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El viernes trajo muerte y el sábado trajo silencio y miedo. Había tantas promesas,
tantos planes, tantas cosas por hacer y ahora todo parecía desaparecer.
¡Pero el domingo llegó! Lo que parecía ser el final fue solo el comienzo, porque
Jesucristo resucitó exactamente como lo había prometido.
Todo cambió. Lo que parecía estar perdido y sin esperanza ahora tiene una nueva
vida. La muerte, entierro y resurrección de Jesucristo nos trajo no solo la salvación,
sino también la seguridad de que Él es fiel y que todas Sus promesas son verdaderas
y se cumplirán.
Una de las promesas más maravillosas de Jesucristo es que nunca nos dejaría ni nos
abandonaría, que siempre estaría con nosotros. Esto se cumpliría a través de Su
promesa de enviarnos el Espíritu Santo.
Sí, puede parecer que es viernes, rodeado de las tribulaciones de la vida y
afrontando todo solo, pero ha llegado el domingo y con él la confianza de que el
Espíritu Santo está contigo.
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre.” Juan 14.16