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Protección jurídica de los datos de carácter personal.

El derecho fundamental a la protección de datos persigue garantizar a esa persona el poder


de control sobre sus datos personales, sobre su uso y destino, con el propósito de impedir
su tráfico ilícito y lesivo para la dignidad y el derecho del afectado…

El objeto de protección del derecho fundamental a la protección de datos no se reduce sólo


a los datos íntimos de la persona, sino a cualquier tipo de dato personal, sea o no íntimo,
cuyo conocimiento o empleo por tercero pueda afectar a sus derechos sean o no
fundamentales, porque su objeto no es sólo la intimidad individual, que para ello está la
protección que el artículo 18.1 de la CE otorga, sino los datos de carácter personal.

el Derecho a la protección de datos atribuye un haz de facultades consistentes en diversos


poderes jurídicos cuyo ejercicio impone a terceros deberes jurídicos y que sirven a la capital
función que desempeña este derecho fundamental: garantizar a la persona un poder de
control sobre sus datos personales, lo que sólo es posible y efectivo imponiendo a terceros
los mencionados deberes de hacer. A saber: el derecho a que se requiera el previo
consentimiento para la recogida y uso de los datos personales, el derecho a saber y ser
informado sobre el destino y uso de esos datos y el derecho de acceder, rectificar y cancelar
dichos datos. En definitiva el poder de disposición sobre los datos personales.

Por su parte, el fundamento jurídico 7 se pronuncia acerca del contenido de la protección de


datos personales disponiendo lo siguiente:

El Contenido del derecho fundamental a la protección de datos consiste en un poder de


disposición y de control sobre los datos personales que faculta a la persona para decidir
cuáles de esos datos proporcionar a un tercero, sea el Estado o un particular… Estos
poderes de disposición y control sobre los datos personales, que constituyen parte del
contenido, se concretan jurídicamente en la facultad de consentir la recogida, la obtención y
el acceso a los datos personales, su posterior almacenamiento y tratamiento, así como su
uso o usos posibles, por un tercero, sea el Estado o un particular.

Y ese derecho a consentir el conocimiento y el tratamiento, informático o no, de los datos


personales, requiere como complementos indispensables, por un lado, la facultad de saber
en todo momento quién dispone de esos datos personales y a qué uso los está sometiendo
y, por otro lado, el poder oponerse a esa posesión y usos.

Son elementos característicos de la definición constitucional del derecho fundamental… y


resultan indispensables para hacer efectivo ese contenido el reconocimiento del derecho a
saber de quién posee sus datos personales y con qué fin, y el derecho a poder oponerse a
esa posesión y uso requiriendo a quien corresponda que ponga fin a la posesión y empleo
de datos. Es decir, exigiendo del titular del fichero que le informe de qué datos posee sobre
su persona, accediendo a sus oportunos registros y asientos, y qué destino han tenido, lo
que alcanza también a posibles cesionarios; y en su caso, requerirle para que los rectifique
o cancele.
Así, en resumidas cuentas, en el territorio español se ha hecho la distinción entre el derecho
a la intimidad y el reconocimiento de un nuevo derecho fundamental, como lo es la
protección de datos personales.

Esto es, el derecho a la intimidad consiste en garantizar al individuo un ámbito de reserva,


que quede excluido del conocimiento ajeno, mientras el derecho a la protección de datos:

Reconoce a la persona un poder de control sobre la información personal que le concierne,


sobre su utilización y destino, para evitar utilizaciones ilícitas, por lo que su protección no
sólo se limita a datos íntimos, sino a cualquier información personal, sea o no íntima,
siempre que su tratamiento pueda afectar a derechos y libertades de la persona.79

Consideraciones que en el ámbito mexicano han sido muy escasas, ya que su


reconocimiento —de manera vaga— sólo se ha dado en algunos sectores jurídicos, en
virtud de que no existe aún una ley específica a nivel federal80 que regule este nuevo
derecho. Tal como se verá enseguida.

https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3933/4972#:~:t
ext=El%20derecho%20fundamental%20a%20la%20protecci%C3%B3n%20de%20datos%2
0persigue%20garantizar,y%20el%20derecho%20del%20afectado%E2%80%A6

Protección jurídica de los programas de computadora


La protección jurídica del software es sin duda una de las mayores preocupaciones de toda
empresa de desarrollo de software, digamos que es su principal activo, el centro de su
negocio.

La protección jurídica del software se encuentra establecida en la ley de la propiedad


intelectual(LPI), en concreto en los artículos 95 y siguientes. Es el título dedicado a los
«programas de ordenador». Además de esta norma estatal tenemos que recordar la
existencia de tratados internacionales que regulan y protegen los programas de ordenador.
El hecho de que el software, programa de ordenador, se encuentra protegido por la LPI
implica que se conceden a su autor los denominados derechos morales de autor y los
derechos de explotación.

Derechos morales
Por el mero hecho de ser el creador, autor, de un programa de ordenador la LPI concede a
éste los llamados derechos morales. Estos derechos morales suponen:

El derecho a decidir si el programa se divulga y en qué forma.


Determinar si la divulgación ha de hacerse con su nombre, seudónimo o signo, o
anónimamente.
Exigir el reconocimiento de su condición de autor del programa.
Exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación,
alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o
menoscabo a su reputación.
Modificar el programa de ordenador respetando los derechos adquiridos por terceros y las
exigencias de protección de bienes de interés cultural.
Retirar el programa del comercio, por cambio de sus convicciones intelectuales o morales,
previa indemnización de daños y perjuicios a los titulares de derechos de explotación. Si,
posteriormente, el autor decide reemprender la explotación de su obra deberá ofrecer
preferentemente los correspondientes derechos al anterior titular de los mismos y en
condiciones razonablemente similares a las originarias.
Acceder al ejemplar único o raro de la obra, cuando se halle en poder de otro, a fin de
ejercitar el derecho de divulgación o cualquier otro que le corresponda. Este derecho no
permitirá exigir el desplazamiento de la obra y el acceso a la misma se llevará a efecto en el
lugar y forma que ocasionen menos incomodidades al poseedor, al que se indemnizará, en
su caso, por los daños y perjuicios que se le irroguen.
Derechos de explotación
Además de estos derechos morales la LPI concede a los autores de un programa de
ordenador los llamados derechos de explotación. Estos derechos de explotación incluyen el
derecho de realizar o autorizar:

La reproducción total o parcial, incluso para uso personal, de un programa de ordenador,


por cualquier medio y bajo cualquier forma, ya fuere permanente o transitoria. Cuando la
carga, presentación, ejecución, transmisión o almacenamiento de un programa necesiten tal
reproducción deberá disponerse de autorización para ello, que otorgará el titular del
derecho.
La traducción, adaptación, arreglo o cualquier otra transformación de un programa de
ordenador y la reproducción de los resultados de tales actos, sin perjuicio de los derechos
de la persona que transforme el programa de ordenador.
Cualquier forma de distribución pública incluido el alquiler del programa de ordenador
original o de sus copias.
A tales efectos, cuando se produzca cesión del derecho de uso de un programa de
ordenador, se entenderá, salvo prueba en contrario, que dicha cesión tiene carácter no
exclusivo e intransferible, presumiéndose, asimismo, que lo es para satisfacer únicamente
las necesidades del usuario. La primera venta en la Unión Europea de una copia de un
programa por el titular de los derechos o con su consentimiento, agotará el derecho de
distribución de dicha copia, salvo el derecho de controlar el subsiguiente alquiler del
programa o de una copia del mismo.

Protección registral del programa de ordenador


LPI establece que los programas de ordenador son susceptibles de ser inscritos en el
Registro de la Propiedad Intelectual.

Al igual que ocurre con los demás derechos que nuestro ordenamiento jurídico permite ser
objeto de inscripción registral, los derechos sobre los programas de ordenador registrados
gozarán de la denominada publicidad registral.

Esto significa que en caso de controversia sobre quien es el autor de un programa de


ordenador, quien lo haya registrado goza de la protección que el ordenamiento jurídico
concede a la publicidad registral, legalmente y salvo que se pruebe lo contrario, se
considerará autor de un programa de ordenador a quien aparezca como tal en el Registro
de la Propiedad Intelectual.

https://www.sistemius.com/la-proteccion-juridica-del-software/

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