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LA DECISIÓN DE PERDONAR

Semana 1

“Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: Tal vez José nos
guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos. Por eso le mandaron a decir:
Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones: Díganle a José que perdone, por favor, la terrible
maldad que sus hermanos cometieron contra él. Así que, por favor, perdona la maldad de los
siervos del DIOS de tu padre. Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar”.

Génesis 50:15-17 – NVI.

Introducción

El perdón es tal vez la doctrina más medular de la Biblia. El Evangelio es poder de DIOS para
salvación, restauración y transformación; pero un evangelio sin perdón es una filosofía sin poder.

Perdonar en un proceso

El perdón no ocurre accidentalmente. Uno no se tropieza con el perdón, sino que deliberadamente
sale a buscarlo. El perdón es una decisión que requiere mucha intencionalidad. Ahora la decisión
de perdonar es más compleja que pensar que “debo perdonar”, o sentir que debo perdonar, o decir
“yo perdono”.

Cuando digo: te perdono, en realidad lo que estoy diciendo es “voy a trabajar en el perdón”, por
cuanto tengo la voluntad de perdonar; pero el perdón no ocurre en forma automática. Una vez que
decido perdonar, necesito vivir varias etapas, hasta transformar la resolución en perdón efectivo. El
perdón es un proceso. Este proceso comienza con la motivación y la decisión de perdonar. Esta
resolución requiere la convicción de que el perdón es una mejor alternativa que el dolor o el enojo.

Semana 2

¿Cómo transitar el camino del perdón?

El patriarca José es un personaje que encarna el espíritu del perdón en la Biblia. Y por supuesto,
JESUCRISTO representa el modelo a seguir y del cual aprender. José fue vendido como esclavo
por sus hermanos, motivado por la envidia y los celos de éstos. Esa acción conllevó consecuencia
negativas en la vida de José: esclavitud y servidumbre, destierro de su tierra y familia y cárcel, lo
cual acarreo mucha pena y dolor. Luego José asciende a la cima del poder del imperio egipcio,
quien era la nación dominante de la época.

En un momento de la historia, los hermanos de José, a causa del hambre que había en la tierra,
visitaron al prospero Egipto. Habían pasado más de 20 años entre que José fue vendido como
esclavo a los mercaderes y su encuentro con sus hermanos. Pero esa visita revivió las viejas heridas
de José, quien los trato ásperamente y con desconfianza al primer encuentro (Génesis 42:7),
acusándolos de espías (este delito se pagaba con la muerte) y encarcelándolos por tres días
(Génesis 42:17). Finalmente José concibió un plan, con manipulación, para probar a sus hermanos,
al exigirles que trajeran ante él a su hermano menor, como prueba de que no eran espías.

Después de cerca de 20 años de su experiencia traumática con sus hermanos, se puede observar que
las heridas emocionales de José todavía estaban abiertas: “Y se apartó José de su lado y lloró. Y
cuando volvió a ellos y les habló, tomó de entre ellos a Simeón, y lo ató (encarceló) a la vista de
sus hermanos” (Génesis 42:24).

José en su proceso de perdón y reconciliación con sus hermanos necesitaba tiempo para probarlos
(la confianza no es automática), y también necesitaba reconciliar sus propias emociones antes de
darse a conocer y poder reconciliarse con ellos. En todo caso este proceso resultó, dado que el
objetivo final de José no era la venganza, en una confesión (reconocimiento de la culpa) y toma de
conciencia del mal cometido contra José por parte de sus hermanos.

Este proceso produjo un despertar de la conciencia y un quebrantamiento de sus corazones. Esto


ayudo a la sanidad y rehabilitación necesaria para la reconciliación. Por más de 20 años sus
hermanos habían cargado con la culpa de un pecado que habían, en complicidad, cuidadosamente
ocultado. El efecto de este sentimiento de culpa acompañó a los hermanos de José aun después de
la muerte de Jacob, varios años después del encuentro (Génesis 50:15-18), a pesar de las muestras
de perdón de José. Después de la muerte de Jacob, su padre, José tuvo que reiterarles el perdón y
consolarlos.

Semana 3

El perdón es un proceso
La sanidad de las heridas recibidas no ocurre instantáneamente. El perdón no se traduce en forma
automática en confianza y reconciliación. El perdón es un proceso muy personal que recorre cada
persona que ha experimentado ofensas y agravios, hasta estar preparada para perdonar, y en el cual
no hay un límite de tiempo. No se puede forzar el perdón.

En el camino hacia el perdón es necesario que se cumplan ciertos pasos, para que el perdón se
experimente en forma genuina y sana:

1. Disposición para perdonar. Se requiere la resolución de perdonar. El perdón comienza con la


decisión de perdonar. El perdón no ocurre accidentalmente. Esto lo observamos en la vida de José.

2. Aceptación y reconocimiento de haber sido ofendido y herido. Reconocer la ofensa y admitir


que lo sucedido nos ha causado dolor, rabia, etc. El perdón no es simple asunto de verbalizar las
palabras “te perdono”. Se requiere procesar el dolor, la rabia y los sentimientos asociados a la
ofensa y el agravio. Es preciso reconocer que hemos sido lastimados y aceptar ese dolor. Tampoco
se trata de un simple desahogo emocional. Se requiere asumir la responsabilidad por los
sentimientos experimentados, y el reconocimiento del daño recibido. José necesitó conciliar sus
propias emociones ante de expresar perdón a sus hermanos.

3. Perdonar también implica un cambio de percepción (distanciamiento emocional). Otra manera


de considerar a las personas y a las circunstancias que creemos que nos han causado dolor y
problemas. Este proceso nos fuerza a abandonar la victimización, la culpa y la autocompasión. Para
esto José se permitió probar el corazón de sus hermanos.

Semana 4

4. Ayuda en el proceso compartir con alguien la situación. Puede ser con el mismo ofensor
(cuando es posible), o un confidente o un especialista (psicólogo, psicoterapeuta, etc.). En este caso
José uso a sus propios hermanos.

5. En el contexto cristiano, es fundamental, entregar la ofensa y el ofensor en las manos de


Dios. Esto permite soltar la ofensa, el resentimiento y los deseos de venganza, para confiar en la
justicia y sabiduría de DIOS. No hay duda que José encomendó este proceso en las manos de
DIOS, quién lo guio en el proceso.

6. Otro elemento útil es crear una historia diferente. Esto tiene que ver con cómo se habla de la
situación. Se requiere evitar contar una historia de resentimiento, culpabilización o victimización.
Eso fue lo que hizo José: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero DIOS transformó ese
mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente” (Génesis
50:20).

Contar una historia de victoria en vez de una historia de agravio, supone redefinir el significado de
nuestras experiencias vividas, nuestro enojo/dolor y nuestras heridas emocionales experimentadas.
Implica colocar los hechos en un contexto más amplio que nos brinde una nueva perspectiva acerca
de la ofensa y agravio recibidos y de las situaciones vividas.

En el contexto cristiano, implica colocar los hechos en el cuadro general de DIOS. Observar la
situación con “los lentes de DIOS” y a la luz de sus propósitos.

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