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El alma

Hoy escribo esto que en realidad ya estaba dentro de mi cabeza dando vueltas y por eso de dar
vueltas no podía ordenar las palabras que pudiesen expresar ese sentimiento. Pero la presencia
de la muerte hoy se corporizó. Y si bien ya estuvo presente en mi vida, cuando desapareció mi
amigo Jorge a nuestros treinta y pocos años fue un acto de violencia de los militares
genocidas. La muerte de Norberto, teníamos treinta y siete, negligencia médica sin respuesta
y la del Turco, a sus cuarenta y dos, culpa del cigarrillo y del cáncer.

Veinte años después, la idea de la muerte comienza a aparecer y tarda un tiempo en formarse.
Y hoy, las preguntas que seguramente tienen mil respuestas, estas pueden ser parte de ellas, o
ninguna u otras muy distintas, me surgen.

¿Cómo es el alma? ¿Pesa veintiún gramos como dice la película? Cuando nos morimos,
¿dónde va? ¿Muere con nosotros?

Una muerte cercana, te dispara ese tipo de preguntas. Quizás, para que el dolor duela menos,
la ausencia no sea tan ausente. Que se yo.
Por primera vez, pensé en mi finitud. Y en el alma. O en mi alma.
Y pensé que en el momento de la muerte, algo pasa con el alma. Unos dicen que se
transforma en energía que vuelve al Cosmos, donde quiera que sea. Otros, que se va al cielo
de los no nacidos y espera su turno para reencarnarse. Y así seguimos tratando de conocer lo
desconocido. Yo creo que cuando alguien muere su alma se divide en pedacitos, tantos como
los afectos que tenía y que los más queridos reciben más que los otros. Así, el alma del que se
fue se incorpora al alma de las personas cercanas a ella. Pero no es fácil. Porque hay algunas
almas que son más grandes que otras, y es mucho lo que se reparte. El proceso es doloroso,
porque cuanta más alma uno recibe, más duele la absorción. Y en el caso de Andrea ella
quería a muchos y muchos la querían a ella, así que ese dolor en el alma lo tienen muchas
personas. Lo tenemos. También lleva tiempo ese proceso. Nuestra alma debe acomodarse a su
nuevo tamaño y composición. Eso es lo que nos duele. Mucho. Por eso, a veces decimos “me
duele el alma”. Después, el dolor lentamente irá menguando, quizás hasta desaparecer. Y
nuestra alma cambiada con el pedacito que nos dejó a cada uno por fin cicatrizó y esas
cicatrices quedarán como marcas, o por decirlo con otras palabras, son los abrazos, besos,
sonrisas, el amor en suma, que vendría a ser lo mismo que nos quedó de ella a cada uno de
nosotros.

23.07.2020

P.D.: Me desperté temprano y no podía dormirme. Me vino a la cabeza este escrito y comencé
a pensar en lo que terminé agregando en los dos primeros párrafos. No supe hasta ahora que
terminé de escribir, porqué hoy. Lo releí completo. Estaba por cambiar la fecha por la de hoy.
Hoy es 23 de Julio de 2022. Las casualidades no existen.

Da
niel

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