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Lector
• El derecho a leer cualquier cosa hace que, más de una vez, empecemos por la lectura de
“malas novelas” -especialmente durante la adolescencia- para acceder después, a las
“buenas lecturas”. Al decir de Pennac, “una de las grandes alegrías del pedagogo es -
cuando está autorizada cualquier lectura- ver a un alumno cerrar solo la puerta de la
fábrica best-seller para subir a respirar donde el amigo Balzac.”
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual)
• El derecho al bovarismo no es más que ese primer contacto con la obra literaria; la
emoción, el sentimiento, la confusión de la imaginación con la realidad, la penetración en
un mundo diferente del real. Nuestras primeras emociones como lectores, nuestros
recuerdos de lecturas adolescentes y esa siempre válida postura de lector ingenuo, nos
harán disfrutar siempre de la lectura.
7. El derecho a leer en cualquier lugar
• El derecho a leer en cualquier parte es aprobado y compartido tanto por ávidos lectores
como por quienes se acercan muy de vez en cuando a la lectura. No importa dónde, lo
importante es “leer”, hasta tal punto que, más de una vez, la concentración y abstracción
del mundo real al que nos lleva la lectura, hace que olvidemos bajar de un colectivo o de
cumplir con la hora de alguna actividad planeada previamente.
8. El derecho a hojear
• El derecho a picotear está estrechamente relacionado con la falta de tiempo para leer en
forma completa un libro, pero nos permite abrirlo en cualquier página y descubrir allí el
comienzo de una posterior lectura o simplemente la posibilidad de trasladarnos por unos
minutos, a otro mundo o lugar. Muchas veces volvemos a una lectura ya hecha en busca
de un dato determinado o de una frase recordada a medias.
9. El derecho a leer en voz alta
• El derecho a leer en voz alta -un ejercicio que se ha perdido últimamente en las escuelas,
pero que los alumnos de cualquier edad aprecian y solicitan a menudo- permite dar vida
al texto y compartirlo con el grupo. Pennac sostiene con certeza que “quien lee de viva
voz… si lee de verdad… si su lectura es un acto de simpatía con el auditorio tanto como
con el texto y su autor, si logra que se oiga la necesidad de escribir y despierta nuestra
más oscura necesidad de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la
muchedumbre de aquellos que se creían excluidos de la lectura se precipitan en ella tras
él.”
10. El derecho a callarnos
• Finalmente, en el derecho a callarnos, aparece una vez más, el acto de leer como un
momento de intimidad del que nadie debe dar explicaciones a nadie…”nuestras razones
para leer son tan extrañas como nuestras razones para vivir. Y a nadie se le ha otorgado
poder para reclamarnos cuentas sobre esta intimidad.”