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Los 10 Derechos Del

Lector

DE: EDGAR GUTIERREZ


1. El derecho a no leer

•  El derecho a no leer nos permite


períodos de dieta, durante los cuales no
tenemos ningún libro en nuestras
manos, ya sea porque existen otras
obligaciones, otros entretenimientos u
otros intereses que ocupan nuestro
tiempo, sin dejar por ello de seguir
siendo lectores.
2. El derecho a saltarse las páginas

• El derecho a saltarse páginas nos brinda la


libertad de leer, con una cierta rapidez, textos
extensos cuyo contenido no es de nuestro
interés en su totalidad y, aunque se tratara de
una novela, nos permite seguir el hilo de la
acción y obviar largas descripciones o
disquisiciones del autor, que irrumpen –
inoportunamente- en medio de la trama.
3. El derecho a no terminar un libro

• El derecho a no terminar un libro se constituye en un


alivio cuando -lectores compulsivos- nos resulta difícil
aceptar que ese libro no nos atrapa lo suficiente como
para terminarlo, y hasta sentimos algo de “culpa” por no
llegar al final. Según Pennac, existiría una especie de
química que no funciona entre la obra y nosotros lectores;
en algunos casos, volvemos a ella después de transcurrido
un tiempo o, tal vez, quede para siempre en el olvido en
un estante de nuestra biblioteca.
4. El derecho a releer

• El derecho a releer desarrolla un buen hábito -


especialmente si se lo ejercita desde la escuela- ya que no
siempre podemos comprender un escrito a partir de una
primera lectura. Con respecto a las obras literarias, más
de una vez descubrimos nuevos mensajes después de la
relectura de una novela o de un cuento, hecho que se
acentúa con la poesía, cuya relectura no sólo nos permite
descifrar un significado sino que, muchas veces, nos
deleita al volver a recorrer sus versos con la vista.
5. El derecho a leer cualquier cosa

• El derecho a leer cualquier cosa hace que, más de una vez, empecemos por la lectura de
“malas novelas” -especialmente durante la adolescencia- para acceder después, a las
“buenas lecturas”. Al decir de Pennac, “una de las grandes alegrías del pedagogo es -
cuando está autorizada cualquier lectura- ver a un alumno cerrar solo la puerta de la
fábrica best-seller para subir a respirar donde el amigo Balzac.”
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual)

•  El derecho al bovarismo no es más que ese primer contacto con la obra literaria; la
emoción, el sentimiento, la confusión de la imaginación con la realidad, la penetración en
un mundo diferente del real. Nuestras primeras emociones como lectores, nuestros
recuerdos de lecturas adolescentes y esa siempre válida postura de lector ingenuo, nos
harán disfrutar siempre de la lectura.
7. El derecho a leer en cualquier lugar

• El derecho a leer en cualquier parte es aprobado y compartido tanto por ávidos lectores
como por quienes se acercan muy de vez en cuando a la lectura. No importa dónde, lo
importante es “leer”, hasta tal punto que, más de una vez, la concentración y abstracción
del mundo real al que nos lleva la lectura, hace que olvidemos bajar de un colectivo o de
cumplir con la hora de alguna actividad planeada previamente.
8. El derecho a hojear

• El derecho a picotear está estrechamente relacionado con la falta de tiempo para leer en
forma completa un libro, pero nos permite abrirlo en cualquier página y descubrir allí el
comienzo de una posterior lectura o simplemente la posibilidad de trasladarnos por unos
minutos, a otro mundo o lugar. Muchas veces volvemos a una lectura ya hecha en busca
de un dato determinado o de una frase recordada a medias.
9. El derecho a leer en voz alta

• El derecho a leer en voz alta -un ejercicio que se ha perdido últimamente en las escuelas,
pero que los alumnos de cualquier edad aprecian y solicitan a menudo- permite dar vida
al texto y compartirlo con el grupo. Pennac sostiene con certeza que “quien lee de viva
voz… si lee de verdad… si su lectura es un acto de simpatía con el auditorio tanto como
con el texto y su autor, si logra que se oiga la necesidad de escribir y despierta nuestra
más oscura necesidad de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la
muchedumbre de aquellos que se creían excluidos de la lectura se precipitan en ella tras
él.”
10. El derecho a callarnos

• Finalmente, en el derecho a callarnos, aparece una vez más, el acto de leer como un
momento de intimidad del que nadie debe dar explicaciones a nadie…”nuestras razones
para leer son tan extrañas como nuestras razones para vivir. Y a nadie se le ha otorgado
poder para reclamarnos cuentas sobre esta intimidad.”

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