como pes los ángeles saltaban de gozo batiendo palmas, los
blancas palomas. Luego los angeles santos presentaban demonios huían lejos de las almas que atormentaban,
a Dios todos los méritos de cada una de las hermanas estas quedaban libres de sus penas y se rompían las
para colmo de gozo de la citada Abadesa. Ella oraba cadenas que las oprimían.
por su comunidad: Padre santo, guarda en tu nombre a
las que me diste40
Capítulo XXVII
Le responde el Señor:
El Señor promete a Matilde
“Tu voluntad es la mía, las guardaré en inocencia revestirla de sí mismo
de todo mal.
También rogaba al Hijo diciendo: “Te pido que sean Una noche que no podía descansar por la violencia
uno en ti, como nosotros somos uno41, que unidas en del dolor de cabeza, pedía a Dios le mostrara al menos
todo a la plena voluntad de Dios, sean uno en Él, como un hueco en el que encontrar descanso. Le muestra el
están los santos unidos en todo a Dios en el cielo”. Señor los cuatro agujeros de sus llagas y le invita a
Le responde el Hijo: escoger aquél en el que desea descansar. Ella no quiere
elegir y confía a la divina piedad que le conceda lo que
“Tu deseo es mi deseo; yo en ellas y ellas en mí,
más le complazca. Le muestra la herida de su Corazón
por esta unión realizaré y consolidaré todas sus obras
en mí”.
42 Jn 17,17.
43 Instrumento de penitencia a modo de flagelo que se usaba en
40 Jn 17, 11.
41 Cf.Jn. 17, 11. los monasterios.
272 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 273

y le dice: “Mira, aquí lo tienes, entra y descansa en él”. Capítulo XXVm


Al momento entra gozosa en el Corazón de Dios. Se
Los ángeles dan de beber a todos los santos de
parecía a una casa hermosísima. En el centro estaba el
la fuente de la misericordia
Señor acostado en el lecho, cubierto con una maravi­
llosa colcha verde. A una orden del Señor el alma se Otra noche preguntaba al Señor dónde debía per­
inclina muy contenta para reposar junto a él. Le pare­ noctar.
cía tener tantas almohadas cuantas punzadas de dolor
golpeaban en esos momentos su cabeza. Ella las reco­ Le respondió:
gía una por una y las ponía con inmensa gratitud bajo “Al pie de este monte solitario”. La lleva allí y ve
la cabeza de su Amando mientras le decía: “¡Ojalá, brotar la fuente de la misericordia al pie del monte y un
Dios amantísimo, te dignaras vestirme, a mí miserable, vaso de plata.
el día de Pascua, con atuendos parecidos a la colcha de
Le dice el Señor:”Da de beber de la fuente a todos
tu lecho!”
a tu gusto”.
Le responde el Señor:
Ella:
“Así será, amada mía. Por mí mismo y de mí mis­
“Señor mío, hazlo tú en mi lugar, yo me siento poco
mo quiero prepararte esos atuendos”.
práctica para ello, pues soy frágil y estoy enferma”.
Recapacitaba qué quería decirle el Señor con esto.
En su lugar se acercan los santos angeles a la fuen­
El Señor: te y dan de beber primero a la Virgen María para
“¿No sabes que los gusanos hilan la seda? De mí aumento de su felicidad. Mientras bebía cada trago pro­
está escrito: Soy un gusano, no un hombre44. Con las ducía una resonancia tan delicada en su garganta que
entrañas de mi misericordia tejeré vestidos para ti. Si se todos los ciudadanos de aquella santa Jerusalén goza­
te hacen insoportables, los llevaré contigo. Hasta el ban con redoblada alegría.
presente me has servido con devoción en tus trabajos;
Luego daban de beber a los patriarcas, profetas,
en adelante me servirás solícita en la práctica de las vir­
apóstoles, mártires, confesores, vírgenes, viudas, casa­
tudes con las que te he dado ejemplo”.
F dos y a todos los ciudadanos del cielo. Todos bebían y
cada trago producía maravillosas armonías para gloria
de Dios como las de la Virgen María.
También daban de beber de dicha fuente de mise­
44 Sal 21,7. ricordia a la Iglesia militante: Primero al Señor
274 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 275

Pontífice, cardenales, arzobispos, obispos y todos los buscará nada bueno para sí que no redunde en alaban­
religiosos. A continuación al emperador, reyes, prínci­ za de Dios. Todo lo que le suceda, alegre o doloroso,
pes, y a todos los jueces y directores de almas. tenga por seguro que le ha sido concedido por el gran
Finalmente, a todos los moradores de la tierra. Los amor de Dios. Así devuelvan a su origen todos los
ángeles ofrecían también la fuente de la misericordia a dones de Dios, dándole gracias unidos al agradeci­
las almas del purgatorio en nombre de la amante de miento de Jesucristo, como si vinieran de su Corazón
Cristo. santísimo.
Todos bebían de la misma fuente pero no todos
experimentaban el murmullo y dulzura que sentía la
Iglesia triunfante. Finalmente, atendiendo a las súplicas
La confesión
de su sierva, el Señor daba benignamente a beber de su Otra vez contempló a nuestro Señor Jesucristo
Corazón una bebida sabrosa, presentada en pequeños senado a la derecha de la Majestad en el cielo.
vasos, a todas las personas mencionadas tanto de la Realizaba la purificación de los pecados. Cuando las
Iglesia militante cuanto de la triunfante. hermanas se acercaban a la confesión con espíritu
humilde y corazón contrito, el Señor Jesús abrazaba a
cada una con su diestra y aniquilaba en sí todos sus
Capítulo XXIX pecados tan totalmente como si nunca hubieran existi­
La fuente de la misericordia do. Así purificadas, las presentaba todas al Padre celes­
tial. Este las miraba con benevolencia y decía a cada
La noche siguiente es conducida de nuevo en espí­ una con ternura: “Te ha acogido la diestra de mi Justo
ritu a la referida fuente de la misericordia, contempla con total reconciliación”.
cómo salta de la fuente un gran surtidor de humilde
agradecimiento que pasa por el Corazón purísimo de
Capítulo XXX
Jesucristo y revierte de nuevo a la fuente. Su sentido
correcto es el siguiente: los dones de Dios son múlti­ El Señor cura su enfermedad
ples, no todos los hombres reciben la misma gracia,
Pasados cuarenta días enferma con continuos dolo­
hay gracias diferentes. Cada uno debe cuidar con dili­
res de cabeza, le pareció encontrarse de nuevo con el
gencia el don que Dios le ha dado y devolverlo a el con
Señor en un campo florido y le dice: “Muy Amado mío,
gratitud, considerándose indigno de tal gracia y de la
dame tu bendición como lo hiciste en otro tiempo con
misma vida. Se tendrá siempre por poca cosa y dirá: me tu siervo Jacob”. Él, cariñoso, la bendice y le dice:
siento muy por debajo de todas tus misericordias. No “Queda sana en cuerpo y alma. Al momento siente que
276 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 277

se le amortigua el dolor. Llena de inmenso gozo ruega momento, exceptuados la Vigilia y el día de la
a la Virgen y a todos los santos que alaben al Amado de Natividad del Señor, no había asistido al coro debido a
su alma por tan grande beneficio. Comienza la Virgen los continuos achaques de la enfermedad.
bienaventurada, y todos prorrumpen en alabanzas a Recapacita, sin embargo, obligada por la fidelidad
Dios, por esa alma y todos los beneficios que le ha con­ que siempre había guardado al Señor y le dice:
cedido. “¡Dulcísimo y amantísimo de mi alma! Aunque pudie­
Desde entonces comenzó a experimentar mejoría, ra recuperar la fortaleza y salud que nunca he tenido,
aunque no completa, porque apenas se sintió con algu­ no lo desearía de ninguna manera. Sólo te pido que
nas fuerzas, se entregó con tal celo a los ejercicios espi­ jamás me oponga a tu voluntad, que quiera juntamente
rituales que su cuerpo no podía resistir. contigo todo lo que quieras realizar en mí, sea próspe­
ro o adverso.
Siente al punto cómo la abraza el Señor con su
Capítulo XXXI
derecha y reclina su cabeza sobre el pecho de ella
Poder del amor mientras le dice: “Puesto que quieres lo que yo quiero,
tendré siempre tu alma en mi regazo, llevaré en mi inti­
En otra ocasión reflexionaba dentro de sí durante
midad el dolor de tu cabeza y lo santificaré con mis
la acción de gracias, en el poder del amor divino que
sufrimientos”.
había arrebatado a Cristo del seno del Padre y lo abajó
hasta el seno de la Madre. Podrían escribirse muchas más cosas que el Señor
hizo con ella en esta enfermedad45. Lo omitimos por­
El Señor le dice: que su relato muchas veces interrumpido o comunica­
“Me entrego en poder de tu alma, para ser tu escla­ do a medias no podía comunicar lo más importante,
vo y me mandes lo que quieras. Estaré a merced de tu como ella misma confesaba. Decía, en efecto: “Todo lo
voluntad como un esclavo que no tiene otro poder que el que os digo es como un soplo, en relación con lo que
que le ordene su señor, estoy en todo a tu disposición”. no me es posible expresar con palabras”.
Ella recibe con inmensa gratitud estas palabras de A veces hablaba con voz tan tenue, que nos era
tanta condescendencia y recapacita en su interior qué difícil entender bien lo que decía. Por ello no pudimos
cosa importante podía pedir a la bondad del Señor.
Advierte en el corazón que su deseo más profundo era 45 Esta enfermedad le duró desde el Adviento de 1290 a la
recuperar la salud, al aproximarse ya la solemnidad de Pascua de 1291. En ese tiempo murió su hermana, la abadesa
la Pascua. Desde el Adviento del Señor hasta este Gertrudis.
278 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 279

copiar nada de esas cosas, excepto lo que prestando a tu dignísima Madre, y me fuera posible homenajear­
gran atención escuchábamos y hemos podido conservar la con tus dones regios, de manera que nunca reina
para gloria de Dios y utilidad de los prójimos46. alguna recibió distinción tan grande!” Hace el Señor un
signo a dos ángeles como para indicar que le traigan
Capítulo XXX11 algo. Parten y traen ante el Señor una bolsita blanca
que contenía las buenas obras de Matilde. El Señor
El abrazo y el Corazón (leí Señor deposita en ella entre otros regalos, una cruz de oro,
Un día se quejaba al Señor durante su enfermedad que significaba los sufrimientos de aquella alma. Toma
de no poder ir al coro ni realizar otras buenas obras. Le también de la bolsita una hermosa azucena y la coloca
pareció que el Señor se reclinaba en el lecho junto a en su pecho a modo de joya.
ella abrazándola con la izquierda de manera que la Complacida el alma por estos presentes dice al
herida de su tierno Corazón se unía al corazón de ella. Señor: ‘¡Ay mi entrañable Amado! ¡Ojalá pudiera hacer
Le dice el Señor: “Cuando estás enferma te envuel­ de mi corazón la joya más preciosa y digna para ti!”
vo con mi izquierda; si estas sana te abrazo con mi Le responde el Señor:
derecha. Has de saber que al ser abrazada con mi
La perla mas deleitable y más querida para mí,
izquierda mi Corazón está mucho más cercano al
que me puedes ofrecer; es hacer de tu corazón una cel­
tuyo”.
dilla en la que more y goce sin término. La celdilla ten­
drá una sola ventana, a través de ella hablaré y distri­
Capítulo XXXIII buiré mis regalos a los hombres”.

Matilde presenta su corazón a Dios Comprendió que esta ventana era su boca, a través
para (pie ponga en él su inorada de la cual debía comunicar la palabra de Dios a los que
acudían a ella mediante la enseñanza y el consuelo.
Un sábado que se entonaba el canto de entrada:
Salve, santa Madre de Dios, dijo al Señor:”;Si pudiera Capítulo XXXIV
ahora, Dios amantísimo, rendir alabanzas con tu amor Dios comunica sus sentidos al alma
para (pie haga uso de ellos
46 Maravilloso testimonio de sus hermanas, posiblemente de
Gertrudis la Magna, que recogían con avidez todas las pala­ En cierta ocasión pedía al Señor le concediera algo
bras que salían la boca de Matilde, su amada maestra y for- que le ayudara a mantener de manera pennanente el
madora, por la que sentían gran admiración. recuerdo de Dios.
280 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 281

Para complacerla le dice el Señor: Cuanto más te humillas por debajo de toda criatu­
“Mira, te doy mis ojos para que todo lo veas con ra por el desprecio de ti misma, más profundamente te
ellos; mis oídos para que a través de ellos comprendas sumerges en mí, y eres inundada con mayor dulzura e
todo lo que oigas; también mi boca, para que todo lo intimidad en el torrente de mis delicias”.
que digas cuando hablas, rezas o cantas, lo hagas a tra­
vés de ella. Capítulo XXXV
Te concedo finalmente, mi Corazón, para que pase Dios llama al alma hacia sí.
por él todo lo que pienses, y me ames a mí y todo lo Las diez cuerdas del amor y del salterio
demás por mí”.
En cierta ocasión se sentía conmovida desde lo
Con estas palabras entró Dios completamente en
más profundo de su ser hacia el Amado de su alma. Él,
aquella alma y la unió de tal manera a sí. que le pare­ que no solo escucha el deseo del pobre, sino que se dig­
cía ver con los ojos de Dios, oír con sus oídos y hablar na adelantarse al mismo, se dirige a ella con voz alta y
por su boca, con la sensación de no tener otro corazón dulcísima: Amada mía, ven a mí. La voz del Señor era
que el de Dios. tan sonora que resonó en todo el cielo y su vibración
En adelante se le concedió sentir esto muchas llegó a todos sus rincones. Comprendió que “rincones”
veces. significaba todas las almas del cielo que a la voz del
Señor saltaban de júbilo.
Llamada así el alma, acude inmediatamente ante su
El hombre elevado a la inaccesible cumbre de la Amado sentado en un trono elevado y maravilloso. Las
majestad divina columnas delanteras eran de ámbar, sus capiteles de
Luego le dijo el Señor: esmeralda y las basas de zafiro.
“Cuanto más te alejas de las criaturas por el des­ La esmeralda simboliza el fresco verdor de la eter­
precio de sus deleites, tanto más te elevas hacia la inal­ nidad, el zafiro la excelencia de la dignidad divina. El
canzable altura de mi majestad. Amor como hermosísima virgen rodeaba el trono can­
tando: Sola di ¡a vuelta al cielo*1. Reconoció en estas
Cuanto más te derramas en las criaturas por el palabras que sólo el Amor había doblegado la omnipo­
amor, con tu corazón dilatado hacia todos en compa­ tencia de la majestad divina, había como sacado de sí
sión y misericordia, más estrecha y tiernamente eres
acogida por mi incomprensible largura. 47
Si 24, 8.
Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 283
282
muchedumbre de los santos. La cuerda décima es el
su inescrutable sabiduría, derramado hacia fuera su ter­
mismo Señor, Rey de los ángeles y santificador de
nura, superado por completo el rigor de la justicia divi­
todos los Santos.
na que se transforma en mansedumbre, e inclina al
Señor de la majestad, para que venga en auxilio de El alma se postra ante el Señor, hace vibrar suave­
nuestra miseria. mente la primera cuerda y le alaba diciendo: A ti, Dios
Padre no engendrado5®', la segunda: A ti Hijo unigéni­
En las palabras: Me paseé sobre las olas del matM,
to; la tercera: A ti Espíritu Santo Consolador; la cuar­
entendió se referían a cuantos, primero bajo la Ley y
ta: Trinidad santa e indivisa; la quinta: Te proclama­
después bajo la Ley y la gracia, se mantienen fielmen­
mos con todo el corazón y los labios; la sexta: Te ala­
te unidos al amor de Dios en las penalidades, y vencen
bamos; la séptima: Te bendecimos; la octava: A ti la
por amor las contradicciones y los vicios.
gloria; la novena: Por todos los siglos. Al pulsar la
El Amor cantaba de nuevo: Le escucho en torno al décima cuerda no podía cantar porque todavía no había
trono, etc. En esto comprendió que los santos cantan alcanzado las cumbres de Dios.
jubilosos las grandes maravillas que Dios obró en ellos:
Después contempló en el pecho del Señor un espe­
la inescrutable sabiduría que los escogió; la inmensa
jo brillantísimo. En él había un rostro humano como la
gratuidad que los justificó y con su gracia los hizo dig­
luna. Se preguntaba maravillada qué podría significar.
nos de sí; la fuerza y poder de su amor que los libró de
toda miseria y transformó no sólo lo bueno, sino todo Le dice el Señor: “Se te explicará”.
lo malo que había en ellos para su bien y su salvación. Por los ojos comprende que sólo Dios es la sabi­
Dios recibe complacido toda esa alabanza de sus san­ duría eterna que lo conoce todo en el cielo y en la tie­
tos, como si no fuera don de él, sino fruto de ellos. Sin rra. Se conoce a sí mismo de modo perfecto y lucidísi­
embargo, sólo a él dan gloria. mo, y ninguna criatura puede abarcarle.
Le parecía ver también al Amor a la derecha de Le pregunta el Señor: “¿Quién te ha enseñado
Dios. De su corazón salía un instrumento melodioso esto?”
dirigido hacia esta virgen. Era un salterio de diez cuer­ Ella:
das como se canta en el salmo: Tocaré en su honor el
“Tú, Señor, dador de todos los bienes, que enseñas
arpa de diez cuerdas49. Nueve cuerdas significaban los
toda ciencia a los hombres y les inspiras toda sabiduría”.
nueve coros de los ángeles, entre las que se clasifica la

50
48
Antífona para el Magníficat en las II Vísperas de la Sma.
Si 24, 8. Trinidad.
49 Sal 32, 2.
284 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte
285
Por la boca [de aquel rostro humano] entiende que
deseos de que todos los seres del cielo y de la tierra lle­
Dios es inmenso e inabarcable en su omnipotencia; las
garan a participar de esa gracia de Dios.
criaturas todas del cielo y de la tierra no son capaces de
rendirle una alabanza plena; sólo él puede alabarse a si Luego toma la mano del Señor y forma sobre ella
mismo de manera satisfactoria; sólo él comprende ple­ una cruz tan grande que le parecía cubrir el cielo y la
namente la hondura del amor que se entrega al alma que tierra. Por ella crecía el gozo de los bienaventurados, se
le ama. Todos los días se ofrece en el altar corno vícti­ otorgaba el perdón a los pecadores, consuelo a los afli­
gidos, fortaleza y perseverancia a los justos, la expia­
ma a Dios Padre para la salvación de los fieles. No son
ción y liberación de los tormentos a las almas del pur­
capaces de escudriñar este misterio ni los Querubines, gatorio.
ni los Serafines ni todas las Potencias del cielo.
Le pregunta el Señor: “¿Quien te ha enseñado estas
cosas?” (lapít tilo XXXVI
Ella: El hombre debe confiar a Dios sus sufrimientos.
Bondad del Corazón de Dios.
“Solo tú que eres el mejor de los maestros, autor de Cómo acoge Dios a las vírgenes.
toda bondad, luz verdadera que ilumina a todo hombre
que viene a este mundo”51. Una vez se creía inútil por la enfermedad y pensa­
ba que sus sufrimientos no tenían valor alguno.
Se reclina el alma sobre el pecho de su enamorado
Señor. Él la enaltece con todas sus potencias, sentidos Le dice el Señor: “Pon todos tus sufrimientos en
y movimientos, por sí mismo y en lo más hondo de sí. mi Corazón y yo les daré un valor que jamás pudo
Cuanto más la enaltecía adhiriéndose a ella, más desfa­ alcanzar sufrimiento alguno. Como la divinidad asu­
mió todos los tormentos de mi humanidad y los unió a
llecía ella y se reducía a la nada, como se derrite la cera
sí, trasladaré a mi divinidad todas tus penas, las uniré a
ante el fuego. Se derretía y derramaba en Dios dulce­
mi pasión y te comunicaré aquella gloria que Dios
mente unida a él, que la estrechaba a sí con estrechos Padre otorgó a mi humanidad glorificada por todos los
lazos de unión inseparablemente apretados52. Ardía en tormentos que soportó. Confía cada una de tus penali­
dades al Amor diciendo: Oh Amor, te los confío con
51 Cf. Jn. 1, 9. aquella intención que me concediste al enviármelos
52 El texto original balbucea un apretado grupo de términos desde el Corazón de Dios, te ruego que, una vez trans­
como queriendo expresar la experiencia de una inefable unión formados, los vuelvas a su origen con infinito agrade­
con el Amado, para la que no encuentra palabras adecuadas. cimiento.
286 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte
287

Deseas alabarme, [le dice el Señor], pero te lo El Señor:


impiden los achaques. Ruega a Dios Padre que le alabe
“¿Cómo pretendes alcanzar lo más grande, cuando
y bendiga por tus dolores con aquella alabanza que le
no puedes llegar ni a lo mínimo en esta vida? No obs­
glorifiqué con mis tormentos en la cruz, con aquella
tante, te enseñaré algo: Dios mi Padre ama tanto a cada
gratitud que le rendí acciones de gracias porque quiso
que sufriera todo aquello por la salvación del mundo, una de las vírgenes y espera su llegada con un gozo
por el amor con que gozosa y voluntariamente acepté mayor que el que tuvo rey alguno por la esposa de su
los dolores. hijo de la que espera un gran heredero. Apenas se oye­
ron estas palabras en el cielo, llega la virgen, se con­
A la manera que mi pasión produjo frutos en el cie­
lo y en la tierra, de igual modo, tus dolores y cualquier mueve toda la majestad de los cielos, y cuando ella
tribulación ofrecidos por mi mediación y unidos a mi entra, todos prorrumpen en una gran aclamación a su
pasión producirán tantos frutos que cada uno otorgará paso. Transportados de gozo todos los santos la alaban
gloria a los elegidos en el cielo, mérito a los justos, per­ jubilosos: ¡Qué hermosos tus pies!, etc53 Yo mismo me
dón a los pecadores y alivio a las almas del purgatorio. levanto y me apresuro a salir a su encuentro llamándo­
¿Existe algo que no pueda mejorar mi divino la: Ven amiga mía, esposa mía, ven y serás coronada54
Corazón? Todo el bien que hay en el cielo y en la tierra Mi voz es tan sonora que llena el cielo, penetra los
ha brotado de la bondad de mi Corazón. Muestra a espíritus de todos los ángeles y santos como órganos
[Matilde] las jerarquías de todos los santos, su inesti­ armoniosos que hacen vibrar el eco de mi voz.
mable gloria y dignidad, y le dice: Mira cuanta bondad Al llegar a mi presencia, se mira en mis ojos y yo
ha producido mi Corazón en los profetas, los apóstoles en los suyos como en un espejo, nos contemplamos
y cada uno de los santos, con qué perfección llevé a mutuamente con inefable complacencia. La estrecho
plenitud todas sus obras, cómo las premié desbordando contra mí con un abrazo tan enamorado que me fundo
todos sus merecimientos”.
y traspaso a ella con toda mi divinidad, de manera que
Mientras contemplaba maravillada con inmenso a cualquier lado que se vuelva parece como si estuvie­
gozo la gloria de cada uno de los santos, ve también a ra en mí con todos sus miembros. A su vez la introduz­
las vírgenes, siente una complacencia especial por su co tan hondamente en mí, que tiene la impresión de
belleza y júbilo, y dice al Señor: sentirse en todos los miembros de mi ser. Además me
“Ah, Señor, tú que has concedido a las vírgenes un
amor tan gratuito, dime, por favor, qué es lo que más te 53 Ct 7, 2.
deleita en ellas”. 54 Cf. Ct 4, 8.
288 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 289

constituyo en su corona, y la corono con toda dignidad “Ah, Señor, si es así, dime te suplico, ¿quiénes son
como mi legítima esposa. esas vírgenes tan puras a las que amas más que a todos
los demás?”
El Espíritu Santo la inunda con la afluencia de su
El Señor:
dulzura y bondad y la empapa como pedazo de pan
sumergido en vino generoso. De esta manera se hace “Las que nunca se mancillaron ni en deseo ni en
amable y atractiva a todos los moradores del cielo. intención de perder la virginidad”.
Ella:
“¿Qué deben hacer las que descuidaron esto?”
Capítulo XXXVII
El Señor:
Quienes son las vírgenes puras y auténticas
“Purificarse mediente la penitencia y la confesión,
En cierta ocasión daba gracias a Dios por los dones asi serán admitidas con gozo y alegría entre las vírge­
que le había concedido. nes verdaderas, pero no experimentarán las íntimas y
desbordantes delicias que el torrente de mi divinidad
El Señor le dice: derrama sobre aquellas.
“Darás gracias en primer lugar por todo lo que
concedí a mi Madre y a los ángeles”. [Matilde] lo hace
Capítulo XXXVIII
al punto, y le da gracias por haberla escogido desde
toda la eternidad entre las demás criaturas, por prepa­ Las arras (le las vírgenes
rarla para ser su Madre santísima, por santificarla des­ En otra ocasión se le apareció la Reina de las vír­
de el seno materno, por haberla guardado en su infan­ genes envuelta en un manto de oro e incrustadas en él
cia y adolescencia libre de todo pecado y por haber sido unas palomas rojas mirándose de frente. En sus picos
la primera en hacer voto de castidad perfecta, bajo la tenían un lirio fresco. El manto de oro, pensaba, signi­
inspiración del Espíritu Santo. fica el ardentísimo amor de Dios que inflamaba a la
Santísima Virgen María por encima de todas las demás
Le responde el Señor:
criaturas. Las palomas rojas, su invencible paciencia,
“Nada amo tanto en el cielo y en la tierra como la mansa como la paloma, que mostró en toda adversi­
pureza virginal”. dad. El lirio, el noble y agradable fruto de sus obras y
Ella: virtudes.
290 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 291

Llevaba un ceñidor de oro del que pendían anillas


“Mira, me he vestido con tus padecimientos. El
también de oro, entrelazadas con cadenillas, de ellas ceñidor significa que te verás envuelta en sufrimientos
pendían rubíes. Las anillas significaban arras de espo­ hasta las rodillas. Pero yo asumiré íntimamente tus
sas de todas las vírgenes, unidas a Dios por el voto de dolores y los sufriré dentro de ti misma. Así ofreceré
castidad. Estaban ceñidas a la cintura de la Madre del todas tus penas unidas a mi Pasión, para íntima com­
Señor, porque la benignísima Virgen custodiaba con placencia de Dios Padre. Estaré unido a ti hasta tu últi­
maternal solicitud las arras de todas las vírgenes que mo suspiro, que lo realizarás descansando para siempre
tiernamente la servían por amor a su Hijo. Ella entre­ en mi Corazón. Recibiré tu alma en mí con amor tan
gaba a cada virgen su arra a la hora de la muerte para entrañable, que será la admiración y el gozo de toda la
presentarla inmaculada ante la presencia del Señor. corte celestial”.
Los rubíes significan que es el mismo Rey de la
Gloria, nuestro Señor Jesucristo, esposo de las vírge­ Capítulo XL
nes, quien embellece los rubíes de las vírgenes santas
Cómo actúa Dios en el alma
con su propia sangre. Las perlas en suspensión signifi­
can que no se reconoce mérito alguno a la virtud si no Estando enferma recibe la comunión y dice al
va acompañada con la práctica de las buenas obras. Señor:
“¡Ay, dulcísimo Dios mío! ¿Cómo me he atrevido
Capítulo XXXIX a pedirte hace un momento que vinieras a mi alma sin
haberme preparado con la oración y las buenas obras?”
Cristo se reviste con los padecimientos del
alma y los ofrece al Padre unidos a su Pasión Le contesta el Señor:
“Mi Padre sigue actuando y yo también actúo55.
Aquejada por fuertes dolores de una enfermedad, Mi Padre con su poder realiza en ti una obra que no
se le presenta nuestro Señor Jesucristo vestido de blan­ puedes tú con tus fuerzas. Yo con mi sabiduría divina
co, con un ceñidor de seda verde engarzado con escu- realizo también en ti una obra que desborda tus senti­
ditos de oro, que pendía hasta las rodillas. dos. El Espíritu Santo igualmente realiza en ti con su
inmensa bondad una obra que no eres capaz aún de
Maravillada, desea saber qué se le quería decir con
saborearla o sentirla”.
ello.
El Señor:
292 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 293

Capítulo XLI En primer lugar, presentando al Señor con exacti­


Jesucristo acepta como hecho a sí mismo tud todo lo que le ha confiado el alma.
todo el bien que se hace a Matilde Luego, guardando con diligencia en el archivo del
Corazón divino cuanto se le ha encomendado, para
Se apenaba por verse obligada a aceptar la ayuda devolverlo al alma, enriquecido y aumentado, a la hora
de los demás con temor de que se le prestaran más aten­ de partir de este mundo.
ciones que las que necesitaba, y se dirige al Señor
Finalmente, sirviendo al alma con toda perfección
lamentándose de ello.
en sus trabajos y tribulaciones: colabora con ella en el
Le responde el Señor: bien y la protege contra el mal.
“No temas ni te turbes, todo lo que sufres lo siento Así, cuando uno se siente sin fervor, enfriado en el
yo en ti, y todas las atenciones que te muestran los amor, lejos de Dios, llame al Amor, confíese a él y pida
demás, me las hacen a mí56. Yo les recompenso gene­ se digne alcanzarle la gracia o el deseo de la devoción.
rosamente como si me las hicieran directamente a mí. Confíe de igual modo a su custodia todo el bien que
A todos los que piadosamente te acompañen en el haga, para recibirlo después mejorado. Llame al Amor
momento de tu muerte, se lo premiaré agradecido como en todo trabajo y ansiedad. Si él está presente, no se
si me acompañasen condolidos en mi propia pasión. Lo siente el trabajo ni el desaliento en la adversidad.
mismo los que asistan con piedad a tu funeral”.
Oraba de modo especial por su enfermera y con­ Capítulo XL1I
templa al Señor junto a sí. Tenía una faja llena de ani­ El trono de Dios.
llos de oro que se la muestra diciendo: “Mira, son todos Eos nueve coros de los ángeles. Cuatro besos
los pasos que ha dado [tu enfermera] en servicio tuyo,
los tendré siempre ante mí con todo lo demás que hizo Mientras se escribía este libro sin que lo supiera la
por ti, para eterno recuerdo”. persona a la que se refiere el relato57, ella58 oye duran­
te la Misa una voz que pronuncia el nombre de la con-
El Señor confía [Matilde] al Amor para que cuide
de ella y la asista en sus enfermedades. Ella piensa que
57 Véase Gertrudis la Magna, El Heraldo del amor divino,
el Amor la sirve con gran provecho de tres maneras:
lib. V, c.27. Esta confidente de Matilde es santa Gertrudis la
Magna. El presente texto es un argumento más a favor de que
56
Matilde no escribió su obra, sino sus hermanas del monaste­
Ver Gertrudis la Magna, Heraldo del Amor divino, lib 1, rio y sobre todo Gertrudis la Magna.
c.12 hacia el final. 58 Se refiere a Matilde
294 Libro de la Gracia Especial
Segunda Parte 295

fidente de sus secretos59 y le dice: ¿Qué premio te pare­ Contempló también cómo salían del Corazón de
ce recibirá por escribirlo? [Matilde] se asombra, y estu­
Dios nueve rayos de luz que se dirigían hacia cada uno
pefacta quiere saber si su confidente ponía por escrito
de los coros, cada coro ofrecía a los demás el resplan­
lo que acostumbraba a contarle. No queriendo confe­
dor de su rayo.
sarlo, trataba de excusarse como podía, y le pide se lo
pregunte al Señor. Un rayo inflamado de amor salía directamente de
Dios, iluminaba el coro de los Serafines y luego se
Al día siguiente después de saludar a la Santísima
Virgen al terminar el Oficio: Salve, Santa Madre de adentraba en todos los coros restantes. De este modo
Dios, le dice el Señor: Calla, recibe y goza de lo que te cada uno comunicaba a los demás coros el resplandor
comunico. Ella se mantiene a la expectativa e insiste en que recibía directamente de Dios.
preguntar. Su corazón la reprende y le recuerda: La El alma se arroja a los pies del Señor y le saluda
obediencia vale más que los sacrificios60 61, cuado se desde lo más profundo de su corazón.
atreve a seguir indagando. Vienen entonces dos ángeles Le dice el Señor:
y la elevan a lo alto, pero ella se siente indigna de tan
gran don de Dios. “Mira, te doy mi paz para que nada pueda turbarte
y separarte de mí”
Le dicen los ángeles: Olvida tu pueblo y la casa
paternff Con ello comprendió que cuando Dios se Le embarga profunda tristeza hasta el punto de no
digna elevar un alma a íntima contemplación, debe poder llegar durante una semana hasta el Señor en la
olvidarse de si misma y de sus pecados para entregarse íntima paz del corazón. Recuerda la voz que escuchó el
a Dios con mayor libertad y unirse con mayor limpieza día anterior, y pregunta al Señor si su confidente real­
a lo que se le comunica. La toman los ángeles y la con­ mente había escrito algo, o qué le quería comunicar
ducen a una mansión amplia y hermosa. Entra en ella y aquella voz.
contempla los nueve coros angélicos admirablemente El Señor:
dispuestos y ordenados unos sobre otros a modo de una
“No temas ni te turbes, déjala hacer lo que hace, yo
bóveda. En lo más elevado sobresalía por encima del
seré su colaborador y ayuda”.
coro de los Serafines, el trono de Dios y de la Santísima
Virgen. Pide al Señor le enseñe cómo saludar a la
Santísima Virgen.
59 Esta confidente es Gertrudis la Magna
El Señor le muestra su Corazón y le dice: Aquí
60 ISm 15,22. aprenderás a saludar a mi Madre. Al punto vuela el
61 Sal 44, 11. alma como una avecilla hacia el costado del Señor,
296 Libro de la Gracia Especial Segunda Parte 297

toma una especie de granos blancos corno la nieve que Al finalizar la Misa el Señor estampó cuatro besos
fluyen del Corazón divino y los deposita en el corazón en el alma como una bendición, para garantizarle con
de la bienaventurada Virgen. Cada uno de los granos dulces palabras, que jamás podrían separarla de él.
revelaba uno gozo particular de la misma Virgen
Santísima.
Capítulo XLIII
Durante el rezo de la oración Secreta presenta a la
Virgen dichosa la felicidad que experimenta en su ínti­ Título y utilidad de este libro
ma unión con Dios, superior a la de toda otra criatura.
Entonces se inclinan mutuamente el Señor y la Como se ha dicho, este libro se escribió casi por
Santísima Virgen el uno hacia el otro, en un prolonga­ completo ignorándolo esta sierva de Dios. Cuando
do beso. alguien se lo notificó fue tal su tristeza, que no encon­
traba manera de consolarse.
Dice el Señor al alma:
Se refugia en el Señor como acostumbraba y le
“Este beso será perpetuamente tuyo y de todos los
expone confiadamente su pena. Inmediatamente se le
que saludan a mi Madre o a mí por nuestra mutua
presenta el Señor. Con su derecha sostiene este libro
unión. Permanecerán unidos a mí con una unión inse­
sobre su Corazón, la besa y le dice: Todo lo escrito en
parable”.
este libro ha brotado de mi Corazón y refluye hacia él.
Deseaba saber dónde se encontraba en esos Toma el Señor el libro y lo cuelga al cuello del alma
momentos el alma de la bienaventurada hermana M.62 , sobre su hombro. Con ello comprende que no debe pre­
y la contempla entre el coro de los Serafines como un ocuparse del libro como si no fuera suyo, pues había
ave que revolotea en presencia del Señor, para signifi­
sido escrito por providencia de Dios, no por sus cono­
car que mientras vivía en este mundo fue dotada de un
cimientos previos.
conocimiento superior a los demás. Vio también el
alma de su amiga M. que formaba como un solo espí­ Pregunta al Señor si debe abstenerse en adelante de
ritu en Cristo con la hermana M. Estaba un poco más comunicar a los demás las gracias que recibe.
abajo pero tan próxima que se estrechaban la mano. El Señor responde:
“■Déjame actuar según la largueza de mi generoso
62 Se trata de Matilde de Magdeburgo, autora del libro: Im luz Corazón, déjame actuar según mi bondad, no según la
divina que ilumina los corazones. Publicado en esta
Biblioteca Cisterciense, n. 17 el 2004. Ver también aquí la tuya”.
parte 5a cap. 3, y el Heraldo del Amor divino de Gertrudis la
Magna , lib. 5 cap. 7. Replica ella:
298 Libro de la Gracia Especial

“¿Qué va a ser de este libro cuando yo muera?


¿Qué utilidad se seguirá de él?”
El Señor:
“Todos los que me buscan con sincero corazón se
regocijarán en él, los que me amán se encenderán más
en mi amor, los tristes encontrarán en él consuelo”.
Insiste el alma y pregunta al Señor cual sería el Tercera Parte
título del libro
El Señor:
Capítulo I
“Se llamará Libro de la Gracia Especial”.
Desde entonces llegó a conocer tan perfectamente
Un anillo con siete piedras preciosas
este libro, que nunca llegaron a ver sus ojos corporales, Cierto día que la virgen de Cristo no experimenta­
que describe a su confidente su volumen, su forma de ba la presencia del Amado que tanto deseaba, cree sen­
encuademación en piel y hasta el estuche de cuero en tir al Señor presente, su Corazón abierto a modo de
el que se debía guardar. puerta, y entra en él como en una gran mansión que
Todo lo escrito en él es muy poco en relación con tenía el pavimento de oro. La mansión era redonda,
las cosas que se han silenciado. Puedo afirmar con toda símbolo de la eternidad de Dios. El Señor estaba en el
seguridad, que frecuentemente se le revelaban muchas centro y el alma junto a él en mutuo coloquio.
cosas que de ninguna manera quería manifestar. Lo que
Mientras se cantaba: A ti se te cumplen los votos en
estimaba podía ser de utilidad e instructivo, lo revelaba
JerusalérA, pensaba: ¡cuántos votos habían ofrecido los
para gloria de Dios. Sin embargo, al comunicar esas
santos al Señor en este mundo! La Santísima Virgen y
cosas omitía muchísimas veces las confidencias amo­
todas las vírgenes, su castidad; los mártires, su sangre
rosas de su Amado. En ocasiones era tan espiritual [y
preciosa; y los demás santos, trabajos y obras de piedad.
divino] lo que veía que no encontraba manera posible
de expresarlo en palabras. Lamentaba que ella no tuviera nada que poder
ofrecer al Señor. Contempla entonces a la Santísima

Sal 64,2. Se cantaba como versículo en el Canto de entrada de


las misas de difuntos hasta la reforma litúrgica del Concilio
Vaticano 11.
300 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 301

Virgen a su derecha que le ofrece un anillo de oro. Al En la 3a, trae a la memoria la ternura de mi amor
punto [Matilde] se lo entrega al Señor. Él lo recibe humilde, cuando me incliné al beso de esposa que me
complacido y lo pone en su dedo. Con gran deseo dice dio Judas al acercarse a mí. Mi corazón sintió un amor
para sí: “¡Si fuera posible que él me diera su anillo, en tan fuerte al recibir este beso, que si se arrepintiera en
señal de desposorio!” Pero consideraba suficiente si el aquel beso hubiera acogido su alma como una esposa.
Señor se dignaba darle un dolor en el dedo anular, En aquel momento uní a mí a todos los que estaban
destinados desde la eternidad a ser mis esposas.
soportarlo toda su vida, como memorial de haber sido
desposada con Jesucristo. En la 4a, recuerda con qué ternura de esposa escu­
charon mis oídos cantos nupciales, cuando estaba ante
Le dice el Señor:
los jueces y se levantaron contra mí tantos testigos falsos
“Te doy para recuerdo, un anillo con siete piedras
En la 5a, trae a la memoria cómo me engalané por
engastadas en siete falanges de tus dedos.
tu amor al cambiar los vestidos: blanco, púrpura, escar­
En la Ia falange recuerda el amor divino que me lata con la corona de espinas como guirnalda de rosas.
hizo descender del seno del Padre y me obligó a servir Recuerda en la 6a cómo te abracé al ser atado a la
durante treinta y tres años con muchas tribulaciones columna. En ella fui por tu amor, el blanco de los dar­
para buscarte. Al acercarse el momento de los desposo­ dos de tus enemigos.
rios fui vendido por el amor de mi propio Corazón,
En la 7a recuerda que ascendí al tálamo de la cruz.
para pagar el banquete, y me entregué como pan, carne
Como los esposos confían sus vestidos a los comedian­
y bebida. En aquel banquete fui yo mismo cítara y tes, entregué yo mis vestidos a los soldados y mi cuer­
órgano con melodiosas palabras, para alegrar a los con­ po a los que me crucificaban. Después extendí mis bra­
vidados como un danzarín, humillándome a los pies de zos mediante durísimos clavos, para acoger tus tiernos
mis discípulos. abrazos y cantarte en el lecho del amor siete conmove­
En la 2a, recordarás que yo, joven esbelto, dirigí doras canciones. Seguidamente abrí mi Corazón para
una danza después de aquella cena, caí tres veces, y di meterte en él, y unido a ti, agonizar en la cruz en dor-
tres saltos con tal esfuerzo que empapado de sudor mición de amor”.
derramé gotas de sangre. En aquella danza vestí a mis Al terminar le parecía ver cómo muchas hennanas
camaradas con triple manto: alcancé para ellos el per­ de la comunidad se acercaban al Señor y le ofrecían
dón de los pecados, la purificación de las almas y la denarios de oro que representaban la buena voluntad.
participación en mi luz divina. Vio también salir del pecho del Señor como una llama­
302 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 303

rada que fundía cada denario, lo transformaba en una Le dice el Señor:


flor de oro que se adhería al pecho de la que hacía la “Alábame por mis cinco sentidos significados en
ofrenda. esta rosa”.
Así comprendió que debía alabar a Dios por la
Capítulo 11 mirada complaciente con la que él siempre contempla
al hombre, como un padre a su hijo, sin mostrarle nun­
Sale una rosa del Corazón del Señor
ca rostro airado sino amistoso, con deseo y esperanza
que significa la alabanza divina
de que siempre acuda el hombre a él.
Mientras estaba en misa oye al Señor que le dice: Segundo, por el finísimo oído que inclina siempre
“Vamos al desierto interior”. Le parece recorrer un lar­ hacia el hombre, de manera que el mínimo susurro o
go camino con el Señor al que estrecha las manos y gemido de éste le produce más alegría que toda la
dice: “Te alabo en tu eternidad, inmensidad, hermosu­ orquesta celestial3.
ra, verdad, justicia, etc”. Llegan a un sitio de gran sole­ Tercero, por el aromático olfato que con amorosa
dad y amenidad, rodeado de árboles que se cerraban en predilección irradia hacia el hombre, y le mueve a
lo alto formando como una bóveda2. Un verde intenso gozarse en el Señor. Sin él nadie encuentra alegría en el
cubría el suelo tachonado de flores. Allí se sentó el verdadero bien, si el Señor no se lo concede como está
Señor. El alma recorría como ovejuela aquellos pastos, escrito: Mis delicias están con los hijos de los hombres4.
llevaba al cuello una cadenilla con anillos de oro y pla­
Cuarto, por el suavísimo gusto que experimenta en
ta que salía del Corazón del Señor, para significar el
la misa. Allí él mismo se transforma en dulcísimo ali­
amor de Dios y del prójimo, sin el cual nadie puede
mento del alma. En este manjar Dios incorpora el alma
unirse a Él. El alma deseaba alabar a Dios y exclama:
a sí con tan tierna amistad, que el alma misma se con­
“¡Oh amantísimo!, enséñame a alabarte” vierte en comida de Dios por la unión.
El Señor: En quinto lugar, alabará el alma al Señor por el
“Mira mi Corazón”. sentido del tacto con el que el amor tocó al Señor tan
amargamente que cosió sus manos y sus pies a la cruz
Una hermosísima rosa con cinco pétalos brotaba
del Corazón de Dios y cubría su pecho.
3 Ver Matilde de Magdeburgo. La Luz Divina que ilumina los
corazones. Lib. II c. 2 al final. En Biblioteca C isterciense
2 Ver Gertrudis la Magna, El heraldo del amor divino. Lib. n. 17 pág.101.
4 Pr 8, 31.
II cp. 3.
304 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 305

y traspasó con la lanza su costado. El alma quedó cla­ tos que sufrieron los santos por amor al Señor.
vada a él con un dolor inconmensurable, y ahora está Contemplaban en el Señor sus méritos y nobleza, nada
tan gravada en sus manos, pies y Corazón dulcísimo habían estimado tan pequeño en pensamiento, palabra
que no podrá olvidarlo ni un instante. y obra, cuando lo hacían o sufrían por su amor, que no
mereciera recompensa eterna. Cantaban y glorificaban
a Dios sin fin por todos sus dones.
Capítulo III
Cinco palabras de alabanza (Urina Dice [Matilde] al Señor:
“Dulcísimo y amantísimo, ¿qué puedo hacer para
Se encontraba gravemente enferma y dijo al Señor: tu mayor agrado?”
Me siento tan débil de espíritu que no puedo ala­ El Señor:
barte ni rogarte.
“Alabarme”
El Señor condescendiente le responde:
Ella:
Alábame con estas palabras: Gloria a ti, dulcísima,
nobilísima, radiante, y siempre serena e inefable “Enséñame a alabarte dignamente”.
Trinidad. El Señor le enseña tres maneras de alabanza a
Yo uniré la palabra dulcísima, a mi divina dulzura; manera de tres ictus o pulsaciones armoniosas:
la palabra nobilísima, a mi nobleza excelentísima; la Alabarás en primer lugar la omnipotencia del
palabra radiante, a mi luz inaccesible; la palabra sere­ Padre, que obra según su querer en el Hijo y en el
na, a mi sosiego imperturbable; la palabra inefable, a Espíritu Santo, ninguna criatura celestial o terrestre
mi inenarrable bondad. Así yo mismo me presentaré a puede abarcar su inmensidad.
la bienaventurada Trinidad infinitamente aceptable. Después ensalzarás la inescrutable sabiduría del
Hijo que se comunica plenamente, a voluntad con el
Capítulo IV Padre y el Espíritu Santo, sin el más mínimo impedi­
mento. No hay criatura alguna que pueda alcanzar tan
El Señor será alabado de tres maneras honda comunicación.
Contempló al Señor envuelto en una claridad Finalmente, proclamarás la bondad del Espíritu
indescriptible. Llevaba en el pecho como una hoja de Santo que fluye desbordante hacia el Padre y el Hijo
árbol, de plata resplandeciente. En su entorno se encon­ según toda su voluntad. No hay criatura que pueda par­
traban maravillosamente decorados todos los tormen­ ticipar plenamente de ella.
306 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 307

Mientras el alma pulsa el Corazón de su Amado y En la tercera: De quien todo toma su origen, por
proclama de esa manera su alabanza, resuena por todo quien todo existe, en quien todo se fundamenta, a Él la
el cielo su pulsación, y el Señor exclama: gloria por los siglos de los siglos. A Ti toda alabanza.
“El segundo ictus o pulsación consiste en alabarme Terminada esta glorificación, por deseo del alma se
por todas las gracias y dones que derramé desde la partió en dos la insignia que posaba en el pecho de su
superabundancia de mi bondad, en mi Madre virginal. amado Jesús. Entra en el Corazón melifluo de
Estaba tan colmada de toda gracia y dones, que jamás Jesucristo, se hace un solo espíritu con el Amado, y sin
criatura alguna pudo alcanzarla. lugar a duda gusta y ve lo que el hombre no puede
expresar.
También proclamarás las gracias que derramé en
todos los santos que gozan ya en presencia de mi divi­
nidad, y me contemplan complacidos como fuente de Capítulo V
todos los bienes.
lees cosas que el debe meditar el hombre
La tercera pulsación consiste en ensalzarme por
todas las gracias y dones que fluyen de mí hacia todos Su instructor, que es el mejor de todos los maestros
le dice:
los hombres. Sobre los buenos, porque los santifico y
fortalezco con mi gracia; sobre los pecadores, porque “Te enseñaré tres cosas, si las meditas cada día y
los invito a la penitencia, y espero con misericordia que las examinas en tu interior, te atraerán muchos bienes.
obren el bien; también sobre todas las almas que con mi En primer lugar, recuerda agradecida cuántos
gracia saco cada día del purgatorio y las llevo a las ale­ dones te otorgué al crearte y redimirte: te creé hombre
grías del cielo”. a mi imagen y semejanza; me hice hombre por ti y des­
Pensaba que en la primera alabanza debía procla­ pués de haber soportado indecibles tormentos, acepté
cruelísima muerte por tu amor.
mar: A ti la honra y el imperio, a ti la gloria y el poder,
a ti la alabanza y el júbilo por siglos eternos, ¡Oh Dios, En segundo lugar, recuerda con gratitud los dones
Trinidad bienaventurada! que he derramado sobre ti desde tu nacimiento hasta el
presente: cómo te saqué del mundo con amor especial,
En la segunda: Con razón te alaban, te adoran, te
muchas veces me he reclinado hacia tu alma para lle­
glorifican todas tus criaturas ¡Oh dichosa Trinidad! A narla y embriagarla con la gracia de mi divinidad, ilu­
ti la alabanza, la gloria, la acción de gracias. minarla con la luz del conocimiento y enardecerla con
308 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 309

el amor. Todos los días vengo a ti en la Misa dispuesto ha encontrado amigo tan fiel que no defraude y pueda
a satisfacer todos tus deseos y cumplir tu voluntad. defraudar a su amigo. Yo que soy el fiel y la misma
En tercer lugar, entonarás cantos de alabanza y fidelidad, jamás defraudaré a mis amigos.
acción de gracias, con el pensamiento puesto en lo que Finalmente, te acogeré como el esposo a la única
te daré en el cielo por toda una eternidad: te colmaré esposa amada con tal afluencia de delicias y tan des­
con la afluencia de todos los bienes, mucho más de lo
bordante gozo, que jamás esposo alguno alagó tan tier­
que puedes creer o imaginar.
namente a su esposa. Te acariciaré con delicada ternu­
Te lo confieso de verdad: me agrada mucho que los ra, te inundaré con el torrente de mi divinidad”.
hombres esperen de mí con total confianza grandes
El alma:
cosas. Todo el que cree que le premiaré tras esta vida
por encima de sus méritos y me alaba agradecido mien­ “¿Qué darás a los que esperan todo esto de ti?”
tras vive en este mundo, será tanto más aceptable cuan­ El Señor:
to más crea y se fíe de mí, yo le recompensaré por enci­
ma de sus merecimientos. Es imposible que el hombre “Un corazón agradecido para que reciban todos
no reciba lo que creyó y esperó. Le será de gran prove­ mis beneficios con acciones de gracias.
cho que crea y espere todo de mí”. Les daré un corazón amante para que me amen con
Le dice el alma: fidelidad. Un corazón que me alabe como los bien­
aventurados, me bendiga sin cesar y me cante por
“¡Oh dulce Amor mío! Si tanto te agrada que los
amor”.
hombre se fíen de ti, enséñame a confiar en tu inefable
bondad”.
El Señor: Capítulo VI
“Debes creer con toda seguridad que te acogeré Cómo alabar a Cristo
después de la muerte como un padre a su hijo amantí- en cada uno (le los miembros de su cuerpo
simo. Nunca padre alguno repartirá la herencia tan ple­
namente a su hijo único como yo te comunicaré todo lo Una noche se preparaba para la sagrada Comunión
mío y a mí mismo. con oraciones y meditaciones y le parecía encontrarse
Además, te recibiré como un amigo a su amigo en la presencia del Señor, al que deseaba cantar con
queridísimo. Te mostraré una amistad mayor que la que cordial afecto.
un amigo puede experimentar con su amigo. Jamás se Le dice el Señor:
310 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 311

“Mírame y alábame en la silueta de mi cuerpo. hombres. Al contemplar mis dos costados prorrumpe
Ensalza mi cabeza, es decir mi divinidad, como está
en mi alabanza por el indescriptible dolor que soporté
escrito: La cabeza de Cristo es Dios5. Enaltece mi fren­
en ellos, uno de los cuales fue el mayor de todos, al ser
te, esto es, mi paz y serenidad imperturbables. El hom­
tendido sobre la cruz por tu amor. Acepta el fervor de
bre revela en la frente su turbación interior. Alaba mis
mi oración sostenida con mis rodillas. Admira en mis
ojos, a saber, la claridad de mi divinidad. Celebra mis
pies todos mis deseos con los que trabajé y corrí
oídos, es decir, mi misericordia. Es la que tantas veces
sediento toda mi vida para salvar a los hombres”.
me inclina hacia las plegarias y miserias de los hom­
bres y no permite se me pase el más mínimo gemido
por imperceptible que sea. Cuando veas la rectitud de Después de haber confesado los pecados al sacer­
mi nariz, celebra el rigor de mi justicia, que no cambia dote sólo hay que confesarlos a Dios
lo que justamente ha sido decretado. En mi olfato
ensalzarás la amenidad de mis encantos. Ningún perfu­ Cuando uno hace la confesión con alegría, o teme
me es tan agradable al alma amante como la dulzura de no haberse confesado bien, aunque no tenga conciencia
mi amor. de haber ocultado algo, ofrezca esta confesión para glo­
ria de Dios. Si se da cuenta que ha pecado, confiéselo
En la boca advertirás mi sabiduría que todo lo
al Señor. Al glorificar de este modo a la divinidad se
ordenó con perfección y suavidad. En la barbilla cele­
declara culpable de no haber prestado al Señor la debi­
brarás mi humildad que me inclinó desde el cielo hasta
el seno de la Virgen. Alaba en mi cuello la disponibili­ da reverencia, de haber manchado tantas veces en sí la
dad de mi paciencia, por la que soporte el peso de los imagen de Dios al emplear su memoria en cosas terre­
pecadores que vivían cuando bajé a la tierra y los que nas e inútiles, y dedicar por curiosidad su razón a la
existan hasta el fin del mundo. En mis hombros ensál­ sabiduría mundana, para deleitarse en lo caduco y
zame porque yo mismo llevé la cruz. Enaltece mi deleznable.
espalda por haber soportado el acerbo dolor de la fla­ Si enaltece los ojos de la divina sabiduría, lamente
gelación. Alaba mi Corazón por el amor y fidelidad que haber vuelto hacia las cosas terrenas su conocimiento
hasta el extremo he demostrado a los hombres. En mis de Dios y sus sentidos.
manos y brazos recibe las obras y trabajos de mi huma­
Mientras alaba los oídos misericordiosos del
nidad, realizados o soportados para la salvación de los
Señor, reconozca no haber prestado la debida atención
a la Palabra de Dios, ni haber sido diligente en escuchar
5 lCo 11, 3. los ruegos del prójimo.
312 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 313

Muchas veces ha pecado también con su boca por Capítulo VII


la murmuración, con palabras vanas e inútiles, por no
El hombre debe invitar a todas las criaturas
proclamar la Palabra y la doctrina divinas y callar
a alabar a Dios
durante la oración y el canto.
En ocasiones ha arrojado impaciente el yugo que Cierto día cantaba [Matilde] con tal esfuerzo, que
aceptó en el bautismo, al rechazar o sobrellevar contra­ llegó a desfallecer, cosa que no era frecuente. Tuvo
riado la adversidad. entonces la impresión de recibir del mismo Corazón de
Dios el aliento que respiraba, hasta parecerle no cantar
Hay más. De alguna manera sacudió el yugo de la
con sus fuerzas sino sostenida por el poder divino.
vida monástica que profesó ante Dios y los santos, al
quebrantar y descuidar la obediencia. Acostumbraba a cantar las alabanzas divinas con
toda su alma, con gran fervor; pensaba muchas veces
Piense qué inhumanamente fue flagelado nuestro
que si muriera por este esfuerzo, seguiría cantando6.
Señor Jesucristo, y reconozca su pecado por no castigar
su cuerpo, dejarse llevar de la pereza, y alimentarse con Mientras cantaba así, tan unida con Dios y en Dios,
manjares refinados. le dijo el Señor:
Pecó también el corazón por no amar a Dios con “Tú crees extraer tu aliento de mi Corazón. Pues
todo su ser, y ocuparse en pensamientos inútiles en vez todo el que desea mi amor y suspira por mí, sacará ese
de meditar la ley del Señor anhelo de mi divino Corazón, no del suyo, como el fue­
lle no contiene en sí el viento, sino que lo recibe del
Pecó con las manos por obrar el mal y omitir las
aire que aspira”.
buenas obras, de modo especial las obras de misericor­
dia y caridad. Se cantaba en el coro el himno: Bendecid al Señor
tocias las obras clel Señor, y ella deseaba saber qué glo­
También contaminó de muchas maneras sus pies
ria recibe Dios por esta invitación a las criaturas para
espirituales, a saber, sus afectos, cuando los apartaba
que le alaben.
de Dios y no le buscaba a él mismo y los bienes del cie­
lo con todo el corazón. Le responde el Señor:
“Cuando se canta este himno u otro parecido que
invita a las criaturas a la alabanza divina, todas me ala­

6 Matilde era la chantre o cantora primera de la comunidad de


Helfta.
314 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 315

ban espiritualmente, como personas en mi presencia, El alma queda sorprendida, y desea saber qué ha
en nombre del que canta o de todos los hombres, por extraído de ella, pues en esta ocasión no experimenta­
ba devoción o fervor especial.
los beneficios que les he hecho”.
No cabe duda que pueden presentarse las criaturas Entonces advierte que tomó de ella como una car­
ta escrita con su sangre y decía: Dios es fiel sin sombra
ante Dios como personas vivientes, puesto que nada es
de iniquidad'1. Y también: Antes morir que separarme
imposible a Aquel que llama a las cosas que existen
perversamente de ti.
como a las que no existen1, ante quien ninguna criatu­
ra es invisible*. Hemos de admirar y reconocer cómo el Agitada por la mañana con malos pensamientos,
Señor benigno atiende con delicadeza las promesas y los resistía pensando en esas sentencias.
todos los deseos del alma que le ama, y se digna cum­ Le dice el ángel:
plirlos con su omnipotencia por encima de toda exi­ “Piensa y reflexiona hoy en esto: siempre que el
gencia natural. hombre decide en su corazón morir antes que pecar, y
resiste así a sus malos pensamientos y deseos. Dios lo
acepta al instante, como si el hombre hubiera practica­
Capítulo VIII
do ya la virtud”
Cómo debe saludar el hombre al Corazón divino
Se arroja a los pies del Señor y lamenta haber pasa­
Cierto día se apareció el ángel del Señor de pie a la do toda su vida de manera infructuosa, y propone vivir
derecha de la sierva de Jesucristo con vestidura verde. en adelante, si es posible, hasta el día del juicio entre­
Mientras se preguntaba por qué vestía de verde, le dice gada a los mayores dolores y tormentos que puede
el ángel: “Porque me mantengo siempre frondoso y te soportar el hombre en estre mundo.
ofrezco nuevos dones cada día”. Le responde el Señor:
Ella: “Para que recuperes todo lo perdido por tu negli­
gencia:
“Si es así, tráeme, te ruego, algo nuevo”.
- saluda a mi Corazón por su divina bondad. Él es
El ángel parece tomar algo del corazón del alma y
fuente y origen de todo bien, todo lo que hay de
se lo presenta al Señor lleno de gozo.
bueno viene de él,

7 Cf. ICo 1,28.


8 Hb 4, 13.
316 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 317

- saluda a mi Corazón por la sobreabundancia de De igual modo enseño al alma con divina inspira­
toda gracia que derramó, derrama y derramará en ción y conmoción amorosa cómo debe alabarme. Al
todos los santos y las almas de los que se salvan, hacerlo así según sus posibilidades, lo recibo con la
magnitud de mi amor paternal, y le devuelvo el saludo
- saluda ese flujo melifluo del hontanar de mi
con mi gracia, aunque a veces el alma no lo siente.
benignísimo Corazón, que saliendo a menudo a
borbotones, se derrama e inunda tu alma con el
torrente de mis delicias divinas”. Las buenas obras agradan a Dios aunque no ten­
gan atractivo para el hombre

Capítulo IX Conviene saber que aunque el hombre no sienta


gusto cuando alaba, reza a Dios o hace cualquier cosa.
Saludo y consuelo del Señor Dios que no crece ni mengua, porque es inmutable,
gusta y acepta la acción del hombre. Él se mueve en sí
Un día saluda al Amado de su alma con inmensa
mismo y hacia el alma sólo por amor. Su libre voluntad
ternura. Él le responde:
y el provecho que puede sacar el alma, le impelen a
“Cuando tú me saludas correspondo a tu saludo; atraerla hacia sí con ternura, derretirla en su amor y
cuando me alabas, me alabo yo mismo en ti; cuando acogerla complacido, para experimentar algunas veces
das gracias, doy gracias en ti y por ti a Dios Padre”. la fidelidad del alma amante.
Ella:
“Amado mío, ¿Qué saludo es ese que devuelves a ('.apítulo X
mi alma, pues yo no lo siento?” El hombre debe elevar su corazón a Dios
El Señor:
Una noche no podía [Matilde] conciliar el sueño y
“No es otra cosa que mi tierno afecto hacia ella.
dice al Señor: “¡Qué bueno y oportuno este tiempo de
Como una madre acaricia a su hijo en el regazo, le ins­
silencio para dialogar contigo!”
truye y habla aquellas palabras con las que él debe salu­
darla y hablarla, y el niño lo hace así, no por afecto sino Le responde el Señor:
conforme a la enseñanza de la madre; ella sin embargo, “Si vuelves a mí con todo tu corazón, siempre esta­
acoge las palabras del niño en su corazón maternal y rás a solas conmigo, aunque te encuentres en medio de
frecuentemente le corresponde con besos. una gran multitud”.
318 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 319

Contempla entonces una corona engastada de per­ Lo hará todo por amor de Dios y para su alabanza.
las blancas y rojas que descendía del cielo hacia su Por amor de Dios dejará gustoso lo ilícito o lo que no
lecho en forma de copón y lo cubría. puede realizar. Soporte gozoso con paciencia las con­
trariedades y trabajos que le sobrevengan de Dios.
Las perlas rojas significaban la sangre de Cristo
profusamente derramada, como si no tuviera valor. Las
blancas, su vida inocentísima y santísima. Capítulo XI
El Señor se acerca al alma entre la corona, la estre­ La mayor dicha es disfrutar de la gracia recibida
cha con tiernos abrazos y le dirige las más delicadas
palabras. El Señor la instruyó: “Cuando te concedo alguna
gracia, haz en ti el vacío de todo lo demás para disfru­
El rostro del Señor irradiaba inefable claridad
tar con mayor soltura y libertad del don recibido. Es lo
como relámpago encendido. Con ello comprendió que
mejor que puedes hacer en esos momentos. Cuando
las almas reciben su hennosura y belleza de la irradia­
recitas los salmos o alguna oración que antes rezaron
ción del rostro del Señor.
los santos durante su vida, todos rezan por ti. Si medi­
Contempla también su Corazón abierto y dilatado tas o dialogas conmigo, todos los santos me bendicen
como unos dos palmos, en llamas, pero sin tener figu­ alegres”.
ra de brasas. Su maravilloso color y su figura eran
indescriptibles.
Capítulo XII
Le dice el Señor: “Quiero que sean de este modo
incendiados los corazones de todos los hombres con el Lres disposiciones del corazón humano
fuego del amor”.
Mientras oraba la sierva de Cristo dijo al Señor:
Así, cuando uno está solo, levante siempre su cora­
“¡Oh mil veces deseado! ¡Si me fuera posible
zón a Dios, hable dulcemente, desee con ternura y sus­
hacer llegar a ti mi gemido desde lo más profundo del
pire por él desde lo hondo de su ser, para que su cora­
abismo”!
zón se encienda en amor divino en este trato familiar
con Dios. Le responde el Señor:
Si se encuentra entre los hombres, busque la unión “¿De qué te aprovecharía? Tus suspiros me arras­
con Dios en cuanto sea posible, guste tratar con ellos tran hacia ti donde quiera te encuentres. El corazón
sobre Dios, de este modo se encenderán él y los demás humano no puede vivir sin respirar, y el alma está
en el amor. muerta sin mi espíritu.
320 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 321

El corazón del hombre tiene tres poros: por uno “Quiero ser tu madrina. Las madrinas instruyen a
recibe el aire que respira; por el otro, la comida y bebi­ sus hijas espirituales, también yo te enseñaré tres cosas:
da que le fortalece; por el tercero envía vigor a los
Primera, todas las contrariedades que sufras, espi­
demás miembros del cuerpo. El corazón del alma tie­
rituales o corporales, las soportaré yo, no tú, como si lo
ne también tres poros: por el primero entra mi espíritu
padeciera todo en ti.
divino y le da vida; por el segundo es confortada por la
Palabra de Dios, es decir, por la predicación y otros Segunda, recibe gozosa y agradecida los benefi­
escritos santos a modo de alimento; por el tercero for­ cios y atenciones de los demás como si me los ofrecie­
talece sus miembros con obras de caridad. ran a mí y no a tí.
Como el alma no tiene miembros, practique la cari­ Tercera, vive incondicional para mí, atribúyeme
dad con los miembros de la Iglesia considerados como todo lo que haces como si fueras un vestido que me
propios. Así ofrecerá a Dios alabanzas y acciones de cubre. Realizaré y ordenaré en ti todas tus obras”.
gracias por los justos y los buenos; rezará por los imper­
fectos para que sean mejores; por los malos para que se
Capítulo XIV
conviertan; por los atribulados, para que reciban con­
suelo según su necesidad; por las almas, para que sean TI hombre debe vivir en sí la vida de Jesucristo
pronto purificadas y merezcan alcanzar las alegrías del
cielo”. Dormitaba perezosa durante la celebración solem­
ne de la Misa y confiesa angustiada su negligencia al
Señor.
Capítulo XIII
Él le responde:
Triple enseñanza buena y provechosa “Si no encuentras en ti algo que te desagrada
Daba gracias a Dios durante la oración por la obra ¿cómo reconocerías mi bondad contigo?”
de nuestra Redención y llega al momento de agradecer Ella recuerda entonces a cierta persona angustiada,
el bautismo que recibió por nuestro amor. y reza por ella. 1
Le dice el Señor: “Quiero bautizarte”. Al punto Recibe respuesta del Señor, que le dice entre otras
brota impetuoso un caudaloso río del Corazón divino c cosas:
inunda totalmente su alma. “¿Por qué no quiere recibir esa persona lo que
Añade el Señor: estoy dispuesto a concederle? Gustosamente le conce-
322 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 323

dería la vida inocente y santísima que llevé en la tierra. modo el hombre terreno renueva su antigua vida según
Si la recibe, por mí mismo supliré todo lo que le falta”. la novedad de mi vida celestial, y se une a mí”.
[Matilde]: Acojamos con corazón agradecido, carísimos, esta
“¡Dulcísimo Dios mío!, si tanto te agrada que el dignísima dignación de la nobleza divina, hagamos
hombre haga suyas tus cosas, dime, te ruego, cómo nuestra la vida santísima de Jesucristo, para suplir toda
puede hacerlo. nuestra carencia de méritos. Cuidemos también pare­
cemos a él en la práctica de las virtudes, ésta será nues­
El Señor:
tra mayor gloria en la bienaventuranza eterna. ¿Puede
“Ofrezca a Dios Padre todos sus deseos, intencio­ haber mayor gloria que acercamos por cierta semejan­
nes y oraciones en unión con mis deseos y oraciones. za a la hermosura de la luz eterna?
Se elevará hacia Dios y será aceptado, llegará a ser
totalmente uno, como si al quemar perfumes variados
se fundiera su humo para elevarse hacia el cielo. Esa Capítulo XV
oración que se ofrece unida a la mía se elevará como el Los miembros de Cristo nos iluminan como espejos
mejor de los perfumes y será muy grata a Dios. Si esa
oración no está unida a la mía, no será grata a Dios, Un día esta sierva de Dios se sintió movida a
aunque penetre los cielos. lamentarse ante la Santísima Virgen por cierto impedi­
mento que creía encontrar en el servicio divino.
Todos los hombres deben realizar sus obras y tare­
as unidas a las mías. De este modo se ennoblecerán Le dice la Santa Virgen:
como el cobre que, al alearse con el oro transforma su “Ve a presentarte reverente ante mi Hijo”. En estas
escaso valor en la dignidad del oro. Como un puñado palabras comprendió que todos los obstáculos que pode­
de trigo arrojado a un montón parece multiplicarse, así mos encontrar en el servicio divino, vengan de actitudes
las obras del hombre que en sí no valen nada, se multi­ ajenas o personales, por la vista, el oído, los deseos,
plican y dignifican cuando se unen a las mías recuerdos o acciones, deben recibirse como mensajes de
Además, el hombre orientará su vida, es decir, Dios, acogerlos con respeto, dirigirlos al Señor y fundir­
movimientos, energías, sentidos, pensamientos, pala­ los en él por la alabanza y acción de gracias.
bras, todo lo que hace conformándose con mi vida, así Entonces se arroja a los pies del Señor, y al levan­
todo él quedará renovado y ennoblecido como se renue­ tarse cree ver dos espejos frente a las rodillas de Dios,
va un ave noble que transmigra de un ambiente fangoso todo el manto del Señor estaba cubierto de espejos.
y mal oliente a una atmósfera agradable. Del mismo Uno de extraordinario brillo cubría su pecho, que pare­
324 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 325

cía irradiar en todos los demás. Con ello comprendió Capítulo XVI
que todos los miembros de Cristo nos iluminan con sus
El hombre debe vivir según el beneplácito divino
obras a modo de espejos; éstas sus obras brotan del
amor del Corazón divino. Cierto día quiso saber después de la Comunión qué
Nos iluminan sus pies, es decir sus deseos, para quería el Señor de ella.
que reconozcamos qué fríos son los nuestros para las
Recibió esta respuesta:
cosas divinas e inútiles para las humanas.
“Salgamos al campo”.
Las rodillas de Cristo son para nosotros espejos de
humildad. Tantas veces doblegadas en oración por nos­ Le parece encontrarse en una dilatada campiña en
otros, y al lavar los pies de los Apóstoles. Hemos de la que hay distintas especies de rosas, azucenas, viole­
reconocer en ellas nuestra soberbia que no permite tas y otras flores.
humillamos aunque somos polvo y ceniza Las rosas eran símbolo de los mártires; las azuce­
El Corazón de Cristo es ardentísimo espejo de nas, de las vírgenes; las violetas y demás flores, de las
amor para el nuestro. En él podemos advertir nuestra viudas y otros santos.
frialdad para Dios y el prójimo.
Contempla también allí un hernioso trigal en el que
La boca de Cristo es para nosotros espejo de dul­ estaba sentado el Señor, rodeado por los cuatro lados
ces coloquios de alabanza y gratitud. En ella adverti­ como de gavillas de trigo. Se le muestra que el campo
mos tantas palabras nuestras inútiles, y nuestro mutis­ significa que todas las riquezas de la Iglesia provienen
mo en la oración y alabanza divina. de la Humanidad de Jesucristo.
Los ojos del Señor son espejos de la verdad divina Revoloteaban en tomo al Señor ruiseñores y alon­
para nosotros. Podemos advertir en ellos las tinieblas dras entonando bellísimos trinos. Los ruiseñores sim­
de nuestra infidelidad que nos ocultan el conocimiento
bolizaban las almas enamoradas; las alondras, a los que
de la verdad.
practican buenas obras con corazón gozoso y sencillo.
Los oídos del Señor son para nosotros espejos de
Le pareció contemplar también una paloma posada
obediencia. Él siempre pronto para obedecer al Padre y
en el regazo del Señor, para simbolizar a los sencillos
siempre inclinado a escuchar nuestras súplicas.
que reciben los dones de Dios con corazón manso, sin
discutir las obras de Dios ni de los hombres. Dios tie­
nen en ellos sus complacencias.
326 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 327

Quiso saber qué significaban aquellos cuatro lados Le responde:


que envolvían al Señor como pequeñas cabañas. Conoció
“Al levantarte por la mañana ofréceme tu corazón
por inspiración, que la vida terrenal de Jesucristo estuvo
para que infunda en él mi amor divino.
dividida en cuatro partes. [Matilde] debería orientar su
corazón conforme a cada una de ellas. En la Misa estarás conmigo como en un banquete
donde todos se reúnen, a nadie se le excluye, todos
En primer lugar, Jesucristo tuvo un corazón ardien­ traen sus presentes, es decir, sus oraciones. Yo, el
te; ella se dedicó a Dios en soledad, para contemplar en Señor, curo allí todas las heridas, perdono los pecados,
su divinidad las obras de su humanidad, lo que Dios enriquezco la penuria de todas las virtudes y ahuyento
hizo en sus santos, los dones que derramó en ella mis­ los sufrimientos de todos con la magnanimidad de mi
ma por su divina misericordia. divina majestad”.
Cristo fue asequible y sencillo con todos; ella será El alma:
también acogedora y amable, no herirá a nadie con
“¿Qué haces. Señor, cuando rezo y recito los sal­
expresiones mordaces. Hablará siempre de las obras de mos?”
Jesucristo, los ejemplos de los santos o el provecho de
los prójimos. El Señor:
“Escucho. Cuando cantas, armonizo mi voz con la
Cristo fue eficaz en todas sus obras, sanaba los
tuya; cuando estás afanosa, yo descanso; si trabajas con
cuerpos y las almas; pondrá ella todo el empeño para
diligencia y tesón, reposo en ti con más ternura; cuan­
realizar sus obras con verdadera entrega y corazón ale­
do comes, yo trabajo, porque tú me alimentas a mí y yo
gre y manso.
a ti; durante tu sueño, vigilo y te guardo.
Cristo fiie pacientísimo en toda persecución y
sufrimiento; ella estará dispuesta a soportar con bondad
y paciencia todas las contrariedades e injurias, como la Capítulo XVII
oveja que bala muchas veces mientras pasta, guarda El hombre debe saludar al Corazón divino,
silencio ante el que la entrega, cuando se la lleva al ofrecele su corazón y confiarle sus sentidos
matadero. El alma fiel temerá cuando no tiene contra­
Apenas te levantes de madrugada, saluda al
riedades; se sentirá segura cuando experimenta la tri­
Corazón radiante y enamorado de tu tiemísimo Amante.
bulación en el corazón o en el espíritu.
De él ha fluido, fluye y fluirá sin agotarse todo el bien,
Pedía [Matilde] al Señor la instruyera cómo vivir todo gozo y toda felicidad en el cielo y en la tierra. Tu
en cada hora según su divino beneplácito. corazón se empeñará en fluir hacia el suyo con toda su
328 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 329

capacidad y exclamará: “Te alabo, glorifico, bendigo, y Encomienda tu oído a la divina misericordia, para
saludo dulcísimo y benignísimo Corazón de Jesucristo, que te conceda comprender todo lo que escuches este
mi fidelísimo Amante. Te doy gracias por que me has día, y te guarde de ver u oír lo que sea nocivo.
guardado esta noche con tu fiel vigilancia. Porque sin
Encomienda también tu boca y tu palabra a la divi­
cesar has tributado en mi lugar las alabanzas acciones
na fidelidad, para que te infunda el gusto del Espíritu
de gracias que yo debía tributar a Dios Padre.
divino y saborees todo lo que digas este día, se abra tu
Ahora, mi único Amor, te ofrezco mi corazón boca a la alabanza divina y al agradecimiento, y te
como rosa primaveral. Que su belleza recree tus ojos guarde de todo pecado.
este día, y su fragancia arrobe tu divino Corazón.
Confía tus manos a la piedad divina, para que una
Te ofrezco el mío para que lo uses como copa, para tus obras a las suyas, las santifique y realice con las
que bebas tu propia dulzura, unida a todo lo que te dig­ suyas y te guarde de toda obra mala.
nes realizar en mí este día.
Confía tu corazón al amor divino, para que lo
Te ofrezco además mi corazón corno exquisito introduzca gozosamente en su Corazón y lo inflame de
sabor de granada, apto para tu regio banquete. Cuando tal manera en su amor, que ya no sientas en adelante
lo comas lo asimilarás a ti de tal manera, que en ade­ alegría o placer terreno alguno.
lante me sentiré en ti. Pediré que todos mis pensamien­
Ofrecerás tu corazón a Dios en la Misa. Lo purifi­
tos, palabras, acciones y mi propia voluntad sean con­ carás y limpiaras de todo apego terreno antes de la ora­
formes al querer de tu benignísima voluntad. ción Secreta10, te prepararás para recibir el flujo del
Después te signarás con el signo de la cruz y dirás: amor divino que se derrama y llena constantemente los
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. corazones de todos los presentes”.
Padre santo, te encomiendo mi espíritu unido al Esta sicrva de Dios contempló durante la Misa el
amor de tu amantísimo Hijo. dulcísimo Corazón de Jesucristo, brillante como lám­
Repetirás estas palabras al comenzar cada una de para de cristal, inflamado en llamarada de fuego; des­
tus obras, cuando entras en el coro, cuando inicias el bordaba en todas las direcciones la abundancia de su
canto de las Horas, cuando deseas hacer oración. Confía dulzura que empapaba con meliflua devoción los cora­
en Dios, que no dejará sin fruto la obra que realices. zones de todos los presentes.

Encomienda a la divina sabiduría tu mirada inte­


10 Es la oración que después de la renovación litúrgica del
rior y la exterior, para que te conceda la luz del conoci­
Concilio Vaticano II se llama “oración sobre las ofrendas”. Se
miento, conozcas su voluntad y todo lo que le agrada. la llamaba “secreta” porque el sacerdote la recitaba en silencio.
330 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 331

El fuego significa el ardor del amor divino con el no esposo, no le mostró la debida reverencia al recor­
que Jesucristo se ofreció por nosotros a Dios Padre en dar tantos bienes recibidos gratuitamente de él. Ella era
el altar de la Cruz. La dulzura que brota del amor sig­ pobre y despreciable, él la enriqueció con toda clase de
nifica la sobreabundancia de todo bien y felicidad que bienes. Ofrezca a Dios Padre el amor ardentísimo de
nos entregó en su Corazón. En él tenemos todo lo que Jesucristo y todas las virtudes que él practicó en su
necesitamos para nuestra salvación: alabanza y acción juventud.
de gracias, oración, amor, deseos, reparación y la
suplencia de todas nuestras negligencias. Consciente de su pobreza dirá al Señor: “Soy tan
pobre y vil esposa que no tengo ni anillo para mostrar­
te mi fidelidad si tu no me lo concedes”. Al instante le
Capítulo XVIII muestra él un anillo tan grande que abrazaba al Señor y
El hombre debe reparar sus descuidos. al alma. Llevaba engastadas siete piedras preciosas.
El Señor viene de siete maneras en la Misa Estas perlas significan siete maneras en que el Señor se
digna venir [a las almas] en la Misa:
En una ocasión [Matilde] rogaba por una persona y
quería saber qué aceptaría el Señor en reparación de - Viene con tanta humildad, que nadie de los que
sus descuidos. participan es tan miserable que no se incline y
venga a él el Señor, abajado profundamente has­
Recibió la siguiente respuesta del Espíritu Santo:
ta el hombre.
“Que rece tres veces cada día el salmo: Alabad al
- Viene con tal paciencia, que allí no hay pecador
Señor todas las naciones".
o enemigo que no sea recibido con mansedum­
Lo rezará de madrugada. Tomará al Niño Jesús con bre, si quiere arrepentirse y que se le perdonen
su derecha y lo presentará a Dios Padre con todo lo que con gozo todos sus pecados.
hizo durante su infancia, para suplir todas las obras
buenas que descuidó en su niñez. - Viene con tanto amor, que al más frío y obstina­
do puede encender en su amor y ablandar su
La segunda vez durante la Misa. Entonces tomará
corazón si él lo quiere.
a nuestro Señor Jesucristo como esposo de su alma, se
reconocerá culpable ante Dios Padre, porque en vez de - Viene tan magnánimo, que no hay pobre al que
corresponder con amor y fidelidad a tan grande y dig- no pueda enriquecer copiosamente.
- Se ofrece a todos como alimento tan dulce, tier­
11 Sal 116, 1. no y sobreabundante que no hay allí nadie tan
332 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 333

pobre o hambriento al que no pueda alimentar y Le dice el Señor:


saciar plenamente. “Es bueno estar presente. Si no es posible, acérca­
- Viene con tanta claridad que no hay corazón tan te hasta poder al menos oír lo que se dice o canta, según
ciego y en tinieblas tan densas que no pueda ilu­ aquello del Apóstol: La palabra de Dios es viva, eficaz
minar y purificar con su presencia. y penetrante^. La palabra de Dios da vida al alma, le
- Viene tan lleno de santidad y de gracia, que no infunde gozo espiritual, como se advierte en los fieles,
hay indolente e indevoto al que no pueda excitar en los sencillos; aunque no entiendan lo que se lee,
y mover a devoción.
experimentan el gozo del Espíritu Santo, que les mue­
La tercera vez rezará Alabad a! señor todos las ve a la conversión. La Palabra de Dios es eficaz tam­
naciones al atardecer. Tomará a nuestro Señor
bién para que el alma se ejercite en las virtudes y en
Jesucristo con toda su vida santísima, y lo ofrecerá a
toda obra buena, la penetra e ilumina todo su interior.
Dios Padre en reparación de todas las negligencias de
su vida, rogándole que por medio de Él supla todas sus Cuando es obstaculizado por la enfermedad, la obe­
imperfecciones. Es más, si desea recuperar debidamen­ diencia u otra causa razonable, me hago presente y
te todo lo perdido, depravado y descuidado en su vida, acompaño al hombre allí donde quiera se encuentre
acérquese con frecuencia a recibir el noble y dignísimo
Dice el alma al Señor:
sacramento del Cuerpo de Cristo, que contiene en sí
todos los bienes y en el que se encuentra toda gracia. “¡Ay Señor mío!, dame una palabra de la Misa que
ahora se celebra para que sirva de consuelo a mi alma”

Capítulo XIX Le responde el Señor:


Inmenso bien de participar en la Alisa “En estos momentos me están cantando tres veces
Cordero de Dios.
Un día no podía caminar más debido a su debilidad
y oye misa en un pasillo. Lamenta sentirse alejada de En el primero me ofrezco a Dios Padre por vos­
Dios. otros con toda mi humildad y paciencia.
Al momento le responde el Señor: En el segundo me ofrezco con todas las amarguras
“Donde quiera que tú estés, estoy yo” de mi pasión para alcanzar la reconciliación plena.
Quiere saber si se pierde algo por oír Misa desde
lejos. 12 Hb 4, 12.
334 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 335

En el tercero me ofrezco con todo el amor de mi “Si pensaran en el cielo o en las penas del infierno,
divino Corazón para suplir los bienes que le faltan al ¿no huiría de ellos el sueño?”
hombre”. Ella:
Añadió el Señor:
“¿Qué pueden hacer quienes no lo consiguen?”
“Al que asiste a misa devota y atentamente, cuan­ El Señor:
do llegue el fin de su vida le enviaré tantos venerables
santos que le consuelen, defiendan y lleven su alma con “Quien tiene un amigo muy querido, sentiría verse
toda nobleza, cuantas misas participó en este mundo”. alejado de su amistad. De la misma manera, a quien me
tiene por amigo suyo fidelísimo y entrañable, le abro
En otra ocasión que iba a misa, vio al Señor des­
todos los secretos de mi intimidad cuando viene a mí,
cender del cielo con blanquísima túnica y decía:
y él no quiere saber ni conocer otra cosa que no sea
“Cuando van los fieles a la iglesia deben prepararse
encender su corazón en deseos de gozar conmigo.
con la penitencia, darse golpes de pecho y confesar sus
Además, quien sabe que soy para él dulzura sobre toda
pecados, de este modo podrán salir al encuentro de mi
dulzura y gusto que sacia su corazón, se siente libre y
claridad divina, y recibirla como simboliza la blancura
poderoso con mi libertad, fuerte con mi afecto para
de la túnica.
hacer lo que desee, teniendo por cierto que lo conse­
guirá plenamente de mí. Quien piensa en todo esto, ale­
Capítulo XX jará de sí toda somnolencia”.
Se debe combatir la tibieza y el .sueño Después de tierno diálogo entre Dios y el alma, le
dice el Señor: “Mira, soy tuyo, estoy a tu disposición,
Esta piadosa y fervorosa virgen sentía grandes
llévame donde quieras”.
ansias de las cosas celestiales. Era verano y advertía
que algunas hermanas estaban en Misa flojas y dormi­ Ella le llevó al coro entre las hermanas. El mostró
tando. Encendida de celo y a la vez de justicia y com­ su afecto a cada hermana como queriendo ofrecerle
pasión, dice al Señor: algo. [Matilde] le pregunta qué les había dado. Él res­
ponde: “El Espíritu Santo”.
“¡Ay, Señor Dios mío! ¿Por qué será el hombre tan
frágil que no puede evitar el sueño ni cuando asiste a Ella:
los divinos misterios?” “¿Qué provecho reportará?”
Responde el Señor: El Señor:
336 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 337

“Por el soplo de mi divino Espíritu experimenta el “El rostro de tu alma es la imagen de la Santísima
alma cierta dulzura en la que me saborea a mí. Si el Trinidad. Que el alma contemple esta imagen en mi
hombre la acoge y dispone su corazón para recibirla rostro como en un espejo, no sea que se encuentre en
con mayor abundancia, se sigue la gratitud. Si cultiva ella alguna mancha reprensible”.
la gratitud y recibe con agradecimiento los dones de Comprende por estas palabras que cuando el hom­
Dios, da gracias por cada uno de ellos, y se aplica a bre se dedica a recordar pensamientos terrenos e inúti­
hacer el bien. De este modo el hombre progresa cada les, mancha esta imagen dentro de sí mismo.
día en las virtudes hasta abundar en todo género de
Cuando vuelve su razón o entendimiento a la sabi­
bienes.
duría y curiosidad terrenas, también contamina el ros­
tro de su alma.
Capítulo XXI Si se aparta de la voluntad de Dios, ama alguna
Se debe mirar el estado del alma cosa fuera de Dios, y pone su complacencia en las
cuando se va a comulgar cosas caducas, vicia la imagen de Dios dentro de sí.
Mientras el alma está en el cuerpo es salpicada con
En una ocasión se disponía [Matilde] para comul­ frecuencia por las manchas de las cosas terrenas. Por
gar, se sentía indigna y sin la debida preparación. ello debe contemplar muchas veces su rostro en un
Le dice el Señor: espejo, a saber, en el rostro de Dios, sobre todo cuando
desea recibir el Cuerpo del Señor. Allí contemplará de
“Te me entregaré del todo para prepararte debida­
manera radiante su imagen incontaminada.
mente”. El Señor junta su Corazón con el corazón del
alma y reclina su cabeza hacia la cabeza de ella. A la manera que la inocencia y el rubor embellecen
grandemente el rostro de la esposa, cuide también el
Ella le dice:
alma lavarse con frecuencia en la confesión, y hermo­
“¡Señor mío!, ilumina el rostro de mi alma con la see su rostro con el carmín róseo de la meditación cons­
claridad del tuyo” tante de la Pasión de Cristo.
El Señor:
“¿Qué es el rostro de tu alma?”
Ella calla.
Le dice el Señor:
338 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte______________________ 339

Capítulo XXII Sobre la mesa contempla un cordero más blanco


Cómo prepararse para recibir la Comunión que la nieve, al tocar con su pata la vajilla se llenaban
al momento los cubiertos de manjares y bebidas varia­
Cuando en otra ocasión se disponía a comulgar das. El Cordero era Jesucristo, único alimento y sostén
dijo al Señor: “Enséñame, dulcísimo Dios mío, cómo verdadero del alma.
debo prepararme al imperial banquete de tu adorable
Servían en esta casa dos vírgenes hermosísimas: la
Cuerpo y Sangre”. misericordia y la caridad. La misericordia hacía de por­
Le responde el Señor: tera, acogía amablemente a todos los que llegaban y los
“¿Qué hicieron mis discípulos al enviarlos delante colocaba a la mesa. La caridad servía a los comensales
de mí a preparar la Cena Pascual cuando iba a cenar atendiendo generosa a todos los que allí acudían.
con ellos antes de mi Pasión?”. Al instante le parece
encontrarse en una amplia casa. En ella hay una mesa
Capítulo XXIII
de oro cubierta con mantel, y aderezada con vajilla
variada. Acercarse a la comunión con grandes deseos
“Esta casa, le dice el Señor, designa la amplitud Mientras ponía la señal para indicar que iba a
inmensa de mi magnanimidad , que acoge con gusto y comulgar13 dijo al Señor: “Escribe, dulcísimo Señor,
exultante de gozo a todos los que vienen a ella. Quien mi nombre en tu Corazón y el tuyo en el mío, para
desee comulgar se refugiará en mi generosa clemencia, recordarte constantemente”.
ella le acogerá como madre amorosísima, y le guarda­
Le responde el Señor:
rá de todos los males.
“Cuando desees comulgar recíbeme como si tuvie­
La mesa es el amor al que se acercará seguro el que
ras todos los deseos y todo el amor que es capaz de
va a comulgar, le librará de toda pobreza del alma y le
arder en el corazón humano. Te acercarás a mí con un
enriquecerá por la participación y comunión, con la
amor capaz de inflamar el corazón. Yo acogeré ese
abundancia de todos los bienes.
amor no como es en ti, sino como si fuera tan grande
El mantel es mi piedad que, suave y flexible, se como tus deseos”.
inclina con gran bondad hacia el hombre. Se acogerá a
ella como refugio seguro, porque el recuerdo de mi ter­
13
nura y piedad hace al hombre audaz para recibir todo lo Parece que en el monasterio de Helña las monjas ponían un
signo para advertir a la sacristana que ese día iban a comulgar.
necesario para la salvación”. Costumbre frecuente cuando no se comulgaba todos los días.
340 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 341

Siete perlas preciosas bras. Instruida por el Espíritu Santo comprendió que
Otra vez que ponía la misma señal dijo: “Escribe, debía entenderlas como sigue:
Señor mi nombre en tu Corazón”. Le parece que el Señor Haced esto en conmemoración mía. Cuando reci­
tenía unas como letras de oro en su pecho decoradas con bimos la santísima comunión del Cuerpo y Sangre de
siete perlas. Observa la primera letra de su nombre, y Cristo debemos recordar tres cosas.
reconoce su significado. Busca después los nombres de En primer lugar, aquel amor eterno con el que Dios
algunas personas que se habían encomendado a sus ora­ nos amó cuando aún no existíamos, previendo nuestros
ciones, y encuentra también las primeras letras de sus defectos y malicia. Sin embargo se dignó crearnos a su
nombres igualmente adornadas con siete perlas. imagen y semejanza. Debemos darle gracias por ello.
La primera significa la pureza de corazón; la En segundo lugar, aquel amor inestimable por el
segunda, el recuerdo constante de la vida y las palabras que el Hijo de Dios, lleno de delicias en la gloria del
de Jesucristo; la tercera, la humildad; la cuarta, el cre­ Padre, se inclinó con su infinita majestad hasta toda
cimiento de las buenas obras; la quinta, la paciencia en miseria que padecemos como estirpe de Adán: hambre,
las adversidades; la sexta, la esperanza; la séptima, el frío, calor, cansancio, tristeza, menosprecios, penas y
amor de las cosas celestiales. Todas ellas deben hermo­ muerte afrentosa. Él soportó todo esto con inefable
sear al que comulga. paciencia para librarnos de toda miseria.
Finalmente, aquel amor inescrutable con el que
nos mira en cada momento y cuida con paternal ternu­
Capítulo XXIV ra. Porque él, que es nuestro Señor, Creador, Redentor
Disposiciones para comulgar y Hermano queridísimo, está siempre presente ante el
Padre para interceder por nosotros, todo lo dispone
La sierva de Cristo tenía por costumbre meditar para nuestro bien, resuelve nuestros asuntos como abo­
con gran interés la Pasión de Jesucristo cuando se pre­ gado y servidor fidelísimo.
paraba para la Comunión. Si alguna vez no lo hacía por Estas tres cosas deberán tenerse presentes en todo
descuido, temía haber faltado gravemente, porque el momento, pero de modo especial cuando se va a parti­
Señor había dicho: Haced esto en conmemoración cipar en el banquete celestial que nos legó nuestro tier-
mía™. Pide al Señor le muestre el sentido de estas pala­ nísimo Amante, para que lo recordemos siempre como
testamento de incalculable amor.
,4 Le 22, 19.
342 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 343

Capítulo XXV El segundo es el vino tinto, es decir, la sangre santí­


Tres perfumes del alma sima, que extrajo el lagar de la cruz y brotaba juntamen­
te con el agua de la rosada herida de su Corazón. Suplica
Pedía por una persona que se lamentaba de sentir sea teñido con ella el rostro de tu alma, para merecer pre­
poca devoción al comulgar. [Matilde] le comunicó de pararte debidamente a tan sublime banquete.
parte del Señor: “Si cuando deseas comulgar sientes tu El tercero es la dulzura sublime, desbordante e
corazón flojo para la oración y no tienes las ansias y incomparable del corazón divino, que no pudieron ami­
amor que serían de desear, grita con todo el corazón al norar las amarguras de la muerte. Se le llama ungüento
Señor diciendo: Atráeme en pos de ti, correremos al balsámico porque supera todos los aromas y cura todas
olor de tus perfumes”'5. las angustias del alma. Rogarás se infunda este aroma
en el corazón de tu alma para que saboree y sienta qué
En la palabra atráeme piense en aquel amor pode­
bueno es el Señor'1; al saborear su bondad, te impreg­
roso e inmenso que trajo al Dios omnipotente y eterno
nes, te dilates e incorpores a aquel que se te entregó de
al suplicio tan ignominioso de la cruz; desee que el que
manera tan incondicional por puro amor.
dijo: Cuando sea elevado sobre la tierra atraeré todo
Si no llegaras a experimentar ningún gozo por todo
hacia mi'6, atraiga hacia sí tu corazón con todas las
lo dicho, ruega se realice todo eso en tu tierno y fidelí­
fuerzas del alma, y te haga correr por el amor y el
simo Amante, que no le afecte tu desgana, ni le envuel­
deseo, al olor de esos tres perfumes que brotaron a
va tu tibieza. Que solo él sea glorificado por todas tus
torrentes de la nobilísima perfumería de su dulcísimo
obras ahora y por siempre.
Corazón hasta inundar cielo y tierra.
El primer perfume es el agua de flor de rosa, que
Capítulo XXVI
hizo destilar el amor divino de la nobilísima rosa que es
el pecho del Señor, con el fuego de la caridad. Te ungi­ As- bueno comulgar con frecuencia
rás con este perfume para lavar el rostro de tu alma.
Rogaba por una persona que temía comulgar a
Buscarás con diligencia sí hay en ella alguna mancha
menudo. El Señor le dijo:
de pecado, y suplicarás que sea purificada en la fuente
Cuanto más a menudo comulga el hombre, más
de la misericordia que limpió al ladrón en la cruz.
pura se hace su alma, como el que se baña aparece más
limpio.
15 Ct 1,3.
16 Jn 12,32. 17 Sal 33, 9.
344 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 345

Cuanto más a menudo comulgue, más actúo en él usarlo mientras vivías en este mundo’. Harás lo mismo
y él en mí, así sus obras se santifican más y más. cuando realices un trabajo que se te ha encomendado,
Cuanto más deseos tenga el hombre cuando dirás: ‘Señor, lo hago para tu gloria y utilidad de todo
comulga, con mayor hondura se sumerge en mí; cuan­ el mundo, unido a aquel amor conque tú mismo traba­
to más ahonda en el abismo de la divinidad, más se jaste, sigues trabajando sin interrupción en mi alma, y
dilata su alma y se hace capaz de esa divinidad, como me ordenas que realice en estos momentos esta obra.
al verterse el agua más veces en un mismo lugar, mayor Tú dijiste: Sin mí no podéis hacer nadals. Te ruego
socavón realiza y mayor caudal adquiere para fluir de pueda realizar esta obra unido a tu perfectísima acción,
nuevo”. como una gota de agua arrojada a un caudaloso río,
hace todo lo que ese gran río realiza.
Finalmente, que por la conformidad de voluntades,
Capítulo XX Vil
quiera el hombre todo lo que yo quiero, tanto en lo
Unión del corazón del hombre próspero como en lo adverso. El ámbar fundido a frie­
con el Corazón de Dios go se hace indivisible. El amor hace al hombre un solo
espíritu conmigo. Esto es la mayor perfección o virtud
En cierta ocasión había recibido [Matilde] el
en este mundo”.
Santísimo Sacramento y después de íntimos coloquios
con él, le pareció que el Señor tomaba el corazón del
alma y lo estrechaba contra su Corazón hasta formar Capítulo XXVIII
una sola masa.
DI cofre con tres compartimientos
Le dice el Señor: “He querido que los corazones de es el corazón humano
los hombres estuvieran así unidos a mí por los deseos,
de manera que no busquen nada para sí, y ordenen Después de recibir el Cuerpo del Señor vió ante sí
todos sus deseos según mi Corazón, como al soplar dos un cofre maravillosamente decorado en oro y piedras
vientos a un mismo tiempo forman un solo aire. preciosas, blanquísimo por dentro y dividido en tres
El hombre además se unirá a mí en todas sus accio­ compartimientos. En la parte superior contenía vasos
nes, ya esté, por ejemplo, en el sueño o la comida. Dirá sagrados; debajo, vestidos preciosos; y en la parte infe­
en su corazón: ‘Señor, acepto este regalo para tu eterna rior, manjares delicados.
gloria y mi necesidad, unido a aquel amor por el que lo
creaste para mí, con aquel amor que tú mismo quisiste 18 Jn 15, 5.
346 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 347

El cofre significa el corazón del hombre, lleno de la divinidad, me hice hijo de la Virgen e hijo del hom­
virtudes y buenas obras. bre, sólo a aquella virgen-madre la comuniqué plena­
mente las delicias de mi divinidad”.
Los vasos de oro de la parte superior simbolizan
los corazones de los santos, preparados para recibir la Dice [Matilde] al Señor: “¿Por qué, amantísimio
gracia del Espíritu Santo. Debemos imitarlos siempre Señor, los hombres participaron tan poco en estas deli­
con la preparación de nuestros corazones a la gracia del cias durante tu vida?”
mismo Espíritu Santo. El Señor:
La blancura interior significa el alma que desea “No les era posible mientras no las adquiriera para
agradar a Dios. Debe conservar el corazón limpio y libre ellos con mi pasión y mi muerte”.
de todo lo terreno, no juzgar las acciones humanas.
Ella:
Los vestidos preciosos de la zona intermedia signi­
“¿Qué significan los vestidos rojos?”
fican las obras de la Humanidad de Jesucristo. Había
cuatro clases de vestidos: unos eran de púrpura, deco­ El Señor:
rados con trifolios de oro; otros, verdes con rosas de “Mi Pasión, enrojecida con mi sangre, y mi muerte
oro; otros azules con estrellas de oro; otros rojos tacho­ inocentísima, simbolizada por las azucenas de oro; cuan­
nados de azucenas. do avivas su recuerdo, me cubres con esos vestidos”.
Sorprendida de lo que podrían significar estos ves­ Insiste ella:
tidos, recibe respuesta del Señor:
“¿Y qué quieren decir los manjares contenidos en
“Me vestirás según desees poseerme en tu corazón. el compartimiento inferior del cobre?”
Cuando alabas mi infancia, que contenía en sí la El Señor:
majestad de toda la Trinidad, me vistes de púrpura
“Todo el gusto y deleite de la gracia que puede
tachonada con trifolios de oro.
recibir el alma durante esta vida en el sacramento de la
Al recordar mi adolescencia, me vistes de verde Eucaristía, que contiene en sí toda gracia y todo delei­
adornado con rosas de oro, para significar las alegrías te. Todo el que recibe este Sacramento me comulga a
de mi divinidad que vine a comunicar al hombre, según mí y yo a él”
aquellas palabras: Tengo mis delicias con los hom­
Dice el alma:
bres'9. Aunque soy Hijo de Dios con toda la plenitud de
“¿Por qué, Señor, está este alimento en la parte
19 más baja?”
Pr 8, 31.
348 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 349

El Señor: Luego dice el alma al Señor:


“Porque estoy en lo más bajo de tu intimidad”20. “La esposa suele dar frutos a su esposo, ¿Qué fru­
tos, mi esposo florido, puedo ofrecerte?”

Capítulo XXIX El Señor:

Las siete Horas canónicas “Me engendrarás cada día siete hijos”
Al levantarte de noche dispondrás tu corazón a
Oyó la sierva de Cristo predicar sobre las bodas, y se
obedecer en todo lo que se te mande, aunque se te pida
dirige al Señor: “¡Ay dulcísimo Esposo mío, qué esposa
ese día una obediencia heroica como hicieron algunos
tan infiel te he sido en mi vida! ¡Nunca te expresé como
santos, por reverencia a aquel amor por el que me
debía, mi verdadero esposo, mi amor de esposa!”
entregué atado en manos de los malvados, y me hice
Al momento se le presenta el Señor con gloria y
obediente hasta la muerte de cruz.
gozo inefables y le dice:
A la hora de Prima te someterás a toda criatura por
“Suele suceder a veces que, cuando los esposos
mi amor, y estarás dispuesta a todo lo vil y humillante,
parten a lejanos países, renuevan al regreso sus bodas
en reverencia a aquella humildad con la que, como cor­
con la esposa. Eso debo hacer también yo, porque me
parece más penoso al alma enamorada alejarme de ella dero mansísimo, me presenté para ser juzgado, ante un
una hora, que mil años lejos de su amado a la esposa juez indignísimo.
aquí en la tierra”. A Tercia te despreciarás y vilipendiarás a ti misma
Junta entonces su Corazón divino con el corazón por el amor que me movió a ser despreciado, escupido,
del alma y le dice: “Ahora mi Corazón es tuyo y el tuyo y saturado de oprobios.
mío. E introduce a esa alma dentro de sí con tan dulcí­ A Sexta crucificarás el mundo para ti, y tú para el
simo abrazo y fuerza divina, que se diría fundirse en un mundo, al pensar que yo, tu Amado, me dejé crucificar
solo espíritu con él”. por amor. Así todos los atractivos y dulzuras del mun­
do serán para ti amargos como la cruz.
20 Quía sum Inferior omni intimo tuo. El cód. Guelferbyt pone A Nona morirás al mundo y a todas las criaturas,
“interior" en lugar de "inferior” del texto que traduzco. Tal
vez sea este segundo término más auténtico, inspirado en el para que mi muerte de amor, endulce lo más hondo de
texto de San Agustín: Tu autem eras interior intimo meo. Tú tu corazón, te resultará desabrida y despreciable toda
estabas dentro de mí, más interior que lo íntimo mío. S.
criatura.
Agustín, Cofessiones, III, 6, 11.
350 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 351

Hacia Vísperas, hora en que fui bajado de la cruz, versó con los hombres, y se dignó instruirlos por sí
meditarás gozosa cómo descansarás feliz en mi regazo, misma con benévolas palabras y exhortaciones. Se
pasada ya la muerte y todos tus trabajos. inclinará reverente en homenaje a la enseñanza y dul­
ces palabras que brotaron en otro tiempo de su Corazón
También durante Completas traerás a tu mente
y su boca santísimos.
aquella dichosa unión por la que, hecha un espíritu con­
migo, goces de mí en sublime experiencia. Esta unión Dará gracias también por todas las palabras de los
comienza por la unión de mi voluntad y la tuya en todo, profetas, las exhortaciones y dichos de los santos, pues
sea próspero o adverso, y se consumará después en una las pronunciaron con toda verdad por inspiración del
gloria sin fin. Espíritu Santo.
Del mismo modo dará gracias por toda gracia e
inspiración espiritual que Dios se dignó infundir por sí
Capítulo XXX
mismo en el hombre, conforme al beneplácito de su
Tres cosas para meditar voluntad.
durante el rezo de las Horas
Después de los Salmos hasta el final de las Horas
Quien quiera cantar devotamente las Horas presta­ ensalzará la dulcísima benignidad con que el Señor
rá atención a estas tres cosas: actuó en todo lo que hizo o padeció. Dará gracias por
todos los deseos, oraciones y todo lo demás que hizo o
Desde el comienzo de cada Hora hasta los Salmos
sufrió por nosotros. Agradecerá de modo especial lo
alabe y ensalce aquel abismo de humildad por el que la
que en esa Hora concreta soportó.
majestad altísima de la divinidad se inclinó desde lo
más alto de los cielos y bajó con toda humildad al valle
de nuestra miseria. Por esta humildad el Dios de los Capítulo XXXI
ángeles se hizo hermano y amigo de los hombres, es Cómo lian de cantarse las Horas
más, humilde esclavo, como dijo él mismo: No vine a El bien más pequeño que puede hacer el hombre
ser servido, sino a servir14. Se inclinará con gran devo­
En cierta ocasión se apareció el Señor en sueños a
ción para reverenciar tan gran humildad.
su sierva. Le pregunta entre otras cosas:”Si, como se
Mientras canta los Salmos ensalzará la insondable lee de los vicios, el pecado por leve que sea, llega por
sabiduría de Dios, que con tanta condescendencia con­ la costumbre a ser mortal, ¿puede decirse también de
las virtudes que por la costumbre adquieren más méri­
24
Mt 20, 28. to ante Dios?”
352 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 353

Le responde el Señor: yentes. Por ello oré al Padre: Por ellos me consagro yo
“No hay obra buena tan pequeña que la costumbre para que también se consagren ellos en mí 25. Tú
no la haga grande ante Dios”. recuerdas en las siete Horas cuanto sufrí durante las
mismas, yo conocí de antemano en mi sabiduría todo lo
Ella:
que debía sufrir, como lo atestigua el Evangelista cuan­
“¿Cual es la obra buena mínima que el hombre do dice: Jesús sabía todo lo que venía sobre é/”26.
puede practicar con provecho y mayor frecuencia?”
El Señor:
Capítulo XXXII
“Rezar las Horas con devoción y atención. No es que
sea la obra buena más pequeña, sino porque lo menos que
Cómo debe reparar el hombre sus negligencias
puede hacer el hombre es cumplir sus deberes. Rogaba por una persona que se le había quejado de
Al comenzar las Horas dirás con el corazón o con rezar frecuentemente las Horas sin devoción y distraída.
los labios: Señor, te ofrezco esta Hora unida a aquella Le responde el Señor:
intención con la cual celebraste las Horas canónicas en
la tierra para gloria del Padre. De este modo te unirás a “Al concluir las Horas dirás siempre: Oh Dios, ten
Dios cuanto es posible. Cuando esta práctica se con­ misericordia de mí, que soy un pecador, o lo siguiente:
vierte en costumbre por el constante ejercicio, se enno­ Mansísimo Cordero, ten misericordia de mí. Con esto
blece y eleva ante Dios Padre, como si la realizara reparará su descuido”.
como yo lo hacía”. Replica ella:
Otro día se le apareció el Señor durante la oración “¿Y si descuida hacerlo, y no lo repite al final de
y le preguntó si de verdad celebró las Horas durante su cada Hora?”
vida mortal El Señor:
Él se dignó responderle benignamente: “Si ha descuidado hacerlo después de cada Hora,
“No las celebré como acostumbráis vosotras, pero lo repetirá al menos, siete veces al día a la hora que
si alabé a Dios Padre durante las mismas. Todo lo que quiera. Si esta oración: Oh Dios, ten misericordia de
hacen los cristianos lo hice también yo, por ejemplo, mí, que soy un pecador, fue tan eficaz para el publica-
recibir el bautismo. Por amor a ellos cumplí y practiqué
todo lo que ellos hacen, para santificar y llevar a per­ 25 Jn 17, 19.
fección con mi propia vida todas las obras de los cre­ 26 Jn 18, 4.
354 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 355

no, que le perdonó todos sus pecados, ¿no va a poder concédeme que a semejanza de este animalito, mientras
conseguir el perdón de sus negligencias a los demás? mi cuerpo duerme esté mi alma en vela”.
Mi misericordia es tan benigna ahora como lo fue en Le responde el Señor:
aquel tiempo”.
“Se dice que la liebre rumia y duerme con los ojos
abiertos, cuando el hombre vaya a dormir rumie este
Capítulo XXXIll verso:
El hombre pedirá a Dios le guarde en la fe Ciérrense los ojos por el sueño
Esté siempre abierto el corazón a tu mirada11
Si uno pide a Dios que le guarde en la fe, alcanza­
rá la gracia de no verse tentado al final de la vida con­ Que piense en Dios, dialogue con él. Así, mientras
tra la verdadera fe. viene el sueño tiene su corazón atento a mi presencia.
El fiel encomendará su fe, en primer lugar, a la Si durante el sueño le sucede algún mal, si siente
omnipotencia del Padre, pedirá le confirme en ella con malestar o pesadez, nunca se separará de mí.
la fuerza de su divinidad. Que nunca se separe de la Cuando uno desea dormir, extraiga como un suspi­
verdadera fe. ro de mi divino Corazón, unido a aquella alabanza que
Luego la confiará a la insondable sabiduría del brotó de mí hacia todos los santos, para suplir de este
Hijo. Que le instruya con la luz del conocimiento divi­ modo la alabanza que toda la creación debe tributarme.
no, que nunca sea seducido por el espíritu del error. Suspire también unido a aquel agradecimiento que
Finalmente confiará su fe a la benevolencia del los santos atraídos por mí, el Cordero, me dan gracias
Espíritu Santo, para que ella actúe en toda su vida por los beneficios que les he concedido.
movida por el amor y a la hora de la muerte se encuen­ Emitirá un anhelante suspiro por sus pecados y los
tre consumada en la perfección.
de todos los hombres, unido a la compasión por la que
borré los pecados de todos.
Capítulo XXXIV En cuarto lugar, suspirará con afecto y anhelo el
Cinco suspiros en los que se duerme el hombre bien que añoran todos los hombres para alabanza de 27

En cierta ocasión contempló su alma como una


27 Es el comienzo de la cuarta estrofa de un himno que en aquel
pequeña liebre que dormía en el regazo del Señor con tiempo se cantaba en el monasterio de Helfta en la hora de
los ojos abiertos. Dice ai Señor: “¡Señor Dios mío!. Completas.
356 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 357

Dios y provecho propio, unido a aquel deseo que tuve Por divina inspiración comprendió que cuando el
en la tierra por la salvación de todos los hombres. alma suspira por Dios desde su indigencia con el deseo
Finalmente gemirá unido a las oraciones que bro­ de alabarle o darle gracias, al punto se levantan todos
taron de mi divino Corazón y el de todos los santos los santos, alaban a Dios unidos al alma, o le piden gra­
para salvación de todos muertos y vivos, con el deseo cias en su favor. Si suplica con dolor de sus pecados,
de que reciba yo todas las aspiraciones que realice esa piden al Señor el perdón; Pero Jesucristo no se confor­
noche mientras duenne, como si con ello me rogara sin ma con esto, él mismo se levanta y dice: “Pondré a sal­
cesar. Entonces yo, que no puedo negar nada a los vo al que lo ansia, deseo complacerla yo mismo, ala­
deseos del alma enamorada, lo cumpliré en mi divina baré a Dios Padre en nombre de esa alma, para suplir y
verdad. realizar plenamente cuanto desea”.
Luego dice al Señor: “¡Oh!, si un solo gemido es
Capítulo XXXV acogido de manera tan sublime, ¿Cómo podrá quedar
ya rastro de tristeza en el alma del pobre?”
Jesucristo se levanta ante el gemido del pobre
Otra vez siente ansias del Señor, se lamenta y sus­
Mientras comulgaba la comunidad un día de fies­ pira por él. Le dice el Señor: “¿Qué te pasa ahora?
ta, estaba esta sierva de Cristo enferma, postrada en el Cuantas veces gimes tras de mí, me introduces en tu
lecho. Desde lo más profundo de su corazón gemía ante intimidad. Comparto contigo mucho más que con todas
el Señor en su indigencia. Ve al Señor que se levanta las demás cosas. No hay cosa alguna tan pequeña e
presuroso de su trono y le dice: Por la opresión del insignificante, un hilo o una pajuela que no pueda con­
humilde, por el gemido del pobre, yo me levantaré28 29. Al seguirse con voluntad. El hombre puede alcanzarme
levantarse el Señor, se levantan también todos los san­ por una intención, con un gemido”.
tos. Ofrecen a Dios en alabanza eterna, para consuelo
de esa alma, todo lo que hicieron y padecieron en ser­
vicio de Dios en la tierra. El mismo Señor Jesucristo Capítulo XXXVI
ofreció todas sus obras a Dios Padre diciendo: Pondré Cristo refrigera en el alma
a salvo al que lo ansia29. “En mí y por mí mismo cum­ los ardores de su amor divino
pliré sus deseos”. Y tributa al Padre en nombre de ella,
las alabanzas que se merece. En cierta ocasión [Matilde] estaba triste, se lamen­
taba, se tenía por inútil, impedida por la enfermedad no
28 Sal 11, 6. podía guardar la observancia. Escucha al Señor que le
29 Sal 11,6. dice: “¡Ánimo!, permíteme refrigerar en ti los ardores
358 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte_______________________________ _______359

de mi divino Corazón”. Comprendió con estas palabras Capítulo XXXVII


que todo el que acepta con gozo la tristeza, el abati­
Los hombres prenda de Dios
miento y cualquier tribulación, unidos al amor por el
que Jesucristo aceptó en esta tierra tantos sufrimientos Mientras un día oía cantar aquel verso: Los justos
y trabajos, y finalmente una muerte ignominiosa, refri­ oirán una voz melodiosa, etc., recuerda la prenda que
gera de alguna manera los ardores de su divino hacía tiempo Dios le había otorgado y se lo agradecía
Corazón, que buscó con tan incontenibles ansias la sal­ con gran ternura.
vación de los hombres. Como ahora no puede ya sufrir
Le dice el Señor:
en sí mismo tales padecimientos, se digna suplirlos en
sus amantes, que se adhieren a él con fidelidad inque­ “Yo soy tu prenda y tú la mía”. Recapacita ella
brantable. cómo puede ser prenda para Dios si carece de méritos.
Su pasión salvó a todo el mundo, no sólo a los Le responde el Señor:
hombres de su tiempo, sino a todos los que más tarde “Todos los hombres son prenda y deben pagarme
creerían en él. De igual modo los que le aman le ofre­ mi muerte como dice el Apóstol: Mortificad vuestros
cen sus sufrimientos y penalidades para acrecentar el miembros terrenos31. Esto es, corrija cada uno lo que
mérito de los justos, alcanzar el perdón a los pecadores encuentre vicioso en sí, para que libre de todo pecado
y el gozo sempiterno a los difuntos. Cuando esta alma antes o en la muerte, me devuelva gozoso mi prenda,
que fue en la tierra frescor para el divino Corazón, lle­ que es él mismo. Son mi prenda de modo especial los
gue al cielo, se lanzará al instante al Corazón de Dios, varones espirituales, llamados a una gloria tan sublime
e inmersa en la divinidad, como inundada en un perfu­ y singular, porque cuantas veces me entregan su
me precioso, se inflamará en las llamas de su ardentísi­ voluntad en algo difícil, otras tantas me entregan mi
mo Corazón, con todo lo que en este mundo soportó prenda; como el que guarda la prenda de su amigo y
por Cristo. Como perfume de gran aroma o bálsamo, cuantas veces la mira, la embellece con oro o nuevas
ella inundará todo el cielo con la suavidad de su aroma,
perlas preciosas”.
todos los santos recibirán nuevo gozo y alegría como se
dice en el salmo: El Señor tu Dios te ha ungido con
aceite de júbilo entre todos tus compañeros30

30 Sal 44, 8. 31
Col 3, 5.
360 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 361

Capítulo XXXVIII Señor: “Si quieres ser mi hija carísima y lo más pareci­
El traje de bodas da a mí, debes imitarme en esas palabras. Como yo ten­
go designios de paz y no de aflicción, cuidarás tú de
Oye en el Evangelio: Amigo, ¿cómo has entrado tener un corazón sereno y pensamientos pacíficos; no
sin tener el traje de bodas?32. Dice al Señor: “¿Cual es. altercarás con nadie, cederás con mansedumbre y
Amado mío, el traje sin el que nadie puede entrar en tus paciencia.
bodas?” Le muestra el Señor un traje de púrpura con­
Yo escucho a los que me invocan, tú te mostrarás
feccionado maravillosamente en blanco y oro y le dice:
acogedora y complaciente con todos. Cuidarás de libe­
“Este es el traje de bodas, confeccionado con la rar a todos los cautivos, esto es: ofrece ayuda y con­
blancura de un corazón puro, la púrpura de la humil­
suelo a los atribulados y tentados”.
dad y el oro del amor divino. Quien desee vestir este
traje debe tener el corazón limpio, que no permita
entrar voluntariamente en su corazón ningún mal pen­ Capítulo XL
samiento; todo lo que vea u oiga lo juzgará y orienta­
Dios desea nuestro corazón
rá hacia el bien, no hacia el mal; se someterá con
humildad y corazón manso por amor de Dios, no sólo Durante la misa contempló al Señor sobre el altar
a sus superiores, sino a todos los hombres; amará a en forma de un águila de oro y comprendió: como el
Dios con toda su mente; tendrá por poca cosa todas las águila tiene un vuelo altísimo. Dios tiene una mirada
criaturas en comparación con Dios; lo que aparte de profundísima para ver el corazón humilde. Le pareció
Dios no sólo no lo amará, sino que huirá de ello y lo que dicha águila tenía pico encorvado y lengua dulce.
rechazará totalmente”. El pico significa las palabras del Señor que traspasan
el corazón del alma con la devoción; la lengua signifi­
Capítulo XXXIX ca la dulzura: como el águila siempre busca en su pre­
sa lo más sabroso, a saber, el corazón. Dios desea
Cómo se asemeja el alma a Dios
siempre nuestro corazón, que se lo presentemos como
Mientras se cantaba la misa: Dice el Señor: tengo sabrosa ofrenda.
designios de paz y no de aflicción, etc.33, le dice el

32 Mt22, 12.
33 Jr 29, 11. Canto de entrada del último domingo después de
Concilio Vaticano II, y Canto de entrada en el domingo 33 del
Pentecostés antes de la Renovación del Misal según el Tiempo Ordinario en el misal renovado.
362 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 363

Capítulo XLI humildes, ¡Cuánto más conviene que te humilles y


El hombre debe ejercitar su memoria sometas tú, hombre insignificante! Lo mismo pensarás
de la paciencia y demás virtudes. Todo lo que haces lo
Esta devota virgen pedía una vez al Señor le con­ realizarás acordándote de mí. Yo escribiré este recuer­
cediera tener siempre su recuerdo en el corazón. El do en mi corazón para que nunca pueda borrarse”.
Señor le mostró su Corazón a semejanza de una casa.
Esta alma vuela como paloma, entra por la puerta, y
encuentra dentro un montón de trigo. Capítulo XLII
Le dice el Señor: “Cuando la paloma llega al mon­ Matilde consultaba a Dios en todas sus obras
tón de trigo no se lo lleva todo, toma lo que le convie­
Cierto día ve una paloma en el nido y pregunta al
ne. Haz tú lo mismo. Cuando escuchas o lees la Palabra
de Dios no puedes comprenderla toda, tomarás parte de Señor: “¿Amado mío, a qué huevo podría dar calor yo
con mi meditación?”
ella y la rumiarás en tu memoria pensando: ¡Ah! ¿Qué
quiere decirte, mandarte o hablarte ahora tu Amado en El Señor:
esta lectura?” Ovum = huevo es una palabra de dos sílabas. O,
Ese mismo día oyó proclamar el Evangelio: El significa la sublimidad de mi divinidad; vum, tu extre­
Reino de los cielos es semejante a un tesoro, etc34. Dice ma bajeza35. Une estas dos sílabas en un todo y pósate
al Señor: “Mi dulcísimo Maestro, ¿Qué he de escoger sobre él [como la paloma] sobre el huevo. Medita cómo
en este Evangelio según tu mandato?” incliné la altura de mi divina majestad para condescen­
Le responde el Señor: der con tu bajeza. Cómo penetré hasta la médula de tu
alma con la infusión de la gracia divina y te asocié a mí
“¿Qué es un tesoro? Tesoro es un conglomerado de
con unión inefable. Éste será tu huevo”.
oro, plata y piedras preciosas. El oro significa el amor,
la plata las buenas obras, las perlas, las virtudes. La De la misma manera acostumbraba [Matilde] a
plata es un metal muy sonoro, del mismo modo las bue­ consultar al Señor en todo lo que hacía por muy peque­
nas obras producen un sonido muy grato a mis oídos. ño e insignificante que fuera, buscando en todo el bene­
Si uno hace buenas obras pensando: tu Dios se hizo plácito de su voluntad.
humilde, se dignó inclinarse a las obras y servicios
35
De esta interpretación de ovum, “huevo” en latín, han supues­
34
to algunos que Matilde recibía con frecuencia sus revelacio­
Mt 13,44. nes en latín y que en esa lengua fueron escritas.
Tercera Parte 365
364 Libro de la Gracia Especial

Si percibe una dulce melodía o algo que le deleite,


Capítulo XLIII
piense para sí: ¡Ah!, ¡qué dulce será aquella voz que un
Superar en Dios todo lo que desagrada día te va a llamar, de ella reciben dulzura y sonoridad
En cierta ocasión observó en un hombre un gesto todas las demás voces!
que le escandalizó. Reconoce al punto su falta y la con­ Siempre que oiga hablar o leer algo, piense: ¡Ay, si
fiesa a Dios. fuera la voz que me lleve al encuentro de mi Amado!
El Señor le dice: “Cuando veas un gesto que te Busca en todo lo que digas la gloria de Dios y la salva­
escandaliza me alabarás por la dignidad y nobleza de ción de los prójimos. Piensa igualmente al leer o can­
mis gestos. Si ves a alguien que se ensoberbece, alába­ tar: ¡Vamos! ¿qué te dice, qué te manda tu Amado aho­
me desde lo hondo de ini humildad por la que, siendo el ra en este verso, en esta lectura? Búscale en todas las
Señor de todos, me sometí a todos. Si ves que alguno se cosas hasta que cierto pregusto de la divina dulzura te
enciende en ira, alábame por aquella mansedumbre de haga presentirlo.
cordero que tuve ante el juez. Cuando veas a uno impa­
ciente, alábame por la paciencia que tuve para soportar­ Lo mismo hará con el olfato y el tacto, recordando
lo todo. De este modo vencerás en mí todo lo que te des­ cuán suave y bueno es el Espíritu de Dios, qué tiernos
agrada, y todo te resultará sumamente placentero”. serán sus besos y abrazos.
Si una criatura le produce complacencia, recuerde
Capítulo XLIV siempre las delicias de Dios que hizo todo esto hermo­
so, deleitable, dulce para estimulamos y llevamos a
Buscar a Dios en los cinco sentidos
todos a conocer y amar su bondad. Se comportará
Otra vez le dice el Señor: “Búscame en tus cinco como la madre de familia que ayuda en todo al que ama
sentidos como el hospedero que espera la llegada de su y no permite que trabaje solo.
queridísimo amigo oteando por puertas y ventanas, La fiel esposa del Señor estará dispuesta a ayudar
para llega a percibir al que tanto desea encontrar. Así
con todo su corazón a la Iglesia de Dios, él actúa cons­
me buscará el alma fiel a través de sus cinco sentidos,
tantemente en ella. En cuanto le sea posible, tributará a
que son sus ventanas.
Dios toda alabanza, acciones de gracias y oraciones
Si llega a percibir algo hermoso y amable, piense que de buen grado deberían ofrecerle todas las criatu­
qué hernioso y amable, qué bueno es el que hizo todo
ras; orar por cada uno, servirle generosamente, y pres­
esto. Al instante alzará su mirada hacia aquel que creó
tarle todas las atenciones.
todas las cosas.
366 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 367

Finalmente, esté dispuesta a soportar toda pena,


El hombre debe aceptar las cosas necesarias y
tribulación, y trabajos que otros han aceptado por amor
cuanto ha menester para su cuerpo, unido a aquel amor
de Dios”. por el que creé todas las cosas para su servicio; luego,
en unión de aquel amor que usaba las criaturas en la tie­
Capítulo XLV rra para honra de mi Padre y salvación de los hombres.

Obediencia y temor. Reciba además, los trabajos y servicios de quienes


Cómo recibir los servicios (leí prójimo la atienden, con el amor que expresan quienes la sirven
para honra de Dios, se santifiquen los servidores y sean
Durante la misa vio a la portera cansada por los premiados por ello”.
huéspedes que acudían. Compadecida rogó al Señor
por ella. Capítulo XLVI
Le dice el Señor: “Todos los pasos que uno da por Deseo de Cristo
obediencia acrecientan su mérito como si cada uno fue­
ra un denario que deposita en mi mano”. En otra ocasión agradecía a Dios el deseo que tuvo
al decir: He deseado enormemente comer esta comida
Responde ella: “¡Dulcísimo Dios mío!, aunque me pascual con vosotros31.
cuesta mucho no poder seguir a la Comunidad, impedi­
da por la enfermedad, te doy infinitas gracias por Recibe esta respuesta del Señor: “Quisiera que
haberme librado de tantas ocupaciones”. todos recordaran cuánto tiempo se retrasó este mi
deseo. No desfallecerían cuando por disposición divina
Le responde el Señor: “Cuando te entregabas a las se dan largas a sus deseos”.
tareas necesarias del monasterio, temías impidieran tus
ejercicios espirituales y gozar del don recibido; ahora
Capítulo XLVII
temes recibir en tu enfermedad más atenciones de las
que reclama la necesidad. El justo siempre teme en Cuatro formas de oración
todas sus obras, como se lee de Job cuando dije de él
Mientras escuchaba el canto del responsorio: Vi la
que no había otro en la tierra semejante a él en el temor
ciudad santa de Jerusalén adornada y ataviada con las
de Dios y en apartarse del mal. Sin embargo decía de sí
oraciones de los santos36, pensaba cómo puede cons­
mismo: Temía en todas mis obras36.
truirse y decorarse una ciudad con oraciones. 37 38

36 37 Le 22, 15.
Jb 9,28. 38 Cf. Ap21,2.
368 Libro de la Gracia Especial Tercera Parte 369

Le responde el Señor: “Esta ciudad está embellecida Lo más provechoso que pueden hacer las manos es
con cuatro clases de oraciones a modo de oro y perlas: elevarse en oración pura y escribir.
La primera, de los elegidos que con corazón humil­ La mejor función del corazón es amar y desear a
de y contrito piden en la oración perdón por sus pecados.
Dios fervorosa y cordialmente, y pensar devotamente
La segunda es de los hombres atribulados que se en él durante la oración.
acogen a Dios en la oración buscando ser aliviados.
Como ejercicios provechosos de todo el cuerpo son:
La tercera es de quienes movidos por fraternal
la genuflexión, las reverencias y las obras de caridad”.
afecto, interceden por las necesidades y miserias del
prójimo. Esta oración es muy grata a Dios y adorna en
gran manera la Jerusalén celestial Capítulo XLIX
La cuarta es la de aquel que ama a Dios con amor Nobleza y belleza del alma.
puro, e intercede por la Iglesia universal y por los
Qué es el cuerpo humano
demás como por sí mismo. Esta oración ilumina a la
Jerusalén del cielo como el sol naciente”. En una ocasión se le apareció Jesucristo, Rey de la
gloria, en lugar elevado, rodeado de gloria indescripti­
Capítulo XL\ III ble, lleno de delicias , con vestidura de oro y palomas
El mejor bien que puede hacer engastadas, envuelto en manto rojo.
el hombre con su cuerpo La vestidura estaba abierta por ambos lados, era
signo de que el alma tiene camino abierto a Dios por
En otra ocasión le dice el Señor: “El mayor bien, el
todas partes.
más útil que puede hacer el hombre con sus labios es
alabar a Dios y tratar frecuentemente con él, esto es, la El manto rojo significaba la Pasión de Cristo,
oración. siempre presente en lo más profundo de su Corazón,
Bien saludable de los ojos son lágrimas de amor y que ofrece todavía al Padre, intercediendo sin cesar por
la lectura asidua de la Sagrada Escritura. el hombre.
Es propio de los oídos escuchar con gusto la Las palomas engastadas, eran signo de la sencillez
Palabra de Dios y estar inclinados y dispuestos a obe­ del Corazón divino, siempre inclinado a favor del hom­
decer. bre, aunque éste sea muchas veces infiel.
370 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 371

El alma se sentía alejada de Dios y meditaba en su brillantes como el sol a través de un cristal. Pide a la
interior lo del Profeta: Ay, El señor se me apareció de Virgen la lleve al árbol de la misericordia del que Adán
lejos39. fue durante tanto tiempo alejado. Era un árbol corpu­
lento y muy alto, arraigado en suelo de oro, con hojas y
Le responde el Señor: “¿Qué importa? Donde estás
frutos también de oro. De él nacían tres ríos. El prime­
tú, está mi cielo; ya comas, ya duermas, o hagas cual­
ro lavaba, el segundo daba brillo, el tercero refrescaba y
quier cosa, siempre tendré en ti mi morada”.
era potable. María Magdalena estaba postrada bajo el
Se preguntaba ella qué podría ser su cuerpo en rea­ árbol y Zaqueo de rodillas en actitud de adoración.
lidad. [Matilde] se postra entre los dos, adora y pide perdón.
Le responde el Señor: Contempla también un árbol altísimo y hermosísi­
“Tu cuerpo solo es un saco despreciable que con­ mo, que significaba la paciencia de Dios. Tenía hojas
tiene un vaso de cristal con un licor de gran valor. plateadas y el fruto rojo, la corteza exterior un tanto
Como se guarda con gran solicitud el saco, no sea que dura y amarga, pero en el interior muy sabroso.
llevándolo de acá para allá se rompa el vaso y se derra­
Allí había también un árbol pequeñito, al alcance
me el licor, también el hombre debe respetar su cuerpo
de todos, se mecía suavemente hacia todas partes al
y guardar los cinco sentidos, en atención a su alma, que
susurro del viento. Significaba la mansedumbre del
contiene el licor de la gracia divina y la unción del
Señor. Sus hojas eran de un verdor extraordinario que
Espíritu Santo, para no ver, oír o decir algo que pueda
supera todo verdor, pero no tenía fruto, todas sus hojas
derramar la unción espiritual de mi gracia, o ahuyentar
tenían las cualidades de los frutos.
mi Espíritu que reina en ella”.
También contempló un árbol de aspecto encanta­
dor, delicioso, transparente como cristal limpísimo;
Capítulo L tenía las hojas doradas y en cada una un anillo de oro;
El jardín y los árboles de las virtudes su fruto, más blanco que la nieve, era muy dulce y sua­
ve. Significaba la radiante pureza natural de Dios que
Cierto día, después de confesarse y cumplir la quiere comunicar a todos.
penitencia que se le había impuesto, pedía a la bien­
aventurada Virgen intercediera por ella ante el Señor. Se abre el árbol, entra Dios en él y une el alma a sí
Le pareció que la misma Virgen María la llevaba a un en tan estrecha unión que parecía cumplirse lo del sal­
hermosísimo jardín con preciosos y altísimos árboles. mo: Yo dije: sois dioses*0. Había bajo el árbol rosas.

39 40 Sal 81, 6.
Jr33,3.
372 Libro de la Gracia Especial
Tercera Parte 373
violetas, flores de azafrán y hierba llamada de san
Si en el rostro de su alma halla algo reprensible en estas
Benito. El Señor se recreaba en estas flores: la caridad,
u otras cosas parecidas, cuide limpiarlo suavemente
la humildad, el menosprecio de sí, la acción de gracias.
con el paño fino de la humanidad de Cristo, recuerde
El hombre repita en todos los acontecimientos:
con ternura que Cristo es nuestro hermano, es piadoso;
“Bendito sea el nombre del Señor”, dé gracias a Dios y
cuando el hombre reconoce su pecado, lo perdona con
alabe al Señor en todo momento.
misericordia. Cuide no pretender borrar sus manchas
bruscamente, esto es, sin atender a la bondad divina. Si
Capítulo L1 las frota con dureza, encona en lugar de sanar.
Hay que examinarse antes de la confesión
El hombre, debe desnudarse con el examen de su Capítulo LII
interior antes de confesarse, como se desnudó Castidad de la gloriosa Virgen María
Jesucristo en la flagelación y en la cruz. Si Cristo se Cómo guardar la túnica de la inocencia
despojó para ser azotado, despójese el hombre para
recibir la amonestación41. Es también conveniente que Oyó durante una predicación ponderar en gran
contemple su alma antes de la confesión en el espejo de manera la castidad de la Santísima Virgen y comenzó a
las virtudes de Cristo; examine con diligencia su pedir a la Madre virginal le alcanzara la verdadera vir­
humildad en el espejo de la humildad de Cristo, a ver si ginidad de pensamiento y de cuerpo. Le parece ver a la
ha manchado su rostro con la soberbia o el orgullo; Santísima Virgen ante el Señor, que sacaba una vesti­
mire su paciencia en el espejo de la paciencia de Cristo, dura blanca del Corazón del mismo Señor y se la daba
a ver si advierte en sí machas de impaciencia; contem­ a ella. Al intentar ponérsela, advierte a su derecha e
ple su rostro en el espejo de la obediencia de Cristo, por izquierda una caterva de demonios que impedían se la
si advierte en él algún pecado de desobediencia; exa­ vistiera. Hace humilde reverencia a la Virgen y le pide
mine su amor en el espejo del amor de Cristo, a ver si ayuda. Se interpone entre los demonios, la cubre a ella
es delicado con los mayores, es decir con los superio­ y no vuelven a aparecer más.
res, pacífico con los iguales, manso con los inferiores. Vestida con la túnica, pide a la Virgen gloriosa le
enseñe cómo conservarla incontaminada. Le dice la
41 El juego de palabras latinas verba y verbera (palabras y azo­ Virgen: “Cuida no caiga sobre la túnica nada de los
tes) es serial una vez más, que estas revelaciones se dijeron y ojos, la nariz o la boca, no toques nada vil que pueda
escribieron primeramente en latín. mancharla”. Comprendió que debía guardar sus ojos de
374 Libro de la Gracia Especial

toda vanidad, sobre todo hacia los hombres, no les mire


con curiosidad.
Respecto al olfato comprendió debía evitar todo
deleite que no viniera de Dios.
Lo mismo de la boca, porque toda palabra vana,
sobre todo detracciones, murmuraciones y mentiras,
manchan mucho el alma.
Respecto a las manos, evitará toda obra y trabajo
Cuarta Parte
que no se haga por Dios o por necesidad.
Trata de los hombres;
PRIMERO EN GENERAL, DESPUÉS EN PARTICULAR

Capítulo I
Reunión con el Señor.
Tres disposiciones de su Corazón
Todos los santos y la comunidad
beben del Corazón del Señor
Un día después de la comunión esta piadosa y
devota sierva de Dios oye decir al Señor: “Vamos a
tener una reunión juntos”. Contempla al Señor que se
sienta en un trono ante el altar, y todas las almas de la
comunidad parecen salir de sus cuerpos a semejanza de
vírgenes vestidas con cicladas1 blancas. Se acercan y se
sientan a los pies del Señor.
Les dice el Señor: Yo estoy en medio de vosotros
como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perse-

1 Antigua vestidura de mujer


376 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 377

verado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el En las palabras: Vosotros sois los que habéis perse­
Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis verado conmigo en mis pruebas, le parecía a [Matilde]
y beberéis a mi mesa en mi reino2 que el Señor se lamentaba de ser maltratado por la
Por las palabras: Yo estoy en medio de vosotros Iglesia; de modo especial por tres grupos de personas:
como el que sirve, comprendió que Dios está en la - el clero, que no se aplica al estudio de las divinas
comunidad de tres maneras: en unas por el gusto de la Escrituras, se sirve de ellas para presumir;
gracia, en otras por el conocimiento de las Escrituras, - los hombres espirituales (religiosos, monjes),
en otras por la acogida de la enseñanza. que descuidan la vida interior derramándose en
Pregunta qué quería señalar con las palabras como los negocios exteriores;
el que sirve. - los fíeles, que no se preocupan de la Palabra de
Le responde el Señor: Dios ni de los Sacramentos de la Iglesia”.
“Yo te sirvo mi Corazón”. Al momento aparece el Por las palabras: yo os transmito el Reino, com­
Corazón del Señor en su pecho en forma de cáliz con prendió que el Señor encuentra especial gozo en que la
tres cánulas3 que significaban tres disposiciones del Comunidad participe lo más frecuentemente posible en
Corazón divino con las que actuó cuando vivía en la la mesa de su Cuerpo y de su Sangre. Le pareció tam­
tierra. Quería que todos tuvieran las mismas disposi­ bién que el Señor daba de beber a todos los que acudí­
ciones de su Corazón: an, con las tres cánulas de su Corazón diciendo al mis­
mo tiempo: Bebed y embriagaos, amigos míos4. Quiere
En primer lugar, el Corazón de Cristo estuvo ante
ella que todos los del cielo, de la tierra y del purgatorio
el Padre con reverencia y amor. participen de esa gracia. Ve al punto a la Santísima
En segundo lugar, se inclinó hacia todos los hom­ Virgen sentada a la derecha de su Hijo, se inclina con
bres con misericordia y caridad. gran reverencia ante las cánulas y bebe atraída por tan
En tercer lugar, respecto a sí mismo, actuó con maravillosa y admirable dulzura. Brota de su boca
humildad y sin darse importancia. como un aroma suavísimo que perfuma todos los pre­
sentes. A continuación se acercan y beben reverentes
todos los coros de los santos. Cuando terminan dice el
2 Le 22, 28-30.
3 La cánula es una especie de caña o tubo pequeño para la
Señor: “Beberé los corazones de todos los que bebieron
comunión de la Sangre del Señor en la especie de vino.
de mi Corazón”.
Permitida en la Ia y 2a edición del Misal según el Concilio
Vaticano II, ha desaparecido en la 3a edición.
378 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte
379

Capítulo II El último florón en la parte posterior de la corona,


Túnica blanca y corona fiel Reino significaba aquel conocimiento inamisible por el que
veremos para siempre y sin obstáculo alguno, la inabar­
En otra ocasión vio al Señor de pie durante la cable luz, espejo brillantísimo de la adorable Trinidad.
comunión de la comunidad, con una túnica blanca en la
El Señor adorna con estas túnicas al alma arrepen­
mano que iba recibiendo a cada una de las que se acer­
tida y humillada que siente deseo de llegar a él.
caban. Significaba la inocencia de Cristo que regala a
todos los verdaderos penitentes cuando se acercan al
sacramento de su Cuerpo. Después envolvía a todas Capítulo III
con un manto de maravillosos colores, en el que brilla­ Cómo brillan las virtudes en la corona del Señor
ban todas las obras de su santísima Humanidad. En ello
entendió que el Señor da al alma que le recibe en este Otra vez durante una misa en la que se cantaba:
Sacramento todas las obras realizadas por su Huma­ Señor Jesucristo, Rey de la gloria5, le pareció ver al
nidad y su Pasión. Señor de pie a la derecha del altar, coronado y con
Puso también en la cabeza de cada una, una coro­ manto regio. Sorprendida, quiere saber qué significa­
ban las palomas, las águilas y las piedras preciosas de
na muy hermosa, llamada corona del reino. Dicha coro­
la corona del Señor.
na llevaba entre otros adornos cuatro florones a modo
de cuatro espejos limpísimos. Le dice el Señor:

El florón delantero significaba el amor eterno e “La humildad, la fe, la paciencia, la esperanza de
inestimable que tiene el divino Corazón a cada alma, lo todos, brilla a modo de perlas en mi corona. Las palo­
experimentará el alma en el cielo de tal manera que mas y las águilas en lo más alto de la corona significan
penetrará todas sus médulas y rincones interiores los sencillos y los enamorados”.

El segundo florón, situado a la derecha de la coro­ Durante la oración Secreta6 vio una gradilla de oro
na, significaba aquella divina fruición de amor por la que tocaba el altar. Sube el Señor por ella y se pone de
que se goza de Dios y de todos los bienes ininterrum­ pie ante el altar, sobre su manto tiene un gremial que le
baja hasta las rodillas.
pidamente, sin que nada lo impida.
El tercero era señal de ¡a unión inseparable que nos
5 Canto del ofertorio de la misa de difuntos.
hará semejantes en todo a Dios. 6 La actual oración sobre las ofrendas.
380 Libro de la Gracia Especial
Cuarta Parte 381

Sorprendida por ello, se le dice significa que todos del trono la multitud de los santos aclamaba danzando:
los cabellos de los hombres, el pelo de los animales y Honor y gozo de tu Madre1, etc.
todas las hierbas, brillan a través de la Humanidad de
Cristo en la Santa Trinidad, porque el Hijo de Dios asu­
Capítulo V
mió la humanidad de la tierra de donde ellas proceden.
Lo que más ayuda en la vida religiosa
Todas las almas de los hombres brillaban en aquel
manto con extraordinaria hermosura. El Señor que Un viernes vio a nuestro Señor Jesucristo ante el
seguía ante el altar, cubre con su manto al sacerdote, altar con las manos extendidas. Sus santísimas llagas
toma la hostia consagrada por el celebrante y, ya en el
manaban sangre abundante como si hubieran sido
Corazón del Señor, se transfonna en El mismo.
recientemente abiertas. Le dice el Señor: “Mira, se han
[Matilde] se arroja a los pies del Señor y besa sus desgarrado todas mis heridas para aplacar a Dios Padre
llagas; el Señor se inclina amoroso hacia ella y le dice: en favor vuestro”. La misma Virgen gloriosa estaba a la
“Mis deseos y todos los bienes que hay en mí se incli­ derecha del Hijo con una corona de grandes proporcio­
nan hacia vosotros”. nes que contenía todas sus virtudes y méritos y cuantas
obras grandes hizo Dios por medio de ella.
Capítulo IV Se acerca el alma a la Virgen y le suplica interceda
Contempla a la comunidad por ella y por la comunidad. La Virgen se arrodilla con
cuando se acerca a comulgar gran reverencia ante su Hijo, honra devotísimamente sus
heridas, e invita al alma a hacer lo mismo y le dice:
En una ocasión mientras se acercaba la comunidad “Acércate también tú y saluda la herida del Corazón
a la cena del Cordero vio al Rey de la gloria, nuestro amantísimo de mi Hijo, que sufrió en sí todas las heridas
Señor Jesucristo, en solio de majestad, custodiado por de su cuerpo”. Lo hace con sumo gozo y pide al Señor le
una multitud de ángeles y rodeado del glorioso ejército
de los santos. Vio también acercarse a la Reina, Madre
7 Himno atribuido a san Ambrosio (PL 17 col. 1173) El verso
del Rey de los ángeles que llevaba artísticamente bor­
que cita aquí Matilde pertenece a la sexta estrofa del himno A
dada en su manto la vida santísima de su amado Hijo. solis ortu cardine que se cantaba en Laudes del día de
La comunidad estaba ante el Rey como hermosísimas Navidad, aunque no aparecía en la liturgia esta estrofa. La
vírgenes primorosamente engalanadas. Se levanta del edición latina de la Liturgia Horarum del Rito Romano según
el Concilio Vaticano II tiene esa estrofa en el himno de
trono la Virgen María y ofrece a todas para que lo besen Laudes de Santa María Madre de Dios, el 1 de enero. El tex­
al Cordero más blanco que la nieve. Al levantarse ella to de algunos versos varía respecto al texto de la PL.
382 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 383

muestre qué es lo más importante que debe hacer la tierno amor, no aparto de ellas los ojos de mi paternal
comunidad para crecimiento de la vida religiosa. protección, ni las abandono en sus necesidades.
Le responde el Señor: Humilde sujeción, a saber, que obedezcan con
“Quien desee ser un buen religioso guarde sus ojos humildad y sencillez a sus superiores y mutuamente
de todo lo ilícito e incluso de cualquier mirada inútil. unas a otras8.
Evite escuchar lo que podría manchar su corazón. Amor virginal, esto es, no solo cultiven la virgini­
Prohíba a su boca proferir toda palabra inútil. Si viera dad, sino que guardarán su corazón y sus sentidos de
u oyera algo nocivo, nunca permita que su boca hable todo lo que pueda contaminarles, con el mismo amor
de ello. Ponga gran cuidado en la guarda del corazón, que sienten por la castidad. Como quien posee un rega­
para que no se recree con malos pensamientos ni se lo de gran valor y utilidad, y pone la máxima diligen­
entretenga en ellos. Es verdad que el hombre no puede cia en guardarlo para que no se pierda o deteriore.
evitar que lleguen pensamientos a su corazón, pero
Dulce agradecimiento, esto es, que reciban no solo
puede rechazarlos con facilidad, para no consentirlos ni
las gracias espirituales, sino también lo necesario para
admitirlos voluntariamente.
la vida, como el vestido y el alimento, con corazón
Vigile con diligencia sobre todos sus actos, cuantas amable, contento y desbordante de gratitud, sintiéndo­
veces consienta en algo, no descanse su corazón hasta se indignas de todo ello.
alcanzar el perdón de Dios, hará el propósito confesar­
Tierno amor, no solo amarán a Dios con sincero
lo lo más pronto posible”.
corazón, se ofrecerán también a porfía por amor a Dios,
actos de amor mutuo en todo.
Capítulo VI
Lo que sostiene la fidelidad del religioso Capítulo VII
En otra ocasión oraba solícita por la comunidad, Tres cosas muy agradables a Dios
para que Dios la conserve fiel en su servicio, acrecien­
te su gracia, la haga florecer en todas las virtudes, y Quien quiera ofrecer un obsequio de mi agrado
avanzar en todo bien. debe ejercitarse en estas tres cosas:

Recibe esta respuesta del Señor: - Sea fiel a su prójimo en toda necesidad y angus­
tia, disimule y excuse en cuanto sea posible
“Siempre que encuentro en ellas humilde sujeción,
amor a la castidad virginal, dulce agradecimiento y 8 Cf. RB cp. 72, 6.
384 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 385

todos sus defectos e incuso sus pecados. Seré fiel la mesa, junto a él su Madre, a continuación los profe­
a quien así obrare en todo lo que él mismo tenga tas, apóstoles, mártires, confesores y las vírgenes.
necesidad, cubriré todos sus pecados y negligen­ Todos tenían cálices de oro en las manos. Sobresalía el
cias, le excusaré ante mi Padre. de la Virgen por su belleza, decorado con maravillosas
- Que el hombre acuda a mí como único refugio en perlas. Contempló también a la comunidad, sentada en
todas sus pruebas, no se queje ante nadie de sus tierra junto al Señor que, tomó el pan, lo partió y lo
contrariedades, sino que me abra sólo a mí con daba a todas. Algunas lo tomaban con gran dulzura y
confianza, todas las pruebas de su corazón. deleite, otras de manera fría. Las que lo comían con
Nunca le abandonaré en sus necesidades. dulzura servían al Señor con grandes deseos y fervor,
las que lo hacían de manera fría, le servían a desgana.
En tercer lugar, camine conmigo en la verdad. Le
acogeré con abrazos de padre, como una madre acoge Esta alma estaba ante el Señor que le dice:
a su amadísimo hijo, y le daré reposo perpetuo. “¿Cómo no ruegas a todos estos que te ayuden en
El que hace lo primero, me ofrece un obsequio tan tu tribulación según lo deseas?”
aceptable, como quien paga a su prójimo lo que le El alma:
debe. Quien realice lo segundo, será como el que cum­
“¡ Ah, Señor!, enséñame cómo dirigirme a tu bien­
ple lo que a sí mismo se debe. El que cumpla lo terce­
aventurada Madre”.
ro, será como el que paga a Dios todo lo que le debe.
El Señor:
“Le pedirás que, por la luz que recibió sobre las
Capítulo \ III
demás criaturas, te alcance un alma iluminada, exenta
Los santos interceden por la comunidad de toda inclinación al pecado, que por aquella unión
con la divinidad que la unía a mí más que las demás
En una ocasión en que no sentía a Dios según cos­
criaturas, te alcance la verdadera unión con mi volun­
tumbre por especial gracia, intentaba buscarle con gran tad, que por el conocimiento y fruición que goza de mi
pesar de su corazón. Contempla entonces una puerta
divinidad sobre todos los demás, te conceda disfrutar
magnífica de plata y en la puerta al Señor que le dice:
de todos los dones y gracias según mi voluntad”.
Entra en el gozo de tu Señor9. A continuación se retira
el Señora un lugar tranquilo en el que había preparada Concluida esta oración a la bienaventurada Virgen
una mesa y el pan sobre ella. Estaba el Señor sentado a María, se vuelve orante a los patriarcas y profetas.
Estos vuelven la mirada y dicen con las manos exten­
didas hacia Dios: Santo Dios, Santo Fuerte, ten miseri-
386 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 387

cordia de nosotras. Se dirige luego a los apóstoles y se Te rogamos Esposo, Rey y Cordero mansísimo por esta
admira que ocupen un lugar inferior a los casados y comunidad de vírgenes”.
ocupados en las cosas mundanas. Comenta estas cosas
Retirada la mesa se levantan las vírgenes y quedan
con san Juan Evangelistas que le dice: “No estamos
de pie ante el Señor. Él también se levanta y dirige con
más lejos de Dios, pues él mismo mora en nosotros
ellas una alegre danza. Entonan dulces cantos en los
como yo escribí: La Palabra se hizo carne y puso su
que nombran a las hermanas de la comunidad. Se vio
morada entre nosotros10 11. Y añade: ¿A caso estás tú mas
también allí a la hermana M.12 de pie ante el Señor. Un
lejos de Dios por encontrarte aquí?’’
rayo salía del Corazón del Señor e iba al corazón de
Suplicaban también los apóstoles al Señor con las ella como especial prerrogativa de amor
manos extendidas, y decían: “Padre y hermano.
Maestro y Señor, ten misericordia de nosotros. Luego
rogaba a los mártires. Ve entre ellos de modo especial Capítulo IX
a san Esteban con una corona adornada de perlas, por Felices los que viven para servir al Señor
haber soportado con gozo ser apedreado por el nombre
de Cristo. Vueltos al Señor exclamaron: Oh señor, tu Otra vez estaba comulgando la comunidad y esta
sangre inocentísima, que santificó la nuestra, venga en sierva de Dios no podía hacerlo con todas debido a la
socorro de ellas. enfermedad. Suplicaba al Señor le concediera al menos
Después se acerca a los confesores, entre los que algunas migajas de su mesa. Le pareció que el Señor se
ve a san Benito con el báculo pastoral". Daba a beber sentaba en una mesa espaciosa con todos los santos, le
de su cáliz a todos los de su Orden allí presentes. ofrece las migas en forma de bolas de oro y de perlas,
Los confesores oraban diciendo: “Señor, te ofrece­ es decir, le comunicaba gustoso su misma dicha. Luego
mos nuestros trabajos para suplir lo que les falta a ellas”. la Reina, Madre del Señor, llena sus manos y se las
ofrece al alma. Todos hacen gozosamente lo mismo.
Finalmente suplica a las santas vírgenes, admirada
que estuvieran en el último lugar. Las vírgenes por especial prerrogativa, estaban
sentadas frente al Señor para contemplar con más dul-
Le responden las vírgenes: “Observa que no esta­
mos más lejos de Dios. Las vírgenes oraban diciendo:
Parece se refiere a Matilde de Magdeburgo, ya fallecida cuan­
10
do se escriben estas revelaciones. (Ver también parte 2a, c 42;
Jn 1, 14. parte 5a c. 4. Gertrudis la Magna, Embajador del amor
11 Con este detalle recuerda Matilde en sus escritos su afecto divino, lib. 5 c. 7 etc, de esa Matilde es el libro La luz divina
filial a san Benito. (Ver parte I, c. 28). que ilumina los corazones. Biblioteca cisterciense , n. 17.
388 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 389

zura el rostro y belleza de su Esposo y beber más tierna­ Capítulo XI


mente de sus delicias. Se acerca suplicante el alma a DI Señor protege el monasterio por sus méritos
ellas y le dicen: “¡Vamos! ¡Dichosísima tú, que vives
aún en la tierra y puedes acrecentar los méritos!” Si En cierta ocasión temíamos mucho al rey que esta­
supiera el hombre lo que puede merecer en un solo día, ba próximo a nuestro monasterio14. Matilde pide al
al instante despertaría como de un sueño, su corazón se Señor que él, Rey y Señor de todos los reyes, se digne
dilataría desbordante de gozo por haber brillado el día de defenderlas con su paternal benignidad para que no
poder vivir en Dios, y acrecentar sus méritos en alaban­ sufran daño alguno del ejército del rey.
za divina. Así se entregaría con mayor ilusión y firmeza Le responde el Señor:
cada día a todo lo que le fuera posible hacer o sufrir. “Nunca verás un soldado de su ejército”.
Pensaba ella, aunque no llegara a verlos, podrían
Capítulo X destruir el monasterio.
Dios envía la lluvia a petición de Matilde™ El Señor:
“No se acercará al monasterio ni uno. Yo os defen­
Una pertinaz sequía asolaba la región, pues hacía
deré compasivo de todos ellos”.
mucho tiempo que no llovía. Ruega al Señor que rega­
ra la superficie de la tierra con lluvia fecunda. Así sucedió. Nos protegió el Señor tan misericor­
diosamente, que no sufrimos de ellos el menor daño,
Le responde el Señor: “Hoy mismo os daré la lluvia”. aunque habían causado grandes destrozos en muchos
Comienza ella a dudar al contemplar la serenidad monasterios.
de la atmósfera y la inmutabilidad del sol. Al caer la
tarde vino la lluvia benéfica, como lo había prometido
el Señor.

14 Parece se trata de Adolfo emperador de Alemania, que en


guerra contra los hijos de Alberto de Sajonia devastaba todo
13
Cf. Gertrudis de Helfta, El Heraldo del amor divino, 1 ib. 1, a su paso y había concentrado el ejército cerca de Isleben, en
c. 13. septiembre de 1294.
390 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 391

Capítulo XII Le dice el Señor:


El Señor restablece la paz por sus ruegos “Quien renuncia del todo a su voluntad y prefiere
en todo, sea próspero o adverso, mi voluntad a la suya,
Estalló una feroz guerra civil entre nuestros llega con el espíritu al Espíritu mediante la unión, cum­
Barones, por lo que nuestro monasterio sufrió graves ple así lo que está escrito: El que se une al Señor se
consecuencias. Rogó al Señor que se apaciguara y hace un espíritu con él”'5.
mejorara la situación.
Rogaba al Señor se dignara librar al monasterio
Le responde el Señor: con su clemencia de cierto peligro que le amenazaba.
“Cambiaré todo esto para bien”. Así sucedió. Responde el Señor:
Restaurada de nuevo la paz, gracias a Dios, cesó la pre­
Eres mi alegría y yo la tuya; mientras vivas y
ocupación.
encuentre en ti la alegría de mi Corazón, no acontecerá
nada de eso a la comunidad.
Capítulo XIII El alma:
Dios llama a .Matilde a su gloria “¡Ay, amadísimo! ¿Cómo me hablas así cuando no
hay en mí nada bueno?”
Un domingo que no pudo comulgar debido a la
enfermedad, se entristecía mucho y dijo al Señor: El Señor:
“Señor mío, ¿Qué quieres que haga?” “Si se mezcla la miel con el vinagre pierde su dul­
zura; mi dulzura no se mezcla nunca hasta el punto de
Le responde el Señor:
perder su suavidad”.
“Ven, ven, ven”.
Mirad, amadísimos, cuánto puede la oración asi­
No entiende que se le quiere decir con esto dua del justo'6, cuántas gracias concede el Señor a los
El Señor: hombres por medio de los que le aman. Tus amigos.
“Ven con el corazón al Corazón por el amor; ven Señor, deben ser altamente honrados, buscados con
interés, amados y venerados. Cuántas veces apaciguan
con la boca a la boca con el beso; ven con el espíritu al
tu ira contra nosotros y nos colman de bienes.
Espíritu por la unión”.
Piensa ella qué era eso de venir al Espíritu con el
15 lCo 6, 17.
espíritu. 16 St 5, 16
392 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 393

¿Quién pondrá agua en nuestra cabeza y hará de Señor, que conoce todo antes que suceda, les inspire ele­
nuestros ojos una fuente de lágrimas'1, para llorar digna­ gir a aquella que él había destinado para este cargo des­
mente la pérdida de tan valiosa intercesora, por cuyo de la eternidad. Elegirán una persona prudente y teme­
amor nos perdonó tantas veces el Dios todopoderoso, a rosa de Dios, cada una, después de haber orado, dirá a
nosotras que tantas veces hemos experimentado de esta persona el nombre de la que elige, ella lo anotará
manera tan eficaz el fruto de su oración? Ardía en amor con diligencia. No se comunicarán las hermanas entre sí
divino, incendiaba a los demás como un carbón encendi­ a quien desean elegir, ni elijan por amistad particular a
do, con su ejemplo estimulaba a muchos al amor a Dios. una que no sea apta para el cargo, deberán elegir, en la
¡Ay! ¿Dónde encontraremos otra semejante, ahora medida de lo posible, según el beneplácito de Dios.
que ella ha entrado ya en las potencias del Señor, ha Después de esto se designarán siete hermanas
sido introducida en tálamo del Rey supremo para des­ temerosas de Dios y prudentes, que escojan a una entre
cansar bajo la sombra de su Amado? todas las candidatas, mientras tanto toda la comunidad
permanecerá en devota oración, para que acuerden ele­
gir a una según la voluntad de Dios. Si las siete desig­
Capítulo XIV nadas no llegan a un acuerdo, se comunicará al
Cómo elegir abadesa Superior, él presidirá la elección en lugar y en nombre
de Dios. La que él designe sea aceptada y confirmada
Era ya mayor la Abadesa17 18, mujer según el como si la hubiera propuesto el mismo Dios. De la mis­
Corazón de Dios, esta devota y piadosa virgen rogaba ma manera pueden ser elegidas las encargadas de
al Señor proveyera al monasterio de otra que fuera mayor responsabilidad, es decir, el superior y la Priora.
según su voluntad.
Le responde el Señor: “El día de la elección de
Capítulo XV
Abadesa, cantad la Misa del Espíritu Santo, se dedique
toda la comunidad sin excepción a la oración, y pidan al Renovación de la profesión
En una ocasión repasaba ante el Señor los años de
17 Jr9,l. su vida con amargura de su alma: ¡con qué negligencia
18 Parece se trata de la abadesa Sofía Ja joven, hija de Bucardo había vivido, cuántos beneficios recibidos gratuitamen­
II de Mansfeld, que había sucedido en el cargo abacial a
Gertrudis de Hackeborn, hermana de nuestra Matilde, quiso te de Dios, consagrada como esposa, prerrogativa que
dimitir del cargo por enfermedad y edad. Murió hacia el año había manchado con sus pecados!
1303. Para esta fecha ya había muerto también Matilde. A
Sofía le sucedió Gutta de Halberstadt. Le dice el Señor:
394 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 395

“Si te diera opción ¿qué elegirías? ¿Conseguir por su misma alabanza. Luego daba de beber del mismo a
ti misma todos los bienes que te he dado, tus obras y todos sus santos.
virtudes, o que fueran donados por mí gratuitamente?” Ruega por las almas de los fíeles para que también
Responde ella: ellas participen de este don. Al punto ve venir gran
multitud de ellas que beben con gozo del vaso. Vio a
“Sí, Señor mío, prefiero el más pequeño don tuyo,
algunas que no estaban enteramente purificadas. Se
a los méritos de todos los santos aunque mereciera
extrañaba de ello, y le dice el Señor: “Lo que ves aho­
alcanzarlos con las mayores virtudes y sufrimientos”.
ra no sucede en el verdadero cielo. Mas como me con­
Le responde el Señor: “Por esto serás eternamente templas a mí, que contengo a todas las criaturas, ves
dichosa” todas las cosas como si te estuvieran presentes”
Y añade: “Si quieres renovar tus desposorios, écha­ También vio allí el alma de cierto religioso.
te a mis pies y dame gracias por la túnica de inocencia Pregunta por qué no estaba en el cielo. Le responde el
que te vestí, sin mérito tuyo alguno; pídeme enmiende Señor: “Se creía más sabio que su superior, lo que hacía
con mi perfectísima inocencia cuanto viciado hay en ti. el prelado no le gustaba, pensaba que él lo haría mejor.
Ven después a mis manos, dame gracias por mis obras Esa actitud fue su mayor obstáculo después de su
que te hicieron meritoria y por las tuyas que yo realicé muerte. El religioso no debe creerse nunca tan sabio
que no se someta con toda humildad a su superior y
en ti. Purifica en el homo de mi divino Corazón el ani­
esté de acuerdo con él en todo lo bueno”.
llo de tu fe y de tu amor como oro purificado en el cri­
sol y lava su perla en el agua y sangre de mi Corazón, Después de esto mega de nuevo al Señor por el
para que así recobre su precio y hermosura”. alma del converso citado, contempla su alma en una
inmensa claridad, que superaba en gloria a los demás
Quería el alma alabar a Dios de una forma que le conversos, como los sacerdotes superan al pueblo en
era imposible, y pide a Dios Padre que él mismo se dignidad. Mereció tal prerrogativa por la especial devo­
digne realizar tan sublime alabanza como la misma ción y celo que ponía en servir al altar y ayudar a los
Santísima Trinidad alaba y se alaba a sí misma de la sacerdotes en el canto y en el ministerio.
manera más noble. El Señor quiere satisfacer su deseo,
toma el corazón del alma como un vaso de cristal
triangular engastado artísticamente con oro y pedrería;
significaba la inefable alabanza a la Santísima
Trinidad. En ese corazón bebía el Señor gozosamente
396 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 397

Capítulo XVI fortalecerlas y ayudarlas. Por su humildad deseo des­


cansar en ellas”.
Cómo deben comportarse las jóvenes novicias
Oraba también al Señor por las novicias con la Capítulo XVII
caridad benevolente que recordaba a todos, para que las
confirmara en la práctica de la vida religiosa y en la Jesucristo acoge en sus brazos a las que profesan
verdadera caridad.
Rogaba por las novicias el día de su profesión y le
Recibe esta respuesta del Señor: "Andaré en medio dice el Señor: “Deben pedirme les conceda ojos de
de ellos y estaré entre ellos; ellos serán mi pueblo^, inteligencia para verme y conocerme a mí y cuanto les
por los santos deseos y buena voluntad de ellas. Andaré es provechoso; oídos de obediencia dispuestos a secun­
en medio de ellas por unión de amor. Ellas serán mi dar todo mandato y la voluntad de su superiora; boca de
pueblo, por su vida buena y ejemplar, para utilidad y sabiduría para cantar siempre mis alabanzas y saber
crecimiento de la santa Iglesia. A cuantos atraigan con enseñar y decir lo que conviene al prójimo. Pedirán
su ejemplo, sus virtudes y su enseñanza, a cuantos además un corazón amante, para amarme con pureza a
ganen con sus oraciones para que se conviertan los mí, y por mí y en mí todo lo demás; manos para hacer
pecadores y la Iglesia progrese en santidad; para que el bien y realizar todo con atención y diligencia”.
todas las almas encomendadas a sus oraciones, sean
Al cantarse las letanías por ellas, contempló a la
liberadas y contadas en el número de su pueblo.
Santísima Virgen y a cada uno de los santos que se
Se aplicarán en especial a los siguientes ejercicios: nombraban, arrodillados con reverencia, rezarán tam­
oración frecuente y devota, lean y escuchen con gusto bién por ellas al Señor. Mientras hacían la profesión las
la divina Escritura, trabajen con diligencia, se apliquen recibía nuestro Señor Jesucristo en tiemísimo abrazo,
con generosidad a la obediencia y al cumplimiento de extendía hacia cada una su derecha para ayudarla en el
la Regla con todos sus estatutos, guarden en todo per­ cumplimiento de sus votos y protegerla contra el mal.
fecta humildad, no se comparen ni desprecien a nadie. Cuando se acercaban a la Comunión también daba a
Así, cuando oren, les enseñaré mi divina voluntad y cada una un beso tiemísimo por el que, en feliz unión,
cuanto necesiten. Durante la lectura les haré gustar mi se hacían una sola cosa con él.
dulzura, las santificaré en sus trabajos, compartiré con
ellas la guarda de la obediencia y de la Regla, quiero

19
2Co 6,16.
398 Libro de la Gracia Especial
Cuarta Parte 399

Capítulo XVIII contenía el Cuerpo de Cristo, un niño pequeño. Al pun­


El abrazo del Señor to se transforma en una virgen muy hermosa.
Significaba la voluntad de Dios. Se acercan algunas
Se compadecía de una persona que en cierta cues­ personas, la miran, la abrazan con ternura y hablan con
tión no estaba totalmente de acuerdo con la voluntad de ella. Ve en ellas a los que procuran conformar en todo,
su superior. Ruega al Señor ilumine la mente de dicha prospero o adverso, su voluntad con la divina, y obe­
persona con su gracia, y la incline a la obediencia. Ve a decer los preceptos de los mayores20.
nuestro Señor Jesucristo de pie que toma con su dere­
En otro lugar creía ver de pie a un cocinero con
cha a la persona por la que oraba y le dice: “Desde el
vestido muy negro que significaba la propia voluntad y
momento que me confió la propia voluntad en manos
el propio criterio. Este siervo despreciable, se empeña­
de sus superiores la acogí en mis brazos, nunca retiraré ba en apartar a aquellas personas de la hermosa virgen
mi derecha para dejarla, si ella voluntariamente no se para que le miraran a él; unas le toman por un don
aparta de mí; si lo hiciera, no podrá en adelante volver nadie y se vuelven hacia la virgen, otras sin embargo,
al puesto anterior, sin someterse”. vueltas a él se divertían con él entre risotadas y chistes.
Comprendió con estas palabras que Dios acoge en Estas significan las que se apartan de la voluntad de
su paternal abrazo a cada religioso el día de su profesión Dios, siguen su propia voluntad, su propio criterio más
y no lo suelta, a no ser que el hombre, no lo quiera Dios, que las advertencias de los superiores. Si no vuelven
libremente contradiga la obediencia. En ese caso, es por la penitencia a la virgen, esto es, a la voluntad de
como si se apartara de la mano de Dios, a quien no podrá Dios, serán condenadas a su propia esterilidad como el
comprometer en adelante hasta que se incline humilde­ siervo inútil. En las cosas espirituales la propia volun­
mente ante el Señor con verdadera penitencia y digna tad sólo engendra esterilidad.
reparación, y prometa libremente obedecer en adelante.
Capítulo XX
Capítulo XIX El libre albedrío
Es de gran utilidad quebrantar En cierta ocasión contempló a nuestro Señor
la propia voluntad Jesucristo y ante él un hombre en pie; en el corazón de
Una persona le rogó presentara al Señor un trabajo Dios una rueda dando continuamente vueltas. Un largo
difícil realizado resistiendo a la propia voluntad. Ai
hacerlo en la Misa le pareció ver salir del copón que 20 Cf. RB71.4.
400 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 401

cordón salía del Corazón de Dios hacia el corazón de Capítulo XXI


aquel hombre, que tenía también una rueda en continuo
Es provechoso al hombre reprimir los sentidos
movimiento21
ante el mal
Ese hombre designa a todos los seres humanos. La
rueda significa que Dios por su libre voluntad concedió En una ocasión dice [Matilde] al Señor en un
al hombre la libertad de volverse hacia el bien o hacia arranque amoroso:
el mal. El cordón, la voluntad de Dios que siempre “Con mucho gusto desearía ser tu cautiva”.
atrae al hombre al bien, no al mal. El cordón va desde
Le responde el Señor:
el Corazón de Dios al corazón del hombre. Cuanto más
velozmente gira la rueda, más se acerca el hombre a “Quien desee ser mi cautivo en la tierra debe tener
Dios. Si elige el mal, la rueda gira sobre sí misma y el a raya sus ojos y apartarlos de toda mirada ilícita e
hombre se aleja de Dios. Si persevera en el mal hasta la inútil. En la gloria del cielo revelaré a estos ojos la cla­
muerte, se rompe el cordón y el hombre cae en la con­ ridad de mi rostro, les manifestaré mi gloria y me mos­
denación eterna. traré a ellos entre tantas delicias que quedará gozosa­
mente admirado todo el ejército celestial.
Si se levanta por la penitencia. Dios, que siempre
está dispuesto a la indulgencia, recibe de nuevo al hom­ Del mismo modo, durante toda la eternidad canta­
bre en su gracia, vuelve a girar la rueda, y el hombre se ré dulcísima melodía con mi voz armoniosa, a quien
acerca a Dios por la gracia. cercena sus oídos a todo lo inútil o nocivo.
Abriré mi boca en noble alabanza, al que refrena su
lengua de palabras ociosas y nocivas, cantará mis ala­
banzas de manera más excelente que los demás.
Recompensaré liberalmente al que guarda su cora­
zón de malos pensamientos y deseos nocivos, y será
dueño de mí y de cuanto desee. Su corazón se regoci­
jará siempre en mi Corazón divino con gozo y libertad
especial.
21 Se puede recordar aquí la Divina comedia de Dante, en la
última estrofa del Paraíso: Libraré de todo trabajo a quien ata sus manos para
Mi alta fantasía fue ya aquí impotente, no hacer el mal, le concederé descanso eterno, con sus
Como rueda que se mueve en vueltas bellas
Mi deseo y voluntad movió igualmente
obras unidas a las mías, lo colmaré de honra y recibirá
El amor que mueve sol y estrellas (c. 33, al final). nuevo gozo toda la corte celestial”.
402 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte __________________ 403

Capítulo XXII Capítulo XXIII


Eficacia de la oración en común Cristo suple por sí mismo lo (pie le falta al hombre

Estaba la comunidad en una situación difícil, reza­ Rezaba esta sierva de Dios por una persona que le
ba el salterio y encarga a la sierva de Dios que le pre­ había confiado la angustia de su corazón, por que ama­
sente esa oración. Dice [Matilde] a su ángel custodio: ba poco a Dios y le servía con poca devoción. Debido
“Mira, ángel amado, tú conoces como eres conocido, a esto había caído en gran tristeza, se creía inútil para
yo sólo conozco en parte22, te ruego presentes esta ora­ todo, y distaba mucho de amar a Dios como se merece
ción a tu Rey, a quien sirves con gozo y esplendor”. por tantos beneficios como le había concedido.

Responde el ángel: Le responde el Señor:

“En manera alguna conozco como soy conocido, el “No te pongas triste, amada mía, todo lo mío es tuyo”.
que me hizo, que es el sumo poder, la suma sabiduría, Ella:
el sumo amor, es quien me conoce. Yo solo conozco a “Si de verdad todo lo tuyo es mío, yo y tu amor,
la medida de un ser creado. Al tener que presentar tu que eres tú mismo, son míos, como dice san Juan: Dios
encargo a mi Dios disfruto más que lo que goza una es amor23. Te ofrezco pues este amor para que supla
madre por el honor y riquezas de su único hijo”. todo lo que me falta”.
Presenta el ángel con gran reverencia y alegría esa El Señor acepta gustoso y le dice:
oración como vivaces alondras recogidas en un lienzo
“Está bien. Cuando desees alabarme y amarme y
blanco. Algunas querían como volar desde el lienzo, se
no te sea posible cumplir tu deseo dirás: Te alabo, buen
elevaban pero volvían de nuevo. Otras volaban hasta
Jesús; suple tú por mí lo que me falta”. Cuando te mue­
colocarse en el pecho del Señor. Otras se acercaban a
va el amor, dirás: “Te amo, buen Jesús y te ruego ofrez­
su boca y besaban al Señor.
cas por mí al Padre el amor de tu Corazón por todo lo
Dice el Señor: “Por cuantas personas rezaron esta que a mí me falta.
oración, otras tantas veces quiero mirarlas con los ojos
Dirás a la persona por quien ruegas que haga lo
de mi misericordia e inclinarme hacia ellas con los
mismo. Si mil veces al día me suplica con sus ruegos,
oídos de mi clemencia”.
otras tantas me ofreceré al Padre por ella.. No puedo
cansarme ni fatigarme”.

23
22 IJn 4, 16.
Cf. ICo 13, 12.
404 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 405

Capítulo XXIV de él y cambio su maldad en bien para él. Así me ben­


Qué debe hacer el que está triste decirá a mí, que soy la firmeza eterna de los elegidos,
con las palabras: Que te bendigan todos tus ángeles y
Rezaba por otra persona y recibió esta respuesta: santos, desee que todos ellos junto con él me alaben”.
“Que lea con frecuencia este verso: Bendito eres,
Señor, en el firmamento del cielo, alabado y glorifica­
do por los siglos; tú que hiciste el cielo y la tierra, el Capítulo XXV
mar y cuanto contiene, alabado, glorioso y exaltado El hombre confiará a Dios sus trabajos
por los siglos. Aleluya24. Si alguna vez le viene la idea
de que no pertenece al número de los escogidos, haga Rezaba por otra persona, y escucha esta respuesta
como el que se encuentra en un valle oscuro, si le gus­ de Dios: “Si alguien siente alguna preocupación arróje­
ta contemplar el sol ascenderá a la cumbre del monte, se a mis pies, deposite allí el peso que le embarga con­
así huirá de la oscuridad. fiando en mí, y diga esta oración: Mira, Señor a esta tu
sierva por la que nuestro Señor Jesucristo no dudó
Si ella se siente envuelta en las tinieblas de la tris­ entregarse en manos de los pecadores y ascender al
teza, ascienda al monte de la esperanza, me mire con suplicio de la Cruz25. Ruegue que la mire con ojos de
los ojos de la fe a mí, que soy el firmamento celestial mi misericordia, ilumine su alma y pueda conocer por
en el que están las almas de todos los elegidos fijas qué y con cuánto amor he permitido le viniera esto, que
como las estrellas. Aunque estas estrellas se sientan lo sufra con paciencia, y todo cuanto le sobrevenga,
envueltas en la nube de los pecados y las nubecillas de para mi gloria”.
la ignorancia, no pueden quedar oscurecidas en su fir­
mamento, es decir, en mi divina claridad; por que los Luego se echará en mis brazos recitando el res-
ponsorio: Envía, Señor, la sabiduría desde el trono de
elegidos, aunque a veces se ven envueltos en pecados,
tu gloria, para que esté en mí, trabaje conmigo * y
los contemplo siempre en el amor con que los elegí y
conozca en todo momento lo que te agrada. V/.
en aquella claridad a la que un día llegarán.
Concédeme, Señor, la sabiduría que te acompaña en tu
Por eso, es bueno que el hombre piense muchas trono. Y Conozca... Gloria... Y Conozca... Así pedirá
veces en la bondad que le eligió; los maravillosos y tener la sabiduría divina como su ayuda y cooperadora,
ocultos juicios por los que cuando estaba en pecado lo para que pueda soportar la prueba para gloria de Dios,
contemplaba como si fuera justo; con que amor cuido para su bien y el del mundo entero.

24
Cf. Dn 3, 56 ss. 25
Cf. Colecta del Miércoles Santo.
406 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 407

En tercer lugar vendrá a mi Corazón con estas su divina consolación en la prueba, y ofrecerle los tra­
palabras: ¡Oh admirable efusión de tu bondad sobre bajos de su humanidad como alivio.
nosotros! ¡Oh inestimable amor de caridad, para redi­ Le dice el Señor: “Si al sentir el hombre el peso de
mir al siervo entregaste al Hijo!26. También: ¡Oh pre­ la prueba me ofrece ese cáliz al comienzo de la misma,
cio admirable con cuyo valor se compró la cautividad cuando yo beba de él le infundiré tal dulzura que saldrá
del mundo, fueron quebrantadas las puertas del infier­ ennoblecido y no perecerá jamás. Si el hombre comien­
no y se nos abrieron las puertas de la vida! Pedirá za a beber él el primero, contamina el cáliz; cuanto más
amorosamente agradecida, que soporte el peso de su beba, más amargo se vuelve, hasta el punto de no pare-
tristeza por aquel amor de mi divino Corazón, que lle­ cerme digno beber de él, si no lo purifica con la peni­
vó las cargas de todos los hombres. tencia y la confesión.
Glosa. El hombre debería ofrecer a Dios su preo­
Capítulo XXVI cupación ya cuando comienza a sentir tristeza; enton­
ces le comunicaría el Señor la dulzura de su consuelo,
Ofrezca el hombre su corazón a Dios le animaría a tener paciencia, y no permitiría que pasa­
en toda tribulación se la prueba sin fruto. Si pasada ésta, vuelve a ella por
fragilidad, y le da vueltas en la mente o de palabra, se
En otra ocasión oraba por una persona que quería
le borrará presto con la penitencia. Si se empeña sobre­
estar segura si se mantendría fiel a Dios. Contempló el llevar por sí sólo las contrariedades, se impacientará, y
alma de esta persona de rodillas ante el Señor, su cora­ cuanto más vueltas le dé revolviendo dentro de sí, más
zón se acercaba a él en forma de un cáliz con dos asas, se exaspera y se amarga. Si, finalmente vuelve sobre sí,
que significaban la voluntad y deseo con los que ofre­ ya no se atreve a presentarlas a Dios, porque le parece
cía su corazón a Dios. Toma gustoso el Señor el cáliz y irreverente al Señor. No pierda la confianza, purifiqúe­
lo pone en su pecho. Tenía dos ánforas una de oro a la se por la confesión y la penitencia, y ofrézcaselos a
derecha y otra de plata a la izquierda. Iba echando de Dios con corazón humilde y arrepentido.
una y otra haciendo la mezcla en el cáliz. La ánfora de El Señor abraza con ternura a esa persona y le dice:
oro contenía la dulzura de la divinidad, la de plata, los “Nadie arrancará tu alma de mí”. Mientras la bendice,
trabajos de su humanidad, que derrama juntamente en la marca con el signo de la cruz y le dice: “Que mi
el corazón del hombre para hacerle sentir la dulzura de Divinidad te bendiga, mi humanidad te fortalezca, mi
piedad te aliente y mi amor te guarde”.
26
Textos del Pregón Pascual.
408 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 409

Capítulo XXVil El dado de tres puntos son las tres facultades del
Juego del alma con Cristo. Los dados alma: memoria, entendimiento y voluntad, que el alma
arroja al tablero al regirse por ellas según el benepláci­
En otra ocasión rogaba [Matilde] por la misma per­ to divino. Por su pate consigue lo que pertenece al
sona a la Virgen gloriosa y le pareció que la bienaven­ Esposo cuando presenta en sí misma, incontaminada
turada Virgen le entregaba tres dados mientras le decía: por gracia de Cristo, la imagen de la santa Trinidad,
“Dáselos a ella de mi parte para que juegue con mi según la cual fue formada.
Hijo. El esposo acostumbra a jugar con su esposa, le Arroja el dado de cuatro puntos, cuando el alma se
coge los anillos, los pendientes, y cuantas filigranas entrega totalmente a Dios en prosperidad y adversidad,
realiza con sus manos; del mismo modo la esposa en el presente y en el futuro. Jesucristo le entrega lo
reclama para sí cuanto tiene el esposo”. que le pertenece, al someter y hacer que sirvan al alma
Comprende entonces, por iluminación divina, que las cuatro partes del mundo y todo lo que contienen,
el dado de un solo punto significa la vileza y poca cosa regidas con firmeza por su sabiduría28.
del ser humano, éste lo arroja al tablero y lo ofrece a El dado de cinco puntos son los cinco sentidos del
Cristo a modo de juego. Ofrece alegre a Cristo su alma que arroja al juego cuando disfruta de sus senti­
indignidad y sus tribulaciones, y acepta someterse dos según el beneplácito divino. Cristo le ofrece sus
voluntariamente a toda criatura. Por su parte él arreba­ cinco llagas que soportó por su amor y salvación, como
ta a Cristo cuanto tiene. Por que Cristo entrega al alma fruto de su Pasión.
la exaltación y el honor que le dio el Padre por la degra­ El dado de seis puntos son seis edades del hombre
dación que sufrió en la tierra cuando se humilló por el que éste echa en el tablero cuando confiesa que ha vivi­
hombre al decir: Soy un gusano, no un hombre, ver­ do mal y descuidadamente durante toda su vida.
güenza de la gente, desprecio del pueblo11. Entonces Cristo arroja amablemente a este juego su
conducta santísima y toda su vida con la perfección de
El dado de dos puntos significa el cuerpo y el alma.
todas sus virtudes.
El alma lo echa al tablero cuando realiza todas sus
obras espirituales y corporales, por amor y en alabanza
de Cristo. Él le devuelve a cambio todas las obras de su
divinidad y humanidad.

27 Sal 21, 7. 28
Algún códice pone potencia en vez de sabiduría.
410 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 411

Capítulo XXVIII pecados, pero debe suplir mediante la alabanza todas


Buscar cuanto se desee en el Corazón de Dios sus negligencias y pecados. Cuando en el Prefacio se
dice: Por él los ángeles alaban tu Majestad, me alabe
A ruegos de una persona [Matilde] pedía a Dios le unida a esa sublime alabanza celestial con la que la
concediera un corazón puro, humilde, lleno de deseos, adorable Trinidad se alaba y es alabada a sí misma, ala­
amante y espiritual. Recibe esta respuesta para ella: banza que derrama en la Santísima Virgen y todos los
“Todo lo que desea y de lo que tiene necesidad lo bus­ ángeles y santos. Recite un Padrenuestro y ofrézcalo
cará en mi Corazón, me pedirá se lo conceda, como el unida a la alabanza con la que me alaban y bendicen el
niño pide a su padre cuanto desea. cielo, la tierra y toda la creación, suplicando que acep­
Si desea pureza, recurra a mi inocencia; si humil­ te yo su oración por medio de Jesucristo, Hijo de Dios,
dad, recíbala de mí; supla su deseo con el mío y acoja mediante el cual asciende con suma complacencia a
con confianza mi amor y toda mi divina y santa vida”. Dios Padre todo lo que se le ofrece. De este modo son
Matilde: “Te pido, Señor mío, la trates con benig­ suplidos por mí todos sus pecados y negligencias”.
nidad en su última hora, dándole la seguridad que per­ Quien haga esto, tenga por seguro que recibirá la
manecerá contigo”. misma gracia, pues como ha dicho el Señor más arriba,
El Señor: “¿qué sabio arrojaría o dejaría perder un es imposible que el hombre no alcance lo que ha creí­
tesoro muy estimado y conseguido con gran esfuerzo? do y esperado.
Santifiqué todo su ser humano en mi humanidad y vivi­
fiqué su ser espiritual con mi Espíritu en el bautismo.
Capítulo XXX
Se unirá a mí de dos elementos: confiándome todo lo
humano, a saber, tentaciones y contrariedades, unido a Dios se reviste del alma. Fruto de los gemidos
todo lo humano que yo asumí; y todo lo espiritual.
Centrará solo en mí su esperanza, su gozo y todo su Una hermana cayó enferma durante una fiesta y
amor. De este modo no la abandonaré jamás. esta virgen de Cristo, movida de compasión, rogaba al
Señor por la enferma, se lamentaba ante el Señor por
qué había consentido que enfermase esta amante suya,
Capítulo XXIX él que conocía bien con cuánto fervor asistía al coro.
Suplir los descuidos con la alabanza divina Le responde el Señor:
Suplicaba por una persona atribulada y la vio ante “¿Es que no me es permitido bailar con mi amada
el Señor que le decía: “Mira, perdono a ésta todos sus cuando yo quiera? Cuando alguien enferma me visto de
412 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 413

su alma como de un hermoso manto y me presento ante Le responde el Señor: “Cuando alguien intercede
mi Padre con la alegría de mi Corazón, dándole gracias por un culpable, éste no se atreve a presentarse ante su
y alabándole por todo lo que sufre el enfermo”. señor al momento, sin haberse purificado antes de su
Y añade: suciedad y ponerse vestido limpio. Lo mismo el pecador,
aunque le acojo de verdad en mi gracia, debe limpiar sus
“Quien desee que me revista de su alma, suspire
manchas y revestirse con el adorno de las virtudes.
con todo su corazón por mí cada día al levantarse y
anhele que informe yo este día todas sus obras. De este
modo entraré en él por los suspiros y será mi vestido. Capítulo XXXI
Como el cuerpo vive y se rige por el alma, si su alma
Se ha de vivir conforme a la voluntad de Dios
vive por mí, informaré todas sus acciones”.
Dijo además el Señor: Recibió [Matilde] una petición para que rogara a
“Los gemidos tienen un gran poder: cuando el Dios por una persona que deseaba saber cómo podía
hombre se lamenta ante Dios, lo siente más cercano vivir conforme a la voluntad divina, y recibió de Dios
que antes. Porque los suspiros que provienen de mi la siguiente respuesta:
amor, de mis deseos o de mi gracia producen tres bien­ “Que adorne su cabeza, manos, brazos y pecho
es en el alma: En primer lugar, la fortalecen como un como una esposa, y se cubra con un velo.
aroma agradable y suave conforta y tonifica al hombre.
Su cabeza es mi divinidad que embellecerá con
En segundo lugar, lo ilumina como el sol irradia su luz
alabanza y reverencia a modo de corona.
en una casa oscura. En tercer lugar, dulcifica cuanto
hace o padece para que le resulte útil. El llanto que vie­ Decorará también sus manos y brazos con anillos,
ne del dolor de los pecados reconcilia el alma con Dios brazaletes y otras joyas. Hará esto y todas sus obras en
como un buen mensajero, otorga la gracia del perdón al unión y con la intención de mis obras y trabajos.
culpable y serena la conciencia turbada”. Se pondrá el anillo de la sabiduría, es decir, lea con
Matilde revolvía en su interior ¿cómo es posible lo frecuencia la Sagrada Escritura, la recuerde de memo­
f que se dice: Si el malvado se convierte de los pecados ria, porque la esposa de la sabiduría debe estar instrui­
cometidos, no se le tendrán en cuenta los delitos que da en las cosas divinas.
cometió19, puesto que se deben confesar todos los peca­ Llevará también el anillo del amor, para amar sólo
dos, si una necesidad real no lo impide? a Dios con todo el corazón y con todas sus fuerzas.
Igualmente se ceñirá el anillo de la fe, para guardar con
29
Ez 18,21.22. toda solicitud la fe que me ha prometido. También el
414 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 415

anillo de la nobleza con la imitación de los ejemplos de Capítulo XXXII


mis virtudes: humildad, obediencia, paciencia, pobreza
Comportamiento del hombre con Dios
voluntaria y mis demás virtudes. El alma así ennoble­
cida, gozará con mis abrazos, adornará su pecho con Otra vez pedía por una persona que deseaba cono­
pensamientos tiernos y amorosos sobre mí, recogerá a cer qué era lo que más quería Dios de ella. Escuchó
modo de ramillete todas mis palabras, obras y sufri­ esta respuesta: “Pórtese conmigo como el niño que ama
mientos y los guardará en su corazón con el recuerdo tiernamente a su padre: recurre siempre a él para con­
constante, se cubrirá con un velo y será para todos seguir algo, cuanto le concede lo considera grande y de
modelo y ejemplo, adornado con todas las virtudes”. valor, por el cariño que le tiene. Que ella desee siempre
Mientras oraba en otra ocasión por la misma per­ así mi gracia, no tenga por poca cosa cuanto le conce­
sona, le pareció que el Señor extendía su mano hacia do, antes bien recíbalo prontamente con amor agrade­
ella y besaba uno por uno los dedos de la mano del cido. Me dará gracias por cada don que recibe.
Señor. Comprendió por luz divina que el dedo meñique En segundo lugar, se comportará como esposa que
significa el deber de reverenciar y amar todo lo que es escogida, amada, y conducida al reino de la hermo­
hizo y padeció la humanidad de nuestro Señor sura, no por riqueza, belleza o nobleza, sino solo por
Jesucristo. El anular designa el amor y fidelidad ínti­ amor. Es justo que tal esposa se muestre más agradeci­
mos que debe guardar a Cristo su Esposo. El central, la da, fiel y amorosa. Si debe sufrir algo de su esposo o
eminencia del conocimiento y la contemplación. El por él, lo soportará con mayor paciencia. Recuerde
índice, la sabiduría y doctrina que debe comunicar a siempre con gratitud haber sido escogida sin mérito
quienes lo necesitan. El pulgar, la fortaleza y perseve­ alguno antes de la creación del mundo, a qué alto pre­
rancia del amor divino y de todos los bienes. cio la redimí con mi sangre; aún más, la preferí con un
Besar los dedos del Señor significa que no solo amor e intimidad especiales.
debe poseer estas virtudes, debe también amarlas. En tercer lugar, se portará conmigo como un amigo
Porque cuanta mayor virtud tenga el hombre, más se con su amigo, considera como propio todo lo del ami­
goza en ella cuando la ama. go. Buscará en todo la gloria de Dios y la promoverá en
cuanto le sea posible. Por lo mismo, no consentirá de
ninguna manera que se haga algo contra Dios.
Si algunas veces en todas estas cosas no consigue
lo que desea, o se le retiran las gracias acostumbradas,
la consolación divina, no se deprima por ello, no pien-
416 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte __________________ 417

se que se debe a un disgusto de Dios como si él la Capítulo XXXIII


rechazara. Un padre bondadoso no da a su hijo lo que Unión del alma con Jesucristo
no le conviene; el esposo se pone a veces serio con la
esposa no por enfado sino para su instrucción A veces esta sierva de Cristo se encomendaba a la
También Dios quiere probar la fidelidad del alma, gloriosa Virgen María. Le pareció que la arropaba bajo
no porque la desconozca, él conoce todo antes de que su manto y le decía: “El alma que desea unirse con mi
suceda30, sino para presentarla más estimable ante Hijo se portará como noble esposa que tiene un esposo
todos los santos”. de mayor nobleza que ella; por honor a su esposo
actuará con gran respeto y mesura, nunca hará algo
indigno de su esposo o que ofenda su mirada. De igual
Tres maneras de comportarse el hombre con Dios modo esa alma nunca cederá voluntariamente al peca­
ante los hombres do por mínimo que sea.
Respecto a otra persona dijo el Señor a [Matilde]: Tendrá refugio seguro en Dios para todo lo que
“De tres maneras se portará conmigo: Como un cacho­ necesite o desee, buscará únicamente su consuelo y
rrillo ante los hombres. Éste es tan fiel, que mil veces ayuda. Si él no le ofrece el consuelo al instante, lléve­
arrojado, otras tantas vuelve a su dueño. Así, si en la lo con paciencia como la esposa fiel que expone con
convivencia es ofendida con palabras hirientes, no lo toda confianza sus secretos y necesidades a su esposo,
esquive inmediatamente por la impaciencia; si llega a y considera indigno buscar consuelo en otro.
impacientarse, recupere la serenidad, pida perdón, con­ Además, practicará en lo posible las virtudes de
fíe en mi misericordia. Por una sola lágrima le perdo­ Cristo: como Cristo fue humilde y obediente, procure
naré todo. ella también someterse con humildad a todos; si se pre­
En el coro y durante la oración se comportará con­ senta la ocasión, obedezca incluso hasta la muerte. Así
migo con amor y gestos de ternura, como una esposa esta virtud será más digna por su unión con la virtud de
con su esposo. Al comulgar actúe como la reina con el Cristo que mil virtudes realizadas sin tal unión”.
rey: ella se muestra generosa en el banquete, le ofrece
regalos, distribuye limosnas. Distribuya pues a todos
Capítulo XXXIV
con generosidad los regalos que le ha ofrecido su Rey,
y socórralos con sus oraciones”.
Dios comunica sus obras al hombre
En cierta ocasión oraba por una persona muy incli­
30 Sb 8, 8. nada al trabajo, en especial a trabajos humillantes.
418 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 419

Contempla a esta persona de rodillas ante el Señor con Las azucenas, la pureza de corazón con la que
las manos elevadas como en oración. El Señor junta sus debía parecerse a Jesucristo.
manos, de las que fluía un líquido balsámico, con las
Matilde, que contemplaba todo esto, dice al Señor:
manos de ella y le dice: “Mira, te entrego todas mis
“¡Oh Dios lleno de ternura!, te ruego que a la hora de
obras para satisfacer y suplir las tuyas”. Comprende
la muerte le concedas pregustar la vida eterna, esto es,
que sus obras y trabajos eran muy gratos al Señor que
la seguridad de que nunca se verá separada de ti”.
le dice: “Cuando no puedas dedicarte a mí por los tra­
Le responde Dios: “¿Qué navegante arroja volun­
bajos, recita la antífona: Gracias te doy, oh Dios, gra­
tariamente al mar los bienes que felizmente había arri­
cias verdadera y una Trinidad, trina Verdad. Trina y
bado al puerto? Así atraeré a mí con gloria a esta alma
una Unidad. O también: A Aquél del que todo procede,
que escogí desde su niñez para la vida religiosa, la sos­
por el que todo fue hecho, en el que todo existe, sea la
tuve con mi derecha, la guié según mi voluntad, y la
gloria por los siglos de los siglos. Cuidará dar a todos santifiqué según mi beneplácito”.
una respuesta llena de mansedumbre.

Capítulo XXXVI
Capítulo XXXV
Tres caminos del Señor
Dulce consuelo con el que Dios consuela al hombre
Oraba por una persona atribulada y recibió esta
Otra vez oraba por una persona. Contempla al respuesta de Dios: “Recorrí tres caminos en este mun­
Señor que toma con la mano derecha a esa persona, y do. Deberá recorrerlos el que desee imitarme con per­
pasea con ella por una pradera amena y florecida. fección.
Comprendió con ello que el Señor quería probarla El primero era árido y estrecho, el segundo florido
antes de la muerte con distintas enfermedades. El Señor y plantado de árboles frutales, el tercero lleno de espi­
tenía en el pecho azucenas, rosas y cscuditos de oro que nas y cardos.
ella recibía con gran gozo y confianza, jugaba con ellos
El primer camino es la pobreza voluntaria, que
y los acercaba a su pecho.
amé y guardé con gran cuidado durante toda mi vida.
Los escudos designaban la constancia y la victoria. El segundo es mi propia voluntad colmada de vir­
Las rosas, la paciencia con la que debía superar sus tudes y digna de alabanza
sufrimientos. El tercero, mi cruel y amarga pasión.
420 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 421

Por eso, todo el que desee seguirme debe abrazar tuvieran presentes mis llagas, con qué profundidad se
la pobreza, sin querer poseer nada en estre mundo. clavaron en mí, cuánto dolor me causaron, sacudirían
Llevará ademas una vida ejemplar, soportará, en fin, toda somnolencia”.
con gozo, trabajos y sufrimientos por mi amor”. Rogaba por otra persona. Al instante la contempla
en presencia del Señor vestida de blanco. El Señor
Capítulo XXXVII toma sus manos sobre las de él. En esto comprendió
que con la derecha le ofrecía ayuda y fortaleza para
El alma debe buscar refugio en Dios. toda obra buena, con la izquierda protección en las con­
Las sagradas llagas
trariedades. Recapacitaba qué podían significar las
En otra ocasión creía estar en la presencia de Dios mangas de la cogulla y por qué las usaban los religio­
y saludar las dulcísimas llagas rodeadas de perlas pre­ sos. Le dice el Señor: “La amplitud de las mangas sig­
ciosas. Sorprendida le dice el Señor: “Como hay perlas nifica que los religiosos deben tener siempre los cora­
con poderes especiales que expulsan algunas enferme­ zones abiertos a todo lo que se les mande”.
dades de los hombres , así mis llagas tienen el poder de Añade el Señor: “Dirás a la persona por la que
arrojar todas las angustias del alma. rezas que tempere las lágrimas. Si no puede, que las
Hay algunos de corazón tan tímido que no se atreven una a las mías, lamente no poder derramarlas por puro
a fiarse de mi bondad y desean huir por miedo a mi pre­ amor a los pecadores. Unidas así sus lágrimas con las
sencia. Puede decirse de ellos que padecen parálisis de mías, las presentaré en alabanza al Padre”.
tembleque. Si se acogen a mi Pasión y veneran con pie­ En otra ocasión que pedía por la misma persona,
dad constante mis llagas, arrojaría de ellos todo temor. contempló su alma en el Corazón de Dios a manera de
También hay quienes tienen el corazón distraído e un niño que tenía en sus brazos el Corazón divino.
inconstante, dan vueltas por todas partes con el pensa­ Le dice el Señor: “Venga a mí en toda prueba, entre
miento, caen a veces en ira c indignación por la más en mi Corazón divino en busca de consuelo y no la
mínima palabra. Si estos meditasen un poco mi Pasión abandonaré jamás.
y gravarán mis llagas en su corazón, alcanzarían la
paciencia y serenidad de su corazón.
Hay además quienes parecen atacados por parálisis
de somnolencia. Son los que hacen todo con flojedad y
desgana. Si estos meditaran devotamente mi Pasión,
422 Libro de la Gracia Especial
Cuarta Parte 423
Capítulo XXXVIII
mismo. El Señor ha comunicado que le produce gran
Utilidad de las lágrimas, contento que lo concedido a uno, lo estimen los demás
transformación de las mismas como hecho o que puede hacerlo por ellos.

Cierta persona sufría mucho por no poder contener Muchos otros han obtenido numerosos consuelos
las lágrimas debido a una enfermedad. Había llorado espirituales por su intercesión, pero ella los proponía
tanto durante cinco años seguidos, que si no viniera en sólo como enseñanza o los atribuía a otra persona.
su ayuda la misericordia de Dios hubiera perdido el jui­ ¡Bendito sea el Señor, que nos ha concedido tal
cio y la vista. Pidió a Matilde y a otras que rogaran por intercesora ante él! Con sus continuas oraciones, dili­
ella para verse libre de este sufrimiento por la bondad gentes exhortaciones y consolaciones, ha llegado a ser
de Dios. Compadecida de ella la consolaba frecuente­ madre bondadosa.
mente con delicadeza y dirigía al Señor plegarias más
insistentes. Fue liberada al poco tiempo.
Capítulo XXXIX
Pregunta al Señor cómo cambió tan pronto tristeza
tan intensa.
Una persona tentada se vio libre
por la oración de Matilde
“Sólo por mi bondad, responde el Señor”. Y añade:
“Dile de mi parte que me pida transforme con mi bon­ Un hombre venido de lejos expone a Matilde la
dad esas lágrimas como derramadas por amor, devo­ tentación que sentía. La había manifestado con lamen­
ción y perdón de sus pecados”. AI oírlo se admiraba tos a muchos hermanos y otros hombres de Dios, sin
que fuera posible que, lágrimas tan inútilmente derra­ obtener alivio. Le consuela amablemente y ora intensa­
madas pudieran transformarse en lágrimas tan santas. mente al Señor por él. Al día siguiente ese hombre no
Añade el Señor: “Que crea en mi bondad. Cuanto cesaba de darle gracias y manifestar que la tentación se
más se fíe de mí, más plenamente lo realizaré”. había alejado completamente de él. Nunca había reci­
bido de alguien un consuelo tan grande.
¡Oh admirable dignación de la piedad divina, que
viene tan generosamente en socorro de los miserables
con tantas y tan grandes consolaciones! Capítulo XL
Quien quiera que tú seas que lees u oyes los con­ Un hermano de la Orden de Predicadores
suelos que Dios ha concedido a los hombres por medio
Oraba por una persona que había perdido la paz. Se
de su amada, te invito a apropiártelos como hechos a ti
le aparece el Señor junto a un monte florido con la
424 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 425

derecha extendida hacia el monte. Ve en el monte se le muestre no lo atribuya a sí sino a mí; reciba toda
pequeños insectos a manera de mosquitos. satisfacción de su cuerpo como si la disfrutara el mío.
Le dice el Señor: “Si un hombre puede ahuyentar
con facilidad estos mosquitos, con mayor facilidad Capítulo XLI
puedo yo, si lo quiero, apartar todos los obstáculos de
aquel por quien ruegas, pero no lo hago para que, pro­
Sobre otro hermano de la Orden de Predicadores
bado en cosas pequeñas e insignificantes, aprenda, con
Durante la oración recibió del Señor esta respuesta
la gracia que me pides, a ofrecer ayuda y consejo a los
sobre un Hermano: Me he entregado tanto a lo que dis­
que sufren mayores pruebas”. ponga él, que no castigaré a ningún pecador contra su
Añadió el Señor: “Comprende que el mal que pue­ voluntad. Aún más, colmaré a aquellos por los que él
den hacerle todos los obstáculos que le turban es menor ruegue con la gracia que él quiera.
que el poder de esos insignificantes insectos para
devastar el monte que estás viendo”.
Capítulo XLII
Intercesión por otro hermano
Más sobre lo mismo
Oraba otra vez por el mismo. Le dice el Señor: “Le Mientras oraba por otro hermano interviene el
escogí yo mismo, le guardaré siempre, le seguiré don­ Señor: Como una pluma arrebatada por fuerte vendaval
de vaya y colaboraré con él en todas sus obras. Seré su se adhiere a un líquido balsámico, así se adherirá su
protector, consolador y provisor en la casa donde more. alma a mi Corazón divino.
Cuando predique, le servirá mi Corazón de portavoz;
cuando enseñe, mi Corazón hará de libro. Amonestará
Capítulo XLIII
a los hermanos en estas tres cosas: huyan de la autosu­
ficiencia, eviten honores y engreimiento, procuren sólo El Señor se compara a una abeja
lo necesario de las cosas temporales.
En cierta ocasión vio a uno agotado y casi desfa­
Si los hermanos no obedecen estas advertencias, no llecido en el servicio divino. Se dirige al Señor:
deje de amonestarles, así podrá decir con el profeta: No “Vamos, Señor mío, ¿cómo has arrebatado a este todo
me he guardado en el pecho tu defensa3'. El honor que su vigor y has libado su jugo como la abeja a la flor?”
Responde el Señor: “Soy abeja que libo mi propio
31
Sal 39, 11. néctar”. Matilde contempla al punto una abeja que sale
426 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 427

de la boca de Dios y vuelve a ella. Recapacita qué da pagar la deuda. Yo me hice deudor de mi Padre al
podría significar. salir fiador de la deuda del hombre. Por eso nada me
Le dice el Señor: “La abeja es mi Espíritu. Cuando alegra y me resulta tan agradable como la vuelta del
infundo mi gracia a los hombres y la recupero de ellos, hombre a mí por el arrepentimiento y el amor.
produzco en mi Corazón divino una dulzura eterna”.

Capítulo XLVI
Capítulo XL1V
Jesucristo se entrega al alma fiel
Jesucristo sirve a sus propios servidores
Mientras iba a comulgar una hermana enferma,
Mientras cantaba una hermana la colecta en el coro,
contempló al Señor de la majestad, Jesús Esposo flori­
[Matilde] contempla a Jesucristo en figura de un joven
do, frente al lecho de la enferma, como en un trono
herniosísimo, estaba frente a ella, le sostenía el libro, se
reclinaba sobre su pecho y le decía: Te seguiré donde excelso. Cuando el sacerdote ponía la Hostia santísima
quiera que vayas32, no podrás separarte de mí. Se sor­ en su boca, el mismo Jesucristo, pan vivo y perenne ali­
prendía [Matilde] que mostrara el Señor tanta familia­ mento de los ángeles, se entrega incondicionalmente a
ridad con aquella hermana. Le dice él: “Bien sé lo que aquella alma, le ofrece sus labios sonrosados para
puedo hacer en ella, redoblaré en todo sus energías”. besarla y sus brazos para abrazarla. De ese modo, aque­
lla feliz alma, paloma blanca como la nieve, es total­
Capítulo XLV mente unida con su Amado. Allí solo aparecía Dios.

Alegría de Jesucristo
por el pecador (pie se convierte Capítulo XLVII
Rezaba por una persona y recibió esta respuesta: Una persona que temía comulgar con frecuencia
r La sigo en todo momento. Si se vuelve a mí por el arre­
pentimiento, el deseo o el amor, experimento una ale­ Oraba por una persona que por tibieza e inconstan­
gría indescriptible. La mayor satisfacción que se puede cia dejaba de recibir con frecuencia el Cuerpo del
ofrecer a un deudor es hacerle un regalo con el que pue- Señor. La contempla ante el Señor que le dice:
“Amadísima mía, ¿por qué me esquivas?” Se sorpren­
32
Le 9, 59.
día [Matilde] que la nombrara con tanta ternura.
428 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 429

Le dice el Señor: “Será llamada con este nombre Capítulo XLIX


toda su vida”. Pero comenzó a temer que se privara a Lo que se hace a los demás por amor de Dios,
aquella alma de ese nombre después de su muerte. se hace al mismo Dios
Le dice el señor: “Conservará este nombre por toda
la eternidad”. Andaba en cierta ocasión preocupada porque había
atendido muchas veces a cierta persona que lo necesi­
El alma de aquella persona estaba como una virgen taba. Su temor era haberse dedicado a ella más de lo
hermosísima en presencia del Señor. debido. Se le aparece el Señor con el vestido de esa
El Señor se vuelve a ella y le dice: “Acércate con persona en el regazo para coserlo y le dice: “No temas,
confianza a la omnipotencia del Padre para fortalecerte, lo que haces a esa persona me lo haces a mí. No puede
a la sabiduría del Hijo para ser iluminada, a la bondad ella superar el temor, y pide al Señor aleje esa tenta­
del Espíritu Santo para ser colmada de dulce ternura”. ción. Dios bondadoso así lo hizo. Frecuentemente hubo
de sufrir por parte de la persona a la que atendía, ella lo
aceptaba con gusto por amor de Dios, y le pedía la
Capítulo XLVI1I librara de todo resentimiento y pecado contra ella.
Otra persona que experimentaba el mismo temor El Señor levanta el dedo meñique. Ella piensa qué
puede significar eso. Él le dice: “Te he mostrado
Otra persona era tentada al acercarse a los vivifi­ muchas veces que el dedo meñique significa mi huma­
cantes sacramentos de Cristo. Aunque es verdad que nidad. Y añade: ¿Qué ves en él?
nadie puede acercarse dignamente, temía mucho reci­ “Tres artejos”, responde ella.
birlos de manera indigna. Matilde oró por ella al Señor
El Señor:
con corazón confiado y recibió esta respuesta: “Que se
acerque frecuentemente a mí, cuantas veces venga a mí “El artejo más grueso significa la humildad, por­
la recibiré como legítima reina mía”. Consolada con que mediante ella dispongo lo mejor posible al hombre
tales palabras la que así era tentada, dio gracias a la para recibir mi gracia.
bondad divina. El medio, la paciencia; con ella debe aceptar el
hombre todas las contrariedades por mí.
El artejo superior, el más fino que se adapta a todo,
es la caridad.
Ejercítate en estas tres virtudes y superarás todas
las contrariedades por mi amor”.
430 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 431

Capítulo L dispuesto a soportarlo en adelante, lo aceptaré cuantas


Un hecho importante veces me lo ofrezca como sufrido por mi amor.

Compadecida de una persona que experimentaba


gran tristeza, rogaba por ella con gran fervor para que Capítulo LUI
Dios benigno se dignara venir en su ayuda con el con­ Dios quiere que los pecadores se conviertan
suelo del Espíritu Santo.
Oraba por otra persona afligida que sabía no esta­
Le pregunta el Señor: “¿Por qué está preocupada?
ba en buenas disposiciones. Sentía indignación contra
La creé para mí, me entregué a ella para todo lo que ella. La había amonestado frecuentemente con saluda­
desee de mí, he sido para ella padre en la creación, bles reproches, pero ella se mostraba incorregible.
madre en la redención, hermano para compartir el rei­
no, hermana en amorosa convivencia”. Le dice el Señor: “Vamos, hazme este favor: ruega
por los desgraciados pecadores, a quienes compré a tan
alto precio, cuya conversión tanto deseo.
Capítulo LI
El hombre ofrece a Dios sus enemigos Capítulo LIV
Una persona herida por otra, confia a [Matilde] su Dios desea el corazón del hombre
pena. Ruega al Señor por ella. Le responde el Señor:
En otra ocasión le dijo el Señor: No hay nada que
“Dile que me entregue sus enemigos, yo mismo con
me agrade tanto como el corazón del hombre, sin
todos mis santos me entregaré a ella como eterna
embargo, pocas veces lo consigo. Me sobra de todo,
recompensa”.
salvo el corazón del hombre que, muchísimas veces me
deja defraudado.
Capítulo LJI
Dios acepta la buena voluntad Capítulo LV
como hecho ya consumado Jesucristo intercede ante el Padre
por los pecadores
Rogaba por una persona triste. Le dice el Señor: Si
uno está de tal manera acongojado que prefiere la Estaba una vez en oración y contempló al Señor con
muerte a soportar tal sufrimiento, y me ofrece ese dolor una túnica ensangrentada. Le decía: “Mi humanidad
432 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 433

cubierta de sangre se ofreció con inefable amor a Dios “¿Cual es. Señor mío, la intención que quieres
Padre como víctima en el ara de la Cruz; con ese mismo ponga en esta oración?”
amor sigo ante el Padre celestial para interceder por los
Le responde:
pecadores. Le presento todos los géneros de tormento de
mi pasión con el mayor deseo de que el pecador se con­ “Rézala devotamente no solo con la boca sino tam­
vierta a mí por una verdadera penitencia, y viva. bién con el corazón, y me la presentas después de rezar
cinco padrenuestros”.
Por inspiración divina se le comunicó añadiera al
Capítulo LVI
quinto el siguiente verso: Señor Jesucristo, Hijo de
Rezo (le cinco mil cuatrocientos sesenta Dios vivo, recibe esta oración por acpiel soberano
padrea lies tros amor con el cpie soportaste todas las heridas de tu
Ofrecía en cierta ocasión a Dios cinco mil cuatro­ sacratísimo cuerpo; ten misericordia de mí, de todos
cientos sesenta padrenuestros que la Comunidad había los pecadores y de todos los fieles vivos y difuntos
rezado en honor de las santísimas heridas de Jesucristo33. Le dice de nuevo el Señor: “Mientras el pecador
Se le aparece el Señor con los brazos extendidos y todas permanece en sus pecados, me fuerza como si estuvie­
las heridas abiertas y le dice: “Mientras pendía en la cruz ra violentamente estirado en la cruz; apenas se con­
tenía abiertas todas las heridas, cada una clamaba a Dios vierte a mí por la penitencia, me suelta; yo con mi gra­
Padre pidiendo la salvación del hombre; así permanecen cia y mi misericordia caigo sobre él como desclavado
hasta hoy con cierto clamor para mitigar la ira de Dios de la cruz, a la manera que caí en otro tiempo sobre
Padre hacia el pecador. José (de Arimatea), cuando me desclavó de la Cruz; me
Te confieso que ningún mendigo se alegra tanto al entrego de modo total a su disposición, para que haga
recibir la limosna obtenida tras numerosos ruegos de mí lo que quiera. Pero si permanece en sus pecados
importunos, como me alegro yo al acoger la oración hasta la muerte, mi justicia ejercerá su poder sobre él y
que se me ofrece para honrar mis heridas. Te digo más, le juzgará según lo merecido”.
siempre que alguien reza esta oración devota y atenta­
mente por otro, éste obtiene la salvación deseada”.
Dice [Matilde] al Señor:

33 Ver parte Ia, & 3o, nota 1“. Según ciertas revelaciones se decía
que el Señor tuvo 5460 heridas en su pasión.
434 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 435

Capítulo LV1I significar para ella que Dios entrelazara en una madera
El Señor le concede cien pecadores seca rosas tan frescas, escucha al Señor que le dice: “Si
injerto estas rosas frescas en una madera seca es para
Llena de espiritual alegría al escuchar las palabras darte a entender su significado: Ningún corazón peca­
del Evangelio: Vendrá el Hijo del Hombre con gran dor llega a resecarse tanto con la escoria de los pecados,
poder y majestad34, dice al Señor: “¡Ea, bien venido!” que si acepta un dolor o enfermedad, aunque mínimo
para gloria y alabanza de mi nombre, y está dispuesto a
Le dice el Señor: “Sopesa lo que dices”.
aceptar gustoso mayores sufrimientos, me complace
Cuando dices bien, advierte que yo soy el Bien del tanto, que desde ese momento comienza a reflorecer por
que inagotablemente procede y fluye todo bien. la decisión tomada, y desde ese instante se hace capaz
Cuando dices, venido, piensa en aquel divino amor de recibir la gracia de la divina misericordia.
de caridad con el que vengo al alma totalmente ebrio Te digo además: No hay pecador tan grande, que si
del vino del amor”. se arrepiente no se le perdonen por completo todos sus
Ruega [Matilde] al Señor por todos los que están pecados en ese instante, e inclino mi Corazón hacia él
en pecado para que los convierta. con tanta clemencia y dulzura, como si nunca hubiera
pecado”.
Le dice el Señor: “Por tus ruegos convertiré cien
pecadores”. Replica ella: “Si es así, ¿por qué. Dios dulcísimo,
no llega a comprender el hombre desdichado lo más
mínimo de todo esto?”
Capítulo LVIII El Señor: “Se debe a que no ha perdido aún por
Dios dispuesto a acoger a los pecadores completo el atractivo del pecado. Si el hombre una vez
arrepentido resistiera con tal firmeza a ios vicios que
En cierta ocasión padecía un fuerte dolor de cabe­ erradicase por completo todo gusto y atractivo del
za. Lo ofrece al Señor durante la celebración de la Misa pecado, ten por cierto que llegaría a experimentar la
unido a la Hostia sacrosanta para su eterna alabanza. Se suavidad del Espíritu divino”.
le presenta el Señor. Tenía en sus delicadas manos un
¡Oh sublimidad inescrutable de tu sabiduría y
círculo de madera seca en el que parecían engastarse
misericordia, dulcísimo Dios, que intentas atraer hacia
rosas hermosísimas. Muy sorprendida sobre qué podía ti el corazón del pecador con tan maravillosos e incon­
tables medios! No puede desesperar quien recibe la
34
Le 21,27. inmensa clemencia de tu paternal perdón.
436 Libro de la Gracia Especial Cuarta Parte 437

Capítulo LIX El dedo central significa su amor eterno, sublime,


Carta a una matrona seglar, amiga suya35 divino, que se inclina hacia el alma de modo admirable
y eficaz no dejando en paz su corazón hasta derramar­
Queridísima hija en Cristo: se del todo en el alma como torrente impetuoso que
El Enamorado de tu alma estrecha tu mano con su busca dónde vaciarse. Juntarás tu dedo con el suyo, es
diestra, toca con sus dedos cada uno de los tuyos, para decir, tu voluntad. Si no puedes amarle en todo
probarte cómo trabaja en tu alma, cómo debes seguir momento, que lo supla la buena voluntad hasta el pun­
imitando sus ejemplos. to que, si pudieras disponer del amor de todos los san­
tos y de todas las criaturas, desearías orientarlo todo
Su dedo meñique significa su vida humilde, pues
hacia él solo.
vino a la tierra no para ser servido sino a servil36 y
someterse a todos. Unirás tu dedo a este suyo, es decir, Su dedo índice significa el orden admirable e ines­
cuando te hinche la soberbia, recuerda la humildad y crutable de su divina providencia que dispone con
sometimiento de tu Dios y ruega para que por su humil­ misericordia del futuro en favor del hombre, sea prós­
dad venzas toda soberbia y voluntad propia, provenien­ pero o adverso. Pondrás gozosa tu dedo en el suyo y
te del amor egoísta con el que el hombre se ama a si cree que todo lo que te sucede alegre o penoso, provie­
mismo. nen de su amor tan grande y es de tanto provecho para
ti, que no desearás otra ni distinta cosa; así le rendirás
El dedo anular significa la fidelidad de su corazón
gracias y alabanzas por cada acontecimiento.
con la que cuida solícito de nosotros como madre fide­
lísima, toma nuestras cargas y pesares con la inefable El dedo pulgar significa su omnipotencia divina y
fidelidad de su Corazón y nos protege de todo mal. la poderosa protección de su paternal bondad. Con ella
Juntarás tu dedo con el suyo para reconocer cuánta infi­ resiste y reprime todo lo que puede dañar al alma fiel y
delidad has mostrado a tu tiernísimo y fidelísimo permite lo que puede contribuir a su santificación y
Amante cuando alejabas de él tu alma, creada para su práctica de las virtudes. Juntarás también tu dedo con
amor y su gloria, para gozar sólo de él en goces eternos; el suyo para ser fuerte en el ejercicio de las virtudes y
sin embargo, ¡qué poco y con qué frialdad le recuerdas! resistir virilmente a los vicios, sin desconfiar de la
misericordia de Dios, aunque permita que sufras algu­
35
na tribulación o te retire el consuelo de su gracia.
Esta carta es el único escrito que se conserva de propia mano
de Matilde. El resto de sus revelaciones solo nos consta por lo
que ella comunicaba a otros.
36 Me 10,45.
438 Libro de la Gracia Especial
Cuarta Parte 439

a) Dios esposo, se entrega al alma y espera reci­ gracia, toda virtud, todo el bien. No te arrebatará esa
procidad prenda, con ella ha ratificado su fidelidad.
Examina con diligencia y ternura, alma fiel y Como un rey que aún no ha llevado su esposa a
amante de Dios, la norma que te ha dado el joven e palacio, deja en prenda a sus amigos una villa o ciudad
imperial Jesús, Hijo de la benignidad paterna, al elegir­ llena de riquezas, así tu amante esposo entregó como
te como esposa y entregarse a ti como tierno esposo, prenda a Dios Padre un don preciosísimo: su mismo
celebrando estas nupcias por sí mismo y a sus expen­ Corazón, para garantizarle que jamás desea abandonar­
sas. Ese día de tanta solemnidad y alegría para su te a ti, su esposa. Lo ofrece todos los días por ti en el
corazón31 vistió, por tu amor, túnica de rosas que el altar como expresión del amor con el que te previno
amor tiñó con la sangre de su Corazón. Colocó también desde toda la eternidad.
en su cabeza guirnalda de rosas y azucenas, cuyo cerco
Hija del Padre eterno, esposa preelegida de su Hijo
rodeaban preciosas margaritas, a saber: gotas de su pre­
único y coetemo, amiga del Espíritu Santo y su anhela­
ciosísima sangre. Llevaba en sus manos unos guantes
do descanso, ama a tan entrañable Amado, que tanto te
tan agujereados, que no podían retener nada, así te
ama y es todo amor; sé fiel al que es la misma fideli­
entregaba a ti todo lo que antes ocultaba al mundo ente­
dad; si algo adverso te sucede, acéptalo como lazo de
ro. La dura cruz le servía de lecho nupcial, al que se
oro que Dios te lanza para atraerte al amor de su Hijo.
lanzó con tal gozo y encendido amor, que nunca espo­
Tú, asintiendo al instante a esa atracción, elévate, dis­
so alguno gozó tanto en un lecho de marfil o de seda.
pon tu corazón a secundar más generosa la fuerza de
Sigue en espera en este lecho de amor, abrasado por un
esa atracción con gratitud y paciencia. Acoge solícita la
deseo incontenible hasta poder gozar de tus abrazos. Si
salvación que Dios quiere realizar en tu alma.
deseas ser su esposa, debes renunciar a todo otro gozo,
acercarte a él en un lecho de dolor y contumelia, y unir­ Examina cuánto te falta en las virtudes. Si te falta
te a su costado herido. humildad u otra virtud, abre con la llave del amor el
preciosísimo archivo de todas las virtudes: el Corazón
Medita con diligencia qué prenda tan preciosa pagó divino de Jesucristo, para que te revista de sus nobles
por ti al abrirte su tierno Corazón, tesoro de la divini­ virtudes y venzas los asaltos de todos los vicios.
dad, para ofrecerte allí la preciosa bebida del amor que
cura todas las angustias de tu alma. Esta noble prenda Si te asaltan los ladroncillos de los malos pensa­
mientos, corre a la sala de armas y cíñete de la noble
tiene un valor incalculable porque encierra en sí toda
armadura de la pasión y muerte de tu Señor, clava tan
profundamente su recuerdo en tu corazón, que huya
37 Cf. Ct3,11. desbaratada toda la caterva de los pensamientos.
440 Libro de la Graclk Especial Cuarta Parte 441

Si te asaltan pensamientos de desesperación, corre c) Dios entrega su Corazón, el alma debe entre­
al hontanar inagotable de la piedad que no quiere la garle el suyo
muerte de nadie, sino que todos lleguen al conocimien­ Dios entregó su Corazón divino al alma para que,
to y amor de la verdad, excepto los que voluntariamen­ a su vez, ella le entregara el suyo. Si lo hace con ale­
te se exponen al peligro. Ten en cuenta que Dios está gría y confianza, el Señor la sostendrá con su poder,
más dispuesto a recibir al hombre que éste a venir a para que nunca caiga en pecado grave.
Dios. Desea sobre todo, que el hombre se comporte de Cuidará también conocer más y más el Corazón de
manera que pueda el Señor derramar ininterrumpida­ Dios para saber qué es lo que más le agrada. Si le inva­
mente sobre él su gracia y acrecentar siempre en él de la tristeza, correrá a refugiarse confiadamente en el
todos los bienes. tesoro que se le ha confiado en busca de consuelo. Si
por divina disposición de la gracia no recibe consuelo,
no deje por ello de alabar a Dios, dándole gracias de
b) Jesucristo desea unirse al alma
todo corazón. Dios se complace en gran manera en el
Nuestro Señor Jesucristo, amante de los hombres, alma que no busca sus intereses^ sino los de
desea con gran ansia38 unirse alma. De modo especial a Jesucristo, ni antepone su consolación al honor divino.
aquella que en él busca consuelo, y ansia experimentar
su ternura, para arrojar de sí todo consuelo o deleite de
Capítulo LX
las criaturas que no la llevan o impulsan al amor de Dios.
Tres preguntas del Señor
Si el hombre ama o se goza en algo, piense que se
lo ha dado Dios, para que por ello se mueva a su amor. Al escuchar la lectura del Evangelio: ^Simón, hijo
Si siente que eso no le lleva a progresar en el amor de de Juan, me amas más que estos?39 40, medita en estas
Dios, sino a encerrarse en sí mismo más que en Dios, palabras. En un arrobo contempla al Señor que le dice:
lo arrojará de sí, sea una persona u otra criatura, para “Te pregunto también a ti, respóndeme con sinceridad:
no verse privado de la intimidad con Dios. Este trato es ¿Hay en el mundo algo tan querido para ti que, si
muy delicado, no admite consigo ni sobre sí ninguna te fuera posible, no estarías dispuesta a renunciar a ello
otra cosa. El mismo Jesús, Hijo del amor del Padre, por mi amor?”
quiere ser el único íntimo y amantísimo de tu corazón.
39 ICo 13, 5.
38 Cf. Le 22, 15 Jn21,15.
442 Libro de la Gracia Especial

Responde ella: “Tú sabes. Señor, que si fuera mío


todo el mundo con todo lo que hay en él, desearía
dejarlo todo por tu amor”.
El Señor acepta al instante, como si realmente lo
hubiera dejado todo.
Le pregunta de nuevo: “¿Hay algún trabajo o yugo
de obediencia tan pesado que no aceptarías por mi Quinta Parte
amor?”
Responde: “Sí, Señor, estoy dispuesta a soportarlo
todo por tu amor”. Capítulo I
Por tercera vez el Señor: “¿Existe algún sufrimien­ El alma de su hermana
to tan grande que no lo aceptarías por mi amor?” [la abadesa Gertrudis de Ilackeborn]
Ella: “Señor mío, contigo y con tu ayuda estoy dis­ Los deseos sobreviven a la muerte
puesta a soportar todos los sufrimientos”.
Esta virgen [Matilde], dotada de gran piedad, tenía
El Señor lo acepta todo como si en realidad lo entrañas de misericordia con los afligidos, recordaba
hubiera sufrido. incesantemente ante el Señor a los vivos, y ayudaba
Finalmente el Señor: “Te encomiendo tres clases con los sufragios de sus fervientes oraciones a las
de personas: almas de los difuntos. Sucedió muchas veces que roga­
- los niños inocentes y sencillos, comparados a la ba por algunas almas que no necesitaban la ayuda de la
inocencia del cordero, para que los instruyas y oración y el Señor, clemente y misericordioso, le mos­
los atraigas a mi conocimiento y amor; tró los méritos y la gloria de esas almas.
- los atribulados y humillados, descritos por la Cierto día que se cantaba la Misa de difuntos en la
mansedumbre del cordero, para que los consue­ capilla, rezaba ella la Historia* de la Santísima Trinidad
les y ayudes en cuanto te sea posible: en sufragio por el alma de su hermana, de feliz memo-
- toda la Iglesia, designada por la oveja, de tanta
utilidad para el hombre, para que la presentes a 1 Se designaban con este nombre en la liturgia la serie de antí
los ojos de mi misericordia con incesantes deseos fonas y sobre todo responsorios que pertenecen a un Oficio.
e incansables oraciones”. Cf.. V, 2.
444 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 445

ria, la Abadesa Gertrudis, cuya gloria había contempla­ Le responde su hermana: “Sucede eso, porque la
do muchas veces en espíritu, dando gracias a Dios. oración del justo, aunque éste muera, no muere ni se
Le dice el Señor: “¿Te gustaría verla de nuevo?” Al debilita con él. Así, el deseo y la oración de quien
punto contempla su alma en gran gloria con un amplio durante su vida rogó por los pecadores para que no
velo de lino en la cabeza perecieran, sigue válida después de su muerte. Lo mis­
mo sobre otras cosas”.
Pregunta al alma qué significaba ese velo.
Algo parecido encontramos en el Segundo libro de
Le responde: “significa mi vida. La divinidad ilumi­
los Macabeos donde se lee que el sumo sacerdote
na todo el tejido de este velo con especial gloria y
Onías y el profeta Jeremías se aparecieron a Judas
esplendor”. Comprendió por estas palabras que no hay
Macabeo, y Onías le dijo refiriéndose a Jeremías: Este
nada pequeño cuando se hace por devoción o costumbre,
es el que ora mucho por su pueblo, etc2, cuando el alma
como ponerse los velos y las coronas; Dios no lo olvida,
de Jeremías estaba ya en el Seno de Abrahán. Se afir­
y el alma no deja de recibir especial honor por ello.
ma por tanto, que quien durante su vida había aplacado
Pregunta: “¿Dónde está tu corona?” a Dios con sus oraciones en favor del pueblo, como
Responde [Gertrudis]: “Mi corona es de tanta glo­ verdadero sacerdote del Señor, también oró por el pue­
ria que se remonta desde la tierra hasta el trono de Dios, blo después de la muerte.
alcanza los cuatro confínes del mundo. Comienza en la Se colige de esto que si se extendieran los deseos
tierra porque dejé en ella mi recuerdo y mis ejemplos hasta el fin del mundo, esto es, si se quisiera vivir y
para bien de los hombres. Se remonta hasta el trono de progresar en la perfección en la medida de lo posible,
Dios, porque por mis virtudes Dios recibe alabanza y con oraciones, anhelos y con todos los trabajos y sufri­
honor, y los santos aumento de gozo. Abarca las cuatro mientos en favor de los hombres, para purificación de
partes del mundo, porque mi vida benefició y benefi­ las almas, por amor y honra de Dios, Dios aceptaría
ciará a toda la Iglesia hasta el final de los siglos”. este deseo como si se hubiera realizado de verdad.
Pregunta [Matilde a su hermana Gertrudis] por un
asunto por el que oraba al Señor cuando vivía.
Le responde: “Mi oración es ahora más eficaz y
produce frutos más útiles y provechosos que cuando
vivía en la tierra”.
Al preguntar sorprendida, ¿cómo es posible?
446 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 447

Capítulo II de oro es el pétalo del corazón, esto es, del amor, de don­
Más sobre su hermana de procede el afecto de la oración, porque me ofrecéis
Las almas de los bienaventurados ofrecen a esas palabas por amor no por obligación alguna”.
Dios las oraciones que se les dirigen Insiste [Matilde]: “¿Qué sucede con las plegarias
que ofrecemos a los santos?”
En otra ocasión mientras comulgaba la comunidad,
Le responde su hermana: “Cada uno recibe tam­
vio el alma de su hermana revestida de indescriptible
bién agradecido lo que se lo ofrece y se lo presenta con­
hermosura a la derecha de Dios. El Señor besaba tierna­
tento a Dios, su Rey. Es más, si rezas un solo
mente a cuantas comulgaban. Con ello se hacía notar el
Padrenuestro a todos los santos con la intención de
mérito especial [de la abadesa] por su solicitud y alegría
rezarlo a cada uno de ellos si te fuera posible, lo recibe
en recomendar a las hermanas la comunión frecuente.
cada uno en particular como si lo rezaras a todos”.
Matilde contemplaba esto con admiración y gozo,
y deseaba saber si el sacerdote obtenía algún mérito por
administrar el sacramento del Cuerpo del Señor a los Capítulo III
que se acercaban. El alma de Matilde [de Magdeburgo]
Le responde el Señor: “Como un simple soldado se
haría rico si presentara al hijo único del rey en sus brazos Cuando murió la hermana Matilde, de feliz memo­
ante los príncipes, y cada uno de estos ofreciera al hijo ria, le fue revelado el estado de su alma. La contempló
del rey cien marcos, y el rey regalara todo esto al solda­ en figura de una virgen hermosísima, envuelta en man­
do al regresar con su hijo; de igual modo aumenta el to verde, con corona de oro en la cabeza, entre la mul­
mérito del sacerdote que administra con devoción y soli­ titud de las vírgenes y los santos que le expresaban un
citud el sacramento del Cuerpo de Cristo a los fieles”. gran afecto. Conoció por revelación que iba a ser glo­
rificada en esos momentos, al ofrecerse la Hostia sacro­
Seguidamente dice a su hermana: “¿Puedes decir­ santa en la Misa. El mismo Señor quería comunicarse a
me, hermana queridísima, qué utilidad te reporta que su alma de manera especial, porque, debido a su enfer­
recemos a tu intención los Responsorios de la medad, se vio privada de recibir durante un tiempo el
Santísima Trinidad o cualquier otra oración?”
sacramento del Cuerpo de Cristo.
Le responde: “Recibo de vuestros labios cada una Al cantarse el Ofertorio: Señor Jesucristo3, y no
de las palabras en forma de rosas, que ofrezco gozosa a acercarse nadie para hacer la ofrenda por aquella
mi Amado”. Le muestra en su manto rosas preciosísimas
con un pétalo de oro en el centro y le dice: “Este pétalo 3 Ofertorio de la misa de difuntos.
448 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 449

pobrecilla, le pareció que el mismo Rey de la gloria, gloria y honra, porque había alcanzado como dignidad
esposo de las virtudes, se acercaba a Dios Padre y le especial la semejanza y amistad con todos ellos.
ofrecía todas sus obras divinas: oraciones, trabajos, la
Se parecía a los espíritus angélicos por el servicio
pasión de su santísima humanidad, la gloria de su exce­
caritativo y humilde que ofrecía a todos los que acudí­
lentísima divinidad, para aumento de gloria y gozo de
an a ella; a los arcángeles por su familiaridad con Dios;
su nueva esposa.
a las virtudes por la práctica decidida del bien y los
Se acerca a continuación la Santísima Virgen, Madre ejemplos de virtud. Encendida en el celo de Dios con­
del virginal esposo de la gloria y ofrece en sacrificio
vertía muchos a Dios con sus correcciones. Se parecía
todos los dones, gracias y virtudes que se le concedieron,
también a los tres Órdenes Angélicos siguientes porque
para aumento de la gloria de la esposa de su Hijo.
se mostraba fuerte y poderosa contra los demonios y
Siguen los patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, los vicios, conservaba inmaculada la imagen de Dios
confesores, vírgenes. Se acerca cada uno de los Órde­ que llevaba en sí, la respetaba y amaba en sí misma y
nes de los Santos y hacen la misma ofrenda.
en todos los hombres, adoraba a Dios con intensa y
Mientras se ofrecía la Hostia sacrosanta, una luz devota oración día y noche.
maravillosa e inefable aparece hacia el Oriente. Parecía
Incluso se parecía a los más elevados Órdenes de
significar la gloria de la divinidad hacia la que era arre­
los ángeles por el gozoso y ameno descanso que Dios
batada aquella alma dichosa, recibe allí la dichosísima
comunión de la que se ha hablado más arriba, verdade­ encontraba en ella, tanto por la plenitud del conoci­
ra e íntima unión y fruición de Dios, plena y supera- miento de Dios que poseía, como por el máximo ardor
bundantísima recompensa de todos los trabajos y sufri­ del amor que la embargaba.
mientos, que supera todo lo que el corazón humano La Bienaventurada Virgen María y san Juan
puede creer, imaginar o decir. Evangelista presentaban su alma ante el trono de la glo­
ria. El Señor Jesucristo la acogía amorosísimo entre
Capítulo IV abrazos, la coloca en la presencia de Dios Padre, y can­
ta tiernamente en honor de su esposa:
El (ilma de la piadosa reclasa Isenlrucfis
Ésta es la que no mancilló el lecho nupcial, etc.\
Conoció también cómo pasó al Señor el alma de la
reclusa Isentrudis, de feliz memoria. Le pareció que iban 4 Antífona en el oficio de las Vírgenes antes de la reforma del
delante de ella todos los Órdenes de los ángeles para su Concilio Vaticano 11.
450 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 451

Esta, la que me ha amado con todo el corazón y diciendo: “Tu voluntad es mi voluntad”. Comprendió
con todas sus fuerzas. en estas palabras que la voluntad del sacerdote en esos
Esta, la que se ha unido a mí con mente pura. momentos era que se perdonara al alma todo reato de
La Pasión de Cristo, que tanto amaba, el amor y ¡a culpa. Así sucedió.
castidad realzaban su corona con especial brillo. De Al llegar al Cordero de Dios y tomar el sacerdote
igual modo parecía que estas tres virtudes ennoblecían el Cuerpo del Señor, se acerca el alma al altar en forma
sus vestidos, y la presentaban toda radiante. de una virgen hermosísima, el Señor se inclina y la
besa. Con ese beso lleno de ternura alcanzó el felicísi­
mo consorcio de la vida celestial.
Capítulo V
Terminada la Misa, mientras daba el sacerdote la
El alma de la hermana Berta de Bar
bendición, se oían voces que salmodiaban en el aire
Mientras agonizaba una hermana contempló al con los acordes de platillos, cítaras, y toda clase de ins­
Señor Jesucristo allí presente. Sostenía un paño blan­ trumentos musicales, como se acostumbra en las bodas
quísimo junto a la boca de la enferma como para reci­ reales. El alma es acogida en compañía de los ángeles
bir su alma. y los santos, que estaban llenos de alegría sobre la cel­
da donde yacía el cuerpo de la hermana durante las exe­
Apenas falleció, se ofreció la Misa por ella. Al
quias acostumbradas. Seguidamente entre gran alboro­
comienzo de la misma se vio a nuestro Señor
zo conducen el alma a la mansión celestial.
Jesucristo, esposo de las vírgenes, acercarse al altar y
derramar sobre él un gran tesoro, para significar que Al día siguiente, en que debía realizarse el sepelio,
ofrecía a Dios Padre todas sus obras y su santísima se vio de nuevo al Señor en la Misa. Acude el alma
Pasión en sufragio de aquella alma. acompañada de innumerables vírgenes, adornada con
rosas de oro, como la esposa conducida por vez prime­
A continuación ofrece la Bienaventurada Virgen
ra a la casa del esposo. Mientras se cantaba el
Madre varios perfumes con los que suelen perfumarse las
Ofertorio: Señor Jesucristo, se vuelve tiernamente el
novias el día de la boda; significaban todas las obras que
Señor hacia el alma y le dice: “Ve ahora y ofrece a mi
el Señor obró en ella. Las presenta a la Santísima Trinidad
Padre todo lo que ayer ofrecí por ti en unión con mi
para gloria, alabanza, aumento de la belleza y honor de
Madre, ya que todo es para tu bienaventuranza eterna .
esta nueva esposa de su Hijo, por la alegría de su llegada.
Se acerca el alma con una multitud de vírgenes y ofre­
AI elevar la Hostia, contempla al Señor como si ce aquel preciosísimo tesoro que el Señor le había
estuviera en el altar, se inclinaba hacia el sacerdote dado. Todas las demás vírgenes ofrecen de la misma
452 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 453

manera todas las obras grandes que la Santísima Capítulo VI


Trinidad había obrado en ellas, en favor de su compa­
Al expirar vuela el alma a los brazos
ñera. Todas ellas danzaban en torno al altar y entre ellas
de la Santísima Virgen María.
esta nueva esposa. Danzaban gozosas a coro hasta que
terminó la Misa. Cayó enferma una hermana6 7 que durante toda su
A continuación se elevaban por los aires y canta­ vida había servido a Dios con gran devoción. [Matilde]
ban alabanzas a Dios mientras era llevado el cuerpo al rogaba por ella con mayor intensidad. Contempla su
sepulcro, hasta finalizar todos los ritos. Resuenan de alma de rodillas ante el Señor. Él le mostraba sus llagas
nuevo los platillos y conducen a aquella esposa, esto enrojecidas y el alma le saludaba con este verso desco­
es, al alma bienaventurada, entre himnos celestiales, al nocido para Matilde: “¡Oh llagas salvíficas de mi tier-
tálamo del rey inmortal, a quien sea el honor y la glo­ nísimo amante Jesucristo! ¡Salve, salve, salve por la
ria por siglos eternos. Amén. omnipotencia del Padre que permitió vuestra existen­
cia, por la sabiduría del Hijo que os soportó, por la
¡Oh alma dichosa! Oh feliz Berta5 de nombre y por
benignidad del Espíritu Santo que realizó con vosotras
gracia, que por esa pureza singular de tu inocentísima la obra de nuestra Redención!”
vida, eres asociada al Señor de los ángeles con el indi­
soluble vínculo del amor, para seguir al Cordero donde Cuando debía recibir la Santa Unción y se reunió
quiera que vaya! Acuérdate de nosotros en medio de las la comunidad en la celda de la enferma, contempló a
dos ángeles que llevaban jofainas. El agua que llevaban
delicias que gozas.
en la jofaina significaba la misericordia y la verdad en
Se ha visto cómo se ofrece el Señor a Dios Padre las que debía purificarse el alma de toda mancha, según
por esta alma. De igual modo se ofrece por las perso­ el salmo: La Misericordia y la verdad te preceden1.
nas espirituales que en este mundo lo dejaron todo por Luego ve acercarse cuatro ángeles que extienden un
su amor y no tendrán después de la muerte quién haga manto rojo en el lecho de la enferma, para significar los
ofrendas por ellas. El bondadoso Señor se digna suplir­
lo por sí mismo. 6 A esta hermana se la llama más adelante Matilde, espec ial­
mente estimada por el don de contemplación que tuvo. Parece
ser la misma que trata el capítulo siguiente, también en la par­
te II c. 42 y en el Heraldo del Amor di vino de Gertrudis la
Magna, lib. 5, c. 7. Parece que trata de Matilde de
5 Berta en antiguo alemán quiere decir deslumhrante y equiva­ Magdeburgo, la que escribió el libro: La luz divina que ilumi­
le a los nombres latinos de Lucia y Clara. También hoy le na los corazones. Traducido y publicado en esta B iblioteca
interpretan: brillante. (Nota de la traducción del P. Timoteo Cisterciense, n.17. 2004.
Ortega. Buenos Aires 1942, p. 324). 7 Sal 88, 15.
454 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 455

méritos y dignidad que iba a recibir al final de la vida. Llegado el momento de su dichosa partida, ya en
Mientras vive el alma en el cuerpo no puede conocer la los últimos instantes, movida Matilde por un afecto de
gloria con la que Dios la coronará en el cielo. compasión, oraba al Señor con mayor intensidad por
Se ponía muy triste por la ausencia del Amado de su ella. Le pareció que se acercaba un ejército innumera­
alma, sin que pudiera consolarla la presencia de los ble de santos. Los mártires, vestidos de rojo con escu­
ángeles. Buscaba a su único Amor de un rincón a otro dos de oro en sus mantos, se colocaban en su cabecera.
con el ojo del corazón y por fin lo encuentra conforme a Unos a otros se decían: Agitemos nuestros escudos”.
su íntimo deseo, de pie, en el centro de la celda, vestido Su movimiento producía tan dulce armonía que trans­
de blanco, adornado con escudos de oro. La blancura formaba el dolor de la enferma en alegría.
significaba la pureza de la enferma; los escudos, la cons­ El mismo amantísimo Jesús estaba de pie ante el
tancia de su paciencia con la que había soportado resig­ lecho de la enferma, junto a él su Madre. En ese
nada muchos dolores y enfermedades por amor al Señor. momento, roto el vínculo de la carne, esa dichosa alma
El Señor vestía esta túnica para honra de su esposa. vuela a los brazos de la Virgen Madre, libre ya de todo
El Señor ocupaba frente a la enferma el lugar del dolor, para ser coronada para siempre.
sacerdote, la Santísima Virgen estaba a su cabecera. La Virgen María se la entrega a su Hijo8, éste la
Mientras los sacerdotes rezaban las letanías, el Señor acoge con ternura en sus brazos y la reclina para que
la signaba tres veces con la señal de la cruz diciendo: descanse en su pecho mientras se celebraba la Misa y
Te bendigo para salud de tu alma y santificación de tu se ofrecía por ella la Víctima Pascual.
cuerpo. El Señor encargó a quien esto contemplaba que se
Al nombrar a la Virgen María ésta levanta a la cantara lo antes posible una Misa por ella. Así se hizo.
enferma y dice: Mira, Hijo, te entrego esta esposa para Se celebró antes de Prima. El Señor se vistió de blanco
tus eternos abrazos. en honor a su nueva esposa. La túnica llevaba águilas
Cuando era nombrado cada uno de los Santos, engastadas. La blancura significaba la pureza y casti­
dad de la enferma; las águilas, su corazón contemplati­
rogaba de rodillas al Señor por ella. Luego forman
vo. Al comenzar la Misa, la celebró por ella el mismo
todos ellos una danza en torno a su lecho, las vírgenes
sumo Sacerdote y verdadero Pontífice. En el altar había
estaban más próximas al Señor.
oculto un tesoro preciosísimo: todo el bien que el Hijo
Terminada la Santa Unción dice el Señor a su
Madre: Te la confío para que la presentes inmaculada
en mi presencia.
8 Ver Gertrudis la Magna, El Heraldo del amor divino. Lib.
5, c. 7 hacia el final.
456 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 457

de Dios había realizado en la tierra para la salvación del Cristo; te alegrarás con los santos y saltarás de gozo
hombre. Lo ofreció a su Padre celestial para suplir los con los ángeles por toda la eternidad”. Precedían a la
méritos del alma. marcha fúnebre del cuerpo muchas antorchas con gran­
La ínclita Virgen María lleva el alma al altar, le des llamaradas. Significaban las obras buenas que
entrega un cofre de oro en el que se guardaban el teso­ había realizado con la ayuda de Dios, precedían al alma
ro de todas las virtudes y buenas obras que ella había que iba a recibir el premio eterno.
realizado en la tierra, juntamente con todo el bien que El Rey de reyes y Señor de señores recibe a conti­
la misma alma había practicado durante su vida. Todo nuación a su esposa y la estrecha a sí con tiernos abra­
fiie ofrecido a Dios en reparación de sus negligencias. zos. Ella, con el poder de Dios, toma la mano de su
Mientras se proclamaba el Evangelio, el Señor la Señor y bendice a la comunidad allí presente.
toma sus manos y le dice: “Te prometo, amada mía, que
Finalmente, el Señor traslada a su amada al reino
tu carne, consumida en mi servicio, se levantará glo­
celestial en medio de indescriptible alegría, seguida por
riosa en la futura resurrección”. el glorioso ejército de los santos.
El alma estaba hermosamente ataviada como una
[Matilde] contempló la dichosa alma en presencia
esposa, en su mano llevaba un anillo con imagen huma­
de la adorable Trinidad, radiante con una belleza indes­
na tallada en la perla del mismo, su corazón resplande­
criptible. El Señor se inclinaba hacia ella como para
cía como brillante espejo. besarla, pero no la besó. Sorprendida quien esto con­
Al ser ofrecido por ella al Padre el Cordero Pascual templaba, le dice el Señor: “El beso significa la paz,
de Dios, salió del Corazón de Dios un rayo de luz tan pero ella no lo necesita”. Se vuelve al alma y le dice:
deslumbrante que envolvió totalmente al alma y no se “Levántate, arrójate como hija en brazos de tu padre”.
la pudo ver más. Envuelta de este modo en el resplan­ Y le abraza llena de alegría.
dor de la divinidad, embargada en la dulzura del
Añade el Señor:”El abrazo significa la unión con
Espíritu Santo y arrobada con todos los dones celestia­ que el alma se funde conmigo en vínculo perpetuo de
les, se fundió en inseparable unión con Dios, converti­ un amor irrompible”.
da en un solo espíritu con él.
Mientras llevaban el cuerpo al sepulcro se oyó el
canto armonioso de los santos en honor de las exequias
de la esposa del Rey inmortal que decían: “Eres bien­
aventurada y serás dichosa, Matilde, noble esposa de
458 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 459

Capítulo VII alma en brazos, la lleva hasta el trono de la gloria, la


El alma del hermano IV. pone junto a sí, la cubre con tan maravillosa e indes­
de la Orden de Predicadores criptible belleza, que no puede expresar lengua huma­
na. La adorna, entre otras cosas, con guantes blanquísi­
En el Octavario de la muerte del Hno. N. de la mos en las manos y zapatos mucho más brillantes que
Orden de Predicadores, amigo fiel y servicial de la los anteriores, mientras decía: “Ponedle inmediatamen­
comunidad, se reveló su alma a [Matilde] como sigue: te la primera túnica”. Esta túnica la forma el Señor, de
Durante la Misa contempló su alma en el aire calzada sí mismo. Así comprendió que la vestidura del alma es
con hermosos zapatos. Quien esto veía quería saber algo el mismo Dios. Él ,que es el autor y dador de toda gra­
sobre el adorno de los zapatos. Le responde el hermano: cia en la tierra, es también ornato, gloria y recompensa
“Recibe la perla preciosa de la paciencia. Los zapatos
de los bienaventurados en el cielo: los reviste de sí mis­
significan las fatigosas correrías (apostólicas) realizadas
mo y premia todas las buenas obras y virtudes que
en la Orden”. La llama por su propio nombre y le dice:
practicaron en la tierra. Luego se le pone al alma una
“Mira, mira, lo que me ocultabas, lo sé ahora”.
gran corona de oro rojo y perlas preciosas. Al recibirla
Ella: “Oh, Señor, ruega por nosotros” se arroja a los pies del Señor en acción de gracias, reco­
Él: “No me llames Señor, sino Hermano', todos nociendo que lo recibía todo de la exclusiva bondad de
somos hermanos en Cristo” Dios y no de sus propios méritos.
Ella: “Ruega por nosotros, te suplico, para que no Quería saber ella qué mérito tenía el Hermano al
seamos engañados en el don9 que se nos ha concedido”. apreciar tanto el Don de Dios10 que el Señor había con­
Él: “Revístete con la armadura de la fe como los cedido a la hermana Matilde. Contempla cómo brotaba
elegidos de Dios, a saber: cree con verdad y pureza de del corazón de Dios un flujo especial hacia su alma.
corazón que eso viene de Dios”. Entendió con ello que ese flujo se concede a quienes
Al llegar al ofertorio de la Misa se oyó una voz que aman ese don especial de Dios en otros, aunque ellos no
decía: “Se abrieron las puertas del cíelo”. Se vio abrir­ lo experimenten. Se le aparece la hermana Matilde con
se rápidamente una gran puerta por la que entraba el inmensa alegría, radiante de gloria y claridad inefables.
alma del citado Hermano con gran alegría. El Señor
sale a su encuentro con las manos extendidas, acoge el iü
Ver parte segunda, c. 42; Santa Gertrudis la Magna,
Heraldo del amor divino ,lib. 5 c.7. Por “Don de Dios” se
entiende aquí la gracia de las revelaciones, como se ha dicho
9 De las revelaciones. más arriba.
460 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 461

Admirada ésta, le dice: “Dame a conocer algo de El primer rayo penetraba en sus ojos para significar
ese tu indescriptible adorno”. el conocimiento fruitivo por el que se contempla ininte­
El alma: “No lo podrás comprender. Los adornos rrumpidamente a Dios en la gloria de su divinidad.
que me hermosean son más numerosos que los hilos que El segundo rayo entró en sus oídos; significaba el
componen la trama de un vestido de la tierra. Todos los gozo producido por palabras pronunciadas con ternura
he recibido gratuitamente de mi Esposo, el Señor”. En y por el cariñoso saludo que escucha de boca de Dios.
ello comprendió que los santos no se atribuyen a sí nada El tercero llenaba la boca para designar la inefable
de sus méritos, sino que atribuyen a la misericordia y a alabanza con que alaba a Dios sin cesar.
la gracia divina cuanto tienen de mérito y de gloria.
El cuarto llenaba su corazón para expresar la ines­
timable ternura, gozo y placer que experimentaba por
Capítulo \ III flujo de deleites divinos.
El alma del II. (Enrique) de Plau>enn El quinto cubría e iluminaba todos sus miembros
con inefable belleza, para significar que había entrega­
Un hermano pidió a [Matilde] que rezara al Señor do con fervor todos sus miembros y energías a las bue­
por el alma de otro hermano. Ella da largas al asunto. nas obras y a la práctica de las virtudes.
Estaba en oración y se le inspira que debía rogar por Llevaba en la cabeza una corona maravillosamen­
aquella alma. Seguía con su resistencia y escucha al te adornada, en la que contempló de modo especial el
Señor que le dice en tono serio: “¿Es que no podré ornato de la Pasión del Señor. En ello comprendió que
satisfacer el deseo de mi amigo por tu culpa?” La toma sentía un amor particular a la Pasión del Señor.
de la mano y Je dice: “Ven, te voy a introducir en el Admirada Matilde, pregunta al Señor: “¡Oh Dulcísimo
lugar del tabernáculo admirable hasta mi casa’ ’2. Al Dios mío! ¿cómo te llevaste tan pronto esta alma del
punto es arrebatada al cielo y contempla el alma de ese mundo cuando podía hacer mucho bien con la palabra
Hermano, que estaba en presencia del Señor. Salían del y el ejemplo?”
Corazón de Dios cinco rayos que hermoseaban maravi­ Le responde el Señor:
llosamente a aquella alma. 11 12
“Me obligó su vehemente deseo, como niño arranca­
do de los pechos de su madre me siguió su alma, por ello
11 Hubo un tal Enrique de Plawen cerca de Ledebur. Era el mereció encontrar descanso en mí. Los méritos y gloria
segundo hijo de Bucardo conde de Mansfeld. Se duda, sin que recibiría eran tantos, que fue necesaria alguna espe­
embargo, que sea éste del que se trata aquí.
12 Sal 41, 5. ra, durante la cual quise que descansara en mi pecho”.
462 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 463

Ella: ¡Oh amantísimo Señor! ¿Cuánto duró el reposo? la divinidad como brilla el sol en el oro. Cada una de
Responde el Señor: “Una mañana, hasta que el las palabras reverberaba en la Divinidad con maravi­
amor completó en él cuanto estaba preordenado desde lloso resplandor. De esas mismas palabas rezumaba
la eternidad. cierta suavísima dulzura que empapaba sus miembros y
llenaba sus almas de incomparable gozo.
Todo lo que escribieron sobre la excelencia de la
Capítulo IX
Divinidad, de la Humanidad de Cristo, revestía sus
Las almas (le los hermanos don Alberto almas con una gloria especial hasta parecer que poseían
y santo Tomas, de la Orden de Predicadores en sí mismos cierta semejanza con la divinidad.
Contempló [Matilde] cómo entraban en el cielo, a Respecto a lo que trataron sobre la gloria y felici­
manera de nobles príncipes las almas de don Alberto13 dad de los ángeles, de los profetas y apóstoles, la exal­
y del hno. Tomas, de feliz memoria. de la Orden de tación que hicieron del triunfo de los mártires, el elogio
Predicadores. A uno y otro precedían dos ángeles de tributado de palabra y por escrito a los méritos de los
gran dignidad con lámparas brillantes, Uno pertenecía demás santos, se convertía en gloria para cada uno de
al coro de los serafines y el otro al de los querubines. ellos. Es decir, reunían en sí mismos la claridad de los
Los ángeles del Coro de los Querubines significaban ángeles, los méritos de los profetas, la dignidad y exce­
que durante su vida habían sido iluminados por ciencia lencia de los apóstoles, la gloria triunfal de los márti­
divina. Los ángeles del coro de los serafines significa­ res, la doctrina y santidad de los confesores y la glori­
ban que el amor especial a Dios en el que estaban infla­ ficación de todos los santos.
mados, así como el conocimiento y la ciencia, se les
concedió como especial don divino para que amaran
Capítulo X
tan sublime don de Dios.
El alma del conde Bucardo,
Al presentarse ante el trono de Dios aparecía en
fundador del monasterio
sus túnicas todo lo que habían escrito, como si estuvie­
ra escrito con letras de oro. Los iluminaba un rayo de Mientras se celebraba la Misa en un aniversario
por el conde Bucardo14, siempre de feliz recuerdo, fun­
13San Alberto Magno murió en 1280 y Sant o Tomás el año dador de nuestro monasterio, esta sierva de Dios vio su
1274. Éste fue canonizado en 1325. Gregorio XV autorizó el
culto de Alberto Magno para algunos lugares en 1622. Pío XI
14
lo proclamó Santo y Doctor de la Iglesia en 193 1. Bucardo, Conde de Mansfeld.
464 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 465

alma ante la presencia de Dios. En su túnica aparecían imágenes, bajo ellas estaban escritas las observancias y
las almas de toda la comunidad que él había fundado, todo lo que se había realizado en tiempo de Otón.
como imágenes preciosas: las que ya reinaban en el
cielo y las que un día llegarán allí. Su corona tenía tan­
tas flores de oro cuantas almas había ganado para el El alma de D. C. párroco de Osterhausen
monasterio. Las dos abadesas15 que habían gobernado Vio allí el alma de D.C. párroco de Osterhausen17,
el monasterio estaban en la gloria una a su derecha y la llevaba una túnica adornada con círculos de oro en los
otra a la izquierda. Dios les dio las gracias con amables que estaban los Santos, para significar que había sido
palabas por no haber perdido ninguna de las ovejas que muy devoto de ellos. Le pareció también que el sacer­
les había confiado. dote que celebraba la misa por él, ofrecía al alma varios
cálices de oro, uno tras otro. Comprendió en ello que
Cada una de las hermanas de comunidad y muchos
felicitaba con gratitud, al alma por la que ofrecía a Dios
de sus herederos, que hicieron en la tierra buen uso de
súplicas y acciones de gracias.
sus bienes, formaban en torno suyo como un círculo,
cada uno lanzaba un rayo hacia su alma y la iluminaba Mientras se ofrecía la Víctima de Salvación, nues­
con maravillosa claridad. Uno por uno ofrecían a Dios tro Señor Jesucristo abrió su dulcísimo Corazón y
exhalaba un aroma de inefable suavidad que enardecía
una poesía en la que recordaban todo el bien que les
el alma del sacerdote y las demás almas presentes, con
había hecho. El alma del conde lo escuchaba con admi­
gozo renovado
rable regocijo de su corazón.
Matilde, que contemplaba todo esto, dice al
En esto comprendió [Matilde] que él disfrutaba de
Señor:” ¿Dónde, Señor mío, mereció esta alma que le
los méritos de todos y se alegraba como si fueran suyos
inspirases la decisión de llevar a cabo obra tan grande
personales, por el bien que Dios había realizado en ellos. y de tanta gloria para ti”?
Entre aquellos bienaventurados contempló tam­ Le responde el Señor:
bién el alma del Preboste Otón16 rodeada de encanto y
“Era hombre bueno y de corazón magnánimo. Si
belleza admirable. Se parecía a un claustro con hermo­
pecó en algo, no lo hizo intencionada o maliciosamen­
sas celosías en las que se sentaban las almas a modo de
te, por eso mi sabiduría halló este camino de salvación
para él. Me es muy grato el corazón benévolo, pero el
15 Cunegunda de Halberstadt y Gertrudis de Haekbom, herma­ pecado que se comete por malicia es un peso muy gra­
na de Matilde.
16 El Preboste Otón aparece en la carta de fundación del monas­
terio bajo la Abadesa Gertrudis de Hackebom en 1262. 17 Parroquia a unas tres leguas al sur del monasterio de Hclfta.
466 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 467

voso para el alma. Construyó el monasterio no buscan­ “¿No sabes que las obras buenas realizadas por
do el aplauso de los hombres, sino mi honra y salvación quien vive en pecado mortal no tienen valor alguno?”
de su alma. Amó mucho a la Comunidad, por privilegio
Ella:
especial ganó para si los méritos de los demás y se ale­
gra de los bienes de ellos como si fueran suyos”. “¿Qué le aprovecha que alaben los hombres su
bondad, sus virtudes, y recuerden la nobleza de sus
costumbres?”
Capítulo XI El Señor:
El alma del conde Bucardo, “Cuantas veces enaltecen los hombres en la tierra
fallecido a los diecinueve años la nobleza de sus virtudes y la inocencia de su vida,
Al día siguiente de la muerte del conde Bucardo18, otras tantas me alaban todos los santos por las virtudes
de feliz memoria, puesta en oración esta piadosa vir­ naturales con las que adorné aquella alma. Es más, la
misma alma que no está aún en la bienaventuranza, me
gen, contempló su alma postrada a ¡os pies del Señor
alaba gozosa cuantas veces se comentan sus obras bue­
desecha en lágrimas, porque se arrepintió en los últi­
nas en la tierra”
mos momentos de su vida, más por temor al castigo
que por amor a Dios, nunca derramó lágrimas de amor Mientras se celebraba la misa por él en la capilla
en la tierra. Muy compadecida de su angustia, pedía al donde había sido enterrado, en el treintenario de su
Señor que todas las amorosas e inocentes lágrimas que muerte y el sacerdote proclamaba el Evangelio, con­
había derramado en la tierra se las concediera a su alma templó al Señor junto al sacerdote, todas las palabras
como remedio y suplencia. El Señor misericordioso que el Señor decía en el Evangelio penetraban en el
accedió y el alma sintió una gran alegría. mismo sacerdote a manera de rayos luminosos.

Dice al Señor: Dijo el Señor:” todas las palabras que dije en la tie­
rra tienen la misma eficacia y producen el mismo efec­
“¿Por qué, Señor mío, le arrebataste con muerte to en quien las proclama con devoción que cuando salí­
prematura, cuando dotado de buen espíritu, hubiera an de mi boca. Mis palabras no pasan como las pala­
hecho mucho bien en la vida?” bras de los hombres; como yo soy eterno, mis palabras
El Señor: tienen también efecto eterno”.
Cuando cantaban el ofertorio, dijo el Señor: “La
18 Se trata, al parecer del joven Bucardo XII de Mansfeld, muer­ ofrenda de los fieles que recibe y me ofrece con alegría
to en 1294 el sacerdote, no por amor al dinero, sino únicamente
468 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 469

para la salvación de las almas, es de gran provecho para Le pregunta la virgen:


ellas”. En ese momento contempla el alma del difunto
“¿Cómo es que vistes ese uniforme laico?”
que caminaba en tomo al altar y cantaba: “Reconozco,
Señor, que me entregaste a la muerte para mi salvación, Responde: “Lo hizo mi madre con tanta ilusión y me
e hiciste de ella el gozo y consuelo de mi alma”. produjo tanta alegría, que me da gozo vestirlo todavía”.
Pregunta [Matilde]: “¿Quién te ha enseñado a cantar?” La virgen: “¿No preparó también a la perfección el
Responde el alma: “Sé y debo cantar todo lo que resto de tus cosas?”
atañe a la exaltación a mi Creador, en cuanto me sea Responde: “Sin duda. Todo lo hizo con la mayor
posible alabarle”. perfección y para mayor provecho. Sin embargo, pre­
Ella: “¿Tienes algún sufrimiento?” paró este uniforme mejor que todo lo demás, a mi gus­
to y satisfacción. Te ruego muestres mi gratitud a mi
“Ninguno, responde, sólo que aún no puedo ver a
madre, a mis parientes y amigos por haberme tratado
mi Dios amantísimo, por el que siento un inmenso
con tanta bondad y atenciones”.
deseo de contemplarle. Si todas las ansias con las que
en la tierra han suspirado los hombres por Dios se con­ Ella: “¿Es impedimento para ti que tus padres y
centraran en un solo hombre, no serían nada en compa­ familiares te lloren tanto?”
ración de mi deseo”. “Ninguno, responde el alma. Sólo deseo que quie­
Ella: “¿Cómo es esto posible, cuando tantos santos ran reconocer el bien que con ello ha hecho Dios a mi
anhelaron a Dios con un deseo insaciable?” alma, al haberla hecho salir del mundo”.
Responde: “Mientras el alma siente la pesadez del Ella: “¿Por qué vistes de gris?”
cuerpo está condicionada muchas veces por las necesi­ Él: “En el último momento, después de recibir el
dades de éste; sea comer, dormir, hacer cualquier cosa, Cuerpo del Señor, prometí decididamente hacerme sol­
relacionarse con los hombres, y no puede arder en ese
dado de Cristo si vivía”.
inmenso deseo con el que el alma, libre ya del cuerpo,
y exenta de todo impedimento y necesidad, desea inin­ Ella: “¿Tienes el mérito de la virginal?”
terrumpidamente a su Creador. Él: No en perfección, porque por consejo de gente
Al tercer mes de la muerte del Conde nuevamente malvada mi voluntad cedió a los deseos camales y
se aparece su alma a esta virgen de Cristo. La llevaban mundanos. Esto manchó mi alma”
dos jóvenes radiantes. Vestía túnica gris, encima la cota Le dice la virgen: “¿Qué fue lo que más te apro­
y el uniforme militar. vechó?”
470 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 471

El: “La celebración de misas, las limosnas que se Dice a la niña: “¿De dónde te viene tanta gloria?”
hicieron y la oración pura”.
Responde: “Me la ha concedido el Señor por su
Ella: “¿Qué es la oración pura?” gran bondad. La túnica de rosa significa que era amo­
El alma: “Oración inocente es la que procede de un rosa por naturaleza; el manto de oro designa el hábito
corazón puro, sin pecado; si hay conciencia de alguna de la vida monástica que me concedió el Señor porque
culpa se propone confesarla o la presenta a Dios en la mi madre me había destinado a la vida religiosa. El
oración. Esta oración que hace el hombre a Dios llega Señor me ha concedido ya, por su magnífica generosi­
al Corazón del Señor como agua purísima y actúa en él dad, lo que me daría si hubiera vivido en perfección la
con gran poder. En cambió la oración del pecador sube observancia religiosa. Es más, ha sido para mí de espe­
como agua turbia”. cial mérito haber sido consagrada a Cristo en el seno de
mi madre”.
Ella: “¿Quién te enseñó esto?”
Muy sorprendida Matilde por esto, le responde el
El alma: “Dios nos enseña todo lo que queremos Señor: “¿De qué te admiras? ¿Es que los niños bauti­
conocer”. zados no se salvan por la fe de otro? La madrina pro­
Ella: “¿Quienes son esos jóvenes?” mete fidelidad cristiana por el niño, si el niño muere, se
Responde: “Uno es mi ángel, al que fui confiado salva por esa promesa. Yo acepté como hecho consu­
en la tierra, el otro pertenece al coro en el que voy a ser mado la voluntad formal de la madre, por ello he pre­
miado a esta niña con todos los bienes que expresó en
integrado”.
su deseo para ella”.
Pregunta al Señor: “¿Por qué, amantísimo mío, te
Capítulo XIJ la llevaste tan prematuramente?”
El alma de la niña E. de Orlarnunda Le responde: “Era una niña tan encantadora que no
convenía siguiera en la tierra. Además, el padre hubie­
Cierta matrona había determinado consagrar al ra anulado el voto de la madre tras la muerte de su pri­
Señor su hija antes de nacer. Si la criatura nacía niña la mogénita, y se la hubiera quedado en el mundo’.
desposaría con Dios. La niña murió al segundo año. Su
alma se apareció a la sierva de Dios en forma de una
virgen hermosísima, vestida de rosa, con manto de oro,
maravillosamente engarzado con azucenas blancas
como la nieve.
472 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 473

Capítulo XIII El Señor: “El cuerpo en su resurrección brillará


El alma de otro difunto siete veces más que el sol y el alma siete veces más que
el cuerpo. Cuando el alma cubra de nuevo al cuerpo
Rogaba al Señor por un alma, y escucha lo que como un vestido, brillará en todos los miembros como
dice Dios a esa alma: “Bebe el gozo en la médula de mi el sol a través de un cristal. Yo mismo iluminaré el inte­
Corazón por todos los que oran por ti” rior del alma con luz inefable, así alma y cuerpo esta­
rán resplandecientes en las moradas celestiales por toda
la eternidad”
Capítulo XIV7
La resurrección futura Capítulo XV
El alma del conde Bucardo
Al escucharen la Misa el Evangelio: Y resucitará
al tercer diaX9 se arrojó rostro en tierra para par gracias En el aniversario de uno de los difuntos ya citados,
a Dios por la resurrección y glorificación futura del a saber, el conde Bucardo21, con un ruego que era casi
hombre. En la capilla* 20 que oraba vio levantarse de los una orden, la Señora Abadesa solicitó a esta sierva de
sepulcros que había ante el altar tres cuerpos hermosí­ Dios suplicara al Señor le manifestara algo sobre el
simos. Tenían las manos elevadas al cielo como dando estado del alma de su padre. Se retraía en hacerlo, por­
gracias a Dios. Sus corazones estaban adornados con que raramente pedía revelaciones. No quería adelantar­
se en rogar al Señor que le revelara algo, dejaba a su
piedras preciosas que se movían de forma maravillosa
voluntad le comunicara lo que fuera de su agrado.
como si jugaran gozosos por las obras buenas y las vir­
tudes que habían practicado durante su vida. Mientras estaba en Misa le dice el Señor durante la
oración Secreta22:
Dice Matilde al Señor:
“¡Ea, Señor, ¿cómo recibirán estos cuerpos a sus 21 Este conde, padre de la abadesa (Sofia), era Bucardo VIII de
almas, y cual será su resplandor cuando se una el alma Quefurt o 11 de Mansfeld. Su hija Sofía, fue la tercera abade­
al cuerpo?” sil de Helfta, tras la muerte de Gertrudis [hermana de nuestra
Matilde], elegida en 1291. Presentó la dimisión debido a fuer­
tes dolores de cabeza y la sucedió Jutta hacia el año 1303.
Bucardo murió en 1273.
y Mt 18,22. Antes de la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II se
20La capilla de san Juan, edificada por Bucardo de Querfurt en llamaba “Oración Secreta” a la que ahora se llama Oración
1265. sobre las Ofrendas.
474 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 475

“Cumple tu obediencia”. Dice Matilde al alma:


Cae en la cuenta, y le responde: “¿Qué pedirías a tu hija?”
“No lo consideré como un mandato de obediencia” Respuesta: “Que guarde total fidelidad, y se some­
El Señor: ta a la voluntad de aquel que con absoluta fidelidad se
dignó abajarse para ser su esposo”.
“Haz como hice yo cuando a un mandato de mi
Padre descendí a la tierra. Conoció también que el alma de la condesa23 goza­
Por divina inspiración comprendió en estas pala­ ba de gran felicidad en el cielo por su decisión de dar
bras que, cuando salió Cristo del Padre se sometió a él una limosna anual a los pobres por el alma del conde.
para toda obediencia con tanta reverencia y sujeción, Pasados estos acontecimientos dice Matilde al
cual nunca un hijo se sometió a su padre con tanta Señor: “Te ruego, Señor mío, por aquella dignación
humildad, e incluso el siervo a su señor; dispuesto a que tuviste al tomar las cargas de todos los hombres,
soportar las cargas, miserias y trabajos de todos los supliste todas nuestras deficiencias, te hiciste por nos­
hombres, y suplir en sí mismo todas sus vicisitudes o otros obediente hasta la muerte24, des gracias al Padre
deficiencias. por haber suplido con tu obediencia la mía”.
Ella: Escucha, Señor mío, el deseo de tu sierva”. Le responde el Señor:
Al instante contempla el alma del conde en pre­ “Como obedecí a mi Padre, obedezco ahora a
sencia del Señor, con una túnica verde que llegaba has­ todos los que son obedientes y renuncian en esta vida a
ta los pies, ceñida con rico y brillante cíngulo su voluntad por mi amor. Al final encontrarán en mí un
gozo particular para siempre. Quiero a mi vez, gozar­
El color verde de la túnica significa el verdor pri­
me en ellos con especial alegría, para hacer saber a
maveral de la eternidad; el cíngulo, la fe católica que
todos los moradores del cielo cuánto me agrada que el
conservó firme e inquebrantable hasta el fin de la vida,
hombre quebrante su propia voluntad mediente una
coronada con buenas obras. Tenía colgado un collar
obediencia sincera”.
ricamente adornado, que cubría todo el pecho del cue­
llo a la cintura; en él brillaban sus buenas obras y sus
virtudes, de modo especial haber sido humilde de cora­
zón y sumiso a su esposa. Como era sencillo de cora­ 23 Esta condesa era viuda de Bucardo VIII, se llamaba Oda de
zón, se mostraba flexible y benévolo con todos, miseri­ Reinstein. Su hijo Gebhardo asaltó con violencia el monaste­
cordioso con los pobres y necesitados, entregó su hija a rio de Helfta en 1284, por lo que fue excomulgado. Murió al
Dios con gran devoción año siguiente de una pedrada.
24 Flp 2,8.
476 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 477

Capítulo XVI Capítulo XVII


Las almas de Salomón, Sansón, Orígenes Las almas liberadas por ruegos de Matilde
y Tí'ajano
El día de la Conmemoración de las almas de los
A ruegos de un hermano pregunta al Señor dónde
Difuntos oraba por los fieles difuntos y le preocupaba
están las almas de Sansón., Salomón, Orígenes y
mucho el pensamiento sobre una persona que sabía no
Trajano.
estaba en buen estado. Contempla al Señor como sus­
Le responde el Señor: pendido en el aire, atado de pies y manos, que le dice:
“Quiero ocultar a los hombres lo que hizo mi mise­ “Cuantas veces peca el hombre, otras tantas me ata
ricordia con el alma Salomón, para que eviten con más de esta manera y me tiene así todo el tiempo que per­
cuidado los pecados carnales manece en pecado”.
También quiero que no conozcan lo que mi piedad Nuevamente se le aparece el Señor como joven
hizo con el alma de Sansón, para que teman vengarse hermosísimo y esposo florido maravillosamente ador­
de sus enemigos nado. Lleva en el pecho tres adornos a modo de tres
Quiero tener escondido lo que mi benignidad hizo collares preciosos.
con el alma de Orígenes25, para que nadie se engría
- El primero significa el eterno deseo en que Dios
confiando en su ciencia. se abrasa por el alma
Más aún, quiero que el hombre ignore lo que mi
- El segundo, el amor de su divino Corazón que
generosidad determinó sobre el alma de Trajano, para
ama constantemente al hombre. Aunque éste se
mayor exaltación de Ja fe católica, aunque tenía en gran
enfríe y no sienta amor alguno, el amor del
aprecio todas las virtudes, carecía de la fe cristiana y
Corazón divino persevera ardiente e inmutable
del Bautismo.
hacia el hombre.
- El tercero manifestaba el gozo del Corazón divi­
no, como dice la Escritura: Tengo mis delicias en
estar con los hijos de los hombres26 Llevaba en
25
El Códice de San Galo anota al margen: “Quiero mantener en torno al pecho una banda de oro que designaba el
secreto lo que mi generosidad dispuso sobre el alma de
Aristóteles, para que el filósofo que investiga la naturaleza no
descuide las cosas celestes y sobrenaturales”. 26
Sb 8, 3.
478 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 479

vínculo del amor con el que estrechaba el alma a a su tiernísimo y benignísimo Dios. Por ello no mere­
sí en unión inefable. ció volar inmediatamente a él después de la muerte sin
Le dice el Señor: “Así estoy ceñido con el alma obstáculo alguno.
enamorada”. Toma el alma de Matilde y la conduce a Las patas delanteras significaban las acciones que
un jardín amenísimo, situado en el aire cerca del cielo. comete el hombre contra los mandamientos de Dios,
Había allí una multitud de almas sentadas en una gran por los que es atormentado después de la muerte. Las
mesa al lado norte. Se acerca el Señor y se digna ser­ patas traseras, todos los malos deseos y caminos torci­
virles en persona. Les ofrecía como manjares variados dos que alejan al alma de su Dios.
y bebidas exquisitas, todo lo que ese día se había reza­ El gusano tenía también una larga cola. En unos
do en el coro durante Vigilias, y todo lo que ese día se era lisa y plana, en otros áspera y peluda. La cola sig­
hace en la Iglesia universal por las almas del purgato­ nificaba la fama que habían dejado en el mundo. Los
rio. El alma de Matilde que esto contemplaba, servía que dejaron buena fama tenían cola lisa, por ello tení­
también con el Señor. an cierto alivio. Los que la dejaron mala, tenían cola
áspera y retorcida que atormentaba cruelmente al alma.
Mientras se cantaba el verso27: Si aún les queda
Este gusano no muere nunca, ni el alma se libera de él
algo..., dijo al Señor:
hasta que entra en el gozo de su Señor, unida a Dios
“¿Qué pueden aprovecharles estas palabras. Señor con alianza indisoluble.
mío, si tienen ya tanta alegría?” Se le aparecen los Matilde rogaba al Señor con todas sus fuerzas para
corazones de todas aquellas almas y ve en el de cada que concediera a aquellas almas el perdón completo y
una un gusano con cabeza como de perro y cuatro las llevara a la gloria de su claridad. Los gusanos caían
patas. Roía sin cesar sus corazones y los torturaba con muertos y las almas volaban con gran regocijo a los
sus patas. gozos celestiales
El gusano era la conciencia de cada una. Tenía Después de esto, la toma el Señor y le muestra el
cabeza como de perro, porque es un animal fiel y la Purgatorio, donde contempla varios tormentos: unas
conciencia roe y acusa al alma sin tregua por ser infiel almas parecían salir del agua desnudas y empapadas;
otras como si salieran del fuego con aspecto chamus­
27 Es el verso de un antiguo responsorio de difuntos que rezaba así: cado y deforme. Cuando rezaba por ellas, eran libradas
R/. Libra, Señor, las almas de todo reato de los pecados, que no inmediatamente de los tormentos y cada una tomaba el
les alcance el tormento de la muerte. * Que no les apriete la aspecto y vestido que tenía en la tierra y transmigraban
cadena de los delitos, sino que tu compasión los lleve a la
región de la paz y de la luz. \l/. Si aún les queda algo que merez­ gozosas al jardín de donde habían sido libradas las
ca tormentos, perdónales por tu bondad. * Que no les apriete... almas anteriores.
480 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 481

Capítulo XVIII comprendió por inspiración con qué intención debe


La oración llamada: Fuente viva rezarse el Padrenuestro.
Con las palabras Padre nuestro, etc., deseará el
El Prelado prohibió a esta devota sierva de Cristo, perdón de las almas por no haber reverenciado y ama­
comunicar las cosas que se le revelaban sobre las do al Padre como se merece, quien por pura condes­
almas, porque temía que se publicara y fuera causa de cendencia las elevó al honor de llamarse y ser hijos de
perturbación para la comunidad. Dios. Además, le irritaron muchas veces con sus peca­
Compadecida de las almas dice al Señor: dos y le arrojaron de su corazón en el que deseaba habi­
“¡Ay, consolador dulcísimo y protector de los atri­ tar y reinar como en su cielo. Rogará en unión de la
bulados! ¿Qué haremos ahora por las almas, sobre todo amorosa penitencia y satisfacción que Jesucristo, su
cuando recibimos limosna por ellas, para su pronto res­ hermano inocente, hizo por ellas para que el Padre reci­
cate?” ba como suplencia de sus pecados el amor del Corazón
de su Hijo con la humildísima sumisión que le mostró
Responde el Señor con benignidad:
en su humanidad.
“Reza la oración llamada Fuente viva, esto es, el
Santificado sea tu nombre, para suplir el no haber
salmo Dichoso el que con vida intachable2* con la ora­
reverenciado dignamente el nombre de Dios y Padre
ción correspondiente y les proporcionarás gran ayuda y
tan grande, haberlo tomado muchas veces en vano, y
alivio por las limosnas ofrecidas por ellas”.
haberle recordado muy poco con la debida reverencia.
Además, haberse hecho indignos por su mala vida, del
Cómo orar con provecho por las almas dignísimo nombre con el que Cristo llama a los cristia­
nos. Pedía que el Padre se dignara recibir la santidad
En una fiesta comulgó Matilde y ofreció la Hostia
perfectísima con la que su Hijo manifestó su nombre
santísima por la liberación de las almas del Purgatorio,
bendito en la predicación, y lo honró con las obras de
para perdón de todos los pecados y suplencia de las
su humanidad.
negligencias.
Venga a nosotros tu reino. Con estas palabras que­
Le dice el Señor: “Reza por ellas un Padrenuestro
ría perdonar el Señor a las almas que no desearon con
con aquella intención que lo enseñé desde mi Corazón
verdadero interés, ni buscaron con solicitud sincera el
para que lo rezaran los hombres”. En esas palabras
reino de Dios, ni al mismo Dios, el único en quien se
halla el verdadero descanso y el gozo eterno. Rogaría
28
Sal 118,1. para que por el santísimo deseo de su amantísimo Hijo,
482 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 483

que quiso tenerlas como coherederas de su reino, las acepte la oración amorosa de su Hijo que oró por sus
acoja en reparación de la tibieza que aplicaron a las enemigos.
buenas obras.
Y no nos dejes caer en la tentación. No resistieron
Hágase tu voluntad. No antepusieron la voluntad a los vicios y concupiscencias, consintieron muchas
de Dios a la suya propia, ni le amaron sobre todas las veces a las instigaciones del diablo y de la carne, impli­
cosas. Pedirá al Padre que acepte para enmienda de cándose voluntariamente en muchos desórdenes.
todas sus desobediencias, la unión y pronta obediencia Pedirá al Padre, por la gloriosa victoria de Cristo, que
del amantísimo Corazón de su Hijo por la que fue obe­ venció al diablo y al mundo, por su vida santísima y
diente hasta la muerte. todos sus trabajos y sufrimientos, se digne ofrecerlos
Matilde era especialmente sensible a las palabras para suplir sus negligencias, librarlas de todo mal y lle­
Hágase tu voluntad, etc., que las personas espirituales varlas al reino de la gloria, que es él mismo. Amén.
faltan mucho contra esto: es poco frecuenten que some­ Terminada esta oración con tales intenciones, con­
tan enteramente su voluntad a la voluntad de Dios; es templó una inmensa multitud de almas, que saltaban de
más, después de haberla entregado, la recuperan alegría y daban gracias a Dios por su liberación.
muchas veces. Se debe recordarles su compromiso con
estas palabas. Este descuido les aleja mucho de Dios
después de la muerte. Capítulo XIX
El pan nuestro de cada día. No recibieron tan Cuando uno expira
noble Sacramento, muy provechoso pora ellos, con el han de rezarse cinco Padrenuestros
deseo, devoción y amor que se merecía. Muchos se
Una vez rezó cinco Padrenuestros a las santísimas
hicieron indignos de él. Otros nunca o casi nunca lo
Llagas de Jesucristo por un difunto, según acostumbra­
recibieron. Suplicará a Dios Padre se digne recibir el
amor ardentísimo, el inefable deseo, e inmensa santi­ mos a hacer, cuando se comunica la muerte de alguien.
dad y devoción de Jesucristo, su Hijo, en el que nos dio Deseaba saber qué provecho había reportado esa ora­
un don tan extraordinario. ción al alma.

Perdona nuestras ofensas. Con estas palabras Le responde el Señor:


deseará el perdón de todos los pecados que cometieron “Cinco cosas buenas alcanza esa oración: Los
contra los siete pecados capitales y los que de ellos se ángeles la protegen a su derecha, la consuelan a su
derivan. Por los que no perdonaron a quienes les ofen­ izquierda, le inspiran esperanza delante; detrás, con­
dieron ni amaron a sus enemigos. Rogará a Dios que fianza; encima, gozo celestial”.
484 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 485

Añade el Señor: “Quien intercede por un difunto Los que cedieron a los deseos de la carne, se derre­
con afecto de compasión o caridad, se hace partícipe de tían al fuego como gruesas carnes asadas.
todo el bien que hace la Iglesia por él. El día de su par­ Así se purificaban las almas en el Purgatorio según
tida encontrará todo preparado para remedio y salva­ las penas merecidas por los distintos vicios.
ción de su alma”. Por la oración de Matilde, libró el Señor una gran
multitud de ellas.

Capítulo XX
Capítulo XXI
Sobre el Infierno y el Purgatorio
La muerte del justo
Estaba una vez en oración y vio debajo de sí el
Infierno abierto, en él miseria y horror infinitos. Si el alma al salir del cuerpo está tan libre de todo
reato de pecado que merece entrar inmediatamente en
Serpientes y sapos, leones y perros y todas clase de fie­
los secretos celestiales, Dios inunda con su poder a esa
ras feroces que se despedazaban cruelmente entre sí.
dichosa alma, llena y toma posesión tan totalmente de
Pregunta ella: “¿Quiénes son. Señor, estos tan des­ todos sus sentidos, que él mismo se convierte en ojo
graciados”. por el que el alma ve, luz con la que contempla, her­
Responde el Señor: “Son los que nunca dedicaron mosura que admira, y por maravilloso y gozosísimo
modo. Dios se contempla en el alma y con el alma, a sí
una sola hora a pensar amablemente de mí”.
mismo, al alma y a todos los santos.
Vio también el Purgatorio donde hay tantos géne­
- Dios es oído en el oído del alma para escuchar sus
ros de tormentos cuantos son los vicios en los que se
dulces palabras que acarician con una ternura
esclavizaron las almas durante su vida. superior a todo afecto materno, en las que percibe
Los que aquí eran soberbios, allí caen cada vez el concierto del mismo Dios y de todos los santos.
más hondo de pozo en pozo. - Es también olfato y aspiración del alma. Espira
Los que no guardaron la Regla u obediencia pro­ en ella su mismo vivífico y divino soplo que
metida, caían allí como aplastados y doblegados por supera la fragancia de todos los aromas y recrea
una inmensa mole. al alma por toda la eternidad.

Los glotones y borrachos, yacían por tierra boca - Es gusto del alma con el que saborea en ella su
arriba como locos, consumidos de hambre y sed. propia dulzura.
486 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 487

- Voz y lengua del alma para alabarse a sí mismo Capítulo XXII


en ella y por ella, de una manera plena y sublime.
Veracidad de este libro de
- Corazón del alma que la deleita, alegra y goza de “La Gracia Especial”29
sus delicias en ella y con ella, en una fruídísima
delectación. Una vez en Misa se apareció el Señor a su sierva
- Mas aún. Dios es la misma vida del alma, forma sentado delante de ella en el trono de la majestad.
de todos sus miembros, para que todo lo que ella Cuando tocaban la campanilla para el silencio de la con­
hace, como si lo hiciera el mismo Dios en ella. sagración dice al Señor: “Ahora sí que estás sobre el
Así se cumple en los santos aquello: Y Dios será altar en manos del sacerdote, y aquí del todo conmigo”.
en ellos todo en todos29. Le responde el Señor: “¿No está tu alma en todos
A las almas aún no purificadas del todo, los ánge­ tus miembros, y sin embargo está siempre en mi pre­
les les dan la luz del conocimiento, y les ofrecen ayuda sencia en el cielo conmigo? Si esto lo puede hacer tu
y consuelo en sus penas. alma que es simple criatura, ¿Por qué no voy a poder
yo. Creador de todas las cosas, estar en toda criatura
Al salir de este mundo las almas de los condenados
mía y en todas partes?” Al instante le parece encontrar­
les envuelven tinieblas, terror, hedor pestilente, amar­
se con su alma en el cielo en presencia de la Santísima
gura, sufrimientos insoportables, tristeza indescripti­
Trinidad, vestida con una túnica blanquísima. La toma
ble, desesperación y miseria infinita. Quedan degrada­
el Señor en su regazo, la levanta, la mira con ternura, y
das en sí mismas y privadas de todo bien. Las torturas
la acaricia con estas palabras entre otras: “Mi hermo­
que llevan en sí mismos los envuelven tanto, que serí­
sura será tu corona, mi gozo collar de tu cuello, mi
an padecimientos suficientes, sin necesidad de caer en
el infierno y en poder de los demonios. amor tu manto, y mis delicias tu honor”.
Luego la reclina el Señor tiernamente sobre su
Fin de las visiones sobre las almas Corazón y le dice: “Recibe todo mi divino Corazón”.
Siente el alma que la divinidad se lanza sobre ella como
río impetuoso y exclama: “Aunque me empapas del
todo en este momento, y me iluminas de manera mara­
villosa, me siento tu criatura tan insignificante, que

30 Lo que sigue parece haberse escrito después de la muerte de


29 ICo 15,28. Santa Matilde.
488 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 489

todo lo que reconozco en mí, que pueda iluminar a los el oído de los que escuchan para que entiendan lo que
hombres, apenas equivale a lo que una hormiga puede oyen. Estoy también en la boca de los que hablan de
cargar sobre sí de una gran montaña”. estas cosas; en la mano de los que las escriben, siendo
Recuerda entonces que con lo que Dios se había en todo colaborador y ayuda. Por ello, todo lo que dic­
dignado revelarle, se había escrito un libro, y le dice: tan o escriben en mí y por mí, que soy la verdad , es
“¿Porqué, amadísimo Dios mío, me cuesta tanto acep­ verdadero. A la manera que un artista tiene muchos
tar este hecho, puesto que no dudo que no se ha hecho obreros que le ayudan en su trabajo, aunque no realicen
contra tu voluntad?”31 la obra con la perfección del maestro, cada uno colabo­
ra a su manera, y el maestro le da el último retoque.
Responde el Señor:
Así, lo que éstas escriben, aunque no tiene la elegancia
“Colige de esto, que no has sido agradecida como que yo te comunicaba, con ayuda y colaboración de mi
debías a este don mío”32. gracia queda confirmado por la prueba de mi verdad.
Ella: Cuantas veces me pediste que no fueras engañada por
el espíritu del error, puedes creer con toda certeza, que
“¿Qué te obligó a que me concedieras tantos dones
fuiste escuchada por mi bondad”.
a mí, indignísima y vilísima?”
Vio tres rayos que salían del Corazón de Dios
El Señor:
hacia los corazones de las dos personas que habían
“Mi bondad infinita. Si no te hubiera exaltado y atra­ escrito este libro33. Entendió con ello que realizaban
ído a mí con tales dones, sólo habrías gozado de consue­ este trabajo inspiradas y confortadas por la gracia divi­
los terrenos. Eso hubiera sido para mí muy poca cosa”. na, así aceptaban con alegría el trabajo y cuantas
Replica ella: molestias se seguían de ello.
“¿Cómo puedo saber que es verdad lo que han Dice de nuevo al Señor: “¡Ay Amor mío!, qué
escrito, si no lo he leído ni aprobado? Aunque lo leye­ ingratísima he sido a tantos dones tuyos, al no haberte
ra, no podría creérmelo todo”. dado las gracias que merecías. Deseo que todos los que
Le responde el Señor:
33 De estas dos personas una dictaba a la otra lo que Matilde le
“Habito en el corazón de los que desean escuchar­
revelaba por la gran intimidad que tenía con ella. Parece no
te y he puesto en ellos ese deseo. Soy entendimiento en hay duda que se trata de santa Gertrudis la Magna. La otra
persona, cuyo nombre desconocemos, escribía lo que
31 Ver parte II, cp. 43. Gertrudis le dictaba. La obra ha llegado hasta nosotros como
32 Ver cp. 28 de esta parte más adelante. escrita por ambas.
490 Libro de la Gracia Especial
Quinta Parte 491

to a otros, recibirán el mismo mérito y gloria que aque­


han de leer este libro te den condignas gracias por ti
llos que recibieron esos dones.
mismo en mi nombre, ya que soy tan insignificante.
Sera para mí de gran consuelo si su lectura redunda en
alabanza tuya y provecho de los lectores”. Capítulo XXIV
Le dice el Señor: Cómo se ha escrito este libro
“A todos los que lean este libro o lo escuchen de ti
Ya se ha dicho anteriormente35 que este libro es de
y me alaben por el don [de estas revelaciones] que te he
Dios, escrito con ayuda de su gracia y que de nombre y
comunicado, con la antífona: A ti el esplendor o de de hecho se llama: Libro de la Gracia Especial. La
cualquier otro modo, me cantarán en el cielo cantos de persona que lo escribió, en parte lo oyó a la misma
amor, en presencia de la siempre adorable Trinidad”. [Matilde], en parte a una íntima suya36, que hace unos
tres años tuvo en sueños una visión. Le pareció era una
persona piadosa la que aquí se trata, que recibía a Dios
Capítulo XXIII
con gran devoción. Al retirarse de comulgar llevaba
Los que aman los dones de Dios en los demás una copa de oro de un codo de larga, y comenzaba a
serán partícipes de los mismos méritos cantar diciendo: Mira, Señor, me entregaste cinco
talentos, aquí tienes otros cinco31. Después dice a
Rezaba una vez al Señor por todos los que habían todos: “¿Quién quiere miel de la Jerusalén celestial?”
de leer este libro. Pregunta al Señor qué mérito tendrán Se acercan a ella todas las hermanas que había en el
los que aman los dones de Dios en los demás. coro y reparte a cada una un panal de la copa. También
Le responde: se acerca la que había contemplado esto en la visión, le
ofrece igualmente un bocado de pan untado en aquella
“Los que aman mis dones en otros tendrán el mis­
miel; mientras lo tenía en la mano, el bocado y la miel
mo mérito y gloria que merecieron aquellos a quienes
comienzan a aumentarse de modo maravilloso; el boca­
se los concedí34. Si una esposa lleva un collar preciosí­
do se convirtió en un pan entero, blando y caliente, el
simo, realza toda su belleza. Si otras esposas se hacen
panal empapó el pan por dentro y por fuera, y se derra-
collares tomando ese ejemplar como modelo, recibirí­
an el mismo realce de su belleza. De igual modo las
35 Parte II, cap. 42.
almas que por amor se apropian los dones que yo repar-
36 Se trata de santa Gertrudis. Ver el cap. anterior y parte VII,
cap 21.
37 Mt 25, 20.
34 Ver el cap. 7.
492 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 493

maba tan abundantemente como aceite en las manos Capítulo XXV


que lo contenían, que inundaba su cuenco y coma Las obras de caridad purifican al hombre
hacia la tierra regándola. de todo pecado venial
Creo no debo silenciar que quienes escribían el
libro lo custodiaban con gran cuidado. Sucedió que una Como ya se ha escrito40 41, Dios echó en cara [a
de ellas quiso leerlo un día de fiesta. Apenas lo abrió le Matilde] no haber sido agradecida como él se merecía.
dice otra con animosidad: “¡Vamos a ver!¿Qué de bue­ Esas dos personas, confidentes suyas, deseaban suplir­
no tiene este libro?, porque apenas lo miré, sintió mi la en su lugar. Cantaron tantas veces a Dios la antífona
corazón tan maravillosa y afectuosa conmoción que De quien todo procede, etcf, cuantos fueron los días
penetró todos mis miembros. de su vida en este mundo42.
Con razón llamó Dios a este volumen Libro de la Mientras ella ofrecía estas alabanzas a Dios en
Gracia Especial, ya que fue mostrado bajo la figura de unión del amor por el que brotan de su Corazón todos
licor tan dulce, y penetró los corazones de quienes lo los bienes que reparte, y de aquella gratitud por la que
contemplaban tan fácil y suavemente. Nada hay más todo refluye a él por medio de su Hijo, vio salir con
dulce que la gracia de la consolación divina, nada afec­ ímpetu del Corazón de Dios un río caudaloso y purísi­
ta e ilumina al alma como esta gracia, que estimula y mo que purificaba de toda mancha las almas de quienes
fortalece para toda obra buena. Por eso dice el Apóstol: leían estas cosas por amor a ella.
Ls cosa muy buena fortalecer el corazón con la gra­ Le dice el Señor: “De este modo purifican al hom­
cia3*. El salmista demuestra que las palabras de Dios,
bre las obras de caridad de todo pecado venial. Pero el
en las que abunda este libro, iluminan el alma al decir:
pecado mortal se adhiere con fuerza al alma como la
La explicación de tus palabras. Señor, da inteligencia
pez, y debe borrarse por la confesión y un mayor arre­
a los sencillos39.
pentimiento. Guardo todas las obras de caridad en mi
Corazón como un tesoro que me es especialmente que­
rido, hasta que regrese a mí el que las ha practicado,
para devolvérselas con aumento de méritos y gracia .

40 En el anterior cap. 24.


41 De la solemnidad de la Santísima Trinidad
38 42 Cf. Santa Gertrudis, El Heraldo del amor divino, lib. V.
Hb 13, 9.
39 Sal 118, 130. Cap. 4 al final.
Quinta Parte____________________________________ 495
494 Libro de la Gracia Especial

Esto no fue suficiente para su amigas íntimas, que Capítulo XXVI


le tenían un gran amor en Cristo, querían reparar esa óe debe dar gracias a Dios por Matilde
negligencia suya al máximo, y como no podían hacer
más, encargaron a los hermanos y a sacerdotes piado­ Cierta persona devota solía pedir al Señor con
sos celebrar la misa Bendita sea...43, en alabanza de la insistencia que él, que comunicó a otros el espíritu de
adorable Trinidad, tantas veces, cuantos años tenía. Moisés44, y dejó en herencia a Elíseo el espíritu y el
Ella misma ofrecía estas misas a Dios, y le daba gra­ poder de Elias45, se dignase comunicar también a las
cias, admirada por el amor que en todo esto mostraba a hermanas el espíritu, las virtudes y la gracia de esta
los hombres. sierva suya, de la que se ha escrito este libro, y se lo
Le dice el Señor: “Dame todo lo tuyo”. dejara como testamento.
Se recoge en oración y dice al Señor: “¿Qué quie­
Ella vierte su mano en la de Dios como si la tuvie­
ra llena . Al momento aparece lo que había depositado res que haga, Señor Dios mío?”
en ella, como un regalo de gran valor, en forma de un El Señor: “Te descubriré el objeto de tu oración y
collar elaborado con perlas blancas, rojas y púrpura. tus deseos. Mi amada, por la que tantas veces has dado
Significaba el amor desinteresado y humilde con el que gracias, me era grata, a parte de otras virtudes admíra­
había servido a los demás. El Señor pone ese regalo jun­ les, por las siguientes:
to a su Corazón. De su centro fluye una fragancia mara­ - perfecta abnegación de sí misma,
villosa e inefable que brotaba del Corazón de Dios.
- plena comunión de su voluntad con la mía.
Le dice el Señor: “A todos los que aman este espe­ Siempre deseó cumplir mi voluntad, todas mis
cial don de mi gracia, y confiados en mi bondad me dan
obras y mis decisiones le complacían
gracias con humilde gratitud por aquellos que elegí
para estas confidencias, les abro mi Corazón con inefa­ - era compasiva en extremo, ofrecía ayuda y con­
ble ternura”. El regalo tenía también cuatro azucenas suelo a los atribulados con delicada ternura.
en derredor. Contemplaba ella su belleza y le dice el - amaba a su prójimo plenamente como a sí mis­
Señor: “Son cuatro vírgenes que ofrecen por ti este ser­ ma. Jamás en toda su vida hizo mal alguno a su
vicio de alabanza”. prójimo.

44 Nm 11,25-26.
45 2R2,15.
43 Es el canto de entrada de la misa de la Santísima Trinidad.
496 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 497

- tenía un corazón pacífico y sereno, nunca permi­ Capítulo XXVII


tió en el corazón algo que perturbara mi descan­ La futura resurrección46
so en ella
Atraeré hacia mí con mayor dulzura y más íntima En cierto aniversario que se cantaba en Vigilias el
familiaridad a todos los que la aman por mí. Concederé Responsorio: Mi Redentor vive,47 contempló cómo su
todo lo que les complacía en ella. A todos los que me alma abrazaba tiernamente a nuestro Señor Jesucristo y
cantaba esas mismas palabras con gozo y fruición
rindieron alabanzas y acciones de gracias por ella, y se
indescriptibles. Conoció por divina inspiración que las
felicitaban conmigo por haberla elegido y santificado,
almas disfrutan en el cielo de la Humanidad de
les añadiré aquello que más me agradó en ella.
Jesucristo con gozo inefable. Cuantas veces los hom­
A los que con devoción y anhelo dispongáis vues­ bres cantan en la tierra estas u otras palabras sobre la
tros corazones para acoger mi gracia, dándome gracias resurrección futura, saltan de alegría al contemplar la
por los beneficios que derramé en ella, cuando venga a misma verdad en la humanidad glorificada de
llevarla al final de su vida, derramaré también sobre Jesucristo. Seguros de que ellos resucitarán, ruegan por
vosotros esos mismos dones según vuestros deseos. los que salmodian en la tierra para que merezcan con­
A unos concederé consolación espiritual; a otros, seguir esa misma felicidad.
espíritu iluminado o amor ardiente; a otros, sabiduría Supo también que si alguien recita con devoción
discreta o doctrina provechosa para instruir a los estas palabras, su cuerpo queda santificado por ellas
demás; a otros progreso en la vida religiosa para que para disfrutar con mayor dignidad de la misma gloria.
sean ejemplo para todos”.
Ella reclama al Señor y le pregunta: “¿Cómo debe­ Capítulo XXVIII
mos, Señor mío, darte gracias y alabarte por ella?” Redención de los cautivos
Responde el Señor: “Dadme gracias por todo el
bien que ininterrumpidamente hice, sigo haciendo, y Le dice el Señor: “quien quiera orar por los cauti­
haré en ella durante la eternidad. De modo especial vos del cuerpo o de los pecados:
por el admirable placer y tierno descanso que he 46 Este capítulo y los dos siguientes, 28 y 29 faltan en el Códice
encontrado en ella; por el flujo delicioso que derra­ de San Galo y otros, están tom ados de la antigua edición lati­
maba en ella; por la acción santa realizada por mi na de Antonio de Fantis forma parte del capítulo 9 de la sex­
Espíritu y la fruición plena que me deleitaba en ella, ta parte, relacionado con la abadesa Gertrudis de Hackebom,
hermana de nuestra Matilde.
haciendo mis delicias”.
498 Libro de la Gracia Especial
Quinta Parte 499
- me rogará por aquel amor que me retuvo cautivo
heridas si, herido, yaciera en tierra ante ti, cuida y con­
durante nueve meses en el seno de la Virgen,
suela con solicitud a ésta, en todas sus tribulaciones.
- me estrechó con pañales y fajas,
Te la encomiendo, como si tuviera el mismo valor
- me entregó maniatado en manos de los impíos, que yo, comprenderás en qué precio tan elevado la esti­
- por las ataduras con las que los judíos me entre­ mo, cuando no rehusé morir por su amor.
garon atado en manos del juez, Te la encomiendo como aquello en lo que he pues­
- cuando fui atado a la columna en la flagelación, to el gozo de mi Corazón, según está escrito: Tengo mis
delicias en estar con los hijos de los hombres”49.
- cuando despreciado, fui cosido a la cruz con clavos,
Dice el alma al Señor: “¿Quieres, Señor, conceder
- cuando ya muerto, fui envuelto en una sábana y esto mismo a todos los que te desean?”
metido en el sepulcro, para que libre al hombre
Responde: “Lo quiero, no hago acepción de personas”.
de todas sus ataduras o pecados por el amor que
me retuvo atado a todas estas cosas”.
Capítulo XXX

Capítulo XXIX Vida ejemplar de esta virgen


Nuestro Señor Jesucristo Creemos que basta lo dicho hasta aquí, no añadi­
encomienda ¡Matilde a su Madre remos más, aunque se podrían añadir muchas cosas,
para que la prolijidad o multiplicidad, que no lo quere­
Se leía en una ocasión el evangelio: Estaba junto a mos, cause fastidio a los lectores. Son tantas las cosas
la cruz, etc.Ai y se dirige al Señor con ternura maternal: que hemos omitido, que lo escrito parece muy poco en
“Encomiéndame, Señor, a tu Madre como Je encomen­ comparación con lo omitido. Hemos puesto estas cosas
daste a tu amado Juan”. sólo para gloria de Dios y provecho de los prójimos.
Accede al punto el Señor a sus deseos y la pone en Nos parecía poco digno silenciar tantas cosas recibidas
los brazos de su Madre diciendo: de Dios que serían de gran utilidad, no sólo para ella,
sino también para nosotros y para los venideros.
“Te encomiendo, Madre, esta alma corno mis pro­
Hemos dicho muy poco de la vida ejemplar y admira­
pias heridas. Como desearías curar y dulcificar mis
ble de tan digna hermana; por ello queremos recomen-

48
Jn 19,25. 49
Pr8,31.
500 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 501

darla al final para que puedan ver en ella un modelo, Consideraba que todo lo demás pertenecía a la
quienes deseen imitarla. comunidad, por ejemplo: la renuncia a la propia volun­
Tan digna hermana, guardó con tal solicitud la vir­ tad, el desprecio de sí misma, la prontitud en la obe­
diencia, la diligencia en la oración y la piedad, la efu­
ginidad y la pureza de corazón que consagró a los siete
sión de lágrimas, la entrega solícita al gozo de la con­
años, tanto se guardó de todo pecado desde la infancia,
templación.
que sus dos confesores atestiguaron no haber conocido
tanta inocencia y pureza de corazón como en ésta y su Era tan abnegada, olvidada de sí misma y absorta
hermana la abadesa. Por eso, después de una confesión en Cristo que, como se lee de san Bernardo, apenas
general el confesor le impuso como penitencia por todos hacía uso de los sentidos exteriores; de ahí que muchas
sus pecados el Veni Creator Spiritus, y otro confesor en veces comiera huevos podridos, hasta ser descubierta
parecidas circunstancias el 7e Deum laudamus. por el olor de las que se sentaban cerca de ella. Cuando
comía con los huéspedes les advertía que no quería
El mayor pecado que recordaba con pena haber comer carne. Como conocían su modo de obrar, le
cometido en su niñez era que dijo en una ocasión haber ponían carne delante y la comía sin advertirlo, hasta
visto un ladrón en el castillo, y no lo había visto. No que por las risas de los otros se daba cuenta y advertía
recordaba haber dicho ninguna otra mentira consciente lo que había pasado.
y a sabiendas. De este modo, no sin razón se la compa­
Era tal la riqueza de su enseñanza, que no se ha
raba a las vírgenes que siguen al Cordero, pues ella le
conocido otra semejante en nuestro monasterio y ¡oh
seguía con toda fidelidad a donde quiera que fuese. No
dolor!, temenos que no la haya en el futuro50. De todos
le faltó la humildad que la elevaba a la nobleza y a la los rincones del monasterio acudían las hermanas a
cumbre de la gloria del Cordero, ni la castidad virginal, reunirse en tomo a ella como si se tratara de un predi­
que la une a él con íntima ternura. cador, para escuchar la palabra de Dios.
Justamente se la comparaba a ios Padres en la vida
monástica, por haber despreciado el mundo con su 50 Este texto no tiene en cuenta la fama de santa Gertrudis, que
pompa por amor a Cristo. Abrazó la pobreza con tal vive en ese mismo tiempo y en el mismo monasterio. El
intensidad, que no quería disponer ni de lo necesario, Heraldo del amor divino, lib I cps. 2 y 4, antepone Gertrudis
a Mati lde respecto a los dones recibidos por ambas. No nos
sólo obligada por obediencia tenía una túnica, las sorprende que esto sea cierto si, como ya se ha apuntado en
demás prendas eran paños pobrísimos, vestidos mil algún lugar y se ha comentado en la introducción, este Libro
veces cosidos y remendados por todas partes, cuando de la gracia especial fue escrito por la misma Gertrudis. Aquí
Gertrudis oculta su valía por humildad y por veneración a su
podía haber tenido cuanto deseaba. Maestra y confidente.
502 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 503

Era consuelo y amparo de todos, tenía como don Como en otro tiempo los Apóstoles, varones espe­
especial la gracia de que todos le abrieran confiden­ cialmente escogidos, vivían día y noche con Jesucristo,
cialmente los secretos de su corazón. Fueron muchos escuchaban todos los días sus dulces palabas y gozaban
los librados por ella del peso de sus conciencias, no de su amable presencia; así esta devota discípula del
sólo dentro del monasterio, sino también extraños, Señor contemplaba a Dios cara a cara con los ojos del
venidos de lejos, religiosos y seglares. Confesaban no espíritu, gozaba de verdad todos los días de sus dulces
haber encontrado nunca tanto consuelo como encontra­ palabras y como discípula e hija queridísima, era ins­
ban en [Matilde], truida por él en todo lo que quería y necesitaba. Estaba
Dictó y enseño tantas oraciones que si se escribie­ tan íntimamente unida con Dios, le había ofrecido tan
sen juntas superarían en número al salterio. Sufría con totalmente su voluntad que, como ella misma contó,
después de su profesión jamás quiso otra cosa que lo
frecuencia dolores y enfermedades, bien merecía ser
que el Señor dispusiera.
asociada a los mártires. Se imponía además muchos
sacrificios por los pecadores. Se alimentaba con maravillosa dulzura de las pala­
bras del Evangelio, era tal el afecto que sentía, que
Una vez poco antes de cuaresma51 oyó cantar al
muchas veces al leerlo en el coro la embargaba tal gozo
pueblo cantos lascivos, se enardeció tanto con el celo
que no podía terminar la lectura, llegando en ocasiones
de Dios, movida a compasión, para ofrecer a Dios algu­
a desfallecer. Siempre lo leía con tanto fervor que
na reparación, que puso en el lecho vidrios rotos y otros
movía a devoción a los que la escuchaban. Lo mismo
instrumentos punzantes, se arrojó sobre ellos y se
acontecía cuando cantaba en el coro. Como si fuera
revuelco hasta que, hecha toda ella una llaga y desan­
ascua viva, se aplicaba a Dios con todas sus fuerzas, de
grada, no podía sentarse ni acostarse por el dolor.
modo inconsciente exteriorizaba gestos delicados,
En tiempo de Pasión estaba tan conmovida, que extendía los brazos o los levantaba a lo alto como si
apenas podía hablar de ella sin derramar lágrimas. estuviera en éxtasis, no advertía a quienes la movían de
Muchas veces al hablar de la Pasión o del amor de un lado a otro, con dificultad volvía en sí.
Cristo se encendía en tanto fervor que su rostro y sus
Dotada de espíritu pro fótico, predijo en ocasiones
manos aparecían rojos como cangrejo asado. De donde
lo que iba a suceder a algunas personas. Cierta matrona
deducimos que muchas veces derramó espíritualmcnte
temía que los enemigos de su marido, que habían pues­
su sangre por amor a Cristo.
to emboscadas en el camino para cogerle preso, y decí­
an no lo soltarían hasta que él librara a los que tenía cau­
51
Por los carnavales. tivos de los suyos, se encomendó a esta sierva de Cristo
504 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 505

arrojada a sus pies. Hace oración y dice a la matrona: Vi Como los Arcángeles también ella hizo de inter­
al Señor que tenía la mano dura como un cuerno y mediaria para llevar a Dios los mensajes de muchas
decía: “No podrán sus enemigos herir mi mano, ni personas, haciendo de piadosa intercesora ante él a
hacerle mal a él”. Llena de confianza la matrona por tal favor de las mismas.
respuesta, porque en muchas ocasiones parecidas había
comprobado la verdad de sus palabas, volvió segura a Podría comparársele también a las Virtudes, por
casa. Una vez entrada pacíficamente en la ciudad, inten­ haber sido modelo preclaro de todas las virtudes.
tan los enemigos asaltar el castillo, pero fue en vano. Se le podría contar justamente entre las Potestades,
La misma matrona pedía salud y prosperidad para porque la Majestad omnipotente se confió muchas
su marido que tenía muchos enemigos, y lo encomendó veces al poder de ella, le dio gran poder sobre los
con mayor insistencia a la síerva de Dios. Ésta respon­ demonios, como ellos mismos se lo comunicaron por
dió con voz profética: “Sufrirá muchas contrariedades y una visión a una persona: por sus méritos y oración,
peligros, pero el Señor lo librará de la captura y heridas todos los días eran arrebatadas de su poder las almas de
los fieles.
graves”. Todo sucedió como había predicho y muchas
veces escapó milagrosamente de caer prisionero. Le corresponde también un lugar entre los
¿Que más diremos? ¿No podría ser comparada con Principados, porque como príncipe militar gobernaba
los espíritus angélicos a los que estaba unida en la tie­ sapientísima y prudentemente las cosas del monasterio
rra con tan estrechísima alianza que raramente se vio en unión con su hermana la abadesa, en lo espiritual y
privada de su presencia, y ejerció en ocasiones servi­ en lo material.
cios de los distintos Órdenes angélicos? No sin razón es asociada a las Dominaciones, por­
Se le aplica bien el Orden de los Ángeles cuyo ofi­ que está claro que fue señora de sus sentimientos y de
cio es servir, porque con caridad diligente y trato ama­ sus actos. Dominaba todos sus afectos y los orientaba
ble ofreció a los desgraciados el afecto de la compa­ hacia Dios; controlaba el corazón y lo guardaba con
sión, a los pecadores la ayuda de la oración, a los negli­ gran vigilancia; era dueña de sus acciones, que realiza­
gentes el ministerio de la corrección, a los ignorantes la ba por amor de Dios.
palabra de la instrucción52. Puede llamársele serenísimo y dichosísimo trono
de Dios, por que tenía un espíritu pacífico y limpísimo.
52 Algunos códices traen en este momento elogios atribuidos a Llena como estaba de la gracia, señalaba lo que debían
santa Matilde que en otros lugares se aplican en honor de la
abadesa Gertrudis. Aparecen en su lugar correspondiente de hacer a todos los que la preguntaban cómo debían vivir
la sexta parte. y comportarse.
506 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 507

No se la considerará distinta a los Querubines, por­ cansancio de los buenos, comparemos a una persona
que inmersa en la misma fuente de la sabiduría, y pene­ con todos los santos, pues dice san Gregorio comen­
trando en el abismo de la luz, iluminaba con su ciencia tando al profeta Ezequiel, que Dios ilumina a todos los
y sabiduría a todos los que se acercaban a ella. Como hombres, les comunica mayores conocimientos cada
ella misma contó:” Dios le concedía muchísimas veces día, les revela sus secretos con mayor amplitud y
un conocimiento espirital sobre lo que cantaba o leía de aumenta los conocimientos de los hombres espirituales
los salmos. Muchas cosas sobre las que su alma ni se con el correr de los tiempos, según dijo el profeta
había detenido a pensar, de repente las comprendía en Daniel sobre los últimos tiempos: Muchos pasarán y se
un instante”. acrecentará la ciencia54. Y añade: Moisés conoció más
Por encima de todo, se compara con mucha propie­ que Abrahán; los Profetas, más que Moisés; los
dad y dignidad esta virgen angelical a los Serafines, tan­ Apóstoles, más que los Profetas. Como testifica David
tas veces unida de modo inmediato a su mismo amor, de sí mismo: Soy más docto que todos mis maestros,
que es Dios, grabada con tanto amor en su Corazón de soy más sagaz que los ancianos55. Leemos también en
fuego, que se hizo con él un espíritu incendiado. las Vidas de los Padres que los santos Padres profeti­
zaban sobre la última generación y decían: En aquel
Siempre dispuesta a hablar de Dios. Sobre todo
tiempo los hombres serán descuidados, más los que
hablaba con tal ardor del amor, que con frecuencia
sean perfectos entre ellos, serán mejores que nosotros y
enardecía a quienes la escuchaban. Se puede decir con
que nuestros padres.
propiedad que sus palabras, como las del profeta Elias:
Ardían como antorchas53.
Hemos escrito estas pocas cosas para elogiar su
vida, porque juzgamos se la podría comparar con todos Capítulo XXXI
los santos, a los que estuvo tan estrechamente unida en Agradecimiento por terminar este libro
la tierra, que gozaba con frecuencia de su presencia, de
modo especial los días de su fiesta. Bendito sea el Señor Dios de toda gracia, por cuyo
don y decisión se ha escrito este libro. No por delibera­
A nadie parecerá absurdo que en nuestro tiempo,
ción y presunción de las escritoras sino por consejo y
final de siglo, cúmulo de las heces de todos los vicios,
mandato de la Señora Abadesa con el consentimiento

53 Sí 48,1. Aquí una vez más, se atribuyen a santa Matilde algu­


54 Dn 12,4.
nos hechos que pertenecen a la abadesa Gertrudis. Se recor­
55 Sal 118,99. 100.
darán en la sexta parte.
508 Libro de la Gracia Especial Quinta Parte 509

de su Prelado56 57. La misma sierva de Cristo a quien le Respecto a la verdad del libro le dice: “Todas las pala­
fueron inspiradas y reveladas por Dios todas estas bras de este libro fueron escritas con toda verdad por
cosas, leyó, aprobó y corrigió este libro del modo mi Espíritu y brillarán en la corona de las escritoras en
siguiente: mi presencia para siempre”. De este modo alejó de ella
Una noche se le apareció el Señor en la oración, toda tristeza.
llevaba este libro abierto en su derecha. Cuenta la Desde ese día le mostraban el libro cuando quería
visión a las dos que lo habían escrito y les ruega le y lo leían entero en su presencia excepto el prólogo y el
muestren el libro. Le responden que no pueden hacerlo final. Cuando encontraban en él algo de cuya verdad se
por temor a entristecerla. Acongojada les dice que no dudaba preguntaba al Señor. Así fue el mismo Señor a
encontrará consuelo mientras no le muestren lo que han través de ella el corrector del libro.
escrito de ella. Estaba en oración la noche siguiente y
contempla a la bienaventurada Virgen con un Niño pre­
Capítulo XXXII
ciosísimo en sus brazos. Al echarse por tierra para
exponerle la causa de su tristeza, la Virgen le ofrece el l}’c.s latidos del corazón de Cristo
Niño y le dice: “Recibe a mi Hijo, consuelo de los que cuando expiró51
están tristes, él puede calmar por completo tu dolor”.
Preguntado el Señor cómo expiró tan pronto tras
Ella le recibe contenta y le cuenta también su las tres pulsaciones de su Divino Corazón, como se ha
angustia
anotado más arriba en este libro58, respondió el Señor:
Le responde el Señor: “Apenas fue creada mi alma en el gozo de la Santísima
“No temas. Fui yo el que lo hizo todo. Por lo tanto Trinidad, en el momento mismo de su creación, la ado­
ese libro es mío. Te lo di yo. Con la misma veracidad rable Trinidad la abrazó con un amor indescriptible, se
que lo recibiste de mi Espíritu, mi Espíritu las impulsó derramó en ella con toda su divinidad, y le entregó todo
a ellas para escribirlo y componerlo. No temas pues, ni lo suyo de manera plena. Dios Padre, su omnipotencia;
quites nada de él. Yo mismo lo conservaré libre de todo la persona del Hijo, su sabiduría increada; el Espíritu
daño y error”. Le concede gran seguridad espiritual. Santo, toda su bondad o amor. Así, mi alma poseía por

56 57 El presente capítulo fue considerado como adventicio o por lo


Se trata de Sofía de Mansfeld, que fue abadesa después de
Gertrudis de Hackeborn. Dimitió por grave enfermedad des­ menos fue escrito más tarde. En ios principales códices apa­
pués del año 1289 en el que murió Matilde. El Prelado podía rece en último lugar.
ser el Preboste del monasterio o el obispo de Halbasttad. 58 Parte I cap. 5 & 4.
510 Libro de la Gracia Especial

gracia todo lo que la Divinidad tiene por naturaleza. En


esa misma unión encendió mi alma con un amor inefa­
ble para realizar aquel designio divino y eterno que tuvo
la Santísima Trinidad de unir la naturaleza humana a la
Divinidad para la obra de la redención del hombre.
En la sabiduría divina conocí con plena y total cla­
ridad toda la gloria de mi humanidad y todo lo que le
iba a suceder: la total salvación del hombre. De esta Sexta Parte'
manera fui inundado de un gozo que supera toda medi­
da. Por divina infusión de tierno amor con el que el
Capítulo I
Espíritu Santo se comunicó plenamente a mi alma, que­
dó tan bien dispuesta y preparada para la redención del Vida y muerte ( le la venerable doña Gertrudis,
género humano, que esa obra le pareció fácil. abadesa
En el instante, en la misma hora de mi concepción Doña Gertrudis, nuestra abadesa, de feliz memoria,
por el Espíritu Santo, al unirse mi alma al cuerpo, la verdaderamente luz y gloria preclara de nuestra Iglesia,
omnipotencia moderó aquel divino anhelo, la sabiduría floreció cual rosal espléndido en todas las virtudes,
amansó aquel gozo desbordante, el Espíritu Santo ate­ modelo de toda santidad y solidísima columna de autén­
nuó el ardor del amor con la unción de su dulzura, para tica vida monástica, era hermana camal de esta dichosa
que mi humanidad pudiera llevar una vida temporal. virgen de la que hemos escrito el presente libro.
Pero en el momento de mí muerte aquel amor todopo­
Desde la infancia sobresalió por su admirable sabi­
deroso, sabio y tierno que antes había sacudido con tan­
duría y discreción, por lo que a los diecinueve años fue
ta fuerza mi Corazón con el poder de su divinidad, dio
curso libre a mi deseo y alegría, apretó mi Corazón de
1 Esta sexta parte se encuentra en pocos códices. Se centra en
modo inefable y soberano y separó el alma del cuerpo.
alabar a la abadesa Gertrudis de Hackeborn, ya elogiada en la
Sin ese amor no hubiera sido capaz de causarme la parte 5“ capítulos 1 y 2 y en el libro V del Heraldo del amor
muerte ni la mayor acerbidad que pueda imaginarse. divino de santa Gertrudis. Lo que se refiere a esta preclara
abadesa fue revelado en parte a su hermana santa Matilde y
en parte a santa Gertrudis, como consta en los libros de cada
una de ellas. Mucho de lo descrito por ellas de las virtudes, y
de modo especial de su enfermedad y su muerte, coincide a
veces tan a la letra que parece haber sido escrito por la mis­
ma persona.(Ortega, T., Libro de la gracia especial ó
Revelaciones e santa Mectildis. Buenos Aires, 1942, p. 371).
I

512 Libro de la Gracia Especial


¡ Sexta Parte 513

elegida abadesa. Actuaba con tal dignidad, mansedum­


Lo mismo hacía cuando proclamaba a alguna con
bre y prudencia en su cargo que se la tenía gran respe­ mayor severidad en el Capítulo por exigencia de la justi­
to y era amada por todos con afecto maternal, se mos­ cia. Apenas terminado el Capítulo esa hermana tenía
traba con Dios y con los hombres amable y cariñosa. acceso totalmente confiado a ella. No había hermana
Reflejaba gran humildad en gestos, actitudes, palabras alguna, por joven que fuera, que no se atreviera a abrirle
y en todas sus obras. confidencialmente su problema. Nunca se la vio ni se oyó
Tomaba parte con frecuencia en las tareas más de ella que se mostrara severa con alguien sin causa jus­
bajas, sobre todo en los trabajos comunes de las her­ tificada. En su enfermedad se mostraba sencilla y benig­
manas. A veces era la primera e incluso la única en el na, tan sufrida y paciente en todo, que todas las que se
trabajo, hasta mover a sus súbditas con el ejemplo y acercaban a ella y le servían, volvían alegres y gozosas.
con suaves palabras a que la ayudaran. Verdadera Leía la Sagrada Escritura cuanto le era posible con
amante de la pobreza, deseaba alejar de sí y de sus her­ gran atención y admirable gozo, exigía a sus súbditas
manas todo lo superfluo de las cosas mundanas. Tenía amar las lecturas sagradas y recitarlas de memoria.
tanta solicitud de las enfermas que, por muchas que Compraba para la comunidad cuantos buenos libros
fueran sus ocupaciones, no dejaba de visitarlas cada día podía o los hacía transcribir por las hermanas.
una por una, les preguntaba con solicitud si deseaban Promovía con gran empeño el progreso de las
alguna cosa, las servía personalmente, tanto para su jovencitas en el estudio de las artes liberales, pues
esparcimiento como para que descansaran. decía: si se descuida el interés por la ciencia, no com­
Cuando ya anciana, sufría frecuentes enfermeda­ prenderán la divina Escritura y caería por tierra la mis­
des, se hacía llevar donde las otras enfermas y si no ma vida religiosa. Por ello obligaba insistentemente a
podía hablar, les mostraba con gestos y señales tal afec­ las jóvenes menos instruidas a dedicarse con más
to de compasión, que las conmovía hasta derramar empeño al aprendizaje y las proveía de maestras.
lágrimas. Era corriente entre las hermanas, pensar que Se dedicaba con asiduidad a la oración fervorosa e
las amaba con afecto tan maternal, que cada una creía intensa que raramente hacía sin derramar lágrimas.
ser ella la más querida. Era difícil saber quienes eran Gozaba de gran paz, tenía el corazón tan libre de ocu­
parientes suyos. Apacible y dulce en el trato. Cuando paciones durante la oración que llamada muchas veces
razonablemente se veía obligada a corregir con firme­ de la oración al ventanillo del locutorio o a otros asun­
za a alguna de las hermanas por alguna falta, al instan­ tos, apenas volvía, recuperaba la misma devota pureza
te y en el mismo lugar le hablaba con tanta delicadeza que había tenido durante la oración. Se había acostum­
y suavidad como si no hubiera faltado nunca. brado tanto a cuidar la oración y la piedad, que cuando

514 Libro de la Gracia Especial I Sexta Parte 515

con tal prudencia que, me atrevería a decir: No hubo


por la vejez le fallaban las fuerzas e incluso a veces los
otra igual, ni la habrá en el futuro.
sentidos, y perdía la facultad de hablar, comulgaba con
máxima reverencia y abundantes lágrimas como fue Después de gobernar nuestro monasterio de mane­
costumbre en toda su vida. ra ejemplar durante cuarenta años, comenzó a sufrir
Cuando las hermanas le hablaban de Dios, escucha­ frecuentes enfennedades. Pasado más de un año de
ba inmensamente agradecida, como lo mostraba la ale­ enfermedad y perdida el habla, creía su piadosa herma­
gría del rostro y los gestos. Por fuertes que fueran sus na que pronto moriría. Intensificó en lo que pudo su
dolores, se mostraba tan gozosa que parecía no sufrir oración por ella ante el Señor para que se dignara dis­
nada si escuchaba una conversación o una sola palabra poner sobre ella según el beneplácito de su voluntad y
sobre Dios. Quería que la llevaran con frecuencia a la la necesidad de su alma. Su espíritu es arrebatado al
Misa, era admirablemente devota y diligente para las cielo y advierte en el espejo de la divina Providencia
Horas del Oficio. Si a causa de la enfermedad le venía la que no moriría aún, pasaría algún tiempo en esa enfer­
somnolencia, suspendía el bocado en la boca o el vaso en medad. Sin embargo, todo el ejército de los santos se
sus labios mientas duraba el rezo de la Hora, haciéndose disponía ya para salir a recibir festivamente a tan digna
violencia para estar milagrosamente despierta. esposa de Dios.
Desde la niñez mantuvo purísimo su corazón, no La Bienaventurada Virgen María llevaba entre
quería oír la más mínima palabra que pudiera poner otros adornos, con los que había sido magníficamente
mancha alguna en él. enriquecida, unos guantes blancos como la nieve; en
¿Qué más? Todo lo que era virtud, ciencia, verda­ uno se veía un águila de oro, en el otro un león también
dera vida religiosa, brillaba en ella como en un espejo. de oro. Se significaba con ello que el alma para cuya
Fue fervorosísima en amor y piedad para con Dios, recepción se preparaba, era semejante a la misma glo­
extremada en ternura y solicitud con el prójimo, la pri­ riosa Virgen en tres cosas especialmente:
mera en humildad y mortificación consigo misma. - su inocencia virginal, significada en la blancura
Con las niñas, tiernísima y acogedora; con las de los guantes;
jóvenes, santísima y prudente; entre las mayores, pre­ - su elevada e íntima contemplación, designada
visora y jovial.
por el águila;
Nunca se la veía ociosa: siempre hacía algo prove­
- su perseverante fortaleza para vencer todos los
choso: oraba, enseñaba, leía. Era tan desbordante y
vicios, representada en el león de oro.
cabal, se gobernaba a sí misma y a sus subordinadas
516 Libro de la Gracia Especial
Sexta Parte 517
Los patriarcas y profetas se preparaban con distin­
como el sol por un cristal. Le dice el Señor: “Así como
tas cestillas de oro llenas de variados regalos, para sig­
me contemplas sin obstáculo a través de esta morada,
nificar que proveía con sabia y puntal solicitud a sus
puedes reconocerme también en su alma a través de las
subordinadas y a todo el mundo, tanto en las necesida­
obras y virtudes que practica; de modo especial en su
des corporales como espirituales.
paciencia, benignidad y jovialidad, obtenidas de mane­
Los apóstoles tenían grandes libros decorados ra sobrehumana por gracia de Dios. Soy yo quien las
delante de sí para homenajearla con ellos, por la sana realizo en ella y por ella”.
doctrina que había impartido a sus hermanas, en eso era
Luego vio en tomo al lecho de la enferma doce
equiparada a los méritos de los apóstoles.
ángeles encargados de servirla. Comunicaban al Señor
Los mártires tenían escudos de oro muy relucien­ todo lo que junto a ella sucedía, tanto sus virtudes
tes para manifestar su veneración a la enferma por su como el servicio que le prestaban.
inquebrantable paciencia, que la hizo fuerte contra toda
Tres ángeles estaban a sus pies sosteniendo su
adversidad y comparable a los méritos de ellos.
paciencia, tan grande en ella que los doce ángeles ape­
Los confesores vestían amplias y hermosas capas nas eran capaces de alabar a Dios nuestro Señor por tan
para homenajearla por su vida religiosa y los santísi­ gran virtud.
mos ejemplos que la hacían igual a ellos en méritos. Tenía a la izquierda otros tres ángeles que le ofre­
Las vírgenes preparaban coronas de oro y espejos cían las buenas voluntades, las intenciones y los santos
brillantes para recrear a la enferma por su inocente deseos.
pureza. Solía ella examinar su vida con frecuencia ante A la derecha había otros tres, del coro de los
el espejo de los ejemplos de Jesucristo, para ver en qué
Tronos que le comunicaban serenidad, mansedumbre y
se parecía o no a Dios en las virtudes. En esto se pare­
piedad.
cía e incluso superaba a algunas de Jas santas vírgenes.
Había otros tres en la cabecera, del coro de las
Dominaciones que recibían el honor, la veneración y la
Capá ii lo H caridad que mostraban las hermanas a la enferma, y las
Doce ángeles sirven a la abadesa (Gertrudis llevaban alegres a la presencia del Rey supremo.
Su hermana creía que era pecado sentirse tan a
Oraba [Matilde] otra vez por su hermana y con­ gusto junto a ella, temía dar al sentimiento humano más
templa su alma como una morada brillante, en cuyo espacio del que le correspondía, y consulta sobre ello al
centro estaba Dios que irradiaba luz a través de ella
Señor que le responde; “No tienes pecado alguno,
Sexta Parte 519
518 Libro de la Gracia Especial

Responde el Señor: “¿No debía yo hacer eso? Si un


todos los sentimientos o inclinaciones que pudiera
ladrón quiere obrar con justicia, debe devolver lo roba­
tener hacia el pecado han sido arrancados poi' comple­
do o pagar el precio de su valor. Eso voy a hacer yo que
to de ella, la he colocado en un estado tal, que su vida
le quité la facultad de hablar : lo que no puede hacer
no puede desagradarme en nada. En ningún otro lugar
por sí misma lo haré yo mismo multiplicado por cien”.
me podrás hallar con más verdad y certeza, excepto en
Le pareció ver al Señor de pie a la derecha de la enfer­
el Sacramento del altar2, como en ella y con ella. En
ma con túnica de oro purísimo engarzada de flores ver­
ella encontrarás plena conformidad con mis costum­
des, la abraza tiernamente y la besa diciendo: Te doy
bres y virtudes
esposa mía, millones de besos. La túnica de oro del
Como yo me mostré benigno, manso y amable con Señor significaba el amor de su divino Corazón; las
mis discípulos y con todos los hombres, lo hizo ella con flores, la frescura de todas las virtudes que practicó en
sus subordinadas y con cuantas personas se acercaban la tierra. Llevaba en el pecho una rosa hermosísima
a ella. Como acepté con mansedumbre, gozo y pacien­ también de color verde, maravillosamente decorada
cia todas las injurias y sufrimientos que me infirieron, con piedras preciosas con la que jugueteaba la enferma.
ella soportó las enfermedades y los dolores con cora­ Significaba el abandono en Dios que mostró en todo.
zón amable y gozoso. Como yo entregué con generosi­ Su rostro irradiaba una hermosura indescriptible, de
dad desbordante todo lo que tenía a los que me crucifi­ manera que le pareció no haber visto nunca en un alma
caban, distribuyó ella todo lo suyo con aquel corazón tanta elegancia. Sus cejas ligeramente arqueadas tenían
generoso que siempre tuvo”. una gracia especial, parecía insinuar la providencia con
que atendía solícita a todo lo que pertenecía a su cargo.
Sus ojos difundían una luz especial que significaba la
Capítulo 111 mirada misericordiosa con la que envolvía con gran
Jesucristo se recibe a sí mismo en ella misericordia y compasión las necesidades de las her­
manas. Su boca se distinguía por un color rosado que
Cierto día que iba a comulgar la abadesa Gertrudis, significaba la constante enseñanza y la fluidez de pala­
su hermana [Matilde] pide al Señor se dígne recibirse a bras oportunas con las que cuidaba instruir a sus sub­
sí mismo en ella y tribute al Padre dignas alabanzas y ordinadas y a cuantos de lejos acudían a ella.
acciones de gracias en su nombre, puesto que ella no
Otro día esta hermana [de la abadesa Gertrudis]
podía hablar.
dijo al Señor durante la comunión: “Te ruego. Señor,
recuerdes con qué solicitud exigía tu sierva a las her­
2 Lo mismo declara el Señor de santa Gertrudis. Ver El Heraldo manas, unas veces con suavidad, otras con firmeza, que
del amor divino, Lib. I, cap. 3 y 4.
520 Libro de la Gracia Especial Sexta Parte _______________ 521

comulgaran frecuentemente con verdadero apetito. Capítulo IV


Ahora no puede recibir tu adorable Cuerpo, impedida
Su feliz tránsito
por la enfermedad, dígnate entregarte tú mismo a ella,
según tu regia generosidad”. Aquel rayo solar corría, por fin, al ocaso de la
Le responde el Señor: “Me he entregado a ella muerte, aquella brillante corona de nuestra gloria llega­
como esposo, amigo fidelísimo y su único consuelo” ba al atardecer. Para mejor prepararla para sí, el Señor
la privó de modo prodigioso del uso de la palabra
[Matilde]: “¿Es verdad que eres su único consuelo,
durante veintidós semanas, hasta no poder comunicar
cuando parece que experimentaba alegría en Ja tierra al
sus necesidades ni por medio de gestos3, excepto estas
recibir gozosa y contenta ciertos beneficios y regalos
dos palabas: Mi espíritu, con las que milagrosamente
de los hombres?”
pedía todo lo que necesitaba. Sucedió muchas veces
Le responde el Señor: “¿No reparas que al haceros que, al no entenderla, actuaban contra sus deseos, lo
ciertos gestos no los entendéis y obráis en contra de sus que ella soportaba con gran benignidad y paciencia.
deseos? Sin embargo os sonríe con gran amabilidad Porque Dios moraba verdaderamente en ella y con ella,
como si le ofrecierais el mejor regalo. Debes saber que y todo lo que hacían por ella lo dirigía con su mansísi­
está firmemente unida a mí y recibe con la misma dis­ mo Espíritu.
posición todo lo que le sucede, sea gozoso o triste”.
Como repitiera estas palabras Mi espíritu tan reite­
Otra vez al ir a comulgar esta hermana suya, con­ radamente, esta su hermana le preguntó una vez:
templa a nuestro Señor Jesucristo como un hermosísi­ “¿Quién es ese tu espíritu, a qué orden de los ángeles
mo y cariñoso joven de doce años que la abraza con su pertenece?”
derecha y le dice entre otras muchas cosas: “Por la
Responde al instante con lengua expedita: “serafín
derecha que te paralicé seré tu colaborador en todo lo
es mi espíritu”4
que haces; por el pie y la pierna, seré tu guía. Te her­
mosearé con perpetua virginidad, te colmaré de gozo y Casi al mes de haber perdido el habla, se puso tan
alegría por todas tus enfermedades, tendrás agilidad grave una mañana que se creía agonizaba. Reunida la
eterna por todas las trabas de tu cuerpo, y gozarás de mí comunidad, se le administró urgentemente la Unción.
mismo con fruición sin término”.
3 Ver Santa Gertrudis la Magna, El Heraldo del amor tvi-
no Lib. V, 1.
4 Es decir: mi espíritu esta lleno del amor de Dios como un
serafín, que se distingue entre los ángeles precisamente por e
amor.
522 Libro de la Gracia Especial v. Sexta Parte 523

Nuestro Señor Jesucristo se apareció a varias hermanas <6 mo amor incontenible sobre la agonizante y abre hacia
vestido con la belleza y hermosura descrita por san ella su propio Corazón con ambas manos6.
Bernardo, abre sus brazos como para abrazarla, la mira
acariciándola, se pone frente al rostro de la enferma, Capítulo VI
cambia de un lado a otro según se volvía ella, como si
La hora de su feliz tránsito
esperara con ardiente deseo su último suspiro.
Llegada la hora felicísima en la que el celestial
Esposo, Hijo del imperial Padre, se disponía a recibir a
Capítulo V
su amada, tras prolongados deseos de salir de la cárcel
Sobre lo mismo del capítulo anterior del mundo para descansar con él en el lecho del amor,
aquella feliz alma, mil veces dichosa, voló con desbor­
Al acercarse el día ansiado por ella con tan gozo­ dante ternura a aquel único sobreexcelentísimo sagrario:
sos deseos, preparado con oraciones tan fervorosas, el dulcísmo Corazón de Jesucristo, abierto para ella con
entrada ya en agonía, parecía que el Señor venía presu­ tanta fidelidad y gozo. ¿Qué mortal será capaz de com­
roso a su encuentro, acompañado a su derecha e prender lo que vio, lo que oyó, lo que sintió, a qué hon­
izquierda por su bienaventurada Madre y su discípulo dura caló el afecto de la bienaventuranza por el desbor­
predilecto Juan Evangelista. Los seguía una multitud damiento de la ternura, en aquella que mereció por espe­
de toda la corte celestial, sobre todo el ejército de las cial privilegio usar tal y tan estrecho vínculo de unión?
vírgenes, que parecían invadir ese día el monasterio La fragilidad humana es incapaz de balbucear con
entremezcladas con las hermanas que estaban junto a la qué ternura la introdujo el florido Esposo en la intimi­
enferma, expresaban su desolación con llantos y suspi­ dad de sus dulces caricias, qué gozosa danza de los que
ros y encomendaban el tránsito de la Madre con fervo­ la acompañaban, los que la recibían con coronas de ale­
rosas oraciones gría, los cantos festivos de todos. Se debe por ello can­
Nuestro Señor Jesucristo acariciaba al parecerá la tar a Dios autor de todo, un canto de júbilo con acción
enferma con ademanes tan tiernos, que bien pudo de gracias, en unión con los ciudadanos del cielo.
endulzar la amargura de la muerte. Al leerse el pasaje Arrebatado aquel sol brillante que tan dilatada
de la Pasión: E, inclinada la cabeza, entregó su espíri­ mente extendía sus rayos en nuestra tierra, vuelta a
tu5, se inclina el Señor como arrebatado por ardentísi-
6 Así morirá también Matilde, hermana de la abadesa,
VII,11.
524 Libro de la Gracia Especial Sexta Parte 525

abismo de donde brotara aquella minúscula gota, en ma hija mía! Ella atenta, rogaba al Señor por la comu­
comparación con la divinidad. Sus hijas, abandonadas nidad que en otro tiempo le había sido confiada.
en las tinieblas, levantan los ojos de la fe por el cami­ [Matilde] que esto contemplaba le dice a ella
no de la esperanza hacia la gloria bienaventurada de la “¿Qué mensaje me encomiendas, queridísima hermana,
Madre, derraman sinceras lágrimas desde el fondo de para tus hijas?”
su corazón, intercalan agradecidas las alegrías celestia­ Ella:
les de la gloria de la Madre con la tristeza de la propia
“Diles que amen con todo su ser al queridísimo
desolación, elevan sus gritos de alabanza hasta el cielo
Amado de mi corazón y mi alma y no antepongan abso­
encomendando su desolación a la ternura de la Madre
lutamente nada a su amor9, más aún, a su recuerdo”.
con el responsorio: Levántate, Virgen1. Cuando en ese
Responsorio se cantaba: Tu que descansas a la sombra Ésta: “Encomiéndanos a todas a Dios, pues veo
del Amado, se la oyó responder: “No me es suficiente que tienes mucha influencia”.
descansar a la sombra, descanso en el Corazón del Ella: “Encomiendo a mis hijas para que lleguen a
Amado, tiemísima, segurísima y sosegadamente”. este dulcísimo descanso en el que vivo segurísima; a
Estaba un día en oración esta virgen de Cristo y saber, al tiemísimo Corazón de nuestro amantísimo
contempla el alma de la susodicha hermana difunta Jesucristo”.
radiante de gloria; le precede san Benito, Padre de la
Orden, que llevaba el báculo en la mano, con el brazo
Capítulo VII
estrechaba tierna y noblemente el alma de su dichosa
hija, la abadesa citada. Ja lleva ante el trono de la ado­ Saludo a esta dichosa alma
rable Trinidad, y canta a toda voz con hermosísima
melodía para alabanza y honra de esa alma el Creía esta sierva de Cristo que saludaba en sueños
Responsorio: Quién es esta que avanza como el so/9 al alma de su difunta hermana con estas palabras:
etc. Al llegar ante el trono, el Señor se inclina delica­ “Te saludo, esposa de Cristo, por el amor en que te
damente hacia ella y le dice: ¡Bien venida, hermosísi- encendiste cuando, al revelarse su gloria, contemplaste
por primera vez el rostro y la hermosura de Dios tu
1 Ver Santa Gertrudis la Magna, Heraldo del amor divino.
Creador
Lib. V cap. 1, donde se dice que lo entonó santa Gertrudis.
8 Responsorio de la solemnidad de la Asunción de la Santísima

Virgen María.
526 Libro de la Gracia Especial Sexta Parte 527

Te saludo, virgen de Cristo, por la dulzura que sen­ ble variedad a modo de blancas margaritas y rubíes
tiste al conocer en su plenitud, poi’ haberla experimen­ purpúreos.
tado, la incalculable caridad que Dios tuvo contigo des­ Le dice [Matilde]: “Ahora que nadas en la abun­
de toda la eternidad. dancia de todos los bienes ¿qué deseas dar a tu herma­
na que tan fielmente te sirvió durante la enfermedad?”
Te saludo por aquella perfecta hermosura que irra­
diaste al recibir de mano del Señor, Rey y Esposo tuyo, Toma ella uno de los rubíes purpúreos y le dice:
cumplida recompensa de todas tus obras”. “Tómalo de mi parte”.

Mientras decía tales cosas comenzó a pensar cómo Le responde [Matilde]: “Como esto lo contemplo
se atrevía a saludar de este modo a un alma no canoni­ en espíritu, puedes comprender que no puedo ofrecer el
rubí de una manera real”.
zada. Le daba vueltas interiormente si preguntar al
Señor sobre ello. El condesciende y le responde: “Has Le contesta la hermana: “La blancura que aparece
obrado bien y correctamente. Ella es honor de mi omni­ en las costuras de mis vertidos significa la humanidad
potencia, hermosura de mi sabiduría, prenda de mi de Jesucristo, más fina que toda suavidad; el rojo de los
divina bondad”. cabellos designa la pasión del Cordero inmaculado.
Dile por tanto que confíe en la misericordia de Dios.
Otra vez contempló su alma con gloria maravillo­ Quiero alcanzar de mi Señor para ella con mis súplicas,
sa en una danza, su hermosa cabellera realzaba la le conceda la mansedumbre y la gracia de sufrir gusto­
esbeltez de su figura. Nuestro Señor Jesucristo su cari­ samente contrariedades por su amor”.
ñoso y florido Esposo la toma de la mano y le dice:
“Sus numerosos cabellos no igualaban a sus virtudes”.
Capítulo VIII
La contempla en otra ocasión en la gloria y le pre­
gunta qué premio había recibido por la costumbre que Aparición de la abadesa
tenía de cantar fervorosamente el salmo: Alabad al en el treinlenario de su muerte
Señor todos los pueblos™, sobre todo en la solemnidad En el treintenario de su muerte se le aparece nue­
de la Resurrección. Le muestra los esplendorosos ves­ vamente el alma de su hermana con nueva y sublime
tidos verdes que llevaba, adornados con innumerables gloria, escoltada por los gloriosos ejércitos de los prín­
estrellas de oro, y las costuras entrelazadas en admíra- cipes celestiales; llevaban platillos en las manos, canta­
ban a voces y repicaban los platillos con melodía dul­
10 Sal 116. císima el versículo: Alabad al Señor con platillos sono-
528 Libro de la Gracia Especial Sexta Parte 529

ros, etc11. El alma felicísima era llevada en medio del Su hennana que contemplaba esto le dice: “Te rue­
canto hasta el trono del Rey de la gloria, Jesús, tierno go, carísima hermana, me digas qué es ese derretirse
amante, que le dice: “¡Bien venida, carísima mía!” que cantabas al decir: Mi alma se ha derretido ”.
Experimenta con esas palabras un dulcísimo arrobo de Le responde: “Cuando el amor incontenible de la
la divinidad. La omnipotencia simplicísima ama a cada divinidad se derrama y penetra el alma, es tal su impre­
uno como si fuera el único amado por ella. Desbordada visible fuerza que no puede abarcarlo plenamente la
por la plenitud de una dulzura que supera toda medida, criatura, de ahí que se funde, licúa, y refluye hacia
cantaba en alabanza de su amante Esposo: Mi alma se aquel de quien recibió tan desbordante dicha”.
ha derretido'2.
Le dice su hermana: “Ruega por tus hijas que con
El Cantor de todos los cantores toma ahora el lugar tanto amor te abrazaban en la tierra”.
de su amada para ensalzar su excelencia desde el fon­ Ella: “Lo hice y lo hago sin cesar”.
do de sí mismo, hontanar de toda dicha, principio y fin
Ésta: “¿Qué les pedirías?”
de toda perfección, y entona con voz dulcísima la antí­
fona: ¡Oh Gertrudis, oh piadosa! Se une al canto toda Ella: “Que la dulzura del amor que guardo en lo
la corte celestial con voz sonora: ¡Qué fervor despier­ íntimo de mi corazón, permanezca también en sus cora­
ta alegrarse contigo, oh Gertrudis, comparable con los zones y sentidos”.
profetas! Comprende Matilde en estas palabras que su Añade ésta: “¿Qué fue lo primero que se te entre­
hermana era enaltecida de modo especial por haber gó al entrar en el cielo?”
tenido tanta fe en la tierra, y tanta delicadeza para los
Responde: “El Señor Dios, mi creador. Redentor y
dones de Dios.
amante me recibió en sí mismo, me colmó de incalcu­
Se la exaltaba por la doctrina espiritual que había lable alegría, me revistió y me alimentó de sí mismo, se
comunicado a sus subordinadas con estas palabras: me entregó como esposo y me glorificó con inenarra­
"Asociada a los apóstoles, perla de los prelados, nobi­ ble honor”.
lísima por tu fe y tus méritos; de piedad, misericordia
y caridad indescriptible, salta de gozo ahora y por
Capítulo IX
siempre ante Dios"'2.
Aniversario de la misma señora Abadesa
" Sal 150,5. Cuando en el aniversario de la misma Señora
12 Ct5, 6.
13 Texto de una antífona en honor de san Martín, adaptada para
Abadesa, de dulce recuerdo, se cantaba en su honor en
esta abadesa. Vigilias el Responsorio: Vive mi Redentor, ésta su her-
530 Libro de l?x Gracia Especial Sexta Parte 531

mana contempló su alma que abrazaba a nuestro Señor por su liberación y la de aquella alma, que el Señor les
Jesucristo con inefable gozo y delectación, y le canta­ entregaba para exaltación de su fiesta.
ba dulcemente las mismas palabras. Conoció por inspi­
A continuación giran en tomo a ella como en una
ración cómo gozan las almas en el cielo con gozo inefa­ danza, todas las almas de la comunidad tanto hermanas
ble de la humanidad de Jesucristo, y cuantas veces los como hermanos. Advierte entre ellas el alma de un her­
hombres cantan con atención aquí en la tierra estas u mano que había fallecido ese mismo año, vestido de
otras palabras sobre su futura resurrección, se llenan al túnica blanquísima con variados y maravillosos ador­
punto de un gozo indecible, al contemplar la verdad nos en la parte superior. Comprende [Matilde] que sig­
misma en la humanidad glorificada de Cristo, con la nificaba la bondad del hermano. Tenía un gran corazón
certeza de que ellos mismos resucitarán. Rezan por los y una voluntad que le inclinaba a toda obra buena14.
que cantan esto en la tierra, para que también ellos Giraban en coro y cantaban alegres: ¡Oh Madre nues­
merezcan alcanzar aquella felicidad. Igualmente com­ tra, etc. Una gran trompeta salía del Corazón de nues­
prendió que cuando el hombre pronuncia estas palabras tro Señor Jesucristo, en ella resonaba el eco de todas
con devoción, se santifica su cuerpo y se hace digno de aquellas voces en dulcísima armonía.
gozar de esta gloria.
Se celebra al día siguiente una misa por el alma de
Contempló otra vez cómo Dios Padre se sentaba en su hermana, y le viene un deseo: Si fuese una reina
una mesa regia con esa alma, la acariciaba con palabras poderosa ofrecería en el altar de Dios por su hermana
y gestos llenos de amor y ternura, como si su único una imagen de oro ricamente vestida y adornada.
gozo y delicia fuera banquetear con ella. El Señor Jesús
Inmediatamente responde el Señor: “¿Y si realizo
como joven príncipe imperial, ceñido de fajín, servía a
yo mismo tu deseo?” Se presenta el Señor ante ella en
la mesa variedad de platos preparados por la dulzura
figura de un joven de estiipe regia, más aún, divina,
del Espíritu Santo. Venía en procesión cada una de Jas
radiante de esplendor y le dice: Aquí me tienes, tóma­
hermanas de comunidad y ofrecían de rodillas con gran
me y ofréceme según tu deseo. Le abraza con inefable
reverencia copas de marfil, plata y oro llenas de perFu- gratitud y gozo y lo lleva al altar. Nuestro Señor
r mes aromáticos. Las que se distinguían por su pureza
Jesucristo se ofrece a sí mismo a Dios Padre con todas
de corazón llevaban copas de marfil; las más generosas sus virtudes para llevar a la suma perfección la hermo-
en el servicio de Dios, las llevaban de plata; las que
aventajaban a las demás en el fervor del amor, las lle­
14 Parece referirse al Hno. Segismundo, recomendado por estas
vaban de oro. Acudía también gozosa una multitud de
mismas cualidades en el Heraldo del amor divino, 1 ib V. Cap.
almas, que manifestaba con algazara su gratitud a Dios 14, de santa Gertrudis la Magna.
532 Libro de la Gracia Especial

sura de aquella alma, y conducirla con el gozo, dulzu­


ra y amor de su divino Corazón, hasta el gozo y bien­
aventuranza sempiterna.
Aquella alma dichosísima como una reina, arroba­
da poderosamente en el amor de su esposo, se arroja
amantísima en brazos de Dios, el la lleva por el coro a
cada una de sus hermanas y les dice: “Recibe al Señor
de las virtudes y pídeselas”. Séptima Parte
Matilde que observaba esto le dice: “Hermana mía
queridísima, ¿Qué te gustaría que guardemos con fide­
lidad?” Capítulo I
z
Le responde: Ultimos momentos de la hermana Matilde,
virgen y monja gloriosa del monasterio de Iielfta
“Humilde sujeción, delicado amor mutuo, recta
intención en todo para con Dios”. Esta humilde y devota sierva de nuestro Señor
Y añade: “¡Vamos!, entrega tu corazón totalmente Jesucristo, madre tierna, amable consoladora de todas
al amor, ama a todos los hombres, así el amor de Dios nosotras, de quien hemos escrito este libro, vivió cin­
y de cuantos le aman será también tu amor”. cuenta y siete años como ejemplo de vida monástica y
Si además eres humilde, la humildad de Cristo y de práctica perfecta de todas las virtudes. Aquejada de
todos los que se humillaron por él será de verdad tu continuos dolores durante casi tres años, llega al final
humildad. de su vida.
Si eres misericordiosa con el prójimo, la miseri­ En el penúltimo domingo (después de Pentecostés,
cordia de Dios y de sus santos será también tuya”. denominado por las primeras palabras del canto de
entrada) Si iniquitares*, esta elegida de Dios recibió por
Entiende que sucederá lo mismo con las demás vir­
tudes última vez antes de su muerte el vivífico sacramento
del sacrosanto Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Una her­
Sea por ello Dios bendito en sus dones, mana que oraba a Dios con mayor devoción, vio al
Y SANTO EN TODAS SUS OBRAS. AMÉN Señor Jesús revestido de gloria desbordante de pie ante

1 Sal 129,3. Si llevas cuenta de los delitos.


534 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 535

la enferma, con rostro y gesto acogedor le decía: Capítulo III


“Honor y gozo de mi divinidad, corona y premio de mi Un aviso del cielo recomienda
humanidad, delicia y descanso de mi espíritu, ¿quieres que reciba la Unción
venir y pennanecer unida más íntimamente conmigo
para saciar tu deseo y el mío?” Rezaba una hermana con gran devoción y recibe
Responde ella: “Señor Dios mío, prefiero tu ala­ un aviso interior del Señor: Que recomiende de su par­
banza a toda mi salud. Permíteme, te ruego, reparar con te a [Matilde] se prepare a recibir el sacramento de la
mis dolores todo descuido de la criatura en glorificarte”. Santa Unción, y le comunique de parte de él, que tras
Lo acepta el Señor con gratitud, y le dice: “Por haber la recepción de tan saludable sacramento, él, guardián
elegido esto te asemejarás a mí que acepté voluntaria­ diligentísimo de sus amigos, decidirá guardarla en su
mente el suplicio de la cruz y de la muerte por la gloria regazo con toda seguridad, inmune de toda mancha,
de Dios y la salvación del mundo. Como mis tormentos como el pintor protege con sumo cuidado la imagen
traspasaron el Corazón divino de mi Padre, tus sufri­ recién pintada para que no la empañe ningún polvillo”.
mientos y tu muerte traspasarán dulcemente mi Corazón [A otra hermana2 le fue también revelado que el
y contribuirán a la salvación del mundo entero”. Señor quería confortarla ese mismo día con el sacra­
mento de la Unción. Al comunicárselo ésta a la enfer­
ma de parte de Dios, lo somete al beneplácito de los
Capítulo II
superiores, no quiere intervenir en este asunto, como
La llamada de nuestro Señor Jesucristo acostumbraba a hacerlo siempre, sujeta a sus disposi­
ciones con humildad, confiada totalmente a la divina
Una hermana oyó cómo la llamaba el Señor con
providencia, que no abandona nunca a los que confian
estas palabras: “Ven, mi escogida, paloma mía, mi
campo florido, en el que he encontrado todo lo que en ella.
deseaba; mi jardín precioso, en el que mi Corazón Los Superiores que tenían para ella gran venera­
encuentra gozo completo. Produce las /lores de todas ción, y no dudaban que ella sabía de antemano perfec­
las virtudes, árboles de todos los frutos y aguas de tamente el momento que le gustaría al Señor que reci­
devotas y ardientes lágrimas. Siempre abierto a todo lo biera el Sacramento, al ver que no insistía ni urgía la
que quiero. Cuantas veces me encienden en cólera los recepción, se la administraron ese día. Para cumplir el
pecadores, desciendo a este jardín, me sumerjo en sus
aguas y olvido todas las injurias”.
2 Santa Gertrudis la magna, como puede verse en el Heraldo
del amor divino, lib. V,cap. 4.
536 Libro de la Gracia Especial
Séptima Parte _________________________________ 537

Señor la palabra del Evangelio: El cielo y la tierra ojos destilaban un licor como de aceite finísimo, por el
pasarán mis palabras no pasarán3, confirmó así el tes­ desbordamiento de la dulzura divina. En eso compren­
timonio que había dado por boca de dos testigos. dió que el Señor, en virtud de sus méritos, se dignaba
conceder generosamente el consuelo de su ayuda a
El lunes antes de Maitines, Matilde, de feliz memo­ todos los que la invocan con confianza. Mereció este
ria, comenzó a sentir de repente fuertes dolores, la don por haber servido a todos con caritativo afecto.
mayoría pensaban que había llegado su último momen­
A medida que ungían los demás miembros conce­
to. Llaman urgentemente a los sacerdotes y recibe el
día el Señor a cada uno el movimiento de sus propios
sacramento de la Santa Unción. De este modo aunque
santísimos miembros. Pero al ungirle los labios, este
no se la administró el mismo día, según la voluntad de
guardián incontenible del alma, se acopló con infinita
Dios4, sí antes de amanecer el día siguiente].
condescendencia, para estampar en los labios de su
esposa un beso más dulce que un vaso de miel. Con él
Capítulo IV le comunicó todo el fruto de su boca santísima.
Cada uno de los santos le concede lodo el fruto Mientras se cantaba en la Letanía: Santos todos,
de sus méritos al recibir la Unción querubines y serafines, rogad por ella, vio6 7 a los bien­
aventurados querubines y serafines abrirse entre sí con
Fue revelado a tres hermanas que el Señor estaba gran reverencia y danza, para ofrecer a la elegida de
benignamente presente en figura de tierno esposo y Dios un adecuado espacio entre ellos, pues tenían en
administró por sí mismo a su elegida este vivificante gran estima a la que había llevado en la tierra no solo
sacramento. Le pareció a una5 de las tres, que cuando vida angélica en su virginal consagración monástica,
ungía el sacerdote los ojos de la enferma, el amantísi- sino que había bebido también con abundancia en la
mo Señor volvía con bondad hacia ella el rostro de su fuente de toda sabiduría, los efluvios de su conoci­
divina piedad, y su Corazón melifluo se conmovió de miento espiritual, por encima de los ángeles y en unión
emoción. Tomado hacia ella como rayo de luz divina, con los querubines. Más aún, había sido estrechada en
se entrega él mismo, y con él, todo el brillo y movi­ los brazos del amor con los ardientes serafines, por el
miento de sus santísimos ojos. Por eso parecía que sus que es fuego abrasador1, para ser colocada de manera
sublime entre aquellos que, por encima de todos los
3 Mt 24,35. demás, merecieron acercase a la majestad divina.
4 Lo apuntado entre cochetes [ ] pertenece a la antigua edición
alemana de 1505, conforme a lo que se lee en El Heraldo del 6
amor divino Jib. V, cp. 4. Santa Gertrudis, cf. El heraldo del amor divino ,1. c.
5 7 Dt 4,24.
Es santa Gertrudis según El Heraldo... 1. c.
538 Libro de la Gracia Especial
Séptima Parte 539

Al ser nombrado en la letanía cada uno de los san­


querida hermana, y le ayuda con las oraciones acos­
tos, se levantaba con gran gozo y máxima reverencia,
tumbradas. Una de ellas9, movida por un afecto más
ponía de rodillas sus méritos, como precioso regalo en
encendido, contempla su alma en figura de una joven-
el regazo del Señor, él se los entregaba a su amada para
cita delicada, ante la presencia de Dios. Todas las pul­
aumento y cúmulo de su gozo y alegría.
siones de su respiración las emitía por la herida del san­
Terminada la Unción, la recibe el Señor con la tísimo costado de su Corazón. Conmovido el divino
máxima ternura entre los brazos, la mantiene así duran­ Corazón por la fuerza incontenible de su propia benig­
te dos días, de manera que la herida de su amantísimo nidad y dulzura, cuantas veces recibe el impulso de su
Corazón estaba abierta a los labios de la enfenna. respiración que se proyecta hacia él, otras tantas, des­
Parecía recibir de él el aliento que espiraba para volver bordado por el exceso de amor, esparce por toda la
a él de nuevo. Iglesia centellas de gracias, sobre todo entre las herma­
nas allí presentes. Advierte en ello la intención y deseo
Capítulo \ encendido que en ese momento embargaba a la bien­
aventurada enferma, por voluntad de Dios, en favor de
Devota intención e inmenso
todos los hombres, tanto vivos como difuntos, sobre los
y' ardiente celo por todos los hombres que el benignísimo Señor, derramó generosamente los
Al acercarse el gozoso instante de su dichoso trán­ beneficios de su gracia, por los méritos de esta alma.
sito en el que el Señor había determinado conceder a su
elegida el sueño imperturbable de la quietud eterna; el Capítulo VI
martes8, víspera de la fiesta de santa Isabel, entra de
verdad en agonía antes de Nona. La comunidad se reú­
La bienaventurada Virgen María
ne a toda prisa, espera con gran tristeza la partida de su
asume personalmente el cuidado
de la comunidad (pie le encomienda Matilde
8 La edición de Lanspergio es la única que pone el miércoles Mientras se cantaba la Salve, a las palabras: Ea,
como día de la muerte de santa Matilde. {El Heraldo del amor pues. Señora, abogada nuestra, la enferma, escogida de
divino lib V, cap. 4. Ver la 2 a edición del P. Timoteo P. Ortega, Dios, se dirige con ternura a la Virgen Madre y le enco­
Buenos Aires 1947, p. 614, & 2o. La edición “por un Padre
benedictino” Edt. Balmes 1945, p. 643 & 2o y nota 171, dice mienda sus hermanas que pronto va a dejar; le pide que,
que fue un martes). Varios códices y la edición alemana de por atención a ella las acoja con mayor afecto.
este libro de 1505 sobre la muerte de Matilde, la ponen el
martes como nuestro texto, siguiendo el códice Guel-
ferbytano. 9 Santa Gertrudis según El Heraldo del amor divino, lib. V, cp. 4.
540 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 541

Como ella se había mostrado durante su vida, en la buen Jesús!” Demostraba a las claras que tenía clavado
medida de sus posibilidades, abogada y disponible para hasta la médula del corazón a aquel cuyo nombre
todas, que después de su muerte, la misma Madre de la rumiaba con tanta dulzura e ininterrumpidamente con
misericordia se digne ser la intercesora y abogada de la sus labios entre los acerbísimos dolores de la muerte,
comunidad ante su Hijo. La Virgen pura, se muestra, corno bien lo revelaban los gestos corporales.
con admirable ternura, totalmente dispuesta, extiende
Al encomendarse cada una de las hermanas a sus
sus manos delicadísimas hacia las manos de la enfer­
oraciones y las distintas necesidades y asuntos propios
ma, como si recibiera de sus manos la protección de la
y de sus amigos, como ya no podía hablar, decía con
comunidad encomendada a sus cuidados.
voz queda: “Con mucho gusto”, o, “sí”. De este modo
mostraba suficientemente que el afecto que cada una le
Capnulo VII reclamaba, lo presentaría a Dios, su Amante. Al final,
Oraciones de las hermanas cuando ya no podía decir nada, era incapaz de contener
junto al lecho de la enferma'0 el afecto de su tierna bondad con la que amaba a sus
cohermanas y amigos espirituales. Muchas veces
Mientras se leían en la oración: Salve, Jesucristo, levantaba y extendía con gran ternura sobre sí misma
las palabras camino suave, parecía que nuestro Señor las manos y los ojos hacia el cielo, para manifestar con
Jesucristo, esposo de las almas finas, suavizaba con la toda claridad su amor a Dios en favor de aquellos que
abundancia de su divinidad el camino de su esposa para se le habían encomendado.
atraerla hacia sí más tierna y delicadamente. La comu­
Advirtió también la mencionada persona10 11 que de
nidad había repetido las preces hasta pasada la hora de
todos los miembros de la feliz enferma, torturados por
Nona, la enferma parecía haber comenzado a tener
el dolor, salía un aliento muy valioso, penetraba su mis­
alguna mejoría, se le pregunta si podía retirarse la
ma alma, la purificaba, la santificaba y la preparaba
comunidad para ir a comer.
para la vida eterna de modo maravilloso.
Responde la enferma: “Bien, pueden ir”. Pasó todo
ese día en agonía, solo repetía: ‘‘¡Oh buen Jesús, oh Dicha persona que vio en espíritu todas estas
cosas, decidió guardar en secreto la visión, para pasar
10 Este capítulo no se encuentra en el códice Guelferbytano, ha
sido tomado de una antigua edición alemana, tal vez la de
11 Se trata de santa Gertrudis a quien le fueron reveladas estas
1505. Se encuentra casi íntegro en el Heraldo de Santa ger-
trudis, lib V, cp. 4. Hay sospecha que pudo omitirse en el cosas. Confesó con humildad a otras personas haber sido
códice Guelferbyano por respeto a santa Gertrudis, pues en él reprendida por Dios por haberlas callado. Ver en el Heraldo,
se advierte cierta reprensión en sus propios escritos. lib. V, cp. 4.
542 Libro de la Gracia Especial
Séptima Parte 543
inadvertida. Esto fue contra la bondad de Dios cuya
gloria es comunicar sus palabras'2, que dijo también Al entonarse el Responsorio Salve, esposa, etc, se
en el Evangelio: Lo que escucháis al oído predicadlo adelanta la Reina de las Vírgenes, rosa sin espinas,
desde los tejados'2, como se verá por lo que sigue. María, venerable Madre de Dios, adapta y dispone el
Mientras estaban en Vísperas, esta elegida de Dios, alma de la enferma más y más para usar y disfrutar de
de feliz recuerdo, señora Matilde, se agravaba bastante las delicias de la divinidad
hasta parecer claro que iba a expirar. Se avisa rápida­ Luego el Señor Jesús por los méritos de su Madre
mente a la comunidad que estaba en el coro, se ve obli­ purísima y por aquella dignidad que le mereció ser la
gada a omitir las preces de los sufragios, y recita las única Madre y Virgen, toma como un collar engarzado
oraciones acostumbradas junto a la enferma. La men­
maravillosamente de radiantes perlas y lo coloca sobre
cionada persona a pesar de intentarlo con todas sus
el pecho de la enferma. Le concedió este privilegio
fuerzas y esfuerzo de los sentidos interiores, no pudo
especial, para que, a semejanza de su Madre virginal,
percibir ni notar lo más mínimo de lo que Dios estaba
haciendo en ese momento con su elegida, hasta que también ella fuera llamada virgen y madre, por consi­
vuelta en sí, reconocida la culpa, lavada por el arrepen­ derar que había engendrado con amor casto la memoria
timiento y la penitencia y haber prometido a Dios que del Señor en muchos corazones.
lo que él le revelase lo comunicaría gustosamente sólo
para gloria de Dios y consuelo de los prójimos.
Capítulo VIII
Después de Completas, cuando por tercera vez
Cristo saluda de modo admirable
estaban convencidas que la enferma iba a morir, la
a esa alma dichosa
dicha persona fue arrebata en espíritu y vio como antes,
el alma de la enferma en figura de delicada y amable Comenzados ya los Maitines la noche de Santa
adolescente, hermoseada con nuevos vestidos por los Isabel, de nuevo se agrava tanto la elegida de Dios, que
sufrimientos de ese día, se arrojaba con ímpetu al cue­ se creía estaba dando el último suspiro. Así, omitidos
llo del Señor Jesús, su tierno esposo, lo apretaba con los Maitines, se reunió apresuradamente la comunidad
estrechísimos abrazos, y de sus mismas llagas, a modo
junto a ella de manera acostumbrada. Entonces aparece
de abeja que liba las más variadas flores, atraía para sí
el Señor radiante con el resplandor de su divinidad,
un gusto especial.
revestido como un esposo, coronado de gloria y honor,
adornado de modo maravilloso e inefable con la belle­
za de la fulgurante divinidad. Con delicadísima ternura
dice al alma de la enferma: “Pronto, amada mía, te
544 séptima Partf. 545
Libro de la Gracia Especial

exaltaré ante tus prójimos, a saber, en presencia de mi Dios, el cual inefablemente confortaba su alma con
querida comunidad”. suavísima delectación por las heridas al Señor.
De este modo saluda a aquella alma verdadera­ El brillante resplandor designaba los distintos
mente felicísima, con un saludo nuevo incomprensible sufrimientos que había padecido desde la infancia has­
e inabarcable, superior a todo ingenio humano, inaudi­ ta estos momentos en el cuerpo y en el espíritu. Estos
to, por cada una de las heridas de su santísimo cuerpo santificaban y configuraban su alma con la divina cla­
que, se dice, fueron cinco mil cuatrocientas noventa14. ridad, la ennoblecían por encima de toda capacidad
Cada una de las heridas emitía cuatro efectos distintos: humana, unidos a los sufrimientos de Jesucristo.
sonidos suavísimos, vapor eficacísimo, rocío copiosísi­ Esa alma que descansaba en celestiales delicias, no
mo y resplandor confortabilísimo. expiró en esos momentos, aspiraba a bienes mayores
El Señor pasaba saludando por cada uno de ellos y que preparaba para ella su Amado. Además derramó el
llamó a su amada. Señor copiosamente sobre todos los presentes el abun­
dante rocío de su divina bendición, mientras decía:
El sonido suavísimo que superaba todo acorde de “Conmovido en mi propia bondad por la íntima ternu­
instrumento, significaba las palabras en general y cada ra de mi caridad, tenía mis delicias en que todas las her­
una en particular que la elegida de Dios había dirigido manas de esta comunidad, mis preelegidas, participa­
en su vida al Señor por amor o en provecho de sus pró­ sen en la transfiguración de esta mi dignísima (esposa),
jimos para su salvación. Todas ellas, endulzadas en el con aquel honor que tuvieron en el cielo ante todos mis
Corazón divino, volvían ella con frutos centuplicados. santos, aquellos tres elegidos entre todos los demás:
Por el vapor maravilloso se significaban todos los Pedro, Santiago y Juan sobre los otros apóstoles, por
deseos que había tenido de la gloria de Dios, bien por haber merecido estar presentes en el monte durante mi
Dios mismo o por medio de Dios, para salvación uni­ transfiguración”.
versal. Los cuales le eran devueltos multiplicado su Le dice ella: “¿Qué puede aprovechar esta tu gene­
efecto de modo incalculable, por cada una de las heri­ rosa bendición y copioso derramamiento de gracias a
das del Señor. aquellas que no lo experimentan con un saboi interno?
El abundante rocío significaba todo el afecto que Responde: “Cuando el dueño concede a una perso­
tuvo para con Dios o por alguna criatura por amor a na una plantación de manzanos, ésta no conoce al
momento el sabor de los frutos, debe esperar a que
estos maduren. De igual modo, cuando concedo a a gu
14 Ver la parte 1a. c. 18; Santa Gertrudis, El Heraldo, lib. IV, c. 35 no los dones de mis gracias, no percibe al punto el
546 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 547

sabor de la delectación interior hasta que, quebrado por menta y establece la fe en todos los corazones que pia­
completo el caparazón de los deleites terrenos con el dosamente creen en esa mi divina operación por la que
ejercicio de las virtudes exteriores, merece saborear el actúo en ti espiritual, no corporalmente”.
núcleo de la dulzura interior” El Padre le otorga con su omnipotencia, poder
La comunidad, recibida la riquísima bendición del ofrecer seguridad a todos los que temen la fragilidad
Señor, vuelve de nuevo al coro y termina el rezo de humana y no confían aún plenamente en la bondad
Maitines. divina.
El Espíritu Paráclito, llamado fuego consumidor,
Capítulo IX le concede que del ardor de su divina caridad pueda
ofrecer calor a los menos fervorosos.
La Santísima Trinidad
y los santos saludan al alma A continuación el Hijo de Dios le concede en
unión con su santísima pasión y muerte ofrecer medi­
Cuando se cantaba el duodécimo responsorio: Oh cina a todos los extenuados a causa de sus pecados.
antorcha'5, apareció el alma de la enferma en presencia Una multitud de santos ángeles la elevan con gran
de la altísima Trinidad, pedía fervorosamente por la honor ante Dios y cantan con nítida voz: Tú eres har­
Iglesia. tura de Dios, olivo fructífero, tu pureza ilumina, tus
Dios Padre la saluda melodiosamente con estas obras resplandecen.
palabras: “Salve, mi escogida. Por los ejemplos de tu En las palabras: tu pureza ilumina, alaban en ella
santa vida se te puede llamar: Lámpara de la Iglesia, de modo especial el serenísimo descanso con el que se
que derramas arroyuelos, torrentes de bálsamo, es dignó reposar el Señor en su alma.
decir, de oraciones por toda la anchura del mundo”. En las palabras: resplandecen tus obras, alaban la
Sigue el Hijo de Dios con dulce melodía: “Alégrate, encomiable y purísima intención de todas sus obras.
esposa mía, que con razón se te llama: medicina de gra­ Luego cantaban todos ios santos: Dios reveló su
cia, porque con tus santas plegarias se les restituye más
justicia a la vista de todos, etc.
copiosamente a todos los que carecen de ella”.
El Espíritu Santo canta: “Salve, inmaculada mía,
que con razón se te llama alimento de fe, porque se ali­

15
Del oficio alemán de santa Isabel.
548
Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 549

Capítulo X Sin embargo, después de Tercia ella misma exten­


Jesucristo atrae y prepara esa alma dió las piernas, puso los pies como su Señor crucifica­
(le modo admirable para la gloria futura do, colocando el pie derecho sobre el izquierdo. Las
presentes le ponen el pie superpuesto junto al otro, ella
Durante el prefacio de la Misa mayor, Jesús, espo­ se resiste con fuerza y lo superpone de nuevo sobre el
so florido, aparece otra vez revestido con esplendor de izquierdo, para demostrar que no hacía esto por casua­
nueva gloria. Con delicadísima ternura toma en sus lidad, sino por piadoso afecto, para que conformada a
finas manos la barbilla de su delicada esposa, vuelve el semejanza de su único Amor, mereciese también confi­
rostro de ella tan directamente hacia el suyo divino, que gurarse con su gloria. Así se une, a su manera, al Señor
parecía que el aliento de la enferma iba directamente al clavado en la cruz por su amor de manos y pies, a la
aliento de su divinidad; aplica sus divinos ojos a los hora de Sexta. A la mitad de esta hora ella misma
ojos de ella y los ilumina de modo maravilloso con un extiende de manera espontánea los pies, e inmola un
rayo de su divinidad. De este modo ilumina de forma sacrifico de eterna alabanza. Parecía que el Señor,
admirable a aquella felicísima alma, la santifica con como delicadísimo amigo acariciaba los miembros de
fidelidad, y por decirlo de alguna manera, la hace la moribunda con dulcísima ternura.
dichosa y la dispone para la bienaventuranza de la glo­
ria futura.
Capítulo XI
La que en espíritu conoció16 estas cosas compren­
Vuelo [de Matilde]
dió que no había llegado aún el momento de llevársela,
)• su acogida en el Corazón divino
hasta que, consumidas y como reducidas a la nada
todas sus fuerzas por virtud divina, liberada de toda Urge ya la hora tan deseada. Desprendida de todo
vanidad de la humanidad, como gota de agua derrama­ lo humano, y perfectamente preparada según el deseo
da en un tonel de vino, inmersa en lo profundo de toda de su Amado, tan delicada esposa iba a partir de la cár­
dicha, mereciera hacerse un solo espíritu con Él. cel de la carne hacia el tálamo de su impeiial Esposo.
Aunque la comunidad ya había recitado cinco veces las La comunidad acababa de comer, llega en primer lugar
preces acostumbradas junto a ella, aún no voló. la Madre del monasterio con algunas hermanas que la
rodean. En un instante se transforma el rostro de la
enferma en cierta suavidad llena de ternura, como
16 Se trata sin duda es santa Gertrudis, a la que se debe el relato de expresión cierta de la dulzura interior, para recibir a sus
todas las visiones de santa Matilde en esta etapa final de su vida.
amadas cohermanas en Cristo, que se iban acercando.
550 Libro de la Gracia Especial
Séptima Parte 551

Como no podía hacerlo de palabra, las acogía con ges­ mente por la fuerza de su divinidad, y la asocia a su
tos amistosos de la boca y el rostro, y las invitaba a ale­ gloria”20.
grase con ella por los inefables beneficios que Dios le
había concedido. Que allí se acuerde de los suyos que la recuerdan,
y nos obtenga con sus santos ruegos, al menos una
Entonces, el Señor de -la majestad, lleno de dulzu­ chispa de la sobreabundancia de sus delicias, junto al
ra, única saciedad del alma enamorada, envuelve en luz
que, hecha un espíritu con él, goza ya para siempre.
divina a su esposa, la colma de resplandor, y él, cantor
Amén.
de todos los cantores, con voz suave y melodía armo­
niosa que supera toda capacidad humana, cantaba a su
amada Filomena17, que tantas veces le había cautivado Capítulo XII
su Corazón divino con sus dulces cantinelas, más por la Gozo y aumento del mérito de los santos
fervorosa devoción que por la sonoridad de su voz18. El
le canta en correspondencia: Venid, benditos de mi Cuando hacían como de costumbre la conmemora­
Padre, recibid el reino, etc19, para recordarle a ella ción de la difunta, apareció el Señor sentado en la
aquel don dignísimo por el que durante ocho años le majestad de su gloria. Acariciaba con ternura el alma
había entregado su corazón divino con esas mismas de la difunta que reposaba dulcemente en su regazo,
palabras, como prenda de amor y seguridad. mientras se cantaba: Venid en su ayuda, santos de Dios;
Ahora la saluda con inmensa ternura y le dice: recibid su alma y presentadla ante el Señor. Se levan­
“¿Dónde está mi regalo?” Abre ella su corazón con las tan los ángeles con gran reverencia, ya que no tenían
dos manos frente al Corazón de su Amado, abierto necesidad de recibir a la que veían honrosamente reci­
igualmente frente al de ella. El Señor acopla su bida y magníficamente honrada por la benignidad de su
Corazón santísimo al corazón de ella, arrobada total­ Señor. Hincan las rodillas ante su Señor, como los prín­
cipes cuando reciben del emperador la herencia de sus
17 Filomena: ruiseñor. Término aplicado en la poesía y en la bienes, y los méritos obtenidos el día anterior para
mística para describir el canto espiritual enamorado. Aquí se aumento de los merecimientos de la amada de Cristo,
pone en boca de Cristo esposo que canta a su amada, Matilde. los reciben ahora duplicados y maravillosamente enno­
Este texto ha desarrollado la tradición según la cual se la ha
llamado a Matilde “Ruiseñor de Dios”, “Ruiseñor de Cristo” blecidos por los méritos de ella. Lo mismo hacía cada
Cf. M. Raymodn, Estas mujeres anduvieron con Dios. Edc. uno de los santos en la letanía al invocar su nombre.
Studium, Madrid, 1958, pp. 351-388.
18 Se alude veladamente al oficio de cantora que desempeñó
Matilde en su monasterio. 20
19 Mt 25, 34. Con este mismo gesto moría su hermana, la abadesa Gertrudis.
Cf. VI, 5.
552 Libro de la Gracia Especial
Séptima Parte 553

La que esto veía21 ruega al alma [de Matilde] que tas de oro para todas las que le tenían especial devoción
rece por la purificación de los defectos de aquellos sus o afecto. Por ellas debían extraer del Corazón divino
amigos especiales, con el mismo afecto con que los cuanto desearan para sí. Cada cañita tenía un orificio
amaba cuando vivía. por el que debían extraer lo que deseaban conseguir
Le responde: “Ahora a la luz de la verdad, conoz­ mediante la recitación de la oración que sigue , con la
co con total claridad que todo el afecto que pude tener confianza de acceder más fácilmente a la benevolencia
a alguien en la tierra apenas significa lo que una gota divina para obtener lo deseado.
de agua ante el mar inmenso, con relación a aquel dul­
císimo afecto con que el Corazón divino los ama. El
Oración para recitar con frecuencia por los
Señor, de modo inescrutable, por útilísima disposición,
permite algunos defectos en el hombre, para que se dones concedidos por Dios a esta virgen
humille con frecuencia y se ejercite en trabajos, así pro­ Por el amor con el que siempre derramaste tus
grese de día en día para su salvación. Pues no puedo beneficios en tu amada Matilde, enriqueces a cada uno
admitir ni el más mínimo pensamiento, distinto de lo de tus elegidos si encuentras las debidas disposiciones,
que la sabiduría omnipotente y la sapientísima benevo­ y seguirás haciéndolo en la tierra y en el cielo; escú­
lencia de mi dulcísimo y amantísimo Señor, han orde­ chame, benignísimo Señor Jesucristo, por sus méritos y
nado para cada uno, según su óptimo beneplácito. Por los de todos tus elegidos.
ello me expansiono con todo mi ser en alabanzas y Durante la elevación de la Hostia parecía que
acciones de gracias por tan ponderada disposición de la aquella dichosa alma deseaba ofrecerse a Dios Padre
divina misericordia. unida a la Hostia, en alabanza eterna, para eterna sal­
vación de todos los hombres. El Unigénito de Dios, que
no acostumbra a denegar nada a sus elegidos, la atrajo
Capítulo XIII
totalmente hacia sí y la ofreció consigo a Dios Padre.
Cómo dirigirse a Dios en la oración Por esa unión ofreció benignamente doble salvación a
por los méritos de esta virgen todos sus elegidos del cielo, la tierra y el purgatorio.

Al día siguiente, durante la Misa de Réquiem, pare­


cía que su alma sacaba del Corazón de Dios unas cañi-

21
Santa Gertrudis.
554 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 555

Capítulo XIV méritos de [Matilde], Para colmar el gozo y la alegría


Es provechoso presentar en el ofertorio los de su amada, el Señor llevó una multitud incontable de
méritos de Cristo y de los santos por las almas almas a las moradas del cielo. Las que, por exigencia
de la justicia, no convenía asociarlas a los moradores
Durante la Misa siguiente se la vio como si estu­ del cielo, por amor a su amante, el Señor se dignó lle­
viera en el Corazón de Dios y a través del mismo varlas a lugares de dulce descanso.
Corazón melifluo resonar la pulsación de cuatro deli­
cadísimas cuerdas que producían cautivadores acordes
de alabanza, acción de gracias, suplicas y plegarias, Capítulo XV
suplían con creces las negligencias de cuantos en esos El día de su muerte
momentos participaban y cantaban en sus exequias, e no entró en el infierno ninguna alma cristiana
incluso de todos los que en el mundo entero las cele­
Lo dicho sobre la liberación de las almas fue reve­
brarían gustosos, si conocieran los beneficios que Dios
lado a otras dos personas. Una supo de parte de Dios
les concedía gratuitamente.
como cosa cierta que el día del tránsito de su feliz alma,
Preguntada durante el ofertorio qué había conse­ ninguna alma de los cristianos en todo el mundo des­
guido de la costumbre que tenía de presentar durante el cendió al infierno, porque todos los enfermos que
ofertorio los méritos de Jesucristo y de todos los santos murieron ese día, o fueron movidos a penitencia por los
por todas las almas de purgatorio, se inclina y parece méritos de alma tan dichosa y amada de Dios, o si esta­
bajar unos canastillos llenos de frascos que ofrecía a las ban totalmente endurecidos y pervertidos que ellos
almas situadas en distintos lugares de tormentos. Cada mismos se privaron de toda gracia, no permitió Dios
una recibía el frasco con gran alegría. Apenas aparecía que murieran ese día, ni airarse con un juicio tan seve­
ella, se veía el alma libre de todo dolor y colocada en ro en un día de tanta solemnidad y alegría de su
una morada de confortadísimo descanso. Corazón.
Los canastillos que ofrecía a las almas significaban
sus virtudes; los frascos, la práctica de las virtudes en Capítulo XVI
las que se ejercitaba: humildad, benevolencia, compa­
Huscar la alabanza divina por encima de todo,
sión y otras semejantes. Cuando llevaba cada canastillo
y realizarla con intención pura
al lugar de cada sufrimiento, las almas que estaban allí
y nunca habían practicado en la tierra esa virtud, eran Durante una Misa se la vio posar delicadamente
trasladadas de los sufrimientos a las alegrías, por los entre los abrazos del Señor. Al querer dirigirse a la que
556 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 557

esto veía22, el Señor abre sus brazos y suelta un poco al por encima de mis méritos, que todo lo que me conce­
alma. Contempla entonces al alma envuelta en inefable dió me lo ha otorgado solo por gratuita bondad. Por
gloria con un hermoso manto como formado de crista­ ello será de grandísimo gozo para mí, que lo alabéis en
les; algunos brillaban como estrellas, otros parecían mi nombre sin interrupción. El, finalmente, me ha lle­
espejos trasparentes. Cada uno estaba incrustado en cír­ vado entre aquellos santos en los que más se complace,
culos de oro, y por cada uno de los cristales brillaba una más se regocija y más se le alaba”.
perla preciosa. Algunas eran rubíes, otras de color púr­
pura, otras verdes y otras de varios colores y formas. El Ésta: “¿Cómo alabaremos al Señor por ti?”
vestido por dentro era de seda y estaba confeccionado Responde ella: “Lo que vosotras hacéis lo hacía yo
con las virtudes y buenas obras de esa tan feliz alma. cuando estaba en la tierra. Brevemente: Lo que hacéis,
Los cristales significaban sus obras, los círculos de oro hacedlo unidas a aquella recta intención y amor puro
indicaban que había realizado todas sus obras por amor. con el que yo hacía todo para gloria de Dios y prove­
Las perlas se referían a las virtudes de Jesucristo que cho de todos los hombres. Por ejemplo, cuando entráis
había unido a las suyas, pues todo lo hacía en unión y al coro para adorar o cantar, pensad con qué pureza y
conformidad con las virtudes del Señor. fervor servía yo a Dios, y según vuestras posibilidades,
Al levantarse, se extiende el vestido a lo ancho, tratad de imitarme. De igual modo cuando vais a dor­
ella parece mirarle y contemplar en él su rostro. Era mir o comer, pensad con que pura intención y fervoro­
inmensamente amplio y de tal esplendor que iluminaba so amor recibía las comodidades de mi cuerpo y el uso
todo el cielo con nueva gloria. Producía tan dulce de las criaturas. Así todas vuestras cosas cederán, en mi
armonía que conmovía el cielo y todo lo que hay en él nombre, a la alabanza de mi Amante y contribuirán a
con su resonancia. vuestra misma salvación”.
La que esto contemplaba le pregunta qué es lo que Reitera ésta: “¿Qué te reporta el que alabemos a
más desearía de su comunidad. Dios por ti?”
Ella le responde: “Quiero por encima de todo que Responde ella: “Un abrazo y un beso m uy espec ial
se alabe a mi Señor. Me ha glorificado y exaltado tan que renueva todo mi gozo”.
Esta misma persona ve sal ir tres rayos del Corazón
22 Parece fuera de dudas que se refiere a santa Gertrudis, ya de Dios, y pasar por el alma de [Matilde] hacia todos
antes designada con esta expresión, en la serie de visiones que los santos. Iluminados y regocijados de modo admira­
siguen al capítulo XV, donde se cuenta la revelación hecha a
dos personas, y aparece la misma expresión: la que esto veía.
ble por estos rayos, comenzaron a alabar a Dios por ella
No deja ya la narración hasta terminar el libro. y cantaban: “Te alabamos por la encantadora belleza de
558 Libro de la Gracia Especial
559
Séptima Parte

tu esposa, por tu amorosa paciencia con ella, por la rán en él de qué espíritu son, y los tristes encontrarán
unión perfecta que la ha hecho una contigo”. consuelo en él. Esto es tan cierto para quien ame este
Contemplaba ésta cómo se regocijaba el Señor por don, como para aquella que lo recibió de Dios. Como el
estas alabanzas y le dice: “¿Por qué. Señor mío, te ale­ que recibe un regalo del rey por medio de un m ensajero,
gras tanto al ser alabado por esta alma?” el don es suyo y provechoso para s í, como si lo recibie­
Responde: “Porque durante su vida siempre deseaba ra personalmente del mismo r ey. Dios solo quie re recibir
mi alabanza por encima de todas las cosas. Conserva aún de este don, alabanza, gloria y agradecimiento”.
ese anhelo, y deseo saciarla en mi perenne alabanza”.
Capítulo XVIII
Seguridad concedida
Capítulo XVII
a quienes celebraron su funeral
Nombre y utilidad de este libro:
Mientras se * cantaba ante la sepultura el
De la Gracia Especial
Responsorio Líbrame Señor, se la vio rogar insistente­
Pregunta ésta de nuevo al alma qué gloria había mente al Señor para que todos los presentes que cele­
recibido por el don singular de la gracia. braban sus exequias, nunca experimentaran la muerte
eterna. Por ello mereció recibir de la generosa bondad
Responde: “Este don excede a toda mi gloria. El
divina la promesa de seguridad en ello. Cuando se can­
amor totalmente desbordante que hizo hombre a Dios, taba el Responsorio Desprecié el reino del mundo... ella
derramó en mí este don con su poderosa sabiduría, su misma, durante las palabras a quien vi, cantaba:
divina dulzura y generosísima bondad”. “Verdaderamente he contemplado en su divinidad a
Le pregunta si le ha gustado o molestado que se quien tantas veces contemplé en la tierra con los ojos del
haya escrito este libro. entendimiento, le amé con todas mis fuerzas; creí en él
con todo mi corazón; le quise24 con todo mi afecto”.
Responde el alma: “Es mi mayor alegría, pues
reconozco que por él alabaré a mi Dios, he cumplido su 24 “Le amé ”, "le quise ”, En latín, amavi, dilexi. Son dos verbos
voluntad, y será de provecho para los prójimos. que frecuentemente se traducen al castellano con un mismo
término, pero tienen matices distintos. “Amar” denota más
El libro se llamará Luz de la Iglesia23, los que lo lean profundidad y estabilidad. “Querer”, digamos más a flor de
serán ilustrados con la luz del conocimiento, reconoce­ piel. Por ejemplo, el amor de una madre y el quererse de una
pareja de muchachos. Estos matices observa san Juan en el
diálogo de Jesús con Pedro (Jn 21, 15-17). Las buenas tra­
23 ducciones ponen verbos distintos para señalar los matices del
No como título, sino como alabanza del mismo.
afecto en griego, latín y castellano. N. del T.
560 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 561

Vuelta a la comunidad dice: “Os ruego y amones­ ía con todo mi amor la gracia de Dios hacia vosotras.
to a todas que cantéis y proclaméis este responsorio Sigo haciendo lo mismo sin interrupción”.
con alegría, porque el Padre se regocija en él, el Hijo es
Le dice ésta [Gertrudis] “¿Qué deseas pedir a las
saludado, el Espíritu Santo se complace en él. ¿Por qué
hermanas?”
pensáis que el Señor os encarga por medio de la her­
mana Matilde25 que lo proclaméis, sino porque encuen­ Responde: “Alegraos desde lo hondo de vuestro
tra gozo incalculable al escucharlo de vosotras?” corazón en vuestro Amado, su amor hacia vosotras es
tan tiernísimo y diligente como el de una madre a su
Al cantarse de igual modo el Responsorio:
hijo único, que por su gran afecto desearía tenerlo
Levántate, virgen, se la contempló ante el Señor como
siempre en su regazo para librarlo de todo peligro. Así
una reina ricamente ataviada; se arrojaba al abrazo del Dios, vuestro amante, desea estéis siempre unidas a él,
Señor y reclinaba la cabeza sobre su corazón. que nunca os desviéis. Cuando no lo hacéis, permite
Le dice el Señor: “Mi alegría, mi encanto, todo lo que sufráis para que volváis a él de nuevo, como la
mío es tuyo según tu deseo, quiero escuchar y atender madre fiel corrige con azotes al hijo que se separa de
en sus necesidades a todos los presentes que han cele­ ella y cae, para que aprenda que en adelante no debe
brado tus exequias”. separarse más.
Como una madre goza que el niño la acaricie con
tiernas palabras, mucho más desea vuestro amante
Capítulo XIX
esposo escuchar de vosotras palabras que penetran has­
Nuestro Señor Jesucristo ama ta la médula de su Corazón.
y corrige a los suyos
¡Vamos!, entregadle todo vuestro corazón, pues él
En la fiesta de santa Catalina se la vio pasar con el será para vosotras Padre, Señor, Esposo, Amigo, todo
Señor por medio del coro y dirigir a las cantoras como en todas las cosas”.
solía hacerlo. Sorprendida la que esto veía, dice el Ella lo entendió, por inspiración divina, del modo
alma: “Cuando cantaba con vosotras en el coro con siguiente:
todas mis fuerzas, al ascender la melodía yo elevaba Es Padre, debemos fiarnos de él en todo
con ella al cielo todos vuestros deseos ante el Señor y Es nuestro Señor, pongamos en él toda nuestra
los depositaba en él; cuando descendía la melodía, atra­ esperanza.
Es Esposo, debemos amarle con todo el corazón y
25
Parece que el alma de Matilde habla aquí de sí misma. con toda el alma.
562 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 563

Es Amigo, debemos exponerle confidencialmente ca entretejida con todas las virtudes, la recibí al subir al
todas nuestras penas y necesidades, y sólo de él esperar cielo aquella magnífica reina que fue la abadesa Dña.
consuelo. Gertrudis. Que entró en el palacio celestial con gran
gloria, como reina poderosa, llena de innumerables vir­
tudes y riquezas. Pudo decirse de ella: Llegó a
Capítulo XX
Jerusalén la reina [de Saba],2* etc.
El alma feliz del conde [Encardo],
Desde hacía mucho tiempo no había entrado en el
fundador del monasterio
cielo ninguna alma tan grande, con tan magníficas vir­
En el treintenario de [Matilde], día aniversario de tudes y tan variados adornos. Esta túnica roja y verde
don Bucardo26, conde fundador del monasterio, con­ que llevo la debo también a los méritos de la menciona­
templó27 el alma del Conde en un resplandor admira­ da abadesa, ha sido confeccionada con las virtudes de
ble, llevaba túnica de púrpura, adornada con todas las sus súbditas. El rojo designa la gloria del martirio que
virtudes, por encima un manto blanco entretejido en alcanzan las religiosas con obediencia sincera. Quien
rojo y verde. En la parte roja había Icones inscritos en entrega gustoso a Dios la propia voluntad, inmola una
círculos de oro, de su corazón brotaban hermosísimas víctima más digna y preciosa que su propia cabeza.
rosas. Sobre el color verde brillaban todas las virtudes Los leones significan los arduos trabajos de la obe­
en maravilloso entretejido. Llevaba también un collar a
diencia; los círculos, las ataduras de la misma; por las
modo de brillante estrella, manto de oro rojo purísimo
rosas se manifiesta la paciencia que las religiosas
sobre fondo de plata bruñida; en su cabeza hermosa
deben tener en todas sus obras; el color verde designa
corona.
la lozanía de todas las virtudes, hermoseada de modo
La que esto veía le dice: “¿De dónde te viene tan­ admirable por el mérito de cada una de ellas. Poseo esta
ta variedad virtudes?” belleza por los méritos de cada una de las hermanas que
El alma: “No he merecido tan magnífica gracia con sirven a Dios en mi monasterio. Este collar significa el
mis virtudes, dispongo de ellas por la bondad de mi excelente deseo de dicha abadesa, que supera el res­
Dios y las virtudes de mi amada comunidad. Esta túni­ plandor de las estrellas. Como la estrella está siempre
en movimiento, su deseo suspiraba constantemente;
26 como la estrella es purísima, así era la intención de su
Bucardo I de Mansfeld. Ver parte 5a, cap. 10. Murió el día de
santa Lucía , 13 de diciembre de 1229, según narra la abade­
sa Sofia de Stolberg.
28
27 Santa Gertrudis. IR 10, 2.
564 Libro de la Gracia Especial
Séptima Parte 565
deseo. Siempre y sobre todas las cosas anhelaba la glo­
ria de Dios y la salvación de los prójimos. Al cantar los santos: Gozas de la cámara real uni­
da al Hijo de Dios, la estrecha el Señor a sí con abra­
El oro y las perlas preciosas del collar indican la zos llenos de ternura y canta con dulce melodía: Eres la
solicitud y esfuerzo de su corazón estimulado por el más hermosa entre las hijas de Jerusalén como la
deseo. El manto de oro significa el amor y conoci­ habéis visto, llena de caridad y amor hacia Dios y el
miento, y esta corona de amor me fue concedida prójimo en lo más hondo de su intimidad, es decir, en
recientemente por el Señor, debido a los méritos de la contemplación y en los jardines llenos de perfumes,
aquella sorprendente águila que ha escalado los secre­ a saber en la doctrina provechosa que infundió en los
tos celestiales”. corazones del prójimo.
“Dime te ruego, pregunta aquélla, cuál fue el gozo Todos los santos ofrecían sus méritos a Dios en
que entonces experimentaron los santos. honor de su esposa, al acercarme yo entre ellos me
Responde el alma: “La última vez que comulgó se abraza tiernísimamente el Señor y me entrega este
unió tan íntimamente a Dios que la vimos en el cielo manto de oro, signo de amor y conocimiento, en aten­
dentro del mismo Dios. Salía un rayo de la divinidad ción a los méritos de su amante, y pone en mi cabeza
que iluminó a todos los santos, por el que vimos y caí­ una corona de amor. Desde entonces tengo de manera
mos en la cuenta de todo el mérito y dignidad que aque­ permanente mayor conocimiento y amor a la adorable
lla dichosa alma iba a recibir. Así nos preparamos a Trinidad y lo conservaré eternamente.
recibirla con un gozo festivo inmenso. Pregunta ésta de nuevo: “¿Qué significa ese res­
Al salir de este mundo atrajo el Señor el alma plandor que os envuelve?”
hacia sí con su divino soplo de manera tan suave y tier­ Responde el alma: “En esta luz advierto la bondad
na que es imposible describirlo. Acudimos todos los y misericordia de mi Dios para conmigo, saboreo el
santos desde el más grande al más pequeño. Mientras inefable amor y dulzura con los que me ha amado des­
el Señor la llevaba consigo, todos los santos con de toda la eternidad”.
inmenso gozo y dulce melodía cantaban: Virgen sen­
Preguntado una vez más por ésta qué utilidad le
sata y vigilante, ¡qué feliz eres con el esposo que te
reportaba que la comunidad celebrara su aniversario en
escogió! Mientras se cantaba: ¡Qué hermosa, qué
la tierra con cantos, días de fiesta. Respondió: “Todo lo
encantadora, qué radiante estás!, sale dicha alma
que hacen por mí lo aplica mi Señor a las almas del pur­
rebosando de alegría, del Corazón divino, como espo­
gatorio, con ello salen muchísimas, me las entrega a mí
sa del tálamo, y permanece ante el trono envuelta en la
como propias, como el emperador entrega soldados a
divinidad, toda llena de Dios.
sus príncipes. Ésta será mi honra perpetua en el cielo”.
566 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte 567

Capítulo XXI manera con todos los bienes que hay en Dios. Por eso
Amor entrañable (le Dios al alma todo lo que habéis ofrecido por mí estos treinta días:
de la bienaventurada hermana Matilde oraciones, acciones de gracias, y todas las demás obras
buenas, el Señor las ha aceptado plenamente como si las
Al celebrarse el treintenario29, contempló de nuevo hubierais ofrecido a él personalmente. Escuchó vuestras
esta persona30 31 el alma de Matilde, de feliz recuerdo, y oraciones según el beneplácito de su benignísima
le pregunta sobre su gloria. voluntad. Aún más, sabed que escuchará todo lo que
Le contesta el alma; pidáis con fe y devoción en el sepulcro de mi hermana
Ni ojo vio, ni oido oyó, ni ha podido comprender antes mencionada33. Si lo que pedís no os conviene, la
corazón alguno^ mis méritos y mi gloria. Al oírlo ésta, clementísima generosidad de Dios lo conmutará por
comenzó a entristecerse. El alma la consolaba con estas otra cosa mejor y más provechosa para vosotras.
palabras: “No te entristezcas, carísima hermana, cuan­ Le pregunta ésta: “¿Las almas de todos los elegi­
do el niño desea que su padre le abrace, y dada su dos tienen esa dichosísima unión con Dios de que me
pequeñez no puede alcanzar sus brazos, el mismo padre has hablado?”
se inclina hacia el niño, movido por su excesivo afecto
y compasión, para poder ser abrazado y besado por él32. Responde el alma: “Efectivamente, pero de modo
De este modo se inclina condescendiente el bondadoso distinto conforme a lo que merecieron en este mundo:
Señor hacia el alma amante, y le manifiesta las cosas unas superan a otras en liberalidad, otras, en conoci­
invisibles e inefables de los secretos divinos por medio miento y así en cada una”.
de semejanzas.
Yo he sido introducida en la divinidad y unida tan Capítulo XXII
felicísimamente a ella que, en cierto modo, he sido
Esta alma se asemeja en cierto modo a
hecha omnipotente por el Omnipotente, sabia por la
la bienaventurada Virgen María en sus virtudes
Sabiduría, buena por la Benignidad, enriquecida de esta
La gloriosa Virgen María se le apareció durante la
29 Conmemoración a los treinta días de su muerte. Misa y le preguntó si esta dichosa alma era en algo
30 Gertrudis la Magna. semejante a ella.
31 Cf. 1Co2,9.
32 El ejemplo del padre y el niño que aquí se propone, recuerda
un rasgo familiar a Gertrudis en sus Revelaciones. Véase, por
ejemplo El Heraldo del amor divino, lib. II, cap. 18. 33 La abadesa Gertrudis.
568 Libro de la Gracia Especial Séptima Parte_________ 569

Le responde la bondadosa Virgen María: “Sí, se todos los santos de su flujo con especial deleite,
parece mucho a mí en todas las virtudes, pero de modo bendicen al Señor por ella.
especial en siete: - En séptimo lugar se asemeja a la Virgen en su
- Se distinguió en la humildad. Se tenía por nada y unión íntima y familiar con Dios, y merece la
no se prefería a nadie. Por eso el Señor la elevó singular prerrogativa que el Señor escuche a
a la compañía de los más grandes santos. todos los que adoran a Dios con el mutuo amor
que Dios y ella se aman.
- En segundo lugar, por la pureza, limpieza de
corazón e inocencia de vida. Ahora es asociada a Añadió la Virgen: Desde el día que Dios se llevó a
los que están cerca de Dios y sobresalen en su vuestra Madre34, que amabais como a vuestra misma
alma, os encomendó a mí con aquel amor y fidelidad
conocimiento.
que la impulsó a elegirme por Madre. Por eso toda mi
- En tercer lugar, por su amor fiel. De este modo solicitud consiste en adornaros como conviene a espo­
todo el bien que afecta al alma, ella lo capta con sas de mi Hijo. Al haberos arrebatado la que era vues­
especial sensibilidad, como es el gozo, la alegría, tro consuelo, El mismo se os entregó con todo su ser
el honor y la felicidad. como consolador vuestro.
- En cuarto lugar, por su deseo de la gloria de
Dios. Por ello buscó y promovió en cuanto pudo Bendito sea Él por los siglos de los siglos.
la alabanza divina en la tierra. Así fue colocada Amén
entre los que encuentran su máximo gozo ala­
bando a Dios. Toda alabanza o acción de gracias
que se ofrece por ella el Señor la cuenta como
ofrecida a sí mismo. Es más, quiere dar pleno
cumplimiento a todos sus deseos no cumplidos.
- En quinto lugar se asemeja a la Virgen por la
misericordia y compasión. Así recibió la distin­
ción de poder ayudar en sus necesidades a todos
los que la invocan.
- En sexto lugar, por su benignidad y gratitud. Por
ello Dios la llena como manantial. Inundados 34
La abadesa Gertrudis de Hackebom.
Indice Bíblico

* El número romano indica el libro, el arábigo remite al


capitulo, y la letra al párrago del mismo capítulo

ANTIGUO TESTAMENTO

Génesis I Reyes
1,3 II, 20 10,2 VII, 20
49, 11. 1,6 II Reyes
Éxodo 2, 15 V, 26
3, 19 I, 22c Tobías
12, 7, 13 I, 16 12, 7 VII, 7
Números II Macabeos
11,25-26 V, 26 15, 14 V, 1
Deuteronomio Job
4, 24 VII, 4 9, 28 III, 45
32, 4 III, 8 19, 25 V, 27
I Samuel 30, 29 I, 20b
15, 22 II, 42 Salmos
18, 1 I, 23 11, 6 III, 35
572 Libro de la Gracia Especial Índice Bíblico 573

17,26 I, 37 81, 6 I, 22 2, 13. 14 1,3 48, 1 V, 30


18,6 1,4 81, 6 III, 50 2, 136. 14c I, 13 Isaías
18,6 I, 34 84, 2 I, 12 2, 10. 13 II, 1 1,5 I, 226
18, 6 I, 41 85, 11 II, 22 3,4 I, 13 1,6 I, 186
18, 11 II, 18 87, 17 I, 9¿z 3, 11 IV, 59<? 1,6 II, 11
20,4 Cap. previo 88, 15 V, 6 4, 8 II, 1 6, 1 1,9
20,4 I, 28 100, 2 II, 21 4, 8 II, 36 6,3 I, 19
21,7 II, 27 101, 18 1,7 4, 13 II, 22 11, 2. 3 I, 20
21,7 IV, 27 103,15 II, 18 5, 1 IV, 1 11, 5 I, 1
29.2 I, 18c 116, 1 I, 32 5, 2 II, 1 66, 11-12 I, 34
32.2 II, 35 116, 1 III, 18 5,6 VI, 8 Jeremías
33.9 III, 25 116, 1 VI, 7 7,2 II, 36 9, 1 IV, 13
33,6 1,8 118, 1 V, 18 8, 13 II, 22 29, 11 III, 39
35.9 I, 30 118, 99. 100V, 30 Sabiduría 33, 3 III, 49
39, 11 IV, 40 118, 130 V, 24 1, 7 I, 23 Ezequiel
41, 2 I, 36 118, 131 II, 18 6, 20 I, 25 18, 21. 22 IV, 30
41, 5 V, 8 119, 6 II, 21 6, 20 I, 31 Daniel
44.3 1,8 129, 3 VII, 1 8, 3 V, 17 3,56 IV, 24
44, 3 I, 1 148, 4 II, 18 8, 8 IV, 32 12,4 V, 30
44, 3 I, 5a 150, 4 I, 31 Eclesiástico (Sirácida) Joel
44, 3 H, 4 150, 5 VI, 8 6, 32 I, 28 3, 18 I, 14
44, 8 III, 36 Proverbios 15, 5 I, 28 Amos
44, 11 II, 42 8, 30 I, 29 24, 8 II, 35 9, 13 I, 14
44, 12 I, 32 8, 31 I, 30 24, 26 1,7
44, 15 I, H 8, 31 III, 2
46, 7-8 I, 27 8, 31 III, 28
50, 3 1,5 8, 31 V, 29 NUEVO TESTAMENTO
54, 23 I, 15 Cantar de los Cantares
Mateo 3, 17 I, 8
64, 2 III, 1 1,2 I, 35
III, 25 3, 11 1,8 10.27 VII, 7
67, 3 I, 1 1,3
71, 10 2, 10 I, 32 3, 14 1,8 11.28 1,8
I, 23
574 Libro de la Gracia Especial
Índice Bíblico 575
12, 50 I, H 2, 19 I, 39
14, 3 I, 196 13, 7 Pról
5, 8 1,8 2, 35 I, 12 15, 5 III, 27 13, 12 IV, 22
7,2 1,8 2, 46 I, 9a
15, 9 I, 21 15, 9 I, 18a
11, 28 1,7 4, 44 I, 5d
15, 12 1,8 15, 28 V, 21
11, 28 1,8 7, 48. 50 1,3
16, 28 I, 21 II Corintios
13,44 III, 41 7, 48. 50 I, 25
17, 11 II, 26 6, 16 I, 30
16, 24 I, 34 7, 50 I, 25
17, 17 II, 26 6, 16 IV, 16
18, 7 1,8 9, 59 IV, 44
17, 19 III, 31 Gálatas
18, 22 V, 14 10, 27 I, 30
17, 24 I, 19c 5, 22 11,2
20, 28 III, 30 14, 27 1,8
18, 4 III, 31 Efesios
21, 23 IV, 8 19, 41 1,21
19, 25 V, 29 4, 10 I, 20
22, 12 III, 38 21, 27 IV, 57
19, 30 VI, 5 Filipenses
22, 37 I, 30 22, 15 III, 46
19, 34 I, 18 2, 8 I, 186
24, 35 VII, 3 22, 15 IV, 596
20, 1 1,33 2,8 V, 15
25, 20 V, 24 22, 19 III, 24
20, 17 I, 1 2,9 I, 16
25, 21 II, 17 22, 28-30 IV, 1
20, 22 I, 19/ 2, 10 I, 16
25,34 1,3 23, 31 I, 15
21, 7 I, 6a 1,23 I, 12
25, 34 VII, 11 23, 46 I, 19e
21, 15 IV, 60 Colosenses
28, 18 I, 20 24, 29 I, 19c
21, 15-17 VII, 18 2, 10 I, 30
Marcos 24, 50 I, 20a
Hechos de los Apóstoles 2,9 I, 5c
10, 45 IV, 59 Juan
7, 54 11,21 2,9 I, 196
12, 30 I, 30 1, 1 I, 6a
I Corintios 3, 5 III, 37
Lucas 1, 14 IV, 8
1,28 III, 7 I Timoteo
1, 26 I, 1 1, 9 II, 35
2,9 VII, 21 2,5 I, 19c
1, 28 I, 12 1, 50 I, 20
6, 17 I, 1 Hebreos
1, 38 I, 1 5, 17 II, 40
6, 17 23 1,3 I, 56
1, 39 II, 6 6, 3 1. 32 I, 13
6, 17 11, 17 4, 12 III, 19
1,47 Cap. previo 8, 12 1,8
6, 17 IV, 13 4, 13 III, 7
2, 1 1,5 11, 15 1,21
6, 20 I, 196 11, 6 I, 35
2,4 I, 5d 12, 32 III, 25
11, 3 III, 6 13,9 V, 24
2, 14 I, 19 12, 34 I, 18
13, 1 IV, 59c
576 Libro de la Gracia Especial

Santiago Apocalipsis
5, 16 IV, 13 7, 17 I, 13
I Pedro 19, 5 I, 1
1, 12 I, 10 21, 2 III, 47
1, 12 I, 13 22, 1. 2 II, 2
1, 12 I, 18 22, 4 I, 30
I Juan
4,9 I, 20 Indice Materias
4, 16 IV, 23

* Los números romanos indican el libro, los árabes el capí­


tulo: si lleva letras son divisiones dentro del capitulo. Por
ejemplo: I, 19b, = parte primera, capítulo 19, apartado, b.

Alabanza: Pide a Dios convertirla en alabanza; Dios se


alaba a sí mismo 1,1; todas las criaturas alaban a su
Creador 1,1.
Alma: efectos del bautismo en el alma, cap. previo;
Dios pone sus manos en las del alma 1,1; el a. se
incorpora a Cristo derretida en amor divino, se
hace una sola cosa con su Amado ibd; dice Dios al
alma: Me entrego yo mismo a tu alma... tú en mí y
yo en ti; como el amigo hace al amigo partícipe de
sus bienes, eso hace Dios al alma que, íntimamen­
te unida al Amado, goza en él y con él. I, 13; I, 18a;
11,1; II, 24; el a. en el Corazón del Señor y el
Corazón del Señor en el a. “Quédate conmigo para
estar yo contigo” 1,19b; Dios se une al a. como
padre, amigo, esposo, compañero, 1,19e; funde su
578 Libro de la Gracia Especial Índice Materias 579

corazón en el Corazón de Dios, 1,19// 11,5. 31.34; que sufren, la Iglesia, IV,60; amor y celo por todos
corazón traspasado por un dardo místico, 11,25; el, los hombres, VII, 5.
a. del justo es viña del Señor, 1 22¿>; Dios fuente
Ángeles: El justo asistido por los nueve coros angéli­
viva y gozo del a. I, 24; la Virgen acerca y entrega
cos, II, 22.
al a. el Corazón de su Hijo, 1.46; las heridas de
Jesús purifican y alegran al a.11,1; 11,2; Jesús espo­ Arrepentimiento: lleva a la unión con Dios, 1,3; fruto
so la abraza, ll,4;el a. premio del Señor, 11,8; el a. de los gemidos, IV, 30.
virgen en el Corazón de Dios, 11,36; las almas ves­ Biografía, datos: colmada de bendiciones divinas des­
tidas en el cielo con túnica blanca, IV, 2; donación de su infancia, cap. previo; su alma templo de Dios
mutua entre el alma y Cristo, IV, 27; Dios se revis­ que mora en ella desde el seno materno, ibd; entra
te del alma, IV,30; unión del alma con Jesucristo, en el monasterio a los 7 años, ibd.; se enciende
IV, 33. 36; Dios esposo se entrega al alma y espe­ pronto en el amor de Dios, ibd; practica las virtu­
ra reciprocidad, IV 59, a, b, c. des, se compadece y consuela a los atribulados,
Amante, Amado: se reclina en su regazo con muestras ama y es amada por todos, ibd.; familiaridad con
de gran amor 1,1; queda dichosamente unida a Dios desde joven, ibd.; dotada de ciencia, conoci­
Dios, ibd; el Señor la levanta y la reclina tierna­ miento y hermosa voz, ibd.; probada con frecuentes
mente en su regazo, 1,13; el Amado hace suyos los enfermedades, ibd.; deseaba la unión permanente
deseos del alma, III, 9; hecha un espíritu con con el Amado, ibd.; estando enferma muere su her­
mana, la abadesa, II, 26; no puede seguir a la comu­
éI,VII,l 1 (expresión frecuente a lo largo del libro);
nidad por estar enferma, acepta las atenciones que
Dios ama a Matilde, Vil, 21.
le hacen por amor de Dios, III, 45; vida religiosa
Amor: suple todas las negligencias, II, 14; es como ejemplar, IV, 4. 6; elogio a Matilde, dolor por su
una madre, 11,16: se hace una sola cosa con el muerte, IV, IV, 13; oración por las novicias, ejem-
Amado, II, 17; el traje de bodas, III, 38; el hombre plaridad de éstas, IV, 16. 17; Carta a una amiga
prenda de Dios, III, 37; el a. une con Dios y sus suya, IV; 59; intercede por todos, V, 1; VII, 14.15;
virtudes, 11,18; tú en mí, yo en ti,1,1; queda dicho­ ve a su hermana Gertrudis, V, 1.2; ve el alma de
samente unida a Dios. Ibd. Jesucristo considera Matilde de Magdeburgo, V, 3; su muerte y entrada
hecho a él lo que se hace a los demás, II, 41; un en el cielo, V, 6; y el alma de la reclusa Isentrudis,
solo espíritu con el Amado, III, 4; hacerse un solo V,4; el alma de la monja Berta, V, 5; entrada de
corazón con el Señor, III, 27; el Señor pide tres varios hermanos en el cielo, V,8.9.10.11.12.15; ras­
pruebas de amor y le confía a Matilde los niños, los gos de Matilde: ejemplar y grata a Dios, V, 26.30;
580 Libro de la Gracia Especial Índice Materias 581

larga agonía de Matilde, VII, 1.2.3.4.5.6.7.8.9.10; espíritu, III, 29; unida en el sueño al divino
sus funerales, VII, 12.14.18. Corazón, III, 34; corazón manso y comprensivo,
Confesión: dispone para la eucaristía y la unión con III, 39; Dios descansa en el corazón del hombre III,
Dios, 11,14; el alma que mancha su imagen de Dios 40; el Señor reúne a la comunidad y la alimenta
debe lavarla en la confesión para comulgar, III, 21. con su Corazón divino; los hombres espirituales
Corazón: del corazón de Dios sale una flauta de ala­ hacen sufrir al Corazón divino IV, 1; buscar cuan­
banza, 1,1; Dios une su corazón al del alma, en la to se desee en el Corazón de Dios, IV, 28; Dios
comunión el Señor le entrega su Corazón divino, desea el corazón del hombre, IV, 54.
ella ofrece a los santos la bebida vivificante de ese Enfermedad: como túnica agujereada, no percibe la
Corazón, ibd; 11,19; cualidades del corazón de la dicha que oculta, 11,12; la e. presagio de sufrimien­
Virgen, 1,2; cuatro latidos del Corazón de Cristo: tos y consuelos, 11,26; curada de una e., II, 30;
Hoy brillará una luz, I,5c; Efectos de cinco besos enferma de adviento hasta Pascua, con voz tan
al Corazón de Dios, 1,22c; que se abre a todos, II, débil que apenas se percibía lo que decía, II, 31 ;E1
23; cómo debe el hombre ofrecer su corazón a Corazón de Dios la abraza en la enfermedad, II,
Dios, 1,23; cinco maneras de entregar el corazón a 32; el Señor le regala sus sentidos para mantener el
Señor, I, 23; cómo hierve el amor en el Corazón de recuerdo de Dios, 11,34; Jesucristo une sus dolores
Jesús, 11,7; tres pulsaciones del Corazón divino: a los de su pasión, II, 39; desánimo en la enferme­
ven, entra, lecho nupcial, 11,20; descanso en el dad, Jesucristo atiende el gemido del pobre, III, 35.
Corazón de Dios, II, 27; ilumina como lámpara a 36; frecuentemente enferma, IV, 9. 13; Se entriste­
los elegidos, 11,21; intimidad con Dios, 11,22; ce al no poder comulgar por estar enferma, intimi­
111,10; la fuente de la misericordia, II, 28 y 29; el dad con el Corazón divino, IV, 13; el que está tris­
Corazón de Dios acoge todos los sufrimientos te confíe en el Señor, ofrézcale sus penas y su cora­
humanos, II, 36; se inclina benigno hacia el hom­ zón, IV, 25.26.
bre, III, 2; actúa en el corazón bien dispuesto, III, Eucaristía, comunión: Al acercarse a la comunión
12 y 13; el Corazón fuente de todo bien, III, 8; oyó: tú en mí, yo en ti 1,1; la comunión enciende en
ofrenda de todo el ser a Dios, III, 17; buscar a Dios los corazones de las que comulgan el ardor de la
a través de la experiencia de los cinco sentidos, III, caridad, los ilumina como lámparas 1,4; por la
44. 48; reparación de las negligencias, III, 1 8; el comunión descansan en el mismo lecho el Amado
corazón humano como un cofre con tres comparti­ y sus amantes, que se unen a Dios de modo inefa­
mientos, III, 28; unión de corazones en un solo ble, 1,13; requisitos para acercarse a la comunión.
582 Libro de la Gracia Especial Índice Materias 583

1,196; cinco ejercicios que debe practicar quien de los dones de los Magos, 1,8; intimidad en el de­
comulga, 1,266; el Señor viene al alma de siete sierto cuaresmal, II, 26; en la fiesta de santa Inés
maneras en la misa, III, 18; cómo participar en la comprende que Dios hace a todos los santos partí­
misa, III, 19; prepararse para la comunión, 111,22;
cipes de lo que obró en cada uno, 1,11; en la fiesta
disposiciones para comulgar, III, 24; comulgar con
de la Presentación la Virgen ofrece a su Hijo como
grandes deseos, siete piedras preciosas que han de
hostia que haría gratas todas las ofrendas desde la
adornar al que comulga, III, 23; perfumes que
creación del mundo. Siempre que estrechaba al
exhala el alma que comulga, III, 25; comulgar con
Hijo en su regazo le venía el recuerdo: Una espada
frecuencia, III, 26; invitación a la comunidad a la
traspasará tu alma, 1,11; alaba al Señor por los cin­
comunión frecuente, IV, 1; experiencias de Dios
co gozos que experimentó en la resurrección, I,
mientras comulga la comunidad, IV, 3. 4. 9; Jesús
19c; experiencia el día de la Ascensión, 1,20; triple
se entrega al alma por la comunión, IV 46; invita­
ación del Espíritu Santo en los apóstoles el día de
ción a los tímidos, IV, 47-48.
Pentecostés y en el alma que lo desee, I, 22; santa
Fiestas y celebraciones litúrgicas: Anunciación del Ma. Magdalena: cinco heridas de su corazón, puede
Señor, lamenta sus pecados y teme el juicio de obtener el perdón a cuantos la invocan, I,25;en la
Dios, Jesús la limpia I, 1; los coros angélicos en la fiesta de san Bernardo, 1,28; en la fiesta de san
Anunciación de la Virgen 1,1 a; segundo domingo Miguel: cómo se unen los hombres a los coros
de Adviento: cuatro formas de escuchar la voz del
angélicos, 1,30; Viernes Santo, el alma sepulcro del
Señor 1,3; sábado de témporas de Adviento: con­ Señor para ser su vida, amor, esperanza y fortaleza
templar el rostro del Señor como la imagen del sol
11,19; los santos interceden por la comunidad, IV, 8.
que tiene tres propiedades: calienta, hace producir
frutos, ilumina, Inexperiencia en la vigilia y la Joven: Jesús se presenta en forma de un joven 1,1; 1,4;
noche del nacimiento del Señor, I,5a; experiencia 1,6; 9; 30; II, 6; 11,13; III, 1; IV,44; IV,59a; V,17;
durante la misa de media noche el día de Navidad: VI,3; VI, 9 dos veces.
El Señor me ha dicho, I,5b; Diálogo en el Libro: no escrito por Matilde sino por hermanas de
Nacimiento de Cristo, I,5d; en Ja fiesta de san Juan comunidad confidentes suyas (Gertrudis la
apóstol y evangelista, 1,6; doce privilegios de san Magna). Hacen reflexiones sobre las experiencias
Juan evangelista, I,6a; San Juan y la Virgen I,6b; de Matilde, 1,1; autoridad del libro, II, 42. 43; tes­
bendición a las hermanas en la Circuncisión del timonio de la verdad de este libro escrito por dos
Señor, qué es circuncidar el corazón, 1,7; en la personas, V, 23.24 (ver 11,42; VI, 1; VII, 1.17.21.
Epifanía del Señor, dones del bautismo y símbolo 25.26.30.31.
584 Libro de la Gracia Especial Índice Materias 585

Oficio divino: Oficio divino unido a la Pasión del pecadores, IV, 55; el Señor concede a Matilde cien
Señor, III, 29; tres actitudes en el Oficio, cómo pecadores, IV, 57; amor redentor, V,28.
reparar las negligencias, III, 31. 32.
Purgatorio: Las almas del purgatorio y el gusano de
Ojos: El Señor aproxima sus ojos a los del alma y le la conciencia, V, 17.19.20.
otorga su mirada 1,1.
Rostro del Señor: cuatro rayos que salen de su rostro
Oración: cuatro formas de oración de intercesión, III, 47. iluminan a los hombres, I,10b; cuarenta días con
Pasión de Jesucristo: la firmeza de su pasión fortale­ Jesús en un monte que tiene siete gradas con siete
ce y da constancia y perseverancia a los mártires, fuentes que purifican el alma, 1,13; el Señor seme­
I, 4; da fortaleza para recorrer sus caminos, 1,4; jante a una abeja, IV, 3; el Señor padre, madre, her­
mano, hermana, del hombre, IV,50; Jesucristo ama
Cristo suple las carencias de los hombres, 1,9; apla­
y corrige a los suyos como padre, señor, esposo,
ca la ira del Padre, I,9a; Jesucristo bajo la imagen
amigo, VII, 19.
del monte y los árboles, a su cobijo florecen las
virtudes de los santos, 1,10; cinco maneras de ala­ Suplencia, “supletio” tema, enseñanza común en las
bar al Señor en la Pasión, 1,15; El nombre del tres místicas de Helfta: Dios, Jesucristo suple,
Señor es Salvador, 1,16; tres retoños del árbol de la “completa” lo que falta de mérito, de virtud en el
alma, en su servidora, 1,1; Jesucristo suple los
cruz, 1,17; largo diálogo con Jesucristo el Viernes
defectos del alma, 1,31; el amor suple todas las
Santo, 1,18; todos los coros angélicos y los patriar­
negligencias, 11,14; el Señor suple las carencias del
cas, profetas, apóstoles y santos llevan al alma a
hombre, III, 14; Cristo suple lo que falta al hom­
juicio ante Dios por sus infidelidades el Viernes
bre, IV, 23.
Santo, Jesucristo responde por ella ante el Padre, el
alma acompaña a Jesús en las horas de la Pasión,
Virgen María: está a la derecha de su Hijo 1,1; conci­
bió por su humildad para ser Madre de Dios y de
1,18¿>; recuerdo de la Pasión los viernes del año, 1,
los hombres 1,1; saluda a la Virgen en Adviento,
18c; Las lágrimas del Señor, 1,21; siete anillos y
siete virtudes del corazón de la Virgen 1,2; 1,2;
siete dones de la pasión del Señor, III, 1; alabanza
Matilde pide a la Virgen que ruegue por la comu­
a los miembros de Cristo, 111, 6; sus miembros ilu­ nidad y alabe a su Hijo en nombre de la misma. La
minan la debilidad de los nuestros, 111,15; vivir las Virgen lo hace, 1,12; siete virtudes de la Virgen
Horas del oficio en unión con las horas de la como siete doncellas que la sirven, 1,36; hacer lo
Pasión del Señor, III, 29; las llagas del Señor, refri­ que dice la Virgen para alcanzar la verdadera san­
gerio del alma, IV, 37; Jesucristo intercede por los tidad, 1,37; coronas de la Virgen, 1,38; siete
586 Libro de la Gracia Especial Índice Materias_____________________________________ 587

momentos en los que la Virgen ayudó a los hom­ Tentación: purifica y santifica, 11,14; el hombre ofre­
bres, 1,39; sentido del Ave María, 1,42; cinco cerá su corazón a Dios en las pruebas, IV, 26.
Avemarias antes de la comunión,1,42; tres
Trinidad: alabanza a la Trinidad, III, 3. 4; del trono de
Avemarias para alcanzar una buena muerte, I, 47;
la Santísima Trinidad fluyen cuatro arroyuelos que
saluda a la Santísima Virgen en unión con todos los
llenan de felicidad a los santos, I, 13; gratitud del
órdenes angélicos, los distintos órdenes de los san­
hombre a los dones de Dios, III, 5; acción de la
tos y toda la creación, 1,44; Jesucristo encomienda
santísima Trinidad en las almas por los méritos de
Matilde a su Madre, V, 29; la Virgen cuida solícita Matilde, VII, 9.
de las hermanas de la comunidad. Vil,22.
Virtudes y vicios: vencer los vicios con las virtudes,
II, 21; combatir la tibieza y el sueño, III, 20; supe­
rar en Dios todo lo que desagrada, III, 42; el cuer­
po guarda el tesoro de la gracia divina, cuidarlo y
respetarlo, III, 49; jardín y árboles de las virtudes,
III, 51; cuidar los sentidos para guardarla pureza,
III, 52; frutos de la obediencia, IV, 18; El Señor
honra al que controla sus sentidos, IV, 21; utilidad
de las lágrimas, IV, 38; alegría de Jesucristo por la
conversión del pecador, 45. 53. 55-58; lo que se
hace a los demás por amor de Dios, se hace al mis­
mo Dios, IV, 49; ofrecer a Dios los enemigos, IV,
51; Dios quiere que los pecadores se conviertan,
IV, 53.
Voluntad de Dios: Vivir conforme a la voluntad de
Dios, comportarse con él como niño, esposa, ami­
go, IV, 31-32; tres caminos del Señor, IV, 36; Dios
acepta la buena voluntad como hecho ya consuma­
do, IV, 52; el padrenuestro “fuente de vida”,
comentario, V, 18; Dios actúa en los sentidos del
hombre, V, 21.
Indice

Introducción....................................................................................... 7
Bibliografía...................................................................................... 35
Prólogo .......................................................................................... 38

LIBRO PRIMERO
Capítulo previo. Nacimiento, vocación
y cualidades excepcionales de la virgen Matilde ............. 43
Capítulo I. Anunciación de la bienaventurada Virgen María.
El Corazón del señor y su alabanza ................................. 46
Capítulo II. Saluda a la bienaventurada Virgen María ................. 52
Capítulo III. Cuádruple voz de Dios.............................................. 53
Capitulo IV. Contemplar el rostro del Señor ................................ 54
Capítulo V. En la Vigilia del Nacimiento del Señor..................... 57
Capítulo VI. San Juan Apóstol y evangelista ............................... 66
Capítulo Vil. Reza por la comunidad. Circuncisión espiritual 71
Capítulo VIII. Cinco puertas y el Bautismo del Señor.................. 73
Capítulo IX. Cómo suple Cristo la debilidad del alma.................. 77
Capítulo X. Veneración de la Imagen de Jesucristo.
La Cena del Señor ............................................................ 80
Capítulo XI. Cómo pueden los santos hacer partícipes de sus
bienes a sus devotos como si les fueran propios .............. 84

'/ Capítulo XII. Purificación de la bienaventurada Virgen María.


Santa Ana .......................................................................... 89
Capítulo XIII. El monte. Siete gradas y siete fuentes.
El trono de Dios y el de la bienaventurada Virgen...... 93
Capítulo XIV. El Señor sirve al alma .......................................... 102
Capítulo XV. Cinco maneras de alabar a Dios ............................ 103
590 Libro de la Gracia Especial Índice General 591

Capítulo XVI. El nombre del Señor y sus sagradas llagas ................. 105 Capítulo XLV1. Saludo a la Virgen ................................................ 220
Capítulo XVII. El árbol de la Cruz ..................................................... 107 Capítulo XLVII. Rezo de tres Avemarias para obtener la
Capítulo XVIII. Pasión de nuestro Señor Jesucristo .......................... 109 presencia de la gloriosa Virgen María al final de la vida 222
Capítulo XIX. Resurrección y glorificación de Jesucristo ................. 123
Capítulo XX. Dios Padre recibe a su Hijo el día de la Ascensión 138
Capítulo XXI. Llanto y lagrimas del amor del Señor ........................ 146 LIBRO SEGUNDO
Capítulo XXII. Triple acción del Espíritu Santo en los apóstoles Capítulo I. Dios invita al alma ....................................................... 225
y en el alma que lo desea ....................................................... 148 Capítulo II. La Iglesia. Viña del Señor. Cuádruple oración .... 227
Capítulo XXIII. Más sobre el amor. El hombre debe ofrecer Capítulo III. Cómo viene Dios al alma .......................................... 231
su corazón a Dios .................................................................. 154 Capítulo IV. El abrazo del Señor ................................................... 232
Capítulo XXIV. Dios fuente viva y gozo del alma ........................... 158 Capítulo V. El Señor le ayuda a leer .............................................. 232
Capítulo XXV. Heridas de santa María Magdalena ......................... 161 Capítulo VI. El Señor le despierta suavemente una mañana ... 233
Capítulo XXVI. Gloriosa Asunción de la bienaventurada Capítulo VII. Corridas y trabajos del Señor .................................. 233
Virgen María ......................................................................... 164
Capítulo VIII. Beso del Señor ....................................................... 234
Capítulo XXVII. Misa y procesión celebradas por nuestro Capítulo IX. Se le aparece el Señor .............................................. 235
Señor Jesucristo .................................................................... 173 Capítulo X. Contempla al Señor a semejanza de un diácono .. 236
Capítulo XXVIII. San Bernardo, abad .............................................. 176 Capítulo XI. El azote del Señor .................................................... 237
Capítulo XXIX. Nacimiento de la gloriosa Virgen María ................ 178 Capítulo XII. Cómo fue consolada en la tentación ....................... 237
Capítulo XXX. Los ángeles. Cóm o se asocian los hombres a ellos 182 Capítulo XIII. El Señor alienta al alma angustiada ...................... 238
Capítulo XXXI. Festividad de Todos los Santos. Capítulo XIV. Deseo de confesarse .............................................. 239
Jesús suple todos los defectos del alma ................................ 186 Capítulo XV. El amor suple todas las negligencias ..................... 241
Capítulo XXXII. Santa catalina y su gloria ...................................... 194 Capítulo XVI. El Señor le concede el Amor como una madre 241
Capítulo XXXIII. El más pequeño de los santos. Bondad de Dios 195 Capítulo XVII. Hacerse una sola cosa con el Amado. El amor 243
Capítulo XXXIV. San Bartolomé .................................................... 197 Capítulo XVIII. Dios adorna al alma con sus virtudes ................ 245
Capítulo XXXV. Dedicación de la iglesia ....................................... 200 Capítulo XIX. El Señor la sepultó el Viernes Santo
Tratado sobre la bienaventurada Virgen María .................................. 203 dentro de sí mismo ......................................................... 249
Capítulo XXXVI. La bienaventurada Virgen y sus siete doncellas 203 Capítulo XX. Jesucristo alaba al Padre por ella .......................... 251
Capítulo XXXVII. Manera de alcanzar el hombre Capítulo XXI. Contempla el Corazón del Señor
la verdadera santidad ........................................................... 205 bajo la forma de una lámpara ......................................... 253
Capítulo XXXVIII. Coronas de la Santísima Virgen ...................... 208 Capítulo XXII. La zarza, la vara de la justicia
Capítulo XXXIX. Rayos que salen del Corazón y los nueve coros de los ángeles .................................... 257
de la Santísima Virgen María .............................................. 209 Capítulo XX11I. La comida del Señor ......................... ■■■■■ 262
Capítulo XL. Los ángeles presentan a Santa María el alma Capítulo XXIV. El alma pone su nido en el Corazón de Cristo 264
(de Matilde) ......................................................................... 211 Capítulo XXV. La Cruz y el vestido de seda del Señor ............... 265
Capítulo XLI. Gozos de la bienaventurada Virgen María ............... 212 Capítulo XXVI. Múltiples sufrimientos ...................................... 267
Capítulo XLII. El mejor modo de saludar a María es rezar Capítulo XXVII. El Señor promete a Matilde revestirla
el Ave María ........................................................................ 213 de sí mismo ..................................................................
Capítulo XLI11. Rezar cinco Avemarias antes de la comunión 215 Capítulo XXVIII. Los ángeles dan de beber a todos los sa ntos
Capítulo XLIV. Fidelidad de la gloriosa Virgen María ................... 216 de la fuente de la misericordia ........................................ 273
Capítulo XLV. Saludo a la Santísima Virgen con toda la creación 217 Capítulo XXIX. La fuente de la misericordia ............................... 274
592 Libro de la Gracia Especial Índice General 593

Capítulo XXX. El Señor cura su enfermedad 275 Capítulo XIII. Triple enseñanza buena y provechosa 320
Capítulo XXXI. Poder del amor 276 Capítulo XIV. El hombre debe vivir en sí la vida de Jesucristo 321
Capítulo XXXII. El abrazo y el Corazón del Señor 278 Capítulo XV. Los miembros de Cristo nos iluminan como espejos 323
Capítulo XXXIII. Matilde presenta su corazón a Dios Capítulo XVI. El hombre debe vivir según el beneplácito divino 325
para que ponga en él su morada 278 Capítulo XVII. El hombre debe saludar al Corazón divino,
Capítulo XXXIV. Dios comunica sus sentidos al alma ofrecerle su corazón y confiarle sus sentidas 327
para que haga uso de ellos 279 Capítulo XVIII. El hombre debe reparar sus descuidos.
Capítulo XXXV. Dios llama al alma hacia si. El Señor viene de siete maneras en la Misa 330
Las diez cuerdas del amor y del salterio 281 Capítulo XIX. Inmenso bien de participar en la Misa 332
Capítulo XXXVI. El hombre debe confiar a Dios Capítulo XX. Se debe combatir la tristeza y el sueño 334
sus sufrimientos. Bondad del Corazón de Dios. Capítulo XXI. Examinar el estado del alma
Cómo acoge Dios a las vírgenes 285 cuando se va a comulgar 336
Capítulo XXXVII. Quienes son las vírgenes puras y auténticas 288 Capítulo XXII. Cómo prepararse para recibir la Comunión ... 338
Capítulo XXXVIII. Las arras de las vírgenes 289 Capítulo XXIII. Acercarse a la comunión con grandes deseos 339
Capítulo XXXIX. Cristo se reviste con los padecimientos Capítulo XXIV. Disposiciones para comulgar 340
del alma y los ofrece al Padre unidos a su Pasión 290 Capítulo XXV. Tres perfumes del alma 342
Capítulo XL. Cómo actúa Dios en el alma 291 Capítulo XXVI. Es bueno comulgar con frecuencia 343
Capítulo XLI. Jesucristo acepta como hecho a sí mismo Capítulo XXVII. Unión del corazón del hombre
todo el bien que se hace a Matilde 292 con el Corazón de Dios 344
Capítulo XLII. El trono de Dios. Los nueve coros de los ángeles. Capítulo XXVIII. El cofre con tres compartimientos
Cuatro besos 293 es el corazón humano 345
Capítulo XLIII. Título y utilidad de este libro 297 Capítulo XXIX. Las siete Horas canónicas 348
Capítulo XXX. Tres cosas para meditar durante el rezo
de las Horas 350
LIBRO TERCERO
Capítulo XXXI. Cómo han de cantarse las Horas.
Capítulo I. Un anillo con siete piedras preciosas 299 El bien más pequeño que puede hacer el hombre 351
Capítulo II. Sale una rosa del Corazón del Señor Capítulo XXXII. Cómo debe reparar el hombre sus negligencias 353
que significa la alabanza divina 302 Capítulo XXXIII. El hombre pedirá a Dios le guarde en la fe 354
Capítulo III. Cinco palabras de alabanza divina 304 Capítulo XXXIV. Cinco suspiros en los que se duerme el hombre 354
Capítulo IV. El Señor será alabado de tres maneras 304 Capítulo XXXV. Jesucristo se levanta ante el gemido del pobre 356
Capítulo V. Tres cosas que debe meditar el hombre 307 Capítulo XXXVI. Cristo refrigera en el alma los ardores
Capítulo VI. Cómo alabar a Cristo en cada uno de su amor divino 357
de los miembros de su cuerpo 309 Capítulo XXXVII. Los hombres prenda de Dios 359
Capítulo VII. El hombre debe invitar a todas las criaturas Capítulo XXXVIII. El traje de bodas 360 1
a alabar al Señor 313 Capítulo XXXIX. Cómo se asemeja el alma a Dios 360
Capítulo VIII. Cómo debe saludar el hombre al Corazón divino 314 Capítulo XL. Dios desea nuestro corazón 361
Capítulo IX. Saludo y consuelo del Señor 316 Capítulo XLI. El hombre debe ejercitar su memoria 362
Capítulo X. El hombre debe elevar su corazón a Dios 317 Capítulo XLII. Matilde consultaba a Dios en todas sus obra s . 363
Capítulo XI. La mayor dicha es disfrutar de la gracia recibida 319 Capítulo XLIII. Superar en Dios todo lo que desagrada 364
Capítulo XII. Tres disposiciones del corazón humano 319 Capítulo XLIV. Buscar a Dios en los cinco sentidos 364
594 Libro de la Gracia Especial
Índice General 595

Capítulo XLV. Obediencia y temor.


Capítulo XXI. Es provechoso al hombre reprimir
Cómo recibir los servicios del prójimo ................................. 366
los sentidos ante el mal .................................................... 401
Capítulo XLVI. Deseo de Cristo ....................................................... 367
Capítulo XXII. Eficacia de la oración en común ......................... 402
Capítulo XLVII. Cuatro formas de oración ...................................... 367
Capítulo XXIII. Cristo suple por sí mismo
Capítulo XLVIII. El mejor bien que puede hacer el hombre
lo que le falta al hombre .................................................. 403
con su cuerpo ........................................................................ 368
Capítulo XXIV. Qué debe hacer el que está triste ....................... 404
Capítulo XLIX. Nobleza y belleza del alma.
Capítulo XXV. El hombre confiará a Dios sus trabajos .............. 405
Qué es el cuerpo humano ...................................................... 369 Capítulo XXVI. Ofrezca el hombre a Dios su corazón
Capítulo L. El jardín y los árboles de las virtudes ............................ 370 en toda tribulación .......................................................... 406
Capítulo LI. Hay que examinarse antes de la confesión ................... 372 Capítulo XXVII. Juego del alma con Cristo. Los dados ............. 408
Capítulo LII. Castidad de la gloriosa Virgen María. Capítulo XXVIII. Buscar cuanto se desee en el Corazón de Dios 410
Cómo guardar la túnica de la inocencia ............................... 373 Capítulo XXIX. Suplir los descuidos con la alabanza divina .. 410
Capítulo XXX. Dios se reviste del alma. Fruto de los gemidos 411
LIBRO CUARTO Capítulo XXXI. Se ha de vivir conforme a la voluntad de Dios 413
Capítulo XXXII. Comportamiento del hombre con Dios ........... 415
Trata de los Hombres; primero en general, después en particular Capítulo XXXIII. Unión del alma con Jesucristo ....................... 417
Capitulo I. Reunión con el Señor. Tres disposiciones Capítulo XXXIV. Dios comunica sus obras al hombre .............. 417
de su Corazón. Todos los santos y la comunidad Capítulo XXXV. Dulce consuelo con el que Dios
beben del Corazón del Señor ............................................... 375 consuela al hombre ......................................................... 418
Capítulo II. Túnica blanca y corona del Reino ................................ 378 Capítulo XXXVI. Tres caminos del Señor ................................. 419
Capítulo III. Cómo brillan las virtudes en la corona del Señor 379 Capítulo XXXVII. El alma debe buscar en Dios.
Capítulo IV. Contempla a la comunidad Las sagradas llagas ........................................................ 420
cuando se acerca a comulgar ................................................ 380 Capítulo XXXVIII. Utilidad de las lágrimas,
Capítulo V. Lo que más ayuda en la vida religiosa ......................... 381 transformación de las mismas ........................................ 422
Capítulo VI. Lo que sostiene la fidelidad del religioso ................... 382 Capítulo XXXIX. Una persona tentada se vio libre
Capítulo VIL Tres cosas muy agradables a Dios ............................. 383 por la oración de Matilde ............................................... 423
Capítulo VIII. Los santos interceden por la comunidad .................. 384 Capítulo XL. Un hermano de la Orden de Predicadores ............ 423
Capítulo IX. Felices los que viven para servir al Señor ................... 387 Capítulo XLI. Sobre otro hermano de la misma Orden ............. 425
Capítulo X. Dios envía la lluvia a petición de Matilde .................... 388 Capítulo XL1I. Intercesión por otro hermano ............................ 425
Capítulo XI. El Señor protege el monasterio por sus méritos .. 389 Capítulo XLII1. El Señor se compara a una abeja ..................... 425
Capítulo XII. El Señor establece la paz por sus ruegos ................... 390 Capítulo XLIV. Jesucristo sirve a sus propios servidores .......... 426
Capítulo XIII. Dios llama a Matilde a su gloria ............................... 390 Capítulo XLV. Alegría de Jesucristo
Capítulo XIV. Cómo elegir abadesa ................................................ 392 por el pecador que se convierte ...................................... 426
Capítulo XLVI. Jesucristo se entrega al alma fiel ...................... 427
Capítulo XV. Renovación de la profesión ....................................... 393
Capítulo XLVII. Una persona que temía comulgar con frecuencia 427
Capítulo XVI. Cómo deben comportarse las jóvenes novicias 396
Capítulo XLVIII. Otra persona que experimentaba el mismo temor 428
Capítulo XVII. Jesucristo acoge en sus brazos a las que profesan 397
Capítulo XLIX. Lo que se hace a los demás por amor de Dios
Capítulo XVIII. El abrazo del Señor ................................................ 398
se hace al mismo Dios .................................................... 429
Capítulo XIX. Es de gran utilidad quebrantar la propia voluntad 398
Capítulo L. Un hecho importante ................................................ 430
Capítulo XX. El libre albedrío ......................................................... 399 Capítulo LI. El hombre ofrece a Dios sus enemigos ................... 430
596 Libro de la Gracia Especial Índice General 597

Capítulo LII. Dios acepta la buena voluntad Capítulo XIX. Cuando uno expira han de rezarse
como hecho ya consumado .................................................. 430 cinco padrenuestros ............................................................. 483
Capítulo LUI. Dios quiere que los pecadores se conviertan .... 431 Capítulo XX. Sobre el Infierno y el Purgatorio ............................... 484
Capítulo LIV. Dios desea el corazón del hombre ............................ 431 Capítulo XXI. La muerte del justo ................................................... 485
Capítulo LV. Jesucristo intercede ante el Padre por los pecadores 431 Capítulo XXII. Veracidad de este libro de "La Gracia Especial” 487
Capítulo LVI. Rezo de cinco mil cuatrocientos sesenta Capítulo XXIII. Los que am an los dones de Dios en los demás
padrenuestros ....................................................................... 432 serán partícipes de los mismos méritos .............................. 490
Capítulo LVII. El Señor le concede cien pecadores ........................ 434
Capítulo XXIV. Como se ha escrito este libro ............................... 491
Capítulo LVIII. Dios dispuesto a acoger a los pecadores ................ 434
Capítulo XXV. Las obras de caridad purifican al hombre
Capítulo LIX. Carta a una matrona seglar, amiga suya ................... 436
de todo pecado venial ......................................................... 493
Capítulo LX. Tres preguntas del Señor ........................................... 441
Capítulo XXVI. Se debe dar gracias a Dios por Matilde ................ 495
Capítulo XXVII. La futura resurrección ......................................... 497
LIBRO QUINTO Capítulo XXVIII. Redención de cautivos ....................................... 497
Capítulo I. El alma de su hermana [la abadesa Gertrudis de Capítulo XXIX. Nuestro Señor Jesucristo encomienda Matilde
Hackebom]. Los deseos sobreviven a la muerte ................. 443 a su Madre .......................................................................... 498
Capítulo II. Más sobre su hermana. Capítulo XXX. Vida ejemplar de esta virgen ................................. 499
Las almas de los bienaventurados ofrecen a Dios Capítulo XXXI. Agradecimiento por terminar el libro .................. 507
las oraciones que se les dirigen ........................................... 446 Capítulo XXXII. Tres latidos del corazón de Cristo cuando expiró 509
Capítulo III. El alma de Matilde [de Magdeburgo] ......................... 447
Capítulo IV. El alma de la piadosa reclusa Isentrudis .................... 448 LIBRO SEXTO
Capítulo V. El alma de la monja Berta de Bar ................................ 450
Capítulo VI. Un alma al expirar vuela a los brazos Capítulo I. Vida y muerte de la venerable doña Gertrudis,
de la Santísima Virgen María ............................................. 453 abadesa .............................................................................. 511
Capítulo VIL El alma del hermano H. Capítulo II. Doce ángeles sirven a la abadesa Gertrudis ................ 516
de la Orden de Predicadores ............................................... 458 Capítulo III. Jesucristo se recibe a sí mismo en ella ...................... 518
Capítulo VIII. El alma del H. (Enrique) de Plawen ........................ 460 Capítulo IV. Su feliz tránsito ......................................................... 521
Capítulo IX. Las almas de los hermanos don Alberto Capítulo V. Sobre lo mismo del capítulo anterior........................... 522
y santo Tomás, de la Orden de Predicadores ...................... 462 Capítulo VI. La hora de su feliz tránsito ........................................ 523
Capítulo X. El alma del conde Bucardo, fundador del monasterio 463 Capítulo Vil. Saludo a esta dichosa alma ....................................... 525
Capítulo XI. El alma del conde Bucardo, Capítulo VIH. Aparición de la Abadesa en el treintenario
fallecido a los diecinueve años ........................................... 466 de su muerte ....................................................................... 527
Capítulo XII. El alma de la niña E. de Orlamunda ......................... 470 Capítulo IX. Aniversario de la misma Señora Abadesa ................. 529
Capítulo XIII. El alma de otro difunto ............................................ 472
Capítulo XIV. La resurrección futura ............................................. 472
LIBRO SÉPTIMO
Capítulo XV. El alma del conde Bucardo ....................................... 473
Capítulo XVI. Las almas de Salomón, Sansón, Capítulo I. Últimos momentos de la hermana Matilde,
Orígenes y Trajano ............................................................. 476 virgen y monja gloriosa del monasterio de Helfta .............. 533
Capítulo XVII. Las almas liberadas por ruegos de Matilde .... 477 Capítulo II. La llamada de nuestro Señor Jesucristo ....................... 534
Capítulo XVIII. La oración llamada: Fuente viva ........................... 480 Capítulo 111. Un aviso del cielo recomienda que reciba la Unción 535
598 Libro de la Gracia Especial

Capítulo IV. Cada uno de los santos le concede todo el fruto


de sus méritos al recibir la Unción ...................................... 536
Capítulo V. Devota intención e inmenso y ardiente celo
por todos los hombres ......................................................... 538
Capítulo VI. La bienaventurada Virgen María
asume personalmente el cuidado de la comunidad
que le encomienda Matilde ................................................. 539
Capítulo VII. Oraciones de las hermanas
junto al lecho de la enferma ................................................ 540
Capítulo VIII. Cristo saluda de modo admirable
a esa alma dichosa .............................................................. 543
Capítulo IX. La Santísima Trinidad y los santos saludan al alma 546
Capítulo X. Jesucristo atrae y prepara esa alma
de modo admirable para la gloria futura ............................ 548
Capítulo XI. Vuelo [de Matilde]
y su acogida en el Corazón divino ..................................... 549
Capítulo XII. Gozo y aumento del mérito de los santos ................ 551
Capítulo XIII. Cómo dirigirse a Dios en la oración
por los méritos de esta virgen ............................................ 553
Capítulo XIV. Es provechoso presentar en el ofertorio
los méritos de Cristo y de los santos por las almas .... 554
Capítulo XV. El día de su mue rte no entró en el infierno
ningún alma cristiana ......................................................... 555
Capítulo XVI. Buscar la alabanza divina por encima de todo
y realizarla con intención pura .......................................... 555
Capítulo XVII. Nombre y utilidad de este libro:
De la Gracia Especial ....................................................... 558
Capítulo XVIII. Seguridad concedida a quienes celebraron
su funeral ........................................................................... 559
Capítulo XIX. Nuestro Señor Jesucristo ama
y corrige a los suyos .......................................................... 560
Capítulo XX. El alma feliz del conde [Bucardo],
fundador del monasterio .................................................... 562
Capítulo XXI. Amor entrañable de Dios
al alma de la hermana Matilde .......................................... 566
Capítulo XXII. Esta alma se asemeja en cierto modo
a la bienaventurada Virgen María en sus virtudes ............ 567
Índice Bíblico .............................................................................. 571
Índice Materias ........................................................................... 577
Sermones litúrgicos I-ll

16. LA VIDA ESPIRITUAL


André

CAMINO C1STE
André Louf

19. LA SABIDURÍA ARDIENTE


escuela cisterciense de
Charles Dumont

20. LUZ PARA MIS PASOS


Bernardo Olivera

LA SOMBRA DEL Cíí


MariCruz Muñoz

22. EL MONASTERIO DE LA OLIVA


Daniel Gutiérrez

Próximos títulos:

TRATADOS - VITA AELRED1


El redo de Rieval

CARTAS
Adán de Perseigne

LAS HUELLAS DEL ESPÍRITU


Ambrosio Southey

SERMONES
Elredo de Rieval

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