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Futbolistas, poetas, científicos

Y francamente los estadios y la televisión se prestan para ver partidos, pero muy poco para
oír poemas. También debemos considerar que por cada futbolista millonario, debe haber
miles de futbolistas tan pobres como los poetas, o más. Además los poetas, por lo menos, se
pueden consolar pensando que serán famosos después de muertos. Lo cierto es que un buen
futbolista está tan especializado en su arte como un buen poeta en el suyo. Las dos
actividades requieren las mismas horas de concentración y entrenamiento. El poeta
leyendo, escribiendo, corrigiendo, y el futbolista entrenando, pateando y aprendiendo.
¿Cómo lograr un mundo en que el futbolista pueda ser rico, pero donde el sistema
económico le reconozca también al poeta al menos medios de subsistencia decentes?
Supongo que un gobierno serio tasa con altos impuestos a los más ricos (incluido el
futbolista) y subsidia de algún modo la cultura poética. ¿O debemos cerrar las actividades
no rentables que ya muy pocos frecuentan? ¿Hay que clausurar los teatros a los que no va
mucha gente, las orquestas de música clásica, el ballet, las bibliotecas? Sería una catástrofe
cultural y un empobrecimiento de toda la sociedad. La poesía no deja ver fácilmente su
importancia en la vida cotidiana, pero hay otras actividades mentales, minoritarias y muy
sofisticadas, cuyas consecuencias prácticas son inmensas. Sin matemáticos, por ejemplo, no
habría computadores ni internet. Sin físicos no habría aviones ni televisión. Sin
bioquímicos no habría medicina moderna. Hay gimnasias y artes de la mente que no atraen
a multitudes millonarias de público, y sin embargo son necesarias para el desarrollo
humano, para la libertad de una sociedad, para que haya una visión crítica y pensante de lo
que ocurre.

Casi nadie puede ser espectador entretenido de un matemático que resuelve teoremas (su
oficio no sirve como espectáculo), pero sus piruetas y hazañas mentales son tan complejas,
o más, que las piruetas y hazañas físicas de un futbolista. La sociedad del espectáculo
vuelve ídolos y millonarios a los cantantes, los futbolistas, las modelos, las actrices. Pero la
sociedad, el Estado, tienen que entender dónde se produce también el conocimiento que nos
hace mejores seres humanos, mejores ciudadanos, que nos hace la vida menos dura, más
llevadera, y apoyarlo, imponiendo impuestos duros a la sociedad del espectáculo, que ni
siquiera podría existir sin los inventos científicos.

Yo entiendo que mucha más gente quiera ir, pagando, a un concierto de Shakira que a una
lectura de versos o a una conferencia de álgebra o de biología molecular, así los versos del
poeta sean mucho mejores que los versos de Shakira (y conste que los de ella no siempre
me parecen malos), pero entiendo también que Shakira jamás habría podido escribir buenos
o siquiera regulares versos si no hubiera habido antes grandes poetas que se inventaron la
mejor forma de hacerlos. Ella, incluso sin saberlo, forma parte de una tradición letrada. Y
ella misma debe saber que sin físicos no habría amplificadores para su guitarra ni señales
electrónicas invisibles para sus videos y conciertos.

Lo no espectacular, la medicina, la física, las matemáticas, la poesía, la música culta, tiene


que tener también espacios y derechos. Apoyos, plata. Tiene que ser financiada por el
Estado tasando las ganancias de la sociedad del espectáculo. La educación, las
universidades, las academias, los congresos, los sueldos de quienes no son famosos pero
son tan importantes como los famosos: eso es lo que debe asegurar una sociedad justa. ¿Y a
qué viene todo esto? Bueno, a que el fútbol recibe apoyos multimillonarios (y está bien)
mientras los recortes de presupuesto se están haciendo en ciencias y en cultura.

(http://www.elespectador.com/opinion/futbolistas-poetas-cientificos-columna-502598)

(Héctor Abad Faciolince)

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