Nombre: Paola Andrea Trujillo Barrera Código: 201717070

Imagen: La fuerza detrás de un retrato mortal

Nuestros cinco sentidos son aquello con lo cual le damos sentido al mundo y moldeamos la
realidad. Por separado, funcionan de buena manera, y cuando nos falta uno, los demás se
agudizan más que ese. Sin embargo, todos juntos funcionan increíble. Son estos los que nos
permiten conocer nuestro mundo y delimitar la realidad a través de las imágenes. Así, todo
el tiempo estamos inundados de imágenes, que, aunque se crea que son exclusivamente
visuales, pueden aludir a cualquiera de los cinco sentidos. Un recuerdo de nuestras ultimas
vacaciones, el sonido de nuestro hermano llorando, el aroma de aquella persona a quien
extrañamos, la textura de nuestra cobija de bebés o el sabor de la comida de nuestra mamá.
Todo lo anterior son imágenes. Sin embargo, ¿cómo definir lo que es una imagen?
Teniendo en cuenta que son tantas cosas a la vez. Yo diría que una imagen es mucho más
que un objeto tangible. Una imagen tiene más poder y es más clara que las palabras, puede
causar en el ser humano millones de preguntas y problemas. Una imagen puede desatar
guerras, religiones, amor u odio. Una imagen es un discurso. Muchas veces parece que no
todas estas guardan la misma fuerza, pero lo que es cierto es que todas cuentan una historia
oculta. Así, para mi una imagen es monologo hablando sin palabras, esperando a que
alguien descubra su poder.

Hay muchas imágenes que permanecen en nuestra memoria a lo largo de la vida. Cuando se
nos pide elegir una sola de estas, allí es el momento para decantar cuales de estos elementos
son los que realmente nos han dejado una huella. Para mi, uno de estos es un retrato a color
en fondo azul. En esta fotografía se muestra a un hombre joven de 25 años, trigueño, de
cabello negro un poco voluminoso y cejas con forma de ángulo pronunciado; la izquierda
con un corte horizontal al comienzo. La frente es de más o menos cuatro dedos debido a las
entradas en su cabello no muy acentuadas. Tiene los ojos color miel y su forma es un poco
caída, además no sobresalen en su rostro ya que se pierden que su cara cuadrada. Su nariz
es chata y medianamente grande, pero sus labios gruesos resaltan más. Sus orejas
claramente sobresalen de su cabeza con su forma aplanada, y su cuello se encuentra
prácticamente escondido dentro de una camisa negra que se encuentra bajo un saco azul
que se pierde en el fondo con una delgada franja blanca en cuello tipo “u”. De igual forma,
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se alcanza a observar que el saco tiene un logo en blanco bordado que tiene la palabra
“DISTRICT” con los números 84 de los cuales se puede ver apenas la parte de arriba. En
cuanto a su expresión, se puede decir que luce tranquilo, con el intento de esbozar una
sonrisa muy pequeña en sus labios sin abrirlos completamente, pero lo suficiente para
alcanzar a ver un diente asomándose al lado derecho; lo que se llama ‘media sonrisa’. En
cuanto a su mirada, los ojos están completamente posicionados y clavados en la cámara.
Teniendo en cuenta que es una foto de estudio; probablemente de documento, el encuadre
toma parte del pecho para arriba.

¿Por qué lo que parece ser una simple fotografía es relevante en mi vida? Lo más
importante de todo es quien está en ella. Él es uno de mis tantos primos, pero quien falleció
a manos de la guerrilla. De donde vengo, a comienzos del siglo había un gran auge de
milicianos y guerrilleros principalmente en las zonas rurales. Allí es donde habitaba él,
cerca de la finca de mis abuelitos. En enero del 2004, cuando él tenía 25 años, dos hijos y
esposa; se encontraba trabajando como lo hacía normalmente, cuando estos hombres
llegaron armados y decididos a causarle daño. Se desconocen realmente las causas de su
asesinato (como ocurre con muchas muertes dentro del conflicto), pero podría ser porque se
negó a darles información. Su cuerpo fue llevado inmediatamente a la casa de mis
abuelitos, donde su madre lo recibió y lo posaron sobre la mesa-comedor. En ese momento,
algunas de mis tías, mis padres, primos y yo, nos encontrábamos reunidos en la zona
urbana. De repente, entró una llamada a la que mi tía respondió con un grito desgarrador
que aún retumba en mis oídos. Todos estaban llorando, consolándose unos con otros y yo,
con 4 años, también lo hacía, aunque en ese momento no entendiera nada de lo que estaba
ocurriendo. La mayoría de recuerdos sobre este suceso son muy borrosos y nada detallados,
supongo que por mi edad. Sin embargo, algo que nunca podré olvidar fue que cuando volví
a la finca de mis abuelitos, allí estaba él, en esa foto. La habían enmarcado y puesto en la
pared que quedaba en un pasillo al frente del comedor. Yo podía quedarme observándola
por mucho tiempo. La razón de esto es que no lograba entender porqué sí ya no estaba en
este mundo sino en el cielo, igual podía verlo; y porqué todos miraban esa imagen con
tristeza. Pero más que nada, yo trataba de recordar como era cuando estaba vivo, si alguna
vez me miró o me saludó, si en realidad me conocía. Por más que intentaba, nada llegaba a
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mi mente, siendo tan pequeña todos los recuerdos sobre su vida estaban borrosos en mi
memoria. Por eso, lo único que recuerdo de él es esa fotografía y el sufrimiento de mi
familia. Lastimosamente, lo único que recuerdo de él es su muerte.

Ahora bien, poner una imagen en palabras; es decir, traducir su contenido, siempre supone
un problema al no saber hasta qué límite llegar. De igual manera, la única forma de
descubrir e interpretar la imagen es relacionándola con los elementos que anteriormente
uno conoce. Por suerte, esta imagen está completamente relacionada a mi entorno familiar
desde que era pequeña, así que es a lo único que puedo vincularla, así como le he afirmado
anteriormente. Por ahora, siguiendo los principios de Roland Barthes (1980) sobre el
análisis de la imagen, trataré de dar cuenta de los conceptos de studium y punctum en este
retrato. En lo que respecta al studium, es decir el interés general y social que acerca a la
foto, me parece que al ser un retrato, no cuenta con studium. Si las personas la vieran en
una serie de imágenes, probablemente no se detendrían a mirarla. Sin embargo, si tuviera
una inscripción debajo que contara quien es él y cómo murió, establecería un interés
general en el público al tratarse de un problema social (conflicto armado). De otra manera,
solo sería una foto más de un muchacho.

En cuanto al punctum, esa parte específica de la imagen que nos llama, nos punza y nos
hace observarla de manera subjetiva, para mi serían sus ojos. Desde que la observaba hace
tantos años en aquella pared, siempre que pasaba por ese pasillo sentía que sus ojos me
llamaban. Si me movía para el lado derecho me miraban, o para el izquierdo me seguían.
Podía quedarme jugando varios minutos a que su mirada me perseguía y que eso solo me
pasaba a mi. Ahora que sé que es un efecto de su mirada clavada en la cámara, de igual
forma hay algo en sus ojos que me sigue llamando y me hace sentir especial. Cuando los
veo, siento que él me está queriendo decir algo, y aunque no esté en palabras, lo entiendo.
Siento que hay una profundidad en ellos, y que con sólo verlos puede transmitir varios
sentimientos así no lo conociera. Para mi, uno de estos es tranquilidad, lo que me ha hecho
pensar que se encuentra en un lugar tranquilo. La tristeza de su muerte se olvida en el
momento en que esos ojos miran los míos.
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Por otra parte, siguiendo el análisis de Susan Sontang (2006), con esta fotografía es posible
pensar en cual es el elemento principal de la foto y a qué es lo que se le ha dado
importancia. Por mucho que trate de encontrar algún componente que tenga más
importancia que otro en la imagen, estoy segura de que este elemento no es algo visual; no
es algo que pueda atrapar con la mirada. Lo que más resalta es lo que hay detrás de ella;
una historia de conflicto que rodea a todo el país. Lo que hay allí es muerte. Por esta razón,
se puede poner en evidencia la clara relación entre la fotografía y la muerte. La narrativa
que tiene esta imagen no se basa en la relación de sus elementos, se basa en la historia de la
persona que hay en ella, y no es su historia de vida, sino solo el momento de su muerte.
Esto de igual manera hace pensar en la violencia que puede guardar una imagen. No es que
la imagen sea violenta en sí misma, ya que su contenido visual no produce en lo absoluto
un sentimiento de agresión o tensión, de hecho, produce lo contrario. Pero su contenido
implícito es lo que podría dar rabia, generar incomodidad y resentimiento. Así, lo que
produce algo no es la fotografía en sí misma, lo es su lectura al saber la muerte que esconde
detrás de ella.

En conclusión, se reconoce que la imagen es un discurso que guarda mucho poder. Aunque
parezca que esta es un simple retrato, siempre hay una historia que llama detrás de ella.
Lastimosamente, el elemento principal de esta fotografía es la muerte. El asesinato que
guarda es lo que me hizo mirarla, y es lo que probablemente haga mirarla a más de uno. Lo
más importante de todo no es sólo el hecho de voltear a verla, sino lo que puede llegar a
producir en las personas. Conociendo su historia violenta, puede causar resentimiento y
dolor. En mi caso, me generó curiosidad e hizo que una persona de la cual no tengo
recuerdo alguno se volviera importante para mi. De este modo se pone en evidencia la
fuerza innegable de las imágenes.
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REFERENCIAS

Barthes, R. (1980). La cámara lúcida. Ediciones Paidós: España.

Sontang, S. (2006). Sobre la fotografía. Alfaguara: México.