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Un día de 1812, en la comuna de Coupvray, cerca de París, Francia, Louis Braille estaba jugando en

el taller en el que su padre fabricaba arneses. Y, en esta ocasión, ocurrió un accidente que le
cambiaría la vida a él y, unos años más tarde, a muchos otros. Al tratar de hacer un hueco en el
cuero, la lezna se le resbaló de las manos y le perforó un ojo. El ojo se infectó y la infección no sólo
prosperó, sino que se le pasó al otro ojo. Finalmente pasó lo mejor que le podía pasar: se ganó una
beca para estudiar en el Real Instituto para la Juventud Ciega (RIJC) de Francia. En 1821, Charles
Barbier, un capitán del ejército francés, llegó al instituto a compartir un sistema de lectura táctil
desarrollado para que los soldados pudieran leer mensajes en el campo de batalla en la oscuridad,
sin alertar al enemigo encendiendo linternas. Se le había ocurrido que su "escritura nocturna",
como la había llamado, podía ser de provecho para los invidentes. Tres años más tarde, cuando
tenía 15 años, había completado su nuevo sistema. Lo que había hecho era fue simplificar el
sistema de Barbier, reduciendo los puntos en relieve. La idea era que quedaran del tamaño
indicado para sentirlos con la yema del dedo con un sólo toque. Para crear sus puntos en relieve
en la hoja de papel usó una lezna, la misma herramienta puntiaguda que le había causado la
ceguera. Y, para asegurarse de que las líneas quedaran rectas y legibles, utilizó una rejilla plana.

En 1825, Luis Braille ideó su sistema de puntos en relieve: el sistema braille, también conocido
como cecografía, aporta a las personas ciegas una herramienta válida y eficaz para leer, escribir,
acceder a la educación, a la cultura y a la información sin necesidad de ver, guiándose solo por el
tacto. El braille no es solo una técnica de escritura adaptada para ciegos, el braille va más allá de
eso, es algo más que una herramienta, es el sistema gracias al cual se pueden, guiar, instruir,
educar, aprender, conectar con el entorno y recibir toda información escrita.

La masificación del Braille es tal que hoy podemos encontrar escritura Braille no sólo en textos
creados para gente invidente, sino que también en billetes y ascensores. Las personas ciegas
disponen de computadoras con teclados en braille, teléfonos móviles e impresoras, que
transforman un texto a dicho alfabeto.

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