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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ


ESTUDIOS GENERALES LETRAS

TRABAJO INDIVIDUAL

Título: Consecuencias del centralismo en la sociedad campesina de la sierra


peruana desde 1990

Nombre: Gutarra Gutarra, Paolo Martin

Tipo de evaluación: Trabajo Final

Curso: Taller de Escritura e Interpretación de Textos (LIN-126)

Horario: 0202

Profesor(a): Arrunátegui Matos, Carolina Abigail

SEMESTRE 2019-1
I. ESQUEMA

Tema: Consecuencias del centralismo en la sociedad campesina de la sierra peruana desde


1990

Introducción

1. Limitado desarrollo rural


1.1 Mayor importancia de la agro-exportación
1.2 Pobre desarrollo del mercado interno agrario
2. Alteración demográfica y crecimiento desigual.
2.1 Diferencias entre la disminución de la pobreza entre el campo y las ciudades
2.2 Aumento de las migraciones de los campos a las ciudades

Cierre

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II. TEXTO

El fenómeno del centralismo últimamente se ha convertido en un gran problema nacional,


especialmente con los resultados que las investigaciones nacionales han registrado, en donde
se ve como la pobreza es mayor o menor según la región. Si bien durante los últimos años se
ha producido una reducción general a nivel nacional del 42.4% en el 2007 al 20.5% en el
2018 de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), “a nivel de
regiones naturales, la pobreza afectó al 30,4% de la población de la sierra, al 26,5% de la
Selva, y al 13,5% de la Costa” (2019: 41). Claramente se presenta una alta concentración de
la riqueza en la costa, teniendo en cuenta la diferencia demográfica, estando en la costa un
58% de 31 millones de habitantes, mientras que la región sierra tiene el 28.1% en el año 2017
(2018: 18). Si se compara la situación entre la población rural de ambas regiones, la sierra
rural muestra ser la más pobre estando en esta condición el 46, 1 % de su población, mientras
que en la costa rural solo el 25.1% son pobres. (2019: 42).

En este contexto, se han evidenciado muchas características estudiadas por diversos


autores e investigadores que buscan explicar la situación socioeconómica del campesino
actualmente. Desde una perspectiva económica, el centralismo es favorecido por el
neoliberalismo actual e impacta a los campesinos debido a factores importantes como la
expansión del agente privado que se vive actualmente en el país, la cual ha concentrado el
poder político en las grandes empresas extractivas y que además ha destruido todas los ejes
que lograban una mayor participación del estado y los pobladores rurales en la economía
nacional, tales como las corporativas y el control de limitado de la tierra por los grandes
latifundistas (Durand 2010). Todo esto sucede mientras se desarrolla un segundo factor el
cual es el privilegio que tiene la agro-exportación frente a la poca avanzada pequeña
agricultura del mercado interno, y que además sufre de diversos problemas internos que
terminan centralizando el poder en el poder ejecutivo (Baca 2011). Si nos enfocamos en el
contexto social, el centralismo nacional ha conllevado a una reducción de la pobreza muy
desigual entre los diferentes sectores sociales, un ejemplo es la mayor reducción en el sector
urbano entre 2004 y 2007, y una sorpresiva mayor reducción de la pobreza rural entre 2007 y
2009. Todo esto es gracias a los cambios en los precios de los productos agrícolas nacionales
y a la heterogénea presencia de las grandes empresas que genera una concentración de la
mano de obra en sectores urbanos (Trivelli 2010).

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Es a partir de este contexto que se tratara esta problemática y poder entender las
consecuencias de este centralismo para los campesinos desde 1990, con los nuevos cambios
económicos y sociales. Con ese objetivo se abordará como primer subtema el limitado
desarrollo rural, el cual tiene como características la mayor importancia de la agro-
exportación para el estado y el pobre desarrollo del mercado interno agrario, para luego pasar
al segundo subtema el cual trata sobre la alteración demográfica en la sierra el cual es
ocasionado por las diferencias en la reducción de la pobreza entre lo rural y urbano y la
tendencia migratoria campesina a las ciudades.

El sistema exportador ha abierto puertas a productos extranjeros a entrar a territorio


peruano, lo que ha provocado severos problemas. Por ejemplo, durante los años de gobierno
de Fujimori, los cambios unilaterales en los aranceles, los cuales en 1990 variaban entre un
10% y 110%, hicieron que estos descendieran hasta llegar a una variación de entre 15% y
25% (Crabtree y Durand 2017: 101); por esta razón, como es natural en todo mercado, los
productos de los grandes y pequeños campesinos de la sierra tuvieron que competir contra los
productos extranjeros lo que conllevó la baja de los precios como consecuencia de una mayor
participación de bienes agrarios extranjeros de calidad en el territorio nacional, hecho que
provoca una crisis social tal y como se evidenció en las protestas agrícolas del 2018.
Inclusive, los campesinos que producen bienes para exportar sufren consecuencias graves por
la caída en sus ingresos generada por un descenso en el precio internacional (Mendoza 2010:
97).

Sin embargo, a este problema ocasionado por la baja unilateral de los aranceles, se le
suma el efecto de los Tratados de Libre Comercio (TLC), los cuales son capaces de crear un
resultado heterogéneo dependiendo de las características geográficas y por el hecho de que
conlleva que ambos países bajen sus aranceles. Según Mendoza (2010: 98), quien toma como
ejemplo el TLC firmado con Estados Unidos en 2006, como repite la baja de aranceles, esto
último causa un mayor problema económico para los productores que compiten para ocupar
más mercado nacional, es decir, aquellos campesinos que viven de vender al mercado interno,
con un fuerte impacto en la sierra sur. No obstante, con este tratado los campesinos
exportadores logran aprovechar la entrada más barata de sus productos a nuevos mercados, lo
que genera negocios más flexibles e innovadores basados en productos agrarios.

A partir de esta situación, ha habido grandes cambios en cuanto a la presencia de


nuevos elementos los cuales cambian el sistema agrario tradicional. Entre ellos, las nuevas

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empresas internacionales que se suman a la competencia agro-exportadora con grandes
inversiones y que provocan una enorme necesidad de mano de obra (León 2009: 45), que a la
vez genera mayores oportunidades de trabajo para los campesinos que no reciben suficientes
ingresos y empezaron a obtener perdidas ante los productos importados. También, “se han
desencadenado procesos migratorios hacia los polos de atracción, a las regiones
agroindustriales, específicamente hacia las empresas locales” (León 2009: 47) pero,
lastimosamente, esto se ha producido mayormente en la costa cerca de centros desarrollados
como Lima, Ica o Trujillo, disminuyendo la importancia de los campesinos de la sierra y, a la
vez, hace que la industria esté concentrada en temas de exportación.

Se podría decir que el Perú vive una época en donde el pequeño y algunos medianos
campesinos sufren de una desigualdad ante la preferencia del Estado y de muchas élites de
desarrollar el sistema agroexportador, lo que ha revelado la necesidad de mejorar el mercado
agrario interno, el cual lamentablemente, se encuentra sujeto a muchas dificultades y
limitaciones ante la centralización en el poder Ejecutivo. Los gobiernos municipales tienen la
obligación de elaborar actividades que promuevan la agricultura (ya sea mediante la
comercialización y abastecimiento de los productos alimenticios o la organización de ferias
agrarias que impulsen la demanda en el mercado nacional) (Jaramillo 2006: 589), pero se ven
sujetos a las decisiones del MEF que, junto al Ministerio de Agricultura (MINAGRI), termina
realizando sus mayores obras en sectores de baja altitud, habiendo escasa presencia en las
sierra (Jaramillo 2006: 600), por lo que su impacto es muy limitado en la economía
campesina. Sumado a ello, en este contexto de concentración política también se ha impedido
que muchos casos de corrupción en distritos rurales, que están relacionados a la ineficacia de
proyectos agrarios que cuentan con altos recursos, no sean aclarados frente al Jurado
Nacional de Elecciones (JNE) por la falta de información otorgada por el consejo municipal
(mayormente conformado por partidarios del alcalde) y por el complejo sistema de
comunicación entre el JNE y las otras entidades políticas y municipales alejadas de Lima
(Jaramillo 2006: 591).

Para solucionar este problema de agricultores alejados o marginados en este nuevo


contexto de privatización en el Perú, el gobierno empezó a trabajar en reformas que generen
incentivos en mejorar el sistema agrario a la vez que se progrese en la conexión con los
campesinos más alejados, pero terminó con resultados desfavorables. Con el cierre del Banco
Agrario durante el mandato de Fujimori, muchos agricultores protegidos por el Estado
quedaron desamparados y sin financiamiento para sus labores agrícolas. Ante ese problema,

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el gobierno de Alejandro Toledo tomo la decisión de crear Agrobanco, con el objetivo de
brindar préstamos a los agricultores, pero no pudo competir de igual contra otras bancas
debido a los pocos recursos con los que comenzó, limitando su expansión, y por el hecho de
que los agricultores tampoco pudieron obtener grandes ganancias (Crabtree y Durand 2017:
94). Aparte de ese caso, en las regiones de la sierra se empezó a desarrollar un intento de
descentralización que ayude al campesino pero enfocado en la industria exportadora de
elementos extractivos, otorgando más crédito y recursos a las regiones que brinden al estado
más beneficios de los proyectos de extracción dando como resultado una desigual
distribución de fondos, por lo que muchas regiones recibieron poco o nada de financiación y
fondos en comparación a otras (Crabtree y Durand 2017: 150).

Esto no quiere decir que el país en general sufra un retraso agrario; según los
resultados del Censo Agropecuario Nacional, la presencia de zonas de riego en el país son
más numerosas en la Costa que en la Sierra, a pesar de que contiene mayor superficie
agropecuaria (INEI 2012: 2-4). Según lo explicado por Orlando Plaza (2006: 11) una razón
de ello es la concentración de los servicios comerciales y financieros de la industria en la
región, atraídos por los proyectos de innovación tecnológica del MEF que, como ya se
mencionó, son más numerosas en la Costa, convirtiéndose en unidades productivas
comerciales, basadas en el latifundio. En cambio, en la población andina se ve sujeta a la
tendencia minifundista, basada en el comercio familiar y que produce únicamente para
mercados internos, careciendo de una adecuada infraestructura vial e institucional, que como
ya vimos, genera problemas en la gestión municipal.

Por otro lado, en el país también se vive de los centros financieros y grandes
empresas, siendo este el mayor contraste entre los pobladores rurales y las ciudades, ya sea
Lima o la capital de una provincia. En el centralismo actual, basado en una concentración de
los poderes del sector privado frente a un débil sector público, la reducción de la pobreza
urbana se debió a la dinamización y expansión de los mercados laborales (Trivelli y Urrutia
2019: 22). Esto quiere decir que con el centralismo, las medianas empresas urbanas
consiguen un mayor alcance a su público, lo que genera mayor conexión pero que además
mayor empleo en la sociedad, el cual es apoyado por los pequeños comerciantes. De esta
forma la brecha de pobreza de la zona urbana de la costa se ha logrado reducir, pasando de
8.3 en el 2007 a 2.5 en el 2018; y una reducción de 10 a 3.6 en la sierra urbana, consolidando
la idea de que en las ciudades de ambas zonas se vive el mismo sistema centralista (INEI
2019: 54).

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Todo esto contrasta con el resultado de las zonas rurales campesinas, donde en
la costa la brecha de la pobreza redujo 12.3 puntos llegando a 5.4 en el 2018, mientras que en
la sierra rural era de 12.1 en ese año, a pesar de haber reducido 22.5 puntos desde el 2007. El
centralismo económico y comercial genera divisiones entre la población rural de la costa y
sierra, siendo esta afectada por muchos factores. Entre ellos están el control de la tierra y su
titulación, de lo cual viven los campesinos para poder cultivar sus productos y criar la
ganadería. Últimamente, y gracias a la dependencia de las agro-exportadoras, la división del
terreno se ha realizado de forma inequitativa debido al mayor poder y facilidad para vender
productos al extranjero de los latifundistas, quienes son los mayores productores de bienes
agrarios para la exportación y que a su vez son las que más ganancias generan para los
campesinos. Por otro lado, como ya se explicó, en la sierra predomina los minifundios,
pequeños pedazos de terreno para cultivo en donde las familias viven a base de lo que se
vende al mercado interno, pero como este sufre un lento progreso, muchas veces se vieron
sujetos a vivir de los préstamos de otros vecinos por falta de acceso al crédito formal (Frank y
Reynoso 2007: 47).

Por su parte, durante este periodo también se ha desarrollado una entrada masiva de
nuevas elites económicas, siendo las más poderosas las de extracción, concentrando en ellas
el poder social y económico de la región que dividió el crecimiento que existe entre la
población campesina. Debido a los favorecimientos que obtienen, los proyectos mineros se
han convertido en un importante centro de bienestar para muchos campesinos. Un ejemplo de
ello es Antamina, centro minero ubicado en la Cordillera Blanca en Ancash, el cual, según la
investigación de Francisco Durand y Jhon Cabtree (2017: 147), es visto como una buena
oportunidad para la zona desde su fundación en 1997, pues brindaba muchas oportunidades
de crecimiento para la región y para la población en general. Pero a la vez, esto ha realizado
una tendencia a la pobreza dentro de los pueblos que rechazan la minería, debido a la
amenaza ambiental y la destrucción de los recursos naturales locales. Se podría comparar la
situación que se vive en Cajamarca y Arequipa desde inicios de siglo (hay que recordar que
Cajamarca ha rechazado la mina por razones ambientales mientras que Arequipa los acepta).
Las diferencias son claras: La primera sufre una pobreza rural mucho mayor que la segunda,
una muestra de ello es la caída del 4% en los ingresos de los campesinos cajamarquinos y un
aumento del 24% en los ingresos arequipeños (Rimarachin 2017: 36).

Las consecuencias del financiamiento concentrado en la costa, la expansión de la


minería como principal actor no agrario que afecta a los campesinos y la concentración

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desigual de la tierra, abrieron paso a una nueva ola de migración que se caracteriza por
factores que la segmentan Según Carmen Ponce (2011: 25), inicialmente, las grandes
migraciones estuvieron enfocada en la búsqueda de un bienestar en las grandes ciudades
(donde hay un mayor acceso a dinero del sector privado, más fácil de obtener), ya sea hacia
Lima o las principales ciudades de las provincias, debido a la necesidad de obtener mayor
educación y una mayor calidad de vida en general. Esto provocó una menor una reducción de
la desigualdad dentro de la ciudades al consolidarse el pequeño comerciante en la gran urbe.
Sin embargo, desde inicios del siglo XXI, la tendencia migratoria estuvo enfocada hacia
ciudades intermedias debido a la falta de oportunidades en los grandes centros urbanos, los
problemas sociales, entre otros factores que dividen a la población. Esto se pudo haber
originado, también, por las diferentes situaciones en las que viven determinados campos, ya
que la priorización de infraestructura es mucho menor en pequeños centros agrarios y su
conexión con las ciudades a través de carreteras es muy limitada (Trivelli y Urrutia 2019: 26).
Por otro lado, a pesar de los problemas ambientales que podría causar, irónicamente las
empresas extractivas en la sierra ha sido un centro de atracción para muchos agrarios
frustrados, esto es porque estuvieron obligados a realizar labores sociales como promoción de
empleo y una mayor capacidad productiva, convirtiendo a Antamina, y todo proyecto de este
estilo, en un importante centro de capital privado (Carbtree y Duran 2017: 147)

En pocas palabras, el centralismo en el Perú ha jugado un papel determinante en la


situación actual del campesino de la sierra, lo que ha generado enormes diferencias de su
situación con la de los agricultores y ganaderos en la costa y con la situación vivida en las
ciudades. Todo esto gracias a diferentes factores cuyas consecuencias cambiaron el contexto
económico y social en la sociedad campesina.

La situación económica muestra una clara desventaja de esta población ante las
diferentes medidas tomadas para favorecer el neo-liberalización del país. La importancia de
la exportación trajo consigo una rebaja de los precios y una mayor competencia para los
campesinos. Sin embargo esta exportación, si está basada en un TLC puede brindar
resultados variables dependiendo de la situación del campesino en ese momento y su
contexto, sea económico o geográfico. Por otro lado, la falta de un buen mercado interno que
para el cual se puedan desarrollar genera una necesidad en donde muchos de estos pobladores
se han vistos sujetos a depender ya no del capital privado, sino público lo que ha conllevado a
severos problemas por el mal manejo que este tiene y los diferentes problemas que afronta
tener que esperar las decisiones de municipalidades corruptas y del Ministerio de Economía.

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Desde un punto de vista social, la pobreza sigue siendo más fuerte y más arraigada en
las comunidades campesinas de la sierra en comparación de los centros urbanos. Claramente
hablando, lo que impulsa la economía y el aumento de los ingresos de las personas que viven
en las ciudades es la ventaja de la concentración de centros financieros de la zona; esto
impulsa una mayor expansión de los mercados y una fácil movilización de capital privado, lo
que ha generado una mayor creación de empleo y fácil acceso al dinero. Sin embargo en la
sierra se ve una crisis por la falta de capital privado y una mala repartición de la tierra, lo que
ha favorecido principalmente a las organizaciones latifundistas que a las minifundistas, las
cuales se encargan de vender sus productos al mercado interno. Por otro lado también se debe
que la migración, en la búsqueda de un bienestar, abrió la tendencia de buscar ciudades
intermedias y ya no solo a las grandes ciudades, además de los beneficios que algunos
proyectos mineros traen consigo.

Se puede notar que el sistema económico actual es el principal causante de todo lo


ocurrido y que aun así, es muy difícil cambiarlo debido a la dependencia casi absoluta que la
economía nacional tiene de esto. Sin embargo, mientras más grandes sean los efectos, más
notorios serán sobre la población nacional. Esto, junto la prevalencia de los campos y su
población en búsqueda una mayor participación económica y social que les brinde un mayor
estado de bienestar, puede abrir paso a movimientos políticos que logren hallar un balance
entre bienestar y desarrollo económico.

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III. BIBLIOGRAFÍA

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