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El Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Un primer enfoque(*)

Por Juan Antonio Travieso(**)

Primera Parte

Introducción

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, el derecho


internacional de los Derechos Humanos (en adelante, DIDH) ha crecido a pasos
agigantados, tanto a nivel universal como regional y, asimismo, se ha puesto en
acción en la mayoría de los Estados del mundo.

El escenario que se presentaba fue el del mundo de la posguerra y la operación para


instrumentar los cambios se ejecutó con un derecho dotado de nuevos contenidos
que tuvo como base el derecho internacional de la época, llamado contemporáneo.

El nuevo DIDH comenzó a desarrollarse sobre los moldes del derecho internacional
clásico, aunque rápidamente se advirtió que era un zapato que no entraba en el pie,
debido a que el derecho internacional no pudo explicar suficientemente los conflictos
suscitados, en los juicios de Nüremberg, que plantearon una nueva cosmovisión del
derecho elaborada por medio de los estudios de Robert Alexy1 y de Chaim Perelman,
los creadores de ese nuevo enfoque.2

En el siglo XX, el desarrollo de este tema fue impresionante, pues se crearon y


pusieron en funcionamiento diversos órganos encargados de establecer la
responsabilidad directa del individuo en el plano internacional e imponerle sanciones.
Así ocurrió con los Tribunales de Nüremberg y Tokio en 1946, los Tribunales penales
internacionales de la ex Yugoslavia y Ruanda y, en la actualidad, con la actuación de
la Corte Penal Internacional.

Lo que sucedió a partir de 1946 es el establecimiento de la responsabilidad penal


internacional de los individuos, pues los crímenes contra el derecho de gente fueron
cometidos por hombres y ello significa la aplicación directa del derecho internacional
de los Derechos Humanos al individuo en los casos de crímenes contra la paz,
crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.3 Ese ha sido el principio de fin
de la impunidad. Con anterioridad, la responsabilidad internacional se extendía al
Estado y por esa vía el individuo eludía su responsabilidad.

Así, pues, desde la mitad del siglo pasado, se delinearon de manera concreta las tres
clases de crímenes por las cuales existe cierto consenso en la actualidad y por los que
se puede atribuir responsabilidad internacional al individuo: los crímenes de guerra
(que incluyen las violaciones a las leyes y costumbres arriba mencionados), los
crímenes de lesa humanidad y el crimen de genocidio.

El derecho internacional de los Derechos Humanos tiene su principal foco en lo que


respecta a la responsabilidad internacional del individuo y tuvo sus mayores avances
en los últimos 60 años. El punto de partida fue el fin de la Segunda Guerra Mundial,
que constituyó un verdadero punto de inflexión en la materia. La creación del
Tribunal de Nüremberg, a través del Acuerdo de Londres, fue el primer gran paso del
siglo XX con respecto a la condena a individuos (en este caso, los altos jerarcas
nacional-socialistas) por ser sus conductas contrarias al derecho internacional.

Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido


parámetros interpretativos, que son coherentes con el criterio de que el derecho
internacional constituye la ley de la tierra. En ese sentido ha establecido:

El derecho internacional puede conceder derechos a los individuos e, inversamente,


determinar que hay actos u omisiones por los que son criminalmente responsables
desde el punto de vista de ese derecho. Esa responsabilidad es exigible en algunos casos
por tribunales internacionales. Sin embargo, actualmente la responsabilidad individual
puede ser atribuida solamente por violaciones consideradas como delitos
internacionales en instrumentos que tengan ese mismo carácter, tales como los
crímenes contra la paz, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad o el
genocidio, que, naturalmente, afectan también derechos humanos específicos. (OC 14 p
52 y 53). Este es el panorama del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Lo interesante del caso es que Alexy y Perelman abrieron la puerta de nuevos
criterios interpretativos que nos ofrecen un prisma de variantes dinámicas, dentro de
un derecho clásico y nuevo a la vez.

A partir de lo expuesto se programan varias preguntas, en una especie de “software”


jurídico. La primera pregunta es sobre el significado o razón de ser “clásico” en esta
materia. La segunda pregunta es acerca de qué es clásico en el DIDH y la tercera
plantea los cambios que se operaron en el período entre los siglos XX y XXI. Esas
preguntas, a su vez, se multiplican en nuevas repreguntas acerca de la
convencionalidad del derecho, por una parte en el ámbito estrictamente jurídico, o
nuevos enfoques desde lo emocional tomando en cuenta nuestra propia sensibilidad
o valores que nos conmueven.

En la actualidad, el derecho se presenta como una obra de ingeniería y de


arquitectura. Octavio Paz decía que la arquitectura es el testigo menos sobornable
de la historia; seguramente respetando a Aristóteles, quien afirmaba que cuando se
construye bien, se llega a ser un buen arquitecto. Agregamos que la buena
construcción nos convoca con Gaudí y su Catedral de la Sagrada Familia en
Barcelona.4

Pero pasaron muchas cosas en el mundo del siglo XX y también en los días que
vivimos de pleno siglo XXI. Parece reiterado ocuparse de cuestiones como la
globalización, la regionalización y los nuevos esquemas del mundo inmerso en la
tecnología, que están afianzando nuevas reflexiones, pues resulta inevitable hacer
referencia al nuevo escenario. Es muy común encontrar estos temas en textos
nacionales e internacionales y en las conversaciones cotidianas.

Los tres conceptos señalados plantearon un enfoque diferente en el derecho


internacional de los derechos humanos, debido a que se produjo un cambio del
pensamiento del “yo” soberano, en la época de los estados naciones; al “nosotros”
global, en el mundo tecnificado con redes sociales, satélites y comunicaciones “on
line”, desde smart phones.
La historia de los Derechos Humanos

A partir del cambio de milenio o bien antes se fue produciendo una revolución
exponencial en toda la sociedad. El problema es que gran parte de los casi siete mil
millones o mañana diez mil millones de personas se hallan cabalgando entre dos
realidades, las del presente y las del pasado. El problema es que no se trata solo del
pasado siglo XIX o del siglo XX. La situación es peor, pues, a veces, tenemos la
sensación de que estamos en el siglo XVII cuando las carretas trajinaban por rutas
polvorientas. Incluso los nacidos en pleno siglo XXI también están inmersos en una
sociedad antigua, pues cuando cumplan diez años se encontrarán con un mundo
nuevo, al que deberán adaptarse.

Parece trivial esta afirmación, pues hemos leído varios libros que se refieren a los
cambios en la sociedad. El punto es que advertimos que es fácil analizar esos
procesos. Lo angustiante es vivir esos nuevos enfoques que se han verificado en la
tecnología, que produjo una alteración de todas las preguntas de la sociedad. Lo
complejo es que no hubo un cambio simétrico en el resto de las disciplinas y hábitos,
porque, en alguna medida, el resto de la sociedad ha permanecido inmutable.

Sin embargo, la velocidad es asombrosa. Veamos simplemente en los hechos más


triviales como, por ejemplo, leer un periódico. Nos sucede a diario que mientras
leemos el periódico de la mañana, consumimos las noticias y las comentamos,
advertimos la compasión del oyente hacia nosotros, casi como si estuviera hablando
con el pasado, de lo recién sucedido. Lo que leemos en el periódico, es antiguo de
inmediato y ello es así porque el cierre de edición se produjo hace más de ocho horas
y las noticias hoy corren en milisegundos a velocidades de internet banda ancha, en
el Ipad.

El tema es que somos como Gutenberg, pero la cuestión es que la imprenta ya se


inventó hace casi trescientos años. ¿Cómo se puede interpretar una sociedad con un
atraso tan sustancial?

Comenzamos con una adivinanza ofrecida por Jorge Luis Borges, que ofrece una
semblanza de lo complejo de esquemas simples. Se dice que “En una adivinanza cuyo
tema es el ajedrez, ¿cuál es la única palabra prohibida?”.
Ofreceremos la solución de la adivinanza al final del capítulo para incrementar el
suspenso, pero por ahora estas reflexiones sirven para introducirnos en la historia,
en todas las historias.

Así entonces, a medida que avanzamos en el desarrollo y comprensión del DIDH se


abren caminos de suspenso y asombro, como en la adivinanza que antes planteamos
y que se presenta en el en “El jardín de senderos que se bifurcan” de Borges.

Todo ello converge en un punto de encuentro en el que se inscriben los


interrogantes… ¿Qué son los derechos humanos? ¿Por qué hay que tratar su historia?
¿Existen avances y retrocesos en la materia?

Nuestro primer enfoque se dirige al concepto de los derechos humanos, que es muy
amplio y tiene íntimos contactos con la historia. No recurrir a esta implica abordar
estudios parciales, limitados a lo jurídico, lo político, lo social, etc. No recurrir a la
historia también es acudir a los antiguos esquemas de la ideología del derecho natural
actualizado con nueva terminología.

La historia de los derechos humanos plantea, pues, dos relaciones: la primera con la
historia en sí misma, que no significa retroceder hacia el pasado; la segunda, con el
mismo concepto de los derechos humanos.5

La segunda relación, la de los derechos humanos, requiere otras precisiones que son
complementarias de las anteriores pues los derechos humanos han adquirido un
carácter dinámico, que se ha extendido especialmente en la última mitad del siglo XX,
dentro de grandes contradicciones.

Sin embargo, ese concepto no se presenta tan linealmente, al hallarse entremezclado


en la cultura antigua, medieval, moderna y contemporánea. En cada una de esas
etapas, los derechos humanos se fueron incorporando primero en las ideas políticas,
luego se trasladaron al ámbito jurídico y, por tanto, al sistema normativo del derecho
positivo interno, extendiéndose con posterioridad al sistema internacional.
El proceso del desarrollo de los derechos humanos, pues, se ha dirigido desde los
derechos de la libertad, que en los hechos fueron los límites al poder del Estado, por
una parte, y la creación de una esfera de poder con respecto a ese mismo Estado, por
la otra parte, a través de los derechos civiles y políticos con la participación de la
soberanía popular, elemento legitimador del poder.6 La etapa siguiente fue la de los
derechos económicos, sociales y culturales que han tenido el objetivo de
compatibilizar la libertad con la igualdad en una integración posible. A más de ocho
siglos de la Carta Magna es interesante analizar los procesos y sus etapas evolutivas,
con sus adelantos y retrasos.

El tránsito de una a otra etapa no fue solo fruto de una evolución, de un proceso
automático ya determinado o de una herencia, pues los derechos humanos se fueron
conquistando dentro de un proceso múltiple de cambios. Es así que los cambios del
sistema económico produjeron el capitalismo y el auge de la burguesía que impulsó
el desarrollo, la generalización e internacionalización de los derechos humanos. Los
cambios en el poder político generaron el Estado caracterizado como un poder
racional, centralizado y burocrático, sin el cual no hay derechos humanos. También
hubo cambios en el pensamiento, impulsados por los humanistas, por la reforma
religiosa, el individualismo, el racionalismo y la secularización. Estos cambios en el
pensamiento operaron también hacia un nuevo paradigma en el desarrollo científico
que consolidó nuevas ideas sobre la persona, su dignidad sin discriminación, la
libertad, la relación en la sociedad y un paso hacia otra concepción del derecho
superador de las fronteras de los Estados. Por tanto, los derechos humanos no son el
producto de la naturaleza sino de la civilización humana, que implica ampliación,
transformación y cambio, en especial desde y hacia el Estado, que en el final del
camino debe contar con medios eficaces de defensa para los derechos humanos para
asegurar la vida de las personas.

Estas reflexiones sirven para asignar a los derechos humanos, un sentido estratégico
dentro de la sociedad, instrumentado tácticamente a través de los derechos civiles,
económicos, sociales o culturales.
Por eso es válido cuestionarnos: ¿cuál es la historia de los derechos humanos? ¿Qué
hechos la integran y cuál es el criterio clasificador? Desde el punto de vista jurídico, la
historia de los derechos humanos se encuentra dirigida especialmente a los hechos y
a su consolidación normativa, o sea, la positivización.

El criterio clasificador es el dinámico y continuo desde el mundo antiguo hasta el siglo


XV; sus escalones, los tiempos modernos, son base para la aceleración de los
derechos humanos en los procesos revolucionarios de los siglos XVIII y XIX. El proceso
siguiente es el de la desaceleración de los derechos humanos, que finalmente
conduce a su retroceso y la consecuencia inevitable de la Segunda Guerra Mundial y
cuyo punto final dio paso a la internacionalización de hoy. Ese ha sido el criterio
clasificador, acentuando los paradigmas de cada época y sus resultados.

Consideramos que la historia de los derechos humanos se visualiza por medio de


paradojas que expresan simplemente situaciones complejas que se plantean en la
realidad internacional en el siglo XXI.7 En primer lugar la paradoja internacional, con
un mundo dividido dentro de una verdadera balcanización, modelo anterior a la
Primera Guerra Mundial. La segunda paradoja es militar, porque después de la
Segunda Guerra Mundial se han producido más de doscientos conflictos bélicos. El
tercer punto de inflexión es la ciencia y tecnología con progreso y al mismo tiempo
riesgo para la ecología y la supervivencia del hombre, pues el énfasis está puesto en
el crecimiento económico y no en el ambiente. La tecnología, como lo señalamos,
irrumpe en la vida cotidiana y se advierte la relación entre esta y los derechos
humanos con un avance exponencial, especialmente en su relación con la
información.8

Pero hay algo más y con un sentido crítico, atendiendo el proceso tecnológico, se ha
dicho que “el Derecho no existe, ni es imaginable al lado de la historia”. Los
conceptos y categorías básicos de la Ciencia y de la Teoría del Derecho actual
surgieron en la modernidad y en la etapa de la codificación, como respuestas jurídicas
a las exigencias éticas y los problemas políticos de aquella coyuntura histórica. Hoy
ese punto de vista ha variado profundamente, fruto de la revolución tecnológica.
Por eso, una Teoría del Derecho encerrada autopoiéticamente, esto es encerrada en
sí misma, no solo sería incapaz de explicar de forma satisfactoria la función de los
sistemas normativos, sino que sería incluso inútil (o, en el peor de los casos,
deformadora) de su significado...9

Este enfoque permite descifrar esta sociedad contemporánea, en la que los bytes y
las TIC (tecnologías de la información y comunicación) operan con más fuerza que las
balas.

Nuestro objetivo consiste en descifrar esos enigmas o, por lo menos, plantear los
grandes cuestionamientos.

Principios generales y caracteres

Mientras se agotaba el siglo XX, el DIDH se desarrollaba con prisa y sin pausa. Se
consolidaron los caracteres inscritos en la realidad de posguerra, en relación con la
materia, esto es la independencia científica (objeto y método) y la interdependencia
que hacían del Estado, el sujeto y agente generador de las relaciones internacionales.
Ese estado impugnado por todos después de la Segunda Guerra mundial lucía
solitario en el curso de la historia y se lo declaraba culpable de las mayores
atrocidades.

Pero el caso es que hoy el Estado no está solo, no es el único sujeto y agente
generador de normas jurídicas, sino que también su rol se halla en tela de juicio a nivel
económico, político y social. Mientras tanto, la persona tiene un rol en el DIDH
motorizado por el principio “pro hominem”10 que exige que el acceso a la jurisdicción
internacional no se halle mediatizado, planteando si la persona conquista espacios y
competencias o bien, si el estado los pierde.11

Así pues, se aplica el sistema de derechos humanos que establece el mayor soporte
para la protección de estos. En el mismo orden de ideas, hemos sostenido que los
derechos humanos tienen que estar en el cuadro del cumplimiento de los derechos.
Así, el juez debe declarar la inconstitucionalidad cuando por medio de esta se amplíe
el estándar jurídico que asegure una mayor protección para la persona y sus
derechos12, porque la ampliación de derechos es un objetivo estratégico.

El tema central es que los tratados internacionales deben respetar las disposiciones
del derecho interno y de la Constitución articulados con los derechos humanos.13 Por
ello, la cuestión central e institucional que domina el DIDH en los hechos, es su
ejecución, el “enforcement”. Desde el punto de vista de la persona, la consideración
primaria resultará, entonces, la medida o extensión en que esas disposiciones de los
tratados tendrán efecto concreto y directo, dentro del sistema jurídico interno”.14

En ese contexto, la realidad tiene tal velocidad que nos halla relatando un film en 3D,
en el que estamos en pleno ascenso de un avión, que no está terminado y que se está
construyendo dentro de una ingeniería popperiana. Una hipótesis increíble, pero
válida para explicar esta situación.

En ese nuevo mundo 3D, hay fuerzas que operan de manera tradicional y otras de
manera modernizadora y que dan lugar a los caracteres distintivos del DIDH.

Así pues, y desde el umbral, hay que aclarar que usualmente se han considerado a los
derechos humanos como derechos fundamentales, integrando una querella
nominalista. En la doctrina se ha utilizado esta denominación de manera habitual.
Esta calificación responde al carácter absoluto que se les atribuye a algunos
derechos, frente a otros de carácter accesorio. Los primeros serían inderogables y
entonces, a primera vista, denominar “fundamentales” a algunos derechos, induce a
cuestionar los demás y plantear entonces, si hay una escala jerárquica entre unos y
otros.15

La hipótesis de aceptar la existencia de ciertas normas irreductibles e inderogables


implica que las que hoy tienen ese carácter, mañana puedan no tenerlo. Eso significa
que existe el riesgo de calificar ciertos derechos que usos, costumbres o moral hayan
dejado de lado temporalmente y también existe el peligro de no incluir como
derechos fundamentales a unos y hacerlo con otros, que todavía no tienen ese
carácter.16

Una vez aclarada la cuestión nominal vamos al principio, que es el comienzo de la


existencia de todas las cosas. Julio Cortázar decía que la base de un relato y lo que
más debe cuidar el autor es el principio. Así es también en el derecho y en esa materia,
siempre que se trata de principios, nos referimos a reglas que exigen poseer la llave
que accione los motores del DIDH. Lo mismo sucede con los caracteres que
estructuran la base de la naturaleza jurídica y que los planteamos como los peldaños
de la escalera del DIDH, con sus caracteres que veremos a continuación.

Los Derechos Humanos son universales

Los instrumentos constitutivos de los derechos humanos se hallan en la carta de la


ONU y la Declaración Universal de 1948, además de toda la familia de tratados de
derechos humanos a nivel universal y regional como la Convención Interamericana
de Derechos Humanos (en adelante, CIDH). La máxima expansión consiste en
concebir al DIDH que contiene normas imperativas de derecho internacional “ius
cogens”, que no admiten suspensiones ni restricciones en ninguna circunstancia o
condición17, toda vez que universalidad e imperatividad forman un conjunto
inseparable.

Por tanto, es posible considerar que los tratados de derechos humanos no admiten
derogaciones. En términos generales, los tratados sobre derechos humanos tienen el
carácter de “ius cogens”. Y existe consenso de que ciertos derechos, como el derecho
a la vida, a no ser torturado ni esclavizado, son tan básicos que no pueden ser
derogados.18

No obstante, y sin desvirtuar lo expuesto, existen técnicas que limitan o restringen


el alcance de los tratados, incluso de los de derechos humanos. Esas técnicas son la
denuncia de tratados; las reservas en sus cláusulas, las normas que condicionen el
ejercicio de derechos individuales; cláusulas interpretativas; cláusulas clawback (de
escape) y cláusulas derogatorias propiamente dichas.19 Por otra parte, distintas
normas permiten también limitaciones por “consideraciones de moralidad, orden
público o seguridad nacional en una sociedad democrática” (ver Convención
Europea, arts. 6º, 8º, 9º, 10, 11, etc.).

El tema adquiere relevancia en cuanto al relativismo cultural, pues allí pugnan los
principios de universalidad y de diversidad. Según algunos autores, podría hablarse
de la “Uni-di-versalidad” de los derechos humanos, precisamente para defender la
idea de que ellos deben ser concebidos dentro de un abordaje mutuo y abierto.20

Los derechos humanos son operativos y justiciables en el derecho interno

El tema se plantea con respecto a las normas del DIDH y su aplicación en el sistema
jurídico interno automáticamente, o si requieren procesos de recepción, y si el juez
puede aplicarlas en forma directa.

Para aclarar esta cuestión hay que distinguir entre normas operativas y normas
programáticas (plan o programa); entendiendo que las normas operativas son
aquellas que se aplican directamente sin necesidad de norma auxiliar (self-executing).

Esas normas operativas se hallan dentro de tratados internacionales, que como ha


considerado la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Los tratados modernos
sobre derechos humanos en general y, en particular, la Convención Americana no son
tratados multilaterales del tipo tradicional concluidos en función de un intercambio
recíproco de derechos para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objeto
y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos
independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente
a los otros Estados contratantes. Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos,
los Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común,
asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los
individuos bajo su jurisdicción” (Opinión Consultiva, núm. 2 de octubre de 1982).

Por tanto, la Convención no solo vincula a los Estados partes, sino que otorga
garantías a las personas. Por ese motivo, justificadamente, no puede interpretarse
como cualquier otro tratado.

La excusa de la presunta falta de operatividad no es suficiente para no aplicar normas


vigentes de derechos humanos, tan supremas o más que las constitucionales. Hay
que tener en cuenta que se hallan en juego principios de responsabilidad
internacional del estado (Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, art. 27)
En consecuencia, los Derechos humanos son operativos e incluso obligan a los
Estados a adoptar las disposiciones de derecho interno, para garantizar el ejercicio
de los derechos y libertades (Art. 2 Convención Interamericana).21

Los Derechos Humanos son progresivos

La historia de los derechos humanos acredita la progresividad, dentro de un proceso


de crecimiento y expansión. El DIDH forma un conjunto progresivo y el mejor ejemplo
de esta situación se halla en la pena de muerte que en caso de su abolición no podrá
restablecerse (Convención Interamericana de Derechos Humanos art. 4 inc. 3). Este
principio de progresividad trae como consecuencia la disposición más favorable a la
persona o principio pro hominem, que se puede ampliar a pro cives o pro
libertatis (Art 29 inc. b, CIDH). Para que se entienda mejor, la progresividad elimina la
regresividad, no se puede ir para atrás en materia de derechos humanos.

Los Derechos Humanos son irreversibles

Una vez que los derechos humanos son reconocidos por el Estado, no se puede
retroceder o revertir tal reconocimiento. Pero, qué sucede en caso de denuncia del
tratado considerando que, si el derecho es inherente a la persona humana por su
condición de tal, no es reversible. En caso de conflicto entre normas priman los
derechos humanos. La teoría de los derechos preferidos ubica en primer lugar en
relación jerárquica al DIDH.22

Los Derechos Humanos tienen efectos verticales

Los efectos verticales expresan que las obligaciones correlativas recaen en los
Estados y no en los individuos.23 De allí, surge la protección judicial establecida en la
Convención Interamericana de Derechos Humanos.24 Ello sin perjuicio del control de
convencionalidad que más adelante se desarrollará.
Hay que tener en cuenta que los organismos internacionales de derechos humanos
no sustituyen a los Tribunales internos de los Estados. Esta obligación se opera por
los medios judiciales del derecho interno solo de manera complementaria y
subsidiaria por los organismos internacionales, en caso de que esos medios no
existan, no sean idóneos, efectivos o estén agotados. Recién después del
cumplimiento de esos extremos, se puede acudir a los sistemas internacionales.
Desde luego, que es condición para el DIDH que existan estructuras subsidiarias,
necesariamente de orden internacional, esto es, fuera del Estado de que se trate.

Los Derechos Humanos son interdependientes, integrales e indivisibles

La interdependencia se refiere a la relación con la democracia; de allí que la


democracia es un presupuesto de la existencia de los derechos humanos.

En cuanto a la característica de integrales, implica que no es admisible que se


desconozcan unos derechos, bajo pretexto de salvaguardar otros (Declaración
Universal, los pactos internacionales y los documentos finales de las dos conferencias
mundiales de derechos humanos, a saber, la Declaración de Teherán de 1968 y la de
Viena de 1993). Todos actúan coordinada y simultáneamente y sin exclusiones.

En la Declaración de Teherán, se dispone que “los derechos humanos y las libertades


fundamentales son indivisibles” y, en la Declaración de Viena de 1993, se afirma que
la democracia, el desarrollo y los derechos humanos son “interdependientes” y “se
refuerzan mutuamente”.25

Normas dinámicas y tecnología superadora

Umberto Eco supo registrar el valor de la información codificada. Recordemos que


en su novela El nombre de la rosa, el conocimiento estaba guardado en antiguos
códices dentro de monasterios inaccesibles.

Fuera de la ficción, en la realidad, lo importante del conocimiento y, en especial, de


las normas, es que fluyan por los capilares de la sociedad nacional e internacional y
se metabolicen. En ese proceso, se presenta una vinculación estrecha con el modelo
de organización social internacional. Quizás por ese motivo es que con abundantes
razones, Habermas, en su obra El derecho internacional en la transición hacia un
escenario posnacional, considera que la sociedad internacional ha superado la visión
kantiana, especialmente en lo que se refiere a la globalización del comercio, las
inversiones y la producción, los medios, el mercado y los cambios culturales
internacionales, los riesgos transfronterizos, el medio ambiente, etc.26

Así pues, con la soberanía en disminución se presentan los conflictos entre Estados
que requieren cooperación internacional. Además, se observan las organizaciones
internacionales, los organismos no gubernamentales y los tribunales internacionales
que han acentuado sus nuevas competencias (Corte Penal Internacional). En ese
marco, se verifica la expansión del DIDH.

En realidad, estamos percibiendo que el derecho constitucional del siglo XXI va a ser
el DIDH. La Constitución ahora no es el único pacto de convivencia, hay nuevos pactos
que son los pactos de derechos humanos regionales y universales. Ejemplo de lo
expuesto resulta la Carta de la ONU de 1945 con sus disposiciones operativas entre
las que se señalan el preámbulo, los propósitos y principios (art. 1 inc. 2 y 3), el respeto
universal de los derechos humanos (art. 55), en lo referente a la Asamblea General
instando a la colaboración para hacer efectivos los derechos humanos (art. 13 inc. b)
y en él la facultad del Consejo Económico Social para hacer recomendaciones con el
objeto de promover el respeto a los derechos humanos (Cap. XX).27

Asimismo, señalamos la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y


los pactos de Derechos Humanos de la ONU, el Pacto de Derechos Económicos
Sociales y Culturales y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, ambos de 1966. Por
supuesto en el ámbito regional también hay que señalar el desarrollo normativo del
Sistema Europeo con la Convención Europea de Derechos Humanos,28 la Convención
Interamericana de Derechos Humanos llamada Pacto de San José de Costa Rica y,
finalmente, el sistema africano con los diferentes desarrollos jurídicos en materia de
derechos humanos.29
Además, los principios del DIDH están normados en cientos de tratados
internacionales que se hallan online, por lo que debemos tener en cuenta el impacto
de la tecnología, en la información y difusión de estos instrumentos.

Segunda Parte

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Futuro 3.0

En la actualidad, en vez de disparar balas se lanzan ráfagas de metralla virtuales y


continuas en los medios de comunicación a través de redes sociales. Se ha dicho, con
razón que, para ser militante global, hoy solo hace falta empuñar el “mouse” de la
computadora.

Hemos descrito precedentemente, la situación general del DIDH, en un ámbito


clásico. Antes se trataba de la lucha de las personas para defenderse del Estado. Sería
anacrónico reiterar esas imágenes, a veces muy relacionados con etapas vivas, pero
superadas como, por ejemplo, la de la Revolución Francesa.

En efecto, se han producido grandes cambios en el mundo y en la sociedad en su


conjunto. Zigmunt Bauman ha descrito la existencia de un nuevo mundo, el de la
modernidad líquida, frágil, desgarrado, heterodoxo en contraposición con la
modernidad sólida del siglo XX.30

Lo mismo ha sucedido con el diseño de sociedad, que cambió tan profundamente,


en quinientos años pasamos de descubrir que la Tierra redonda pasó a ser plana luego
de internet y otros factores.31

Esos cambios se hacen visibles especialmente en una suerte de efecto dominó en


todo el planeta. En ese orden de ideas, se ha dicho que el orden internacional
existente, tan radicalmente injusto, permite que estos avances tecnológicos convivan
con una realidad sangrante que denuncia entre otros, anualmente, el “Informe sobre
desarrollo humano” de la ONU. En él se afirma que 30.000 niños menores de cinco
años mueren cada día por causas evitables, lo que supone la muerte de 11 millones de
niños por año; 350 millones de niños no asisten a la escuela; 1.200 millones de
personas subsisten con menos de 1 dólar por día y otros 850 millones son analfabetos.
La síntesis revela que existe una brecha insalvable entre países ricos y el resto de los
habitantes del planeta.32 Lo más dramático es que este informe corresponde a 2001.

Esta situación lleva a cuestionarse si puede disminuir la desigualdad en el ámbito de


la tecnología digital, si el progreso económico depende de las TIC33 y si la
“desigualdad digital” cada vez mayor agrava la división socioeconómica existente
entre los países industrializados y los países en desarrollo. Por otra parte, algunos
autores se refieren a “países infopobres e inforicos” presentándose una desigualdad
tecnológica digital, también llamada “divisoria digital” o “brecha digital”.34

Así pues, el planeta no está dividido por la ideología, sino por la tecnología. Lo
notable, en esta cuestión es que solo una pequeña parte, en la que vive
aproximadamente el 15% de la población del mundo, produce casi todas las
innovaciones tecnológicas. Ni hablar de las patentes, cuyo registro queda
monopolizado por las grandes potencias.

Los sucesos en Egipto, Libia y Siria confirman que, en este mundo paradójico, han
cambiado los paradigmas y es posible que en poco tiempo se analice el valor de
Facebook o Twitter en el reclamo de respeto por los derechos humanos e incluso en
la generación y demanda de nuevos derechos. No es lejana la idea de que las
expansiones de los derechos humanos nazcan, crezcan y se expandan por Facebook
y Twitter.

Y tras llovido, mojado… ahora se presenta una nueva complicación, pues el mundo
paradójico se ve en un modelo 3.0 de sociedad, metáfora que se utiliza para describir
la evolución del uso de internet y la interacción de las personas. Se trata de las TIC
que, mediante diferentes formas como las transformaciones de la red en
movimientos sociales, tienden a crear contenidos accesibles por múltiples
aplicaciones debido a su impulso.35 Ante tanto progreso, otra paradoja es que existe
la sensación de que la sociedad se percibe como un auto de fórmula 1, cuando en
realidad corresponde a un carruaje del siglo XV.

Lo cierto es que cada vez que hacemos click desde una computadora e ingresamos a
internet, estamos en condiciones de circunnavegar la tierra en milésimas de
segundos. La World Wide Web (www), por esencia, es internacional como los
satélites que transmiten información, los cables submarinos que permiten la difusión
con una fibra óptica de un ínfimo espesor, entre 10 y 300 micrones y que transportan
mensajes con haces de luz a enormes velocidades.36

Así, una de las cuestiones también más actuales es la relación entre la tecnología y
los derechos humanos. Cada vez se presentan más grupos de personas que reclaman
derechos desde ángulos insospechados y no tradicionales. Por tanto, cuando
articulamos el mundo globalizado con la actualidad, de inmediato surge la tecnología
y, por supuesto, el DIDH es el vector más eficiente para su transmisión.

Una afirmación tradicional es que el derecho internacional es la ley de la Tierra. Esa


afirmación nos lleva a no poder entender un espacio donde no se hallen en juego las
reglas del derecho internacional en interacción con las telecomunicaciones, video e
informática, coordinadas por la ciencia y la tecnología, en el marco de los derechos
humanos, conformando una red virtuosa.

Fuentes del Derecho Internacional de los derechos humanos y tecnología

¿Cómo armonizar la tradición con la innovación? Esa es una pregunta que se formula
a diario. En general, habitualmente, las fuentes del derecho internacional y por
supuesto las del DIDH han sido los tratados, la costumbre y los principios generales
del derecho. Como medios auxiliares se establecía a la doctrina de los publicistas y a
la jurisprudencia. Esa era la visión de mediados del siglo XX que se normaba en el
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (Art. 38).

La cuestión, que se plantea, es si ese ropaje del derecho internacional es adecuado


para esta época, si es necesario algún tipo de adaptación, si se han producido
cambios copernicanos, o bien, si la solución será la de adoptar un “vintage” jurídico.

No hay duda de que las fuentes son los tratados, la costumbre y los principios
generales del derecho ya que poseen una plasticidad y un poder de expansión
extraordinarios, en una época de globalización creciente dentro de un poder de
generación y posterior cristalización normativa. Sin embargo, a pesar de la ortodoxia
de este concepto doctrinal, podría discutirse siempre por vía de hipótesis, el
concepto también ortodoxo de que la doctrina y la jurisprudencia no son fuente del
derecho.37

Lo cierto es que en el DIDH parecería que este criterio sufre alguna variación hacia la
heterodoxia de dicho estándar al afirmar que la jurisprudencia de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos es ultra activa, esto es se presentaría como
una fuente de derecho, sin serlo de manera ortodoxa, luciendo con un indiscutible
valor efectivo.

Para verlo de manera práctica: en la formación del DIDH no solo han actuado los
Estados sino otros órganos jurisdiccionales, como la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, que también han operado con un plan muy concreto: primero
los cimientos y luego el edificio.38

De esa manera, se ratifica que a pesar de que la jurisprudencia no es fuente de


derecho, constituye un elemento material de formación de normas consuetudinarias
e, incluso, en algunos casos se produciría un deslizamiento y se generaría un nuevo
sistema de fuentes por medio del llamado “usus fori” de aplicación indispensable bajo
apercibimiento de responsabilidad internacional (Convención de Viena sobre los
Derechos de los Tratados, art. 27). En sustento de esta argumentación se debe
considerar, a modo de ejemplo, que la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en su carácter de principal intérprete de la Convención de San José de Costa Rica es
la única autorizada para emitir una interpretación “auténtica”, constituyendo un
nuevo paradigma de aplicación del DIDH en el derecho interno.39 He ahí, pues, la ultra
actividad a que hicimos referencia.

Las fuentes del DIDH constituyen uno de los temas que hacen a la ingeniería de esta
materia y que se refiere a la formación de las normas de este ordenamiento, dentro
de un criterio evolutivo con los avances tecnológicos. Con la tecnología, es probable
que, dentro de pocos años seguramente, se va a analizar la formación de normas
mediante prácticas difundidas por internet, que matizarán jurídicamente el nuevo
espacio de las redes.

Analizando las opiniones consultivas y los fallos contenciosos de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, se advierten los canales de la interpretación
de las normas en los diversos casos, pero también una predicción acertada acerca de
la solución que el tribunal tendrá en casos similares. De esta manera, entonces, el
margen de penumbra que a veces se advierte en las normas de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, se clarifica con la jurisprudencia.

Derecho de los tratados on line

El punto de conflicto se produce ante los institutos tradicionales como, por ejemplo,
el Derecho de los Tratados. Más allá de estos factores de aceleración a los que
hicimos referencia, persisten los lineamientos generales clásicos en la formación de
las normas internacionales. Predomina la presencia activa de los Estados y otros
sujetos del derecho internacional que filtran, esto es, aceptan o rechazan y, en
general, siguen siendo los guardianes de la formación de derecho, con los
prerrequisitos del pacta sunt servanda y el deber de cumplir de buena fe las
obligaciones internacionales. Por supuesto, es evidente que esa actuación en materia
de tratados internacionales exige el consentimiento expreso y en forma escrita como
la clave de bóveda del sistema. Sin embargo, centralizar la formación del derecho
internacional exclusivamente en los tratados hubiera significado una esclerosis
pronunciada en el sistema, quedando todo el derecho reducido a su aspecto
convencional, un derecho cerrado dentro del círculo vicioso de la captación estatal, a
partir del cumplimiento de protocolos y formas.

Vivimos en un mundo con una sobredosis de problemas y situaciones. Hoy en día, es


indiscutible que el tratado es fuente de derecho internacional y del DIDH, formador
de este ordenamiento y expresión de derechos y obligaciones. Ese componente
normativo es la clave de las relaciones internacionales contemporáneas y
especialmente en los derechos humanos. ¿Qué hubiera pasado hacia mediados del
siglo pasado con tantos problemas y tan pocas soluciones? Es probable que los
tratados, cientos o miles, pudieran ser contenidos en edificios o bibliotecas. Hoy en
día, es imposible imaginar la cantidad y el volumen que ocuparían esas normas. Por
suerte, hubo soluciones y contamos con soportes magnéticos que nos permiten
evaluar su cantidad, ya no en páginas de papel sino en bytes y en gigabytes.40
Los Tratados de Derechos Humanos son diferentes a los tratados tradicionales,
como, por ejemplo, los comerciales, políticos, culturales, humanitarios, tecnológicos,
etc. (O.C. N° 1, p. 24) (O.C. N° 2, p. 27 y 29).41

Siempre existe la tentación de recurrir a las instituciones típicas del DIDH


contemporáneo. Lo que sucede es que, en un mundo informatizado y sometido a los
avances de la tecnología, uno se siente impulsado a encarar la solución mediante
un clic mágico.

En el derecho de los tratados no existe la posibilidad de esas soluciones instantáneas.


Los acuerdos internacionales son el resultado de laboriosas etapas que, además,
requieren la intervención de diferentes poderes del Estado y de esa forma, las
relaciones internacionales, no funcionan por medio de un play, también mágico.42

El interrogante que se presenta es si recurrimos o no a las fuentes tradicionales como


los tratados internacionales. Hay una fuerte tentación a moverse con más libertad, y
a asignar a las fuentes una elasticidad y heterodoxia, para que las relaciones
internacionales sean más dinámicas, proactivas y no reactivas.

Puesta en marcha del DIDH. Cuestiones de interpretación

Todo funciona bien a nivel teórico. El problema se presenta a partir del momento en
que ponemos en marcha una construcción hipotética. Es lo que podría suceder con
los inventos de Leonardo da Vinci: los diseños son perfectos, pero no le exijamos que
el avión vuele o que el submarino funcione.

Ahora bien, corresponde poner en marcha a las fuentes del DIDH de manera
sinérgica. Para ello es menester analizar los motores que constituyen los criterios de
interpretación para la aplicación del DIDH en el ordenamiento interno e internacional.

En una gran síntesis, de todos los sistemas expuestos se pueden detectar dos
posiciones que operan como los extremos de un arco.
En uno de ellos, se halla una posición que denominaremos el legalista, que plantea la
solución normativa o dogmática. Allí están en sintonía las normas internas y las
subsidiarias internacionales, esto es la Convención Americana, que obliga a adoptar
disposiciones de derecho interno articuladoras del sistema.43

En el otro extremo se hallan las opiniones consultivas, pautas, informes y


recomendaciones que operan como guías.

En el centro del arco, y como resultante de las fuerzas que pueden operar y tensarlo,
se hallan los principios pro hominem, antes señalados, que operan como una suerte
de compensador, paraguas o umbrella.

Más allá de esa imagen del arco, se verifica que entre los ordenamientos nacionales
e internacionales se perciben también dos situaciones:

Haciendo una suerte de metáfora de “siembra”, en primer lugar, se produce la


llamada cross fertilization, fertilización en cruz, que actúa barriendo y haciendo crecer
a los dos ordenamientos en una gross fertilization, una fertilización masiva. Así
entonces, fertilización resulta de tal magnitud, que aporta un nuevo producto que
constituye el corazón del DIDH.

Continuando con las imágenes propuestas, la situación normativa descrita


anteriormente, genera una transportation, que podríamos traducir libremente como
difusión activa, y que en los hechos significa la conjunta importación y exportación
de normas de estado a estado.44 Verdaderamente esa difusión se produce en el
marco de un GPS jurídico.

Estos dos conceptos constituyen algo más que simples paralelismos explícitos o
causales, fruto de concepciones jurídicas compatibilizadas. Representan un
intercambio intenso y un aporte significativo a la cultura jurídica que supera un
esquema del derecho tradicional. Se trata, pues, de un espacio dinámico que supera
la concepción clásica, ya que el juez interpreta los tratados con criterio de integración
de sistemas nacionales e internacionales fertilizados, transportados y transformados
en los nuevos principios de derecho público y que conforman el cuadro operativo del
DIDH.
DIDH y biotecnología. La punta del iceberg

El caso Artavia Murillo

El DIDH en el siglo XXI comienza a extenderse sobre los nuevos desafíos que se
presentan en la sociedad, en una suerte de contaminación un contagio en este caso
benéfico. En algunos casos se desarrolla de manera clásica, por medio de fallos que
operan con nuevos criterios y problemas, pero dentro de los cánones de estilo. Nos
estamos refiriendo al proceso de cambios que se van produciendo en la tecnología
con un alto impacto en la sociedad. El caso es que la sociedad se va rediseñando con
avances tecnológicos que impulsan renovaciones en las normas y sus
interpretaciones.

La medicina cuenta con avances científicos enormes en el siglo XXI. Se ve influida por
la tecnología y, en la interferencia con el DIDH, genera nuevos desarrollos. Así pues,
un avance en cuanto a la relación con la tecnología y la medicina se ha presentado en
el caso suscitado ante la República de Costa Rica sobre fecundación in vitro, la punta
del iceberg.45 Este fallo se presenta en la superficie, pero debe considerarse lo que se
encuentra por debajo de él.

Lógicamente, la fecundación in vitro (en adelante, FIV) no existía en la época en que


se redactó la CIDH. Entonces, se plantean los problemas dado que la novedad
tecnológica tiene que ser juzgada con normas que, no obstante estar dotadas de una
generalidad operativa, requieren de esfuerzos interpretativos para ser adaptadas a
la FIV. ¿Un vestido viejo en un cuerpo nuevo? ¿Cómo armonizar la situación?

La solución clásica que diseña Costa Rica es la prohibición de la fertilización in


vitro por un plazo casi de doce años. El caso es que la solución se transformó en un
problema y, por tanto, finalmente se planteó una demanda contra Costa Rica ante la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.

De esta manera, la referida Corte Interamericana a fines del año 2012 declaró que la
prohibición establecida por dicho Estado en relación con la tecnología de salud
reproductiva violaba diversos derechos establecidos en la CIDH tales como, el
derecho a la privacidad, el derecho a la libertad, el derecho a la integridad personal y
el derecho a construir una familia, reconocidos por el DIDH. Esta decisión tiene una
importancia superlativa, toda vez que el criterio se hace aplicable a todo el ámbito de
la Convención Americana de Derechos Humanos, esto es, a los Estados que han
aceptado su jurisdicción. El DIDH tiñe todo el sistema.

La tarea fue ardua y se operó escalón por escalón. Tradicionalmente, la


interpretación se dirigía exclusivamente a la parte textual o literal. Más adelante, la
interpretación fue la sistemática e histórica que tuvo en cuenta todos los
antecedentes en el sistema universal, europeo y africano y sus consecuencias. Por
último, el criterio tiene un nuevo abordaje en la llamada interpretación evolutiva que
integra una visión adecuada para encarar el caso y la problemática de los nuevos
desafíos tecnológicos. No es posible encarar estos nuevos aspectos con
herramientas antiguas: el vino nuevo no debe ser guardado en odres viejas.

Volviendo al caso, se destaca en el fallo en relación con la consideración de


“persona”, al embrión en el marco del artículo 4° de la Convención. Por tanto, la
interpretación evolutiva se hizo necesaria para producir una solución, con criterio de
plasticidad normativa. En ese sentido, la Corte sostuvo: “En el presente caso, la
interpretación evolutiva era de especial relevancia, teniendo en cuenta que la FIV es
un procedimiento que no existía al momento en el que los redactores de la
Convención adoptaron el contenido del artículo 4.1 de la Convención.

En el Derecho Internacional, la interpretación evolutiva es consecuente con las reglas


generales de interpretación de los tratados consagrados en la Convención de Viena
de 1969 sobre Derecho de los Tratados. La Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en la Opinión Consultiva sobre la Interpretación de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1989), y la Corte Europea de
Derechos Humanos, han señalado que los tratados de derechos humanos son
instrumentos vivos, cuya interpretación tiene que acompañar la evolución de los
tiempos y las condiciones de vida actuales.46
Este caso revela la influencia de factores externos, como es el proveniente de la
biotecnología, sobre la normativa y que genera la ruptura de un dique para que la
realidad se adecue al nuevo cauce.47

El caso Angelina Jolie

Hace poco tiempo se planteó en las noticias un hecho singular. Mediante análisis
médicos se detectó un “gen defectuoso” que motivó a que la actriz Angelina Jolie se
extrajera las mamas con el fin de reducir el riesgo de sufrir cáncer. Ese tema
aparentemente de orden privado, ya era parte de una batalla legal en los Estados
Unidos de América que llegó a la Corte Suprema de ese país.

La cuestión planteaba el debate si los genes humanos pueden o no pertenecer a una


empresa que, en 1996, había obtenido una patente comercial sobre el gen
involucrado.

La cuestión es que la empresa, Myriad Genetics, no solo patentó ese gen –llamado
BRCA1– sino que también desarrolló el test para identificar sus mutaciones, que
pueden conducir al desarrollo del 10% de los cánceres de mama. Pasado un tiempo,
se presentaron denuncias contra el patentamiento y sus consecuencias. La Unión
Americana por las Libertades Civiles (ACLU) presentó una demanda porque la
patente, de acuerdo con sus puntos de vista, limitaba el libre intercambio de
información y la libertad científica, la integridad del cuerpo y la salud de la mujer.
Según los denunciantes, se otorgaba al dueño de la patente, en este caso a la
empresa Myriad, el control completo sobre los genes, con un monopolio de la citada
empresa para realizar el test correspondiente. Cabe aclarar que el examen descrito,
muy fuera del alcance económico de la generalidad de las mujeres, implicaba la
secuenciación completa del gen y tenía un costo de más de 3000 dólares. La demanda
judicial, que amparaba los argumentos de ACLU, por vía de apelaciones
finalmente llegó a la Corte Suprema.

Una de las integrantes del equipo de abogados de la ACLU consideró: “La


inaccesibilidad de las pruebas, especialmente económicas, es uno de los temas clave
de nuestro caso”. Por su parte, en un artículo periodístico del New York Times,
se afirmó que el costo de 3000 dólares de las pruebas genéticas constituye un
“obstáculo para muchas mujeres”.

La clave de la cuestión del debate jurídico era si la empresa Myriad inventó algo
nuevo. La respuesta fue que, si bien la empresa aumentó el conocimiento científico
porque identificó la conexión entre estos genes y el cáncer de mama, ello no implica
que se pueda otorgar una patente solo por identificar algo que se halla en la
naturaleza”. Por su parte, Myriad alegó que la empresa invirtió 500 millones de
dólares en el desarrollo de su prueba y que el 95% de los pacientes en EE.UU. puede
acceder a través de seguros privados o de otras coberturas, con lo cual el costo era de
solo 100 dólares en promedio.48

DIDH y Responsabilidad Internacional

Otro tema de cambio de sintonía del DIDH es, sin dudas, el de la responsabilidad
internacional. De la misma manera que en otras materias del derecho, el paradigma
clásico del derecho internacional fue reformulado. Aparecieron nuevos sujetos de
derecho internacional que desalojaron la primacía del estado como único sujeto y
agente generador de normas jurídicas. Luego de esta ampliación de sujetos, en gran
parte fruto del realismo internacional, se ha tratado de centralizar la responsabilidad.

Ahora, en esta humanidad del siglo XXI, llamada posmoderna, se impone determinar
la verdadera eficacia del DIDH en cuanto a la responsabilidad efectiva.49

Atento a los acontecimientos históricos del final siglo XX y de los actuales del siglo
XXI previamente puede surgir la tentación de afirmar que la faz preventiva del DIDH
ha fracasado. Sin embargo, debemos analizar la complejidad de la situación de los
conflictos étnicos y religiosos de fin de siglo y los remedios que las normas han
previsto. En ese sentido, la subjetividad internacional, esto es, la posibilidad de
reclamar internacionalmente contra el Estado causante de un ilícito internacional
tiene profundos contactos con la situación del orden democrático, del control
popular y de la legitimidad (caso “Libia”, 2011). Las masas humanas que van a ser
objeto de las sanciones no pueden influir sobre sus gobiernos para obligarlos a
cumplir con los derechos humanos. Con esos antecedentes, nos cuestionamos acerca
de la superación de esa situación. No hay otra solución para este conflicto que el
establecimiento de un orden democrático con un adecuado control del poder.50

La visión del mundo actual, pleno de violaciones masivas de los derechos humanos,
es que se presenta un poder de demanda que debe cubrirse con una oferta de normas
eficaces, bajo apercibimiento de que el orden internacional pierda eficacia
sociológica y que su nivel de cumplimiento quede reducido solo a una larga
enumeración de buenos propósitos que se firman y ratifican en tratados, pero que
después no se cumplen.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido parámetros


interpretativos coherentes. En ese sentido, ha establecido: “El derecho internacional
puede conceder derechos a los individuos e, inversamente, determinar que hay actos
u omisiones por los que son criminalmente responsables desde el punto de vista de
ese derecho. Esa responsabilidad es exigible en algunos casos por tribunales
internacionales. Sin embargo, actualmente la responsabilidad individual puede ser
atribuida solamente por violaciones consideradas como delitos internacionales en
instrumentos que tengan ese mismo carácter, tales como los crímenes contra la paz,
los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad o el genocidio, que,
naturalmente, afectan también derechos humanos específicos”.51

Desde otro punto de vista, la Corte Interamericana completa el círculo de la


responsabilidad individual agregando la responsabilidad estatal. No sea que, al cerrar
la red se atrape al pez pequeño y dejemos en libertad al grande. La referida Corte ha
expresado: “En lo que concierne a los derechos humanos protegidos por la
Convención, la competencia de los órganos establecidos por ella se refiere
exclusivamente a la responsabilidad internacional del Estado y no a la de los
individuos. Toda violación de los derechos humanos por agentes o funcionarios de un
Estado es, como ya lo dijo la Corte, responsabilidad de este”.52

La Corte concluye: “el cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado
de una ley manifiestamente violatoria de la Convención produce responsabilidad
internacional del Estado. En caso de que el acto de cumplimiento constituya un
crimen internacional, genera también la responsabilidad internacional de los agentes
o funcionarios que lo ejecutaren”.53

Verdaderamente, la comunidad internacional tiende hacia la denominada


hiperestesia de la responsabilidad, de todos aquellos que hayan cometido violaciones
de los derechos humanos, especialmente, en los crímenes juris gentium. Se presenta
entonces un cambio de abordaje dinámico: ha nacido un nuevo siglo con nuevas
responsabilidades.

DIDH 3.0, soberanía y tecnología. Cuatro problemas, una solución

Como expresamos anteriormente, en la actualidad, la soberanía se presenta más


como un obstáculo que como un requisito. La soberanía, pues, se muestra como un
requisito que interesa cada día menos y luce reducida solo a los aspectos impositivos
y fiscales, aunque cada vez en forma más laxa.

La consecuencia inevitable es que el Estado contemporáneo, en principio, aparece


inerme ante amenazas globales y, en especial, en todo lo referente a la privacidad.
Todo este tema se agrava en la relación del derecho con la tecnología. Así, por
ejemplo, un grupo integrante de ONG exigen el respeto de los derechos humanos en
internet y reclaman actuar contra el racismo y la discriminación solicitando que los
proveedores faciliten “mecanismos accesibles” para presentar quejas en sus
páginas.54 Un reclamo inconcebible hace hasta hace poco tiempo.

Es muy frecuente que, al vivir cambios acelerados no advirtamos acerca de su


amplitud y alcance. Así es, entonces, que la globalización trae buenas y malas noticias.
En primer lugar, una nueva noción de soberanía en la que el destino del DIDH tiene
relación con el modelo de Estado que se diseña para los próximos años y, en ese
diseño, la tecnología tiene un papel esencial.

En segundo término, la tecnología hace que delitos como las torturas, asesinatos,
desaparición de personas, etc. queden circunscritos al escenario tradicional. Estos
avances tienen un efecto de difusión y de destrucción inconmensurable. A veces un
“enter” de la computadora puede ser peor que una bomba.
En el futuro, hay nuevos peligros que acechan a la sociedad. Algunos de esos peligros
se desarrollan en las pantallas de las PC, íntimamente relacionados con el DIDH.

DIDH y GPS en las comunicaciones móviles

Los teléfonos inteligentes (“smartphones”) nos sorprenden día a día. La


combinación de los servicios de localización y comunicación permiten el servicio de
localización en el teléfono y, a su vez, incorporar nuestros movimientos y
localizaciones en las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.).

Las compañías telefónicas hace tiempo que conocen todos nuestros


desplazamientos, nuestras rutas y ubicaciones. Quienes operan en las redes sociales,
optan por ser “públicos”, generando interferencias con la privacidad (Ej.: privacidad
del trabajador, etc.).55 La geolocalización puede resultar un enemigo de la privacidad
y, por tanto, de los derechos humanos.

DIDH. Interferencia con Google Street View y Redes WIFI

La recolección de información en la vía pública es una actividad que ha tomado


relevancia a partir del servicio “street view” ofrecido por Google Inc.

Dicha empresa se ha comprometido a sombrear o difuminar los rostros de las


personas. Tal medida habilitaría dicho tratamiento al no afectar el derecho a la
imagen su privacidad en tanto la imagen original de la persona no se conserve en los
servidores de esta.56

Otro caso se presenta en los datos de redes “Wi-Fi”. Originalmente el proyecto Street
View (desde el año 2007 a 2010) capturó todo tipo de datos de tráfico que circulara
por redes Wi-Fi sin clave.57

Luego, y con motivo de las denuncias presentadas a distintas autoridades, Google se


comprometió a acentuar la defensa de la privacidad.58
2.9.3. DIDH y Drones, SOS

Un nuevo y crucial problema es el de los drones. Se trata de aviones controlados a


distancia que nacieron con un fin militar, pero que hoy tienen otras aplicaciones de
carácter civil y generan graves violaciones a la privacidad.

Se ha dicho que, hasta hace poco, los drones eran de uso exclusivo en las guerras.
Parte central de la estrategia de defensa del presidente Barack Obama consistió en
reducir la presencia de tropas estadounidenses en los escenarios de conflicto armado
y sustituirlos por operativos realizados por los vehículos aéreos no tripulados (UAV,
por sus siglas en inglés).

Dramáticamente, la tecnología ahora prevé drones del tamaño y figura de un colibrí,


que registran todo.

Michael Boyle, profesor de Ciencia Política de la Universidad La Salle, en Filadelfia,


Pensilvania, expresó en lo referido al uso de drones: “una cosa es que las agencias de
gobierno usen los drones con propósitos legítimos con algún tipo de supervisión
adecuada. Otra es que organizaciones empiecen a recopilar información de manera
que puedan violar nuestros derechos”, “el problema es que la estructura legal no está
lista. No ha alcanzado a la tecnología que crece aceleradamente mientras que las
leyes no”.

Para la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), esa falta de regulación clara y
detallada plantea problemas de privacidad formidables. Catherine Crump, de la
ACLU, sostiene: “A muy poca gente le gustaría vivir en un mundo donde cualquier
persona pueda volar un drone hasta su ventana y mirar hacia adentro”.

Las cosas no terminan allí. Ahora se están diseñando drones del tamaño de
insectos.59 La ACLU teme que los drones sean tan preponderantes que cada vez que
los estadounidenses salgan de sus casas, no puedan estar seguros si están siendo
vigilados o no, ya que cualquier persona puede comprar uno en internet por unos
cientos de dólares.
Nuevas tecnologías y redes sociales

Las nuevas tecnologías y las redes sociales están conformando un nuevo esquema
operando como herramientas de denuncia ante las violaciones de derechos
humanos. En esta circunstancia, el cambio tecnológico opera favorablemente en
defensa del DIDH, varios cientos de “me gusta” pueden variar una política.

Ahora bien, internet también presenta debilidades. Como afirma Reporteros sin
Fronteras: “Internet vuelve ineficaces los métodos de censura tradicionales, pero
también hay que tener en cuenta que algunos regímenes se dotan de estos recursos
para vigilar a los disidentes, especialmente vía Facebook y Twitter, e infiltrarse en sus
redes”.60

Internet 3.0 surge como una herramienta de denuncia y de promoción del derecho a
la información, del cumplimiento y respeto de los derechos humanos. Ejemplos como
el 15M o la “Primavera árabe” muestran el importante papel que las redes sociales
han desempeñado como herramientas de comunicación y movilización social para un
complejo abanico de grupos, colectivos y fuerzas políticas y sociales de oposición.61

La pregunta surge inevitable: ¿cuál es el papel que van a desempeñar los medios de
comunicación ante este nuevo paradigma? ¿Cómo operará el DIDH a partir de estas
realidades?

Soluciones: primer paso

Como hemos señalado, el derecho y la tecnología producen un cortocircuito


irremediable. ¿Cómo relacionarlos?

Los que pertenecemos al club del derecho nos sentimos viajando en una carreta con
ruedas cuadradas. Diferentes velocidades y conceptos entre el mundo del derecho y
el de la tecnología. Se habla de tecnología de interfaces, sistemas amigables que
traducen idiomas enfrentados.

Lo cierto es que la tecnología, simplificando, nos dice ponga un “me gusta” y todo
solucionado. Según ese punto de vista, el mundo se construye con cantidades de “me
gusta” o de contactos de Twitter. ¿Qué tiene que ver el derecho con el pajarito difusor
de informaciones e intimidades?

La realidad es diferente porque el derecho tiene reglas clásicas y requiere normas,


que no pueden sintonizarse con la realidad y producen desconcierto. La misma
perplejidad que siente un niño nativo digital modelo siglo XXI, ante un disco de vinilo
de mediados del siglo pasado no sabe de qué se trata

Ante el inusitado progreso de la tecnología, lo más grave es que nos hay normas que
la sustenten, o si las hay son insuficientes. ¿Un edificio sin cimientos?

Los juristas se miran desorientados dentro de una sociedad que disfrutan, pero que
se halla muchas veces fuera de la ley, en una tierra de nadie normativa sin regulación.
No hay reglas, los inventos son nuevos y las normas, antiguas e inadecuadas. Es una
asincronía que invade con una sobredosis de problemas.

Ante esta situación se plantea una disparidad. No hay normas que regulen la
tecnología del presente y hay un exceso de regulaciones en materias del pasado. Por
una parte, se genera ruido con pesados códigos e inflación normativa, con exceso de
normas y reglamentos y, por la otra, ausencia de normas, silencio de radio y espacios
en blanco, en relación con las innovaciones tecnológicas actuales. Es lo que ha
sucedido con la llamada Ley Hadopi, que en Francia intentó regular la piratería en
internet y se volvió obsoleta de la noche a la mañana por la modernización de la
tecnología.

¿Qué hacer? Para muestra basta un botón.

Veamos qué pasa con internet en esta nueva sociedad 3.0, en la que cada vez que
hacemos click desde una computadora ingresamos a internet, en la www. La World
Wide Web (www) es internacional y todo se difunde mediante fibras ópticas de un
espesor entre 10 y 300 micrones que transportan mensajes a enormes velocidades.

¿Qué sucede con el derecho? ¿Hay un click mágico para las normas? ¿Cómo se aplican
las normas en ese espacio cibernético?

La prueba de esa dificultad alcanza al lenguaje, que no tiene tiempo de traducir los
nuevos problemas y surgen las palabras “phishing”, “farming”, “hackers”,
“grooming”, “cyberbullyng”, Igualmente, está a la orden del día la expresión
“viralizar” como sinónimo de difundir o la otra expresión “lo bajé de internet”.

Este es un súper tema universal.

Veamos. Los usuarios de internet constituyen hoy la mitad de la población del


mundo, con un crecimiento de 500 millones de personas por año, o lo que es igual,
medio millón de personas por día, que equivale la población de la ciudad de Lanús o
Lomas de Zamora del conurbano bonaerense. En pocos años, se estima que el 80% de
la población del planeta estará conectado a internet.

Steve Jobs señaló que la mejor forma de predecir el futuro es crearlo. Marx imaginó
muchas cosas, en especial, la caída del capitalismo, pero nunca imaginó la revolución
de internet.

Nuestro experto informático, Christian Javier Vila me mira con piedad ante
requerimientos técnicos sin razonamientos lógicos. El que no está en internet no
existe. Ser o no ser, estar o no estar en las redes. Tecnología diez, normas cero, en las
que todos somos celosos de nuestra privacidad, pero estamos peligrosamente
expuestos y, a veces, felices ante la exhibición escandalosa.

La pregunta es irremediable: ¿qué futuro nos espera?

Internet es una maravilla con fortalezas y debilidades ¿Qué sucede con el espionaje
electrónico y los hackers vía Facebook y Twitter, que se infiltran en las redes, con fines
delictivos, sin sanciones? Diferentes jurisdicciones van soslayando rastros y eludiendo
responsabilidades en el desierto normativo.

Lo paradójico. El ex agente de la CIA Edward Snowden alcanzó la celebridad de una


estrella pop por haber dado a conocer el producto de sus masivas operaciones
de hacking violando la ley denominada Patriota. Se lo busca por “alta traición” y, por
otra parte, un grupo de intelectuales londinenses lo ha propuesto como candidato al
Premio Nobel de la Paz argumentando que sus revelaciones han hecho del mundo un
sitio más seguro.62 Mientras tanto el Congreso estadounidense aprobó una ley que
pondrá fin en seis meses a la recolección masiva de datos telefónicos dentro del país.
Otra paradoja, ahora en el lenguaje: pasamos de la ley patriota, a la actual ley de la
libertad.

En resumen: Occidente no sabe si ofrecerle al personaje todo el cadalso o toda la


gloria.

Esa es la realidad tecnológica, pero hay algo más grave.

Hoy el Estado Islámico, el de los verdugos vestidos de negro, que decapita rehenes
y genera ráfagas de metralla virtuales y hackea a TV5 Monde 5 y genera una página
denominada “cibercalifato”, en la que instala un juego de palabras: “Je suis is” (Yo
soy Isis). ¿Una nueva forma de invasión?

Lo mismo sucede en Latinoamérica, en la que los ciberataques están a la orden del


día y se ha dicho, que es diferente que entren a tu casa y te roben el dinero, a que
entren a tu casa y la incendien.

¿Qué hacer en el primer escalón de tecnología con o sin normas? ¿Un Robinson
Crusoe tecnológico?

Grandes innovaciones generan grandes problemas con sus respectivas soluciones.


Queremos seguridad, pero no estamos dispuestos a resignar la privacidad. Privacidad
en peligro o seguridad en peligro. La Constitución Argentina en el siglo XIX puso el
dedo en la llaga: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan
al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, quedan reservadas a Dios y
exentas de la autoridad de los magistrados” (Constitución Argentina, art. 19).

La privacidad está en jaque, mientras sobrevuelan los drones y los minidrones que
admiten la paradoja de que se requiere licencia para volarlos, en general, sin un
régimen jurídico que los regule. Muchas palabras, pocos hechos, mientras nos invade
un enjambre de minidrones de 50 gramos, abejas electrónicas que caben en la palma
de la mano.

El riesgo, lo sabemos, se asocia a la innovación y en su momento, el tren o el


automóvil era criticado por los peligros que generaba. ¿Qué va a suceder con los
drones?

Acercándonos al centro del problema: ¿qué hacer en el segundo escalón?


Pasaron más de 500 años desde la invención de la imprenta y ahora nos estamos
refiriendo a MB, a SMS, a WebCam, Skype, Facebook, Twitter, WhatsApp. ¿Nuevos
términos, nuevas realidades?

A veces existe la sensación de que el proceso de cambios tecnológicos va en un


ascensor vertiginosamente, en tanto los cambios y, en especial, los del derecho,
ascienden por una escalera medieval con zapatos de buzo, paso a paso, lentamente.

En el plano normativo, algunos autores han afirmado con razón que, si un programa
de computadora puede cambiar con solo apretar una tecla, sería indispensable que
el derecho se actualizara de la misma forma.

El derecho tradicional cede su protagonismo ante la realidad que impulsa este


derecho último modelo para adecuarse a la atmósfera existente con un impulso de
cambio.

Pero la realidad es diferente.

Es difícil regular internet, pero la mayor dificultad es que verdaderamente, parece


que no queremos regular internet porque es un espacio de lujuriosa libertad con un
sutil anonimato y una diversión misteriosa que habíamos perdido. Se trata de un
nuevo paraíso, porque en internet podemos hacer muchas cosas, comprar y vender,
chatear resguardados en un sobrenombre (Nick name), hablar con nuestros seres
amados, mandar y recibir fotos y ofrecer en subasta on line la vieja máquina de
escribir Remington.

¿Es conveniente que el antiguo derecho regule esas andanzas? ¿Se puede pensar en
una estación de trenes abandonada que no permite bajar o subir todo el tiempo?

La tecnología de internet con su sistema de información y comunicación es la


antítesis del derecho. Se trata de un horizonte de llanura, un espacio intrafronterizo
un verdadero territorio, en el que el mapa se define, se construye y se “deletea”
todos los días. Un universo imposible, como el que Borges describió en “El Aleph”,
mundos misteriosos, vivienda irremediable de hoy.

Mientras tanto, con nuestras caras iluminadas por los teléfonos y computadoras, hay
que convivir con las normas existentes, interpretarlas dinámicamente y hacer de ellas
el motor propulsor de los desafíos del nuevo siglo, con defensa de la privacidad y con
libertad, en la sociedad tecnológica del paraíso descubierto.

Soluciones: segundo paso. El DIDH en marcha

El DIDH ha sido y es el medio para encarar esta lucha entre el derecho y la


tecnología. Es así que la necesidad de proteger la información personal ante la
realidad tecnológica actual, exige que la protección de la privacidad sea reconocida
como derecho indiscutible de la persona humana.63

De hecho, el DIDH no ha sido ajeno a la protección de la privacidad. En la Declaración


Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre del año 1948 se dispuso: “Nadie
será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques” (art. 12). De la
misma manera, el principio fue reiterado en el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos del 16 de diciembre de 1966 (Art. 17).64

En el ámbito europeo, en Roma, el 4 de noviembre de 1950, se instrumentó el


Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales que brinda protección a la información personal en forma indirecta a
través del derecho a la privacidad, con el título “Derecho al respeto a la vida privada
y familiar”: 1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de
su domicilio y de su correspondencia; 2. No podrá haber injerencia de la autoridad
pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté
prevista por la ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea
necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del
país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la
moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás” (art. 8).

Luego, en un avance significativo, se suscribió el Convenio 108 del Consejo de Europa


del 28 de enero de 1981, para la protección de las personas con respecto al
tratamiento automatizado de datos de carácter personal, ratificado por todos los
Estados miembros. Se regulaba a través de este el tratamiento de la privacidad, pero
aún no se había reconocido el derecho a la autodeterminación informativa.

Finalmente, en junio de 1999 el Consejo Europeo consideró oportuno volcar en una


Carta los derechos fundamentales vigentes en la Unión Europea. Esta Carta debía
contener los principios generales recogidos en el Convenio Europeo de Derechos
Humanos de 1950 y los derivados de las tradiciones constitucionales comunes de los
distintos países de la Unión Europea, así como los derechos económicos y sociales
enunciados en la Carta social europea del Consejo y en la Carta comunitaria de los
derechos sociales y fundamentales de los trabajadores, así como los principios que se
derivan de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia y del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos.

En diciembre de 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la Carta adquirió
el mismo carácter jurídico vinculante que los Tratados. Es así que la Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión Europea, expresamente incorporó en la Unión
Europea el derecho humano a autodeterminación informativa, en su artículo 8º bajo
el título de “Protección de datos de carácter personal”: “1. Toda persona tiene
derecho a la protección de los datos de carácter personal que la conciernan”.

La comunidad internacional está alerta y preparada para atender los desafíos que
plantea la tecnología. El DIDH ha acompañado este desarrollo y ha operado
exitosamente: estamos protegidos.

Conclusiones. El DIDH: la clave para descifrar los códigos secretos

Lo prometido es deuda, recordemos la adivinanza:

“En una adivinanza cuyo tema es el ajedrez, ¿cuál es la única palabra prohibida?
Reflexioné un momento y repuse: la palabra ajedrez”.

Esa es la solución que obliga a evitar caminos recorridos.

Así es la historia que estamos viviendo. El proceso de cambios acelerados comenzó


recientemente en cuestiones de alta tecnología. Como señalamos, transcurrieron
más de 500 años desde la invención de la imprenta y ahora nos estamos refiriendo a
MB, a MSM, a WebCam, Skype, Facebook, Twitter, WhatsApp.

Esto queda perfectamente sintetizado, en el caso de PirateBay, cuando se preguntó


a los acusados cuándo se conocieron en “IRL” (“In Real Life”), en la vida real y ellos
respondieron que prefieren el término “Away from keyboard”, que podría
interpretarse como lejos del mundo virtual, porque ellos consideran que internet es
real.65 Los mismos demandados se plantean qué tipo de sociedad quieren ser y si esta
debe estar sometida a los vaivenes del mercado y del copyright.

Asimismo, otro grupo plantea nuevos esquemas de representación, formando un


nuevo partido político, el Partido Pirata Alemán con gran aceptación electoral en ese
país.66 Desde otro ángulo, se constituye una entidad “border line” en el ámbito de
los hackers que se autodenomina Anonimous e impugna de manera drástica todo lo
existente, mientras se desborda el mundo de la información en wikileaks.

El tema consiste en desentrañar las claves del futuro. El estudio de las instituciones
nos permitirá ir descifrando los códigos secretos que se avecinan, en especial, con el
desarrollo de la tecnología.

En el año 2000 había solo doscientos cincuenta millones de usuarios de internet; en


2012, ya superaba los dos mil millones de usuarios y no sabemos cuántos serán al leer
este capítulo. La perspectiva es que, antes de la mitad del siglo XXI, todos los
habitantes del mundo tengan acceso a internet. Este fenómeno es propio de la
tecnología. Adviértase que, en lo referente a la telefonía móvil, las cifras han
aumentado de quinientos millones de celulares a siete mil millones.

En ese sentido, no nos cansamos de reiterar que Reisman ha considerado que, si un


programa de computadora puede cambiar con solo apretar una tecla, sería necesario
que el derecho internacional se actualizara más rápida y eficientemente, y ese
argumento se extiende al DIDH.67

Desde hace más de un cuarto de siglo estamos transitando estos temas y en esa
época, prospectivamente, nos planteamos la relación entre los derechos humanos,
la informática y el derecho internacional.68 Hoy con una humanidad que supera los
7000 millones de personas, los desafíos se hacen más evidentes.
La ciencia y los derechos humanos deben entenderse de manera complementaria
para producir la articulación que la sociedad internacional requiere. Vivimos en una
era de reestructuración en la que la globalización se expande, en tanto que se
incrementa la fragmentación y la afirmación de las diferencias; se amplían las zonas
de paz y las de violencia; se crea riqueza sin precedentes mientras subsisten bolsones
de pobreza; la voluntad y los derechos de los pueblos se respetan y se violan al mismo
tiempo; la ciencia y la tecnología optimizan la calidad de vida con efectos colaterales
irrecuperables para el planeta.

Entre las figuras pioneras que plantearon la interacción entre las nuevas tecnologías
y los procesos políticos se destaca el profesor Yoneji Masuda69, artífice de la
informatización de la sociedad japonesa. Masuda opuso a la siniestra imagen del
“Estado automatizado”, esto es la organización política totalitaria apoyada en el
control tecnológico, la “Computopía”, es decir, la sociedad libre a través de las
computadoras y de la información. La futura sociedad informatizada o Computopía
será “una sociedad sin clases libre de un poder dominante y cuyo núcleo social serán
las comunidades voluntarias70, en el que ese modelo de sociedad será una realidad
“cuyo monumento histórico serán solo unos cuantos chips de un centímetro
cuadrado metidos en una cajita”.

El caso es que, este proceso de cambio de paradigmas y de velocidades a los que


hemos aludido precedentemente, presiona instalando el protagonismo del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos 3.0.

El derecho tradicional se ubica en segundo plano ante la realidad que impulsa este
DIDH 3.0 para adecuarse a la atmosfera existente con un impulso de cambio.
Mientras tanto será necesario convivir con las normas clásicas, interpretándolas
dinámicamente y haciendo de ellas el motor propulsor de los desafíos del nuevo siglo.

Bibliografía

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Links de interés:

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http://www.rtve.es/noticias/20110322/street-view-legal-alemania/418880.shtml
(*) (Extracto del libro "DERECHOS HUMANOS Y GARANTÍAS. BASES PARA SU
ESTUDIO Y ANÁLISIS", Director: Juan Antonio Travieso, elDial.com – 2019)

(**) Abogado. Doctor en Derecho. Profesor Titular de Derecho Internacional Público


y de De-rechos Humanos y Garantías, de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires. Autor de 15 libros y más de 100 publicaciones científicas. Premio
UNESCO. Personalidad Destacada del Derecho declarado por la Legislatura de la
Ciudad de Buenos Aires.

1 . Alexy, R.: Teoría de los derechos Fundamentales, Madrid, Centro de estudios


Políticos y Constitucionales, 2001.

2 . Jorge Juan Hubner Gallo en Su obra Los Derechos Humanos, Edit. Jurídica de Chile,
1994, ha considerado el invalorable aporte de Perelman.

3 . Carrillo Salcedo, J.A.: Dignidad frente a barbarie. La Declaración Universal de


Derechos Humanos, cincuenta años después, Madrid, Trotta, 1999, pp. 64-66.

4 . http://www.localnomad.com/es/blog/2012/08/03/la-arquitectura-de-la-sagrada-
familia-en-barcelona/

5 . Véase http://www.youtube.com/watch?v=6ch14iqNC6w

6 . Recordemos que la Carta Magna de 1215 ha cumplido 800 años y constituyó una
limitación al rey para el cobro de los impuestos.

7 . http://www.youtube.com/watch?v=iOuRzbMeojE

8 . Travieso, J.A.: Historia de los derechos humanos y garantías, Buenos Aires, Heliasta,
1993; 2° edición, 1998, p. 437.

9 . Pérez Luño, A.-E.: Manual de Informática y derecho, Barcelona, Ariel, 1996, p. 35.
Cabe aclarar que la palabra “autopoiética” es un neologismo que refiere a un
concepto que puede reproducirse y mantenerse por sí mismo.

10 . Travieso, J.A.: “Los nuevos paradigmas. Enfoques con nuevas consideraciones


metodológicas”, en Abregú, M. y Courtis, C. (comp.): La aplicación de los tratados
sobre Derechos Humanos por los tribunales locales, Buenos Aires, CELS, Editores del
Puerto, 1997, pp. 127 y ss.
11 . Travieso, J.A.: Garantías fundamentales de los Derechos humanos, Buenos Aires,
Hammurabi, 1999, p. 249. Véase también Travieso, J.A.: “La reforma constitucional
argentina de 1994”, Relaciones entre derecho internacional, derecho interno y
derechos humanos”, La Ley, 12/12/1994.

12 . Travieso, J.A.: “El control de constitucionalidad y sus enfoques en tratados


internacionales” en Doctrina Judicial, Año XIII, n. 9, Buenos Aires, La Ley, 1997.

13 . Pinto, M.: Temas de Derechos Humanos, Buenos Aires, Editores del Puerto, 2004.

14 . Travieso, J.A.: “El control de constitucionalidad y sus enfoques en tratados


internacionales” en Doctrina Judicial, Año XIII, n. 9, Buenos Aires, La Ley, 1997.

15 . Faúndez Ledesma, H.: El sistema interamericano de los Derechos Humanos, 2°


edición, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1999, p. 27, con cita de
diversos autores que usan frecuentemente la expresión de derechos fundamentales
como sinónimo de Derechos Humanos.

16 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, 2° ed., Buenos Aires,


Heliasta, 1995, pp. 202 y ss.

17 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 204 y ss. Véase
también Higgins, Rosalyn, “Derogations under human rigths Treaties”, British
Yearbook of International law 1977/78, p. 282.

18 . Carrillo Salcedo, J.A.: Soberanía de los Estados y derechos humanos, Madrid,


Tecnos, 2001 p. 151. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit.,
p. 222 y ss.

19 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 209 y ss.

20 . La “Uni-di-versalidad” de los Derechos Humanos: conflictos entre derechos,


conceptos de democracia e interpretación jurídica. Véase Rodrigo Uprimny.

21 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 129-130.

22 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 212 y ss. En el
próximo capítulo se desarrollarán los conflictos entre Derechos Humanos.

23 . Vigo, R.L.: Ética y Responsabilidad Judicial, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2007, p 26.
24 . Cançado Trindade, A.A.: “Democracia y Derechos Humanos: el régimen
emergente de la promoción internacional de la democracia y del Estado de Derecho”
en Nieto Navia, R. (ed.): La Corte y el sistema interamericano de derechos
humanos, San José, OEA, Unión Europea, 1994, pp. 529 y ss. Véase Travieso,
J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit.

25 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 38 y ss.

26 . Habermas, J.: El derecho internacional en la transición hacia un escenario


posnacional, Buenos Aires, Katz Editores, 2008.

27 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., 235 y ss.

28 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., 279 y ss.
Véase http://www.youtube.com/watch?v=1890h55r14Q y http://www.youtube.com/
watch?v=l0VihlbpiRc

29 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 447 y ss.

30 . Bauman, Z.: Modernidad líquida, Bs.As., FCE, 2003. Véase reportaje


en http://www.youtube.com/watch?v=X4YGdqgCWd8 y discurso
en http://www.youtube.com/watch?v=hEu_mQ7qUwg

31 . Friedman, T.: The World is Flat: A Brief History of the Twenty-First Century. La Tierra
es plana, Planeta, 2006. Véase Thomas Friedman
en http://www.youtube.com/watch?v=53vLQnuV9FY

32 . http://hdr.undp.org/en/media/HDR_2001_ES.pdf

33 . Tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

34 . Todas estas referencias corresponden al seminario Derechos humanos y nuevas


tecnologías colección “Jornadas sobre derechos humanos” nº 6 XXI Cursos de Verano
en San Sebastián XIV Cursos Europeos - UPV/EHU 2002. Presentación de la jornada en
los cursos de verano de la UPV/EHU Derechos Humanos y Nuevas Tecnologías,
Mercedes Agúndez Basterra. Resaltamos que tiene una antigüedad de más de 10
años. Disponible en http://www.e-
derecho.cl/downloads/nuevastecnologias2002.pdf.

35 . Esta expresión Web 3.0 apareció por primera vez en 2006 en un artículo de Jeffrey
Zeldman, crítico de la Web 2.0.

36 . http://www.lanacion.com.ar/1541910-internet-cumple-30-años.

37 . Véase Estatuto de la Corte Internacional de Justicia- art. 38 inciso 1° d y art. 59.

38 . Travieso, J.A.: La Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opiniones consultivas


y Fallos, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1996.

39 . Travieso, J.A.: Garantías fundamentales de los derechos humanos, Buenos Aires,


Hammurabi, 1999 p. 324; Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Jurisprudencia, Buenos
Aires, Eudeba, 1998; Travieso, J.A.: La Corte Interamericana de Derechos Humanos,
Opiniones consultivas y Fallos, op. cit.

40 . Véase en https://treaties.un.org/.

41 . Travieso, J.A.: La Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opiniones consultivas


y Fallos, volumen de 623 páginas.

42 . Travieso, J.A.: “La reforma constitucional argentina de 1994. Relaciones entre


derecho internacional, derecho interno y derechos humanos”, op. cit.

43 . Convención Americana de Derechos Humanos, art. 2.

44 . Sands, P.: “Treaty, Custom and the Cross-fertilization of International Law”, Yale
Human Rights & Development Law Journal, v. 1, 07/11/1999.

45 . Fecundación in vitro, Artavia Murillo y otros c. Costa Rica, Corte IDH, Sentencia de
fondo, 28/11/2012.

46 . Véase Tyrer vs Reino Unido, TEDH, (1978), Marckx vs Bélgica, TEDH, (1979),
Loizidou vs Turquía, TEDH (1995), entre otros.

47 . http://www.sentirypensar.com.ar/nota532.html.
48 . Ver resumen del fallo en http://propintel.uexternado.edu.co/Pr0P1n73L-
3xT3rNaD0-U3C/wp-content/uploads/2013/06/SENTENCIA-DE-LA-SUPREMA-CORTE-
DE-JUSTICIA-myriad-.pdf.

49 . Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2012,
pp. 519-565.

50 . Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, Buenos Aires, Heliasta,


p. 32. Análisis jurídico y análisis políticos planteo de Wengler y Foucault.

51 . Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la


Convención (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH,
O.C. N°14, 09/12/1994, p 52 y 53.

52 . Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la


Convención (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH,
O.C. N°14, 09/12/1994, p. 56.

53 . Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la


Convención (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH,
O.C. N°14, 09/12/1994, p.57.

54 . http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/4cf1a28b338cb842d1202a18ee8db
b4e.

55 . http://www.consumer.es/web/es/tecnologia/internet/2011/05/18/200588.php;

http://www.mymacom/el-gps-y-la-intimidad-del-trabajador.html.

56 . http://www.berlin.de/sen/justiz/gerichte/kg/presse/archiv/20110315.1545.335632 .

57 . http://transition.fcc.gov/DA-12-592A1.pdf).

58 . Links de interés:

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http://www.rtve.es/noticias/20110322/street-view-legal-alemania/418880.shtml;
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http://www.neoteo.com/google-street-view-sale-de-alemania.

59 . http://www.lanacion.com.ar/1556196-drones-para-uso-civil-una-tecnologia-de-
doble-filo.

60 . http://www.lanacion.com.ar/1540900-para-evitar-los-escandalos-china-se-vuelve-
aun-mas-estricta-con-internet.

61 . http://aui.es/index.php?body=dest_v1article&id_article=3378.

62 . Anotamos que la Presidenta de la Argentina se ha reunido con el Sr. Snowden.

63 . Hassemer, W. y Chirino Sanchez, A.: El derecho a la autodeterminación informativa,


Buenos Aires, Editores Del Puerto, 1997, p.172.

64 . Martínez Martínez, R.: Una aproximación critica a la autodeterminación


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65 . http://blogs.infobae.com/veo-documentales/2013/02/24/el-maravilloso-mundo-de-
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66 . http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/25/internacional/1353868659.html.

67 . Travieso, J.A.: “El Derecho Internacional Contemporáneo: claves para cambiar de


rumbo”, ILADIR-Revista Gobernanza Global, Año 1, n. 2, septiembre 2009

68 . “Derechos Humanos, Derecho internacional e informática”, Revista Jurídica,


Buenos Aires, La Ley, 1989.

69 . Profesor Yoneji Masuda, de la Universidad de Aomori, fundador y presidente del


Institute for the Information Society y ex director el Japan Computer Usage
Development Institute, “La sociedad informatizada como sociedad post-industrial”,
trad. cast. de J. Ollero y F. Ortiz Chaparro, Fundesco & Tecnos, Madrid, 1984: p. 172 y
p. 177.
Citar: elDial.com - DC2874

Publicado el 17/09/2019

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