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CAPÍTULO XI

EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO”

I. RASGOS ECONÓMICOS FUNDAMENTALES DEL IMPERIALISMO

La fase monopolista del capitalismo -el imperialismo- tiene


por origen el régimen de producción capitalista. El imperialismo no
constituye un sistema económico-social nuevo, sino la fase más
alta -la última- del capitalismo.

Es a Lenin a quien corresponde el mayor mérito en el


análisis del imperialismo. Basándose en las obras de Marx y
Engels, amplió la doctrina económica marxista aplicada a las
nuevas condiciones reinantes a comienzos del siglo XX. En sus
trabajos El imperialismo, fase superior del capitalismo, El
imperialismo y la escisión del socialismo, La consigna de los
Estados Unidos de Europa, El programa militar de la revolución
proletaria, El socialismo y la guerra y algunos otros,
correspondientes al período de la primera guerra mundial, Lenin
sintetizó y sometió a un análisis marxista una inmensa cantidad
de hechos y datos que caracterizaban la nueva fase, la fase
superior, del desarrollo del capitalismo, reveló la esencia
económica del imperialismo, mostró los efectos de la ley
económica fundamental del capitalismo en las circunstancias del
imperialismo, definió el lugar histórico del aquél, sometió a una
crítica contundente las “teorías” burguesas y oportunistas sobre el
imperialismo, amplió la teoría de la revolución socialista y colocó
los cimientos de la teoría de la crisis general del capitalismo.

El fenómeno económico fundamental del paso del


capitalismo premonopolista al imperialismo es la sustitución de la
competencia libre por el dominio de los monopolios, por cuya
razón podemos definir el imperialismo como la fase monopolista
del capitalismo. Pero tal definición resultaría incompleta, aunque
subraya lo esencial del concepto del imperialismo.

La definición leninista completa de la esencia económica


del imperialismo contiene cinco rasgos principales:

* Spiridonova, Atlas y Otros. Curso Superior de Economía Política, volumen I.


Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
*1) Concentración de la producción y del capital, hasta un
grado tan alto, que ha creado los monopolios, los cuales
desempeñan el papel decisivo en la vida económica; 2) fusión del
capital bancario con el industrial y creación, a base de ello, del
<<capital financiero>>, de la oligarquía financiera; 3) exportación
de capital -a diferencia de la exportación de mercancías-, que
adquiere trascendental significación; 4) constitución de
asociaciones monopolistas internacionales de los capitalistas, que
se reparten el mundo, y 5) consumación del reparto territorial del
mundo por las mayores potencias capitalistas.”

El paso al imperialismo se verificó en el último tercio del


siglo XIX y representó la culminación del desarrollo precedente
del capitalismo.

Una serie de grandes descubrimientos científicos y de


adelantos técnicos en la siderurgia, en la fabricación de
maquinaria, en las industrias químicas y electrotécnicas
marcaron la segunda mitad del siglo XTX. Comenzó la producción
industrial de energía eléctrica y se alcanzaron progresos
considerables en los transportes y las comunicaciones.

Todo ello dio lugar a un rápido incremento de la producción


industrial, cuyo volumen se triplicó durante el último tercio del
siglo XIX, al aumento de la composición orgánica del capital en las
ramas industriales básicas y a modificaciones en la estructura de
estas ramas.

Si anteriormente el papel decisivo en la producción


capitalista lo desempeñaban las ramas de la industria ligera,
ahora pasa a primer plano la industria pesada: surgen poderosas
empresas dotadas de una técnica de tipo superior, con una alta
composición orgánica del capital.

El vigoroso desarrollo de las fueras productivas durante


este período acentúa la concentración de la producción y del
capital. Contribuyó extraordinariamente a acelerar estos procesos
la crisis económica de superproducción de 1873, a partir de la cual
inicióse la formación de monopolios capitalistas y la
transformación del capitalismo de libre competencia en
imperialismo. A comienzos del siglo XX, el imperialismo se había
constituido ya definitivamente.

1. V.I Lenin, Obras, tomo 22, pág. 253.


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Spiridonova, Atlas y Otros

Examinemos, ante todo, la esencia económica de la nueva


fase del capitalismo.

1. LA CONCENTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y LOS MONOPOLIOS.

Lenin formuló los rasgos económicos del imperialismo en


sus relaciones de interdependencia, concediendo el lugar más
destacado al primer rasgo económico del imperialismo: la
concentración de la producción y el dominio de los monopolios.
Esto constituye la esencia económica del imperialismo y
determina toda la vida económica y política de la sociedad
burguesa durante este período.

Surgen los monopolios como resultado natural de la


concentración de la producción y del capital, que se desarrolla
aceleradamente sobre la base de la libre competencia. Fue Marx
quien descubrió la ley de la concentración y centralización del
capital, demostrando cómo la libre competencia de la época del
capitalismo industrial conducía al desplazamiento de las
pequeñas empresas por las grandes, fenómeno que originaba la
concentración de la producción en empresas cada vez mayores.

Los índices fundamentales de la concentración de la


producción pueden considerarse los siguientes:

1. Número de grandes empresas dentro del total de empresas del


país. *
2. Número de obreros ocupados en las grandes empresas
en proporción al número total de obreros ocupados en
la industria de un país.
3. Parte que corresponde a las grandes empresas en el
total de la producción industrial.
4. Parte del potencial de producción concentrada en las
grandes empresas respecto al potencial total del país.

La concentración de la producción está íntimamente


vinculada a la concentración y centralización del capital.

Concentración -o acumulación- del capital significa


aumento de la magnitud de un capital individual mediante la

2 Lenin consideraba grandes empresas las que ocupaban de 50 obreros en adelante.


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Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
incorporación a él de una parte de la plusvalía obtenida en una
empresa dada.

Centralización del capital significa aumento del mismo


mediante la incorporación de muchos capitales pequeños en uno
solo, más grande.

Observación separadamente, la concentración y la


centralización del capital parecen procesos opuestos, ya que la
primera va acompañada del fraccionamiento del capital y de la
mutua separación de muchos capitales individuales (a causa de la
partición de bienes en las familias capitalistas), mientras que la
segunda constituye su atracción recíproca. En realidad, la
concentración y la centralización del capital no representan
fenómenos separados de la economía capitalista, sino un proceso
dialéctico único. Sin la concentración del capital no es posible su
centralización, y, a la vez, la centralización del capital se
convierte en poderoso elemento de la acumulación, puesto que,
por constituir un proceso incomparablemente más rápido, va
acompañada de un aumento acelerado de la masa y de la cuota
de plusvalía.

En su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, V.


Il. Lenin no examina separadamente la concentración y la
centralización del capital. Por concentración entiende él la
reunión del capital y de los activos en manos de grandes
compañías, proceso que se verifica tanto a consecuencia de la
acumulación del capital como en virtud de la centralización del
mismo.

Los principales caminos que sigue la centralización del


capital son la competencia, el crédito y la fundación de sociedades
anónimas. Bajo el imperialismo desempeñan un importante papel
en la centralización acelerada del capital las crisis y las guerras,
así como el desarrollo del capitalismo monopolista de Estado.

Al verificarse el paso al imperialismo, el proceso de


concentración de la producción y del capital se acentúa,
alcanzando tal grado de desarrollo hacia comienzos del siglo XX,
que engendra los monopolios.

Lenin aduce los ejemplos de Alemania y de los Estados


Unidos para mostrar el alto nivel de concentración de la
producción en este período.
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Spiridonova, Atlas y Otros

En Alemania, las grandes empresas industriales,


comerciales y de transportes, con más de 50 obreros (el 0.9% de
todas las empresas) agrupaban el 39.4% de los obreros ocupados
y más de las tres cuartas partes de la energía eléctrica y de vapor.

De 1904 a 1909, en los Estados Unidos, el número de


grandes empresas con una producción superior al millón de
dólares llegó casi a duplicarse, pasando de 1,900 a 3,060. Su
proporción respecto a la totalidad de las empresas creció de 0.9%
a 1.1%; el número de obreros ocupados en ellas pasó desde el
25.6% hasta el 30.5% del total de obreros. Estas empresas daban
el 38% (1904) y el 43.8% (1909) de toda la producción industrial.

En 1955, las grandes empresas estadounidenses con más de


1,000 obreros cada una constituían el 0.8% de todos los
establecimientos industriales, ocupaban el 33.6% del total de
obreros y proporcionaban el 39.6% de la producción industrial
neta. A fines de 1958, los monopolios gigantes, con activos de más
de 100 millones de dólares cada uno, representaban el 0.08% de
todas las asociaciones monopolistas del país; en sus manos se
concentraba el 59.1% de los activos y el 64% del valor del
mecanismo productivo.
En la República Federal de Alemania, el 51.4% de los
obreros ocupados en 1959 trabajaban en grandes empresas que
constituían menos del 3% de los establecimientos industriales del
país.

En Inglaterra, la proporción del personal de las grandes


empresas respecto al total de los establecimientos industriales
pasó del 3.1% en 1935 al 5.2% en 1961, y de las de los obreros
ocupados en dichas empresas creció, respectivamente, del 25.4 al
50% del total.

Analizando el proceso de concentración de la producción,


Lenin prestó especial interés a la llamada “combinación”, forma
peculiar de la concentración.

La combinación representa la unión en la misma empresa


de diversas ramas industriales que se complementan
mutuamente, y a veces la unión de todo el proceso de producción
en su conjunto, desde la obtención de las materias primas hasta la
terminación del producto. En tales empresas, la producción de un

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Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
taller sirve de materia prima o de materia semifabricada para
otro taller.

La combinación disminuye los gastos de producción y de


venta de las mercancías, abre el camino a los adelantos técnicos,
permite aprovechar los residuos, etc., todo lo cual contribuye a
elevar la cuota de ganancia en las empresas combinadas y
fortalece las posiciones de éstas en la competencia.

Un modelo de combinación gigantesca es el complejo


industrial Hary, que forma parte del trust del acero de
Norteamérica y que comprende todo el ciclo siderúrgico en su
conjunto, inclusive minas de hierro y de carbón, enormes altos
hornos, talleres de fundición, trenes de laminación, instalaciones
de coque, etc.

Ya antes de la primera guerra mundial, el mayor complejo


industrial de Alemania eran las factorías Krupp; junto a las
empresas siderúrgicas, poseía fábricas de maquinaria y de
armamento.
El notable incremento experimentado por la química
durante la primera guerra mundial y en los años subsiguientes
suscita la tendencia a combinar la siderurgia con la química. Al
mismo tiempo, se crean factorías químicas propiamente dichas,
que alcanzan proporciones gigantescas y abarcan numerosas
ramas de la química. De ejemplo pueden servir empresas
fundadas en los años veinte de nuestro siglo: la IG.
Farbenindustrie en Alemania, el trust Du Pont de Nemours en los
Estados Unidos de América, el trust Químico Inglés y otros.
Adquieren gran difusión las factorías energometalúrgicas y
energoquímicas, y se constituyen empresas combinadas en una
serie de ramas de la industria ligera.

Como caso destacable entre estas últimas cabe citar el


consorcio Unilever, que actualmente se ha convertido en un
importantísimo monopolio internacional: domina la producción
mundial y el comercio de jabón, margarina, glicerina, aceite de
coco, numerosos cosméticos, vitaminas, etc., y es una compañía
de tipo multilateral, que posee plantaciones propias de cocoteros
en los trópicos, buques de carga, el puerto de Sunlight, que es el
mayor de los puertos privados del mundo, una flota de
remolcadores y de balleneros, plantaciones de té, granjas
lecheras, pesquerías y tiendas de comestibles.

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Spiridonova, Atlas y Otros

¿Por qué la concentración de la producción, al llegar a un


alto grado de desarrollo, crea el monopolio? ¿Por qué el dominio de
los monopolios sustituye a la libre competencia a fines del siglo
XIX y comienzos del XX en los principales países capitalistas?

En su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo,


Lenin descubre la razón de que la competencia se convierta en
monopolio y demuestra lo objetivo de su nacimiento. “La
concentración, al llegar a un cierto grado de desarrollo, conduce
por sí misma, pudiéramos decir, hasta las propias puertas del
monopolio. Unas cuantas decenas de empresas gigantescas
pueden ponerse de acuerdo fácilmente entre sí, y por otra parte
las dificultades de la competencia, la tendencia al monopolio, es
engendrada precisamente por el gran volumen de las empresas.”?

Por consiguiente, si antes había cientos e incluso miles de


pequeñas empresas en tal o cual rama, la concentración de la
producción hace que ahora queden, en algunas ramas, un
pequeño número de grandes empresas que detentan la aplastante
masa de la producción. Ello facilita la posibilidad de una
componenda entre ellas, la fundación de las alianzas
monopolistas de los capitalistas. La necesidad de los monopolios la
deduce Lenin de las “dificultades de la competencia” entre las
empresas gigantes, competencia que puede resultar muy larga,
agotadora y cara, mientras que la fusión en monopolio hace
posible ganancias elevadísimas: ganancias monopolistas.

Al principio, la monopolización abarca la industria pesada


más concentrada; posteriormente el proceso penetra en la
industria ligera, se extiende a los transportes, al comercio, a los
bancos, a las compañías de seguros y a la agricultura.
Actualmente, en los países capitalistas, los monopolios
predominan tanto en la esfera de la producción material como en
la esfera no material, es decir, en toda la economía de esos países.

El ex dirigente de la Unión Soviética, Nikita Jrushov afirmó


que:

*.. Casi una tercera parte de la producción capitalista


mundial se halla en manos de tan sólo 200 grandes monopolios. Al
modo de pulpos gigantescos, los monopolios han prendido en sus

3 V.L Lenin, Obras, tomo 22, pág. 185.


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Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
tentáculos países y continentes enteros, chupando la savia vital a
los pueblos.”

En las principales ramas de la industria de los Estados


Unidos de América, cinco o seis de las más grandes asociaciones
monopolistas llevan el timón.

En la siderurgia norteamericana, los mayores monopolios


son la United States Steel Corporation, que ocupa 260,000
obreros, y la Bethlehem Steel Corporation, con un total de 150,100
obreros.

El 96% de la producción de automóviles se halla


concentrado en manos de los “tres grandes”: la General Motors
(599,200 obreros), la Ford (178,100 obreros) y la Chrysler (143,900
obreros).

En la industria petrolera de los Estados Unidos imperan


seis corporaciones, la mayor de las cuales es la Standard Oil
Company (Nueva York), que empela en sus empresas a 155,500
obreros.

El control de la industria química pertenece a Du Pont de


Nemours (89,400 obreros).

Puede considerarse que el mayor monopolio de Inglaterra


es el trust denominado Imperial Chemical Industries, que ocupa a
114,000 personas y cuyos activos se elevan a la enorme suma de
437,900,000 libras esterlinas. Esta empresa tiene monopolizada
en grado casi completo la producción de cerca de 4,000 artículos:
explosivos, productos químicos, plásticos, abonos, colorantes
sintéticos, etc. Cerca del 90% de la fundición de acero en
Inglaterra ¡pertenece a nueve importantísimas compañías
asociadas en un pujante monopolio: la Federación Británica del
Hierro y del Acero.

El consorcio Unilever predomina en la industria británica


del jabón y de la margarina. La mayor parte de sus ganancias a lo
largo de varios decenios ha sido el fruto de la explotación de los
pueblos de las colonias y países dependientes. Este monopolio
tiene en todo el mundo unas 600 compañías subsidiarias, y sus
activos se elevan a 246,100.000 libras esterlinas.

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Spiridonova, Atlas y Otros

En la fabricación de maquinaria, la compañía más


poderosa es la Vickers, con activos equivalentes a 96,900.00
libras. La Imperial Chemical Industries y la Vickers desempeñan
un relevante papel en la producción de armamentos de Inglaterra.

Durante la posguerra, en la República Federal de Alemania


ha sido totalmente restablecida la potencia del capital
monopolista. En las empresas del consorcio Siemens, de la
industria electrotécnica, tenían ocupación el 1? de enero de 1961
alrededor de 209,000 obreros.

En la fabricación de maquinaria se ha restablecido la casa


Krupp (111000 obreros), que es también un importantísimo
consorcio de la industria de los armamentos.

El primer puesto en la siderurgia pertenece a la compañía


Mannesman, con 82,500 trabajadores. Cuatro firmas sucesoras
del trust químico 1. G. Farbenindustrie explotan en sus empresas
más obreros que explotaba todo el trust antes de la guerra.

¿Qué representan, pues, los monopolios?

Los monopolios reúnen bajo su dominio una buena parte de


la producción y de la venta de una o de varias ramas de la
industria; cada monopolio pertenece a un gran capitalista o a una
asociación de capitalistas, y permite limitar la producción y
establecer precios altos, precios de monopolio.

Las alianzas monopolistas actúan en diversas formas. Las


más simples (rings, corners o convenciones) representan acuerdos
temporales sobre los precios o sobre la distribución de ganancias
comunes (pools) y son poco sólidas y de muy poca duración.

Las formas principales de las alianzas monopolistas son los


carteles, los sindicatos, los trusts y los consorcios.

El cartel es una asociación capitalista basada en un


acuerdo sobre distribución de mercados, precios únicos, reparto de
materias primas, condiciones de contratación de mano de obra,
unidad de cálculo de ganancias, limitación de la producción y
establecimiento de una cuota, para cada uno de los integrantes
del cartel, en la producción y la venta. Los llamados acuerdos
sobre patentes constituyen una importante variedad de los
carteles. Habitualmente, los convenios de cartel se conciertan con
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Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
arreglo a una o a dos condiciones; por eso se les distingue como
carteles de establecimientos de precios únicos, etc. La infracción
de las cláusulas del convenio acarrea una multa cuyo importe
ingresa en la caja común.
Es peculiaridad característica de todos los carteles, sea
cual fuere su perfil, la conservación de la autonomía productiva,
comercial y jurídica de todos sus componentes.

La fluctuante correlación de fuerzas entre los capitalistas


que componen el cartel, ocasionada por su desigual desarrollo,
hace poco sólidas estas alianzas. Por regla general, duran de cinco
a diez años, y a veces se desintegran antes de lo que estipula el
convenio.

Su mayor desarrollo ha correspondido a Alemania. Fueron


fruto de la contracción existente entre la gran industria, en rápido
incremento, dotada de material moderno y fundada en cuantiosos
capitales, particularmente en la contribución obtenida después de
la guerra franco-prusiana, de una parte, y la gran limitación del
mercado, de otra. El camino prusiano de evolución del capitalismo
en la agricultura limitó el mercado interno, y el monopolio colonial
de Inglaterra, de Francia y de otros países dificultó la lucha de los
capitalistas alemanes por conquistarlos mercados exteriores, todo
lo cual les incitó a organizarse en carteles, cuyo número creció
rápidamente en Alemania: de 70 que existían en 1887, pasaron a
ser 300 en 1900 y más de 2,000 (2,200 exactamente) en víspera de
la segunda guerra mundial.

El grado inmediatamente superior en las alianzas


monopolistas lo representa el sindicato, muy similar al cartel.

El sindicato constituye una alianza de capitalistas en la


que la venta de la producción de todos sus participantes, así como
la compra de materia prima, se verifica a través de oficinas
comunes, lo que permite vender más caro y comprar más barato.
Por consiguiente, los participantes en los sindicatos, a diferencia
de los carteles, pierden su autonomía comercial.

También esta forma de monopolio es, al igual que el cartel,


característica de Alemania, pero en la Rusia zarista llegó a
alcanzar gran difusión. Los sindicatos Prodúgol, Prodámet y
Prodvagón, los sindicatos de los fabricantes textiles, azucareros,
etc., llegaron a desempeñar un importante papel. En las

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Spiridonova, Atlas y Otros

asociaciones monopolista de Rusia solía dominar el capital


extranjero.

Una forma superior del monopolio con respecto al sindicato


es el trust.

El trust es una alianza de capitalistas cuyos componentes


pierden por completo su independencia productiva, comercial y
jurídica, convirtiéndose en socios poseedores de acciones según el
valor de sus empresas.

El trust es encabezado, bien por una compañía


especialmente constituida (la llamada holding company), o por
una de las mayores empresas que forman parte de él. La dirección
regula la producción, determina las condiciones de venta y los
precios, decide la distribución de beneficios, etc.

Esta forma de monopolio existe en todos los países, pero ha


alcanzado su mayor extensión en los Estados Unidos de América,
país al que se ha dado el nombre de “patria de los trusts”, a causa
de su desarrollo peculiar. El impetuoso auge industrial
norteamericano en vísperas del siglo XX, la concentración de la
industria en pocas manos y la producción masiva en empresas
equipadas con los adelantos modernos prepararon el camino para
la fundación de los monopolios. Al mismo tiempo, la existencia de
grandes extensiones de tierras libres hasta fines del siglo XIX
atraía la mano de obra hacia la agricultura, lo que contribuyó al
alza de los salarios de los obreros industriales. Los salarios altos y
los abundantes ingresos de los granjeros garantizaban la
extensión del mercado interior. En tales condiciones, la forma más
eficaz de monopolio resultó ser el trust. El trust facilita el
incremento de la producción, el perfeccionamiento de la técnica y
el desarrollo de la especialización y de la cooperación. Estas
posibilidades sólo podían ser utilizadas con un amplio mercado
interior.

En 1879 se fundó la Estándar Oil, primer trust petrolero del


mundo. También fueron creados como trusts los monopolios
siderúrgicos estadounidenses United States Steel Corporation,
Bethlehem Steel Corporation y el trust de la industria química Du
Pont de Nemours.

Dentro de las alianzas monopolistas, los consorcios forman


un grupo especial.
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Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

El consorcio constituye un complejo de empresas


heterogéneas -de monopolios enteros a veces-, tanto en la esfera
de la producción como en la del comercio, los bancos, las
compañías de seguros y de transportes que se encuentran bajo el
control de un grupo financiero. Por consiguiente, las empresas
integrantes de un consorcio conservan su independencia
productora, comercial y jurídica, pero se hallan ligadas entre sí
por una interdependencia financiera.

El consorcio, forma superior de asociación monopolista,


crea las premisas para establecer el dominio de los más grandes
capitalistas e la vida económica y política de un país.

Por primera vez, esta forma de agrupación monopolista


apareció en el Japón. Durante el período comprendido entre las
dos guerras mundiales, y especialmente después de la segunda, se
observa un rápido incremento de los consorcios en la mayoría de
los países capitalistas. Es un fenómeno suscitado por la
creciente concentración de capitales y también por el deseo de los
capitalistas de prevenirse contra la ruina invirtiendo recursos en
diversas ramas de la economía.

Sea cual fuere la forma que adopte una asociación


monopolista, su propósito es siempre uno: obtener ganancias de
monopolio. En ello encuentra su expresión la ley económica
fundamental del capitalismo en su fase imperialista.

Cuando Lenin definió el imperialismo como una fase


especial de la evolución del capitalismo se basó, ante todo, en sus
rasgos económicos. La sustitución de la libre competencia por el
dominio de los monopolios expresa cambios esenciales,
cualitativos, en la base, en las relaciones de producción del
capitalismo llegado a su fase superior. El tipo de relaciones de
producción sigue siendo el mismo, el capitalista privado, y, por
tanto, las leyes económicas específicas del capitalismo se
mantienen en vigor, funcionando en todas las etapas de este
régimen social. Sin embargo, los cambios verificados en las
relaciones de producción bajo el imperialismo hacen que se
observen peculiaridades en las leyes económicas del capitalismo
y, particularmente, en la acción de su ley económica fundamental.

La ley económica fundamental del capitalismo -la de la


plusvalía- se mantiene en vigor bajo el imperialismo, pero la
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Spiridonova, Atlas y Otros

forma de su manifestación cambia, y la ley se desarrolla. Si en la


época del capitalismo industrial la ley fundamental del
capitalismo se manifestaba en la ley de la ganancia media, el
dominio de los monopolios bajo el imperialismo crea la base
económica para obtener altas ganancias monopolistas.

La ganancia monopolista -ganancia de la época del


imperialismo- se diferencia desde el punto de vista cuantitativo y
cualitativo de la ganancia media del período del capitalismo
industrial. Cuantitativamente es bastante más alta que el
beneficio medio y que la plusvalía excedente obtenida por
determinados capitalistas. La diferencia cuantitativa de la
ganancia monopolista consiste en que expresa las relaciones de
producción de la época del capitalismo monopolista. Esta alta
ganancia corresponde, ante todo, a un sistema de explotación por
la burguesía de la clase obrera y de los pequeños productores,
tanto de su país como de otros, y en primer término de las colonias
y países dependientes; expresa también la lucha de los
monopolistas contra la burguesía media de su país y la burguesía
de las colonias y de los países dependientes por una mayor
participación en las ganancias.

Por consiguiente, la alta ganancia monopolista expresa la


explotación capitalista en las circunstancias creadas por el
dominio de los monopolios.

¿Cuál es la fuente de la ganancia monopolista y cuál es el


modo de extraerla? La base y el origen de la ganancia
monopolista, como la de toda ganancia capitalista, residen en la
plusvalía, creada por el trabajo excedente del obrero tanto en las
empresas monopolizadas como en las no monopolizadas. Los
monopolistas consiguen acentuar la explotación de la clase obrera
y aumentar con ello la masa y la cuota de plusvalía mediante una
intensificación del trabajo nunca vista, basada en la nueva
técnica y en los métodos más refinados de organización del
trabajo y de retribución del mismo. La declaración de la
Conferencia de Representantes de los Partidos Obreros, celebrada
en Moscú en noviembre de 1960, dedicó especial atención a estos
procesos, indicando: “Con nuevas formas, y ante todo mediante la
intensificación del trabajo, el capital monopolista ha reforzado
inconmensurablemente la explotación de la clase obrera. La

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Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
automatización y la <<racionalización>> bajo el capitalismo
acarrean a los trabajadores nuevas calamidades.”*

En las empresas de los monopolios químicos de Inglaterra


se han creado secciones especiales de “métodos de trabajo”, de
“estudio de los movimientos del obrero” y de “cálculo del tiempo”
con toda una plantilla de capataces y cronometradores que se
dedican al estudio sistemático de los métodos de trabajo, de los
movimientos del trabajador y del tiempo empleado para producir
una pieza; todo ello para lograr la mayor intensidad de las faenas.

Otra de las fuentes que reportan a los monopolistas un


aumento de sus ingresos es la redistribución de la plusvalía
producida en escala nacional, a favor de los magnates del capital
y en detrimento de los capitalistas de las ramas y empresas no
monopolizadas, el nivel de cuyas ganancias desciende. Esta
redistribución se lleva a cabo mediante los precios de monopolio y
también merced a la ayuda del presupuesto nacional. Sin lugar a
dudas, la mayor parte de las ganancias obtenidas por los
monopolistas se compone de la plusvalía creada por los obreros en
las empresas de los monopolios, y la parte menor proviene de la
redistribución de la plusvalía entre los propios capitalistas.

La explotación del obrero en el trabajo se complementa por


su explotación en la esfera de la circulación: los monopolistas se
apropian no sólo la plusvalía, sino parte del valor de la fuerza de
trabajo.
En la órbita de la producción, el obrero trata con el
capitalista dos veces: al vender su fuerza de trabajo como
mercancía y al adquirir, como comprador, los medios de vida
necesarios en el mercado comercial. En el primer caso, la
existencia de un paro masivo, el aumento de los impuestos
directos y la conjuración de los capitalistas para imponer sus
condiciones a la compra de mano de obra permiten rebajar el
salario nominal del obrero; en el segundo, tiene lugar una
disminución del salario real en virtud del aumento de los precios
monopolistas para los artículos de consumo, de los impuestos
indirectos y de la inflación.

Una importante fuente de ganancia de tipo monopolista es


también el trabajo excedente y parte del trabajo necesario de los

4 Documentos de la Conferencia de Representantes de los Partidos de Obreros,


Gospolitizdat, Moscú, 1960, págs. 10-11.
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Spiridonova, Atlas y Otros

pequeños productores -campesinos y artesanos- del país,


ganancia que se obtiene poniendo en juego el mecanismo del
intercambio no equivalencial con ayuda de los precios de
monopolio, del crédito hipotecario y de los impuestos.

Vemos, pues, que las fuentes de las altas ganancias de los


monopolios son: la plusvalía y parte del valor de la fuerza de
trabajo aplicada por los obreros en las empresas del monopolio;
parte de la plusvalía y del trabajo necesario de los obreros de las
empresas no monopolizadas; el trabajo excedente y parte del
trabajo necesario de los campesinos y artesanos del propio país, y,
por último, parte del valor creado por el trabajo de los obreros y
campesinos de las colonias y países dependientes.*

Uno de los medios fundamentales de obtención de


ganancias extraordinarias son los precios de monopolio. También
desempeña un importante papel en este sentido la utilización del
mecanismo del Estado burgués para enriquecer a los
monopolistas, particularmente al militarizar la economía o al
ponerla en pie de guerra durante los períodos de contiendas
imperialistas.

¿En qué consiste la peculiaridad de la formación de los


precios bajo el imperialismo?

Para la época del capitalismo industrial era característico


el precio de producción, compuesto del precio de coste más la
ganancia media; para el imperialismo, lo característico es el precio
de monopolio que contiene el precio de coste más un alto beneficio
monopolista. El precio de monopolio sobrepasa el precio de
producción y el valor de las mercancías. La ganancia monopolista,
como parte del precio de monopolio, se realiza a través de éste.
Por consiguiente, el precio de monopolio constituye un
importantísimo medio de asegurar una ganancia extraordinaria,
monopolista.

El monopolio, que abarca una parte considerable de la


producción de una mercancía determinada, consigue establecer
elevadísimos precios monopolistas limitando artificialmente la
fabricación de dicho artículo, o manteniéndolo en los depósitos e
incluso, en algunos casos, destruyendo parte de la mercancía. Al

5 De las fuentes de superganancia colonial y de su obtención hablaremos en el


apartado “El sistema colonial del imperialismo”.
315
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
mismo tiempo, los monopolios imponen a los pequeños
productores de materias primas o comestibles precios
extraordinariamente reducidos, por debajo del valor y del precio
de la producción, e incluso, a veces, del coste de producción de las
mercancías que los pequeños productores venden.

Son asimismo compañeros inseparables del imperialismo el


proteccionismo aduanero y el dumping. De una parte, los
monopolios consiguen que se establezcan altos aranceles para
preservar el mercado interior de la competencia extranjera; y, de
otra, para apoderarse de mercados exteriores, venden en ellos
mercancías a precios irrisorios.

Es otro rasgo característico del imperialismo la agudización


de la competencia tanto en el interior de una misma rama como
entre las diversas ramas. Los elevados beneficios monopolistas en
cualquier rama atraen necesariamente a ella nuevos capitales,
por más que se oponga el monopolio dominante en la rama en
cuestión. Sin embargo, bajo el imperialismo, la transferencia de
capitales halla serias dificultades a causa del predominio de los
monopolios, lo que da lugar a una gran desigualdad en la
obtención de ganancias. Junto a los precios elevadísimos
imperantes en las ramas de producción monopolizadas, es
frecuente que las mercancías producidas en las ramas no
monopolizadas se vendan por debajo de los precios de producción.
El papel de estos precios en la balanza general es bastante
considerable.

Según hemos expuesto, el sistema de precios de la época


del imperialismo abarca: altos precios monopolistas y bajos
precios monopolistas, precios proteccionistas y de dumping y
precios de producción, también llamados precios “libres”, para las
mercancías de las ramas no monopolizadas.

¿Es que los conceptos de la ley del valor son rebatidos por
la aparición del precio de monopolio?

Marx decía que el precio de monopolio no puede destruir


unos límites que han sido establecidos por el valor de las
mercancías: el conjunto del valor y de la plusvalía producida en la
economía capitalista mundial permanece inalterable, aunque
cambie substancialmente la distribución del valor. En efecto, los
términos fundamentales de la ley del valor -igualdad de la suma
de los precios de las mercancías y de la suma de sus valores-
316
Spiridonova, Atlas y Otros

siguen en vigor en toda la escala de la economía capitalista


mundial. Lo que ganan los grandes monopolios lo pierden los
trabajadores, la clase obrera y los pequeños productores de las
metrópolis, de las colonias y los países dependientes, y también
aquella parte de la burguesía que no forma parte de los
monopolios.

La reafirmación del abrumador yugo de los monopolios


sobre la sociedad entera provoca una exacerbación extrema de
las contradicciones del capitalismo, unificando a los trabajadores
de los países capitalistas y a los pueblos de las colonias y los
países dependientes en la lucha conjunta contra el imperialismo.

La dominación de los monopolios bajo el imperialismo y su


papel preponderante en la vida económica de un país no
significan en modo alguno que toda la economía se encuentre en
sus manos. Según hemos observado, el imperialismo no constituye
una nueva sociedad económica, sino, simplemente, una
supraestructura del capitalismo, la fase suprema de su desarrollo.

Junto a los monopolios se mantienen en todos los países


capitalistas formas económicas no sólo premonopolistas, sino
incluso precapitalistas. La mayor parte de la población de los
países capitalistas está constituida por campesinos, y subsisten
los artesanos. A causa de las diferencias de la concentración de la
producción y del capital, el proceso de constitución de monopolios
transcurre de manera en extremo desigual. Al lado de la gran
industria pesada, muy mediatizada por los monopolios, existen en
las ramas del segundo sector, y también en la agricultura,
numerosas empresas pertenecientes a capitalistas aislados, a
“empresarios libres” que mantienen entre sí una encarnizada
competencia.

Es decir, que bajo el imperialismo subsiste la libre


competencia, propia de la época precedente.

Todo ello pone de relieve la completa inconsistencia de la


teoría del “imperialismo puro”, sostenida por Bujarin. V. I. Lenin
señalaba que nunca existió, ni existe en ninguna parte, ni puede
existir un “imperialismo puro” sin su base fundamental, que es el
capitalismo. Es un rasgo característico del imperialismo la
coexistencia de los monopolios con el intercambio, el mercado y la
competencia. La dominación y el enriquecimiento de los
monopolios tienen como garantía, precisamente, la existencia de
317
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
empresarios libres y de pequeña producción que constituyen para
los monopolios un material de explotación. También la
competencia garantía la dominación de los monopolios. Los
monopolistas realizan a través de la competencia sus ventajas en
el terreno de la explotación de la mano de obra, del
establecimiento de precios de monopolio y de la apropiación de la
mayor parte de la plusvalía creada en la sociedad. Marx consignó
ya en Miseria de la filosofía que los monopolios pueden sostenerse
tan sólo gracias a que mantienen una lucha de competencia
permanente.

Así, pues, los monopolios de la época imperialista no


acaban con la competencia, y en este período subsisten las formas
esenciales de la competencia de la época del capitalismo
industrial, la competencia entre ramas diversas y en el interior de
cada rama, pero el contenido de las mismas cambia de manera
radical.

La competencia dentro de cada rama, en la época del


imperialismo, se manifiesta, ante todo, como una lucha dentro de
los monopolios, entre sus componentes, por obtener una mayor
parte en la producción, la venta y las ganancias, como una pugna
por las partes que permiten monopolizar el progreso técnico y
convertir las plusvalía excedente en un fenómeno más o menos
constante, por apoderarse de los puestos directivos y del control
de los monopolios.

Bajo el imperialismo, en cada rama de la producción social


existen, a la vez que los monopolios, capitales no monopolizados y,
por consiguiente, existe la competencia de los monopolios con las
empresas no monopolizadas, con las que los ingleses llaman
outsiders. Las cuantiosas ganancias de los monopolios sirven de
señuelo que atrae a esa rama nuevos capitales, muy importantes
a veces, a los cuales no siempre les conviene incorporarse al
monopolio ya existente, pues como “libres” pueden disfrutar de
ciertas ventajas frente a los insiders, o capitalistas participantes
en el monopolio. Como no están obligados a atenerse a una cuota
de producción, pueden arrebatar el mercado al monopolio
produciendo artículos de mejor calidad o reduciendo algo los
precios.

La competencia de los capitalistas libres merma las


ganancias de los monopolios, suscitando en ellos el afán de ahogar
a sus competidores sea como sea. En la mayoría de los casos, los
318
Spiridonova, Atlas y Otros

“libres” perecen, incapaces de resistir los ataques de las


organizaciones monopolistas, pero a veces logran subsistir. Esto
acontece cuando los capitales libres son suficientemente grandes
o cuando en la rama en cuestión hay varios outsiders que pueden
unificarse y fundar otro monopolio con vistas a la competencia.

Surge la tercera forma de la competencia en el interior de


la misma rama: la competencia entre los monopolios, bastante
difundida actualmente, ya que en ninguna rama de la economía
de los países capitalistas existe un solo monopolio que impere
totalmente. Son rarísimos los casos de plena monopolización de
una rama por una compañía. Es notorio que, antes de la segunda
guerra mundial, en la industria del aluminio de los Estados Unidos
ejercía un control absoluto la Aluminium Company of America
(ALCOA). El aumento colosal de la demanda de aluminio
provocado por la militarización de la economía durante la época
de la posguerra y el incremento de los beneficios de la Aluminium
Company dieron lugar a una gran afluencia de capitales a esta
rama. Con ello se puso fin a la dominación tradicional de un solo
monopolio en la industria del aluminio de los Estados Unidos.
Surgieron nuevas empresas competidoras. En 1952 sólo quedaba
en poder de la ALCOA el 51,5 por 100 de la potencia de fundición de
dicho metal; el resto se hallaba ya en manos de nuevas
compañías: el 28,4 por 100 lo poseía la Reynolds Metals, y el 21,1
por 100 era propiedad de la Kaiser Aluminium and Chemical
Corporation.

Habitualmente, tres o cuatro grandes monopolios


comparten el dominio de una u otra rama de la economía
nacional. En la industria del automóvil de los Estados Unidos, por
ejemplo, la competencia principal está entablada entre tres
grandes asociaciones monopolistas: la General Motors, la Ford y la
Chrysler. La relación de fuerzas entre ellas fluctúa según los
resultados de la competencia. De ello pueden darnos idea los
datos que transcribimos a continuación:

COMPETENCIA EN LA INDUSTRIA AUTOMOVILÍSTICA DE LOS


ESTADOS UNIDOS

Porcentaje de la
Compañía producción de
automóviles
1946 1956
General MOtoYS ...ccccooooocccnnnonono. 37,8 52,8
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
FOTO conocccncocnnconannnnccnnonanocannnnnos 22,0 28,8
COI YsSleY coccccnoncccnnnconcconanoncnannn 25,1 15,0
Empresas no 14,5 3,4
monopolizadasS......cooonoccmmom».>*m>*..o
Total cococcccnoccnococnnnnos 100 100

La competencia entre diversas ramas de la economía


imperialista se entabla ante todo como una pugna entre los
monopolios y los outsiders productores, de una parte, y los
monopolios consumidores. Es la denominada competencia
vertical: los capitalistas de las industrias de extracción y de
transformación sostienen una lucha entre sí. Los monopolios
consumidores limitan la tendencia de los monopolios productores
a subir los precios y para ello se valen de la organización
combinada de su propia producción de materias primas y de
mercancías semifabricadas, del empleo de sucedáneos y de la
reducción temporal de la demanda. A su vez, los monopolios
productores fundan empresas de transformación de las materias
primas.

En la época imperialista adquiere gran extensión la


competencia entre ramas vecinas de la industria: la competencia
horizontal. El aumento de la anarquía de la producción y la
agudización del problema del mercado incita a los monopolios a
diversificar los productos elaborados, a irrumpir en otras ramas
de la industria.

Este proceso se acelera singularmente después de la


segunda guerra mundial. Tiene lugar un entrelazamiento de las
industrias del automóvil y de aviación, del automóvil y de la
maquinaria agrícola, de la de aviación y de la electricidad, de la
industria química y de la siderurgia, de la industria textil y de la
refinación del petróleo, etc.

Por ejemplo, la diversificación de la Imperial Chemical


Industries se expresa en la penetración de este trust británico en
la producción de metales no férricos (níquel, aluminio, cobre),
necesarios en primer término para las industrias electrotécnicas y
aeronáuticas, así como para la producción de municiones. La
Imperial Chemical Industries tiene relaciones con los monopolios
de la siderurgia (producción de aceros de alta calidad), suministra
cemento a la construcción y penetra, especialmente durante los
últimos años, en la industria textil. Junto con la compañía
320
Spiridonova, Atlas y Otros

Curtolds, controla la firma filial British Nylon Spinners, que


monopoliza la producción de nylon. Valiéndose de un invento,
produce otro tipo de fibra sintética, el tyrelene, y en colaboración
con el consorcio Unilever fabrica el ardil y otros productos.

La penetración de la Imperial Chemical Industries en la


industria atómica se expresa en el suministro de materiales y de
maquinaria para las factorías y centrales eléctricas movidas por
energía nuclear, así como de muchos productos químicos
necesarios para obtener uranio metálico, torio y otros materiales.
En los últimos años se ha desarrollado mucho la producción de
isótopos radiactivos, empleados en la medicina, en la industria y
en la agricultura.

Al mismo tiempo, los monopolios de otras ramas, llevados


del afán de aumentar sus ganancias, tienden a participar en la
fabricación de productos químicos, objeto de la mayor demanda.
El consorcio Vickers, por ejemplo, ha iniciado la producción de
materias explosivas.

Se observa una mutua penetración de las industrias


petrolera y química. El incremento de la producción de
combustible sintético extraído de la hulla por los trusts químicos
inquieta a las compañías petroleras. Por otra parte, un serio
competidor de los monopolios químicos empieza a surgir en las
empresas del petróleo, que emplean los productos secundarios de
la nafta para fabricar productos químicos.

Una de las formas de la competencia entre diversas ramas


de la economía bajo el imperialismo es la que se entabla entre los
monopolios que producen artículos intercambiables, es decir, la
llamada competencia de los sustitutivos: por ejemplo, el cobre y el
aluminio, los metales férricos y el plástico, el caucho natural y el
sintético, el petróleo mineral y el artificial. Compiten entre sí
monopolios de diversos tipos de transporte: compañías aéreas,
automovilísticas, ferroviarias y navieras. En la esfera de lo no
material, se desenvuelve una intensa lucha entre los monopolistas
de la radio, la televisión, el cine, el teatro, los periódicos, etc.

Por último, uno de los más importantes aspectos de la


competencia entre diversas ramas es la lucha de los monopolios
del segundo sector por la venta de las mercancías, por apoderarse
de la mayor parte del presupuesto del consumidor. Con motivo de
la creciente depauperización de los trabajadores bajo el
321
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
imperialismo y de la construcción relativa del mercado interior,
esta pugna adquiere un carácter muy enconado. Su arma
principal, la publicidad, cara y onerosa, tiene por complemento la
venta a plazos, funesta para el consumidor.

Cambian, asimismo, los métodos de competencia. Junto a


los procedimientos puramente económicos de lucha contra el rival
(privación de materia prima, de transporte o de crédito, conquista
de los mercados o de la mano de obra, juego de precios, etc.), los
monopolios recurren a la propagación de falsos rumores acerca de
los competidores, al soborno e incluso a la violencia directa, al
empleo de la dinamita contra los rivales. Para combatirlos, los
grandes monopolios se valen en gran escala de la máquina
estatal. A causa de todo ello, la competencia bajo el imperialismo
se convierte en un arma que los monopolistas utilizan para
aplastar a todo aquel que no se somete a su yugo y a su
arbitrariedad.

Con el dominio de los monopolios en esta fase superior, se


agudizan extraordinariamente todas las contradicciones del
capitalismo.

Se ahonda la contradicción principal de este régimen.


Durante la época imperialista tiene lugar un gigantesco desarrollo
de la socialización del trabajo: se socializa el proceso de aplicación
de los inventos y adelantos técnicos y se verifica un cálculo
aproximado de las fuentes de materias primas y de la capacidad
de los mercados. Según dice Lenin, el capitalismo, en su fase
superior, “conduce a la más multilateral socialización de la
producción, arrastrando, por así decirlo, a los capitalistas,
contrariamente a su voluntad y a su conciencia, a un nuevo orden
social, a un orden transitorio entre la plena libertad de
competencia y la plena socialización”.* No obstante, estas nuevas
fuerzas productivas siguen cubiertas por la vieja envoltura de la
propiedad privada, y el número de magnates del capital, que
monopolizan todas las riquezas de la sociedad, disminuye más y
más.

Crece la anarquía de la producción. La desigualdad del


proceso de monopolización acentúa la desproporción existente
dentro de la producción social, aproxima las crisis económicas
de superproducción y les da un carácter todavía más destructivo.

$ V.L Lenin, Obras, tomo 22, pág. 193.


322
Spiridonova, Atlas y Otros

En la misma dirección actúa también el empeoramiento de la


situación de las masas laboriosas, ahogadas por los monopolios.

Los grandes monopolios llevan su ofensiva no sólo contra


los intereses de la clase obrera: se acelera el empobrecimiento de
las amplias masas de campesinos y artesanos, empeora la
situación de la mayoría de los empleados e intelectuales y
aumentan las dificultades que sufre la burguesía pequeña y
media. A consecuencia de todo ello, en la etapa contemporánea se
agrava la contradicción entre un puñado de monopolistas y todos
los sectores del pueblo. Existe, pues, la posibilidad real de que se
unan las fuerzas antimonopolistas sin excepción.

Las estrechas relaciones de los monopolios con los bancos


contribuyen de manera considerable a asegurarles su dominación
en la vida política y económica de los países.

2. EL CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUÍA FINANCIERA.

El proceso de concentración del capital y de la producción


en la industria lleva aparejada inevitablemente la concentración
de la banca. Las grandes empresas industriales solicitan créditos
de tal magnitud que sólo pueden ser otorgados por bancos muy
poderosos. Por otra parte, con el aumento de la producción crecen
los recursos de las empresas capitalistas, que sólo pueden ser
depositados en bancos de primer orden, ya que los capitalistas
tienden a garantizar a su dinero la mayor seguridad y el mejor
empleo.

Es en curso de la lucha de competencia, una parte de los


bancos se arruina o es absorbida por las entidades bancarias más
fuertes, y otras, aunque conservan su autonomía formal, se
transforman virtualmente en simples sucursales de los bancos de
primera magnitud. Disminuye el número de bancos, pero, a la vez,
aumenta su volumen y se incrementan sus operaciones. Entre
miles de bancos independientes destaca un pequeño grupo
formado por los más potentes. Se crean asociaciones bancarias
monopolistas, basadas en el mutuo acuerdo: los consorcios o
sindicatos bancarios, que conciertan la realización de importantes
operaciones financieras y la colaboración entre ellos. Como
consecuencia de la fusión de los bancos y del sometimiento de los
unos a los otros por diferentes medios de control financiero, se
constituyen los trusts bancarios.

323
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
En cada país capitalista sobresale un reducido grupo de
bancos que concentran en sus arcas la masa fundamental de
imposiciones y que realizan la mayoría de las operaciones
financieras. Antes de la primera guerra mundial, nueve grandes
bancos berlineses disponían de cerca del 83 por 100 de todo el
capital bancario de Alemania. Poco antes de la segunda guerra
mundial eran ya sólo cuatro los bancos que predominaban en el
país. En Inglaterra destaca un grupo de once bancos. Llevan entre
ellos la voz cantante los llamados “cinco grandes” londinenses,
que controlan el 80 por 100 de los depósitos bancarios. En los
Estados Unidos ocupan la posición predominante veinte bancos,
entre los cuales los “seis grandes” de Wall Street tienen bajo su
control buena parte de las operaciones financieras del país.

La concentración de la banca y la fundación de monopolios


constituidos por bancos traen consigo una modificación de su
papel en la economía de los países capitalistas. A lo largo del
desarrollo del capitalismo, la misión primaria y fundamental de
los bancos fue la de intermediarios para los pagos entre
capitalistas. Además, recogían el dinero ocioso de manos de sus
poseedores y lo ponían a disposición de los comerciantes e
industriales. Al convertirse los bancos en grandes monopolios, que
concentran sumas fabulosas de dinero, establecen relaciones
totalmente distintas con la industria, asumiendo un nuevo papel
en la vida económica de la sociedad capitalista. Los grandes
bancos, al disponer de enormes capitales, pasaron de las
operaciones a corto plazo, como el descuento de letras y los
préstamos mercantiles, a los créditos a largo plazo. Ello trae como
consecuencia que el banco, al otorgar un préstamo considerable a
largo plazo, se ligue más estrechamente a la empresa industrial, se
inmiscuya en los asuntos de ésta e influya en su situación a fin de
asegurarse el reintegro del préstamo concedido más los intereses
correspondientes. La insolvencia de una empresa industrial
implica fuertes riesgos para el banco, y a veces la quiebra del
mismo. Los bancos, manejando todas las operaciones de las
empresas industriales que se sirven de ellos, pueden conocer
perfectamente la situación de dichas empresas; ampliando o
disminuyendo el crédito, el banco puede influir en la marcha de
una empresa industrial.

Las empresas y los bancos modernos están organizados


principalmente como sociedades anónimas, las cuales se
constituyen muy a menudo con intervención de los bancos. El
banco toma a su cargo la venta de las acciones, con derecho de
324
Spiridonova, Atlas y Otros

fundador, o se queda con un determinado paquete de acciones y


obligaciones a cambio del empréstito concedido y, de tal modo, se
convierte en accionista de la nueva empresa.

Con su dinero disponible, los bancos adquieren acciones de


las compañías industriales, lo cual les facilita el acceso a los
consejos de administración y a los organismos directivos de las
sociedades anónimas. Y, a la inversa, los magnates de los
monopolios industriales adquieren acciones de los bancos, y
pasan a formar parte de los consejos de administración y de los
organismos directores de aquéllos.

El entrelazamiento del capital bancario con el industrial se


manifiesta, igualmente, en la unificación de la gerencia de los
bancos y de los monopolios industriales. Unas mismas personas
encabezan grandes monopolios que abarcan bancos, industrias,
comercio y otros sectores de la economía capitalista. Los
banqueros se infiltran hasta ocupar puestos de directores de
corporaciones industriales, y representantes de éstas son a
menudo directores de los consejos de administración de los más
importantes bancos.

Verificase la fusión, el entrelazamiento del capital


monopolista bancario con el capital monopolista industrial. Como
resultado de ello se crea una nueva forma de capital, el capital
financiero, representado por los recursos unidos de los monopolios
bancarios e industriales. Refiriéndose a la naturaleza del capital
financiero, Lenin hacía hincapié en los principales elementos
siguientes:

“Concentración de la producción; monopolios derivados de


ella; fusión o entrelazamiento de los bancos con la industria: he
ahí la historia del surgimiento del capital financiero y el contenido
de este concepto”.”

El capital financiero pasa a ser la forma predominante en


la época del capitalismo monopolista.

El capital financiero puede formarse, bien mediante el


sometimiento del capital industrial al bancario, bien mediante la
penetración del primero en el segundo. En los Estados Unidos, el
ejemplo más ilustrativo de penetración del capital industrial en el

7 V.L Lenin, Obras, tomo 22, pág. 214.


325
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
bancario es el de los Rockefeller. A comienzos de la década del
sesenta del siglo XIX, John Rockefeller fundó una pequeña
compañía petrolera; posteriormente, en 1882, se apoderó del
paquete de control de varias empresas del mismo ramo y fundó el
trust conocido con el nombre de Standard Oil, y después sometió a
su dominio uno de los mayores bancos norteamericanos: el Chase
National Bank.

Como ejemplo de sometimiento del capital industrial al


bancario citaremos el caso del grupo financiero de Mellon. La base
de este capital fue el Mellon National Bank and Trust. En los años
veinte había sometido ya a numerosos bancos y desde el puesto
número veintiuno que ocupaba en la escala bancaria de los
Estados Unidos se elevó hasta el decimoprimero. En las ramas
industriales, la dominación del grupo Mellon abarca el aluminio y
el petróleo.

Los multimillonarios poseedores de monopolios industriales


y bancarios constituyen la oligarquía financiera: dominio de unos
cuantos magnates que disponen de la economía y determinan la
política de los países capitalista. La preponderancia de la
oligarquía financiera se extiende al terreno de la política y somete
a su control el mecanismo estatal, sea cual fuere el régimen
imperante, convirtiéndolo en una dictadura de la oligarquía
financiera. La política interior y exterior de los países burgueses
viene determinada por los intereses particulares de los grandes
monopolios.

“En la actualidad -escribía el periodista americano


Landberg en su libro Sesenta familias de América- gobierna y
dirige a los Estados Unidos una jerarquía de sesenta familias
ricas, las cuales constituyen el centro neurálgico de la oligarquía
industrial que impera sobre los Estados Unidos y que opera con
una forma de gobierno democrático de jure, a espaldas del cual,
desde la época de la guerra civil, se ha ido formando poco a poco
un gobierno de facto absolutista y plutocrático. Este gobierno de
facto es el gobierno virtual de los Estados Unidos, un gobierno no
oficial, invisible y oculto en las tinieblas. Es el gobierno del dinero
en la democracia del dólar”.

En la obra de someter a su control los organismos


gubernamentales, representan un papel especialísimo las
asociaciones monopolistas: la Asociación Nacional de la Industria
de los Estados Unidos, la Cámara de Comercio, la Asociación
326
Spiridonova, Atlas y Otros

Americana de Compañías Ferroviarias, y otras. La más influyente


es la Asociación Nacional de la Industria, fundada en 1895, cuyo
estatuto estipula la realización -por intermedio del gobierno- de
un programa de agresión exterior, de expansión del comercio y del
crédito exteriores de los Estados Unidos, de defensa de los
intereses de los monopolios en su lucha contra el movimiento
obrero y de propaganda acorde con los intereses de los
monopolios. Figuran al frente de la Asociación un presidente, un
grupo de vicepresidentes y un consejo de directores. Pero el papel
principal pertenece al Comité Consultivo Especial, integrado por
representantes de las doce corporaciones más fuertes. En sus
reuniones privadas, este Comité confecciona directrices para el
gobierno en lo concerniente a la política interior y exterior de los
Estados Unidos. Como ejemplo ilustrativo citaremos la carta
confidencial del magnate Nelson Rockefeller, dirigida en enero de
1956 al presidente Eisenhower. En ella se enunciaba el programa
de política exterior a aplicar por el gobierno estadounidense,
programa que reflejaba las intenciones agresivas de los
monopolios americanos.

En el actual mundo capitalista, es en los Estados Unidos


donde la omnipotencia y el yugo de la oligarquía financiera han
adquirido mayor envergadura. La oligarquía financiera
representa el 1 por 100 de la población del país y posee el 60 por
100 de todas sus riquezas. La prensa americana da al grupo de
magnates del capital el nombre de “club de los multimillonarios”,
integrado por sesenta y seis corporaciones, entre las que destacan
los ocho grupos monopolistas más importantes de los Estados
Unidos.

Hasta estos últimos tiempos, el grupo Morgan ha venido


detentando el primer puesto dentro de la oligarquía financiera
norteamericana. El núcleo de dicho grupo radica en la empresa
bancaria John Pierpont Morgan and Company. Dentro de la
industria, el grupo Morgan controla las mayores compañías de
una serie de importantísimas ramas: en la fundición de acero, la
United States Steel Corporatión; en la electrotécnica, la General
Electric; en la radio, la Radio Corporation; en el cobre, la Kennecot
Copper y la Dodge, y en el petróleo, la Continental Oil y cientos de
empresas más pequeñas.

El grupo Rockefeller domina la industria petrolera no sólo


en los Estados Unidos, sino en todo el mundo capitalista. Su centro
radica en la familia de John Rockefeller. Actualmente, la
327
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
administración real del grupo se halla concentrada en manos de
seis hombres, cinco de los cuales son hermanaos, pertenecientes a
la tercera generación de los Rockefeller, y el sexto su tío,
Winthrop Aldrich. Los Rockefeller controlan uno de los bancos
más poderosos de Wall Street -el Chase Manhattan- y una serie
de gigantescos monopolios petroleros: la Estándar Oil of New
Jersey, la Estándar Oil of California, la Standard Oil of Indiana y
muchas otras.

El grupo Du Pont abarca importantísimos trusts de las


industrias químicas, de guerra, automovilística y del caucho: en la
industria química, el potentísimo consorcio Du Pont de Neumors;
en la del automóvil, el mayor trust de los Estados Unidos y del
mundo capitalista, la General Motors; en la del caucho, la United
States Rubber, y en la de guerra, la empresa Du Pont de Nemours,
estrechamente vinculada a la producción de bombas atómicas y
de hidrógeno.

El grupo Mellon controla el importantísimo trust del


aluminio ALCOA; en la industria petrolera, la Half Oil, que ocupa el
séptimo lugar en el mundo capitalista; dirige también varias
compañías de las industrias siderúrgica, hullera y del cobre. El
grupo está encabezado por el Mellon National Bank and Trust
Company.

El grupo constituido en torno al First National City Bank


neoyorquino controla el gran trust del cobre Anaconda; el
monopolio Boeing Airplane, en la industria aeronáutica; una serie
de grandes empresas de transportes y una tupida red de bancos
en el extranjero.

Los grupos de Cleveland y de Chicago han sometido a su


control numerosas empresas industriales, bancarias y de
transportes en el Medio Oeste de los Estados Unidos.

En los últimos tiempos, el grupo Gianini se ha incorparado a


las principales asociaciones financieras. Se apoya en el Bank of
America y controla empresas industriales, financieras y de
servicios públicos de California.

Las formas de la dominación económica de la oligarquía


financiera son variadas. Lenin señalaba que uno de los
instrumentos principales para garantizar el imperio de un grupo
insignificante de oligarcas sobre una masa de capitales ajenos era
328
Spiridonova, Atlas y Otros

el llamado “sistema de participación”, basado en el manejo de las


acciones para la gradual supeditación de unas compañías a otras.
Hay una sociedad anónima matriz (“madre”), cuyo paquete de
control se encuentra en manos de un magnate financiero o de un
grupo de magnates. A su vez, esta empresa puede poseer los
paquetes de control de otras sociedades anónimas filiales (*jijas”),
y así sucesivamente. De tal modo, se establece una dependencia
financiera gradual que permite a un puñado de magnates del
capital, situados en la cima de esta pirámide, disponer de recursos
colosales, muy superiores a los suyos propios. El grupo Rockefeller
controla activos que superan en 17 veces los bienes de la familia.

Pero el “sistema de participación” no sólo contribuye a la


extensión gigantesca del poder de los monopolistas; permite,
además, perpetrar impunemente toda clase de maniobras turbias,
pues los administradores de la sociedad “madre” no responden
formal y legalmente de la sociedad “hija”, la cual se considera
“independiente”. En las publicaciones americanas se encuentra a
menudo el término “ordeño” de la compañía filial. Este “ordeño” se
lleva a cabo por los procedimientos más variados: se obliga a la
compañía filial a para altos dividendos en detrimento suyo, se le
imponen transacciones desventajosas, tanto con la compañía
principal como con otras filiales, se la obliga a incluir en su alto
personal a representantes de la compañía “madre” con
emolumentos extraordinarios, etc. Huelga decir que este “ordeño”
de la compañía filial incrementa las ganancias de los magnates
financieros encumbrados en la cima de la pirámide.

Habitualmente, el “sistema de participación” aplica en gran


escala la diferenciación de las acciones en ordinarias y
preferentes, en acciones con voto y sin voto, lo cual posibilita más
aún la dominación de los magnates financieros sobre una enorme
cantidad de empresas industriales, comerciales, del transporte y
bancarias. La Compañía de Gas y Electricidad de los Estados
Unidos, por ejemplo, emitió acciones preferentes de un dólar con
derecho a un voto y acciones ordinarias de 50 dólares, también
con un voto. Detentando las acciones preferentes, el grupo de
capitalistas consiguió, con un solo millón de dólares, someter a su
dominación una compañía con un capital superior a los mil
millones. En el trust de la General Electric, controlado por el grupo
Morgan, el banco de este nombre sólo posee el 1,03 por 100 de las
acciones ordinarias. En una corporación de la envergadura de la
United States Steel, el grupo Morgan dispone solamente del 0,04
por 100 del capital, pero, no obstante, la controla totalmente. A su
329
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
vez, la United States Steel Corporation tiene en la actualidad 12
grandes compañías filiales y controla 11 firmas siderúrgicas
formalmente autónomas.

La forma económica del domino del capital financiero es el


sistema de posesión de la minoría de las acciones, sistema
consistente en que los accionistas más poderosos recaban de los
más modestos el derecho a representarlos en las votaciones, y así
se apoderan del control de las sociedades anónimas.

Valiéndose del sistema multirepresentativo, los principales


grupos financieros pueden lograr en numerosos casos el control de
las compañías incluso sin invertir en ellas capital alguno.

Existe también el sistema de comités representativos, que


llevan a las votaciones la representación de la mayoría de los
accionistas de una sociedad y que, por este procedimiento,
imperan en ella. El economista americano Victor Perlo, en su libro
El imperio de los magnates financieros, indica que funcionan en
los Estados Unidos ocho grandes bancos que dirigen las
propiedades por el sistema representativo.

Antes de la segunda guerra mundial, y sobre todo después


de ella, adquirieron difusión los trusts de inversiones que
adquieren acciones de diversas compañías y venden las suyas
propias a accionistas modestos, abonándoles el dividendo medio
repartido por muchas compañías. La mayor empresa de este
género existente en los Estados Unidos de América, el
Massachusetts Investors Trust, junto con otros cinco trusts de
inversiones, que forman un solo grupo, posee abundantes
paquetes de acciones de muchas grandes corporaciones
industriales.

El capital financiero conoce también el sistema de posesión


predominante de las acciones. Es el que aplican las familias Ford
y Mellon en los Estados Unidos y la familia Krupp en Alemania, las
cuales mantienen en su poder el grueso de las acciones de las
compañías controladas por ellas.

Las formas de dominación de la oligarquía financiera no se


limitan al sistema de participación o de manejo de capitales
ajenos. “El capital financiero -señalaba Lenin-, concentrado en
pocas manos y dotado de un monopolio virtual, percibe ganancias
enormes, y siempre crecientes, por derechos de fundación, por
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