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Reproducido, actualizado y adaptado por el prof. Miguel Rivas Roces, Ing. Comercial MBA, ITP
Universidad de Nueva York, sobre la base de un artículo de Michael Porter de la Escuela de
Negocios de la Universidad de Harvard, con autorización de la HPSB para uso exclusivo como
material académico.
Michael Porter
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1. ESTRATEGIAS Y EFICIENCIA OPERACIONAL
Una empresa sólo puede lograr el éxito a largo plazo si puede establecer una diferencia
que perdure en el tiempo, ya sea creando valor en el cliente, creando valor en su propia
gestión operacional, o en ambos sentidos a la vez. Crear valor en relación al cliente
permite cobrar precios más altos por sus productos y si, a la vez, va unida a menores
costos operacionales, se incrementa el margen operacional. Durante muchos años se
trabajó solamente la ecuación de reducir los costos operacionales, pero ahora que se ha
redescubierto que muchas organizaciones pueden lograr la misma eficiencia, los ojos se
han puesto nuevamente donde siempre debieron estar: en el cliente.
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Muchas industrias a nivel global tales como automóviles, computadoras, textiles, telefonía
y otras tienen costos similares, e incluso son abastecidas por los mismos proveedores. A
nivel nacional, toda empresas conoce al dedillo los costos de insumos, mano de obra y
gastos a que afectan a cada competidor de una industria, ya sean costos por metros
cuadrados en el caso de las empresas constructoras, insumos de la industria exportadora
de fruta, o fábricas textiles. ¿Dónde radican entonces las posibles ventajas
competitivas?, ¿Cómo es posible competir cuando todos conocen los insumos
tradicionales que conforman el costo de los productos?
Las ventajas competitivas radican en que las empresas realizan diferentes actividades.
No todas hacen lo mismo para producir lo mismo y no todas hacen lo mismo con la misma
eficiencia. Del tipo de actividades que se realiza y de la forma como se hacen, nacen las
diferencias. Un ejemplo simple pero significativo: los restaurantes. Los insumos son los
mismos, los procesos muy parecidos, similares costos de mano de obra y gastos
generales, sin embargo, los precios por menú y el éxito de la gestión pueden ser
radicalmente diferentes. Hay determinadas actividades que diferencian a uno de otro. La
efectividad operacional incluye la eficiencia pero no está restringida sólo a eso. La
efectividad operacional está en la realización de muchas actividades hechas en diferente
forma. Si, además de hacer las actividades en forma más eficiente se hacen también
actividades distintas, se logra una ventaja estratégica.
En efecto, a finales de los años 70 y comienzos de los 80, Japón introdujo una serie de
mejoras en sus procesos productivos que potenciaron su capacidad competidora con
Occidente al ofrecer productos de menor costo y mejor calidad. Esto se ha llamado la
frontera de la productividad y consiste en el nivel que una compañía es capaz de lograr al
aplicar muchas y diferentes iniciativas simultáneas en forma exitosa, desplazando dicha
frontera a límites mucho más lejanos para sus competidores.
Esta frontera de la productividad se corre cada vez que aparece una nueva tecnología,
nuevas formas de gestión o mejores procesos de abastecimiento y producción. Las
tecnologías de información y sistemas de comunicación desarrollados hacia finales de los
90 y comienzos del 2000, están modificando la forma de hacer negocios a través de
clusters, celulares, comercio electrónico, Internet y marketplaces, lo cual implica nuevos
desplazamientos hacia delante de la frontera de la productividad.
Este permanente desafío al estilo japonés adoptado por muchas compañías en todo el
mundo creó un estilo de gestión basado en mejoramientos continuos estructurados en un
equilibrio entre menores costos de los productos y mejoramiento de la calidad, al ofrecer
simultáneamente menores precios y diferenciación de productos, lo que podía confundirse
con toda una estrategia de diferenciación y liderazgo en costos, pero que simplemente
eran avances hacia una nueva frontera de productividad. Hoy los ejecutivos han
aprendido a rechazar esta falsa ilusión de estar generando una estrategia simplemente
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porque mejoran la productividad. La razón es muy simple: dicha mayor productividad la
están logrando todos. Las empresas consultoras son los mejores testigos de cómo se
difunden las técnicas más efectivas de gestión.
Una segunda razón por la cual la eficiencia operativa no constituye en sí una estrategia y
no asegura el éxito es que, contra más compiten las empresas entre sí, más se terminan
pareciendo, .... ¡y más se terminan destruyendo!. Una de las guerras más singulares se
ha dado en Chile en el caso de los bancos que, en aras a un mejoramiento productivo,
han realizado una serie de fusiones buscando mejorar la productividad pero terminan
perdiendo toda identidad y capacidad de creación de valor de cara al cliente. Más aún,
hay bancos que simplemente se han fusionado porque “estaban en el mercado, a la
venta, y eran una joyita”, y no porque su fusión haya sido considerada "a priori" como una
ventaja competitiva. Los clientes del Santander no ganaron nada con la fusión con el
Santiago, ni el Chile con el Edwards. Su tamaño no los ha hecho más eficientes ni
capaces de competir mejor, pero si crearon espacios para el desarrollo de nuevos bancos
que capturan un nuevo perfil de clientes ignorados o desconocidos por los ejecutivos,
obsesionados por las grandes fusiones.
La verdad es que la última línea de los balances de las empresas sigue disminuyendo y el
énfasis en la productividad no ha traído las ganancias esperadas a pesar de décadas de
pregoneo. Simplemente, no ha habido estrategias de largo plazo que creen valor. Hoy los
japoneses también lo han aprendido duramente.
Hacer una estrategia competitiva es hacer las cosas en forma diferente. Significa elegir
deliberadamente una manera distinta de hacer las cosas con el fin de entregar productos
o servicios que sean definitivamente diferentes, pero que signifiquen crear valor al cliente.
Cuando los cines en Chile decaían lánguidamente por la competencia de los videos y las
viejas salas se debatían por atraer espectadores sobre la base de estrategias
competitivas basadas en la clásica táctica de bajar el precio de las entradas, vinieron las
grandes firmas comercializadoras extranjeras, y con un visión diferente del negocio,
instalaron verdaderos supermercados de películas, con horarios múltiples y paralelos,
autorización y expendio de comidas internas, sin reserva de asientos, situándose dentro
de los grandes malls comerciales. No sólo comenzaron a llenar los cines, sino también
subieron el precio de las entradas. Ellos entendieron que la estrategia era entretener y no
vender películas. Esa es una estrategia diferenciadora con creación de valor pues era el
diferencial que el cliente buscaba. No se crea valor bajando los precios sino satisfaciendo
y otorgando al cliente beneficios por los cuales está dispuesto a pagar, y aún más caro
que el competidor.
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Muchos ejecutivos, erróneamente, fijan sus estrategias sobre la base de un
posicionamiento diferente de sus productos, lo cual, la gran mayoría de las veces, no
pasa de ser un mero "slogan" publicitario. La verdadera diferenciación está en ofrecer
algo distinto, que cubra efectivamente una opción de consumo por la cual se está
dispuesto a pagar. Sólo posicionarse en relación a la competencia, o peor aún, competir
tratando de parecerse al rival y pretender ganarle por precio, es ir derecho al precipicio.
Algo parecido a los cines sucedía hasta hace poco con los fabricantes de muebles.
Cuando un cliente quería un sofá, por ejemplo, debía ver los diferentes modelos
existentes en las tiendas y después elegir el tapiz. A partir de ese momento debía
esperar 3 o 4 semanas (con suerte) hasta que la tienda le mandara el mueble, y, con más
suerte aún, que recibiera el tapiz que había elegido. Siguiendo las experiencias de las
grandes tiendas americanas y europeas, algunos negocios chilenos decidieron innovar en
la táctica cambiando derechamente el proceso y manteniendo stocks de diferentes
modelos listos para la entrega. El mayor costo de los grandes locales existentes y el
costo financiero de inventarios más altos, fueron absorbidos sin problema por el cliente
que estuvo dispuesto a pagar más, simplemente por el hecho de tener el sofá en forma
inmediata y saber efectivamente que lo que compraba era lo que recibiría. El impacto del
mayor precio lo suplieron con una actividad complementaria: financiamiento
• Una forma se da cuando las empresas tiene un set de productos y servicios que
cubren una gama importante de todos los productos de la industria a la que
pertenecen. Estas son las estrategias basadas en la variedad de productos. Un
ejemplo es la empresa de transporte Tur Bus que tiene tal gama de servicios similares
y complementarios que puede diferenciarse de otras y fijar su propia táctica de venta
de pasajes, terminales, etc., y es más, la gente que usa dichos servicios aún puede
estar dispuesta a pagar más por los pasajes de esa empresa porque entienden que
hay más valor (ventajas) en el producto que compran.
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consumo, como el uso de medicamentos homeopáticos. Esta estrategia, basada en
posicionamiento por las formas de acceso al cliente, ha sido una de las peor
manejadas ya que tienden a usarse medios masivos para productos que, muchas
veces, nada tienen que ver con la forma como se informan los clientes. Muchos
productos agrícolas, por ejemplo, son promovidos a través de medios masivos no
especializados como diarios, revistas o TV que difícilmente llegan al consumidor final
en aislados pueblos al sur del país. Internet ha sido otro de los claros ejemplos de
fracaso en el acceso a los clientes bajo el supuesto que todo el mundo estaba
accediendo por el hecho de estar conectado, leyendo y tomando decisiones de
compra sobre productos que se veían en determinadas páginas web, contabilizando
cada vista como un contacto, o simplemente, porque estaban suscritos a la red.
Reconocer las características de la industria, convivir con ella y aprovechar sus ventajas
para generar estrategias de posicionamiento involucra tres clases de "trade-offs" (N. del T.
Trade-offs debe entenderse como negociaciones implícitas o acuerdos tácitos en que distintas
partes conviven compartiendo algo común, en un equilibrio de fuerzas)
1. Una vez que una compañía se posiciona a si misma, o posiciona un producto, es muy
difícil recambiar su posición. Nadie se imaginaría ahora a McDonald como un fino
restaurant francés; eso significaría una tremenda inconsistencia con su imagen. Una
vez fijada la imagen de un producto, es preferible no removerla ya que su costo es
muy alto y el riesgo de caer en el limbo del confusionismo, enorme. Sin embargo,
reconociendo las diferencias, diversos restaurantes se instalan en una misma cuadra y
hacen un "trade-off" de diversas especialidades.
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2. El posicionamiento requiere realizar actividades propias en relación a las
características generales de la industria. Cada empresa es un mundo particular que
realiza actividades propias que las distingue y que son las que debe preservar. Un
posicionamiento específico requerirá probablemente una ubicación específica, equipos
diferentes, personal capacitado en otro sentido, maquinaria especial, etc. Más aún, el
valor de la empresa podría ser destruido si trata de hacer lo que no es capaz, o si
hace algo para lo cual está sobre entrenada. Aquí es donde surgen importantes
"trade-offs" o acuerdos, similares a los que realizan muchas líneas aéreas, por
ejemplo, que antes de entrar a competir en determinados mercados pequeños o
domésticos prefieren hacer alianzas.
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4. COMPATIBILIZAR VENTAJAS COMPETITIVAS Y SUSTENTABILIDAD.
Un restaurant de comida rápida no es solo un restaurant que hace lo mismo que muchos
otros en forma más rápida, sino también es un restaurant que hace las cosas en forma
diferente. Sus insumos (hamburguesas, pan, etc) ya vienen especificados para el tipo de
producto que expenden, el layaut de trabajo está estructurado para un procesamiento
expedito, las opciones de productos son fijas, el sistema de pago es anticipado, el
procedimiento de atención es autoservicio, etc.
Coherencia de la gestión
La necesidad de hacer calzar las distintas iniciativas dentro de una empresa es una de las
bases más antiguas de la generación de estrategias, sin embargo, gradualmente, los
ejecutivos van gestionando diferentes actividades o procesos que los alejan. Muchos
directivos apuntan a centrarse sólo en factores críticos de éxito, o en suministros críticos,
o en determinados procesos, o en el puro posicionamiento diferencial (con grandes
esfuerzos publicitarios y poca efectividad real interna). Sin embargo, la coherencia de
las iniciativas es lejos lo más importante de toda estrategia. Parece obvio, pero es lo que
menos se hace.
Una empresa que tenga una línea de productos de alta tecnología necesariamente deberá
tener una fuerza de ventas capacitada y altamente sofisticada. Otra empresa que se
focalice en un cliente institucional de alto volumen de compras, con proveedores
externos, repetitivo, buen pagador, deberá levantar fuertes barreras contra su
competencia, probablemente basando su ventaja en la productividad y eficiencia de sus
servicios, fuerte control de costos, capacidad y oportunidad de respuesta, con el fin de
impedir un fácil acceso de sus competidores que desearán también saborear una presa
apetitosa.
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Muchas actividades de una organización, al igual que los insumos que compra, pueden
ser similares para toda la industria. Un laboratorio que realice determinados test
probablemente use similares proveedores y haga similares ensayos que su competencia.
La diferencia estará justamente en las actividades que no son similares y en la forma
como éstas sean coherentes entre si.
Existen tres tipos de actividades coherentes que pueden generar diferencias competitivas
en la estrategia ( y que no necesariamente son excluyentes entre si).
Las líneas gruesas representan las coherencias directas entre actividades propias de su
"core business". Las líneas delgadas representan actividades complementarias o de
optimización.
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Flete Estacio-
por cliente namientos
propios
Manuales Locaciones Merchan-
explicativos amplias dising
impulsivo
Servicio Auto
al cliente servicio
stock
Embalaje a la
simple y Personal
vista
cómodo reducido
Auto Amplio
armado stock
Anticipar stock
Embalaje demanda todo el
reusable año
Diseños Bajos
Modulares Costos
diseños
en provee-
Amplia dores
bricolage
variedad seguros
Sustentabilidad de la estrategia
La importancia de que las diferentes actividades que conforman una estrategia sean
coherentes entre sí es fundamental, no sólo para construir ventajas competitivas sino
también para que ésta sea sostenible en el tiempo. Es mucho más difícil para un
competidor copiar todas las actividades exactamente igual a su rival que simplemente
comprar el mismo software de atención al cliente, o que igualar la forma de atención al
público. El posicionamiento se construye sobre la base de un sistema de actividades,
más que una réplica de alguna en particular. Un sistema de actividades será en definitiva
mucho más difícil de duplicar enteramente, creando así altas barreras de entrada.
Contra más enlazadas estén las actividades primarias, secundarias, terciarias y sucesivas
en la cadena de valor, más sustentable será la empresa en el tiempo, y menos
posibilidades tendrán los competidores de imitar la totalidad de dichas actividades.
Además, la propia coherencia de las iniciativas fortalece aún más la cadena de valor
inherente a cada empresa en particular, tranformándose en un sólido enganche de
relaciones causa-efecto que se complementan firmemente en el tiempo.
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Un beneficio complementario que se obtiene cuando todas las actividades se
complementan y refuerzan entre sí es que se hace más fácil obtener la eficiencia
operacional pues todas los departamentos o secciones van tirando el carro en el mismo
sentido, lo cual hace aún mas difícil de imitar por la competencia pues se ingresa en el
campo de culturas organizacionales comprometidas con sus objetivos. Las actividades,
secciones o departamentos que no tienen una relación clara, lógica y consistente con la
estrategia de la empresa, van a funcionar de manera floja con el resto de la cadena y son
eslabones que relajan la fortaleza de una cadena eficiente. Las empresas que muestran
sólidas cadenas de actividades, coherentes y consistentes entre sí, rara vez son presa de
posicionamientos amenazantes por parte de los competidores pues estos saben que son
posiciones difíciles de copiar. Más bien suscitan interés de compra total por su bien
lograda eficiencia.
Por otra parte, las empresas que muestran un posicionamiento sólido en la industria como
consecuencia de una estrategia clara y definida, y una cadena eficiente de actividades
coherentes entre sí, son las que están en mejor condición de estrablecer "trade-offs" o
negociaciones complementarias con el resto de las organizaciones de la industria,
reforzando aún mas su posicionamiento y ventaja competitiva. Tal es el caso de
Consalud, en el área de las Isapres, que llegó a tal grado de coherencia en su estrategia
que terminó creando los centros de salud Megasalud que prestan servicios a otras Isapres
en las propias instalaciones de Consalud.
¿Por qué tantos ejecutivos fracasan en elegir una estrategia apropiada?, ¿por qué otros
simplemente prefieren no elegir ninguna estrategia de negocios?, o habiendo tenido
estrategias en el pasado, ¿por qué no las sostienen en el tiempo?.
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Las razones mas usuales son que la necesidad de crear una estrategia proviene de un
requerimiento externo, tal como cambios tecnológicos o el comportamiento de la
competencia. Eso no es válido. Aunque los cambios y fuerzas externas sean un
problema que hay que resolver, la necesidad de la estrategia debe venir de decisiones
internas de la empresa.
Una estrategia sólida no es impuesta por una visión coyuntural sobre el comportamiento
de la competencia, o por un fracaso organizacional interno, o por el simple deseo de
crecer, o por la oportunidad de un buen negocio temporal.
Cuando las empresas operan muy lejos de la frontera de la productividad, existen muchos
espacios internos para crecer y formular estrategias propias y los posicionamientos en
base a trade-offs dentro de la industria son lejanos e innecesarios. Por otro lado, bajo la
creencia que una empresa bien administrada no tiene necesidad de hacer arreglos con
nadie porque se la puede sola y puede arrasar con todos los competidores débiles, se ha
creado una mentalidad soberbia entre muchos ejecutivos que piensan que hacer trade-
offs son un signo de debilidad. Entusiasmados y envalentonados por los grandes
despliegues de hipercompetencia, muchos ejecutivos, especialmente jóvenes, comienzan
a imitar a los fuertes de la industria y quieren cambiarlo todo, introduciendo por su cuenta
cada nueva tecnología que repica en el mercado.
Persiguiendo este afán loco de crecer con cada nueva tecnología, con cada nuevo cambio
que se ve en la industria, con cada nueva medida de productividad y eficiencia que se
lanza al mercado, azuzados por consultoras especializadas en mostrar lo que están
haciendo otros y que debe hacerse por todos, exigidos por indicadores de eficiencia y
productividad que nada dicen con objetivos específicos sino solo impuestos por la
necesidad de medir algo, muchos ejecutivos no entienden ni visualizan la necesidad de
tener una estrategia. En verdad, la maraña de presiones por el éxito de corto plazo no
permiten la fijación de una estrategia, o dicho más simbólicamente, las ramas de los
árboles no dejan ver el bosque.
La cultura organizacional construida durante largo tiempo en base a una estrategia clara
puede jugar muy en contra cuando se adoptan trade-offs con la industria porque la
imitación, hipercompetencia, búsqueda de oportunidades de negocios, ingreso a
mercados diferentes, benchmarking y otras iniciativas inconsistentes hacen perder el foco
de los esfuerzos, confunden a la gente, distraen recursos y diluyen la cadena de valor.
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La trampa del crecimiento.
Entremedio de muchas influencias, la trampa del crecimiento es una de las que tiene
efectos mas perversos en la formulación de estrategias. La idea de llegar a acuerdos con
otros miembros de la industria, o el hecho de situarse en un nicho determinado de
mercado, dan la sensación que se está limitando el crecimiento, al igual que una
estrategia de bajos precios da la sensación perder espacios en clientes que buscan mayor
calidad y servicio, o la de una estrategia de diferenciación que haría perder otros
segmentos.
Los ejecutivos están siempre tentados de traspasar los límites de las estrategias bajo la
idea de que los mercados objetivos están saturados y se entusiasman en crear nuevos
productos o servicios, especialmente cuando comienzan a "mirar para el lado" y fijarse en
lo que hacen sus competidores. Ir a comer el pasto del predio del vecino es un instinto
que aún nos queda de mundo animal. Muchas empresas chilenas fracasaron
rotundamente en el mercado argentino, mucho antes de la crisis cambiaria del año 2001,
simplemente porque sus ejecutivos cambiaron abruptamente una estrategia (si es que la
tenían) por otra de oportunismo de mercado, sin tener las iniciativas o actividades
suficientemente conjugadas para materializar semejante curso de acción.
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Una de las opciones es buscar un potenciamiento de la misma estrategia mediante
apalancamiento de las actividades existentes, y creando nuevas iniciativas que hagan
más dificil a los competidores superar aisladamente dichas actividades. Tal es el caso de
potenciar las ventas mediante líneas de financiamiento o tarjetas de crédito propias,
clubes de socios, etc.. En otras palabras, lo que los ejecutivos deben peguntarse es qué
iniciativas pueden desarrollar que complementen la estrategia existente antes de iniciar
actividades diferentes que no son complementarias ni coherentes a la actual estrategia.
Antes que el hipermercado Jumbo decidiera seguir creciendo por la vía de la adquisión de
la cadena Santa Isabel, había iniciado un amplio programa de potenciamiento de su base
de datos de clientes a fin de incorporar técnicas de CRM en la venta. Tal vez esa opción
habría sido un camino más coherente a la idea de crecer ordenamente que comprando
otros negocios, al menos como Jumbo propiamente tal.
Hace algunos años atrás, CAP renunció a toda inversión en la industria forestal para
concentrarse directamente en el mercado acerero, ya sea chileno o mediante alianzas
(trade-off) con otras acereras latinoamericanas. Su estrategia le ha permitido proteger
firmemente el mercado nacional de otros entrantes y participar en mercados como el
brasileño mediante alianzas con competidores, diminuyendo las amenazas de invasión al
mercado chileno y permitiéndole una expansión al mayor píis de Sud América.
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han perdido la fuerza de su marca y su gestión, inclusive en el terreno internacional,
porque han mantenido su nombre a pesar de ser empresas del grupo Nestlé. No así
Luchetti, Banco Santiago, y otras empresas del grupo Luksic que han tenido un
comportamiento errático, más al servicio de los intereses del grupo que a una estrategia
propia. No es de extrañar que las utilidades de este grupo provengan más de afortunadas
negociaciones coyunturales, que de los resultados de la gestión misma de las empresas.
Estrategia y Liderazgo
El líder justamente debe evitar que las distracciones y cambios que ocurren en la
industria alteren el rumbo de crecimiento trazado y mantener la disciplina sobre las
caracteristicas diferenciadoras de su organización que la destacan en el concierto de los
mercados en que se desempeña. Las oportunidades para imitar a los rivales serán
enormes, las tentaciones de seguir los caminos fáciles del oportunismo serán cantos de
sirena permanentes, las presiones para inversiones, productos, servicios y acuerdos no
comprometidos a la estrategia serán múltiples y continuos, pero la labor del lider será, en
este caso, comunicar claramente cuales son los objetivos estratégicos, motivar a la gente
en ello, comprometer el esfuerzo y enseñar el sentido y beneficio de la estrategia. El lider
que renuncia a comunicar los planes, motivar, enseñar, comprometer y premiar los logros,
renuncia a la esencia de una gestión estratégica y vuelve al camino de la clásica gestión
presupuestaria y funcional de los años 70.
Una agenda de trabajo meramente operacional, como llevan adelante muchos gerentes
generales que no asumen el verdadero compromiso futuro de la empresa, basa su gestión
en un mejoramiento de la operaciones del día a día, pero, curiosamente, crean una gran
vulnerabilidad de la misma en el largo plazo pues no logran fortalecerla y diferenciarla en
nada. La típica agenda operacional apunta a los continuos cambios, ajustes, arreglos
parciales, componendas, acuerdos, parches, y todo tipo de decisiones que postergan las
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mejores prácticas. La agenda estratégica apunta a un camino definido y permanente,
consistente, negociaciones coherentes, estrechando todos los esfuerzos hacia objetivos
definidos y conocidos. La agenda estratégica es una agenda de compromiso y disciplina
que combate a enemigos como la distracción, compromisos fáciles, presiones fatuas,
corrupción y componendas.
Definir una estrategia de negocios ha cambiado en los últimos 20 años debido a las
características de los negocios, la globalización, nuevas tecnologías, y el posicionamiento
mal entendido basado sólo en la idea de combatir al rival.
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Reconectarse con las estrategias
Todas las empresas que han tenido éxito en el tiempo tuvieron alguna vez una
estrategia clara y definida pero las presiones de los cambios, las sirenas de la eficiencia
y el atractivo del crecimiento, hicieron perder el norte y terminaron homogenizándose en
el mercado. Para reencontrarse con esencia original es bueno hacerse las siguientes
preguntas:
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El año 2002 Emol se redujo drásticamente y comenzó a hacer lo que siempre debió ser:
una iniciativa complementaria a la estrategia del diario para vender información, noticias,
publicidad y avisos clasificados, utilizando sus propias competencias
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