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DOS PERSONAJES FEMENINOS ANDINOS EN SU CAMINO HACIA LO

TRÁGICO: “LA MAÑUCA SUÁREZ” Y “LA PASCUALINA” EN TAITA


CRISTO DE ELEODORO VARGAS VICUÑA

Dos de los cuentos pertenecientes al libro Taita Cristo (1986) de Eleodoro


Vargas Vicuña: “La Mañuca Suárez” y “La Pascualina”, llaman nuestra atención
por tener como protagonistas a sujetos femeninos andinos. En ambos cuentos,
el final se torna trágico. Como también, en ambos, podemos ver la
representación de lo nativo andino y lo occidental, la convergencia de lo
fantástico con la realidad, así como el rumor polifónico expresado desde un
origen oral.

El cuento de “La Mañuca Suárez” presenta a una viuda, quien es víctima de


habladurías por la gente del pueblo. La causa tiene su origen en la envidia por
el legado que hereda la mujer. «Por eso a doña Mañuca, su viuda, tan
avanzada como está apenas si se le hace caso: ─ ¿Y para qué? ─dicen
envidiosos los vecinos─. Con tres casas, varias chacras y tanta plata que
tendrá guardada.» (Vargas, 1986, p. 27)1

De la cita anterior, podemos destacar la expresión “tan avanzada como está”,


porque alude al poder que tiene la mujer por los bienes heredados, y se asume
que por eso no hay necesidad de preocuparse, pues nada le debe faltar siendo
tan adinerada. Sin embargo, tras la revelación de doña Chabela sobre la
hemorragia de doña Mañuca, se expande el chisme y la especulación. Como
principal iniciador de la distorsión al mal de doña Mañuca, tenemos al loco
Abilio. Personaje que como muy bien se nos presenta con el adjetivo de “loco”,
entendemos que es un personaje abyecto, ya que escapa del sistema por su
condición de enajenado y se atreve a decir, sin ningún raciocinio: «Será que ha
abortado del cura Bonque.» Es precisamente en esa parte del relato que
empieza la cadena de la distorsión, a partir de la afirmación de un demente del
pueblo, por lo que notamos, cómo la irracionalidad es un eje fundamental en la
realidad del texto.

También podemos notar el empleo de un lenguaje poético que sustituye la


función de ver de los ojos por la de los corazones maliciosos, es decir, movidos
1
Todas las citas a partir de esta hacen referencia al texto Taita Cristo de Eleodoro Vargas
Vicuña.
por la envidia. «Después los corazones turbios vieron lo que los ojos no vieron.
“Cierto. Ella va donde el señor Cura.”» Así se irán añadiendo más opiniones,
más voces al relato, por lo que resalta la característica polifónica de este:
«Ahora más que de costumbre.» «Quién te dice que no será precisamente
porque está enferma.» (p. 27) Sin embargo, la figura de Dios entra a colación,
viendo así, la función de la religión en el cuento como un ente de poder que
castiga y juzga lo malo.

Pero la trama da un giro inesperado, donde vemos el papel de lo fantástico con


la leyenda de don Juandico. En ella se hace un paralelo con la situación
conflictiva que viene rondando los oídos de los pueblerinos. La leyenda trata
sobre la historia de castigo que dio Dios a un fraile por vivir con su cocinera.
Donde el castigo dado por la religión recae en la mujer, pues esta se convierte
en mula por las noches. De esta manera, la gente del pueblo empezó a
manifestar la transformación de doña Mañuca en mula. Nuevamente el
personaje del loco Abilio es quien empieza el rumor de haber visto a una mula
merodeando por las chacras, es más, asegura que es doña Mañuca: «Así
crecía el sentimiento: De tanto hablar, miedo. De tanto miedo, la evidencia de
la sospecha.» (p. 29)

Era tanto la creencia de la conversión de doña Mañuca en mula que ya no


quedaba dudas. Una noche de velorio, nuevamente el loco murmuró: siendo
las doce de la noche, doña Mañuca debe estar merodeando por las chacras
con su cuerpo de mula. De pronto se escucha un relincho que aviva más el
miedo y la envidia, por lo que las gentes deciden salir en busca del animal y
cobrar por medio de la violencia sus oscuros sentimientos. Pero después de
estas muestras de violencia, llega la culpa: «Nosotros no nos atrevimos a
pensar. Sentimos lástima. Sentimos también culpa. Y no se sabía por qué
estaba bien condolerse pero no por ella.» (p. 31)

La culpa que sienten al enterarse de la muerte de doña Mañuca no es por ella,


sino por la mula, pues la noche anterior, habían capturado y propiciado una
terrible paliza al animal: ─ ¡La pobre que gritaba como gente! Seguimos
pegando hasta que el aire de la amanecida le abrió campo y escapó a todo
irse. Nosotros volvimos limpios de temor, pero con una culpa que nos remordía.
─ ¡Haber hecho llorar al pobre animal! (p. 31)
En síntesis, la trama del cuento de “La Mañuca Suárez” termina por negar e
invisibilizar la figura de la mujer andina como alguien que maneje el poder. En
este caso, el poder representado por los bienes heredados. Así vemos cómo lo
occidental hace luz por medio de la religión cristiana y la idea de la existencia
de un Dios que juzga y castiga a la gente que envidia; pero aun así lo mítico es
más poderoso dentro de la ficcionalidad. También, las múltiples voces que
configuran el relato y acentúan el rumor en contra de doña Mañuca, voces que
tienen su origen en la oralidad y se caracterizan por ser polifónicas. Pero, lo
más importante, es que a partir de la leyenda de don Juandico, lo fantástico
representado por la transformación de mula a cristiana de doña Mañuca,
termina por envolver la realidad e invisibilizar a la mujer, pues nunca se llega a
comprobar la supuesta falta de la viuda, ni mucho menos su conversión en
mula. Más aún, la gente del pueblo continúa con la leyenda de su
transformación, pero al darse cuenta, con el pasar de los años, de que todo fue
movido por la envidia y los temores de los antepasados, ven que en realidad
doña Mañuca ya no está en la puerta de su casa.

Por su parte, en el cuento “La Pascualina” podemos encontrar características


similares en cuanto a la presencia de lo occidental y lo andino. Ello lo podemos
ver con el narrador de tipo autodiegético, Casimira, quien nos cuenta desde su
perspectiva la división que existe entre su familia y la de Pascualina. Por un
lado, su familia se describe como pudiente, al tener casa en la chacra. Mientras
que la familia de Pascualina, por la descripción de las prendas de la niña,
podemos notar que son sumamente pobres:

En una canasta de trapos encontró un par de medias de color negro.


Estaban muy apolilladas. Una tenía más huecos que la otra. La
Pascualina los cosió con hilo blanco. Las medias negras quedaron con
chispas blancas. Daban mal aspecto. Todavía estaban despintadas. (p.
73)

Además, este fragmento se debe al afán de la pequeña Pascualina por


remendar sus medias para recibir algún regalo, en la noche de Navidad.
Justamente esta idea de la Navidad y Papá Noel es la que converge con la
visión andina en el cuento. Asimismo, esa noción occidental es el móvil de la
trama pues la pequeña Pascualina se esmera mucho, a pesar de que la
Navidad no es una festividad enseñada por su familia.

A continuación, nos referiremos al texto para ejemplificar lo expuesto: «Vivía


cerca una chiquita, hija de un vecino, llamada Pascualina. Ella no sabía nada
del Niño Dios ni del Papá Noel. De ellos, que ponen juguetes a los niños que
se, portan bien. Aprendió de nosotros.» (p. 72)

Mientras que lo andino está representado en la idea de las cosechas para


realizar el trueque, así como la visión animista que tiene la gente de la laya de
Pascualina: «Pasó esa fiesta y la gente de su laya tenía envidia. Hablaba: ─ A
que carga de agua le habrán comprado esa muñeca. Tendrán bastante plata.»
(p. 73) Enfatizando la frase “a que carga de agua le habrán comprado esa
muñeca” donde la idea del agua resuena en el posterior final trágico de
Pascualina. Otro ejemplo de lo animista, lo podemos ver con el canto
vaticinador de la gallina Catacha, porque según mama Bartola ello significaba
que alguien iba a morir en la casa. Este ejemplo, también puede funcionar para
describir la idea de lo fantástico dentro de la realidad, puesto que una gallina
que canta resulta algo fuera irreal.

Otra de las características que queremos resaltar del cuento y que nos llama la
atención, es el final fatídico de Pascualina. La pequeña e inocente niña cree en
la historia occidental de Papá Noel, contada por Casimira. Sin embargo, la
creencia en este ser fantástico la llevará a su terrible final. Será la muñeca,
que supuestamente llegó de manos de Papá Noel, pero en realidad fue
Casimira, quien la consigue movida por el sentimiento de culpa tras ser cruel
con la niña y recordarle su pobreza. Esa muñeca, según nuestra interpretación,
simboliza la pérdida de la inocencia, pues con ella su creencia en la tradición
occidental aumenta aún más: «Y ella feliz por haberla encontrado. Cómo se
arrodillaba agradecida, mirando sobre los árboles.» (p. 73)

Asimismo, consideramos que la muñeca, tras la muerte de la pequeña,


simboliza también, la pérdida de lo andino y autóctono. En efecto, Pascualina
movida por la nueva creencia procura preservar limpia a su muñeca, lo que la
lleva a las aguas de la acequia. Aquí podemos volver a aquel comentario
mencionado anteriormente, donde referían a una carga de agua, como agente
en la obtención de la muñeca. Sin embargo, será el agua quien esta vez se
cobre la muñeca por la vida de la niña. Así, valiéndonos de las fatalidades que
nos señala la lectura, resulta ser la muñeca a la que logran salvar de las aguas.

Lo que sucede luego también llama nuestra atención, pues la familia de


Pascualina señala como principal culpable a Casimira. Motivo que la llena
nuevamente de culpa, por lo que decide tomar a la muñeca. Lo que ocurre
después es una escena que ya habíamos visto con Pascualina, cuando
descubre su regalo de Navidad y agradece mirando al cielo. En esta
oportunidad es Casimira, con la misma muñeca, quien busca en el cielo el
perdón de Pascualina. Sin embargo, ocurre un cambio de papeles, pues
Casimira se da cuenta que no es escuchada, y que no importa su padecer, así
como alguna vez hizo sentir a la pequeña Pascualina.

En efecto, hemos visto en el cuento “La Pascualina” la representación de un


sujeto femenino, que, en comparación con el anterior, es decir con doña
Mañuca, la pequeña Pascualina llega a su fin trágico por medio de un regalo: la
muñeca. Objeto que a la vez simboliza un intercambio, primero con la pérdida
de su inocencia, como ya lo explicamos; y segundo con la pérdida de su vida.
También podemos decir que, Pascualina funciona para ver cómo lo occidental
puede resultar trágico dentro del mundo andino.

Referencia

- Vargas, E. (1986). Taita Cristo. Munilibros.

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